Alicante constituye el centro de una amplia comarca en la que se diferencian claramente dos áreas:
Una de regadío, que se conoce con el nombre de Huerta, y abarca las tierras que forman el cono de deyección de Río Seco, ocupando casi todo el término municipal de Alicante (incluidas Santa Faz, Villafranqueza y Tángel) y buena parte de los de San Juan, Muchamiel y Campello.
Y otra de Secano que incluye San Vicente del Raspeig.
Ambas gravitan en torno a la capital, con la que se encuentran íntimamente ligadas, y constituyen la comarca que recibe el nombre de Campo de Alicante. Todo el conjunto asciende lentamente desde la costa hacia el interior y se encuentra delimitado por una serie de elevaciones montañosas de diferente altura y extensión: las estribaciones meridionales de la Serranía de Alcoy, que permiten las comunicaciones a través de los valles de Busot , Jijona y Agost, al norte; las sierras de Las Aguilas o de la Alcoraya, Pedrera y la Cañada, que forman la divisoria de aguas con el Vinalopó, al oeste; y al sur, una línea que alcanza la costa a través de las sierras de Sancho, Colmenar y Borbuño.
Esta amplia comarca está distribuida entre dos cuencas vertientes principales: la del Río Seco o Montnegre, al norte que drena toda la zona montañosa septentrional y desagua en las proximidades de Campello y el conjunto de los barrancos Blanco, Pepior, Rambujar y Alabastre, que llevan las aguas del sector occidental a la cubeta semiendorreica de La Cañada, al oeste de San Vicente del Raspeig, cuyo desbordamiento recae sobre el Barranco de las Ovejas, que desagua al sur de Alicante. Entre esta cuenca y la del Vinalopó, y ocupando por tanto la zona meridional del campo de Alicante, el drenaje está asegurado por el Barranco del Infierno, que en su último tramo recibe e nombre de Barranco de Agua Amarga y desagua en las cercanías de la fábrica de aluminio de Endasa.
El suelo del campo de Alicante está formado principalmente por una serie de glacis escalonados que descienden hacia la costa, dividida a su vez en dos grandes senos por el Cabo de las Huertas; en ellos alternan extensas playas con abruptas zonas de acantilados.
Dentro de esta comarca se delimita con claridad otra más reducida que corresponde al área propiamente alicantina. La delimitan al este las pequeñas lomas del Garbinet, Redona y Les Llometes; la Loma del Far, el macizo de San Julián o Serra Grossa y el Benacantil, por la costa, y las sierras Larga y de las Atalayas, barrera natural cruzada hoy por las carreteras de Agost y Elche, por el oeste, en tanto que el norte queda abierto hasta las altas montañas que aparecen más arriba de San Vicente.
El área comprendida en este segundo círculo es de total dominio de Alicante ciudad, no obstante, su relación con las zonas nororientales más próximas, sobre todo en la Condomina y la Albufereta, es tan intensa y el poblamiento antiguo de estos lugares está tan relacionado con Alicante, que tendremos asimismo que profundizar en su estudio.
La configuración geográfica del área que ocupa la ciudad de Alicante difería bastante de la actual, ya que en el transcurso de los tiempos el terreno se ha ido nivelando y se ha procedido al desvío o canalización de una serie de barrancos que surcaban el territorio y que todavía hoy, de vez en cuando, retoman su antiguo cauce y producen inundaciones y molestias toda la ciudad; eso sin referirnos a las muy recientes alteraciones experimentadas por toda la costa a lo largo de la Albufereta, donde numerosos bloques de apartamentos han alterado radicalmente el paisaje, tras la definitiva desecación de la ciénaga que dio nombre a este paraje.
El espacio que hoy ocupa la ciudad, ligeramente deprimido con respecta a las ligeras elevaciones que la rodean por el norte, noreste y este, está dominado por la mole del Benacantil, de 166 metros de altura y el cerro Tossal, de sólo 88 metros, asientos hoy respectivamente de los castillos de Santa Bárbara y San Fernando. El primero no es sino la última estribación del gran macizo conocido como Sierra de San Julián o Serra Grossa, de 165 metros de altitud máxima, que durante siglos dificultó considerablemente la comunicación de la ciudad con la costa septentrional y obligó a dar un rodeo por su cara interior , tal y como hoy sigue haciendo la carretera de Valencia.
Los barrancos de la Mina, Carmen, Bonivern y algunos otros menores, constituyen parte del sistema de desagüe de las laderas del Benacantil y de sus alturas circundantes. Pero los que más directamente afectan al ciudad son el de Canicia, que recoge las aguas de las laderas septentrional y occidental del Benacantil, de las lomas de Villafranqueza, de la pendiente del glacis de San Vicente y de la falda oriental de Tossal, y que desde la Plaza de España.