Derecho
Gobiernos (local y estatal) yuxtapuestos en México
Gobierno en México y la democracia a través de elecciones municipales
I. Sistemas electorales a nivel regional: México y América Latina en perspectiva comparada
En América Latina existen pocos estudios sobre sistemas electorales a nivel regional y municipal. Quizás el escaso interés por éste tipo de trabajos se deba a la dificultad para obtener información electoral a nivel regional y a la complejidad de realizar estudios que abarquen un sinnúmero de casos, una variedad de reglas electorales y una diversidad de condiciones socio-políticas y demográficas que entorpecen la comparación. Pese a estos escollos, académicos cómo José Molina y Janeth Hernández se han abocado a comparar sistemas electorales a nivel regional en 19 países de América Latina.
De acuerdo a estos autores, en América Latina sólo en 6 de los 19 países estudiados se llevan al cabo elecciones a nivel regional o estatal (Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, México y Venezuela) aunque en todos los casos se realizan elecciones municipales. Más aún, de los 6 casos en los que se celebran elecciones para gobernador o jefes de provincia, cuatro son sistemas federales (Argentina, Brasil, México y Venezuela) y dos sistemas de tipo unitario. Por lo tanto una primera observación que se desprende de éste estudio es que los sistemas de tipo federal tienden a promover de autoridades regionales intermedias (gobernadores o jefes de provincia) que actúan como un vínculo entre el poder nacional (federación) y el poder local (municipios).
Molina y Hernández también señalan que en 17 de los 19 países estudiados, los procedimientos electorales para elegir autoridades locales se encuentran plasmados y normados por la Constitución Nacional. Las dos excepciones a este regla son Argentina y México, países en los que los procedimientos electorales a nivel local (gobernadores y presidentes municipales) son diseñados y llevados al cabo siguiendo los lineamientos que dictan las constituciones estatales. De ello se desprende que, por lo menos desde un punto de vista formal y legal, México presenta un sistema electoral a nivel regional que es mucho más descentralizado que el de la gran mayoría de los países latinoamericanos, ya que los gobiernos estatales establecen sus procedimientos para elegir el ejecutivo, legislativo y autoridades municipales.
Molina y Hernández establecen que la mejor manera de analizar los sistemas electorales a nivel regional es comparando algunas de sus características en términos de 6 parámetros: 1) duración del mandato del ejecutivo local; 2) posibilidad de reelección; 3) tipo de elección; 4) sistemas electorales; 5) ciclos electorales; 6) características para la integración del consejo municipal. A continuación se describen las tendencias más importantes con respecto a cada una de estos aspectos.
Elecciones municipales en América Latina: características generales
Duración
Los ejecutivos locales (presidentes municipales) duran un mínimo de dos años en el cargo (como en el caso de Bolivia) hasta un máximo de 6 (Nicaragua). El promedio para los 19 países es de 3.9 años. En México la duración de es de 3 años por lo que se puede afirmar que nuestro país se encuentra ligeramente abajo del promedio latinoamericano.
Reelección
En 16 de los 19 casos se permite la reelección para por lo menos un periodo adicional. Los únicos tres países que no cumplen la norma son Colombia, México y Paraguay. Una de las conclusiones interesantes de Molina y Hernández es que a pesar de que en la mayoría de los países de América Latina se mantiene la tendencia a la no reelección a nivel nacional, esta si se permite a nivel local (12 de 19 casos).
Elección directa semidirecta e indirecta
El término elección directa se refiere a una situación en la cual los ciudadanos emiten su voto para escoger a la persona (o al miembro de un partido) que se encargará de gobernarlos ya sea este el presidente de la República, gobernador o presidente municipal . El proceso de elección indirecta se da cuando algún organismo electo (congreso, cámara de representantes local, concejales municipales) escoge a algunos de los miembros del parlamento o del cabildo para que se convierta ya sea en el primer ministro o en el presidente municipal. La elección semi-directa constituye una especie de paliativo y se da cuando los candidatos no alcanzan la mayoría absoluta o un umbral preestablecido (En chile se exige 35% del candidato más votado dentro de la lista más votada) y entonces los concejales son los que designan al presidente municipal.
En términos generales en América Latina se puede decir que predomina la elección directa, universal y secreta, ya que esta es la norma que impera en 12 de los 19 países estudiados.
Sistemas electorales para escoger a presidentes municipales
En 12 de 16 países se elige al presidente municipal por mayoría relativa (es decir, gana el candidato que obtenga el mayor número de votos). Sin embargo, en algunos países donde se ha establecido un sistema de elección indirecta se exige una segunda vuelta para obtener mayoría absoluta. Asimismo, algunos países latinoamericanos exigen que en ciudades con gran concentración de población se efectúe una segunda vuelta.
Ciclos electorales
Los ciclos electorales son sumamente importantes ya que establecen si se realizan elecciones simultáneas entre los niveles regionales y municipales, o nacionales y municipales. En otras palabras, los ciclos electorales determinan si el ciudadano va a elegir al mismo tiempo las autoridades que ocuparán el ejecutivo nacional, el congreso nacional, el congreso y ejecutivo regional (en caso de que exista este nivel intermedio) y los ejecutivos locales. En América Latina no existe una tendencia muy definida con respecto a los ciclos electorales. En 10 países las elecciones municipales se realizan al mismo tiempo que las elecciones nacionales mientras que 9 no hay simultaneidad. Más aún, estos 9 casos comprenden todos los países que han adoptado un sistema federal (Argentina, Brasil, México y Venezuela).
La principal implicación sobre la simultaneidad vs. no simultaneidad entre elecciones nacionales y locales consiste en que si las elecciones no se llevan al cabo al mismo tiempo existe una mayor posibilidad de consolidar la autonomía y el poder regional ya que se tiende a evitar el efecto de coleteo (cottail effect). Para el caso Mexicano, las tabla 1 y 2 reflejan el complejo ciclo electoral que tiene nuestro país siendo particularmente importantes los años 83, 86, 89, 92, 95 y 98 donde se eligen autoridades en el 40 al 50% de los municipios que integran el país.
Elecciones de síndicos y concejales
Uno de los aspectos menos estudiados en los sistemas electorales a nivel subnacional en América Latina son los procedimientos para elegir a los ciudadanos que van a integrar el consejo municipal. Esto es de enorme relevancia ya que no en todos los países se vota como en México por una planilla. De hecho, en varios estados de la Unión Americana cada uno de los cargos del cabildo (síndicos regidores, concejales etc.) tienen que someterse a votación. Esto tiene enormes implicaciones políticas ya que el ciudadano tiene la posibilidad de elegir a miembros de diferentes partidos para diferentes cargos y con ello puede establecer un sistema de pesos y contrapesos entre el presidente municipal y los concejales. Además si este principio se combina con la reelección a los diferentes cargos que integran la presidencia municipal existe una mayor posibilidad de que los funcionarios tengan que rendir cuentas al electorado de manera periódica.
En México se vota por planilla y la mayoría de los estados incluyen un porcentaje de concejales que entran por representación proporcional. Aunque esta fórmula garantiza cierta pluralidad, no fomenta la rendición de cuentas y le da un enorme poder de control a los partidos políticos.
En conclusión, se puede afirmar que México se diferencía en lo que respecta a elecciones municipales de la mayoría de los países de América Latina en lo siguiente:
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Es un sistema federal en el cual se eligen autoridades a nivel estatal.
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Existe mayor autonomía que otros países en materia de legislación electoral local, aunque la presencia de una partido hegemónico por más de cuatro décadas haya nulificado la posibilidad de consolidar esta autonomía.
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El mandato del presidente municipal es ligeramente más corto que en otros países.
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No se permite la reelección (por lo menos no por un periodo inmediato).
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No hay elección directa de los puestos que integran el cabildo.
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Salvo contadas excepciones, las elecciones locales no son simultáneas con las elecciones federales.
Elecciones municipales y democratización en México
Algunos especialistas afirman que la consolidación de la democracia en México requiere de dos condiciones cruciales: elecciones limpias y una limitación de los poderes metaconstitucionales del presidente. Sin embargo, este tipo de análisis suele centrarse en las acciones que deberían de tomarse a nivel nacional, desdeñando como los procesos a nivel local pueden también contribuir a la democratización del sistema político. En México, las elecciones municipales y estatales indican que la democratización de un sistema autoritario basado en un régimen de partido hegemónico requiere de un doble enfoque que involucre el nivel nacional y los procesos locales. La mayoría de los análisis políticos a nivel nacional suelen centrarse en temas como la evolución del sistema de partidos, cambios institucionales que afectan la competitividad y pluralidad política, y también se encauzan al estudio de pactos entre los actores políticos y sociales más importantes del país. En contraste, los estudios sobre procesos locales buscan demostrar como la política local y en particular los procesos electorales locales pueden contribuir paso a paso a la democratización del sistema político.
Un problema que surge con los estudios electorales a nivel municipal en México es que la mayoría de ellos se suele centrar en los árboles y no en el bosque. En otras palabras en México, los estudios sobre procesos electorales a nivel local suelen privilegiar el estudio de caso (el cual sin duda aporta una gran riqueza y precisión en la información) pero no han profundizado de manera sistemática en el uso del método comparativo como una forma alternativa de estudio que permitiría un mayor poder de generalización.
Para paliar algunos de los inconvenientes que se derivan de los estudios de caso es necesario usar el método comparativo y una metodología que se enfoque en unas cuantas variables. A partir de estas variable habría que establecer cuales son las principales tendencias en los procesos electorales a nivel municipal que se llevan al cabo en los más de 2,470 municipios que integran el país. El concepto de gobiernos yuxtapuestos que a continuación se propone pretende capturar tendencias en las votaciones a nivel local y a manera de hipótesis sugiere que los procesos electorales a nivel local son mucho más importantes de lo que la literatura sobre democratización ha sugerido a este respecto.
¿Qué son los gobiernos yuxtapuestos?
El fenómeno de gobiernos yuxtapuestos se da cuando una unidad territorial bien definida (como un estado o una municipalidad) es gobernada por un partido diferente al que controla la unidad territorial más grande (que puede ser la federación o el estado). En este ensayo se designarán a los gobiernos yuxtapuestos como aquellos municipios que son controlados por un partido que es diferente al partido que gobierna el estado.
Es importante aclarar que los gobiernos yuxtapuestos son diferentes de lo que muchos académicos mexicanos han identificado como gobiernos de oposición y también son diferentes de lo que se conoce como gobiernos divididos. El término gobiernos de oposición, en México, por lo general, se refiere a aquellos municipios que no son controlados por el PRI. Es decir, cualquier municipio o estado controlado por el PAN, PRD o cualquier otro partido que no sea el PRI es generalmente designado como gobierno de oposición (Mizrahi, 1994, 1997; Rodríguez y Ward, 1994; Bruhn, 1997).
El término gobiernos yuxtapuestos es también diferente de lo que la literatura norteamericana suele llamar gobierno dividido (Mayhew, 1974; Fiorina, 1992; Jacobson, 1992). Gobierno dividido generalmente se refiere a una situación, en la cual la mayoría legislativa es controlada por un partido que es diferente al del presidente. En otras palabras, el concepto de gobierno dividido se enfoca más a la división de poderes entre los distintos poderes constitucionales que conforman el gobierno (legislativo, ejecutivo y judicial). En teoría estos poderes deberían ser más o menos iguales para lograr un sistema de pesos y contrapesos. El concepto de gobiernos yuxtapuestos se preocupa más por capturar la división de poderes entre entidades territoriales que no tienen el mismo peso político. En suma, el concepto de gobierno dividido se aboca más a entender la dispersión del poder entre autoridades centrales, mientras que el concepto de gobiernos yuxtapuestos responde más a un fenómeno del federalismo.
Existe una segunda acepción del término de gobierno dividido que también ha sido utilizada por los académicos y que difiere de la definición propuesta en párrafos anteriores. Para algunos especialistas electorales, gobierno divido se refiere a una situación en la que un municipio es gobernado por un consejo municipal pluripartidista -es decir por miembros de diferentes partidos. Estos casos fueron muy frecuentes en Michoacán durante el periodo 1989-1992, ya que después de movilizaciones post-electorales muy intensas varios partidos negociaron un tipo de gobierno de coalición que se quedaría a cargo de la administración de varios municipios. Sin embargo, más que gobiernos divididos, estos casos deberían considerarse como gobiernos negociados o de coalición.
Recapitulando, los gobiernos yuxtapuestos constituyen un fenómeno más amplio que los gobiernos de oposición ya que permiten que un municipio priísta se yuxtaponga a un gobierno estatal controlado por el PAN o el PRD (y viceversa). Esto tiene como consecuencia directa que la variable de filiación partidista no sea un elemento central en el fenómeno de yuxtaposición. Más aún, el término gobierno yuxtapuesto también difiere del de gobierno divido en el hecho de que el poder no se encuentra disperso entre ramas gobierno más o menos iguales que sirven como un sistema de pesos y contrapesos. De hecho, la yuxtaposición debe de ser entendida como un fenómeno de gobiernos anidados en el cuál los gobiernos de unidades territoriales con diferentes grados de poder coexisten simultáneamente. Por lo general, la federación suele tener más poder y recursos que los estados, los cuales a su vez tiene mayor jerarquía que los municipios en términos de capacidades y recursos. Sin embargo a pesar de que la federación tiene mayores recursos de poder, debe prevalecer un mínimo grado de autonomía en los otros dos niveles de gobierno para legislar, tomar decisiones autónomas e implementar políticas públicas.
El concepto de gobiernos yuxtapuestos también asume que pueden existir diferentes electorados para los diferentes niveles de gobierno. Tal y como lo señalan Huckfelt y Sprague: (1995, p.3) "la política en una democracia gira alrededor de las decisiones individuales del ciudadano. Pero estas decisiones se realizan en tiempos institucionales predeterminados y en localidades que experimentan diferentes ambientes políticos, los que a su vez operan en diversos niveles de gobierno". De hecho, el concepto de yuxtaposición trata de capturar esta pluralidad en diferentes espacios de gobierno. Sin embargo, se requiere ser cauteloso, ya que el fenómeno de yuxtaposición también puede ser el producto de mecanismos artificiales -tales como reglas electorales- más que el resultado de diferentes electorados votando de manera diferenciada para diversos niveles de gobierno.
¿Es importante la yuxtaposición en México?
Las tablas que se presentan a continuación proporcionan un breve panorama de las tendencias que se han registrado en las elecciones municipales desde principios de los años 80.
La tabla 3 muestra el número absoluto de municipios yuxtapuestos de acuerdo al ciclo electoral. Como se puede observar 1995, es el año que registra el mayor número de gobiernos yuxtapuestos (361) seguido por 1997 (332), 1998 (281), 1992 (151), y 1989 (123). A primera vista podríamos concluir los gobiernos yuxtapuestos en México son relativamente recientes ya que el incremento notable de este fenómeno empieza a partir de 1989. Más aún, hasta 1989 todos los municipios yuxtapuestos coinciden con municipios ganados por partidos de oposición.
La tabla 4 nos da un panorama más preciso al ponderar el número de gobiernos yuxtapuestos entre el número total de municipios en los que se llevaron al cabo elecciones de acuerdo al ciclo electoral. Como se puede observar, 1997 es el año en el cual se registra una mayor proporción de municipios yuxtapuestos (51.16%) seguido de 1995 (33.99%), 1998 (28.27%), 1994 (22.68%), 1989 (12.26%) y 1992 con (12.14%). Una primera observación que se desprende de esta tabla es que parece existir una correlación entre crisis económicas (1983, 1989 y 1995) y el incremento en el número de gobiernos yuxtapuestos. En el caso de la crisis de 1995, los efectos rezagados de la crisis se dejan sentir durante los años siguientes (en particular 1996 y 1997).
La tabla 5 muestra el número de municipios yuxtapuestos ganados por partido. Se observa que hasta 1988, todos los municipios yuxtapuestos fueron ganados por los partidos de oposición. Sin embargo, a partir de 1989 el PRI comienza a participar en la categoría de yuxtaposición (2 casos) y para 1997 el 42% (138 en cifras absolutas) de los municipios yuxtapuestos que tuvieron elecciones en ese año son priístas. La tabla 6 es similar a la anterior pero presenta los resultados en términos de porcentaje. Se puede observar como durante el periodo 1980-1998, el fenómeno de yuxtaposición sigue cada vez más un esquema tripartidista (PAN-PRI-PRD).
Competencia partidista
La tabla 7, presenta una información diferente ya que muestra el número de municipios ganados por partido de acuerdo al ciclo electoral, sin importar que estos sean o no yuxtapuestos. Como se puede observar el PRI siempre gana la inmensa mayoría de los municipios (su porcentaje siempre es mayor al 70% salvo par el año 1997). Sin embargo el PAN y el PRD comienzan a incrementar claramente sus victorias a partir del año 1989, en el caso del PRD y 1992 para el PAN. En 1995, la oposición logra su máximo absoluto al ganar 303 de los 1,062 municipios en disputa, esto es alrededor del 28.5% del total de municipios.
Otro dato interesante que se puede observar en la tabla 7 es que en 1989, 1992, 1996 y 1998, el PRD gana más municipios que el PAN. Sin embargo, hay que ser cautelosos con la interpretación de estos resultados. El hecho de que el PRD haya ganado más municipios no significa que forzosamente haya ganado los municipios más importantes en términos de población. Por ello, es importante introducir a la población como variable de control. Lo que quizás sea importante analizar con más detenimiento es si el PRD es realmente un partido que sigue una estrategia de arriba hacia abajo. En otras palabras, algunos analistas opinan que la estrategia partidista del PRD consiste en apostar a ganar el poder federal y/o estatal para luego reformar todo el sistema desde arriba y ganar elecciones municipales. Si bien esta hipótesis tendría cierto sustento para los años 1989 y 1998 (un año después de elecciones que se llevaron al cabo a nivel federal y en las que el PRD logró un notable avance), los años de 1992 y 1996 no parecen reforzar del todo esta hipótesis. Otra explicación alternativa a la propuesta anteriormente consistiría en analizar con más detenimiento el ciclo electoral de cada estado. En realidad en 1989 y 1992 se llevarón al cabo elecciones en estados que pueden considerarse como bastiones peredistas (Michoacán y Guerrero) mientras que el avance en 1996 se debe fundamentalmente a las elecciones que se llevaron al cabo en el estado de México y en 1998 a las victorias peredistas que se registraron a nivel estatal en Tlaxcala pero sobretodo en Zacatecas.
La tabla 8 presenta una ampliación de la información al ponderar el número de municipios ganados por partido entre el número de municipios totales de acuerdo al ciclo electoral. En esta tabla se puede apreciar con claridad la increíble hegemonía que ha logrado mantener el Partido Revolucionario Institucional durante el periodo 1980-1998, ya que el promedio de municipios es cercano al 95%. Además, salvo por el año de 1997, el promedio anual siempre se encuentra por arriba del 70%.
Una manera alternativa de medir la competencia partidista a nivel nacional consite en calcular el número efectivo de partidos utilizando el índice de Taagepera. Como se puede observar en la tabla 9, el número efectivo de partidos se ha incrementado de 1.31 en 1980 a 2.50 en 1997. Esto significa que al principio de los ochenta la competencia electoral era sumamente escasa y que en 1997, la mayoría de los comicios municipales era disputado por dos y medio partidos. Más aún, el índice de Taagepera para los casos yuxtapuestos se incrementó de 1.86 en 1980 a 2.50 en 1997, y el promedio de los casos yuxtapuestos siempre se encuentra por encima del promedio nacional salvo para el año 1997, en el cual los dos índices son prácticamente idénticos.
Causas de la yuxtaposición
La yuxtaposición a nivel municipal o estatal puede ser el resultado de cuatro tipos de variables: 1) variables estructurales que ayudan a establecer correlaciones entre indicadores socioeconómicos y la dirección del voto; 2) choques exógenos tales como crisis económicas que alteran el comportamiento del voto; 3) variables de comportamiento a nivel micro, tales como cambios en las preferencias de los votantes y/o organización y estrategias partidistas que también inciden en el voto; 4) el producto de reglas electorales (o instituciones) que afectan los incentivos de los votantes y de los candidatos.
Para examinar estas cuatro líneas de investigación, existen diferentes cuerpos teóricos de los cuales se desprenden importantes vínculos causales para explicar el fenómeno de yuxtaposición. Entre los más importantes destacan la teoría de la modernización, las teorías de alineación y realineación del electorado y la literatura norteamericana que versa sobre gobierno dividido. Las siguiente sección analizará el fenómeno de la yuxtaposición a partir de algunas de las variables propuestas por estos enfoques.
La teoría de la modernización tan popular en los años sesenta y principios de los setenta trató de establecer un vínculo entre desarrollo económico y democracia. El argumento central proponía que el desarrollo económico propiciaba el surgimiento de sectores de clase media , los que a su vez "adoptarían la democracia como una forma de llegar la poder o como una expresión de valores ilustrados que deberían prevalecer en la sociedad (esta diferencia no parecía crucial hace dos décadas)" (Smith, 1995 p.8). Sin embargo, esta teoría fue rápidamente criticada tanto en su teoría como en sus hallazgos empíricos por escuelas como la de la teoría de la dependencia.
A pesar de las numerosas críticas que se han hecho a esta teoría existen algunas variables importantes que pueden ser retomadas para explicar el fenómeno de la yuxtaposición. Sin embargo es importante señalar que el principal objetivo de este ensayo no es explicar la modernización socioeconómica ni la participación cívica, sino los factores que producen el fenómeno de la yuxtaposición.
Una primera variable independiente que se desprende de la teoría de la modernización es el grado de urbanización. Es posible plantear que existen mayores probabilidades de obtener gobiernos yuxtapuestos en zonas urbanas que en zonas rurales. Siguiendo las líneas de explicación que propone la teoría de la modernización esto significa que en las urbes existen dos características que están ausentes (o por lo menos que no se han desarrollado a fondo) en las zonas rurales: comunicaciones e información. Esto dos elementos pueden ser cruciales para cambiar la dirección del voto. Tal y como lo señalan varios estudios, el surgimiento y la consolidación de cacicazgos y los métodos tradicionales de control político suelen disminuir notablemente en zonas urbanas.
Muchas elecciones municipales en toda la República mexicana parecen validar esta hipótesis. La mayoría de la zonas moderadamente o altamente urbanizadas se han transformado de gobiernos unificados a gobiernos yuxtapuestos durante los años ochenta y noventa. De hecho, varios estudios electorales han demostrado de manera fehaciente que los partidos de oposición han empezado a establecer de manera contundente su hegemonía electoral durante las dos últimas décadas (Magar, 1994). Sin embargo, hay que ser precavidos ya que la urbanización puede ser una condición necesaria pero no suficiente para la yuxtaposición. En las elecciones estatales de Chihuahua en 1992, por ejemplo, el PRI siguió obteniendo una votación cercana al 70% en una gran parte de la zona rurales. Sin embargo, el PAN logró capturar el voto de las mayoría de las ciudades más urbanizadas e importantes en la elección de gobernador. Por ello, muchos municipios de tipo rural se convirtieron en gobiernos yuxtapuestos al gobierno estatal de manera "no intencional". En resumen, es importante hacer una distinción entre la yuxtaposición como producto de un incremento en la competitividad electoral a nivel municipal y la yuxtaposición como producto de un cambio en el nivel de gobierno estatal.
Una segunda variable propuesta por la literatura de la modernización y que también parece incidir en el fenómeno de yuxtaposición es la variable educación. En general, el norte de México -que tradicionalmente ha experimentado índices de alfabetización mayores al de otras regiones- fue la primera en experimentar un estallido de gobiernos yuxtapuestos al principio de la década de los ochenta. Asimismo, fue en la región norte del país donde surgieron los primeros gobiernos de oposición y también se experimentaron los primeros gobiernos divididos (Mizrahi, 1994, 1997). Más aún, como señala Joseph Klesner (1994, p.164), altos niveles de analfabetismo o bajos niveles de educación primaria suelen incrementar las ventaja electoral del PRI, lo que en un régimen de partido dominante como el mexicano puede inhibir o retardar la aparición de gobiernos yuxtapuestos.
El grado de participación en los comicios a nivel local -que generalmente es analizado como una variable dependiente en la literatura de la modernización- también puede ser un factor relevante en la yuxtaposición. Sin embargo, para validar esta hipótesis se requeriría de un estudio minucioso y complejo, ya que en muchas elecciones municipales durante los ochenta no reportan el número de empadronados o listas nominales. La variable participación también requiere ser analizada con cautela, ya que como lo señalan Molinar y Aziz (1990), una de las estrategias predilectas del PRI durante los setenta y buena parte de los ochenta para ganar las elecciones no consistió tanto en substraer votos de sus oponentes, sino más bien en manipular la participación electoral alterando el padrón o rellenado urnas. Por ello, a priori no es posible establecer si altos niveles de participación electoral están correlacionados con un incremento en el número de gobiernos yuxtapuestos. De hecho bien podría darse el caso de que la yuxtaposición ocurriera cuando los niveles de participación tienden a ser bajos. Para medir si la participación es un factor relevante en el fenómeno de yuxtaposición se necesitaría estimar el número de votantes potenciales (población mayor de 18 años) a partir de los censos y hacer proyecciones para este grupo de edad. Esto evitaría el tener que depender de padrones manipulados o incompletos.
Otra de las variables independientes estudiada por la teoría de la modernización es la competitividad electoral. Los estados y municipios que no tienen cierto grado de competitividad electoral tal vez nunca puedan experimentar el fenómeno de la yuxtaposición. El índice de Taagepera -que básicamente mide el número efectivo de partidos para todas las elecciones municipales de acuerdo a su ciclo electoral- constituye una manera de medir la competitividad de las elecciones municipales.
Explicaciones alternativas y niveles de análisis
Cómo se mencionó en párrafos anteriores, las explicaciones sobre yuxtaposición no sólo son consecuencia de variables estructurales. A nivel macro, las teorías estructurales pueden ser utilizadas como una primera aproximación para entender las interacciones entre la política y la estructura social. Este enfoque también es útil para determinar qué factores afectan la dirección del voto. Sin embargo, los resultados electorales no deben ser únicamente analizados a partir de factores estructurales sino también como el producto del comportamiento individual. El análisis a nivel micro puede ayudar a descifrar asuntos como por qué los votantes deciden dividir su voto entre diferentes niveles de gobierno (municipal, estatal y federal). Asimismo, los niveles micro de estudio son particularmente útiles para encontrar mecanismos causales (y especialmente para descifrar cajas negras en asuntos políticos). También permiten encontrar fuertes relaciones entre los explanans y explanandum (Hedström y Swedberg, 1998). Asimismo es importante destacar que la yuxtaposición también debe de ser analizada desde la perspectiva de la oferta partidista y no únicamente desde el punto de vista de los votantes. De hecho sería de suma importancia analizar si la estrategia de los partidos constituye una posible explicación alternativa al fenómeno de la yuxtaposición. En este sentido cabría preguntarse cual es la estructura de los partidos a nivel regional y analizar variables de cobertura partidista y financiamiento.
Sin embargo, es importante resaltar que los niveles micro de análisis requieren de herramientas como encuestas, información sobre financiamiento de campañas y cobertura partidista de regiones, datos que no siempre están disponibles ni para todos los estados y/o municipios, ni para todos los años. Por ello muchas veces se vuelve necesario reducir el tamaño de la muestra para localidades en las cuales se puede encontrar este tipo de información. Pero nuevamente el "trade-off" en esta estrategia es perder la imagen del "bosque electoral" para concentrarse en unos cuantos "árboles" lo que limita la capacidad de establecer conclusiones válidas para otros municipios y/o regiones.
Recapitulando, en los estudios sobre elecciones a nivel local siempre existirá el problema potencial de usar diferentes métodos de análisis que se basan en premisas y métodos diferentes, que no son siempre compatibles entre sí. Más aún, no sólo hay una tensión entre los diferentes niveles de análisis (macro vs. micro) sino que también existe un problema inherente de colinearidad entre los niveles nacionales y locales. Tal y como lo han señalado muchos académicos en materia electoral, los cambios a nivel nacional afectan los niveles locales y viceversa. Por último, los efectos conjuntos que se producen entre los ámbitos nacionales, regionales y locales pueden constituir un nudo gordiano difícil de desmarañar y más aún de medir.
Consecuencias
Una de las principales consecuencias que se desprenden de la teoría de los gobiernos yuxtapuestos es que se confirma que lo que muchos historiadores y estudios regionales habían notado hace mucho tiempo: la centralización y el control del sistema político no han sido tan ubicuos y completos como para eliminar todas las fuentes de disentimiento y pluralidad. Una segunda consecuencia importante para el sistema político nacional es que en la medida en que los comicios locales sigan incrementando su competitividad, se continuará reviviendo el pacto federal que se encontraba aletargado desde el final de los años treinta cuando se logra consolidar un régimen de partido hegemónico. De ello se desprende que el federalismo y la desconcentración del poder a nivel regional parecen ser variables mucho más importantes para regímenes que han tenido periodos muy prolongados de transición democrática de lo que la literatura sobre democratización ha manifestado al respecto.
Los gobiernos yuxtapuestos también constituyen un experimento interesante para estudiar cómo el PRI y los diferentes partidos de oposición construyen canales de interacción y corresponsabilidad para gobernar. Este fenómeno, ausente durante la hegemonía priísta puede constituir uno de los pilares de la consolidación del proceso democrático en México.
Por último, la yuxtaposición también tiene efectos importantes para las estrategias partidistas y para la circulación de las elites en México. Como se mencionó en párrafos anteriores, una de las características que comparten la mayoría de los gobernadores de oposición (y en particular los del PAN) es que fueron presidentes municipales antes de convertirse en gobernadores de sus estados. Esto parece indicar que la estrategia de Acción Nacional ha consistido en ir ganando espacios políticos a nivel local y después seguir una estrategia de expansión a nivel estatal y, finalmente, federal. Por su parte el PRI también parece estar adoptado (aunque de manera más incremental y no muy sistemática) una estrategia localista en la selección de sus candidatos a gobernador, ya que cada vez más se postulan a candidatos con vínculos en la localidad. Más aún, el hecho de que el PRI (de manera creciente) este optando por elecciones primarias como método de selección para escoger a los candidatos a gobernador constituye un claro indicio de que esta estrategia localista se reforzará en un futuro.
Finalmente, el PRD tiene más bien una estrategia que podríamos denominar como mixta. Como se discutió en párrafos anteriores, el hecho de que el PRD, en elecciones como las de 1989, 1992, 1996 y 1998 gane un mayor número de municipios que el PAN, no permite concluir que este partido simplemente tenga unas estrategia de arriba hacia abajo en donde las resultados a nivel local dependan del desempeño del partido a nivel nacional. Sin embargo, sin duda es el partido que muestra más claramente los efectos de "coleteo o derrame " ya que un buen desempeño electoral del PRD a nivel nacional también se traduce en la multiplicación de victorias a nivel local.
Éstas, a grandes rasgos, serían algunas de las líneas de investigación que se plantean a partir de la teoría de gobiernos yuxtapuestos.
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