Filosofía y Ciencia


Juan Bodino


UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLÁN

Historia de las Ideas Políticas

Juan Bodino y el Absolutismo en Francia

Introducción a la Filosofía

Relaciones Internacionales

La mayoría de los textos sobre política escritos en Francia en la segunda mitad del siglo XVI fueron publicaciones polémicas sin altura de miras y sin originalidad filosófica. Hubo, sin embargo, una obra de carácter menos efímero: Los seis libros de la república de Juan Bodino, publicada en 1576.1 Como los otros, este libro fue motivado por las guerras civiles y su propósito fue el robustecer la posición del monarca. Pero Bodino logró alejarse del partidismo religioso y formuló un sistema de ideas políticas que, por confuso que pueda ser, consiguió elevar su obra sobre el grupo de escritos polémicos. Su importancia radica en que la obra que sacó el concepto de poder soberano del limbo de la teología en el que lo había dejado la teoría del derecho divino. Al hacerlo así, llegó a un análisis de la soberanía y a la inclusión de esta idea en la teoría constitucional.2

En este ensayo intentaré analizar las circunstancias históricas que rodearon a Bodino e influyeron a la creación de su obra, los principales conceptos de ésta y la forma en que contribuyó a la consolidación, en el siglo XVI, del poder absoluto del monarca en Francia.

La mañana del 18 de agosto de 1572 se celebró en Nuestra Señora de Paris, con gran pompa, la boda de Margarita de Valois, hija del rey Enrique II y hermana del rey Carlos IX, con Enrique de Borbón, rey de Navarra.

El era un reconocido hugonote. Sus padres, Antonio de Borbón y Juana de Albert, enemigos abiertos de la corona francesa y del catolicismo que ésta representaba, lo habían educado en la fe calvinista desde su infancia. Por ello, su matrimonio con una princesa de Francia significaba una tregua en la sangrienta guerra de religión que había azotado al país por más de una década. Tanto el rey como la reina madre, la florentina Catalina de Médicis --quien, según se decía, llevaba riendas del gobierno--, habían insistido con empeño en esta unión, que restablecía la paz en su reino y atraía a Paris a los principales hugonotes de Francia. Ni siquiera se había esperado la venia del Papa. Reinaba en la ciudad un clima de confianza en la buena fe de los soberanos y en su respeto a las diferencias religiosas. No había sido un matrimonio de amor, pero sí de tolerancia…al menos en apariencia.

El domingo 24 de agosto, fiesta de San Bartolomé, solo seis días después de la boda, tuvo lugar en Paris una de las peores masacres de la historia. Carlos IX, quien se creía haber descubierto una conspiración hugonota en su contra, mandó asesinar a todos los reformados, calvinistas y luteranos, de la ciudad, según se dice, por consejo de su madre. Miles de personas murieron aquella noche, en su sangre se ahogó el sueño de respeto y tolerancia.

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1 George H. Sabine, Historia de la teoría política, trad V. Herrero, México, FCE.1994.p313

2 Loc. cit.

Entonces, Juan Bodino tenía 42 años, vivía en Paris desde hacía 11 y trabajaba en el séquito de Francisco, duque de Alecon y hermano menor del rey. Como cortesano del palacio de Louvre, asistió a la boda de los reyes de Navarra y, como habitante de Paris, presenció con horror la matanza de San Bartolomé. Incluso, según algunos biógrafos, su vida corrió peligro aquella noche.3 Experiencias como éstas abrían de determinar en gran medida el contenido de su obra.

Nacido en Angers en 1529 ó 1530, de una próspera familia burguesa, Bodino ingresó, a los 16 años al convento de Carmelitas de Nuestra Señora. Ahí aprendió latín, griego y hebreo, se familiarizó con los métodos tradicionales de argumentación formal y se empapó de pensamiento aristotélico. A esta educación de marcado estilo medieval, siguió otra de corte renacentista cuando ingresó al Collége des Quatre Langues, donde la teología fue sustituida por la lingüística y Platón reemplazó a Aristóteles como máximo maestro.4 Esta dualidad en su formación contribuyó a hacer de Juan Bodino uno de los últimos pensadores de la Edad Media y uno de los primeros del Renacimiento, al mismo tiempo.

En 1548, fue dispensado de sus votos y abandonó a los Carmelitas para ir a estudiar a Toulouse, profesando en la Facultad de Derecho de esa ciudad. Tanto en Toulouse como, luego, en París, donde fue abogado en el Parlamento, desarrolló intensa actividad política y jurídica.5 Sus estudios lo pusieron en contacto con las ideas de grandes juristas, antiguos y modernos, a los que tomaría como referencia constante en su obra posterior. Baldo y Bartolo de Saxoferrato, Charles Du Moulins y Jacques Cujas son algunos de ellos.6

El ambiente del Paris renacentista, al que llegó en 1561, pletórico de obras de arte, de modas y de ideas importadas de Florencia y Roma, fascinó a Bodino. En el Parlamento y en las tabernas, en el palacio y en las calles, en el Louvre y hasta en Notre- Dame, se discutía a voz en cuello sobre política y religión. La crueldad de la guerra civil que ensangrentaba a Francia no había opacado, todavía, el brillo de su capital.

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3 Roger Chauviré, Jean Bodin, auteur de la Republique, Paris, 1914,p35. Citado por Quentin Skinner, Los fundamentos del pensamiento político moderno, tomo II,trad. J.J. Utrilla, México. FCE, 1986,p.292

4 M.J.Tooley, “Introduction” a Bodin, Jean, Six Books of the Commonwealth, Oxford, Basil Blackwell,1995,pp.vii-viii

5 Ferrater Mora, José, Diccionario de filosofía, Madrid,1979,s.v. BODIN,JEAN.

6 M.J. Tooley,op.cit.,p.ix

De esta época data su primera obra importante, Método para la fácil comprensión de la historia (1566). En ella, Bodino hace un minucioso análisis comparativo de los sistemas legales en estados de diferentes épocas y lugares. La obra, sin embargo, no es sólo un examen académico de las fuentes, ya que hace énfasis en la comprensión de la historia.7 La tesis que sostenía era que, dado el carácter universal de la ley, era posible usar la experiencia histórica para determinar la mejor y más estable forma de gobierno.

La posición moderada e incluso constitucionalista que adoptó el autor del Método, difiere radicalmente de la defensa casi inflexible del absolutismo que se aprecia en los Seis libros de la república y que constituye l punto central de su pensamiento. Mientras en la primera de esas obras se preocupa por las limitaciones del poder regio, en la última trata de eliminarlas.8Este súbito cambio de opinión revela una abrupta pérdida de optimismo y de fe en las leyes, probablemente causada por los violentos acontecimientos de los que Bodino fue testigo en los años que mediaron entre ambas obras.9

En 1571, la carrera política de Bodino dio un gran salto hacia adelante: entró al servicio del duque Francisco de Alecon, como maestro de peticiones y consejero. Esto lo introdujo al mundo de la alta política en el momento en que ésta le interesaba más. Tuvo la oportunidad de enterarse de secretos de estado, de leer correo diplomático y de entrevistarse con príncipes, ministros y embajadores extranjeros. Además, acompañó al duque de Alecon a Inglaterra, donde conoció personalmente la corte de Isabel I y la Universidad de Cambridge, y a los Países Bajos, donde contempló otra cara de la Guerra de Religión.10

El duque, hijo de Catalina de Medicis, hermano de Carlos IX y de Margarita de Navarra, era, además, líder oficial del partido de los “políticos” o politiques. Este se distinguía, en una época de creciente fanatismo, por sostener que la principal labor de estado era el mantenimiento del orden público y no la defensa o la instauración de la “Religión Verdadera”. La casa de Alecon era, pues, un mundo con el que Bodino congeniaba intelectualmente.

Como consecuencias de las guerras de religión, toda Europa, y principalmente Francia, se había convertido en un semillero de teorías monárquicas y antimonárquicas. Para ponerlo en palabras de George Sabine, “tanto las teorías del derecho del pueblo en cuanto a defensa del derecho a resistir, como las teorías del derecho divino de los reyes en cuanto a baluarte de la unidad nacional, comenzaron su historia como teorías políticas modernas”.11Como la obra de Bodino y los politiques, así toda la teoría del derecho divino del monarca, se expuso para contestar los argumentos que justificaban la resistencia, conviene explicar éstos en primer término.

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7 Ibid.pp.x-xi

8 R. Chauviré, op.cit.citado por G. Sabine,op. Cit. Pag.321

Varios autores, de ambos lados de la frontera ideológica, sostenían que el poder regio derivaba del “pueblo” o comunidad y defendían el derecho a resistir los abusos del monarca en determinadas circunstancias. Estas teorías antimonárquicas -- o “monarcómanas”, como fueron denominadas después - que aparecieron en los años siguientes a la Noche de San Bartolomé, fueron defendidas tanto por protestantes como por católicos.12

Enemigos naturales de los católicos reyes Valois, los escritores hugonotes fueron los primeros en proponer teorías que limitaran su poder. Utilizaron, por un lado, argumentos históricos que apelaban a la tradición constitucionalista medieval frente a la tendencia más moderna al absolutismo regio y, por otro, argumentos filosóficos herederos de las ideas antipapistas de Guillermo de Ockham, de Lutero y de Calvino. El mejor ejemplo de ataque protestante contra el absolutismo es la famosa Vindiciae contra tiranos.13

Del otro lado del espectro ideológico, los católicos radicales también buscaban limitar al poder regio. Los principales ideólogos de esta política fueron los miembros de la Compañía de Jesús. Como agentes de la Contrareforma, los jesuitas tenían la misión de recuperar para la Iglesia de Roma el terreno perdido, no solo ante el protestantismo, sino ante la consolidación de los estados nacionales. Por tanto, al igual que los calvinistas, tenían razones para oponerse a una monarquía nacional demasiado poderosa, pero, al contrario de esos, los jesuitas utilizaron su teoría para apoyar una forma revisada de la vieja doctrina de la supremacía pontificia en cuestiones morales y religiosas. Aunque los primeros escritores jesuitas fueron principalmente españoles, su obra tuvo gran influencia en la vida política francesa. Tal fue el caso de Roberto Belarmino, Francisco Suárez y Juan de Mariana. Este último incluso defendió el tiranicidio en general y, en concreto, aprobó el asesinato del rey Enrique III de Francia en 1589 como los más furiosos monárcomanos hugonotes. “Los jesuitas, dijo Jacobo I, no son sino papistas puritanos.”14

Otros actores de la época que se oponían al absolutismo nacional francés por el lado católico eran el papa Gregorio VIII, el rey Felipe II de España y, dentro de la misma corte de Francia, el duque Enrique de Guisa; y, por el lado protestante, el almirante Coligny y la familia Condé.

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9 Skinner, op. Cit. P297

10 M.J. Tooley,op. Cit., p.xi

11 G. Sabine,op.cit.,p294

12 Ibid. Pp.294-296

13 Ibid.,pp 296-302

14 Ibid.,pp304-305

En medio de los dos grupos, y oponiéndose a ambos, se encontraba el partido de los politiques, al que pertenecía Bodino. Su lema era una frase de Michel de l´Hopital, canciller de Catalina de Medicis, pronunciaba angte los Estados Generales: “Une foi, une loi, un roi” (una fe, una ley, un rey).15 Aunque la mayoría de ellos eran católicos, eran ante todo nacionalistas, por lo tanto, defendían la política de salvar el naufragio de lo que se pudiera salvar; permitir las diferencias religiosas que no podían deshacerse y mantener unida a la nación francesa, aunque se perdiera la unidad de religión.

Los politiques veían en el poder regio el soporte fundamental de la paz y el orden y trataban de elevar al rey como centro de la unidad nacional, por encima de todas las sectas religiosas y partidos políticos. Pese a la lógica de esta política, la mayoría de los hombres del siglo XVI la consideraba irreligiosa. Sus enemigos decían que los politiques “preferían el reposo del reino y de sus casas a la salvación de sus almas, preferían que el reino estuviera en paz sin Dios, a que estuviera en guerra con El”.16

Para 1574, las persecuciones religiosas eran cada vez más cruentas y las diferencias se habían vuelto evidentemente irreconciliables. En junio, Carlos IX murió en circunstancias sospechosas, más achacables al veneno que a la enfermedad: el Estado parecía al borde del colapso. Fue en este contexto de miedo e incertidumbre en que Bodino empezó a escribir los Seis libros de la República.

Cabe aclarar que la República a la que se refería Bodino no tiene nada que ver con la acepción moderna del término que lo identifica como la forma de gobierno contraria a la monarquía, por el contrario, la republique de Bodino está asociada con su significado etimológico: res publica, cosa pública. La define al principio del Libro I como “el gobierno legítimamente ordenado de un grupo de familias y de todo aquello que es de su interés común, por un poder soberano”.17

Bodino tomó de Aristóteles su concepción de filosofía política, basada en la combinación de historia y filosofía. “La filosofía—dice—muere de inanición en medio de sus preceptos si no está vivificada por la historia.”Así, criticaba la política utópica de Platón y de Tomas Moro por haber prescindido de la historia, y a Maquiavelo por haber prescindido de la filosofía, a lo que atribuía la tendencia inmoral de sus escritos.

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15 Q. Skinner,op.cit.p.257

16 G. Sabine,op.cit.,p.313

17 Juan Bodino, Los seis libros de la república,libro I,cap.1

El horror de la guerra civil y el temor a la violencia y a la anarquía convencieron a Bodino que los politiques estaban en lo cierto y que el único remedio era el reconocimiento de la autoridad absoluta del estado “al cual, después de Dios inmortal, se lo debemos todo”.18 El derecho romano le sugirió el concepto esencial de tal poder, pero sus estudios históricos comparativos realizados para el Método le permitieron liberar el concepto de soberanía de su asociación con la Roma clásica y considerando en general como el fundamento de todo tipo de estados a través del tiempo.19

Dada su visión de la fragilidad del orden y de la suprema necesidad de mantenerlo Bodino consideró que la principal labor ideológica de los Seis libros debía ser atacar y rechazar la teoría hugonota de la resistencia, que él había llegado a considerar como l mayor amenaza de restablecer una monarquía bien ordenada en Francia.20 Repetidas veces indica que su principal intención al escribir es contestar a los monarcómacos, esos hombres “peligrosos” que so pretexto de la libertad popular están intentando “inducir a los hombres a rebelarse contra sus príncipes naturales, abriendo la puerta a una licenciosa anarquía que es peor a la más dura tiranía del mundo.”21 Esta afirmación está regida, sin embargo, por el principio soberano de Bodino, según el cual el soberano está por encima de las facciones religiosas.

El ataque de Bodino a la teoría y a la práctica de la revolución hugonota nos lleva al núcleo de las doctrinas positivas anunciadas en los Seis libros pues nos lleva al análisis de la soberanía, que constituye, sin duda, la parte más importante de la filosofía de Bodino.

Empieza definiendo la soberanía como “el poder más alto, absoluto y perpetuo sobre los súbditos de un comunidad, que en latín e llama majestas”.22 Por tanto, un verdadero soberano es inmune a toda resistencia legítima, ya que no le tiene que rendir cuentas más que al Dios inmortal. Pero Bodino no sólo trata la doctrina de la no resistencia como implicación analítica de la soberanía, sino que pasa a tratar la idea de soberanía absoluta como implicación analítica del concepto del Estado. Esto, según sostiene Skinner, constituye una transición decisiva en el pensamiento político absolutista.23

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18 Ibid,citado por M. J. Tooley op.cit.p.xii

19 M.J. Tooley op.cit.p.xiii

20 Q. Skinner,op.cit.p.292

21 Bodino. Op.cit. citado por Skinner, op.cit.p.293

22 Bodino.op.cit.( I,cap.8)

23 Q. Skinner, op. Cit.p.297

El poder soberano es, para Bodino, perpetuo, indivisible e inalienable. Es además un poder no delegado sin límites o condiciones. Como Aristóteles, admite que la soberanía puede recaer en una aristocracia, e incluso en el pueblo. Pero, a diferencia de Aristóteles, está convencido que estas formas de gobierno en que el estado es mixto y la soberanía está dividida. Conducen irremediablemente a la anarquía y a la ruina. La única forma de república bien ordenada es pues la monarquía en particular, la monarquía de tipo francés.

Pese a las claras aplicaciones prácticas que, como he dicho, dio Bodino al término de soberanía, éste no es un concepto empírico, no está basado en la realidad histórica ni presente del autor. Más bien es un concepto jurídico o normativo y, como tal, se refiere más al ámbito del deber ser que al del ser --la formación de Bodino como abogado cobra aquí especial importancia--. En realidad, es una noción abstracta en la cual radica, para Bodino, la esencia misma del estado. Es debido a esta cualidad que la soberanía es perpetua e inalienable. Ni la muerte del monarca, ni un cambio de gobierno pueden perderla, solo hacerla cambiar de manos. Así, la soberanía como concepto teórico permanece incolumne ante tiranicidios, revoluciones y guerras civiles.

El poder soberano no está sometido a las leyes porque el soberano es la fuente del derecho y no puede obligarse a sí mismo ni a sus sucesores, ni puede ser hecho legalmente responsable ante sus súbditos. Sin embargo, y aquí radica la mayor dificultad de su argumento, el soberano si es responsable ante Dios y está sujeto a la ley natural.24 Porque de otra manera no hay forma de distinguir entre el monarca y el tirano.

Para Bodino, la existencia de una ley natural o divina es una verdad dogmática. Sin ella, todo el aparato que construye para justificar la centralización del poder en el monarca caería por los suelos. Para él, como para todos sus contemporáneos, la ley natural es superior a la humana y establece ciertos cánones inmutables de justicia. Lo que distingue un verdadero estado de la mera violencia eficaz es la observación de esa ley. Así pues, la ley es a la vez voluntad del soberano y la expresión de la justicia eterna. Sin embargo, según tiene que admitir el propio Bodino, ambas pueden estar en conflicto.25 Sin embargo, esto no pone en riesgo la validez de su teoría, ya que, como él lo sabía bien, el problema aquí es meramente ético y no jurídico.

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24 G. Sabine,op.cit. pp.317 -318

25 Ibid.p319

Otra confusión que Bodino no logra aclarar en su teoría de la soberanía absoluta es consecuencia de su fidelidad al derecho constitucional francés. Como jurista, reconocía que había ciertas cosas que ni el rey de Francia podía hacer legalmente. Por ejemplo, no podía modificar las normas relativas a la sucesión de la corona ni enajenar parte alguna del dominio público. Bodino admitía la existencia de una clase especial de leyes, denominados leges imperii, necesariamente conexas con el ejercicio de la soberanía, sobreentendiendo que con su violación, desaparecía la soberanía misma. La conclusión es aquí manifiesta, el soberano es fuente de ley pero está sometido, a la vez a ciertas normas constitucionales que no ha hecho ni puede cambiar. La existencia de estas leges imperii debería implicar que la soberanía reside, en último grado, en el pueblo, pero Bodino, dada su condición particular de la que ya he hablado, la hace residir en el monarca. En este caso, la confusión llega a constituir una franca contradicción.

Para Bodino, la religión es fundamento del Estado y, por lo tanto, del poder soberano. Así, curiosamente, Dios y el hombre se vuelven dos temas centrales en su obra. Edad Media y Renacimiento confluyen; el dogma y la razón se reconcilian. Como lo hiciera Erasmo, Bodino quiso dar a sus contemporáneos una visión del universo que, aunque construida en torno al hombre, fuera profundamente religiosa.

Como la mayoría de los politiques, la unidad religiosa es un ideal para Bodino. No negó nunca el derecho del estado a la persecución ni discutió la ventaja de la existencia de una sola fe, pero se dio cuenta que las guerras y las persecuciones religiosas eran realmente ruinosas y las condenó por este motivo utilitario. Hace una defensa firme de la tolerancia religiosa, pero la considera más como una política que como un principio moral.

El pensamiento de Bodino, dice Sabine, es una amalgama de superstición, racionalismo, utilitarismo y tradiocionalismo.26 Esta curiosa mezcla, que es una constante en su obra, es problablemente, resultado de la época de transición en que vivía.

En 1583, murió el duque de Alecon y Bodino dejó Paris para tomar el puesto de procurador de presidio en la ciudad provincial de Laon, donde pasaría el resto de su vida.

26 Ibid. P.314

En 1589, el rey Enrique III, último hijo de Catalina de Medicis y último rey de la dinastía Valois, fue asesinado. El tirano había sido vengado; al parecer, los monarcómanos habían triunfado. Sin embargo, durante el reinado de su sucesor, Enrique de Borbón, la política triunfante fue precisamente la de sus adversarios, los politiques: El ahora Enrique IV abjuró del protestantismo y restauró la paz por medio de una transigencia moderada en el terreno religioso. Siguiendo las enseñanzas de Bodino, logró someter a los señores y gobernadores de provincias y restableció, de una vez por todas, la autoridad real. A él se le debe el absolutismo que caracterizó a la Francia del grand siécle.

En 1591, mediante el edicto de Nantes, se promulgó en Francia la libertad de cultos y en 1598 terminó la guerra civil y se logró la pacificación definitiva del reino. Desafortunadamente, Bodino no pudo contemplar este sueño tan largamente esperado, pues habría muerto dos años antes, en diciembre de 1596.

Una visión maniquea de la historia podría ver a Juan Bodino como un cínico, como el esbirro más servil y más útil de la familia real francesa, como el genio maligno creador y defensor de la tiranía, del despotismo y del absolutismo; o bien como un héroe, un mártir del respeto y la tolerancia religiosa, un prócer que contribuyó a librar a su país de los lastres del feudalismo medieval para impulsarlo hacia la Edad Moderna. Quizá ninguna de estas dos imágenes sea cierta, o, lo que sea más probable, lo sean ambas. Lo cierto es que Bodino fue un hombre de su tiempo, como Maquiavelo, como Enrique VIII y Carlos V, como Catalina de Médicis y el papa Borgia, un hijo del Humanismo y del Renacimiento, una encarnación de su siglo. Las múltiples contradicciones que encontramos en su pensamiento no son sino las contradicciones de toda su época.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Bodin, Jean, Six Books of the Commonwealth, introd. Y trad. M.J. Tooley, Oxoford, Basil Blackwell,1995

Ferrater Mora, José, Diccionario de Filosofía, Madrid, Alianza Editorial,1979

Gil Villegas M., Francisco, “De los monarcómanos a la Declaración de los derechos del hombre pasando por la teoría de la soberanía” en Fernando Serrano [compilador] Homenaje a Rafael Segovia, México, El colegio de México,1998

Hanotaux, Gabriel, Histoire de la Nation Francaise, Paris, P. Imbart de la tour, 1920

Orieux, Jean, Catalina de Médicis, trad. Floreal Mazía, Buenos Aires, Javier Vergara,1987

--“La Francia de Le Grand Siécle” en Historia Universal, Tomo 10,pp.31-46, México, Salvat,1980.

Sabine, George H., Historia de la teoría política, trad. Vicente Herrero, México, FCE,1994

Skinner, Quentin, Los fundamentos del pensamiento político moderno, trad. Juna José Utrilla, México, FCE, 1986.




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