El nacimiento de la filosofía ha sido considerado como el paso del mito al logos en el que se transita de un orden fuertemente jerarquizado a un orden débilmente jerarquizado en el que aparecen las nociones de proporción, equilibrio y acuerdo como principios de subordinación.
El mito es un importante principio organizador de la vida social que establece al mismo tiempo un cuerpo de prescripciones y un principio de inteligibilidad; el mito instituye un acontecimiento inaugural que da razón de la existencia de la colectividad en el presente por referencia a un momento original.
En las llamadas ideologías reales, las formas rituales se organizan en un culto fuertemente burocratizado e igualmente el sistema mítico experimenta singulares variaciones. Persiste la idea del ciclo, pero el rey se convierte en encarnación viva de este principio cosmogótico. En este sistema no existe separación entre orden social y orden natural.
Probablemente el antiguo imperio micénico y el minoico seguían el modelo de las grandes monarquías orientales. La invasión de los dorios destruyó este equilibrio y abrió una brecha de enormes alcances. Para disminuir esa irrupción catastrófica de la realidad surgirá en buena medida el pensamiento racional. Así pues, es sobre la superficie de una inmensa crisis de soberanía como se sientan las bases para el paso del Mito al Logos.
Con la llegada de las invasiones dorias, Grecia se hundirá en una larga Edad Oscura por cuatro siglos. Es durante este lapso cuando se llevarán a cabo las transformaciones que propician la posibilidad de lo que se conocerá como cultura griega. Un efecto de la invasión doria fue la fundación de la Polis griega: la ciudad.
En su intento por restaurar una imagen épica del mundo, Homero lleva a cabo una ordenación de la multitud de divinidades que pueblan el cielo imaginario griego, estableciendo poéticamente un universo teológico minimamente ordenado. El talante como se expresa la religiosidad homérica, marcaría profundamente el espíritu griego: se narra un conflicto entre dos entidades igualmente soberanas: el héroe y la voluntad de los dioses. El hombre está expuesto al acontecimiento, sin embargo, Homero propone una serie de conceptos guías con los que orientarse. Estas piezas claves constituirán los ejes mayores sobres los que se levantará el pensamiento prefilosófico y el peculiar talante de los griegos.
La obra de Hesiodo nos muestran un carácter completamente diferente. Es un racionalizador de los mitos, no hay en él asomo de entusiasmo religioso, y si un afán de sistematicidad. Los primeros filósofos ordenaron la realidad directamente sobre el modelo hesiódico.
La religión olímpica es un culto sin libro sagrado en el que se expresa la verdad revelada, ni casta sacerdotal que preserve la homogeneidad de los dogmas; sin esta circunstancia es muy probable que el nacimiento de la razón no hubiera tenido lugar.
Frente a la religión olímpica pronto surgirán tendencias religiosas divergentes que expresan una preocupación por el destino del alma prácticamente ausente en la religión oficial y pública.
En un principio mito y logos no se oponen, el logos es hieros logos, narración sagrada que recoge las gestas de los héroes y la vida de los dioses. Poco a poco, el logos se va transformando, pasa de representación a concepto. Una serie de transformaciones sirvieron de condición de posibilidad para esta mutación.
En primer lugar el descubrimiento de la escritura en el siglo VIII, los griegos inauguran una escritura fonética que desplaza lo secreto y lo hace público. Así, el paso de lo oral a lo escrito tiene una importancia fundamental en el nacimiento del logos. En segundo lugar la invención de la moneda acuñada que permite el nacimiento de una economía de mercado y además propicia uno de los rasgos fundamentales del logos: su carácter de representación universal. Finalmente, las técnicas geométricas y astronómicas permiten una ubicación laica del hombre en la realidad, un sistema de referencias continuo sobre el espacio y el tiempo; un modo de ubicar los acontecimientos plegándolos bajo algún tipo de soberanía.
La filosofía no solo es una actitud de un nuevo punto de vista sino también un género expresivo, una forma de escritura que se diferencia claramente de géneros anteriores o contiguos. Dos modalidades expresivas vecinas son importantes: la poesía lírica y la tragedia. La lírica propone una primera ordenación simbólica de la realidad sin recurso a categorías teológicas. Los acontecimientos son inscritos y evaluados sobre una superficie de registro vital y personal. La tragedia pone en escena acontecimientos específicos de la vida de los héroes para que la ciudad los considere y valore.
La filosofía es una práctica personal como la lírica, pero se apoya en lo común, trata de dar a ese quehacer individual una forma que participa de la naturaleza deliberativa y la voluntad de acuerdo, propias del carácter colectivo de la antigua tragedia.
Históricamente el primer gran tema de asombro será la naturaleza. Filósofo será quien se pregunte por ese principio, aquel que aspira a un saber universal que permita orientarse en el orden del acontecer. En Mileto surgirá el pensamiento filosófico de la mano de Tales, Anaximandro y Anaxímenes. Muy pronto se afirmará como principio el Logos, con él el hombre se declara soberano en el momento preciso en que acepta estar en todo momento sometido a la ley de lo común. A partir de este instante la razón occidental comienza a tener historia.