Filosofía y Ciencia


Ángel González Álvarez


Ángel González Álvarez

(1916-1991)

1. Datos biográficos.

Nace en Magaz de Cepeda (León) un 11 de agosto de 1916. Pese a desarrollar su vida profesional mayoritariamente en Madrid, nunca olvidará su patria leonesa.

Cursa estudios de Filosofía en la Universidad de Madrid, con excelentes resultados, y se doctora en la misma Universidad el año 1945, con una tesis titulada “El tema de Dios en la filosofía existencialista”. Esta tesis será su primera publicación.

Ya antes, en 1944, había comenzado la labor docente que no abandonaría ni tras su jubilación. Empezó como profesor ayudante de Lógica de la Universidad madrileña.

En 1946 consigue por oposición, la Cátedra de Metafísica en la Universidad de Murcia.

Durante esos años realizó varios viajes a Argentina, para impartir algunas clases como Profesor Extraordinario en la Universidad de Cuyo. Estos desplazamientos se produjeron en cinco cursos.

Culmina su ascenso académico en 1954 con la consecución, tras una “brillantísima oposición”, de la Cátedra de Metafísica de la Universidad de Madrid.

Desde esta cátedra será desde donde despliegue su amplísima labor docente y pedagógica: libros, artículos, estudios...

A lo largo de su carrera fue ocupando diversos cargos de gran relevancia, de los cuales enumeramos algunos (no los estudiamos más profundamente porque no compete al carácter de este trabajo):

- Secretario General del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)

- Presidente del patronato “Raimundo Lulio” de la misma institución

- Director del Instituto Luis Vives de filosofía

- Miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas

- Director General de Enseñanza Media

- Fundador-director de la Biblioteca Hispánica de Filosofía de la editorial Gredos

- Rector de la Universidad de Madrid

- ...

En 1985, con casi 70 años, deja la Cátedra universitaria, pero no abandona su labor pedagógica ni filosófica.

Falleció en Madrid en 1991 tras una larga enfermedad que disminuyó sensiblemente su lúcida capacidad intelectual.

2. Obras publicadas.

Libros:

- El tema de Dios en la Filosofía existencial (tesis doctoral) 1945

- Historia de la Filosofía en cuadernos esquemáticos. 1946-1972

- Teología Natural. Tratado metafísico de la primera causa del ser. 1949

- Introducción a la Metafísica. 1951

- Filosofía de la Educación. 1952

- Introducción a la Filosofía. 1953

- Manual de Historia de la Filosofía. 1957

- El problema de la finitud. 1959

- La esencia de Don Quijote.1961

- Tratado de Metafísica. Ontología. 1961

- Tratado de Metafísica. Teología Natural. 1961

- Hacia una educación integral. 1966

- Política educativa y escolaridad obligatoria. 1975

- El primer ciclo de la educación universitaria. 1975

- La Universidad de nuestro tiempo. 1976

- La carta de las libertades educativas. 1977

- Juan Pablo II y el humanismo cristiano. 1982

Artículos:

Publicó más de 65 artículos en diferentes revistas españolas de reconocido prestigio: Arbor, Anales de Metafísica, Revista de Filosofía, Enseñanza Media, Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Verdad y Vida, Cuadernos de Pensamiento... Así como en algunas de ámbito internacional: Edizioni Dominicane Italiane, Rivista de Filosofia Neo-Scolastica, Philosophia...

Otros:

A lo largo de su carrera, pronunció numerosísimas conferencias, y tomó parte en muchos congresos como ponente. De estas ponencias, la mayoría están dedicadas a cuestiones de Pedagogía, sobretodo en los últimos años de su vida.

3. Semblanza intelectual.

Un gran profesor:

“Lo primero que me llamó la atención en sus clases fue el orden y la claridad expositiva”.

Ángel González Álvarez fue un gran profesor de filosofía al que muchos discípulos suyos consideran un gran maestro de la Filosofía y de la Pedagogía.

Según algunos de estos discípulos, sus clases carecían de retóricas huecas, excursos fuera de lugar y divagaciones; iba directamente al grano: primero aparecía el esquema nítido de la cuestión y, posteriormente, el desarrollo completo de cada una de sus partes, con las consecuencias inmediatas y el enlace con las cuestiones anteriores y posteriores. Su lenguaje era vivo, lleno de interés, enriquecido a veces con alguna anécdota, pero al mismo tiempo riguroso, exacto, sin lagunas, sin suposiciones gratuitas. El alumnado enlazaba enseguida con él, le seguía con atención creciente y participaba de la convicción que rezumaba aquella exposición ordenada, rotunda e iluminadora. Al mismo tiempo abría nuevos horizontes, quedaban en el aire algunos interrogantes que serían respondidos más tarde, y de momento servían para incitar a los alumnos a pensar por su cuenta. Pocos profesores se le podían comparar en recursos didácticos y en claridad expositiva.

Cuando expone el pensamiento de un determinado autor lo hace con todo respeto, citando sus textos más representativos, y ordenando los razonamientos de manera que parecen muy lógicas las tesis presentadas por dicho autor. Sólo después viene la crítica, sobretodo a las raíces o principios de que parte o en los que se basa el sistema filosófico en cuestión. Y la descalificación no es nunca completa: siempre hay algo aprovechable, que se retiene y se incorpora a una visión más completa de la realidad.

Viendo el sistema y las citas, enseguida se adivina que sus autores favoritos son Aristóteles y Santo Tomás de Aquino, ambos con sus comentadores. Sin embargo no es menos cierto que conocía muy bien la filosofía moderna, especialmente a Descartes y a Kant. De la filosofía contemporánea conocía muy bien a los existencialistas: Sartre, Heidegger, Jaspers... no en vano les dedicó su tesis doctoral, y luego siguió frecuentándolos.

Sus obras filosóficas tienen un carácter eminentemente didáctico, y la mayoría de ellas parten de los apuntes y esquemas que él mismo elaboraba para sus alumnos.

Otra de sus grandes tareas como Catedrático fue la dirección de numerosas tesis doctorales (también de tesinas de los estudiantes). Aseguran sus alumnos que era exquisito en el trato. Siempre atento, respetuoso y humano, inspiraba confianza y una relación “quasi-paternal”. Ahora bien, esto no quita que fuera muy exigente: pedía rigor y corrección expresivos, así como el relleno y aclaración de todas las lagunas que pudieran producirse. Las afirmaciones se debían justificar y perfilar los detalles. Recibía semanalmente a los doctorandos, y les hacía exponer y defender sus conclusiones. Luego distanciaba las vistas para que los alumnos pensaran los problemas y sus soluciones por su cuenta. “Conseguido su placet, había seguridad de que el tribunal daría más que su simple aprobación”.

Una muestra que evidencia su valía como educador, a parte del testimonio de sus propios alumnos y la lectura de sus obras, es el hecho de que ocupó varios cargos con competencias en materias o ramas de la educación: el puesto de Catedrático en una de las principales universidades españolas, solicitado por otras para impartir cursos en España y en el extranjero, Director General de Enseñanza Media, Rector de la Universidad complutense de Madrid...

Es muy considerable también, como ya hemos dicho, su aportación al campo de la Pedagogía, pues no sólo era un gran profesor, sino que también quería contribuir a que los demás lo fueran. También estaba en su ideario una reforma y enriquecimiento de la educación en toda España: quería una educación libre, sólida, segura y profunda.

Esta personalidad suya se observaba también en casa: era el mismo en todas partes. Al enviudar joven, educó a sus hijos con amor y respeto (así uno de ellos es ahora Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra: el Dr. D. Ángel Luis González).

Su sistema metafísico:

El profesor González Álvarez impartió varias asignaturas que trabajó y preparó con gran esmero: Lógica, Introducción a la Filosofía, Estética, Historia de la Filosofía Moderna, Historia de la Filosofía Medieval y, sobretodo, Metafísica. Su mayor dedicación a ésta última es evidente, dado que es la Cátedra que ocupaba.

Analicemos su pensamiento a través de sus principales obras:

En un orden convencional, la primera obra escrita a la que deberíamos hacer referencia es su Introducción a la Metafísica. La base de la redacción corresponde al Programa de la Asignatura, redactado para concurrir a la Cátedra de Metafísica de Murcia. Contiene, en efecto un tratamiento histórico y sistemático del concepto de la disciplina; unas reflexiones muy atinadas sobre el método, tanto de investigación como de enseñanza, y un estudio de las fuentes, tanto intrínsecas ( las facultades humanas) como extrínsecas (la bibliografía). Dos cuestiones destacan sobretodo en ese conjunto: la demostración de la posibilidad de la Metafísica, y la del punto de partida para la elaboración de dicha ciencia.

La construcción del tema de la posibilidad de la Metafísica tiene una indudable originalidad, y es una muestra de la capacidad de síntesis, de orden y claridad explicativa que le caracterizan. En primer lugar rebate las tres posturas que niegan le posibilidad de la Metafísica (sensismo, empirismo-positivismo y kantismo). Después se hace la prueba de la validez en sentido positivo.

Por lo que se refiere al punto de partida para la elaboración de la Metafísica, hay primero una exposición histórica, y después llega la solución sistemática, inspirada en Tomás de Aquino, con la doctrina del objeto propio del entendimiento humano y el recurso a la abstracción formal de tercer grado o separación.

En la cuestión del método saca muy buen partido al por él llamado “principio fundamental de la Metodología”, a saber, que el método debe ser congruente con la índole noética del sujeto y con la estructura noemática del objeto.

Otra obra que tiene una clara correspondencia con la anterior es la Introducción a la Filosofía. Era un trabajo de mayor envergadura, pues debía tratar los mismos puntos que la obra anterior, pero abarcando la totalidad de la Filosofía. Sin embargo, sólo escribió la primera parte, la correspondiente a la definición de Filosofía. En ésta es de gran valor lo referente a la dimensión histórica. Contiene un laborioso trabajo de investigación y un gran esfuerzo de síntesis: pasa revista a las definiciones de numerosos autores, a través del análisis de sus escritos más representativos sobre el tema.

De otro estilo, pero con una preocupación más didáctica es la Historia de la Filosofía, redactada en cuadros esquemáticos. Apareció publicada en una colección, de ahí su curioso “formato”. No se trata de una obra de investigación, es una obra de síntesis para su divulgación. Supone un gran esfuerzo para encerrar en resúmenes tan breves y, a la vez, tan claros, lo más esencial del pensamiento de cada autor. También cuenta con la inestimable ayuda al lector de una visión general de cada época de la Historia de la Filosofía.

De esta primera redacción, y de los profundos conocimientos del autor, salió más adelante una versión más completa, pero también de carácter didáctico: el Manual de Historia de la Filosofía. Esta obra a alcanzado varias ediciones y es todavía usada por profesores y alumnos como guía o complemento.

Veamos a continuación una de sus obras más granadas: Tratado de Metafísica. Ésta es sin duda su obra más representativa, y la que mejor recoge sus ideas principales. El tratado está dividido en dos tomos, que corresponden a las dos partes de la Metafísica (según algunas divisiones de la Filosofía). La primera y más capital es la Ontología, el estudio del Ser y base de la segunda parte, la Teología Natural, que demuestra la existencia de Dios a partir de las conclusiones de la Ontología. Ésta parte de la Teología Natural es una reelaboración escasamente modificada del tratado de la misma aparecido unos años antes.

En cuanto a la Ontología, con sólo observar el índice se puede observar que sigue en sus líneas generales las exposiciones más clásicas; el ente en cuanto ente, sus propiedades lógicas: trascendentalidad y analogía; sus propiedades reales: aliquidad, unidad, verdad y bondad; las divisiones del ente; las causas. Sin embargo, hay que constatar el especial hincapié que hace, fuera ya del esquema clásico, en la parte de las divisiones del ente en potencia y acto. Trata este tema con gran amplitud, deteniéndose en las distintas estructuras o composiciones del ente.

Las divisiones del ente que describe son cinco:

1- La estructura de esencia y accidentes, como explicación del movimiento no sustancial.

2- La estructura de la cantidad y la cualidad como explicación de la acción transitiva finita.

3- La estructura de materia y forma, como explicación del cambio sustancial y de la multiplicidad numérica dentro de un mismo grado de perfección esencial.

4- La estructura de esencia y ser como explicación de la finitud radical de todo ente creado y de la multiplicidad de los modos de ser dentro de la perfección común del ser.

5- La estructura de naturaleza y legalidad (en el hombre libertad), como explicación de la tendencia o finalidad que manifiestan todos los movimientos y operaciones de los entes creados.

En el tratamiento de cada una de estas estructuras hay primero una exposición de ciertos hechos de experiencia y del problema metafísico que plantean, problema que sólo puede ser resuelto por la admisión de una determinada estructura del tipo potencia y acto dentro del ente en particular. En segundo lugar se examinan las soluciones insuficientes, que desconocen o niegan esta estructura, desde el amplio conocimiento de la Historia de la Filosofía que poseía D. Ángel. Y por último se examina el modo concreto como se comportan entre sí los elementos o principios constitutivos de la correspondiente estructura.

En esas cinco estructuras veía la base para una construcción mejor sistematizada de la Teología Natural: cada una de esas estructuras es el fundamento de una de las cinco “vías” del acceso a Dios (el orden en que se mencionan aquí las cinco estructuras es el de las famosas cinco vías de Santo Tomás para demostrar la existencia de Dios. Además, la aplicación del principio de causalidad a cada una de las estructuras remite a una formulación más concreta de la más general y radical del conocido principio: “Omne compositum causam habet”.

El método empleado en esta obra es, como ya se ha dicho, el hipotético-deductivo, por ser el que creía más adecuado: “Considero un buen procedimiento en las disciplinas filosóficas aquel que, huyendo tanto de un dogmatismo absoluto, sin visión para los problemas, cuanto de una absoluta problematicidad, ciega para las soluciones, pretende fijar el planteamiento de los problemas en sus límites estrictos e indagar las soluciones mediante una investigación filosófica de la modalidad histórico-sistematica”.

La Teología Natural constituye la segunda parte del Tratado de Metafísica. Esta obra no alcanza la perfección de la primera parte, pues como hemos dicho, se trata en realidad de una reedición de un trabajo anterior, con alguna pequeña adaptación (parece que el autor quiso reelaborarla más profundamente y adecuarla a la Ontología, pero las urgencias editoriales lo impidieron).

Son partes muy destacables de esta Teología Natural: el planteamiento y resolución del problema de la Teodicea como ciencia; el estudio muy completo de los argumentos apriorísticos, y especialmente del argumento ontológico; la crítica del ontologismo y del agnosticismo kantiano; la exposición de las bases noéticas para cualquier demostración de la existencia de Dios, y la exposición muy completa, ordenada y correcta de las cinco “vías”. También dedica una parte considerable a la Teodicea esencial.

El análisis descriptivo de estas sus obras principales, me parece que aclara bastante el pensamiento filosófico de D. Ángel González Álvarez.

Sus obras de carácter más pedagógico son también de una importancia y profundidad capitales, pero me parece que quedan fuera del ámbito de este trabajo.

4. Conclusión.

Viendo la orientación de las obras de D. Ángel González Álvarez, se llega a la conclusión que pertenece a la escuela neo-tomista, surgida en varios lugares de Europa, sobretodo a raíz de la encíclica Aeterni Patris de León XIII. Esta escuela retoma como base el pensamiento del Doctor Angélico, pero en diálogo con los autores modernos y contemporáneos.

En las universidades españolas del siglo XX ha sido relativamente frecuente encontrar filósofos neo-tomistas de una elevadísima categoría, y cada uno con unos elementos o rasgos definitorios: Ortí y Lara, García-Morente, Millán-Puelles, Bofill, Canals, Palacios, Todolí...

Uno de los rasgos definitorios de González Álvarez, es su humanismo cristiano. Siempre ha estado preocupado por los problemas antropológicos, y como ya hemos dicho, concretamente por la formación de las personas. Esta temática que tanto le atraía la cultivó en muchos artículos y en algún libro, especialmente tras su jubilación como Catedrático.

Su humanismo cristiano no era vergonzante, como el de otros autores más bien políticos, es decir, una postura muy humanista y poco cristiana, que llega a autonombrarse “aconfesional”. D. Ángel nunca ocultaba su fe católica, aunque distinguía siempre muy claramente entre el plano natural y el sobrenatural. Algunos de sus colegas se han atrevido incluso a considerar la posibilidad de abrir un proceso para su canonización, pues tal era su vivencia de la fe, que lo empapaba todo y le hacía vivir la caridad con todos: familiares, amigos, colegas, alumnos, oponentes...

Obra claves que manifiestan su humanismo cristiano son Filosofía de la Educación y Juan Pablo II y el humanismo cristiano, su último libro. Consta que antes de caer enfermo, preparaba la publicación de una obra de tres volúmenes sobre el tema de la educación actual.

Yo creo que le podemos definir como un gran MAESTRO y EDUCADOR, muy HUMANO y firme CRISTIANO.

5. Bibliografía.

a) Obras de D. Ángel González Álvarez (ver más arriba)

b) Obras sobre D. Ángel González Álvarez

b.1) Diccionarios y manuales generales:

- Centro de Estudios filosóficos de Gallarte: Diccionario de Filósofos. Ediciones Rioduero (Madrid, 1986).

- Forment, Eudaldo: Historia de la Filosofía tomista en la España contemporánea. Ediciones Encuentro. Colecc. Ensayos, 119. (Madrid, 1998).

- López Quintás, Alfonso: Filosofía española contemporánea. BAC, 298 (Madrid, 1970).

- Enciclopedia Espasa.

- Ferrater Mora: Diccionario de Filosofía (Madrid, 1974)

b.2) Artículos y revistas:

- Díaz Díaz, Gonzalo: “Don Ángel González Álvarez en sus escritos y en mi recuerdo” en Cuadernos de Pensamiento, 10. Fundación Universitaria Española (Madrid, 1996).

- García López, Jesús: “Ángel González Álvarez: semblanza intelectual” en Anales del Seminario de Metafísica, XX. Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación. UCM, Departamento de Metafísica (Madrid, 1985).

- Pérez Barreiro, Manuel: “Evocación de un Maestro. D. Ángel González Álvarez” en Cuadernos de Pensamiento, 10. Fundación Universitaria Española (Madrid, 1996).

b.3) Algunas recensiones de sus obras (por revistas de publicación):

- La Ciencia Tomista (Salamanca): n. 264 (1957): Manual de Historia de la Filosofía; n. 285 (1963): Tratado de Metafísica. Ontología; n. 291 (1965): Tratado de Metafísica. Teología Natural.

- Gregorianum (Roma): vol. 46 (1965): Tatatado de Metafísica. Teología Natural.

Forment, E.: Historia de la filosofía tomista en la España contemporánea. Eds. Encuentro. Madrid, 1998.

No me ha sido posible encontrar más datos debido a la escasez de bibliografía sobre estas actividades “extraordinarias” del filósofo.

García López, J. “Ángel González Álvarez” en Anales del Seminario de Metafísica, XX. Ed. Univ. Complutense, 1985.

Cfr. Íbid.

Pérez Barreiro, M. “Evocación de un maestro” en Cuadernos de Pensamiento, 10. Fundación Universitaria española, 1996.

Cfr. Díaz Díaz, G. “Don Ángel González Álvarez en sus escritos y en mi recuerdo”. Íbid.

Cfr. González Álvarez, A. “Introducción a la Metafísica” Univ. Nacional de Cuyo. Facultad de Filosofía y Letras (Mendoza, Argentina. 1951).

García López, J. op. cit.

Esta última división ha sido la que más oposición ha encontrado ante otros pensadores, más por su formulación que por su contenido.

González Álvarez, Á: op. cit.

Cfr. Pérez Barreiro, M. op. cit. p.295.

Ángel González Álvarez

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Enviado por:Maristany
Idioma: castellano
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