Lenguaje, Gramática y Filologías
Fundamentos de la Teoría y Práctica de la Traducción
Tema 1. Creación de una disciplina de estudio
La práctica de la traducción ha precedido a cualquier intento de teorización. Numerosos traductores han reflexionado con el fin de convertir en postulados técnicos su práctica cotidiana.
García Yebra dice que, desde el comienzo de la traducción hace más de tres milenios, sólo disponían, hasta hace unos años, para orientarse, de los testimonios de otros traductores.
Desde que los antiguos traductores hacían sus reflexiones teóricas hasta hoy día, se ha puesto de manifiesto la importancia de combinar teoría y práctica.
García Yebra: “La teoría sola es estéril pero la práctica sin teoría es rutinaria y ciega”.
Las formulaciones teóricas sobre la traducción no pueden presentar reglas estrictas dada la base práctica de esta actividad. Sin embargo, en los últimos años han proliferado los tratados de traducción y han dado lugar a una nueva disciplina cuya finalidad parece consistir (parece, ya que no todos los autores están de acuerdo) en sistematizar el proceso de traducción y suministrar los principios y normas que guían las elecciones de toda traducción.
Casi nadie discute, hoy día, que una cierta reflexión sobre el complejo arte de traducir puede ser de gran ayuda para el traductor aunque tampoco podemos esperar que resuelva el problema de traducción.
Newmark insiste en que la utilidad de una teoría de la traducción radica en :
Identificar y definir el problema de traducción.
Indicar los factores que deben tenerse en cuenta para solventarlo.
Establecer una lista de los diversos procedimientos de traducción para decidir cuál es el más adecuado respecto a los problemas de traducción identificados.
En realidad, quienes han comprendido mejor el tipo de teorización requerida por las preocupaciones reales de la práctica traductora han sido los pedagogos de la traducción.
Las escuelas de traducción han proliferado y en sus cursos se hizo rápidamente evidente la necesidad de crear una metodología que no se perdiera en abstracciones y sí incluyera unos fundamentos o principios generales para llevar a la práctica la traducción.
Se ha manifestado una gran variedad terminológica a la hora de denominar esta disciplina.
En España, por ejemplo: “teoría de la traducción, traductología, lingüística aplicada a la traducción, translémica, estudios sobre / de traducción...”.
Amparo Hurtado Albir. Representante en España de la Escuela del Sentido.
Se muestra partidaria de “Estudios sobre traducción o traductología” para dar cobertura a todas las disciplinas.
Esta diversidad terminológica también se manifiesta en otros aspectos fundamentales de la traducción: equivalencia traductora, textual, dinámica, etc..
Por otra parte, también es ambiguo el campo de estudio de esta disciplina ya que se introduce en campos de otras muchas disciplinas: históricos, antropológicos, cinematográficos... Por ello, muchos autores hablan de la necesidad de una concepción integradora para el ámbito de los estudios sobre traducción.
Holmes fue pionero en cuanto a la clasificación de estudio de la disciplina distinguiendo entre estudios teóricos, descriptivos y aplicados.
Además de insistir en que las tres ramas no se pueden considerar aisladas sino interrelacionadas.
Estudios teóricos:
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Teorías generales.
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Teorías parciales: restringidas al medio (oral, escrita, mecánica,
humana)
al área (lingüística o cultural).
al nivel (palabra, frase, texto).
al tipo de texto (literaria, teológica, científica).
a la época (contemporánea o antigua).
a problemas específicos (equivalencias, metáforas, nombres propios, ironía).
Estudios descriptivos. Pueden estar orientados hacia:
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El producto: la descripción y comparación de la traducción en el plano sincrónico y diacrónico.
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La función: ya no describen la traducción en sí misma sino según la función en la situación socio - cultural en la que se produzca.
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El proceso: el proceso traductor, cómo de un T.O. se deriva un T.M. o traducción.
Estudios aplicados. En los que distingue entre:
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La traducción en la enseñanza de lenguas extranjeras./ La traducción en la formación de traductores.
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Campos de utilidad para la traducción: terminología, gramática, lexicografía (estudio sobre los diccionarios).
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Crítica de la traducción.
Para Hurtado Albir, la clasificación propuesta por Holmes cubre la totalidad de la reflexión teórica efectuada en torno a la traducción, especialmente por su carácter integrador.
Sin embargo, considera conveniente hacer algunas puntualizaciones:
Considera que la separación que establece entre estudios descriptivos y estudios teóricos es algo rígida y por eso insiste en la importancia de entender una bidireccionalidad.
La distinción entre investigación parcial y general habría que entenderla como un continuo de mayor concreción y mayor abstracción. Los de alto grado de abstracción necesitarán mayor o menor aclaración o puntualización según los casos.
Todo está en continua interrelación en los estudios de esta disciplina, se van relacionando entre sí.
Considera también necesario reorganizar las variables generales en el Esquema I.
Los estudios descriptivos son las bases de la disciplina porque proporcionan los datos tanto para los estudios aplicados como para los teóricos. (las fronteras son difíciles de trazar)
Los estudios aplicados engloban las investigaciones de: la traducción en la didáctica de las lenguas, la crítica y la gradación de las traducciones. También habla de la enseñanza de lenguas para traductores cuyo estudio e investigación están a caballo entre estos estudios de traducción y la enseñanza de lenguas para fines específicos.
Con respecto a las variables que se habían tratado, es importante insistir en que pueden darse en los diversos estudios, planos: teóricos, descriptivos y aplicados.
Amparo Hurtado Albir propone 6 variables:
Proceso y / o producto de traducción.
Noción que se analiza (equivalencia, invariable traductora, unidad de traducción) posibles objetos concretos de estudio, fundamentales en traductología.
Problemas de traducción (metáforas, nombres propios, humor e ironía...) como posibles objetos de estudio.
Variedad de traducción analizada; en el terreno por excelencia de los estudios descriptivos. (+ importante). Las posibles variedades de traducción se establecen por:
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Modo traductor, la categoría prioritaria que nos permite hablar de las modalidades de traducción (escrita, interpretación simultánea, doblaje...)
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Tipo textual, tipo de texto según forma de expresión (informativo, argumentativo, expresivo) / según el campo semántico (técnico, científico, literario) que configura los posibles tipos de traducción.
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Función que es utilitaria o comunicativa o no, y que permite diferenciar entre traducción profesional o pedagógica.
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Dirección del proceso traductor que permite diferenciar entre traducción directa o inversa.
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Las diferentes lenguas o culturas implicadas en el análisis, en el acto comunicativo, son también objeto de estudio; con ellas variarán las posibles interpretaciones.
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Dimensión histórica, sobre la historia de la traducción o de la reflexión teórica en torno a la traducción; puede tratarse de un estudio, un análisis en diacronía o en sincronía.
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Multidisciplinariedad, si bien los primeros planteamientos de la búsqueda de la autonomía están en la lingüística, sus últimos enfoques van más allá de ésta (que es, para la traducción, una disciplina más como podría ser la sociología, psicología, antropología, crítica literaria, cinematografía...)
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Carácter integrador. La traducción es texto, acto de comunicación y proceso mental; y que para analizar la traducción desde esta triple perspectiva la traductología tiene que ser una disciplina integradora que abarque propuestas de análisis de los enfoques lingüísticos textuales, interculturales y psicolingüísticos.
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Construir un aparato conceptual apropiado que sea capaz de definir y explicar todos los fenómenos relacionados con la traducción.
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No prescribir. Explicar la práctica de la traducción clasificando fenómenos, estableciendo posibles estrategias y principios.
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Prehistoria de la traductología.
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Edad Antigua de la traducción (Renacimiento - Ortega)
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Edad Moderna.
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Periodo empirista. Los autores reflexionan en el prólogo sobre las obras traducidas.
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Periodo hermenéutico. Basado en la interpretación de las características del texto.
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Años 60. Nacimiento de la traducción mecánica. Introducción de la lingüística estructural y la teoría de la comunicación en el proceso de la traducción.
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Habla de un marco interdisciplinario. Vuelta a lo hermenéutico.
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Teorías prelingüísticas, clásicos conflictos entre traducción literal y libre, posibilidad e imposibilidad de la traducción.
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Teorías lingüísticas, estudios de la traducción a través de su análisis lingüístico.
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Teorías hermenéuticas, se centran en el análisis de la traducción como todo un proceso de transformación desde origen a meta.
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De Cicerón a las primeras teorías modernas después de la 2ª Guerra Mundial.
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Desde los años 50 hasta hoy.
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Este primer periodo lo califica de época preteórica. Distingue la Antigüedad Clásica, en la que se habla de traducir y el sentido del sentido. Antes también se podía hablar de traducción oral (intérpretes de las tribus)
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El traductor debe entender el sentido el texto y la materia del mismo.
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El traductor debe conocer las dos lenguas que se comparan.
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El traductor debe atender, sobre todo, la intención del autor.
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El traductor debe evitar el cultismo y atenerse a la norma lingüística de la lengua meta.
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La traducción debe dar una trascripción completa de las ideas de la obra original.
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El estilo y la forma de escribir deben ser de la misma naturaleza que en el original.
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La traducción debe contener toda la naturalidad de la composición original.
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Propia legitimidad de la traducción.
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Concepción de la fidelidad. Se multiplican las dicotomías rutinarias, que para algunos autores remiten al error de separar el fondo de la forma y para otros, también se debe a una falta de definición de los conceptos implicados (fidelidad a qué o a quién). Casi todo es prescripción, principios, reglas, pero no hay una descripción o explicación del funcionamiento del hecho traductor. Abundan recetas, críticas y reflexiones en los prólogos, pero no ha habido tratados específicos sobre la traducción.
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Segunda mitad del siglo XX. Tras la 2ª Guerra Mundial se consolidan las relaciones internacionales y unido al desarrollo de la tecnología se produce una gran explosión de la traducción. Hay una necesidad de entendimiento.
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Dentro de los numerosos trabajos que aparecen, se reuniría un gran grupo de enfoques lingüísticos, una operación entre sistemas lingüísticos. Generalmente se trata de enfoques basados en la aplicación de determinados modelos procedentes de la lingüística y se centran en la descripción y comparación de las dos lenguas. Los procedimientos a seguir variarán según el modelo lingüístico elegido. Se harán comparaciones gramaticales entre lenguas, partiendo de los presupuestos de la gramática comparativa y transformacional, o como es el caso de Kadford en Teoría lingüística de la Traducción, que pretende seguir la teoría de los Niveles de Halliday.
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Un segundo gran bloque dentro de estas teorías de la segunda mitad del siglo XX son las teorías basadas en la traducción como una operación intertextual, es decir, a partir de los 70, la traducción ha avanzado desde las concepciones basadas en los sistemas lingüísticos de Saussure hacia la noción de traducción de textos individuales. Se caracterizan por su reivindicación de la traducción como tal, de texto a texto, ya que no se traducen de lengua a lengua.
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Aquellos que hacen hincapié en el análisis intratextual, da lugar a textologias comparadas (establecimiento de tipologías textuales en dos lenguas y comparar).
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Aquellos que además añaden aspectos extratextuales que intervienen en la traducción.
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Enfoques socio - culturales. Aquellos que hacen clara referencia a los aspectos intraculturales de la traducción, los que rodean la traducción, incidiendo en los elementos y en la importancia de la recepción de la traducción.
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Grupo de enfoques psico - lingüísticos que se caracterizaban por un acercamiento a la traducción como proceso, es decir, son trabajos que se centran en el análisis de los procesos mentales que efectúa el traductor. Dentro de ellos podemos destacar los trabajos realizados por la E.S.I.T. (École Supérieure d'Interprètes et de Traducteurs), conocidos como la teoría interpretativa o teoría del sentido. Enfoca la traducción desde una perspectiva esencialmente comunicativa. Las traducciones no pueden ser esclavas de las palabras ni el resultado de una mera declaración formal entre dos lenguas. Parten de una interpretación centrada no en los enunciados lingüísticos, sino en las ideas, y por supuesto, hacen total abstracción de las formas.
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Grupo de enfoques o estudios filosóficos y / o hermenéuticos, donde se podrían agrupar aquellos estudios o autores que inciden en la dimensión hermenéutica de la traducción o en los aspectos filosóficos relacionados con ella. Se trata de autores que, como Steiner, defienden la traducción como movimiento hermenéutico.
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Podríamos hacer un grupo de enfoque interdisciplinario, que recogen algunos autores, que presentan estudios integradores de muchos de los puntos de vista anteriores, o bien que no podríamos situar en ninguno de los puntos de vista anteriores (por ejemplo, Hatirr y Mason, con Teoría de la Traducción o el profesor y traductor Salvador Peña con Traductología).
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Dimensión comunicativa: cuestiones relativas a usuarios y usos del lenguaje.
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Dimensión pragmática: con las cuestiones de los actos de habla, implicaturas y presuposiciones.
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Dimensión semiótica: que considera dos signos en interacción, gracias a la intertextualidad.
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Fónico: esencial para el intérprete y generalmente sólo posee valores estéticos para el traductor.
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Léxico : significado sin más de los signos lingüísticos.
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Gramatical: atenderá a las posibles modificaciones de significado de estos:
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Signos lingüísticos debido a las formas variables que adoptan, con lo que estaríamos en un aspecto morfológico.
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O bien atendiendo a las relaciones que establecen entre sí los signos lingüísticos y precisando la función de cada uno de ellos en el enunciado, con lo que estaríamos en un aspecto sintáctico.
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Establecer una serie de reglas que se han de aplicar estrictamente y cuya finalidad será la de determinar qué debe hacerse con cada elemento / conjunto de elementos de la lengua origen para elegir adecuadamente la forma correspondiente en la lengua término. Estas reglas se aplicarían a la estructura superficial de la lengua. Algunos teóricos dicen que el mejor modo de efectuar ese proceso de selección de los elementos adecuados es recurrir a la mediación de unas estructuras de la lingüística neutral y universal para que podamos utilizar ese punto universal de referencia para todas y cada una de las lenguas:
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Sistema de traducción de tres estadios:
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Análisis: se examina el mensaje tal como se da en la lengua A. En él se determinarán todas las reglas de sentido tanto referencial como connotativa que se dan por las palabras y combinaciones de palabras.
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Transferencia: este material dualizado pasa en la mente del traductor de la lengua A a la lengua B.
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Reestructuración: el material transferido es reestructurado para conseguir que el mensaje final sea aceptable en lengua término.
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Los fundados en un punto de vista lingüístico: se considera la traducción como una simple transferencia de contenidos de una lengua a otra. Sólo es importante el contenido informativo, no tiene en cuenta otros factores. Las definiciones ofrecidas se centran en la lengua y presentan una concepción despersonalizada del traducir; nunca están explícitas las personas que intervienen en el proceso.
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Los planteados desde un punto de vista pragmático: donde la traducción es concebida como un acto complejo de comunicación. Así, para traducir no basta con el conocimiento de las lenguas, sino que se hace imprescindible el conocimiento de las circunstancias culturales, históricas y sociológicas de los receptores a quienes va dirigida la traducción; es imprescindible tener en cuenta lo que se conoce como la comunicación no verbal que son valores situacionales y culturales. De este modo, en el texto de partida se podrá distinguir entre lo que aparece allí codificado, lo que el productor - emisor ha querido comunicar y lo que ha entendido el receptor.
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Análisis / interpretación del texto en la lengua origen: para usar los elementos claves del mismo.
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Reconstrucción: mediante la elección de elementos apropiados en la lengua término del mismo espacio textual en un nuevo sistema lingüístico.
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Comprensión del original. Analizar el texto de LO sintáctica, semántica y pragmáticamente. Los factores que intervienen en esta primera parte son emisor (E1) (que dirige hacia el receptor una oferta informativa). Habrá también un texto en la LO para cuya comprensión será preciso considerar su carácter individual por una parte, es decir, las elecciones particulares que puede haber tomado el autor para verbalizar su oferta informativa, y además habrá que considerar el tipo y categorías de texto, es decir, las características que corresponden a cada categoría y tipos de textos.
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Reverbalización en LT: en esta fase se seleccionan y eligen los equivalentes potenciales de LO y se actualizarán en un texto de la lengua término. La labor de emisor2 consiste en hacer llegar a los receptores lo comprendido a través del análisis global del texto. Con él se pone en marcha el primer eslabón de la cadena comunicativa y la oferta informativa que el traductor o E2 dirige a los receptores de la traducción (R2): se encontrará dentro de otro contexto situacional y de otro contexto socio - cultural. También la lengua a la que se traduce puede plantear problemas por sus características.
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Comprender requiere una competencia meramente lingüística de orden semántico que nos permita el acceso a la significación de los elementos verbales del texto.
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Interpretar requiere una competencia de análisis textual que permita desentrañar el conjunto de relaciones que los distintos enunciados establecen entre sí y de esta manera dilucidan el contenido pragmático del conjunto del texto (por ejemplo la intencionalidad con que el autor construyó el texto).
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1ª etapa = Análisis y comprensión: para analizar y comprender los elementos que intervienen en el TO, el traductor actúa como lector y para realizar una lectura hermenéutica del texto habrá que tomar previamente tres opciones:
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Distinguir entre un texto que afecta al lector (literario, divulgación cultural) y un texto que propone al lector acercarse a él (filosófico, científico, técnico).
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Concretar si el texto objeto de traducción es de vocación universitaria (extensivo a cualquier lengua /cultura) o en cambio se trata de un texto particularista (arraigado en un determinado contexto socio - cultural). Pero estos rasgos no tienen relación paralela con los textos que se acercan al lector o a los que el lector se tiene que acercar ( por ejemplo la Biblia que es un texto particularista accesible a todos o un texto científico que es universalista pero restringido a un ámbito particular de personas).
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Centrar la atención en el mundo del texto propiamente dicho y concretar quién escribe el texto, para quién lo escribe (lector potencial) y cómo lo hace. Hay que distinguir entre la intencionalidad del autor y la fijación de ésta en el texto.
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2ª etapa = de transferencia e interpretación. Nos centramos en la estructura interna del texto buscando equivalentes en la LT para todos aquellos elementos significativos detectados en la etapa anterior. Para ello es preciso tener presente que hay una serie de prioridades que han de ser potenciadas frente a otras en caso de posibles conflictos. En definitiva, una vez que se toman las decisiones que contextualizan la labor de la traducción, ahora en esta etapa se lleva a cabo un análisis pormenorizado detectando los problemas de traducción del texto en cuestión, al atender un triple proceso de hermenéutica que se centra en la figura del autor, el mundo del texto y del lector.
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Hermenéutica del autor: decidir si el autor es relevante o no en el texto original, y determinar si el traductor ha de respetar o no dicha entidad en el proceso de traducción.
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Hermenéutica del texto: en la que se trata de acercar al texto atendiendo a los siguientes motivos:
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3ª etapa = Reestructuración. Se evalúa si el traductor ha llevado a cabo correctamente las etapas anteriores. Tener presentes las decisiones interpretativas anteriormente tomadas con objeto de llevar a cabo una relación coherente con los supuestos de los que partió en el inicio del análisis de TO; para analizar los posibles problemas de la creación del texto habría que repetir por tanto las mismas variables que se han tenido en cuenta en las etapas anteriores: atender a la figura del autor, del mundo del texto y del lector.
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La relación TO Y TM no tiene por qué quedar reflejada en una correspondencia biunívoca de sus componentes.
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Una translación no se limita a tratar fenómenos lingüísticos formales sino que implica un proceso lingüístico de transformación cultural que, como tal, incluye una transferencia lingüística.
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El texto tiene su finalidad propia y el traductor como un receptor del TO informa a continuación como productor del TM. Esta información se produce según las expectativas que tienen el traductor y su cliente con respecto a los receptores del texto final y su situación. El traductor no pretende ofrecer exactamente la misma información sino la cantidad de información que estime necesaria para los receptores del texto final y de la manera que considere óptima teniendo siempre en cuenta que se trata de la traducción del texto de partida.
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Las lenguas naturales con las que el hombre hace comunicable el mundo, son auténticas interpretaciones de este mundo, ya que cada lengua lo estructura y lo segmenta a su manera.
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Los significados de palabras sueltas en lenguas distintas no pueden compararse entre sí, ni menos aún considerarse equivalentes, porque en cada caso dependerán de la posición que ocupen dentro de los campos semánticos en que cada lengua tiene estructurados sus contenidos lingüísticos.
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Ortega y Gasset con su Miseria y Esplendor de la Traducción. La traducción era calificada como afán utópico basado principalmente en las barreras que suponen las distintas lenguas, como expresión de diferentes maneras de pensar.
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Walter Benjamín en La tarea del traductor. Frente a Ortega, considera que los elementos de cada sistema de lengua, expresan modos de pensar que sí son análogos en todas las comunidades lingüísticas. En realidad, para Benjamín, esta relación entre lenguas, a la que él llama entender universal, viene propiciada por la traducción. La traducción es válida mientras cumpla el papel de proporcionar este entender universal. La teoría de Benjamín justifica la posibilidad de la traducción, supera las barreras de las que hablaba Ortega, abstrayendo la traducción del ámbito de las lenguas para situarla en el plano de un lenguaje universal.
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Jakobson considera que el hecho de comparar lenguas para establecer correspondencias entre ellas significa hablar de su posible traducibilidad, pero por otro lado, la necesidad de recurrir a gramáticas y diccionarios, el hecho de que para realizar una buena traducción sean precisas las semejanzas y diferencias de un mismo término en lenguas distintas nos hace concebir la intraducibilidad.
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La derivada de cuestiones lingüísticas.
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La impuesta por factores extralingüísticos.
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La ontológica, surgida del desconocimiento del autor.
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Entre las limitaciones de carácter lingüístico destaca la variación intralingüística (variantes geográficas, diacrónicas o sociales) como el empleo de normas marginales frente a la norma estándar para caracterizar personajes. Esto presenta muchas dificultades para su transferencia; la configuración geográfica y dialectal de dos lenguas no son equiparables, y menos aún las relaciones intrasistémicas que se establecen. Las variantes sociales se pueden traducir sólo cuando dos contextos situacionales y la organización social sean equiparables. Aquí, habla también de unos límites metalingüísticos. Traducir los textos de lingüística; al traducir los ejemplos del texto ¿mantenerlos o adaptarlos?.
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Se refiere a las posibles inequivalencias derivadas del medio. Se refiere sobre todo a la traducción subordinada en la que la parte lingüística está muy condicionada por los soportes extralingüísticos que la acompañan. El soporte icónico forma parte en el cómic y la historieta y, para traducirlos hay que modificar el dibujo. En la canción hay un código musical y oral. En el cine con el subtitulado y el doblaje. En la ópera con la escenografía. En el humor, del cual dice que es un sentimiento social, distinto en cada cultura y por tanto, la recepción.
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Los límites del conocimiento del traductor. Siempre se ha hablado de sus conocimientos en las lenguas. El traductor no tiene derecho a robarle al receptor la información original, parte del trabajo original, debido a sus interpretaciones deficientes o sus supresiones voluntarias derivadas de su desinformación.
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El subjetivismo del traductor puede plasmarse en las soluciones que adopta respecto a determinados problemas. Así, por ejemplo, en la elección de correspondencias a nivel léxico puede que se imponga a su personalidad por encima de la necesaria objetividad a la hora de elegir entre varios sinónimos potenciales de la lengua origen. Comenta que la labor del traductor no es neutral, ya que está mediatizado por su preparación y por su competencia profesional o su capacidad de interpretación.
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Con respecto al texto, en general, los textos encierran una especie de multivalencia que viene a dificultar el empleo de una serie de equivalencias de carácter objetivo.
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El papel del receptor que como último eslabón de la doble cadena comunicativa, también debe ser tenido en cuenta a la hora de establecer una serie de equivalentes entre el texto de la lengua origen y el texto de la lengua de llegada. Es preciso tener en cuenta parámetros diferenciales como la especialización científica de la audiencia, propósito del texto e incluso la edad de los receptores.
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Equivalencia denotativa. Que atiende a la realidad extralingüística transmitida por el texto y en la que se busca que no haya variación de contenidos. En ella serán fundamentales las correspondencias léxicas.
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Equivalencia connotativa o estilística. Que consiste en plasmar las connotaciones del texto de aquello que es fruto de la experiencia personal del autor.
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Equivalencia normativa. En la que se persigue el mantenimiento de la normativa lingüística y textual que rige para determinados tipos de textos, como es el caso de los contratos y las cartas comerciales.
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Equivalencia pragmática y comunicativa. El texto de llegada debe producir en el receptor de la traducción el mismo efecto que el original en sus lectores.
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Equivalencia formal. Es la que requiere textos con determinadas propiedades estéticas y estilísticas. Nos estamos refiriendo a cuestiones de rimas, ritmos, metáforas.
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Equivalencia funcional o pretendida. Tratará de mantener en la traducción la función del texto.
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Equivalencia final. Atenderá a la función propia del texto de la lengua de llegada a veces no coincidente con la función del texto de la lengua de origen.
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Preliminares: Regulan la política del proyecto de traducción, es decir, se ocupa de los aspectos previos al proceso de traducción.
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Operacionales: Regulan las decisiones que se toman en el proceso de traducción. Pueden ser: matriciales (que regulan la segmentación del material lingüístico y su distribución en el texto) y textuales (que determinan la elección del traductor respecto a las relaciones que van a funcionar como equivalencia en cada binomio textual).
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De recepción: Regulan la actuación del traductor en todas sus fases, ya que atienden al tipo de audiencia del texto meta.
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Norma inicial: Determina la elección básica del traductor tras tener en cuenta todos los factores del cuadro comunicativo. La transferencia general de su trabajo a la adecuación con el polo origen o bien la aceptabilidad en el polo meta.
¿Dónde ubicar y caracterizar esta posible disciplina?
A finales de los 50, principios de los 60 surgieron las primeras reivindicaciones, los primeros intentos de dar base científica a la traducción como disciplina seria. (Primeros representantes: Vinay, Darbelnet, Mounin, Kadford)
A partir de aproximarla a los estudios de lingüística y así sistematizarla. Concibiendo la teoría de la traducción como una rama de la lingüística aplicada o de la lingüística contrastiva.
Más importante fue Cary que en 1957 fue el único en contra de este acercamiento de la traducción hacia la lingüística.
Holmes en 1972 reivindica la traductología como disciplina autónoma con entidad propia.
En la década de los 80 se consolida esta idea y son muchos los autores que reivindican una disciplina independiente que se podría entender como el estudio general de la traducción y del traducir, si bien presenta un acusadísimo carácter interdisciplinario especialmente próximo a la literatura y a la lingüística.
Rosa Rabadán dice que en los últimos años hay una marcada tendencia a centrar la investigación en el nivel pragmático y extratextual, es decir, con preguntas como ¿cuál es el papel del traductor? ¿cuál es el efecto determinante de los receptores, los factores históricos y sociales en los que se ha dado la traducción?.
Lo puramente lingüístico de la traducción deja de ser relevante, ya no preocupan tanto las palabras elegidas, la estructura...
Recuerda que ninguno de los enfoques existentes hasta el momento se puede considerar redundante y que la actividad imperante integra en un mismo marco metodológico el análisis macroestructural y pragmático. Habla de un análisis lingüístico como necesidad de toda traducción, de todo proceso de traducción.
Hurtado Albir plantea dos cuestiones fundamentales a la hora de caracterizar y ubicar la traducción:
André Lefevère que propone el título de Estudios de Traducción, la define como disciplina que trata de los problemas generados por la producción y la descripción de traducción.
Hurtado Albir insiste en que interesa analizar la traducción no sólo en sus relaciones internas, es decir, de texto a texto, sino también las externas con los factores condicionantes (las coordenadas espacio - temporales, la importancia del receptor...) y también los procesos mentales implicados.
Dice que si se consigue esta integración, la traductología se convertirá en un instrumento de utilidad para los traductores y que se acabará con la separación entre la reflexión teórica y la práctica traductora.
Como objetivos de esta disciplina establece:
Tema 2.Tendencias teóricas en los Estudios de
Traducción
Vega en su Antología de Textos presenta una introducción y tabla sinóptica sobre la Historia de la traducción. Es un repaso crítico de todas las edades y nacionalidades. Distingue:
Steiner distingue cuatro periodos de evolución histórica en la traducción:
En 1979 Kelly da otra definición de los periodos de la evolución histórica de la traducción. Divide las teorías en tres grandes grupos:
Hurtado Albir dice que se dan dos grandes periodos de reflexión teórica:
En las épocas clásicas de Grecia y Roma conocemos a diversos autores que expresaron sus opiniones más o menos teóricas con respecto al hecho de traducir.
Cicerón señala que no hay que traducir verbum proverbo. Con él se inaugura un debate que dura 2.000 años entre traducción literal y libre, fidelidad o infidelidad del traductor.
Horacio sigue la línea ciceroniana y dice que hay que sopesar más la traducción y no imitar nada de palabra por palabra. Del mismo modo, San Jerónimo introduce el término de sentido y nos insiste que no hay que traducir palabra por palabra, sino el sentido del sentido.
En la Edad Media con la cristianización, en los textos religiosos se defiende la traducción literal y en los textos profanos se pretende que la traducción no sea servir al original. Se destaca la figura de Maimónides, aunque tiene ideas semejantes a San Jerónimo. Es la primera contribución hispana al mundo de la teorización.
J.C. Santoyo dice en su Teoría y Crítica de la Traducción, que la semilla sembrada por Maimónides no tuvo repercusiones hispánicas y en España no tendremos reflexión preteórica hasta el Renacimiento.
Durante el Renacimiento y el Barroco se produce una primera revolución en el mundo de la teoría de la traducción con el nacimiento de la imprenta. Están afincadas las nuevas lenguas nacionales y entonces la traducción toma el papel de transportadora de culturas, sobre todo transportadora de la Antigüedad para llevarla a las masas. Incluso dentro de la traducción religiosa las corrientes en la Reforma propugnan una traducción no literal, sino que sea en lengua vulgar, respetando la lengua de llegada, frente a la postura de Iglesia Católica que sigue manteniendo la literalidad de los Textos Sagrados.
Hay que destacar a Lutero y a Fray Luis de León. Lutero es el primer traductor de la Biblia al alemán y el fundamental propulsor del protestantismo. Propugna una traducción del sentido del texto clara y expresiva. Es la primera toma de contacto con la lengua de la calle.
En 1561, Fray Luis de León en el prólogo de su traducción literal del libro Los Cantares de Salomón distingue entre trasladar y declarar (primero traduce literalmente y luego explica), señalando: “ el que traslada ha de ser fiel y cabal y si fuese posible, contar las palabras para dar las mismas y no más, de la misma manera, cualidad y condición”.
García Yebra da importancia al “y si fuese posible”, cuando la mayoría de los teóricos lo toman como defensa de la traducción literal.
En la traducción profana hay que destacar la figura de E. Dolet que en 1540 escribe De cómo traducir bien de una lengua a otra. Da las siguientes reglas:
A partir de esta época, se repetirán estos clichés sobre la legitimidad de la traducción: se hablará de que las traducciones son como cuerpos y almas o como tapices vueltos al revés. Se discutirá sobre si la traducción es un arte, la libertad y la literalidad, la imposibilidad de la traducción poética.
En definitiva, Newmark dará mucha reflexión, pero ningún avance metodológico teórico.
En el siglo XVII, comienza en Europa una afirmación de las Bellas Infieles, manera de traducir al gusto francés. Es decir, traducir a los clásicos efectuando todas las adaptaciones lingüísticas y extralingüísticas que se crean convenientes. Se siente como un derecho a la noblificación en pro del buen gusto, porque se considera que los textos han envejecido y hay una gran diferencia cultural.
En siglo XVIII se establece en el Neoclasicismo la doctrina de las Bellas Infieles y proliferan las adaptaciones de los clásicos con la intención de hacer llegar al público que consideran inculto la sabiduría de los clásicos.
En esta época, hay que destacar también las discusiones habidas en Gran Bretaña en cuanto a las libertades del traductor. Las polémicas y debates habidos entre los traductores de Homero, son prueba de ello.
1793 se considera como el inicio de la auténtica teorización de la traducción. Tyler escribe un ensayo sobre los principios de la traducción en los que da tres puntos básicos:
En el Romanticismo se produce una vuelta hacia el literalismo.
El siglo XIX se caracteriza por una reacción contra el Clasicismo y también por una reacción contra el gusto francés de las Bellas Infieles.
Estamos en un periodo de fuerte expansión industrial, comercial, científica y técnica, que provoca una internacionalización general de las relaciones, que vendrá a revertir a un auge de la traducción. Ésta deja de ser explotación de la lengua origen y se retorna a un liberalismo, tanto lingüístico como histórico. Lingüístico en cuanto se critica el gusto francés de las Bellas Infieles; e histórico porque se respeta mucho más el trasfondo socio - cultural del mundo clásico. En realidad, se produce una paradoja dentro de la estética romántica ya que, por una parte, está la vuelta al literalismo y, por otra, la reivindicación del Romanticismo como la individualidad del traductor como creador.
Ante esta paradoja, surgen de nuevo dos tendencias en conflicto: respeto de elementos formales del original produciendo una artificialidad en la lengua meta, o bien, respeto de la lengua meta.
Schleiermaier, en 1813, señala el doble movimiento que se produce al traducir: o bien se mueve hacia el lector o bien hacia el autor, e insiste que cualquier mezcla produciría un resultado insatisfactorio.
En la primera mitad del siglo XX, según Hurtado Albir, destacan dos autores que en cierto modo se vinculan a la línea del literalismo preferente. Por un lado, Ortega y Gasset y por otro, Walter Benjamin.
Ortega y Gasset reafirma en su Miseria y esplendor de la traducción, que el hombre es un tópico y considera la traducción como un género distinto a los demás, como un camino hacia la obra, en la que el lector avanza hacia el autor y en la que se produce un movimiento imperativo desde la lengua meta a la lengua origen.
Walter Benjamín en la Tarea del traductor considerado el manifiesto literalista, dice que esta tarea consiste en encontrar el efecto pretendido en la lengua a la que se está traduciendo, es decir, producir en ella el eco del original, siendo ambos, traducción y texto origen, reconocibles como fragmentos de una lengua más amplia, universal.
Por citar algún español, Francisco de Ayala, Breve Teoría de la Traducción, en 1943, cuyo primer volumen está totalmente dedicado a la traducción. En este tratado se habla de una traducción ideal como meta inalcanzable.
Llegados al final de este primer periodo (50 a.C. - 1950), podemos concluir destacando dos características principales:
Aparecen los primeros estudios teóricos que reivindican un análisis más descriptivo y sistemático de la traducción. Precursores: Fedorov (Introducción a una Teoría de la Traducción), Jakobson y Mounin.
Caracterizados porque piensan que la sistematización viene dada por un acercamiento a la lingüística.
También existen trabajos basados en una lingüística comparada tradicional, heredera de los estudios diacrónicos del anterior, que lo que hace es usar categorías de gramáticas tradicionales y efectuar comparaciones entre las lenguas, de unidades aisladas. Por ejemplo, García Yebra, en Teoría y Práctica de la Traducción, nos presenta el comportamiento del castellano frente al inglés, el alemán y el francés. Se considera un valiosísimo trabajo por la enorme cantidad de explicaciones lingüísticas, de ejemplos de tipo comparativo, que al menos en principio pueden ayudar en gran medida al traductor y sobre todo, al aprendiz de traductor. No obstante, es criticado, porque no apunta a una visión global del proceso traductivo, es decir, no se trata de un método de traducción, sino de abundante ejemplificación y generalmente aislada del texto en el que se produce.
Existe también otro grupo, el propio de las estilísticas comparadas, que efectúan análisis entre lenguas pero teniendo en cuenta estudios de estilística interna.
Sus pioneros, Vinay y Darbelnet en su Estilística comparada del francés y del inglés ofrecen una lista más o menos amplia de los contrastes existentes entre la lengua inglesa y la francesa, tanto en los niveles léxicos como de articulación del mensaje morfosintáctico o del mensaje completo.
Del mismo modo, Malblanc también presenta su Estilística comparada del francés y del alemán. La principal aportación de este estudio son los llamados procedimientos de traducción porque inauguran nuevas categorías para realizar el análisis comparado.
Dentro de estos enfoques lingüísticos también se sitúa Newmark, que añade más procedimientos de los recogidos en la categoría estilística comparada y destacar de su Manual de traducción, la tipología que ofrece de las diferentes traducciones posibles (distinción entre traducción semántica y comunicativa).
Esta aplicación de las consideraciones textuales se reflejaron en la formulación de tipologías textuales a las que se asignaban determinados métodos de transferencias.
Rosa Rabadán (perteneciente a la escuela polisémica) comenta que tras este furor de las taxonomías textuales, la escuela alemana se decanta en los años 80 por una orientación claramente funcionalista. La escuela alemana en principio, se había asentado en la equivalencia, estableciendo distintos tipos según los diferentes niveles del análisis textual (equivalencia textual, formal, pragmática, denotativa...)
Frente a estos inicios de la escuela alemana, ahora se considera un gran número de factores extratextuales que, aunque no están en el texto, son imprescindibles para su análisis. Por ejemplo, en la escuela de Leipzig, Neubert toma como marco de referencia los sistemas textuales prototípicos de dos culturas. El concepto básico es el texto prototipo, que es el conjunto de convenciones pragmáticas y formales, que hacen que un texto sea reconocido como novela, soneto, artículo, etc..., en determinada cultura. Traducir es transferir el prototipo textual original al prototipo textual de la cultura receptora.
En resumen, según Hurtado Albir, podemos distinguir dos enfoques:
Muchos de los del segundo grupo podían tener cabida dentro de un tercer gran bloque de enfoques socio - culturales.
Entre los más importantes podemos citar a Nida y Taber, traductores bíblicos contemporáneos, que tras haber recogido enseñanzas en teorías comunicativas, gramática generativa y sociolingüística, destacan sobre todo por haber introducido los conceptos de cultura de llegada, equivalencia dinámica y, por tanto, la figura del receptor como elemento activo para la traducción.
También Maurice Pergnier , en Los fundamentos sociolingüísticos de la traducción, considera la traducción como un hecho comunicativo y destaca porque concede una gran importancia a la enunciación y comprensión del lenguaje.
Este tercer enfoque estudia la teoría como resultado, como producto de un proceso de transferencia y se conoce como teoría polisistémica y su aplicación en Europa se conoce como Escuela de Manipulación.
La teoría polisistémica considera la literatura como un sistema complejo, de carácter dinámico en el que no sólo entran en consideración las producciones textuales, sino también la recepción de éstas en el contexto lingüístico y su estatus dentro del sistema literario en el que han nacido.
La traducción es un factor primordial para la configuración de un sistema literario, pues actúa un vehículo de elementos innovadores y un instrumento para afianzar y reforzar el modelo literario de esa cultura.
En esta teoría veremos que son fundamentales las nociones de equivalencia y de norma.
La equivalencia no significará correspondencia lingüística ni identidad semántica, sino que se concibe como una noción relacional que se establece entre todo original y una de sus traducciones.
Por la noción de norma entenderemos aquellas pautas de comportamiento del traductor que nos determina qué actuación traductora se considera aceptable y válida en una cultura dada y en un periodo lingüístico determinado.
Las normas descansan en factores de recepción; en cada periodo histórico se hacen unas traducciones siguiendo las normas vigentes y determinados tipos de traducción variarán en función de los receptores y del medio.
En definitiva, los objetivos principales del modelo polisistemático son averiguar cómo es una traducción, estudiar su recepción en la cultura de llegada así como la posible influencia en el desarrollo del polisistema literario y cultural del contexto receptor.
La Escuela de la Manipulación en boga en la actualidad es la representada por el área holandesa (TOURY), aparece como un resultado de la aplicación en Europa de los sistemas polisistemas y la traducción se ve como un tipo textual más, siendo parte integral de la cultura meta y no una simple reproducción de otro texto. El objeto de estudio es la recepción de las traducciones y especialmente su repercusión en la cultura de llegada; es decir, el objetivo prioritario ya no es la descripción de producto de traducción, sino que interesa sobre todo averiguar la función / repercusión de este texto traducido en la cultura de llegada.
Hay quienes cuestionan si estos estudios no pertenecen más bien a un sociólogo de la literatura y critican que con ellos nos estamos distanciando de la pragmática de la actividad traductora. Otros opinan que puede que esté muy bien para la traducción de textos literarios, pero que no da cuenta ni explica la traducción de textos operativos.
Rabadán, sin embargo, defiende su operatividad en esferas textuales menos atendidas que la literatura, como la publicidad, el doblaje y subtitulado, la traducción para escenas en las que cuestiones de marketing y recepción del producto son consideraciones prioritarias
Otra corriente muy conocida es la Teoría del Skopo. Vermeer elabora esta teoría y parte de la función del texto traducido en la cultura de llegada, lo que él llama texto en situación.
La traducción es una actividad que viene determinada por el fin que persigue. La consideración prioritaria, por tanto, determinada por el traductor es la especificidad de los receptores y la situación en la que se va a producir la recepción del texto traducido.
Factores como el público a quien va dirigida, los objetivos de la traducción e incluso las características concretas que va a tener su publicación, van a influir en todo el proceso de la traducción y a determinar los medios verbales y vamos a elegir para esa traducción.
Podemos mencionar también pese a lo poco conocido, los enfoques feministas de la traducción en EE.UU. y la llamada sociocrítica de la traducción de Canadá.
Brisset toma como principio fundamental que todo proyecto de traducción está gobernado en última instancia por el discurso social de la cultura receptora. La traducción deja de ser comunicación intercultural para convertirse en herramienta para la construcción de una identidad nacida a través de la literatura.
La afirmación y legitimación del discurso independentista de Québec más la búsqueda de una lengua natal y el procurar identificarse como nacida diferenciada son los fines últimos de las traducciones que realizan.
El traductor manipula la traducción porque mediante amplificaciones / repeticiones de determinadas zonas textuales defiende y propaga su intención.
En definitiva, el traductor y el receptor están creando un segundo nivel interpretativo y están superponiendo una intencionalidad distinta a la del autor original.
Las teorías feministas americanas mantienen la misma idea de la manipulación de la identidad y el consiguiente cambio de funciones en la cultura de llegada.
En definitiva, el traductor no debe ser transparente ni pasar desapercibido.
La finalidad del traductor es recomponer la intención del autor en una nueva lengua: la traducción es considerada acto de comunicación, operación textual y actividad del sujeto y, es por esa actividad del sujeto, por la que se ocupan de los procesos mentales del traductor.
En todo proceso de comprensión, el individuo, a partir de su saber lingüístico y extralingüístico interpreta el texto y construye un sentido, elabora una síntesis cognoscitiva a partir de los elementos presentes en el acto de comunicación. Esa síntesis ( que llaman sentido) pierde su forma verbal (desverbalización) y producirá un efecto en el destinatario cuando sea reformulado utilizando los medios propios de la lengua de llegada.
Hay que destacar, dentro de este grupo a Delisle, con su Análisis del discurso como método de traducción (1980), que es una obra fundamental, a pesar de que parte de escuelas de interpretación en lo que lo importante es la interpretación del texto. También destacamos a Seleskovitch y Lederer.
Existen también enfoques puramente psicológicos que tienen un gran número de seguidores en Alemania. Son más bien estudios experimentales, que pretenden conocer los mecanismos mentales del proceso traductor, mediante la técnica TAP (Think Aloud Protocol). Básicamente el procedimiento consiste en la verbalización por parte del traductor de su discurso mental, de las secuencias lógicas que produce en el mismo momento que está traduciendo.
El procedimiento es discutible, porque los datos son indirectos. La validez y la neutralidad de pensar en voz alta también son cuestionables. La producción mental y su consiguiente verbalización tampoco son simultáneas. Sin embargo, no cabe duda de que es un procedimiento importante y se puede aplicar a la enseñanza de la traducción, ya que si se consigue aislar y catalogar los procedimientos y estrategias mentales del proceso de traducción, sería posible enseñar a los futuros traductores a educar su cerebro para seguir los pasos correctos.
Todavía no están sus hallazgos sólidamente establecidos y será preciso refinar los procedimientos de análisis, así como esperar a tener estudios más sofisticados en psicología cognitiva, bilingüismo y relaciones entre lenguaje y pensamiento.
En definitiva; siempre hay un sujeto interpretante, el traductor, que tras realizar una serie de opciones, modifica el texto origen y lo transforma en el texto término.
Emilio Ortega Arjonilla y Leandro Félix, en sus Apuntes para la Teoría Hermenéutica de la Traducción, consideran que la traducción es un proceso complejo, en el que convergen, sin coincidir, el autor del TO y el traductor, cuando en realidad es un autor de la reacción de este texto en lengua meta. Hay un acercamiento entre autor, texto y lector y hay que resolver los problemas que susciten los encuentros entre autor /traductor, TO /TM, lector original /lector de traducción.
La aproximación hermenéutica más moderna se viene practicando en los últimos años en EE.UU. y, para ellos la traducción es, ante todo, transmisión de cultura y el estudio filosófico del significado. El punto de partida de su hermenéutica aplicada a la traducción considera que el significado es específico de cada cultura y, por tanto, es imposible reproducirlo en un medio diferente de quien lo produjo, siempre habrá pérdida en el significado.
El foco de atención está en la intención y capacidad interpretativa del traductor. Su tarea principal será determinar la dirección que tomará su significado en el texto cuanto antes de proceder a la transferencia.
En realidad, su obra pretende un modelo calificado de socio semiótico, que adopta una perspectiva pragmática, que incluye estilística, sociolingüística y semiótica. Consideran que el traductor debe dejar todas las puertas abiertas al lector, para que pueda realizar el mayor número de interpretaciones posibles. Estipulan tres dimensiones del contexto:
Por supuesto, todos los factores estarán siempre condicionados y supeditados a la cultura e ideología del momento dado.
Hay también una obra de Douglas Robinson, que podríamos calificar de respuesta somática, de concepción de la traducción. Propone que el significado y su interpretación en la traducción están condicionados por respuestas somáticas o corporales, que a su vez están controlados por el contexto, además de por la ideología de la comunidad.
En realidad, la equivalencia entre texto original y texto traducido es en principio somática, es decir, se sienten como iguales.
Robinson estructura sus pensamientos, en torno a tres sellos impuestos al traductor desde siempre y que deben romperse para llegar al conocimiento profundo del acto traductor: dualismo, perfeccionamiento e instrumentalismo, que se han dado en la tradicional ideología occidental. Con ellos se refiere al continuo planteamiento dicotómico, por otra parte, se refiere a la continua imposición por encima de las decisiones individuales o sentimientos específicos del traductor y con respecto al perfeccionamiento, el afán por lograr perfectamente los mismos efectos del original, con lo cual, el traductor está abocado irremediablemente al fracaso, porque piensa que el traductor elige las palabras y expresiones y siente como correctas que la equivalencia es sólo una afición y nunca el verdadero objetivo final de una traducción y que las reglas normativas no favorecen las elecciones del traductor, sino que lo que hacen es negar las emociones, motivaciones, actividades y asociaciones indispensables en el trabajo del traductor.
Tema 3. El proceso de traducción
Ya hemos visto la importancia de distinguir traducción como proceso y traducción como resultado.
Es importante tener en cuenta el proceso llevado a cabo en el acto de traducir, conocer los procedimientos seguidos en las decisiones tomadas durante este acto. Además, con vistas al proceso de enseñanza y aprendizaje de la traducción, habrán de definirse también las etapas del proceso de traducción.
Evidentemente, no puede entenderse la traducción como una simple transcodificación, de ser así bastaría con conocer cada uno de los códigos y el proceso sería prácticamente automático. Parece que también está claro que en la traducción de textos en las lenguas naturales, el traductor debe desentrañar el sentido del texto de la lengua de origen a fin de reproducirlo con los medios de la lengua término.
García Yebra distinguía en el proceso de traducción una primera fase semasiológica de comprensión y una fase onomasiológica de expresión.
En la comprensión, el traductor actúa como receptor en la lengua de origen y busca el sentido del texto original. Debe ser un lector extraordinario que se acerque todo lo posible a la comprensión total del texto, algo considerado inalcanzable.
En la fase de expresión, el traductor actúa como emisor en la lengua término y busca las palabras y expresiones capaces de reproducir lo que comprendió del texto original.
Considera García Yebra que esta es la auténtica traducción: el traslado del contenido del texto original al nuevo texto construido con elementos de la lengua término.
R C E LO TLO (=R') C' E' LT TLT (=R'') C''
Encontramos, por una parte, la realidad extralingüística (R) que transmite estímulos al hombre. Los estímulos provocan la comprensión (C) si traspasan esos obstáculos.
La expresión (E) también tiene una barrera porque no siempre podemos expresar lo que hemos comprendido. La mejor forma de expresarnos es mediante el lenguaje y el producto de esta expresión será siempre un texto. Dicho texto en la lengua de origen constituye una realidad de segundo grado (R') (derivada de una realidad auténtica).
El siguiente paso es la comprensión del autor que actúa sobre esa realidad de segundo grado. Su comprensión estará limitada a sus capacidades intelectuales, a su propia visión del mundo, etc..
Así, el proceso desarrollado por el autor concluye con el texto en lengua de origen. Es en la comprensión de los lectores donde se suele clausurar el proceso iniciado en la comprensión original.
A esto puede seguir un nuevo proceso expresivo, bien mediante la paráfrasis, o bien mediante la traducción.
Mediante la paráfrasis, el lector del texto en lengua origen tiende a comunicar lo que ha comprendido de éste. Su comunicación suele ser una conversación ordinaria, un comentario a un miembro / s de la comunidad lingüística o de otras comunidades desconocedoras de la lengua origen, pero no se puede dar el nombre de traducción.
La traducción surge cuando este lector siente, en relación con otros miembros de una comunidad lingüística cuya lengua conoce, el deseo de comunicar con la mayor exactitud posible el contenido del texto en lengua origen. Así, se inicia el proceso de traducción en E', que a través de la lengua término culminará con un texto en lengua término que supondrá una realidad de tercer grado. La comprensión que sigue es la meta natural de la traducción (C''). Para esta comprensión, el traductor necesita de la intuición, pero ésta puede no ser suficiente y habrá que llegar a un conocimiento científico o técnico. Igualmente, para que el traductor pueda alcanzar la comprensión del texto en lengua origen habrá de pasar por la lengua origen para conocer el sistema lingüístico en que este texto se ha producido.
Esto se basa en la fundamentación de que la teoría sí es necesaria. Considera García Yebra que este sistema lingüístico funciona simultáneamente en tres planos, que son los que hay que alcanzar para comprender un texto:
Aunque en notas a pie de página reconoce la implicación del plano pragmático como actualizador en el habla de los significados potenciales que tienen los signos lingüísticos en el plano de la lengua.
Nida y Taber consideran que hay fundamentalmente dos sistemas de traducción:
A(lengua).......(x)(punto de referencia común a ambas lenguas).......B(lengua)
(LO) (LM)
A B
Análisis Reestructuración
X Transferencia Y
Lo principal en este esquema es que, por primera vez, se abandone el sistema de dos fases. Hay un momento intermedio que hace que el proceso de traducción se complete en tres fases.
Este segundo esquema es considerado por Nida y Taber como más eficiente a la hora de dominar las técnicas para traducir. Entienden que las complejas estructuras superficiales de una lengua se construyen a partir de unos núcleos o proposiciones nucleares, que son elementos estructurales básicos en donde más coinciden unas lenguas con otras.
Por ello, nos aconsejan reducir el texto origen a su estructura básica, lo que hará posible transferir estas estructuras más fácilmente y sin distorsiones a las estructuras de la lengua término del texto pudiendo después generar la expresión que sea semántica y estilísticamente igual.
Fue un modelo que tuvo una amplia difusión en los años setenta (modelo transformacional). En él hay una primera transformación intralingüística (dentro de la misma lengua origen) y una transformación interlingüística (en la mente pasan las estructuras nucleares de la lengua origen a la lengua término), y de nuevo, una transformación intralingüística (en la lengua término).
Una adaptación al modelo transformacional es la propuesta por Vázquez Ayora en su Introducción a la Traductología. Según éste, el mecanismo transformacional nos permite descender desde la estructura lineal del discurso hasta las estructuras prenucleares que le sirvieron de base.
Se trata de un modelo muy similar al de Nida y Taber, solo que al análisis se le llama reducción (de la expresión del TLO, en términos de estructuras prenucleares); a la transferencia, traslado; y a la reestructuración, transformación.
Las principales críticas al modelo de Nida son que el texto origen no cambia nunca en su concepción, cuando hoy en día en lo que más se insiste es en que siempre hay huecos en un texto que hacen variable su interpretación y recepción.
Al analizar las distintas definiciones de traducción, al averiguar los factores que se conjuntan en el proceso de traducción, se consideran dos grupos fundamentales:
De esta manera es como se está imponiendo la idea de que la traducción es un acto complejo de comunicación. Complejo porque en él intervienen más elementos que en un simple acto de comunicación directa entre un emisor y un receptor. En el proceso de traducción, se necesita una especie de catalizador (traductor) que, además de receptor 1 se convierte en receptor 2 y efectúa un cambio de texto 1 a texto 2.
Así, Mercedes Tricás concibe la traducción como un acto de comunicación que pretende reproducir el sentido de un mensaje mediante la creación en otra lengua de un mensaje equivalente con una función comunicativa similar y expresado en la forma más adecuada posible para que pueda ser entendido por un nuevo lector en una nueva situación. En los elementos de esta definición encontramos una doble vertiente operativa:
A partir de esta concepción comunicativa, han surgido ideas sobre traducir que acentúan su interés por algunos de los elementos del proceso; por ejemplo: la función de la traducción; destinatarios de la misma... El éxito o el fracaso de la actividad traductora dependerán en gran medida de las aptitudes translativas del traductor, su competencia, etc.
Pilar Elena García siguiendo el modelo de factores de Reiss y Vermeer hace un esquema en el que muestra todos los elementos que concurren en la traducción. El traductor en el centro es el eje central del proceso translativo y debe tomar las decisiones durante el transcurso del proceso. Esta tarea del traductor se puede descomponer en dos fases:
El contexto situacional influye en la oferta de comunicación y podemos considerar en él las circunstancias de lugar / tiempo en las que viven el emisor y el receptor. El contexto socio - cultural de la comunidad de la LO en el que se halla inmerso todo el conjunto de la comunicación.
No es sólo la estructura de la lengua, ni siquiera la del texto la que guía al emisor a elegir tal o tal signo. Influyen el uso habitual de la lengua, los conocimientos previos que el emisor supone de los receptores y los conocimientos de fondo de la cultura misma.
El receptor también es parte integrante en la producción del texto ya que el emisor/ autor escribe pensando en un grupo de receptores potenciales y el traductor, en este punto, tenemos que considerarlo como uno de los receptores del texto de LO.
Las convenciones textuales pueden diferir de una lengua a otra. Incluso la función de la traducción puede ser distinta a la del TO.
El traductor es el eje central del proceso y él es el que inicia el proceso translativo con la fase de comprensión.
En el análisis pormenorizado del TO con el fin de obtener los datos necesarios que permiten la posterior reverbalización en un texto en LT. Mercedes Tricás afirma que se deben distinguir dos partes: comprensión e interpretación.
Aunque muchos traductores pretenden centrar su trabajo en la comprensión, comprender e interpretar constituyen dos procesos netamente diferenciados:
Descodificar un mensaje supone mucho más que identificar lo que éste dice y que significa también identificar el objetivo del texto (para qué y quién fue escrito).
Es necesario también saber si el texto es básicamente informativo y la información que transmite es de material objetivo o en cambio son conceptos abstractos. Si es expresivo e intenta crear una impresión de belleza o comunicar lo más íntimo del autor o, sin embargo, si se trata de un texto fundamentalmente vocativo y su principal objetivo es estimular las emociones del lector.
Descodificar un texto también significa analizar su estilo, el registro utilizado, el peculiar uso de la lengua del autor, el dialecto elegido, la identificación de los fenómenos culturales implicados, etc... Todos estos factores contribuyen a la comprensión global y detallada del texto. Teniéndolos en cuenta en la segunda fase (codificación) el traductor debe reproducir en un lenguaje correcto no sólo el contenido informativo sino también todos estos rasgos de la comunicación original. Está en cierto modo obligado a respetar las características del TLO, transferir el tono original creado por el texto de la LO buscando siempre producir un efecto lo más parecido posible en el lector.
Mencionaremos algunas matizaciones desde el punto de vista de la escuela del sentido y de la hermenéutica.
Hurtado Albir desde su concepción del proceso de traducción, concibe la comprensión como un proceso mental del receptor que en este caso es el traductor. Éste interviene con su saber lingüístico y extralingüístico utilizando de este saber lo que resulte pertinente para efectuar el proceso correctamente. Ya vimos y mencionamos que el resultado final de este proceso es el sentido considerado como la síntesis no verbal del proceso ( es decir, la elaboración cognoscitiva que el traductor efectúa a partir de la confluencia de todos los elementos, tanto lingüísticos como extralingüísticos, que están presentes en el acto de comunicación; por esto es por lo que se considera una fase de desverbalización).
El proceso de desverbalización es, por una parte, la parte final del proceso de comprensión y, por otra, la intermediaria en el proceso de traducción y permite inaugurar la tercera fase que será la de reexpresión.
El proceso de traducción se compone de tres fases: comprensión, desverbalización y reexpresión, en donde el traductor realiza la doble labor de receptor y emisor.
El funcionamiento correcto guarda estrecha relación con el funcionamiento correcto de los procesos de comprensión y desverbalización de cualquier comunicación unilingüe. El traductor ha de captar bien el TO. En esta captación del sentido, tiene que conocer el querer decir del autor y su intención comunicativa y en su reformulación ha de utilizar adecuadamente los medios de llegada para expresar ese sentido, pensando además en su destinatario, en lo que éste puede o no comprender y procurando que capte el sentido y perciba los mismos efectos que el destinatario de TO.
Desde la perspectiva hermenéutica podemos hacer algunas matizaciones a las diferentes fases del proceso de traducción:
B.1.Búsqueda de equivalentes desde el punto de vista terminológico o conceptual.
B.2.Contextualización del texto: En ocasiones el traductor dialoga con otros textos, lo cual es preciso tener en cuenta para comprender los argumentos presentes en el texto que traducimos (para la traducción de una manual de informática es preciso conocer las versiones anteriores).
B.3.Elemento estructural y sintáctico del texto: Atender a su estructura interna, organización sintáctica... ya que es preciso buscar una relación que sea lo más natural posible en la LT.
B.4.Elemento cultural: Atender al concepto socio - cultural en el que se ha escrito el texto para comprender en qué medida encontramos equivalentes en el texto de la LT.
B.5.El estilo: no ser traidores al continente del TO.
C. Hermenéutica del lector: Es necesario tener muy presente a qué lectores nos dirigimos en la LT cuando buscamos los equivalentes adecuados en dicha lengua.
Como vemos, nada es sistematizable desde el punto de vista hermenéutico ya que todo depende de las decisiones del traductor ante las tres variables: autor, texto y receptor en cada una de las etapas del proceso.
El punto de vista hermenéutico nos parece válido si se tienen en cuenta los principios fundamentales del modelo de los factores que hemos visto:
Tema 4. La Traducibilidad
Uno de los temas más debatidos en la historia de la traducción ha sido el de la posibilidad o imposibilidad teórica y práctica de la traducción. Se trata de un interrogante antiquísimo que continúa siendo abordado en la actualidad. ¿Es posible transferir un mensaje lingüístico con signos de una comunidad a otra comunidad con un sistema lingüístico diferente?.
Las respuestas han sido muchas: desde defensores de la tesis de la absoluta traducibilidad pasando por la traducción relativa, como actividad parcial hasta llegar a la negación de la traducibilidad y la caracterización de la traducción como una actividad imposible.
4.1 Traducibilidad absoluta
Defendida por los que creen en la existencia de una igualdad esencial entre todas las lenguas.
La lingüística chomskiana parte de la convicción de la existencia de universales lingüísticos. La tesis universalista establece que la estructura subyacente del lenguaje es universal y común a todos los hombres. Se piensa que los seres humanos acaban diciendo siempre las mismas cosas, aunque en distintos idiomas (universalidad de espíritus - confusión babélica).
Si las diferencias entre lenguas sólo son superficiales, será siempre factible la traducción de sus manifestaciones, ya que es posible acceder a los universales de los que derivan todas las gramáticas.
Steiner dice que traducir es, por tanto, superar las disparidades superficiales de las lenguas con objeto de traer a la luz sus principios comunes y compartidos, aunque desde otro punto de vista la pragmática lingüística considera que todo lo que puede ser pensado puede ser expresado en cualquier lengua. Así, en principio, la traducción es posible.
Desde la traductología también se defiende esta posibilidad, al considerar al traductor como un simple eslabón intermedio dentro de un proceso de descodificación de un mensaje que se vuelve a codificar con elementos de otro código.
4.2 Intraducibilidad
Se fundamenta en la importancia concedida a la lengua en el proceso de conocimiento e interpretación de la realidad. Encontramos aquí la hipótesis de Sapir - Whorf, también llamada Principio de relatividad lingüística.
Algunos puntos fundamentales de esta teoría son:
En definitiva, Sapir -Whorf, nuestra comprensión de la realidad está siempre determinada por la estructura de nuestra lengua materna. Si el mundo es comprendido y pensado por el hombre por medio de su lenguaje, y si estructuramos la realidad según las líneas trazadas por nuestras lenguas maternas, las lenguas pueden parecer entonces instrumentos no intercambiables, ya que cada una posee los medios adecuados para definir la realidad que le es propia.
Por tanto, si una lengua es el instrumento de expresión del modo de ver la realidad desde una perspectiva determinada, ¿cómo es posible pretender la reproducción de esa realidad desde otra perspectiva y mediante otras herramientas de expresión?
4.3 La traducción relativa (ni traducibilidad ni intraducibilidad)
Se trata de la tendencia actual en el mundo de la traductología. Defiende un término medio que no infravalora el papel de la lengua en el proceso, como ocurría en la primera postura, y que tampoco sobrevalora dicho papel, como ocurre en la segunda postura. La traducibilidad nunca puede ser total, sino sólo relativa, entre otras cosas por el simple hecho de que la comprensión del texto nunca podrá ser absoluta.
García Yebra hablando de traducción literaria, comenta los obstáculos que el texto presenta para su comprensión total y que en el mejor de los casos el traductor lo que traducirá será lo que haya comprendido.
Estas tres posturas pueden ser vistas a partir de tres conocidos trabajos sobre la teoría de la traducción:
Todas las lenguas sirven para expresar cualquier experiencia de orden intelectual, sea cual sea la clasificación de la realidad que suponga. Si se produce algún hueco en la terminología, ésta puede adaptarse, amplificarse mediante préstamos, neologismos o mediante circunloquios.
En definitiva, para Jakobson, hablar de traducción en el sentido de correspondencia exacta y total no existe; pero sí se puede hacer una aproximación global entre lenguas, por distintas que éstas sean.
Existe una pérdida manual de contenido, debido a la necesidad de hacer elecciones con motivo incluso de la estructura gramatical de cada lengua. Esto, por supuesto, se soluciona con el contexto, así que cuanto más rico sea el contexto, más pequeña será la pérdida de información.
Reconoce además que la dificultad de la traducción se acentúa cuando se hace preciso atender a lo que él llama actitudes mitológicas de la comunidad lingüística y a la existencia de una carga semántica especial hasta en la cuestión de las categorías gramaticales. Comenta que para ser fiel al original, aquí se hace necesaria una especie de recodificación interpretativa. Hay que insistir que en el campo de la poesía dice que ésta por definición es intraducible y que en ella sólo cabe una transposición creadora.
En definitiva, parece que plantearse el problema de la transferencia semántica denominada traducción ha sido ante todo plantearse el problema de la diversidad de los sistemas lingüísticos y de la necesidad y posibilidad de comunicarse entre ellos.
La posibilidad de forzar o distorsionar unos signos lingüísticos para que se adapten a las necesidades de otro sistema no parece tan evidente ni es tan simple. Sin embargo, aunque desde una perspectiva lingüística pueda pensarse en la imposibilidad de traducir, lo que no puede negarse es que la traducción es una tarea repetida a diario por muchos profesionales y éste es el mejor argumento a favor de su viabilidad.
Para Mercedes Tricás la traducción es posible por una razón primordial: las lenguas poseen, además de una dimensión lingüística, una dimensión comunicativa. Entonces la capacidad de los sistemas lingüísticos para comunicar ideas, sentimientos, hace que estos puedan adaptarse mediante estrategias diversas y complejas a las más variadas necesidades expresivas.
Dice Tricás que es preciso contemplar la traducción esencial, como un acto de comunicación y si las lenguas pueden poseer, por ejemplo, términos que no tengan equivalentes, siempre es posible que en el interior de una situación comunicativa, el emisor encuentre el modo de hacer llegar a un oyente el sentido que dichos términos recubren.
En definitiva, un texto nunca podrá ser totalmente intraducible. Puede presentar serias dificultades de traducción en algunos segmentos pero incluso en éstos, integrados en una situación de comunicación, es posible, una transferencia como mínimo parcial del sentido.
Dice Tricás que es justo y conveniente reconocer la existencia de ciertos problemas de intraducibilidad, la cual puede situarse en dos niveles: intraducibilidad lingüística e intraducibilidad cultural. Dentro de la lingüística, cada binomio de la lengua puede presentar dificultades en la transferencia de su materia lingüística, los típicos ejemplos “fleuve, rivière” siempre son solucionables a partir de la contextualización del vocablo.
De todas formas, defender la posibilidad de reproducir exactamente en la traducción ciertas construcciones como por ejemplo los juegos de palabras revelaría un optimismo poco realista; es decir, la intraducibilidad puede encontrarse en casos concretos cuando todos los recursos se han agotado y no se ha logrado una equivalencia funcional entre los dos textos.
En cuanto a la intraducibilidad cultural, los problemas planteados por la transferencia de los diferentes códigos culturales son más complejos. Cuando las lenguas que el traductor debe poner en contacto son el vehículo de expresión de sistemas sociales y culturales muy alejados entre sí, los problemas de transferencia cultural pueden ser notables, sobre todo si entre el texto y la traducción han transcurrido muchos años. Claro está que entre lenguas más próximas las distancias son menores y la traducción es más accesible, porque existe una zona común, es decir, un conjunto de conocimientos, creencias, costumbres compartidas. De todas maneras, dice que en el caso de un elemento transferible por su pertenencia a una cultura ajena y sin equivalentes en la cultura de llegada, la dificultad se puede solventar con mayor facilidad que cuando hay mayor coincidencia cultural, gracias al mayor margen de maniobra cultural que tienen los textos que en esta ocasión no se encuentran limitados por aspectos formales del idioma.
En otras ocasiones, la aparente intraducibilidad cultural viene motivada por una falta de conocimiento del contexto cultural de la lengua de partida y de la de llegada por parte del traductor.
Rosa Rabadán dice que es preciso abandonar los planteamientos de posibilidad / imposibilidad por unas posturas más pragmáticas y que respondan más a la realidad. La traducción sí es posible y por lo tanto es un anacronismo hablar de intraducibilidad en sentido genérico. Sin embargo, tampoco es posible traducirlo todo. Surge lo que se llama inequivalencia, es decir, determinadas zonas donde la expresión de la equivalencia queda limitada. Pero son eso, limitaciones de distinto tipo para la expresión, pero no imposibilidad. La inequivalencia será para ella una noción funcional que surge de la imposibilidad de someter todos y cada uno de los rasgos del texto original a los parámetros de aceptabilidad del polo meta.
Un análisis de los productos de la traducción demuestra la existencia de determinadas áreas en las que es frecuente la limitación de la expresión de equivalencia.
Siguiendo a César Santoyo, Rabadán divide la inequivalencia en tres grandes áreas:
Está claro que hay riesgo de ilimitaciones en toda transposición. Por esta razón los teóricos de la traducción como, por ejemplo, Delisle nos ponen en guardia ante una pretensión de perfeccionamiento exagerado. Nos recuerda que traducir consiste básicamente en elaborar un mensaje que se aproxime en la medida de lo posible al acto de comunicación inicial.
Traducir significa reproducir lo que se ha dicho y comprendido por otro, pero no en una ecuación lingüística, sino recreando la expresión original en unos valores que sean familiares para unos nuevos receptores. Se trata, en definitiva, de forzar un contenido en otro ámbito cultural, y volviéndolo a pensar con otra vestimenta lingüística. Hay quien opina que la insatisfacción que siente el traductor al acatar su trabajo se debe a su idea errónea de la traducción como una simple labor de reproducción del original.
Se dice que esta dialéctica metodológica en torno a si es posible o no la traducción, en realidad surge del propio traductor cuando siente la necesidad de justificar a posteriori sus trabajos. Pero es que el traductor no es un simple intermediario entre hombres separados por barreras lingüísticas, no es un esclavo del autor original, no es un simple codificador y descodificador de mensajes, sino que es ante todo un intérprete y no puede centrar su problema en la dificultad o no de encontrar equivalencias lingüísticas.
Por otra parte, hay quien opina que, vistas las dos posiciones extremas, el lector de una traducción lo que estará haciendo será, o bien tratar con una aproximación parcial que se esfuerza por asemejarse en lo posible al original, o estará leyendo un original del traductor basado en una obra que a ese traductor le ha servido de idea fuente.
Esta opinión de los dos extremos podría concluirse con García Yebra, que basado en la incomparabilidad del léxico, morfología y sintaxis de las distintas lenguas, así como en la disparidad de las culturas correspondientes, hay que reconocer que es imposible la traducción perfecta; pero si los actos humanos no sólo son aceptables, sino excelentes si se realizan lo mejor posible, a esta calidad debemos aspirar también en la traducción.
Tema 5. El concepto de equivalencia
El efecto de equivalencia es el que garantiza la viabilidad del acto traductor, ya que permite llevar a cabo una manipulación y redistribución de la materia textual sin que por ello se pierda lo esencial de su contenido ni sus características.
Todos los teóricos de la traducción utilizan, de un modo u otro, la noción de equivalencia como un postulado teórico básico para definir la noción de traducción y como el objeto esencial que debe perseguir ésta.
En el siglo pasado Schleiermaier afirmaba que hay muy pocas palabras en la vida diaria que tengan un exacto correspondiente en otra lengua y que sean susceptibles de ser utilizadas en los mismos contextos para producir los mismos efectos.
R. Jakobson, en Aspectos lingüísticos de la traducción, estableció tres formas distintas de traducir: traducción intralingüística, interlingüística e intersemiótica o transmutación. Para Jakobson la equivalencia absoluta no existe en ninguno de los tipos de traducción; sin embargo, sí nos decía que toda experiencia cognitiva puede expresarse en cualquier lengua, pues ésta, como instrumento de comunicación, dispone de recursos para superar las barreras impuestas por la organización estructural peculiar de cada sistema. La misión del traductor será llevar el contenido del TO a la LT, de manera que garantice lo que llama “equivalencia en la diferencia”, ya que no tratará de sustituir unas unidades por otras sino mensajes enteros. El traductor recodifica y transmite el mensaje recibido de otra fuente mediante otro mensaje en otro código diferente.
Entendida la traducción como descodificación y posterior recodificación, supone que las funciones lingüísticas cuando están subordinadas a otras de tipo textual, esa traducción es imposible.
Entendida de esta manera, cuando las funciones lingüísticas están subordinadas a las funciones textuales es imposible traducir (poesía).
Kadford parte de la equivalencia textual antepuesta a la equivalencia formal. Si toda lengua posee un sistema semántico cerrado frente a los demás sistemas lingüísticos, sólo en casos excepcionales se podría hablar de correspondencia formal. Es decir, son pocas las ocasiones en las que un significado de segmento LO coincide con un segmento de LT. Aunque los segmentos de la LO y LT no coincidan formalmente, sí pueden ejercer la misma función comunicativa en contextos situacionales semejantes y, por lo tanto, ser equivalentes a nivel textual. Los textos o segmentos de LO y de LT serán equivalentes cuando sea intercambiables en una situación determinada.
De esta manera, el conjunto de texto de LT se medirá por la cantidad de rasgos situacionales que tengan en común con el texto de LT pues el objetivo de la traducción no será la selección de equivalentes de LT con el mismo significado de los elementos de LO, sino la selección de equivalentes de LT con la mayor implicación posible en el área situacional implicada.
Desde este punto de vista lingüístico funcional en el que el concepto de situación se reduce al texto, se sigue sin considerar la interacción entre el traductor y los receptores así como tampoco se considera el conjunto de variables situacionales delimitadas por el contexto extralingüístico y tan importantes en el funcionamiento del lenguaje.
Quizás el modelo teórico fundamentado en la noción de equivalencia sea el de Nida; desde un punto de vista etnológico, Nida afirma que el principal interés es conseguir de los receptores meta las mismas respuestas que el TO obtuvo de sus receptores. Afirma Nida que hay dos tipos de equivalencia (formal y dinámica) y su experiencia como traductor le demuestra que la equivalencia formal es posible en raras ocasiones, ya que factores como las diferencias culturales o distancias geográficas entre lenguas no permiten el calco de las estructuras formales. Por ello, frente a la equivalencia formal establece el principio de equivalencia dinámica: pretende una equivalencia de efecto; es decir, que el texto, superando las distancias lingüísticas y culturales, debe adaptarse plenamente al nuevo lector y ser natural en el ámbito de comunicación lingüística. El trabajo de Nida es el primero que incorpora de manera explícita al lector meta en el tema. Con su principio de equivalencia dinámica, subraya la importancia del tercer elemento de la comunicación intentando superar la decimonónica controversia.
Desde el punto de vista pragmático textual, una traducción comunicativa persigue obtener textos que dentro de la cultura terminal tengan por sí mismos un valor equivalente al texto de la LO en todas sus dimensiones. Pero como comenta Pilar Elena García, la dificultad que se le presenta a la teoría de la traducción es la de determinar cuándo se puede decir que dos textos, un original y una traducción, tienen igualdad de valores en dos lenguas y en dos culturas diferentes; es decir, son necesarios unos presupuestos o normas translativas que ayuden a traductor en el momento de seleccionar equivalentes en la fase del proceso de traducción que media entre la fase de comprensión de texto de LO y la fase de reverbalización en el texto de LT.
Algunos autores aseguran que la teoría de la traducción ha sido incapaz hasta ahora de crear un concepto diferenciado y operativo del concepto de equivalencia. Los factores fundamentales de esta casi absoluta inseguridad del concepto de equivalencia radican principalmente en tres causas que tienen que ver con el traductor, con el texto y con el receptor. Éstas fueron presentadas por Wills:
Para Pilar Elena García, el análisis más detallado acerca de la equivalencia y de las posibles claves de equivalencia es el que realiza W. Koller. Él distingue cinco tipos de equivalencias y las establece atendiendo a cinco puntos que considera puntos de referencia para marcar el grado de correspondencia entre un texto de la lengua origen y un texto de la lengua de llegada. Habla de:
A estos tipos de equivalencia, König añade otras dos a las que denomina básicas porque son las que determinarán una jerarquía de prioridades entre los demás tipos de equivalencias mencionadas:
A partir de estos dos autores obtenemos un esbozo de lo que puede ser la búsqueda de la equivalencia una vez realizado el esbozo en la lengua origen.
El concepto de equivalencia debe ser entendido como el conjunto de una serie de equivalencias parciales por medio de las cuales se trata de conseguir la igualdad de valor en la traducción de los distintos aspectos del texto en la lengua origen. Ya hemos dicho que la prioridad de estas equivalencias parciales vendrá determinada por las dos equivalencias básicas.
Concluye Pilar Elena García que el traductor, además del análisis del tipo de texto y la función comunicativa que éste representa, además de la selección de equivalencias, es decir, la determinación de las características del texto funcionalmente relevantes, además de la jerarquización de las mismas, es decir, la determinación de en qué orden han de tenerse en cuenta, debe tomar sus decisiones en consonancia con la función de la totalidad textual (con el contexto lingüístico de ambas lenguas y con el contexto situacional y socio - cultural).
Reiss y Vermeer consideran que no se puede hablar de que existe equivalencia sino que habría que hablar de adecuación, que consiste en la elección de signos adecuados a la finalidad de la traducción. La equivalencia tiene que ir más allá del texto y abarcar una equivalencia cultural.
Ya vimos autores como Reiss y Vermeer y su teoría del Skopos, que hacen hincapié en la función del texto origen y en la posibilidad de un cambio de ésta en el texto traducido. Cuando la traducción tiene su propia función, es decir, cuando la finalidad del texto origen y la de la traducción no coinciden, es cuando no podemos hablar de equivalencia sino de adecuación.
Por otra parte, el traductor suele trabajar por encargo y el tipo de encargo influirá en la estrategia translativa que pretenda seguir. Dependiendo del encargo optará por la permanencia o el cambio de función en el texto de la lengua de llegada.
Si se cambia alguna función de ambos textos, ya no hablaremos de equivalencia sino de adecuación (adecuación de signos a la lengua final con respecto al texto de partida). Se trata de adecuar la traducción a la finalidad que con ella se pretende ya que, si entendemos la traducción como oferta de información, ésta sólo puede ofrecer una parte de la información contenida en el texto de partida. El principio dominante en toda translación es su finalidad, por tanto, se pretenderá producir un texto final adecuado a dicho objetivo. La adecuación, por tanto, engloba a la equivalencia. Se traduce adecuadamente cuando la elección de los signos de la LT se supeditan consecuentemente a la finalidad de la traducción y se traduce en equivalencia entendida como tipo especial de adecuación, cuando la función del texto en LO y la del TLT permanece invariable, es decir, cuando se cumple de igual modo la misma función comunicativa en sus respectivas culturas.
Rosa Rabadán ha dedicado gran parte de su libro a recoger distintas acepciones del concepto de equivalencia a lo largo de la historia de la teoría de la traducción y, tras hacernos ver sus deficiencias propone la equivalencia translémica, que viene enmarcada dentro de unos factores históricos. En primer lugar, nos hace ver que si tomamos el concepto de equivalencia como un simple ejemplo de análisis contrastivo, le estamos dando a ésta un carácter estático y normativo, es decir, estamos suponiendo a priori la existencia de correspondencias fijas, de equivalencias establecidas como correctas, ya sea entre unidades de lengua (planteamientos lingüísticos), ya sea la de tipos textuales (planteamientos textuales). Vienen a suponer que para cada texto origen sólo habría un texto de llegada posible. Rosa Rabadán piensa que la noción de equivalencia debe ser dinámica y funcional. Es preciso abandonar los enfoques lingüísticos reduccionistas y considerar los factores textuales, socio - culturales y el conjunto de circunstancias que se dan en cada momento histórico. El gran reto al que nos enfrentamos es cómo conseguir que el texto origen y su traducción sean el mismo texto cuando todos los factores que intervienen en el proceso son tan distintos.
Es necesario, por tanto, cierto tipo de relación que defina el texto de llegada como traducción de un texto de origen determinado, sin establecer una relación que nos diga porqué este texto de llegada lo consideramos traducción. Esta relación global se califica de única e irrepetible, para cada binomio textual presenta un nivel jerárquico superior al de las relaciones estrictamente lingüísticas o textuales, ya que está subordinada a normas de carácter histórico. Y esta noción de carácter funcional o relacional es lo que se llama equivalencia translémica. Es dinámica y su fin último no es conseguir la versión correcta, sino actualizar, llegar a conocer una versión equivalente que sea aceptable en el sistema meta. La actualización de las relaciones potenciales de equivalencia es distinta en cada proceso de transferencia, en cada binomio textual y en cada momento histórico.
Se parte de que, tanto el texto origen como el de llegada pertenecen y funcionan respectivamente en un polisistema origen y en un polisistema meta. El polisistema lo define como el conjunto de sistemas semióticos interrelacionados de forma dinámica y regulados por normas históricas. En este conjunto se inscriben las actividades comunicativas del ser humano, entre ellas la traducción.
La noción de norma viene a constituirse en el parámetro que nos explique por qué en un texto meta se eligieron determinadas opciones del potencial de un sistema y no otras, por qué los lectores de un polisistema X aceptan unas versiones y no otras y, en resumen, la noción de norma nos indica el puente que une las equivalencias posibles de un texto dado con las equivalencias concretas actualizadas entre un texto origen y un texto de llegada.
Estas normas son las que regulan el espacio intersubjetivo existente entre las reglas del sistema abstracto y las idiosincrasias particulares de cada traductor. En definitiva, las normas representan el conjunto de valores compartidos por los usuarios y que se plasman en instrucciones aplicables al proceso traductor.
Según Toury estas normas se dividen en:
Cuando la traducción tiende a conservar, sobre todos los rasgos lingüísticos y textuales del TO, el TM mostrará un tipo de equivalencia formal y, en cambio, si se prima el polo de la aceptabilidad, las relaciones de equivalencia serán más del tipo funcional. Lo aconsejable es buscar un equilibrio entre adecuación y aceptabilidad.
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Enviado por: | Ricardo Montero Gómez |
Idioma: | castellano |
País: | España |