"Los habitantes de las distintas naciones se matan entre sí a intervalos regulares, por lo que también, debido a esta causa, deben sentir miedo y temor a todo el que piense en el futuro. Esta anomalía se debe al hecho de que la inteligencia y el carácter de las masas son muy inferiores a la inteligencia de los pocos que producen algo valioso para la humanidad."
Albert Einstein - 1939
El hombre posee como privilegio, sobre todas las demás especies, la inteligencia, pero la inteligencia tiene otras consecuencias, entre ellas la posibilidad de aprehender niveles de abstracciones superiores, como la conciencia del tiempo. Los seres humanos somos temporales, y esta conciencia del tiempo nos permite captar la extraña habilidad de proyectar en el futuro.
Pero el futuro aparece siempre como incierto, para predecirlo, solamente podemos cuantificar algunas variables, pero debemos tener en cuenta, que intervienen otras variables de las cuales la más inestable es el comportamiento humano.
Cuando una persona piensa en el año 2000, debe pensar necesariamente en el futuro. Este fenómeno es una manifestación del orden material como fenómeno tecnológico, pero por extensión, también del orden espiritual. Aunque el pasaje del año 2000 al 2001 no representa el cambio de milenio (el 1er año fue el año 1 y no el 0), y esta comprobado que no existen razones de orden cosmológico para suponer una tal influencia calendaria, también concurre junto al hecho material un hecho emocional: mientras que algunos esperan el año 2000 con expectativa, otros pronostican suicidios, hecatombes y hasta el fin del mundo.
A pesar de que el año 2000 representa una meta final ficticia, es también un fenómeno singular que el ser humano transformado en una multitud conforma un pensamiento colectivo que lo hace sentir, pensar y obrar de forma muy diferenciada a como siente, piensa y obra de forma individual. No existen dudas que el ser humano intenta imponer a los objetos las realidades de las leyes de la vida psíquica. Y estos residuos animistas presentan dos características diferenciadas: el contagio mental representado por el pensar y el hacer, y la sugestibilidad, es decir, el carácter de influencia que tienen los otras creencias sobre las propias.
La pregunta que debemos hacernos, sabiendo que los hechos espirituales contaminan todas nuestra ideas decisivamente, es ¿hasta dónde el hecho espiritual puede influenciar el análisis del hecho materia?, y ¿hasta dónde la conciencia colectiva de la humanidad puede contaminar la tecnología?.
Resulta una ilusión fácilmente aceptable que es posible descubrir todo lo cognoscible mediante la reflexión. Esta forma de realismo ingenuo se agraba por el hecho de que el hombre tiene un profundo anhelo sobre la certeza de sus conocimientos (pese a que la historia nos ha demostrado la existencia de una gran relatividad científica). La tarea científica, en su estricto sentido, solo puede mostrarnos como se relacionan los hechos entre sí y como se condicionan mutuamente, intentando descubrir los fenómenos asociados. Pero, la tecnología es creada por la propia extensión de las facultades intelectuales del hombre. En este sentido, el fenómeno tecnológico del año 2000 es implícitamente inexcusable porque fue creado por mismo hombre.
Se podrían enumerar algunas razones que intenten justificar esta expresión de miopía intelectual :
La tecnología evoluciona mas rápidamente que la concepción que tenemos de ella.
Asimismo, la tecnología de avanzada puede ser tan efímera como lo reveladora.
3. No existe la certeza de predecir el futuro ni en el orden humano, ni en el tecnológico.
4. Los factores tecnológicos se encuentran muy influenciados por los factores emocionales (los cuales son muy inestables).
Aunque el material del impacto tecnológico es estudiado por el hombre sobre la base del conocimiento y las abstracciones relativas al problema, el estudio del año 2000 merece una atención más práctica que científica. Y aunque el año 2000 represente una inquieta expresión neurótica, evidencia la siniestra paradoja humana donde la inteligencia del hombre puede ser la causa o efectos de sus propias desdichas. De una o de otra manera, siempre tendremos la sospecha de estar a medio camino.