Filosofía y Ciencia
Ética para Amador; Fernando Savater
CAPÍTULO 1
De que va la ética
En este primer capítulo, Savater comienza explicando la posibilidad de carecer de ciertos conocimientos de la vida sin que esto llegue a afectarnos de algún modo. Sin embargo, nos muestra que existen otros conocimientos que son imprescindibles en la vida, sin las que raramente podríamos vivir demasiado tiempo. Se refiere a ciertos conocimientos, como pueden ser qué alimentos se pueden ingerir o, que no debemos dejarnos caer por una ventana de un tercer piso. He aquí la diferencia entre las cosas buenas o beneficiosa y las cosas malas o perjudiciales.
Savater explica también en qué ocasiones, lo que generalmente se considera malo pasa a no ser tan malo, incluso, en cierta manera, pasar a ser bueno. Un ejemplo que nos pone de esto es la mentira y la verdad, y los casos en las que pueden ser buenas o malas.
Otro tema que trata Savater es el de la libertad. Habla de los límites que posee ésta para nosotros. Podemos decidir sobre determinadas cosas, pero existen otras contra las que no podemos luchar, como es la muerte. En este capítulo Savater comenta que, en cierto modo los animales no tienen libertad, es decir, que no pueden elegir y que se limitan a seguir su instinto (lo que la naturaleza ha programado). De esto se deriva el que se le dé tanta importancia a las decisiones que tomamos los humanos.
Savater cree que, en cierto modo, los humanos estamos programados. Se refiere a una programación cultural (como la educación) que se nos implanta a lo largo de los años y que, aunque no en todos los casos se sigue, influye de una manera muy fuerte en nuestro comportamiento.
Aún así, Savater destaca de nuevo nuestra posibilidad de escoger entre el “sí” y el “no”, y es aquí donde de nuevo sale a relucir nuestra libertad. No somos libres de escoger lo que ocurrirá, si no de decidir si lo queremos hacer o no (aunque hay casos en que ni eso se puede escoger). Savater destaca también que en ningún caso el concepto de “intentar” es sinónimo de “lograr” y que como tenemos derecho a elegir, también tenemos derecho a equivocarnos.
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En el texto de Octavio Paz lo que se quiere dar a entender es lo que para él significa la libertad, y la define como un movimiento de la conciencia que nos lleva a pronunciar “sí” o “no”. Gracias a la libertad se descubre la personalidad o forma de ser y pensar de cada uno y eso es lo que refleja este texto de Octavio Paz.
CAPÍTULO - 2
Órdenes, costumbres y caprichos
Al igual que en el primer capítulo, Fernando Savater insiste en el tema de la libertad. Somos libres para hacer lo que prefiramos, pero esta libertad se ve limitada en numerosas ocasiones. Muchas veces se nos plantea un problema en el cual deberemos elegir entre varias soluciones y que nos llevará a tener que inclinarnos por uno, aunque lo que nos gustaría realmente sería no tener que elegir. Para poner un ejemplo de esta cuestión, Savater utiliza la historia de un capitán de barco. Este personaje se ve en cierta ocasión, debido a una tempestad durante un trayecto, con el problema de salvar la mercancía que transporta, poniendo en peligro la vida de sus hombres y la suya; o bien deshacerse de la mercancía (que era muy valiosa) para lograr la seguridad de todos.
Este tipo de casos nombrados anteriormente se dan porque la mayoría de las veces nos guiamos por unos determinados factores, sin decidir de veras lo que es más o menos conveniente para nosotros. Estos factores son los siguientes:
-Órdenes.
-Costumbres.
-Caprichos.
Es ahora cuando el autor nos plantea la siguiente cuestión: ¿En cual de éstas situaciones una persona es más libre? Podríamos pensar que cuando se guía por un determinado capricho pero... ¿Realmente es lo que desea? En este momento deberíamos preguntarnos también lo siguiente: ¿El capitán del barco actuaría por costumbre, recibiendo una orden o simplemente para satisfacer un capricho?
Savater deja esta pregunta sin responder invitándonos a contestarla nosotros mismos. Yo pienso que no actúo por ninguna de esas tres opciones, si no por una elección denominada “el mal menor”.
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Séneca hace referencia a que lo importante de la vida no es que sea larga, sino satisfactoria ya que una vida larga sin nada que le de importancia o satisfacción no es nada interesante. Según él una vida larga depende del destino y una vida satisfactoria depende del alma. Yo opino como Séneca en que es preferible una vida plena a una vida larga.
CAPITULO 3
Haz lo que quieras
Respondiendo a la pregunta que Savater planteaba al final del capítulo anterior , Savater comenta que no todo en esta vida funciona regido por unas costumbres, órdenes o por un determinado capricho. Es aquí donde de nuevo aparece el concepto de libertad. Esta libertad de la que desde el principio hemos hablado es el poder o la capacidad de elegir entre decir sí y decir no. Cuando tomamos una decisión debemos tener en cuenta que la libertad que poseemos conlleva pensar las cosas dos veces antes de decir o hacer algo, es decir, ser responsables, para así tener la certeza de que es realmente conveniente o no para nosotros la acción a realizar.
Para empezar podemos plantearnos si estamos siendo guiados por costumbres, siguiendo una orden o simplemente satisfaciendo un capricho en nuestra rutina. Esta primera pregunta no solemos realizárnosla ya que lo que hacemos lo hacemos de un modo mecánico, debemos llegar pues a la segunda pregunta. Estas preguntas serían las siguientes: En el caso de ser una orden... ¿Quién lo ordena? Lo que planeo hacer... ¿Es bueno para mí? ¿Estoy siendo entonces esclavizado por alguien o por algo?
El concepto “bueno” no posee el mismo significado que “moral”. Para aclarar esto Savater pone como ejemplo que un futbolista puede considerarse muy bueno en su trabajo y no por ello poseer una moralidad extraordinaria.
Dice Savater que esto sucede porque en todos los casos sabemos definir lo que es realmente “bueno” excepto en el caso de un ser humano. ¿Sabríamos definir lo que es un hombre bueno? Savater dice que no será fácil puesto que no conocemos la utilidad esencial de una persona. Una moto sirve para desplazarse a gran velocidad y un futbolista tiene la tarea de marcar el mayor número de goles posible pero... ¿Un ser humano? De nuevo aparece el problema de decidir entre qué es lo bueno y qué es lo malo en esta vida.
Para conclusión del capítulo, Savater hace referencia a un texto de François Rebelais en el que define la moral como el “hacer lo que quieras”. Concluye el capítulo asegurándose de no habernos escandalizado con la norma de “haz lo que quieras” ya que puede ser muy conflictiva y nos indica que hallaremos la respuesta en el siguiente capítulo.
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Erich Fromm compara en este texto la ética humanística con la ética autoritaria. La diferencia básica que encuentra es que sólo el hombre por si mismo puede determinar el criterio sobre virtud y pecado. Además añade que el único criterio de valor ético es el bienestar del hombre.
CAPÍTULO 4
Date la buena vida
Para comenzar este cuarto capítulo, Fernando Savater intenta aclarar el verdadero significado de la frase: “Haz lo que quieras”.
El hecho de hacer lo que se quiere es sinónimo de decidir por uno mismo sobre su vida, o lo que es lo mismo, ser libre. Claro que aquí nos encontramos ante una contradicción: el hecho de hacer lo que deseo sería cumplir la orden dada anteriormente, por lo tanto, no ser libre. Es aquí cuando debemos llegar a la conclusión de que todo en esta vida está unido a la libertad. Aún habiendo decidido no ser libre y vivir para siempre a merced de un superior, sigues valiéndote de tu libertad en el momento en que tomas tú mismo la decisión. Savater hace referencia a una destacable frase del filósofo Jean-Paul Sartre: “Estamos condenados a la libertad”.
Savater aclara ahora que en ningún caso se debe confundir la frase “haz lo que quieras” con el hecho de satisfacer todos nuestros caprichos o “hacer lo que venga en gana”. Haciendo esto último no se obtiene una ganancia, más bien una pérdida.
El autor plantea la siguiente pregunta: ¿qué es lo que verdaderamente quieres?
Dando por hecho una respuesta generalizada, “darme la buena vida”, Savater comenta que esta buena vida tan deseada sólo podría darse entre seres humanos dado que, al contrario que los animales, no nacemos ya con los conocimientos (o instintos) que necesitaremos a lo largo de nuestra vida. Debemos seguir un proceso de humanización para hallar la “buena vida”.
Para concluir Savater nos cuenta un pasaje de la película “Ciudadano Kane”. El protagonista vivió siempre por y para el dinero, su único objetivo era la obtención de riqueza y poder, dejando a un lado a sus semejantes. Cierto día se da cuenta de que es mayor y toda su fortuna le es totalmente inútil; entonces recuerda su infancia, y concretamente un pequeño trineo con un nombre grabado. Kane llega a afirmar que daría todas sus riquezas por poder poseer de nuevo aquel objeto.
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Erich Fromm nos cuenta en este texto que para poder prestar atención a los demás hay que ser capaz de prestarse atención a uno mismo. Así mismo nos dice también que la condición más necesaria para relacionarse con los demás es sentirse a gusto con uno mismo.
CAPÍTULO 5
¡Despierta, baby!
En este quinto capítulo, Fernando Savater comenta que para ninguno de nosotros está totalmente claro lo que es de verdad “la buena vida".
Savater aclara que en ningún momento quiso tachar los caprichos como algo “malo”, sólo pretende que nos demos cuenta de que en la vida existen multitud de cosas más importantes que, hacer “lo que nos venga en gana”.
Con respecto a la historia de “Ciudadano Kane”, Savater intenta justificarlo diciendo que, no es malo tener unas metas en la vida, unos deseos, querer unas determinadas cosas, pero después indica que estos deseos no deben ser excesivos ya que todo lo que poseemos llegará a poseernos a nosotros algún día.
Fernando Savater nos pide por esto que no nos excedamos a la hora de “querer”. No nos basta un presente, los humanos necesitamos cosas y estas pueden llegar a poseernos si no las adquirimos sin criterio. Si a lo largo de la vida tratamos a los humanos como cosas, solo recibiremos de ellos cosas, no amistad, ni respeto y mucho menos amor.
Desde fuera Kane podría ser una persona envidiada, aunque no sabríamos la verdadera realidad. Savater nos pregunta lo siguiente: ¿Tu serías feliz siendo poseedor de los bienes materiales de Kane? ¿Cuál es la “buena vida” que tanto deseamos?
Antes de concluir aclara Savater que ser “moral” no significa seguir las normas establecidas, ni tampoco rebelarse contra ellas, sólo comprender que es lo que nos conviene y lo que no, encontrando así la “buena vida” que tanto ansiamos.
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Jean-Jacques Rousseau nos dice que lo que hace que el hombre se relacione con los demás son nuestras comunes miserias y que un hombre verdaderamente feliz es un ser solitario. Nos da además una conclusión u opinión: “Yo no concibo que quien no tiene necesidad de nada pueda amar algo: y no concibo que quien no ame nada pueda ser feliz.” Yo no estoy de acuerdo con la primera parte del texto ya que un ser solitario, en mi opinión, no puede ser feliz.
CAPÍTULO 6
Aparece Pepito Grillo
Para comenzar este capítulo, Savater nos recuerda que tenemos la obligación moral de no ser “imbéciles”. El significado de imbécil es: “No necesitar bastón”. Esto se refiere a que una persona imbécil es aquella que necesita algo en lo que apoyarse durante su vida.
Savater nos aclara que no debemos confundir el término imbécil que se refiere a aquella persona que no sabe o que no puede saber, con el “imbécil moral” del que estamos hablando.
Lo contrario de ser imbécil es ser poseedor de conciencia. Claro está que son necesarias unas mínimas cualidades naturales, pero el “oído ético” y el “buen gusto moral” que necesitamos para tener conciencia podremos desarrollarlos a lo largo de nuestra vida.
Savater también se pregunta si el querer ante todo evitar el mal es un tipo de egoismo. Aunque el egoísmo es poseedor de muy mala fama, hay una situación en la que es muy justificable: “Querer lo mejor para mí mismo”, claro está sin perjudicar por ello a los demás.
Las palabras que a continuación analizaremos serán “culpa” o “responsable”, y las relacionaremos con la conciencia. Estos términos nos hacen enseguida compararlos con “Pepito Grillo” (la conciencia de Pinocho)
Algo tan común como un remordimiento no sólo viene dado por un miedo a represalias, se trata de comprender que nos estamos estropeando a nosotros mismos. Para evitar los remordimientos solemos recurrir a una justificación, aunque la verdadera solución sería actuar de una manera responsable. La palabra más utilizada para justificarse, según Savater, es “irresistible”.
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William Shakespeare, en este fragmento de “La tragedia de Ricardo III” nos pone ante una situación en la que Ricardo se reprocha a sí mismo los crímenes que ha cometido y presenciamos una especie de lucha de personalidades en la que Ricardo se pregunta sobre lo que ha hecho para llegar a donde está y sobre como es su vida. Ricardo se muestra muy confuso en todo momento y al final dice que la gente no tendrá piedad de él, ya que ni él ha sido capaz de tener piedad consigo mismo.
CAPÍTULO 7
Ponte en su lugar
Fernando Savater comienza este capítulo recordándonos la historia de Robinson Crusoe. Comenta más concretamente el pasaje en que el protagonista descubre unas huellas que le hacen ver que no está solo en la isla, sino que tiene con él a un semejante. Entonces comienza su preocupación acerca del comportamiento que debe tener con él ya que ahora no podrá sobrevivir de cualquier modo, sino que deberá respetar unas normas de convivencia, que le llevarán hasta la vida “humana” que ya no practicaba.
Quizá el término “semejante” no define del todo al futuro compañero de Robinson. Robinson Crusoe una persona culta, educada, religiosa... al contrario que Viernes que era un salvaje e inculto caníbal. A pesar de éstas diferencias, existía entre ambos hombres una relación que iba más allá de la que se puede tener con un objeto o cualquier bien material. Ambos tenían su propio concepto del “bien” y el “mal”, pero podían comunicarse. Quizá el comportamiento inicial por parte de Robinson no hubiese sido el mismo ante un posible salvador o ante un vil enemigo, pero en este último caso, un trato ofensivo no conseguiría otra cosa que ser respondido de la misma manera y que éste se convirtiese en un “verdadero enemigo”. Para explicar que las personas se comportan de distintas formas dependiendo de cómo se las trate a ellas, Savater hace alusión a un pasaje en la historia de Marco Aurelio, emperador de Roma. Nos cuenta que este personaje era el primero en opinar que todas las personas, por buenas o malas que fuesen, merecían ser tratadas como tales. Savater nos recuerda que no por llevarme bien con alguien debo favorecer las malas conductas y que se han de tener dos cosas muy claras:
-Una persona, por muy mala que sea, no deja de ser un ser humano. No podemos juzgar a alguien como “un ladrón”, porque antes de ladrón es una persona.
-Puesto que los humanos tendemos numerosas veces a imitar a los demás, debemos de tener en cuenta que el ejemplo que damos será en ocasiones modelo para alguien, por lo que debemos preocuparnos por él.
Llegamos ahora a la pregunta clave: ¿En qué consiste tratar a las personas como tales? Pues bien, la respuesta es que intentes ponerte en su lugar. En una palabra: tomarle en serio. Ese fue el fallo de personajes como Kane o Gloucester, que no realizaron el intento de ponerse en el lugar de sus semejantes y, al no hacerlo, por supuesto fracasaron.
Savater comenta también que ponerte en el lugar de los demás no significa concederle todo lo que desearías para ti, puesto que sus gustos no han de ser idénticos a los tuyos.
Para concluir, Savater nombra la palabra “justicia” y dice que ésta va mucho más allá de lo establecido en las leyes. Justicia es la virtud de intentar por todos los medios “vivir bien”.
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Tomás Moro intenta decirnos en este fragmento de “Utopía” que todo aquel que sea considerado virtuoso o enemigo del placer no puede consen-
tir que otros padezcan pobreza y miseria. También dice que la máxima virtud del hombre es aliviar las penas de los otros.
CAPÍTULO 8
Tanto gusto
Savater empieza este capítulo criticando el uso continuado de la palabra “inmoralidad” para definir las cuestiones no referidas al sexo. Dice que este tipo de acciones sólo son inmorales cuando se utilizan para hacer daño, pero no hay nada de “inmoral” en disfrutar con nuestro cuerpo. El sexo posee ante todo la función de la procreación, pero esta no es la única. Al contrario de lo que mucha gente opina, no nos parecemos a los animales en este aspecto. Ellos realizan algunas funciones solo para vivir, los humanos, por el contrario, las llevan a cabo para disfrutar de la vida.
Savater asegura que esta relación establecida desde siempre entre el sexo y la carencia de moral está provocada por el miedo al placer. Para personas como los denominados “puritanos”, una acción es mala solo por el hecho de que nos guste hacerlo, alegando que el sufrimiento es la verdadera “moralidad”. Savater se halla en total desacuerdo con esta afirmación. Dice además que el puritanismo es lo más alejado a la ética. Tras esto, nos recuerda un consejo de Michel de Montaigne: “Debemos retener los placeres de la vida”. Recuerda que no debemos desear todos los placeres en el mismo momento. Hasta la más mínima insignificancia produce un placer que debo saber encontrar. También comenta que no debemos confundir el uso con el abuso de estos placeres, impidiendo que uno de ellos nos prive de todos los demás.
Ahora viene la pregunta clave: ¿Cuál es la mayor gratificación que se puede tener? Pues Savater dice que es, claramente, alegría. La alegría es un sí espontáneo a la vida que brota desde nuestro interior. Por este moyivo un placer deja de serlo cuando perdemos la alegría. Si esto sucede estamos confundiendo lo que debieramos de verdad considerar como “placer” con otra cosa.
Savater concluye este capítulo comentando que el hecho de gozar no tiene porqué ser contrario a alguien. No se debe pensar que el hecho de estar gozando provocará el sufrimiento a otra persona que no lo hace.
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Tony Duvert nos cuenta en este texto que el vicio es mejor corregidor que la virtud, ya que si soportas a un vicioso acabarás cogiendo horror al vicio, pero si soportas a un virtuoso terminarás odiando la virtud entera.
CAPÍTULO 9
Elecciones Generales
Irremediablemente, en este capítulo se trata el tema de la política. Ante el avalancha de adjetivos negativos que diariamente ésta recibe, Savater nos recuerda que la moral no es un arma para desprestigiar a todo aquel que no pertenece a los llamados “normales”.
La pregunta que se formula sobre los políticos es: ¿De donde proviene su mala fama? Si los políticos salen elegidos es porque dan una imagen que se asemeja claramente a la de la gente normal, “de la calle”, e ahí la estrategia para obtener el voto. Aún así no comprendemos su mala reputación. La causa es, principalmente, que son más conocidos, por lo tanto, sus errores son más notables que los de las personas desconocidas.
Como similitud entre la política y la ética, Savater destaca que ambas pretenden hallar la “buena vida”, humanamente hablando. Por ello, si pretendemos llegar a encontrar esa “buena vida” no podemos desentendernos total y absolutamente de los problemas que conciernen a la política.
Como diferencias esenciales Savater señala las siguientes:
-La ética es la búsqueda de la “buena vida” para uno mismo, mientras que la política pretende alcanzar la de un conjunto numeroso de personas.
-La ética pretende que cada cual haga lo que de verdad quiera. Por el contrario, la política solo busca resultados, sin importar el medio.
No debemos decir que la política impide llevar una “buena vida” y, si de verdad lo pensamos, debemos luchar porque las relaciones políticas sean cada vez más humanas. Savater comenta que debemos buscar ese bienestar ante todo, aunque encontrarlo vaya en contra de nuestra opinión inicial.
En cuanto al asunto político que estamos tratando y con las conclusiones que hemos obtenido hasta este punto, debemos reflexionar de la siguiente forma con respecto a la política:
-Un régimen político debe respetar la libertad y abstenerse de cualquier tipo de dictadura. La libertad vendrá guiada por la responsabilidad de los representantes políticos.
-Debe tratar a las personas humanamente, intentando, en la medida de lo posible, ponerse en su lugar. A esto le llamaremos justicia.
-Como ya ha dicho antes Savater, debemos tomarnos a nuestros semejantes en serio poniéndonos en su lugar. Por lo tanto, una comunidad política debe basarse en la libertad y la justicia. Savater considera los Derechos Humanos como vergonzosos, alegando que es tan solo una lista de buenos propósitos sin resultado.
Casi para concluir Savater enumera las desdichas que todavía hoy asolan al mundo, alegando que solo hay un modo de intentar frenarlas, y es el establecimiento de una poderosa autoridad a escala mundial. Finaliza el capítulo comentando que aborrece doctrinas intolerantes como el racismo, nacionalismos y cualquier tipo de ideologías.
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Montesquieu nos dice en este texto que siempre renunciaría a cosas que fuesen beneficiosas para él si éstas fuesen perjudiciales para el resto de los humanos ya que él es ante todo persona, mientras que es francés sólo por casualidad.
EPÍLOGO
Tendrás que pensártelo
En el epílogo Savater nos habla de que, no sabe si este libro es verdadera-
mente un libro de ética y menciona a algunos autores de libros de ética que él confiesa, admira y que no ha querido mencionar en todo el libro.
También dice que no debemos tomarnos este libro totalmente en serio y aclara que la seriedad no es opuesta a la diversión. Nos cuenta también que lo que este libro pretende es hacer que nos demos cuenta de lo que podemos y debemos hacer con nuestra vida.
Savater nos propone la pregunta: ¿Cómo vivir del mejor modo posible? Tras darnos algunas orientaciones nos deja en el mismo lugar y nos dice que la respuesta a esa pregunta debemos hallarla nosotros mismos.
Finalmente acaba dándonos el mismo consejo que nos daba al principio del libro: ¡Ten confianza!
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Enviado por: | Lucipili |
Idioma: | castellano |
País: | España |