Mitología


El anillo en las diversas mitologías


Introducción

Dada la importancia que ha adquirido la película que recrea la primera parte de la trilogía escrita por el literato inglés J.R.R. Tolkien (El Señor de los Anillos), he creído que sería curioso encontrar semejanzas entre las mitologías antiguas del mundo, como la nórdica, griega, celta, germana, romana, etc.; y la mitología creada por Tolkien. ¿Cuál es el motivo de que eligiera un anillo para simbolizar el poder? ¿Es realmente un símbolo mitológico? ¿Se recrea Tolkien en alguna mitología conocida?

Este trabajo no versa sobre la obra de Tolkien, y mucho menos sobre la película de Peter Jackson. A modo de repaso de mitologías famosas, y leyendas épicas interesantes, comprenderemos rasgos de la historia cultivando además nuestra imaginación. Se trata de una investigación de otras culturas para encontrar un símbolo común: el anillo.

El anillo

En muchísimas culturas, hemos notado la presencia de un ente místico, un símbolo realmente importante en la mitología o la religión, un elemento imprescindible para la “magia” de la tradición. De alguna manera, las leyendas metafísicas hacen presencia en el mundo real. Algunas culturas han optado por la veneración a animales (las vacas en la India), otras a alimentos (la hostia en el cristianismo), otras simplemente usan objetos que representan sus dioses (como las estatuas de los griegos, las imágenes de las iglesias, o los ídolos de las tribus indias).

El hombre ha tratado por todos los medios, llevar a cabo ese poder que tienen sus dioses imaginarios. De ahí la creación de la magia, y como rama a partir de ella, la ciencia. Pero a los magos no les bastaba con hacer acto de presencia y decir un par de palabras mágicas para formular hechizos y sanar enfermos. Además, tenían que portar un objeto mágico que lo dotara de esta virtud, de este arte. Hablamos del anillo.

Pero el anillo no sólo aporta sabiduría a los magos, además tiene connotaciones de riqueza, soberanía y majestuosidad. Para llegar a esta conclusión he ido recopilando anécdotas de las culturas, leyendas y, en definitiva, mitologías más célebres de la historia del hombre; yo incluso me atrevería a decir que se trata de las más bellas.

Introducción a la historia

La tradición de cuentos de búsquedas de anillos nació incluso antes de que se construyeran las pirámides de Egipto o de que se levantaran los muros de Babilonia. Perduró a la gloriosa civilización griega y al poderoso Imperio Romano. Sobrevivió a la caída de los dioses paganos, y a la aparición de los iconos fundadores de las religiones más importantes del mundo contemporáneo: Buda, Cristo y Mahoma. Mientras la historia del mundo se abría paso y se iba tejiendo, las historias de los anillos perdidos continuaban, detrás del telón.

Las primeras leyendas de anillos aparecieron por vez primera entre los pueblos tribales, mucho antes de que comenzara a usarse la escritura. Podemos asegurar que han pasado unos cinco mil años entre el primer chamán que aseguraba tener un anillo mágico y la ópera prima de Tolkien. Este profesor de inglés y estudiador de los orígenes de la lengua anglosajona, se propuso ampliar, si no crear, la pobre mitología inglesa. Conocía la mitología clásica, la nórdica y la escandinava, y se lamentaba de que su tierra no tuviera una mitología tan amplia como la de aquellos países. Casi sin quererlo, creó una mitología épica muy amplia que abarcaba la eterna lucha entre el mal y el bien, la ambición y la resignación, el poder y la humildad. En este caso, la posesión del anillo significaba poder sobrenatural y poder sobre el resto de seres. El anillo te convertía en un dios, pero a su vez, te esclavizaba sin poder deshacerte de él.

No todas los anillos en las diferentes culturas son como la concepción Tolkieniana. Para ello, analizaremos fugazmente algunos hechos reales aislados:

La dactilomancia y las Guerras de los Anillos.

Gran parte de la mitología europea se basa en la búsqueda del anillo. Pero esta búsqueda no tuvo presencia exclusivamente en los cuentos de hadas y las leyendas sino que, además, es una gran parte de la historia real. La noción de que un imperio pudiera llegar a arruinarse a causa de una guerra provocada por un anillo es un evento histórico improbable, pero sí una sugerencia lícita: para el antiguo erudito Plinio la causa directa de la caída de la República Romana fue una disputa por un anillo.

Plinio escribió que hubo una pelea entre el famoso demagogo Druso y el jefe del senado Caepio por la posesión de un simple anillo. La disputa se convirtió en una lucha sangrienta, que más tarde desembocaría en la guerra civil, que acabó con la República Romana.

Otra tradición histórica, atribuye directamente a un anillo la caída del imperio marítimo de Venecia. En sus días de gloria, Venecia gobernaba el Mediterráneo mediante una flota poderosa. Para celebrar este poder marítimo, un día al año el Duque de Venecia salía al mar Adriático para festejar el “matrimonio” entre Venecia y el mar, y arrojaba un anillo de oro a las profundidades del mar Adriático. Varios días después de una de estas celebraciones, el Duque organizó una fiesta en la que se servía un gran pez. Cuando le sirvieron la correspondiente ración al duque, se encontró en el vientre del pez el anillo que él mismo había tirado. Esta devolución del anillo se interpretó como un mal augurio para el Ducado, ya que el anillo simbolizaba la alianza entre Venecia y el Mar. Pronto, los acontecimientos confirmaron la profecía: ese mismo año tuvo lugar el colapso del imperio veneciano.

La dactilomancia, o uso de anillos para la adivinación y la magia, se ha practicado seriamente a lo largo de la historia. También llevó a confusión este uso de anillos “mágicos”, ya que no se sabía exactamente dónde terminaba la magia y comenzaba la ciencia o la medicina. Un ejemplo claro ocurrió en Holanda en el siglo XVI. El hombre más instruido y el más excelente médico de la región de Arnhem (en aquel entonces Gelderland) fue llevado ante el Canciller por ser acusado de tener un anillo que le dotaba de sus poderes curativos. Además declaraban que el médico consultaba constantemente al demonio que estaba contenido en la alhaja. El médico fue proscrito de inmediato por hechicería y sentenciado a muerte. Parece que se le dio menos importancia al mago que al anillo, el cual fue destruido de un martillazo.

En el siglo XIV, se dio un caso de posesión de un anillo mágico en el entorno a la casa real. La amante del Rey de Inglaterra Eduardo III, Alice Perrers de Anglia, fue acusada por el parlamento de encantar al rey a partir de anillos mágicos, y por esta razón, el rey abandonó la reina. Como consecuencia, Alice fue desterrada para siempre de la corte y de la sociedad de los nobles.

El anillo en las diversas mitologías
Un caso muy curioso se dio en la antigua Bizancio hace unos diecisiete siglos, cuyo rey fue tachado de incompetente. Por este motivo, los aristócratas consultaron a un oráculo. Éste practicaba la dactilomancia (adivinación por el anillo). La práctica consistía en hacer oscilar un anillo amarrado de una cadena sobre una tabla con un círculo con las letras escritas. Preguntaron quién sería el sucesor al emperador, y según los presentes, el anillo de oro decididamente fue de letra en letra hasta deletreas: T-E-O-D. El emperador regente, mandó a matar a Teodoro (popular aristócrata) y continuó con el cargo. Pero cuando el imperio comenzó a decaer, los visigodos atacaron al emperador, y en medio de esta confusión, subió al trono un despiadado general cuyo nombre era: TEODosio, conocido más tarde como el Emperador Teodosio el Grande.

Que lo creamos o no, es un asunto personal, pero sí podemos afirmar la presencia de una creencia popular, hasta el punto de llegar a condenar a muerte a personas por la posesión de anillos con poderes extraños. Es comprensible la creencia de antaño en una magia incierta que consistía a veces en sanar a personas o que engatusaba a personas de las que después se decía que habían sido “encantadas”.

Más casos de acusaciones

Otros casos que merecen ser fugazmente nombrados son los de Juana de Arco, acusada de utilizar anillos mágicos para hechizar y curar; el de Jerónimo, el Canciller de Mediolanum, cuya ruina y perdición se debió a la falsa sabiduría de un anillo profético que le hablaba; el de un tal Joalium Cambray, que se había convertido en esclavo de un anillo de cristal en el que podía ver todo lo que los demonios de su interior le demandaban; el de un artista veneciano llamado Pythonikes, acusado de obtener su virtud para la escultura de un anillo encantado (llegando a creer él mismo que su fama se debía al anillo) que además lo sometía a su poder, sin poder deshacerse de él (como el efecto que hace el Anillo Único en Frodo); etc. Todos estos casos se encuentran resumidos en un libro que escribió el célebre Sir Walter Scott.

Todos estos testimonios son reales. Es una evidencia de que la dactilomancia o “adivinación por el anillo” era muy usual en la antigüedad. Todos creían en esta magia y, en consecuencia, en demonios y brujas.

Reflexión sobre la creencia y el nacimiento de la magia

El nacimiento de la magia como tal, se debe en cierta manera, a la ignorancia del pueblo (atribuían poderes a anillos, en vez de atribuírselos a posibles plantas medicinales o aromas que se aplicaban en la misma sesión) o incluso al autoengaño, tratándose en este caso de cuestiones psicológicas (creerse uno mismo tener poderes sobrenaturales y aplicando placebos que “sanan” a los enfermos). Imagínese como agravaría la credibilidad en brujas si uno mismo experimentase sensaciones psiconáuticas (como los casos de Salem, donde las víctimas de muchas brujas sufrían “viajes” y alucinaciones por causa de la ingestión de un hongo alucinógeno). Pero tal vez esto se trate de un simple caso de paranoia individual que finalmente desemboca en esquizofrenia colectiva.

Eran numerosas las técnicas a seguir en la dactilomancia, y eran usadas popularmente como método de detección de mentiras. Una de ellas era llenar un cuenco de agua, y un anillo que colgaba del dedo se balanceaba sobre el cuenco, y así, según la pregunta planteada, se obtenía una declaración, o confirmación, de su falacia o verdad. Si lo que declaraba era cierto, el anillo, sin ningún impulso exterior, golpeaba los lados del cuenco un cierto número de veces. La confianza en un acusado dependía de la simple oscilación de un anillo sobre un cuenco lleno de agua. Muchas atrocidades pueden ser contempladas en la historia de la humanidad, pero para que podamos retractarnos de nuestros errores, hemos tenido que cometerlos con anterioridad. Y podemos asegurar que son estos errores los que han hecho que en la actualidad juzguemos con un podo más de cautela.

La Iglesia y el Anillo

Para la Iglesia, el anillo simbolizaba las creencias paganas, y por tanto, el enemigo. La Santa Inquisición era la perseguidora de brujas y magos, y el anillo era la clara identificación de todos ellos. Así como el cristianismo está representado con una cruz, no cabe duda que la imagen representativa de las creencias paganas era el anillo. Además, era el símbolo dominante en la cultura vikinga, enemigo nato de la cristianización europea a finales del primer milenio (el anillo simbolizaba la adoración a Odín, dios vikingo). Después de la caída del Imperio Romano, los asentamientos cristianos, las iglesias y los monasterios en Europa recibieron el azote de la cultura vikinga durante siglos, por tanto, no es raro que la Iglesia viera en el anillo la mayor amenaza para la autoridad de la cruz.

Pero dentro de la misma Iglesia, el anillo representa una unión inseparable entre la relación divina y humana, por tanto, también es un elemento importante para los católicos: el Papa lleva un anillo como símbolo de posición y cargo como símbolo de sumisión perenne a Dios, como el resto de cardenales y sacerdotes que asumen una responsabilidad con la Iglesia; los matrimonios cristianos también llevan un anillo en su dedo como símbolo de alianza mutua e irrompible, donde Dios está como testigo; las monjas se “casan” con Cristo con un anillo de oro mediante el cual simbolizan su sumisión a él...

El anillo en sí es un icono popular, y tiene un fuerte significado. Hay bastantes acepciones del anillo: unión, sabiduría, poder... pero eso lo explicaré en otro apartado.

El anillo del alquimista

El anillo era también el símbolo del alquimista. El anillo en este caso tiene una forma determinada: lo forma una serpiente que se muerde la cola, representando la búsqueda del conocimiento prohibida por la Iglesia. Este anillo tiene nombre propio: Ouroboros. A causa de las persecuciones que sufrían los alquimistas, se vieron obligados a ocultar su sabiduría disfrazando sus escritos (que trataban de sus experimentos) en registros codificados. Para ello, transmitían sus estudios místicamente, al igual que la Biblia está basada en metáforas y fábulas, e inventaron un lenguaje secreto.

El secreto del anillo radica en su fabricación. En definitiva, la gran sabiduría de los alquimistas se basaba en el conocimiento de la metalurgia, que se ocupa del secreto de la fundición y la forja del hierro. Este arte fue descubierto hace unos tres mil años en las montañas del Cáucaso. Fue el secreto primordial de la época (la Edad de Hierro), que además fue celosamente guardado, ya que quien conocía el arte de la fundición del hierro era capaz de ganar cualquier batalla (nacimiento de las primeras espadas y lanzas). Además era un condimento fundamental para la creación de herramientas. La Edad de hierro transformó a simples campesinos en feroces guerreros culpables del despojo de tierra de aquéllos que no conocían el hierro. El héroe que conocía los secretos del anillo del alquimista, salvaba literalmente su nación.

Si uno examina en diferentes culturas el anillo como icono, se encontrará con ciertas constantes: el mago, el herrero, la espada, el enano, la doncella, el tesoro y el dragón. Son símbolos característicos de la fantasía épica, donde se ve mezclada la realidad con la aparente ficción.

El anillo de Odín

Ningún pueblo en la historia estuvo tan obsesionado con la búsqueda del anillo como los vikingos. El anillo significaba para ellos riqueza, honores, fama y destino para esta gente guerrera. Tal vez porque lo relacionaban con el poder de la metalurgia o de los alquimistas. Además, su mitología está ligada con este símbolo circular, ya que los dioses eran señores del anillo de los cielos y los reyes, eran señores del anillo de la tierra.

Entre los vikingos, el anillo de oro era una forma de valor corriente, un don honorífico, y a veces una herencia de héroes y reyes. Los barcos con anillos en la proa eran presagio de fuego, muerte y destrucción. He aquí un ejemplo de símbolo de poder bélico.

Los anillos de la mitología nórdica por lo general eran anillos mágicos forjados por los elfos. Estos anillos eran símbolo tanto de poder como de fama eterna. También eran símbolos de predestinación.

El Domhring (el Anillo del Destino, que estaba hecho de piedras monolíticas y se erguía frente a las puertas del Templo de Tor) era el símbolo más temido por los vikingos. En el centro de este anillo de piedras estaba el pilar del Dios del Trueno, Thorstein. Sobre él, los prisioneros eran ejecutados. En Islandia había un anillo similar donde se podían ver manchas de sangre (en el s. XII).

Pero dentro del templo del dios del trueno, había un anillo aún más poderoso. Se trata del anillo del Juramento de Tor, emblema de buena fe y tratos justos. Sobre él se juraba con solemnidad contratos sin capacidad de disolución. Cuando se iba a tomar un juramento, se sacrificaba un buey y se rociaba el anillo con sangre sagrada. Entonces se juraba solemnemente frente al resto de testigos. Para los vikingos este juramento era legalmente válido.

No obstante, había aun un anillo más importante que el de Tor: el que estaba en la mano de Odín, el rey mago de los dioses. Él era el padre supremo, el señor de las victorias, de la sabiduría, de la poesía, del amor y de la magia. Pero no siempre fue todopoderoso. Pagó lo que valía la sabiduría absoluta a un precio muy alto. Odín el errante buscaba la sabiduría y la soberanía de los nueve mundos que componen el entorno mitológico nórdico. Todo esto sólo lo podía conseguir si obtenía el anillo mágico llamado Draupner. En su viaje conoció muchas cosas y vivió experiencias que le hicieron sabio, pero como hombre, no como dios. Aprendió los idiomas de los animales y adquirió un caballo de ocho patas (Sléipnir) que estaba por encima del resto. El mito (explicado en mi anterior trabajo) dice que supo descifrar las runas que estaban al pie del árbol de la sabiduría y más tarde, bebió de la fuente de la sabiduría. Tuvo que permanecer una temporada colgado del árbol, y más tarde perdió un ojo por su intromisión al beber de la fuente. Pero se había convertido en el más poderoso dios.

Como símbolos de mando se le concedieron a Odín una lanza (Gúngnir) primordial creada por un herrero elfo a partir del bastón mágico de Odín y el anhelado anillo mágico Dráupnir, que significa goteador, ya que tenía el poder de soltar ocho anillos de oro de igual tamaño cada nueve días. Así, el anillo le proporcionó una fuente de riqueza casi infinita. Por tanto, se concedió el honor de ser el máximo dador de anillos de los “nueve mundos”. Los reyes elegidos, héroes y grandes adquisidores de tierras eran remunerados con uno de los anillos de Odín. Aquí vemos en el anillo un símbolo de riqueza y poder, así como de admiración por los dioses.

Entre todas las leyendas que hay en torno a la posesión de este anillo, la más importante es la que concierne al hijo de Odín, Bálder. Cuando éste murió, todos los dioses pusieron en la barca fúnebre donde iba a reposar eternamente un regalo para rendirle homenaje. Odín, presa de la desesperación, puso a Dráupnir en el pecho de su hijo justo en el momento en que la barca ardía y se consumía en llamas. Esto fue un gran error, ya que el anillo era necesario para el gobierno de los nueve mundos. Pero por desgracia o por fortuna, el anillo no se perdió sino que acompañó a Bálder hasta la tierra de los muertos (Hel). Así que tendría que emprender un viaje hasta esta tierra para recuperarlo.

Odín monta su caballo Sléipnir, el cual salta por encima del perro de Hel, similar al Can Cerbero latino, y se apodera del anillo y regresa de nuevo a Ásgard. Así restaura Odín la paz y la armonía en los nueve mundos.

Un poco de mitología nórdica: los Volsungos

La más famosa leyenda nórdica de la búsqueda del anillo se relata en un escrito épico llamado “la Saga de los Volsungos”, que cuenta la historia de muchos de los héroes de las dinastías Nibelunga y Volsunga, cuyos destinos están ligados al anillo “Andvarinaut”. Éste era el anillo que anteriormente había pertenecido a Andvari el enano (gran herrero). Su nombre significa <<telar de Andavari>>, pues le “tejía” a su propietario una fortuna en oro, además de poder y fama. Esta historia narra el destino de Sígurd el Matador del Dragón, un conocido héroe de la épica nórdica. Éste está emparentado con el hijo mortal de Odín Sigi, y por tanto, con los reyes de los hunos.

Un día, llegó un viejo desconocido a una reunión de hunos, godos y vikingos, y asestó una “puñalada” al árbol que se erguía en medio de la sala y desapareció. Este árbol se llamaba Branstock, y el viejo no podía ser otro que Odín. Todos los héroes presentes se abalanzaron a coger la espada, pero sólo Sigmund pudo retirarla del árbol (similar a la historia del Rey Arturo), y fue considerado como el guerrero elegido por los dioses. Va ganando fama, pero su felicidad pronto se ve truncada por la repentina muerte de casi toda su familia a manos de su propio cuñado godo. A continuación ocurre una historia siniestra llena de muerte, engaños e incesto que no nos interesa. Pero, poco después, Sígmund venga la muerte de sus parientes y regresa como rey de los hunos. Siempre ayudado por su espada divina, logra evadir las emboscadas de los vikingos, pero cuando llega ante él un viejo tuerto y le golpea con su espada, ésta se hace añicos. Entonces se da cuenta de que ya ha cumplido su destino, el viejo es Odín.

Sígmund le dijo a su esposa que recogiera todos los pedazos, los guardara y se fuera junto a los daneses a dar a luz a su futuro hijo, Sígurd, ya que el rey de los hunos sabía que había una profecía que decía que su hijo alcanzaría mucha más fama que él cuando forjara la espada. Sígurd aprende mucho de un herrero que le enseña todas las artes de la metalurgia y la batalla. Pero él quería más. De modo que muchas veces se adentraba en el bosque para vagar durante algunos días. Una de estas veces, se encontró con un viejo que le dio a elegir un caballo. Y eligió a Grani, hijo del corcel de Odín Sléipnir.

Cuando regresó, el enano herrero que se había convertido en su tutor, le contó una historia: le contó que él había nacido mucho antes de lo que se podía imaginar, y que cuando era joven, los dioses Odín, Hónir y Loki entraron en casa de su padre, el mago más grande de los nueve mundos. El primer día llegaron a un arrollo, y se sentaron a descansar. Pronto vieron a una nutria blanca que nadaba cerca de ellos, y Loki se dispuso a tirarle una piedra a la cabeza, la cual partió el cráneo de la nutria y murió. Cuando llegaron al castillo del mago le regalaron las pieles de la nutria, en recompensa por dejarles pasar allí la noche, cuando el mago la vio, ardió en cólera ya que a su tercer hijo lo llamaban Nutria en homenaje a su disfraz favorito, y solía nadar en el estanque. El Mago estaba empeñado en destruir a los dioses, pero Odín le convenció de que había sido un accidente, y que se comprometían a darle una gran recompensa si los perdonaba. Entonces, les mandó a llenar y cubrir las pieles de su hijo de oro. Así que Loki, que era el verdadero culpable, se dispuso a buscar la indemnización. Enseguida se encaminó a arrebatarle el tesoro a Andvari el enano, incluido su preciado anillo Andvarinaut. Cuando llegó al castillo llenó y cubrió las pieles de la nutria, pero asomaba aún una oreja, y Loki tuvo que soltar el anillo. Entonces, el mago dueño del castillo, rompió el encantamiento y los dioses se fueron, pero el anillo enloquecía a Fáfnir, que era uno de los hijos del mago, o sea, el hermano del tutor de Sígurd, y mató a su padre. Cuando se disponía a matar a su hermano, le dijo que si huía no lo mataría. Y el enano huyó, así que retó a Sígurd a matar a su hermano Fáfnir, que ahora se había convertido en un enorme dragón. Sígurd aceptó y cuando encontró a Fáfnir, lo mató con su espada Gram, que había sido soldada de nuevo. Por eso llaman a Sígurd “el Matador del Dragón”.

Es curioso notar la enrome importancia que tienen las armas en todas las fábulas épicas, y especialmente, que todas las espadas importantes o lanzas, tienen nombre propio.

Leyendas artúricas

El Rey Arturo es uno de los héroes más famosos y legendarios. La base histórica para la creación de este personaje es muy confusa. El héroe real que más se le parece es el celta romanizado Ambrosio Aureliano. Según relatos posteriores, era conocido como Artorius y el título romano de “Dux Bellorum” (duque de las guerras). No obstante, quien nos interesa es la figura del rey Arturo.

Arturo fue el héroe elegido y ancestral del pueblo británico que veía en él a un rey noble que imponía armonía a donde quiera que iba. Una de las leyendas más conocidas del rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda, trata de la búsqueda del Santo Grial (cáliz que usó Cristo en la Última Cena). Algunos mitólogos, como Richard Wagner, han identificado la búsqueda cristiana del Sto. Grial con la búsqueda profana del anillo. La Iglesia transforma el símbolo del anillo (enemigo para el cristianismo) en otro símbolo religioso, pero con las mismas virtudes y características.

Dejando a un lado la búsqueda del Grial, en las leyendas artúricas la búsqueda del anillo pone en peligro la seguridad del reino de Arturo: el anillo buscado en este caso es el anillo matrimonial de oro de su amada Reina Ginebra. La boda de Arturo y Ginebra tiene fines políticos. Cuando se casan, Ginebra lleva la mesa redonda a Camelot y los caballeros juran lealtad a los reyes, y como símbolo de esta alianza forjan un anillo de hierro, cuyo valor durará tanto como el anillo de oro matrimonial.

En las leyendas artúricas el anillo es símbolo de lealtad, alianza y unión.

En esta historia, también cabe nombrar una espada que protege a su poseedor: Excalibur. Una vez más, esta espada prodigiosa con nombre propio, impide que su dueño pierda sangre mientras la empuña, aunque esté malherido.

Leyendas carolingias.

Así como Arturo era el héroe británico por excelencia, el sacro emperador de Roma, Carlomagno, juega su rol en el viejo continente. Sus aventuras se narran en los famosos “Cantares de Gesta”. Se le atribuye a él el mérito de ser el más enérgico destructor del culto de Odín y su equivalente germánico, Votan. El papel de Carlomagno como “defensor de la fe cristiana” era más intenso que lo que su título indica. Hizo que el Rin se convirtiera en su línea de batalla y suprimió de manera fortuita toda adoración no cristiana. Sin tolerancia alguna, quemó altares y derribó todos los templos paganos. Lo mismo hizo en el sur de España con los sarracenos (musulmanes). Combatió la marea del Islam con la ayuda de su legión y su espada.

Carlomagno es un icono susceptible de exagerar. Quizás por esto se dice de él que era capaz de curar con “hierbas mágicas”, por ejemplo. La gente que se encontraba a su paso, se quedaba maravillada y comenzaba a narrar sus historias añadiéndole notas personales. Cuentan que la espada de Carlomagno se llamaba “Joyeuse”, y fue forjada por Wayland el Herrero (el mismo que forjó Gram en nuestra leyenda anterior). Es raro que el mayor destructor de religiones no cristianas, posea un arma que proviene de la misma forja que la del supremo guerrero de Odín (Sígurd el Matador del Dragón).

También dicen de él que era capaz de sanar a las víctimas de la plaga o “muerte negra” empleando una hierba que se llamaba “cerraja”, que asombrosamente, sólo curaba si era aplicada desde las manos del rey. Aunque Carlomagno no está acompañado de un viejo mago (como Gandalf, Merlín u Odín), sí tiene un anciano sacerdote que le sirve de consejero. Éste se llamaba Turpin.

Y una vez más, este héroe, también se ve mezclado con un anillo especial. En este caso, el poder subyugador del anillo tiene como objetivo el matrimonio entre Carlomagno y Frastrada (de la cual dicen además que es una diosa elfa). La leyenda se llama: “Carlomagno y el anillo de la serpiente”. En esta ocasión, el poder del anillo también es rechazado. La historia muestra que un anillo pagano aún tiene poder suficiente en la era cristiana como para vencer incluso a un héroe tan devoto como el Sacro Emperador Romano.

Cuando Frastrada y su reciente esposo se disponen a recoger los regalos de su boda, ven una gran serpiente con un anillo en la boca. Serpentea a lo largo del banquete y llega hasta la mesa real. Allí se alza y deja caer el anillo en la copa del emperador. Luego desaparece arrastrándose. Tomándolo como un buen presagio, Carlomagno se levanta y pone el anillo a Frastrada en la mano. Pero el anillo tiene un poder inimaginable para el emperador, y comienza a actuar en la reina. De inmediato el amor que siente Carlomagno por su mujer se dobla y redobla, llegando a resultar insoportable para ésta. Durante un tiempo todo continua con normalidad pero cuando Frastrada muere a manos de una enfermedad incurable, el Sacro Emperador se consume, descuidando el imperio. El viejo Turpin reconoce el anillo y para que Carlomagno no sufra y despierte de su adormecimiento le quita el anillo a Frastrada y se lo coloca él mismo en la mano. Ahora, el rey sigue a su consejero en todas las decisiones que tome. Turpin arregla la situación del imperio y poco después, se deshace del anillo arrojándolo en un lago cerca de un bosque. El emperador volvió a su estado natural, pero ahora tenía un vacío interior inmenso. Un día caminando cerca de un lago, se comenzó a sentir bien e hizo construir un castillo cerca de él. Así se construye Aix-la-Chapelle (Aquisgrán), que se convirtió en la capital del reino.

Una vez más, el cristiano por excelencia ve truncada su vida por un objeto pagano que lo atrae y lo domina incluso sin él saberlo.

Es importante ver cómo muchas referencias reales, provienen de otras fantásticas e imaginativas. Muchas de las obras más significativas de la arquitectura antigua tienen sus leyendas, mitos que explican su surgimiento (como la catedral parisina de Notre-Dame). Al buscar imágenes de la cuidad romana de Aquisgrán fundada por Carlomagno, encontramos unas fotos espléndidas de la capilla palatina del emperador.

Mitos celtas y sajones.

Los mitos celtas están llenos de fantasía e imaginación. Normalmente hablan de elementos feéricos y anillos mágicos. He aquí el porqué de nuestro interés. En “El Libro Rojo de Hergest” se incluyen numerosas historias de mágicos anillos: La doncella Lunet, le da un anillo de invisibilidad al héroe Owein; la Dama Lyonesse le entrega a su héroe, Gareth, un anillo mágico que impedirá que le hagan daño; Peredur Lanza Larga, mientras busca un anillo mágico, mata a la Serpiente Negra de los Túmulos y gana una piedra de invisibilidad y otra que produce oro...

Estos anillo no son símbolos de riqueza o poder. Simplemente aportan cualidades mágicas, recompensándoles por una búsqueda o hazaña significativa.

Mitos griegos y romanos

En todos estos mitos encontramos historias de gente que se mezcla con poderes sobrenaturales producidos por anillos o riquezas y fama simbolizados por éste. La antigua Grecia nos aporta un mito innovador: la forja del primer anillo.

La historia del primer anillo está unida al cuento de la llegada de los dioses y de la creación del hombre.

Los titanes fueron la primera raza en gobernar el mundo. Eran los hijos de Gea, la Madre Tierra. Eran tan altos como las colinas, y sabios y fuertes a la vez. También poseían poderes mágicos con los que obtenían riqueza y prosperidad. Uno de los más sabios, recibió el don de la profecía, se llamaba Prometeo (= Previsor). Predijo que la astucia y las artimañas de los dioses, la raza inferior, les haría capaces de vencer a los titanes. Cuando se produjo la guerra entre dioses y titanes, casi se consume el mundo. Prometeo no tomó parte en la guerra, y aunque le afligía el devenir de su pueblo, esperó distante otro destino: convivir con los dioses, surtiéndoles de sabiduría y conocimiento. Se dedicó además a la forja de metales y al uso del fuego. Eligió como discípulo a Hefestos, hijo de Zeus, y le enseñó todo lo que sabía. Prometeo además, fue quien creó a los hombres a partir de barro y les sopló el aliento de la vida. También fue él quien ofreció a los hombres el regalo del fuego. Conocemos ya la fábula consecuente de este atrevimiento, cuyo final fue la condena del titán, por parte de Zeus, en una montaña donde un águila venía cada día y le devoraba un hígado renaciente.

Entre los dioses y los hombres nacieron lazos de unión muy fuertes, y de tal unión nacieron vástagos muy honorables. El más poderoso de ellos fue Heracles. Éste, liberó a Prometeo de sus ataduras en la montaña. Entonces, Zeus le dijo que mantendría su palabra cuando dijo que lo mantendría encadenado, pero que al mismo tiempo lo dejaría libre: cogió un eslabón de la cadena de Prometeo y lo unió a una roca de la montaña. Luego tomó la mano del titán y alrededor del dedo cerró el eslabón. Así cumplió su promesa de dejarlo libre, pero mantenerlo encadenado. Esta es la historia del nacimiento del primer anillo. Se dice que después los hombres fabricaron anillos en honor a Prometeo, simbolizando el uso de la metalurgia, el compromiso y el agradecimiento por haberles creado y darles todo el conocimiento.

El anillo es un signo del herrero que es amo del fuego y del mago que es amo de la vida. Y aquéllos que son reyes de hombres llevan el anillo como signo de que descienden de Prometeo y de los titanes que en una ocasión gobernaron la tierra. Curiosamente, Prometeo, el padre del hombre, el que regala el fuego y es el señor de los herreros, tiene uno forjado con hierro de las montañas del Cáucaso: el mismo lugar donde se descubrió el secreto de su fundición. En este hecho, se ve la conexión entre la realidad y el mito, que no es otra cosa que la explicación mediante fábulas (cuyos personajes son admirados e imitados por los hombres) de la realidad.

Las leyendas bíblicas

En tiempos bíblicos, todos los reinos y naciones habían aceptado hacía mucho la tradición del anillo como símbolo de autoridad del monarca. El anillo del rey no sólo lo señalaba como monarca, sino que se podía decir que el anillo mismo tenía poder. A menudo, durante la ausencia del rey, se podía utilizar el anillo o su sello como extensión de la autoridad del gobernante.

Estos anillos de autoridad tenían muchas formas. Normalmente eran anillos con un grabado o un símbolo y nombre del señor, y con un sello de piedra, cristal, ámbar o incluso gemas que podía imprimir la marca del rey con tinta o sobre cera o arcilla. El equivalente más común es la firma.

El faraón de Egipto llevaba un gran anillo de ébano con un escarabajo engarzado en oro. El escarabajo se ponía sobre un engaste giratorio y cuando se le daba la vuelta revelaba el jeroglífico: el gran sello del faraón. Ser dueño del anillo significaba ser dueño de Egipto, pues el sello representaba la palabra del faraón, y ésta era ley sagrada.

En la Biblia, se cuenta la historia de José, que tras ser vendido por sus hermanos, ocupó un puesto de consejero junto al faraón vigente de Egipto, quien le regaló su anillo, haciéndole gobernante y señor. Así demostró su confianza plena en la palabra de José.

Además, Moisés era asociado muy a menudo con el uso de anillos mágicos.

Pero la leyenda relacionada con el anillo judeocristiana más conocida es la leyenda del Rey Salomón. Él era un rey poderoso, un hombre sabio y además, el mago más poderoso de entonces. Estos poderes se explicaban por la posesión de un anillo que corrompe a aquél que lo lleva. El arcángel Miguel fue quien lo dotó de tal tesoro. Y le dijo que sería capaz de dominar a todos los demonios de la tierra, y con su ayuda, construiría Jerusalén. Con el anillo sería capaz de conocer la lengua de las aves, los animales y los peces, y nada en la tierra le estaría oculto. Este anillo, se cree, fue guardado en el Santo Santuario, en el Arca de la Alianza.

Conclusión y opinión personal

En el trabajo hemos visto mitos de muchas clases, desde la antigua Grecia hasta la alquimia. No se debería olvidar la importancia de muchas otras culturas como la oriental, la india, la hindú, la árabe... en este caso han sido omitidas ya que no aportaban otro significado que el explicado mediante otros mitos. Es bonito saber leyendas de todas las culturas del mundo, pero esto es sólo un trabajo.

He escogido este tema ya que siento un gran cariño por la obra de JRR Tolkien “El Señor de los Anillos”, y he querido hacerle un homenaje, aprovechando el estudio de las otras mitologías para mi propio interés. Me ha servido para relacionar la realidad con algunos mitos que además desconocía. Haciendo el trabajo he conocido lugares de mundos anteriores (como Bizancio) o capillas y otros monumentos que aún perviven (Aîx-la-Chapelle). Me ha encantado hacer el trabajo, y no sólo lo he hecho por obligación sino por interés personal, vuelvo a recalcar.

Como modo de conclusión me gustaría adjuntar que deberíamos darle importancia a los objetos que tenemos. Algo tan simple como un anillo puede significar riqueza, poder, hermandad, compromiso, lealtad, amor y sabiduría. Los grandes valores de la vida pueden estar simbolizados por una piedra, una alhaja, una foto, o... un anillo.

Bibliografía

  • “El Señor de los Anillos”

  • Páginas de Internet de actualidad

  • Enciclopedia Larousse

  • “Sobre cuentos de hadas” (JRR Tolkien)

  • Páginas de Internet de David Day (autor del libro El anillo de Tolkien)

  • Fotos sacadas de Internet

  • www.culturaclasica.com

  • Otras páginas de mitología especializadas.

“Los archivos de Salem” (Robin Cook)

El anillo en las diversas mitologías

El anillo en las diversas mitologías




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Enviado por:Hylia
Idioma: castellano
País: España

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