Historia
Historiografía
*Advertencia: Con afanes ilustrativos e insertados entre los apuntes aparecen las biografías de algunos de los historiadores más significativos que se tratan. Dichas biografías están sacadas de la Enciclopedia Microsoft Encarta en su versión de 1999. Por ello algunas matices sobre las obras de estos autores pueden ser diferentes a los dados por el profesor
04/03/2002
INTRODUCCIÓN.
Nos centraremos en la Historiografía tras la Segunda Guerra Mundial, pero siempre en el contexto histórico en que se desarrolla. El momento de cambio está asociado al evento bélico y a la Escuela de Annales.
Veremos como, por su parte, la Historia del Siglo XIX se enmarca en un contexto de mayor libertad y ésta es el principio de la Historia (cuyos antecedentes más inmediatos sólo están en Grecia y menos en Roma).
Estudiaremos cómo los grandes cambios económicos producidos no dan lugar a una historia económica del Siglo XIX y, al respecto, Marx será la excepción. El cambio de siglo, por su lado, es de surgimiento de nuevas tendencias económicas, sociales, etc. en la Historiografía que desaparecerán al poco tiempo para reaparecer tras la Segunda Guerra Mundial. Observaremos como tras ésta se dará un reflorecimiento de todas estas tendencias y corrientes al calor del surgimiento y afianzamiento de la Escuela de Annales.
También se verán aspectos como el de la llamada Historia Cuantitativa, la aplicación de la Antropología a la Historia, etc.
Fuera de Annales repasaremos otras corrientes historiográficas como el marxismo (que había recaído en las primeras décadas del Siglo XX) y dentro de él autores como E. P. Thompson, E. J. Hobsbawm, etc.
Se examinará el uso, en primer lugar en Inglaterra, de otras fuentes como las orales (aplicables no sólo para la Historia Contemporánea), las fuentes jurídicas, etc.
Veremos, también, los inicios de la Historia de la Mujer y su relación con el Movimiento Feminista. Al respecto hay que indicar que Wulff no cree en la Historia de la Mujer sino en las perspectivas de Historia del Género. Señala como el concepto de sexo es puramente físico pero a partir de ahí existen consecuencias culturales por el rol que juega cada sexo. Nuestra cultura, señala, ha roto con esto. Cada cultura hacía que la diferencia física hiciera normal la diferencia de roles. Ese papel cultural del sexo es lo que desemboca en la Historia del Género y cómo los sexos han visto condicionados su comportamiento con los roles culturales establecidos.
En los setenta existirá otro cambio radical socioeconómico a raíz de la crisis que romperá con el progresismo de los treinta años anteriores. De esta forma el postmodernismo dirá que la Historia es pura literatura.
Por último se hablará también de autores importantes de la actualidad y, al respecto, se incidirá mucho en el nacionalismo y sus conceptos de nación e identidad colectiva.
07/03/2002
LOS PROCESOS ANTERIORES A LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.
Respecto al surgimiento de aquella Historia Social y Económica que vimos en la introducción. Sólo Marx en el Siglo XIX y aquella corriente del cambio de siglo (entre los que destacan Weber y Durkheim) tratan este tema antes de la Segunda Guerra Mundial. Lo curioso es que, tras el cambio de siglo, esas tendencias se pierden en casi todos los casos siendo minoritarios quienes las continúan. En cambio, predominan la Historia Política y Militar de siempre. Las propias circunstancias nacionalistas y belicistas imponen esta circunstancia histórica.
¿Por qué cambian las cosas tras la Segunda Guerra Mundial y por qué los cambios se suceden en unos países y no en otros?. En realidad el estudio de la Historia no ha sido importante sino para la Civilización europea occidental, pero no en la antigüedad sino en la actualidad (sobretodo desde el Siglo XIX). Ello tiene que ver con características positivas como la capacidad de reflexión abierta y libre sobre el mundo y las cosas que existen. La Historia es una de las pocas cosas que ofrecen racionalidad sobre el entendimiento del pasado que al fin y al cabo es comprender las causas de las cosas que suceden en el presente.
Los cambios que producen esta circunstancia en el Siglo XIX son dos revoluciones fundamentales. Otra tercera revolución se dará ya en el Siglo XX. Esas grandes revoluciones son:
La Revolución Económica. El desarrollo del capitalismo y la industrialización. Aunque empieza antes del Siglo XIX, su desarrollo y apogeo son decimonónicos.
La Revolución Democrática. A raíz de la Revolución Francesa, con el precedente norteamericano. Es el proceso por el que se desarrollo la idea de que las sociedades tienen el derecho de gobernarse a si mismas. Sólo el antecedente de la polis ateniense del Siglo V a.C. es calificable previamente de democrático.
En ambos casos se trata de fenómenos extraños, a decir del profesor Wulff.
La tercera gran revolución se da en el Siglo XX y es aún más “rara”. Se trata del ascenso de la mujer dentro de la Sociedad. En todas las sociedades complejas, hasta ahora, la mujer había quedado excluida a casi todos los niveles.
Las dos primeras revoluciones aludidas son muy importantes porque rompen radicalmente con el pasado en algo tan importante como es la forma en que vive la gente (su forma de ganarse la vida, comer, etc.). El alimento era el núcleo básico de la producción hasta entonces y comer era la principal preocupación. Eso cambia tras la revolución que supondrá la industrialización tras la cual lo agrario tendrá un papel mucho más secundario en la vida al igual que todo el sector primario. De esta forma el paso de una sociedad de base primaria a otra sociedad en la que la mayoría de la gente no consigue sus alimentos directamente de la tierra sino de otro tipo de productos y tareas es un paso único en el mundo. Ni siquiera sociedades como la fenicia pudieron prescindir de lo vital que es la agricultura porque al fin y al cabo eran intermediarios de sociedades agroganaderas. Incluso en una sociedad como la romana, con un importante desarrollo económico, más del 90% de la población del Imperio vivía de la agricultura. Así pues se produce un cambio tremendo con efectos en las personas.
Marx se planteaba el problema de las diferencias entre las sociedades anteriores y la suya contemporánea en cuanto a la producción y, concretamente, se plantea una distinción que ve muy clara entre la sociedad feudalista y la capitalista. Examinando la primera ve que existen campesinos que cultivan las tierras que les son asignadas. No tienen la propiedad de su campo y casa (sí su posesión). En realidad lo que tienen es su fuerza de trabajo con la que aran, siembran, abonan, etc. Es decir, el campesino lo produce todo aunque el producto final ha de compartirlo con el Señor. ¿Por qué éste se lleva una parte? No existe una respuesta económica porque todo lo ha hecho el campesino. Se trata de una coerción extraeconómica y además la Sociedad en que vive fabricará la legitimación de esta coyuntura desde un punto de vista religioso. Se trata de un orden teológico que lleva a que existan los que producen, que alimentan a los que oran y a los que los defienden. Son argumentos de tipo religioso, además de la fuerza de la costumbre. Así la religión y la coerción extraeconómica son vitales en el mundo feudal y toda su Sociedad se articula en torno a este esquema. Religión y poder son básicos en la cotidianeidad y cuando se suceden revoluciones están ligadas a procesos religiosos.
Teniendo en cuenta que las servidumbres llegan hasta el Siglo XIX, justo hasta que empieza la fase de auge capitalista, Marx se preguntará ahora la misma pregunta y dirá: Aparentemente en el Mundo capitalista las cosas son distintas y las relaciones entre un trabajador y un industrial no parecen ser las mismas. El empresario tiene ahora la propiedad y la posesión del Modo de producción: la fábrica. Cuando necesita trabajadores en el mercado (el mercado laboral) los adquiere (oferta un precio por el trabajo). El trabajador, aparentemente en igualdad, ofrece su trabajo libremente al empresario que acepta o no. La relación es igualitaria en teoría y en plena libertad. Han cambiado muchos factores porque ahora el empresario lo controla todo y el trabajador sólo pone la fuerza de trabajo (alienación). La libertad existe pero sólo supuestamente.
Este proceso es, en apariencia, puramente económico y sin connotaciones ideológicas, religiosas ni coercitivas. Teóricamente el Estado no interviene tampoco en el plano económico. Así lo político y lo ideológico se alejan por primera vez del proceso productivo (aparentemente) ante lo que Marx dice: Esto es mentira porque el trabajador no es libre de aceptar el trabajo y el truco está en que quién hace la producción es él y por tanto él debiera ser el propietario de lo producido. Así el sueldo es un engaño porque es mucho menos de lo producido. El caso es que la sociedad capitalista desarrolla un sistema económico, político y social con más posibilidades de juego que las anteriores.
El ejemplo del pensamiento marxista es un ejemplo de cómo nuestra sociedad posibilita la existencia de un pensamiento crítico. El sistema económico multiplica la riqueza porque ofrece mayor posibilidad de generar producción incluso en la agricultura, al posibilitar una mayor producción agrícola con muchos menos trabajadores. Con arreglo a la estadística pura veríamos un cambio importantísimo por el que la mayoría deja la agricultura para vivir de la industria y ello parecería positivo ¿pero lo es? ¿es positivo cambiar del campo a una ciudad masificada con nuevos contextos culturales, vivenciales y valorativos?... No parece que la respuesta sea muy positiva. Se trata de un cambio de formas de vida, rituales, modelos, pertenencias, ... muy traumático hacia otro ámbito que cambia la vida cotidiana. De esta forma el capitalismo significó uno de los mayores cambios, desde todos los puntos de vista, de la Historia humana y sus efectos son la generación de nuevas formas culturales en el sentido antropológico ya que esas gentes llegadas a la ciudad recibirán del Estado (controlado por los dominantes) concepciones y valores que dan un nuevo sentido a la realidad en la que están. Por ello no existe un siglo más preocupado por extender la educación, la cultura, ..., nuevos valores en suma, como el que representa el Siglo XIX. Ahí es donde hay que entender que esas personas descarriadas reciban diferentes perspectivas doctrinarias y no sólo las del Estado. Estas gentes podrán desarrollar también otras nuevas formas de identidad colectiva que sustituyan a las que les han roto y así surgen la identidad socialista o anarquista. La explotación de las condiciones de vida puede hacer que se desarrollen nuevos valores alrededor de la concepción de clase como las desarrolladas por Marx y Bakunin.
Una de las cosas que consecuentemente se huele a lo largo de todo el Siglo XIX es el miedo de los dominantes a lo que pasa entre los trabajadores. La burguesía revolucionaria pasa a ser burguesía asustada y el miedo hacia los aristócratas o el clero deja paso al que produce la clase trabajadora.
Este conjunto de cambios son utilizados por el poder para que desde éste se intenten reconstruir las identidades colectivas que girarán en torno a la idea de nación. Ésta será la gran creación ideológica que intentará articular a la gente alrededor de la pertenencia nacional como una nueva religión (sacralización de la nación). El estado burgués contará con muchos instrumentos como, por ejemplo, el Sistema educativo.
En paralelo al nacionalismo surgirá otro gran modelo: el Imperialismo.
11/03/2002
Es un siglo, el XIX, muy complicado pero rico y aún vivimos de sus fenómenos: imperialismo, nacionalismo, etc. Es importante conocerlo para ver de dónde surgen estos movimientos.
El nacionalismo genera la pertenencia a un colectivo “pseudodivino”: la nación o colectividad definida como la única pertenencia que un hombre puede tener. Son entidades destinadas a vivir e imponerse sobre las demás y nunca destinadas a cambiar o a convertirse en otras.
Antes de hablar de la Revolución Democrática interesa apuntar más cosas que son una constante en los siglos XIX y XX, que tienen que ver con el concepto de Imperialismo y que es la gran justificación de lo que está pasando: el concepto de progreso; la idea que el mundo está destinado a una evolución progresiva producida por medios técnicos. Esa idea nace en el Siglo XVIII adquiriendo carta de naturaleza en el XIX, cuando va unida a los evolucionismos (como el darwinismo). La idea es que el mundo avanza positivamente hacia el futuro unido a un cambio tecnológico y las sociedades son vistas en algunos de los puntos de evolución del mundo, siendo las occidentales las que están en la punta de lanza evolutiva. Así el futuro se abre esplendoroso y para ello sólo hay que introducir cambios tecnológicos hacia el progreso. Esta idea es común a todas las grandes ideologías del XIX (la idea de progreso como evolución tecnológica).
Si las sociedades previas a la Revolución Industrial colocan el paraíso en el pasado, las sociedades posteriores lo ven el futuro. La idea de paraíso en el pasado y que los cambios sociales son negativos es común a todas las sociedades preindustriales y están equiparados a decadencia. Así, en Roma, para acusar de negativo a alguien se decía que quería hacer “cosas nuevas” (res novas). Se trata de sociedades agrarias que esperan una regularidad de los ciclos agrícolas y su saber está asociado a los ancianos (de ahí su papel en la antigua sociedad). Para ello debe existir la idea que el Mundo no cambia y la sabiduría es la ya adquirida. Por ello es importante el cambio de la Revolución Industrial cuya filosofía será: Se puede pasar mal pero en el futuro existe el paraíso de la técnica y el progreso económico (aunque eso se ha demostrado luego falaz, por ejemplo en el tercer mundo tras la crisis de los setenta). De todas formas esa ideología ha marcado la Historia de Europa de los Siglos XIX y XX sustentando, también, movimientos revolucionarios como el fundado por Marx que pensaba que el progreso de la humanidad llevaría a un cambio económico y político hacia el bienestar pensando que la propia evolución del capitalismo llevaría al socialismo. Marx creía en el evolucionismo de la sociedad y lo aplicaba también al tercer mundo (por ejemplo, en el caso de la India bajo el Imperio Británico que tendría que sufrir para que se produjera la evolución económica necesaria y previa al proceso revolucionario).
Así el concepto de progreso llega incluso a gente tan revolucionaria como Marx convirtiéndose en la idea legitimadora de todo lo que sucede en el mundo. Hasta la Iglesia Católica cree en estas cosas, llegando un momento en que acepta que los cambios materiales no son necesariamente negativos aunque esté en contra de la democratización social. Incluso existe una versión religiosa del progreso: la idea de la providencia.
Todas estas cuestiones son un buen marco para empezar a ver la otra gran revolución: la Revolución Democrática, otra de las “extrañas” cosas que nos suceden a los europeos pues supone un posicionamiento único en la Historia de las Sociedades complejas. Sus precedentes, como se señalaba, sólo estaban en la Grecia del Siglo V a.C. (y en menor sentido en la Roma Republicana). Corremos, es cierto, el riesgo de pensar que la Revolución Democrática “pasa de rositas” por el Siglo XIX y no es así. A principios del siglo existen dos ejemplos de comienzos de este proceso democratizador: Francia y los Estados Unidos de América. El primer caso, el francés, presente un notable germen de conceptos en la conciencia europea (por ejemplo en lo que respecta a la decapitación de Luis XVI). A principios del Siglo XIX la perversión de la República Francesa es patente en la figura de Napoleón y ello es interesante porque gentes de toda Europa (por ejemplo Burke en Inglaterra) hablarán del horror de la Revolución Francesa y de que la soberanía popular llevaría siempre hacia la dictadura. Criticarán los procesos políticos revolucionarios porque no tienen en cuenta las tradiciones de los pueblos produciendo ruptura en vez de evolución. Estas gentes criticarán el racionalismo en nombre de las tradiciones históricas de los pueblos que habría que tener en cuenta antes de introducir cambios políticos y, por ello, todo el Siglo XIX y su política estará justificada en la Historia Europea y la de sus países.
El aporte más importante que hace España al problema de la libertad de los pueblos es la Constitución de 1812 que defiende sobretodo la soberanía popular siendo un escándalo y una sorpresa en la Europa que contempla la rebelión contra los franceses. España es entonces el punto de referencia de la lucha antinapoleónica y será la reencarnación de la idea romántica del pueblo en la que los españoles recurrirían a sus viejas tradiciones (como la lucha contra Roma, por ejemplo) para luchar contra los franceses. En Alemania, al respecto, se traduce varias veces la Numancia de Cervantes.
No obstante esto no durará mucho, pero es importante porque en 1823 quien tiene que acabar con la experiencia liberal española es un ejército europeo: el compuesto por los famosos “Cien mil hijos de San Luis”. Al morir Fernando VII en 1833 se dará la lenta consolidación de un Estado burgués moderado y conservador de democracia restringida hasta la Revolución de 1868. En fin, en opinión del profesor Wulff se trata de una evolución no tan distinta de la que se da en otros países del entorno europeo: llena de conflictos ideológicos, económicos y bélicos en los que las distintas opciones se enfrentan entre si y donde el debate político es esencial, tratándose de cómo organizar el propio Estado tras 1833.
El elemento esencial de todo posicionamiento es la Historia que se hace en el Siglo XIX que hasta su final será una Historia política y militar, entre otras cosas porque así como el proceso de desarrollo capitalista es indiscutible, los grandes debates sociales, políticos, etc. son sobre cómo organizar la sociedad que se construye.
Hay que hacer notar que no es una Historia hecha por profesionales, salvo en Alemania que tiene que ver con un Estado no democrático donde la Historia la hacen periodistas, funcionarios, abogados, etc. estando presente en el teatro, novela, pintura, periódicos, … Por eso la Historia es política y militar y está centrada en el Estado y en sus conflictos políticos.
La Historia es utilizada, así, en el debate político. De esta forma tenemos, por ejemplo, a Don Modesto Lafuente y Zamayoa que es un periodista satírico que también fue político, abogado, seminarista y varias cosas más.
Su Historia es interesante para ver cómo se realiza una Historia de España en la época. En él influyen gentes como Guizot. Lafuente retoma una idea de España ejemplo de la que se hace en el conjunto de Europa y cuyos precedentes están alrededor de la Constitución de 1812. Coge el modelo de Mariana y cuenta dos Historias: una es la de Mariana que venía a hablar de unas gentes; los españoles, provenientes de Noe, valientes, honrados, monoteístas, frugales, etc. que tuvieron la desgracia de vivir en un país muy rico: España, por lo que atrajeron a todo tipo de ladrones entre los que se encontraban cartagineses, fenicios, romanos, etc. (eran menos malos los visigodos). Su defecto, no obstante, era la desunión. Los últimos y más malvados de los invasores fueron la “canalla mora” (sic) que encima quisieron quitar la verdadera religión. Tras todas esas desgracias los auténticos españoles inician la Reconquista que termina con los Reyes Católicos que unificaron por fin España empezando el proceso imperial. Esta Historia es la que recogía Mariana. Lafuente la continuará con un epílogo en el que los españoles, guiados por la providencia (este autor era liberal pero católico), culminan su Historia con el reinado de Isabel II en la que se unen dos grandes principios: el principio de la Monarquía y el principio de la Democracia; es decir, la Monarquía Constitucional, culmen de lo bueno y lo positivo. Este es, en resumidas cuentas, el esquema que justifica el constitucionalismo moderado de la época en el que dos cosas eran necesarias: la idea de unidad y la idea de sistema representativo.
14/03/2002
En el XIX existen grupos sociales complejos con alternativas políticas de cambio social diferentes e incluso encontradas. En ello es esencial tener en cuenta el papel de la Historia. La decimonónica centuria es el Siglo de la Historia porque ésta representa un gran debate de reflexión ideológica y política para conocer la realidad social (progreso, técnica y conocimiento iban de la mano). El siglo conoce un descenso de la mortalidad por la higiene mayor que es el argumento para acabar con las abigarradas ciudades (que en el fondo eran nidos de contestatarios sociales). Se hacían muchas cosas en nombre del progreso que escondían pura especulación o posibilidades de control social. Esos argumentos se proyectan en la reflexión sobre el pasado: la Historia, que es el estudio de las realidades previas para explicar la propia y contemporánea realidad.
Don Modesto Lafuente muestra las nuevas necesidades de hacer Historia de la época. Hará, pues, su Historia Nacional donde se mantiene el viejo esquema esencialista y nacionalista de Mariana al que se superpone el esquema de la evolución y cambio a lo largo del tiempo, que hace que los españoles desarrollen potencialidades democráticas desde los municipios medievales, las Cortes, etc. y que esos desarrollos culminen en la Monarquía constitucional de Isabel II que representaría el segundo momento glorioso desde la otra Isabel (la Católica) con la síntesis de Monarquía y Constitucionalismo. Este modelo de Lafuente repite un esquema moderantista con éxito en Europa ya que representa la pretensión del equilibrio entre la soberanía popular y el absolutismo. Se trata de un Estado liberal censitario en el que sólo unos cientos de miles de varones pueden votar. Pero esa Historia da a estos y a las élites una visión de España perfectamente coincidente con la necesidad del Estado Liberal. Ello representa también la cuestión del hecho que la Historia es sustancialmente político-militar porque en la época los conflictos políticos están a la orden del día y además los mismos grupos sociales que los protagonizan en la construcción del Estado burgués proyectan eso sobre su visión de la Historia de España; buscan la genealogía de su propia situación.
Lafuente era un personaje prototípico de la época; periodista de éxito y no historiador profesional y es que es una época en que los historiadores se dedican a la política y los políticos a la Historia. Sólo al final del siglo se dará una cierta profesionalización en Europa, en algunos sitios (como Francia) más que en otros (como España). Don Modesto representa también algo importante porque los políticos están llevando a cabo un proceso de reconstrucción del Estado. Cuando en Europa se replantea todo el tema de la legitimación social, se acaba con el absolutismo y se plantea el papel del dominio o control de la Sociedad lo que se plantea en realidad es el papel del Estado; ¿Qué necesita la colectividad para funcionar?. Ese desarrollo se hará sobre la base del Estado burgués cuyo desarrollo es esencial, entre otras cosas, porque es el otro lado de los cambios protagonizados, en primer lugar, por los nuevos grupos sociales en los que tienen un papel esencial los nuevos grupos burgueses.
El otro lado del juego es el Estado. Hay que sistematizar desde la codificación hasta el conjunto de medios que el Estado tiene que tener en la nueva Sociedad: un nuevo ejército, un sistema sanitario, otro educativo, etc. Todos estos sistemas han de ser ramas del Estado burgués. La organización de esto así como las carreteras, ferrocarriles, etc. implica nuevas necesidades de gentes, dineros, etc. así como la pelea en cuanto a cómo realizarlo y como beneficiarse.
Sería falso pensar que los usos del pasado son individuales ya que la Historia se convierte en componente básico de la identidad colectiva (Historia Nacional) y aspecto básico para que la burguesía articule la sociedad. Así la educación será un sistema ideal para proyectar sus ideas y generar nuevos ciudadanos.
Al igual que el Sistema educativo, el Sistema cultural (por ejemplo los Museos) será el lugar para exponer los aspectos gloriosos del pasado para la formación no neutra de los ciudadanos (carga ideológica). La burguesía va a tomar el continente de la Historia utilizando todo tipo de medios para proyectar imágenes del pasado que justifiquen el orden social.
El arte estará cargado de resonancias clásicas (aunque con estructuras modernas) y no es, por tanto, un arte nuevo sino un arte académico conservador y ello porque la cultura burguesa es conservadora y no innovadora (sólo algo contra el barroco) porque teme a las clases sociales bajas (que pueden representar la innovación). Se trata, pues, de un Arte historicista. El planteamiento histórico que tiene en cuenta la realidad social (por ejemplo el representado por Marx) es visto como algo heterodoxo.
El Estado Liberal en España entre 1833 y 1868 y el que se da tras la restauración monárquica a partir de 1874, a la vez que innova se verá cargado de componentes conservadores que apuntalarán el orden frente a la subversión social. Así la Historia es ocupada por los componentes señalados. El Sistema educativo y la Historia ligada a él tienen profundas implicaciones por lo que producen y también por lo que no producen. La Ley Moyano de mediados de los cincuenta proponía la extensión del sistema educativo a todos los ciudadanos aunque en la práctica no se da cumplimiento a la norma porque no se la dota presupuestariamente al dejar el pago a los Ayuntamientos y Diputaciones de forma que sólo será un ámbito sólido en los Institutitos que era donde las clases liberales mandaban a sus hijos. La razón por la que no se da el dinero para la Ley Moyano es, entre otras cosas, por la enemistad de la Iglesia que se opone a todo lo que implique pérdida de hegemonía (en este caso la enseñanza) y así se impide que se eduque a los pobres. La iglesia se opone, por principio, a un sistema de maestros bien pagados que difundan ideas laicas. A ello opone un sistema de clérigos alternativos que imparten su educación. El escaso desarrollo del Sistema educativo implica dificultades para extender la perspectiva ideológica burguesa y con ello los conceptos de libertad o nación. No se pueden transmitir, así, ideas nacionalistas al resto de la población.
Como no surge este proceso de nacionalizaciones se dan los nacionalismos periféricos en España por la falta de acción del Estado. Por ello el estudio del Sistema educativo nos aclara todo este proceso.
Al final del Siglo XIX cambian cosas y es interesante para introducir estos cambios el hablar de Francia. Tras su derrota ante Prusia existe un desarrollo democrático novedoso en la experiencia de la Comuna, exterminada por el propio ejército perdedor francés. Este exterminio de la experiencia comunera es importante, entre otras cosas, por las repercusiones de la experiencia: el miedo que provoca que hace que las fuerzas conservadoras se reagrupen ante el enemigo común. Incluso muchos liberales se conservadurizan. A la par se produce la Unidad alemana (firmada en el propio Versalles). Se quita a los franceses las regiones de Alsacia y Lorena e incluso se les hace pagar una indemnización. Francia prepara su revancha desde ese momento.
También antes de esos acontecimientos se produce la unidad italiana que no se completa porque el Papa conservaba gran parte del centro de la Península y además contaba con la ayuda de Napoleón III. La derrota del francés implicará la unidad italiana. Pío IX, papa durante casi treinta años, y el papado como institución habían demostrado su enemistad contra el liberalismo, la democracia y todos estos valores propios del XIX y ahora sus posturas se volverán más acérrimas ante el “sacrilegio” de la desposesión de sus tierras. El pontífice se vuelve más integrista y se propugnan principios como el de la infalibilidad papal (diseñado por él mismo), su contra ante toda idea democrática, etc. y se posesiona con la idea de poder imponer por la fuerza el catolicismo en cualquier país. “El liberalismo es pecado” llegará a decir un famoso clérigo catalán. Todo este proceso implicará la derechización del catolicismo que se hace más conservador.
Con León XIII cambian algo las cosas, aunque tampoco sustancialmente, porque tiene que adaptarse a las nuevas realidades. Se tratará de una actitud más práctica aunque a los sacerdotes se les sigue educando en la idea de que la Iglesia ha sufrido un ataque permanente con el desarrollo de la libertad, democracia, etc. Se trata de una tesis conspirativa que ve un enemigo en el Mundo moderno. Ello será un contraste muy marcado con respecto a la evolución científica, política, etc. de gran arte de los europeos (así la España del Sexenio Democrático o Revolucionario) que contempla el surgimiento de corrientes como el positivismo, el darwinismo, el marxismo, etc. insistentes en todos los valores contra los que lucha la Iglesia.
Retomando la situación francesa la derrota ante Prusia genera un profundo conjunto de cambios sociales, ideológicos, religiosos, políticos, etc. Pierre Vilar, educado en la Francia anterior a la Primera Guerra Mundial, en un artículo famoso cuenta cómo fue educado, por supuesto, en la escuela pública donde su padre, maestro de esa escuela, le hacía cantar canciones patrióticas. Narra los cambios profundos posteriores a la derrota expresando lo común de la idea de reforzar el espíritu patriótico lo que implicará reforzar el sistema escolar mediante una escuela estatal pública y obligatoria. Ello tendrá la consecuencia de la expulsión de todas las órdenes religiosas especializadas en la educación que vendrán a engrosar las escuelas españolas donde no interesaba la educación pública. De esta forma, por primera vez, Francia se unifica en términos de educación y, por tanto, ideológica, cultural y políticamente. Es entonces cuando se pierden todas las lenguas existentes en Francia (salvo el francés actual, claro está). En la escuela se difundirá la Historia de Francia con tintes patrióticos.
A la vez se dan otros procesos importantes. Así los franceses se preguntan sobre lo que ha fallado en Francia para que los alemanes los liquiden tan fácilmente. Al respecto una de las cosas que se hará es reestructurar el Estado, por ejemplo, con el nuevo sistema educativo al que se aludía. Además hay que reestructurar más cosas y se plantea algo evidente: “si nuestra nación ha fallado es quizás porque no tenemos suficiente patriotismo y porque tenemos una idea del pasado tan confundida como la confianza en nuestras posibilidades”. Así se piensa que ello está unido a una visión falsa sobre la Historia de Francia que habrá que racionalizar y adecuar a la realidad para permitir actuar conforme a ésta y sin tanto “fantasmeo”. También Francia mira hacia la otra herida abierta; la de la Comuna y sus miles de muertos, y se pregunta cómo ha podido producirse esto. De esta forma quien ha reprimido estos hechos se plantea cómo han sucedido y, también, cómo dar una respuesta histórica a ellos, una Historia que genere una visión de Francia no retórica pero que tampoco genere nuevas Comunas.
Tras la Comuna existe una situación de inestabilidad en Francia durante varios años. A la par se están produciendo, en primer lugar, procesos de hipernacionalismo y, en segundo, se inventa prácticamente la palabra imperialismo. Así quién no conquista no es nadie y ello no es inocente porque conlleva guerra, sangre, sufrimientos, etc. Por ello serán muy significativos los hechos del 98 en España que provocarán un gran trauma en un momento en que todos los países de su alrededor están conquistando otros territorios. En el fondo está la idea de que la dominación del no europeo era una clave identitaria, violencia que va unida al levantamiento de espadas entre las distintas potencias europeas.
A la par se da un acelerón de la industrialización que provoca conflictos y cambios internos. Bismarck aprovechará la coyuntura para construir una flota que esté a la altura de la británica. Esa flota implicará potenciar la industria pesada mediante un gran boom industrializador. En ese contexto Francia necesita replantearse su propia identidad (como pasará posteriormente en España) y se inicia incluso un Servicio militar y una educación obligatorias, lo que implicará la definitiva construcción de una Francia patriótica de ciudadanos educados y que hablan francés exclusivamente. En ese contexto es donde hay que ubicar la Historia que se tiene que hacer. Ya no vale una Historia retórica porque los alemanes venían potenciando desde hace tiempo una Historia profesional basada en las fuentes. Francia se plantea también formar historiadores profesionales que hagan una Historia profesional que sea, además, científica y que pueda ayudar a la construcción de una nueva y sana idea de Francia.
A la par, desde los cincuenta, habían surgido una serie de ideologías evolucionistas como el positivismo de Comte o los diferentes tipos de evolucionismo que culminarán en el surgimiento de sociedades más racionales, guiadas por el progreso y la razón. Una de las culminaciones de esto es el marxismo y la Comuna que destapan el miedo de la burguesía. Frente a las Historias que puedan hacer los marxistas o estos evolucionistas se defiende una Historia profesional y científica que tome el modelo alemán. Se producirá, así, una renovación de la Historia (así como de la Geografía o la Sociología).
Es una época compleja en la que se encuentran diferentes perspectivas historiográficas y así, en primer lugar, está ese sector de una Historia profesional que en algunos casos niega la posibilidad de hacer algo con la Historia que no sea describir de acuerdo con lo que dicen las fuentes. Ello implica una negativa total a buscar leyes en la Historia o a buscar procesos históricos. El historiador se limitaría a expurgar documentos y a comentarlos. Esto tendría un equivalente en tendencias alemanes que irían en la misma dirección señalando que todo hecho histórico es tan excepcional que no cabe otra cosa que coger fuentes y describir los acontecimientos político-militares y poco más.
Estos planteamientos, tanto franceses como alemanes, rompen con la tradición anterior. Así, la tradición alemana (Ranke) afirmaba que toda sociedad es como parte del mensaje de Dios, de su proyecto. Pero Ranke también dice que tras describir cada secuencia de hechos cada historiador puede ver el significado de un país en un contexto histórico (serían, pues, dos partes). El historicismo alemán, entendido en este sentido, lo que hace es contribuir a la profesionalización y a que la Historia que se investigue vaya unida a los intereses de los Estados (Historia político-militar), una Historia que al hacerse por funcionarios públicos responde necesariamente al interés del propio Estado (algo, sin duda, reaccionario).
Al igual que en Alemania algo parecido sucederá en Francia pero allí se incide, primero, en recoger las fuentes. Así un sector incidirá, en exclusiva, en describir fuentes, mientras que un segundo sector propondrá dos fases: descripción y explicación posterior. Otro sector, por su lado, negará la validez de la Historia expresando que ni siquiera se puede describir (así Durkheim).
El Estado francés invertirá dinero en otras ciencias sociales con lo que surgen autores como Durkheim, uno de los iniciadores de la sociología a la que da un cambio radical en su concepto. Este autor es uno de los hijos de la derrota francesa e intenta hacer una sociología que explique no las estructuras sociales ni políticas sino que lo que le interesa es explicar la construcción del consenso social. Le interesa explicar la Sociedad no como fruto de una acumulación de individuos sino como organización que hay que estudiar con un instrumental específico: la Sociología. ¿Qué hace que una Sociedad funcione como tal?. La Comuna significa la división social donde parte de la Sociedad rompe con la Sociedad actual y estructura un mundo diferente y crítico asociado al Mundo obrero y a las formas en que éste se aleja del consenso social. A Durkheim le interesa entender en las sociedades qué es lo que hace que los individuos funcionen o no armoniosamente. Obviamente le interesa mucho la ideología y el pensamiento y por eso le interesa estudiar la religión, de la que dice que es la Sociedad que se adora a si misma. Durkheim es hijo de una época de fraccionamiento que reduce la sociología al estudio del conjunto de ideologías que cohesionan o no la sociedad. La religión le interesa en tanto que articula las sociedades más primitivas. Le interesa el suicidio como forma extrema de disociación. Durkheim es un ejemplo de cómo se generan ciencias que ofrecen instrumentos al Estado para volver a construir herramientas de consenso social que reconstruyan las heridas.
En cuanto a la Historia, Durkheim no la considera más que puro estudio de los acontecimientos. Los únicos que pueden extraer leyes son los sociólogos y así los historiadores se deben ceñir a dejar el material bien preparado lo que coincide con un sector de la historiografía francesa. Durkheim no recibe grandes apoyos y la reacción más significativa es la que tiene Berr (¡OJO!, indica que esto cae siempre en los exámenes), autor que forma parte de un movimiento general de historiadores europeos (del que también forma parte el español Altamira). Berr hace dos cosas importantes:
-
La Revue de Synthèse Historique
-
La Bibliotheque de Synthèse Historique
Se plantea la idea de la “Síntesis” porque el problema no es sólo tener fuentes más seguras, lenguas, epigrafía, etc., lo que la Historia además tiene que hacer es reflexionar y hacer síntesis globales de la Sociedad, Economía, Política, etc. Este autor es una alternativa a Durkheim y además se mueve en su ámbito.
Otro personaje interesante es Weber aunque no se profundizará en él.
En definitiva existen autores como Berr que dicen que ellos hacen una historia con aportes sociológicos y no meramente positivistas. En la Bibliotheque de Synthèse Historique (traducida al castellano en los años veinte) se apunta a una Historia global que abarca los diferentes ámbitos señalados. El caso es que autores, como Shulten, que en esa época hacen una Historia con esas características, sólo unos años después se dedican a la vieja Historia político-militar porque toda esta corriente sociológica desaparece de la Historiografía.
El mundo de fin de siglo es riquísimo desde todos los aspectos y así tenemos personajes como Nietzche o Freud que representan también puntos de ruptura importantes. Todo pasará por la gran prueba del cambio político y militar que se da en las primeras décadas del siglo con unos hechos que por orden cronológico son:
La Primera Guerra mundial.
La Revolución Rusa.
La multiplicación de los conflictos internacionales.
El alza de los movimientos obreros.
La Crisis del 29.
El ascenso de los fascismos.
La Segunda Guerra Mundial (con su antecesora; la Guerra Civil española)
En ese ambiente los Estados no son proclives a experimentos de progresismo social y tienden a derechizarse y a hacer un control ideológico de la Universidad, institución oficial donde se elabora el saber y el conocimiento. Así la cultura oficial va por un lado y las otras culturas van por otro.
Por otro lado desde los aparatos del Estado se potencian ideologías poco peligrosas a las que se une una parte importante de la intelectualidad de la época. En España, a comienzos del Siglo XX, la intelectualidad tiende a posiciones más liberales o abiertamente críticas, muy al contrario que la pujante intelectualidad derechizada existente, por ejemplo, en Alemania.
21/03/2002
En fin, el arte cambia radicalmente en el Siglo XX (arquitectura, pintura, escultura, etc.) pero no ocurre lo mismo con la Historiografía y ello porque ésta depende de los Estados (debido a aquella profesionalización a la que se aludía) con lo que no existen planteamientos socioeconómicos que cuestionen el Estado. Las cuatro primeras décadas del Siglo están llenas de grandes guerras, ascensos fascistas o comunistas, etc., todo ello en poco más de treinta años y la Historia sufrirá también esos procesos estando muy presionada por los acontecimientos.
Rafael Altamira fue Catedrático de Historia del Derecho por la Universidad de Oviedo. Es el típico personaje de la Institución Libre de Enseñanza, asistiendo a los grandes Congresos de Historia europeos desde los años ochenta del Siglo XIX y teniendo responsabilidad en los cambios producidos desde 1900. Será aliadófilo en la Primera Guerra Mundial y partícipe de los movimientos por la paz de posguerra, planteándose cómo la Historia llega a la gente y cómo una Historia bien construida hace patriotismo no deformado. Forma parte, también, de los movimientos que plantean una educción para la paz; no sólo hay que desarmar los países -propondrá- sino también las ideas. Tras la Guerra Civil se exilia a México y será miembro permanente del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya y propuesto como Premio Nóbel de la Paz. Es de ese conjunto de personas formadas en los años canovistas que se rebela contra el sistema de la Restauración apoyando a su amigo Costa. Será un profuso ensayista con obras como “Problemas de Historia Moderna”
04/04/2002
(Ver el texto de Altamira)
.
Altamira interesaba como historiador que propone una Historia más profesionalizada y, por ello, plantea la cuestión de los cambios en los métodos y en el contenido de la Historia.
Por otro lado el canovismo intentó una profesionalización de la Historia aunque los paralelos que en otras facetas de la vida política se daban en otros lados de Europa no eran los que se daban en España ya que Canovas era muy conservador y contrario al sufragio universal. El malagueño no estaba interesado en un cambio radical en nuestro país ni en la extensión de la educación a todo el mundo. Por el contrario sí que estaba preocupado por la falta de conciencia nacional. En cuanto a la Historia trató de hacer igual que los conservadores franceses y así utilizó la Real Academia de la Historia que se convirtió en un ámbito corrupto y caciquil elaborador de la Historia de España de Canovas. No obstante esta política historiográfica fue muy limitada. El resultado fue malo y, como botón de muestra, alguien de la honestidad de un Rodríguez de Berlanga no tendrá cabida en el Sistema.
Este mundo cambiará a partir de la Ley García Alix de 1900 y los cambios irán en una dirección europea aunque algo más atrasados. Entonces sí que se producirá una cierta profesionalización. Se harán nuevos planes de estudios que afectarán, sobretodo, a la Universidad que se convertirá en el motor del cambio y formará auténticos historiadores. Se creará una Junta de Ampliación de Estudios que mandará becarios de todas las disciplinas científicas a Centros europeos donde se formarán durante cuatro o cinco años. Las necesidades de cambio que experimentaba la sociedad española tras el desastre del 98 se irán plasmando, en parte, con todas estas novedades.
De igual forma, estos de primeros de siglo serán años de auge económico (sobretodo en el periodo de la Primera Guerra Mundial) que además “elevan la moral española” al comprobar como los “endiosados” europeos no tienen nada más intelectual que hacer que matarse entre ellos.
Existe, pues, un importante desarrollo político e intelectual y se abre la época más fecunda de la intelectualidad y la ciencia española, potenciadas por las reformas aludidas.
Se genera también una institución clave para comprender la historiografía española de la época: el Centro de Estudios Históricos de Madrid, centro dirigido por Menéndez Pidal en una línea muy profesionalizadora y al que irán a parar gentes de las diferentes corrientes que sobrevivieron a la Restauración y que habían demostrado una gran capacidad intelectual e historiográfica. La orientación de esta institución era, en primer lugar, nacionalista y en segundo medievalista porque entendía que la Edad Media era la época en que surgía España y cuando se ponían las semillas auténticas de la realidad posterior. Interesaba, sobretodo, la Edad Media castellana porque Castilla es entendida como el núcleo de la personalidad conquistadora española. No se estudian bien, en cambio, el Mundo Antiguo ni otros ámbitos históricos. En cambio sí que se empieza a estudiar más seriamente la Prehistoria.
Se trata de gente muy influenciada por la Historia del Derecho que estudia ámbitos históricos relacionados con el Estado, el Poder y las Instituciones sin que vean, en cambio, nada de Historia Social o Económica. En este sentido son dignos de lo que se hacía en la Europa de la época y representativos de ello. Con todos sus límites hacen una historiografía importante que genera obras, colecciones y revistas especializadas, etc. haciendo que la Historia, como la cultura, avance hacia la presencia en los circuitos europeos. Así hay que tener claro, pues, que el problema de la Historia española no son estos años sino lo que pasa tras 1945 cuando la Historia europea se abre mientras que la española se contrae.
En la Europa de principios de siglo se da un fenómeno importante: la constitución de fuertes ideologías conservadores, parte de las cuales darán lugar a los fascismos. Es un momento de enorme complejidad ideológica que ve también el ascenso del leninismo. En ese mundo la Primera Guerra Mundial supone un fuerte choque para gentes que “se habían comido el mundo” y que sentían una gran superioridad. Fue una guerra de masacre con grandes errores bélicos y estratégicos que provocaron matanzas absurdas. Se acaba el mito progresista porque se ha utilizado toda la ciencia de la humanidad no para el progreso de ésta sino para la búsqueda de armas más mortíferas. El culmen de esto, no obstante, llegará con la Segunda Guerra Mundial.
Ante esta crisis de la conciencia europea se darán dos posturas:
Una línea progresista desde la izquierda.
Elaboraciones conservadoras.
Dentro de la segunda postura tenemos a Spengler que tratará de las culturas y sus distintas fases de juventud, madurez, vejez y muerte como si de organismos vivos se tratara.
A la par surgen las distintas teorías sobre las élites. La Historia se vuelve conservadora y se pierde aquella orientación económica y social de tinte progresista que había surgido con el cambio de siglo. En esos momentos la izquierda se dedica más a la teorización política que a escribir Historia a la par que el marxismo se esclerotiza a medida que se consolida el régimen estalinista.
ALGUNAS NOTAS SOBRE EL COMENTARIO DE TEXTO DE ORTEGA Y GASSET.
Frobenius es un antropólogo e historiador alemán (1873-1938) que viajó por África y otros lugares recogiendo material lingüística y etnográfico, fruto de los cuales publicó numerosas obras en relación con la vida de los pueblos primitivos que despertaron un gran interés. Es el fundador de la teoría de los ciclos culturales, según la cual las formas de cultura de un pueblo se transmiten generalmente, no aisladas, sino en conjunto.
Por su parte Spengler (1880-1936) escribió la famosa obra “La decadencia de Occidente” con influencias de las corrientes vitalistas de Nietzsche, Dilthey y otros.
Tiene un concepto pesimista de la Historia y de la cultura. La Historia no sería sino una sucesión de culturas que se desarrollan como los seres vivos. Piensa que Occidente estaba en su periodo de vejez, próximo a la muerte. Dice que han existido ocho culturas (india, china, occidental, ...). Para él cada cultura tiene un alma que funciona como un cuerpo humano. Entiende que las claves de la sociedad no están en la intelectualidad sino en los hombres activos. Cada cultura tiene su destino en lo universal y su cambio es la muerte ya que no existen renovaciones de la cultura. Ello va unido a la idea de que la decandencia de Occidente sólo podía ser salvada a partir de una reconstrucción radical que evidentemente tendría su base no en las masas o los intelectuales sino en los hombres de acción. Así la solución a la decadencia no es democrática ni reflexiva sino el fruto de minorías conscientes.
Ortega entra directamente en el problema y dice que no está de acuerdo con lo de las culturas de Spengler para, a continuación, criticar el eurocentrismo. Indica que hay que hacer una Historia Universal Policéntrica. Se destaca el importante avance de la antropología de la época (ligada a las potencias coloniales). Ortega considera que habría que conocer las claves de las diferentes culturas y, tras ello, valorarlas. Wulff no está de acuerdo con aquello de que las culturas sean tan distintas.
08/04/2002
Interesa del texto de Ortega el ver como reaccionarios como Spengler construyen un pensamiento conservador profundamente pesimista que alentará a personajes que formarán la intelectualidad nazi y fascista.
LOS PROCESOS POSTERIORES A LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.
El cambio vendrá tras la Segunda Guerra Mundial y en esa coyuntura aparecerán los autores de Annales en Francia. Lo interesante es el conjunto de procesos de la época que hacen relevante una Historia Social y Francia será el país que mejor sepa “vender” ese producto.
Lo que ocurre tras la Segunda Guerra Mundial condiciona las nuevas perspectivas históricas. Esa guerra acaba con casi todos los regímenes totalitarios (aunque también es cierto que crea otros) y parte de Europa se ve incluida en una serie de nuevos procesos que incluyen formas democráticas “formales”. Ello es importante porque incluso países no anteriormente democráticos ahora lo serán (por ejemplo Alemania). De igual forma se produce un fuerte desarrollo económico que inicia una coyuntura que llega a los setenta con lo que existen treinta años favorables al progresivo ascenso en los niveles de vida occidentales.
Un tercer factor es la conformación de un bloque “enemigo”: el soviético, controlado por un régimen estalinista que ocupa una parte importante de Europa Central y Oriental generándose, así, por presiones mutuas una dinámica de enfrentamiento de bloques con sus respectivos líderes en USA y la URSS. El primero tendrá una gran hegemonía económica que culmina su sueño de supremacía mundial. Ambos países entrarán en un proceso de Guerra Fría con desarrollos de armamento nuclear y una tensión permanente. Con el tiempo se dará una coexistencia pacífica tras la muerte de Stalin aunque con las espadas siempre en alto hasta la caída soviética de finales de los ochenta cuando desaparece medio siglo de una determinada estrategia de confrontación.
También importante es el proceso descolonizador que lleva a la desaparición de los grandes Imperios coloniales y, con ello, a conflictos en muchos países del tercer mundo derivados, en última instancia, de la oposición entre los grandes bloques. Es evidente que este proceso también da lugar a nuevas formas de colonización que hasta hace poco exigían la ocupación física de los territorios.
Es un ambiente complejo que afecta a diversas direcciones. Así, se produce un momento de crisis de la conciencia europea. Se reconoce la necesidad del fin de los Imperios, lo que no eximirá de experiencias como las de Argelia. También se produce un desarrollo inusitado de los Estados de forma que el llamado “Estado del Bienestar” define esta época frente al movimiento obrero, o para reconducirlo, cara a generar un crecimiento con menos tensiones. Se desarrollan fórmulas de Seguridad Social, medicina y educación obligatoria y universal que tiene que ver con el auge demográfico de posguerra y que interactúa con el desarrollo económico. En paralelo se producen nuevas oportunidades culturales, exigencias de derecho de acceso a los niveles educativos superiores y reivindicaciones de todo tipo que van unidas a la potenciación de mecanismos de compensación de la realidad social mediante intervenciones del Estado. Ahora la necesidad de reflexionar sobre la sociedad ya no “huele a rojo”, lo que significa que el Estado articula mecanismos como Institutos de sociología, de antropología, analistas de la realidad social, etc. El Estado ahora sí se preocupa por la programación de la Sociedad. Se producen desarrollos urbanísticos que implican la necesidad de su ordenación. En fin, todo esto implica la necesidad de regulación, existiendo una nueva perspectiva sobre el Estado y su papel, lo que es importante por varias razones.
En primer lugar ello implica cambios más generales. A la vez que el Estado se manifiesta interesado en esta reflexión aumenta el nivel de cultura y con ello el nivel de curiosidad. Todo ello significa que existe un público lector que va también con otra preparación a la hora de recibir nuevas formas de mirar el presente y el pasado. En este contexto se produce el gran cambio histórico y ahora podemos colocar en primer lugar el tema de hacer una Historia distinta en una época que genera grandes potencialidades de mirar al pasado con estas reflexiones e inquietudes que producen la no validez de aquella vieja Historia político-militar. Estas potencialidades se desarrollan más en unos lugares que en otros.
¿Por qué se produce esto con más intensidad en Francia?. Es evidente que allí se vende mejor el producto. Annales será una empresa muy apoyada institucionalmente representando la plataforma de presentación de la cultura francesa. Annales no tiene una ideología definida sino que se trata de un conjunto de historiadores que se reúnen en torno a una “marca de fábrica” porque Annales vende bien y tiene conexiones importantes como la Fundación Rockefeller. Es una forma de hacer Historia Social alejada de los peligros del marxismo.
Es evidente que este proceso no podía darse en Alemania dadas sus propias condiciones territoriales de división y por ser frontera potencial ante el peligro soviético. Ello condicionaba el que no existieran esos elementos positivos. Además no existe discontinuidad entre las élites intelectuales germanas que habían perdido a su sector más progresista: el judeo-alemán ya que estos se van de Alemania o son masacrados. Así, en Alemania lo que queda es un mundo universitario tradicionalmente conservador pese a las depuraciones de los nazis más redomados. Las implicaciones de este panorama alemán son obvias ya que los educados en este modelo siguen con la Historia político-militar y no van a reaccionar abriéndose a nuevas perspectivas (aunque existen algunos innovadores). En Alemania lo social, si no está muy controlado, sigue “oliendo a rojo”.
En Italia tampoco podía existir esta renovación porque su potencial económico no era alto y porque, entre otras cosas, los gobiernos italianos (presididos por la Democracia Cristiana) no iban a potenciar este tipo de planteamientos. Su intelectualidad estaba dividida. No existía un aparato editorial importante tampoco. Lo que sí existía era una fuerte corriente marxista que, en gran medida, ocupará el campo de la Historia Social (aunque con un estilo estalinista).
En el Reino Unido no existen cambios porque es el país europeo que menos resultados negativos tiene en la contienda terminando la guerra con un gran nivel de satisfacción patriótica. Las instituciones educativas no se tocan y el sistema cultural anterior continúa. Los cambios serán, pues, mucho más paulatinos. La británica es una sociedad fuertemente antiintelectual y menos abierta que otras europeas. Tampoco los historiadores ingleses fueron muy innovadores con anterioridad (aunque, eso sí, de planteamientos muy sólidos). Las grandes Universidades eran muy conservadores y de carácter privado y no existían otras instituciones desde las que potenciar cambios e innovaciones, lo que no implica que no se hiciera una importante historiografía de la que saldrán marxistas como Hobsbawm o E. P. Thompson, con un marxismo poco estalinista en teoría.
Volviendo a Francia este país tiene unas condiciones muy especiales ya que, como ya se dijo, esta nación sentía una importante necesidad de renovación unida, por una parte, a la conciencia de su derrota ante Alemania y, por otra, a la división interna que la ocupación produjo. Además existieron gran cantidad de colaboracionistas y de posiciones tibias que se ocultaron con la exaltación mística de la Resistencia (que sólo fue realmente significativa cuando los alemanes estaban siendo derrotados). Por su lado los comunistas sólo se lanzaron a la resistencia cuando se rompió el pacto germano-soviético acarreando, tras ellos, a los republicanos españoles exiliados.
11/04/2002
Todo ello implica que Francia tiene una necesidad de renovación, de replanteamientos y cambios no radicales, de ganar de nuevo la “grandeur” que estará presente en autores como Febvre. Ese cambio pasa por innovaciones ideológicas y una apertura distinta tanto en la historiografía como en otras cosas.
El Partido Comunista Francés (PCF) tendrá un gran papel en esta etapa de posguerra con lo que la necesidad de hacer una Historia Social se siente como la necesidad de arrebatar esta faceta histórica al marxismo galo desde una supuesta neutralidad científica.
Francia tiene una tradición cultural muy importante concentrada en París. Además tiene una industria editorial muy importante y una “patente de venta” de lo francés como sofisticación intelectual y artística con gran salida al exterior. Además este país tiene unas instituciones centralizadas alrededor de unos centros que surgen con la Revolución Francesa y que son las Grandes Écoles. En 1869 se formó la École Pratique d'Hautes Études, ejemplo de estos centros de formación de las élites francesas que representan algo más que una Universidad, con un espíritu de cuerpo, dotaciones económicas importantes, etc. En ella se pueden centrar las innovaciones históricas y de otro tipo. Recibirán ahora un gran impulso potenciándose desde allí los cambios historiográficos. Existirá una gran interrelación entre estas Grandes Écoles y las Universidades de Paris (sobretodo la Sorbonne).
Francia será un punto nuclear de los fondos de las grandes fundaciones norteamericanas (como la fundación Rockefeller) que darán la batalla al comunismo mediante grandes inversiones en la cultura. De esta forma tanto Febvre como Braudel recibirán grandes aportaciones de estas fundaciones para construir ciencias sociales sin el peligro del marxismo. Ello, en un contexto cultural francés de gran capacidad de innovación, puede ser también negativo al dejarse llevar estos u otros personajes por las modas intelectuales que, además, tienen rápida repercusión en los medios de comunicación. Todos estos fondos contribuyen a este proceso de potenciación de Annales y de otras corrientes de las Ciencias Humanas que portarán la bandera de la necesidad del cambio y la innovación.
Es importante señalar que el Annales que triunfa lo va a hacer bajo una consigna: la idea de la necesidad de acabar con las formas historiográficas anteriores (aquella Historia político-militar-diplomática) para hacer una Historia Social y Económica y una Historia con pretensiones de globalidad, aunque esto último (la tan propugnada Historia Global) desaparecerá en la práctica tras la muerte de Bloch.
No se puede entender Annales sin la participación de sus dos fundadores: Marc Bloch y Lucien Febvre. Ambos se educan en el ámbito de Henri Berr y su Revue de Synthèse Historique. Trabajarán juntos en la creación de la revista Annales en 1929 y sus intereses están en la Historia Social y Económica aunque con diferencias. Annales, como revista, no tiene un gran éxito al principio. La fama le vendrá tras el 45, una vez muerto Bloch. Así será Febvre quien dirija la revista en los tiempos de éxito imponiéndole su marca.
Bloch destaca por tres obras:
Los reyes taumaturgos (Les rois thaumaturges) donde se habla de una concepción colectiva que hacía a los Reyes de Francia capaces de curar determinadas enfermedades.
Los caracteres originales de la Sociedad rural francesa (Les caracteres originaux de la société rurale française). Su planteamiento es un análisis que mezcla arqueología y antropología en relación con el estudio del paisaje rural. Estudia la Historia agraria desde la Edad Media, aplicando sus conocimientos sobre cultivos y tratando de establecer criterios comparativos de lo específico de los sistemas agrícolas comparándolos con los restos arqueológicos y etnológicos. Se trata de un intento de reflexión de unir pasado y presente ligada a la unión hombre-medio.
La Sociedad Feudal (La Société féodale). Escrita durante 1939-40 busca plantear el concepto de feudalismo pero no en términos puramente institucionales sino como fenómeno que afecta a toda la Sociedad. El sistema feudal propiamente se conecta entonces con las relaciones de dependencia, mentalidad, clima social de la época, ..., con lo que hace un intento de Historia Global.
Bloch tiene intereses distintos a los de Febvre y así se interesa por las clases inferiores, el desarrollo agrícola y otro tipo de fenómenos globales.
Febvre va por otro camino. En 1922 publicará, dentro de la Bibliotheque de Synthèse Historique su obra La tierra y la evolución humana (La terre et l'évolution humaine) que interesa citar para conectar con los intereses de Berr y otros. Previamente había escrito Felipe II y el Franco Condado (Philippe II et le Franche-Comté) con pretensiones sintéticas que incluían geografía, Historia social, política, etc. Con el tiempo Febvre evoluciona hacia los valores ideológicos y de las élites que marcarán, en gran medida, la trayectoria de Annales. En 1928 hace una obra sobre Lutero (Un destin, Martín Luther) y en 1943 termina su obra más interesante: El problema del descreimiento en el Siglo XVI: La Religión de Rabelais (Le problème de l'incroyance au XVIº siècle: la religión de Rabelais). En ella se plantea un problema central: ¿Era posible ser ateo en la época de Rabelais?. Se lo plantea en relación al mundo cultural de la época con una herencia fuertemente religiosa. Se preguntaba si existía una opción de visión del mundo no ligada a los valores religiosos. El problema no era, dice, si Rabelais era o no ateo sino que en su época no era posible la separación de lo religioso y lo no religioso.
Al final la visión triunfante en Annales será la de Febvre. Durante la guerra existirá una disensión entre ambos fundadores porque Bloch no era partidario de la edición de la revista ya que ello significaba dar apariencia de normalidad al régimen colaboracionista de Vichy y a la ocupación alemana, pero a pesar de todo Febvre seguirá editando la revista. Por último Bloch se unirá a la resistencia antinazi y en 1944 escribirá dos obras: Apología por la Historia (Apologie pour l'histoire) y La extraña derrota (L'ètrange défaite)en la que reflexiona sobre la derrota francesa ante los alemanes y habla de la cerrazón intelectual y espiritual de las élites francesas que la explicarían. Ello se reflejaba en los historiadores y debilitaba al conjunto de la población.
Tras el fin de la guerra, en el 46, Febvre vuelve a reeditar Annales cambiando su nombre y potenciándola a la vez que utiliza un hecho clave: la fundación en la École Practique d'Hautes Études de la sexta sección que él controlará hasta que pase, junto a la revista, a la dirección de Braudel.
En la segunda hora de este día se analiza el texto de Bloch (ver en el dossier) donde se postula la Historia frente a otras ciencias como la Sociología. Se reivindica estudiar el propio presente desde la Historia urgiendo una reflexión sobre ella. Se pide rigurosidad en los métodos y las construcciones y se llama a la multidisciplinariedad de la Historia y a sus interrelaciones. Se entiende la existencia de diferentes culturas y diferentes tiempos históricos que deben ser estudiadas de forma diferente.
Annales planteará una lucha contra la Historia que se hacía y, sin embargo, no tiene ningún libro sobre teoría, con lo que la reflexión teórica de Bloch no proseguiría al igual que pasará con su pretensión de Historia global. Más tarde Dossé denunciará en su La Historia en migajas como Annales acabará fraccionándose en pequeñas parcelas perdiéndose, en medio, las perspectivas de globalidad y de interrelación. También se irá perdiendo el interés por el tiempo presente (si acaso de otras civilizaciones) con lo que no se hará nunca Historia política (no interesan los procesos revolucionarios) ni contemporánea (prácticamente sólo se tratarán cuestiones medievales o modernas).
15/04/2002
Hoy se ve un texto de Lucien Febvre quién recogerá esa frustración francesa de posguerra y se aprovechará de las nuevas disponibilidades del Estado controlando la École Practique d'Hautes Études y sus fondos así como los proporcionados por la Fundación Rockefeller. Será un hombre hábil con sentido de la oportunidad que articulará la “marca de fábrica” que es Annales.
Febvre no tiene trabajos teóricos y además tampoco es que exista ningún “annalista” que tenga trabajos sólidos de teoría. Sólo los habrá que teoricen sobre determinadas perspectivas en recortes sueltos de sus distintas obras. Además, Febvre, más que crear nuevas obras se dedicará a sus labores de representante de Annales, de publicitar el grupo, etc.
En el texto emplea un estilo polémico “muy francés”. Habla de una catástrofe porque el mundo ha cambiado y en vez de ponerse Francia a la cabeza de esos cambios y desarrollar la economía se dedica a la política. En vez de hacer una historiografía dedicada a lo socioeconómico se sigue dedicando a la Historia política. Es posible que Bloch no hubiera dicho lo mismo porque pensaba en sus últimos años que no se había dedicado suficientemente a la Historia política. En el texto se propugna una alianza entre los técnicos del espíritu y de la materia señalando, en fin, que lo que hay que hacer es una Historia de la ideología y el pensamiento y una Historia de la Economía. Va más allá del materialismo histórico en el sentido de señalar que la economía es factor fundamental del cambio histórico.
Habla de Bloch al que endiosa y, en este sentido, se aprovecha de él para servir su propia causa, la de Annales, lo que es importante porque es el espejo de la propia Francia.
En el párrafo 245 silencia Febvre toda la preocupación anterior por la Historia económica y pareciera que es él (o sea Annales) quien la descubre y lo hace oponiéndola a la que dice ser su contrapartida: la Historia político-militar, a la que previamente critica con dureza. Ello, además, impide una conexión entre ambas ramas; la política-militar y la económico-social. En el fondo trata de despolitizar la Historia.
En el último párrafo se habla de la importancia del trabajo colectivo en la Historia que posibilitará el llegar a la gente más que el trabajo de un único intelectual.
En el párrafo 238-9 se habla de la gran obra de Braudel (La Méditerranée et le monde méditerranéen à l'époque de Philippe II) donde se describen los tres niveles de estudio de esta obra que intenta hacer una síntesis política, geográfica, social, ... El problema es cómo hacer esta síntesis. Los acontecimientos son un conjunto aislado y tumultuoso que no está condicionado por otras circunstancias. A partir de él existe un modelo para globalizar la Historia, cosa que, según Wulff, no es muy propio de Annales. La clave es la relación entre los tres niveles que describe Braudel; sus interrelaciones.
18/04/2002
Es difícil estudiar Annales al carecer de un cuerpo teórico y de reflexión metodológica seria donde sólo Febvre teoriza algo. Así Fontana tendría razón al decir que Annales no es una escuela y al despotricar sobre ella resaltando lo que autores posteriores hacen con Braudel. En fin, Annales tiene posiciones muy diferentes en momentos muy distintos tratándose de gentes que utilizan momentos oportunos para conseguir su propia potenciación consiguiendo poder institucional y mediático.
Febvre presenta su posición como una lucha frente a la adversidad aunque él no es precisamente una víctima (recuérdese el poder académico, mediático y económico que adquiere como editor de Annales y Director de la Sección de Ciencias Humanas de la École Practique d'Hautes Études).
Desde 1955 hasta 1965 se pasa en Francia de contar con 20 centros de investigación sobre Ciencias Humanas a contar con 300, lo que implica una potenciación de este tipo de investigaciones en la que tendrá un papel promordial la Sección 6ª de la EPHE que pasará a dirigir Braudel cuando muere Febvre en 1956 de igual forma que sucederá con la revista hasta que, a su vez, Braudel sea sustituido por una especie de collegium que le sucede tras defenestrarlo.
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta su muerte en 1956 Febvre controlará no sólo la revista y la Sección de la EPHE sino que también será Catedrático del Collège de France donde también será sustituido por Braudel. Ellos controlarán, además, la Maison des Sciencies de l'Homme. Ambos serán decisivos a la hora de conseguir fondos para sus proyectos tanto del Gobierno francés como de otros organismos como la Fundación Rockefeller y la Fundación Ford que veían en Annales un instrumento propio en sus estrategias mundiales antimarxistas. De esta forma Annales será más que una revista convirtiéndose en un grupo de presión con poder de promoción de otro tipo de Historia siendo los primeros que ven cómo se pueden utilizar las “industrias culturales mediáticas”.
De Braudel existe una buena visión en el libro de Fontana. La fama le viene por su tesis sobre el mundo mediterráneo en tiempos de Felipe II (Vid. Página 34) publicada en 1949 y reeditada con añadidos en 1966. El título es significativo porque muestra en si su perspectiva. Esta época marca un tiempo y el Mediterráneo será el sujeto o ámbito del juego histórico. Para estudiar el Mediterráneo hará un intento globalizador, contradictorio en cierta forma con la línea de Annales.
Braudel define tres temporalidades:
La Historia lenta (la larga duración). Entiende que existen procesos de larga duración marcados en gran medida por los espacios. Señala que hay un espacio marcado por el Mediterráneo limitado por el Norte con los ríos Rin y Danubio, el mismo significativo límite del Imperio Romano y de la Reforma protestante. Piensa que ese espacio define un marco que va más allá de un condicionamiento y así determina la realidad de lo que ocurre de la misma forma que los espacios dentro de éste sufren especificidades peculiares. El mundo mediterráneo sería un conjunto en si en el que, además, los espacios y la geografía marcan unos ritmos específicos largos. Dentro de esta larga duración están también las plantas; trigos y demás cereales que condicionan también a las sociedades mediterráneas de la misma forma que, por ejemplo, el maíz condiciona a las sociedades mesomericanas. Entiende, así, que las plantas marcan otros tiempos porque su introducción es lenta así como su continuidad, de forma que condicionan a la sociedad en la que se introducen. También condicionan el clima y los animales acondicionados a ese clima.
Los tiempos largos pero más restringidos que toman el segundo nivel. Son ciclos más breves que serían los referidos a los aspectos demográficos y económicos, los sociales y, dentro de estos, los grupos que se forman. Los precios y sus ciclos serían importantes dentro de los aspectos económicos.
El nivel de los hechos históricos que se plantearían como ese suceder, en gran medida incontrolable, de los acontecimientos..
Lo que interesa definir son los ciclos últimos que determinan la realidad inmediata. Así la Historia no es la Historia del individuo sino la de los grandes ciclos de las sociedades incluidas en ellos. De esta forma la política sólo interesa indirectamente. De hecho Braudel piensa que si la Historia es un conocimiento sólido es porque existe la posibilidad de reconstruir esos grandes ciclos más allá de los puros acontecimientos políticos.
A Braudel se le criticó que no profundizara en el análisis de las sociedades. También Elliot le criticará que, en realidad, no una los tres tiempos que define ni muestre cómo se jerarquizan o intervienen cada uno de estos tres niveles. Elliot lo definirá con esta frase: “Las montañas de Braudel mueven a los hombres pero los hombres de Braudel no mueven las montañas”. Así, en última instancia, la voluntad y las interacciones de los hombres, las revoluciones, las políticas, el hecho primero que el hombre pueda ser consciente de las relaciones de poder en que se encuentra, las propias reflexiones críticas, incluso la explotación de unos hombres por otros, las jerarquías, el poder, las propias instituciones estatales no le interesan. Incluso lo tipifica en frases del tipo: “mi legado va contra la libertad humana”. Así es obvio que deja de contemplar elementos fundamentales y, por ejemplo, dentro de las estructuras económicas deja de contemplar los procesos de producción para centrarse en los intercambios mercantiles, algo peligroso porque antes de la Revolución Industrial la producción para el mercado siempre es minoritaria y así no analizar la producción y su organización significa dejar fuera a la mayoría de la población y, con ello, a la base fundamental de la riqueza de los grupos dominantes. Le interesan cosas como los banqueros genoveses pero, en cambio, no lo hacen asuntos como la producción miserable de las telas que venden los ricos genoveses. En última instancia esto no es casual puesto que entiende que la jerarquía humana es necesaria e incontrovertible y dice que “la sociedad sólo sirve cuando está dirigida por una élite”.
Es evidente que el cambio no es el fuerte de Braudel. En este sentido en Civilización material y capitalismo, años después, defenderá su escepticismo ante los cambios y el valor de estos componentes a largo plazo. También con el pensamiento defenderá la necesidad de adecuarlo, junto al comportamiento, a los valores establecidos. Dossé decía que lo que hace Braudel es “exorcizar el cambio”. Por todo ello no extrañan las importantes subvenciones que les ofrecen las Fundaciones Rockefeller y Ford en su lucha contra las ideologías marxistas.
La “desaparición” de Braudel a finales de los sesenta es un momento importante porque ello representa el triunfo de una corriente que ha estado ahí y que se multiplicará y evolucionará hacia lo que se conoce como la “Nueva Historia”. Dossé se refería a ello con lo del “desmigajamiento” de la Historia; la pérdida de la globalidad.
Annales tiene varias fases. La primera de ellas es la de la potenciación de lo económico y lo social. Le interesan el crecimiento económico y demográfico lo que tiene mucho que ver con la proyección en la Historia del momento histórico que se está viviendo. Dará lugar a toda una serie de trabajos sobre demografía, curvas de precios, economía, etc. que irán conectando con otras ciencias sociales, adsorbiéndolas dentro de esa potenciación de los centros de investigación. La Historia adquiere nuevas metodologías en un momento en que importa recordar la tendencia hacia la multiplicación de lo cuantitativo y lo serial proyectado a la demografía, precios, etc. Este momento está representado por una desgraciada frase de Le Roy Ladurie: “El Historiador del mañana será programador o no será historiador”. El caso es que con la cuantificación se pueden hacer muchas cosas y una tendencia es convertir en cuantitativa la Historia y una vez cuantificado todo, una vez matematizada la Historia, ésta será ya científica. Una consecuencia de esto es la multiplicación de artículos sobre curvas de precios, demografía, etc. que pueden llevar a multiplicar la idea que las personas carecen de importancia. Así, Le Roy Ladurie dirá que se puede hacer Historia sin los hombres y, de hecho, hace una Historia del clima donde no se tienen en cuenta los seres humanos. Años después, el mismo autor dirá que la Historia es una forma de evadirse de una época siniestra.
Es evidente que no se puede cuantificar al ser humano y que las matemáticas son demasiado simples como único instrumento de la Historia. Obviamente que la cuantificación es importante y útil y Annales se sumará en cierta forma a estas corrientes utilizando esta serie de trabajos en la medida en que se incluyan dentro de reflexiones globales. La tendencia de Annales hacia lo económico-demográfico-cuantificable presenta tendencias a romper con las pretensiones de Historia Global con lo que personajes como Braudel irán quedando aislados.
Annales irá ciñéndose a Europa y al periodo moderno, particularmente a los Siglos XVI y XVII. De esta forma Annales será esencial en la reconstitución de los estudios de la Edad Moderna.
Otro componente en las décadas de los 50 y los 60 será la tendencia a plantear elementos cuantitativos y similares en el contexto estructuralista (ver Texto de Burguière). El estructuralismo es, en un primer momento, una reflexión aplicable a la lingüística que más tarde se intentará proyectar a otras ciencias humanas teniendo un espacial impacto en la antropología con Lévi-Strauss.
El estructuralismo se convierte en moda teórica en Francia alrededor de la cual existen pensadores de la semiótica, lingüística, Historia, antropología, etc., moda que desaparece en los 70. Así, conforme avanza el tiempo, en los 60, a las primeras tendencias de Annales se unirán otras procedentes de la nueva corriente antropológica de Lévi-Strauss y con el impacto que supuso la descolonización que llevará a una potenciación de los estudios antropológicos a partir de la idea del impacto europeo sobre la sociedad colonizada en lo que se conoce como aculturación de las sociedades colonizadas. Es una antropología no ya de la colonización sino de la descolonización, al analizar lo que queda de esas culturas intentando reconstruir las sociedades anteriores. Todo ello irá unido en Occidente a la potenciación de la antropología y de la búsqueda en la realidad cotidiana occidental de los restos de los procesos evolutivos previos. Esto llevará también a ver e incidir, más que en los cambios, en las permanencias, a la vez que llevará en gran medida al estudio de los cambios y los no cambios en instituciones como la familia que había sido objeto de interés por los antropólogos en las sociedades “salvajes”.
Todo este conjunto de cosas va unido también al aumento del interés por la Historia de lo cotidiano en unas sociedades occidentales en las que es evidente que empieza a surgir interés por la realidad cotidiana que ya no es igual que el interés por la demografía, los cambios económicos, etc. Todo ello con diferentes versiones más o menos conservadoras ya que, por ejemplo, existe una mirada hacia lo reprimido: minorías, grupos que, como los colonizados, “no salían en la foto”. De igual forma aumentarán los estudios sobre la mujer. Annales desarrollará, pues, nuevos intereses por temas como la familia, la vida diaria de la gente, la nutrición, etc.
Otra de las cosas que ahora surgirán será el interés por las mentalidades, tema que se multiplicará cuando entremos en la fase de la “Nueva Historia” de la que hablaba Dossé. El concepto de mentalidad no es inocente. “El conjunto de concepciones comunes en una sociedad, aquello que compartían César y sus soldados, Colón y sus marineros”. Esta frase define el pensamiento de Annales sobre las mentalidades. Uno de los problemas de este concepto es que puede significar cualquier cosa. Un partidario de este concepto llegó a decir que “la mentalidad es cómo se piensan y se sienten las cosas; como se piensa la muerte, la vejez, los valores religiosos, los valores colectivos,...” El problema en la operatividad de un concepto tan amplio es si sirve para hacer Historia y si lo hecho es rentable desde un punto de vista histórico. Está claro, pues, que se trata de un concepto “cajón de sastre” y cuando ello es así significa que ese término es una moda.
Sobre el concepto existen varios estudios. Así Le Roy Ladurie analiza un pueblo: Montaillu y estudia el mundo de esta aldea de pastores del Siglo XIV. Se trata de una especie de monografía etnográfica que se construirá recogiendo una documentación muy interesante de inquisidores. El autor llega a la conclusión de que existe un mundo inmóvil de lo popular, un mundo de ideología popular sin sofisticación, violento, inmediato, oral, aislado de cualquier contacto con las élites y con la escritura. En este sentido él afirmará la existencia de una mentalidad popular (lo que entra en contradicción con la existencia de una mentalidad no clasista) que sobreviviría al tiempo: lo inmóvil es esta mentalidad popular. No aprecia ni la existencia de conexión entre los grupos sociales (no influirían unos en otros). A este análisis se le han hecho muchas críticas y así Burke, por ejemplo, señala como al estudiar textos inquisitoriales lo primero que hay que considerar es que son eso; inquisitoriales. No son una lente límpida sino que son una determinación en si; hechos recogidos por los inquisidores con las versiones que les interesaban ofrecer en sus procesos. No es un tema menor tampoco que la violencia inquisitorial está de por medio. Así habría que reflexionar la proyección que se hace sobre estas gentes de la ideología de las élites inquisitoriales.
Al respecto otro elemento lo señala alguien también vinculado a Annales como es G. Duby. Para él los grupos populares no son grupos aislados de la realidad ni de los grupos superiores, ni siquiera de la cultura escrita que reciben de una u otra forma. Así, el hecho de ir a misa, de recibir sermones religiosos es una conexión con la ideología de los grupos superiores y no son las únicas conexiones que existen. Nunca las clases populares están tan aisladas como para no recibir estas influencias. Duby, respondiendo a Le Roy Ladurie, dirá que hay que hablar de interacción de grupos sociales y que no existe una mentalidad inmóvil en la Historia. Argumentará que no se puede hacer Historia de las Mentalidades sin hablar de lo social y del impacto de lo político sobre las ideas y el pensamiento.
En este sentido se ha criticado a otro autor de Annales como es P. Aries que reflexiona sobre la muerte en occidente intentando reconstruir un inconsciente colectivo de la percepción de la muerte diferencial y en gran medida más allá de la Historia. Este tipo de concepciones han sido criticadas desde la práctica de libros concretos.
Autores interesados por estas cuestiones las ven desde perspectivas históricas diferentes que recalcan el cambio. De esta forma destaca M. Vovelle, ejemplo interesante de la aplicación de criterios estadísticos y cuantitativos sobre una documentación tan interesante como la delos testamentos en una afán de seguir los cambios y la descristianización en Provenza entre el Mundo barroco del Siglo XVIII y la Revolución francesa. Vovelle analiza unos 30.000 testamentos y cuantifica y ve a lo largo del tiempo los cambios que se producen en las disposiciones testamentarias, el tipo de objetos que se legan, los inventarios testamentarios, el número de misas que se dedican, el número de velas que han de encenderse por el difunto, los santos a los que se encomiendan los moribundos, ... Así estudia como cambia la mentalidad de un importante sector poblacional aplicando, para ello, métodos estadísticos y una documentación que nadie hubiera utilizado que le permiten sacar conclusiones generales muy distintas de las de P. Aries, Le Roy Ladurie y otros. Son conclusiones de cambio en las que se ven una simplificación y una tendencia general a la descristianización que se refuerza con la Revolución francesa y que distingue por grupos sociales y territorios. Así se encuentra como en esta zona agrícola se producen los cambios, primero entre la nobleza (que imita a París). También cambian los artesanos, en primer lugar los de las ciudades y después los de los pueblos. Por último también cambian los campesinos y las aldeas,
Este trabajo es muy importante porque, entre otras cosas, en muchos trabajos de antropología y de otro tipo se tiende a no ver el cambio y ver como aislados a los grupos sociales.
22/04/2002
Hay otra gente dentro de Annales en una dirección parecida a la de Vovelle como, por ejemplo Le Goff (El nacimiento del purgatorio) que plantea el hecho de la invención del purgatorio en la Edad Media por motivos económicos ya que así se compraban redenciones para purgar las penas con anterioridad. También G. Duby estudia, por ejemplo el tema de los tres órdenes, el surgimiento de la Concepción (de la virgen María), cómo se reconstruye a lo largo del tiempo este concepto, etc.
La crítica a Annales de personajes como Dossé plantea cómo a raíz del cese de Braudel como “jefe” de la escuela y la llegada al poder de un equipo colectivo esta circunstancia tendrá como consecuencias la multiplicación y fragmentación de la Historia que dejará de tener pretensiones de globalidad. Ello forma parte de una tendencia general de los años 70: el desmigajamiento de la Historia que irá paralelo a la crisis económica mundial. Una de las razones fundamentales para este giro es el momento de cambio de los 70 al acabar un ciclo de ascenso económico, demográfico, etc. que produce, concretamente, un estancamiento de la economía, una pérdida de confianza en el capitalismo y otras cuestiones ya que en los 70 los modelos progresistas y las perspectivas más críticas ligadas al marxismo o a los movimientos libertarios irán fragmentándose. Dentro de ese descenso se produce el desprestigio de los movimientos comunistas y la pérdida de fuerza de los valores progresistas unidos al desarrollo de la economía y la demografía. Ello va unido a una desconfianza en los modelos históricos ambiciosos, entre otras cosas porque el marxismo tampoco ha evolucionado a las nuevas condiciones y no tiene nuevas formas de enfocar la realidad y la Historia. Todo ello lleva a los diversos campos de la filosofía, la Historia, etc. a tendencias escépticas que se englobarán en lo que se denomina Postmodernismo.
Contribuirá todo esto a la fragmentación de la Historia y de sus modelos globales. Se dará un ataque directo a la Historia y a la posibilidad de adquisición de conocimiento a través de ella. En este marco deriva Annales hacia una multiplicación de enfoques y perspectivas. Se dan procesos complejos y contradictorios ya que la crítica al marxismo oficial era imprescindible igual que a sus modelos dogmáticos. Igualmente vemos la introducción de nuevos temas en la Historia y cualquier grupo se busca en ella (sobretodo los oprimidos); desde los grupos colonizados a la mujer, los niños, la ancianidad, ... Estos sí son elementos positivos pero se juntan con el profundo fraccionamiento que en Annales resultará mortal puesto que ya en los 70 no es nada; ni vanguardia ni grupo cohesionado.
El final de esta clase lo dedicamos a examinar la doble página con las portadas de la Revista Annales que está en el dossier de textos de la asignatura. A través de la lectura de los índices vemos la evolución de la revista, como se van introduciendo las perspectivas estructuralistas y antropológicas y como se estudian los grandes temas sociales y económicos que preocupan y otras consecuencias de las modas como el psicoanálisis. Se ve como en los 80 empiezan a verse cosas más fragmentarias: temas de mujeres, microestudios, etc. En los 90 se sigue con los viejos componentes económicos y sociales introduciendo algún otro tema como el del cuerpo femenino. Vemos que, en general, existe una notoria ausencia de Historia política o de estudios de una época o coyuntura histórica. No aparece nada de relaciones de poder o producción en los ámbitos económicos. Existe una cierta continuidad en los temas: economía, sociedad, Historia moderna y medieval y algo de contemporánea en los últimos números.
25/04/2002
El término estructuralismo es un término complejo y confuso en las ciencias humanas porque, fundamentalmente, se utiliza para definir cosas absolutamente distintas que no se explican con precisión y que se plantean como un movimiento intelectual y también como un nuevo método en las ciencias humanas que, en realidad, no es algo unificado ni implica que los que hablaban de estructura hablaran de la misma cosa.
Fundamentalmente fue una moda francesa de los 50-60 decayendo al final de esta última década. Pretendía que en las ciencias humanas se podía encontrar un método riguroso que permitiría hablar de ciencias sociales en los mismos términos que se hacía con otras ciencias. Esta “moda” hace que en cada ciencia social se propugnen diferentes enfoques que son muchas veces unificados por la sola utilización del término “estructura”.
El término es, en realidad, muy ambiguo y procede de la arquitectura. Va referido a la organización que tienen las partes esenciales de una totalidad (los componentes esenciales y su organización). En el Siglo XIX se utiliza en diferentes campos y durante el XX se utiliza, primero, en lingüística, extendiéndose luego a la antropología, al psicoanálisis, la semiótica e incluso llegará a existir una corriente marxista que se llama a si misma estructuralista (Althusser).
La estructura lingüística es el primer uso que se hace de esta teoría y ahí está la clave, a juicio de Wulff, de este pensamiento erróneo: intentar aplicar aspectos de la lingüística a las ciencias sociales. Entiende que el estructuralismo es la proyección de modelos lingüísticos a diversas realidades, modelos que vienen a afirmar que de igual forma que en la lengua existen estructuras profundas que se emiten mediante el habla, habría toda una serie de campos en la sociedad y en las mentalidades humanas con unas estructuras profundas que explicarían los comportamientos aparentes de esa sociedad expresados a lo largo de su Historia. Este proyecto o modelo acaba dejando claro la falta de papel del hombre en su Historia. El ser humano sería la expresión de estructuras más profundas que habría que averiguar. En este sentido uno de los estructuralistas más conocidos sería Levi-Strauss que entiende que existe un espíritu y una naturaleza humana cuyas estructuras profundas investigan los etnólogos. Este autor razona que esta naturaleza humana profunda se expresa a través de los códigos de un grupo que recodifica esos elementos humanos profundos. En este sentido la Historia humana no sería más que la manifestación de esos códigos. Sería como llevar a sus últimos extremos la frase de Bloch cuando decía que los hechos históricos no son más que hechos psicológicos. La Historia en si carecería de interés porque lo importante son esos componentes de códigos y naturaleza humana que están en el fondo de todas las cosas. La Historia, si acaso, explicaría los componentes externos de la vida social planteados casi como aleatorios y, por ello, se limitaría prácticamente a los aspectos más superficiales sin entrar en la explicación seria de las cosas.
El caso es que en la historiografía existen diferentes enfoques estructuralistas y el término se utiliza de muy diversas formas. La tendencia estructuralista tiende a olvidar no sólo al ser humano individual o los acontecimientos concretos sino el conjunto de relaciones de poder, desde los propios elementos de la relación de producción en adelante.
No existe ni un solo trabajo definible como estructuralista que haya permitido entender una época. De hecho los estructuralistas, en Historia, eran gentes con diferentes enfoques y nunca existió la posibilidad de que formulasen una construcción teórica sólida. No existe ninguna obra sobre cómo hacer Historia estructuralista que haya pasado la crítica del tiempo.
Hay que diferenciar la idea de una supuesta Historia estructuralista del uso del término estructuralismo. Así no es estructuralista quien quiere estudiar el sistema económico en un momento dado.
El estructuralismo sirvió para algunas cosas. En primer lugar para dar cauce a la idea que las ciencias humanas debían buscar formas de conexión, debían ser interdisciplinares. Sirvió también para negar la Historia puramente descriptiva. Así contribuyó a acabar con la Historia político-militar y obligó a pensar en la complejidad de las sociedades.
El asalto a la Historia por parte del estructuralismo está recogido en el texto de Burguière que viene a ser una despedida del estructuralismo. Burguière viene a decir que Annales nunca cometió los errores del estructuralismo. El problema de Annales es que, a pesar de lo que declaraba en cuanto a sus pretensiones de globalidad, tendía cada vez más a desgajarse.
En cuanto a la Nueva Historia Económica hay que estudiarla por el libro de Fontana (páginas 214 a 221) donde se habla de tendencias históricas propias de los Estados Unidos con aspectos muy matematicistas y muy elitistas. Les interesan temas como los modelos de desarrollo. Al respecto destaca un estudio sobre la rentabilidad del esclavismo en ese país antes de su abolición y sobre el tema existirá quién sostenga que el 90% de los beneficios que aportaban los esclavos se volvían a invertir en ellos (¡!). También destacan otros estudios como el de los ferrocarriles y su papel en el desarrollo económico norteamericano. Mediante complejos sistemas se llegan a distintas consecuencias. Es una corriente que con el tiempo va perdiendo interés.
Otros desarrollos de Historia económica y social fuera del ámbito francés vienen explicados también en el libro de Fontana (páginas 221 a 229). Wulff remite allí para su estudio.
Sin duda una de las corrientes más importantes del Siglo XX es la que representa el marxismo. Al respecto analizaremos su etapa estalinista y también los desarrollos marxistas que se hacen en Gran Bretaña. Excúseme que el dossier sobre este tema sea más largo de lo habitual pero dada la complejidad del asunto considero importante que los conceptos se tengan muy claros. Lógicamente puede obviarse su estudio aunque su atenta lectura es enteramente recomendable.
Existe una tendencia general a “convertir a Marx en marxista” y utilizarlo como recetario. Por el contrario existen autores que utilizan a Marx de forma más crítica e inteligente. La dogmatización del marxismo viene al representar, paralelamente, una opción política.
Sin embargo esta corriente mantiene una gran vitalidad a partir de determinados personajes importantes hasta la época de Stalin. Marx decía que la Revolución socialista se daría en un lugar donde se hubiera producido un fuerte proceso de industrialización que implicase una gran clase proletaria que se beneficiaría de la fuerte interrelación de todos los ámbitos económicos entre si porque ello supondría la interconexión de todos los trabajadores. En un momento dado esta interrelación, unida a la conciencia de clase, llevaría a hacer ver la contradicción entre la interdependencia de la actividad económica y el hecho de que todo ese complejo estuviera dominado por una clase; la capitalista, que utilizaba todo el complejo en su propio beneficio. Cuando quedara clara la contradicción la clase obrera acabaría con ello. Sería la contradicción de las fuerzas productivas con la relación de producción lo que exigiría que para que existiese una revolución socialista debería darse todo ese proceso y en la URSS ello no era así.
El caso es que la revolución salió adelante pero su problema fue que se dio en un mundo con lugares industrializados muy compactos, con unos proletarios muy conscientes pero ambos elementos eran minoritarios en el país con lo que el triunfo se produjo por una serie de coincidencias.
La toma del poder mantuvo, con Lenin, las apariencias del modelo marxista; es decir, Marx entendía que era necesario un partido pero la realidad socialista que plantea un futuro comunista debería tener en cuenta que el conjunto de las organizaciones estatales debía formar el Estado y no el estado estar por encima de las organizaciones populares. Durante un tiempo existió un cierto equilibrio entre los soviets de base y el Partido Comunista. La tendencia al principio de la Revolución es a reforzar el papel del PCUS por la existencia de una gran oposición interna y externa. Ello va unido al hecho de que la dinámica interna del PCUS tiende más al centralismo que a la democracia porque el propio sistema de funcionamiento de las células tiende a que las élites controlen más información. Con Lenin esto funcionó en cierta medida ya que además éste no estaba de acuerdo en que se diera un fuerte golpe radical porque de ser así se corría el riesgo de parálisis del propio sistema al desaparecer la gente que controla la sociedad. Así, en la agricultura por ejemplo, no cree de recibo acabar con los medianos propietarios, lo que implicaba una cierta moderación. Pero en 1924 muere Lenin y entonces los procesos internos se multiplican y tras todo tipo de artimañas llega al poder Stalin, antiguo seminarista georgiano que posee un conocimiento muy primario del marxismo. Conforme va acaparando poder culmina los procesos anteriores rompiendo con la prudencia del Lenin y llegando a lo que Trotski llamaba el proceso de sustitución total por el cual al pueblo lo sustituyen los soviets, a estos el PCUS, a éste el Comité Central y a este el Secretario General (el propio Stalin). Ello significa una absoluta inexistencia de democracia, la ruptura de la contemporización con la propiedad privada y el desarrollo de una política de terror dentro y fuera del PCUS.
Todo esto produce consecuencias en la ideología que se extiende por doquier ya que previamente se ha centralizado todo el conjunto del movimiento comunista internacional en Stalin y la Internacional Comunista llevará a todas partes esta política e ideología.
La URSS supondrá un foco de esperanza para millones de personas en el mundo ya que era la primera demostración de las posibilidades de un régimen socialista en el que el pueblo teóricamente controlaba el conjunto de la vida social, económica, etc. Esta imagen exterior de la URSS se mantendrá intacta durante mucho tiempo aunque, sin embargo, la realidad es la de una involución con un mundo que es la antítesis de lo que Marx había planteado.
Entretanto ¿qué se hace con el pensamiento de Marx?. Stalin convertirá al pensador alemán en el gran legitimador del sistema soviético adaptando el marxismo a sus necesidades, mutilándolo y llevando hasta sus extremos la conversión del pensamiento de Marx en un conjunto de fórmulas puramente legitimadoras de la situación soviética.
Nos centraremos en dos cuestiones:
La evolución del cosmos y, dentro de éste la evolución humana.
Cómo son y cómo cambian las sociedades.
Stalin escribe su “Materialismo histórico y materialismo dialéctico” donde muestra cómo la evolución del cosmos y las sociedades en particular pueden estudiarse por las leyes de la dialéctica que él expone con toda claridad con textos de Marx, planteando que todas las sociedades pasan necesariamente por una serie de etapas en un proceso evolutivo que viene marcado por el componente esencial de definición de las sociedades que son los modos de producción. Las sociedades se organizan en modos de producción, entendidos estos como un conjunto de base económica que abarca toda la sociedad.
Existen varios modos fijos por los que pasan todas las sociedades:
Primitivismo.
Esclavismo.
Feudalismo.
Capitalismo.
Socialismo. Donde se encontraría la URSS
Comunismo.
Marx nunca dijo que las sociedades debieran pasar necesariamente por todas estas fases pero Stalin lo afirmó tajantemente. Así sería inevitable que todas las sociedades capitalistas llegaran a ser socialistas. ¿Por qué es tan importante este esquema fijo? Lo es porque se da por hecho que tarde o temprano todas las sociedades llegan al socialismo y como la URSS estaría teóricamente en ese estadio nadie podía afirmar que existieran contradicciones internas. Para que nadie piense otra cosa Stalin “corta la cabeza” a la ideología. Marx había dejado la posibilidad de la existencia de otros modos de producción y así se aludía a un “modo asiático de producción”. Stalin, en un momento dado, prohibirá que se hable de ese modo porque eso no entraría ya en su esquema al poder inducir a argumentar que la URSS no había llegado aun al modo de producción socialista ya que el modo asiático sería similar al modo templo-palacial existente en Mesopotamia, lo que podría paralelizarse por algunos a la situación existente con los zares y como Stalin era un sucesor de estos al fin y al cabo no podría existir en la URSS, por la lógica sucesoria de los modos, un modo de producción socialista. Todo este pensamiento se exportará también a la Internacional Comunista.
02/05/2002
Lo que más define a Stalin es su fuerte componente nacionalista y lo que hace es utilizar la Internacional Comunista como instrumento de apoyo de la Revolución rusa dentro de ese proceso de sustitución del que habló Trotski. Desde los años treinta a Stalin no le interesa el surgimiento de procesos revolucionarios descontrolados sino que le interesa el surgimiento de frentes populares, particularmente en lugares como China que no había pasado aún por la fase capitalista (ya que no era posible, teóricamente, que pasara desde le feudalismo al socialismo, aunque virtualmente eso fuera lo que pasó en la propia URSS). China estaría más bien en el polémico modo asiático de producción, ..., pero como éste estaba prohibido (¡!).
Ante la Revolución, China partía de una situación muy similar a la que tuvo la URSS y por ello Mao propondrá otra solución teórica: pasar directamente al socialismo organizando a las masas lo que no era muy ortodoxo respecto a la teoría marxista-estalinista.
De esta forma vemos que los hay discrepantes con la sucesión estalinista de modos de producción y proclaman la existencia de un modo asiático, similar al templo-palacial que tendría puestas las bases para la existencia del modo socialista ya que lo único que habría que hacer era sustituir a los burócratas del modo asiático por representantes elegidos por el pueblo que se hallarían en una situación similar a aquellos en el sistema. Pero, claro está, esto no le interesa a Stalin.
El caso es que en la URSS la ideología es intocable y lo explica todo. La gran justificación para acabar con la NEP de Lenin era que los modos de producción no pueden convivir unos con otros (o existe uno o existe otro, pero en su totalidad). Así sólo cabe el modo socialista y ello, al ser un dogma, lo lleva a la aplicación absoluta en la práctica de los principios teóricos del modo ya que el modo de producción es necesariamente dominante.
Otro dogma estalinista es la forma de tránsito de los modos de producción. Al respecto el dictador cogerá textos de Marx y los convierte en dogmas de una forma de entender el cambio de las sociedades. Según Stalin la clave de la evolución del Mundo es el avance de lo que Marx llamaba las “fuerzas productivas”. Hay que tener muy claro este concepto y también el de “relaciones de producción”. Para Stalin las fuerzas productivas son el conjunto de componentes físicos que posibilitan la producción de los bienes materiales, alimentación, vestidos, etc. La evolución del mundo es la evolución de las fuerzas productivas. Así, por ejemplo, en la Sociedad feudal se produce este avance que se hace patente en el aumento del comercio, la producción de la tierra, el desarrollo de las técnicas de producción, ..., lo que lleva a un momento en que este desarrollo (el de las fuerzas productivas) choca con las relaciones de producción lo que, según Stalin, dará lugar a otras relaciones de producción. Todo ello implica que a Stalin no le interesan los procesos de tensión interna ni nada por el estilo. Stalin decide que la URSS es una sociedad socialista y que por ello no existen contradicciones de clase ya que la propiedad está en manos del pueblo. Teóricamente, para llegar al comunismo sólo hay que desarrollar las fuerzas productivas mediante una industrialización cada vez más masiva y general hasta llegar a la sociedad comunista y por ello, en su lógica, planteará una guerra de competencia con Occidente ya que a base de un gran desarrollo (sin los inconvenientes del capitalismo) se vencería al mundo capitalista y se llegaría al comunismo, escalafón último de los modos de producción.
¿Por qué le interesa tanto a Stalin el desarrollo de las fuerzas productivas en vez del desarrollo de las relaciones de producción?. Pues porque en su propio análisis no cabe que en la sociedad soviética existan contradicciones en las relaciones de producción. Cualquier marxista auténtico encontraría que el PCUS controla la propiedad y domina la sociedad. Así, en un análisis marxista puro de la sociedad soviética, se llegaría a la conclusión de la inexistencia de modo socialista viéndose la presencia, en cambio, de una nueva clase que se habría hecho con el poder (el PCUS). Porque no le interesa que nadie profundice en esto dice que lo que hay que estudiar es sólo el desarrollo de las fuerzas productivas. Existe, pues, un dogmatismo radical que hace que todos los procesos de evolución del mundo sean esencialmente iguales. De esta forma lo que un historiador debe hacer, en exclusiva, es constatar como este proceso rígido se va produciendo y buscar pruebas para ello.
Para Marx lo importante serían las relaciones de producción que eran nucleares porque explicaban las relaciones sociales. La lucha de clases era el conflicto entre los intereses contrapuestos de las clases sociales y dicho conflicto no es momentáneo sino coyuntural; siempre está ahí. Donde Marx veía dinámicas de tensión Stalin ve un sistema económico puramente.
El estalinismo no se ve alterado en el marxismo oficial hasta los años 70. Empiezan a verse cambios, no obstante, en los 50 tras la muerte del dictador, momento en el cual empiezan a permitirse las críticas al estalinismo aunque con limitaciones. Otro momento importante de ruptura con el despotismo estalinista es el que conoce la llegada masiva al marxismo (esencialmente francés) de la descolonización a fines de los 50. Así, lugares como Argelia tuvieron una descolonización muy difícil porque previamente había tenido una colonización masiva de franceses que expulsaron de sus tierras a muchos campesinos nativos. De esta forma una gran parte de la opinión pública francesa no quería que se llevara a cabo la descolonización (incluido el propio Partido Comunista Francés). A finales de los 50 se efectuará un masacrante proceso de represión contra el proceso liberalizador de los argelinos. Sin embargo y poco a poco, las noticias de los sangrientos hechos van llegando a Francia en un momento en que el FLN (Frente de Liberación Nacional) argelino tiene sus mayores éxitos, lo que lleva a los dirigentes franceses a plantear la necesidad de abandonar Argelia, circunstancia que está a punto de provocar un golpe de estado militar. Todos estos hechos producirán una enorme crisis ideológica en la propia Francia al darse cuenta el PCF y gran parte de la intelectualidad gala que habían justificado una situación injusta y sangrienta. Ello llevará a una reflexión sobre el marxismo y los modos de producción.
Existen diferentes versiones dentro del marxismo francés, más o menos abiertas. Muy interesante es Pierre Vilar que llegó a ser prosoviético y proestalinista y que aún vive hoy en día. En cualquier caso el estalinismo continuó mucho tiempo y así, por ejemplo, tenemos personajes como Althusser que intenta unir marxismo con estructuralismo y significa un intento de poner al día el estalinismo aplicando estos nuevos modelos estructuralistas.
Una auténtica renovación del marxismo en los 50 se produce en el Reino Unido. El marxismo está en auge en Europa en las décadas de los 60 y 70 empezando a desaparecer en ésta última a raíz de que se pongan en duda las concepciones progresistas. Ello implica que antes de decaer tuvo, en realidad, poco tiempo de recuperarse. El caso es que en los 70 el marxismo empieza a dejar de estar de moda (afortunadamente, en opinión de Wulff) aunque, en España, esto ocurrirá con posterioridad (como con todo). Particularmente en los primeros 70 el movimiento antifranquista, con un claro componente marxista, consigue hacerse con zonas sensibles controlando la cultura y convirtiéndose en instrumento de cohesión social antifranquista. Son los tiempos de la cultura “progre” que consiste en que los procesos de liberación de costumbres que se dieron en los 50-60 en Europa, llegarán ahora a España en los 70, bajo la marca del antifranquismo. El marxismo que se explica en ese momento era necesariamente sumario. Con el desencanto de la transición será cuando cambie todo y ello llevará a que mucha gente deje de ser marxista.
Wulff insiste en el caso inglés donde se da la ruptura más importante con el estalinismo por parte del marxismo. En Inglaterra existía una larga tradición de intelectuales ligados al movimiento obrero al cual habían estudiado. En los 50 existió incluso un grupo importante de historiadores alrededor de M. Dobb con gente como Hobsbawm, E. P. Thompson, Hill y otros. Forman un grupo asociado al Partido Comunista Inglés al que intentan renovar y van formando nuevas perspectivas históricas. Para entender su evolución existe un hecho clave: la invasión de Hungría por el ejército soviético en 1956. A raíz de este hecho parte de ellos (por ejemplo Thompson) dejarán de pertenecer al partido.
Al grupo se unirán incluso conjuntos de estudiantes y profesores de la Universidad de Oxford y de otros lugares para formar una revista llamada “New Left Revue” donde también hay personajes como Doris Leasing y otros. Intentan, a la vez que hacer una Historia distinta, hacer un cambio en la Historia del movimiento obrero inglés que no tendrá éxito, con lo que se disolverá la revista que, no obstante, será retomada por grupos cercanos al propio Partido Comunista. Esta gente fundará más tarde una asociación interesante denominada “History workshops” (Talleres de Historia).
Interesa dentro de estos personajes destacar a E. P. Thompson, militante comunista de los que se van tras la invasión de Hungría, muy crítico con el estalinismo oficial y sus teorías.
Tiene unas obras muy interesantes entre las que destacan dos particularmente:
Un trabajo típico sobre un personaje esencial del Siglo XIX: “William Morrys: De romántico a revolucionario”. En él resalta algo que no tiene que ver con las dinámicas economicistas del estalinismo. Le interesa ver la conciencia moral de un personaje enfrentado a las injusticias que le llevan a plantearse el cambio social.
De lo más interesante de Thompson es un libro llamado “La formación de la clase obrera en Inglaterra: 1780-1832”. En él se estudia algo clave que se aleja de los presupuestos economicistas: cómo la situación de los trabajadores ingleses en las estructuras de las relaciones de producción y la sociedad inglesa generará más posibilidades de conciencia colectiva que los propios obreros concretan haciéndose conscientes de sus intereses de clase entre 1780 y 1832. Estudia cómo estos obreros situados en estas relaciones de producción que definen el capitalismo se enfrentan a los intereses de unos patronos y cómo van aprendiendo y tomando conciencia a través de las luchas y a través de grupos de discusión o sociedades muchas veces ilegales. Estudia cómo reaccionan ante la represión y, en este sentido, va viendo las diferentes fases y va demostrando el hecho que los niveles de explotación no disminuyen sino que aumentan conforme se desarrolla el modelo industrial. Estudia como en los años 90 del siglo XVIII se produce ya un aumento de las horas de trabajo, una disminución del valor real de los salarios y esto producirá una reacción ante las injusticias que ello supone. Estudia como estos procesos aumentan a partir de la segunda década del siglo XIX con el incremento del precio de los comestibles, la represión legal e incluso las matanzas de trabajadores y cómo ello va unido a una concienciación de los trabajadores. Le interesa ver cómo es la propia experiencia de la clase obrera la que genera esa clase sin que ello sea algo mecánico. Todo ello va unido al surgimiento de sociedades políticas y sindicatos. Estas cuestiones le llevan a plantearse algo tan esencial y poco mecánico como la oposición a la explotación de los explotados. Observa como junto a los movimientos de protesta contra salarios y precios se produce el impacto de los disidentes religiosos que venían predicando la libertad de conciencia e igualdad ante dios. Añade la propia tradición de lucha por la libertad en Inglaterra desde el Siglo XVII. En fin, lo que le interesa es cómo la clase obrera, globalmente, va construyéndose mediante la toma de conciencia, algo nuclear en el pensamiento marxista, siendo un proceso de construcción que culmina en la constitución en los años 30 del Siglo XIX de sindicatos y sociedades políticas, momento en el cual entiende que se ha constituido, ya, la clase obrera como tal.
Thompson se sitúa en el campo de las reflexiones que nacen de las relaciones de producción, donde Marx situaba el núcleo de los elementos de clase. A partir de ahí repiensa la ideología, el pensamiento y la práctica político-sindical que lleva a la construcción de la clase obrera. En este sentido repite a Marx quien entendía que la sociedad socialista tendría que construirse a través de un proceso global de toma de conciencia. En el pensamiento marxista existen líneas más heterodoxas que habían defendido este tipo de reflexiones. También le interesa enfocar estos procesos viendo cómo los individuos que forman los colectivos entienden la realidad y tratan de intervenir en ella, qué hacen ante los cambios que les afectan. Así, estudia cómo en las sociedades agrarias preindustriales se vive el cambio y el tiempo y cómo entonces el mundo de la industrialización supone una ruptura radical que exige la construcción de nuevas formas de identidad, nuevas instituciones y nuevos valores.
Sus reflexiones, en otros casos, se refieren al propio Estado británico y estudia, por ejemplo, una Ley del Parlamento de 1723 (la Black Act), que permitía matar a quien cazara en los terrenos de caza de la nobleza. Este ejemplo le sirve para analizar lo que significa esa ley y cómo funciona el Estado. Entiende, por ejemplo, que el gobierno existente es mucho más que un mero órgano de la clase dominante (como pensaría el estalinismo), siendo más un órgano donde se produce el equilibrio de los distintos poderes. Además estudia cómo el propio Estado burgués interviene en procesos financieros e imperialistas y cómo, para hacerlo, necesita llegar a acuerdos con diferentes sectores y analiza también cómo la realidad de las grandes definiciones y normas legislativas podía tener poco que ver con su aplicación real, por ejemplo en los tribunales locales que se movían con otros valores sobre los derechos colectivos, valores que se enfrentaban a las grandes decisiones del Parlamento en un momento determinado. Así en el fondo subyace la necesidad de una aplicación no mecánica del concepto de Estado como algo puramente económico. Estas reflexiones son vitales para entender la evolución del marxismo inglés.
06/05/2002
De lo más significativo de Thompson es que es uno de los personajes más característicos en la lucha por el desarme. Tiene también un buen libro sobre teoría en la que critica a Althusser desde una perspectiva marxista.
Otro importante autor inglés es Hobsbawm, un impresionante historiador, a decir de Wulff, que nació en 1917 y que sigue en activo. Se vinculó pronto a movimientos de izquierda, militando en el Partido Comunista desde su época de estudiante en Cambridge. Es un hombre de enorme cultura y formación centroeuropea e inglesa con posterioridad, tras que por su condición de judío debiera emigrar a las islas británicas.
Escribe sustancialmente de cuatro cosas:
La Historia de los trabajadores en un sentido parecido al de Thompson. Más que de la Historia de los sindicatos o los partidos políticos de izquierda trabaja diferentes aspectos de la Historia del movimiento obrero desde la perspectiva del obrero como aquel que construye la identidad de la clase obrera como clase. De esta forma trabaja aspectos atípicos como el movimiento de destrucción de las máquinas de principios del Siglo XIX, tratando de entenderlo no como un proceso irracional e indiscriminado sino dentro del conjunto de conflictos de la época y la problemática del empleo. Le interesaba cómo esas destrucciones eran apoyadas por otros sectores como los pequeños talleres, pequeños empresarios, etc. También le interesan aspectos heterodoxos como la constitución de la aristocracia obrera. De igual forma le importan hechos como la crisis que, en el movimiento obrero, se produce en los años 70 del siglo XX. No se trata, pues, de un análisis triunfalista sino de conflictos (una perspectiva nada estalinista)
Los “rebeldes primitivos”. Hobsbawm está ligado, como se dijo, al Partido Comunista británico y a los movimientos de oposición mundiales. Conoce bien los trabajos sobre los movimientos campesinos en Italia con el choque de la modernidad. Lo mismo sucede con los trabajos sobre Sudamérica. Se encuentra también inspirado por elementos contemporáneos como las luchas de los movimientos anticoloniales y los estudios de los antropólogos de los 50-60 que estudian estos movimientos. Así conoce a grupos que estudian organizaciones anticoloniales con simbología tradicional como los Mau-Mau (Kenya). De esta forma le interesa ver la organización de conjuntos de resistencia incluso en sectores primitivos. Al respecto estudia el bandolerismo en sociedades tradicionales en crisis. A partir de aquí le interesa estudiar cómo a partir de determinados conflictos de clase se van rompiendo los mecanismos tradicionales de supervivencia: se multiplica la represión, surgen fenómenos de bandolerismo entre los que conviene distinguir diferentes tipos, por ejemplo el bandolero consciente de su situación o condición social que a sabiendas roba a los ricos para dárselo a los pobres. Esto pone en funcionamiento perspectivas de análisis en las que la lucha de clases se puede exteriorizar de forma consciente o inconsciente manifestándose en fenómenos acordes. Por ejemplo los esclavos romanos rompían el material de trabajo y cuando se quería hacer un trabajo más especial había que tener un esclavo más motivado (al que se trataba lógicamente mejor). Así la legislación fue cada vez más positiva intentando que no existieran grandes rebeliones. Todo esto habría que estudiarlo también como parte de las relaciones de clase. De esta forma vemos como se están tratando cosas con más sutileza que en tiempos del estalinismo.
Es el único historiador claramente marxista que ha sido capaz de hacer una Historia global de la evolución de Occidente desde la Revolución Industrial hasta ahora viendo los aspectos culturales (por ejemplo el jazz). Esta publicación está en marcha hoy día. Él planteaba que la Revolución industrial y la de las libertades eran las dos grandes líneas de la Historia Contemporánea.
La crítica al nacionalismo. Hobsbawm nació en Alejandría y era hijo de una mezcla de razas, creencias y nacionalidades. Ello le permite tener la ventaja de poder criticar los movimientos nacionalistas, algo que le ha preocupado más en los últimos años, tras su sorpresa por lo que ocurre a raíz de la Guerra de Las Malvinas y la reacción inglesa antirracional y nacionalista que tanto le chocó. De esta manera empezó a estudiar temas de nacionalismo y escribe obras y estudia la construcción de las naciones europeas en los Siglo XIX y XX. Reflexiona sobre la “invención de la tradición” planteando que ésta (que está en los cimientos de las naciones) es algo inventado. Ello implica que todo se historiza (y por supuesto la tradición). Todas estas cosas se convierten en objeto de investigación para Hobsbawm.
Hay más gentes a considerar y así destaca un movimiento en los sesenta (iniciado en 1966 en un College de Oxford) conocido como History Workshop (taller de Historia), en el que se juntan historiadores profesionales, estudiantes y, de forma novedosa, aficionados a la Historia y trabajadores interesados en la Historia de la clase obrera y, más en general, en la Historia. Lo interesante de la experiencia es se ha convertido en lugar de debate, reflexión y práctica concreta sobre el uso de la Historia y una reflexión sobre quién y cómo se hace la Historia. Todo se concreta en 1975 con la revista del mismo título que el grupo donde se analiza la experiencia de la clase obrera incluyendo el análisis y la búsqueda de fuentes muy distintas, por ejemplo orales. Así se ve cómo se construye la Historia del movimiento obrero con la participación de esta clase, no con documentos oficiales sino privados, mediante lo que la gente transmite. De esta forma el historiador coloca un instrumental al servicio de un trabajo colectivo en el que fuentes orales, fotografías, canciones tradicionales e incluso fuentes oficiales son utilizadas para reconstruir el pasado.
Todo esto genera nuevas razonamientos y dinámicas. La Historia del movimiento obrero se enriquece y ello lleva a nuevas reflexiones: ¿Qué papel tiene la Historia oral?, ¿Es correcto utilizar exclusivamente documentación oficial?, ¿El recuerdo de la gente debe pasar a la Historia?, ¿Quién es el protagonista auténtico de la Historia?, ¿Cómo devolvemos la Historia a la gente?, ¿Se puede o debe musear la experiencia de la gente? ¿Qué es digno de ser recordado?. Todo ello nos lleva al problema de los usos de la Historia y esta línea se va abriendo más conforme la vida de los oprimidos se va considerando más digna de ser historiada lo que ha dado nuevas formas de ver el paso de la Historia. Aquí intervienen factores como la antropología, los valores simbólicos del espacio, el valor de cohesión de las instituciones (no necesariamente oficiales como, por ejemplo, las tabernas). Todo esto implica reflexiones que se han multiplicado estos años, implicando prácticas de acercamiento de la Historia a las gentes que se siguen haciendo en la actualidad.
16/05/2002
(Clase amablemente recogida y redactada por Elena Ortuño)
20/05/2002
Las nuevas perspectivas de género van por el camino de un pacto entre lo masculino y lo femenino y así tenemos las reflexiones históricas que estudian a los géneros como dos definiciones sociales. Se estudia como cada sociedad define al hombre y la mujer, lo masculino y lo femenino y las tareas de ambos en un momento histórico dado, cómo lo masculino impregna los valores sociales. Se trata de analizar históricamente todo eso, ver cómo lo masculino va unido al control emocional (el hecho de llorar, la virilidad de los españoles, etc.). Hay que ver cómo los valores masculinos en distintas sociedades pueden articular historias en las que una mujer es protagonista de los males que acontecen a los hombres. El que la sociedad haya seguido esta evolución lleva a los historiadores a ver nuevas maneras de ver el pasado. Así lo importante es estudiar cuáles son los valores femeninos y masculinos a lo largo de la Historia porque las reflexiones de género son ricas.
Wulff no cree que exista una Historia del Género porque cree que la Historia es sólo una y un historiador lo que tiene que hacer es pensar, lo más globalmente posible, los problemas y las sociedades y con ello pretende decir que, analizando el Género desde esa punto de vista, al final hay que volver a una perspectiva global. Esta concepción es óptima para miradas de conjunto y así amplía esta perspectiva a un tema que él estudia: la mitología griega.
En la Iliada y la Odisea puede verse que el papel del elemento femenino es muy importante. Así la Guerra de Troya, decidida por Zeus, es preparada mediante una serie de elementos: obliga a una diosa (Tetis) a casarse con un humano (Peleo), algo tremendamente humillante. De esta forma se plantea un conflicto sobre quién manda más; un humano (hombre) o una diosa (mujer). En la historia interviene también la manzana que lanza Discordia provocando una pelea entre tres diosas; Afrodita, Hera y Atenea. Cada diosa intenta sobornar a un juez que decidirá sobre cuál de ellas es la más hermosa; este juez no es otro que el más bello entre los hombres: Paris. Pero, ¡tremendo!, un hombre juzga a diosas que intentan sobornarlo ... El caso es que se especula sobre las jerarquías desde la máxima que existe; la de los dioses con respecto a los hombres. De ahí siguen otras entre la que nos interesa la de los hombres con respecto a las mujeres. La conclusión que sacamos de todo esto es que los valores de género (en cuanto jerarquías) forman parte de los valores jerárquicos globales.
23/05/2002
En los tiempos actuales en la Historia pasa como con la música, en la que aún se vive de los 60-70, porque desde aquella época han existido pocas innovaciones aunque sí muchos trabajos y tendencias con nombre y apellidos.
En los 70 se da un cambio condicionado por el obvio problema de la crisis económica que representó un cambio de tendencia en el ciclo económico. Pero también existieron otros cambios como la desaparición de la fuerza de los movimientos progresistas previos tan típicos de esas dos décadas. Estas perspectivas de izquierda; marxistas y otros movimientos progresistas, intentos ambiciosos de cambios sociales, fueron también hegemónicas en el ámbito de la Historia (aparte de lo que supuso Annales). Esta idea es importante tenerla en cuenta porque desde entonces el panorama descrito cambiará de diferentes formas; sobretodo con la pérdida de esperanza y la desmovilización casi general que se producirá desde los 70 y que se traducirá en una desconfianza cada vez mayor hacia los grandes modelos (como el marxismo). Esto, a su vez, irá unido a una progresiva pérdida de los valores progresistas que dará lugar a posturas reaccionarias o, cuando menos, escépticas que se traducirán en corrientes como el postmodernismo.
Todo lo descrito se dará en Europa y, muy intensamente, en España con el final del franquismo que rompía con las perspectivas de los que intentaron cambiar el sistema mediante una ruptura y fracasaron. A ello se unió el hecho de que quien hegemonizará las perspectivas de la izquierda sería un partido político que no había participado en las luchas contra el franquismo: el PSOE, que protagonizó un proceso de ruptura de expectativas sobre cuya base se da un importante proceso de desmovilización.
El franquismo no mataba una actitud política sino vital y, así, en los 60-70 toda la reacción de los movimientos hippies del mundo occidental se tiñe en España de movimiento antifranquista y de cultura “progre” que captaba todo lo que venía de Europa más como moda que como otra cosa. De esta forma el marxismo también significó una moda historiográfica que cuando deja de serlo contempla como muchos de los que la siguieron se desmarcan de la corriente.
¿Hay cosas nuevas en estas perspectivas?. Existen dos corrientes que son importantes y destacables:
Por un lado tenemos la Microhistoria que es una corriente historiográfica que se da, particularmente, en Italia y que no es un movimiento unificado aunque habrá quien se identifique como microhistoriador porque sus planteamientos cambiarán de escala. Se dan cuenta de la existencia de una crisis en la que se caen los grandes modelos y en la que nadie hace grandes reflexiones globales como las que se dieron, por ejemplo, en torno al estructuralismo.
Por otro lado tenemos el Postmodernismo para el que la Historia equivale a literatura siendo un mero objeto de descripción.
Los microhistoriadores dicen que es posible escribir una Historia que vaya más allá de la mera opinión pero para ello es importante hacer un cambio de escala: se trata de empezar a hacer estudios complejos pero de cosas simples. Se debería empezar trabajando temas aparentemente reducidos referidos, por ejemplo, a un pequeño pueblo o a un proceso muy concreto del pasado, pero incluyendo cosas nuevas, estudiándolo en toda su complejidad e incluyendo, también, el procedimiento por el que el historiador llega a esas conclusiones. Para ello se estudiarían las interacciones entre el historiador y lo que estudia, interrelacionando procesos y hechos del tema a estudiar. Wulff pone el ejemplo de C. Gizburg (un italiano), uno de cuyas principales obras se titula “El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del Siglo XVI”. En ella se trata de la historia de un molinero al que ajusticia la Inquisición tras dos instrucciones en quince años, una vez que los inquisidores consideran heréticas sus perspectivas. Lo que interesa es la construcción de una imagen del mundo, las conexiones entre la cultura popular y la de las élites. Lo específico del personaje estudiado es su conexión con las relaciones sociales, aspectos políticos e ideológicos, etc. De esta forma se puede llegar a definir las concepciones de ortodoxia y heterodoxia. Al propio autor le interesan aspectos como el de los aquelarres, entendidos desde una reflexión muy antropológica. Le interesan, ya en otro estudio, aspectos como el juicio que se hace a un miembro de las Brigadas Rojas y los abusos del Sistema judicial. Es, en fin, un ejemplo significativo de una corriente que nunca es organizada pero a la que le interesa el rechazo al relativismo e ir abriendo caminos para, en el futuro, tener una perspectiva más amplia. Todo esto sí que da lugar a una revalorización de los pequeños trabajos y a la idea de la interrelación y multidisciplinariedad de los asuntos..
El caso es que desaparece la Microhistoria como tal pero, al menos, continúa en la manera de trabajar. Así una cosa es que no valgan los grandes modelos y otra cosa es que tampoco “todo es poesía”.
El ámbito opuesto es el mundo del postmodernismo que es algo muy complejo.
El modernismo de principios del Siglo XX trataba, sobretodo, de poner el arte al nivel de lo que se daba en la sociedad. Durante todo el siglo XIX había existido la misma arquitectura de siglos anteriores sin que existieran novedades apreciables que no fueran las introducidas por los nuevos materiales constructivos. Se trata, pues, de una arquitectura historicista que no innova. De igual forma sucederá con el resto de artes plásticas. El cambio arquitectónico se producirá en las primeras décadas del siglo XX cuando gentes como Gropius y su Bauhaus se plantean que los nuevos materiales deben dar lugar a nuevas formas de edificación con menos elementos historicistas y más racionales. Se trataría de formas más limpias y funcionales al servicio de la gente. A esto es a lo que se conoce como Movimiento moderno que rompería con el historicismo imperante.
De esta forma el postmodernismo es bautizado a raíz de reflexiones arquitectónicas que planteaban la necesidad de poner en duda el Movimiento moderno y reutilizar los conceptos historicistas. Ello va unido a la idea del fracaso del modernismo y la idea de progreso. La puesta en duda de estos movimientos progresistas se hace desde muchas perspectivas; entre ellas muchas reaccionarias y conservadoras que dirán que la idea de progreso es un mito y que, por tanto, no hay que hablar de ello. Se trataría de hacer edificios que nieguen la ruptura con el pasado que representaba el modernismo mediante la inclusión en las nuevas edificaciones de motivos clásicos. Se colocan rasgos historicistas y clasicistas pero de una forma frívola, sin reflexión. A partir de aquí el término se extiende.
Básicamente lo común a los diferentes postmodernismos es el escepticismo ante las perspectivas progresistas y los modelos ambiciosos. Aseguran que cualquier idea ambiciosa para entender el mundo (por ejemplo el marxismo) sería esencialmente totalitaria. Si acaso lo que cabe hacer socialmente son los pequeños cambios que modifiquen algo pero no globalmente ya que un replanteamiento total es negativo. El planteamiento lo vemos en ciencias tanto humanas como no. Así, por ejemplo, en la antropología tendremos a un personaje muy interesante; Geertz, que hace un trabajo que marca una época referido a las peleas de gallos en la isla indonesia de Bali. Plantea estas fiestas estudiando los valores sociales y llega a la conclusión de que su trabajo es una interpretación más y lo que tiene que hacer un antropólogo es describir de la forma más densa posible. Como no tiene más remedio que interpretar, concluye, el conocimiento científico no es posible ya que su interpretación está marcada por un inseparable componente etnocéntrico que impide la posibilidad de un conocimiento objetivo. Ello lleva a que los antropólogos estén cada vez más interesados en ver los fenómenos sociales en términos de opinión y valores y que se olviden de estudiar las estructuras sociales, diferencias de clases e incluso los choques entre las diferentes ideas del mundo que puedan existir en una sociedad y que se manifiestan en una perspectiva ideológica. La aplicación de esto a la Historia es fácil de suponer.
El personaje clave en la Historia posmoderna (si es que se puede hablar de tal corriente) es Hayden White. Parte de que la Historia no es un saber y, algo típico del pensamiento posmoderno, si la Historia no es una forma de conocimiento es porque es un relato. De forma consciente o inconsciente el historiador construye una narración que no expresaría conocimiento sino pura comunicación. La realidad no es cognoscible y la Historia, por tanto, no aporta conocimiento lo que significa que la realidad no es cambiable y, por supuesto, la Historia no puede llegar a cambiarla. Este autor analiza diferentes historiadores aplicando métodos literarios y concluye que todas las reflexiones sobre la realidad, en última instancia, están controladas por el poder.
La crítica al postmodernismo ha sido muy intensa y la más profunda e interesante se refiere al valor de la lengua como forma de conocimiento. Para el postmodernismo la lengua no permitía el conocimiento (quizá sí la matemática). Ello es sustancialmente falso (a juicio de Wulff) y así autores como Norbert Elias señalan que si hay algo significativo en la lengua es que es el desarrollo por el que nos interconectamos para conocer y cambiar la naturaleza y, por ello, la lengua aporta la posibilidad de desarrollarse como un instrumento que nos permite conocer. Particularmente la cultura occidental ha desarrollado un amplísimo conjunto de términos verbales fruto de la evolución de esta sociedad y que permite el conocimiento y la conexión entre las personas. La lengua ha permitido que sobrevivamos y que lleguemos hasta donde lo hemos hecho. Así la lengua, frente a lo que dijo el postmodernismo, sí que ha demostrado ser un instrumento de conocimiento.
Hay pocos postmodernos con obras conocidas aunque existen algunos medios prestigiosos que han hecho obras noveladas en términos retóricos que no han dado aportes de conocimiento. Así se trata de posturas que no han dado lugar a perspectivas serias pero que han permitido que algunos historiadores se hayan vuelto a cuestionar planteamientos que se daban por hecho. Los historiadores tienen que pensar en qué base historiográfica se sitúan, quién y por qué elaboran esas bases. A partir de ahí hay que reflexionar sobre el posicionamiento propio y así, en cierta forma, el postmodernismo ha contribuido a algunas reflexiones útiles.
¿Qué otras corrientes existen hoy día? Pues pocas, sólo gran cantidad de profundizaciones en diferentes campos sin que hayan triunfado marcas de fábrica como la Microhistoria o el Postmodernismo. Wulff piensa que, no obstante, existe una gran cantidad de interesantes aportes que no ocultan la falta de síntesis. Muchos historiadores dicen lo mismo: faltan síntesis, pero pocos las aportan. Sí hay dos cosas que han pasado últimamente y que pueden marcar el futuro; una es la multiplicación de las tendencias a estudiar ideologías, valores, o pensamientos frente a las antiguas tendencias socioeconómicas. La otra tendencia, por donde Wulff cree que van las innovaciones más peculiares, está condicionada por procesos sociopolíticos generales y es la reflexión sobre las pertenencias, naciones, identidades y colectividades que en cierto modo parten de la crítica de Hobsbawm al nacionalismo. Para que se desarrolle esta corriente han cambiado muchas cosas en Europa y aunque existe una mayor unidad debido al proceso de Unión política y económica, en paralelo se dan ejemplos claros de nacionalismo (como aquella descrita reacción inglesa por lo sucedido en las Malvinas). También se dan reflexiones sobre el islamismo; su constitución y sus desarrollos.
Todo este tipo de fenómenos sitúan al mundo ante la necesidad de una reflexión sobre el significado de términos como nación, país, etc. marcado por el escepticismo ante hechos antes tan normales como la guerra. De estas reflexiones muchas son prácticas e inmediatas como qué historia hacer para que no produzca odios y guerras.
Otra línea histórica será la reflexión sobre los usos del pasado. Es evidente que son unos momentos donde los usos del pasado son permanentes, las realidades están cada vez más interconectadas e interrelacionadas. Los usos del pasado son básicos para explicar, por ejemplo, la situación actual. El pasado es utilizado por los nacionalismos agresivos (como el vasco) y es que estamos en una fase de nostalgias y revivals que edulcoran el pasado y que lo restan de conflictos (así, por ejemplo, la nostalgia del franquismo). El pasado, pues, está presente en la televisión, el conservacionismo de los restos del pasado (entre ellos también los restos arquitectónicos de la dictadura) es un debate histórico en boga y así, por ejemplo, cabe preguntarse cómo se deben presentar los restos arqueológicos.
En fin, la Historia está presente en nuestras vidas y en nuestra sociedad porque, en última instancia, la única explicación del Ser humano como tal lo da la Historia.
FIN
Las dos primeras son llamadas así (revoluciones) por Hobsbawm que es el gran renovador del marxismo tras el demoledor estalinismo que deformó profundamente aquella corriente como instrumento teórico de comprensión de la realidad y la Historia, utilizándola para justificar la sociedad soviética. Al respecto el “bajón” teórico del marxismo sólo se paliará algo en los cincuenta y sobretodo en los sesenta, de forma paralela a lo que vimos respecto a la Historia Económica y Social del cambio del Siglo XIX al XX.
Independientemente de que sus efectos hayan podido ser negativos en algunos sentidos.
Como el milenarismo medieval que llega a preguntarse: Si Adam cavaba y Eva hilaba ¿dónde estaba el Dominus?
Canovas equiparaba providencia a progreso. El político de la Restauración es un personaje interesante para la evolución del pensamiento burgués en Europa.
Que será el libro de cabecera de todo un Fichte.
Autor de la primera gran Historia de España desde la del Padre Mariana editada en 1850.
Todas las nuevas profesiones liberales; comerciantes, altos funcionarios, militares, ..., todo un amplio conjunto de gentes que se aprovechan de las nuevas posibilidades del Siglo: periódicos, imprentas, etc, constituyendo la nueva cultura burguesa representada en los Ateneos, Liceos, Sociedades Económicas, etc.
Por ejemplo el Código Civil con su regulación de la propiedad y las relaciones jurídicas privadas.
Algo así sucederá también en España con Joaquín Costa, tras el desastre del 98
Por el contrario, las ideologías progresistas desde 1850 plantean concepciones del pasado que defienden el carácter progresivo de los movimientos sociales
En este sentido es un claro predecesor de la Escuela de Annales.
Famoso investigador de temas tarthésicos.
Lo que da cuerpo a los horrores tanto tiempo temidos.
Al respecto hay que recordar las vanguardias artísticas que surgen en estos momentos
En cambio la Academia de la Historia quedará anquilosada por completo.
En autores como Mosca, Pareto y Michels
Aunque la Historia Económica y Social se potencia ya en otros países y ámbitos como en Inglaterra con Past and Present.
Por ejemplo en España no se producen ya que el franquismo rompe, según Wulff, con el proceso de generación de nuevas formas históricas y este proceso no se producirá hasta los 60-70 con la introducción de las corrientes históricas analistas y marxistas.
De forma similar a lo que sucedió en la Guerra franco-prusiana.
Recuérdese la preciosa anécdota del primer tanque aliado que entró en París en 1944 cuyo nombre era “Guadalajara” y cuya tripulación estaba formado por exiliados españoles.
Asesinado por los nazis en 1944.
Taumaturgos: Que curan
Tampoco es que Bloch hubiera podido imponer la suya dado su asesinato.
Fontana dice que esta obra está escrita en 1940 así que la fecha dada por Wulff puede ser incorrecta.
Pasa de llamarse Annales d'histoire économique et sociale cuando se funda en 1929 a llamarse Annales. Economies, Societés, Civilisations
El profesor Wulff tiene buena opinión de este autor.
Dossé también hace un buen estudio sobre Annales.
Ver pag. 208 y ss. de La Historia de los hombres.
Wulff los califica como “mandarines” de la cultura.
“...Y Annales lo apuñalará después”, remata Wulff
Que precisamente hacen hincapié en el cambio.
A España estas corrientes no llegarán hasta años después.
Seguirá existiendo la Historia demográfico-económica.
En España sucederá algo después.
Aunque Wulff dice que sí que cometió esos errores en, por ejemplo, un autor tan significativo como Braudel.
Wulff insiste en que Marx no era marxista.
Nada del teórico y auténtico centralismo democrático que debería estar muy controlado por las bases.
Este modo de producción asiático podría ser paralelo a los modos esclavista y feudalista o al menos podría decirse que ocupa esa posición en la escala de modos como nos explica Wulff.
Y eso que Mao era muy estalinista.
Y ésta será la teorización de Mao aunque él diga que no.
La famosa y discutida “Nueva Política Económica” que permitía cierto grado de libertad económica imprescindible, en opinión de Lenin, para que no se viniera abajo el sistema mientras que se daban los pasos graduales que impusieran la Revolución.
señala que el concepto de relaciones de producción es lo más importante del pensamiento marxista. Para explicarlo pone el ejemplo del modo feudal donde nos encontraríamos con un señor y sus siervos. La finca que labran los segundos es de la propiedad jurídica del señor pero los siervos son quienes la trabajan. Éstos la poseen, tienen los instrumentos de trabajo, las semillas, los conocimientos técnicos, ...; todo lo que representan las técnicas productivas. El campesino es, pues, el que produce una cantidad de producto. El señor se lleva una parte de ese producto y eso es esencial para Marx que, al describirlo, decía que no podía existir ninguna argumentación económica para ello ya que el Señor interviene en un proceso extraeconómico teniendo, sólo, una justificación ideológica o política que tiene sus mecanismos coercitivos e ideológicos (el tema de los tres estamentos). Esto es muy distinto de lo que sucede en el sistema capitalista donde el capitalista tiene la fábrica y el obrero sólo pone su fuerza de trabajo ya que no tiene posesión ni control de las fuerzas de producción. De esta forma ya no existe relación ideológica o política con la economía sino que se trata de un proceso puramente económico. Así el concepto de relaciones de producción trata de la relación entre los sujetos que intervienen en el proceso económico y lo importante es ver qué tipo de relaciones se producen en el sistema económico.
De hecho ahí están los casos de Hungría y Checoslovaquia.
Ejemplo de marxista ligado a Annales.
Teniendo en cuenta la profunda crisis en que lo sumió en estalinismo.
Por ejemplo Lukács en su Historia y conciencia de clase.
Conjunto más beneficiado que el resto de los obreros y que se organiza autónomamente impidiendo la constitución de una clase coherente. Se trata de gentes más cualificadas y promocionables que provocan la destrucción de la solidaridad.
Por ejemplo España y, sobretodo, Italia.
Algo nada revolucionario pero que demuestra cabreo ante la opresión.
Se pone el ejemplo de los “kilts” escoceses (sus famosas faldas) cuyos colores, más allá de la interpretación sobre su adscripción clánica, son un invento de los industriales ingleses de telas con afanes puramente comerciales
En las islas británicas la música tradicional es muy importante y muchos músicos que la practicaban se habían unido al movimiento obrero recogiendo sus canciones de protesta y huelga.
Wulff pone el ejemplo de la retórica romana y la concepción de lo viril.
Escuela alemana de arquitectura y diseño fundada por Gropius que ejerció un enorme influjo en la arquitectura contemporánea.
También conocido como International Style.
Wulff pone el ejemplo de ese autor que en los setenta estudiaba el esclavismo en la Bética y en la actualidad estudia los padres de la Iglesia (sic)
Como sucedía en los Balcanes donde los textos escolares llamaban inequívocamente al nacionalismo más excluyente y beligerante
Por ejemplo el conflicto árabe-israelí
HISTORIOGRAFÍA ACTUAL II 2001-2002
73
Descargar
Enviado por: | Pepe Berdugo |
Idioma: | castellano |
País: | España |