Siempre se ha presentado a Hitler como un hombre ávido de poder. Nada más lejos de la realidad. Hitler detestaba la política. .Él se veía a sí mismo con una misión que cumplir y que, al finalizarla, se dedicaría exclusivamente al arte. No disfrutó nunca de su ejercicio como mandatario ni como conductor de la guerra:
"Cuando vuelva la paz, empezaré por pasar tres meses sin hacer nada. Abandonaré instantáneamente el mando de la Wehrmacht."
"Me dediqué a la política contrariando mis aficiones. Por lo demás, sólo veo en ella un medio que conduce a un fin. Hay gentes que creen que me sería duro quedarme sin la actividad que tengo ahora. Se engañan enormemente, ya que el día más hermoso de mi vida será el que deje detrás de mí la política, con sus disgustos y su esclavitud. Cuando concluya la guerra, tendré la sensación de haber cumplido con mi deber y me retiraré. Querría entonces consagrar cinco o diez años a dar lucidez a mi pensamiento y objetivarlo en forma de obra escrita."
"Si hubiera existido alguien capaz de realizar la obra a que yo me he consagrado, no habría emprendido nunca el camino de la política. Me atraían más las artes o la filosofía. La preocupación que siento por la existencia del pueblo alemán me obligó a esta actividad."
Adolf Hitler y la Justicia
Con ocasión del atentado del 20 de Julio de 1944 se dijo que Hitler pensó más aún que era una especie de elegido por los dioses. Pero, a pesar de que Hitler mencionaba a menudo a la Providencia (nunca directamente a Dios, pues Hitler no era muy creyente) en una ocasión dijo:
- No soy, indudablemente, un hombre brutal por temperamento. y por ello me comporto únicamente como un hombre guiado por su razón. He arriesgado mil veces mi vida y si hasta ahora he salido bien librado, se lo debo a mi suerte.
Con respecto a la guerra, en la misma conversación dijo:
- Puede apenarme personalmente, e incluso puede conducirme a errores que se reconocerán más tarde, pero es absolutamente imposible actuar de distinta manera. Hitler en más de una ocasión dijo que era contrario a la pena de muerte:
- Cuando los jueces condenan a muerte y me incitan a usar mi derecho de gracia, me ponen en un gran aprieto.
Sin embargo, cuando se trataba de juzgar a un asesino Hitler lo tenía más claro. En una ocasión le pidieron que interviniera en un juicio contra unos jóvenes que violaron y después asesinaron a una mujer. Hitler le dijo:
- ¿Está usted loco solicitándome gracias en casos semejantes? Se lo ruego, en tales ocasiones no me consulte. Solo cabe una cosa: ejecutar la sentencia.
El mismo día dijo también:
- Admito que sea indulgente con los jóvenes que cometen accidentalmente una tontería.
A Hitler le gustaba a menudo hablar sobre la justicia. Es curioso que un hombre como Hitler no soportara en absoluto el sufrimiento ajeno. Ciertamente la siguiente frase resulta muy curiosa para ser pronunciada por Hitler:
- Se sabe de jueces del tribunal de la Inquisición que tenían a gloria haber hecho quemar veinte o treinta mil hechiceras. La larga experiencia de tales horrores tiene que dejar huellas indelebles en un pueblo.
Una frase que quizá puede resumir su forma de actuar con respecto a la justicia pueda ser esta:
- En la misma medida en que soy partidario de que haya un máximo de equidad en el orden social establecido, siento el derecho de juzgar con un rigor despiadado al que pretenda socavar este orden.
Más frases de Hitler que resultan curiosas:
- No pienso que un hombre debe morirse de hambre porque ha sido adversario mío.
- Gracias a Dios, siempre he evitado el perseguir a mis enemigos.
- Estoy en contra de la pena de muerte porque es irreversible.
Como vemos, son frases que bien pudieran ser pronunciadas por cualquier activista actual de Amnistía Internacional. ¿Contradicciones de Hitler ? Probablemente. Pero también es cierto que Hitler no está entre nosotros para defenderse.