Historia


Edad Media


La Edad Media

  • El período de la historia europea que transcurrió desde la desintegración del Imperio Romano de Occidente hasta el siglo XV, cuando se produjo la caída de Constantinopla, se conoce como Edad Media.

El desarrollo de la civilización medieval fue esencialmente la suma de tres elementos: la herencia de la antigüedad grecolatina, el aporte de los pueblos germánicos y la religión cristiana. Puede ser dividida en dos grandes etapas, conocidas como la Alta Edad Media, que se extiende desde la formación de los reinos germánicos hasta la consolidación del feudalismo, entre los siglos IX y XII; y la Baja Edad Media, hasta el siglo XV, que se caracterizó por el crecimiento de las ciudades, la expansión territorial y el florecimiento del comercio.

La invasión y posterior asentamiento de los pueblos germanos bárbaros dentro de las fronteras del Imperio Romano dio lugar a la formación de diversos reinos a principios del siglo V. La caída de Rómulo Augústulo, último emperador romano, terminó con la autoridad imperial en occidente en el año 476; la parte oriental del imperio asumió entonces la herencia política de Roma.

Los bárbaros germanos instalaron sus reinos dentro de las antiguas fronteras del imperio y en zonas que nunca habían sido ocupadas por Roma, como Alemania. Estos reinos evolucionaron y dieron origen a las monarquías medievales europeas.

Los ostrogodos, uno de los pueblos germanos, se asentaron en Italia conducidos por Teodorico y formaron uno de los reinos más importantes de los siglos V y VI. A fines del siglo V, los francos, otro pueblo germano, sentaron las bases de lo que posteriormente sería uno de los reinos medievales más poderosos de Europa. Su rey Clodoveo, convertido al catolicismo, logró atraer a la población de la antigua Galia mediante la fusión de los galorromanos y los francos.

En la península ibérica, los visigodos formaron una monarquía próspera y culta, fundiéndose en ella los rasgos germánicos y las tradiciones romanas. Sin embargo, dicho territorio fue ocupado por los árabes a principios del siglo VIII y en pocos años el poder visigodo se extinguió, iniciándose una nueva etapa en la península y Europa con la expansión del Islam.

Durante el siglo VI, el reino de los francos, bajo la dinastía merovingia (descendiente de Meroveo, personaje semilegendario), sufrió repartos entre los sucesivos herederos de la corona. Estas divisiones fueron la causa de su estancamiento político y cultural, lo que permitió la intervención de los lombardos de Italia. Dicha situación se mantuvo hasta principios del siglo VII, cuando se consiguió la unidad territorial que permitió la aparición de la dinastía carolingia, fundada por Pepino o Pipino el Breve.

Tras la conquista del reino ostrogodo por el emperador bizantino Justiniano I (siglo VI) ocurrieron importantes sucesos en Italia. En esa época el imperio bizantino alcanzó un gran apogeo político y cultural. Justiniano I intentó reconquistar la parte occidental del antiguo Imperio Romano y restablecer la unidad del Mediterráneo.

Los lombardos, también de origen germánico, conquistaron el norte de Italia y junto con los bizantinos se repartieron la posesión de este territorio, el que a fines del siglo VI se encontraba casi totalmente bajo el dominio lombardo.

En Gran Bretaña, la invasión de anglos y sajones, de origen germánico, a mediados del siglo V, tuvo como consecuencia que los britanos, antiguos habitantes de la isla, se refugiaran en Cornualles, Gales y Escocia o se sometieran al nuevo poder.

Todos estos reinos surgidos en occidente dieron una nueva fisonomía a Europa; pero a pesar de todo se mantuvieron algunos rasgos propios de la cultura romana, como el orden y el derecho, los que fueron mezclándose con características propias de cada uno de los pueblos invasores.

UN SISTEMA SOCIAL Y ECONÓMICO: EL FEUDALISMO

  La base de la organización feudal, son las tierras de las que es dueño un señor. Estas tierras son el señorío.  

El señorío es una gran propiedad territorial dominada por el castillo donde vive el señor. Una parte de la tierra queda re­servada para su explotación directa por los siervos. Otra parte se divide en parcelas que se entregan, para ser cultivadas, a los campesinos. Estos viven en una aldea de chozas, la «villa», por lo que reciben el nombre de «villanos». Y están obligados a una amplia serie de servicios a su señor: tienen que realizar para él trabajos gratuitos. Tienen que pagar de­terminadas cantidades; entregarle también una parte de las cosechas y del ganado; tienen que moler el grano necesaria-mente en el molino del señor, cocer el pan en su horno, y pagar por ello.

  Sólo les está prohibido prestar servicios militares, porque la guerra es un «oficio» exclusivo de la nobleza, que no pueden ejercer los villanos.

 . Una aristocracia dominante de propietarios y guerreros

  La sociedad de la Alta Edad Media está dividida en tres clases o «estamentos». La gran masa de los que trabajan (los campesi­nos) y la pequeña minoría aristocrática de los que oran (la Iglesia) o de los que luchan (la nobleza).

  Los grandes señores viven en su castillo, dedicados a la guerra y a la caza. Disponen de un pequeño ejército personal formado por sus caballeros que, a su vez, son pequeños propietarios.

  El sistema feudal, por consiguiente, era un sistema aristocrático que se fundamentaba en dos bases: la propiedad de la tierra y el "oficio" de las armas.

  Los grandes señores ocupaban el lugar de la autoridad ausente y llegaron a crear auténticos Estados feudales en sus señoríos. Serán ellos los que dicten las leyes, administren justicia, vigilen y protejan el orden en sus tierras, serán jefes del ejér­cito, y cobrarán, a cambio de su actuación, fuertes tributos. Algunos, muy poderosos, llegaron incluso a acuñar moneda propia

La vida urbana

Entre los siglos XIII y XIV se produjo un aumento considerable de actividad, que dio como resultado un mayor aprovechamiento de la industria y el comercio.

La industria en la Edad Media se caracterizó por las asociaciones de artesanos o gremios, a los que debían pertenecer los obreros para poder ejercer su oficio. Esta organización era además una sociedad de socorros mutuos, que protegía a los huérfanos y personas que por su edad quedaban incapacitados de trabajar.

El comercio era desempeñado por los traficantes, cuyo oficio era el más peligroso de todos, ya que con frecuencia eran víctimas de bandoleros que robaban a mano armada las mercaderías y apresaban al comerciante para cobrar por su rescate. A esto se sumaba el pago de derechos que debían pagar por sus productos durante el trayecto, los que no eran pocos si se consideraba el cobro de entrada, de salida, en cada señorío, en cada ciudad y en cada puente.

Dadas las difíciles condiciones de comunicación, era imprescindible durante la Edad Media abastecerse de productos para un largo período de tiempo. De aquí la importancia de las ferias. Estas se formaban cuando comerciantes procedentes de distintos países se reunían en fecha fija en ciertos puntos llevando gran cantidad de mercaderías, y atrayendo a miles de compradores que no solo se acercaban con el objeto de comprar sino también para divertirse con las presentaciones de acróbatas y titiriteros.

Las habitantes medievales vivían prácticamente encerrados en las ciudades, debido a que se construían entre murallas para evitar peligros de ataques. Las calles estaban mal diseñadas, porque nadie se preocupaba de su alineamiento y cada cual construía su casa como mejor le pareciera. Por lo general eran sucias, ya que la única alcantarilla o desagüe era un arroyo en medio de la calle, por donde corría la sangre de los animales que mataba el carnicero y al que se echaba todo tipo de basuras. Tampoco contaban con iluminación, y para salir de noche había que llevar una antorcha o lámpara.

Como consecuencia de la forma como se edificaban las casas —una sobre otra— y la falta de higiene, las poblaciones se encontraban siempre expuestas a los incendios y la propagación de enfermedades. Así, no era poco frecuente que cuando una vivienda se incendiaba, el fuego se extendiera por el barrio entero.

Cuando la peste o los incendios azotaban las poblaciones, las víctimas se contaban por millares. En el año 1418, entre los meses de septiembre y diciembre, una terrible epidemia se dejó caer sobre París, falleciendo más de cien mil personas. Sin embargo, a partir del siglo XIII la urbanización de las poblaciones empezó a mejorar, y en Francia Felipe Augusto hizo cercar los cementerios, empedrar las calles y edificar fuentes para distribuir el agua de manantial proveniente de colinas cercanas. Poco a poco las casas de madera fueron sustituidas por casas de piedra, con lo que también comenzó a introducirse el lujo en castillos y poblaciones.

El rol de la Iglesia

Uno de los acontecimientos más relevantes de la época medieval es la organización del Papado (gobierno de la Iglesia). En ese período los papas lograron varios cambios destacados, entre los que se cuentan la independencia de la Iglesia de la monarquía, y el intento de los papas de transformarse en autoridades políticas universales, para gobernar igual que los reyes y emperadores.

En la sociedad el clero desempeñó un papel primordial frente a la anarquía social existente, imponiendo el principio del orden, prestando ayuda a los débiles y conservando los restos de civilización.

En la Edad Media los países cristianos se encontraban divididos en diócesis, cada una de ellas dirigida por un obispo.

Los obispos, sacerdotes y párrocos vivían entre los fieles, y se les denominaba seculares o seglares porque pertenecían a la sociedad. Junto a este clero secular existía otro, cuyos miembros se sometían a un estilo de vida con estrictas reglas que limitaban toda su existencia. Eran los llamados regulares o monjes, quienes habitaban los monasterios o abadías, y cuya agrupación se conocía como orden. La de los benedictinos era la más antigua, y la regla de su fundador —San Benito— sirvió de modelo a los demás fundadores de órdenes.

Los benedictinos debían cumplir compromisos esenciales (votos), como la obediencia, la pobreza y el trabajo. Su labor intelectual fue bastante destacada, por cuanto diariamente consagraban dos horas a leer y escribir, siendo la base del saber medieval. Los franciscanos predicaron el ideal de pobreza y humildad, mientras que los dominicos se ocuparon principalmente de la enseñanza y el estudio teológico en las universidades.

Todos los libros y textos que se conservan de la literatura latina proceden de los manuscritos copiados por los regulares, así como también las crónicas que nos cuentan sobre cómo era la vida en la Edad Media.

Pero el aporte de los regulares no se limitó solo al saber intelectual. Su influencia además repercutió en el desarrollo de poblaciones y en la asistencia social, ya que era la Iglesia quien se preocupaba de los pobres, enfermos, viudas e indigentes. En el siglo XII y XIII se fundaron numerosos hospitales o casas de Dios, incluso en los pueblos más pequeños.

La iglesia y la enseñanza La enseñanza durante el Medioevo se dictaba en latín y era gratuita. Estaba exclusivamente en manos del clero, tanto de los sacerdotes en las parroquias como de los monjes en las abadías.

Las escuelas estaban abiertas a todo el mundo y gracias a ello fue que personas de muy baja condición económica pudieron educarse y aprender materias como gramática, retórica, teología, dialéctica, aritmética, astronomía y música.

A finales del siglo XII surgieron las universidades, como consecuencia de la evolución de las principales escuelas catedralicias. Las primeras universidades nacidas fueron las de París, Bolonia, Montpellier y Salerno, centros que desde su origen se especializaron en una determinada materia. París en teología, Bolonia en derecho y las dos últimas en medicina.

Reforma protestante

El término usual para el movimiento religioso que hizo su aparición en la Europa Occidental en el siglo XVI, y el cual, mientras clamaba ostensiblemente por una renovación interna de la Iglesia, condujo realmente a una gran revuelta contra ella y a un abandono de las principales creencias religiosas. Debemos rever las características generales de este movimiento desde las siguientes perspectivas:


I. CAUSAS DE LA REFORMA

Las causas de la gran revuelta religiosa del siglo XVI, deben ser buscadas desde tan atrás como el siglo XIV. La doctrina de la Iglesia, es verdad, había permanecido pura; vidas santas eran todavía frecuentes en todas partes de Europa, y las numerosas instituciones medievales de beneficio de la Iglesia continuaron su curso ininterrumpidamente. Cualesquiera condiciones desafortunadas que existieran fueron en gran parte debido a influencias civiles y profanas o al ejercicio de la autoridad por eclesiásticos en esferas civiles; estas no tuvieron la misma intensidad en todos lugares, tampoco ocurrieron siempre de manera simultánea en el mismo país. La vida eclesiástica y religiosa mostró en varios lugares vigor y variedad; abundaron obras de educación y caridad; el arte religioso en todas sus formas tenía una fuerza viva; misioneros domésticos eran muchos e influyentes; la literatura piadosa y edificante era común y apreciada. Sin embargo, gradualmente y en gran parte debido al espíritu variadamente hostil de los poderes civiles, nutridos e intensificados por muchos elementos del nuevo orden, crecieron en muchas partes de Europa condiciones políticas y sociales que pusieron trabas a las sinceras actividades de reformación en la Iglesia, y que favorecieron a los arrojados e inescrupulosos, que encontraron una oportunidad única para liberar todas las fuerzas de la herejía y del cisma por tanto tiempo refrenadas por la armoniosa acción de las autoridades eclesiásticas y civiles.

A. Desde las invasiones bárbaras la Iglesia había efectuado una completa transformación y revitalización de las razas de la Europa Occidental y un glorioso desarrollo de la vida intelectual y religiosa. El papado había llegado a ser el poderoso centro de la familia Cristiana de las naciones, y como lo había hecho por los siglos, en unión con el episcopado y el clero, realizó una actividad de las más benéficas. Con la organización eclesiástica completamente desarrollada, llego a darse el que las actividades de gobierno de los cuerpos eclesiásticos no estuvieran más confinadas al ámbito eclesiástico, sino que afectaban casi toda esfera de la vida popular. Gradualmente, una lamentable actitud mundana fue manifestándose en muchos altos eclesiásticos. Su objeto principal -conducir a los hombres a su meta eterna- tomaba muy poco de su atención, y las actividades mundanas se volvieron en muchos casos su principal interés. Poder político, posesiones materiales, privilegiada posición en la vida pública, la defensa de derechos históricos antiguos, intereses terrenales de diversos tipos eran muy frecuentemente el principal propósito de muchos del alto clero. La solicitud pastoral, el propósito específicamente religioso y eclesiástico, fue bastante relegada a un segundo plano, sin dejar de considerar diversos intentos vivos y exitosos de rectificar los males existentes.

B. Conectados de cerca con lo anterior, existían diversos abusos en la vida del clero y del pueblo. En la Curia Papal los intereses políticos y una vida mundana eran con frecuencia prominentes. Muchos obispos y abades (especialmente en los países en los cuales también eran príncipes del territorio) se mostraban a sí mismos más como soberanos seculares que como siervos de la Iglesia. Muchos miembros de los capítulos de la catedral y otros eclesiásticos beneficiados estaban principalmente preocupados con su renta y en cómo hacer para aumentarla, especialmente a través de la unión de prebendas (incluso sedes episcopales) en las manos de una persona, que luego gozaba de una gran renta y mayor poder. La lujuria prevaleció abiertamente entre el alto clero, mientras el bajo clero era frecuentemente oprimido. La formación científica y ascética del clero dejaba mucho que desear, siendo el estándar de muchos muy bajo y la práctica del celibato no observada en todos lados. No menos seria era la condición de muchos monasterios masculinos e, incluso, femeninos (que eran frecuentemente hogares para las hijas solteras de la nobleza). El prestigio formal del clero había sufrido así enormemente, y sus miembros eran en muchos lugares considerados con desprecio. Para el pueblo Cristiano, en muchos distritos la ignorancia, la superstición, la indiferencia religiosa y la inmoralidad eran corrientes. Sin embargo, esfuerzos vigorosos para restaurar la vida fueron hechos en la mayoría de las tierras, y lado por lado con este decaimiento moral aparecen numerosos ejemplos de sincera y recta vida cristiana. Tales esfuerzos, no obstante, eran muy frecuentemente confinados a círculos limitados. Desde el siglo catorce, la demanda por una "reforma de la cabeza y de los miembros" (reformatio in capite et in membris) había sido voceada con una cada vez mayor energía por hombres serios y sensatos, pero el mismo reclamo fue sostenido también por hombres que no tenían un deseo sincero de una renovación religiosa, aspirando meramente a reformas para los demás pero no para sí mismos y buscando solamente sus propios intereses. Este llamado por la reforma de la cabeza y de los miembros, discutido en muchos escritos y en conversaciones con insistencia acerca de los abusos existentes y con frecuencia exagerados, tendía necesariamente a rebajar aún más al clero a los ojos de las personas, especialmente porque los concilios del siglo XV, aunque bastante ocupados en tentativas de reforma, no tuvieron éxito en cumplirlas extensiva o permanentemente.

C. La autoridad de la Santa Sede también había sido seriamente dañada, en parte por culpa de algunos de sus ocupantes y en parte por acción de los príncipes seculares. La transferencia del Papa a Aviñón, en el siglo XIV, fue un grave error. Desde entonces el carácter universal del Papado quedó obscurecido en las mentes de los Cristianos. Ciertas fases del pleito con Luis el Bavaro y con los Espirituales Franciscanos claramente indicaban un declinar del poder papal. La explosión más severa ocurrió con el desastroso cisma papal (1378-1418) que familiarizó a los Cristianos de Occidente con la idea de que la guerra debía ser hecha, con todas las armas materiales y espirituales, contra uno a quien que muchos otros Cristianos consideraban como único Papa legítimo. Después de la restauración de la unidad, los intentos de reforma de la Curia Papal no fueron consistentes. El Humanismo y los Ideales del Renacimiento fueron celosamente cultivados en Roma y, desafortunadamente, las tendencias paganas de ese movimiento, tan opuestas a la ley moral Cristiana, afectaron muy profundamente la vida de muchos altos eclesiásticos, hasta el punto que esas ideas mundanas, la lujuria, y la inmoralidad rápidamente ganaron terreno en el centro de la vida eclesiástica. Cuando la autoridad eclesiástica se debilitó en la cabeza-fontal, necesariamente decayó en todos los demás lugares. También había serios abusos administrativos en la Curia Papal. La cada vez mayor centralización de la administración eclesiástica había originado que muchos beneficios eclesiásticos en todas las partes de la Cristiandad fuesen conferidos a Roma, mientras que en la concesión de los mismos los intereses personales del peticionario, eran con mucha frecuencia considerados antes que las necesidades espirituales de los fieles. Los diversos tipos de restricción también se habían convertido en un grave abuso. La insatisfacción se sintió ampliamente entre el clero con las muchas tazas impuestas por la Curia en referencia a los beneficios eclesiásticos. En el siglo XIV esas tazas provocaron grandes quejas. Proporcionalmente a la pérdida de respecto de muchos por la autoridad papal, el resentimiento creció tanto contra la Curia como contra el Papado. Los concilios de reforma del siglo XV, envés de mejorar la situación, debilitaron más todavía a las más altas autoridades eclesiásticas por razón de sus tendencias y medidas anti-papales.

D. Mientras tanto, se había desarrollado en los príncipes y gobernadores una conciencia nacional, puramente temporal y en gran parte hostil a la Iglesia; las fuerzas del mal interfirieron más frecuentemente en cuestiones eclesiásticas y la influencia directa ejercida por laicos en la administración doméstica de la Iglesia aumentó rápidamente. En el transcurso de los siglos XIV y XV, surgió el moderno concepto de Estado. Durante el periodo precedente muchas cuestiones de una naturaleza secular o mixta habían sido reguladas o gobernadas por la Iglesia, en contacto con el desarrollo histórico de la sociedad Europea. Con la creciente auto-conciencia del Estado, los gobiernos seculares buscaron controlar todo lo que cabía dentro de su competencia, lo cual, aunque en gran parte justificable, era nuevo y ofensivo, y condujo luego a frecuentes colisiones entre Iglesia y Estado. El Estado, además, debido a la cercana conexión histórica entre los órdenes secular y eclesiástico, invadió el ámbito eclesial. Durante el curso del Cisma de Occidente (1378-1418) los papas adversarios buscaban el apoyo de los poderes seculares, y entonces dieron a los últimos ocasión abundante para interferir en asuntos puramente eclesiásticos. Nuevamente, para fortalecer su autoridad en la de cara a tendencias anti-papales, los papas del siglo XV hicieron en varias ocasiones ciertas concesiones a las autoridades civiles, tanto que éstas vinieron a considerar los asuntos eclesiásticos como dentro de su dominio. En lo futuro, la Iglesia habría de estar no sobre, sino subordinada al poder civil, y crecientemente amenazada con una total sujeción. De acuerdo a la autoconciencia nacional desarrollada en los varios países de Europa, el sentido de la unidad e interdependencia de la familia Cristiana de naciones se hizo más débil. La envidia entre las naciones aumentó, el egoísmo ganó terreno, se hizo más ancha la brecha entre la política y la moral y religión Cristianas, y peligrosas y descontentas tendencias revolucionarias se esparcieron rápidamente entre la gente. Mientras tanto, el amor por la riqueza recibió un gran incentivo con el descubrimiento del Nuevo Mundo, el rápido desarrollo del comercio y la nueva prosperidad de las ciudades. En la vida pública, se manifestó una polifacética e intensa actividad, presagiando una nueva era e inclinando la mentalidad popular a cambios en la hasta ahora indivisa provincia de la religión.

E. El Renacimiento y el Humanismo introdujeron parcialmente y nutrieron grandemente esas condiciones. El amor al lujo fue pronto asociado con el renacimiento del arte y de la literatura del paganismo Greco-Romano. El ideal religioso del Cristianismo estaba perdido de vista para una gran extensión de gente; la más alta cultura intelectual, anteriormente confinada en gran medida al clero, pero ahora común entre el laicado, asumió un carácter secular y fue en muchos casos nutrida activa y prácticamente por un espíritu, moralidad y perspectivas paganas. Un crudo materialismo apareció entre las clases más altas de la sociedad y en el mundo educado, caracterizado por un gran amor al placer, un deseo de adquisición, y una voluptuosidad de vida diametralmente opuesta a la moralidad Cristiana. Apenas un tímido interés en la vida sobrenatural sobrevivió. El nuevo arte de imprimir hizo que fuera posible diseminar abiertamente las obras de autores paganos y de sus imitadores humanistas. Poemas y romances inmorales, picantes sátiras sobre personalidades e instituciones eclesiásticas, trabajos y canciones revolucionarias, circularon en todas las direcciones y causaron inmenso daño. A medida que creció el humanismo, trabó una violenta guerra contra el Escolasticismo de aquel tiempo. El método teológico tradicional se había degenerado bastante debido al meticuloso, quisquilloso modo de tratar las cuestiones teológicas, y un sólido y fuerte tratamiento de la teología había infelizmente desaparecido de muchas escuelas y escritos. Los Humanistas cultivaron nuevos métodos y basaron la Teología en la Biblia y en el estudio de los Padres de la Iglesia, un movimiento esencialmente bueno que correctamente desarrollado debería haber renovado el estudio de la Teología. Pero la violencia de los Humanistas, su exagerado ataque al Escolasticismo y la frecuente obscuridad de su enseñanza suscitaron una fuerte oposición de parte de los Escolásticos más representativos. El nuevo movimiento, sin embargo, había ganado la simpatía del mundo laico y de la sección del clero devota al Humanismo. Se hizo demasiado inminente el peligro de que la Reforma no se quedara confinada a los métodos teológicos sino que se extendiera al contenido del dogma, y de que encontrara apoyo de difusión en los círculos humanistas.

El suelo estaba entonces listo para el crecimiento de movimientos revolucionarios en la esfera religiosa. Muchas graves advertencias fueron de hecho proclamadas, indicando el inminente peligro y urgiendo una fundamental reforma de las malas condiciones de entonces. Mucho había sido hecho en esa dirección por el movimiento de reforma en varias órdenes religiosas y por los esfuerzos apostólicos de individuos celosos. Pero una renovación general de la vida eclesiástica y un mejoramiento uniforme de las malas condiciones, empezando por Roma misma, el centro de la Iglesia, no fue prontamente asumido, y pronto fue necesario tan sólo un impulso externo para precipitar una revolución, que habría separar de la unidad de la Iglesia grandes territorios de Europa Central y a casi todo el Norte de Europa.

 II. PROPÓSITOS E IDEAS ORIGINALES DE LOS REFORMISTAS

El primer impulso para la secesión fue proporcionado por la oposición de Lutero en Alemania y de Zuinglio en la Suiza Alemana a la promulgación por parte de León X de una indulgencia por contribuciones para la construcción de la nueva Basílica de San Pedro en Roma. Desde tiempo atrás había sido costumbre que los Papas confiriesen indulgencias por construcciones de servicio público (p. ej. Puentes). En tales casos, la verdadera doctrina de las indulgencias como una remisión de las penas del pecado (no de la culpa del pecado) había sido siempre sostenida, y las condiciones necesarias (especialmente la obligación de una contrita confesión para obtener la absolución del pecado) eran siempre inculcadas. Pero el donativo para un buen fin, prescrito apenas como una buena obra suplementaria a las condiciones principales para el lucro de la indulgencia, era con frecuencia prominentemente enfatizado. Los comisarios de la indulgencia buscaron colectar la mayor cantidad de dinero posible en conexión con la indulgencia. De hecho, muchas veces desde el Cisma de Occidente, las necesidades espirituales de las personas no recibieron tanta consideración como motivo para la promulgación de una indulgencia, como la necesidad de un buen fin por la promoción del cual podía ser lucrada la indulgencia, y la consecuente necesidad de obtener limosnas para ese fin. La guerra contra los Turcos y otras crisis, la erección de iglesias y monasterios y numerosas otras causas llevaron a la concesión de indulgencias en el siglo XV. Los consecuentes abusos eran intensificados por el hecho de que los mandatarios seculares frecuentemente prohibían la promulgación de las indulgencias dentro de sus territorios, consintiendo apenas con la condición de que una porción de los recibimientos les fuese dada a ellos. Sin embargo, en la práctica y, por consiguiente, en la mente del público la promulgación de indulgencias tomó un cariz económico y, como era frecuente, muchos vinieran a considerarlas como un impuesto opresivo. Vanamente levantaron sus voces hombres rectos contra ese abuso, lo que suscitó no poca amargura contra el orden eclesiástico y, particularmente, contra la Curia Papal. La promulgación de indulgencias para la nueva Basílica de San Pedro proporcionó a Lutero una oportunidad para atacar a las indulgencias en general, y ese ataque fue la causa inmediata de la Reforma en Alemania. Poco después, la misma razón condujo a Zuinglio a aplicar sus equivocadas enseñanzas, inaugurando con eso la Reforma en la Suiza Germana. Ambos declararon que estaban atacando tan solo a los abusos de las indulgencias; sin embargo, pronto enseñaron una doctrina en muchas formas contraria a la enseñanza de la Iglesia.

La gran aceptación que recibió Lutero en su primera aparición, tanto en círculos humanísticos como entre algunos teólogos y algunos de los laicos de buena línea, fue debida a una insatisfacción con los abusos existentes. Sus propias visiones erradas y la influencia de una porción de sus seguidores lo condujeron bien pronto a rebelarse contra la autoridad eclesiástica como tal, y consecuentemente a la abierta apostasía y al cisma. Sus principales partidarios en el origen estaban entre los Humanistas, el clero inmoral, y los más bajos grados de la nobleza terrateniente imbuida de tendencias revolucionarias. Pronto fue evidente que planeaba subvertir todas las instituciones fundamentales de la Iglesia. Empezando por proclamar la falsa doctrina de la "justificación por la sola fe", rechazo después todas las medicinas sobrenaturales (especialmente los sacramentos y la Misa), negó el mérito de las buenas obras (condenando así los votos monásticos y al ascetismo cristiano en general), y finalmente rechazó la institución de un genuino sacerdocio jerárquico (especialmente el papado) en la Iglesia. Su doctrina de la Biblia como la única regla de la fe, con el rechazo de toda autoridad eclesiástica, estableció el subjetivismo en cuestiones de fe. Por este asalto revolucionario, Lutero perdió el apoyo de muchas personas serias indispuestas a romper con la Iglesia, pero, por otro lado, conquistó a todos los elementos anti-eclesiásticos, incluyendo a numerosos monjes y monjas que dejaron los monasterios para romper sus votos y muchos sacerdotes que abrazaron su causa con la intención de casarse. El apoyo de su soberano, Federico de Sajonia, fue de gran importancia. Pronto después, príncipes seculares y magistrados municipales hicieron de la Reforma un pretexto para interferencias arbitrarias en asuntos puramente religiosos y eclesiásticos, para apropiarse de la propiedad eclesiástica y disponer de la misma a su voluntad, y para decidir qué fe deberían aceptar sus súbditos. Algunos seguidores de Lutero llegaron incluso a mayores extremos. Los Anabaptistas y los "Iconoclastas" revelaron las más extremas posibilidades de los principios defendidos por Lutero, mientras en la Guerra de los Campesinos, los elementos más oprimidos de la sociedad alemana pusieron en práctica la doctrina del reformista. Los asuntos eclesiásticos eran ahora reorganizados sobre la base de las nuevas enseñanzas; de aquí en adelante el poder secular es aún más claramente el juez supremo en cuestiones puramente religiosas y desconoce completamente cualquier autoridad eclesiástica independiente.

Un segundo centro de la Reforma fue establecido por Zuinglio en Zurich. Aunque se distinguió en muchos detalles de Lutero, y era mucho más radical que el último en su transformación del ceremonial de la Misa, los propósitos de sus seguidores eran idénticos a los de los luteranos. Consideraciones políticas jugaron un gran papel en el desarrollo del Zuinglianismo, y la magistratura de Zurich, después que una mayoría de sus miembros se hubo declarado a favor de Zuinglio, se convirtió en una celosa protectora de la Reforma. Decretos arbitrarios fueron promulgados por los magistrados con relación a la organización eclesiástica; los consejeros que permanecieron fieles a la Fe Católica fueron expulsados del consejo, y los servicios católicos fueron prohibidos en la ciudad. La ciudad y el cantón de Zurich fueron reformados por las autoridades civiles de acuerdo a las ideas de Zuinglio. Otras partes de la Suiza Alemana experimentaron un destino similar. La Suiza Francesa desarrolló más tarde su propia Reforma peculiar; esta fue organizada en Ginebra por Calvino. El Calvinismo es distinto del Luteranismo y del Zuinglianismo por una forma más rígida y consistente de doctrina y por el rigor de sus preceptos morales, que regulan la entera vida doméstica y pública de los ciudadanos. La organización eclesiástica de Calvino fue declarada ley fundamental de la República de Ginebra y las autoridades dieron su total apoyo al reformista en el establecimiento de su nuevo tribunal de ética. La palabra de Calvino era la autoridad suprema y él no toleró contradicción alguna a sus visiones y normas. El Calvinismo fue introducido en Ginebra y en el campo circundante a través de la violencia. Los sacerdotes Católicos fueron desterrados y las personas oprimidas y compelidas a asistir a los sermones Calvinistas.

El origen de la Reforma en Inglaterra fue completamente distinto. Aquí, el sensual y tiránico Enrique VIII, con el apoyo de Tomás Cranmer, a quien el rey nombró Arzobispo de Canterbury, apartó a su país de la unidad eclesial porque el papa, como el verdadero guardián de la ley Divina, se negó a reconocer el inválido matrimonio del rey con Ana Bolena estando viva su legítima esposa. Dejando la obediencia al papa, el despótico monarca se constituyó a sí mismo como el juez supremo incluso en asuntos eclesiásticos; la oposición de algunos hombres buenos como Tomás Moro y Juan Fisher termino en sangre. El rey, no obstante, deseaba mantener intocadas tanto las doctrinas de la Iglesia como la jerarquía eclesiástica, y originó una serie de doctrinas e instituciones rechazadas por Lutero y sus seguidores para que fuesen estrictamente prescritas por un Acta del Parlamento (Seis Artículos) bajo pena de muerte. En Inglaterra, el poder civil también se constituyó a sí mismo como el juez supremo en cuestiones de fe, y puso la base para ulteriores innovaciones religiosas arbitrarias. Bajo el siguiente soberano, Eduardo VI (1547-1553), el partido Protestante conquistó la supremacía y, de aquí en adelante, empezó a promover la Reforma en Inglaterra de acuerdo a los principios de Lutero, Zuinglio y Calvino. Aquí también la fuerza fue empleada para difundir las nuevas doctrinas. Este último esfuerzo del movimiento de Reforma fue prácticamente confinado a Inglaterra (ver ANGLICANISMO).

 

III. EL MÉTODO DE DIFUSIÓN DE LA REFORMA

Los fundadores y colaboradores de la Reforma no fueron escrupulosos al elegir los medios para la extensión de la misma, valiéndose de cualquier factor que pudiese contribuir con su movimiento.

A. La denuncia de abusos reales y supuestos en la vida eclesial fue -especialmente al comienzo- uno de los principales métodos empleados por los reformistas para promocionar sus designios. Por esos medios ellos conquistaron a muchos que estaban insatisfechos con las condiciones existentes y estaban listos a apoyar a cualquier movimiento que prometía un cambio. Pero fue especialmente el explícito odio a Roma y a los miembros de la jerarquía, nutrido por las incesantemente repetidas y apenas pocas veces justificables quejas sobre los abusos, que más eficientemente apoyaron a los reformistas, quienes muy pronto atacaron violentamente la autoridad papal, reconociendo en ella la suprema defensora de la Fe Católica. De aquí, multitud de pasquines, muchas veces de lo más vulgares, contra el papa, los obispos y, en general, en contra de todos los representantes de la autoridad eclesiástica. Esos panfletos eran circulados por todos sitios entre el pueblo y, con eso, el respecto por la autoridad fue todavía más violentamente debilitado. Pintores prepararon caricaturas insolentes y degradantes del papa, del clero y de los monjes para ilustrar el texto de los hostiles panfletos. Trabada con todas las armas posibles -incluso las más reprensibles-, esa guerra contra los representantes de la Iglesia, como los supuestos causantes de todos los abusos eclesiales, preparó el camino para la recepción de la Reforma. No se mantuvo ya la distinción entre los abusos temporales y enmendables y las verdades cristianas sobrenaturales fundamentales; junto con los abusos, importantes instituciones eclesiásticas, que se descansaban sobre una fundación Divina fueron simultáneamente abolidas.

B. También se tomo ventaja de las divisiones existentes en muchos lugares entre las autoridades civiles y eclesiásticas. El desarrollo del Estado -en su forma moderna- entre los pueblos Cristianos de Occidente, dio cabida a muchas disputas entre el clero y el laicado, entre los obispos y las ciudades, entre los monasterios y los señores territoriales. Cuando los reformistas le quitaron al clero toda autoridad, especialmente toda influencia en asuntos públicos, permitieron a los príncipes y a las autoridades municipales finalizar esa larga contienda pendiente para su propia ventaja, atribuyéndose arbitrariamente todos los derechos en disputa, aboliendo la jerarquía cuyos derechos ellos usurparon, y estableciendo después por su propia autoridad una organización eclesial completamente nueva. El clero Reformado poseyó entonces, desde el comienzo, apenas aquellos derechos que las autoridades civiles estuviesen complacidas en asignarle. Consecuentemente, las Iglesias nacionales Reformadas fueron completamente subordinadas a la autoridad civil y los Reformistas, que habían encargado al poder civil la actual ejecución de sus principios, no tenían ahora medio alguno para librarse de esa servidumbre.

C. En el transcurso de los siglos un inmenso número de fundaciones habían sido hechas con fines religiosos, caritativos y educacionales, y habían sido provistas con ricos recursos materiales. Iglesias, monasterios, hospitales y escuelas tenían con frecuencia grandes rentas y extensivas posesiones, que suscitaban la envidia de los gobernadores seculares. La Reforma permitió a estos secularizar esa vasta riqueza eclesial, dado que los líderes de la Reforma constantemente vituperaron la centralización de tales riquezas en las manos del clero. Los príncipes y autoridades municipales fueron entonces invitadas a dividir la propiedad eclesiástica, y a emplearla para sus propios propósitos. Los principados eclesiásticos, que eran encargados a los inquilinos solamente como personas eclesiásticas para la administración y usufructo, fueron, a despecho de la ley en vigencia, por la exclusión de los inquilinos, transformados en principados seculares. De esa manera los Reformistas tuvieron éxito en privar a la Iglesia de la riqueza temporal provista para sus muchas necesidades y desviando la misma para su propio beneficio.

D. Las emociones humanas, a las cuales los Reformistas apelaron de las más diversas maneras, fueron otro medio de expansión de la Reforma. Las mismas ideas que estos innovadores defendían --libertad Cristiana, licencia de pensamiento, el derecho y capacidad de cada individuo de encontrar su propia fe en la Biblia y otros principios similares-- eran muy seductores para muchos. La abolición de instituciones religiosas que actuaron como un freno a la pecadora naturaleza (confesión, penitencia, ayuno, abstinencia, promesas) atrajo a los lujuriosos y frívolos. La guerra contra las órdenes religiosas, contra la virginidad y el celibato, contra las prácticas de una vida Cristiana más elevada, conquistó para la Reforma a un gran número de aquellos que, sin una vocación real, habían asumido la vida religiosa por motivos puramente humanos y mundanos, y que deseaban verse libres de obligaciones con relación a Dios, que se habían vuelto costosas, y para ser libres para satisfacer sus apetitos sensuales. Podían hacerlo de la manera más fácil, una vez que la confiscación de la propiedad de las Iglesias y monasterios posibilitó proveer el avance material de aquellos que antes eran monjes y monjas y de los sacerdotes que apostataron. En los innumerables escritos y panfletos dirigidos al pueblo, los Reformistas hicieron de eso su frecuente empeño para excitar los instintos humanos más bajos. Contra el papa, la Curia Romana y los obispos, sacerdotes, monjes y monjas que habían permanecido fieles a sus convicciones Católicas, los más increíbles pasquines y escritos difamatorios eran diseminados. En lenguaje de suma vulgaridad, doctrinas Católicas e instituciones eran deformadas y ridiculizadas. Entre los más pobres, la mayoría analfabeta, y los elementos abandonados de la población, las pasiones e instintos más bajos fueron estimulados y presionados para el servicio de la Reforma.

E. Al principio, muchos obispos demostraron gran apatía con relación a los Reformistas, no dando ninguna importancia al nuevo movimiento; les fue dado así un tiempo más largo a las cabezas del movimiento para expandir sus doctrinas. Incluso más tarde, muchos obispos inclinados-mundanamente, aunque permaneciendo fieles a la Iglesia, eran muy laxos en el combate contra la herejía y en el empleo de medios adecuados para prevenir su posterior avance. Lo mismo debe decirse del clero parroquial, que era en gran parte ignorante e indiferente, y contemplaba inútilmente el abandono de las personas. Los Reformistas, por otro lado, demostraron un mayor celo por su causa. No dejando medio alguno sin utilizar, por palabra o la pluma, por la constante interacción con personas de mentalidad similar, por la elocuencia popular, en el empleo de la cual los líderes de la Reforma eran especialmente hábiles, a través de sermones y escritos populares que apelaban a las debilidades del carácter popular, a través de la incitación del fanatismo de las masas, en suma, a través de una inteligente y celosa utilización de toda oportunidad y apertura que se les presento, ellos probaron su ardor por la expansión de sus doctrinas. Mientras tanto, procedieron con gran astucia, aparentando adherirse estrictamente a las verdades esenciales de la Fe Católica, retuvieron al principio muchas de las ceremonias externas del culto Católico, y declararon su intención de abolir sólo las cosas respaldadas por invención humana, buscando así engañar al pueblo con relación a los verdaderos fines de su actividad. Hallaron de hecho muchos opositores piadosos y celosos entre lo mejor del clero regular y secular, pero la gran necesidad, especialmente al comienzo, era una resistencia universalmente organizada y conducida sistemáticamente contra esta falsa reforma.

F. Muchas nuevas instituciones introducidas por los Reformistas favorecieron a la muchedumbre --p. ej. la recepción del cáliz por todas las personas, el uso de la lengua vernácula en el servicio divino, los himnos religiosos populares usados durante los servicios, la lectura de la Biblia, la negación de las diferencias esenciales entre el clero y el laicado--. En esa categoría deben ser incluidas doctrinas que tenían gran atracción para muchos --por ejemplo, la justificación por la sola fe sin referencia a las buenas obras; el rechazo de la libertad de voluntad, que ofreció una excusa para lapsos morales; la certeza personal de la salvación en la fe (confianza subjetiva en los méritos de Cristo), el sacerdocio universal, que parecía dar a todos una parte directa en las funciones sacerdotales y en la administración eclesiástica.

G. Finalmente, uno de los principales medios empleados para promover la expansión de la Reforma fue el uso de la violencia por parte de los príncipes y de las autoridades municipales. Los príncipes que permanecían Católicos eran expulsados y reemplazados por adherentes de la nueva doctrina, y las personas eran compelidas a asistir a los nuevos servicios. Los fieles adheridos a la Iglesia eran perseguidos de diversas maneras y las autoridades civiles se encargaron de que la fe de los descendientes de aquellos que se habían opuesto fuertemente a la Reforma fuese gradualmente destruida. En muchos lugares las personas eran apartadas de la Iglesia con una violencia brutal; en cualquier lugar, para engañar a las personas, el artificio empleado era el de retener el rito Católico fuera de circulación por un largo tiempo, prescribiendo para el clero reformado las vestimentas eclesiásticas del culto Católico. La Historia de la Reforma muestra incontestablemente que el poder civil fue el principal factor de su expansión en todas las tierras y, que en última instancia, no fueron intereses religiosos sino dinásticos, políticos y sociales los que resultaron decisivos. Añádase a esto el hecho de que los príncipes y los magistrados municipales que se habían unido a los Reformistas tiranizaron groseramente las conciencias de sus súbditos y ciudadanos. Todos deben aceptar la religión prescrita por el regulador civil. El principio "Cuius regio, illius et religio" (Los súbditos deben someterse a la elección de religión del jefe del territorio) es un fruto de la Reforma y fue puesto en práctica por ella y por sus adherentes en cualquier lugar en donde poseyeron la fuerza necesaria.

 

IV. LA DIFUSIÓN DE LA REFORMA EN LOS DIVERSOS PAÍSES

 

Alemania y la Suiza Alemana
La Reforma fue inaugurada en Alemania cuando Lutero fijó sus celebradas tesis en la puerta de la iglesia en Wittemberg, el 31 de Octubre de 1517. Lutero fue protegido de las consecuencias de la excomunión papal y de la proscripción imperial por el Elector Federico de Sajonia, su soberano territorial. Mientras adoptaba exteriormente una actitud neutral, fomentó posteriormente la formación de comunidades luteranas dentro de sus dominios, después de que Lutero hubo retornado a Wittemberg y reasumió allí el liderazgo del movimiento de reforma, en oposición a los Anabaptistas. Fue Lutero quien introdujo las regulaciones arbitrarias para el culto Divino y las funciones religiosas; de acuerdo a estas, fueron establecidas comunidades luteranas, en donde un organizado cuerpo herético se opuso a la Iglesia Católica. Entre los otros príncipes Alemanes que prontamente se asociaron a Lutero y secundaron sus esfuerzos estuvieron:

Juan de Sajonia (el hermano de Federico);

El Gran-Maestro Albet de Prusia, que convirtió las tierras de su orden en un ducado secular, tornándose su señor hereditario al aceptar el Luteranismo;

Los Duques Enrique y Alberto de Mecklenburg;

El Conde Alberto de Mansfield;

El Conde Edzard, de Friesland del este;

Landgrave Felipe de Hesse, quien se declaró definitivamente a favor de la Reforma después de 1524.

Mientras tanto en varias ciudades imperiales de Alemania el movimiento de reforma fue iniciado por seguidores de Lutero -especialmente en Ulm, Augsburgo, Nuremberg, Nördlingen, Estrasburgo, Constanza, Mainz, Erfurt, Zwickau, Magdeburg, Frankfort-on-the-Main y Bremen. Los príncipes Luteranos formaron la Alianza de Torgau el 4 de mayo de 1526, para su defensa común. A través de su aparición en la Dieta de Séller en 1526, aseguraron la adopción de la resolución de que, con relación al Edicto de Worms, contra Lutero y sus doctrinas erradas, cada uno debería adoptar una actitud tal que pudiese responder ante Dios y el emperador. La libertad para introducir la Reforma en sus territorios fue conferida entonces a los mandatarios territoriales. Los estados Católicos eran desalentados, mientras los príncipes Luteranos, se volvieron más extravagantes aún con sus demandas. Incluso los decretos enteramente moderados de la Dieta de Speyer (1529) delinearon una protesta de los Luteranos y de los estados Reformados.

Las negociaciones en la Dieta de Augsburgo (1530), en la cual los estados que rechazaban la fe Católica elaboraron su credo (la Confesión de Augsburgo), mostraron que la restauración de la unidad religiosa no sería efectuada. La Reforma se difundió más y más, siendo tanto el Luteranismo como el Zuinglianismo introducidos en otros territorios alemanes. Junto con los principados y ciudades mencionados arriba, para 1530 había hecho su camino hasta los principados de Bayreuth, Ansbach, Anhalt y Brunswick-Lunenburg y en los pocos años siguientes hasta Pomerania, Jülich-Cleve y Wurtemberg. En Silesia y en el ducado de Liegnitz la Reforma también hizo grandes avances. En 1531, la Liga de Esmalcalda, una alianza ofensiva y defensiva fue consolidada entre los príncipes Protestantes y las ciudades. Especialmente después de su renovación (1535), a esta Liga se sumaron otras ciudades y príncipes que se habían unido a la Reforma, por ejemplo, el Conde Palatino Ruperto de Zweibrücken, el Conde Guillermo de Nassau, las ciudades de Augsburgo, Kempten, Hamburgo y otras. Nuevas negociaciones y discusiones entre los partidos religiosos fueron instituidas en vistas al término del cisma, pero sin éxito. Entre los métodos adoptados por los Protestantes en la expansión de la Reforma, la fuerza era cada vez más libremente empleada. Habiendo quedado vacante la Diócesis de Namburg-Zeitz, el Elector Federico de Sajonia instaló por la fuerza en la sede al predicador Luterano Nicolás Amsdorf (envés del preboste de la catedral, Julius von Pflug, escogido por el capítulo) y él mismo asumió el gobierno secular. El Duque Enrique de Brunswick-Wolfenbuttel fue exilado en 1542, y la Reforma se introdujo en sus dominios por la fuerza. En Colonia incluso, la Reforma fue casi establecida por la fuerza. Algunos príncipes eclesiásticos fueron probados como delincuentes, sin tomar medidas contra las innovaciones que se esparcían diariamente en los círculos en ampliación. En Pfalz-Neuburg y en los estados de Halberstadt, Halle, etc., la Reforma halló entrada. El colapso de la Liga de Esmalcalda (1547) estancó de alguna manera el progreso de la Reforma: Julius von Pflug se instalo en la diócesis de Naumburg, el Duque Enrique de Brunswick-Wolfenbuttel recobró sus tierras y Hermann von Wied tuvo que abdicar de la Diócesis de Colonia, en donde la fe Católica fue entonces mantenida.

La fórmula de unión establecida por la Dieta de Augsburgo en 1547-48 (el Interim de Augsburgo) no tuvo éxito en sus propósitos, a pesar de haber sido introducida en muchos territorios protestantes. Mientras tanto, la traición del Príncipe Mauricio de Sajonia, quien hizo un tratado secreto con Enrique II de Francia, enemigo de Alemania, y formó una Confederación con los príncipes Protestantes Guillermo de Hesse, Juan Alberto de Mecklenburg y Alberto de Brandeburgo, para hacer guerra al emperador y a su imperio, quebró el poder del emperador. Por sugerencia de Carlos, el Rey Fernando convocó la Dieta de Augsburgo en 1555, en la cual, después de largas negociaciones, fue concluido el pacto conocido como la Paz Religiosa de Augsburgo. Este pacto contenía las siguientes provisiones en sus veintidós párrafos:

entre los estados imperiales Católicos y aquellos de la Confesión de Augsburgo (los Zuinglianos no estaban considerados en el tratado) deberían ser observadas la paz y la armonía;

ningún estado del imperio debería compeler a otro estado de sus dominios a cambiar de religión, tampoco debería hacer guerra contra los mismos en nombre de la religión;

si un dignatario eclesiástico asume la Confesión de Augsburgo, perdería toda su dignidad eclesial con todos oficios y emolumentos ligados a ella, sin pérdida, sin embargo, de su honor y posesiones privadas. Los estados Luteranos protestaron contra esta provisión eclesiástica;

a los que sostenían la Confesión de Augsburgo debería dejarse en posesión de toda propiedad eclesiástica que hubieran tenido desde el comienzo de la Reforma; después de 1555 ningún partido debería tomar cosa alguna de los demás;

hasta la conclusión de la paz entre los cuerpos religiosos en contienda -a ser efectuada en la próxima Dieta de Ratisbona- la jurisdicción eclesiástica de la jerarquía Católica estaba suspendida en los territorios de la Confesión de Augsburgo;

si se levanta cualquier conflicto entre los partidos con relación a derechos o tierras, debe hacerse primero un intento de solucionar las disputas por arbitración;

ningún estado imperial podía proteger a los súbditos de otro estado de las autoridades;

todo ciudadano del Imperio tenía el derecho de elegir cualquiera de las dos religiones reconocidas y de practicarla en otro territorio sin la pérdida de derechos, honor y propiedad (sin perjuicio, sin embargo, de los derechos del señor territorial sobre su campesinado);

esta paz debería incluir a los caballeros libres y a las ciudades libres del Imperio y las cortes imperiales tenían que guiarse exactamente por sus provisiones;

los votos podían ser administrados tanto en el nombre de Dios o de Su Santo Evangelio.

 

Por medio de esta paz, el cisma religioso en el Imperio Alemán fue definitivamente establecido; de aquí en adelante los estados Católicos y Protestantes son campos opuestos. Casi toda la Alemania, desde la frontera con Holanda en el Oeste hasta la frontera con Polonia en el Este, el territorio de la Orden Teutónica en Prusia, Alemania Central con excepción de la mayor parte de la porción occidental, y (en Alemania del Sur) Wurtemburg, Ansbach, Pfalz-Zwebrucken, y otros pequeños dominios, con numerosas ciudades libres, habían abrazado la Reforma Luterana. Por otra parte, en el sur y sureste, que permanecieron predominantemente Católicos, encontró seguidores más o menos numerosos. El Calvinismo también se expandió bastante ampliamente.

Pero la Paz de Augsburgo, falló en asegurar la armonía que se esperaba. Contrariamente a sus provisiones expresas, una serie de principados eclesiásticos (2 arzobispados, 12 obispados y numerosas abadías) fueron reformados y secularizados antes del comienzo del siglo XVII. La Liga Católica fue formada para la protección de los intereses Católicos y para contrabalancear la Unión Protestante. Pronto sobrevino la Guerra de las Treinta Años, una lucha de las más nefastas para Alemania, dado que dejo el país a sus enemigos del oeste y del norte, y destruyo el poder, la riqueza e influencia del Imperio Alemán. La Paz de Westfalia, concluida en 1648 con Francia en Munster y con Suecia en Osnabruck, confirmó definitivamente el status del cisma religioso en Alemania, ubicó a los Calvinistas y a los Reformados en la misma condición de los Luteranos y concedió inmediatamente a los estados subordinados al emperador, el derecho de introducir la Reforma. De aquí en adelante, los soberanos territoriales podían compeler a sus súbditos a adoptar una religión determinada, sometidos al reconocimiento de la independencia de aquellos quienes, en 1624, gozaron el derecho de sostener sus propios servicios religiosos. El Absolutismo del Estado en cuestiones religiosas había alcanzado ahora su más grande desarrollo en Alemania.

En la Suiza Alemana, fue trazado un curso similar. Después que Zurich había aceptado y de manera forzada introdujo la Reforma, Basilea siguió su ejemplo. En Basilea, Juan Ecolampadio y Wolfgand Capito se asociaron a Zuinglio, difundieron sus enseñanzas y obtuvieron una victoria para la nueva fe. Los miembros Católicos del Gran Concilio fueron expulsados. Siguieron resultados similares en Appenzell, cerca de Rhodes, Schaffhausen y Glarus. Después de una larga hesitación, la Reforma fue aceptada también en Berna, en donde un apóstata Cartujo, Frank Kolb, con Johann y Berthold Haller, predicaron el Zuinglianismo; todos los monasterios fueron suprimidos, y una gran violencia fue ejercida para forzar la penetración del Zuinglianismo en la gente del territorio. St. Gall, en donde Joachim Valdianus predicó, y una gran porción de Graubunden también adoptaron las innovaciones. En todo el imperio, el Zuinglianismo era un gran rival del Luteranismo, hasta el punto de que se inició un violento conflicto entre las dos confesiones, no obstante las constantes negociaciones por la unión. Los intentos no tendían a querer terminar la desafortunada división religiosa en Suiza. En Mayo de 1526, una gran disputa religiosa fue sostenida en Baden, estando los Católicos representados por Eck, Johann Faber y Murner y los Reformados por Ecolampadio y Berthold Haller. El resultado fue favorable a los Católicos; la mayoría de los representantes de los estados presentes se declararon en contra de la Reforma, y los escritos de Lutero y Zuinglio fueron prohibidos. Eso despertó la oposición de los estados Reformados. En 1527, Zurich formó una alianza con Constanza; Basilea, Berna; y otros estados Reformados se unieron a la Confederación en 1528. En defensa propia, los estados Católicos formaron una alianza en 1529, para la protección de la verdadera fe dentro de sus territorios. En la guerra resultante, los estados Católicos obtuvieron una victoria en Kappel, siendo Zuinglio herido mortalmente en el campo de batalla. Les fue concedida la paz a Zurich y a Berna, con la condición de que ningún lugar debería molestar a otro en nombre de la religión y de que los servicios Católicos deberían ser libremente mantenidos en los territorios comunes. La Fe Católica fue restablecida en ciertos distritos de Glarus y Appenzell; la Abadía de St. Gall fue restaurada para el abad, a pesar de que la ciudad permanecía Reformada. Sin embargo, en Zurich, Basilea, Berna y Schaffhausen, los Católicos fueron incapaces de asegurar sus derechos. Los Reformistas Suizos pronto compusieron afirmaciones formales de sus creencias; especialmente vale la pena mencionar la Primera Confesión Helvética (Confessio Helvetica I), compuesta por Bullinger, Myconius, Grynaeus y otros (1536), y la Segunda confesión compuesta por Bullinger en 1564 (Confessio Helvetica II): la última fue adoptada en la mayoría de los territorios Reformados de modelo Zuingliano.

Los Reinos del Norte: Dinamarca, Noruega y Suecia

La Reforma Luterana halló pronto una entrada a Dinamarca, Noruega (entonces unida a Dinamarca) y Suecia. Su introducción fue debida primeramente a la influencia real. El Rey Cristian II de Dinamarca (1513-1514) dio las bienvenidas a la Reforma como un medio para debilitar a la nobleza y especialmente al clero (que poseía extensas propiedades) extendiendo, consiguientemente, el poder del trono. Su primer intento para difundir las enseñanzas del Maestro Martín Lutero en 1520 tuvo poco éxito: los barones y prelados lo depusieron pronto por tiranía y eligieron en su lugar a su tío, el Duque Federico de Schleswig y Holstein. Éste, que era un seguidor secreto del Luteranismo, engañó a los obispos y a la nobleza y en su coronación, juró mantener la Religión Católica. Sentado en el trono, sin embargo, favoreció a los Reformistas, especialmente al predicador Hans Tausen. En la Dieta de Odensée, en 1527, concedió libertad religiosa a los Reformistas, permitió que el clero se casase y reservó para el rey la confirmación de todas los nombramientos episcopales. El Luteranismo se expandió por medios violentos y los fieles adherentes a la Iglesia Católica fueron oprimidos. Su hijo, Cristian III a quien ya había "reformado" Holstein, envió a prisión a los obispos daneses que protestaron contra su sucesión y cortó el apoyo a los barones. A excepción del obispo Ronow de Roskilde, que murió en la prisión (1544), todos los obispos aceptaron renunciar y refrenarse de hacer oposición a la nueva doctrina, después de lo cual fueron puestos en libertad y su propiedad restaurada. Todos los sacerdotes que se oponían a la Reforma fueron expulsados, los monasterios suprimidos y la Reforma introducida en todos lados por la fuerza. En 1537, el compañero de Lutero, Johann Bugenhagen (Pomeranus) fue llamado de Wittemberg a Dinamarca para establecer la Reforma de acuerdo a las ideas de Lutero. En la Dieta de Copenhague en 1546, fueron eliminados los últimos derechos de los Católicos; les fue negado el derecho de herencia y elegibilidad a cualquier oficio, y a los sacerdotes Católicos se les prohibió residir en el país bajo pena de muerte.

En Noruega, el obispo Olaus de Trondhjem apostató al Luteranismo pero fue compelido a dejar el país, como colaborador del rey depuesto, Cristian II. Con la protección de la nobleza danesa, Cristian III introdujo a la fuerza la Reforma en Noruega. Islandia resistió más al absolutismo real y a las innovaciones religiosas. El intrépido obispo de Holum, Jon Arason, fue decapitado y la Reforma se expandió rápidamente después de 1551. Algunos aspectos externos del periodo católico fueron mantenidos -el título del obispo y para algunos lugares las vestimentas litúrgicas y las formas de culto.

También en Suecia la Reforma fue introducida por motivos políticos por el gobernador secular. Gustavo Vasa, quien había sido dado a Cristiano III de Dinamarca en 1520 como rehén y que había escapado a Lubeck, allí se familiarizó con la enseñanza Luterana y reconoció los servicios que podría rendirle. Retornando a Suecia, se convirtió en el primer canciller imperial y, tras haber sido elegido Rey en la deposición de Cristiano II de Dinamarca, intentó convertir a Suecia en una monarquía hereditaria, pero tuvo que rendirse ante la oposición del clero y de la nobleza. La Reforma lo ayudó a llevar a cabo su deseo, a pesar de que la introducción de la misma fue difícil debido a la gran fidelidad del pueblo a la Fe Católica. Nombró a dos suecos para altos puestos, los hermanos Olaf y Lorenzo Peterson, que habían estudiado en Wittemberg y habían aceptado la enseñanza de Lutero; uno fue nombrado capellán de la corte en Estocolmo y el otro profesor en Upsala. Ambos trabajaron en secreto por la expansión del Luteranismo y conquistaron a muchos adherentes, incluyendo al archidiácono Lorenzo Anderson, quien luego fue nombrado canciller por el rey. En sus relaciones con el Papa Adriano VI y sus legados, el rey simuló la más grande fidelidad a la Iglesia, mientras daba un apoyo cada vez mayor a las innovaciones religiosas. Los dominicos, que ofrecieron una gran oposición a sus designios, fueron desterrados del reino, y los obispos que ofrecieron resistencia fueron sometidos a todo tipo de opresión. Después de una disputa religiosa en la Universidad de Upsala, el rey otorgó la victoria a Olaf Peterson y procedió a Luteranizar la Universidad, a confiscar la propiedad eclesiástica y a emplear todos los medios para compeler al clero a aceptar la nueva doctrina. Una rebelión popular le dio la oportunidad de acusar a los obispos Católicos de alta traición y, en 1527, el Arzobispo de Upsala y el Obispo de Westraes fueron ejecutados. Muchos eclesiásticos cedieron a los deseos del rey; otros resistieron y tuvieron que aguantar una violenta persecución, siendo ofrecida una heroica resistencia por las monjas de Wadstena. Después de la Dieta de Westraes, en 1527, grandes concesiones fueron hechas al rey ante el miedo de un posible sometimiento a Dinamarca, especialmente el derecho de confiscación de la propiedad eclesiástica, de los nombramientos y deposiciones eclesiásticos, etc. Algunos de los nobles fueron luego conquistados para el lado del rey, cuando fue establecido que era opcional retomar todos los bienes donados a la Iglesia por algún ancestral desde 1453. El celibato clerical fue abolido y el idioma vernáculo introducido en el servicio Divino. El rey se constituyó a sí mismo como la suprema autoridad en asuntos religiosos y apartó al país de la unidad Católica. El Sínodo de Orebro (1529) completó la Reforma, aunque la mayoría de los ritos externos, las imágenes en las Iglesias, las vestimentas litúrgicas y los títulos de arzobispo y obispo fueron mantenidos. Más tarde (1544), Gustavo Vasa convirtió el título del trono hereditario para su familia. Los numerosos levantamientos dirigidos contra él y sus innovaciones fueron aplacados con sangrienta violencia. En un periodo posterior, surgieron otras grandes contiendas religiosas, de igual carácter político.

El Calvinismo también se expandió a algunos lugares y Eric XIV (1560-68) se esforzó en promover esa expansión. Sin embargo, fue destronado por la nobleza debido a su tiranía y su hermano Juan III (1568-1592) fue nombrado rey. Juan III restauró la Fe Católica e intentó restaurar la tierra a la unidad de la Iglesia. Pero con la muerte de su primera esposa, la celosa Princesa Católica Catalina, su ardor declinó de cara a las numerosas dificultades, y su segunda esposa favoreció al Luteranismo. Con la muerte de Juan, su hijo Segismundo, entonces rey de Polonia y fuertemente Católico de sentimiento, se convirtió en rey de Suecia. Sin embargo, su tío, el Duque Carlos, el canciller del reino, dio un enérgico apoyo a la Reforma, y la Confesión de Augsburgo fue introducida en el Sínodo Nacional de Upsala, en 1593. Segismundo se descubrió impotente contra el canciller y la nobleza sueca; finalmente (1600) fue depuesto por la "verdadera doctrina" como un apóstata y Carlos fue nombrado rey. Gustavo Adolfo (1611-1632), hijo de Carlos, se valió de la Reforma para aumentar el poder de Suecia en sus campañas. La Reforma fue entonces exitosamente fortalecida en toda Suecia.

Francia y la Suiza Francesa

En ciertos círculos humanistas de Francia se originó en una temprana fecha un movimiento favorable a la Reforma. El centro de ese movimiento era Meaux, en donde el obispo Guillaume Briconnet favoreció las ideas humanistas y místicas, y donde enseñaban el Profesor Lefèvre de Etaples, G. Farel y J. de Clerc, que eran humanistas con tendencias Luteranas. No obstante, la Corte, la universidad y el Parlamento se opusieron a las innovaciones religiosas y la comunidad Luterana de Meaux fue disuelta. Centros más importantes de la Reforma fueron encontrados al Sur, en donde los Valdenses habían preparado el terreno. Aquí se dieron alborotos públicos en los cuales fueron destruidas imágenes de Cristo y de los santos. Los parlamentos en la mayoría de los casos tomaron medidas enérgicas contra los innovadores, aunque en ciertos lugares estos últimos hallaron protectores --especialmente Margarita de Valois, hermana del Rey Francisco I y esposa de Enrique de Albret, Rey de Navarra--. Los líderes de la Reforma en Alemania buscaron triunfar sobre el rey Francisco I, que por razones políticas era un aliado de los Príncipes Protestantes Alemanes; el rey, sin embargo, permaneció fiel a la Iglesia y suprimió a los movimientos de reforma en todas sus tierras. En los distritos del sudeste, especialmente en Provence y Dauphine, aumentaron los colaboradores de las nuevas doctrinas a través de los esfuerzos de Reformistas de Suecia y Estrasburgo, hasta que finalmente la profanación y el pillaje de iglesias llevaron al rey a tomar medidas enérgicas contra ellos. Después de que el Calvinismo se había establecido en Ginebra, su influencia creció rápidamente en los círculos franceses reformados. Calvino apareció en París como defensor del nuevo movimiento religioso en 1533, dedicó al rey francés en 1536 sus "Institutiones Christianae Religionis" y se fue a Ginebra en el mismo año. Expulsado de Ginebra, retornó en 1541 y comenzó allí el establecimiento final de su organización religiosa. Ginebra, con su academia inaugurada por Calvino fue un centro líder de la Reforma y afectó principalmente a Francia. Pierre le Clerc estableció la primera comunidad Calvinista en París; otras comunidades fueron establecidas en Lyón, Orléans, Angers y Rousen, las medidas represivas mostraron tener poco apoyo. El Obispo Jacques Spifamius de Nevers se convirtió al Calvinismo y, en 1559, París fue testigo de la asamblea de un sínodo general de Reformistas Franceses, los cuales adoptaron un credo Calvinista e introdujeron la constitución presbiteriana Suiza para las comunidades Reformadas. Debido al apoyo de los Valdenses, a la diseminación de literatura de la reforma desde Ginebra, Basilea y Estrasburgo, y al constante influjo de predicadores desde esas ciudades, los adherentes a la Reforma aumentaron en Francia. Con la muerte del rey Enrique II (1559), los Hugonotes Calvinistas aspiraron a tomar ventaja de la debilidad del gobierno para aumentar su poder. La Reina-Viuda, Catalina de Médicis, era una ambiciosa estratega, y siguió una política de servicio temporal. Las aspiraciones políticas pronto llegaron a estar entrelazadas con el movimiento religioso, que con eso asumió mayores proporciones y una mayor importancia. En oposición a la línea gobernante y a los poderosos y celosos duques Católicos de Guisa, los príncipes de la dinastía de los Borbones se convirtieron en los protectores de los Calvinistas; estos eran Antonio de Vendôme, Rey de Navarra, y sus hermanos, especialmente Luis de Condé. A ellos se unieron el Condestable Montmorency, el Almirante Coligny y su hermano Andelot, y el Cardenal Odet de Châtillon, obispo de Beauvais.

No obstante las leyes anti-clericales, el Calvinismo estaba logrando un constante progreso en el Sur de Francia, cuando en el 7 de enero de 1562, la reina-viuda, regente en nombre del pequeño Carlos IX, promulgó un edicto de tolerancia, permitiendo a los hugonotes la libre práctica de su religión fuera de los estados y sin armas, pero prohibiendo toda interferencia y actos de violencia contra instituciones Católicas, y ordenando la restitución de todas las Iglesias y de toda propiedad eclesiástica tomada de los Católicos. Volviéndose con eso sólo más audaces, los Calvinistas cometieron, especialmente en el Sur, revueltas y actos de violencia contra los Católicos, llevando a la muerte a sacerdotes católicos incluso en los suburbios de París. El incidente de Vassy, en Champagne, el 1 de Marzo de 1562, en el que el séquito del Duque de Guisa entró en conflicto con los Hugonotes, inauguró la primera guerra civil y religiosa en Francia. A pesar de que esta terminó con la derrota de los Hugonotes, ocasionó grandes pérdidas para los Católicos en Francia. Reliquias de santos fueron quemadas y saqueadas, magníficas iglesias reducidas a escombros, y numerosos sacerdotes asesinados. El Edicto de Amboise concedió nuevos favores a los nobles Calvinistas, aunque el anterior edicto de tolerancia fue retirado. Siguieron otras cinco guerras civiles, durante las cuales ocurrió la masacre del Día San Bartolomé (24 de agosto de 1572). No fue hasta la extinción de la dinastía de los Valois con Enrique III (1589) y con la accesión al trono de Enrique de Navarra (que abrazó el Catolicismo en 1593) de la dinastía de los Borbón, que las guerras religiosas alcanzaron su final con el Edicto de Nantes (13 de Abril de 1598); este confirió a los Calvinistas no solamente total libertad religiosa y admisión a todos oficios públicos, sino incluso una posición privilegiada en el Estado. Crecientes dificultades de naturaleza política surgieron y el Cardenal Richelieu proyecto a acabar con la influyente posición de los Hugonotes. La captura de su principal fortaleza, La Rochelle (28 de Octubre de 1628), finalmente quebró el poder de los Calvinistas Franceses como una entidad política. Más tarde, muchos de sus miembros regresaron al Catolicismo, quedando aún, sin embargo, numerosos adherentes al Calvinismo en Francia.

Italia y España

Aunque en ambas tierras aparecieron seguidores aislados de la Reforma, ninguna organización sólida o extensiva apareció. Aquí y allí en Italia individuos influyentes (p. ej. Vitoria Colonna y su círculo) favorecieron el movimiento de la Reforma, pero deseaban que el mismo ocurriera dentro de la Iglesia y no como una rebelión a la misma. Pocos italianos abrazaron el Luteranismo o el Calvinismo (por ejemplo, Juan Valdez, secretario del Virrey de Nápoles). En las ciudades de Turín, Pavía, Venecia, Ferrara (en donde la Duquesa Renata favoreció a la Reforma) y Florencia podían encontrarse adherentes a los Reformistas Alemanes y Suizos, aunque no tan extremados como sus prototipos. El más prominente tuvo que dejar el país --Pietro Paolo Vergerio, que luego huyó a Suecia y luego a Wittemberg; Bernardino Ochino, quien huyó a Ginebra y fue más tarde profesor en Oxford; Petrus Martyr Vermigli, quien huyó a Zurich y estuvo subsecuentemente activo en Oxford, Estrasburgo y nuevamente en Zurich. Por la vigorosa inauguración de la verdadera reforma eclesiástica en el espíritu del Concilio de Trento, a través de la actividad de numerosos hombres santos (tales como San Carlos Borromeo y Felipe Neri), a través de la vigilancia de los obispos y de la diligencia de la Inquisición, la Reforma fue excluida de Italia. En algunos círculos fueron reveladas tendencias racionalistas y anti-trinitarias e Italia fue el lugar de nacimiento de 2 herejes: Lelio Sozzini y su sobrino Fausto Sozzini, los fundadores del Socinianismo.

El curso de los eventos fue en España el mismo que en Italia. A pesar de algunas tentativas de diseminar escritos anti-eclesiales en el país, la Reforma no obtuvo éxito alguno, gracias al celo tenido por las autoridades públicas y eclesiásticas en contraatacar sus esfuerzos. Los pocos Españoles que aceptaron las nuevas doctrinas eran incapaces de desarrollar cualquier actividad reformadora en su tierra, y vivieron en el extranjero --p. ej. Francisco Enzinas (Dryander), que hizo una traducción de la Biblia para Españoles; Juan Diaz, Gonsalvo Montano, Miguel Servet, quien fue condenado por Calvino en Ginebra por su doctrina contra la Trinidad y quemado en la estaca.

Hungría y Transilvania

La Reforma fue difundida en Hungría por Húngaros que habían estudiado en Wittemberg y que habían abrazado el Luteranismo allí. En 1525, fueron decretadas rígidas leyes contra los adherentes de doctrinas heréticas, pero sus miembros continuaron creciendo, especialmente entre la nobleza, que deseaba confiscar la propiedad eclesial, y en las ciudades libres del reino. Las conquistas y victorias Turcas y la guerra entre Fernando de Austria y Juan Zapolya favorecieron a los Reformistas. Sumándose a los Luteranos estaban luego los seguidores de Zuinglio y Calvino en el país. Cinco estados Luteranos en la Alta Hungría aceptaron la Confesión de Augsburgo. Sin embargo, el Calvinismo gradualmente ganó el predominio, aunque las disputas domésticas entre las sectas reformadoras no cesaron de manera alguna. En Transilvania, comerciantes de Hermannstadt, que se habían familiarizado con la herejía de Lutero en Peipzig, expandieron la Reforma después de 1521. No obstante la persecución a los Reformistas, una escuela Luterana fue iniciada en Hermannstadt y la nobleza se empeñó en utilizar la Reforma como un medio de confiscación de las propiedades del clero. En 1529, las órdenes regulares y los más vigorosos luchadores de la Iglesia fueron sacados del estado. En Kronstadt, el predicador Luterano Johann Honter obtuvo el dominio en 1534, siendo abolida la Misa y el servicio Divino organizado según el modelo Luterano. En un sínodo ocurrido en 1544, la nación Sajona en Transilvania se decidió en favor de la Confesión de Augsburgo, mientras los rurales Magyars aceptaron el Calvinismo. En la dieta de Klausenburg, en 1556, la libertad religiosa general fue conferida y la propiedad eclesiástica confiscada para la defensa del país y para la erección de escuelas Luteranas. Entre los colaboradores de la Reforma prevalecieron divisiones de largo alcance. Además de los Luteranos, había Unitaristas (Socinianos) y Anabaptistas, y cada una de esas sectas trabó guerra contra las otras. Una minoría Católica sobrevivió entre los Walaquianos Griegos.

Polonia, Livonia y Courland

Los Polacos supieron de la Reforma a través de algunos estudiantes de Wittemberg y a través de la Fraternidad Bohemia y Moravia. El Arzobispo Laski de Gnesen y el Rey Segismundo I (1501-1548), enérgicamente se opusieron a la expansión de las doctrinas heréticas. Con todo, los colaboradores de la Reforma tuvieron éxito en ganar reclutas en la Universidad de Cracovia, en Posen y en Dantzig. De Dantzig la Reforma se expandió a Thorn y Elbing y ciertos nobles apoyaron las nuevas doctrinas. Bajo el gobierno del débil Segismundo II (1548-1572) había en Polonia, además de Luteranos y de Fraternidades Bohemias, Zuinglianos, Calvinistas y Socinianos. El Príncipe Radziwill y Juan Laski apoyaron el Calvinismo y la Biblia fue traducida al Polaco de acuerdo a la visión de ese partido en 1563. A pesar de los esfuerzos del Nuncio Papal, Aloisio Lipomano (1556-1568) la libre práctica de la religión fue secretamente conferida en las mencionadas tres ciudades y le era permitido a la nobleza tener servicios religiosos secretos en sus casas. Las diferentes sectas de la Reforma lucharon unas contra otras, la fórmula de fe introducida en el Sínodo General de Sandomir en 1570 por los Reformados, los Luteranos, y la Fraternidad Bohemia no produjeron unidad alguna. En 1573, los partidos heréticos aseguraron la paz religiosa de Varsovia, que confirió iguales derechos a los Católicos y a los "Disidentes", y estableció una paz permanente entre las dos partes. Por la celosa inauguración de la verdadera reforma eclesiástica, la diligente actividad de los legados papales y obispos capaces, y la labor de los jesuitas, fue evitado cualquier progreso de la reforma.

En Livonia y Courland, territorios de la Orden Teutónica, el curso de la Reforma fue el mismo que en el otro territorio de la Orden, Prusia. El Comandante Gothard Kettler de Courland se adhirió a la Confesión de Augsburgo y convirtió su tierra en un ducado secular hereditario, tributario de Polonia. En Livonia, el Comandante Walter de Plettenberg se esforzó en fortalecer el Luteranismo, que había sido aceptado en Riga, Dorpat y Reval desde 1523, esperando así hacerse independiente del Arzobispo de Riga. Cuando el Margrave Guillermo de Brandeburgo llego a ser el Arzobispo de Riga en 1539, el Luteranismo rápidamente alcanzó una posición exclusiva en Livonia.

Holanda

Durante el reinado de Carlos V, las diecisiete provincias de Holanda permanecieron totalmente inmunes a la contaminación de la nueva doctrina. Varios seguidores de Lutero habían de hecho aparecido allí, y se empeñaron en diseminar los escritos y doctrinas Luteranas. Sin embargo, Carlos V promulgó edictos estrictos contra los Luteranos y contra la impresión y divulgación de los escritos del Reformador. Los excesos de los Anabaptistas evocaron la supresión de su movimiento por la fuerza y, hasta 1555, la Reforma encontró pocas raíces en el país. En ese año, Carlos V concedió Holanda a su hijo, Felipe II, quien residió en el país hasta 1559. Durante ese periodo el Calvinismo hizo rápidos avances, especialmente en las provincias del norte. Muchos de los grandes nobles y la muy empobrecida baja nobleza, utilizaron la Reforma para incitar al pueblo amante de libertad contra la administración del rey, los oficiales y tropas españolas y la severidad del gobierno. El descontento continuó creciendo, debido principalmente a las severas órdenes del Duque de Alva y a la sangrienta persecución conducida por él. Guillermo de Orange-Nassau, gobernador de la Provincia de Holanda, tenía como propósito, por razones políticas, asegurar la victoria para el Calvinismo, y triunfó en muchos de los distritos del Norte. Luego se puso a sí mismo a la cabeza de la rebelión contra el dominio Español. En la resultante guerra, las provincias del norte (Niederlande) consiguieron su independencia, después de lo cual el Calvinismo gano el predominio en ellas. En 1581, todo ejercicio público de la Fe Católica fue prohibido. La "Confesión Belga" de 1562, tenía ya una fundación Calvinista; por los sínodos de Dodrecht en 1574 y 1618, el Calvinismo recibió una forma fija. Los Católicos del país (alrededor de dos quintos de la población) fueron sometidos a una violenta supresión. Entre los Calvinistas de Holanda surgieron violentos conflictos concernientes a la doctrina de la predestinación.

Inglaterra y Escocia

La Reforma recibió su forma final en Inglaterra durante el reinado de la Reina Isabel (1558-1603). Teniendo como base la liturgia establecida por el "Libro de la Oración Común" bajo Eduardo VI (1547-1543) y la confesión de los Cuarenta y dos Artículos compuestos por el Arzobispo Cranmer y por el Obispo Ridley en 1552, y después de que la Reina María (1553-1558) había fallado en restaurar a su país a la unión con Roma y a la Fe Católica, el predominio del Anglicanismo fue establecido en Inglaterra por Isabel. Los Cuarenta y dos Artículos fueron revisados y, como los Treinta y nueve Artículos de la Iglesia Anglicana, se convirtieron en 1562 en la norma de su credo religioso. La supremacía eclesiástica de la reina fue reconocida, un juramento para ese efecto (Juramento de Supremacía) era requerido bajo la pena de la pérdida de oficio y de la propiedad. Varios prelados y las universidades ofrecieron resistencia, la cual fue suprimida por la fuerza. La mayoría del bajo clero tomó el juramento, que era requerido con una severidad cada vez mayor a todos los miembros de la Cámara de los Comunes, a todos los eclesiásticos, abogados y profesores. En el aspecto externo, mucho de la antigua forma del culto católico fue mantenido. Después del fracaso del movimiento en favor de María Estuardo de Escocia, que se había escapado a Inglaterra en 1568, la opresión de los católicos ingleses continuo con una creciente violencia. Además de la Establecida Iglesia Anglicana estaban en Inglaterra los calvinistas noconformistas, quienes opusieron una organización presbiteriana popular a la jerarquía episcopal; al igual que los Católicos, ellos fueron muy oprimidos por los mandatarios de Inglaterra.

En Escocia la situación social y política dio un gran ímpetu a la Reforma, ayudada por la ignorancia y rudeza del clero (en gran medida resultado de los constantes feudos). La nobleza utilizó la Reforma como un arma en su guerra contra la casa real, la cual era apoyada por el alto clero. Ya bajo Jacobo V (1524-1542) los colaboradores de las doctrinas Luteranas (por ejemplo, Patricio Hamilton, Enrique Forest y Alejandro Seton, el confesor del rey, se volvieron Reformistas. Los dos primeros fueron ejecutados, mientras el último huyó al Continente). Sin embargo, las doctrinas heréticas continuaron encontrando nuevos adherentes. Con la muerte de Jacobo V, su hija y heredera tenía apenas 8 años. El oficio de regente cayó sobre Jacobo Hamilton, quien, a pesar de tener previamente sentimientos Protestantes, retornó a la Iglesia Católica y apoyó al Arzobispo David Beaton en sus enérgicas medidas contra los innovadores. Después de la ejecución del Reformista Jorge Wishart, los Protestantes formaron una conspiración contra el arzobispo, lo atacaron en su castillo en 1545 y lo llevaron a la muerte. Los rebeldes (entre ellos Juan Knox), acompañados por 140 nobles, entonces fortalecidos en el castillo. Knox se fue a Ginebra en 1546, abrazando allá el Calvinismo, y desde 1555 era el líder de la reforma en Escocia, en donde conquistó el dominio en la forma del Calvinismo. La confusión política prevaleciente en Escocia con la muerte de Jacobo V facilitó la introducción de la Reforma.

 

V. DIFERENTES FORMAS DE LA REFORMA

Las formas fundamentales de la Reforma fueron el Luteranismo, el Zuinglianismo, el Calvinismo y el Anglicanismo. Dentro de cada una de esas ramas, sin embargo, surgieron conflictos como consecuencia de los diversos puntos de vista de representantes individuales. Por negociaciones, compromisos y fórmulas de unión, fue buscado el establecimiento de la unidad, pero casi siempre sin un éxito duradero. Toda la Reforma, respaldada en la autoridad humana, presentó desde el comienzo, de cara a la unión Católica de fe, un aspecto de infeliz disensión. Además de esas principales ramas aparecieron otras numerosas formas que se desviaron de los puntos esenciales y gradualmente condujeron a las incontables divisiones del Protestantismo. Las principales de esas formas serán brevemente revisadas (para cualquier tratamiento ver los artículos separados).

Los Anabaptistas, que aparecieron en Alemania y en la Suiza Alemana pronto después del aparecimiento de Lutero y Zuinglio, aspiraban a volver a su concepción de la Iglesia de los tiempos Apostólicos. Ellos negaban la validez del Bautismo de los chiquillos, veían en la Sagrada Eucaristía meramente a una ceremonia recordativa y deseaban restaurar el Reino de Dios de acuerdo a sus propias perspectivas heréticas y místicas. Aunque atacados por los otros Reformistas, ellos ganaron colaboradores en muchas tierras. De ellos también salieron los Menonitas, fundados por Menno Simonis (+ 1561).

Los Schwenkfeldians fueron fundados por Kaspar de Schwenkfeld, canciller cortesano del Duque Federico de Liegnitz. Primeramente se asoció a Lutero, pero en 1525 se opuso al último en su Cristología, así como en su concepción de la Eucaristía y en su doctrina de la justificación. Atacado por los reformistas Alemanes, sus seguidores no estaban aptos a formar sino pocas comunidades. Los Schwenkfeldians todavía existen en la América del Norte.

Sebastián Franck (1499-1542), un espiritualista puro, rechazó toda forma externa de la organización eclesiástica y favoreció a una Iglesia espiritual e invisible. Se abstuvo de fundar una comunidad separada y buscó apenas la difusión de sus ideas.

Los Socinianos y otros Anti-Trinitarios. Algunos miembros individuales de los Reformistas iniciales atacaron la doctrina fundamental de la Santísima Trinidad, especialmente el Español Miguel Servet, cuyo escrito: "De Trinitatis erroribus", impreso en 1531, fue quemado por Calvino en Ginebra en 1553. Los principales fundadores de anti-Trinitarianismo fueron Lelio Sozzini, profesor de Jurisprudencia en Siena y su sobrino, Fausto Sozzini. Compelido a abandonar su tierra, ellos se mantuvieron en diversas partes y fundaron comunidades especiales Socinianas. Fausto diseminó su doctrina especialmente en Polonia y Transilvania.

Valentine Weigel (1533-1588) y Jacob Böhme (+ 1624), un zapatero de Gorlitz, representaban un panteísmo místico, enseñando que la revelación externa de Dios en la Biblia podría ser reconocida apenas a través de una luz interna. Ambos encontraron numerosos discípulos. Los seguidores de Böhme recibieron más tarde su nombre de Rosenkreuzer, porque era abiertamente supuesto que ellos estuvieran bajo la dirección de un guía escondido llamado Rozenkreuz.

Los Pietistas en Alemania tenían como su líder a Felipe Jacob Spener (1635-1705). El Pietismo fue primariamente una reacción contra la infructuosa ortodoxia Luterana y consideró a la religión principalmente como una cosa del corazón.

Las Comunidades de Inspiración originadas en Alemania durante los siglos diecisiete y dieciocho por diversos visionarios apocalípticos. Ellos consideraban que el Reino del Espíritu Santo ya había llegado, y creían en un don universal de profecía y en el millenium. Entre los fundadores de tales sociedades visionarias estaban Johann Wilhelm Petersen (+ 1727), superintendente en Luneberg, y Johann Konrad Duppel (n. 1734), un físico en Leiden.

Las Herrnhuter fueron fundadas por el Conde Nicolás de Zinzendorf (n. 1700; + 1760). En el Hutberg, como era conocido, él estableció la comunidad de Herrnhut, que consistía en una Hermandad bohemia y Protestantes, con una especial constitución. La atención estuvo sobre la doctrina de la Redención y una estricta moral fue inculcada. Esa comunidad de los Hermanos se difundió en muchas tierras.

Los cuáqueros fueron fundados por Juan Jorge Fox de Drayton en Leicestershire (1624-1691). Él apoyó a un espiritualismo visionario, y encontró en el alma de cada hombre una porción de la inteligencia Divina. Todos eran aptos a predicar, de acuerdo a lo que les era incitado por el espíritu. Los preceptos morales de esa secta eran muy estrictos.

Los Metodistas fueron fundados por Juan Wesley. En 1729, Wesley instituyó, con su hermano Carlos y sus amigos Morgan y Kirkham, una asociación en Oxford de cultivo de la vida ascética y religiosa, y de esa sociedad se desarrolló el Metodismo.

Los Bautistas se originaron en Inglaterra en 1608. Ellos sostuvieron que el Bautismo era necesario sólo para adultos, asumieron el Calvinismo en sus puntos esenciales y aplicaron el Sabbath a los sábados y no a los Domingos.

Los Swedenborgians son llamados así por su fundador Emmanuel Swedenborg (+ 1772), hijo de un obispo Protestante Sueco. Creyendo en su poder de comunicarse con el mundo de los espíritus y que tenía revelaciones Divinas, él procedió fundado en el último a fundar una comunidad con una especial liturgia, la "Nueva Jerusalén". Conquistó a numerosos seguidores y su comunidad se expandió a muchas tierras.

Los Irvingitas son llamados así por su fundador, Eduardo Irving, un nativo de Escocia y desde 1822 predicador en una capilla Protestante el Londres.

Los Mormones fueron fundados por José Smith, quien hizo su aparición con supuestas revelaciones en 1822.

Además de esas ramas secundarias más conocidas del movimiento de la Reforma, hay muchas diferentes denominaciones; la evolución de nuevas formas desde la Reforma siempre prosiguió, y deberá proseguir siempre, desde que la subjetiva arbitrariedad fue hecha principio por la enseñanza herética del siglo dieciséis.

VI. RESULTADOS Y CONSECUENCIAS DE LA REFORMA

La Reforma destruyó la unidad de la fe y de la organización eclesiástica de los pueblos Cristianos de Europa, separó a muchos millones de la verdadera Iglesia Católica y los sacó de la más grande porción de los medios saludables de cultivo y mantenimiento de la vida sobrenatural. Incalculable daño fue forjado así desde el punto de vista religioso. La falsa doctrina fundamental de la justificación por la sola fe enseñada por los Reformistas, produjo una lamentable superficialidad en la vida religiosa. El celo por las buenas obras desapareció, el ascetismo que la Iglesia había practicado desde su fundación fue eliminado, los fines caritativos y eclesiásticos ya no fueron propiamente cultivados, los intereses sobrenaturales fueron relegados a un segundo plano, y aspiraciones naturalistas a lo puramente mundano, se difundieron por todas partes. La negación de la institución Divina de la autoridad de la Iglesia, en lo que se refiere tanto a la doctrina como al gobierno eclesial, abrió bastante la puerta a toda excentricidad, dio aparición a la división sin fin en sectas y a las nunca terminadas disputas características del Protestantismo, y no pudo sino conducir a la completa falta de fe que necesariamente se desprende de los principios Protestantes; de la real libertad de creencia entre los Reformistas del siglo dieciséis no había siquiera un rasgo, todo lo contrario, la mayor tiranía en asuntos de consciencia fue mostrada por los representantes de la Reforma. El Cesaropapismo más fatal era entonces alimentado, desde que la Reforma reconoció a las autoridades seculares como suprema también en cuestiones religiosas. Así surgieron desde el comienzo mismo diversas "Iglesias nacionales" Protestantes, que son enteramente discordantes del universalismo Cristiano de la Iglesia Católica y dependen -su fe lo mismo que su organización- de la voluntad del mandatario secular. De esa manera, la Reforma fue un factor principal en la evolución del absolutismo real. En todas las tierras que encontraba ingreso, la Reforma fue la causa de sufrimientos indescriptibles entre el pueblo; ocasionó guerras civiles que duraron décadas con todos sus horrores y devastaciones; las personas fueron oprimidas y esclavizadas; incontables tesoros de arte y inestimables manuscritos fueron destruidos; entre los miembros de la misma tierra y raza fue sembrada la semilla de la discordia. Alemania en particular, la casa original de la Reforma, fue reducida a un estado de patética calamidad por la Guerra de los Treinta Años, y el Imperio Germánico fue con eso desalojado de la posición de liderazgo que había ocupado por años en Europa. Sólo gradualmente y debido a fuerzas que no se derivaron esencialmente de la Reforma, sino que fueron condicionadas por otros factores históricos, se fueron sanando las heridas sociales, pero la corrosión religiosa aun continúa a pesar de los sinceros sentimientos religiosos que caracterizaron en todos los tiempos a muchos individuos seguidores de la Reforma.

 Renacimiento

Introducción

Hasta llegar el siglo XVI las diferentes civilizaciones artísticas de Occidente se habían sucedido sin sobresalto. En siglo XV, Gótico y Renacimiento habían vivido uno al lado del otro, en buena forma. Pero, a partir de del siglo XVI, el arte occidental se dividirá en fuerzas contradictorias que esconden ideologías diferentes.

Dos figuras vienen a encarnar las ideologías opuestas: Erasmo y Lutero, el humanista y el profeta, el conciliador y el revolucionario. Erasmo sueña con hacer entrar el Panteón en el Paraíso. No viendo sino lo que las cosas tienen de común, lo intenta todo por salvar la unidad espiritual de Europa. Lutero el hombre sediento de Dios, resucita del viejo fondo de la Edad Media la imagen del hombre débil, el hombre gimiente bajo el destino pecador que le impone un Dios terrible.

Italia se encontraba dividida por estas dos fuerzas. Sobre una base intelectual en Roma y sensible en Venecia, Rafael y Tiziano definen las leyes del clasicismo, que subordina el conjunto de la obra al equilibrio de todas sus partes entre sí, lo que hace que se atenúen los rasgos y la expresión, nace de esta ruptura de equilibrio una desesperación que atormenta los cuerpos y asombrece los rostros. Tales exigencias de la expresión, sabrá mantenerlas Miguel Angel dentro de los limites de la belleza, y ahí radica su milagro.

De la confusa mezcla del clasicismo con el barroquismo, nace en Italia una crisis conocida bajo el nombre de "manierismo". Salvo la escuela veneciana, las demás escuelas quedaran afectadas por esta crisis, conduce a los artistas a la extravagancia en los gestos y las expresiones, al alargamiento desmesurado de las proporciones y a las contorciones en las actitudes.

Sin embargo el prestigio de Roma impuso el Renacimiento, y Europa se hallaba en un dilema, que era esquivar los temibles modelos de Miguel Angel, Rafael o Leonardo ya que se esta imponiendo el italianismo, es decir con el manierismo se estaba desplazando al gótico flamígero. Esta crisis favoreció a la proliferación del manierismo en Amsterdam (Países Bajos), Leyden (Holanda), Amberes (Bélgica), Fontainebleau (Francia), Basilea (Suiza), en el Danubio y en la Península Ibérica.

Apenas asimilado el Renacimiento, Europa en una revisión general de los valores, hallara una madurez definitiva que, tras una nueva crisis de crecimiento, permitirá que el siglo XVII, se pueda convertir en el siglo de oro europeo.

Este movimiento que tiende a crear un nuevo humanismo cristiano, pertenece precisamente al siglo XVI, durante este extraordinario siglo se incubo un mundo de ideas, de formas y de sentimientos contradictorios.

CONCEPTO, ORIGENES Y CAUSAS DEL RENACIMIENTO

Concepto de Renacimiento

Se denomina Renacimiento al periodo de la historia europea, caracterizada por un renovado interés por el pasado grecorromano clásico y especialmente por su arte. Con el Renacimiento, el hombre centra toda su actividad, en el hombre como tal, es decir después del aletargamiento medieval el hombre piensa ahora con una libertad de espíritu, que le conducirá a la libertad de pensamiento, el culto a la vida y el amor a la naturaleza son otros aspectos importantes, además el Renacimiento estableció como fuentes de inspiración el equilibrio y la serenidad. Pero lo más característico de esta época es la separación entre lo cívico y lo religioso.

Humanismo en el Renacimiento

Es la manifestación ideológica y literaria del Renacimiento. Los hombres del Renacimiento trabajaron con mucho entusiasmo en estudiar metódicamente las obras de la antigüedad, explorando ruinas, exhumando manuscritos y salvando de su destrucción valiosos documentos. Para ello recibieron la protección de príncipes y Pontífices, que les estimularon en sus investigaciones.

Primeramente se sintió interés tan solo por los autores y el arte latina, pero pronto se llego a su fuente, o sea al arte y la cultura griega. Así se desarrollo una mentalidad erudita, critica y apasionada por las ciencias y las artes, que se centro en el hombre y sobrestimo los valores humanos, de ahí el nombre de Humanismo.

La sobrestimación de estos valores y los descubrimientos geográficos y técnicos, crearon el orgullo y el individualismo del hombre renacentista. El Humanismo, tuvo sobre todo un carácter literario donde Dante y Boccaccio son considerados como precursores del mismo. Petrarca es considerado como el primer humanista.

. Que fue el Renacimiento

Se denomina Renacimiento al movimiento cultural que surge en Europa el siglo XIV, y que se muestra como característica esencial su admiración por la antigüedad grecorromana. Este entusiasmo, que considera las culturas clásicas como la realización suprema de un ideal de perfección, se propone la limitación en todos los ordenes, lo que explica el calificativo de Renacimiento, pues en verdad, se trataba de un renacer, de un volver a dar vida a los ideales que habían inspirado aquellos pueblos.

El Renacimiento, desde luego no fue una simple exhumación de las artes antiguas. El interés por el arte grecorromano fue una consecuencia. En principio, se aspiro a una renovación en todas las parcelas de la cultura humana, filosofía, ética, moral, ciencia, etc... encaminada a la hechura de un hombre que fuera comprendido y resumen de todas las perfecciones físicas e intelectuales. El hombre integral, el genio múltiple, en el que se concilian todas las ramas del saber en una actitud fecunda, fue la gran creación del Renacimiento que cristalizo en figuras que mantienen viva la admiración atravez de los tiempos, como un Leonardo da Vinci, un Miguel Angel, un Rafael.

Orígenes del Renacimiento

El renacimiento tuvo su origen en Italia en los siglos XIV y XV, llegando a su apogeo al iniciarse el siglo XVI. De Italia se extiende lentamente por Europa excepto Rusia. A lo largo de los cincuenta años que van desde 1520 a 1570, discurre la madura plenitud del Renacimiento y también se percibe su ocaso. Toda la Europa de Occidente toma parte ahora en el movimiento de las artes y de las letras. La recepción de los gustos italianos se generaliza, los grandes maestros surgen ya no solo en Italia, sino en todo el ámbito de las monarquías occidentales.

Pero el desarrollo normal de la cultura renacentista se ve afectada por el hecho simultaneo de las luchas religiosas derivadas de la revolución protestante. Así, en Alemania, se corto el brote renacentista, al igual que en Francia con las guerras civiles de la segunda mitad de quinientos. Además en los países adheridos a las confesiones protestantes, el credo iconoclasta de los nuevos evangelios suprimió la ocasión de ejercitar el mecenazgo eclesiástico y, al menos en la pintura y la escultura, suprimió la temática abundante de los motivos iconográficos, con la rara salvedad de los temas bíblicos.

lLa extensión de la cultura

Gracias a la creación de universidades, escuelas y a medida que nos adentramos en el quinientos, la arquitectura Italiana y la estatuaria se abren camino en diferentes países europeos: en Inglaterra muy lentamente, pues el crisma religioso alejara de ahí a los artistas italianos que habían sido llamados a trabajar en el país y eran los mas capacitados propagadores de la renovación artística; en los piases escandinavos se daban también algunas muestras esporádicas, debido al mecenazgo de los reyes; hasta en Polonia y en la Rusia, Ivan III se recogía las ondas del arte italiano.

En Francia se hace más extensa la recepción del arte y la cultura italiana. Durante época de Francisco I continua la construcción de suntuosas edificaciones. De entonces data el castillo real de Chambord, el palacio preferido del rey para sus cacerías, pues aquellos castillos no tenían ningún fin militar. En 1546 comienza Pedro Lescot la contracción del Louvre, que seria el monumento triunfal de la arquitectura renacentista francesa, y poco después Delorme levantaría las Tullerias.

En España es donde, fuera de Italia, el arte del bajo Renacimiento ha hecho más considerables progresos. Teniendo ya el gusto italiano durante el reinado de los Reyes Católicos, mas o menos combinando con un estilo local, la arquitectura continua ahí por los mismos cauces bajo Carlos V. Durante el reinado de Felipe II se depura mucho el gusto, se impone la sobriedad ornamental. El arte oficial de Felipe II favorece esta tendencia, Pedro de Toledo y Juan de Herrera son los grandes arquitectos de El Escorial, su obra cumbre.

LA PINTURA EN ITALIA Y SUS AUTORES

Llegada del Renacimiento a Italia

Con la llegada del Renacimiento apareció una nueva e influyente clase social constituida por los humanistas. Hasta entonces, la Iglesia había condicionado toda la vida cultural, pero ahora la ciencia llegaba directamente al ciudadano, gracias al aristotelismo, en boga durante los comienzos del Renacimiento. Ésta filosofía fue cediendo terreno al platonismo y el arte empezó a basarse sobre la propia ciencia. La geometría y otras ramas de las matemáticas ocuparon un lugar esencial en la nueva concepción de la cultura, se desecho el arte puramente lineal y se busco con ahínco la forma tridimensional.

La pintura italiana de los comienzos del siglo XV es todavía narrativa y escoge los muros de las Iglesias. La técnica, en especial con el fresco, es de gran sencillez. Sin embargo, con la pintura al óleo, el artista abandona la limitada temática religiosa y se complace en mostrar el esplendor de la forma, la luz y el espacio infinito.

 El quattrocento

Durante el siglo XV, la Florencia de los Medicis vivió un momento culminante de la pintura.

Fra Angélico represento los primeros esbozos del Renacimiento, de su maestro Fray Lorenzo de Mónaco asimilo el brillante colorido. Toda la temática es religiosa y lo más notable de las obras, frescos y retablos, se encuentran en el convento de San Marcos, en Florencia.

Masaccio represento mucho en la conquista de valores táctiles. Gran parte de sus obras se han perdido, pero aun se pueden admirar los frescos que realizo en la Iglesia del Carmen de Florencia.

Fra Filippo Luppi realizo bellísimas Madonas. A Andrea del Castagno se le deben los frescos del convento de Santa Apolonia, los más monumentales del arte Florentino. En éste artista se nota la influencia del escultor Donatello y del pintor Masaccio.

Las escuelas

SIGLOS XIII-XIV. EL TRECENTO

Escuela Florentina

El primer pintor de quien se tiene datos es Cimabue, del que se conservan dos tablas con igual motivo: Una Virgen, en asiento de marfil, con el niño en brazos y rodeada de ángeles. Hay evidentes vestigios bizantinos, tanto en la simetría de la composición como la expresión asombrada de los rostros, y el oro profuso del fondo. Giotto de Bondone, se le debe el estudio directo de la naturaleza. Sus figuras poseen emoción y movimiento. Sus obras más importantes son los veintiocho frescos que tiene la Iglesia San Francisco de Asís.

Escuela Sienesa

Duccio di Buonisegna, es el primer pintor sienes importante. Su obra capital es la Madona para la catedral, en la que trata de introducir alguna expresión y realismo, aunque siga muy apegado a la rigidez iconita del arte bizantino. Su discípulo mas celebre fue Simone Martini, sabe dar a sus figuras más gracia y soltura, como lo revela la encantadora Anunciación, del museo de los Oficios.

SIGLO XV. EL CUATTROCENTO

Escuela Florentina

Los artistas Gentile da Fabriano, Paolo Ucello y Andrea del Castagno aportaron nuevos conocimientos y técnicas, y se plantean problemas de representación visual, como el de la perspectiva, que fue una preocupación dominante entre los pintores de la época. Sin embargo, el arranque de toda la pintura moderna es la obra de Masaccio, pintor que en su fugaz existencia dejo ver las posibilidades de su talento en unos frescos que pinto en la capilla Brancarrio de la Iglesia del Carmen, en Florencia. Muchas son las cualidades que hacen de esta pintura un hito: El estudio directo de la naturaleza, la fuerza de la pincelada, el impresionismo de efectos, la ilusión de luz, la expresión humana de los gesto. Por primera vez en la pintura el aire envuelve a los cuerpos y se siente una atmósfera real. Masaccio observa la degradación de los colores por la distancia y se nota la influencia que la calidad de la tela tiene en la estructura de los pliegues. Interesado en hacer una pintura sólida, Masaccio rechaza los colores brillantes y emplea blancos y negros para modelar los cuerpos. De Masaccio parte la línea realista que, accidentalmente seguirá la pintura italiana al alejarse del idealismo.

Los últimos grandes artistas del siglo se resienten en la sensualidad del ambiente y buscan inspiración en los temas mitológicos paganos que caracterizan el Renacimiento. Los mismos temas piadosos pasan a ser un pretexto para mostrar el fausto de la alta burguesía florentina. Sus paisajes son muy a menudo las amenazas campiñas toscanas, los de brillante corte de los Medicis, y sus escenarios urbanos, los asuntos palacios de la época.

Sandro Botticelli, también protegido de los Medicis, pinto alegorías de refinada sensualidad en las que reflejaba el gusto paralizante de sus mecenas. Botticelli mantiene un estilo cortado, ceñido, que se basa naturalmente en un dibujo firme, que aísla la figura con todo rigor. Los cuerpos, deformados por una estilización que busca mas que nada el ritmo plástico, tiene sin embargo, una gracia particular que encuentra su razón de ser en le apariencia de ingravidez. Las figuras de Botticelli carecen de peso y dan la impresión de moverse flotando sin tocar el suelo. Realizó también unos frescos en la capilla Sixtina y una serie de ochenta dibujos para ilustrar la divina comedia.

Escuela de Perusa

A la elegancia un poco dura de Florencia, aparece Piero de la Francesa, su principal representante, se intereso mucho por los problemas del claroscuro y perspectiva; en particular le apasionaron los luminosos, pero no tanto por el efecto de la luz sobre las cosas, como por la naturaleza de las mismas. Sus ensayos en este sentido llegan a dar la sensación de que sus figuras están modeladas en material dotada de luz propia, intima, radiante. Los frescos como la Leyenda de la Santa Cruz, en el ábside de la Iglesia de San Francisco, en Arezzo, son una obra de arte en luminosidad.

Su discípulo Melozzo de Forli es celebre por sus ángeles músicos. Otro gran pintor de la escuela es Pedro Vanuci, llamado el Perugino, artista que en su tiempo gozo de larga fama. La dulzura de la luz general del cuadro, el dibujo irreprochable de la figura y la poesía de sus paisajes de fondo, justifican el nombre de Perugino, que hubiera podido lograr más duraderos laureles si no se hubiese dejado llevar por un sentimentalismo que hace amanerada su pintura. Sus obras más importantes son los frescos de la Capilla Sitian y los de la sala de Cambio, en Perusa, su patria.

Escuela Veneciana

Ésta escuela que empezó tardíamente sobrevive a las de Florencia y Roma, agotadas en el siglo XVI. En siglo XVII aun nos sorprende con un narrador espléndido, como Tiepolo, gran colorista y con Guardi y Canaleto, que nos retratan la vida pintoresca de la Venecia dieciochesca. El apogeo artístico de Venecia corresponde al siglo XVI, pero ya en este destacan Gentil Bellini y su hermano Gian Bellini, que combinan las ganas encendidas de Ticiano con un difuminado a lo Leonardo. Un pintor siciliano establecido en Venecia, Antonello de Mesina sobresale por el fuerte realismo de sus retratos, mientras que Capaccio, autor de la Leyenda de Santa Ursula, se distingue en la realización de vastas composiciones de genero.

Escuela de Padua

El nombre de Andrés Mantegna sirve por si solo para dar prestigio a esta escuela. Interesado en las cuestiones de la representación visual del objeto, Mantegna presenta con frecuencia en sus cuadros una dificultad perspectiva, que resuelve con elegancia. Sus impecables escenarios arquitectónicos, tomados de la antigüedad, ofrecen puntos de fuga muy a ras del suelo, huidas de línea hacia el centro del cuadro en prodigiosa ilusión de profundidad. Los escorzos de sus figuras son, por el mismo motivo, violentos y de complicada resolución dibujistica, como el extraordinario Cristo Muerto.

 

SIGLO XVI

Escuela Milanesa

Cuenta con un solo nombre, Leonardo da Vinci, no fue solo pintor, dejo escritos interesantes sobre ingeniería, química, y otras ciencias; escultor, músico, escritor. La suavidad de las formas, la delicadeza del color, el esmero en el detalle, el exquisito difuminado, el famoso esfumado Leonardesco, la conjunción de sensualidad, la expresión lejana de sus ojos de gruesos párpados, y la de las manos, elegantes y finas, son notas inconfundibles de su estilo.

Los problemas técnicos torturaron a Leonardo toda su vida. Por eso sus obras son escasas, y algunas a punto de perderse por el deterioro de los materiales de empleo. Pocas pinturas habrán suscitado más comentarios que la celebre Gioconda, de su corta producción se puede citar Santa Ana, La Virgen de las Rocas y La Ultima Cena pintada para el refectorio del convento de Santa María de las Gracias en Milán.

Escuela Romana

Los más importantes son: Rafael Sanzio y Miguel Angel.

Rafael, aunque vivió poco, dejo una obra vasticima que significa la síntesis de las mejores cualidades de los pintores precedentes, unificadas y reavivadas por u autentico genio de la fabulación plástica. De Masaccio aprende Rafael a dar equilibrio a las figuras, de Leonardo la pureza del dibujo y los secretos del difuminado; de Fra Bartolome la firmeza de la composición. Pero la gracia, la riqueza narrativa, los traía el, para dar realidad a la constante idea del Renacimiento.

Como retratista, ocupa un lugar eminente: Retratos de Julio II, de la Fornaria, Baltasar de Castiglione, etc., dotados de una aguda penetración psicológica. Pero a las obras son sus Madonas, de un naturalismo idealizado: Madona del Jilguero, Madona de la Silla, Madona de la Paz, La Bella Jardinera, etc...

La obra pictorica de Miguel Angel responde también a esa tendencia a lo grandioso, a lo dramático y exasperado que hemos visto en sus esculturas. Miguel Angel transplanta al campo de la pintura los medios expresivos de la estatuaria. La máxima ilusión de relieve, el además esforzado, el gesto patético, caracteriza el estilo pictórico de Miguel Angel.

Su obra maestra, el techo de la Capilla Sixtina, es una majestuosa interpretación del Génesis, en el que se agitan más de trescientas figuras de tamaño mucho mayor que el natural. Años más tarde, en la pared frontal de la misma Capilla, pinto su tremendo Juicio Final.

El cinquecento

El siglo XVI, señala el apogeo de la pintura renacentista italiana y constituye una de las épocas más brillantes del arte universal. No podía ser de otra manera con la coincidencia en el tiempo y en el espacio de maestros de la talla de Leonardo da Vinci, Miguel Angel, Rafael y Corregio.

Así como Florencia ejerció la homogénea artística en la centuria anterior, ahora es Roma la que irradia al mundo entero el poderoso influjo de estos artistas. Los pintores posteriores se limitaron a seguir las normas trazadas por los grandes maestros.

Solamente Venecia mantuvo un estilo original, basado en el intenso cromatismo y en una pincelada ancha decidida que buscaba llegar a una especie de vibración luminosa de colores. Hasta cierto punto esta ciudad permaneció al margen de la creación artística de los grandes maestros romanos.

 

Principales artistas

Los principales artistas de la época fueron los siguientes:

Sandro Botticelli

Nació en Florencia en 1445 como Alessandro di Mariano Fillipepi Fue acusado anónimamente en 1502, ante la Uffiziali di Notte, la institución ante la cual los ciudadanos Florentinos podían denunciarse mutuamente por crímenes reales o imaginarios, por un acto de sodomía con uno de sus ayudantes. Independientemente que la denuncia fuese basada en hechos ciertos o no, hay un dato significativo de la vida de Botticelli: Nunca se marcho del hogar familiar. Otros detalles que hablen de su sexualidad pueden encontrarse en sus obras: Sus bellísimos ángeles, de sexualidad ambigua, abrazándose entre ellos...

Leonardo da Vinci

Nació en 1452 y a los 24 años fue objeto de una denuncia anónima por practicas homosexuales. La acusación involucraba a un prostituto de 17 años, Jacopo Saltarelli, del cual se decía que había tenido relaciones con varios hombres, incluidos Leonardo y su maestro Verrochio. Aunque todos fueron declarados inocentes, el interés sexual de Leonardo se centraba en hombres más jóvenes, a muchos de los cuales contrataba como ayudantes. Uno de ellos fue Salai que según Vassari era un joven de belleza y gracias extraordinarias, con un hermoso cabello que llevaba en bucles, y que encantaba a su amo. Al parecer Leonardo mimo y consintió a Salai perdidamente. En 1497, ante una carta factura de ropa del muchacho, el pintor escribió, "Esta es la última vez, querido Salai que te doy más dinero". Sin embargo vivió con el otros 18 años más. Formo otras amistades intimas con sus ayudantes, lo que hace pensar que los escogía por su apariencia física. Francesco Metzi vivió con Leonardo hasta su muerte y heredó gran parte de sus bienes.

Miguel Angel Buonarroti

Tenia 57 años cuando conoció a Tommaso Cavalieri en el verano de 1532 en Roma. Hermoso y de aguda inteligencia, Cavalieri tenia poco más de 20 años y procedía de una influyente familia romana. El amor apasionado de Miguel Angel por Tommaso se describe en sonetos que tratan tanto del amor físico como espiritual.

La relación entre Miguel y Tommaso responde al ideal platónico de un hombre maduro que ama a otro mucho más joven. Es posible que Tommaso no respondiera a la pasión del genio. No obstante la relación duro 30 años hasta que el artista murió.

Rafael Sanzio

Nació el 6 de febrero de 1483 en Urbino, su primer maestro fue su padre Giovanni, quien era pintor de la corte de Urbino, pero su adiestramiento formal se lleva a cabo en el taller de Pietro Perugino.

Llego a Florencia en 1504, cuando el Renacimiento llegaba a la cúspide de su esplendor, el pintor busco aprender nuevas cosas en la ciudad, así fue como Miguel Angel tomo la severidad y la fuerza en el dibujo, y de Leonardo el claroscuro esfumado.

En 1548, Rafael dio inicio a una obra importantisima: "Transfiguración"; esta presenta una visión ausente en los anteriores trabajos del artista. No alcanzo a terminarla y el día de su entierro a la cabeza de su ataúd estaba la inconclusa "Transfiguración".

LA PINTURA EN OTROS PAISES EUROPEOS

Impacto del Renacimiento en Europa

El impacto fue el siguiente:

España

Aunque la pintura española de la baja edad media acusa el influjo de las escuelas Sienesa y Florentina, hasta el siglo XVI no puede hablarse de una arte contemporánea renacentista. Algunos pintores españoles viajaron a Italia, mientras que artistas italianos fueron a la Península Ibérica, y este intercambio unido a la influencia de los maestros Flamencos, permitió la divulgación de las nuevas tendencias estéticas.

Portugal

Durante el siglo XVI, Portugal contó con una escuela pictórica que se movió dentro de las normas del arte Flamenco, pero acabo nacionalizándose. Los retratos de la iglesia de San Francisco están firmados por Francisco Enríquez de quien apenas se tiene noticias.

Alemania

En la primera mitad del siglo XVI, Alemania cuenta con varias figuras de primer nivelen la pintura universal. Los artistas trabajan en este país para los burgueses y no para los de la corte, y en el arte del grabado se encuentran abundantes temas civiles para complacer precisamente a esta clase social.

Países Bajos

La influencia italiana también alcanzo a estas tierras, reflejándose en los diversos trabajos de los grandes maestros Flamencos. Avanzando el siglo XVI, como la escuela de brujas había perdido la importancia que tenia, la de Amberes la sustituyó en el lugar que ella ocupaba.

Francia

La pintura Francesa de esta época se caracteriza por la acción de corrientes distintas: La italiana y la flamenca. Aunque en Francia residieron temporalmente Leonardo da Vinci y Andrea del Sarto, en realidad la influencia italiana se produjo en este país a raíz de la llegada de los manieristas que difundieron el estilo de Parmesano y de Rafael.

 Las cruzadas

Se denominaron cruzadas a las expediciones que emprendieron los cristianos de Europa occidental entre los siglos XI y XIII para rescatar a Jerusalén y el sepulcro de Cristo, caídos en poder de los turcos. Se les dio el nombre de cruzadas porque los hombres que tomaban parte en ellas adoptaban como señal distintiva una cruz de tela roja cosida a sus vestidos.

La causa principal de las cruzadas fue la aparición en Oriente de un pueblo musulmán llamado turcos seldyúcidas, quienes luego de destruir el imperio árabe de Bagdad atacaron el imperio bizantino y se tomaron el Asia Menor, dejando amenazada Constantinopla.

En el año 1078 se apoderaron de Jerusalén, lugar que ya se encontraba en manos de los musulmanes árabes, quienes habían respetado los lugares sagrados (como el Santo Sepulcro de Cristo) y permitido las peregrinaciones de los cristianos. Los turcos seldyúcidas o fanáticos persiguieron a los peregrinos e incluso los torturaron. Por esta razón, Tierra Santa se convirtió en un lugar vedado para los cristianos, quienes no pudieron acercarse a la tumba de Cristo.

Se realizaron ocho cruzadas, dos de las cuales fueron preparadas y dirigidas exclusivamente por señores; las otras seis se convirtieron en verdaderas expediciones reales.

El resultado de las cruzadas

• Primera cruzada: decidida en el concilio de Clermont por el Papa Urbano II, dio como resultado la conquista de Jerusalén y la creación de un reino francés en Palestina.

• Segunda cruzada: se emprendió para auxiliar a los franceses de Palestina amenazados en Jerusalén. Dio como resultado el inútil asedio de Damasco.

• Tercera cruzada: fue provocada por la toma de Jerusalén por el sultán egipcio Saladino.

• Cuarta cruzada: fue organizada por los señores franceses y venecianos, dando como resultado la toma de Constantinopla, la destrucción del imperio griego y la creación de un imperio latino que duró casi medio siglo.

• Quinta cruzada: dirigida por el señor francés Juan de Brienne y el rey de Hungría. No dio ningún resultado.

• Sexta cruzada: tuvo la particularidad de que el jefe de la expedición estaba excomulgado, y en vez de atacar a los musulmanes negoció con ellos, obteniendo que los peregrinos pudiesen visitar Jerusalén.

• Séptima cruzada: tenía por objetivo Egipto, centro de un poderoso estado musulmán, pero los cruzados fueron sorprendidos por una crecida del Nilo, diezmados por una epidemia y atacados por los musulmanes, por lo que debieron rendirse.

• Octava cruzada: también llamada cruzada de Túnez, terminó con la muerte de Luis de Francia (más tarde San Luis), víctima de la peste.

La baja Edad Media

En esta época la vida urbana y las ciudades prácticamente desaparecieron, como consecuencia de las invasiones y la implantación del régimen feudal. Pero a partir de los siglos X y XII, la roturación de tierras, el incremento de la población y el aumento de los rendimientos agrícolas generaron un excedente tanto de mano de obra como de producción agrícola, que revirtió el desarrollo de las ciudades. Surgió así una nueva clase de comerciantes y artesanos, llamada burguesía que impulsó el intercambio entre el campo y la ciudad, permitiendo la apertura de rutas comerciales entre regiones alejadas. Estos hechos fueron decisivos para la expansión territorial de los reinos cristianos y el desarrollo del comercio marítimo.

En esta etapa de la Edad Media uno de los hechos más destacados lo constituyó el ideal religioso de defensa de los Santos Lugares (donde había vivido Cristo) conquistados por los musulmanes, lo que se vio reflejado en la realización de una de las mayores empresas de la cristiandad medieval: las cruzadas. Ellas sirvieron para aumentar los límites del poder europeo, desarrollar el comercio mediterráneo y aliviar la presión musulmana sobre el imperio bizantino.

La primera cruzada tuvo lugar en el siglo XI por autorización del Papa Urbano II y culminó con la conquista de Jerusalén por los expedicionarios. Más tarde, en los siglos XII y XIII, se llevaron a cabo nuevas cruzadas, que dieron como resultado la fundación de efímeros reinos cristianos en el cercano oriente, que terminaron en poder de los turcos otomanos.

Dentro de la expansión territorial de Europa se destaca la colonización de los alemanes en el este del continente y el avance de la reconquista en España, empresas cuyo gran sentido religioso propició el surgimiento de las órdenes de caballería.

En el siglo XII las monarquías europeas empezaron a imponer su autoridad sobre los señores feudales, para lo cual se aliaron con la burguesía de las ciudades.

Los estados instituyeron nuevas organizaciones políticas, llamadas cortes o parlamentos, que aprobaban las leyes e impuestos que debían aplicarse en todo el territorio de los respectivos reinos.

Durante el reinado de Felipe II Augusto, en Francia se desarrolló una política de centralización y expansión de la Corona hacia los ducados (estado gobernado por un duque) independientes. En Inglaterra, en tanto, se redactó la Carta Magna, primera expresión de las bases institucionales por las que el poder inglés quedó regulado y sometido a las cámaras parlamentarias.

Durante la segunda mitad del siglo XII, el emperador alemán Federico I Barbarroja impuso su poder sobre el papado de Roma; pero a finales del siglo el Papa Inocencio III logró imponer el poder de la iglesia sobre todos los reinos cristianos.

A lo largo del siglo XIV tuvo lugar una profunda crisis económica, social y espiritual, detonada por factores como el aumento demográfico, las revueltas campesinas contra los señores, la guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra, la gran epidemia de la peste, y la división de la Iglesia católica conocida como Gran Cisma, cuando había simultáneamente dos o tres papas rivales.

El debilitamiento del sistema feudal y la estructura gremial repercutió en una mayor libertad comercial, que poco a poco dio paso a la conformación del sistema económico capitalista.

La caída de Constantinopla en poder de los turcos otomanos en el año 1453 significó el cierre de las actividades comerciales con el Mediterráneo oriental, por lo que la burguesía europea tuvo que buscar nuevas rutas comerciales hacia el oeste, fomentando así el desarrollo de las técnicas de navegación que posteriormente facilitarían los grandes descubrimientos geográficos

La Alta Edad Media: época carolingia y el desarrollo del feudalismo

La dinastía carolingia se mostró capaz de extender su influencia a la mayor parte de Europa occidental.

El rey Pipino el Breve se dedicó a ampliar los límites de su reino y desde entonces la Galia constituyó una unidad territorial en manos de una sola corona. Sin embargo, fue su hijo Carlomagno, sucesor del trono, quien llevó el reino de los francos a su mayor desarrollo. A lo largo de sus campañas militares derrotó a los lombardos y anexó Italia a la esfera política de los francos. Del mismo modo, sometió a sajones, frisones, bávaros y ávaros. Estableció un sistema de control y tributación sobre los pueblos eslavos residentes en las fronteras de su reino y detuvo la expansión del Islam al sur de los Pirineos. Así, Carlomagno fue proclamado como defensor de la cristiandad europea y de la Iglesia. Durante su reinado Europa experimentó un notable desarrollo cultural, conocido con el nombre de Renacimiento carolingio, en que se construyeron escuelas de enseñanza en catedrales y monasterios e incluso en su propia corte.

Cuando falleció Carlomagno, lo reemplazó en el poder su hijo Luis I (Ludovico Pío); pero la creciente influencia de la nobleza y el aumento de las relaciones feudales fueron propiciando el debilitamiento de la monarquía y la unidad política. Posteriormente, las luchas por la igualdad de herencia y reparto territorial entre los hijos de Luis I precipitaron la separación del imperio fundado por Carlomagno.

En el año 843, el Tratado de Verdún definió las fronteras de los reinos asignados a los hijos de Luis I, surgiendo tres entidades: el reino de Lotario I, a quien también correspondió el título imperial, el de Luis el Germánico y el de Carlos el Calvo. Esta división se mantuvo entre los distintos sucesores de origen carolingio y se disgregó con la abdicación de Carlos III el Gordo en 887, rey que había conseguido la unificación de casi todos los territorios del imperio franco. Tras su desaparición se crearon seis reinos independientes, que fueron Francia, Italia, el reino franco oriental (Alemania), Provenza, Borgoña y Lorena.

Nueva oleada invasora

En España, los musulmanes constituyeron durante el siglo IX una fuerza política unitaria y expansiva. Sin embargo, aunque se fundaron reinos cristianos, la tolerancia entre estos y los musulmanes prevaleció por varios siglos. En este período de dominación árabe, la vida económica, las artes y las ciencias alcanzaron un gran esplendor Asimismo, se produjo una segunda oleada invasora de los pueblos bárbaros procedentes del norte, tales como noruegos, suecos y daneses, conocidos con el nombre de vikingos o normandos. Ellos efectuaron una serie de ataques e invasiones especialmente dirigidos a las costas de Europa occidental.

Los ataques de los daneses se sucedieron a lo largo de la costa, provocando graves daños en el imperio carolingio y también en España, donde fueron detenidos tanto por los musulmanes como por los reyes católicos del norte de la península.

Los vikingos lograron igualmente penetrar el interior de Europa, alcanzando París y otras ciudades del continente.

A fines del siglo IX, un pueblo conocido como húngaros o magiares atacaron las fronteras orientales de Europa y ocuparon la zona del Danubio, desde donde realizaron incursiones a Italia, Francia y Alemania.

La desintegración del imperio carolingio y las nuevas oleadas invasoras dejaron al occidente europeo en una situación de grave deterioro político y económico. Dicha situación duró hasta el siglo X, cuando se estableció el Sacro Imperio Romano Germánico, que determinó la restauración del orden de la Europa central.

En el siglo X (987) se reemplazó para siempre la dinastía carolingia. En esta misma época los reinos cristianos de la península ibérica iniciaron una lenta recuperación y un avance frente al Islam.

Fue en el transcurso del siglo XI cuando las continuas guerras, las sucesivas oleadas de invasores y otros hechos que incidían en la seguridad de las poblaciones, determinó el establecimiento del feudalismo, cuyas raíces se remontaban a los últimos tiempos del Imperio Romano

Conclusiones generales

Bueno la edad media transcurre desde la desintegración del imperio romano. Nosotros cuando escuchamos hablar de mundo medieval o edad media, pensábamos inmediatamente en banquetes en grandes castillo, en campesinos trabajando las tierras o en caballeros peleando con sus armaduras puestas, pero en realidad no es eso lo que caracterizo a esta edad sino que fue todo un conjunto de cosas que llevo a tener gran relevancia en nuestros tiempos de ahora y a ser estudiados por nosotros.

La edad media fue una época de grandes transformaciones que empezó en la Europa occidental después de que las tribus germánicas invadieran el imperio romano en el siglo V y lo en pequeños reinos. El comercio se paralizo, las comunicaciones se interrumpieron, el saber de los antiguos se perdió y la gente volvió a vivir de la agricultura y este primer periodo que acaba con la aparición del estilo románico y con la consolidación del sistema feudal se denomina como la alta edad media.

Otra cosa también fue que la iglesia fomenta la enseñanza, se normalizo el comercio entre las ciudades que también aumentaron en tamaño y población y empezó a construirse las primeras catedrales góticas este segundo periodo se llama la baja edad media y termino hacia el siglo XV que es cuando aproximadamente comenzó el renacimiento.

La edad media también se caracterizo por su sistema social y económico conocido como feudalismo que era fielmente un sistema de sometimiento muy grande aunque no es defina en los libros así ya que ahí es define como un sentido mas estricto de un sistema económico, social y político marcado por la revelación de dependencia de un hombre ( vasallo) respecto a otro (señor).

El vasallo juraba servicios, fidelidad y no agresión al señor, mientras que el señor se comprometía a cederles tierras y le garantizaba su seguridad esto era entre comillas bueno para el vasallo ya que el señor les daba tierras pero el tenia que realizarles trabajos gratis y además darle parte de sus cosechas y animales al señor, pero este sometimiento también era producto de las mismas personas que incitaban a los señores a someterlos.

En general estas dependencias personales que marcan a esta sociedad desde el rey hasta los campesinos nacían de un acto solemne que era una ceremonia sacramental rodeada de formalidades. El vasallo juntaba sus manos con las del señor y le juraba serle fiel y declaraba convertirse desde ese momento en un hombre a su servicio o sea ser un sometido hacia él.

También tiene una gran relevancia la vida urbana aquí sobresalía la industria y el comercio, las industrias se caracterizaban por las asociaciones y los gremios , el comercio que en general era bueno y fue lo que llevo a esta edad a salir adelante y que fuera creciendo aprisa ya que eran centros de intercambio con las otras ciudades.

También estaban las cruzadas hubieron 8 cruzadas dos de las cuales fueron preparadas y dirigidas por señores; las otras seis se convirtieron en verdaderas expediciones reales. Mas que nada las cruzadas eran expediciones que emprendieron los cristianos de Europa occidental para rescatar a Jerusalén del poder de los turcos.

También la iglesia tenia un rol importante en la enseñanza que estaba en manos del clero esta enseñanza se dictaba en latín y era gratuita las escuelas estaban abiertas a todo el mundo y con esto personas muy pobres pudieron educarse.

Aquí viene los más importante de la edad media y que incluso daría para hablar o hacer otro trabajo aparte ya que son muchas cosas que caracterizan y hacen la reforma, pero la conclusión pude obtener es la siguiente el 31 de octubre de 1517, un monje augustino llamado Martín Lutero hizo surgir un movimiento que pedía reformas en el seno de la iglesia católica que es llama reforma, la iglesia era entonces muy poderosa pero muchas personas como Lutero pensaba que estaba corrompida y que solamente pensaban en su afán de riqueza. Martín Lutero fue condenado por el Papa, Lutero empezó a organizar su propia comunidad religiosa que más tarde se llamo protestantismo por que sus miembros protestaban por los abusos de la iglesia. El protestantismo se extendió por todo Europa y la iglesia se defendió por un medio de movimiento llamado contrarreforma que se caracterizo por la intolerancia que además fue comienzo de guerras y persecuciones.

Martín Lutero fue el inspirador de la reforma censuró la venta de bulas y afirmo que los pecados no se perdonaban dando dinero a los curas sino que solo la fe salvaba alas personas.

Yo creo que esto hasta los días de hoy se sigue luchando para que la iglesia no tenga tanto poder aunque no como antes porque desde eso tiempos hasta ahora la iglesia a cambiado mucho pero igual puede seguir cambiando para mejor por supuesto

Otra cosa también es el El Renacimiento, es la consecuencia de un interés por el pasado grecorromano, con el cual se buscaba volver a dar vida a los ideales que habían inspirado a aquellos pueblos. De este movimiento surgieron las grandes figuras como Leonardo da Vinci , Rafael y Miguel Ángel, que son los que mantienen viva nuestra admiración a través de los tiempos.

Italia es donde surge el Renacimiento en los siglos XIV, XV y logra su mayor apogeo a principios del siglo XVI. Este se extiende por Europa lentamente gracias a la creación de universidades, escuelas y de las grandes construcciones como El Escorial o El Louvre.

Cuando entre en Italia el Renacimiento, se trata de buscar la forma tridimensional y desechar el arte puramente lineal. En el quettrocento, en Florencia la pintura se vivió en un momento culminante con la aparición de los primeros artistas y de las distintas escuelas. El cinquecento representa la época más brillante del arte universal, donde aparecen todos los grandes artistas.

Sandro Botticelli nació en Florencia en 1445 y fue acusado anónimamente por actos de sodomía con uno de sus ayudantes, en sus obras se pueden encontrar detalles que demuestran su verdadera sexualidad.

Leonardo da Vinci nació en 1452 y a los 24 años también fue acusado ante el tribunal por tener relaciones sexuales con sus ayudantes. Francesco Metzi vivió con Leonardo hasta su muerte y heredo gran parte de sus bienes.

Miguel Angel Buonarroti conoció a Tommaso Cavalieri cuando tenia 57 años, esta relación responde al ideal platónico de un hombre maduro que ama a uno mucho más joven.

Rafael Sanzio nació en Urbino un 6 de febrero de 1483, llego a Florencia cuando el Renacimiento estaba en la cúspide. Nunca alcanzo a terminar su obra "Transfiguración", pero cuando murió a la cabeza de su ataúd se encontraba la inconclusa obra.

El impacto del Renacimiento en países como: España, Portugal, Alemania, Países Bajos y Francia, fue bastante duro, ya que los artistas de esos países emigraron a Italia y luego regresaron a sus países a imponer el Renacimiento italiano.

Lo que se quería demostrar con este trabajo, es la importancia que tuvieron los siglos XIV, XV, XVI y XVII, para que en la actualidad no seamos unos ignorantes sin ningún tipo de cultura

Al final del medioevo decae el feudalismo y surge la burguesía, a la par se empiezan a desarrollar la filosofía y las letras. Resurgen las ciudades después de las cruzadas y el capitalismo empieza tomar cuerpo. Este es el panorama al final de la Edad Media

Bibliografía

Icarito y enciclopedia larousse




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Enviado por:Pakto
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