Geografía
Tibet
LOCALIZACIÓN GEOGRÁFICA
Los Tibetanos llaman a su país BOD (Bodyul en tibetano o Sitsang en chino), término que deriva de una de sus antiguas religiones: la Bon; A veces le añaden el término Kangchen, “Tierra de las Nieves“. Por estar situada a una altitud media de 4875 metros, el Tíbet también es conocido como “El Techo del Mundo”.
El Tíbet actualmente es una región administrativa de China, con una superficie de 1.221.600km2, el Tíbet antes de la invasión china tenía 2,5 millones de km2, tras la invasión una gran parte de este territorio fue anexionado a provincias chinas.
El Tíbet está constituido por una gigantesca meseta de 3.500 a 4.500 metros de altitud, situada entre el Kuenlun al norte, y el Himalaya al sur y atravesado por el sistema orográfico de Thanglha que separa la región montañosa y semiárida septentrional. Sus montañas superan a veces las 6.000 o 7.000 metros, con el Chomo Langma 7 septentrional están las fuentes del Mekong, del Yang-Tse-Kiang y del Huang-Ho, cuya mitología llena la historia del Chi.7(monte Everest), con 8.848 m en la frontera tibetano-nepalí con 7756m. El Indo, el Ganges sagrado de la India, y el Sutlej se originan en el Tíbet occidental. En la parte septentrional están las fuentes del Mekong, del Yang-Tse Kiang y del Huang-Ho, cuya mitología llena la historia de China y Vietnam.
EL ECOSISTEMA TIBETANO
El clima es continental extremado, con gran oscilación diurna y grandes variaciones térmicas según la altitud y exposición a los vientos. La pluviosidad resulta muy baja al N y muy elevada al S. La temperatura anual es de 1,1 grados y en el invierno el termómetro puede descender a 30 grados bajo cero. En todo el Tíbet sopla, durante prácticamente todo el año, un fuerte viento que endurece aún más las condiciones de vida de los tibetanos.
La flora de la meseta septentrional está extremadamente dispersa y consiste en su mayoría en hierbas y arbustos, la mayor parte de la flora del Tíbet se concentra en los valles de los ríos Brahmaputra, Indo y Sutlej.
La fauna salvaje de Tíbet es muy diversa, entre otros encontramos: el alce almizclado, las ovejas, las cabras. También se encuentran animales como el leopardo, el tigre, osos, el lobo, el zorro y el mono. Entre las aves destacamos la oca, la gaviota, la cerceta, el faisán y el pato.
Los principales cultivos son: cebada, avena, guisantes, y legumbre. Abundan los minerales, pero sólo se explota el oro. La industria tradicional es artesana: estatuillas religiosas, objetos de metal, loza, géneros de lana, y tallas de madera, algunas de las cuales son exportadas.
LA BANDERA DEL TIBET
La bandera del Tíbet fue creada por SS.SS. el decimotercero Dalai Lama, Tubten Gyatso (1875-1933).
Su significado es el siguiente:
El triángulo blanco, representando una montaña de nieve, simboliza al Tíbet.
Los seis rayos rojos simbolizan a las seis tribus tibetanas originales; alternadas con rayos azules que simbolizan a sus divinidades protectoras.
El sol simboliza la Libertad y la Felicidad.
Los dos leones de las nieves simbolizan los tres refugios budistas: Buda, sus enseñanzas (Dhama) y su comunidad (Samgha).
El símbolo circular de dos colores simboliza las diez virtudes y los dieciséis preceptos.
La borda amarilla, opcional, simboliza el florecimiento del budismo en todas direcciones.
Actualmente en la “Región Autonómica del Tíbet“ denominada por la RPC (República Popular China) está totalmente prohibido poseer esta bandera; a aquellos a los que se le encuentre una son encarcelados de forma inmediata.
LA TIERRA TIBETANA
Antiguas leyendas tibetanas cuentan que el Tíbet estuvo antiguamente sumergida bajo el mar. Según estas narraciones, un gran océano inundó la mayor parte de la región, mientras el resto quedaba cubierto por bosques salvajes. Un día, levantando olas gigantescas, emergieron del mar enormes y peligrosos dragones, que destruyeron toda la vegetación. Los pájaros y demás animales tuvieron la premonición de la catástrofe y se quedaron horrorizados. Entonces, por encima del mar, aparecieron cinco nubes rosas que se transformaron en hadas. Estas llegaron a domar a los dragones y devolvieron al mar su clama. Los animales les suplicaron que se quedaran a su lado y ellas accedieron. Ordenaron al mar que se retirase. Las cinco hadas se transformaron en las cinco principales cimas del Himalaya. Uno de estos cinco picos es la montaña más alta del mundo. Los tibetanos la llaman “la montaña Diosa”.
PRESENTACIÓN DEL TIBET
El Tíbet está considerado como una tierra a veces misteriosa y lejana, un desierto cubierto de nieves perpetuas, un país de cuento de hadas. El Tíbet ha sido objeto de múltiples narraciones, a veces reales, a veces puramente imaginarias, y nunca dejó de atraer la curiosidad del mundo entero.
En la historia tibetana existe una célebre fábula llamada “El espejo de la genealogía real del Tíbet” (1388), del historiador Sonam Gyamtschen, donde queda plasmada con mayor detalle. Según él, el Tíbet en sus orígenes, fue el lugar donde la hembra de ogro de la montaña fue seducida. Por aquel entonces, no existían los seres humanos. Chenresi, una divinidad de los tibetanos, envió al mundo a otras divinidades con forma de macaco, para tranquilizar el desamparo de las criaturas. El macaco se unió a la hembra de ogro y nacieron seis monitos; éstos se multiplicaron hasta la cifra de quinientos, aprendieron a hablar y se transformaron en seres humanos, considerados como los antepasados de los tibetanos.
A través de esta leyenda, se adivinan los vagos recuerdos y las tradiciones de un pueblo llegado de la lejana Antigüedad, que busca un medio para expresar su historia su vida y sus trabajos.
Hacia el año 100 antes de Jesucristo, la agricultura ya se había implantado firmemente. La gente sabía fabricar un carro y un yugo haciendo agujeros en la madera, arar la tierra con un par de bueyes uncidos a un yugo, trasformar el valle en tierra cultivada y hacer que el agua circulase por las acequias. Sus antepasados contribuyeron al arte de domesticar animales y criarlos, tanto para carne, como para convertirlos en bestias de tiro. Probablemente sea el yac el más antiguo de los animales domésticos por los tibetanos, siendo también su nombre de origen tibetano.
El desarrollo de la agricultura se basó claramente en la ganadería, en al introducción de nuevas simientes y en la mejora del sistema de regadío. Desde su origen el Tíbet ha utilizado un sistema de regadío adaptado a las condiciones naturales. Durante los últimos años este sistema de riego ha progresado rápidamente. Grandes extensiones de tierra árida son hoy zonas de regadío y por toda la superficie del paisaje tibetano se pueden ver pequeñas centrales eléctricas construidas en los canales.
El desarrollo agrícola del Tíbet condujo inmediatamente a los primeros descubrimientos en astronomía.
La difusión el calendario chino cuyo ciclo es de sesenta años y que está estructurado basándose en la oposición de los dos principios del Yin, oscuro y femenino, y el Yang, claro y masculino, así como a partir de los cinco elementos de la filosofía china: el fuego, la tierra, el metal, el agua y la madera, permitió mejorar el calendario tibetano. Con la introducción del budismo en el siglo VII, el calendario indio se expandió, produciéndose en el siglo XI una fusión entre el antiguo y el nuevo sistema. Se trata de un calendario lunar, que cuenta con 360 días por año, en el que varios días han sido omitidos, teniendo en cuenta las fases creciente y menguante de la Luna. El calendario presenta ciclos de sesenta años en los que los doce animales del zodiaco: rata, toro, tigre, liebre, dragón, serpiente, caballo, cordero, mono, pájaro, perro y cerdo, se combinan con los cinco elementos, lo cual permite diferenciar un año de otro.
La medicina y la farmacología son fruto de una larga experiencia en la lucha contra enfermedades desarrolladas en unas condiciones climáticas, a menudo muy duras. El Tíbet contaba (VII) con un destacado médico, Yutok Yontan Gonpo, considerado como el fundador de la medicina tibetana, porque sus experiencias clínicas desembocaron en un sistema de utilización de los medicamentos que todavía se usa hoy en día. Este sistema consiste en asociar el tratamiento mediante plantas con la práctica budista, tal como se escribe en los cuatro “tantra “ médicos (o traslados que señalan la vía)
Describen 84.000 enfermedades reagrupadas en 1.004 categorías, para las cuales se enumeran 2.000 remedios, consistentes en mezclas de hierbas y minerales. Ellos atribuyen todas las enfermedades a un desequilibrio entre los tres humores que gobierna el ser humano, es decir, el aire, la bilis, y la flema. En la medicina tibetana tradicional, se utilizan mucho las hierbas, las especias y otros alimentos. Por ejemplo se administran granadas a los enfermos del estómago; se practican sangrías y baños de vapor.
La práctica Tibetana de los funerales celestes, durante los cuales se disecciona el cuerpo y se reparte entre los buitres, para que el alma pueda separarse libremente, ha permitido a los médicos mejorar su conocimiento sobre anatomía y sobre las causas de la muerte.
El Tíbet se ha apoyado en su medicina y farmacología para los diagnósticos clínicos y los tratamientos.
Actualmente la ciudad de Lhassa cuenta con un nuevo y adelantado hospital, equipado con todas las técnicas modernas, así como una escuela de medicina de reciente fundación.
El budismo hace su aparición en el Tíbet, en el siglo VII de la era cristiana y fue sustituyendo progresivamente a la religión local existente en su día y denominada Bon.
El budismo practicado en el Tíbet desde hace más de mil años por la mayoría de la población, cuenta con numerosos monasterios y una importante colección de textos sagrados.
El primer monasterio construido según los principios rigurosamente búdicos, data aproximadamente del año 779 y se encuentra en Samye, al sur de Lhassa. Fue edificado por el rey tibetano Trisong Detsen.
El monasterio principal está compuesto de tres pisos, en los que se entremezclan tres diferentes estilos arquitectónicos: el indio, el chino, y el tibetano. En sus cuatro caras rodeadas por un muro, se alzan cuatro pagodas que simbolizan “los cuatro continentes“, la India, la China, una mística Asia del norte y Persia. Cuenta también con una simbólica estructura de paredes de hierro, que representa al monte Meru, imaginaria montaña situada en el centro del mundo. Hicieron falta doce años para edificar el monasterio de Samye y el acontecimiento fue celebrado durante todo un año.
Tres de los monasterios más grandes del Tíbet surgieron a principios del siglo XV, Gandan, Drepung y Sera. Fueron fundados por “la secta amarilla“, de la que descienden los jefes espirituales y terrenales del Tíbet, los Dalai lama.
El cuarto gran monasterio de la secta amarilla se llama Trashilungpo y fue construido en 1447. Estos monasterios, así como otros templos de profundo contenido religioso del Tíbet embellecen ciudades y bosques montañosos y enriquecen esta tierra serena. Éstos están abiertos a todo el mundo, se puede entrar libremente, quemar incienso, rezar o visitar sus dependencias. Situados generalmente en lugares elevados, estos edificios han sido a menudo adornados con gigantescos miradores.
Los más bellos tesoros se encuentran en el palacio Potala, antigua residencia del Dalai lama y en el templo Tsulhakhang.
Merecen ser mencionados tres frescos, tanto por su interés turístico como artístico. Uno de ellos llamado “Phagpa Lodro Gysltsen encuentra a Kubilai Khan” a mediados del siglo XII entre estos dos personajes de gran importancia histórica. Por aquel entonces los mongoles gobernaban en China. Los dos hombres decidieron unir el Tíbet a China.
Phagpa era, no solamente un político, sino también un lingüista. Kubilai le encargó la elaboración de una nueva caligrafía mongol, basada en la caligrafía tibetana. Más tarde fue denominada “la escritura Phagpa“
Hasta 1349, es decir, casi cien años de dominación mongol, el Tíbet fue gobernado por una sucesión de lamas de Saya, y desde 1349 hasta 1435, durante ochenta y seis años, por lamas de la secta Phamo Drupa. Seguidamente, hubo una vuelta a la monarquía laica, que duró hasta 1642, época bajo la cual el poder terrenal del conjunto del país estuvo en manos del Quinto dalai lama.
El emperador Shunzhi recibe al Quinto dalai - lama, tema del tercer fresco, ilustra uno de los acontecimientos más relevantes de la historia del Tíbet. El Quinto dalai - lama pertenecía a una familia aristocrática tibetana. El Quinta dalai - lama recibió el título honorífico de “ Guardián en la tierra de la fe búdica en nombre de Buda, bienhechor del cielo del oeste, autosuficiente y portador omnisciente del rayo, así como un sello y un diploma de oro. Desde entonces, la muerte de cada dalai- lama fue anunciada en la corte imperial y recogida en los anales, así como la reencarnación y la investidura de cada dalai - lama
A lo largo de la historia, los tibetanos se han visto obligados a demostrar, tanto firmeza y tenacidad como optimismo. Es bien sabido que las condiciones naturales de las altas planicies tibetanas son extremadamente difíciles, pero se acostumbran al viento, a la nieve y las durezas del frío, y aprenden a vivir en estas planicies donde han fundado a la civilización tibetana.
La estructura social tibetana fue feudal durante siglos: la tierra pertenecía a un número reducido de familias y a los grandes monasterios, mientras que la gran mayoría del pueblo eran siervos
Tanto poemas, música y danzas, como obras dramáticas, jamás cesaron de enriquecer sus vidas y su cultura, por lo que todo lleva grabado la huella de sus características nacionales. La poesía tibetana no tiene connotaciones folclóricas, “Los Cien Mil Cantos de Milarepa“ son un clásico tibetano de la literatura religiosa y una de las obras de arte de la literatura asiática.
La tradición considera al bardo Tangton Gyalpo como el padre del teatro tibetano, donde la narración va acompañada de cantos y danzas. Algunas obras importantes de este autor son entre otras:
El canto de Cesar narra las hazañas de un legendario rey guerrero, en el norte de Asia. Es una epopeya popular cargada de orgullo nacional, notablemente apreciada en todo el país y cantada en todos los festivales.
El Bardo Thodol, o Libro de los muertos tibetanos es un antiguo tratado que servía de guía para la entrada al otro mundo y la actitud a adoptar, convertido en clásico dentro de la literatura oriental.
Todas estas obras muestran la voluntad y el carácter optimista del espíritu del pueblo tibetano.
Un sentimiento característico de los tibetanos es el hecho de que mantener una promesa está por encima de la firma de la ley, siendo considerado el perjurio, un acto profundamente deshonroso.
El pueblo tibetano ha alcanzado recientemente una nueva meta, al entrar en una etapa socialista y podría decirse, sin miedo a exagerar, que su vida ha sufrido un cambio absoluto.
EL TÍBET EN LA ACTUALIDAD
El Tíbet cuenta con unos 14 millones de habitantes. En su capital Lhassa hay 260.000 personas. Los tibetanos practican el budismo en el 99% de los casos y aunque su lengua sea el tibetano, son obligados a hablar en chino. Una parte considerable de los tibetanos son nómadas o seminómadas. Aproximadamente 1/3 de su población son monjes o monjas.
Un genocidio de un millón doscientos mil tibetanos, casi el 20% de la población tibetana. De los 6.254 monasterios, apenas catorce fueron conservados, otros cuatro se transformaron en presidios. Locales sagrados fueron convertidos en establos y almacenes de grano. Muchos eremitas fueron torturados, insultados y ridiculizados públicamente.
Un 25% de los misiles intercontinentales de cabezas múltiples de la RPC están ubicados en suelo tibetano. El 80% de las florestas tibetanas han sido destruidas debido a la tala indiscriminada para la obtención de madera que es exportada de la zona hacia otras regiones chinas. Ciertas regiones están siendo utilizadas como vertederos nucleares.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos está siendo violada en la eufemísticamente llamada “Región Autónoma del Tíbet”. Los tibetanos son discriminados en todos los aspectos y no poseen las libertades fundamentales. Quien se manifiesta contra la dictadura comunista es duramente castigado. El simple hecho de hablar con un extranjero puede ser motivo de encarcelación.
La transferencia de chinos a la región o la deportación de tibetanos a otras regiones de China, así como abortos o esterilizaciones dirigidas a mujeres tibetanas. Los impuestos chinos arruinan a las familias tibetanas pobres o nómadas y dejan escasos medios de supervivencia al resto. La lengua oficial es el chino.
Áreas tibetanas como Lhassa están siendo demolidas y sustituidas por edificaciones menores y más reducidas, siendo el espacio ganado empleado en actividades y/o usos chinos.
En la región no existen medios de comunicación independientes. La televisión es algo extremadamente limitado.
Algunas de las prácticas comunes llevadas a cabo por las autoridades chinas son:
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Violación del derecho a la libertad de religión.
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Violación del derecho a la libertad de expresión y opinión.
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Existencia de presos por causas políticas.
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Existencia de campos de trabajo forzoso para presos comunes y políticos.
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Arrestos indiscriminados y encarcelamiento sin juicio previo.
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Torturas sistemáticas a los presos.
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Discriminación racial y lingüística.
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Transferencias forzosas de población tanto de tibetanos al resto de China, como de chinos al Tíbet.
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Casos de privación de la educación a niños tibetanos, con expulsión de los mismos de los colegios, o bien el que sean educados fuera del Tíbet a “los modos chinos”.
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Control de natalidad o esterilización de mujeres tibetanas.
Lo cierto es que el 24 de marzo de 1995, fue anunciado un decreto para restringir el número de monjes que cada monasterio puede tener así como disminuyendo la cantidad de los donativos destinados a los templos. “Los monasterios deberán estar en manos de monjes patriotas y respetuosos con la ley”.
Actualmente hay cerca de 1.100 prisioneros políticos en el Tíbet, incluyendo al Panchen Lama. Amnistía Internacional: muchos de esos prisioneros políticos fueron encarcelados sin acusación o juicio previo.
El Dalai Lama no ha perdido ni su esperanza ni su determinación de conseguir justicia para su gente. Durante más de 40 años ha luchado con este gigante (China), de un modo no violento, armado sólo con la verdad. Su estrategia ha sido atraer la atención mundial hacia la crisis tibetana en la creencia de que la justicia de su causa provocará los cambios en la política china hacia el Tíbet.
Muchos líderes políticos de muchos países siguen siendo reacios a entrevistarse en público con el Dalai Lama, por miedo a disgustar al gobierno chino.
Los tibetanos de dentro y fuera del Tíbet han considerado por largo tiempo al Dalai Lama como su líder y como la personificación de sus esperanzas de supervivencia como pueblo. Debido a su extraordinaria firmeza de carácter y defensa de los valores humanos básicos, independientemente de una política particular o una ideología religiosa, ahora emerge no sólo como líder del pueblo tibetano, sino como figura mundial.
Durante los últimos años, ha trabajado incansablemente para reformar las actitudes en pro de una mejor sociedad, fomentando la importancia de la bondad y la compasión así como la comprensión de nuestra común humanidad como base del diálogo en la resolución de los conflictos personales y políticos.
Todo joven menor de 15 que pretenda entrar en un monasterio es rechazado. Cientos de monjes han sido encarcelados por no retirar la fotografía del Dalai Lama de sus altares.
En febrero de 1996 una directiva del Partido Comunista Chino ordena el cierre de todo monasterio culpable “de actividades políticas”, no definidas en dicha directiva. Los dirigentes chinos afirman que la postura religiosa del Dalai Lama es “herética”.
Los monjes firmen una declaración de cinco puntos:
Rechazar al Dalai Lama como jefe espiritual.
Aceptar como Panchen Lama al niño nombrado por Pekín.
Reconocer que el Tíbet ha sido siempre una parte de China.
Prometer el que no se realizarán nunca actividades “separatistas”.
Renunciar a la independencia del Tíbet.
COSTUMBRES Y RITUALES TIBETANOS
Las costumbres y rituales más importantes son las que regulan las ceremonias en torno al nacimiento, a la muerte y a la boda.
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NACIMIENTO:
Hasta hace poco, las mujeres tibetanas pertenecían a un nivel inferior. Por ejemplo, con el trato que recibían durante el parto. Actualmente, en aldeas aisladas, las mujeres todavía dan a luz fuera de la tienda familiar, a pesar de las ráfagas de viento o de nieve. El parto es considerado un acto impuro; en las regiones menos retrasadas, a veces el parto tiene lugar en los establos.
Sin embargo, hoy en día cada vez hay más mujeres que dan a luz en clínicas (si las hay), o en sus casas ayudadas por una comadrona.
Unos días después del nacimiento, los amigos y la familia presentan su enhorabuena. A esta visita se le llama bangse, palabra que significa “conjuro de la mala suerte”. Generalmente, en las ciudades, al recién nacido se le ofrece cerveza de cebada, té de mantequilla y ropa. Al entrar en la casa, los invitados entregan a la madre y al niño un khata, o pañuelo de seda delicadamente elaborado; posteriormente ofrecen la cerveza y el té a la madre y pronuncian algunas palabras de bendición en honor al recién nacido.
Un mes después del nacimiento del niño, hay que elegir un día propicio para el ritual de la primera salida al exterior. La madre se dirige a un templo a rezar a Buda, para pedir que le sea concedida una larga vida a su hijo; seguidamente debe visitar a los familiares y amigos de las tres generaciones que viven bajo su mismo techo; este acto simboliza un deseo de buena suerte para el futuro del niño. Cuando un niño sale, por primera vez de casa, se le pone en la punta de la nariz un poco de hollín recogido de una sartén, para ocultarle de la mirada del diablo. Cuando llega el momento de elegir un nombre, se lleva al niño a un venerable anciano, al que se le ofrece un khata y otros presentes; éste le asignará su nombre. Generalmente, los nombres escogidos provienen del vocabulario búdico: Trashi, “Buena Fortuna”; Tserin, “Larga Vida”. Si el niño ha nacido un jueves, se le puede llamar Phubu y Myima si nace un martes. Algunos padres quieren dar nombres que evoquen sus propios sentimientos como Gorkkyai, “Nacido para responder a mi deseo”. Una mujer que haya perdido a varios de sus hijos podría ponerle al recién nacido el nombre de Kyag, “Caca de perro”, con la esperanza de que el diablo, asqueado por ese nombre, no piense en arrebatárselo.
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LOS RITOS FUNERARIOS:
Los ritos funerarios tibetanos son interesantes y muy variados. Practican tanto los funerales celestes o sepultura de aire, como la sepultura en el agua, la incineración, la inhumación en la tierra o el embalsamiento en un stupa, según el nivel social y financiero del muerto y de su familia. Los funerales celestes son práctica común en la mayoría de la población. Envuelto en una sábana blanca, el cuerpo del muerto se deposita en un rincón de la habitación, donde permanecerá entre tres y cinco días, durante los cuales los monjes vendrán a salmodiar los textos sagrados, para separar el alma del cuerpo. Los familiares y amigos llevan una botella de cerveza, un khata, mantequilla, bastoncillos de incienso y a veces un paquete que contiene dinero, con una etiqueta donde pone “pésame”. El khata está destinado al muerto, pero el dinero y los demás presentes son para la familia, cuyos miembros no deben ni peinarse, ni lavarse la cara, ni reír, ni hablar en voz alta para que el alma del muerto pueda elevarse en paz. La familia también debe esconder los objetos decorativos de la casa. Los vecinos expresan su dolor, evitando cualquier actividad frívola, como cantar o bailar.
Seguidamente, se elige un día adecuado para los funerales que, generalmente empiezan al amanecer. Más tarde, se envuelve el cadáver en una manta blanca, la phula, y el heredero de la familia lleva al muerto hasta el rellano de la casa, donde el encargado de los funerales celestes le está esperando; éste se lo cargará a la espalda y se lo llevará.
Todos los miembros de la familia asisten a los funerales, pero tan sólo uno o dos amigos hacen acto de presencia en los funerales celestes, como representantes de la familia. Tras haber depositado al muerto sobre una roca, se enciende un fuego de ramas de pino y ciprés, que luego se riega con tsampa. El denso humo del fuego atraerá a los buitres que siempre rondan cerca. Entonces, el ejecutor disecciona el cadáver tumbado boca abajo y corta la carne en trocitos que irá apilando a su lado. Después, tritura los huesos mezclándolos con la tsampa y elabora una bola de esta pasta, que ofrece a los buitres. Los restos de huesos se reducen a cenizas y se dispersan un poco más lejos. El cadáver debe desaparecer totalmente para permitir la liberación del alma. Después de la ceremonia, los representantes de la familia ofrecen al ejecutor, como pago por la ceremonia, un poco de comida y cerveza anteriormente preparadas.
Se practica la sepultura en el agua para mendigos, viudas, viudos y pobres. Se lleva el cadáver hasta el río y, después de haberlo desmembrado, se arroja al agua. Cuando muere algún recién nacido, se mete el cadáver en una vasija de porcelana. Estas vasijas, a veces, son conservadas durante un tiempo por los familiares.
La inhumación en tierra para los muertos por enfermedades muy contagiosas como la lepra o las viruelas, y para ladrones, asesinos y demás criminales.
La incineración es utilizada por los monjes eruditos llamados Geshe y para otras personas importantes de alto nivel social. Se incineran los cuerpos y tanto las cenizas como los huesos se esparcen al viento o se arrojan al río.
La manera más honorífica de tratar a los muertos consiste en construir un monumento funerario, llamado stupa o chorten, para conservar sus restos. Los Dalai lamas y los panchen lamas tienen stupa cubiertos de oro o plata.
Los rituales funerarios en el Tíbet son parte integrante de la historia religiosa y de las leyendas de este país. Cuando el budismo fue consagrado religión dominante en el Tíbet, aparecieron ciertos ritos, como el de la incineración de algunos grandes lamas, para que, según los textos sagrados, pudieran liberar su alma.
Para los tibetanos, los buitres son pájaros sagrados que desempeñan un importante papel en los funerales. La sepultura en el agua, es decir, donar el cadáver a los peces, corresponde simbólica y espiritualmente, a una ofrenda a Buda.
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LAS BODAS:
Antiguamente en el Tíbet, las bodas eran casi todas acordadas. Los jóvenes (esencialmente las mujeres) no podían decir ni una palabra en cuanto a la elección del compañero o compañera, a quién, en la mayoría de los casos, conocían el día de las nupcias. La sociedad se dividía en ocho clases, todas obligadas a que sus miembros se casaran con alguno de su misma posición.
La superstición también jugaba su papel. Antes de que la familia de un joven formulara una petición de boda, había que ofrecer un khata a los padres de la novia y pedirles igualmente “los ocho caracteres” y el shengxiao. Los “ocho caracteres” indicaban el mes, el día y la hora del nacimiento de una persona; el shengxiao era uno de los doce animales que simbolizan el año del nacimiento. Se llevaban todos estos documentos astrales a un lama reconocido o a un astrólogo para saber si los horóscopos de los jóvenes eran compatibles. Si el resultado era positivo, los novios se casaban; de lo contrario, los padres tenían derecho a retractarse tanto de un lado como del otro.
Los siervos no podían casarse sin el consentimiento de su amo.
Las bodas también estaban prohibidas entre miembros de una misma familia. La prohibición era absoluta para la parte paterna de la familia, la parte materna tenía derecho a boda entre miembros de la familia, siempre que hubieran transcurrido cuatro generaciones.
Actualmente, las bodas por amor son cada vez más numerosas, pero siguen realizándose antiguos rituales y ceremonias en torno a la petición de mano y a la boda. Antes de realizar oficialmente la petición, se debe consultar a un astrólogo y ofrecer un khata a la familia de la joven. Si las dos partes están de acuerdo, se elige un día favorable y se establece el contrato de matrimonio.
Una vez finalizadas las formalidades, las dos familias se disponen a participar en las ceremonias de petición de mano. La familia del novio ofrece un khata a cada miembro de la familia de la novia y entrega a los padres “el dinero de ayuda alimenticia” y un pangden o delantal. El ritual del delantal significa que la joven debió utilizar numerosos delantales de su madre y que este nuevo es un símbolo de recompensa. Después de haber ingerido el té y la cerveza de cebada rituales, un testigo de cualquiera de las dos partes lee en voz alta el contrato de matrimonio, depositando dos ejemplares en una bandeja, mientras que el otro testigo compara minuciosamente ambas copias para asegurarse de su fiabilidad. Los testigos cierran el contrato con el sello de cada una de las dos familias mientras que el representante de cada parte ofrece un ejemplar al padre de la parte opuesta.
La noche anterior a la ceremonia, el novio envía a la novia un vestido suntuoso, un tocado llamado padru, pulseras y demás complementos para su traje. El día de la boda, el novio manda a casa de su novia un enviado a caballo, escoltado por todo el séquito. El mensajero porta unas flechas de colores decoradas con espejos, jade y perlas. La futura esposa se sube a una yegua encinta, cuyo color debe combinar con el del shengxiao, y se deja escoltar por el séquito.
Antes de la llegada del cortejo, la novia debe realizar una ofrenda ritual con cereales mediante un chyma, es decir, una cuchara para servir cereales, beber cerveza de cebada y cumplir con la ceremonia de la despedida. Cuando el representante del novio entra en casa de la novia, debe atar las flechas de colores a la espalda de ésta, indicando así que desde ese momento pertenece a la otra familia, y adorna su cabeza con el tocado de jade para demostrar que el alma del novio le es entregada. En el momento de la despedida, un miembro de su familia, con una flecha se sube al tejado de la casa para gritar: “¡ No te lleves la buena fortuna de nuestra familia!”, y no dejará de repetirlo hasta que la novia haya desaparecido a lo lejos.
Si se encuentran con un porteador de agua o de madera, es que tendrán buena suerte. Sin embargo, si se encuentran con alguien que lleve a un enfermo, un saco vacío o bien con alguien que vaya tirando basura, éstos serán símbolos maléficos.
Mientras dura todo el recorrido hasta la casa del novio, los miembros del cortejo cantan zhaychen, es decir, “grandes cantos”, salvo la novia que, según la tradición, debe llorar.
Los miembros de la familia esperan a la llegada de la novia en la puerta con la cerveza y el chyma.
Los rituales sociales tibetanos son numerosos, variados y profundamente unidos a la religión. Se ofrece el khata en numerosas ocasiones, como por ejemplo cuando se visita a un anciano o cuando se va a rezar ante las imágenes de Buda, o incluso al despedir a una persona honorable antes de emprender un viaje. El khata es una franja de tela, generalmente de seda salvaje, tejida casi tan delicadamente como una tela de araña. Su longitud varía entre noventa centímetros y seis metros, y a veces más. El khata es un símbolo de pureza y sinceridad. Desde siempre, los tibetanos consideran el color blanco como símbolo de pureza y suerte, así que casi todos los khatas son blancos. Pero también existen en colores fuertes, azules, amarillos, verdes o rojos, y se ofrecen a los que han hecho votos de budismo; también se atan los khata a las flechas destinadas a la novia, para darles color. Los khata de colores son, por su valor simbólico, los más importantes. El khata de color representa el vestido de Bodhisattva y solamente puede ser utilizado en ocasiones muy especiales.
El koutou, palabra china que significa literalmente “dar en la cabeza” (contra el suelo), constituye otro elemento social en el Tíbet. Se practica, para homenajear a las imágenes de Buda y a veces para visitar a un anciano. Existen tres clases: koutou largo, koutou corto y koutou sonoro. Durante las ceremonias religiosas, que tienen lugar en el templo de Tsulhakhang, en el palacio Potala y en otros lugares de culto, el visitante puede ver cómo hace koutou la muchedumbre: los tibetanos levantan sus manos por encima de la cabeza, las bajan tres veces a la altura del pecho y se prosternan en el suelo. Es el koutou largo.
Para el koutou corto, hay que arrodillarse y tocar el suelo con la cabeza y los brazos. Según las crónicas tibetanas, se trataba antiguamente de un gesto de cortesía, solamente practicado con los Tsenpos, pero más tarde también se llegó a utilizar con los monjes budistas.
El koutou sonoro se realiza únicamente en los monasterios, donde los fieles arrodillados, sin distinción de edad o sexo, juntan las palmas a la altura del pecho, en una actitud de rezo, ante la estatua de Buda y se inclinan tres veces antes de dar con la frente en el suelo. Después, se deslizan en esa posición hasta los pies de la estatua y rozan a Buda con la cabeza, en señal de arrepentimiento.
Actualmente, para saludarse, la gente se inclina a veces juntando las palmas de la mano como señal de respeto. Cuando se trata de personalidades, deben levantarse las manos unidas por encima de la cabeza e inclinar el tronco y la cabeza. Este saludo debe realizarlo también la otra persona, en señal de respuesta.
En el Tíbet, habitualmente, se bebe té como en muchos otros países, pero con la diferencia de que la bebida nacional tibetana es el té concentrado en bloques y batido con mantequilla. El invitado debe esperar a que el ama de casa o sus hijos le sirvan ese té con mantequilla, si prefiere no parecer grosero.
Algunos rituales descritos se practican frecuentemente o varias veces al día, mientras que otros se reservan para ocasiones especiales. Todos, sin embargo, reflejan el modo de vida típico tibetano.
MUJERES, MATRIMONIO Y FAMILIA
En otros tiempos, se consideraba a las mujeres tibetanas, más o menos, como encarnacion del demonio y se les hacia responsables de las desgracias y desastres acaecidos. Algunos pensaban que las semillas plantadas por una mujer no crecerian. Para todos las mujeres sembraban desgracias y eran simbolo de la mala suerte. Apenas se les trataba como seres humanos.
Las tibetanas sufrían cuatro tipos de opresión: el Estado, el clan, la religión y el marido. No tenian ningun poder social y, en su entorno familiar, pasaban a un segundo plano. El antiguo código penal tibetano promulgaba artículos tales como este”: Prohíbeles a las mujeres el derecho a hablar de asuntos del estado", "Hay que alejar a las mujeres de los asuntos militares y políticos."
"No tengas en cuenta lo que dicen las mujeres."
El peso de la tradición social caía sobre las mujeres con miles de prohibiciones, instituidas durante muchos años y por lo tanto implantadas por la costumbre. Las mujeres no tenian derecho, por ejemplo, a hablar en voz alta, a reirse o a divertirse cuando trabajaban en el campo; se les prohibia matar a un animal, entrar en la sala de los textos sagrados o bien, salir sin pañuelo, con la cabeza descubierta.
Durante mucho tiempo se ha creido en el Tibet que el hombre era, de forma innata, superior a la mujer; la humillante expresion Kyemei, que significa”: personas indignas y despreciables", eran aplicadas a las mujeres. Para el nacimiento de un varón, las ceremonias empezaban tres días despues del acontecimiento. Sin embargo, si se trataba de una niña, se esperaba hasta el quinto día para celebrarlo, ya que se pensaba que una hembra arrastraria con ella la mala suerte, con lo cual era más prudente no empezar con las celebraciones demasiado pronto.
La educacion y la manera de criar a los niños eran distintos segun si se trataba de varon o mujer. Para las chicas se consideraba que la educacion era inutil, asi que, en general, las mujeres eran analfabetas. Tampoco las hijas de una familia aristócrata gozaban de un trato especial. La chica, desde los quinze años, aprendía a ordeñar a las vacas, a fabricar cerveza de cebada y a servir a los hombres.
"Los hombres siempre pueden hacer lo que quieran, con la unica condicion de no volverse locos; las mujeres deben obedecer como herremientas dotadas con la palabra."
Cuando una mujer se casaba, pasaba a ser una sirvienta más dentro de la casa de su marido. No-tenia derecha a herencia, ni podia dar su opinion en cuanto a la gestión de los bienes familiares. Para la gente corriente, los padres eran los que arreglaban los temas de la boda, convirtiendolse en un acto puramente comercial. Cuando una joven no estaba de acuerdo con la eleccion de sus padres, ocurria a veces que el futuro marido la raptase.
Todavia se encuentra en el Tibet algunos restos de poligamia y poliandria primitivos. La mayoria de las familias son hoy en dia monógamas, pero las familias polígamas y poliandrias no son tan raras, tampoco lo son las mujeres con esposos temporales. Según recientes estudios, el cinco por ciento de las familias son polígamas en algunas regiones, y poliandrias en un veinticuatro por ciento. Las familias poliandrias se componen de dos o tres hermanos que comparten la misma esposa. Este sistema era habitual en las familias pobres, por ser una manera de librarse de un trabajo que les habia impuesto su amo, llamado wula. La mujer que lograra crear y mantener unas relaciones amistosas entre sus maridos, seria colmada de alabanzas y respetadas por todos.
La poligamia es, ante todo, patrimonio de la nobleza y de algunos funcionarios importantes, como esos ricos, que en otras sociedades, mantenian a varias concubinas y a su esposa a la vez. Sin un vástago varón, la propiedad se queda sin heredero y cuando una familia no tiene ningun heredero para transmitir sus riquezas y su nivel social, los bienes se dispersan. Algunas veces, en familis pobres, ocurria que varias hermanas tuvieran el mismo marido.
En zonas rurales, muchas mujeres no estaban casadas pero se las a menudo con dos o tres hijos naturales que deben mantener solas. Esta es otra prueba de inferioridad femenina. El predominio del lamaísmo es parcialmente responsable de estas consecuencias. Antiguamente, entre la poblacion masculina, muchos honbres sé hacian lamas y se consagraban al celibato. El conjunto de estos factores ha contribuido al aumento del número de madres solteras.
Los recientes cambios dentro de la sociedad tibetana, han deribado en la casi total abolicion de estas opresoras prácticas familiares y sociales para las mujeres; éstas se encuentran cada vez más empleos, tanto en actividades liberales como gubernamentales o deprtistas. Las niñas tienen el mismo derecho que los niños a ir al colegio. Desde hace más de veinte años.
Todos los denpas, incluidas las mujeres son grandes fumadores y raramente se les verá sin su pipa en la boca.
LA RELIGION
La religión de los tibetanos es el budismo. Creen en su dios llamado “ Buddho “ que significa el sabio, el iluminado.
Se suele decir a menudo que esta religión el pesimista, debido a sus creencias y valores.
La vida humana es de supremo valor para los budistas.
El budista se ve muy perturbado por el bien y por el mal, teme el placer y desearía evitarse el dolor.
Otro genuino signo de pesimismo es la desconfianza de los primeros budistas hacia el placer.
Pero aunque el budismo primitivo tenga algunos aspectos pesimistas, debemos rechazar dos supuestos:
1º/ Que el punto de vista de la vida común, el mero existir, tiene relativamente poco valor.
2º/ Que el pesimismo religioso indio, real o imaginario, tenga alguna relación con las supuestamente desgraciadas circunstancias de la vida en la India o con las consecuencias enervantes del clima de ese país.
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LA ÉTICA
Según la ética el sabio dice: el Dhammapada debe dejar el oscuro estado de la vida en el mundo para seguir el brillante estado de la vida monástica
El budista como el cristiano tolstoiano, no tiene fe alguna en el gobierno
El budismo tiene mucho que decir acerca del futuro estado de aquellos que mueren sin salvación, y que no han cortado las condiciones que determinan el renacimiento.
Como lo expresa Rhys Davids, “ La masa de buena gente común, con la paciencia y coraje de todos los mortales cuerdos, a través de etapas y etapas de verde inmadurez, a través de las alegrías y penas que tienen y tendrán lugar con tan infinita frecuencia, el cielo y el purgatorio y la misma tierra aguardan su futuro “
Es probable que la raíz de la frecuente objeción contra los ideales monásticos de tipo budista se encuentre en el “egoísmo“ de su meta, o por decirlo de otra manera, en el énfasis que se pone en el conocimiento más que en amor. Pero recordemos que la mayor parte y quizás todo nuestro “ desinterés “ es un engaño.
Lo más probable es que el budismo primitivo no tuviera otro código moral que el de la disciplina mental y moral establecida para aquellos que renunciaban al mundo y entraban en los senderos.
Los diez mandamientos siguientes son obligatorios para todos los hermanos:
1 La destrucción de la vida
2 El robo
3 La falta de castidad
4 La mentira
5 l uso de licores embriagadores
6 Comer entre las comidas
7 Presenciar entretenimientos seculares
8 El uso de ungüentos y joyas
9 El uso de camas altas o lujosas
10 El manejo de dinero
A quienes aceptaban las enseñanzas de los hermanos pero continuaban siendo legos se les requería la obediencia de los cinco primeros, de estos mandatos, todos los cuales, cono se notará son de carácter negativo; pero en el caso de los legos el tercer mandamiento tiene sólo el significado de evitar el adulterio.
No se atacan directamente ni el matrimonio ni la vida familiar, sólo se señala que la vida secular no lleva a la emancipación del renacimiento ni del sufrimiento.
Pero se pone de relieve una y otra vez la superioridad de la vida sin hogar.
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LA CONCIENCIA MORAL
Puesto que no existe el “ individuo “ no se puede hablar de recompensas o castigos para éste, y por los tanto, no hay sanción moral alguna que se funde en ellos y que afecte al individuo en el futuro.
Tampoco nombra el budismo a ningún dios del que hayan provenido tablas de ley, revestidos de una autoridad sobrenatural. Puesto que el budismo es esencialmente un sistema práctico, psicológico y ético, más bien que filosófico o religioso.
La conciencia moral es un juicio interno sobre los motivos y acciones del individuo y como tal es un innegable hecho de conciencia.
Aquellos que no admiten la suficiencia de la razón no pueden llamarse budistas. La única justificación en el sentido de motivo para la moralidad es el bienestar común y el del individuo.
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LA ORDEN
Hemos mencionado ya los diez mandamientos o más bien, prohibiciones que deben observar todos los miembros de la orden.
También se requiere que los hermanos lleven un hábito monástico de tela, amarillo o naranja, hecho de trozos rasgados y cosidos de manera que no tenga ningún valor comercial; que se procuren la comida diaria en forma de limosnas; que abstengan de alimentos entre las horas fijadas para las comidas y en general que mantengan una conducta decorosa.
Tampoco se requiere que los hermanos hagan voto de obediencia a los superiores: todos son iguales, con la debida concesión a la antigüedad y al grado de progreso espiritual.
La disciplina es mantenida fundamentalmente por la orden en su totalidad, una penitencia adecuada; el castigo más severo, proscrito por cometer cualquiera de los Cuatro pecados cardinales, y éstos son:
- Ruptura del voto de castidad.
- Robo.
- Muerte
- Pretensión de poderes religiosos.
Si se cometían cualquiera de estos pecados, suponía la expulsión de la Orden.
Es importante sobre todo comprender que el hermano, Monje, no es un sacerdote. No pertenece a una sucesión apostólica y no tiene ningún poder para salvar o condenar, para perdonar pecados o administrar sacramentos, no posee otra santidad que la de su vida buena.
A cada sacerdote se le permite solamente ocho posesiones:
- los tres mantos
- la campanilla
- un cuenco para limosnas
- una navaja
- una aguja
- un tamiz para el agua
Discurso del Premio Nobel de la Paz de 1989
Su Santidad el Decimocuarto Dalai Lama
Hermanos y Hermanas:
Es un honor y un placer estar hoy entre ustedes. Me alegro realmente de ver muchos viejos amigos que han venido de diferentes rincones del mundo y de poder hacer nuevos amigos, a quienes espero encontrar de nuevo en el futuro. Cuando me encuentro con gente de diferentes partes del mundo, siempre recuerdo que todos somos básicamente iguales: todos somos seres humanos. Posiblemente vistamos ropas diferentes, nuestra piel sea de color diferente o hablemos distintos idiomas. Pero eso es superficial; en lo básico, somos seres humanos semejantes u esto es lo que nos vincula los unos a los otros. Además, es lo que hace posible que nos entendamos y que desarrollemos amistad e intimidad.
Pensando sobre lo que podía decir hoy, he decidido compartir con ustedes los problemas comunes con los que todos nosotros, como miembros de la familia humana, nos enfrentamos. Puesto que todos compartimos este pequeño planeta, tenemos que aprender a vivir en armonía y paz entre nosotros y con la naturaleza. Esto no es solamente un sueño, sino una necesidad. Dependemos los unos de os otras en tantas cosas que ya no podemos vivir en comunidades aisladas, ignorando lo que ocurre fuera de ellas. Cuando nos encontramos con dificultades necesitamos ayudarnos los unos a los otros, y debemos compartir la buena fortuna que gozamos. Les hablo solamente como otro ser humano, como un sencillo monje. Si encuentran útil lo que digo, espero que intenten practicarlo.
Hoy también deseo compartir con ustedes mis sentimientos con respecto a la difícil situación y las aspiraciones del pueblo de Tíbet. El Premio Nobel es un premio que ellos bien merecen por su valor e inagotable determinación durante los pasados cuarenta años de ocupación extranjera. Como libre portavoz de mis compatriotas cautivos, hombres y mujeres, siento que es mi deber levantar la voz en su favor. No hablo con un sentimiento de ira u odio contra aquellos que son responsables del inmenso sufrimiento de nuestro pueblo y de la destrucción de nuestra tierra, nuestros hogares y nuestra cultura. Ellos también son seres humanos que luchan por encontrar la felicidad y merecen nuestra compasión. Sólo hablo para informarles de la triste situación de hoy en día en mi país y de las aspiraciones de mi pueblo, porque en nuestra lucha por la libertad, sólo poseemos como única arma la verdad.
La comprensión de que somos básicamente seres humanos semejantes que buscan la felicidad e intentan evitar el sufrimiento, es muy útil para desarrollar un sentido de fraternidad, un sentimiento cálido de amor y comprensión por los demás. Esto, a su vez, es esencial si queremos sobrevivir en el, cada vez más reducido, mundo en que vivimos. Porque si cada uno de nosotros buscamos egoístamente sólo lo que creemos que nos interesa, sin preocuparnos de las necesidades de los demás, acabaremos no sólo haciendo daño a los demás, sino también a nosotros mismos. Este hecho se ha visto claramente a lo largo de este siglo. Sabemos que hacer la guerra nuclear hoy, por ejemplo, sería una forma de suicidio; o que contaminar la atmósfera o el océano para conseguir un beneficio a corto plazo, sería destruir la base misma de nuestra supervivencia. Puesto que los individuos y las naciones están volviéndose cada vez más interdependientes, no tenemos más remedio que desarrollar lo que yo llamo un sentido de responsabilidad universal.
En la actualidad, somos realmente una gran familia mundial. Lo que ocurre en una parte del mundo puede afectarnos a todos. Esto, por supuesto, no es solamente cierto para las cosas negativas, sino que es igualmente válido para los progresos positivos. Gracias a los extraordinarios medios de comunicación tecnológicos, no sólo conocemos lo que ocurre en otra parte, sino que también nos vemos afectados directamente por los acontecimientos de sitios remotos. Nos sentimos tristes cuando hay niños hambrientos en el este de África. Del mismo modo, nos alegramos cuando una familia se reúne, después de una separación de décadas debido al muro de Berlín. Cuando ocurre un accidente nuclear a muchos kilómetros de distancia, en otro país, nuestras cosechas y ganado se contaminan y nuestra salud y sustento se ven amenazados. Nuestra propia seguridad aumenta cuando la paz irrumpe entre facciones que luchan en otros continentes.
Pero la guerra o la paz, la destrucción o la protección de la naturaleza, la violación o el fenómeno de los derechos humanos y libertades democráticas, la pobreza o el bienestar material, la falta de valores espirituales y morales o su existencia y desarrollo y la ruptura o desarrollo del entendimiento humano, no son fenómenos aislados que puedan ser analizados y abordados independientemente. De hecho, están muy relacionados a todos los niveles y necesitan ser tratados con ese entendimiento.
La paz, en el sentido de ausencia de guerra, es de poco valor para alguien que se está muriendo de hambre o de frío. No eliminará el dolor de la tortura infligida a un prisionero de conciencia. Ni tampoco consuela a aquellos que pierden a sus seres queridos en inundaciones causadas por la intensa deforestación en un país vecino. La paz sólo puede durar allí donde los derechos humanos se respetan, donde la gente está bien alimentada y donde los individuos y naciones son libres. La verdadera paz con nosotros mismos y con el mundo a nuestro alrededor sólo se puede lograra través del desarrollo de la paz mental. Los otros fenómenos mencionados anteriormente están también relacionados. Así, por ejemplo, comprendemos que un medio ambiente limpio, riqueza o democracia tienen poco valor frente a la guerra, especialmente la guerra nuclear, y que el desarrollo material no es suficiente para asegurar la felicidad humana.
El progreso material es, por supuesto, importante para el avance humano. En Tíbet prestamos muy poca atención al desarrollo económico y tecnológico, y actualmente nos damos cuenta de que esto fue una equivocación. Al mismo tiempo, el desarrollo material sin un desarrollo espiritual puede causar también graves problemas. En algunos países se concede demasiada atención a las cosas externas y muy poca importancia al desarrollo interior. Creo que ambos son importantes y deben ser desarrollados conjuntamente para conseguir un buen equilibrio entre los dos. Los tibetanos somos siempre considerados por los visitantes extranjeros como gente feliz y jovial. Esto forma parte de nuestro carácter nacional, arraigado en valores culturales y religiosos que acentúan la importancia de la paz mental conseguida por medio de generar amor y bondad hacia todos los seres vivos, humanos y animales. La clave es la paz interior: si se tiene paz interior, los problemas externos no afectarán al profundo sentido de paz y tranquilidad. En este estado mental se pueden afrontar las situaciones con razonamiento y tranquilidad, mientras se mantiene la felicidad interior. Esto es muy importante. Sin paz interior, por muy confortable que sea la vida material, aún se estará preocupado, molesto o triste por diferentes circunstancias.
Por lo tanto, está bien claro que tiene una gran importancia comprender la interrelación entre estos y otros fenómenos y considerar y tratar de resolver los problemas de una forma equilibrada que tenga en consideración los diferentes aspectos. Por supuesto, no es fácil. Pero el intentar resolver un problema tiene poco beneficio si actuando de esta forma creamos otros igualmente serios. Por tanto, no tenemos alternativa: debemos desarrollar un sentido de responsabilidad universal, no sólo en el aspecto geográfico, sino también con respecto a las diferentes cuestiones con las que se enfrenta nuestro planeta.
La responsabilidad no descansa sólo en los líderes de nuestros países o en aquellos que han sido elegidos para hacer un trabajo concreto. Está individualmente en cada uno de nosotros. La paz empieza dentro de cada uno. Cuando poseemos paz interior, podemos estar en paz con nuestro alrededor. Cuando nuestra comunidad está en un estado de paz, esta paz suele ser compartida con nuestras comunidades vecinas. Cuando sentimos amor y bondad hacia los demás, esto no sólo hace que los demás se sientan amados y protegidos, sino que nos ayudan también a nosotros a desarrollar paz y felicidad interior. y hay maneras en las que podemos trabajar conscientemente para desarrollar paz y felicidad interior. Para algunos de nosotros, la forma más efectiva de hacerlo es a través de las prácticas religiosas. Lo importante es que cada uno de nosotros hagamos un esfuerzo sincero de tomar seriamente nuestra responsabilidad por los demás y por el medio ambiente.
Me siento muy alentado por los acontecimientos que están teniendo lugar a nuestro alrededor. Después de que los jóvenes de muchos países, particularmente en el norte de Europa, han hecho repetidas llamadas para que cese la peligrosa destrucción del medio ambiente que se está llevando a cabo en nombre del desarrollo económico, los líderes políticos mundiales están ahora empezando a dar pasos significativos para solucionar este problema. El informe de la Comisión Mundial de Desarrollo y Medio Ambiente al Secretario General de la Naciones Unidas (el informe Brundtland), fue un paso importante para la toma de conciencia de los gobiernos sobre la urgencia de tal cuestión. Serios esfuerzos para llevar la paz a las zonas destrozadas por la guerra y conseguir el derecho de autodeterminación de algunos pueblos, han traído como resultado la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán y el establecimiento de la independencia de Namibia. Gracias a los esfuerzos populares no violentos, cambios dramáticos han ocurrido en muchos lugares, desde Manila, en Filipinas, a Berlín, en la Alemania del Este, acercando muchos países a una verdadera democracia. Con la era de la guerra fría aparentemente terminada, la gente vive en todas partes con renovada esperanza. Lamentablemente, los valerosos esfuerzos del pueblo chino para traer un cambio similar a su país fueron brutalmente aplastados en el pasado mes de junio. Pero sus esfuerzos son también una fuente de esperanza. El poder militar no extinguido el deseo de libertad y la determinación del pueblo chino por lograrla.
En particular, admiro el hecho de que estos jóvenes, a los que se les ha enseñado que "el poder crece con los cañones de los fusiles", hayan elegido en cambio el uso de la no-violencia como arma.
Estos cambios positivos indican que la razón, el valor, la determinación y el inextinguible deseo de libertad, puedan finalmente vencer. En la lucha entre las fuerzas de la guerra, violencia y opresión por una parte, y la paz, razón y libertad por otra, estas últimas están ganando terreno. Esta situación nos da a los tibetanos la esperanza de que también nosotros un día seremos libres de nuevo.
La concesión del Premio Nobel a un simple monje del remoto Tíbet, aquí en Noruega, también nos llena a los tibetanos de esperanza. Quiero decir que, a pesar del hecho de no hemos atraído la atención hacia nuestra difícil situación por medios violentos, tampoco hemos sido olvidados. Esto también quiere decir que los valores que nosotros apreciamos particularmente, nuestro respeto hacia todas las formas de vida y la creencia en poder de la verdad, son hoy reconocidos y fomentados. Es también un tributo a mi maestro, Mahatma Gandhi, cuyo ejemplo es una inspiración para muchos de nosotros. La concesión de este premio es una indicación de que este sentido de responsabilidad universal se está desarrollando. Estoy profundamente conmovido por la sincera preocupación mostrada por mucha gente en esta parte del mundo por el sufrimiento del pueblo del Tíbet. Esto es una fuente de esperanza no sólo para nosotros los tibetanos, sino para todos los pueblos oprimidos.
Como saben, Tíbet ha estado bajo ocupación extranjera durante cuarenta años. Hoy en día, hay estacionadas en Tíbet más de un cuarto de millón de tropas chinas. Algunas fuentes estiman el doble de esa cifra. Durante todo este tiempo, los tibetanos han estado desposeídos de sus más básicos derechos humanos, incluyendo el derecho a la vida, a moverse, a hablar o a practicar sus cultos, mencionando sólo algunos. Más de una sexta parte de la población de seis millones de tibetanos ha muerto como resultado directo de la invasión y ocupación china. Incluso antes de que comenzara la Revolución Cultural muchos de los monasterios, templos y edificios históricos fueron destruidos. Y casi todo lo que quedó fue destruido durante la Revolución Cultural. No deseo hacer hincapié en este punto, que por otra parte es bien conocido. Lo importante es darse cuenta, sin embargo, de que a pesar de la limitada libertad concedida después del año 1979 para reconstruir partes de algunos monasterios y otras muestras de liberalización, los derechos humanos fundamentales son, todavía, violados sistemáticamente. En los últimos meses esta grave situación ha empeorado todavía más.
Si no fuera por nuestra comunidad en el exilio, tan generosamente amparada y apoyada por el gobierno y el pueblo de la India y ayudada por organizaciones e individuos de muchos lugares del mundo, nuestra nación sería poco más que el resto destrozado de un pueblo. Nuestra cultura, religión e identidad nacional hubieran sido efectivamente eliminadas. Lo que ha sucedido es que hemos construido escuelas y monasterios en el exilio y hemos creado instituciones democráticas que sirvan a nuestro pueblo para conservar las semillas de nuestra civilización.
Con esta experiencia tratamos de poner en práctica una plena democracia para el futuro del Tíbet libre. Así, mientras desarrollamos nuestra comunidad en el exilio sobre unas líneas modernas, también cuidamos y preservamos nuestra propia identidad y cultura, y llevamos la esperanza a millones de nuestros compatriotas en el Tíbet.
El problema más urgente en este momento es la masiva afluencia de colonos chinos hacia Tíbet. A pesar de que en las primeras décadas de ocupación un considerable número de chinos fueron transferidos a las zonas orientales de Tíbet -a las provincias tibetanas de Amdo (Chinghai) y Kham, cuya mayor parte ha sido anexionada por la provincia china vecina, desde 1983 una cantidad sin precedente de chinos han sido alentados por su gobierno a emigrar a todas las zonas de Tíbet, incluyendo el centro y oeste de Tíbet (al que la República Popular China alude como la Región Autónoma de Tíbet). Los tibetanos están siendo reducidos rápidamente a una insignificante minoría en su propio país. Este proceso, que amenaza la verdadera supervivencia de la nación tibetana, su cultura y herencia espiritual, aún puede ser detenido e invertido. Sin embargo, esto debe hacerse ahora, antes de que sea demasiado tarde.
El nuevo ciclo de protestas y represión violenta que empezó en Tíbet en septiembre de 1987 y culminó con la imposición de la ley marcial en Lhassa, la capital, en marzo de 1989, fue en gran parte una reacción a esta enorme influencia de los chinos. La información que ha llegado a nosotros en el exilio señala que las marchas de protesta y otras formas de manifestaciones pacíficas continúan en Lhassa y en numerosas parte de Tíbet, a pesar de los severos castigos y trato inhumano dado a los tibetanos detenidos por expresar sus quejas. So se conoce el número de tibetanos muertos por las fuerzas de seguridad durante las manifestaciones de marzo, y los que han muerto en la cárcel después aunque se cree que son más de doscientos. Miles han sido detenidos o arrestados y encarcelados, y la tortura es algo común.
En base a este empeoramiento de la situación y para prevenir futuros derramamientos de sangre, propuse lo que generalmente se conoce como el Plan de Paz en Cinco Puntos, para la restauración de la paz y los derechos humanos en Tíbet. El año pasado, en mi discurso de Estrasburgo, expliqué los detalles del mismo. Creo que este plan proporciona una estructura razonable y realista para negociar con la República Popular China. Hasta ahora, sin embargo, los líderes chinos no han dado una respuesta constructiva. La brutal represión del movimiento democrático chino en junio de este año (1989), sin embargo, refuerza mi punto de vista de que cualquier solución del problema tibetano sólo será significativa si es apoyada por unas adecuadas garantías internacionales.
El Plan de Paz en Cinco Puntos aborda los asuntos principales y aquellos relacionados con ellos, a los cuales me he referido en la primera parte de mi conferencia. Pedimos:
1) La transformación de la totalidad de Tíbet, incluyendo las provincias orientales de Kham y Amdo, en una zona de "ahimsa" (no-violencia)
2) El abandono por China de la política de traslado de población.
3) El respecto a los derechos humanos y a las libertades democráticas fundamentales del pueblo tibetano.
4) La restauración y protección del entorno natural de Tíbet.
5) El comienzo de negociaciones formales sobre la futura situación de Tíbet y las relaciones entre los pueblos chino y tibetano.
En la conferencia de Estrasburgo propuse que Tíbet se convierta en una entidad democrática y política totalmente autogobernada.
Quiero aprovechar esta oportunidad para exponer el concepto de zona ahimsa o santuario de paz, que es el elemento central del Plan de Paz de Cinco Puntos. Estoy convencido de que es de una gran importancia no sólo para el Tíbet, sino para la paz y estabilidad de Asia.
Mi sueño es que toda la meseta tibetana se convierta en un refugio libre, donde los seres humanos y la naturaleza puedan convivir en equilibrio armonioso y pacífico. Sería un lugar donde la gente de todo el mundo podría venir en busca del verdadero sentido de la paz interior, fuera de las tensiones y presión de una gran parte del mundo. Tíbet podría, en efecto, convertirse en un centro creativo para fomentar y desarrollar la paz.
Éstos son los elementos clave para la propuesta zona Ahimsa:
· Toda la meseta tibetana sería desmilitarizada.
· La fabricación, las pruebas y el almacenamiento de armas nucleares y otros armamentos en la meseta tibetana serían prohibida.
· La meseta tibetana sería convertida en el parque natural o biosfera más grande del mundo. Leyes estrictas se impondrían para proteger la fauna y la flora; la explotación de recursos naturales sería cuidadosamente regulada para no dañar los ecosistemas pertinentes; y se adoptaría una política de desarrollo continuado en las zonas pobladas.
· La fabricación y el uso de la energía nuclear y demás tecnologías que producen residuos peligrosos serían prohibidos.
· Los recursos nacionales y la política estarían dirigidos hacia una promoción activa de la paz y la protección del entorno natural. Las organizaciones dedicadas al fomento de la paz y a la protección de todas las formas de vida encontrarían acogida en Tíbet.
· El establecimiento de organizaciones internacionales y regionales para la promoción y protección de los derechos humanos serían alentado en Tíbet.
La altitud y el tamaño de Tíbet, así como su historia única y profunda herencia espiritual, hacen que pueda perfectamente desempeñar el papel de un santuario de paz en el estratégico corazón de Asia. Esto también estaría de acuerdo con su papel histórico de nación budista pacífica y región "amortiguadora", separando a los grandes y a menudo rivales poderes del continente asiático.
Para reducir las tensiones existentes en Asia, el presidente de la Unión Soviética, el señor Gorbachov, propuso la desmilitarización de las fronteras chino-soviéticas, transformándolas en "fronteras de paz y buena vecindad". El gobierno de Nepal, anteriormente, propuso que el país himaláyico de Nepal, fronterizo con Tíbet, debe convertirse en zona de paz, aunque esta propuesta no incluía la desmilitarización del país.
Para la estabilidad y la paz en Asia, es esencial crear zonas de paz que separen a los mayores poderes y adversarios potenciales del continente. La propuesta del presidente Gorbachov, que también incluye una total retirada de las tropas soviéticas en Mongolia, ayudaría a reducir la tensión y la potencial confrontación entre la Unión Soviética y China. Una zona de verdadera paz debe, evidentemente, ser creada también para separar a los estados más poblados del mundo, China e India.
El establecimiento de la zona ahimsa requeriría la retirada de las tropas e instalaciones militares del Tíbet, lo cual permitiría también a India y Nepal retirar tropas e instalaciones militares de lasa fronteras himaláyicas con Tíbet. Esto tendría que ser llevado a cabo por acuerdos internacionales. Y sería muy interesante y beneficioso para los estados de Asia, particularmente para China e India, puesto que incrementaría su seguridad y al mismo tiempo reduciría la carga económica de mantener una alta concentración de tropas en remotas regiones.
Tíbet no sería la primera región estratégica en ser desmilitarizada. Partes de la península del Sinaí, el territorio egipcio que separa Israel de Egipto, han estado desmilitarizadas desde hace algún tiempo. Por supuesto, Costa Rica es el mejor ejemplo de un país completamente desmilitarizado.
Tíbet no sería tampoco la primera zona convertida en reserva natural o biosfera. Muchos parques han sido creados a lo largo de todo el mundo. Algunas zonas muy estratégicas han sido convertidas en "parques de la paz" naturales. El Parque de la Amistad, en la frontera de Costa Rica y Panamá, y el proyecto "Sí a la Paz", en la frontera de Costa Rica y Nicaragua, son dos ejemplos.
Cuando visité Costa Rica, pude ver cómo un país puede desarrollarse con éxito sin ejército, para llegar a ser una democracia estable, dedicada a la paz y la protección del entorno natural. Esto confirmó mi creencia de mi visión de Tíbet en el futuro es un plan realista, no meramente un sueño.
Permítanme terminar con una nota personal de agradecimiento a todos ustedes y a nuestros amigos que hoy no se encuentran aquí. La preocupación y el apoyo que han expresado por la difícil situación de los tibetanos nos ha conmovido enormemente, y continúa dándonos valor para luchar por la libertad y la justicia; no con el uso de las armas, sino con las poderosas armas de verdad y la determinación.
Sé que hablo en nombre de todo el pueblo de Tíbet cuando les doy las gracias y les pido que no olviden a Tíbet en este momento tan crítico de nuestra historia. Nosotros también esperamos contribuir al desarrollo de un mundo más pacífico, más humano y más hermoso. El futuro Tíbet libre procurará ayudar a todos los necesitados a lo largo de todo el mundo, a proteger la naturaleza y a promover la paz. Creo que la habilidad de los tibetanos para combinar las cualidades espirituales con una actitud realista y práctica nos permite hacer una contribución especial, por modesta que sea. Ésta es mi oración y esperanza.
Para finalizar, permítame compartir con ustedes una corta oración que me da una gran inspiración y determinación:
Por tanto tiempo como dure el espacio tanto tiempo como permanezcan seres vivos, hasta entonces, pueda yo también permanecer para disipar la miseria del mundo. |
Muchas gracias.
Su Santidad el Decimocuarto Dalai Lama Tenzin Gyatso.
Oslo, Noruega, Diciembre de 1989.
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Enviado por: | Alberdi |
Idioma: | castellano |
País: | España |