Filosofía
Filosofía de la persona
Viernes 9 de mayo del 2003
FILOSOFÍA DE LA PERSONA.
El término persona es de origen teológico. Hay personas divinas y personas humanas. Pero ahora hablaremos de antropología filosófica. Nos vamos a centrar en el ámbito de la persona humana.
La filosofía no sólo “se expone”, sino que se ha de vivir. Por eso voy a tomar una postura dialógica. Los voy a cuestionar, los voy a retar. Tal vez no terminemos el temario, pero así llegaremos a lo que nos interesa. Es como en un museo. La labor del guía da una visión panorámica. Pero luego nos detendremos en lo que nos interesa. En aquellos aspectos que les van resultando de mayor interés. Máxime de que no me estoy dirigiendo a profesionales de la filosofía. Por eso quisiera normar los temas con lo que a ustedes les interesa.
Ya lo decía Platón. La filosofía vive del diálogo. El monólogo es lo más inapropiado. Las filosofías solipsistas son las más inadecuadas. Así se cumple el objetivo de la filosofía: la visión de totalidad. Tienen ahí el temario. Esta primera sesión es de carácter meramente introductorio. Ubicaremos desde el punto de vista metodológico y antropológico el tema de la persona. De la persona humana.
Ya en el curso de Antropología filosófica se habrán enfrentado con la peculiaridad que tiene el tema del hombre en la filosofía. No hagan un esfuerzo de memoria. ¿cuál es el impacto del tema del hombre?
- la racionalidad, la libertad…
Cuando el hombre es abordado filosóficamente se adopta un determinado punto de vista. El propio de lo que llamamos filosofía. Un saber que va al fondo, a lo más radical, que intenta no ser parcial, no tener sólo un punto de vista. Y esos temas son propios del hombre, pero no es ésa mi pregunta.
Pero lo que quiero preguntar es otra cosa. La filosofía se pregunta por el universo, pero cuando se pregunta sobre el hombre, ¿qué es lo que llama la atención?
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a mí me llama la atención que yo soy hombre.
Si filosofo sobre el mundo, el mundo no filosofa sobre mí. Es el objeto y el sujeto. Cuando se filosofa sobre el hombre resulta ser que la antropología filosófica versa sobre aquel quien la hace. Eso le da un lugar especial: es único. Puedo filosofar sobre cualquier otra cosa y nunca ocurrirá lo que sucede cuando filosofo sobre mí mismo.
Esto da lugar a otra cosa. Lo primero que La filosofía del hombre en el panorama de la filosofía. Y ustedes han dado en el clavo: uno mismo.
Wittgenstein: “hay preguntas que hacemos, pero hay otras preguntas que somos.”
Si filosofo sobre el hombre me topo con eso. Las preguntas que puedo hacerme sobre el hombre, no son sólo preguntas que formulo, sino que son preguntas que protagonizo.
Cuando me refiero a la grandeza y precariedad del hombre me refiero a mi propia grandeza y a mi propia precariedad. No puedo aproximarme al estudio del hombre como me aproximo al estudio de otras cosas: la sustancia, los accidentes… Sustancia me suena a piedra. Tengo un prejuicio cósico respecto del concepto de sustancia. No se me ocurre pensar en mí mismo en términos de sustancia. Ese tema no me interpela. Si me puede suscitar preguntas: ¡nunca se me había ocurrido que la realidad está compuesta!... y una de las primeras cosas a que nos remite el asunto de la sustancia es al fenómeno del cambio. Ser lo mismo y haber cambiado. Es interesante, es absorbente desde el punto de vista intelectual, pero no me alude personalmente. Si concluyo “la sustancia es contingente”. En cambio si concluyo “el hombre es mortal” eso ¡sí me alude! Si un señor dice “el hombre es lo que come” y no me dedico a comer. En cambio Sartre, cuando dice “el hombre es una pasión inútil” ¿por qué no se dio un tiro ahí mismo? ¡no se lo creía!
La conciencia de que estoy filosofando sobre mí mismo se pierde fácilmente.
Los que filosofan -la filosofía no existe, existen los que filosofan, los escritos son el fósil de la filosofía, y sólo será filosofía si lo revivo en mi propia mente- son hombres. Bien.
Actualizar lo que se ha dicho filosóficamente acerca del hombre implica verlo en mí. Si no lo veo en mí, es como pensar que se ha dicho de los demás.
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este olvido que se da… si uno le pregunta a la gente qué es filosofía dicen que es lo que se ha dicho acerca de lo que es de hombre, entonces no lo siento en primera persona… Confunden ser filósofo con “saber lo que han dicho otros”. Ser sabio no es ser “leído”.
Sí. Tal vez sepa más un campesino que se responde las preguntas más existenciales, que uno que se sabe toda la enciclopedia. Es como la medicina, no basta saber medicina para ser médico. La filosofía está al alcance de todos.
Ok. Yo sólo puedo comprender filosóficamente al hombre si remito aquello que se está diciendo a mí mismo.
El tema del hombre es relativamente tardío. Primero se filosofó sobre el arjé. Ocuparse del hombre es después de algunos siglos. No deja de ser curioso. Siendo tan apto el tema del hombre para hacer filosofía, ¿por qué se tardó tanto tiempo?
Tengo una explicación psicológica. ¿Cuándo te das cuenta de tu conciencia?
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en la adolescencia
Coincido contigo. ¿Por qué antes no hay conciencia de sí?
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porque no depende ya tanto de sus padres.
En la adolescencia me doy cuenta que no me bastan los razonamientos del padres. Siguen dependiendo de ellos, pero no le bastan.
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los niños tienen confianza en sus padres, si sus papás dicen a es a; en cambio los adolescentes no.
El niño no sabe que tiene la vida en sus manos. No se decide a ponerse en manos de otro porque no sabe que se tiene.
Es como el niño que no distingue entre su cuerpo y lo exterior. Está volcado al exterior. Al principio el mundo y el niño están fundidos, no hay una diferenciación. El proceso de maduración psicológica es estar discerniendo. Esto ocurre en la adolescencia. De pronto se advierte “separado de”. Esto provoca inseguridad. Hay otros fenómenos que lo manifiestan. Los cambios morfológicos. Las manos tan grandes, uno se tarda en acostumbrarse al tamaño. La nariz crece, las cejas se ponen más espesas… eso da inseguridad.
Lo que era mi mundo ya no es mi mundo. Lo que antes me gustaba jugar ya no me interesa. Me siento ridículo jugando esto. Pero al mismo tiempo siento nostalgia. ¿Por qué? Aquello ya no es mi mundo. Mi mundo está ahora dentro.
Eso ocurrió en la historia de la filosofía. También se accede a la maravilla del mundo interior cuando uno tiene por primera vez amigos íntimos. Esto tiene una peculiar motivación para ocuparse acerca del hombre.
Una preceptuada (en la UP de Guadalajara, al inicio) me contaba que tenía un novio megalómano: que sólo hablaba de él. ¿Qué hago, profesor? Ya le dije -¡Ya basta! Y ¿sabe qué me contestó? -tienes razón, ahora habla tú… de mí.
Si no me interpela lo que se está diciendo, o no me cae el veinte (estoy en la ignorancia) o no es verdad. A mí no me interpela Darwin: o no me ha caido el veinte, o no es verdad. Prefiero pensar que no es verdad. ¡ese es el peligro! Que pensemos que no es verdad porque así lo preferimos.
Si yo admito que esto es verdad, entonces no puedo seguir igual.
Entonces: o cambio o me equivoco. Si no quiero cambiar, entonces adapto la filosofía a mi vida.
Pascal se daba cuenta de eso y hacía una pequeña oración: pedía a Dios no apartarse de la verdad aunque pudiera incomodarle.
No hay frontera entre el sujeto y el objeto. La filosofía del artefacto. “Este artefacto es inútil”, ¡pobre artefacto! Pero si me dicen “eres un inútil porque no sabes usar el artefacto”, ah sí entonces sí brinco.
¿Cómo le hago entonces? Es inevitable que cuando pienso en algo lo pongo frente de mí. Siempre hay un objeto. ¡Conozco!, ¿qué conoces? ¡nada! Ah, entonces no conoces. Siempre que conoces, conoces algo. La objetivación es parte del conocimiento.
Cuando me pienso a mí mismo lo que pienso no soy yo.
Yo pienso en mí. ¿Qué diferencia hay entre el yo y el mí? El yo es el sujeto y el mí es el objeto. ¿Cuál es la diferencia ontológica?
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tal vez el yo-objeto es lo universal, la humanidad.
Te lo pongo más difícil: estoy pensando en mí, ¡en mi propio yo!
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el yo-objeto no es un yo actual
¡Eso me gusta más!
- el yo que pienso está en acto, pero el mí es potencial o histórico. Ese yo es el fósil de sí mismo.
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el yo que pienso es en sí, pero el mí está afectado por los límites del conocimiento
eso me gusta. Esa es otra diferencia.
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lo diré más práctico: el yo es corporal, pero el mí es espiritual.
Capto la intuición. El mí nunca será corporal. El yo pensante es espiritual y corporal. Ese yo pensado no es físico. Eso pensado es un cuerpo representado, no es físico.
Había una caricatura. Una especie de malvavisco con ojos. Si nuestro yo pensado fuese físico, nos duplicaríamos. Pero no sólo físicamente, sino existencialmente. Yo puedo decir: “mí piensa en yo”. No.
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porque el mì no piensa, es una idea.
El mí que yo pienso como el yo
El yo pensado por mí no existe sino en la medida en que está siendo pensado, en cambio yo no dejo de existir. Esto no ocurre en Dios. El Dios pensado por Dios existe en sí mismo. S. Agustín dice: el Verbo es Dios pensado por Dios. Existe en sí.
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entonces el mí es mi intimidad…
¡pero no es la intimidad! La intimidad es capaz de sentir, de pensar… pero eso no sucede con la representación de mi intimidad.
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el yo pensante piensa según las posibilidades … entonces el mí puede ser falso, entonces el “mí”.
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Puede estar pensando lo que quiere ser ¡o lo que cree ser! Por eso hay que ser como Pascal
El acto de conocerme, es re-conocerme. No es conocer cualquier cosa.
Para ser objetivo respecto de mí mismo ¡no puedo ser objetivo! Tengo que ser objetivo y subjetivo. Subjetivo no en el sentido de pensar lo que me dé la gana, sino subjetivo en el sentido de aproximarme a mí en cuanto sujeto.
Lo que yo piense de mí será falso sólo si lo pienso como definitivo.
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es como negar el cambio o negar que soy más allá de lo que pienso de mí. Aunque lo que pienso de mí sea lo más cuidadoso, atento… no soy yo, puesto que soy más de lo que pienso de mí.
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¡es lo que dice S. Agustín respecto de Dios!… se le aplica al hombre en la medida en que participa de una manera especial de la realidad de lo divino, que es lo que me hace persona. No se puede ser persona sin participar de lo divino.
Estamos en la introducción, es difícil y abstracta. Pero ya iremos yendo a lo práctico. Ya verán tiene sus consecuencias. Son precauciones metodológicas.
El yo pensado por mí no piensa. Es la advertencia clara que tiene lo que de mí mismo pienso. Si le preguntara al yo pensado por mí, ¿qué piensas?
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Me contestaría: ¡tú contestame!
Aquello que en lo que se filosofa es el mismo que el filosofante. 1ra advertencia: lo que pienso acerca de mí es siempre insuficiente. Deja siempre puntos suspensivos, que te hagan descubrir algo nuevo. Cuando dejas de ir a más te estás jubilando como persona.
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el yo sujeto que piensa en mí, el pensado por mí modifica al propio sujeto. Además seguramente las capacidades que hay en mí cambiarán. (Pilar Moreno). Yo no soy lo que de mí pienso.
Pusiste el ejemplo perfecto: el enfermo que advierte que es más de lo que de sí mismo advierte, cuando lo advierte está en proceso de curarse. El acceso a mí no está en la vía de pensarme. ¿Qué otro recurso tenemos para conocerme?
Dijiste otra cosa: pero lo que me modifica no es el mí pensado, sino el acto de pensarlo. Como es el mí el que pienso (y no los números discretos…) me modifica más que otros objetos. Las implicaciones del acto de pensarme me modifica más que pensar en los hoyos negros. No es indiferente al que piensa que se piense. Una de esas cosas que me pasan: sentirme comprometido. Eso me está inquietando. Me mueve el tapete.
Filosofar significa admirarse. El thauma suena a trauma. El que te impacte algo. Eso es asombrarse. Y la admiración es no cejar. Ad-mirar es adherirte a aquello que te impacto. Hay gente que se asombra pero pasa de largo. ¿Por qué porque le da vértigo?
Doy clases en una escuela de negocios. Y cuando me traiciona mi condición de filósofo y saco estas cosas… la gente hace mohín.
Estamos de vuelta no porque no haya cosas de qué maravillarse, sino porque no nos detenemos.
Cuando filosofas te cuestionas muchas cosas. Entras en el terreno de arenas movedizas. Al que tiene vocación filosófica eso le gusta. Se arriesga.
Esto como introducción tiene un propósito: hacer de lado algunos esquemas previos que ya podemos tener. Ya tenemos ideas previas. Pero también tenemos que aprender a prescindir de ellas cuando hace falta. Hace falta soltar amarras por un rato. Da vértigo. Pero si no lo haces sigues aferrado a tus nociones de siempre, te enterarás de algo. Pero no te cae el veinte.
Ahora quisiera insistir en la importancia que tiene que hagamos esto. Filosofar sobre la persona humana.
Creo que nuestra época es una época de profunda crisis porque no se cae en cuenta de lo que es la persona humana. Sobran datos sociológicos. El tema del aborto es una manifestación de la profunda crisis del conocimiento de lo que significa ser persona. Si tuviéramos conocimiento de lo que significa la persona humana… ese tema no sería así.
Lo mismo podemos encontrar en otro tema: el divorcio. En el fondo está presente la crisis de la noción de persona. Cuando dos personas se unen en un nivel auténticamente personal no tienen motivo para divorciarse. No quiere decir que la unión se dé a golpe y porrazo la primera vez. ¡Por eso el matrimonio es para siempre!
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siempre ha habido en la historia manifestaciones de que falta respeto a la persona
Es verdad. En otras ocasiones ha habido ignorancia; en ésta es ceguera voluntaria. Esa es la diferencia. No querer ver.
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¡es soberbia!
Cerrarse voluntariamente al conocimiento de la persona. El hombre tecnológico. ¿Qué es el hombre tecnológico? El que no está dispuesto a ceder a un conocimiento que no te dé dominio. Al que busca el poder, el dominio, someter a la persona es negar la persona. El hombre político, el hombre tecnológico, el hombre económico… son los tipos de la sociedad a la que la noción de persona resulta subversiva.
El método ha de adecuarse al objeto.
La filosofía es un saber radical.
La filosofía es un saber sintético. No es recorrer los conocimientos (ir por todas las calles de la ciudad) sino verlo desde el punto desde el cual es posible ubicar los distintos saberes que pueda haber sobre el hombre.
Es saber plenario. Pero ¿quién puede atribuirse tanto? La filosofía es una aspiración. Es un saber de búsqueda.
No significa que nunca se alcance lo que se quiere. Sí da respuesta. Pero las respuestas que da son respuestas que nos abren nuevas interrogantes. El empeño del que filosofa. No detenerse. Con esto que he aprendido, ¿qué otras cosas puedo saber?
Gilson: si el filósofo es un hombre que sabe es porque es un hombre que ama. Lo que lleva al saber al filósofo no es el saber, sino el amor. Gilson capta muy bien el carácter filial de la filosofía, está más en el amor que se pone en el saber, que en las respuestas. San Agustín: “busca siempre, avanza siempre, si te detienes, estás perdido”
Si haces filosofía de la persona tienes que estar abierto. Esa actitud metodológica es indispensable. Ante la pregunta: ¿qué es el hombre? Habría que decir: no es un qué es un quién. Y luego “el hombre” habría que precisar: “soy yo”. Por eso la pregunta es: ¿quién soy yo?
Cuando respondo “persona humana”. Humano. Lo humano. ¿Es? “la mujer no nace, se hace”. Este slogan viene de Simone de Beauvoir. Intentan negar la naturaleza. La liberación sexual es liberación de la naturaleza. Ya que se revindican los derechos de los homosexuales, después se revindicarán los derechos de los pedófilos. Si los niños no se oponen.
¿Qué recurso utilizamos para referirnos a la persona humana? ¡El nombre!. El nombre tiene sentido cuando estoy frente al nombrado. “Elena de la Fuente” no dice nada si no la conocemos. El nombre intenta expresar al individuo. Los motes son esto.
Los judíos intentaban expresar en el nombre las características del individuo. Y Dios cambiaba el nombre cuando daba una vocación especial. ¿Quiénes son los Vedas? Aquello que ve no puede ser visto, aquello que oye no puede ser oído. Esto sucede con la persona. Lo pensado no es persona.
Cuando nos preguntamos qué es el hombre nos estamos preguntando sobre algo que existe. ¿Qué es un bodrogo? … es algo que inventó un amigo mío es una especie de tío cosa. Pero en tanto que no les he dicho esto, era ocioso que hiciera la pregunta qué es un bodrogo, tendríamos que saber que existen los bodrogos.
La pregunta ¿por qué suceden los eclipses? Debe estar antecedida por la certeza de que existen los eclipses.
Cuando me pregunto: ¿quién soy yo? Es porque existo. La pregunta implica que soy algo. Que ya soy. Es como la pregunta: pienso, luego existo.
Habría que aclarar. Pienso gracias a que existo. Es una constatación. No es una prueba.
¿Qué pretendo cuando pregunto QUIÉN soy? En el QUÉ pretendo un saber. Pero en el QUIÉN pretendo otra cosa. El quién ya connota el sentido de una respuesta.
¿Existo? ¿Es ociosa la pregunta? No es ociosa. La respuesta a esta pregunta es una evidencia. Desde que me hago la pregunta asumo que sí. ¿Es verde el pizarrón? Es evidente. No es una deducción.
Es una intuición. Intuición es ver. Es una visión pero no es sensible. Es una visión íntima. Lo ves desde dentro. ¿Qué significa verlo desde dentro? Lo verde del pizarrón está delante de mí. La existencia de mí mismo no la advierto como delante de mí. Sino que es un conocimiento concomitante. No puedo desdoblar el acto de conciencia de su contenido.
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La intuición es una visión directa sin intermediario. Entre mi concepto intelectual y el pizarrón está el ojo.
Más a mi favor. Es mucho más íntima la intuición que la visión. ¿Qué me está diciendo de mí mismo la pregunta “existo”? ¡que tengo intimidad!
Me está diciendo no sólo que la tengo, sino que soy. Cuando me hago la pregunta aunque ya tenga la respuesta, la pregunta ya me dice. Se refiere a que tengo un mundo dentro de mí. Existe un mundo dentro de mí, distinto al exterior.
No sólo que lo tengo, sino que lo soy. La pregunta “existo” para tener una respuesta sí o no, eso sí sería ociosa.
Claro. ¿Existo? Sí. Eso lo sabe todo el mundo. Pero cuando te haces la pregunta descubres algo que no te habías planteado si no te hubieras cuestionado tu propia existencia.
El sentido de la pregunta no va en la respuesta de lo pregunta sino en lo implicado al hacerse la pregunta. Es decir si no hubiera en mí cierta intimidad no me haría la pregunta.
Pero no me ha respondido todo. ¿Será suficiente decir que hay interioridad? ¿Puede haber dentro si no hay un “afuera”? si no hay un dentro no hay un fuera. ¿Estamos arriba o abajo?. Interior quiere decir dentro, es decir, un “dentro”. Si no hubiera un afuera no habría un dentro.
El niño no está volcado hacia fuera, en estricto sentido. Pero no hay un afuera y un dentro. Porque no hay distinción entre lo interior y lo exterior.
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El niño que no ha descubierto el afuera y el adentro, ¿dónde está?
Esta fundido con el exterior. Dicen mis colegas “me siente la niña cuando me acerco”. Más pedestremente: somos cargas energéticas. Hay una carga de energía. Está fundido. Hay terapias que detectan la frecuencia del paciente. Para luego equilibrar.
Cuando la otredad del cónyuge es sólo “lo otro” no vincula, o vincula temporalmente, en la medida en lo que de mí mismo hay de cosa. Sólo hay vinculación cuando la otredad de otro es la intimidad.
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conocimiento de la intimidad
No sólo conocimiento. El conocimiento es puerta. Pero no sólo es conocimiento.
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la comprensión se requiere para hacer del otro, comprehensión,
No sólo. No es sólo apropiarme, sino dejarme apropiar. Ok yo hago mío al otro. Pero si en el hacer mío al otro no dejo hacerme lo otro.
Hay formas de hacerme de lo otro que son Ptolemaicas. Todo gira en torno a sí mismas. Sólo en esa medida se interesan en el otro. El otro para mí.
Qué difícil es caer en la cuenta que comprender al otro pasa por el olvido de sí. El olvido de sí es la negación del yo. Hoy no está de moda. No está de moda la palabra sacrificio. La abnegación. Hoy está de moda la autoafirmación. Hoy está de moda la autoestima. ¡Hay manuales de cómo amarse a sí mismos! Si hubiera un manual “olvídese de sí mismo” no se vendería.
Leí de una prestigiosa académica de una universidad pública en México: “el síndrome del abandono del nido es que toda su vida se han dado a los demás y no se han ocupado de sí mismas”. La defensa científica de la megalomanía. De centrarse en sí mismas.
En el mundo de la persona está la intimidad y lo otro.
Hay un profesor, el Dr. Leonardo Polo.
El ser de la persona no es ser, es co-existencia. Utiliza el término de la “existencia” porque en el castellano suena raro “co-ser”. En alemán es el mit-sein. El ser de la persona no es sólo ser.
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ser para. El ser para es una de las connotaciones
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es un ser con otros
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es un ser que no se agota en sí mismo, que es incluyente
Es un ser que divide al universo entre lo que sólo es y lo que con-siste. Divide no en el sentido de separar sino de distinguir. Dios creó al universo y luego creó a la persona. Cada persona que viene al universo añade algo al universo.
No añade nada al universo la aparición de una estrella, porque no modifica el ser del universo. El ser del universo permanece invariable.
En cambio, cada vez que aparece una persona acontece algo nuevo.
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sin precedente.
¡eso, sin precedente! Algo nuevo que acontece y que no se volverá a repetir.
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hemos perdido la capacidad de asombro.
Cada vez que está apareciendo una persona.
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ahora nacen varios
Esos cinco sólo son homologables en cuanto cinco. Incluso que aunque cronológicamente aparezcan unidos.
El que podamos intuir lo que hay en el interior es porque tenemos interioridad.
El animal no habla no porque no tenga voz, sino porque no tiene nada qué decir.
Una persona sin vida interior es aburridísima. No tiene tema de conversación. Habla de lo superficialidad.
¿Cómo me relaciono con lo otro?
Sábado 10 de mayo de 2003
Nos hemos entretenido en esto por la diferencia ontológica entre la persona y el resto del universo. Negarlo sería negar una evidencia. No discutamos si la persona es jerárquicamente diferente. La diferencia es evidente. Si no admitimos la diferencia incurriremos en cuestiones monádicas. Leibniz explicaba las sustancias como mónadas: sustancias cerradas, sin ventanas.
La verdad es que hay una gran diferencia entre el ser de la persona y el ser del universo. Lo cual nos habla de que hay diversos modos de ser.
Un filósofo vasco, Xavier Zubiri hace esa advertencia: el ser del hombre no es una especie de mera ampliación del ser del universo. El ser del hombre no es el ser del universo más un plus. Sino que es un ser con un sentido de ser diverso.
A veces perdemos de vista cosas fundamentales. Una vivencia personal: era estudiante, trabajaba y fui al centro. Tomé el metro en Pino Suárez pero a las 2:00 pm. Me sentía como pieza de ganado. Era tal la afluencia que hasta había semaforitos para la gente. Me puse a pensar y a mirar a la masa. Para mi sorpresa, ¡estaba ahí mi padre! En ese momento todos los que estaban ahí, masa impersonal, adquirió un sentido distinto. Había ahí una relación personal. Mi padre era usuario del metro y yo no lo sabía. ¿cuántas cosas habría en mi padre que no están en la relación personal que tenía conmigo? Y eso cabía decirlo de cuántas personas que están aquí. Es un sentido de la realidad que siempre estaba ahí y que nunca había considerado.
Algo así ocurre con el ser de la persona. El ser de la persona es distinto al ser del universo. El ser es coexistir. Coexistir significa que mi ser no se entiende sin la referencia al ser de lo otro. Una muestra empírica de esto es que para yo conocerme es necesario que haya conocido algo. A ver, vamos a explicarlo.
Ayer explicábamos que cuando siempre que digo “conozco” conozco algo. El conocimiento es siempre transitivo. ¿Cómo voy a darme cuenta de un acto que no he tenido? Por eso es necesario primero conocer algo para luego conocer ese acto de conocer. Esto lo perdió de vista el racionalismo. El “pienso luego existo” implica que antes hubo un “pienso” que versó sobre algo. Antes de pensar en el pienso.
Para yo darme cuenta de que conozco es preciso antes haber conocido algo y solamente cuando he conocido algo me doy cuenta que soy alguien. (¿) Ese es precisamente el sentido de ser que es distinto al universo. (Soy frente a lo otro)
La persona es más: es coexistencia.
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y ¿si hubiera una persona sola en un planeta?
Sería trágico. Dios es persona y no es solitario. Dios solo es el “acto puro”. El panteísmo es contradictorio pero hay una cierta intuición de que Dios para conocerse necesita de lo otro. Dios no puede ser solo, sería trágico. Dios es personas.
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un hombre en soledad no podría comprenderse a sí mismo
No. Además eso es una ficción. Poner al hombre en esa tesitura es imposible. Si en lo físico ocurre que el astronauta se lleva consigo un microcosmos, ¡qué no ocurrirá en lo psíquico!
No quiero adelantar, pero ahí te va otra consecuencia. El varón se entiende al conocer a la mujer. Es una de las manifestaciones de conocimiento más importantes del ser humano.
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Voy a aventurar algo. En el libro de Sofía, ella se va conociendo con referencia al otro. Luego llega un ángel que le explica a todos los filósofos.
El conocimiento requiere discernimiento. Discernir es distinguir. Cuando no se discierne no se separa lo uno de lo otro. ¡Cuántos antropólogos no disciernen: piensan que pueden explicar la sociabilidad humana con el gregarismo de las hormigas! Primero le atribuyen términos antropomórficos a las hormigas y luego intentan atribuir al hombre lo que sucede con las hormigas. ¡ilógico!
No neguemos una evidencia: si el ser de la persona fuera el mismo que el ser del universo, el universo me replicaría. Pero no me replica. Ahí está la diferencia entre “lo otro” y “el otro”.
Ahí está el método.
Es inevitable que caigamos en la objetivación de la persona cuando intentamos conocerla.
Hemingway, en el “Viejo y el mar” (“su libro”) en el diálogo entre el viejo y el mar. Se ve el intento de desdoblarse. Le protesta a su mano izquierda, como si no fuera él mismo. Tomarse a sí mismo con distancia.
Una advertencia. Cuando voy a la realidad con la expectativa de que quiero que me diga entonces no estoy abierta, sino sólo quiero confirmar lo que traigo en la cabeza. Tomo de la realidad datos que confirman mi hipótesis, pero no me fijo en lo que pueda contrariarla.
Hay un filósofo de la ciencia, Popper que dice que la ciencia no debería buscar verificar su hipótesis, sino buscar la falsación de la hipótesis. La gente va al revés. Busca datos que confirmen su hipótesis, pero no buscan datos que podrían falsearla. Esto se ve en los periodistas. Entrevistan a un señor no para saber qué dice, sino para sacarle lo que ellos quieren que digan. Son profesionales del escándalo. Sólo están atentos a los fallos para publicarlos.
Por eso habría que acercarse a la realidad “de puntitas”. Algo así podemos hacer con nosotros mismos. Acercarme de mi propia realidad cómo es antes de mi intento de acercarme a ella. Eso requiere el esfuerzo de desdoblarse, de ponerse frente a un espejo. El asunto es controlar esa experiencia, no perder de vista que cuando hago la reflexión aquello que resulta no es todo lo que tengo que considerar, debo ir siempre más allá.
Acerca de la pregunta ¿existo? encontré algo. Sólo el que existe puede preguntarse si existe, pero no cualquier existencia puede preguntárselo. Encontré una cita de S. Agustín.
Tú que deseas conocerte, ¿sabes que existes? Sí lo sé. ¿y de dónde lo sabes? Ahí entra la perplejidad. Si lo sé es porque en última instancia lo soy. Lo sé porque a partir de mi propia sustancia lo sé.
Ahora que me preguntabas sobre la bibliografía. García Morente, Zubiri, Millán Puelles. Todos ellos son metafísicos. Pero son mf fenomenológica. García Morente y Zubiri son discípulos de Ortega y Gasset. Pueden uds encontrar aproximaciones a esto en este tipo de autores. Por ejemplo la diferencia en plantearse el qué del universo y el quién de lo humano, está en el “ensayo sobre la vida privada”. Cuando preguntamos ¿qué eres? Contestamos con lo que hacemos. Y cuando preguntamos ¿quién eres? Contestamos con el nombre.
Millán Puelles. Vivir lo otro como otro también tengo que vivirme a mí mismo como distinto de lo otro. En “la estructura de la subjetividad” dice que sin una cierta presencia de sí mismo es imposible saber hacia algo otro. Sin adentro no hay afuera.
La mismidad, la interioridad es revelación no sólo de que el hombre puede adentrarse en sí mismo sino que su ser es distinto de lo otro. Y que por lo tanto su ser es coexistencia.
Bien. Ahora una distinción básica. La esencia se distingue del ser. El “es” de “lo que” es, es el sostén. Es como la luz. Lo iluminado
Todo aquello en que consiste algo no sería nada sin su ser. Cuando digo “árbol”, estoy designando esencia del árbol. Pero no sería nada si no “es”. El ser no es un acontecimiento puntual. La propuesta racionalista del ser es como si el ser pudiera en marcha toda la realidad.
Lo que algo es, lo es, porque es. Lo que es, suprimido el “es” no es nada. Es la pura esencia. El eidos platónico. Una forma sin existencia. Pero Aristóteles le replicaba a Platón que el eidos no existe, que es un ente de razón. Con las realidades inexistentes podemos jugar a la omnipotencia. En la realidad no. Algo que es, lo es, porque es. Además de profundizar en la esencia de las cosas es aquello que su ser le ha permitido ser. El ser sin límite es todo cuanto pueda ser-se. El ser sin límites es el que en términos de ser todo lo que puede ser.
¿por qué el ser del árbol no es racional? Podrían responder porque es árbol. Yo les contestaría es árbol ¡porque no es racional!
Cuando hablamos del ser del hombre y decimos que es coexistente es porque tiene más ser que el de los otros entes. Sólo se abre paso a la coexistencia en cierto tipo de esencias. Por eso los animales, las plantas no son personas.
Para ser coexistentes se necesita portar una esencia que haga posible la manifestación de la coexistencia.
Hemos querido explicar que la esencia de la persona tiene un peculiar acto de ser. Ahora hemos de considerar la índole de ese acto de ser. Es decir, cuál es la esencia. Y nos encontramos con la definición de Boecio.
Para explicar este tema vamos a usar el libro de Juan Cruz Cruz, El éxtasis de la intimidad: ontología del amor humano según Tomás de Aquino. Aquí viene un desglose de la definición boeciana de persona.
Voy a ir de atrás a adelante. Sustancia individual de naturaleza racional.
Sustancia es lo que sustenta. Es más preciso esto que sustancia como “lo que está debajo de”. ¿Qué es lo opuesto a la sustancia? Los accidentes. Este pizarrón es verde, pero podría ser negro. Pero si es blanco, podría pensar que no es precisamente un pizarrón, sino un pintarrón. Ah… porque los accidentes no son sólo el accesorio. Los accidentes revelan la sustancia.
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¿podríamos decir que los accidentes son las manifestaciones de la realidad de ser?
Sí claro. El color, la textura, la temperatura… no es esencial al pizarrón ser cuadrangular, pero suele serlo. ¿Qué es lo esencial del pizarrón? Describirlo, definirlo cuesta trabajo. S. Tomás decía: el hombre no es capaz de conocer ni siquiera la esencia de una mosca. Mosca era lo más pequeño. Pero ahora diríamos qué es un virus. Una bacteria. Si lo supiéramos ¡así encontraríamos la cura!
Todo aquello está sustentado por. ¿Cuál otro sentido tiene la sustancia? Lo que es en sí misma. Subsistiere. No me gusta el “por sí misma” (porque no es causa de sí), prefiero el “en sí misma”. El portador de los accidentes, que “son en otro”.
La persona es la sustancia por antonomasia. Es lo absolutamente en sí. Que no quiere decir que sea solo. Es coexistencia. Es una sustancia coexistente. Es una sustancia en sí, pero abierto a otro. No es nunca en otro. En el caso de las cosas del universo no se dice tan fácil. ¿El pasto es sustancia? No parece. ¿Qué es el pasto sin la tierra?
Habría que darle razón a Plotino. Con relación al ser del universo posiblemente sea una sola sustancia.
La persona humana aparece como sustancia incomunicable a otro. Esta incomunicabilidad se refiere a la sustancia, no al aislamiento. Ese sentido de comunicación reduce el ser con otro a la sociabilidad. La incomunicabilidad de la sustancia se refiere a otro.
El ser de la sustancia no está siendo manifestación del ser de otra cosa. Mi ser es mío. Coexistir significa ser para otro. La persona es en sí misma. No tiene un ser ajeno. Es en sí misma, pero no es para sí.
La persona sola es trágica, se vuelve incomprensible. Individual. ¿A qué hace referencia? A que es indivisa. No puedo hablar de la persona en partes. Esto refuerza el tema de la unidad sustancial. Yo no tengo cuerpo, yo soy mi cuerpo. Eso tiene consecuencias importantísima. No puedo tratar a mi cuerpo como trato a mi indumentaria. No trato de la misma manera a mi cuerpo que a mi vestido. Me recuerda un letrero “aunque te vistas de saco, no se te quita lo naco”. La proporción entre lo que se es y lo que se porta es la elegancia. La indumentaria tiene que ver con lo que eres. Esto hay que explicárselo a los jóvenes. Los jóvenes entienden esto. Cuando se visten fachosos es porque quieren expresar “no soy como los demás”.
Si esto ocurre con mi indumentaria, ¡qué no pasará con mi cuerpo! Mi cuerpo no es sólo manifestación de mi ser, sino que ¡es mi ser! Soy persona también en mi cuerpo. Soy quien soy en mi cuerpo.
El “libro” de Kafka es la metamorfosis. Cuando el tipo se ve que es un escarabajo no le preocupa que es un escarabajo. Sino que le preocupa cómo se va a presentar así a la oficina. ¡es ridículo!
Esto ocurre cuando las personas se han hecho una cirugía plástica. Nos tardamos en adaptarnos a nuestra nueva fisonomía. Eso le pasa al adolescente. Entra en crisis de identidad. Ya no es lo que era. Todo eso es prueba del continum que hay entre nuestra persona y nuestro cuerpo.
Individuo es lo opuesto al universal. La persona es única. No hay dos casos de la misma persona, así como hay múltiples casos de un universal. En el tema de la clonación… no hay dos individuos totalmente idénticos. Los gemelos idénticos tienen la idéntica carga genética y sin embargo son dos personas distintas.
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esto significa que mi sustancia se agota en mí mismo. En cambio otras sustancias no.
Una flor brota. Y luego aparece otra. Las flores son idénticas. Esencialmente es el mismo individuo que se repite una y otra. El ser humano es único en cada caso. No hay en toda la historia de la humanidad otro igual.
Cuando hacemos diferencia en el trato con las cosas es porque las antropomorfizamos. A un niño no le da lo mismo un perrito que otro. Proyectamos nuestra humanidad a las cosas. Ese perrito es ese y no otro porque es a ése al que quise. Qué difícil es consolar a un niño, qué distinto que consolar a una viuda. (ja….)
No es divisible, es un único y es un todo. Nos queda la índole racional de esta sustancia individual que llamamos persona.
El entendimiento es inteligencia que ve de golpe. La racionalidad es discursiva. La intuición es superior. En ese sentido la capacidad intelectual de la mujer es superior al del varón. Porque el uso intuitivo del entendimiento predomina en la mujer y en el varón predomina el discurso.
Lo otro es otro sólo cuando lo capto en referencia a mí. Para la conciencia animal lo otro no es lo otro sino simple estímulo, y cuando el hombre, teniendo la oportunidad de distinguir lo otro lo hace suyo, es mero egoísmo.
Las cosas no sólo son útiles, pues son en sí, no sólo para mí.
Para conocer un determinado valor de ser hace falta un acto de fe, partiendo aceptando de que se trata de una realidad distinta a uno mismo.
(Shumaher) En el conocimiento de la persona podemos distinguir cuatro campos que combinan dos parámetros:
El conocimiento de sí mismo desde el interior (reflexión) desde el exterior (olvido de sí); el conocimiento de los otros desde el interior (simpatía) y desde el exterior (descripción). La esencia debe ser proporcional a la coexistencia, la esencia de Dios en sí misma es la coexistencia.
La naturaleza racional da cabida a coexistir, y sobretodo se refiere a lo espiritual, que no sólo tiene sus manifestaciones en lo religioso.
Lo inerte transformado por el hombre es una disposición de lo material que tiene su origen en el espíritu.
La espiritualidad es una esencia abierta, que no me hace infinito pero me abre a ello.
Ónticamente ser en acto la plenitud. Dios sí abarca lo infinito. Nosotros no lo abarcamos, nosotros lo podemos recibir, no somos todo en acto. Somos lo infinito actitudinalmente no ónticamente. Ónticamente no somos infinitos. Nuestro ser no es puro coexistir. Nuestro ser no es puro coexistir.
Sustancia individual de naturaleza racional.
¿Qué más podemos decir?
Dice Juan Cruz la persona no es conciencia actual de sí. No es eso. Porque ¿qué pasaría con los que no tienen conciencia actual de sí. Si eso fuera el argumento a favor del aborto, tendríamos que decir que si te mato dormido es legítimo.
Hay el peligro de sólo considerar lo racional como cognitivo. También la voluntad es racional. La falta de libertad es clausura, cerrazón, falta de espacio. Afuera estamos más libres que adentro. Pero eso es relativo. Aquí estamos menos libres que afuera espacialmente hablando, pero si nos referimos a la temperatura aquí estamos más libres del calor.
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¿Cuando decimos que las facultades del hombre son inteligencia, memoria y voluntad?
Siempre y cuando nos refiramos a la memoria intelectiva.
Regresamos a la sustancia individual de naturaleza racional.
Esa apertura nos hace susceptibles de esa posesión esencial. Poseo mi ser de distinta manera. Poseo mi ser siéndolo, pero también conociéndolo y amándolo. Soy no sólo ejerciendo mi ser, sino que también soy conociéndolo. Es una forma complementaria de ser. El amor a lo que se es hace que ese ser sea más. Hay un resello de ese ser. Un ser no amado es un ser que sólo es, en cambio un ser amado es un ser al que se le está ratificando su ser. Un ser amado es más que ser.
La coexistencia es mismidad trascendente. La persona es la mismidad trascendente.
Para el caso de la persona humana la no-identidad entre su esencia y su ser implica devenir personal. Ser persona significa ir siéndolo.
Como no soy uno con mi ser voy deviniendo lo que soy. Soy el mismo pero no soy lo mismo.
Soy la misma persona pero no soy lo mismo. He ido deviniendo. Si no sería persona total ab initio. Y no. Cuando era niño nadie hubiera pensado que estudiaría filosofía.
¿Por qué le atrae uno una profesión? Porque ve en la profesión cancha para explayarse. Ver la profesión como medio para ganarse la vida es reducirla. Uno ve que ganarse la vida es distinto que la profesión.
Esa no identidad entre esencia y ser permite el transcurso de mi vida. Vivir mi vida es o culminar lo que soy o puede ser el fracaso de mi propia persona. La culminación de la vida de la persona no está garantizada. Aunque no sólo “ser feliz” es suficiente. Sentirse feliz no significa serlo verdaderamente. Al final te darás cuenta y entonces será demasiado tarde.
Puede uno ser feliz sin la vivencia plena de esa felicidad. Parte de esa felicidad no culmina.
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cuando estoy deviniendo, uno se está “realizando”
Realizando está bien, pero no me gusta. Realizarse no hace alusión a lo mejor. Perfeccionamiento es ir a mejor. Realizar no significa eso necesariamente.
Para que se dé esa trayectoria con visos de perfeccionamiento se necesita de una capacidad que no está de moda hoy. La capacidad de rectificar. Hay quien dice “no me arrepiento de nada”. Una de dos: o que me mientes o que idealizas tu vida. Pobre de ti. Por supuesto que hay que arrepentirse de muchas cosas. El arrepentimiento es la base de empezar. Esa posibilidad siempre está abierta. Siempre cabe la posibilidad. Árbol que crece torcido jamás su rama endereza… eso está bien para los árboles pero no para las personas.
- entonces… si el hombre es egoísta por naturaleza?...
La naturaleza es individual en el sentido de que sólo se realiza en un individuo. Pero no es que tenga la patente. Esa naturaleza tiene encarnaciones particulares -por decirlo así- en cada persona. Cada uno es cada cual.
Llamamos egoísmo no a ese amor propio que proviene de la naturaleza, sino la clausura del yo. Yo soy yo mismo pero no soy para mí.
El individualismo es cerrazón en uno mismo. Si eso es contra la naturaleza humana, ¿por qué se cierra?
No hay explicación. Hay un cierto grado de explicación. La libertad. La libertad significa que la propia culminación de la propia existencia está en mis manos. Por eso también puedo destruirme. El egoísmo es una desproporción. Es como el caracol que no sale de la concha. El amor propio es para darte la pauta, la medida del amor al otro.
Algo más. El despliegue en qué consiste: ir deviniendo lo que se es. No es que no sea persona desde el principio, sino que no soy todo lo que puedo ser.
Viernes 16 de mayo de 2003
Lo que vimos la sesión anterior.
En el hombre hay dos notas:
intimidad
trascendencia
Dos dimensiones | … significa: | … en alemán… |
Intimidad | Ser cabe sí: mismidad | Selbst |
Trascendencia | Ser con | Mitsein |
Por la intimidad la persona puede decir “el ser es mío”. Las cosas, en cambio, no poseen en su ser. En todo caso poseen fácticamente su ser. La trascendencia es ser con. El verde del pizarrón no es “para el pizarrón” porque no es suyo. En cambio como la persona es subsistente puede ser “para otro”, porque puede poseerse.
Esto tiene muchas manifestaciones en la experiencia fáctica. La persona puede atribuirse responsabilidades.
El perro actúa… Le atribuímos los actos al perro porque es portador de esos actos. Es una acción. Y el perro es sólo un agente. El perro que muerde es agente, no autor. La persona cuando actúa no es sólo agente. El crecimiento del cabello no es una acción personal. Yo soy agente de esa acción, no soy autor. En cambio sí soy autor de actos con conciencia de decisión voluntaria.
La persona no sólo transcurre sino que se despliega. Se expande. Esa expansión se da en las relaciones con lo otro (el mundo), con los otros, con uno mismo y con Dios.
Vamos a ver el despliegue de la persona en relación con “lo otro”. En el ámbito de las cosas, de lo cósico.
Para el caso particular de la persona humana esto tiene una connotación única. Entramos en relación con lo otro a partir de algo que es privativo de la persona. La persona tiene cuerpo. La persona, si es humana, entonces es corpórea. Lo humano sin lo corpóreo estaría incompleto. Toda persona humana es una con su cuerpo. No puedo decir que el cuerpo es algo que yo “tengo”. Es un sentido muy amplio del término “tener”. No es un “tener” del mismo tipo que “tener frío”. Tener frío es muy distinto que tener cuerpo. Tener frío no significa que soy frío, sino que lo padezco. En cambio el cuerpo no lo padezco, sino que lo soy. Es más claro el ejemplo de los zapatos: tengo zapatos.
Si yo dijera “soy sólo mi cuerpo” el mismo decirlo lo volvería imposible. El “soy mi cuerpo” se separa del cuerpo. El “soy mi cuerpo” pretendería que del lado que soy, soy mi cuerpo. El “soy” sería cuerpo. Hay algo más que me permite decir que soy algo más que mi cuerpo.
Las cosas están pero no lo pueden referir a ellas mismas, porque no se puede contener a sí misma para poderse expresar. La piedra no puede contenerse a sí misma porque se “estorba”. Su naturaleza de piedra no le permite caber dentro de sí porque el dentro de sí ya está ocupado.
El interior y el “exterior” de un gis sólo se distingue espacialmente. En cosas más completas hay una distinción entre el interior y el exterior; y esa distinción no es sólo de índole espacial. La interioridad en el hombre es de otra índole. Es lo más cercano a la mismidad. Eso me hace poder decir “soy mi cuerpo”. Es la conciencia de mi mismidad.
Hay una cosa peculiar. Precisamente eso: la corporeidad. Por esa corporeidad estamos instalados en el mundo.
¿Qué significa estar instalados en el mundo?
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No habría contacto.
No habría relación. Contacto significa relación física. No es una relación física cualquiera. Estar dentro de esta aula no sería posible sin relación física. Estar dentro del aula es un tipo de relación pero ¿eso nos pone en contacto con el mundo? La instalación corpórea, ¿qué es?
Hay una película “Las alas del deseo”. El título en castellano sugiere algo al revés. Es un ángel que está intrigado por lo que pueda significar ser hombre. Es una metáfora. Toda la película transcurre en blanco y negro antes de que sea hombre. Tiene un planteamiento muy profundo.
La parte de la película podría ilustrarnos lo que podría representar para nosotros ser en el mundo de otra manera, de una manera no corpórea.
Heidegger dice que el hombre es un ser en el mundo. Es un ser en el mundo a partir de nuestra condición corpórea. Pero no sólo sería “no ser en el mundo” sino “no ser”.
Pensemos en el cuerpo sin el mundo. No podríamos respirar, no podríamos vivir. Eso lo pensaron los que prepararon a los astronautas. Prepararon un microcosmos para el hombre. Ese traje tiene presión, humedad, temperatura… todas las realidades derivadas del mundo con el cual tenemos contacto. La persona humana fuera del mundo es inviable.
Además el devenir de la persona demanda constantemente del mundo. Vamos a pensar en comer.
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Comer es ingerir alimentos.
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Es transformar materia en energía.
Adentrémonos en eso. Una papa. El que se la come está privándole a la papa de su propia forma. Para que pueda ser alimento debe perder su “papeidad”. Sólo en la medida en que pierde su papeidad se convierte en alimento. No la que tenía antes de ser alimento sino que adquiere otra forma.
Nuestro cuerpo está en el mundo pero no sólo en el mundo sino referido a él.
Necesitamos. El necesitar es referencia al mundo. El ejemplo del alimento es muy claro. ¿Cómo revela mi persona la referencia al mundo? ¡necesitándolo!
Necesito el alimento, necesito el aire… No todo necesitar es necesitar corpóreo. Hay otro necesitar que no es corpóreo. El cuerpo en cuanto “necesitante” es incompleto. No tenemos un cuerpo simplemente. Sino que lo vamos deviniendo. Continuamente ese cuerpo se va desenvolviendo en una relación de referencia al mundo sin el cual ese cuerpo dejaría de serlo.
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¿El alma necesita algo?
¡Te fuiste hasta el extremo más sublime! Pero es un necesitar distinto.
Característica del ser humano en cuanto viviente es su actitud céntrica. Todo lo que el viviente percibe lo percibe desde sí mismo. Desde su perspectiva propia en la que establece si es útil de acuerdo a sus intereses biológico del momento.
Desde la condición de necesitarla vemos el agua muy distinta. Cuando no la necesitamos pasa inadvertida desde el estricto orden de la visión biológica. Podríamos relacionarnos con el agua como la vemos en una pintura de un paisaje marítimo.
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¡una alberca! Una alberca es el agua que me va a refrescar. Eso sigue estando en el orden del estricto necesitar corpóreo.
El cuerpo no es mera materia. Cuerpo es una noción impropia.
Representémonos el cuerpo humano como si fuera una masa cilíndrica. Nos vamos a encontrar con el cuerpo como con una masa cilíndrica. Tiene un exterior y un interior. El interior está formado por distintos niveles: piel, estructura ósea, órganos. Además tiene unas ventanas hacia fuera: ojos vista oído, gusto, las vías digestivas (la ventana del sentido del gusto). Además el cuerpo humano tiene articulación, eso no se expresa bien en el cilindro. Pero lo que podemos observar algo peculiar del ser humano es la mano. La disposición del ser humano es especial. Su postura propia es erguida. El cuerpo humano se direcciona no por el eje formado por el tubo digestivo (así se direccionan todos los animales), en cambio el cuerpo humano se direcciona con la vista.
Platón alude al mito de Prometeo. Se compadece de los humanos por su estado precario. Se compadece de esos seres y les comparte una chispa: la inteligencia. Ahí Platón expresa la precariedad del cuerpo y por eso la necesidad de la inteligencia.
Hay un juego que intenta ser un test proyectivo de la personalidad. Si hubieras sido animal, ¿qué serías? ¡paloma!, quieres ser libre, romántico, pacífico… ¡caballo! Fuerte. Escogí oso, porque Arturo significa oso noble. Pero también lo escogí porque el oso es de los pocos animales que puede erguirse. Duerme. Curiosamente a pesar de ser un animal peludo no padece calor. Es omnívoro. Le gusta la miel. Cuando se trata de tener oso, hace su parte y luego se desentiende. No tiene depredadores. Qué curioso es que usemos la expresión “hacer el oso” cuando actúas torpemente. Es decirle “estás por debajo de aquello que esperábamos de ti”. Como oso el ser humano ¡no la haría!
A pesar de eso el hombre domina. Porque cuenta con “el recurso”: la razón. Arnold Ghelen concluye que la racionalidad es una consecuencia de la precariedad del cuerpo humano. Sto Tomás había concluido pero en sentido inverso: porque tenemos razón tenemos el cuerpo que tenemos. Si tuviéramos hocico no podríamos hablar… El hombre es un ser céntrico.
¿Qué es un “enser”? Un utensilio. Entre los enseres se pueden establecer conexiones, como se pueden establecer entre clavos y martillos. El martillo es para el clavo. Esta conexión es todo un plexo. Ser en el mundo significa estar en relación con el mundo de una forma especial.
Ser en el mundo es necesitar el mundo. El mundo está referido a la necesidad del hombre. Y lo mismo podemos decir de los animales.
Pero la diferencia es que el hombre puede relacionarse con el mundo yendo más allá que el mero necesitar. Sólo el hombre se puede relacionar con el mundo de una forma superior. Ya algo se advierte de esto en la forma en que satisface la necesidad. ¿por qué el hombre no se abaja al nivel del satisfactor, se echa de bruces en el agua como los animales? Hay una forma de beber brutal o no brutal. Unas se distinguen de otras porque cabe ante la necesidad: o sólo satisfacer la necesidad o además de satisfacer la necesidad hacer algo más que el mero satisfacer.
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El ser humano no está hecho para un solo fin como el animal.
En virtud de la racionalidad puedo tomar cierta distancia. Advertir que puedo resolver la necesidad de muchas maneras, que no sólo puedo saisfacer la necesidad de una sola manera. Tengo sed pero eso no significa que mi único recurso sea beber agua, y que sea con el agua esté donde esté. Puedo elaborar sobre la necesidad, porque la necesidad me da margen a ello. La misma necesidad connota cierta universalidad.
¿Por qué los animales no cocinan?
No estamos hablando sólo de la necesidad biológica. El ser humano se reconoce a sí mismo como un necesitante que no puede estar sólo a la altura de la necesidad. Hay modos de hacerlo. Hay modos que se adecuan más a la mismidad. Sin conciencia de la mismidad lo único que queda es la necesidad. Pero soy yo el que tengo hambre. Y entonces comeré lo que me viene bien y al modo en que me viene bien. Ahí surge el arte.
Arte y técnica no es nada más resolver necesidades sino es resolverlas de un modo propio, proporcionado a la persona. La técnica no es simplemente recurso para satisfacer la necesidad.
La agricultura no es sólo para garantizarme que no me faltará alimento. ¿Por qué el hombre cultiva y el animal no? Al animal le basta lo silvestre. Al hombre no le basta lo silvestre. No sólo porque pueda agotarse. Sino porque también la agricultura es ir mejorando el alimento: su forma, sus propiedades nutricias, su aspecto.
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Yo lo entiendo como que el hombre se manifiesta en el alimento y también en el vestido.
Le doy forma a esa necesidad. Y me reconozco en la forma en que le doy a la satisfacción de necesidades. Los nudistas reducen el vestido a cubrirse de la intemperie. Así entienden el vestido. ¿Qué diferencia hay entre un plato todo chorreado? ¡eso no cambia las propiedades nutricionales! Y sin embargo no me es igual.
La forma en que el hombre se enfrenta a sus propias necesidades es muy distinta. Porque la necesidad no se impone. Ante una necesidad el hombre puede pensar: eso no va conmigo, o eso es una oportunidad de ofrecer un sacrificio. Un profesor, Carlos Llano lo decía de un modo muy gráfico: ¡No conozco perros castos!
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El hombre puede decir: me espero a que pase una más guapa
No es sólo eso. Es también conocer-se. Comportarme a la altura de la dignidad personal. Cuando una persona actúa se reconoce a sí mismo. Es un autor.
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¿Esto no será por el medio? Porque la persona no se hace menos digna cuando toma agua junto con los animales y se bebe la comida revuelta para no perder tiempo cuando está sembrando.
La persona no deja de ser digna nunca.
¿Qué es eructar? Es evacuar los gases formados en el tubo digestivo por la descomposición de la comida.
Todo está conectado. Si estamos en cierto tipo de cultura… no eructar es una falta de urbanidad. Pero tienes que hacer referencia a un contexto social. Ese señor que se come todo revuelto en un restaurante le decimos: ¡espérate!, ¡eso no va contigo! Y puede leer las circunstancias: ¡no estoy en el campo!
La persona deviene lo que es. Que un bebito eructe, la percepción que desde fuera se ve de ello es muy distinto a que si lo hace un adulto. El niño está haciendo lo que es apropiado a su status actual, se comporta con dignidad.
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Pero qué pasa que alguien sepa que es malo pero no lo controle.
En una persona cuando crece la mismidad va controlando. Cuando no se tiene conciencia de sí mismo no actúa proporcionalmente. Cuando el impedimento es algo que está fuera de su alcance -como un viejito que no controla sus esfínteres- está fuera de su voluntad. Pero eso es distinto del caso en que no le dé la gana actuar según su mismidad.
El ser humano no es independiente casi nunca. Donde estriba la madurez no es en lograr la independencia, sino en el dominio de nuestras dependencias. Limitamos la dependencia a la niñez o a la ancianidad. Pero no. También el lapso que media entre la niñez y la ancianidad hay dependencias. Los casos de los niños y los ancianos nos revelan lo que significa la dependencia en la vida humana.
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tengo un amigo que es buenísima gente, pero que se enfurece cuando tiene hambre.
¿Qué tanto estamos condicionados? En el hombre no caben los determinismos. Pero sí caben los condicionamientos. Un condicionamiento puede tener origen en deficiencias circunstanciales. El lenguaje. Está más que estudiado que el ser humano debe ser estimulado en una cierta edad, más allá de la cual esas condiciones se atrofian. Y la persona se ve mucho más limitada en su capacidad de hablar.
Los animales no tienen “mundo”, tienen entorno. Viven en un ámbito más acotado. El hombre suele romper con los límites de su entorno. Por eso hace mundo. El que bucea se traslada a otro mundo. El alpinista también. El hombre tiene que acondicionarse a circunstancias que no son las que le permiten ordinariamente vivir. El hombre no se contenta con “su mundo” como el entorno en que le tocó vivir.
Yo no me puedo estar en una habitación con la puerta cerrada, la tengo que abrir. Eso es lo característico de la persona humana: no se resigna a unos límites.
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pienso que no sólo el alpinista, también los pintores se meten a su pintura.
Es propio de toda persona. Ir más allá de lo que el mundo me ofrece en términos de necesidades. El hombre no sólo tiene relación en términos de necesidad. El hombre no sólo se dirige al árbol para obtener madera. Es la actitud típica del homo faber. Sólo ve al mundo como pretexto para lo que está buscando: verlo para sí.
La actitud contemplativa es distinta. Es no ver al mundo como “enser”. El mundo no es sólo un referente a nuestras necesidades. Es algo otro. Algo en sí. Es algo otro que está a disposición de nuestras necesidades y lo está no porque yo me lo apropie, no porque yo vaya a tomarlo sino porque el mundo me está siendo ofrecido. Si el agua sacia mi sed no es porque yo le arrebate al agua. La sed es sólo la ocasión para que yo descubra que el agua me ha sido dada. El agua está a mi disposición porque de alguna forma el agua adquiere sentido en su relación conmigo.
Lo expresaré de otra forma: de una forma que parecería contrastar con las posturas ecologistas. Si el mundo es es porque es para mí. El mundo es para mí porque así ha sido dispuesto por otro. El hombre es capaz de descubrir que el mundo ha sido puesto a su disposición. No es sólo el poder de la técnica. No. Porque ese someter al mundo es el complemento. El mundo mismo está a la espera de esa acción del hombre para acabar de tener sentido. Y eso sólo se comprende cuando uno va más allá de la consideración técnica del mundo.
El verdadero artista es desentrañar lo que el mundo está queriendo decir pero que no está al alcance del común de la gente. Una puesta de sol está para todo el mundo, pero pasamos de largo. El artista dice: “no pases de largo”. En su representación intenta hacernos presente lo que está ahí como ofrenda. ¿Qué necesidad hay de una puesta de sol? (necesidad en el sentido que estamos hablando).
¿Qué necesidad hay de las puestas de sol? Necesitamos que se oculte el sol para que se acabe el calor… Pero hay muchas cosas en la naturaleza que no responden a una necesidad estrictamente biológica. ¿Qué necesidad tiene el hombre de las flores, de los árboles? Los árboles no están puestos para dar sombra en el estacionamiento. Los árboles en la plaza nos quitan espacio.
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Pero también necesita la belleza el hombre.
La belleza es contemplar. Es ver lo otro en términos distintos a la necesidad. Veo la manzana en una pintura y no nos atrae con ganas de hincarle el diente, nos atrae como un objeto colorido, con la forma, con la carga simbólica que puede llegar a tener un objeto inerte. Hay una pintora que se dedica a pintar manzanas.
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Los que estuvimos aquí en la primera generación sabemos que estos árboles se sembraron en símbolo de las seis carreras con las que empezamos.
Fíjate: aquí hay algo más que la mera necesidad. Se requiere ver algo más que una mera necesidad. Cuando el hombre experimenta hambre la experimenta de forma que no hay una respuesta a esa necesidad. En el animal sí ocurre eso. La necesidad se experimenta de una forma concreta. Se tiene hambre y se tiene hambre de esto, con cierta generalidad “de esta mazorca”.
Lo decía un filósofo que no es muy recomendable para la antropología, pero como todos tiene algo interesante. Shopenhauer. Decía “el hombre no ha conservado el suficiente instinto como para actuar conforme a la naturaleza, ni ha adquirido el suficiente raciocinio como para actuar racionalmente”.
Una golondrina no necesita aprender. Al ser humano el instinto lo deja tonto. Pero el hombre no tiene la suficiente racionalidad. El instinto ayuda. Sentir hambre nos evita tener que “agendar” el acto de comer.
Xavier Zubiri dice al respecto lo siguiente: “si el mecanismo de las tendencias del hombre fuera un ajuste, y la adaptación un resultante de las tendencias, no es que la libertad no existiría sino que no hubiera ocurrido nunca el fenómeno de la conciencia”. Si en nosotros las necesidades fueran como las del animal, no tendríamos la oportunidad de advertirme a mí mismo.
Tengo sed: me relaciono con el agua. Pero no es sólo eso. Sino que me relaciono con mí mismo. Me hace consciente de mí: soy un ser sediento. Darme cuenta de que tengo sed es que “soy un viviente necesitado de”. Pero ese es sólo un momento de la conciencia de sí.
El otro momento viene con la pregunta: ¿qué necesidad tengo de resolver esta necesidad? Entonces cambio de nivel: no sólo soy consciente de que tengo sed sino que tengo algo qué decir. Y ese algo que tengo que decir va más allá que el mero resolver la necesidad. ¿Qué me estoy diciendo cuando digo “qué haré ante la necesidad que siento?”
No soy libre de sentir la sed, pero soy libre de hacer lo que quiero cuando siento sed.
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¿eso sintieron Adán y Eva?
La libertad no es autonomía, es autodeterminación. Autonomía es ser regla sobre sí mismo. Antes vivían desde Dios. Con el pecado empezaron a vivir desde sí mismos. “Dependes de mí, no eres tu propia regla porque yo te he creado”. Al darles una regla Dios les decía algo sobre ellos mismos.
El pecado de rebelión es el pecado por antonomasia. Es el pecado del demonio. ¿qué le queda a una criatura al negarse a ser dependiente? Es una especie de suicidio ontológico.
Decíamos… Soy un ser sediento, pero no sólo soy sedienteo. Puedo pasar por encima de mi ser sediento y resolver mi necesidad que no va por la línea de una relación simétrica con el mundo. Sentir sed y beberme el agua es una relación de simetría. A la sed corresponde el beber. Pero se vuelve asimétrica cuando la resuelvo de otra manera. Porque estoy incluyendo algo que no es el satisfactor directo de la necesidad.
Pero ¿qué tal si respondo de otra manera diversa a resolver la necesidad?
Entonces el agua se convierte en otra cosa… puede ser hasta una tentación.
Aún no hemos hablado del mundo como una extensión de la existencia corpórea. Me adscribo el agua porque siento sed. El atuendo. Me adscribo el atuendo no por una necesidad, sino porque el atuendo expande mi ser. El automóvil. ¿Qué consigo? Estar en más sitios, no simultáneo, sino diacrónicamente. El avión. No podría dar el curso si no me pudiera trasladar. Y esa limitación constriñería mi persona, me constriñería en la dimensión deviniente de mi persona.
La comunicación cibernética nos expande. ¡Puedo estar hablando con un señor que está en Singapur! Pero también puede darse una relación perversa: que cuando lo que tenemos sea distinto de sí. “Me pegaron en la sapilcadera”, es una forma de decir, pero puede ser reveladora. “No te presto mis discos porque me los vas a rallar”.
En Gjara trabajaba en la residencia universitaria. Un muchacho típico nerd a quien le afligía tener que depender de compañeros para trasladarse a la universidad. Hacían rondas. Pero los demás no eran tan nerds y llegaban tarde, etc. Sus papás resolvieron comprar automóvil. La residencia no tenía espacio. Así que tenía que estacionar el auto afuera de la noche. Y entonces el muchacho no dormía bien. ¡Le robaron la moldura del coche! Y no fue a clase porque derramó tal bilis que se enfermó. Así que al final el instrumento para ampliar mis posibilidades terminó siendo algo que limita sus posibilidades.
Y así sucede que buscan medios que terminan siendo fines. ¿Trabajas para tener coche o tienes coche para trabajar?
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Mafalda. Un señor que vivía con el sueldo de la mañana, pero no le alcanzaba. Se metió a un trabajo en la tarde. Pero luego no le alcanzaba el tiempo. Así que con el sueldo de la tarde compró un coche. Así que terminó viviendo sólo con el sueldo de la mañana. Pero eso sí: ¡llegaba temprano a los dos trabajos!
Cuando se robaron las cajas de seguridad en el banco hubo suicidios. ¿Qué había en tales cajas para ser razón suficiente para privarse de la vida? Tenían ahí ¡toda su vida! Tanto tienes, tanto vales. Es una relación perversa del hombre con el mundo.
Una necesidad. ¿qué me dice de mí mismo? Me habla de una carencia. Me falta algo. En mí algo no va. Siento sed. Eso es una parte.
Además me revela que estoy por encima de la necesidad. Esta mosca me molesta. Pero luego me pregunto: ¿quién puede más la mosca o tú?
La necesidad me muestra una brecha: entre lo que se es y lo que se puede ser. Si lo que soy y lo que puedo devenir lo soy actualmente entonces no hay necesidad. No tengo hambre porque ya comí. Una vez comido no hay brecha. Después se volverá a abrir. Somos devinientes. Puedo no ser y estoy siendo. Hay mucho de lo que nos revela ser necesitados.
Ante la necesidad hay muchas posibles salidas:
La satisfacción: resolverla con aquello que estoy necesitando. Es un curso de acción. Es el único que sucede en el animal. ¿Qué sabe decir el animal? Que está sediento.
En el momento que aflora la tendencia, las tendencias no sólo tienden, sino que se presenta como pre-tensión. Sentir sed es apelar a mí: ¡haz algo con esto, resuélvelo! En el animal sentir sed es sólo empujar a saciarla. En el hombre, no.
Represión. Es negarse a la satisfacción pero es un negarse que sólo posterga la satisfacción. El reprimir una necesidad es eso: no dar satisfacción pero provocando un efecto negativo. Acentúa la necesidad.
Lo peor que puedes hacer cuando sientes una necesidad es estar pensando en ella sin saciarla. El mecanismo que desata la represión es la ansiedad. La ansiedad es conciencia de la necesidad, pero no conciencia de la mismidad.
La ansiedad me hace sentir más necesidad y me hace pensar menos en mí. Todo el ámbito de conciencia queda ocupado con la percepción de la necesidad. ¿Por qué es indigna la situación de miseria? Porque le hace al hombre no pensar en otra cosa más que en la necesidad. Quien no tiene qué comer no come no porque no quiera, sino porque no tiene qué comer. La miseria está por debajo de la persona humana. No sólo porque amenaza con la subsistencia. La miseria pone al hombre por debajo de su dignidad.
La superación.
(…)
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¡Sublimar!
No si sublimar se entiende como reprimir.
Qué distinto es aguantarse el hambre para dársela a otro.
Víctor Frankl
Padre e hijo, o madre e hija. Los hacían llegar al hambre extrema. Luego les arrojaban un mendrugo de pan y había desde quien se avalanzaba a muerte y había quien no se movía porque estaban pensando que podría comérselo el otro.
Otra vez: la relación con lo otro que tiene que ver con la relación con “los otros”.
Otra razón para no satisfacer la necesidad “yo soy el que decido qué voy a comer, no mi estómago”. No se explica la relación con lo otro si no hay relación conmigo mismo. Es la disciplina.
Puede ser por otro motivo. Me voy a dejar pasar por este rato de hambre con sentido de sacrificio: algo meritorio.
Peligrosamente la superación y la represión se parecen. Las dos son no-satisfacción.
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Estaba pensando en otra actitud, que se da en los niños. Tengo hambre, pero lo que hay no me gusta.
Y buscan de los otros la conducta que espero. Esa es una razón para reprimir: buscar una satisfacción mayor o de otro orden. Por eso quería distinguir entre represión y superación. Con mucha frecuencia la gente identifica toda “no satisfacción” con represión. Y luego se añade: “si no satisfaces te dañas”.
Ese es el error freudiano: poner la superación en el mismo orden que la represión. Pero no. En la superación se da una relación con uno mismo que no se da en la represión. El que se reprime no se realiza. El que supera sí. La madre que no come para darle de comer a su hijo no lo hace para realizarse, está pensando en el otro. También sucede con el atleta que se niega a comer algo para un objetivo mayor. La privación de la comida está dotada de sentido, y permite realizar algo que de otro modo no se daría.
Esto aplica de manera especial en los impulsos sexuales. Estamos haciendo un gran daño a la juventud que las vías sexuales no tienen más resolución que satisfacerlos. Los instintos sexuales deben ser satisfechos porque si no te vas a reprimir. Y cómo
Lo que eso puede representar para la crisis de identidad personal que no hemos visto suficientemente. ¿Qué es lo que les estamos diciendo? No puedes contigo mismo. Ten latex.
¿Por qué luego los brotes de violencia? Irónicamente no queremos robo, pero no les enseñamos a dominar su cólera. No soy autor de mis actos, soy sólo agente, portador.
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La palabra “abstinencia” en inglés es casi sinónimo de represión. ¿No podría pensarse en otra palabra? Abstenerse es privativo. No es sinónimo de superación. Volveremos sobre este tema cuando veamos la relación con los otros. Qué distinto es ver la relación con los otros cuando no se ve la posesión de uno mismo. No tiene dominio de sí, no se autoposee, ¡cómo se va a dar! No tiene capacidad de entrega porque no tiene dominio de sí. Date cuenta: el dominio de ti tendrás más capacidad de entrega que ni sospechas. Eso es distinto a “¡aguántate!”
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¿Entonces la diferencia entre represión y superación es el fin?
¡Exacto! Pero no sólo el fin, sino también la convicción. Hay quien se reprime por el qué dirán. La diferencia es la finalidad cuando tiene connotaciones de algo propio. No le puedes pedir a alguien que deje de comer para darle el alimento a otro si no lo hace propio. Sólo se puede hacer por convicción.
Sábado 17 de mayo de 2003
¿Reciben la revista de Nuestro Tiempo?
Aquí hay un estudio sobre el sentido que tiene el comer. Se titula “el alma hambrienta”.
Kass enumera algunas consecuencias de estar de pie. Estar de pie libera las manos que pueden servir para llevar a cabo diversas funciones. Así la mano se hace instrumentos. El desarrollo de la mano repercute en la disposición de la cabeza y de la cara, así como en el orden y disposición de los sentidos.
Vamos a hacer un experimento. Si sólo tuvieran un sentido, ¿cuál escogerían?
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la vista
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el tacto
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… el oído.
¿Por qué?
Cuando los filósofos socráticos se refieren a los sentidos suelen dividirlos según su relación con el conocimiento intelectual. Los sentidos más abstractos en el sentido en que se vinculan más fácilmente al entendimiento son la vista y el oído.
Un profesor de Navarra se ha dedicado a un análisis de los sentidos en relación con las funciones del entendimiento:
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vista: con el entendimiento contemplativo
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oído:
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olfato:
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gusto:
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tacto: con el entendimiento fundamentativo.
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el tacto te protege de los peligros;
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es la manera en estar unido al mundo
Efectivamente es el más necesario para la vida, eso dice Aristóteles. Si alguien va por la calle viendo todo… y le dan una puñalada no la siente y ve un charquito de sangre y de repente se desploma. El tacto está lejano a la función intelectiva.
En el cuerpo humano el olfato es sustituido por la vista. La vista le quita fuerza al olfato. En cambio un ciego desarrolla más el olfato. Esto lo notamos cuando vamos al extranjero: los negros huelen distinto, los turcos, los coreanos… tiene que ver con aquello con lo que se alimentan con frecuencia.
Los coreanos comen algas… y huelen distinto.
En la cabeza humana la vista sustituye al olfato como sentido dominante. Con la vista podemos percibir las cosas sin estar en contacto con su materia. Por eso se le atribuye un carácter eidético, formal.
Hay posibilidad de relacionar los sentidos internos y los sentidos externos (lo hace el Dr. Rafael Alvira):
vista | Ent. Contemplativo | Fantasía |
oído | Memoria | |
olfato | Estimativa | |
gusto | “Gustativa” | |
tacto | Ent. Fundamentativo | Sentido común |
En el artículo de Nuestro Tiempo, el Dr. Kass explica que con los sentidos me relaciono con las cosas. (¿). El sentido de la vista se relaciona con las cosas advirtiendo su carácter de otro.
¿Qué significa “ser-en-el-mundo”? Un castor transforma el mundo.
Quiero que entendamos el caso del hombre que transforma al mundo.
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La transformación que opera el animal es en un solo sentido. Es una adaptación.
¿Qué otra cosa?
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el hombre se da cuenta de que está en el mundo
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y lo que ayer decíamos… que puede dominar su necesidad.
Al dominar la necesidad el hombre se separa del mundo. Le hace tomar distancia.
El hombre respecto del mundo, puede:
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tener
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usarlo
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transformarlo
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dominarlo
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representarlo
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conocerlo
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contemplarlo
¿Qué es tener?
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está relacionado con apropiarse;
Es adscribirse algo
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pero no nada más se refiere a cosas materiales
Efectivamente, hay adscripción corpórea pero también puede tenerse una virtud. También cuando Aristóteles dice que el hombre es “animal que tiene razón”. También hay un tener natural. En la Ética a Eudemo aclara Aristóteles que el tener natural se dice en dos sentidos. Una cosa se tienen desde que se nace. En cambio hay otras cosas que se tienen naturalmente si nada impide su desarrollo. Por ejemplo: la razón y las canas.
Que la razón es algo que se tenga naturalmente sin que se impida su desarrollo significa que hay la posibilidad de no tener razón. Y las causas son de dos órdenes. Una orgánica: la falta de la formación del órgano; y otra de educación: esto sucede cuando uno no ha recibido educación en las virtudes. La vida racional es la vida teorética. El hombre feliz es el que puede dedicarse al ejercicio de su razón sin más límite que su propio despliegue. No sólo saber para “abrirse paso en la vida”. Pero no sólo es eso. No se agota en proporcionarle a alguien un modus vivendi, sino porque es la ocasión de que el alumno ejercite capacidades para ser mejor.
El tener puede ser también un tener natural, no sólo un tener con el cuerpo. Y ese tener natural puede ser tenido desde el inicio de la vida, o que se adquirirá si no hay impedimento.
Cuando la persona humana tiene, ¿qué es lo que sucede?
Recuerdo una película del Neardenthal. Muy buena (1968). Hay una escena en la que se están planteando los orígenes del hombre. El escenario muy realista. Los changos están bebiendo y llegan otros y empujan. Los que se repliegan se meten en una cueva. En eso aparece un monolito que en la película significa un salto cualitativo. Cuando los animales tocan el monolito cambian de naturaleza. Y en eso adquieren la naturaleza racional.
Uno de los monos que toca el monolito toma el hueso de una cerda muerta, devorada por otro y golpea los otros huesos. Y esos monos replegados una vez que habían descubierto la fuerza de tener un hueso y van y atacan a los otros changos más fuertes y los ahuyentan.
En efecto, tener da dominio.
Los animales en el zoológico se comportan distinto porque se ven afectados por la interacción con el hombre. Hay changos que usan varas para tirar frutas para comérselas.
En el hombre, el uso de los instrumentos implica la conciencia de “medio-fin”. El tener siempre tiene carácter medial. Es algo que media respecto de un propósito.
Pensemos en un caso en el que el tener no sea visto como medio. ¿qué pasa con el consumismo? Lo que interesa no es tener por tener, sino consumir por consumir.
Si el tener pierde su carácter medial se pierde la frontera entre mí y el mundo.
Qué capacidad tenemos de atribuir a las cosas cualidades que no tienen. No es en sí la materialidad sino lo que representa. Una sortija, regalo en el 20 aniversario de bodas hace feliz a la esposa. No es sólo una sortija, sino que representa el vínculo personal.
Pero qué peligro. El que se hace uno con lo que tiene, adquiere la vulnerabilidad de lo tenido. “¡Yo tengo no soy tenido!” (creo que Tácito). Estoy por encima de las cosas que tengo. Yo soy el que las posee, no al revés. Eso da la posibilidad de desprenderme de lo que tengo en función de fines más altos: de ser generoso, magnánimo…
No se diga usar. Usar no es lo mismo que tener, ¿qué diferencia hay? Los dos son medios. Lo que se usa no necesita ser tenido para ser usado.
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conviertes en útil algo, pero puede haber abusos
Por qué si el usar tiene todo el sentido de esto, ¿por qué no son idénticos? Veo entre el usar y tener una relación complementaria. ¿qué pasa con una persona que usa sin tener? ¿Qué nos da el tener que no nos da el usar? El tener nos garantiza el uso al futuro.
El sólo usar es temporal. El hombre posee para garantizar el uso. No hace ser dueño de algo para usarlo. El que no lo posee no lo cuida. El que lo posee lo cuida porque pretenda seguir usando.
¿Por qué los bienes públicos están tan maltratados? ¡Porque no son de nadie!, ¡nadie cuida! Entonces ahí el hombre también cuida del mundo. Sólo el hmbre puede cuidar del mundo. El animal no abusa porque no tiene la capacidad de distanciarse y por lo tanto no se relaciona con el mundo de forma que lo deteriore.
La diferencia entre usar y tener: el tener garantiza del tener.
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¿el usar no es un desprendimiento del tener?
Efectivamente, mientras puedas usar sin tener, ¿qué necesidad de poseer?
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y ¿la contemplación no es un uso?
La contemplación no es uso, porque no considera lo contemplado.
La manzana que te comes y la manzana que contemplas. ¿qué diferencia cualitativa hay en la relación con la manzana?
En un caso la destruyes, en el otro reafirmas y sostienes en el ser. La representación artística mantiene en el ser. La manzana pintada no se pudre. Eso para la cosa ya comporta una diferencia. Contemplar al mundo es decirle al mundo: “sigue siendo lo que eres”, es refrendarlo. El mundo en cuanto contemplado es afirmado en su ser.
Hay un canto “montes, bendecid al Señor”. El hombre se vuelve portador de la voz de los montes, pues dice por ellos lo que ellos no pueden decir. El hombre engrandece al mundo. Lo confirma y lo lleva a otra dimensión.
Eso de “necesito una pintura para contemplar”, no es una necesidad, no hay que llamarle así.
¿Por qué el hombre transforma al mundo?
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Antes. Un comentario. Para usar sí es necesario tener. No tener en sentido legal, pero no se puede usar sin tener.
No es necesario tener en el sentido de ser propietario para usar, pero sí es necesario tener en el sentido de adscribírsela para usar. Efectivamente.
¿Por qué el hombre transforma al mundo?
¿Por qué he de comerme la carne cocida y no cruda? Para darle al satisfactor condiciones que yo requiero. Siempre, aunque se coma la carne cruda, transforma. Le impone una forma.
¿Por qué el hombre cuida al mundo?
Porque es lo que puede garantizarme a mí y a las futuras generaciones la posibilidad de usarlo.
Escucho ahora unas tijeras que cortan el pasto. Cuidar el mundo connota eso: llevarlo a su acabamiento. Es un cuidado transformador. Es un cuidado también de recortar. No es un cuidado pasivo. No es sólo poner una cerca. Es llevar al mundo a un nivel de perfección que de suyo no alcanza. Un parque no es un bosque silvestre. En un parque, todos los vivientes que ahí se conservan tiene unas posibilidades.
Pero a veces el “cuidado” puede ser contraproducente.
Los del greenpeace radicales una vez fue esto. El ecologista advirtió que había gaviotas al acecho para comerse a las tortuguitas. Cuidó a la primera tortuguita, pero en cuanto llegó al mar, se desencadenó un proceso en el que salieron las demás tortuguitas y entonces las gaviotas se comieron a todas.
Los lingos comían ovejas, pero también comían conejos. Así ahuyentaron a los lingos, pero los conejos se comieron el pasto de las ovejas y entonces se murieron de hambre. Esto sucede cuando el hombre interfiere en los ciclos: los desequilibra.
¿Qué le da al hombre la capacidad de dominarlo? Conocerlo, representarlo y contemplarlo. Representar es replicar el mundo. ¿Qué es una casa? Una réplica de una cueva. ¿Qué es un jardín? La réplica de un espacio.
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se puede decir “reflexionar sobre el mundo”?
Reflexión es sobre uno mismo. En el lenguaje ordinario contemplación es como la “reflexión” sobre el mundo.
Algo más que decir de la relación con el mundo.
El perro que se acerca a la mesa, espera recibir algo para comer, y recibe una migaja la huele pero al ver que no es lo que esperaba. La segunda vez que recibe lo mismo ya ni lo huele.
Algo así pasa con el hombre que está pendiente sólo de lo que satisface su necesidad. Ya no ve otras dimensiones de la realidad.
En el banco me atendió una señorita, luego la vi en la calle. Me atendió tan bien en el banco que cuando la vi la saludé. Ella se volteó indignada. ¿Qué había pasado? Ahí yo ya no era un cliente. Ella ya no era la cajera.
Pasa con las personas y también con las cosas: las cosas sólo son objeto de nuestra atención cuando nos sirven de algo.
El hombre tiene la facultad de hacerse excéntrico. Me salgo de ser el centro. Sólo el hombre es capaz de redirigir la centricidad en la que es por ser viviente.
“El hombre no remite todo el entorno a sí mismo. Puede caer en la cuenta que él mismo puede ser entorno para otros. Precisamente en esta relativización del propio yo finito, se dilata la persona, se hace algo ab-soluto.” (Spaemann). Ab-suelto. Separado. Que guarda distancia respecto de. Puede trascender.
Para hacer saltar el círculo de autorreferencia y autoposición requiere de una ruptura. El hombre, dejado a su natural inclinación se hace egocéntrico. Madurar es salir de sí. El adolescente está centrado en sí. Es egocéntrico. La amistad y el enamoramiento son oportunidades de salir. Pero el enamoramiento puede también convertirse en ensimismamiento.
Cuando una persona descubre a otra, sale de sí, es una experiencia extática. La experiencia de enamorarse es gratificante. Y entonces el “otro” es un puro pretexto. Lo que te interesa no es el otro, sino lo que el otro suscita en ti.
La salida sólo se da cuando hay determinación. Es renuncia, abnegación.
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Ahí ya es madurez
Hay personas que se quedan así toda su vida, el egoísmo no las deja salir de sí.
Esa autonegación acaba siendo una afirmación de sí mismo muy buena. El que se niega a sí mismo termina siendo afirmado en mayor grado.
El animal es egocéntrico inocentemente. No hay forma de relativizarse. En cambio si el hombre se instala en la centralidad, sólo puede instalarse con mala fe. Seguir siendo el centro de todo es haber tomado una determinación: la de no salir de sí.
Para tomar la decisión de dejar de ser excéntrico el hombre ha de llevar a cabo una metanoia. Necesita poder poner entre paréntesis sus propios requerimientos, sus necesidades particulares.
Pero esto va de la mano con otra cosa.
El hombre necesita dominio de sí para poder ver al mundo con otros ojos.
Todo el proceso educativo va dirigido a relativizarse a uno mismo. En ir sacando paulatinamente al niño de la subjetividad de su mundo de sentimientos para introducirlo en el mundo de la realidad, en la realidad de que es como es independientemente de nosotros.
Lo propio del niño es referir el mundo a sí mismo. Los niños en Misa les vale en dónde están. Va corriendo por los pasillos. Hay que saber sacar al mundo de su subjetividad, hay que saber hacerlo. Y hay una especie de prurito: está demasiado metida la idea pedagógica de “no traumar” al niño y tratarlo como si fuera un adulto bajito. Eso es un error porque no es capaz de comprender razones. Esa etapa de la educación del niño es etapa de amaestramiento. Hay que hacerlo entrar en hábitos de disciplina que no comprende, pero que luego le serán útiles.
Un ejemplo. De niño se me forzó a tomar clases de piano. Mi madre fue concertista y llegó a presentar recitales con Teresita Rodríguez, y dejó la carrera de pianista para dedicarse a su familia. No deja de haber interés. Soy el tercero de ocho. Las dos mayores son mujeres y luego dos hermanas. Además la abuela y otra prima. Yo ligaba el piano a actividad femenina. Me sentía mal tocando piano. Dejé de ir porque no había quien me llevara. Así terminó aquello. Pero luego llega la adolescencia. Dotes deportivas nulas. Miope, pie plano,… nada bueno. Así que busqué la aceptación social mediante otras habilidades. Pintar, y tocar el acordeón. Y ahí me di cuenta que lo que aprendí de piano me sirvió en el acordeón. Esos hábitos de la infancia no elegidos por mí sino de alguna manera impuestos me fueron muy útiles para lo que sí escogí.
Eso de levantarte a la hora es casi un mecanismo a lo Plavov.
Referiré otra experiencia. El bien y el mal no necesariamente están ligados al placer y al dolor, por lo menos en el corto plazo. Pero la primera manera de reconocerlos es mediante el placer y el dolor.
Mi papá después de comer fumaba un cigarrillo y nunca usaba encendedor, si no cerillos. El bebé quería tocar el fuego, y el papá le decía que no. Y otra vez se lo acercaba… y advertía “no”. Hasta que se lo dejó tocar y el bebé lloró. Y mi mamá se enojó. Después de eso cada vez que mi papá decía que no, era no.
El castigo es como tocar la estufa caliente
debe ser proporcionado: te quemas tanto como caliente esté la estufa.
no debe ser impersonal, no es por el enfado del que castiga sino por normas objetivas.
Lo peor que puede hacer un papá es castigar airado. Debe hacerlo serenamente. Para educar es preciso coaccionar la tendencia espontánea del niño a ser el centro de sí mismo. Enseñar a relativizarse. Entender que uno no es el centro. El dolor tiene ese efecto: sacarnos de nosotros mismos -aunque a veces tiene el efecto contrario, el ensimismamiento-.
Quisiéramos depender sólo de nosotros mismos. Hay una obra de Sartre en la que hay un cuarto en el que todos se fastidian a todos. Pero cuando se abre la puerta ¡nadie quiere salir!
Las puertas del infierno están cerradas por dentro. Viven ensimismados. Es la negación de mi condición de persona. Soy mío pero mi ser no es para mí, estoy destinado a salir.
La relación con el mundo en estas consideraciones nos llevan casi como de la mano a la consideración de uno mismo. Cuando no me he vuelto sobre mí mismo soy uno con el mundo, estoy enchufado como los animales. El repliegue del sí mismo no es el mismo que el egocéntrico. Es un repliegue que requiere ponerse entre paréntesis para luego volverse a conectar con el mundo pero de otra manera. Es ver que en el fondo de mí mismo lo más puro de mí mismo no es sacarle todo el jugo posible al mundo.
El siguiente tema es la relación consigo mismo. (cambiaré el temario). La relación entre los temas es circular.
RELACIÓN DE LA PERSONA CONSIGO MISMA
Podríamos entrar en la consideración de la relación con las demás a partir de mi disposición corpórea, que es la relación sexuada. Y entonces pasamos del tema de “relación con lo otro” al tema de “relación con los otros”. No se podría pensar en la relación entre las personas si fueran puramente espirituales.
El alma está sexuada por su unión con el cuerpo. A JC le preguntan: ¿de quién será esposa esta mujer? Dice que en la vida futura no habrá maridos y mujeres. Pero no dice que dejen de ser varón y mujer. La sexualidad no se va a perder. Volveremos con el tema de la sexualidad como un modo de estar en el mundo. Es una forma de estar en el mundo distinta la del varón y la mujer.
Bueno, vamos a ver ahora ¿cómo entra el hombre en relación consigo mismo?
Primero, antes que nada por su condición corpórea. Algo dijimos al principio del curso. La condición corpórea me dice de mí mismo. Puse el ejemplo de la metamorfosis kafkiana. En la adolescencia hay crisis de identidad: ya no soy el mismo, he cambiado físicamente. Los cambios no nos desconcertarían si en la relación con nosotros mismos en términos de cuerpo hubiera una distancia. Si hubiera distancia diríamos: “eso no me pasa a mí, le pasa a mi cuerpo”.
¿cómo nos relacionamos con las cosas?
Conociéndolas.
En relación con nosotros, ¿cómo nos relacionamos con el cuerpo? ¿qué tipo de relación se establece entre nuestro interior y nuestro exterior.
Una de las primeras experiencias: la experiencia de que “no puedo” (no puedo brincar como la otra niña…). Es la experiencia del límite. El cuerpo es un límite, y a la vez paradójicamente posibilitante. Sin límite no hay más allá. Pero al mismo tiempo el límite me permite establecer el más allá.
Las experiencias son de limitación. A partir de que soy corpóreo puedo algo pero no lo puedo todo. La experiencia del dolor revela eso. En el extremo, mi condición corporal me revela que soy mortal.
Si no fuera por el cuerpo, mi experiencia de mi propia limitación sería de otro modo. El ángel se ve limitado no en relación a sí mismo. Se ve limitado en relación a Dios.
Nosotros tenemos la experiencia del límite no en el nivel del ser (como los ángeles que se ven limitados al verse que ellos mismos no son su ser, sino que recibieron el ser), sino en el nivel físico. Si yo fuera uno con mi cuerpo basta que lo quiera para hacerlo, pero no. El cuerpo no me responde. Es preciso aplicarme. Lo tengo que someter. Soy, me poseo a mí mismo en un nivel que puedo decir “mi ser es mío”, pero eso “mío” no lo poseo totalmente. Para ser “mío” (el cuerpo) ha de transcurrir algo.
No puedo decir que no soy mi cuerpo por el hecho de que el cuerpo me imponga un límite, pero tampoco puedo decir que soy uno con mi cuerpo. Es parte de la experiencia de mi condición corpórea.
Viernes 23 de mayo de 2003
La sesión anterior examinábamos qué conciencia cobramos de nosotros mismos cuando nos relacionamos con nuestro cuerpo.
El cuerpo no es un accesorio. No decimos que “tenemos” cuerpo como tenemos auto, vestimenta, etc.
Hasta ahora hemos dicho que tenemos experiencia del cuerpo como si se tratara de un límite. A partir de la conciencia que tenemos de mi mismidad.
No me manejo con mi cuerpo con la misma inmediatez que cuando me relaciono con mí mismo. Algunos de ustedes proponían ejemplos: que no puedo hacer lo que me proponga sin más.
Mi cuerpo es algo que soy, no es algo que tengo. Sin embargo no puedo hacer lo que sí puedo a nivel de intenciones y de pensamientos. Con el pensamiento sí puedo “estar” en otro sitio, pero con el cuerpo no. Con el cuerpo puedo otras cosas que no puedo con el pensamiento. Pero “estar en otro sitio” no acontece sólo por el hecho de que yo lo piense. No basta desde el punto de vista subjetivo que yo me lo proponga. Para estar en otro sitio con mi cuerpo tengo que hacer algo más que sólo pensar. Estamos considerando la mismidad.
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Necesito más disponibilidad: lo que realizo con mi pensamiento es inmediato, en cambio con mi cuerpo es mediato.
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Disponible está en relación con la materia, y mismidad está más en la psique.
¿Cuál es la experiencia inicial de las necesidades?
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un deseo
¿es un deseo? ¿Qué diferencia hay entre el deseo de viajar y el deseo de beber?
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el deseo de agua es un deseo imperante, y el deseo de viajar es un deseo ¡aspirante! (me lo acabo de inventar)
La sed la padezco, en el sentido estricto de pasión. Aunque no la quisiera, la siento. Soy más pasivo.
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No puedo yo decidir no sentir sed, en cambio no puedo hacer que desaparezca la sed. Es un deseo imperante.
Uno se me impone y otro es una necesidad que viene de dentro hacia fuera. Es una relación distinta la que se establece con la realidad cuando la determino yo.
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Nuestra relación con el cuerpo. Mi mismo es una mano. Pero no tener la mano no significa que soy incompleto. Es incompleto mi cuerpo pero no mi persona.
No se puede decir que ha menguado como persona. No deja de ser interesante algo que refieren los que han padecido esto. Aunque el miembro no está ahí siguen sintiendo.
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nuestra mismidad va más allá de nuestro cuerpo
exactamente, en virtud de eso el cuerpo se advierte como límite. Mi mismidad no puede ir más allá que hasta donde el cuerpo apunta, pero (¿)
Para un pez no es límite sólo vivir en el agua, ni se plantea la posibilidad de estar afuera. ¡Yo quiero adentro! No viene de su condición corporal, sino de otra cosa. ¿Por qué al hombre se le ocurre volar si no está hecho anatómicamente para volar? Porque la mismidad va más allá que el cuerpo.
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no podemos decir que la mismidad del animal se agota en su cuerpo?
No porque no hay mismidad. Sólo por analogía.
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si entendiéramos por analogía: el instinto es al animal lo que la mismidad es al hombre. Y el instinto se agota en el cuerpo.
Un animal ve, oye, experimenta dolor. Ahí podemos hablar de emociones. Eso es conciencia sensible, es una conciencia que no remite a sí mismo. El animal siente dolor, pero ese sentir dolor no le revela su mismidad doliente. Siente un dolor pero no puede remitir ese dolor a un sí mismo que diga “me duele”. Esa es la diferencia importante. ¿Por qué no puede?
La relación consigo mismo no comienza con la reflexión pero no se completa sin la reflexión.
Vamos a ver. Podemos entender la vida humana como si fuera un vector. Es una vida que apunta, se va desplegando en el tiempo. Eso significa que auí hay un punto de partida que es precisamente el sí mismo que se despliega. Lo primario no es el sí mismo, lo primario es el despliegue. Lo ordinario es que nos despleguemos pero sin percatarse de ello.
¿Qué pasa cuando reflexionamos?
Tenemos que detener el hacer. ¿qué pasa si queremos seguir haciendo mientras queremos reflexionar?
Al reflexionar hay una especie de paréntesis en la relación con el mundo. Ahora mismo reparo en dos formas de desconexión con el mundo. La “reflexión y el reposo.
“Des-cansar” El reposo es detener la actividad que nos conecta con el mundo. La reflexión es un detener para volver sobre sí. La reflexión sin el reposo provoca una dificultad. Vas en el automóvil y se te ocurre reflexionar: ¡casi chocas! Por dormir, por pensar. Estaba siendo convocado por un objeto distinto de atención que el manejar exige.
Uno debe atender al mundo pero hay ciertas actividades que exigen no pensar en lo que uno está haciendo. Por ejemplo: caminar en una cuerda floja. Si piensas, pierdes el equilibrio. Si piensas, sucede el efecto Palenwa.
Si comenzamos a pensar en el calor, en el sueño… pues dejamos de pensar en esto.
La reflexión exige una especie de detener la existencia. Evidentemente no se suspende la existencia, sino un modo de vivirla.
Si siento sed y voy por agua estoy viviendo mi existencia no de un modo propositivo sino reactivo. La respuesta a esa demanda de mi necesidad no sea un simple ir adelante, sino un ir adelante intencionado.
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lo puedo frustrar si no le doy agua
Pero esa frustración puede ser controlada. Pensar que podría ser peor es una manera de manejar la frustración.
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en el museo de Louvre estaba lloviendo y había un letrero que decía “podría ser peor: podría estar nevando”
Este ser “sí mismo” nos plantea varias cosas
El sí mismo del que estamos partiendo nos plantea una necesidad. No conozco un padecimiento que quite la certeza que uno es el que está siendo. Lo que hacemos lo hacemos con la base de que somos. Ese “somos” no nos importa, parto de la seguridad de que soy. Es lo de la primera clase, si no estuviéramos seguros de que somos, entonces ni siquiera nos cuestionaríamos que qué somos.
De ahí viene otra cuestión. Nuestro característico “estar haciendo” nos interroga. “Qué conmigo” haciendo lo que estoy haciendo. Qué sentido tiene que haga yo lo que haga. Porque me doy cuenta que el hacer nace de mí. Eso que nace de mí podría ser de otra manera si ese mí apunta en otra dirección. Tengo ganas de hacer un viaje, pues sí, pero lo puedo redireccionar.
En la adolescencia hay otro mundo que no se sabe bien a bien qué es. Es el mundo interior. Entonces se queda uno perplejo, porque el mundo que era el mundo antes carece de interés. Y luego me vuelvo al mundo que todavía está vacío.
Ni me atrae el mundo porque ya no le tengo interés, pero tampoco me atrae el mundo interior porque todavía no es.
Así que una forma de afirmar lo que todavía no es consiste en negar lo que no es. No soy mi madre. Es el primer paso
El adolescente toma un consejo como agresión, porque tiene miedo a no ser sí mismo por si le presta demasiados oídos a lo que es sí mismo.
Yo despliego mi existencia a partir de una necesidad primaria. Ni siquiera tiene esa forma. Uno está siendo y a base de esa seguridad actúa. Ese “estar siendo” está partiendo de una mismidad. Eso que estoy siendo podría no guardar proporción con esa mismidad de la que estoy partiendo.
¿Por qué esa vivencia que nos cuestiona…? lo pondré con ejemplos un poquito aterrizados: el muchacho que quiere estudiar y se pregunta qué carrera estudiar, o si es más profundo si ha de estudiar. Hay gente que no se plantea si ha de casarse o no. Y el peligro es no plantearse eso y entonces uno no encaja consigo mismo.
Hay dos formas de relación con la mismidad.
Que mis acciones se amolden a mi mismidad o que mis acciones terminen haciendo mi mismidad. O dicho de otra forma: “soy lo que me propongo” o el “ahí la llevo”.
¿qué es el “ahí”? es un adverbio indeterminado. “La” ¿qué?, ¿la vida?
La tercera: ¿la llevas o te lleva? Me da la impresión de que voy tras la vida, la vida determina lo que he de hacer.
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sin llevarla la llevas. No sabes ni a dónde vas, pero la vas cargando.
Es revelador de algo: el hombre lleva su propia existencia a cuestas. Nuestro propio existir es tarea, no es mero devenir. Una flor despliega en el tiempo su floreidad. Nuestra vida no es así, es algo que llevas a cuestas.
¡Ah! “Pero eso sí, hecho la mocha” Pareciera que lo importante no es a dónde sino con qué velocidad.
Llego a una hora al aeropuerto y hay una ansiedad… ¡le ganan el lugar!
El hombre contemporáneo tiene esa sensación como de prisa. De activismo. Buena parte de eso proviene de que no sabes a dónde vas tampoco sabes a qué hora llegar.
Una de las cosas que advertimos cuando nos adentramos en la propia mismidad es que mi mismidad está ahí desde el principio, pero para aclarármela es preciso que devenga porque si no, no sabría lo que es. Mi mismidad no sólo es lo que se es, sino a dónde lo conduzco. Ese “alter ego” que todavía no soy pero que seré.
Llevémoslo a un esquema lo más alarmante posible: un “mega yo” que rebasa lo que objetivamente podría hacer. Hay otra alternativa la del “micro yo” que sólo se contenta con la idea de “soy lo que quiero ser, aunque no sepa qué quiero ser”. Es el puro estilo.
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hemos hablado el adolscente.
Si toca fondo se dará cuenta que aún habiendo arruinado su vida aún hay algo. Si toca fondo sobretodo en lo que a la propia intimidad se refiere… se dará cuenta que no se basta a sí mismo.
El micro yo y el mega yo son egocéntricos. El yupi contemporáneo que sólo le importa tener su condominio, su auto y su “pareja” de la que cada vez menos importa de qué género.
El mejor yo está en el punto medio, la perfección consiste ir más allá de sí mismo.
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¿Un ejemplo de macro yo?
¿por qué les pasa a los poderosos lo que les pasa? Nietzsche es la formulación teórica. El mega yo está haciendo algo a costa de sí mismo. Y en eso se parece al “micro yo”. Un ejemplo pedestre: el tipo que rebasa a otro se siente mejor y piensa “pude más que el otro”. Está buscando algo que los reafirme en su propia mismidad. ¿Dónde pones tu superioridad? El tipo que quiere ser siempre más que los demás porque se siente menos.
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¿cómo sabes que está uno rebasado o corto?
Lo importante es que uno y otro no han dejado de ser céntricos, autorreferentes. Se está en la búsqueda de sí mismo desordenado, sólo que a distinta escala. Uno que hace lo que puede porque está a su alcance (micro yo).
Hay una película que están pasando con relativa frecuencia en la TV. Boiler room. A lo mejor la expresión es “el hervidero”. Es un muchacho que no siente vocación para hacer estudios de college, es hijo de un abogado. Y entonces en vez de irse al colegio inicia un casino. Una vez va a jugar un yupi. Y al muchacho se le antoja. Como ve muy listo al muchacho que administra el casino y lo invita a ser un broker (¿) de bolsa. Está lleno de muchachos que quieren hacerse millonarios en muy poco tiempo. Son muchachos que buscan vender a acciones de empresas y la venta resulta fraudulenta. Es la ambición del corto plazo.
En cambio al macro yo busca la magnitud de los resultados. Es el que por detenerse en una de las facetas del yo deja al resto. El hecho de la mismidad está siendo continuamente convocada, demandada por algo que va más allá del propio yo. Otra vez la relación intimidad-trascendencia. En el encuentro con la propia mismidad vuelve a aparecer la dualidad de la persona: intimidad y despliegue.
El mejor yo pasa por el tema del deber ser. No es optar por un estilo de vida, sino responder a unos ciertos requerimientos. El micro yo y el macro yo fallan en no trascender. No son formas responsables de ser. La dualidad de la que hablaba es interioridad y trascendencia. Ser “cabe sí” y “salir de sÍ”. En los dos casos (micro y macro yo) no hay salida. El verdadero deber ser no puede plantearse en términos de auto exigencia, sino de una exigencia que va más allá de sí mismo. Todo deber ser en términos de autoexigencia “a lo Kant” es tan hipócrita como los latigazos que se daba Sancho Panza a sí mismo: en vez de dárselos a sí mismo se los daba a un tronco.
Si el problema es que yo tengo que responder a algo que proviene de mí mismo, ¿por qué no ponerme unas exigencias más a mi nivel? El micro yo se propone responder a unas exigencias, pero son exigencias que están muy bajas.
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los jóvenes pensando en su proyecto de vida vemos que las cosas que anhelan son tener un coche, una pareja…
No es problema eso, sino ¿a dónde conducen?
Para que yo no sea consciente de esa manipulación exterior es necesario que esa manipulación haya conseguido que yo no entre en mí mismo.
Pueden hacerme violencia, pero cuando yo me planteo un proyecto que creo que yo soy el autor y en realidad no lo soy, entonces lo que ha sucedido es que no he entrado en mí mismo. Es una ausencia de sí mismo.
Platón tiene unas respuestas muy antiguas. Pueden ustedes meterse en este tema en algunos de los diálogos de Platón: el Cármides y el Fedro. Es donde se planteó el encuentro con la propia mismidad. También hay otro. Platón se plantea este tema en términos de la sofrosyne. La sabiduría no en términos de erudición, sino la sabiduría de la persona que se sabe a sí misma. La persona que sabe lo esencial de la vida. No es cualquier tipo de saber. Es un saber que Platón coloca entre los saberes de la divinidad.
¿es saber salomónico? No es sólo el saber que permite dirimir las cuestiones, sino aquél con el que sabemos dirigirnos en la vida. La sofrosyne es un saber del saber, por lo tanto es un saber reflexivo, del que además cabe esperar la felicidad. Todo el planteamiento de Platón es de eudemonía, de la felicidad. Es un saber sobretodo práctico. Es un saber que supone conocerse a sí mismo que se pone de manifiesto en el saber conducir la propia vida. La sofrosyne es el auriga, el conductor de la propia vida. En cambio los caballos representan las pasiones.
En estos diálogos este autoconocimiento no puede darse mas que con una condición previa, que podríamos llamar… en esto sigo la obra de Rafael Alvira en su libro Reivindicación de la voluntad. Yo no puedo tener conocimiento de mí mismo si no conozco mis deseos. Ese saber en que consiste la sofrosyne no simplemente “estar enterado”. Ese saber que conduce mi propia vida. El conocimiento de mis propios deseos puede ser conciencia corporal. Fue el ejercicio con el que arrancamos esta sesión. La conciencia de la propia corporalidad es un cierto advertirme a mí mismo. Siento sed y me advierto a mí mismo como sediento. Siento dolor: soy doliente. Al animal no le pasa eso. ¿Qué nos pasa cuando nos condolemos? Cuando vemos a otro sufriendo el que se conduele no siente el dolor que el otro siente: ve la diferencia entre su dolor y el del otro. En la compasión padece por no padecer. Esto se ve claro en las personas que se quieren cercana. La compasión es sufrir -no es un sufrir reflexivo, no es que te lo propongas- sufres no por no sufrir, sufres porque no sufres lo que el otro sufre. Es una paradoja: que no tener el sufrimiento que el otro tiene me cause sufrimiento.
Una cosa es sufrir porque te causa malestar ver al otro enfermo: y de ahí deriva acciones tan aberrantes como la eutanasia. El que se compadece tiene esa actitud: daría lo que fuera por sufrir no porque quiera yo sufrir, sino porque no quiero el sufrimiento para ti.
El dominio sobre las pasiones es un dominio político. El esclavo no puede sustraerse del dominio del amo. En cambio los súbditos sí. El dominio sobre el cuerpo es dominio despótico, en cambio el dominio sobre las pasiones es dominio político.
La experiencia de ese vacío se agudiza cuando aparece algo que parece que puede colmarlo. La intensidad de esa experiencia es qué tanto te hace, qué tanto has tanteado eso. Eso pasa en la experiencia amorosa: todo ser humano quiere amar. La “conciencia de”
“Te quiero cada día más cuando tú no estás”. Si se quiere a una persona y esa persona se ausenta, eso hace más conciencia de la necesidad de esa persona. Hay algunas canciones que tienen cierta connotación metafísica. Una es ésta.
Yuri canta “el amor y desamor son sólo un accidente”. Es verdad: el amor no es un sustantivo. Es un accidente porque se da en personas que se aman. Pedro Infante también: yo quiero ser un solo ser contigo. Es lo que pretende el amor de amistad. Ser uno contigo.
La conciencia de sí mismo comienza con conciencia corporal consigo mismo. El propio cuerpo se padece de diversas maneras. Una de las cuales exploramos a partir de la experiencia de Adriana: el propio querer va más allá del propio cuerpo.
La experiencia de la propia corporalidad no es teórico, ni especulativo. Apunta a poseer… ¿Qué es conocer? Es una forma de poseer. Poseer es hacer mío. Lo hago mío: me llevo esta grabadora. Al momento de conocerlo ya lo he hecho mío. ¿Qué tipo de posesión es la aprehensión? La aprensión cognoscitiva y la aprehensión de llevármela en la maleta. ¿Qué diferencia hay?
Con esta grabadora física puedo grabar. Con la grabadora de la que tengo la idea no puedo grabar. Es una posesión no material.
La posesión material implica singularidad; en cambio la posesión inmaterial no implica singularidad. La posesión inmaterial de la grabadora que conocí me permite hacer extensiva la idea a todas las grabadoras. Eso es lo que se llama el carácter abstracto. El carácter abstracto de lo conocido permite la representación universal de la realidad.
Si yo en el concepto de grabadora incluyo por ejemplo el color -que es una de las singularidades de esta grabadora- si incluyo el color negro ¿qué pasa si veo otra grabadora que no sea negra? Digo eso no es una grabadora.
La creatividad está vinculada a la capacidad de abstracción. Un señor que hace vasos, si no fuese creativo los haría tal como los vio la primera vez. Simplemente los copia. Pero si es creativo piensa: los puedo hacer de cristal, de plástico, de un material blando, etc. La posesión cognoscitiva no es física, es inmaterial. Poseer algo cognoscitivamente es poseerlo no físicamente, no existencialmente, sino sólo representativamente.
Hay un conocimiento que sin dejar de ser conocimiento es más existencial (¿). Es el conocimiento práctico. No es necesario conocer el mecanismo de una grabadora para saber para qué sirve. Y el saber para qué sirve no me lleva a conocer el mecanismo de la grabadora.
El saber práctico nos acerca a la singularidad física de las cosas. Por eso es bueno que todo aquel que está dedicado a actividades teóricas tengamos alguna actividad que nos conecte con lo práctico, con el día a día. Porque es muy fácil caer en lo abstracto, en un mundo que no tiene nada que ver con el mundo real. Es construir castillos en el aire, y vivir en una torre de marfil.
Este conocimiento de sí mismo no es teórico, en el sentido de abstracto. El conocimiento de sí mismo es práctico. No me conozco si sólo sé que tengo pasiones. Ya conozco algo, pero no la conozco si no soy capaz de replicarla. Al punto de que sea capaz de que si esto se desconchinflara yo fuera capaz de arreglarla. Acudimos al mecánico porque él sabe cómo reconstruirla.
Es un saber que no sólo es constatación de lo que me pasa, sino un saber que me permite modificar lo que me pasa.
La primera manera práctica de conocernos no es sólo conocimiento. Si fuera conocimiento práctico es saber qué, cómo me enojo al punto de ser capaz de enojarme cuando me lo propongo. Cuando me dominan los impulsos todavía no me conozco. Me conozco sólo en un aspecto: padeciendo. No me conozco sólo cuando me veo, sino cuando soy capaz de hacerlo.
El conocimiento teórico se caracteriza por ser abstracto. Abstracto incluso en el sentido etimológico de la palabra: sé qué significa enojarme. Pero si no me domino no he terminado de conocerme. Enojarme sin poderme conocer es no conocerme. No porque no me dé cuenta de que me enojo sino porque me doy cuenta cuando ya me enojé. ¡me tomó por sorpresa mi enojo! Hay algo en mí que se me escapa. El enojo es mío. ¿Por qué siendo mío se me salió? Porque algo en mí que todavía no conozco. Si me conociera, no me enojaría sin más, sino me enojaría en el momento oportuno, con la persona oportuna, porque domino mi ira. Domino mi miedo. Que no es no sentir enojo o no sentir miedo. Es que cuando me enojo no dejarme llevar.
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El conocimiento inicial es abstracto y no es práctico. Poco a poco cuando el niño avanza a la adolescencia y la adultez va haciendo el conocimiento más existencial y práctico.
¡Tiene la posibilidad, pero no necesariamente!
Recuerdo que en una colonia relativamente nueva había mala señalización de las casas y un vendedor ofrecía números para numerarlas. No recuerdo por qué me detuve a ver eso. No sabía que me dedicaría a la filosofía, pero me puse a observar (no cabe duda que hay disposiciones caracteriológicas para las diversas profesiones).
El vendedor insistía en llamar a la casa pero no parecía que hubiera alguien. Así apareció un hombre en bata despeinado. Se ve que no se había levantado y eran como las doce del día. Ese hombre estaba furioso. Y le decía: “si en este momento tuviera una pistola, lo mato”. Toda la forma de esa reacción era la de un niño que hacía un berrinche. Pero físicamente era un adulto. Me quedó muy grabada su reacción.
Hay adultos que aún no se conocen. En este aspecto siguen sin conocerse. Las pasiones van por delante: los toman a sí mismos por sorpresa. Los sacan de sí mismos, porque no se conocen.
Un conocimiento que no me enseñase a dominar mis deseos todavía no es un saber definitivo. Podríamos llamarle un saber provisional. Un saber que se ha quedado a medio camino. ¿Cuál es el proceso de adquirir ese dominio?
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los hábitos
uno se sorprende, ¿por qué será tan fácil adquirir un hábito malo? Pareciera que para la virtud hace falta hacer algo más complejo que para el vicio. Para el vicio es más fácil.
¿Dónde empieza la adquisición del hábito?
La costumbre. No es la conciencia sino la conciencia de. Conciencia de carencia: de algo que debiera ser, todavía no es. Un hábito comienza por saber que no se tiene y después es proponérselo. El primer paso para la intencionalidad de un hábito es la conciencia de la carencia.
La costumbre es condición sine qua non para una virtud, pero no es suficiente. Porque entonces los animales también tendrían hábitos. A los animales se les amaestra y a los hombres se les educa. En tanto que no hay conciencia lo que se hace con las personas es amaestrarlos. Suena feo. No usemos la palabra amaestrar. No debemos perder de vista lo que Víctor Frankl recomendaba a los médicos no perder de vista: la diferencia entre el médico y el veterinario es quién es el paciente.
No perder de vista: la diferencia entre amaestrar y educar es a quién se dirige. No empleemos la palabra amaestrar porque podríamos perder la conciencia de que se trata de una persona. Formar costumbres: es reiterar un curso de acción. Una y otra, una y otra. Como decía Aristóteles: una golondrina no hace primavera. A lo mejor es una golondrina despistada…
¡Se levantó a tiempo!, ya es puntual. No. Hasta que se haga costumbre. Segunda naturaleza. ¿Por qué segunda naturaleza? Porque el principio operativo que crea el hábito se asemeja al principio operativo que llamamos naturaleza. ¿Qué es lo característico del principio operativo?
Hay principio operativo remoto (naturaleza) y cercano. Lo característico del principio operativo que llamamos naturaleza es que está determinada ad unum. Cuando hay variabilidad no es naturaleza, es hábito. El que posee el hábito actúa en la misma dirección en que actúa la naturaleza.
Un perro, lo agredo, me muerde. Está determinado por naturaleza. Si tienes el hábito de actuar de determinada manera puedo predecir que se hará según una dirección. Con la diferencia que la naturaleza no se pierde, el hábito sí.
Después de la costumbre, viene la intención. La intencionalidad. Es bueno que los niños tengan costumbres, para que cuando llegue el momento de que ha adquirido intencionalidad ya lleve un camino recorrido. Es como los idiomas: si no se aprenden de chico es más difícil de grande. Hay más ductibilidad. Una persona sin costumbres llega a la edad en que puede plantearse hábitos y lo hará con mucho más esfuerzo y con menos resultados.
Dominio de sí. No puedo conocerme a sí mismo si no tengo dominio de mí mismo. Pero no puedo dominarme a mí mismo sólo con un acto. Si no tengo capacidad estable de dominarme a mí mismo. Para dominarme necesito saber qué quiero de mí. El dominio de sí no es sólo reprimirse. El reprimido sólo se niega a la satisfacción de su necesidad porque hay un factor ajeno a sí que lo niega: el qué dirán, el que lo aprueben o reprueben socialmente… Esa persona mientras siga así no sabe qué quiere de sí mismo. No es nada más no querer que no tiene detrás un querer positivo.
El que es fiel al cónyuge no es fiel sino porque sabe qué es lo que quiere. Si no sabe qué es lo que quiere en el fondo no es fiel. Es el temor de las consecuencias, etc. Es el que no ha tenido la ocasión de no ser fiel. ¡La falta de “oportunidad”.
Un pequeño paréntesis. Esto nos puede ayudar a entender la lógica de Dios. Dios permite la tentación porque la tentación nos da la ocasión de conocernos a nosotros mismos. El “no conocer el mal” no es dominio de sí mismo, sino falta de voluntad (¿). Como dice S. Agustín: No toda bondad es meritoria sino sólo la que no proviene de la falta de carácter. No merece alabanza el que es bueno porque no se atreve a hacer lo malo.
Estamos en un círculo vicioso:
Para conocerme a mí mismo necesito conocerme corporalmente.
Para conocerme corporalmente necesito dominarme.
Pero para dominarme necesito conocerme.
¿Entonces qué es primero conocerme o dominarme?
¿Cómo puedo dominarme si no tengo conciencia de mí mismo? Y cómo puedo tener conciencia de mí mismo si no puedo dominarme? El dominio de sí mismo es una especie de conciencia anterior a sí mismo. Eso se lo da a sí mismo el autor de sí mismo.
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¡sólo Dios!
Si el deber ser no está antes de mí mismo entonces no tengo recurso. Si yo fuese autor de mí mismo entonces me ocurriría lo que Kierkergaard ejemplifica con Sancho Panza. Si yo mismo me pongo la regla a mí mismo “¿pero qué necesidad, para qué tanto problema?” Sólo un señor como Kant, tan exigente consigo mismo puede ponerse una norma estricta. Cualquier intento de heteronomía -es decir una norma superior al hombre- lo vemos como pérdida de libertad, como esclavitud. Llegamos a la famosa Carta magna de la ONU. La norma moral de la dignidad humana. Por un lado pide respeto, pero por otro lado promueve el ataque y cada vez menos solapadamente. Una cosa es defender la dignidad y otra definir hasta dónde llega la dignidad.
Lo trascendente es externo a mí mismo pero está constituyéndome. La mismidad no se encierra. Es la paradoja. No se entiende autorreferencialmente. El dominio de sí no se entiende si está desligado a algo superior a mí mismo. El sentido de responsabilidad está por encima de mis ganas.
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Si lo otro no es Dios acaba siendo autorreferencia.
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Hay personas que maltratan a los demás. En vez de tratar las diferencias. ¿Por qué me voy a callar algo que me hace enojarme?
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Perdón, ¿dónde se rompió el círculo?
El conocerme que me permite dominarme a mí mismo es un conocerme que no proviene de mí mismo. El dominarme es “no matarás”. Eso no lo hice yo. ¿Por qué no hacerlo? El dominarme implica un conocimiento que no proviene de sí mismo. e ve más claro en otro mandamiento que no tiene nada de popularidad: “no fornicarás”. ¿Quién me va a decir a mí qué debo hacer con mi vida sexual? Ahora el mandamiento es al revés. ¡Es hasta mandatorio!
Hay un muchacho estudioso pero todo el día en el nintendo. No es social. La mamá pidió ayuda. La psicóloga de la escuela le dijo a la mamá: lo que tu hijo necesita es tener relaciones sexuales ya. ¡Como prescripción de salud mental! ualquier día a las 10 y media de la noche en la televisión hay pornografía en casi la tercera o mitad de los canales de televisión. ¡Ay del que se atreva a protestar!
En el fondo viene de no reconocer la superioridad de una norma sobre el propio yo. El instinto sexual nos lleva a satisfacer nuestros propios impulsos. El deber ser nos dice “tu propia mismidad se enclaustra, se encierra cuando sólo buscas tu propia satisfacción” y la única forma de salir de esa propia satisfacción es dominándolo. Si no tienes satisfacción terminas dominando. El otro se vuelve un satisfactor.
Para dominarme necesito un conocimiento de mí mismo, pero no es un conocimiento de sí mismo pero por medio de otro. El educador es un recurso para que el educando se conozca, y es un conocimiento que no procede de sí mismo. El educador le dice al educado “debes hacer esto”. Y el educando se rebela y dice: ¡por qué! Y el educador le contesta: yo ya sé lo que tú no sabes.
La madre sabe de su hijo lo que el hijo no sabe de sí mismo, porque lo ve con la mirada anticipadora del que ama. La madre tiene una ventaja: es una espontánea disposición centrífuga. La maternidad desde la dimensión física es salida de sí.
Fíjense a qué grado hemos llegado: exigir al hijo como si fuera un derecho de los padres. Sentirse bien teniendo un hijo. Elegir el sexo de los hijos. Algo que va a ser tan importante para el niño, ¡lo decides tú! El niño es un pretexto. Es un juguete. Lo espontáneo es el olvido de sí. Ese olvido de sí hace ver en el otro lo que el otro no ve. Buscar el bien del otro requiere necesariamente del olvido de sí. Ese es el conocimiento anterior a mí mismo que me permite el dominio de mí mismo para poderme conocer a mí mismo.
Si no, let it be! Si no hay qué proporcionarle al otro para que se pueda dominar y luego conocerse. Educar no es una intromisión es una ayuda. Y esa ayuda sólo es verdadera ayuda cuando el que educa ama al que educa, cuando el educador ama al educando. Educador no es apapachador. Te estoy facilitando tu propio futuro. Cuando tú descubras que la necesitas ya la tengas. Para que no sea capricho se requiera amistad. Querer el verdadero bien del otro.
A veces los hijos son ocasión de realizar sus propias frustraciones. Realizar en el hijo lo que no pude realizar en sí mismo. Hay una película muy bonita que tiene que ver con esto: Claroscuro. El papá arruina la vida al hijo y esa vida es rescatada por una persona y es rescatada a partir precisamente del amor.
Sábado 24 de mayo de 2003
El círculo se rompe cuando admito que el conocimiento de mí mismo no tiene que proceder necesariamente de mí mismo. Es el conocimiento que proviene de una instancia trascendente. Encuentro en mí la naturaleza inscrita por Dios. Encuentro en mí unas leyes, en la conciencia moral, que hace que ésta no es una mera autosugestión. La conciencia lee algo que no está puesto por ella misma.
Es el conocimiento antecedente de mí mismo. Pero hay otro conocimiento de mí mismo que no es antecedente. Es la conciencia de sí mismo que deriva de tener un proyecto de vida.
No toda la conciencia de sí mismo se descifra en términos de deber.
Si uno usa algo para otra cosa para lo cual no fue diseñado tiene muchos inconvenientes: si uso un aparato de dvd para tostar pan no consigo lo que quería (tostar pan), echo a perder el aparato en cuestión y luego ya tampoco lo puedo usar para lo que fue hecho. El deber ser evita todo esto.
El aparato de dvd sirve con películas de vaqueros o románticas. Todo eso cabe. Pero ojo: el deber ser no determina otros actos. El deber ser es un marco de referencia pero no me dice qué pintar. Yo lo tengo que resolver. Es parte del conocimiento de mí mismo. Eso es parte de esa angustia de esa inseguridad a la que uno se enfrenta: qué voy a hacer con mi propia vida. ¿A dónde voy con eso que sé que soy?
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¿qué pasa cuando el conocimiento que tengo de mí es falso y cuando creo que eso que pienso es verdad?
Ahí está el dicho: Dios perdona, pero la naturaleza, no. Tarde o temprano lo que va contra la naturaleza le advierte. En formas diversas: frustración, inviabilidad.
La capacidad de rectificar…¡qué difícil!
Ahora está muy extendida la visión de “yo no me arrepiento de nada”. No está dispuesta a aceptar que su vida es un fracaso. Tener que reconocer que la ha regado en un montón de cosas y no ha hecho nada.
La vida de la persona humana no es una vida impoluta, sin quiebras. Hay que prever que a pesar de los empeños que ponga para hacer las cosas bien, el error aparecerá. Hay personas que se rinden a la vista de sus fracasos porque no se consideraban susceptibles de que eso les ocurriera. Lo importante no es no tener errores, sino la actitud que se adopte ante ellos. Lo importante es rectificar.
Y ver si el error procede de que si lo que me propuse me lo propuse veleidosamente, es decir un querer ineficaz, que no está dispuesto a poner los medios. O bien si lo que me propuse es inviable.
Veleidoso: querer sin querer. El homo sapiens se vuelve homo zapiens. El zap (clic con los botones). Zapping. Es una ocurrencia mía. Pero sirve para expresar lo que intento explicar.
Ana Guevara ganó los 400 metros después de tantos años porque está duro y dale. Se propuso ser la más veloz: dietas, entrenamientos, etc. ¿Por qué no consigue la gente lo que quiere? Porque lo quiere a medio gas. Veleidosamente. Sin poner los medios.
Más querer algo que es inviable es distinto. No consigo lo que quiero no porque no esté poniendo los medios, sino porque lo que quiero es inviable. Es distinto querer algo que no es a querer algo que es a medias. Vamos a ver. Es lo que decíamos ayer del mega yo. Busca una faceta un objetivo único que logra a costa de otras que son en contra de su naturaleza, decisivas de su plenitud como persona. Esto no significa que no haya que empeñarse en algo grande.
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Esto es lo que decíamos del sofrosyne.
La sofrosyne va ligado al panaristós. El panaristós es el resultado armónico. Bueno en todo en el sentido de armonía, de una bondad integral. Prefiero hablar de armonía y no de equilibrio. Equilibrio es distinto: en una orquesta no hay equilibrio pues hay miles de violines y dos flautas. Armonía es proporción, orden.
First is first. No deja de ser curioso que estos temas los han rescatado los teóricos de la organización. Han sido los que han reciclado estas nociones. Tal vez no se han enterado que esto es importante por sí mismo, no sólo para la organización. En esto se parecen a unos lacedemonios que valoraban la virtud por las ventajas que la virtud te da. Aristóteles veía una perversión en esto. Es una perversión más difícil de detectar. Vas a ganar más si eres honrado. La honradez no vale porque te paguen mejor sino porque te hace mejor persona.
Qué paradoja que estos temas los han estado rescatando señores como S. Covey,… La virtud exige orden. Proporción. No es un orden estático, es un orden que tiene que estar continuamente actualizado. Puede haber desorden en la jerarquía. ¿En qué sentido? En no saber leer en determinadas circunstancias la prioridad que puede adquirir un valor que en absoluto es jerárquicamente inferior porque así lo exige determinada circunstancia. Ojo. Esto no es relativismo.
Hay que distinguir en el orden de los fines y de los medios. Y en el orden de la intención y en la ejecución. Lo primero en la intención es lo último en la ejecución. Esto lo debe saber la persona, es un juicio prudencial. Es un saber práctico y en continuo progreso.
Estamos en eso: en el proyecto de vida. La persona humana lleva su propia existencia a cuestas. Su ser no deviene simplemente, no ocurre. “Ahí la llevo” es expresivo de la falta de proyecto. El que tiene proyecto de vida no sólo sabe a dónde va sino que se propone objetivos concretos.
De ahí viene el tema del querer. Ahí estamos trasladándonos al terreno de la libertad. El proyecto reclama la libertad humana. La capacidad de autodeterminación no supone sólo autoconciencia sino que supone el poder. El poder que proviene de la voluntad libre, del querer.
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ayer hablábamos del autodominio, y eso ya exige querer.
Efectivamente, nuestro método no es lineal es cíclico. Volvemos sobre lo anterior. El proyecto implica decisión. Hay gente que no reflexiona porque le da vértigo entrar en sí, porque ¡no hay nada ahí!
“Nihil volitum, nisi precognitum”. No se ama lo que no se conoce.
El asombro es esa primera noticia: hay algo ahí que puede ser de interés. Hay gente que se la vive apantallada. Es muy informada, pero no se adentra. No sólo no concreta sino no profundiza.
Esto lo que advierte Giovanni Sartori: él habla del homo videns.
El querer se aventura a ir más allá que lo que el conocimiento está haciéndome advertir, por eso puedo ir más allá. El querer arriesga más. Es decir: no hace falta para querer algo conocerlo detalladamente.
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es más genérico
No. Más abarcante. El conocer es más genérico y el querer es más concreto.
El querer es más intuitivo. Es más directo.
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el hombre siempre anhela.
El querer no sólo es reactivo al conocimiento. El querer lleva al conocimiento más allá que lo que el solo conocimiento ha alcanzado. Esto lleva al conocer en contraste con el querer. Conocer es una forma de poseer. Ahora me doy cuenta que es ¡otra grabadora! Conocer es una posesión física.
Si la idea o el concepto fueran uno con el margen sólo tendríamos particularidades.
No hay forma de formarse ideas sin imágenes. La imagen no es el pensamiento, es el recurso con el cual pensamos. Pensar en Dios ¿qué imagen tengo? La palabra “Dios”. Es una imagen bastante abstracta, pero es una imagen.
Conocer es quedarme con la forma de otro sin quitársela. In-formarme. Hacerme de una forma ajena sin cambiar la forma propia. Para apropiarme de una papa que me como la des-realizo como papa y luego al asimilarla cambio yo. Es la tragedia de los que tendemos a pasarnos de peso.
Eso no ocurre en el conocimiento, me apropio de la cosa sin quitarle su ser. Me apropio de la cosa sólo en su formalidad. Pero entonces le confiero un ser distinto del que tiene: para que la grabadora esté en mí necesito objetivarla.
- pero no será que más que crear un ser en mí, es simplemente un reflejo de la cosa.
La forma es en acto, y cuando la pienso verdaderamente es uno con la realidad. Pensar una realidad es hacerse uno en acto con la cosa. No es un reflejo porque tendría que ir cotejando mi mente con las cosas. Hay quien se cuestiona cuál es el lugar del pensamiento. Es el tema de la inmaterialidad del conocimiento. El conocimiento es actividad: es una actividad que adquiere la forma, la forma de lo que estoy conociendo. Esa forma tendría un ser propio, pero no. Es un tema de teoría del conocimiento muy complejo. Ahora sólo voy a advertir esto: ojo con pensar que el conocimiento es una especie de almacenamiento. Eso que se almacena es lo que me permite conocer, pero el conocimiento es un acto. El conocimiento es de aquello a lo que remite el conocimiento. Los datos que se almacenan no son lo conocido. Son lo que me permite conocer, pero no son lo conocido. Cuando yo te digo “homo sapiens” es un dato que te remite al homo sapiens. Ese sonido “homo sapiens” no es lo conocido, es lo que te remite a lo conocido.
La computadora puede almacenar mucho más que el hombre. Pero no conoce. ¡no posee nada!
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hay cosas complejas como eso del conocimiento tendemos a simplificarlas.
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¿me simplifico si pienso en los indígenas que no permiten que les tome fotografías porque me adueño de su alma?
Ahí hay poca capacidad de abstracción. Eso que de mí te apropias es periférico, mi pura figura, bidimensional.
En el fondo tiene algo de sabiduría: a Lady Di le robaron el alma. Esos indígenas lo sienten como intromisión.
Hay otro tipo de homo, el homo cathodicus. Es el que se realiza porque todos hablan de él. El que dice las mismas tonterías pero ante las cámaras de televisión. El que vive de la fama. El homo videns es la contrapartida del homo cathodicus. Es el hombre público, su vida está a disposición de todo mundo. No tienen intimidad. Hay una impudicia física pero no sólo esa sino también la impudicia psíquica.
Loret de Mola escribió una ficción “Martha”. Hay quien le gusta fisgonear, y lo peor: a quien le gusta que lo fisgoneen.
Queremos determinar en qué consiste Querer
Trabajo: a la luz de lo que estamos viendo en clase, qué podemos comentar del libro?
Desde los intentos de nuestra época, a partir de Scheller (capítulo 3)
Nuestro comentario a partir de la lectura y de lo que estamos viendo.
Para reforzar la diferencia entre tener datos, ejemplo, un viaje a Chile , se sugiere un lugar específico, pero esos puros datos (planos, nombre), no son el conocimiento del lugar, éste se da cuando estuvo allí
Querer: tener interés volutivo en algo, sentir atracción por algo es un querer ineficaz. No es conocimiento aquello que es todavía no conocer, se conoce lo que se conoce ya, y el conocer parcial no es conocer el todo.
Qué pasa con los seres humanos? (Adriana)
El conocimiento es conocimiento en actos, lo que conozco de mi lo conozco ya, aunque aún no conozca todo lo mío.
En cambio el querer es distinto, puedo querer algo que no conozco
¿Yo sólo sé lo que recuerdo?, no, está mal, mas bien podemos decir: yo sólo sé cuando recuerdo.
Las cosas recordadas son más que el recuerdo. El conocimiento no se puede disparar si no se hace presetne el recuerdo.
Con el querer no ocurre eso, es anticipativo, es un aún no, cuando deseo algo ya estoy entrando en relación con aquello que deseo y eso es una forma de posesión imperfecta. Lo que ya conozco, ya es posesión.
El deseo me pone en relación, a distancia, de lo que deseo
Ej: deseo ir a España:
Como se aplica esto al proyecto de la persona: la persona advierte aquello que desea ser, el poder ser que experimenta la persona es no solo estar a distancia sino que eso que puedo ser, solo está en mis manos, soy protagonista.
Yo soy yo y mis circunstancias?, si pero no hay que pensar que n hay algo más, por encima de mi mismo.
Además de desear ser algo o alguien, debo plantearme un para qué?, es la experiencia del “algo se espera de mi”. De dónde procede eso?, quién nos llama a ello?
¿Qué puedo?, ¿qué soy? ¿Qué quiero? ¿Qué debo?
¿Cómo saber que lo que no puedo ahora, si podré después?
O lo contrario, lo que puedo ahora, puedo no poderlo después.
Nos situamos en el quiero:
Lo que puedo no es lo que quiero, puedo muchas cosas más de lo que quiero.
Ej: tests vocacionales, talvez tengo capacidades para alguna profesión, pero ¿si no quiero?.
Hay poderes que se cancelan por el querer, no se pueda querer todo, y el querer es selectivo, si quiero algo, debo desechar otras cosas, existen renuncias.
Eso del querer es poder tiene sus limitaciones: si eres cojo, no puedes ser campeón de 100 metros planos, como no sea en una olimpiada para discapacitados.
Jaime: dos extremos con riesgo: voluntarismo y determinismo
AP: Si es cierto, vamos a verlo:
Una es el determinismo que nace de la naturaleza, en cuyo caso mi único papel es se agente de mi vida, es un determinismo fatalista, no me queda más que ir siendo lo que se va dando. Otra posibilidad: el destino, yo solo actúo, porque el fin ya está dado por otro, a mi solo me quede hacer mi papel, solo soy el actor, como el personaje de una novela. En medio de estas 2 posiciones está el tema del ideal: yo soy el autor con dos peligros: yo soy el autor (genética) ej: transgénicos.
Resumiendo:
Naturaleza: Agente
Ideal: autor
Destino: actor
Como John Lennon: Life is what happened to you while you were sleeping.
Hay cosas que no son elegibles, pero puedo hacer cosas al respecto: por ejemplo mis padres, no los puedo elegir.
Cuando estudio alguna de estas posibilidades, si no hay armonía, si caemos en esta trampa, podemos caer en el fatalismo. Ej: protestantismo, que busca su signo de la salvación por medio de las señales que recibimos en vida (riqueza).
La felicidad está más ligada al destino que al ideal, no puedo querer no ser feliz. No puedo pretender lo contrario a la felicidad, no puedo ser feliz con cualquier cosa. Por ejemplo nadie puede ser feliz siendo asesino o siendo millonario, la felicidad va más allá de lo que tú te propongas. El ideal no se acepta, se propone, si asumo mi destino como mi ideal, entonces el destino es llamado, al que puedo o no responder.
La naturaleza es herramienta, es demasiado genérica para resolver el problema de ¿A qué estoy llamado? Pero si me ayuda a definir a qué no estoy llamado.
Ej el compacto: sirve para oir música, cualquier clase de música, yo decido cual.
Uno a veces descubre algo que no se ha propuesto, sino que lo padece, ejemplo cuando uno se enamora, en cierto momento, se padece ese amor (enamoramiento). Alguien le suscita algo que uno no se propuso y depende de nosotros hacer que florezca, algo así sucede con el destino, de nosotros depende padecerlo o hacer que florezca.
La religiosidad es encuentro de personas, si no se da así, es miedo o superstición.
Cuántas llamadas tenemos en la vida?: son fragmentos de la misma llamada: primera llamada, segunda llamada, etc., la vida se integra de esas llamadas y nuestras respuestas a cada una.
Ej: cuando nace un hijo, nos cambia la vida, lo redirecciona, sin desandar lo andado, hay que rectificar en mucho.
La llamada es la misma, que se manifiesta a lo largo de la vida, en distintas circunstancias.
Yo no me propuse estudiar filosofía: ya les hablé de medicina y de artes plásticas, también pensé en comunicación dadas mis facilidades para comunicar lo que sé o lo que voy aprendiendo, si hubiera sabido que existía diseño gráfico, me habría clavado.
Presento exámenes en una universidad, y no me aceptaron, cuando yo estaba seguro que me aceptarían. Me dijeron que no tenía aptitudes, decidí estudiar en otra universidad, pero se me había pasado el tiempo y tendría que esperar otro semestre, ya estaba trabajando en estudios Churubusco, pero como me sobraba tiempo, no sabía que hacer con este tiempo libre, y mientras acompañaba a un amigo al IPH, mientras esperaba me preguntaron qué hacía y me invitaron a un diplomado en filosofía, entonces tomaron mis datos y no me la podía quitar de encima.
Volví a ir acompañando a mi amigo y ese día había examen de admisión, lo presenté y me convencieron de entrar a filosofía, así estudié.
¿Qué hago, si no quería estudiar esto?, me di otro semestre de oportunidad y me encantó la carrera. Me cambió la vida y me transformó el ideal y me puso en contacto con otras cosas que tienen que ver con lo que considero mi vocación, así es la llamada, a veces nos conduce a nuestro destino.
No son cosas casuales, uno los interpreta como indicios de hacia donde apunta la vida.
Solo si uno quiere, está en condiciones de irla descubriendo porque la llamada no desaparece, y puede quedarse sin respuesta nuestra, la llamada es algo constante en que la propia mismidad está en juego.
¿Qué es el Juicio Final?
El momento en que lo que fuiste en esta vida y lo que Dios pensaba de ti, encaja o no encaja?, si lo que fuiste responde a ese nombre que Dios te da, entonces atendiste la llamada.
Viernes 30 de mayo de 2003
Voluntad. Actos de la voluntad:
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Simple volición
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Intención
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Elección
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Uso
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Fruición
A la simple volición antecede no un juicio de razón sino un simple conocimiento.
“bueno” es algo susceptible de ser querido.
La intención connota una cierta deliberación que considera la factibilidad de eso bueno. Es el juicio de la sindéresis (¿) (Haz el bien y evita el mal)
La elección es empezar a querer los medios.
Después de la elección viene el uso. Es lo que se llama imperio o mandato.
Pero ojo: no son actos secuenciales. No van uno después de otro. Son como lados de un diamante. Si lo vemos desde un lado se ve primero alguno de ellos, y desde otro punto de vista lo primero es otro.
Todos estos actos se pueden dar de dos formas: como deseo o como amor de persona. El amor de deseo es siempre un amor céntrico. Centrípeto. En cambio el amor de persona es extático. Es salir de sí. El centro no está en quien lo quiere sino en lo querido.
Otra forma de distinguirlo es llamarlos amor de cosa y amor de persona. Los griegos los llamaron con dos nombres: eros y ágape. El eros tiene como punto de referencia el propio sujeto que lo quiere. El vino se quiere no por el vino mismo sino por el sujeto que lo quiere y ¡se lo bebe! El amor de deseo y el amor de la voluntad se parecen en esto: los dos se centran en el sujeto que quiere.
El amor de persona no termina en mí. Consiste en querer el bien para la persona que quiero. Pero aquí puede introducirse un desorden: amar como si fuera persona a algo que no es susceptible de ser amado como persona porque no es persona. Esto origina dos cosas: exigir de aquello algo que no puede dar de sí. Para que se dé el amor de persona se requiere una cierta correspondencia. Una réplica. Eso no lo puede dar la cosa. No esperamos del vino una correspondencia.
El amor a la mascota es un amor de cosa. Sería un desorden proyectar en una mascota o en un balón el amor de persona. Al final uno se da cuenta que está solo: que las cosas o los animales no pueden corresponder.
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esos son dos extremos de un espectro
Efectivamente.
Pero eso no significa que amar a las personas con amor de cosa sea malo. Sólo es perversión cuando el amor a la persona que es del tipo de amor de cosa excluye el amor de persona. En otras palabras: cuando sólo hay amor erótico con otra persona me estoy quedando a medio gas. No estoy llegando al nivel que podría. Estoy amando según mi naturaleza humana, pero no según mi ser personal.
Lo característico de ser persona es la intimidad trascendente. La intimidad que sale de sí. Se puede amar a una misma persona con amor de eros y con amor de ágape.
¿Se puede amar a Dios con amor de eros?
El problema no estriba en amar así a Dios sino en sólo amar así a Dios.
Conforme las sociedades avanzan en su progreso material disminuye el interés por la religión. Porque ese interés que había en la religión está vinculado a la satisfacción de necesidades de seguridad y subsistencia.
Como dice el refrán “acordarse de Santa Bárbara sólo cuando hay tormenta”. Dios pide más que sólo acordarnos de Él en el infortunio o en la desgracia.
Yo puedo querer a alguien sin una satisfacción hacia mí sino simplemente por hacerle bien
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Es como masoquista
No porque no estoy buscando mi infortunio. Estoy procurando el bien del otro: un bien sin que yo esté en el horizonte. Alguien podría decir “es que lo haces para sentirte bien”. Pero no lo hago por eso. Pero para que el amor de persona culmine necesita una correspondencia. Pero esa correspondencia no tiene necesariamente que provenir de aquél a quien amo.
¿Por qué hay que amar al enemigo?
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porque habrá una correspondencia.
No sólo. Lo amo porque también es hijo de Dios. No amo al enemigo por ser enemigo, sino porque amo a Dios.
La cosa se puede complicar más si la combinamos con el tema de los bienes que son susceptibles de ser queridos.
Simple volición | Amor de deseo | Eros | Placentero | |
Intención | Útil | |||
Uso | Amor de persona | Ágape | ||
Fruición | Honesto |
Cuando en el querer estoy…. Entonces en el horizonte del querer no puede estar referido sólo a mí.
Me planteabas que si era lo mismo vocación y misión. Misión es tener en el horizonte de mi querer lo que los demás esperan de mí.
Hay algo que en general los demás esperan de mí. Pero hay cosas que en específico los otros esperan de mí. En la edificación de mi propia persona no me puede resultar indiferente lo que quien me ama espera de mí. Cumplir las expectativas del otro.
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Pero esto tiene que estar de acuerdo con lo que Dios quiera de mí
Sí porque a veces el que me ama quiere de mí algo que no debo hacer. Por ejemplo a veces los padres esperan de los hijos algo que va contra el bien de los hijos.
Hay que discriminar en lo que los demás esperan de mí aquello que está incluido en lo que Dios quiere de mí y en lo que yo quiero de mí.
No es sólo el deber. El deber sólo es un marco de referencia. Es algo más. Y esto se ve más en la relación conyugal. El cónyuge tiene legítimas expectativas de mí que yo debo cubrir. Las fórmulas del matrimonio cristiano: “yo te acepto… y prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad…”. Y puede ser que el otro esté enfermo de infidelidad.
Precisamente ver los toros desde la barrera permite ver lo que está dentro no ve.
¿A qué se refiere “en la enfermedad”? No te voy a ser fiel sólo en la medida en que tú me seas fiel. Eso es amor de eros: toma y daca.
A veces la separación es la única forma de hacerle caer en la cuenta al otro del mal que está ocasionando sólo a mí sino sobretodo a sí. Es para que toque fondo, para que caiga en crisis.
¿En la enfermedad sólo física? También en la espiritual.
Hay un primer momento en que uno se siente ofendido y mal. Cuando uno ama con amor con persona decide de forma muy distinta, aunque materialmente sea igual (por ejemplo, la separación).
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¿quién le dice a la persona qué hacer?
Sólo cabe el consejo. Pero el consejo no es sustituto de la decisión. Determinar la conveniencia de la separación requiere consejo. Porque es fácil decidirlo sólo en razón de la propia conveniencia.
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Ahora hay más dificultades. Ahora se recomienda el divorcio legal, y se recomienda no para romper el vínculo, sino para proteger a la víctima.
Pero eso no se ve. Porque hay egoísmo. El llamativo aumento del número de divorcios señala algo más. Broncas siempre ha habido. Estamos perdiendo la capacidad de amar con amor de persona.
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Se ve en todos lados: el individualismo
El individualismo. La persona no es (solo) individuo. Me sentiría frustrado si al final de este curso no vieran la diferencia entre individuo y persona.
El individuo es una ficción, es una abstracción, es la consideración aislada de una persona. Es la consideración disecada de un animal vivo. Se parece al animal, pero es un cadáver. Sólo en apariencia es animal. El individuo sólo en apariencia es una persona. Ontológicamente la persona es siempre referencia a otras. Todavía no llegamos a ese nivel donde se ve contundentemente esto.
El naúfrago que hace fuego lo hace porque no está solo. De alguien lo aprendió. Para aprender tuvo ocio. El ocio lo tuvo gracias a otros. Solo nunca existe. Esto no quiere decir que podamos reducir a la persona a la relación con los otros. Cada quien es cada cual en su relación con los otros.
Ya que nos metimos en esto…
El proyecto de vida es una relación conmigo mismo que no se puede hacer sin los demás. No sólo porque necesito de los demás para lograr lo que quiero, sino porque en mi proyecto de vida ha de estar incluido lo que los demás esperan de mí.
Vamos a explicar el espectro que puede haber en el amor: desde el amor erótico hasta el amor de persona.
Y esto se ve muy bien en el amor conyugal.
El amor conyugal tiene un componente sexual. La belleza física. Es una belleza que atrae subjetivamente.
Después está la belleza del carácter. Las cualidades que se ven luego llevan a ver incluso una belleza física.
El trato da una cercanía que lleva a que después haya incluso una cercanía.
En el segundo nivel que ya no es nada más placer sino utilidad, está la conveniencia. Me cocina, me lava, me plancha. Es amor de deseo pero no dirigido al placer, sino a la utilidad.
Luego viene la compañía: es un amor de deseo.
Después viene la beneficiencia. Es ya amor de persona.
Después, la benevolencia.
Y luego el amor de trascendencia. Quiero al otro porque al quererlo puedo amar al Otro.
Vamos a ver otras categorías:
* El amor por la belleza física y por la del carácter: es amor de pareja. Los que se aparean.
* El amor de convenciencia y compañía es amor de socios: amor de partners.
* El amor de beneficiencia, benevolencia y trascendencia es amor de amistad y caridad.
El amor entre varón y mujer es muy difícil separar. El amor de amistad entre varón y mujer termina en otras formas de amor por la disposición natural de atractivo que hay entre ellos.
La única persona que puede asumir otra persona es Dios.
No puedo amar con amor de persona al otro… A ver cuando amo a una persona por el amor que tengo a otra persona (como cuando quiero a los amigos de mi amigo porque son amigos de mi amigo) pierdo el amor a los otros
El amor al otro por amor de Dios. No puedo ser amigo de los amigos de Dios sólo por amor de Dios. Sino que precisamente por amor de Dios soy verdadero amigo de los amigos de Dios. Sólo con la gracia puedo amar como Dios ama por eso puedo llamarle propiamente “amor de Dios”. La caridad es ese amor de Dios. La caridad es una gracia. Dios me da una capacidad que no tendría si no fuera por un don de Dios.
Los temas en filosofía son esféricos: unos llevan a otros.
Podríamos considerar la referencia a los demás no sólo por la condición sexuada sino por otras cosas.
Un chiste. Llega Sherlock Holmes al cielo. San Pedro le dice: ¿cómo sé que tú eres Sherlock H.? ponme una prueba. Busca a Adán. Lo encontró porque era el único que no tenía ombligo.
La referencia a otro está desde la relación con la madre. La vivencia de haberse resguardado en el seno materno. No es una relación sólo física. Todo ser humano acusa proceder de otra persona. No nos hacemos cargo de las repercusiones que tiene no tener padres físicos.
Hay una manera de ser persona humana varonil y otra manera de ser persona humana femenil. No es simple variante cultural. Hay un variante cultural pero no es sólo eso.
Ahora prefieren hablar de género que de sexo. Aquí en México se aduce a Sor Juana Inés de la Cruz como ejemplo de una mujer que tuvo que hacerse monja porque quería estudiar. Es una simplificación decir que las mujeres no accedían a las universidades por un machismo. Las universidades tuvieron un origen eclesiástico. Esto sesgó a las universidades. Al principio sólo iban los clérigos, después fueron los escribanos, después … mujeres.
Yo tuve la experiencia de ver el cambio en nuestro país la introducción de las mujeres ejecutivas. En la primera generación sólo hubo una mujer (en los años 70's). Las mismas mujeres -solas- se descartaban. Hoy ahora tenemos 4 mujeres por cada 10 varones. Todavía es predominantemente masculino el alumnado, pero ya es 40%.
Lo vemos también en que ahora hay una revista especial para ejecutivas mexicanas. La mujer estaba en el rol doméstico. Había casos excepcionales. Isabel la Católica. Emprendedora, financió a Cristóbal Colón y hizo otras muchas cosas… algunas les está costando la expulsión de los judíos. Eso ha entorpecido la causa de la canonización.
George Sand en el siglo XIX: un personaje cultural en Inglaterra. Son casos aislados. A final del XIX y buena parte del siglo XX y favorecida por grandes conflictos como son la primera y segunda guerra mundial esto ha cambiado.
La idea de fondo es: los seres se hacen a sí mismos. Es la idea de que el género es exclusivamente cultural. Y si a esto añadimos la llamada revolución sexual que hizo factible la escisión entre la feminidad y la fertilidad esto se vio confirmado: ya ni la naturaleza determina a la mujer a ser madre.
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¿se puede decir que son antológicamente iguales?
Sí. En cuanto personas y en cuanto naturaleza son iguales. Yo usaba el ejemplo en las clases de lógica. “Sólo los hombres son racionales”, “las mujeres no son hombres”. Pero “hombre” está utilizado en dos sentidos.
Las mujeres, ¡claro que piensan!
Lo que sucede es que en algunos ambientes se equipara pensar a razonar discursivamente. Pero es un error gnoseológico. La intuición es otra forma de pensar.
“Las mujeres son seres de cabellos largos e ideas cortas” creo que es de Gasset.
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¿la maternidad es accidental?
El hecho de ser madre es un accidente. En el sentido de que no es necesario. Hay una dificultad en determinar el nivel de la diferencia. Si fuera una diferencia esencial serían dos especies. Tampoco es una diferencia accidental. Los accidentes son las categorías aristotélica ¿dónde ponemos la condición sexuada? No es fácil determinar el nivel de la diferencia. Es una diferencia que está en el nivel de lo que se es, y no en lo que se hace (¿).
¿Cómo podemos saber a qué nivel colocar la diferencia?
La diferenciación sexual de los animales sólo es en el nivel de la reproducción. Porque no tienen mismidad. No tienen espíritu. Para el animal la diferencia sexual se agota en la simple condición para la reproducción.
Eso habla de la posibilidad de que el hombre trascienda la dimensión reproductiva de su condición sexuada. No está
Una mujer que no es madre de hecho no por eso deja de ser mujer, o es menos mujer de la que sí lo es. En cambio sí ocurriría eso si toda la condición sexuada estuviera vinculada a la reproducción.
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La condición sexuada de los animales sí afecta a toda su estructura. El comportamiento del macho es muy distinto respecto de la hembra.
La diferencia está volcada hacia lo mismo: al cuidado de la especie. En el animal a diferencia de lo que ocurre en el hombre es que su condición sexuada y su sexualidad es una. Y este es el problema: en la persona humana no todo es sexo. No sólo es sexo en el sentido más banal.
Los individuos -entre los animales- son como casos particulares de la especie. La persona humana no se reduce a formar parte de su especie. En cambio el animal sí: su individualidad y su sexualidad es una. Están en función de la especie.
Hay una serie de contradicciones en las defensas de los animales esgrimidas por los ecologistas que provienen de “humanizar” las especies. Defienden los delfines pero no defienden a los mosquitos de la peste.
La especie humana está para facilitar la vida de cada persona. (¿)
Toda persona o es varón o es mujer. El hermafroditismo es muy raro (es tener lo necesario para la fecundación). El pseudohermafroditismo es más común: tienen órganos de los dos y hay que quitarle algunos órganos para que se desarrollen los otros correspondientes a su sexo. Cromosómicamente o es hombre o es mujer.
De tal modo es la condición sexuada que la única forma de sustraerse de ello es no ser. Si no quiero ninguna de las dos sólo me queda no ser.
Esto deriva de que somos corporales, pero “derivar” no significa que se reduzca sólo a su nivel corporal. Está a nivel cromosómico, gonadal, genital, psicológico, espiritual…
La raíz de esto tiene que ver con un tema de antropología filosófica. La unidad entre cuerpo y alma no es una unidad a posteriori. No es una unidad que adviene a los componentes unidos. Alma y cuerpo son uno porque el alma no es propiamente alma sin el cuerpo y el cuerpo no es cuerpo sin el alma. Su condición de alma le viene de su relación con el cuerpo. Alma es precisamente eso: la forma de un organismo.
¿Qué es una cara sin canto? Una moneda tiene caras y canto. Si lo separo des-realizo la moneda. Una argolla ya no es una moneda. Sólo por abstracción, sólo por una ficción mental puedo separarlas. Igual pasa con el alma y el cuerpo. La separación es la muerte.
La muerte sobreviene por la incapacidad de que lo que es uno siga siendo uno. Es una especie de ruptura, escisión. El cuerpo es un organismo que tiene la vida en potencia. El cuerpo que tiene la vida en potencia es un cuerpo vivo, un animal. La única forma de tener la vida en potencia es teniéndola.
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¿qué no tiene el acto?
No. El acto es el alma. El cuerpo tiene la vida en potencia.
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El cuerpo es el receptor
No. Esa expresión la evito porque hace pensar que el cuerpo es antes del alma. Piensas en el cuerpo como un algo que existe sin alma.
Ahora: un alma sin cuerpo es como una cara sin canto. Te la puedo expresar, la puedes concebir.
El alma no es sólo alma. El alma en el hombre es algo más que sólo alma. Tiene algo que no se agota en estar vivificando un organismo. Ese algo que no se agota en estar vivificando.
Es aquello que nos hace más semejantes a Dios. Dios es un ser desalmado. Eso no significa que no sea un viviente. Es un viviente que es la vida. Eso que hay en nosotros que no se reduce a ser lo que le da vida a un organismo es lo que se parece más a Dios. Y eso es lo que explica las actividades que trascienden lo corpóreo. Pensar el perro sin imaginármelo es un acto espiritual. Y más claro se ve en el amor. La posibilidad de amar a aquel que no me profesa amor es posible por la espiritualidad. Lo orgánico es céntrico. Deja de ser céntrico cuando lo orgánico lo es de una persona. Incluso a nivel del mismo organismo deja de ser céntrico.
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¿El sufrimiento espiritual es del alma?
Sí. Claro. Esto nos sirve para reparar en la profunda unidad de la persona. Aun teniendo un origen eminentemente espiritual repercute en lo orgánico. A veces provoca la muerte.
Está estadísticamente demostrado que hay más viudas que viudos. La mujer está pertrechada que el hombre. Cuando enviuda el varón es más difícil que sobreviva.
La condición sexuada no se circunscribe sólo a lo corporal.
Una vez que el alma deja a este cuerpo. El cuerpo se subsume en la potencialidad de la materia (expresión dominguera, ja, ja). De una persona no lo podemos decir. Cuando ocurre esto la persona no deja de ser varón y mujer. Cuando muere la persona deja de ser ser humano. Cuando muero dejo de ser ser humano. Si persisto como persona persisto como varón o como mujer.
Alguna vez alguien esgrimía como argumento no filosófico, sino teológico el argumento de Jesucristo ante la cuestión de la ley del levirato sobre la mujer y sus múltiples esposos: “ya no se unirán varón y mujer”. No dijo “ya no serán varón y mujer”.
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La unión sexual es sólo física
No es sólo carnal porque es la unión de toda la persona. La pura unión sexual desprovista de la dimensión personal del amor es física no es personal.
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Si tomamos las palabras de Jesucristo: quiere decir que la unión se limita a la tierra.
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Una vez que mueren varón y mujer, ¿sí se reencuentran?
Por supuesto que hay encuentro con los seres queridos. Incluso la eventual condenación de un ser querido va a ser querido. Esto es tan terrible que precisamente por ser tan terrible es algo que nos mueve a evitarlo. Una cosa positiva de considerarlo te mueve a evitarlo ahora en esta vida.
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Dios no quiere condenación
Dios lo que quiere es hacer lo que el otro decidió. Es dejar la libertad.
Esto es un excursus. Somos varones o mujeres por nuestra condición sexuada que trasciende lo corporal. Somos sexuados en nuestra condición personal: en esta vida y en la otra. Con consecuencias distintas.
Julián Marías dice que hay que hacer diferencia en la disyunción: la persona es endisyunción, yo solo soy lo que soy porque no soy lo otro, para mi mi condición de varón resultaría invisible si no existieran mujeres.
Ajustín Basave, recoge de otro autor: El varón solo se sabe varón cuando se mira en el espejo de la mujer, no es solo ver las diferencias, sino ver en el otro lo que hay de uno mismo.
Cuando vemos en nuestros hijos algo que es mío, pero está en él, ver lo tuyo en otro es redescubrirlo. Lo mismo pasa en la pareja hombre-mujer. No sólo son distintos, se complementan porque cada uno ve en el otro a sí mismo.
Por eso Tarzán se enamoró de Jane y no te una changa.
Me advierto varón, viéndome en la mujer, eso es lo que da contraste, ver mi manera de ser en otra persona, cosas que a veces no he considerado.
Qué tipo de diferencia hay entre hombre o mujer? Julián Marías dice que es la disyunción, ser persona de una o otra manera.
Aristóteles no consideró esta diferencia, según él sería solo una diferencia material, dice que la mujer es un varón frustrado, un hombre que no alcanzó a desarrollarse completamente. A eso se reduce la visión de Aristóteles.
Fco. Ruiloba: en la genética es al revés.
Sábado 31 de Mayo de 2003
Hemos visto la dificultad en situar la sexualidad en alguna de las categorías aristotélicas (sustancia, accidentes).
También haremos referencia al artículo publicado en Istmo n. 105 de Agustín Basave.
Con base en esto exclusivo de la mujer: la maternidad, vamos a ver.
La maternidad.
¿Qué evoca este término?
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Amor/ágape
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Conservación/preservación/continuidad
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Cuidado/compromiso
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Ternura/dedicación
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Abnegación/sacrificio
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Continuidad
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Posesión
A partir de esto podemos entender mejor las observaciones de estos autores que he referido. Mucho de lo que podríamos entender acerca de la mujer parte de la maternidad. Ser mujer no está vinculado al hecho efectivo de ser madre. Pero sí todas sus disposiciones se pueden explicar en torno a esta posibilidad: la posibilidad de ser madre.
Todo esta enumeración que han dicho se puede relacionar con la realización de los valores vitales.
¿Cómo se puede conformar esto con la diferenciación anatómica de la mujer? Algunas diferencias anatómicas están en función de tener que alojar a otro ser. La capacidad de nutrirlo. Hablando también de la sensibilidad: ustedes decían ternura. ¿Qué capacidad tiene la mujer para expresar sentimientos con menos inhibición que el varón? La ternura produce seguridad, alojamiento. Y si vamos al nivel intelectual. Los estudios psicológicos coinciden en esto. La capacidad del conocimiento de lo concreto. El conocimiento está más dirigido a la persona.
Esto también tiene que ver con un mayor sentido de realidad. Esto se advierte en cosas cotidianas. Los ejemplos están vinculados a un contexto cultural. Por ejemplo, la sensibilidad de la mujer respecto de la economía es distinta que la del varón. La percepción de la situación económica de la mujer se vincula al precio de las cosas de primera necesidad. El varón en cambio lo vincula a niveles salariales, estadísticas, etc. Puede ser que el ejemplo no sea del todo adecuado por la vinculación a una cultura, pero ilustra.
Otro ejemplo. En el gobierno de Reagan se propusieron campañas a favor de la fidelidad matrimonial. Buscaban familias estables. Encuestaron al matrimonio de la familia ganadora. Le preguntaron al hombre: ¿a qué se debe? Y responde: “las decisiones importantes las tomo yo y las no importantes la mujer”. Y le preguntan: ¿quién decidió la escuela de sus hijos? -eso no es importante, mi mujer. ¿Y la casa donde viven? -también mi mujer. ¿Y entonces qué decide usted? -yo decido si Reagan debe declarar la guerra a los rusos…
Los varones se quedan en las especulaciones, abstracciones. Los puntos de interés inmediato de la mujer son cuestiones prácticas. Esto también se manifiesta en el ámbito laboral. La mujer ejecutiva se caracteriza por ser mucho más ejecutiva que el varón.
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Matrimonio viene de madre. Patrimonio, de padre.
Varios autores se refieren a este referirse más a lo concreto. Más sentido de la realidad. Esto la hace menos rígida. Más adaptable. El vínculo entre lo racional y lo afectivo es más inmediato que en el varón. Un autor como Gustave Thibon en un libro difícil de conseguir “El amor humano” (lo tiene Estelita Estudillo). En francés se llama “Lo que Dios ha unido”. Ahí dice que para el varón es más indispensable justificar racionalmente su afecto. Busca razones que expliquen la atracción. En la mujer no es indispensable: la vivencia se justifica por sí misma.
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Esta visión de inmediatez es un poquito la Secretaría de Hacienda y aplica los recursos. El hombre tiene que estar viendo el entorno. La mujer tiene que estar resolviendo problemas concretos. Y por eso el varón tiene que fijarse para conseguir lo verdaderamente necesario. Y esto ha cambiado porque la mujer ha dejado de ser mamá.
Lo que llama la atención es que la mujer, desplazándose hacia otros terrenos que no son la maternidad, ahí donde está, su aportación es sobre las características de maternidad.
Pero dijiste algo muy importante. El varón está vertido hacia fuera. En cambio la mujer está vertida hacia dentro. Vean las revistas de varones y de mujeres. Las de las revistas de mujeres van hacia lo afectivo, psicológico, humano. En el varón se tratan de cuestiones de mecánica, de finanzas, el mundo exteriores.
La psicología de la mujer va hacia lo concreto. Los afectos en la mujer no le obstaculizan para funcionar de manera independiente de lo intelectual. Al varón no le sucede eso. El varón necesita acomodar las experiencias afectivas para poder seguir pensando.
La mujer vive más intensamente su propia condición femenina. En el varón no es tan intenso. Esto está vinculado a las etapas de desarrollo. La mujer entra en la condición adulta a una edad más temprana que el varón. La mujer se advierte mujer y madura más pronto que el varón.
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¿eso no tiene que ver con lo hormonal?
Por supuesto. Pero no se reduce a ello.
Algún autor explica la diferencia. La actitud del varón es más agresiva. Busca dominar.
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Pero ¿de cuándo es ese libro?
Efectivamente hay cambios. Pero hay un transfondo psicológico
Cuando las mujeres le llevan serenata a un hombre, los varones, ¿qué reacción tienen? Les halaga su ego. En cambio en las mujeres es distinto.
Aun cuando han cambiado los roles sigue habiendo reacciones naturales. ¿Qué prefiere una mujer: un varón que “se deja” o un varón que se propone?
A los varones les gusta más el ritmo de la música, a las mujeres la letra.
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yo pienso que estos cambios son distorsiones que al final se van a revertir.
A mí me parece un avance que las mujeres estén incursionando en otros terrenos. En la empresa, en la medicina.
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pero lo malo es que cambien su actitud.
Lo malo es pensar que para asumir esos roles es renunciar a su propia condición. La riqueza sería que la mujer tome los roles sin imitar la actitud del varón.
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Ahora se estila que cada quien pague su cuenta. Pero eso es invadir el terreno de los hombres. Las mujeres deberían dejar que les paguen.
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Y no es intrascendente. Hay ese tipo de problemas en el matrimonio: la mujer paga su propio vehículo, su propia casa y las decisiones en el matrimonio son las “menos importantes” pero que realmente son las que dan sustento al matrimonio, las verdaderamente importantes.
Lo grave en ese cambio de roles es que lo que mueve a ese cambio no es la equidad sino la equiparabilidad. Lo malo es que la mujer tenga reticencia a ser protegida. El varón tiene tendencia a proteger. Pero si la mujer no se deja proteger, el varón se siente frustrado.
La vida familiar no puede ser una anulación de la vida personal, sino parte de. Es muy común que se pierda de vista algo de la vida familiar.
Hay dimensiones de la vida familiar que no incluyen a la madre. Y la madre no debe invadir. Y así hay un ámbito entre las madres y los hijos que el padre no debe invadir. Y lo que se olvida que hay un ámbito personal que no está en el ámbito de las relaciones familiares y no debe ser invadido por los demás. Esto se ve más claro en el caso de los hijos. (esquema de tres conjuntos entres los cuales hay interjecciones).
Es absurdo plantear las relaciones matrimoniales en términos de competencia: ah tú sales, entonces yo salgo. Este sojuzgamiento de la mujer por el hombre la cultura se ha masculinizado. El precio ha sido una deshumanización.
Ahora ha cambiado: el varón hace funciones dentro del hogar que lo sensibiliza. Que el varón pensara que su función paterno filial se reducía a ser proveedor distorsionaba las relaciones. Estos prejuicios acerca de lo que se deriva de la propia condición han acarreado consecuencias.
¿Por qué hay más enfermeras mujeres que hombres?
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porque los médicos estudian más
¿Pero por qué valoramos más el desarrollo intelectual que otro tipo de desarrollo?
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creo que podrían desaparecer de la faz de la tierra las enfermeras que los médicos
La clave para el prestigio y el mejor funcionamiento de los mejores hospitales depende de las enfermeras.
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creo que todo depende de la responsabilidad, ¿cuántas demandas hay contra enfermeras y cuántas a los médicos?
Está bien. Hay que advertir la clave de la valoración de cierto tipo de actividades. ¿Por qué valoramos cierto tipo de cualidades y por qué no otras?
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Hay carreras que en igualdad de circunstancias -que se requirió lo mismo de preparación- que son mucho mejor retribuidas que otras. Las finanzas y el comercio más que los que se dedican a la producción.
El trabajo doméstico es sumamente demandante. ¿Cuál es la percepción social del trabajo doméstico?
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Es significativo que no hay para el trabajo doméstico no hay preparación profesional.
La pedagogía es lo más cercano al trabajo familiar. Pero no hay
El sueldo de una ama de casa $60 mil pesos.
También es de cultura masculinizada: reconocimiento vinculado a remuneración. Su naturaleza es más objetiva: más dirigida al objeto. Para la mujer el reconocimiento no es sólo remuneración.
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el que la mujer se vea denigrada es por ella misma, porque no los valora.
Los valores dominantes de la sociedad son masculinos. Pero ¿cuál es la solución? Dejar los valores de la mujer y desplazarse hacia los de los hombres.
Desgraciadamente eso es lo que está sucediendo. Desprecio a la maternidad, disminución del número de hijos. E incluso en el mismo tema del aborto.
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se ha perdido la relación de la mujer con el servicio doméstico
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hemos depreciado el nacimiento de los hijos, la maternidad. Nada de lo que haga la mujer nos parece valioso. La mujer ha salido a los ámbitos profesionales para valorarse.
A mí me parece que la salida a otros ámbitos profesionales no se debe solamente a una búsqueda de valoración. Se ha infravalorado lo femenino pero la respuesta no ha de ser perder lo femenino.
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Pero los mismos hijos y marido no valoran el trabajo de uno.
La forma de hacer valorar el trabajo doméstico no es dejar de hacerlo, sino lograr que sea reconocido.
La solución no es renunciar a lo que es infravalorado, sino hacerlo valorar. Es la paradoja de George Sand: no pudo hacerse valorar como mujer y la forma en que lo logró es hacerse ver como hombres.
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el trabajo de la mujer no es tanto la limpieza de la casa, sino de las virtudes que a través de ella se inculca a los hijos.
Para eso es necesario la valoración del papá.
Ya estamos en condiciones de establecer una comparación en los rasgos propiamente femeninos y masculinos. Partimos de dos elementos:
Estar-con | Ser-frente-a |
Es claramente más femenino | Es más claramente masculino |
Interioridad | Exterioridad |
Conservación | Transformación |
Concreción | Abstracción |
Intuición | Discurso |
Unidad | Subordinación |
Consuelo | Protección |
A la mujer el foco de atención está fuera. En cambio al varón le resulta perturbador recibir confidencias.
Al varón le suele llamar más la atención la actividad técnico-productiva. En cambio la restauración de arte, la museografía está dominada por mujeres. Son profesiones que cada vez tienen más reconocimiento.
La capacidad de concreción y abstracción. Es tema polémico. La mentalidad intuitiva frente a la mentalidad discursiva.
Abramos un pequeño paréntesis que tiene que ver con la teoría de conocimiento. La abstracción de ideas requiere de imágenes porque el conocimiento intelectual requiere del sensible. Pero en esta relación se dan varias cosas. Lo explicaré a partir de unas notas de un libro de percepción y pensamiento (¿el de Jesús García Lòpez?).
La falta de realismo deriva de una desconexión de lo que se elabora a nivel intelectual con su punto de referencia sensible. La capacidad visiva intelectual se refuerza de esa conexión que la inteligencia guarda con la sensiblidad, conforme se pierde ese vínculo esa intuición se debilita. En el conocimiento intelectual hay un paso de separación de lo sensible (abstracción) y luego hay un paso de regreso (vuelta a lo sensible) es una especie de aterrizaje. La abstracción requiere poner en suspenso los datos sensibles porque si no no se podría llegar a la idea abstracta. Pero luego regresamos.
Sólo podemos explicar la actividad intelectual por la conexión con lo sensible. Pero hay otra actividad intelectual: el discurso. Es distinto captar la realidad y elaborar una idea, a que con la misma idea conectar con otra idea. Ahí está. La condición masculina está más a sus anchas en el discurso silogístico. En cambio en la mujer se da más este tipo de actividad intelectual: la que vincula las abstracciones a las condiciones individuales.
Por ejemplo: los psicólogos teóricos son hombres, pero para la psicología clínica hay muchas mujeres. Ahí está.
Esto no quiere decir que en la mujer no se dé la capacidad de abstracción ni que en el hombre no se dé la concreción. Sino que hay una cierta proclividad.
En el tema de la afectividad. G. Thibon. El amor de la mujer se alimenta de intuiciones. El hombre, cuyo amor está sustentado en razones se ve amenazado por los fallos de la persona. Y cita a los poetas. Las mujeres saben que los hombres no son tan … como se creen sino que son más.
¿Qué es lo que causa más impacto en la desilusión amorosa a una mujer?
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a la mujer: que haya otra
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la desilusión: me falló
Una especie de contraste entre lo que pensaba de él y lo que fue. ¿Qué viene después de una desilusión? Muchas veces la resignación. Bueno, no importa.
En cambio en el varón: busco otra. La mujer adopta una especie de posición que dice: “no era lo que esperaba, pero no está mal”.
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yo sí creo que la mujer está en desventaja porque no puede declarársele al varón.
¿no puede o no le nace?
La mujer está en menos condiciones que buscar una alternativa que el varón.
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La mujer no lo dice, pero lo expresa. Son manifestaciones distintas, pero sí lo dice.
¿por qué la mujer no lo manifiesta de un modo no verbal?, ¿por qué?
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el varón es más objetivo, pero la mujer es más subjetiva.
¿Por qué la mujer no se declara? ¿qué es lo que hace que la mujer se exprese más como insinuación que verbalmente?
Conectémoslo con la unidad entre afectos y cabeza. En el hombre hay una escisión entre lo afectivo y lo intelectual y le causa más conflicto.
Que lo digan los varones, ¿qué es lo que le hace más difícil al hombre declararse? La posibilidad de un rechazo.
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el problema no es que se le declare el hombre equivocado, sino el problema es que no se le declare el hombre amado. ¡El querido no se da cuenta!
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hay estudios que dicen que los matrimonios son más perdurables cuando es la mujer la que se le declara que en los que el hombre.
Una mujer que descara su preferencia hacia un hombre y no es correspondida, ¿qué hace la mujer con sus afectos? La mujer adapta la afectividad: redirecciona los afectos.
El varón que es rechazado racionaliza sus afectos. Dice: ¡al fin que ni quería!
--- receso
Para el tema de ayer: los distintos niveles de amor que existen entre el amor de deseo y el amor de trascendencia. Para quien quiera ampliar, el tema está tratado por Carlos Llano en el capítulo “los dioses tutelares del amor” en el libro Los fantasmas de la sociedad contemporánea, de la editorial Trillas.
Y en cuanto a la lectura del trabajo final. Les ofrezco una lectura sustituta del libro de Buber (que exige haber leído a Sheler): tres capítulos de Leonardo Polo.
Tres: Sistema humano manos
Ocho: el lenguaje y la cultura
Diez: La religión y la libertad
Un comentario de los capítulos leídos a la luz de lo estudiado en clase. Les puede servir la bibliografía recomendada: el de Polo y el de Ricardo Yepes.
Fecha límite: 28 de junio.
Ahora sí: vamos al tema.
El tema de la condición sexuada de la persona ha sido siempre difícil.
Entre los griegos, Aristóteles se refería a la mujer como un remedo del varón, como forma imperfecta del varón. Pitágoras también, al ser dualista, decían: el varón procede del principio del bien, y la mujer del principio del mal.
En una lápida “fue casta, cuidó la casa, tejió la lana”.
En una oración latina: “gracias Adonai, porque no me has hecho ni ignorante, ni mujer”
En la cultura alemana: la mujer debía encerrarse en las tres k: kitchen, khister, kinder. Cocina, iglesia, niños.
La mujer está mejor pertrechada que el hombre para el sentido práctico. La mujer puede ordenar todo lo referente al hogar sin necesidad de tener un plan estratégico. En el ámbito de la empresa predominan los varones, quizá eso cambie con el transcurso del tiempo.
En la carrera de Derecho había una cuota: no dejaban que hubiera más mujeres. Y esto se debía a que de la matrícula de inscritas terminaban la carrera menos de la mitad: porque se casaban. Y luego menos estaban presentes en el medio laboral.
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Para el año 2010 habría más mujeres que hombres en las carreras de medicina y de ingeniería.
Eso repercutirá en mayor humanización de la cultura.
Tema de la complementariedad. Evidentemente estas diferencias no están marcadas ni como contrapuntos ni como oposición. Uno mismo puede identificar en su propia persona rasgos que pueden ser más típicamente masculinos o bien más femeninos.
Esto se entiende a la luz de la maternidad.
Pensemos esto en el ámbito donde esta complementariedad se pone más de manifiesto. En el tema de la familia. En el tema de la relación entre el varón y mujer en el matrimonio.
Primer pregunta: ¿esa complementariedad ha de pasar por la relación sexual?
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no.
Qué rápido contestaron.
La relación conyugal se caracteriza por eso: el particular intercambio permite la contemplementariedad.
Pero yo preguntaba que para el caso de una persona que no se casa, ¿cómo se cumple esa complementariedad? Qué pasa con esas personas, resulta que su plenificación es inconclusa?, ¿dónde es donde la complementariedad se presenta?
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en un equipo de trabajo: ahí todos colaboran con sus talentos. Entra en colaboración incluso con personas de su mismo sexo.
Eso. Vamos el tema de la sociabilidad.
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pero la unión sexual comporta unión de personas.
En la relación sexual es el único caso donde la unión de personas se da la complementariedad en todo su espectro. Pero eso no significa que no haya complementariedad en distinta dosis y en distinta manera.
La complementariedad se da de otras maneras. Si bien es cierto que es un campo de relación sociable la que se da entre varón y mujer, no es el único modo de relación sociable.
Lo que pone de manifiesto esto es: La persona humana requiere del vínculo para su propia realización.
Pero la relación que pone de relieve la necesidad de ese vinculo es la relación entre el varón y la mujer.
¿Por qué las personas buscan unirse?
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porque soy de una manera. Porque tenemos distintos talentos y nos necesitamos
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por la carencia
Ninguna persona humana agota las posibilidades contenidas en otra persona humana. Así que quedan posibilidades de la naturaleza humana que no encuentro en mí mismo.
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la relación con otros me hace mejor
Con otro puedo lo que no puedo solo.
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el hecho de comprometerme me hace mejor persona: me exige humilidad, tolerancia,
En los extremos del vínculo con los otros están: mis carencias y lo que puedo dar de mí.
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es también por el hecho de que la persona humana es un ser dialógico y necesito a los otros para entenderme.
Vamos a recoger todo esto.
Lo primero que decimos es que una persona es una concreción de la esencia humana. Hay más en la esencia humana que lo que una persona puede ser. Esto se ve claro en la diferencia entre varón y mujer. El varón tiene posibilidades que sólo puede realizar con la mujer. Las posibilidades se realizan sólo por el vínculo.
Luego está el tema de las carencias. El vínculo con otro me permite hacer lo que no podría solo.
Luego está la posibilidad de darme que no podría ser si no hubiera a quién darme. Me remito al fenómeno de la maternidad para ilustrar el don de sí. El hijo necesita de la madre porque es más carencia. Pero el hijo hace con la madre lo que la madre no podría sola. La fragilidad del niño despierta en la madre un movimiento espontáneamente excéntrico. Esa excentricidad no deja de ser céntrica: cuando se busca la maternidad como una manera de autorrealizarse.
Convergen ambos extremos en lo mismo: en la complementariedad. En la complementariedad no está sólo la base de que tengo carencias por las cuales requiero de los demás; sino también voy al otro para dar lo que soy capaz.
A esto los latinos llamaban desiderium y effusio. El movimiento desiderativo es la tendencia a buscar en el otro aquello de lo que carezco. La tendencia efusiva es ir al otro no para buscar algo para mí sino para darme.
La relación social no nace sólo del hecho como parece ser visto por muchas concepciones de la sociedad por la ilustración y la modernidad. En el fondo el contrato social es el establecimiento de los límites donde puedo yo obtener lo que necesito para sobrevivir. Lo que hay ahí es un concepto exclusivamente menesteroso de la condición humana. El hombre no se asociaría si no necesitara. Conclusión: mejor que no necesite. Es el individualismo liberal. Aquello en donde no necesito a los demás no me vinculo.
Haría falta pensar en esta otra manera de “requerir de los demás”. Es direccionalmente inversa: me asocio con los demás por lo que puedo dar.
Aquí entra la naturaleza dialógica.
Logos es palabra.
Dialogos: palabra de dos.
¿Por qué no tiene sentido hablar del hombre como un ser lógico, sino como un ser dialógico?
¿qué es la comunicación cuando no hay receptor y sólo hay emisor?
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no es comunicación
Sólo tiene sentido si hay alguien que escucha. Es monólogo: es una palabra cuyo destinatario no está definido.
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la comunicación sólo la hace quien la escucha.
Escuchar es una forma de comunicar. Recibir es una forma de dar. ¿qué da el que escucha? Da ocasión al que da. El que recibe le hace un bien al que da. Recibe ese bien: el enriquecimiento que supone para quien se da el darse mismo.
El mayor bien en la relación de donación es el que hace sobre sí mismo el que da.
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entonces, ¿el pedir es dar? Pedir es suscitar en el otro la ocasión de dar.
Hay una distorsión en la relación conyugal. La aparente postura resignada, de la persona que sólo es objeto de exigencias pero que no exige. Esa persona se mueve bajo la premisa o el supuesto de no ser egoísta, de no pedir nada para sí, de abnegación. Pero en el fondo le hace un tremendo daño a la persona que no es exigida. Demandar del otro gratitud, demandar del otro reciprocidad, parece egoísta. Pero no es egoísta. Hay personas que entienden que eso es egoísta porque sólo ven el lado del receptor pero no lo ven en el lado del dador. Exigir es parte del amor. No sólo porque -y hay que reconocer- nadie puede vivir sólo de dar. Exijo porque necesito, pero también porque hay en el otro necesidad de darse. Y no lo dejo solo en su egoísmo.
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Hay dialéctica entre la carencia y donación. Paz dice que para yo encontrarme necesito salir de mí y encontrarme en el hombre. Entendiste algo que no hay que perder de vista. Mi propia identidad no se puede conocer con plenitud sólo en la autorreferencia. Yo me conozco a mí mismo en el otro. Y no sólo porque veo en el otro lo que no hay en mí, sino porque cuando me doy a otro, el otro replica. Se refleja en él mi don. En el otro se ve mi don. Es una especie de objetivarme sin volverme objeto. Es una especie de trasvase de mi propia subjetividad.
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uno mismo no es capaz de reconocer sus propios defectos, pero el esposo y los hijos: al dedillo. Cuando hay verdadero don de sí lo que el otro recibe es la propia mismidad no una réplica.
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sólo cuando te das como persona
El verdadero conocimiento de mí mismo es el olvido de sí. Si no es sólo una relación de toma y daca. Y por lo tanto doy sólo algo de mí pero no me doy a mí.
Viernes 6 de junio
La persona es excéntrica. La persona que no sale de sí no es nada. La persona es al actuar. Al actuar sale de sí.
Operatio sequitur esse. Se entiende de dos modos:
El ser es acto primero y la operación es acto segundo.
Ahí donde hay operación hay ser. Para ver cómo es alguien hay que verlo actuar. La expresión del ser es el acto. La apófisis del ser es sus obras.
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por sus frutos los conoceréis
No deja de ser sugestiva esta frase del Evangelio. El fruto es la operación de la planta. Conocer una persona es conocer su biografía. En la biografía se plasma la persona. La persona es inefable.
En las lenguas más antiguas el nombre pretendía distinguir a la persona. En las lenguas semíticas: cambiar el nombre significa cambiar lo fundamental de la persona. El nombre es el indicador del para qué de la persona.
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Dar nombre es signo de dominio.
Pero en el caso de la persona darle nombre es darle una misión. El nombre significa la singularidad del individuo.
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También se dice de Cristo: que le dio un nombre que está sobre todo nombre.
Ese nombre es lo que distingue a JC del resto de los seres humanos.
También usamos los apellidos.
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el apellido es un gentilicio. Es una referencia al padre.
Es designar la procedencia. Procedencia y destino son los dos extremos de una biografía. De dónde viene y a dónde va. Una biografía no está completa si no refiere los antecedentes, pero también ha de decir en dónde culmina.
Hay otro tema. La operación sigue al ser. Es de alguna manera también entendido como: donde hay ser habrá operación. Puesto el ser se seguirá un operar.
Pero ese “se seguirá un operar” no es un seguir determinado, inevitable. Es un surgir libremente otorgado. Lo característico de la operación que sigue al ser que llamamos persona es esa operación (no toda la operación porque la persona humana no es pura efusión) es el libre otorgar su propio ser.
Esa complementariedad que se presenta en el amor entre varón y mujer es un otorgar liberal. Es don. Es un otorgar no necesitante, cuando es amor de persona. El “cuando” hace referencia al tiempo, pero no es necesariamente una referencia al tiempo.
Ese sequitur es amor en cuanto que es expresión de la persona.
Pizarrón:
Operatio | Sequitur | esse |
amor | don | persona |
La expresión manifestativa de la persona es el amor.
El amor es donde se expresa la persona.
Hay muchas cosas donde se expresa la persona. La creatividad. Sólo el hombre crea, sólo el hombre inventa. La creación, la invención es poner en realidad lo que la persona añade a lo que ya es.
¿Qué añade el artista a lo que ya es?
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su propia interpretación
¿y qué hay en la interpretación que no haya sido antes de ella? Es expresión de lo que la persona es. Es relevante que si lo que la persona expresa refiere su intimidad en términos de pura extroversión el impacto que tiene en quien es el destinatario no es él mismo.
Lo diré de otra manera: ¿por qué hay arte que sublima y arte que repele?
Hoy se habla mucho de provocar al espectador.
Pero el provocar es distinto. Hay arte que provoca admiración. Ad-mirar es mirar con una especial fuerza, con una mirada que no quiere apartarse de lo que mira. Para que se dé la admiración primero tiene que haber asombro.
Así le llamaban los griegos a estos dos actos: tauma, el primer impacto, el asombro. Pero después caben dos actos: darle la espalda a aquello que produjo el asombro o bien, adherirse. Adherirse. Es la skepsis. El escéptico es el que no se adhiere. Se mantiene a distancia. Se mantiene perplejo. Confundido. Percatado de aquello que ignora, pero que no va más allá. Se abstiene de salir de esa situación, de ese ignorar.
La creación artística.
Hay dos formas de provocar: una es suscitando admiración y otra es suscitar perplejidad. La crisis del arte actual es que no provoca admiración, sino que provoca perplejidad. No nos deja reposar. Reposar es descansar en la admiración.
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el arte que suscita admiración hace crecer al espíritu.
El espíritu se eleva en la fruición. Llega a la paz. Descansar en lo armónico. Eso es lo que no ocurre con mucho del arte contemporáneo.
Lo dado es lo que otorga una persona.
Si la persona no tiene algo qué aportar en la línea d elo más profundo de las personas… Si la obra de arte no manifiesta lo más íntimo de las personas, del amor, no puede suscitar admiración.
La actitud de muchos artistas contemporáneos es: “síganme el que pueda”. Lo único que me interesa para que me sigan es lo que me retribuyan en términos de fama, dinero… pero no para compartir.
El artista que crea lo hace en términos de un bien poseído que lo hace compartir. La posesión del bien provoca afán comunicativo.
Cuando la creación de arte no busca compartir lo que se quiere si no simplemente señalarse ante los demás, el resultado del arte es muy diferente.
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Usted cree que Picasso no haya amado a las personas
La persona no es monolítica. La persona puede ser capaz de amar en un cierto nivel y no en otro. Lo mismo podría decirse de Bethoveen. Y podría decirse que lo que no pudo amar a otras personas pudo expresarlo en el arte. Era un tipo que no había quien lo aguantara, pero se volcaba a la humanidad a través del medio que él tenía. Ha habido otros artistas mucho más completos.
Es difícil lograr la unidad en todos los aspectos sin caer en excesos en ninguno.
Lo decía a un amigo mío. Aprendimos juntos a pintar. Pero a pesar de la amistad había cierta rivalidad. A él no le salían tan bien los retratos. Y le decía yo: -dedícate a otra cosa. Y eso lo retaba a mejorarse. Hicimos una exposición. Hizo el retrato de un anciano. Parecía un chorizo. Cuando tuvo su primer hijo: -¡ahora sí la hiciste! Me aguantaba mis ironías.
También en la donación que hay en el amor mutuo entre los cónyuges los hijos son el fruto del don recíproco. Hay algo de arte. Tener hijos no es acto meramente biológicos. El eros tiene su origen en el afán de engendrar en un cuerpo bello.
Para que haya amor de pareja tiene que haber capacidad de percibir la belleza física. Decimos coloquialmente que para cada roto hay un descosido. La belleza es un trascendental. En cada realidad hay una belleza y el amor hace percibir la belleza ahí donde otros no la ven.
La persona es la única capaz de expresar…
El amor sólo puede ser amor cuando es de persona. Dicho paradigmáticamente. Porque hay otras cosas que podemos llamar amor por extensión (sensus lato). Pero el amor en su máxima expresión sólo es amor de persona. Es el que busca el bien del otro.
Cuando Aristóteles habla del amor de persona lo distingue del amor a las cosas. ¿Por qué se le desea el bien al vino? Porque lo quiere bueno para sí, o para otro. La bondad del vino le interesa no para el vino, sino para sí.
En la persona humana el amor de cosa siempre está supeditado al amor de persona. Pero también el amor de sí puede ser un amor cósico, cuando el amor a sí sólo es amor a una parte de sí.
En el fondo el egoísmo es eso: es un amor incompleto de sí mismo. El egoísmo es amar de sí mismo algo que excluye el amor a lo fundamental de uno mismo. Es un remedo de amor que no nos abarca en su totalidad, porque está excluyendo de nosotros algo que es esencial que tiene que ver con el carácter extático de la persona. El egoísta no es nadie, es alguien hasta que haya salido de sí.
La condición inicial de cualquier persona es carecer de biografía. Un niño pequeño carece de biografía porque no ha hecho nada todavía. Su biografía son sólo sus antecedentes. Su biografía es una promesa. Su biografía es posible. Está en los ojos de sus padres. Es esa posible vida que quien ama es capaz de ver en el otro. El amor tiene un carácter anticipativo de las posibilidades de las personas. Esto no es sólo en el amor materno.
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adivina lo que es capaz de hacer
No es sólo sobre aquello en términos de actividad, sino lo que es. Lo que hay detrás de aquel médico… Para pensar en un concepto tengo que representármelo. Para pensar una persona tengo que pensar su biografía.
Por eso la literatura es tan creativa. Nos propone posibles vidas que nos permite otear el ser de la persona. Nos permite prefigurar. A los niños les encantan los cuentos. Aunque sea el mismo cuento. Porque su visión de la persona es todavía más extática.
Al inicio la persona es pura indeterminación, pura posibilidad. Lo que somos se realiza en lo que hacemos. Pero lo que somos no es resultado de lo que hacemos. Aunque bien podríamos decir que la acción revierte sobre el ser: esse sequitur operatio. Pero esto no significa que una persona que no ha hecho nada no es persona.
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se dice “es un don nadie”
Una persona insignificante. Esto quiere decir que no ha hecho nada que lo signifique. No ha hecho nada que le dé sentido. El proyecto de vida puede buscarse por la vía de la significación o por la vía de los resultados (el éxito).
Una persona adquiere significación en dos planos. En dos planos que se superponen pero que no se confunden. Se superponen subordinadamente, no tienen cualidad de rango.
Puestos en conjunción el significado en plenitud es el relevante, en cambio el significado por los resultados es irrelevante.
Un paréntesis
Una persona busca darle sentido a su vida en dos planos.
El plano del éxito… se entendería con un autor que no recomendaría en otros contextos.
El plano del éxito está en la línea del tener. Y el plano de la plenitud está en la línea del ser.
El tener despliega capacidades de ser.
La persona tiene su propio ser como tarea. La tarea se pone en marcha a partir de cubrir las necesidades fisiológicas. Esas capacidades que se despliegan para ob-tener, se van desplegando más allá que la mera satisfacción de las necesidades.
El que cultiva la tierra no sólo obtiene los frutos de la tierra, obtiene las destrezas que le hacen hábil para cultivarlo.
Lo bailado nadie me lo quita.
Ya no tiene lo que la actividad le procuraba, el hábito se queda en él. Esto viene muy bien planteado por Víctor Frankl.
¿Frankl explica estos dos planos?
Una forma de representarnos esos dos planos es con dos ejes cartesianos.
Lo característicos del eje del éxito. Lo que uno va consiguiendo suele ser cuantificable, medible, perceptible por los otros, tiene cierto carácter de externalidad. Hasta aquí Frankl.
Carlos Llano continua: genera un espacio social incompatible.
Vamos a ver: ¿qué genera?
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se vuelven insoportables.
Posesión,
posición,
prestigio,
popularidad,
poder.
Son motivadores “p”, de preponderancia.
El éxito suele buscarse en la preponderancia: singularizarse por encima de.
El que posee priva de su posesión a otros.
Posición: me da éxito porque no la tienen todos. Si todos tuvieran la posición entonces nada me significaría, nada me distinguiría del resto. “Te vamos a nombrar presidente, pero no se lo digas a nadie”, ¿de qué me sirve?
Prestigio.
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pero entonces eso depende del concepto de éxito que se tenga.
El éxito en términos de fama, dinero, poder sobre otros.
Lo que en cambio no atribuimos a la persona calificada como “pobre diablo”: no tiene prestigio, nadie lo conoce, no hizo fortuna.
Pero el pobre diablo puede que tenga significación en el otro sentido: en la plenitud.
También puede suceder que se confunda éxito con plenitud. Y que quien aspire a lo que hemos calificado como éxito diga que va a la plenitud. Pero que luego demuestra que vive atormentado por la angustia de que alguien lo robará.
En cambio, la trayectoria de la plenitud es la de:
el ser, servicio
solidaridad,
seguridad,
saber,
salud.
Establecemos un paralelismo:
Hay quien tiene popularidad y es solidarios.
Pero a veces el afán de obtener algo se pierde otro. Por ejemplo: hay quien quiere un cierto nivel económico a costa de su salud. O que para lograr colocarse se le pongan tropezones a los otros. Es como jugar croker pues el objetivo no es ganar sino impedir que los otros avancen.
Hay el caso de quien sigue otra trayectoria (diagonal para abajo) mientras más éxito más vacía está su vida.
El caso del amor (diagonal para arriba)
Los neuróticos son gente que están pensando siempre en sí misma.
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Mientras que el éxito es excluyente porque nadie puede poseer lo que poseo, nadie puede tener la posición más que yo, la plenitud es incluyente.
Así es: la plenitud es incluyente.
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Pero además no es excluyente porque todo mundo puede ser pleno. El estar yo sano no impide que los otros estén sanos.
Y para estar sano me he de preocupar de la salud de los demás.
En filosofía es inevitable dar ejemplos de personas.
Las personas que buscan el éxito están cada vez más ansiosos.
En cambio cuando una persona busca la plenitud
Hubo una persona, esto lo recoge Josef Pieper en su libro Las virtudes fundamentales (una compilación de varios libros). En un capítulo refiere algo de la Madre Teresa. Le ocurrió a la Madre Teresa. Una periodista la acompañó y vio cómo recogió a un pobrecito repugnante. Y la periodista dijo: “yo no haría eso ni por un millón de dólares”, a lo que la Madre Teresa respondió: “ni yo tampoco”.
Hay personas que jamás tendrán fama, pero que su vida está llena de sentido. Un chiste. La viejita J. Jackson se postula como presidente para los EU, M. Jackson el ganador en deportes, M.Jackson, una estrella. La viejita: el mérito es de la señora Jackson.
Un tipo que iba en un barco como prisionero. El barco naufragó y él salvó la vida a muchas personas. Y cuando llegaron lo indultaron. Se enfrentó a algo que nunca se había planteado: la posibilidad de hacer el bien a otras personas. Encontró otro sentido a su existencia. Ese sacrificio por otras personas le había dotado de sentido.
No hay que pensar que a mayor plenitud menos éxito. Pero sí que en una situación disyuntiva que se enfrenta a la posibilidad de o lo uno o lo otro. Pobre del pobre que al cielo no va, lo amuelan aquí y lo amuelan allá. Otra posibilidad: diagonal hacia abajo.
Plenitud | |
Preponderancia | Servicio Solidaridad Seguridad Saber Salud Éxito |
Posesiones Posición Prestigio Popularidad Poder |
-
Tengo una duda: ¿la seguridad es parte de aquello que lleve a la plenitud?
La seguridad: se necesita un mínimo de satisfactores para adquirir virtudes. Aunque hay personalidades excepcionales que hacen una entrega a los demás a pesar de las dificultades. Por ejemplo, Gandhi. Pero él adquirió las virtudes que se lo permitieron en circunstancias más benignas.
-
(José Luis Sánchez??)
Sí la plenitud asociativa… (¿)
Ahora seguiremos a Jacinto Choza. Sigue el relato de la Odisea. Hay dos personajes principales: Ulises u Odisea. Ulises no es nadie en tanto que no emprende la salida al viaje. Pero el término de la biografía de Ulises es el regreso a casa.
El otro personaje es Penélope. El salir de sí de la mujer es diferente. No abandona su casa, se queda en ella como punto de referencia constante que hace posible el tener (¿). Lo interesante de este planteamiento es que varón y mujer parten juntos de cero para contribuir.
Salir y quedarse son las dos cosas que se requieren para la persona. Salir sin permanecer es enajenación, vivir totalmente fuera de sí. Ser un enajenado. El que está fuera de sí no está en sí mismo.
Es necesario que el salir de sí sea recuperación, sin estar condicionado a la recuperación es entrega al otro. Porque el otro si es persona, replica, y esa réplica me recupera.
El amor es entrega.
Amar es entregarse otra persona. Pero no constituye pérdida porque cuando se da la entrega, verdaderamente hay recepción. Y el modo específico de recibir el don de sí es correspondencia. Si no hay correspondencia es que no hubo recepción. El que recibe el don del otro sólo lo recibe como verdadero don cuando hay correspondencia. No corresponder significa poner un coto. Rechazar. No corresponder es rechazar el don porque la índole del don es de tal magnitud que sólo puede ser recibida en la forma de correspondencia, en la altura del propio don. Lo propio del que recibe el don del otro no tiene forma de recibir el don del otro si no es donándose también, correspondiendo. Porque lo otro es impedir la donación.
-
porque puede ser que una persona da sin esperar el recibir. Pero si el que recibe no se está dando no puede recibir lo que el otro desinteresadamente da. Entonces, ¿no regresa al otro que se está dando desinteresadamente?
No. No en el mismo plano.
-
el darse ya es crecimiento
El darse no se da si no hay quien reciba. El darse se queda a medio camino de lo que es si no hay recepción. Pero la recepción sólo es verdadera recepción cuando hay correspondencia.
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No es lo mismo dar que dejar.
Veámoslo bajo un simbolismo. El simbolismo de lo que es regalar. ¿Qué es un regalo? Es una manifestación de afecto. El regalo no puede ser regalo si el que es destinatario del regalo no lo recibe. Cuando decimos “no se recibe” es que no es aceptado.
-
Hablando del contexto del amor.
Algo que a mí nunca me ha gustado es el intercambio. Dennota relación mercantil. Regalar es destinar algo para la persona querida para que sea ella quien lo reciba. El verdadero regalo es manifestación de afecto, de cariño. Quien lo recibe, advierte el simbolismo del regalo. Una cosa es el regalo y otra el simbolismo. Una cosa es la materialidad del regalo. La otra dimensión es aceptar lo que el regalo significa. Aceptar el simbolismo del regalo es decir sí a lo que el regalo significa.
-
Una duda. Hay beneficio anónimo. Por ejemplo quien pagó el viaje anónimamente. ¿Cómo se me regresa?
Ya es corresponder el que el destinatario de ese donativo lo reciba.
Una manera de réplica es que se cumpla aquello para lo cual yo lo destiné. El que recibe el dinero y se lo gasta en otro viaje a las Vegas ya no recibe el regalo. Se quedó con la materialidad pero no con el significado.
-
el segundo caso que comentas: cuando el que no cumplió con el viaje a la canonización, yo recibo menos.
El mismo darse ya es un bien que te haces a ti mismo
¿Por qué he de exigir del otro correspondencia? Porque la correspondencia le hace bien al otro.
El bien que te haces a ti mismo dándote no es el bien que se recupera en la correspondencia. Son dos planos.
El salir de sí que se da en la entrega ya es un bien para el que sale.
La razón de ser del salir de sí es hacer para la persona: resulta no enajenante cuando el hacer tiene un destinatario que no soy yo mismo. Aunque ya me reporta un beneficio a mí. Es como lo que decíamos del que cultiva la tierra: ya desarrollé en mí una habilidad. El que se da supone para el que es desplegar su propio ser.
La correspondencia es una vuelta de sí en otro nivel.
-
yo digo por nosotros los padres que hacemos por los hijos y no cosechamos ese bien que hicimos. No se ven retribuidos.
Es verdad. Pero si no se recibe en absoluto, el don no se acaba dando.
Vamos a ver.
¿Qué es lo primario en la persona?
¿El yo o el tú?
-
Lo primario es el yo.
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Porque los niños se dan cuenta del tú
Pienso que es al revés. La actitud infantil es ver a lo otro como extensión de uno mismo. En los niños el yo es primario. En términos de conciencia el yo es primario.
¿Qué otras razones hay para decir que el yo es primario?
-
Que me doy cuenta primero de mis necesidades
La conciencia de sí surge de las demandas que despiertan las necesidades básicas. El modo más elemental de conciencia es decir: “tengo hambre”.
¿Qué otras razones hay para decir que el yo es primario?
-
El instinto de supervivencia.
¿Por qué les resultó tan espontáneo decir que lo primario es el yo?, ¿a qué se debe esta respuesta tan instintiva?
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creo que por naturaleza tendemos a ver lo primario el yo, ¿a quién le cuesta trabajo ver por sí mismo?
Está bien. La conciencia de sí está ligada a la mediatez. El yo es inmediato. Entre la conciencia de sí y el yo es inmediato.
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Es lo más fácil de identificar, porque tús hay muchos tú.
Tú lo digo de muchas personas.
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Si estamos hablando de darse o de darme, lo que me doy soy yo.
El sujeto mismo de la donación.
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Porque si no, no tendría qué dar.
Si se los planteo en otros términos: ¿cómo es que puedo decir “yo” sin haber sido antes un “tú” para otro?
Antes de ser no puedo decir “yo”. Y lo único que hay antes de ser yo es haber sido un tú para alguien.
En la entraña de mi yo soy un tú.
En lo más profundo de mí es que soy un tú para alguien.
Si puedo amar es porque he sido objeto de amor para otro. En sentido de destinatario del amor de otro. De modo que lo que más íntimamente me constituye es la otredad.
Si he de amarme a mí mismo... El desorden es amarme a mí mismo en términos de yo. Porque en términos de yo soy una ficción.
El yo es periférico. Porque lo que está más en el interior de mi yo es precisamente el tú. El tú pronunciado por otro. Tú es otro en mí. Otro.
(dibujo: dos círculos concéntricos. En el interior está circunscrito un “tú” y en el círculo exterior está escrito “yo”)
- ¿Otro con mayúscula?
Y también otro con minúscula.
Y lo que expresa el amor conyugal: si yo pudiera, yo te pondría en la realidad.
El amor es un refrendo: ¡qué bueno que eres!
Dios al amar pone en la realidad
Nuestra propia valía no está en nosotros mismos, sino en alguien que nos lo diga. No nos bastamos nosotros mismos. Necesitamos que otro nos lo diga.
La autoestima nace de la heteroestima.
La autoestima nace de alguien que asiente a mi propia existencia, de que alguien me dice: ¡qué bueno que eres!
El egoísta ama la cáscara. No ama de sí mismo lo que es más profundo. Y sólo lo puede amar. La única forma de amar en mí mismo lo más profundo es amando a otro. Saliendo de mí entro en contacto con el que dice tú. Y la forma de entrar en contacto es decir tú. Es complicado decirlo porque vivencialmente se ve clarísimo. En el fondo el más egoísta reconoce que su propio ser no se basta. No puede cantar como cantaba José Alfredo : “aquí vine porque vine a la feria de las flores…” . Aquí veniste porque alguien te puso.
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el tú es femenino forzosamente. Porque es la madre.
La primera relación es con la madre.
Incluso el ser humano cala la relación con Dios en su posición femenina. ¿Qué modo tiene el hombre de corresponder a Dios? El modo de correspondencia como la mujer.
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en la cultura occidental: que es donde el varón se propone a la mujer.
Nos remitimos a la clase pasada. El modo predominante de ser femenino es acoger el don. Recibir el don de Dios es acogerlo. Acogerlo es el modo femenino de recibir. Toda criatura está en una postura femenina.
Si la cultura de hoy es predominantemente agnóstica y atea es porque es masculinoide. Parte de la humanización es valorar esto.
¿Cómo aprende el varón de esta forma de corresponder? En la escuela de la fe.
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El fondo es femenino (¿)
Para entender esto hay que regresar al tema del amor.
Cuando dos personas se quieren, ¿cómo empieza?
Alguien tiene la iniciativa. Muy distinta la forma varonil que la femenina. El modo de tener la iniciativa de la mujer es ponerse del modo.
¿Qué pasa por la cabeza de quien se enamora de otra persona? Sucede que la otra persona se vuelve el centro de atención de la primera.
Se los referiré en términos que el propio Pieper nos propone.
Hay una forma … que tiene que ver con la naturaleza femenina del amor. La persona que ama es un ser que afirma y da por bueno lo que existe. Pero este asentimiento que se tributa a la persona amada no es un asentimiento simplemente de lo fáctico. Sino que hace una afirmación en términos que el otro no reconoce en sí (porque el otro lo está viendo en términos de enamorado). El amante no simplemente afirma lo que es la persona amada. Pero la persona amada sabe que ese asentimiento que se le rinde no puede ser verdad, porque el enamorado ve más en ella. Y esto le produce sorpresa. El amor sorprende.
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¿es el adolescente que está enamorado del amor?
No, no es eso. Porque el enamorado del amor no afirma a la persona amada.
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la vergüenza de los muchachitos a quienes les dicen: ¡ejele son novios!
Hay una cierta vergüenza de la persona que se sabe amada en la misma medida en que se ve amada. ¿què me vió?
Repito. El amante afirma. Le dice a la persona amada: ¡qué bueno que existas! Es una declaración de bondad del otro, que despierta en el otro el interés. Despierta alguna bondad que el otro, que el otro objeto de esa apreciación, nunca había visto en sí mismo. Eso produce un cierto desconcierto en la persona amada, que se manifiesta en una especie de vergüenza, de rubor, de conmoción.
No es la vergüenza de ser vistos por terceros, sino verse visto bueno por otro.
El amado sabe muy bien que todo eso que le dice quien le ama no es verdad, eso es demasiado maravilloso.
Pero aunque quizá no responda al estado de las cosas, tampoco necesariamente es completamente falso.
Hay que considerar varios supuestos:
que el amante verdaderamente ame y no sólo sea una exaltación del sentimiento.
que el amante sea capaz de percibir en el otro
Que la persona amada se dé cuenta de que realmente no se le desconoce. Sino que se ve conocida en un signo eminente y se ve impelida a cumplir lo que el otro ve en mí. Eso que el otro ve en mí mismo no es necesariamente una ficción, no es una impostura. Me pone en una tesitura que yo no sospechaba en mí mismo pero que es posible. Y ese es el momento de la correspondencia.
El otro me está viendo en una altura que no tengo, pero que puedo tener. Y corresponder significa crecer a esa altura.
Eso quizá suena demasiado sublime entre el varón y la mujer. Cuando Dios se manifiesta amador del hombre le está diciendo al hombre lo que en sí mismo no ve. Y que sólo puede plantearse en términos de corresponder a como Dios lo ve a uno.
Por qué el término no-vios. Porque no vió (ha, ha..). Pero puede significar el término de “novedad”. La persona que nos ama nos re-crea. Dentro de la aceptación va algo que va más allá que lo que de hecho se es. Idealizar en mal sentido es ver al otro como el otro no es sino como nosotros quisiéramos que fuera.
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y el otro es ver al otro como es pero mejorado.
No es una posibilidad abstracta. Es verlo como un tú. Hay algo que decías y ahora nos hace sentido: hay muchos tús. Pero en la relación amorosa hay un solo tú. Un tú personal. Que reconoce lo más íntimo.
Sigo con la cita de Pieper. La persona amada que se siente halagada hasta este extremo. Ve que no se la desconoce, sino que se le conoce en un sentido extremo.
Pasa como en la admiración. Taumático. El otro me ve algo que yo no veía en mí. Pero luego en un segundo momento entiendo que lo que ha visto en mí no es una distorsión. Y es el momento de la correspondencia.
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me presento dócil al amor, en el sentido de estoy dispuesta a crecer
Cuando hay correspondencia es precisamente “ponerse a tiro”.
Dice Pieper a continuación: el que esa persona se vea forzada a ser como el otro la ve. Esto depende de otro supuesto. El tercer supuesto: que estemos dispuestos a corresponder. Cuando se da ese paso, la correspondencia, es cuando se verifica el hecho de que podría hacerse justicia si la persona amada hace realidad aquello que ilusionadamente pensó el amante.
¿Qué es lo que da la fuerza para que aquello que ve el amante sea visto como factible? El amor. El interés por el otro nos hace estar al altura de lo que el otro ve en nosotros.
El amor paterno-filial. Cuando el amor es genuino, está demandando del hijo una exigencia que inicialmente el hijo no está capacitado para ver en sí mismo. Los ojos de los padres son subsidiarios. En ese sentido la correspondencia de los hijos no es inmediata, es a largo plazo, como nos decía Lucrecia. Lo que supone para los padres es algo, pero no es suficiente. Esa reciprocidad supone que la conciencia del don de sí supone correspondencia.
La relación entre personas no toca fondo si no se da en el marco de la relación con Dios. Está supuesta a mucha fragilidad. Porque no hay persona humana que sea capaz de recibir completamente el don de sí de otra persona humana. Cuando se intenta eso, las personas ponen límites: me estás pidiendo demasiado.
Cuando alguien dice: “te idolatro”. Si te lo dicen en serio: oye, estás esperando de mí algo que no puedo dar. El límite es la capacidad de recepción del otro. El límite de mi donación al otro es la capacidad de recepción del otro.
El otro es contingente. Sólo puedo amar infinitamente al otro cuando lo amo en Dios. Sólo en Dios la persona humana es infinita. En Dios tiene una existencia infinita.
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Pero ahí no reclamas la correspondencia
Pero la esperas de Dios, no del otro.
Cuando hablamos de que el límite de la capacidad de dar es la capacidad de recepción del otro no hay que minusvalorar la capacidad de recepción del otro. Parte de la limitación de la capacidad de recepción del otro es que no he sabido dar. Y también que no he sabido exigir. La correspondencia no se da si no hay un estímulo: una exigencia. Cuando el otro sólo exige y no corresponde tiene un límite.
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“No te pido que me quieras sino que me dejes quererte”, ¿eso es malo?
Provisionalmente sí, pero no puede ser prolongado indefinidamente. Es como amar a un animal. Es el amor platónico. Cuando se presenta la evidencia del rechazo del don ya no es posible. El amor platónico puede prolongarse indefinidamente cuando se guarda esa distancia. Como el amor de Dante a Beatriz (sólo la vio una vez).
SÁBADO 7 de junio de 2003
Las virtudes fundamentales (pp. 454-455)
Víctor Frankl: Nadie puede ser totalmente conocedor de otra persona si no le ama. Ver con los trazos del amor lo que todavía no se ve. Al hacerle consciente de las posibilidades le ayuda a realizarlas. (El hombre en busca del sentido, p. 110)
Víctor Frankl en el libro La presencia ignorada de Dios (p. 38 fine-39) escribe:
El amor es ver a la persona en su singularidad. En el amor, más todavía en él especialmente, el ser hombre es un ser que decide. De hecho una elección de compañero o relación amorosa no es una acción de impulso. En el amor ninguna persona es impulsada por un ello, es un yo que se decide por un tú.
Elección. Este término designa a la volición de medios respecto de un fin. Elección en lenguaje coloquial es término más amplio: elegiste pareja. Pero en filosofía elección es decisión sobre. Sobre alternativas que llevan al fin.
La decisión sobre una persona no es una decisión sobre, sino es un decidir sobre es: ante algunas alternativas escojo alguna que no me determina a mí. Elegir entre varias cosas no es una autodeterminación. Decidir sobre es eso: un par de zapatos... No tiene una decisión sobre mí mismo. Habla de un poder de la propia persona en donde el polo está de lado de la persona y no de la cosa: no es la cosa la que me hace escogerla, sino soy yo el que la escoge. En este sentido es autodeterminación. Lo que le da forma al acto no está en mí sino en la cosa. Lo determino yo, desde mí.
En cambio decidirse a tiene una determinación de mayor alcance. Decidir una carrera profesional no es sólo elegir una alternativa. Sino que además tiene alcance en la determinación total de mi vida.
Escoger tal profesión no es sólo elegir una alternativa, sino que me conforma a mí, me configura a mí lo decidido. Escoger una carrera no es escoger una carrera, es escogerme a mí en esa carrera. El alcance es dar una autodeterminación en el sentido de que me está configurando a mí mismo.
Decidir sobre no comporta sobre mí una transformación más que periférica. En cambio decidirse a es configurarme a mí mismo con ocasión de eso otro que estoy decidiendo. Es preferirme. Por ejemplo: preferirme como abogado o preferirme como médico. Me amo a mí mismo de una manera que no me amaría si escogiera otra alternativa.
Vamos a verlo en términos del amor. Decidirse a una persona no es una elección de alternativas, va en la línea de configurarme.
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lo cual significa que debo hacerme como la otra persona.
Decidirme por una persona es decidirse a hacer de mí lo que el otro ve en mí.
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Pero eso ya soy…
Pero no lo soy totalmente.
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nada más que el otro debe ser muy objetivo
para ser objetivo necesita amarme. Debe estar compenetrado en mi propia subjetividad para lograr ver en mí lo que yo no soy capaz de ver.
A ama a B
A ve en B posibilidades que B no ve en sí mismo (B', que es un tú)
Pero para que B' sea efectivo necesita correspondencia.
Y entonces B ve en A una A'
Decidirse a una persona es incluir en mí lo que el otro ve en mí. A descubre B' en B. Abarcando todo B no nada más lo que ve en B'. El amor acepta a la persona como es: con sus limitaciones, con las limitaciones que B tiene con respecto de B'. Ama a todo B. La única forma de B' es en B. Porque si se ve fuera de B entonces no es amor, sino idealización. Y de una idealización proviene una desilusión. Si idealizo veo en B una C inexistente. Y cuando me acerco viene la decepción, de la cual yo tengo la culpa.
Pero si no hay correspondencia, porque es libre, entonces también hay decepción, pero es distinta. Amar a otra persona entraña riesgo. Supone ponerme en manos de otro y el otro puede malbaratar el don. El que se entrega esperando la correspondencia, pero es… la expresión no es muy elegante… es “ponerse de pechito”. Es una posición vulnerable. En el riesgo está entrañado el rechazo. Y es lo que más hiere, lo que más puede herir a una persona.
Esto tiene que ver con otra idea tomada de otro pensador: Gustav Thibon. Murió hace un par de años, un viejito muy simpático. Autodidacta.
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siempre nos estamos refiriendo al amor de pareja.
Cualquier relación de personas se da este tema.
Pero la relación de padre e hijo está “contaminada” de otros elementos que le restan transparencia a la relación amorosa que se da. Eso sucede cuando se replica: “pero el padre no eligió a su hijo, ni el hijo al padre”. A lo cual habría que responder que tanto el uno como el otro pueden decidir amar al otro. Porque la decisión no sólo se da en el nivel de la acción, sino de la actitud.
Para que se entienda narraré una anécdota de Víctor Frankl.
Un viudo deprimido. No lo podía sacar de la depresión. Sesiones de logoterapia. Medicamentos. No podía. Hasta que una vez la conversación fue así. Entiendo que usted está sumido en la más profunda tristeza por la muerte de su esposa, y la tristeza de que ya no recibía el amor de su esposa. El hombre caía en la cuenta de que ella lo había amado más a él que él a ella. Y como que él quería tener más tiempo para amarla. Frankl trataba de discernir si se trataba de sentimiento de culpa o un simple querer tener más oportunidad de corresponderle. Hasta que se le ocurrió: si usted fuera el que se hubiera muerto, ¿no estaría sufriendo más su esposa? Bueno pues usted le ha ahorrado ese sufrimiento a su mujer. El hombre cayó en la cuenta que el sentido de su sufrimiento era ése: el de estar ahorrándole el sufrimiento a su mujer. El tipo cambió y salió de su depresión. Nada cambió por fuera, cambió su actitud.
Cambiémoslo al terreno del padre y del hijo. Hay hijos que no quieren a sus padres. Hay casos de personas que cambian su acta de nacimiento. Hay otras personas que aceptan -no en el sentido de resignación- sino aceptar asumiendo, como ratificando ese vínculo. Ese aceptar es este vínculo: decidirse a.
Dos personas que no están atadas por un vínculo de parentesco, pero que se deciden el uno al otro.
Soy capaz de amar a otro con caridad cuando soy capaz de aceptar el amor divino para amar a otra persona. Esto es una determinación. Esta determinación exige de la persona abandonarse en Dios. Hacer de uno mismo algo que rebasa la propia capacidad, pero que es posible porque se trata de un nuevo don, del don de sí mismo que hace Dios al hombre.
Analicemos un poquito el tema del perdón. ¿Qué es perdonar?
Habíamos dicho que la persona rechace ese don, lo malbarate, lo vulnere.
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están los dos en una posición vulnerable, se puede destruir.
En este contexto ¿qué significa perdonar?
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es olvidar
Perdonar no sólo es olvidar, es refrendar el don de sí. Es repetir el acto de correr el riesgo de ponerse en manos del otro. Sí requiere del olvido, pero no basta. Si yo tengo frente a mí no la persona del otro, sino lo que el otro me hizo, sería difícil volver a darse. El perdonar es volver a darse.
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El volver a darse es darle oportunidad al otro de corregir.
También puede darse el perdón aún cuando en el otro no haya disposición de rectificar.
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como dijo ayer: amándolo en Dios.
Esa puede ser una forma, pero hay otras formas. Una alternativa para perdonar al otro es amarlo en los hijos. Amar al otro por el hijo del otro. Hay personas que perdonan al otro por los hijos.
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por no defraudar a los hijos
Pero no sólo por eso. Esto viene expresado en la película Lo que el viento se llevó. La mujer se casa con un rufián y tienen una hija. Después de la hija que tienen ella lo vuelve a rechazar. Pero él vuelca todo el cariño que le tiene a ella en la hija. Encuentra en la hija la ocasión de amar a su mujer. Y cuando pierden a la hija, él le revela por qué quiere tanto a esa hija. Era la única ocasión que ella le había dejado para seguir amándola.
La otra persona me imposibilita el don directo porque sigue rechazándola. Eso sí es privativo del amor conyugal. Los hijos recogen de los padres el amor que ellos se han tenido. Ahí sigue estando viva la oportunidad de amar a la otra persona, y es una forma de hacer efectivo el amor.
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pero eso minimiza el don de sí. Lo mejor que puedo dar es darme a mí. Pero si existe un agravio ya no puedo darme directamente, sino mediante otro.
Es una forma de amor que por cierto omití en la fenomenología de las formas de amor. Hay una forma de amor que es amor de concurrencia. El amor de concurrencia no es querer al otro, sino que es querer con el otro. Une de otra manera: no por la convergencia recíproca, sino por la concurrencia en otro. A lo mejor no pueden amarse A y B por factores… la famosa incompatibilidad de caracteres. Pero sí pueden amarse en el otro. Esto no significa que haya de faltar el amor de convergencia, para que haya amor de concurrencia.
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esto sucede también cuando los hijos se reúnen para ver a los padres.
Ahí está el amor a los enemigos. Porque son hijos de Dios. Ya no amo a mi cónyuge porque lo sea, sino porque además es padre de mis hijos.
El amor corre el peligro de convertirse en un egoísmo compartido cuando los que se aman no van más allá que ellos dos. Es preciso que ese comienzo se prolongue a lo largo del tiempo. Sólo las facultades espirituales pueden entrar en el ámbito de lo permanente, ¿cómo es posible una relación eterna de algo que nace de una ilusión?
Inicia en una ilusión inicial (B') que se alimenta de la emotividad. El estado de enamoramiento consiste en un estado que motiva la decisión del otro con base en lo que se siente por el otro. Sin esa base es muy difícil la decisión, o prácticamente inexistente, pero me corrijo: se puede suscitar el sentimiento.
La emoción o el sentimiento puede ser antecedente, concomitante o consecuente.
Sentimiento antecedente en el amor.
La decisión a una persona en el matrimonio es el punto en el que el querer, si bien fue suscitado por un sentimiento, no es el único punto de partida.
Bismark le decía a su esposa, quien le reclamaba su partida,: “se te olvida que me casé contigo para quererte”. La decisión había sido para quererla. Su compromiso con ella iba más allá que lo que pudiera sentir en ese momento.
Eso no está al alcance del sentimiento. El sentimiento está vinculado a muchas cosas que son volubles, variables. Desde incluso el biotono que tenga uno.
Luego está el sentimiento concomitante, el sentimiento que acompaña al acto de querer. El acto de querer requiere para su perfección de esa compañía.
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¿un depresivo no puede amar?
El depresivo está a la baja, y luego está a la alta. Es inestable.
Luego está el sentimiento consecuente. El que deriva del acto de querer. Cuando hay voluntad de querer. Cuando la persona se propone querer a otra puede llegar a transformarse la emotividad como una consecuencia de la voluntad.
El sentimiento puede anteceder a la voluntad, acompañar a la voluntad o seguir a la voluntad.
Lo normal es que en el estado de enamoramiento es que haya sentimiento antecedente. Ese comienzo es lo que dice Gustav Thibon que ha de prolongarse con la voluntad. Esto es posible cuando la voluntad toma las riendas de esos sentimientos. Esto requiere mucha dosis de autodominio. Esto está implícito en lo que significa ser para el otro. La entrega sólo puede darse en la base de la posesión.
Yo no puedo decirles: les regalo este escritorio porque no es mío. Si no me poseo no puedo dar al otro aquello que de mí no alcanzo a poseerme.
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es como sucede con algunos políticos que venden terrenos que no son de ellos…
En el caso del amor se da una peculiar reciprocidad entre autoposesión y entrega. La forma más segura de lograr la autoposesión es precisamente la entrega de sí. El interés por darme al otro hace que yo me controle a mí mismo. En el afán por entregarme hace que vaya aprendiendo a dominarme. No es que yo requiere ocuparme del dominio de mí y luego proceder a entregarme.
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es que el amor implica sacrificio.
Sacrificamos esas cosas que nos van alcanzando cierto señorío sobre mí mismo. No es preciso que la posesión de sí misma sea plena antes de entregarse, sino que esa posesión se hace plena en el entregarse.
Bien. Pero sigue el planteamiento de Thibon.
¿Cómo es posible que algo que nace de la ilusión sea permanente?
Esa primera emoción del amor requiere ser ratificada.
Sólo es posible prolongar de forma permanente algo que nace de la ilusión, si se mantiene que ese acto contiene -por lo menos germinalmente- esa promesa del para siempre.
Esa es la fidelidad: la promesa de elegir hoy lo que sucederá después. Con la previsión de que habrá cambios imprevisibles.
Decidirse a no está condicionado a que la circunstancias futuras sean iguales que las de hoy. Yo te querré si sigues idéntico a lo que eres hoy. Eso no es entrega, es reserva.
Parte de ese decidirse a es determinarse a configurar la propia biografía con el otro. Eso es lo que se llama hacer vida en común. No es vivir juntos, sino que la propia vida se hace incorporando elementos de la otra vida y todavía más.
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Claro, es incorporar la vida del otro a la propia vida
Es también de correspondencia. Entrar en la vida del otro
Esa voluntad de perpetuar en el tiempo lo que suscita el sentimiento se topa con el tema de la muerte.
Pero antes del tema de la muerte está el tema del dolor.
Vamos. ¿Qué connota el riesgo de que la otra persona no me corresponda?
¿Cuál es el límite de la persona que ama de lo que de sí quiere dar a la otra persona? Si de por sí está determinada a amar a la otra persona hay un límite. El límite de la propia contingencia y el límite del propio don. Y donde el límite se advierte es en la experiencia del propio sufrimiento.
¿Qué nos dice el sufrimiento?
El amor es revelador de nuestra propia persona por la dosis de sufrimiento que entraña.
Sería muy pobre ver que eso que acompaña al amor, que es el sufrimiento, es un defecto del amor.
El sufrimiento en el amor tiene un valor positivo en el sentido de que el sufrimiento nos revela algo que de otro modo pasaría inadvertido.
¿Qué es lo que el sufrimiento en la experiencia del amor nos está poniendo de relieve?
¿qué pasaría si el sufrimiento no acompañara al amor?
¿por qué para ser verdadero amor se requiere sufrimiento?
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porque el sufrimiento es humano
Lo podemos constatar como hecho humano. Pero ¿por qué?
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cuando me percato de que no puedo amar ni todo ni siempre. Eso me trauma.
Si no hubiera trauma…
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no sabría en dónde me estoy perdiendo
Creería que estoy encontrando la plenitud donde no la tengo.
Es como una alerta que avisa dónde no hay plenitud.
Es la advertencia de los límites.
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es como el vértigo en un abismo.
Gracias a ese miedo evitamos la caída: evitamos la ocasión de caer.
Ese es un primer sentido que podemos encontrarle al sufrimiento.
El amor no deja de tener un elemento embriagante, que puede hacernos perder de vista de que por muy bueno que pueda ser el encuentro que el amor suscita, no es un encuentro definitivo.
La persona tiene necesidad de la corrección que procede del sufrimiento.
Una de las frases atinadas de Esquilo es: “la verdad se obtiene a costa de sufrir”.
Evidentemente no todo tipo de sufrimiento tiene este valor.
Hay un tipo de sufrimiento que es dolor morboso. Un ejemplo: el dolor que experimenta el envidioso. El envidioso sufre. El bien ajeno lo irrita porque lo querría para sí. Pero ese sufrimiento no tiene ese carácter correctivo. El sufrimiento del envidioso desvía su atención. ¿Qué acaba haciendo el envidioso?
Lo emula: imita el bien del otro. O también lo destruye. Una forma de destrucción es la descalificación. Ya que no puedo estar en el nivel del otro…lo ridiculizo. Restarle categoría al bien del otro, minimizarlo. Eso mengua en mí la envidia, la resuelvo de alguna forma.
Recuerdo a un profesor admirable… pero se puso celoso de la fama y popularidad de un profesor invitado. Conversaban entre sí algunas alumnas de admiración, y les preguntó: ¿pero a poco querrían tener un hijo como él? (el profesor no era muy guapo que digamos…). El sufrimiento no siempre es correctivo.
Pero vamos a ver la muerte. ¿Qué nos enseña la muerte? Quizá si consideramos la muerte en sí misma no veríamos todo lo que podríamos ver si la vinculamos al tema del sufrimiento. La muerte comporta sufrimiento.
La muerte nos enseña nuestros límites. La persona está direccionada a la plenitud y esa plenitud comporta ir a más.
La persona es siempre renovación. Nuestra capacidad de amar a otras personas está vinculada a esto: la posibilidad de redescubrir siempre novedad. En el otro y en nosotros mismos. Los novios: novedad. Al principio hay mucha novedad. La persona -mientras que está en curso de ser persona- comporta ir a más. Ese ir a más se interrumpe con la muerte. La muerte es un “ya no más”. Se acabó el ir a más.
La forma como el hombre enfrenta esa posibilidad, esa posibilidad que no es hipotética, sino que es una posibilidad continuamente ratificada por la muerte de seres queridos.
Me detendré en esto. ¿Por qué no nos da lo mismo la muerte de un ser querido que de un ser desconocido? Porque con el ser querido se muere algo de nosotros.
Lo más cercano a la vivencia de la propia muerte es la murete de un ser querido. La vivencia de la propia muerte nadie la puede referir. Pero sí vivenciamos la propia muerte en la muerte de un ser querido.
Y ¿cómo intentamos resolver la muerte? ¿qué recurso intentamos para el que “ya no más” no sea un “ya no más”?
Un recurso es el recuerdo.
Otro es considerar que la muerte no es definitiva.
Recuerdo. Rememorar: hacer presente al que ya no está. Lo que rememoramos del que ya no está ya no es novedad. Es retrospectiva. Es recorrerlo, pero por más que quieras recorrerlo, ya no comporta novedad.
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Pero a veces sí es novedad. El recuerdo me hace darme cuenta de algo de mí e incluso más intensamente que cuando lo viví.
Qué interesante. Da tanto de sí la persona que al recordarlo me dice algo de mí. Hay algo de novedad, pero tiene los límites de la objetivación. No hay la posibilidad de correspondencia. No hay posibilidad de que el muerto me afirme. Ni puedo yo afirmarlo… A menos de que lo afirme considerando que el otro no ha dejado de ser del todo. Y entonces lo amo en Dios.
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los santos no se agotan con su muerte porque siguen siendo ejemplo para los demás…
Efectivamente. Y no sólo los santos, sino los héroes. De los que han sido extraemos, de alguna forma, novedad.
Consideremos el recurso de considerar que el otro, aunque ya ha fallecido, siga siendo.
¿Por qué se siente sola la persona que ha perdido al otro? Porque aunque lo sigue queriendo, ahora no hay réplica. Lo que quiero no es a la persona, sino mi recuerdo.
El recurso es pensar que el otro sigue siendo. Pero está ahora siendo de otro modo que no permite la réplica, o que la réplica no es de la misma forma.
Hay quien sigue dialogando con la persona amada.
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porque sabes lo que te hubiera contestado
Bueno, esa es una posibilidad, pero la otra es recurrir a Dios y desde la idea de Dios hablar con la persona fallecida.
Las personas que se confiesan materialistas y ateos y sin embargo se afanan por dejar un legado en los demás. Se afanan por quedarse de algún modo en los demás.
Como decía Bossuet: sabemos que nos vamos a morir pero no nos lo acabamos de creer.
Hay una natural resistencia a morir. Esto se ve en el caso de la propia persona. Esto lo decía S. Agustín: “empezamos a morir cuando nacemos”.
La contracara de la resistencia a morir es precisamente eso: el ansia de plenitud.
Esa ansia de plenitud no se vivenciaría como la experimentamos si no hubiera conciencia del límite. Si no tuviéramos conciencia de límite nos pasaría como a los niños.
Una niña pequeña estaba leyendo los nombres de las tumbas. Unos nombres alemanes que estaban sepultados en África. Y en un momento le preguntó la mamá: ¿y a nosotros también nos van a enterrar aquí? Y la mujer se le agudiza su planteamiento de estar en tierra ajena. Pero la niña lo decía con toda ingenuidad.
¿Qué es esa ansia de plenitud? ¿Es sólo seguir siendo sin fin?
Hay una novela del judío errante. Es el judío que abofeteó a Jesús. Su castigo es no morir.
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¡pobre!
¿por qué pobre?
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porque la vida es sufrimiento
¿La vida no vale la pena ser vivida por el hecho de que comporta sufrimiento? Es decir: ¿lo que buscamos es una vida como la de aquí pero sin dolor?
La limitación de esta vida no nos hace buscar sólo mayor duración en el tiempo sino intensidad. El tedio es vivir la vida como la estamos viviendo sólo que sin límite temporal.
El ansia de infinitud no es sólo ansia de más tiempo, sino de mayor intensidad de vida.
La muerte constituye el término del límite corporal. Pero eso que de mí queda es parte de mí pero no soy yo. No sé si siga siendo yo, ¿quién soy yo sin este cuerpo que tengo?
Me parece que es una forma distorsionada de resolver el tema de la muerte. Hombre, cuando te vayas a morir dejarás la cáscara.
La persona humana no es sólo el espíritu. Es la unidad. Por eso nos aflige el morir. No sé lo qué es lo que de mí quedará.
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el miedo a la muerte, es miedo a lo desconocido.
Parte de eso desconocido es lo que seré.
Si nos da lo mismo ser con el cuerpo que ser sin él, el morir no sería tan penoso.
La misma dificultad en saber qué seremos es porque no tenemos vivencia de eso. No sabemos qué es seguir siendo sin cuerpo.
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Si la permanencia de nuestro cuerpo se siguiera infinitamente también nos daría miedo: ¿qué va a pasar?
Si hacemos caso del dato de fe sabemos que volveremos misteriosamente a nuestros cuerpos. La resurrección de todos al final.
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de hecho ahora ya hay dos que tienen cuerpos. Cuerpo glorioso que ocupa un lugar.
Nuestra forma de pensar el cielo es muy ingenua. Realmente el cielo no es “arriba”. El cuerpo de Jesucristo y de la Virgen María es el que tenían. Por eso no hay restos porque es otro cuerpo. Si los muertos ya hubieran resucitado no habría materia.
¿Qué actitud adoptamos ante la muerte?
El ansia de infinitud no es un seguir siendo en el tiempo. Es un ansia de seguir siendo cualitativamente superior.
Podríamos preguntarnos: ¿de dónde deriva esa ansia de infinitud?
Si somos limitados, ¡¿qué afán?!
No es una cuestión voluntaria.
A lo que nos enfrenta esa ansia de infinitud es a pensar que siendo muy mío no procede de mí. Algo en mí reclama de mí una realidad que está fuera de mí.
¿Cómo podemos ver en este contexto el ser objeto del amor de Dios?
Hay en mí una referencia en mí que acusa infinitud.
Su origen está en el amor de Dios. Si Dios me quiere como sospecho que me quiere, es decir, por mí mismo y no nada más circunstancialmente. Me quiere como persona. Entonces el ansia de plenitud tiene un garante.
Si Dios me ama como sospecho que me ama entonces esa ansia de plenitud es posible.
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entonces esa participación en el ser
La participación en el ser no la veamos impersonalmente, pues es precisamente que Dios me ama.
¿En qué consiste ser objeto de amor de ese alguien?
Cuando alguien está siendo amado por otro está siendo confirmado en el ser.
Pronunciar el “tú” de otra persona es decirle: “qué bueno que existas”.
Quien nos ama nos está diciendo “es bueno que existas”.
Pero en el caso de Dios, Dios no se pronuncia a posteriori. Sino antes. Porque Dios nos ama nos pone en el ser. Como consecuencia de que Dios nos ama ¡somos!
Cuando dices participación en el ser es el don de sí. Cuando el hombre da necesita de la previa existencia del destinatario. En el caso de Dios no es así: cuando Dios da pone en el mismo acto de dar en la recepción del don.
Esa ansia de plenitud proviene del acto de amor de Dios que me da el ser. Ese acto de ser me da la garantía de que el acto de amor persiste. Si Dios se decidió por mí existiré aún después de la muerte. El modo en que seré…
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corre por cuenta de Dios.
Una forma de interpretar el hecho de que el hombre crea en Dios es pensar que Dios es el recurso para remediar su ansia de infinidad. Dios sería el resultado de mi inseguridad. De modo de que si se pierde esa inseguridad, se pierde a Dios. Eso pasa en el horizonte psicológico de muchas personas. Las sociedades donde la asistencia al servicio religioso es mayor es porque tienen problemas: económicos, guerras, etc. Pero donde hay más bonanza económica hay menos participación en los servicios religiosos.
El tema es: si independientemente de que el hombre tenga necesidad de Él, Dios existe.
Hay dos posiciones:
Concluir que Dios existe porque tengo necesidad de él. Nietzsche, MArx, Freud…
Porque Dios existe, yo tengo necesidad de ser.
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en la primera opción Dios depende de la creación humana.
Es absurdo metafísico, pero es plausible psicológico. Tú tienes la idea de que Dios existe porque tienes hambre. Deja de tener hambre.
Si Dios existe, entonces entiendo que tengo la idea de Dios. Así es lógico suponer que yo derivo de.
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este enunciado si lo sometemos a prueba no resuelve el problema de la existencia de Dios. Esto (posición 1) no es prueba de que exista Dios.
Así ése es un argumento que prueba que en algunos existe la inseguridad, y que por eso creen en Dios.
Pero, ¿podemos saber si existe en Dios?
Yo no puedo decir “yo” si no he sido un “tú” para alguien.
La persona humana tiene el ser en sí pero no tiene el ser por mí.
La persona subsiste. Pero no per-siste. Soy, pero soy por otro. Ese ser mío está afectado por ansia de plenitud. Porque la índole de ser por otro me hace.
¿En qué se revela que el amor por sí que Dios nos tiene? En que espera nuestra correspondencia.
En lo demás: es suficiente ser lo que es.
En cambio: el hombre necesita proponérselo. Es decir, corresponder.
La persona le presta voz al resto de la creación para corresponder. La única forma por la que el cosmos da gloria a Dios es a través de la persona humana.
Hemos recorrido el museo.
No hemos querido hacer un resumen. Con ocasión de la lectura detenerse en aquello que les resulta de mayor interés y que tenga alguna utilidad.
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Enviado por: | Chinampas |
Idioma: | castellano |
País: | México |