Antropología Social y Cultural
Sociología rural
TEMA 1. PAISAJES Y SISTEMAS AGRARIOS DE ESPAÑA
INTRODUCCIÓN
Actualmente no hay consenso sobre el significado y contenido de una noción polisémica como la de paisaje aunque se advierten síntomas de convergencia en las dos disciplinas que han prestado mayor atención a su estudio.
La bibliografía reciente sobre el paisaje pone de manifiesto una doble vertiente en el estudio paisajístico de lo rural:
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Analítica, de conocimiento e interpretación de los hecho agrarios.
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Prospectiva y de ordenación del territorio.
Esta doble vertiente hay que insertarla en un momento en el que:
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el campo acrecienta su importancia ambiental y territorial, frente a su tradicional y prominente papel económico y productivo.
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El paisaje adquiere un interés indudable como sistema de interpretación y representación, y como patrimonio cultural.
Convergencias que inspiran la síntesis de los paisajes rurales españoles:
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La supremacía del espacio, un espacio concreto que adquiere identidad y singularidad por la peculiar organización de los hechos físicos y humanos. Y de ahí en parte, la heterogeneidad ecológica de las unidades paisajísticas frente a la homogeneidad dominante en los ecosistemas a escala de detalle.
JORGE CANDELA Y ALAIN DRACH, definen estas unidades paisajísticas como “sistemas ecológicos”, como un conjunto de ecosistemas naturales y artificiales y de medios fuertemente artificializados en interacción, con características fisiográficas y funcionales que van a diferenciarse de otros paisajes limítrofes.
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La aproximación holística, donde a los atributos del paisaje y sus mecanismos de funcionamiento hay que unirle los nexos de recurrencia que los articulan en un todo organizado.
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La morfología del espacio rural. Entendido no sólo como elemento caracterizador de un paisaje, sino como configuración de un conjunto. No hay interpretación del paisaje rural en su génesis, en su estado presente y en su devenir sin el conocimiento de los procesos ecológicos, sociales y, en buena medida socioecológicos que producen y reproducen el paisaje rural.
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No hay paisaje rural sin espacio y sin historia de los distintos componentes que configuran el paisaje:
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Los procesos naturales
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Las transformaciones técnicas y materiales.
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Las relaciones sociales.
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Percepciones y valoraciones culturales del paisaje.
BASES NATURALES DE LA DIVERSIDAD PAISAJÍSTICA Y SISTEMÍCA DE LA AGRICULTURA ESPAÑOLA
El factor agroclimático o ecoclimático.
Constituye la base de la diferenciación de los grandes dominios agrarios en base a tres factores:
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El régimen y el balance de humedad permiten diferenciar tres grandes ámbitos agroecológicos:
El ámbito de los sistemas húmedos o atlántico-húmedos, con superávit anual de humedad y ausencia o breve período de déficit veraniego caracterizado por la pradera natural, el matorral hidrófilo y el bosque caducifolio.
El ámbito Mediterráneo seco, con déficit anual y con un verano seco muy marcado, constituye el ámbito de los cultivos de secano de nuestras latitudes, de los pastizales con agostamiento y del monte de encinas y otras quercíneas.
El ámbito semiárido, de degradación mediterránea o subtropical, con déficits anuales muy elevados, que está en el límite de la agricultura de secano y de las posibilidades del monte arbolado.
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El régimen térmico y el volumen de calor acumulado diferencia tres grandes ámbitos de distinto potencial:
Las áreas mejor dotadas, con un período de heladas inexistente o breve y un alto volumen de calor acumulado, que incluye todo el prelitoral y litoral Mediterráneo y todo el territorio al sur del Guadiana.
Zonas con un período de heladas de media o larga duración, que junto a un volumen de calor acumulado medio-alto y regadío permite una gama amplia de cultivos de verano relativamente exigentes en calor (Meseta y Alto Ebro).
Las tierras atlántico-húmedas del norte, que no presenta limitaciones serias por heladas, pero cuentan con una integral térmica relativamente baja como consecuencia de la suavidad del verano.
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El relieve que en lugar de establecer diferencias impuestas por las diferencias de altura, clima, suelos e historia en la agricultura y los paisajes montañeses españoles, establece aspectos comunes esenciales en su organización social y agroecológica.
SISTEMAS Y PAISAJES DE LOS SECANOS MEDITERRÁNEOS DE LABOR INTENSIVA.
Datos generales
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Casi 13 millones de has. 1988 y 12 millones de has. En 1997.
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Se cultivan plantas herbáceas sin riego como cereales, leguminosas, plantas industriales, forrajeras y pratenses, así como las tierras destinadas a barbecho y rastrojo en las alternativas de año y vez y al tercio.
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Entre 1960-1985 muestran una pérdida de más de 2 millones de has. debido al incremento paralelo de la superficie regada y de diversos cultivos leñosos de secano.
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Los cereales ocupan un 55% de las tierras de labor de secano y un 77% de la superficie efectivamente sembrada.
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La sustitución de la cebada por el trigo como grano principal es uno de los cambios más sobresalientes y más significativo de la transformación reciente del sistema de cultivo.
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Los espacios en los que la labor intensiva de secano define el sistema agrario coinciden con las grandes cuencas sedimentarias interiores:
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La cuenca del Duero, que alberga más de la cuarta parte del secano herbáceo español.
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Las tierras castellano-manchegas, con más de 2,5 mills. de has.
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Las depresiones del Ebro y del Guadalquivir.
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Las cuencas sedimentarias de Extremadura, hoyas del sudeste peninsular y la Segarra leridana.
Las tierras de labor de secano de la cuenca del Duero
Datos generales
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3,50 mills. de has.
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La dureza del clima ha condicionado una agricultura cerealista de rendimientos mediocres, necesitadas de descansos reparadores del suelo y con una capacidad relativa de respuesta a las innovaciones productivas de los últimos tiempos.
Principales rasgos que definían el funcionamiento del sistema tradicional
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Organización a escala local del terrazgo y de muchas prácticas agrarias, dentro de los límites de unos términos municipales de tamaño medio o pequeño.
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Las tierras concejiles introducían en el agrosistema y en el paisaje manchas de suelo no labrado, de pastos, matorral y arbolado en un espacio dominado por el labradío.
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Las tierras particulares, tanto las de propiedad individual como parte de las del clero y de mayorazgos, se encontraban altamente parceladas para su explotación, siendo característico el minifundio parcelario.
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La clave agronómica, social y paisajística era el sistema de cultivo a dos hojas de año y vez con barbecho blanco u holgón, que ha perdurado hasta hace poco más de tres decenios. Características:
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El terrazgo de labor se dividía en dos, cuatro y hasta ocho hojas.
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El trigo fue el cereal principal, acompañado por la cebada y la avena.
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El barbecho era labrado pero no sembrado.
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JESUS GARCIA FERNÁNDEZ ha destacado cómo el sistema de año y vez respondía al tiempo a razones:
Ecológicas
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las precipitaciones escasas a comienzos de Otoño y la aridez estival dificultan el laboreo temprano
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los prolongados fríos invernales dificultaban la reconstitución natural de la fertilidad
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la necesidad de disponer de pastos para el ganado lanar aconsejaba igualmente no alzar los rastrojos hasta la primavera siguiente
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Económicas
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Si el sistema se hubiera intensificado con dos siembras en dos años sucesivos, habría precisado también de un tercero de total descanso.
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Hasta comienzos de los sesenta la labranza seguía descansando en el ganado mular aunque las labores de siega mecanizada se habían generalizado.
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En este sistema de cultivo tradicional, el ganado de renta desempañaba un importante papel agroecológico y económico a un tiempo.
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Las ovejas constituían el capital más importante.
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La gestión del ganado era guiada por el criterio del máximo ahorro en gastos externos, pues los ganaderos intentaban reducir hasta donde les era posible la estabulación y el consumo de pienso, inevitables en los meses centrales de invierno.
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Sustitución prácticamente absoluta de la tracción de sangre por la mecánica debido a razones psicosociales y de oportunidad en el funcionamiento de las explotaciones.
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Cambio de cultivos: Sustitución de la cebada por el trigo.
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Reducción del barbecho blanco y expansión del girasol en detrimento de las leguminosas tradicionales.
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Entre 1960-1980 se reduce en un 50% la superficie barbechera
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Introducción de nuevas semillas
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Consumo generalizado y abundante de abonos minerales. El estiércol animal en muy poco ha cubierto la demanda de unos labradíos cada vez más intensivos y donde la ganadería, tanto de labor como campera de renta, se ha reducido mucho o ha desaparecido por completo.
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La ganadería sigue ocupando un papel no desdeñable en el sistema agrario de la zona, pero mucho menos vinculada que antaño al insumo de biomasa de las explotaciones. La gestión actual viene marcada por:
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una orientación preferente hacia la producción de leche y carne.
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la difusión del régimen de estabulación parcial o total
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reducción de los desplazamientos a grandes distancias
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afianzamiento de los ganaderos propietarios
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Difusión del regadío, con el consiguiente aumento en inputs externos, no sólo en las vegas sino también en las campiñas y páramos.
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Estas transformaciones no se entienden sin el cambio demográfico desencadenado desde mediado de los cincuenta.
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El éxodo masivo supuso una pérdida neta de población en las provincias castellano-leonesas de más de 80.000 personas entre 1950 y 1970.
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El hecho migratorio afectó más intensamente a núcleos pequeños y a las áreas sin nuevos regadíos.
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Desciende el número de empresas agrarias debido a la pérdida de población tanto jornalera, como de modestos y medianos titulares de explotación.
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Entre 1962-1982 desaparecen casi un 45% de las empresas agrarias “con tierra” y las que quedan incrementan su tamaño medio.
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Esta modificación profunda de la estructura de las explotaciones choca con un mercado de la tierra en propiedad muy rígido, con escasa oferta y precios muy por encima de la rentabilidad estimada para la tierra. Por lo que el incremento del tamaño medio de la explotación ha descansado en regímenes de tenencia indirectos como el arrendamiento.
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Al mismo tiempo este cambio en la estructura de las explotaciones no se entiende sin la política de concentración parcelaria llevada a cabo por la Administración entre fines de los 50 y primeros 60.
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Las tierras de labor de la Campiña Andaluza.
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Condiciones agroecológicas de las labranzas béticas que dan lugar a excelentes rendimientos medios de los cultivos herbáceos de invierno y de los de primavera-verano (girasol).
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Régimen térmico muy favorable.
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Precipitaciones moderadas o medio-altas a escala peninsular (550-700 mm).
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Elevada capacidad de retención de humedad de los suelos. Estos suelos arcillosos tienen su contrapartida en que la tierra es difícil de labrar y exigente de una poderosa tracción.
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El sistema al tercio
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Muestra una prolongada continuidad ya que algunos de sus aspectos sustantivos aparecen ya recogidos en escrituras de arrendamiento de la baja Edad Media.
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Es un sistema ajustado a labranzas de gran tamaño, cerealista y subsidiariamente ganadero, energéticamente equilibrado y exigente mano de obra con muy acusada estacionalidad de la demanda.
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El cortijo se dividía en tres hojas o tercios: pan o siembra, barbecho y rastrojo, erial o “manchón”. Desde fines del XIX y principios del XX existe una clara tendencia a la intensificación.
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Todos los cortijos disponían de una cabaña ganadera importante integrada por vacunos y equinos de labor y tiro, por rebaños de lanares y por piaras de cerdos para engorde.
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El sistema de año y vez con barbecho semillado
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Durante las primeras décadas del XX:
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Empieza a intensificarse el cultivo, y más de las dos terceras partes de la superficie acortijada proporcionaba algún tipo de cosecha.
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Difusión de consumo de abonos minerales.
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Generalización del arado de la vertedera y bravant, aunque la mecanización era muy escasa y el sistema seguía descansando en una abundante contratación de trabajo fijo y eventual.
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Décadas de los cincuenta:
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Se abandona la rotación secular a tres hojas y se sustituye por el sistema bienal de año y vez con la hoja de barbecho semillada (Las claves del cambio son similares a las de los labradiós del Duero). La hoja de siembra sigue llevando principalmente trigo; la hoja de barbecho se semilla al completo, pero en competencia con las leguminosas tradicionales el girasol ha tendido a ocuparlo casi todo.
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La ganadería tanto de labor como de renta pierde su razón de ser.
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Balance desde la óptica de la eficiencia energética:
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Pese al incremento muy grande de la producción, el consumo de fertilizantes y de energía no renovable lo ha hecho en proporción considerablemente mayor.
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Pérdida notable de la eficiencia de los inputs externos, fruto de que las dosis de abono hubieron de crecer hasta 18 veces con respecto al tercio tradicional para que la producción lo hiciera 3,5 veces.
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Crece la eficiencia del trabajo.
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El paisaje actual de las campiñas béticas:
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El barbecho de la PAC
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LOS SECANOS LEÑOSOS MEDITERRANEOS: OLIVARES Y VIÑEDOS
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El olivar español
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En 1997 ocupaban 2300000 has.
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Andalucía cuenta con más del 50% de la superficie olivarera nacional: campiñas y sierras béticas jiennenses, el subbético cordobés, los llanos de Antequera y zonas de contacto entre la sierra y la campiña de Sevilla.
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Los olivos se encuentran alineados a marco real o a tres bolillo
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Zona de mayores rendimientos (2000 kg/ha).
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Otros enclaves peninsulares especializados en el cultivo:
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Olivares catalanes de Les Garrigues o de Ciurana.
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Sierras castellonenses.
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Sierras de Mora de Toledo.
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Minifundio. Actualmente el olivar es una opción dominante de pequeñas y muy pequeñas empresas agrarias. En 1989 más del 50% de la superficie olivarera se halla en explotaciones de menos de 20 has.
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Gran explotación
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Se sustituye la tracción de sangre por la mecánica, lo que despojó a las explotaciones de su fuente de aprovisionamiento autónomo de estiércol.
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Se prescinde de un labor tradicional como la “cava” de los pies de los olivos.
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La recolección pasa a suponer un 50% de los costes de producción.
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El coste de recolección de un 1kg de aceituna pasó de 0,50 pesetas en 1960 a 7 ptas. en 1976.
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El litro de aceite sólo subió de 27 ptas. a 90 ptas entre 1960 y 1976.
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El jornal de poda pasó de 100 ptas en 1960 a 665 en 1976.
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El cultivo del viñedo
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EL SISTEMA Y EL PAISAJE AGRARIO ADEHESADO DEL OESTE PENINSULAR.
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Fuerte y prolongada sequía veraniega que agosta los pastos entre mayo y octubre, aunque en compensación dispone de una mitad del año húmeda y relativamente suave.
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Los suelos son delgados, a veces pedregosos, con una baja retención de humedad y relativamente ácidos. Por el uso del suelo habría que distinguir cuatro tipos de dehesas:
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Más agrícolas que ganaderas
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Predominantemente forestales (aprovechamiento corchero).
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Ganaderas de reses bravas.
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Ganaderas de ovino, porcino o vacuno
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La penillanura extremeña
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un trasiego importante de tierras y la formación de una nueva clase terrateniente regional.
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Deterioro del paisaje adehesado, ya que las ventas llevaron aparejados un aumento del pastizal y de la labor, en detrimento de la cubierta arbórea.
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Consumo de recursos naturales renovables (pastos, bellotas, granos) y orientado a la producción mercantil ovina, porcina y secundariamente, caprina y bovina. La clave del beneficio empresarial radicaba en:
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Mantenimiento de la autonomía económica de las explotaciones.
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Reempleo de Alimentos ganaderos.
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Reducción al máximo de los costes de producción.
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El cultivo ha tenido tradicionalmente una función indirectamente pecuaria consistente en la obtención de granos forrajeros (avena, cebada, centeno) y en la obtención de los suelos para la obtención de pastos de calidad.
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Los pastos son el principal recurso renovable del sistema adehesado, y su composición y uso ha estado en relación con etapas sucesivas de aclareo de especies arbóreas y de modificación del herbaje para llegar a la formación herbácea mejor adaptada a las necesidades de la cabaña.
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La cabaña ganadera y su manejo se ajustaban a los recursos pastables. Las carencias veraniegas han limitado siempre el tamaño de los rebaños y han propiciado la selección de razas mejor adaptadas a las existencias de pastos y frutos: ovejas merinas y cerdos ibéricos. Estas razas autóctonos tienen unas características fisiológicas:
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Menor rendimiento cárnicoamplitud del ciclo productivoconcentración de la oferta.
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La rentabilidad de la dehesa tradicional desde la perspectiva del propietario resultaba elevada.
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Hay un cambio apreciable en la orientación productiva, con mayor peso relativo del sector vacuno de carne, frente a ovejas y cerdos. La pérdida de protagonismo del ovino está relacionada con:
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Hundimiento del precio de la lana y caída de la demanda.
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Incremento de los salarios y emigración de los pastores.
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El porcino se estabiliza, aunque sobre la base de cruces con especies menos rústicas y menos grasas, y una pérdida de importancia del encinar como proveedor de alimentación en montanera.
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La especialización en el sector bovino ha supuesto una modificación de razas, al cruzarse las autóctonas con razas foráneas con mayores rendimientos cárnicos. El crecimiento de la producción cárnica y la reducción muy importante en el número de jornales ha incrementado en más del doble la productividad del trabajo.
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El papel de la Administración a través de propaganda, ayudas y subvenciones, y la evolución del mercado están en la base de la relativa especialización bovina y de la intensificación productiva.
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Se produce una “crisis del arbolado” por:
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Sustitución de leña y cisco por combustibles fósiles
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Gravoso coste de la poda.
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SISTEMAS Y PAISAJES RURALES DE MONTAÑA.
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Supera los 10 millones de has.
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Se desarrolla en un hecho geográfico que se define por:
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Su altura.
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Montañas septentrionales, asimilables al modelo alpino, con prados, huertas y agricultura en general en el fondo de los valles, y donde abundan los bosques de frondosas y coníferas, de ahí que el sistema de explotación sea predominantemente ganadero.
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Montañas meridionales, donde la superficie cultivada, incluso con plantas perennes, puede ascender hasta los 1500 metros-2000, y donde el bosque ocupa poca superficie. Sistema más agrícola que ganadero.
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La cordillera central y el Sistema Ibérico, que se comportan como montañas de transición, mediterráneo-subhúmedas. Sistemas mixtos de ganaderia y agriculutura.
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Por sus pendientes fuertes o moderadas.
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Su discontinuidad.
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Intensa humanización del espacio. Los valles han articulado tradicionalmente el doblamiento y han constituido la base de la organización social y político-administrativa, y el escenario ecológico del escalonamiento de los usos del suelo y de la explotación integrada y complementaria de los mismos.
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Diferenciación del espacio entre terrenos de propiedad y explotación particulares y terrenos de propiedad pública, casi siempre concejil, de explotación colectiva o arbitrada. Tal segregación del espacio tiene casi siempre una apoyatura topográfica y biogeográfica:
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Fondos de valle y sus inmediaciones acogen las propiedades particulares.
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Vertientes y áreas cimbreñas, con predominio de pastizales, monte forestal en distintos estados, praderas y matorrales, a la propiedad pública.
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El escalonamiento de los usos, que tiene evidentes razones topográficas y bioclimáticas, pero la secular intervención humana ha sido tan intensa y ajustada a tan diversas coyunturas demográficas que ha trastocado la estructura interna y hasta el orden de los pisos naturales.
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En la montaña revisten especial significado y trascendencia:
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Porque el complejo agrosistema montañés ha descansado en la aplicación intensa y continua de trabajo que ha humanizado considerablemente.
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Porque el acusado descenso de activos, en casos extremos hasta el puro despoblamiento, no ha podido ser sustituido como en los llanos por energía mecánica.
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Porque los espacios rurales de montaña presentan una implantación notable de la propiedad pública, con lo que la capacidad real de intervención de las distintas administración es considerable.
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La montaña ha pasado a ser un recurso ampliamente demandado como espacio residencial, de ocio y recreo, al tiempo que se ha convertido en objeto preferente de las políticas ambientales y de protección de la naturaleza, por la riqueza y diversidad biológica que suele albergar y por la belleza de sus paisajes.
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El descenso muy acusado de población está en la base de la reorganización productiva de la montaña.
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En los espacios periurbanos las actividades pecuarias y forestales se han reducido mucho.
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En áreas menos afectadas por la ciudad, el sistema productivo ha tendido a cierta especialización e intensificación, muchas veces de espaldas a las potencialidades del ecosistema montañés.
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El pastoralismo montañés se ha reducido ostensiblemente.
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PAISAJES Y SISTEMAS AGRARIOS DE REGADÍO
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Superficie: 3.4 millones de has.
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Rasgo común: aportación artificial de agua.
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El agua de riego actúa en:
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Medios rurales de características naturales muy diferentes.
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Sobre estructuras de propiedad y de explotación preexistentes a la llegada del agua.
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Para AGUILERA KLINK la cuestión central del factor agua es que a diferencia de la tierra, es un recurso desplazable territorialmente, con lo que su asignación, ya no sólo entre grupos y usos, sino entre territorios lo sitúa en el centro del debate geográfico y político de la agricultura y de la ordenación territorial.
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Los regadíos españoles se diferencian en:
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Su origen.
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Infraestructuras y dimensiones.
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Orientaciones productivas y estructura de las explotaciones.
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Significado social y político en los espacios en los que aparece.
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Problemas ambientales que originan.
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Tipo de paisaje que configuran.
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Según el medio físico.
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Buena parte de la España peninsular y los dos archipiélagos presentan buenas o excelentes condiciones agroclimáticas para el riego.
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Los suelos tampoco constituyen un handicap para la implantación y expansión del regadío. Según el MAPA hay una superficie apta para el riego de 12,50 millones de hectáreas, aunque la mitad está constituida por suelos medios o mediocres, a lo que hay que añadir las limitaciones reales que presentan algunas tierras actualmente regadas por salinidad, dificultades de drenaje, etc.
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Según la situación geográfica.
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Existen acusados desequilibrios hídricos existentes entre cuencas, propio de un espacio en el que confluyen dos grandes ámbitos climáticos (templado-húmedo y mediterráneo).
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Existe una importante reserva de caudales subterráneos, aún no suficientemente conocida y que viene a compensar en parte los desequilibrios superficiales, aunque según el MAPYA el 75% del agua usada para riego es superficial.
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Tipología:
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Regadíos circunmediterráneos, de la costa suratlántica y de Canarias.
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Orientación hortofrutícola intensiva.
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Predominio de Explotaciones campesinas.
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Técnicas sofisticadas de riego localizado.
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Acusados déficits de humedad.
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Conflictos de uso con la demanda urbana e industrial.
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Ocasionan frecuentes problemas ambientales.
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Se pueden distinguir cuatro subsistemas:
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Fruticultura subtropical. Cultivos únicos en Europa (Granada, Málaga y Canarias).
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Fruticultura y citricultura mediterránea (valles medio e inferiores de principales ríos levantinos desde Murcia a Castellón)
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Horticultura temprana intensiva al aire libre. Ha perdido presencia en beneficio de los cultivos protegidos bajo plástico, aunque las técnicas de riego se han modernizado notablemente en los últimos años.
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Horticultura precoz bajo plástico.
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La primera experiencia fue en Canarias en 1958 y se introduce en la Península en 1963.
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Aunque no supone más de la tercera parte del cultivo hortícola de regadío, el potencial productivo del sistema, su capacidad de movilizar recursos y difundir innovaciones, de transformar espacios y sociedades locales, y los agudos problemas agroambientales a que se enfrenta lo convierten en un agrosistema fundamental actualmente.
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Es un sistema altamente concentrado en el espacio: Almeria, Murcia y Canarias.
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Aunque por lo general se ha situado en áreas ya regadas, en otras zonas ha constituido un elemento emblemático del proceso de colonización integral de espacios hasta entonces improductivos.
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Es un sistema agrario puntero en muchos aspectos: riego localizado, expansión y difusión de cultivos hortícolas y variedades acordes con la demanda, sobre todo exterior.
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Regadíos hortofrutícolas de los valles interiores (Valle del Gudalquivir y el Guadiana, llanos de Albacete, regadíos del Ebro, Castilla La-Mancha y Castilla-León.
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La incorporación de España a la CEE y las modificaciones de las regulaciones de los mercados de algunos de los cultivos protagonistas de los nuevos regadíos interiores ha incidido en un perfil más claramente maicero.
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Se asienta en explotaciones predominantemente familiares, especializadas en un solo cultivo y bien integradas en el mercado (valle y terrazas bajas de afluentes del Ebro).
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Regadíos extensivos cerealistas, forrajeros e industriales de interior.
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Es el sistema dominante del regadío español y su orientación monoproductiva es consecuencia de:
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Incremento considerable de la demanda de granos-pienso y de determinados cultivos industriales.
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De la mecanización total.
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De una estructura agraria dominada por las grandes explotaciones.
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En función del origen y las formas institucionales de gestión hay que distinguir tres grandes grupos:
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Regadíos históricos o tradicionales, existentes antes de 1900 (1,2 mills. has.)
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Característicos de las vegas de los grandes ríos peninsulares y de hoyas y llanuras litorales mediterráneas.
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Pequeños regadíos locales.
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Su organización y gestión descansa generalmente en las Comunidades de Regantes.
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Regadíos de iniciativa estatal, ejecutados en su mayoría por el régimen franquista entre los 40 y los 60.
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Fueron establecidos por la LEY DE COLONIZACIÓN DE 1949 y refundidas en 1973 en la LEY DE REFORMA Y DESARROLLO AGRARIO. Características de del marco normativo:
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Rigidez de los métodos.
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Carácter imperativo y larga duración de las transformaciones.
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Ausencia de criterios de racionalización del uso del agua.
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Ausencia de evaluación de la rentabilidad de las operaciones.
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Se crearon las Zonas de Alto Interés Nacional, que asistieron de la mano del regadío a un cambio en profundidad de la estructura física territorial y a una densificación del sistema de asentamientos mediante nuevos poblados de colonización.
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Se ubicaron sobre las vegas aluviales y campiñas terciarias de los grandes valles interiores (Guadiana, Guadalquivir, Ebro y Tajo, y afluentes del Duero), correspondiendo a las Confederaciones Hidrográficas la explotación de canales y acequias principales.
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Regadíos de iniciativa privada.
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Implantados en la mayoría de los casos con ayudas y subvenciones públicas.
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Se abastecen de aguas subterráneas o por tomas directas de caudales fluviales, cuyas concesiones, administración y gestión corresponde a las Comisarías de Aguas.
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PAISAJES Y SISTEMAS AGRARIOS DE LA ESPAÑA ATLANTICO-HUMEDA
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Las precipitaciones elevadas y regulares garantizan la presencia de la pradera natural.
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Predominan los relieves quebrados y hasta claramente montañosos, dominantes en casi toda la vertiente atlántica menos en Galicia, de ahí que parte considerable de este sistema de praderas, matorral atlántico y bosque mesófilo sea un paisaje y un sistema rural de montaña.
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Predominio de la explotación minifundista familiar, donde el minifundio es a la vez propiedad y explotación, con escaso peso de los regímenes de tenencia indirectos y con unos niveles de atomización realmente exagerados en algunas zonas. En el pasado, la separación de propiedad y explotación fue el rasgo dominante, con fórmulas de tenencia indirectas, arrendamiento y aparcería.
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La pequeña aldea es la célula organizadora de buena parte de la vida local y del espacio rural
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En el País Vasco, el caserío ha supuesto desde inicios de la Edad Moderna un forma diferente de hábitat disperso.
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Diversidad en el espacio y en el tiempo. El cambio se ha prolongado durante más de un siglo, comenzando a fines del XIX en el caserío con la primera industrialización del Pais Vasco, prosiguiendo con la especialización lechera de las explotaciones santanderinas y asturianas para culminar con la modernización de la agricultura gallega.
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El proceso de estratificación social que introduce en unas comunidades rurales dominadas por el minifundio campesino. La transformación del sistema agropecuario se llevó a cabo desde finales de la década de los 30 dentro de una estructura de explotaciones compleja donde están presentes: el microfundio, la pequeña explotación campesina, la mediana explotación y una presencia importante de la gran explotación ganadera. Después de la Guerra Civil se produce el acceso de muchos pequeños campesinos a la propiedad directa de la tierra cristalizando en una estructura agraria dominada por un minifundio a un tiempo de explotación y de propiedad. Los propietarios actuales de estos minifundios son “mixtos”, es decir, pequeños ganaderos asaliariados en la industria, en otras actividades productivas o pensionistas.
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La especialización bovina.
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La desaparición de policultivo de autoconsumo.
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Omnipresencia de la pradera en el terrazgo.
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Expansión en las zonas tradicionales de monte de repoblaciones forestales de claro signo productivo.
Cambios profundos en el sistema de cultivo en la década de los 60:
La gran explotación acortijada.
Es el factor estructurante fundamental del sistema y del paisaje agrario en el pasado, en su evolución y en su estado presente. Las pequeñas explotaciones no están ausentes siendo generalmente minifundios jornaleros.
En el XIX:
La propiedad de los cortijos tiene unos niveles de concentración superiores a los actuales, siendo el grupo terrateniente la nobleza encabezada por las casa de Osuna, Medinaceli y Alba.
Este latifundio nobiliario no fue obstáculo para la acumulación de tierras por parte de la Iglesia en términos de realengo y señorío.
La desamortización civil de 1855 no acarreará un trasvase significativo de bienes de propios.
Propiedad y explotación aparecían casi siempre separadas, y los grandes labradores o arrendatarios eran los protagonistas de la gestión del suelo.
Desde finales del XIX y principios del XX se produce una ruptura con el modelo de tenencia tradicional.
La desamortización eclesiástica y la liberación de la propiedad nobiliaria suponen un inmenso trasvase de tierras latifundistas que benefició sobre todo a los grandes arrendatarios labradores y a un grupo más heterogéneo de comerciantes, profesionales liberales de alto nivel, etc., que actualmente constituyen el 75% de la propiedad regional.
Cambios en el sistema de cultivo: del tercio al sistema de año y vez con barbecho semillado.
El sistema agrario se mantiene en su forma tradicional y con escasas modificaciones hasta comienzos del XX cuando se pasa del sistema de cultivo al tercio al sistema de año y vez con barbecho semillado.
Parcelas de gran tamaño, escasez de caminos y cortijos blancos en las lomas. La superficie cultivada lo ocupa todo: orillas de arroyos, fondos endorreicos y zonas con problemas estacionales de drenaje.
Se trata de un barbecho obligatorio establecido por las reformas de 1992 para los grandes productores de cereales, oleaginosas y proteaginosas, con el objetivo de reducir excedentes y contribuir a la liberalización de los mercados de tales producciones a escala mundial.
Prácticamente todos los cortijos campiñeses entran dentro de la categoría de grandes productores fijada por la UE (+90 TM) por lo que la superficie barbechada actual no tiene nada que ver con el sistema tradicional de cultivo.
Tipos de explotaciones olivareras:
El cultivo olivarero
Ha conocido en los últimos decenios una modernización notable en las técnicas de laboreo y de abonado, aunque la recolección sigue en gran medida dependiendo del trabajo asalariado eventual.
Hasta fines de los cincuenta, el manejo tradicional de la oliva fue poco exigente en fertilización y en labores del suelo.
En grandes plantaciones del Sur se había conseguido un equilibrio aceptable entre potencialidad edáfica, disponibilidades de agua bajas y rendimientos moderadamente elevados gracias a plantaciones no muy densas, a unas técnicas de laboreo adecuadas y a unos suministros de estiércol de 5000 kg/ha.
Ese equilibrio se rompe de manera generalizada a lo largo de la década de los sesenta:
Durante la década de los sesenta y los setenta se produce una crisis de rentabilidad en el olivar, que según AGUSTIN LOPEZ ONTIVEROS se debe:
En el último decenio, con la incorporación de España a la UE, el cultivo del olivo ha dado un giro sorprendente.
En aquellas de rendimientos altos o elevados, con posibilidades de mecanización de todas las labores del suelo el olivar asiste a un proceso de expansión o reocupación, así como a una difusión del regadío en las nuevas y viejas plantaciones.
Su mayor versatilidad climática permite su presencia en gran parte del territorio peninsular e insular, aunque actualmente se ha producido una polarización manchega del cultivo.
En 1997 la superficie total de viñedo sumaba 1.161.000 has., la mayor parte destinada a vinificación.
Evolución del cultivo
Tras los devastadores efectos de la filoxera entre 1880 y 1920, se sustituyen las plantas autóctonas por americanas.
En la década de los 80 hay 1650000 has. de viñedos, que se ven reducidos en los últimos en 400000 has. debido al impulso comunitario de apoyo al arranque de cepas que afectó a los viñedos de Cataluña, Castilla y León, Aragón, Navarra, Valencia y Galicia.
Los otros dos grandes productores europeos, Francia e Italia, también ha visto drásticamente reducida su superficie de cultivo.
Técnicas de producción y características de las explotaciones.
El viñedo es un cultivo de pequeñas y muy pequeñas explotaciones. El 50% del viñedo español se encuentra en explotaciones de menos de 20 has.
Aunque los viñedos españoles han incorporado técnicas modernas de laboreo, de abonado y de tratamientos fitosanitarios, la corta dimensión de las explotaciones ha sido un “handicap” para la capitalización y una limitación para el desarrollo de los rendimientos.
El rendimiento del cultivo del viñedo tiene limitaciones de tipo natural al enmarcarse en zonas con gran déficit de humedad y en los suelo de peor calidad en beneficio de los cultivos herbáceos.
La reestructuración y reconversión del sector dentro de la UE
Esta tiende a crear un sector competitivo sobre la base de la calidad y la eliminación de excedentes. Esto ha supuesto arranques importantes, sobre todo en las zonas en las que se generan los mayores excedentes con caldo de menor calidad. Se ha podido comprobar que parte de los ingresos que reportan los arranques se ha dedicado a nuevas plantaciones de mejor calidad, lo que unido a las mejoras técnicas y a la más cuidada elaboración de los vinos, sitúa al sector en un proceso de transformación notable.
La nueva reglamentación enfatiza en la competitividad de los caldos, manteniendo la prohibición de viñedos nuevos, si bien asegura a los Estados miembros unos derechos de plantación de nueva creación que cubran las necesidades de aquellas regiones con demandas superiores a la oferta.
Es prácticamente imposible cuantificar con cierta precisión la superficie que ocupan en España las tierras adehesadas debido a problemas de naturaleza documental y conceptual, aunque a partir de datos del MAPA en 1986 había aproximadamente 7 millones de hectáreas.
Define el paisaje y el modo de vida de millones de hectáreas del oeste y suroeste peninsular constituyendo la célula organizadora del espacio rural del zócalo ibérico peniplanizado.
La dehesa es un espacio acotado para pastos, que pueden ir o no acompañados de arbolado (encinas y alcornoques) y de tierras cultivadas generalmente en rotaciones largas o muy largas.
Rasgos agroecológicos:
Brinda los mejores ejemplos de dehesas ganaderas de España, y puede ser tomada como exponente de la génesis, evolución y transformaciones recientes de los sistemas ganaderos peninsulares.
Estructura de propiedad del sistema ganadero adehesado
Se asienta en el latifundio. La consolidación de la gran propiedad está consolidada a fines del Antiguo Régimen donde la propiedad correspondía a los estamentos privilegiados, con la nobleza e hidalguía a la cabeza, seguida por los concejos, las órdenes militares y la Iglesia.
La mayoría de estas dehesas se arrendaban a mediados del XVIII a trashumantes. El protagonismo del arrendamiento se mantiene después de las desamortizaciones de la segunda mitad del XIX.
Según el “Nuevo Libro de Yerbas de Cáceres” (1909), casi el 90% de la superficie adehesada se encuentra arrendada.
La desamortización eclesiástica y posteriormente la civil que se inicia en 1855 ocasiona:
Las dehesas de titularidad pública y/o boyales siguieron conservando un peso destacado en el espacio rural regional, tras sortear las ventas del XIX por el carácter comunal de sus aprovechamientos.
El desigual tratamiento silvícola del arbolado, la dificultad en el aprovechamiento de pastos y la conflictividad inherente a la compleja situación jurídica concede a este grupo peculiar de dehesas un interés considerable dentro de las políticas de estructuras agrarias y de ordenación del territorio de la administración regional, con competencias exclusivas en esta materia.
Evolución del espacio adehesado en los últimos decenios.
Ha sufrido mutaciones más complejas y de distinto alcance que las operadas en sistemas más agrícolas, debido al carácter esencialmente ganadero de las explotaciones y su forma de gestión extensivo.
Hasta los años 60 el aprovechamiento y gestión de las dehesas se sustentaba en:
Los setenta y la crisis del sistema adehesado:
En los últimos años hay que señalar que el apoyo de la UE a la ganadería extensiva ha producido un sobrepastoreo en algunas comarcas, y dado que estos paisajes poseen elevados valores de biodiversidad, parece conveniente considerar la nueva categoría contable de valor económico total, en la que junto al margen neto empresarial se añada el “margen ambiental”.
No todos los sistemas montañeses alcanzan el mismo desarrollo altitudinal; están ubicadas en zonas climáticas distintas, lo que introduce diferencias bioclimáticas y agroecológicas muy importantes de norte a sur. TEODORO LASANTA, ha distinguido entre:
Rasgos comunes de las agriculturas montañesas tradicionales y de su evolución más reciente:
Cambios en los últimos decenios.
Datos generales
Tipología de los espacios regados atendiendo a los componentes principales del sistema agrario.
Datos generales
Cambios en el sistema tradicional en lo que respecta a regímenes de tenencia, usos del suelo y estrategias productivas.
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La agricultura tradicional descansaba en un policultivo intensivo y preferentemente destinado a la reproducción de la unidad doméstica donde predominaba el labradío dentro del terrazgo (cereales).
La ganadería no constituía el centro de la actividad económica y de la organización social, aunque dentro del terrazgo existían prados de aprovechamiento individual.
En Galicia fue donde este policultivo adquirió su mayor complejidad y donde más perduró en el tiempo. La difusión del maíz en el XVIII y de la patata en el XIX constituye otra de las bases del policultivo gallego intensivo.
La transformación del sistema y de los paisajes agrarios se caracterizó por:
La gran explotación ganadera capitalista y la mediana grande suponen muy poco en la región. El número de cabezas por explotación es de 12 lo que está por debajo del “deseable” en un modelo de explotación campesina competitiva. Este se considera el problema estructural fundamental del agrosistema pecuario de la España húmeda.
En Cantabria la transformación y especialización lechera de las explotaciones campesinas tradicionales es un fenómeno ya antiguo, de las primeras décadas del siglo, aunque éste se ha consumado en los últimos tres decenios impulsado por la demanda de vacas lecheras destinadas a las granjas y vaquerías de las principales áreas urbanas de España de leche fresca o refrigerada, y sobre todo por las solicitudes de la industria alimentaria y transformadora a la que ya en los 90 se dirige el 93% de la producción
La especialización bovina conllevó un cambio de la composición racial de la cabaña bovina y su número se duplicó entre fines del XIX y principio de los 30. El cambio racial se consuma en los años 40 en beneficio de la raza frisona que ya supone más del 80%
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Enviado por: | Keky |
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