Filosofía y Ciencia
La República; Platón
Platón. Comentario resuelto
Texto para comentar
«—Necesitaría efectivamente acostumbrarse, creo yo, para llegar a ver las cosas de
arriba. Lo que vería más fácilmente serían en primer lugar las sombras; después las imágenes de los hombres y de los demás objetos reflejados en las aguas y, finalmente, los objetos mismos. Después de esto, podría más fácilmente contemplar de noche los cuerpos celestes, el cielo mismo, fijando su mirada en la luz de las estrellas y la luna, que de día el sol y su resplandor.
—¿Cómo no?.
—Finalmente, creo, sería capaz de contemplar el sol, ya no sus imágenes reflejadas en las aguas o en algún otro medio ajeno a él, sino el propio sol en su misma región y tal cual es en sí mismo.»
CUESTIONES:
Explique el sentido del texto y analice los términos subrayados (Valoración 0-4 puntos)
Teoría del conocimiento y el tema del bien en Platón (Valoración 0-4 puntos).
Teniendo en cuenta la pregunta anterior, relacione a Platón con algún otro autor o corriente de pensamiento, señalando aproximaciones o diferencias (Valoración 0-2 puntos).
Propuesta de resolución del comentario
La propuesta de resolución es siempre orientativa. Que se entienda siempre como una tentativa de solución, seguramente mejorable. No es difícil imaginar que 50 profesores de filosofía propondrían 50 soluciones distintas (y a saber qué nota recibirían en las pruebas de acceso...). Por eso, lo que ofrecemos aquí es sólo una propuesta de resolución. Se puede utilizar como material de referencia para establecer correcciones (y mejorar la propuesta) o para tener una ligera idea de cómo se podrían contestar las preguntas.
Pregunta 1
El texto pertenece al Libro VII de La República , diálogo de madurez de Platón, y probablemente una de las obras más representativas del pensador griego. En él se aborda la temática que motivó la reflexión filosófica platónica: la política. El autor trata de presentarnos un modelo ideal de Estado, y para fundamentarlo desarrolla también su teoría del conocimiento y su concepción de la realidad, que vendrán condensados en su controvertida Teoría de las Ideas. Por todo ello, se puede considerar La República como uno de los diálogos fundamentales de Platón, y su importancia radica, entre otras cosas, en ser capaz de articular dos componentes fundamentales de la reflexión platónica: la política y la filosofía.
En efecto, la República busca, como hemos dicho, ese modelo ideal de Estado en el que la suprema injusticia sea imposible. Es sabido que, según cuenta el mismo Platón, su vocación filosófica surgió como una respuesta a la condena a muerte de Sócrates en un proceso que difícilmente podría calificarse como justo. Esta preocupación por la justicia es una de las características definitorias de la filosofía platónica, preocupada, entre otras cosas, en encontrar una definición de la justicia. No se debe pensar que Platón se limita a elaborar complejas teorías políticas, sino que a lo largo de su vida intentó en diversas ocasiones la realización de este modelo ideal que nos propone en la República. Sus repetidos fracasos ante Dión, el tirano de Siracusa, le llevaría a desconfiar respecto a la posibilidad de realizar su teoría. En cualquier caso, en el plano político, hemos de valorar a Platón como el primer pensador que se ocupa por la política de un modo sistemático en toda la filosofía occidental, y como el primer filósofo que nos propone una Utopía política, abriendo así una línea de pensamiento que se repetirá a lo largo de la historia (pensemos en otras utopías, como la de Tomás Moro en el Renacimiento).
Pero, al margen de la significación política de la obra platónica, hemos de resaltar también que el autor de La República es heredero de toda una tradición filosófica anterior. Por un lado, intenta encontrar una solución definitiva problema del cambio, que había dejado al pensamiento occidental en un callejón sin salida con el pensamiento metafísico de Heráclito y Parménides, y, por otro lado, Platón fue un pensador de su tiempo, enfrentado a una corriente de pensamiento muy extendida en Atenas (y en toda la civilización griega) como era el pensamiento de los sofistas. Como buen discípulo de Sócrates, Platón continúa la batalla intelectual que comenzara su maestro contra estos “vendedores” de sabiduría, cuestionándose no sólo la organización de la polis (tema fundamental de La República ) sino la naturaleza de la verdad y los modos de conocimiento. Una vez contextualizada la obra comentemos brevemente la significación y el sentido del fragmento propuesto.
El fragmento a comentar pertenece al Libro VII, en el que Platón nos presenta el mito de la caverna, cuya pluralidad de significados e interpretaciones resulta sorprendente. En este mito Platón nos presenta a unos prisioneros acostumbrados a percibir sólo sombras, y se plantea qué ocurriría si algún día pudieran contemplar la verdadera realidad. Con el mito de la caverna, Platón nos resume su metafísica, su teoría del conocimiento, su política, e incluso su teoría de la educación, sintetizando las ideas fundamentales de su Teoría de las Ideas. La importancia de este mito ha sido puesta de manifiesto a lo largo de toda la historia de la Filosofía, donde varios autores han propuesto las más diversas interpretaciones. En concreto, el fragmento a comentar especifica el modo en que un maestro habría de conducir a su discípulo para que éste llegue al conocimiento de las Ideas. Al margen de la evidente significación pedagógica, se nos presenta también una graduación en los modos de ser y en los modos de conocimiento correspondiente, pudiendo comprobarse así la relación del mito de la caverna con el símil de la línea, que Platón ha expuesto precisamente en el Libro VI. Las preguntas que se intentan responder con el texto podrían ser las siguientes: ¿Cómo puede llegarse al conocimiento de las Ideas? ¿Puede “enseñarse” a ascender en los grados de conocimiento? ¿Cuántas formas de conocimiento existen?¿Cuántas formas de realidad? Los términos a comentar dentro del texto son los siguientes:
Ver las cosas de arriba : En el mito de la caverna se refiere a ver los objetos de la verdadera realidad. Significaría la salida de alguno de los prisioneros de la caverna y la percepción de todas las cosas que le rodean. En la teoría de las Ideas consistiría precisamente en llegar al conocimiento de las Ideas, que es el grado superior de conocimiento
Sombras : serían lo primero que puede contemplar el prisionero sin deslumbrarse, dado que no está acostumbrado a percibir la luz. Si aplicamos este concepto al símil de la línea, serían lo correspondiente a las imágenes de las cosas, que pueden ser conocidas de un modo adecuado por la imaginación.
Imágenes : acostumbrado a conocer las imágenes, el prisionero ya está preparado para dar un paso más en su proceso de conocimiento, y puede conocer ahora las imágenes de las cosas. Siguiendo con la comparación con el símil de la línea, las imágenes corresponderían con las cosas materiales que a su vez serían conocidas por medio de la creencia.
Objetos reflejados : sería el tercer escalón del proceso de conocimiento. Para lograr que el prisionero progrese sin deslumbrarse es conveniente que antes de mirar directamente las cosas vea su imagen reflejada en el agua. Si seguimos interpretando el mito de la caverna desde el símil de la línea, Platón establece que la tercera forma de realidad serían los objetos matemáticos, conocidos por la dianoia, es decir, la inteligencia discursiva.
Objetos mismos : al ser capaces de mirar los objetos mismos ya hemos terminado con nuestro proceso de conocimiento, llegando a percibir directamente la verdadera realidad. Las cosas que ahora puede ver el prisionero simbolizarían las Ideas mismas, que pueden ser contempladas intelectualmente por medio de la ciencia, que es para Platón el último grado de conocimiento. El significado sería similar al que hemos comentado en “ver las cosas de arriba”.
Contemplar el sol : Liberado de todas sus cadenas (de las reales y de las intelectuales) el prisionero puede ahora volverse directamente al sol, que desempeña una función muy importante, pues gracias a él se pueden contemplar el resto de cosas. De igual modo, aquel que logra el conocimiento de Ideas, tiene la posibilidad también de contemplar la Idea de Bien, que es la Idea más importante y confiere inteligibilidad al resto de Ideas. Del mismo modo que las cosas son visibles gracias al sol, las Ideas son cognoscibles gracias a que la Idea de Bien ilumina al resto.
Después de esta contextualización, podemos pasar a comentar la relación que establece Platón entre el conocimiento y el tema del Bien.
Pregunta 2
Organizaremos nuestra exposición sobre el conocimiento y el tema del Bien en platón en torno a los siguientes puntos:
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La herencia socrática: el intelectualismo moral.
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La virtud como sabiduría.
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El conocimiento de la Idea de Bien como perfeccionamiento del hombre.
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Dimensión ética y política de la Idea de Bien (partes del alma-clases sociales)
Como quedó claro en la contextualización anterior, todo el pensamiento platónico tiene una inspiración práctica y política fundamental, lo que en cierto modo nos habla ya de la enorme influencia que todas las circunstancias vitales de Platón ejercieron en su obra. Y uno de los hombres que más le influyeron fue, sin lugar a dudas, Sócrates. Por eso en los primeros diálogos, en los que la figura de Sócrates aparece mejor definida, los participantes se embarcan en la búsqueda de definiciones universales, y aparece también formulado el intelectualismo moral socrático. Según esta tesis, todo aquel que hace el mal lo hace por ignorancia. Los seres humanos malos son tan sólo ignorantes, y bastaría enseñarles de un modo adecuado para evitar que repitieran su mala acción en el futuro. Esta tesis socrática, optimista respecto a la naturaleza humana, implica una asociación entre el conocimiento y el perfeccionamiento moral del ser humano, conexión que, de un modo u otro, va a estar presente a lo largo de todo el pensamiento platónico. El conocimiento no se basta a sí mismo, sino que en el caso de Platón adquiere una dimensión práctica innegable: mediante el conocimiento, el hombre se hace mejor, se perfecciona, de modo que el sabio estará mejor preparado que el ignorante para hacer el bien.
Esta valoración moral del conocimiento, se refleja perfectamente en la concepción platónica de la virtud. Se podría decir que en el pensamiento ético platónico hay tres grandes virtudes: la purificación, la justicia (o armonía de las almas) y la sabiduría. Para Platón, todos los sabios son virtuosos. Tanto es así, que en su modelo ideal de polis el gobierno es una función que deben desempeñar los sabios. Por ello, la sabiduría se convierte en una de las virtudes más importantes. Retomando lo que ya hemos anticipado al hablar del símil de la línea, sólo es sabio aquel que llega a conocer a fondo las Ideas. No basta sólo con conocer algunas Ideas o con ascender en los grados de conocimiento. El sabio, al contemplar el mundo Inteligible, descubre la relación que hay entre unas Ideas y otras. Esto es lo que Platón llamaba la symploké de las Ideas, que nos conduciría, en último término a descubrir la Idea de Bien como la cúspide del mundo de las Ideas. El sabio es aquel que logra conocer la Idea de Bien, y que después está dispuesto a ayudar a los demás a alcanzar este tipo de conocimiento. Así, la virtud de la sabiduría consiste no sólo en hacer el camino de ascenso por todos los grados de conocimiento y sus objetos reales correspondientes, sino que además habría que recorrer un segundo camino, este de descenso, para luego “liberar” al resto de prisioneros de la caverna, esto es, ayudar el resto de hombres a llegar al conocimiento de las Ideas, abandonando el mundo de la opinión (que es, por cierto, el mundo de los sofistas) en favor del mundo Inteligible.
En esta conexión entre conocimiento y bien, juega un importante papel el concepto de dialéctica, que en cierto modo representa este doble camino del que acabamos de hablar. El concepto de dialéctica puede entenderse en un doble sentido: como ciencia (contemplación intelectual de las Ideas, alcanzar el último grado de conocimiento) y como método (juego de preguntas y respuestas que tiene como fin que el interlocutor logre también este conocimiento de ideas. Así la dialéctica como ciencia representaría este ascenso al mundo de las Ideas (y la Idea de Bien) y el camino de vuelta o regreso, en la que el sabio pone sus conocimientos al servicio de los demás. El dialéctico será, por tanto, aquel que conoce las Ideas (y la Idea de Bien) y que es capaz de que los demás también logren este tipo de conocimiento, y en él se enlazan de un modo claro y evidente el conocimiento y el Bien. No sólo es sabio, podríamos decir, sino que también es bueno, pues su conocimiento tiene aplicaciones prácticas directas.
En consecuencia, el conocimiento es una de las formas de perfeccionamiento del ser humano. El modelo antropológico platónico exige este esfuerzo intelectual por el conocimiento de las Ideas. Hay que tener en cuenta que Platón considera que el alma humana pertenece al mundo de las Ideas, y que sólo por un “accidente” (mito del carro alado) se ha encarnado en un cuerpo que, a fin de cuentas, no es más que la cárcel del alma. Si el alma quiere volver al mundo de las Ideas debe perfeccionarse, y uno de los caminos que tiene para hacerlo es precisamente la sabiduría. El alma humana está “hecha” de la misma sustancia “divina”, perfecta e inmaterial que las Ideas y tiende por naturaleza a conocerlas. Si el alma no se deja seducir por los placeres corporales, tiende a iniciar la ascensión que Platón describe en el símil de la línea. El conocimiento de las matemáticas (algo inmaterial) es ya un modo de acercarse a este conocimiento de las Ideas. Cuando se llega al conocimiento de la Idea de Bien, el alma humana se ha perfeccionado y puede considerarse un alma “sabia”. Esta idea platónica es un buen ejemplo de la íntima relación que hay entre el conocimiento y el tema del bien. Aquel que no conozca las Ideas no puede ser “bueno”ni tampoco se puede considerar “justo” o “feliz”. Platón piensa que el hombre “mejora” por medio del conocimiento y, como hemos dicho, aplicará esta Idea también a la política. El gobierno de los sabios no pretende ser una oligarquía elitista ni una aristocracia “intelectual” sino un gobierno de los mejores. Y en Platón, los mejores son precisamente los sabios, aquellos que han logrado perfeccionarse por medio del conocimiento.
El conocimiento de la Idea de Bien, por tanto, tendrá consecuencias prácticas beneficiosas, y podrá aplicarse tanto en la ética como en la política. En el terreno de la ética, el hombre justo será aquel cuya alma racional es sabia (y prudente), y es capaz de controlar al alma irascible que siendo valeroso se impone a su vez sobre el alma concupiscible, cuya virtud correspondiente es la templanza. Tres partes del alma con sus virtudes correspondientes, pero siempre con la sabiduría como virtud fundamental. El argumento de Platón es sencillo: ¿cómo va a ser bueno o justo aquel que no conoce la Idea de Bien? El mismo argumento tiene una aplicación política evidente. Si la virtud fundamental de la polis va a ser la justicia (la armonía de las tres clases sociales), la sabiduría será la virtud necesaria para todo aquel que quiera formar parte del gobierno. Si cada clase social debe cumplir con su virtud correspondiente (gobernadores-sabiduría, guerreros-valor, productores-templanza), se formará una polis justa y armoniosa, una polis en la que la injusticia no tiene lugar.
Para concluir, cabe recoger la conexión entre el conocimiento y el tema del Bien, diciendo que el conocimiento es una forma de perfección moral, tanto para los individuos como en la sociedad, y el proyecto de crear una ciudad justa debe, por tanto, construirse sobre la sabiduría, que se convierte así en una de las virtudes fundamentales. El conocimiento de la Idea de Bien nos hace mejores, y el deseo de ser mejores debe llevarnos al cultivar el conocimiento. A continuación, explicaremos brevemente las semejanzas y las diferencias entre Platón y sofistas (pregunta 4)
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Enviado por: | Rosa Ofunkilla |
Idioma: | castellano |
País: | España |