Filosofía y Ciencia
Lo apolíneo y lo dionisíaco; Nietzsche
NIETZSCHE
Lo Apolíneo y lo Dionisiaco
APOLO:
Apolo era uno de los dioses más venerados por los griegos, le erigieron muchos templos y a su oráculo acudían cuando deseaban conocer el futuro o aspectos oscuros de su existencia. Los griegos lo consideraron como el dios de la juventud, la belleza, la poesía y las artes en general.
Según Nietzsche, Apolo además expresaba para los griegos un modo de estar en el mundo: era el dios de la luz, de la claridad y la armonía, frente al mundo de las fuerzas instintivas. Simbolizaba también la norma, el orden, la serenidad, el equilibrio, la moderación, la medida, la forma, la perfección, la racionalidad, la felicidad, lo coherente, lo proporcionado, lo que nos gusta mostrar de nosotros mismos.
Tradicionalmente se interpreta la cultura griega como una cultura apolínea, que presenta una visión ordenada, luminosa y racional de la realidad. Nietzsche es contrario a esta interpretación, pues afirma que es correcta para el mundo griego a partir de Sócrates, pero no para el anterior. Frente a lo apolíneo, los griegos opusieron lo dionisiaco.
DIONISOS:
El dios griego Dionisos (Baco para los romanos) era el dios del vino y las cosechas, de las fiestas precedidas por el exceso, la embriaguez, la música, la danza y la pasión, la orgía, el desenfreno. Era el dios de la vida y la alegría desbordante.
Nietzsche hace una interpretación que va más allá de su significado ordinario y representaba también el mundo de la confusión, la contradicción, la deformidad, el desorden, el caos, el riesgo, la lucha, la noche, el mundo instintivo, la irracionalidad, la vida en sus aspectos oscuros, lo oculto, lo que nunca quiere mostrarse, lo que hay que callar de nosotros mismos. La auténtica grandeza del mundo griego anterior a Sócrates y Platón estribaba en no ocultar esta dimensión de la realidad que expresaron en la tragedia. A través de este género artístico consiguieron armonizar lo apolíneo y lo dionisiaco, las dos dimensiones fundamentales de la realidad sin ocultar ninguna de ellas. Para Nietzsche la tragedia es mucho más que una obra artística, constituye la esencia de la verdadera cultura: la lucha entre la vida (la embriaguez creadora) y su negación (la norma, lo racional).
Sólo con el inicio de la decadencia occidental en la Grecia clásica, con Sócrates y Platón, los griegos intentan ocultar lo dionisiaco inventándose un mundo de la legalidad y racionalidad, un mundo puramente apolíneo. Frente a Dionisos, Apolo acaba venciendo. Sobre esa victoria que trastocó los valores se ha construido una historia de los valores apolíneos.
Los pueblos primitivos e incluso los históricos no judaizados ni cristianizados, ni sometidos al pensamiento platónico han sido pueblos guiados por la fuerza de los instintos, de la pasión, confiando en el liderazgo de un hombre que demostraba cualidades de fuerza y vigor superiores a los demás hombres. A ese líder se le otorgaba todo, su proceder era la ley y la justicia; nada podía negársele, era el jefe, el fuerte, el poderoso, el noble, el rey de todos. Ese liderazgo y esa superioridad se han consagrado en las palabras, por ejemplo, “virtud” viene de “vir”, varón.
Los nobles, los poderosos, los aristócratas, los dominados por la fuerza de vivir arrastraban a las masas a seguirles, arrasaban todo lo que se oponía a sus intereses e inclinaciones, y no respetaban nada que no fuera ellos mismos. Su vivir era dionisiaco, embriagador, intensivo, dominado, potente, libre, impositivo. Para ellos la vida era riesgo, lucha, enfrentamiento con el rival, pasión, fortaleza... pero ese modo de vivir fue degenerando porque aparecieron otras fuerzas ocultas, cobardes, traicioneras, que actuaban en la oscuridad y minaron los valores de los nobles, fueron el idealismo, el judaísmo, el cristianismo, la ciencia moderna y la política democrática y socialista.
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¿Cómo caracteriza Nietzsche la facultad del olvido?
Según Nietzsche, se trata de una capacidad activa, no una nueva fuerza inercial. Es decir, que no olvidamos las cosas por simple inercia, sino debido a que nuestra capacidad de olvido actúa activamente para que olvidemos, seleccionando la mayoría de nuestras experiencias, que pasan a ser olvidadas, y dejando sólo unas pocas. Nietzsche compara esta facultad con la digestión y asimilación de alimentos: al igual que de los alimentos que ingerimos sólo una pequeña parte es asimilada por el organismo y pasa a la sangre, así ocurre también con todas nuestras experiencias: sólo una pequeña parte son digeridas y asimiladas y el resto se olvida.
Nietzsche dice además que olvidar es necesario para mantener el equilibrio anímico, es decir, la salud psicológica. Siguiendo la metáfora de la digestión, dice que aquella persona a la que le falla la facultad del olvido es comparable a una persona que no hace bien las digestiones, y su estómago no evacua bien, acumulándose la comida y los gases.
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¿Cuál es la facultad opuesta?¿Con qué finalidad surgió en el ser humano?
La facultad opuesta es la memoria; para Nietzsche el hombre es por naturaleza un “animal olvidadizo”. Necesita olvidar para mantener la salud psíquica. La memoria surgió en el ser humano más tarde, y con ella, la capacidad de olvido queda en suspenso algunas veces.
La finalidad con la que surgió fue permitir al hombre ser capaz de hacer y cumplir sus promesas y compromisos en la sociedad, sin memoria, esto sería imposible.
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¿Cuál es la condición necesaria para que el hombre llegara a poder hacer promesas y cumplirlas? ¿Qué papel jugaron en esto la eticidad de las costumbres y la camisa de fuerza social?
La condición necesaria es a parte de la memoria, que el hombre se vuelva un animal uniforme, predecible, calculable, regular. Esta tarea costó mucho y fue posible gracias a lo que Nietzsche denomina la “eticidad de las costumbres y la camisa de fuerza social”.
Con la expresión “eticidad de las costumbres” se refiere a la moral basada en las costumbres, es decir, a la moral de las sociedades antiguas, primitivas, que se basaba en la obediencia a una serie de preceptos impuestos por las costumbres y la tradición. En las sociedades antiguas la moral consistía sólo en la obediencia a esas costumbres y a la tradición.
El incumplimiento de estos preceptos era severamente castigado. Gracias a la presión social sobre el individuo, el ser humano se fue volviendo poco a poco un ser calculable, regular y predecible, dejando de ser imprevisible, espontáneo y sorprendente.
El actuar en contra de lo que ordenaban las costumbres y la tradición era considerado “inmoral” en estas sociedades, por lo que dice que “autónomo” y “moral” se excluyen, pues el individuo autónomo es el que actúa por sí mismo, al margen de las costumbres.
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¿Cómo define Nietzsche la responsabilidad?
A la capacidad de responder ante los demás de las acciones y de la palabra de uno mismo, la denomina “responsabilidad”. Dice que en las sociedades primitivas, bajo el dominio de la eticidad de las costumbres, no existía la noción de responsabilidad individual. Si un individuo de la comunidad atentaba contra las costumbres, se entendía que la comunidad entera sufría el castigo y la ira de los dioses. Para alcanzar la responsabilidad, el hombre tuvo que alcanzar el dominio de sí mismo, aprender a pensar por sí mismo y liberarse de la “eticidad de las costumbres”.
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¿Cómo define Nietzsche la conciencia?
El término conciencia es complejo. Nietzsche utiliza en alemán 2 palabras diferentes: CONCIENCIA Y CONSCIENCIA, que en castellano son equivalentes, pero no en alemán.
El término consciencia es la traducción de la palabra alemana BEWUSSTSEIN que literalmente significa “ser consciente”. Su significado es tener conocimiento de algo.
El término conciencia se corresponde con el vocablo alemán GEWISSEN, que significa la consciencia o el conocimiento que posee el ser humano sobre lo bueno y lo malo, la capacidad de juzgar moralmente, la conciencia moral. Así, por ejemplo hablamos de tener mala o buena conciencia, o de no tener conciencia moral.
En las últimas líneas de esta disertación, define la conciencia (Gewissen, conciencia moral) como la consciencia (Bewusstsein) de la propia libertad, del dominio y del control sobre uno mismo. Poseer conciencia es una cualidad del hombre soberano, libre, dueño de sí mismo. En su origen la Conciencia era pura y simplemente eso. Pero con el paso del tiempo ha ido evolucionando hasta adquirir el significado de “mala conciencia” o “consciencia de culpa”.
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¿Qué relación hay entre la aparición de la memoria, hacer promesas y dolor? (3)
La relación es la siguiente:
Para poder hacer promesas es necesario tener una memoria.
El hombre, sin embargo, tiene una tendencia natural al olvido.
Por lo tanto para poder llegar a ser capaz de hacer promesas tuvo que dotarse de memoria.
La memoria no apareció de repente, sino que es el resultado de un largo proceso histórico en el que el dolor y la crueldad jugaron un papel muy importante. Gracias al dolor, a los castigos, a la crueldad, a diversas clases de torturas, el hombre fue capaz de memorizar unas cuantas reglas de convivencia social que debía de obedecer. Por eso dice Nietzsche que la psicología más antigua se basaba en el axioma “sólo lo que no cesa de doler permanece en la memoria”.
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¿De dónde procede el concepto de culpa? ¿Qué significó originariamente el término “culpa”? (4)
El concepto moral de culpa (en singular SCHULD, en plural SCHULDEN), procede del muy material concepto de “tener deudas”. (En alemán el verbo SCHULDEN significa “deber algo a alguien”, pero también “ser culpable de algo”. El 1er significado debió ser el original según Nietzsche, y no es un concepto moral, sino comercial).
Culpa y deuda se expresan en alemán con la misma palabra SCHULD. En su origen, pues, tener una culpa no era sino tener una deuda impagada, un compromiso o una promesa no cumplido. El concepto moral de culpa surgió de la evolución del concepto de deuda, que se originó a su vez en el contexto de las relaciones contractuales entre acreedor (al que se le debe la deuda) y deudor, (el que la debe).
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¿Cómo se originó la institución de la pena (=castigo) en la humanidad antigua? Explica la “lógica de la compensación” propia de la humanidad antigua. (5).
En su origen la finalidad del castigo o pena era crear una memoria “para que algo permanezca en la memoria se lo graba a fuego”. La institución del castigo surgió en las relaciones contractuales entre acreedores y deudores. El que contraía una deuda prometía pagarla, y para garantizarlo acordaba, mediante un contrato con el acreedor, que en caso de que no pagara cedería al acreedor otra cosa que poseyera: su propio cuerpo, su libertad, su mujer, sus hijos, su vida, etc. Sobre los que el acreedor tenía el derecho de infligir un castigo y descargar su crueldad.
La “lógica de la compensación”, propia de la humanidad antigua, se basaba en la idea muy arraigada de que aquel perjuicio causado al acreedor por el impago de una deuda puede ser compensado mediante un dolor causado el deudor que no ha cumplido su palabra. Se basaba en el principio de la equivalencia. El perjudicado cambia el daño causado por el deudor por el placer de hacer sufrir, infringiéndole un castigo. La humanidad antigua prefirió compensar el perjuicio causado al acreedor mediante el derecho del acreedor a ejercer la crueldad contra el deudor en vez de compensarlo por medio de “una compensación en dinero, en tierras o en pensiones”.
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¿Qué función cumplía en la humanidad antigua el ejercicio de la crueldad? ¿Por qué? (6).
Según Nietzsche el ejercicio de la crueldad era la “gran alegría festiva de la humanidad más antigua” y era “un elemento adicional en casi todas sus alegrías”. El motivo de esto es que la humanidad más antigua carecía todavía del concepto moral de culpa y satisfacía “su imperiosa necesidad de crueldad” desde la más absoluta inocencia e ingenuidad. La razón de esto es que “ver sufrir produce bienestar, y hacer sufrir, más bienestar todavía”, pues es una forma de acrecentar la conciencia de poder.
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¿Qué diferencia hay entra la manera en que la humanidad antigua valoraba la crueldad y la manera en que la valoran los hombres modernos? ¿Y el sufrimiento? ¿Por qué? (7).
La humanidad antigua no se avergonzaba de su crueldad, que se ejercía sin mala conciencia ni sentimiento de culpa, es decir, con la inocencia del animal. La crueldad se veía como un ingrediente más de la vida y se aceptaba como un instinto humano que hacía la vida más jovial y alegre.
Los hombres modernos se han moralizado y sus sentimientos se han reblandecido. Esa es la razón por la que rechazan la crueldad. Al hacer esto se avergüenzan de sí mismos y de sus propios instintos, rechazan la vida y el mundo, pues la crueldad es un ingrediente de la vida.
Lo mismo ocurre respecto al sufrimiento. El hombre moderno también rechaza el sufrimiento. Para él es un obstáculo que nos impide afirmar la existencia, decir sí a la vida. Para la humanidad antigua hacer sufrir era algo imprescindible, un atractivo. Esto, naturalmente, repugna al “delicado” gusto de los hombres modernos. Pero para los antiguos hacer sufrir era un “auténtico cebo” que animaba a vivir y a decir sí a la vida. Con esto no es que Nietzsche anime a hacer sufrir ni a practicar la crueldad. Lo único que pretende es decirnos que el sufrimiento y la crueldad han sido interpretados de formas muy diferentes.
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¿Cómo concibe al delincuente la humanidad antigua cómo va evolucionando la institución de la pena? (9-10).
En primer lugar la humanidad antigua concibe al delincuente como un “INFRACTOR/ TRANSGRESOR”, es decir, como alguien que ha incumplido el contrato y el compromiso que había adquirido con la comunidad entera para poder disfrutar de las ventajas de la vida en comunidad. No importa tanto el daño causado como el hecho de que una regla ha sido incumplida.
En segundo lugar concibe al delincuente como un “DEUDOR” que “no sólo no restituye los beneficios y anticipos que se le concedieron” al ser aceptado como miembro de la comunidad, sino que atenta contra ella. En el nivel más primitivo de la evolución de las sociedades, es decir, el nivel de las costumbres (la “eticidad de las costumbres”) la pena o castigo es extremadamente cruel: la sociedad”le devuelve al estado salvaje, sin ley”. El delincuente es proscrito y expulsado. Al no reconocerlo ya como miembro de la comunidad que hay que defender y proteger, la sociedad puede descargar sobre él toda su crueldad, cólera, tratándolo como al enemigo que hay que aniquilar.
El concepto de pena o castigo va evolucionando con la comunidad, conforme va aumentando su poder, se consolida y deja de ser frágil. Algunos de esos cambios son:
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La comunidad no expulsa ya al delincuente.
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Las penas a los delincuentes y el Derecho Penal se van suavizando. La razón es que las infracciones ya no suponen un serio peligro para el mantenimiento de la comunidad.
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La comunidad y sus leyes protegen incluso al delincuente e intentan librarlo de la cólera de los directamente perjudicados por su acción.
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Aparece la idea de que todo delito es pagable por medio de una compensación, sin necesidad de expulsar al delincuente.
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Empieza a separarse al delincuente de su acción: una cosa es él, que sigue siendo miembro de la comunidad, y por tanto, tiene ciertos derechos, y otra cosa es su acción, que debe ser castigada por medio de una compensación.
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Por último, cuando la comunidad llega a ser lo bastante fuerte y poderosa, las infracciones de los delincuentes apenas afectan a su estabilidad y puede permitirse el lujo de no castigar a los delincuentes, hacer la vista gorda y aplicar la gracia y el perdón.
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Aclara la distinción que hace Nietzsche entre “sentimientos o afectos reactivos” y “sentimientos o afectos activos”. ¿De cuáles de ellos se originan la justicia y el Derecho Penal según Nietzsche? ¿A qué autor se opone? ¿Qué afirma de este autor? (11).
Nietzsche como ejemplo de sentimientos o afectos reactivos nombra el resentimiento, la venganza, el odio, la envidia, el despecho, la sospecha, el rencor, y como sentimientos o afectos activos menciona la ambición de dominio, el ansia de posesión y otros semejantes.
Como su propia denominación indica, los afectos reactivos brotan de la reacción. Son todos ellos sentimientos VUELTOS HACIA FUERA CONTRA OTRO: resentimiento contra otro, venganza, odio, etc. No existirían si no existiera otro, un afuera contra el que se dirigen.
En cambio, los afectos activos no nacen de la reacción contra otro, sino de uno mismo. Tampoco están vueltos hacia fuera, sino hacia el interior de uno mismo. Son los que tienen su origen en la voluntad de poder, que es siempre un querer dominar.
E. Diihring, filósofo alemán contemporáneo de Nietzsche, fue considerado por éste un anarquista; lo llama agitador y lo criticó siempre. Aquí critica su tesis, según la cual la justicia y las leyes del Derecho penal se originaron a partir del deseo de venganza y del resentimiento (sentimientos reactivos) por parte de los perjudicados contra el causante del daño. Así pues, según Diihring, la justicia empezó siendo en su origen la venganza de una ofensa.
Nietzsche dice que estas ideas sobre el origen de la justicia que se presentan por Diihring como una aparente equidad y objetividad científica, brotan del resentimiento del propio Diihring y su deseo de venganza.
Según Nietzsche, la justicia y as leyes del derecho penal nada tienen que ver con sentimientos o afectos reactivos, como piensa Diihring. La tesis de Nietzsche es por el contrario que la justicia nació por compensación por un daño causado, de acuerdo con el principio de que cualquier perjuicio tiene su equivalente. La justicia se originó a partir de sentimientos activos, y no ha sido el hombre reactivo, débil y vengativo el que la inventó, sino el hombre activo, fuerte, noble y agresivo. La justicia se basa siempre en la objetividad e imparcialidad, el hombre vengativo y reactivo no es objetivo e imparcial, sólo el hombre noble y activo lo es.
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¿Qué función cumplen las leyes en relación con los sentimientos reactivos que ansían venganza contra los causantes de un daño? (11).
Para Nietzsche sin leyes no hay justicia: “Sólo a partir del establecimiento de la ley existen lo justo y lo injusto”. No existe lo justo en sí como un valor objetivo, a la manera de Platón. Por lo tanto, en contra de Diihring, una ofensa no es en sí misma ni justa ni injusta, mientras no haya una ley que se infrinja. Las leyes determinan lo que ha de aparecer ante los ojos como justo e injusto. Cometer una injusticia es infringir una ley, no es causar daño a alguien.
Además, las leyes han sido establecidas por hombres activos para combatir y frenar los afectos reactivos del hombre ansioso de venganza. Una vez establecida la ley, cometer un infracción es violar la ley, con lo que se obtiene un punto de vista más impersonal e imparcial, más alejado del punto de vista del perjudicado, que lo único que quiere es venganza. Además, una vez establecidas las leyes, el castigo del delincuente ya no corresponde al perjudicado, sino a las leyes mismas. Por todo ello, las leyes frenan los sentimientos reactivos que nada tienen que ver con la justicia.
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¿Qué relación existe entre los conceptos de vida, poder y derecho? (11).
El concepto de vida es fundamental en Nietzsche. Dice que ninguna ofensa es en sí misma injusta. (Recordemos que sólo se puede hablas de injusticia cuando se ha infringido una ley, pues es lo que determina qué es justo y qué es injusto). La razón de esto es que la vida misma “actúa esencialmente ofendiendo, violando, despojando, aniquilando”. Definir la injusticia como causar una injusticia, como hace Diihring, significaría entonces decir que la vida es injusta, pues basta mirar con los ojos abiertos para percatarnos de que la vida misma actúa así. La vida “tiende siempre hacia el poder”. La vida es VOLUNTAD De PODER y por consiguiente, la crueldad, las ofensas, la aniquilación, el sometimiento, etc... forman parte de ella.
Respecto del Derecho (las leyes), Nietzsche dice que son sólo “situaciones de excepción” que por una parte “constituyen restricciones parciales de la auténtica voluntad de vida, pero, por otra parte, están subordinadas a la finalidad global de la vida, que tiende hacia el poder”. Esto quiere decir lo siguiente:
La vida en general tiende hacia el poder.
El Derecho, las leyes, supones en apariencia una restricción parcial de esa voluntad de poder, pues la frenan al regular las acciones humanas.
Pero se trata de una restricción y un freno sólo parcial y aparente, pues si miramos las cosas desde una perspectiva global, en realidad las leyes y las restricciones que imponen deben servir también al mismo fin: la voluntad de poder. Deben ser simples medios para alcanzar mayor voluntad de poder y ello lo consiguen, aunque parezca contradictorio, restringiendo parcialmente esa voluntad de vida en determinadas situaciones excepcionales. El resultado global es sin embargo, más poder.
no es bueno que las leyes regulen todas las acciones, conflictos y luchas entre los hombres, pues un sistema legal así iría contra la voluntad de vida, que es voluntad de poder, sería “hostil a la vida”. Por eso las leyes sólo deben regular situaciones de excepción, extremas.
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¿Cuál es el error que han cometido otros genealogistas de la moral cuando se ocuparon del origen de la pena? (12).
Según Nietzsche los genealogistas de la moral habidos hasta ahora y que se han ocupado del origen de la pena han confundido el origen y la finalidad de ésta. Actúan intentando descubrir la finalidad que en nuestra época cumple la pena. A continuación colocan esa finalidad en el origen de la pena y dicen que surgió o se inventó con esa finalidad. Creen equivocadamente que con explicar la finalidad que la pena tiene en un determinado contexto, ha quedado también explicado su origen. Nietzsche critica esta manera tan poco histórica de proceder, que confunde el origen con la finalidad.
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¿Cuál es el principio más importante que debe guiar toda investigación sobre el origen de una cosa? (12).
Para Nietzsche, LA VOLUNTAD De PODER SE DESPLIEGA EN TODO ACONTECER.
Esto quiere decir que no hay que confundir la voluntad de poder con un simple instinto humano, el instinto de dominio o de crueldad. Estos son sólo unas manifestaciones de la voluntad de poder, que está presente en todo aquello vivo y que gobierna la historia. La teoría de la voluntad de poder sirve también para explicar los sucesivos cambios de sentido y las interpretaciones de un acontecimiento o de un hecho que se van produciendo a lo largo de la historia. El sentido de una cosa (su finalidad o utilidad) es algo cambiante, fluido, que varía con las interpretaciones diferentes que de ella se hacen. El sentido que una cosa tiene para los hombres de una determinada época es el resultado de un conjunto de fuerzas que luchan y compiten entre sí sin imponerse a las otras. Cada INTERPRETACIÓN pretende imponerse a las demás, subyugarlas, someterlas, aniquilarlas. Por eso dice Nietzsche que “todo acontecer en el mundo orgánico es un subyugar, un “enseñorearse” y a su vez, esto es un REINTERPRETAR en el que el sentido o finalidad anteriores quedan oscurecidos o incluso totalmente borrados. También aquí tenemos una manifestación de la voluntad de poder.
Así, la historia de una cosa (por ejemplo, de los conceptos de culpa y castigo) no es sino una sucesión de interpretaciones diversas de sucesivos sentidos cambiantes que han sido impresos en esa cosa por un poder más fuerte, que ha conseguido dominar y avasallar al anterior.
Para Nietzsche no hay verdades absolutas y objetivas. Tan sólo hay interpretaciones de las cosas. Cualquier interpretación de una cosa puede pasar por “verdadera” si es lo bastante fuerte para imponerse a otras más débiles y dominarlas.
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¿Qué dos elementos hay que distinguir en la pena? ¿Qué ocurre con el elemento fluido? (13).
Nietzsche dice que debemos distinguir en la pena dos cosas: el elemento duradero y el elemento fluido.
El elemento duradero es el acto, los procedimientos con que se aplica a alguien una pena o castigo.
El elemento fluido es la intención con que se aplica, lo que queremos conseguir con ella; “el sentido, la finalidad” con que se aplica la pena, que va variando históricamente. En épocas diferentes ha habido concepciones diferentes sobre la utilidad que puede tener aplicar castigos.
Podemos ejemplificar esto recordando que no hace mucho tiempo se atribuía a los castigos una finalidad pedagógica y se aplicaban en la escuela con la finalidad de que los niños aprendieran, pues se pensaba que “la letra con sangre entra”. Ahora esto ha cambiado y ya no se les atribuye a los castigos esa utilidad. (afortunadamente para los alumnos, la utilidad del castigo es una elemento fluido). Nietzsche ofrece una larga lista de utilidades asignadas a la pena.
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¿Qué utilidad de la pena es considerada más esencial por la conciencia popular? (14).
La de despertar el sentimiento de culpa en el culpable, la de ser instrumento para infundir la “mala conciencia”, “los remordimientos de conciencia”.
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¿Qué opina Nietzsche de esa presunta utilidad? (14).
Piensa que al destacar esta utilidad de la pena se atenta contra la realidad y la psicología, pero sobre todo contra la más larga historia del hombre, contra su prehistoria, que nos dice que no es entre malhechores entre quienes surge el remordimiento, no es en las prisiones donde se ha incubado el sentimiento de culpa. La pena, más que infundir sentimiento de culpa y arrepentimientos, endurece y vuelve frío, robustece la resistencia.
Al aplicarle un castigo, lo que el delincuente ve es que el mismo tipo de actuaciones que a él se le reprochan se ejercen sobre él con buena conciencia, lo que no le hace sentirse culpable, sino que le reafirma en sus acciones.
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¿Cómo dice Nietzsche que han interpretado los malhechores durante milenios la pena? (15).
Durante milenios, los malhechores han interpretado la pena como algo inesperado que les ocurría, y como algo que tenía que ver con sus acciones. El castigo no era para ellos la consecuencia de haberse comportado mal, sino algo que sorprende sin que ellos tuvieran ninguna culpa, algo que sobreviene sin más, como una enfermedad o una desgracia.
Para apoyar esto, Nietzsche recurre a Spinoza, filósofo racionalista del siglo XVII, y en concreto, a un pasaje de su obra fundamenal, “Ética”, que considera que se ha malinterpretado. La interpretación que hace Nietzsche es que al pensar Spinoza que el bien y el mal son sólo apreciaciones humanas, ya que Dios al ser libre no actúa según un criterio preestablecido del bien, no le queda otro remedio al reflexionar sobre “la mordedura de la conciencia” que considerar que no es más que el resentimiento contrario al del ganador es la tristeza al ver que las cosas no han ocurrido como tenían previstas.
La mención de Spinoza refuerza lo que dice Nietzsche, al verse como una idea que está ya en un filósofo anterior.
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¿Cuál es según Nietzsche el verdadero efecto de la pena? (15).
El auténtico efecto de la pena es intensificar la inteligencia, alargar la memoria, infundir la voluntad de actuar de forma más cauta y secreta. Esto queda patente cuando Nietzsche afirma que la pena domestica al hombre, pero no lo hace mejor.
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¿Qué explicación da Nietzsche sobre el surgimiento de la “mala conciencia”? (16).
La “mala conciencia” surge a partir de la modificación más grande experimentada por el hombre, cuando pasa de una vida totalmente libre a verse encerrado en la sociedad y en la paz.
Al perder su libertad no puede desahogar todos sus instintos libremente como lo había hecho siempre, pero de alguna manera tiene que darles salida. La manera es interiorizar, volcar contra sí mismo todo lo que no puede ser exteriorizado. Nietzsche afirma que “todos los instintos que no se desahogan hacia afuera se vuelven hacia adentro”. Surge así el “alma, el mundo interior”, y éste es el origen de la “mala conciencia”, la interiorización de la crueldad. Al no poder disfrutar con el sufrimiento de otros, el hombre domesticado se hace sufrir a sí mismo, se autotortura. Esto es para Nietzsche la “mala conciencia”.
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¿Cómo relaciona Nietzsche la “mala conciencia” con la aparición de los dioses? (16).
El surgimiento de la “mala conciencia” supone para Nietzsche la aparición de un gran espectáculo sobre la Tierra. El de un animal que se golpea contra los barrotes de su jaula, un ser autotorturándose. El hombre se convierte en un animal interesante, inaudito, enigmático. Y ese gran espectáculo requiere la presencia de espectadores divinos, para que algo tan interesante no ocurra sin que nadie lo presencie.
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¿Qué dos presupuestos sustentan según Nietzsche su hipótesis sobre el origen de la mala conciencia? (17).
Que la modificación por la que el hombre pasa de un estado de libertad a una pérdida de ésta en la prisión no fue ni gradual ni voluntaria, sino que presenta como un salto, una inevitable fatalidad contra la que no hubo lucha.
La inserción de una población libre, no sujeta a inhibiciones, en una estructura social fue llevada a cabo por un acto de violencia. (Aquí ve Nietzsche el surgimiento del estado).
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¿Qué explicación da Nietzsche sobre el surgimiento del Estado? (17).
Según Nietzsche el Estado antiguo surge como una horrible tiranía, como una máquina trituradora, cuando una raza de conquistadores organizada para la guerra somete a una población superior en n º pero errante y desorganizada, y no deja de aplicar su tiranía hasta que convierte la materia bruta del semianimal en un ser domesticado.
Es decir, el Estado primitivo significa el sometimiento de hombres libres e instintivos y su violenta y forzosa conversión en seres domesticados, y por tanto, no libres.
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¿Qué calificativo da Nietzsche a las teorías del contrato social? ¿Por qué se opone a ellas? (17).
Nietzsche califica de “fantasía” las teorías que hacen comenzar el Estado con un contrato. Se opone a ellas porque no son compatibles con sus explicaciones de que el Estado surge como un acto de violencia y brutalidad que somete a poblaciones libres y errantes. Nietzsche dice que quien puede mandar e imponer un poder despótico, como ocurrió con los fundadores del Estado que él describe, no necesita ni tiene nada que ver con contratos. Se opone así a Rousseau y a otros autores contractualistas.
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Explica la frase: “no es en ellos donde ha nacido la mala conciencia, pero esa fea planta no habría nacido sin ellos”. (17).
Con el pronombre “ellos”se refiere a los fundadores del Estado primitivo, a esas hordas de presas de animales de presa organizadas para la guerra, que sometieron y organizaron a otras poblaciones. Al dominar a individuos libres hicieron posible el surgimiento de la mala conciencia, ya que estos hombres dominados, que no podían exteriorizar sus instintos, tuvieron que interiorizarlos y dirigir la crueldad hacia sí mismos. Así pues, sin ellos su acción de someter y privar de la libertad a otros no hubiera nacido la mala conciencia, aunque esta no nace en ellos mismos, sino en aquellos que sometidos por ellos han de volver contra sí mismos lo que no pueden sacar hacia fuera.
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¿Sobre qué materias se puede verter la voluntad de poder? (18).
La voluntad de poder puede verterse sobre otros hombres o bien contra uno mismo. En este segundo caso, cuando se interioriza, tenemos la mala conciencia.
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¿Cómo se da la relación acreedor- deudor entre los hombres actuales y sus antepasados? (19).
Refiriéndose a la antigua comunidad de estirpe (basada en parentescos sanguíneos) en los tiempos primitivos, dice Nietzsche que la generación que vive en un tiempo posterior siente que tiene una deuda con los antepasados, y en especial con la generación más antigua, fundadora de la estirpe. Se cree que la comunidad subsiste gracias a los antepasados, por lo que se está en deuda con ellos, y va creciendo, ya que los antepasados transformados en espíritus poderosos no dejan de conceder ventajas y favores a la estirpe.
Esa deuda se paga ofreciéndoles sacrificios, fiestas, homenajes y sobre todo obediencia. De vez en cuando, la sospecha de que nunca se reintegra lo suficiente a los antepasados impone una ingente indemnización, como puede ser el sacrificio del primogénito y otras ofrendas de sangre humana.
Nietzsche describe aquí una lógica según la cual el temor y el sentimiento de la deuda hacia los antepasados se acrecienta conforme la estirpe aumenta en poder y gloria, y decrece si la estirpe empieza a degenerar, a verse presa de desastres o ruinas, ya que esto hace dudar del poder y la inteligencia de los antepasados. Según esta lógica de los tiempos primitivos, los antepasados de las estirpes más poderosas y triunfantes tienen que ir alcanzando grandes proporciones y ser pensados como seres de gran poder, y es así como los antepasados acaban por transformarse en dioses.
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El sentimiento de tener deudas con la divinidad no ha desaparecido. Junto con la herencia de las divinidades de la estirpe y de la tribu, hemos recibido el sentimiento de tener deudas con la divinidad y el deseo de reintegrarlas. De esta manera, el sentimiento de tener deudas con la divinidad no ha dejado de crecer durante milenios. La llegada del Dios cristiano, el mayor concebido hasta ahora en la Tierra, significa que se ha alcanzado el máximo sentimiento de culpa (aumenta a medida que los dioses son más poderosos, por lo que ante un Dios omnipotente, el sentimiento de deuda alcanza su máxima expresión).
Según esto, la decadencia del Dios cristiano llevará a un retroceso de la conciencia humana de culpa (Schuld). Por ello dice que la victoria del ateísmo podría liberar a la humanidad de ese sentimiento de hallarse en deuda con la divinidad. Hay por tanto un vínculo entre el ateísmo y una 2ª inocencia: el ateísmo significa que el hombre recupera la inocencia al dejar de sentirse culpable ante Dios.
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La moralización de los conceptos de culpa y deber (interiorización), implica que pasan a formar parte de la mala conciencia, esto le lleva a decir que el que la culpa desaparezca con la victoria del ateísmo no es lo que ocurre en la realidad, ya que al interiorizarse y formar parte del sujeto no puede ya desaparecer por que desaparezca la creencia en Dios, es decir, hemos asumido de tal forma nuestra condición de deudores que no necesitamos creer en la existencia de acreedor (Dios) para segur sintiéndonos deudores.
Lo que ocurre es que la culpa se vuelve hacia atrás, 1º contra el deudor, en que la mala conciencia se adhiere como un pólipo y la culpa es algo inextinguible e impagable (“pena eterna”). Pero también se vuelve contra el acreedor, ya se entienda éste la causa principal del hombre, del g º humano, o contra la naturaleza, donde se sitúa el principio del mal, o contra la existencia en general, que queda desvalorizada, lo que hace surgir el deseo de alejarse de ella, de la nada, el budismo y semejantes.
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El recurso inventado por el cristianismo para aliviar ese sentimiento de deuda impagable que martiriza a la humanidad es el de hacer que Dios mismo, el acreedor, se sacrifique por culpa del hombre, su deudor.
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Desde que surge la mala conciencia hasta la solución que da el cristianismo para aliviarla, sucede:
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Aparición del Estado.
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El animal - hombre es domesticado, no se le permite exteriorizar la crueldad.
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Surge la mala conciencia como auto tortura, interiorización de esa crueldad que al no poder desahogarse hacia fuera, se vuelve contra uno mismo.
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El hombre lleva hasta el final su auto martirio, inventando una culpa impagable con Dios.
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La voluntad del hombre de encontrarse culpable crece hasta resultar imposible su expiación.
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Establecimiento del ideal del “Dios santo” que se sacrifica él mismo por las culpas de los hombres.
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Nietzsche piensa que la concepción de los dioses no tiene que llevar necesariamente al ideal del “Dios santo”, sino que hay formas más nobles de representarse la ficción poética de los dioses, que pueden tener significados diferentes. No han de tener la función que cumple el Dios santo del cristianismo, que no es otra que la de hacer sentirse culpables a todos los hombres y aliviar luego con su sacrificio ese martirio de tener una deuda impagable.
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Los dioses griegos son para Nietzsche reflejos de hombres nobles y más duelos de sí. Así como en el cristianismo Dios hace aumentar al máximo el sentimiento de culpa y mala conciencia, los griegos utilizaron a los dioses justo para lo contrario, para alejar la mala conciencia. Para ilustrar esto, utiliza un fragmento de “La Odisea” en el que Zeus habla de cómo los mortales acusan a los dioses de sus males. Es decir, lejos de sentirse culpables, responsabilizan a los dioses de sus males, librándose de la mala conciencia. Los griegos, más que de pecado, hablan de insensatez o de locura, y también de esto responsabilizan a sus dioses. Así, frente a alguien que hacía algo reprobable, exclamaban: “un dios, sin duda, tiene que haberlo trastornado”.
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El establecimiento de todo ideal en la Tierra se ha pagado siempre muy caro; ha sido necesario calumniar la realidad, santificar mentiras y conturbar la conciencia para establecer un ideal. Luego formula una ley inexorable: para poder levantar un santuario hay que derruir otro 1º, es decir, para alzar un ideal nuevo hay que acabar con otro.
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Cambiar el contenido de la mala conciencia, relacionarla con las inclinaciones innaturales, con las aspiraciones al más allá, con todo lo hostil a los sentidos, a la naturaleza, al animal, requeriría según Nietzsche una gran fortaleza. Se necesitaría la fuerza suficiente para derribar un ideal de sólidos cimientos asentados durante milenios y construir un ideal nuevo.
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Para conseguir cambiar el ideal existente hasta ahora, hostil a la vida, se necesitaría un hombre de una especie distinta, que califica como hombre del futuro, caracterizado como alguien cuyo espíritu se ha fortalecido con las guerras, las victorias, al que la conquista, la aventura, el peligro y el dolor se le han convertido en necesarios. Metafóricamente es el hombre acostumbrado al aire frío de las alturas, al hielo y las montañas, es el hombre de la gran salud, concepto que hay que relacionar con el superhombre. La gran salud es su constitución fisiológica, la del hombre que conoce la muerte de Dios y asume la vida con todo lo que ella conlleva, con todos sus peligros, sin miedo, con buena salud y fortaleza, sin desvalorizarla inventando “otra vida”, ni buscando huidas ni consuelos.
Los ideales que han existido hasta ahora son todos hostiles a la vida, han hermanado con la mala conciencia todas las inclinaciones e instintos vitales. Esto ha ocurrido durante tanto tiempo que ha acabado por imponerse como un valor positivo, de forma que los hombres buenos serían aquellos que más han reprimido sus instintos, que ven con malos ojos las inclinaciones naturales del ser humano. Por ello realizar el intento contrario, de hermanar con la mala conciencia las inclinaciones innaturales (como la represión de instintos y pasiones, la desvalorización de la vida terrena y corporal en beneficio del alma y la vida tras la muerte) contaría con la oposición de estos hombres buenos, que se han acomodado en una vida tranquila.
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Enviado por: | Espe |
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