Filosofía y Ciencia
Óscar Varsavsky
Oscar Varsavsky fue uno de los primeros y más destacados especialistas mundiales en la elaboración de modelos matemáticos aplicados a las ciencias sociales.
Plantea el estudio de los fenómenos científicos valiéndose de los procedimientos lógico-metodológicos de las ciencias físico-naturales y sosteniendo que el máximo exponente del sistema social es la física, ya que ningún científico cuestionaría su carácter absoluto, universal y objetivo. Utilizando algunas ideas del filósofo de la ciencia Thomas Kuhn, desplegó una fuerte crítica a las normas que rigen el desarrollo de las ciencias. Opinaba que la obsesión por los métodos cuantitativos encubre, en la ilusión de la libertad de investigación, un mecanismo que garantiza la sujeción del científico a las estrategias de expansión del capital y las leyes del mercado. Estas ideas fueron su punto de partida para aspirar a una ciencia realmente más libre de los condicionamientos económicos.
Nace el 18 de enero de 1920 en la cuidad de Buenos Aires. Elige, luego de finalizar sus estudios secundarios, ingresar en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, de la que egresa como Licenciado en Química algunos años después.
En su juventud, se identificó con la corriente de pensamiento marxista pero con el correr de su vida se inclino hacia posiciones menos ortodoxas. Vinculado al ámbito institucional de Exactas, participó en numerosas gestiones y actividades, destacándose su trabajo en la comisión para el mejoramiento de la enseñanza de la matemática en el nivel medio.
Con respecto a su actuación en el exterior, Varsavsky se radicó en Venezuela un tiempo antes del golpe militar del General Onganía donde realizó diversos trabajos, contratado por su amigo Manuel Bemporad. Durante estos años, Varsavsky participó del proceso de renovación universitaria iniciado a raíz de los movimientos estudiantiles mundiales en 1968, que sintió como un verdadero inicio de transformación para el mundo.
A fines de los años 60, y ya radicado nuevamente en la Argentina, se produce un cambio de interés en Varsavsky al relacionarse mas estrechamente con las ciencias sociales. Explicitó su cuestionamiento a la actividad científica e intensificó la búsqueda de nuevas vinculaciones entre las ciencias. Su libro mas difundido durante este período fue Ciencia, política y cientificismo, dada la repercusión que éste tuvo en la discusión sobre el cientificismo.
Varsavsky muere el 17 de Diciembre de 1976 en la cuidad de Buenos Aires.
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Immanuel Wallerstein es un sociólogo e historiador estadounidense, nacido el 28 de septiembre de 1930. Ha desarrollado el concepto de "economía-mundo capitalista", en el que sostiene la necesidad de analizar el capitalismo de forma unitaria y con perspectiva histórica, es decir, las relaciones entre centro, periferias y semiperiferias como partes de un único sistema mundial. Su nombre comenzó a difundirse a mediados de los '70 con su libro "El moderno sistema mundial" que trata sobre el origen y el desarrollo de la economía mundial capitalista. Después de tres décadas e innumerable cantidad de publicaciones, el sociólogo anuncia el final del capitalismo: "(...)dentro de 25 quizás 50 años, el sistema mundial va a colapsar"
Plantea que el mundo que conocemos, el de una economía-mundo capitalista, ya no es capaz de manejar las presiones que ejercen los factores que lo constituyen. A raíz de esto, enumera las tres presiones más importantes que han llegado a un punto que amenazan la acumulación incesante de capital, y con esto la razón de ser del capitalismo histórico. La primera se refiere a la desruralizacion del mundo que produce un incremento en la cuota salarial; la segunda se caracteriza por la destrucción ecológica del mundo que hace subir el precio de los inputs en la producción; y por ultimo la democratización del mundo que eleva las tazas de impuestos por medio de las cuales los gobiernos buscan satisfacer las reivindicaciones populares para la educación, la salud, y los ingresos mínimos de sobrevivencia.
Por tanto, la restricción de ganancias a escala mundial y a largo plazo, combinado paradójicamente (al menos al parecer) con el colapso de los movimientos de la Vieja Izquierda, han llevado a una crisis estructural de nuestro sistema-mundo. Vivimos el período de transición hacia un nuevo sistema.
Además de estar presenciando una crisis estructural de la economía, hay un grupo de actores sociales que se ve cuestionado por el rol que deberían jugar dentro de la transformación que se vive. Así, este ejercicio de debate y cuestionamiento involucra temas morales y políticos.
Volviendo a lo dicho anteriormente respecto del proceso de transición, se pueden señalar tres aspectos en un período de transición: ”(...) Primero, será largo, tal vez cincuenta años. Segundo, será caótico, y por tanto, no sólo desagradable sino horrible. Y tercero, su resultado será ultra-incierto. Podríamos llegar a un nuevo sistema mucho mejor, o a uno mucho peor, o a otro de un carácter no muy diferente. No podemos predecirlo, pero sí podemos influenciarlo.”
Es dentro de este contexto de transición sistémica que podemos volver al tema del papel de los intelectuales comprometidos. Un período de transición sistémico es un período dominado por la confusión y el miedo. El rol principal de los intelectuales es contribuir a reducir la confusión, aún, y sobretodo, entre los activistas comprometidos con una transformación progresista.
De todas formas, es una tarea difícil de realizar porque los intelectuales se han ido manteniendo exentos de algunos temas, con la intención de luchar contra la represión llevada a cabo por la Iglesia y otras instituciones durante la etapa de la Inquisición. Crearon la idea de “neutralidad valorativa”, que implica la separación entre la recolección de datos y la investigación de las consecuencias que puedan tener para los asuntos que conciernen a la sociedad.“(...) Aseguran que escogen sus temas de investigación teniendo únicamente en cuenta sus intereses académicos.”
El ejercicio del saber social implica cuestiones tanto intelectuales como morales y políticas: “La idea de que uno debe tratar estas cuestiones como si fueran independientes es un invento del sistema-mundo moderno.”
Wallerstein luego de plantear su idea de que el moderno sistema-mundo, como sistema histórico, ha entrado en una crisis terminal, señala que en los sistemas sociales humanos, la lucha por una sociedad justa es un rasgo permanente. Además, esa lucha toma su mayor significado en los períodos de transición entre un sistema histórico y otro (cuya naturaleza no podemos conocer de antemano).
En palabras de Wallerstein: “(...) sólo en esos tiempos de transición resulta posible que las presiones del sistema existente hacia la vuelta al equilibrio puedan ser superadas por lo que denominamos libre albedrío. Por tanto, un cambio fundamental es posible, aunque nunca es seguro, por lo que corresponde a nuestra responsabilidad moral el actuar racionalmente, de buena fe y con energía en busca de un sistema histórico mejor.”
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Oscar Varsavsky fue de gran importancia para el país y para Latinoamérica en general. Se puede definir a Varsavsky como un científico "latinoamericano" por la inserción y trascendencia que alcanzó en varios países e instituciones, consecuencia de la estrategia de difusión que implementó, que consistió en crear grupos interdisciplinarios en distintos puntos de América Latina. Estimuló la creatividad del científico y su espíritu nacional, fomentando los estudios de la materia que interesa a cada país, eliminando los trabajos individualistas con el único fin de satisfacer las necesidades y los intereses de una elite mundial. Ser un científico en un país subdesarrollado, sería entonces estar constantemente intentando alcanzar estándares impuestos por una sociedad desarrollada. “El colonialismo cultural es como un lavado de cerebro: más limpio y más eficaz que la violencia física (...) Si un país sudamericano quiere ser realmente libre (...) tiene que tener su propia política educativa, dirigida mal o bien por sus ciudadanos.” , afirma Oscar Varsavsky, en su Charla en la Universidad Central de Venezuela en Junio de 1968. Se postula así, al conocimiento como un “(...) instrumento de poder y desigualdad desperdiciando la posibilidad de transformarlo en una herramienta para el desarrollo colectivo (...)”, sostiene Sara Rietti.
Fue definido por Rietti como el padre de un “estilo epistemológico” caracterizado por transparencia, participación, exhaustividad, y esta contribución al saber científico es el legado que dejó Varsavsky para el desarrollo de la ciencia.
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El marco general en el que se dio el debate sobre el cientificismo, determinó varios aspectos. Ubicándonos en el período 1955-1976, comenzando con la Revolución Libertadora y terminando con el llamado “Proceso de Reorganización Nacional”, podemos caracterizarlo como una etapa de muy rica y variada producción intelectual en relación a lo nacional y lo internacional. En el campo universitario, se dio la Reforma Universitaria, un proceso de cambio. La Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, el cuerpo directivo era de carácter reformista, catalogado para la época como “cientificista”.
El llamado “cientificismo” tiene como características esenciales la indiferencia del científico antes las problemáticas sociales que lo rodean, formando futuros profesionales preocupados en la ciencia como elemento de estudio apartado de la realidad. Es también, una estrategia que contribuye al posicionamiento jerárquico de los países según su importancia en el sistema mundial, existiendo un líder indiscutido -el Hemisferio Norte- que impone internacionalmente los objetos de estudio, que el resto de los países -los subdesarrollados- acatarán y estudiarán cuales empleados en un sistema empresarial.
La crítica al cientificismo se origina en 1959 con un planteo ideológico estudiantil, desarrollándose hacia 1961 y 1962 por las problemáticas académicas y la vinculación del término al elitismo y la pasividad ante una seudo superioridad del Hemisferio Norte y hasta una idealización del mismo. Puede decirse que la critica al cientificismo no es solo un planteo ideológico sino también un desvío en los objetivos del proyecto reformista en cuanto a sus comienzos; en 1961 se dieron en la Universidad varias crisis departamentales en las que se manifestó una división entre los docentes y los alumnos.
Oscar Varsavsky fue un personaje importante en este debate. Desde un primer momento se ubico dentro del grupo reformista, pero al iniciarse la critica al cientificismo, adhiere a ella y logra detectar las razones por las cuales el grupo reformista no pudo entender la crítica.
Ciencia, política y cientificismo es la obra más valorada de Varsavsky, que dio origen a una polémica acalorada. En ella, Varsavsky desarrolla las críticas al cientificismo: la ciencia para un cientificista es objetiva y universal, encumbrando los países en los que nació esta ciencia. Esta jerarquía que impone este modo de ver las ciencias induce a los científicos a anhelar a un posible ingreso a grupos líderes, limitando la libertad de investigación y las capacidades creativas. De esta manera, los científicos se ven cada vez mas alejados de la aplicación de sus conocimientos plenamente a cargo de quienes financian su investigación (con una mirada enteramente empresarial) alejando la ciencia social del científico. Igualmente, un cientificista en un país subdesarrollado tiene las mismas características que tiene un empleado o un obrero valorando sus conocimientos a razón de sus coordenadas geográficas.
Las ideas principales de Varsavsky serían tres, a saber: hacer ciencia politizada, lo que es decir, buscar un nuevo objetivo en la actividad científica siendo este estrictamente social; valorar la autonomía científica, que en palabras de Varsavsky es: “independencia de criterio, actitud crítica pero de ninguna manera rechazo indiscriminado de todo lo que provenga de otro país”
Esta autonomía es necesaria por dos razones; por un lado por el valor que tiene un mismo conocimiento para diferentes lugares y, por otro, por la complejidad de una ciencia que interactúa con el medio. Por último, propone el llamado estudio interdisciplinario que consiste en la formación de un grupo de varios profesionales de igual nivel y diferentes disciplinas para fortalecer y enriquecer los estudios y los modos de pensar.
Las críticas a la propuesta de Varsavsky se concentraron en dos aspectos. Por un lado en el epistemológico y por el otro en la acción política. En cuanto al primer aspecto, la polémica se dio en especial con Gregorio Klimovsky quien sostuvo que es posible y hasta necesario separar lo “científico” de lo “ideológico” mediante uno de los tres contextos de actividad científica (descripción, justificación y aplicación), siendo el segundo el capaz de separar estas dos dimensiones. A este planteo, Varsavsky contesta que no se quiere separar lo social de lo científico, pues el fin no es declarar verdaderas o falsas las hipótesis.
En cuanto al segundo aspecto criticado, la acción política, la crítica considera que existe una “(...) sobrevaloración desmesurada de lo que puede hacer la ciencia, que puede calificarse de posición tecnocrática. En todos los planteos del proceso falta el protagonista principal del proceso histórico: el pueblo. Ese pueblo al que la ciencia no le importa mucho por ahora.”
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Haremos uso de citas de Ciencia Incierta, libro de Mario Heler editado por primera vez en 2004, para referirnos a los conceptos presentados en 1969 por Oscar Varsavsky en Ciencia, Política y Cientificismo.
Mario Heler dice: “la concepción oficial de la ciencia sostiene que ni la ciencia ni los científicos poseen responsabilidad alguna de tomar las decisiones acerca del uso social de los avances científicos”. Análogamente, Varsavsky denuncia esta supuesta imprudencia de la ciencia años atrás, aseverando que los instrumentos que la ciencia produce son los que el sistema le permite y hasta le demanda. Así, no sólo no puede hablarse de la neutralidad de la ciencia, sino que también debe hacerse responsable por la formación de profesionales dependientes de un líder “indiscutido”, el Hemisferio Norte. Este líder propondrá los objetos de estudio, los modos de estudiarlo y lo que es peor, será el único beneficiado con la investigación. Aquí nos encontramos con otra diferencia ante la versión oficial de la ciencia: no existe “(...) una búsqueda desinteresada que se rige por un único valor: la verdad.” Según Varsavsky, como ya dijimos, existe un tutor a nivel mundial que tendrá la capacidad de elegir, y lo hará por el resto del mundo. La elección que haga va a dar a conocer un cierto enfoque, una orientación, sin ir más lejos, un interés. Este interés mueve otros intereses (de prestigio, de avance individual, etcétera) que pondrán de manifiesto el carácter egoísta, ambicioso y competitivo del hombre. Ya Adam Smith caracterizó al hombre con estos tres adjetivos en su libro La Riqueza de las Naciones identificándolos como los motores para el movimiento de la economía. En este caso, lo consideramos como disparador del avance científico por razones meramente egoístas que darán crédito y dicha a unos pocos. Estos pocos aprovecharán el supuesto límite que configura el actual concepto de desarrollo para imponer sus proyectos y necesidades, financiando las investigaciones que les interesen y sacando un provecho monetario de ellas. Esto recuerda a la estructura de una empresa, en la cual se transfieren los intereses, dando a cambio lo que cada uno (cree que) necesita: un empleador necesita resolver problemas; un empleado, recibir un sueldo, etcétera.
“Las fuerzas que determinan el tipo de ciencia no son puramente internas y basadas en el genio creador y la libertad de pensamiento. (...) el dinero es un factor decisivo, pero puede aducirse que no es tan grave mientras los mayores fondos sean entregados realmente a quienes producen los “mejores” resultados.” La pregunta es entonces, cómo se determina qué proyecto merece más atención que otro. El método utilizado es el de los “papers”, que son las mercancías que el científico produce a cambio del reconocimiento ante la comunidad científica. Varsavsky considera que este método termina por premiar a los trabajos débiles por sobre los profundos, ya casi extintos hoy en día. El fin último del científico será ingresar a aquella comunidad científica, “elite” para Varsavsky, llenándose de científicos poco hábiles para la investigación, fieles servidores de intereses ajenos, despreocupados por la originalidad de sus ideas y de la capacidad que tienen de formar a sus discípulos.
Esta elite científica determina sus decisiones de acuerdo al paradigma vigente, a este estadio llamamos ciencia normal que se verá en crisis por una acumulación de anomalías y se producirá una revolución científica que propondrá un nuevo paradigma. Kuhn, definiendo la idea de revolución científica, dice al respecto: “Los cambios revolucionarios (...) ponen en juego descubrimientos que no pueden acomodarse dentro de los conceptos que eran habituales antes de que se hicieran dichos descubrimientos (...), debe alterarse el modo en que se piensa”.
Oscar Varsavsky señala los problemas que presenta el cientificismo; destacando su incapacidad de producir avances realmente significativos para la historia de la humanidad: “(...) no es de extrañar tampoco que estos últimos años no hayan visto la aparición de ninguna idea del calibre de las que nos dieron Einstein, Darwin, Pasteur, Marx, (...)”.
Puede cerrarse este apartado citando las palabras de Varsavsky, anhelando una emancipación hasta hoy no vista: “la independencia cultural debe ser nuestro objetivo permanente (...), significa dos cosas: obligación de crear y derecho a elegir”.
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“Casi todos los científicos sociales actuales explican que hablan como académicos sólo dentro del ámbito científico y que dejan para la arena pública cualquier discusión acerca de los valores y resultados a los que uno debería llegar a partir de la pintura que ofrecen de la realidad”
La ciencia actual está en crisis, de eso no hay dudas. Y quienes atraviesan esa crisis desde dentro, no tardan en echarse culpas y liberarse de las responsabilidades que les atañen. La versión oficial sostiene que la ciencia no tiene relación directa con la ética. Esta idea data de una época de represión mucho más pública y directa, pero no por eso ausente hoy. En el primer caso, las limitaciones eran claras; había una sola verdad a respetar: la divina. Con el transcurso de la modernidad, este poder divino se transfirió a uno más terrenal y tal vez un poco invisible. Desplazando la autoridad teológica, los intereses del Hemisferio Norte fueron ganando su espacio de dominación. Esta nueva potencia mundial ejerce sus fuerzas de coacción sobre el resto del mundo de manera indirecta pero con igual o mayor efecto que el método más antiguo, “el sistema no fuerza: presiona (...) la necesidad de dinero es general en todas las ramas de la ciencia”, aseguraba Varsavsky, por ello, quién lo tenga en su poder, también tendrá la capacidad de decidir sobre el futuro de la ciencia y de acuerdo a sus propios caprichos.
Cuando el científico -y ciudadano- perciba la existencia de la relación entre la ciencia y lo social circundante, será libre y capaz de progresar, como en algún otro tiempo, el mismo hombre lo hizo. Únicamente siendo conciente de lo que lo atormenta, lo perjudica y lo censura, llegará a producir “verdaderos momentos estelares de la humanidad” -nuevamente-.
Bibliografía:
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WALLERSTEIN, IMMANUEL, Conferencia dada por el transcurso del Forum 2000: Inquietudes y esperanzas en el umbral del nuevo milenio, Praga, 3 al 6 de septiembre, 1997. Artículo publicado en Iniciativa Socialista, número 47, diciembre 1997.
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KLIMOVSKY, GREGORIO y otros, Ciencia e Ideología. Aportes Polémicos, Buenos Aires, Argentina, Ediciones Ciencia Nueva, 1975.
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KUHN, THOMAS, ¿Qué son las revoluciones científicas? Y otros ensayos, Barcelona, ICE-Paidós, 1989.
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WALLERSTEIN, IMMANUEL, Los intelectuales en una era de transición, Un Mundo Incierto, Material de Cátedra.
Artículo publicado en Iniciativa Socialista, número 47, diciembre 1997
Op. Cit.
WALLERSTEIN, IMMANUEL, Un Mundo Incierto, pp.81, 82.
Op. Cit. p.66.
Artículo publicado en Iniciativa Socialista, número 47, diciembre 1997
REVISTA REDES, Homenaje a Oscar Varsavsky, p.160.
Op. Cit., p.177.
VARSAVSKY, OSCAR, Ciencia, Política y Cientificismo, p 50.
KLIMOVSKY, GREGORIO y otros, Ciencia e Ideología. Aportes Polémicos, p 119.
HELER, MARIO, Ciencia Incierta, p.14.
Op.Cit. p.13
VARSAVSKY, OSCAR Ciencia, Política y Cientificismo, p. 114
Op. Cit. p.115
Op. Cit.
KUHN, THOMAS, ¿Qué son las revoluciones científicas? y otros ensayos, p.59
VARSAVSKY, OSCAR, Ciencia, Política y Cientificismo, p.120
REVISTA REDES, Homenaje a Oscar Varsavsky, pp.161, 163
WALLERSTEIN, IMMANUEL, Un Mundo Incierto, pp.68
VARSAVSKY, OSCAR, Ciencia, Política y Cientificismo, p.113
Op. Cit. p. 120
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