Lenguaje, Gramática y Filologías
Teoría de la Argumentación
ARGUMENTACIÓN Y LINEAMIENTOS METODOLÓGICOS PARA LA META COMPRENSIÓN DE LA TEORÍA DE LA ARGUMENTACIÓN
Resumen
Introducción
Nociones y conceptos básicos
Antecedentes de la Teoría de la Argumentación
Del argumentar y el investigar
Técnicas y estrategias
Conclusión
Bibliografía
“Hallabanse dos querellantes en disputa, ante la imposibilidad de lograr un acuerdo deciden acudir donde los jueces. He aquí que su situación se ve modificada, ya no importa quien tenga la razón, los jueces se la otorgaran al que mejor argumente” Diálogos -Platón
RESUMEN
En el presente artículo presentaremos una reflexión valorativa del acto de argumentar y su importancia como factor determinante en los procesos de la investigación formativa que se realiza durante los primeros semestres en la universidad. Para el logro de este propósito haremos una exploración del término y de la teoría de la argumentación. Precisaremos el concepto y otros correlacionados, y finalmente expondremos, algunas estrategias que faciliten el desarrollo de la competencia argumentativa.
Hoy nos encontramos ante una situación que afecta todo el currículo académico. Es urgente la necesidad de educar y formar a nuestros alumnos para que respondan ante una sociedad que es cada día mas cambiante, donde existe una creciente demanda social de habilidades de aprendizaje como un elemento indispensable de la educación, lo cual exige de los alumnos que no sólo estar bien informados sino que también sean capaces producir conocimientos y de aprender con mayor eficacia, la herencia cultural. Es así como podemos afirmar que hay una especie de acuerdo mundial respecto a que el aprendizaje escolar no debe ser una mera acumulación de información, sino más bien, producción e integración de lo nuevo con lo antiguo y que, modifique la organización de éstos últimos, si es preciso. Se considera que esta integración y reorganización de conocimientos debe afectar tanto al "saber algo sobre algo", como "saber qué hacer y cómo con lo que se sabe sobre algo" y "saber cuándo hacerlo". Es decir saber hacer en contexto y desarrollar conocimientos sobre las condiciones en qué va usar lo que se sabe.
Entonces “La argumentación, como competencia básico debe utilizarse en una serie de situaciones escolares, en todas las áreas del currículo, tanto en la educación básica como en la educación media o superior”. Enric Valls
INTRODUCCION
El presente documento presenta los lineamientos para la meta-compresión de la teoría de la argumentación desde la lógica proposicional en la formación del pregrado y en especial, para quienes realizan estudios en derecho y ciencias políticas, constituye una aproximación epistemológica a la teoría de la argumentación.
Hoy es absolutamente necesario abrir espacios académicos en torno a temas relacionados con la teoría de la argumentación, mucho más si admitimos que el derecho es ante todo un sistema de argumentación. La teoría de la Argumentación no es en ningún caso un tema de sofisticación meramente académico, sino una necesidad de la cual participan por igual los teóricos, los interpretes y los mismos litigantes del derecho.
La adopción de metodologías de interpretación cada vez más complejas por nuestros jueces, particularmente por aquellos pertenecientes a la jurisdicción constitucional, hace necesario aprender los secretos del arte de persuadir y de convencer. La argumentación es un tipo de exposición que tiene como finalidad defender con razones o argumentar una tesis, es decir una idea que se quiere probar. Luego entonces, esta es una actividad cotidiana y necesaria en la vida de todo tipo de profesional, aún para los no abogados.
En la actualidad la Universidad, viene gestando un proceso fuerte que apunta a convertirla en una de las instituciones más importantes del país. Asunto que se encuentra consagrado en la Ley 30 de 1.992 - que define las políticas de la educación superior en Colombia- reza en uno de sus objetivos: “profundizar en la formación integral de los colombianos, dentro de las modalidades y calidades de la Educación Superior, capacitándolos para cumplir las funciones profesionales, investigativas y de servicio social que requiere el país”. De igual manera, la Ley 80 de 1980 que sitúa la investigación como “actividad fundamental de la educación superior”.Por lo tanto, el Proyecto Educativo institucional, y más concretamente, en forma explícita, su misión y visión institucional, deben consagrarse al logro del mencionado propósito.
Situación que nos lleva a pensar seriamente, a todos los académicos, que tal pretensión, sólo es posible en la medida en que crean las comunidades de indagadores desde las aulas, desde la formación del pregrado, desde el ejercicio de la docencia con responsabilidad en la investigación y la inserción de los postgrados a las políticas de extensión, a la comunidad.
Todos sabemos y lo hemos repetido muchas veces, que la forma más importante del quehacer universitario es la docencia, la extensión y la investigación; sin estos tres pilares no se puede avanzar en la consolidación de una cultura académica y mucho menos, cumplir con los estándares de calidad, exigidos por el Ministerio de Educación Nacional. Por lo tanto, es un deber de todos los docentes, incorporar en el currículo, las actividades propias de la investigación que le permitan al estudiante universitario, no importa el nivel que se encuentre, asumir un compromiso mayor con sus aprendizajes y que redunde en un mejor desempeño como futuro investigador.
De acuerdo con lo planteado hasta ahora, es preciso recordar, que el acercamiento del hombre al conocimiento, consiste en un proceso que se hace desde el lenguaje y mediante el intercambio comunicativo con los demás seres sociales. El hombre se relaciona con el mundo no como una conciencia aislada, lo hace desde una comunidad de hablantes, que reciben saberes de otras comunidades distantes en el tiempo y el espacio. Por otra parte, el mundo del que se ocupa el hombre le viene temporalizado por el lenguaje y, por ello, todo discurso ha de ser un ir y venir, a través del lenguaje, es decir, un diálogo.
Tenemos, entonces, que sin el conocimiento teórico y la sabiduría práctica, no es posible formar una verdadera cultura de investigadores, como lo sugiere Charles Sand Pierce. De ahí que, la universidad no puede ser otra cosa que una comunidad de buscadores, al servicio de la humanidad. En ella, por encima de todo, se debe enseñar a investigar cooperativamente y a pensar nuestra realidad sobre la base de encontrar soluciones a los múltiples problemas del entorno. Una comunidad en donde por encima de cualquiera otro objetivo, los otros no sean vistos como competidores que amenazan mis logros, sino como interlocutores validos, con intereses plurales y por qué no, legítimos, pero, muchas veces contrarios a mis pretensiones.
La Universidad, pues, ha de enseñar a investigar, investigando, pero ha hacerlo mediante el diálogo, el debate abierto, ha de educar a sus estudiantes a ser capaces de defender sus conocimientos, creencias, presentando razones validas y teniendo en cuenta los argumentos. Por lo tanto, es tarea fundamental de todos los humanistas transformar la universidad, en una comunidad alta pertinencia social, de argumentadores éticos, en la que, cada cual se esfuerce por presentar sus tesis, siempre en procura de alcanzar acuerdos comunitarios a través de la comunicación, es decir, logrados solamente, con la fuerza de la sus argumentos.
Ahora bien, los académicos sabemos, que una comunidad de alta calidad y pertinencia institucional no se construye de la noche a la mañana, se necesita planear a mediano y largo plazo, y buscar alternativas viables en pertinencia que permitan superar nuestro atraso en investigación y no con simples seminarios improvisados como ocurre en la actualidad. Es preciso gestar una política académica que redunde en la capacitación de los docentes, no sólo ofreciendo maestrías y doctorados, sino también en la practica de la argumentación y la racionalidad practica, o ética profesional.
La reconstrucción del país es tarea de todos, y contribuir a pensar una nación distinta, a la que nos ha tocado vivir, debe ser también una tarea colectiva. En tal sentido, las cátedras de humanidades presentes en el currículo deben abrir el espacio para la discusión en torno al tipo de democracia que necesitamos para vivir en paz y armonía. Sin eludir el debate abierto, la confrontación ideológica, la diversidad crítica sobre la concepción de la democracia y sus implicaciones sociales, que requiere la nación. Tal currículo debe profundizar en los saberes específicos, propias de las disciplinas del conocimiento científico y tecnológico. Pero sin descuidar el interés por las humanidades y por supuesto: la racionalidad de la práctica argumental.
Colombia es una sociedad desgarrada por violencia, la corrupción, la irracionalidad ideológica y la indiferencia de la casta dirigente, La pobreza y lo que es peor, educada con muy bajos niveles de calidad, por déspotas ilustrados, burócratas de la educación, insensibles ante una realidad que es peor que la que registran los medios como señala Gabriel García Márquez.
Introducir en el currículo la asignatura de Teoría de la argumentación debe constituirse en un propósito académico en todos los planes y programas, puesto que debemos convencernos que es por medio del diálogo, la acción comunicativa, la argumentación y el humanismo, como se lograran los acuerdos básicos que harán posible la construcción una nueva sociedad, fundamentada en la justicia social y el progreso económico. Por lo tanto, debemos asumir, que el salto al futuro, sólo es posible investigando la razón de nuestro atraso y reconociendo las dificultades de nuestro contexto sociocultural.
Todos coincidimos, en la urgencia de crear una cultura de investigación que desde el aula se proponga hipótesis pertinentes que contribuyan al logro de una visión compartida: una Universidad dialógica, constructora de paz y de progreso a través de la investigación.
Por lo tanto, en derecho, las ingenierías, las licenciaturas, los programas de salud, las económicas y administrativas, los publicistas y comunicadores sociales, en general los planes y programas universitarios, no es lícito centrar su objeto de estudio sólo en las propedéuticas técnicas o tecnológicas, es preciso centrar la atención en las diferentes dimensiones del ser humano, y una de ellas es la formación argumental.
NOCIONES Y CONCEPTOS BÁSICOS
La argumentación es un tipo de exposición que tiene como finalidad defender con razones o argumentos una tesis, es decir, una idea que se quiere probar o sustentar una hipótesis. Es también el arte de organizar razones para persuadir o disuadir a un auditorio; disciplina que estudia las técnicas discursivas que permiten persuadir o disuadir a una o muchas personas sobre la tesis que propone un orador o escritor.
La argumentación es una actividad cotidiana y necesaria en la vida de todo profesional, sea este abogado, médico, ingeniero, administrador, vendedor, banquero e incluso el hombre de la calle. Todo aquel que crea que debe defender con éxito sus ideas o refutar los de otro oponente necesita desarrollar la destreza argumentativa. Por tanto la formación universitaria exige el desarrollo de tal competencia argumentativa, desde el ingreso a los primeros semestres hasta la culminación de estudios del postgrado, se debe capacitar en la teoría de la argumentación y las modernas practicas argumentativas.
“Argumentar es un juego del lenguaje y del pensamiento, es decir, una práctica lingüística sometida a reglas” (Wittgestein) que se produce en un contexto comunicativo mediante el pretendemos dar razones ante los demás o ante nosotros. Las razones que presentamos para justificar un hecho o dicho de otra manera, pretender tener validez intersubjetiva o susceptible de crítica y precisamente a través de ella llegar a cuerdos comunicativos.
Argumentar es acto de habla complejo, requiere por lo menos de dos actos, uno que funciona como tesis y el otro que opera como argumento o premisa para una conclusión. Un argumento por el contrario es un micro acto de habla, por lo tanto es menos complejo y su propósito es ilustrar, sustentar, justificar, aclarar, explicar. Cuando un argumento es incorrecto o sus razones son insuficientes, apresuradas o dudosas estamos frente a una falacia.
Argumentar bien es expresar con claridad, coherencia, precisión y pertinencia las ideas para que los demás nos comprendan y acepten nuestras tesis. Se aprende a argumentar bien ejercitando la lógica informal. La argumentación, consta de tres momentos o etapas fundamentales: la introducción de la idea que se pretende defender, el desarrollo o argumentación global y la conclusión, en la que se confirma la tesis.
Oratoria es el conjunto de técnicas vocales que nos permiten expresar de manera elocuente nuestras ideas. El recurso más importante de la oratoria es la vocalización: énfasis de voz y fluidez en la expresión. La argumentación en cambio, es lo dicho, lo enunciado con forme a una lógica del pensamiento. Sin duda, un buen registro de voz, el uso apropiado del léxico, respectando las reglas sintácticas, pronunciando correctamente, haciendo inflexiones de voz o entonaciones apropiadas nos permiten presentar las ideas cualquiera que sean como si en verdad fueran importantes.
El diccionario de la Real Academia define la elocuencia como “Facultad de hablar o escribir de modo eficaz, para deleitar, conmover o persuadir. Eficacia para persuadir o conmover que tienen las palabras, los gestos, los ademanes y cualquier otra acción o cosa capaz de dar a entender algo con viveza”. Teniendo como referencia estas definiciones podemos inferir que la elocuencia es una facultad que poseen no todas las personas, por lo tanto, no es pensable pretender que todos lo seamos, tal pretensión es una mera utopía. Sin embargo, todos podemos convertirnos en buenos argumentadores si expresamos con claridad y sobre todo, si estudiamos las reglas de la lógica discursiva; en otras palabras, argumentamos en forma convincente cuando utilizamos las razones apropiadas para expresar y sustentar nuestra tesis.
Según Habermas “La argumentación es un acto de habla, es un medio para conseguir un entendimiento lingüístico, que es el fundamento de una comunidad intersubjetiva donde se logra un consenso que se apoya en un saber proporcional compartido, en un acuerdo normativo y una mutua confianza en la sinceridad subjetiva de cada uno”. Al respecto dice el mismo autor que los sujetos capaces de lenguaje y de acción deben estar en condiciones no sólo de comprender, interpretar, analizar, sino también de argumentar según sus necesidades de acción y de comunicación. Por lo tanto es urgente que desde la escuela básica, colegio y universidad se enseñen los secretos de la argumentación y las reglas de la lógica discursiva.
La argumentación es razonamiento, inferencia, demostración y esencialmente el propósito es convencer, hacer cambiar de ideas, actitudes, acciones, decisiones de un interlocutor. Ella fue cultivada en la antigüedad por los griegos, Cicerón, Marco Tulio (106- 43 a J.C.) refinó el arte de la composición, la ironía, la inventiva y la argumentación en sus discursos políticos, lo que le proporcionó la admiración no sólo de sus contemporáneos sino también de los intelectuales clásicos modernos que estudian sus tratados y sus cartas; siendo los Sofistas los más grandes exponentes, del arte de argumentar, aunque su error fue su desprecio por la verdad. De ahí las demoledoras críticas de Sócrates, Platón y Aristóteles.
Son incontables los eventos en los que se discute o se cuestiona de manera imprecisa o poco clara, donde opera el razonamiento práctico para lograr acuerdos, aún ahí, se debe tener en cuenta que, en la demostración, como en la deliberación crítica se requiere de la argumentación, es decir organizar las razones a favor o en contra del problema o tesis que se defiende.
Educar en la argumentación para aprender a no confundir las causas o motivos de acción con las razones que podrían justificarlas, sólo estás son susceptibles de crítica interpersonal. Tomemos un ejemplo: cuando le preguntamos a un estudiante universitario por qué no lee, este contesta que “porque no le gusta”. ¿Es está una buena razón? o es, ¿Es una razón valida?.
Será que el hecho de que no le guste, sólo causa que no lea, y lo que es peor, viva de espaldas al mundo, con los ojos cerrados al todo el conocimiento del mundo. Se desea con esta pregunta que, dé una buena razón para no leer. Es decir debe tratar de probar que leer no es bueno. Es seguro que si lo intenta, quienes si leen y gozan con sabiduría contenida en los libros, podríamos probarle que está en un error. Como vemos, una buena razón puede en determinado momento justificar una acción o unas creencias, aunque ésta no se deduzca necesariamente de aquella. Por eso, la mayoría de nuestras decisiones, aun siendo razonables escapan de al carácter necesario de deducibilidad lógica.
Cuando argumentamos, proferimos un conjunto de expresiones lingüísticas conectadas en forma lógica y de tal forma entre ellas hay una coherencia. Argumentar es, entonces, un conjunto de razones, de proposiciones utilizadas en un proceso comunicativo, llamadas premisas, que justifican o apoyan otra, llamada conclusión, que se deduce, de algún modo, de aquella. Toda argumentación supone un grupo de razones ordenadas en donde la conclusión se infiere de una premisas y el nexo que hay entre éstas y aquellas se denomina inferencia.
Sin duda esta competencia es fundamental para alcanzar la paz en un país como el nuestro azotado por la violencia, infectado de intolerancia, como resultado de la intolerancia ideológica y política. No olvidemos que la convivencia pacífica también se puede enseñar desde el hogar, la escuela y la universidad; siendo la argumentación el mejor mecanismo para el diálogo civilizado en el que se expongan las proposiciones y las tesis para la discusión y la búsqueda de soluciones a los graves problemas que aquejan a la toda nación.
Hoy el uso es múltiple, se argumenta en política para proponer la construcción de sociedades más justas, argumenta el vendedor para promocionar sus artículos, el jurista para ganar un pleito, líder para conseguir seguidores, el científico para defender sus hipótesis, el profesor para convencer a los jóvenes de la importancia de ser agentes de una revolución cultural y moral en Colombia, el padre de familia para persuadir a su hijo de la importancia de la formación en la universidad, etc.
Pero, para tener éxito en la argumentación o en cualquier actividad que requiera del buen uso del discurso o del debate hay que leer mucho, comprender e interpretar los textos, y en caso de los profesionales, estos deben leer y asimilar grandes cantidades de información científica o tecnológica, teniendo siempre una actitud crítica.
Argumentar es una actividad imprescindible a la hora de presentar los resultados de un trabajo de investigación. En todos los casos una buena sustentación se aprende leyendo esencialmente a los grandes clásicos, por ser estos verdaderos tratados de lógica humanista. Convencer a un jurado calificador de una monografía, una tesis o un trabajo de indagación resulta fácil si se ha entrenado en la competencia argumentativa.
Convencer es el fundamento de la argumentación y se logra por medio de la deducción o la inferencia, de esta manera se consigue explicar unos conocimientos por medio de otros, de tal manera que las tesis son comprobadas racionalmente con fundamento en afirmaciones o negaciones, falseadas o verificadas. Por eso, Tanto a Kant, como a Popper, les preocupó el tema de la argumentación, el buen uso de ella y recomendaron, que sí queremos conformar una sociedad razonable es necesario que aprendamos a distinguir con claridad lo que es un conocimiento científico, de las simples creencias y convicciones personales, políticas o religiosas no fundamentadas.
A esta tarea se consagró Popper y se le ha llamado “Problema de la demarcación”, y a ella dirigió Popper toda su atención. La demarcación implica entender muy bien lo que es un razonamiento científico, porque no se trata de cómo creyó el positivismo moderno un conocimiento verdadero, e inconmovible. Siguiendo la tradición kantiana el hombre no está en la posibilidad de acceder a dicho conocimiento, de ahí que el arte de organiza las razones para convencer, aún tiene vigencia.
Razonar es un proceso mental que permite relacionar ideas o juicios. Siempre que partimos de dos premisas o afirmaciones que determinan una conclusión tenemos entonces una inferencia. La conclusión puede presentarse al comienzo, en la mitad o al final del texto. En todos los casos las premisas son el punto de partida de la inferencia y el fundamento para la conclusión.
El razonamiento es un proceso lógico que conduce al conocimiento verdadero a través de razonamientos válidos regidos por normas. Un razonamiento es analógico cuando se basa en la comparación y la relación existente entre los elementos; el razonamiento deductivo, contrario al inductivo, implica extender a casos particulares las situaciones contenidas en un razonamiento general.
ANTECEDENTES DE LA TEORIA DE LA ARGUMENTACIÓN
La argumentación tuvo su origen en la antigua Grecia y en ella que recibió el nombre de Retórica. Gracias a las reformas democráticas de Pericles (490-429) se creó una nueva clase de profesionales que eran llamados “sofistas” y quienes asumieron el ejercicio de la filosofía, la ciencia y la política para defender ante los jueces las causas y los reclamos del pueblo, fueron ellos cultores y detractores de la argumentación, puesto que su finalidad no siempre fue la búsqueda de la verdad, sino simplemente defender a como diera lugar a sus clientes.
Se denomina "teoría de la argumentación" al estudio de las estructuras formales en el argumentar como proceso comunicacional. El sistema de conocimientos definido como Lógica Moderna - Filosofía Analítica, movimiento del Positivismo Lógico y tendencias similares, como la del Racionalismo Crítico de Popper se planteó la pretensión de que la lógica estándar debía ser la pauta universal o única perspectiva válida para observar también cualquier proceso comunicacional de argumentación, es decir, no sólo la argumentación científica o teórica sino cualquier interacción comunicacional en el ámbito cotidiano, jurídico, religioso etc.
La validez o no de tales argumentos debería, según esa concepción, ser enjuiciada desde los criterios de la lógica pura. Estas pretensiones dieron lugar, en el amplio escenario de la discusión filosófica y meta-teórica a una serie de reacciones. Gran parte de la obra de Wittgenstein parece haber surgido precisamente como reacción ante esas pretensiones totalitarias de los logicistas. El renacimiento de la vieja Retórica o de la Tópica aristotélica, es otra reacción ante esos planteamientos. En otro contexto se sitúa la propuesta de Ch.S.Peirce, continuada, pero también deformada por C.W. Morris, sobre una "Pragmática". Y también en otro contexto está la reacción ante el Logicismo que inició J.L. Austin.
Aristóteles es reconocido como el padre de la teoría de la argumentación. Pero, gracias a Perelman: filósofo, jurista polaco-belga, nació en Varsovia en 1912 y quien murió el 22 de enero de 1984, se la rescata y crea la “Nueva Retórica. Perelman, testigo ocular de las dos grandes guerras mundiales que sacudieron a la Humanidad a comienzos y mitad del siglo XX y a pesar de haber sufrido en carne propia la persecución nazi, a los 28 años se dedicó a la investigación filosófica, y con la colaboración de la filosofa Olbrechts-Tyteca emprendió varios proyectos de investigación1, todos encaminados a la elaboración de una lógica de los juicios de valor. Situación que los lleva a realizar una lectura con detenimiento de Aristóteles -creador de la lógica formal- a través del Organon, y un riguroso estudio filosófico de las obras de los grandes lógicos de todos los tiempos -Platón, Agustín, Thomas de Aquino, Descartes, Locke, Hume, Kant y Bertrán Russell, trabajo que culmina con la elaboración de su propia teoría de la argumentación.
Perelman explica en El imperio retórico, que su propósito es rescatar la antigua retórica, la de los griegos para diferenciarla de la retórica clásica que redujo la retórica aristotélica al formalismo del estudio de las figuras literarias, a aspectos preceptivos para adornar el discurso utilizando giros que convierten la retórica en simple teoría de la composición. Su objetivo por lo tanto es volver al sentido primigenio que tuvo en la antigüedad: arte de disuadir y / o persuadir con razones.
La retórica aristotélica, con el paso del tiempo, se la tergiversó, hasta convertirla en simple teoría de la composición del discurso, se la redujo a ornamentos del lenguaje inicialmente por los sofistas, estilo de grandilocuencia que va predominar en la edad media, moderna y primera mitad del siglo XX.
Durante la edad media y aún en renacimiento, la retórica se hizo más sofisticada, y su aplicación no era solo a nivel jurídico sino en todo tipo de situaciones; desde las matemáticas hasta la poética y se expresaba a través de todo tipo de técnicas orales, gesticulares, corporales siempre con el objetivo de impresionar al interlocutor y finalmente persuadirlo o disuadirlo. Es contra toda esta concepción, que se levanta Perelaman y presenta su Nueva Retórica, que aparece sistematizada en El tratado de la Argumentación o nueva retórica (1958), obra que recoge la teoría de Aristóteles, los aportes de Platón y aún de los sofistas. Esta nueva retórica considera que no todos los discursos son argumentativos. Los discursos pueden o no enfatizar la argumentación, la decisión responderá a lo que decida el orador para desarrollar su argumentación. Por el contrario, en el discurso científico predomina el rigor lógico de la demostración antes que la persuasión.
Por fortuna la retórica sofistica y gesticulativa a caído en desuso con el desarrollo de las nuevas tecnologías y los medios masivos de comunicación. Sin embargo, hay quienes aún en el campo jurídico desconocen los trabajos de Perelman y los esfuerzos del profesor Adolfo León Gómez por difundir la Teoría de la Nueva Retórica, y aún insisten en los viejos esquemas de la charlatanería, la verborrea adornada pero sin profundidad en el pensamiento.
Leyendo a Aristóteles en el Organon, Perelman, distingue tres campos de la teoría de la lógica del discurso: teoría de la argumentación, teoría de la elocuencia y teoría de la composición. También distingue, dos tipos de razonamientos: analíticos, utilizados en la lógica formal y los dialécticos, que tratan de establecer acuerdos sobre los valores que son objeto de controversia. Con referencia en lo anterior, Perelman reivindica la importancia de la razonabilidad en la toma de decisiones y explica que las leyes de la retórica y de la dialéctica son universales.
Perelman y la señora Olbrechts-Tyteca retoman la definición de Aristóteles, que admite que los juicios analíticos parten de premisas indiscutiblemente verdaderas que concluyen o conducen a inferencias validas. Por eso, estos juicios son de utilidad en la lógica formal y las ciencias de la naturaleza.
Por el contrario, los razonamientos dialécticos3, no se dirigen a establecer demostración alguna desde el punto de vista científico, sino guiar las deliberaciones y controversias, porque su principal objetivo es persuadir, disuadir, convencer, mediante el uso del discurso o criticar tesis opuestas, al tiempo que se defienden las propias por medio de razones validas para el interlocutor.
Tanto Perelman como Olbrechts- Tyteca, reconocen que los razonamientos dialécticos tratan de establecer acuerdos sobre asuntos que suscitan polémica. La verdad es intersubjetiva se construye a través de la acción comunicativa y se la otorgará al que mejor argumente como señalan los diálogos de Platón. La conclusión es que este razonamiento -dialéctico- es de enorme utilidad en la vida cotidiana y en las ciencias sociales.
Las ciencias exactas se sustentan en la demostración, las humanas tienen como propósito esencial persuadir. Por eso la demostración se dirige a un auditorio universal, mientras que la persuasión a auditorios particulares. Por supuesto, uno no puede pretender convencer por vía discursiva a todo el mundo, pero si se puede lograr la adhesión o acuerdos sobre temas particulares que son por naturaleza discutible.
Las ciencias exactas señala Aristóteles, exigen definiciones precisas debidamente demostradas por los hechos. Son formulaciones axiomáticas ajustadas con rigor a la lógica matemática. Las humanas se conforman con probabilidades, se bastan con argumentos, los que obviamente, están sujetos a la crítica de validación distinta a los de verificación empírica.
Podríamos decir entonces, que Perelman y Olbrechts-Tyteca establecen claras diferencias entre argumentar y demostrar, dos verbos, no son sinónimos y mucho menos el uno inclusor del otro. La demostración es un medio de prueba que se utiliza para establecer la verdad en las ciencias exactas. La argumentación en cambio es una acción dialógica que permite la adhesión a la tesis que se propone mediante razones validas.
La argumentación es razonamiento, inferencia y esencialmente el propósito es convencer, hacer cambiar de ideas, actitudes, acciones, decisiones de un interlocutor. Ella fue cultivada en la antigüedad por los griegos, siendo los Sofistas sus más grandes exponentes, aunque su error fue su desprecio por la verdad. De ahí las críticas de Sócrates, Platón y Aristóteles.
La tesis global de Perelman sostiene que el hombre tiene la capacidad de conocer discusivamente “La razón es esencialmente práctica y la razón teórica no es sino el límite de la razón práctica4”.
Son las nuevas circunstancias políticas y sociales del siglo XX, como la ampliación de la democracia, la comunicación , la información dentro del nuevo proceso de globalización de la sociedad capitalista la que genera la necesidad histórica de reivindicar la retórica antigua, el arte de persuadir y de convencer. Los nuevos tiempos requiere de nuevos acuerdos y de argumentos sólidos de parte de los líderes en cualquier profesión y no simples halagos para adular, como ocurría con los sofistas del mundo antiguo.
Es importante precisar en este escrito, gracias al profesor Adolfo León Gómez, máxima autoridad en los estudios perelmanianos en el mundo hispánico, autor de varias publicaciones sobre filosofía del lenguaje y del libro Seis conferencias sobre la Teoría de la Argumentación5, cuyo objetivo fundamental según lo expuesto por el propio autor, es servir de introducción al pensamiento de Perelman - El Imperio Retórico- y familiarizar a los neófitos en el tema con la Teoría de la Argumentación. Ensayo, que destaca las relaciones de la teoría de la argumentación con la retórica antigua; la lógica, la teoría de los actos lingüísticos y la filosofía. El profesor Adolfo León Gómez en otra de sus publicaciones: “El primado de la razón práctica” a través de su tesis central defiende la razón como algo esencialmente practico y la razón teórica como el límite de la razón práctica, agrega que “para argumentar se es necesario estar de acuerdo... por menos en algo en algo: tener en lenguaje común, apreciar el consentimiento del interlocutor y su concurso mental; se requiere cierta modestia de parte de quien argumenta y tener conciencia de que, si bien su propósito es persuadir, puede producirse el efecto contrario, ser persuadido- en transacción argumentativa”.
Hoy son incontables los intelectuales que estudian todo lo relacionado sobre los tipos de argumentos analizados por los creadores de la teoría de la argumentación, realizan grandes esfuerzos por definir y concretar la teoría de la argumentación como una disciplina que estudia las técnicas discursivas que permiten lograr o acrecentar la adhesión a las tesis que se propone el orador. En síntesis, la Nueva Retórica surgió de la preocupación por la búsqueda de una lógica de los juicios de valor, iniciada en 1947. Pero Perelman llega a una conclusión inesperada, que no había una lógica específica de los juicios sino que todos los campos donde existe la ley de la contradicción se discute, se delibera recurriendo a técnicas de la argumentación.
Adolfo León citando a Perelman propone, que a la hora de argumentar hay que tener presente que “La misión del filósofo, es la de ser vocero de la razón, ser defensor de los valores universales supuestamente válidos para todos los hombres” y que persuadir a alguien es convencerlo de que nuestra opinión es mejor que la suya y por lo tanto debe emplazarla. En sus escritos recomienda:
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La teoría de la argumentación se construye en un ambiente filosófico.
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La filosofía es un intento racional -aunque no científico-, por resolver problemas inmaduros. Es decir, problemas para los cuales no existe un método estándar reconocido por una comunidad de especialistas.
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La argumentación es un intento por producir determinados efectos en el público, en la audiencia o en un auditorio.
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Para que la teoría de la argumentación sea teoría razonablemente aceptada, requiere definir un concepto clave, que es el concepto de fuerza de un argumento o fuerza de una argumentación.
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La teoría de la argumentación, nos pide “tratar a todos los seres de la misma categoría, de manera semejante”.
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La primacía de la razón práctica, por encima de la razón instrumental.
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Los argumentos se deben expresar mediante proposiciones.
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La argumentación se formula en lenguaje de la lógica informal, la demostración lógica fundamentalmente en el lenguaje de la formalidad científica.
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La argumentación conduce a acuerdos, la lógica a la verdad irrefutable a través de pruebas demostrativas.
5.0 DEL ARGUMENTAR Y EL INVESTIGAR EN LA UNIVERSIDAD
Desde Kant, se ha aceptado el postulado que conocimiento es igual a ciencia, en tal sentido los procesos pedagógicos deben centrarse en desarrollar, potencializar las operaciones intelectuales y valorar los conceptos, los juicios y los razonamientos. Puesto que el concepto y la proposición, por su carácter abstracto y universalizante, permiten el aprendizaje del mundo de la realidad.
El concepto precede al juicio, aunque todo concepto implica varias proposiciones. Hay rastro de un juicio hasta en la simple percepción, es un juicio implícito debido a la presencia real del objeto. Por lo tanto, si percibimos un objeto, una persona, afirmamos implícitamente la existencia de lo que hemos percibido y, tenemos un verdadero juicio cuando se pasa de la percepción, por medio de la reflexión, al juicio explícito.
Juzgar consiste en captar en un acto de conciencia dos percepciones, dos representaciones o relacionar dos conceptos. Ello significa unir dos términos con una afirmación o separarlos con una negación. Para emitir un juicio, no es suficiente que dos términos se asocien en nuestra conciencia por contigüidad, por semejanza o por contraste, sino que se necesita que los dos términos se reconozcan explícitamente y que se establezca entre ellos una relación.
Cuando por medio de dos o más juicios establecemos la validez de otro, realizamos un razonamiento. El razonamiento, es pues, una serie de relaciones de juicios en un todo y que terminan en otro juicio. De tal manera, que, de hechos o datos particulares pasamos por un procedimiento inductivo a los principios generales; o por el contrario, procedemos en forma deductiva, de las leyes y los principios generales, pasamos a los datos o las consecuencias particulares.
Todos sabemos que en la actualidad el país avanza en una marcha forzosa hacia la implementación de una reforma radical en las universidades y que a pesar de importancia explícita de los tres pilares o ejes de la educación superior: docencia, extensión e investigación, la actual revolución educativa sitúa la investigación como “actividad fundamental de la educación superior. Este hecho plantea una serie de nuevas responsabilidades tanto para los directivos como para los docentes y los estudiantes. Situación que cambiará a la larga las costumbres académicas.
Dado que no es un problema de simple formalidad, sino gestar reformas que redunden de manera radical y propicien la creación de una cultura de indagación e investigación, es pertinente asumir que en la medida en que se amplíen los niveles de participación democrática en los claustros y la comunidad académica asume el ejercicio de una racionalidad practica es pensable la construcción de comunidades de indagadores como preámbulos de las comunidades de investigadores y estas sólo se podrán fortalecer a través del ejercicio de la argumentación. Por lo tanto en la medida que se haga un mayor uso del debate, la discusión, el foro, la mesa redonda, el seminario y como el lógico el discurso argumentado tendremos las condiciones para el ejercicio de la investigación cualitativa.
La investigación se convierte en la tarea específica del que hacer universitario y de está forma la universidad se constituye en centro crítico de la producción de conocimiento y de la formación del espíritu científico. Por tanto, no es prudente que se asignen elevados presupuestos a impulsar proyectos de investigación, sin haber iniciado los procesos de formación de investigadores. Y es claro que un investigador debe manejar la destreza de argumentar, competencia absolutamente indispensable a la hora de defender un proyecto, una hipótesis o un punto de vista.
Por lo tanto la investigación debe ir de la mano de la formación de estructuras lógicas en la mente del estudiante universitario. Entonces más que aprender datos, el estudiante de la universidad debe aprender estructurar ideas, a emplear el juicio argumentado que le permitan manejar, enjuiciar e interpretar los datos, no quedarnos en la aplicación de metodologías de impacto que con contribuyen a investigar de verdad.
El estudio permanente, el debate argumentado, la escritura cuestionadora, la investigación contextualizada son elementos básicos de una Universidad donde directivos, profesores, estudiantes y trabajadores son actores de los procesos de calidad. En ella la argumentación sobre la realidad alimenta la investigación, el debate sobre los saberes exige razones y no meras opiniones, los escritos circulan en forma de carteleras, periódicos o revistas universitarias.
Argumentar en el contexto universitario significa dar razones coherentes desde una perspectiva lógica, basada en realidades y sustentada. Discutir desde la argumentación, supone reconocer en los otros, a unos interlocutores legítimos que están dispuestos a mantener una comunicación sincera con nosotros sobre asuntos de interés mutuo y sobre los cuales podemos disentir o tener acuerdos.
En los actuales momentos, en Colombia, dada la descomposición institucional, moral y social se requiere de personas con criterios intelectuales y morales claros con capacidad de analizar y producir soluciones coherentes e innovadoras a los múltiples problemas.
Formar estudiantes investigadores requiere de prácticas pedagógicas centradas en la argumentación y el desarrollo de la comprensión. Por eso es importante que el estudiante aprenda a comprender a los otros, a valorar la diferencia, a interpretar la diferencia y a sustentar o defender con razones sus tesis.
Frente al paradigma vigente acritico que tiene un visión reduccionista de la enseñanza proponemos la ARGUMENTACIÓN como paso preliminar en la INVESTIGACIÓN con una metodología dialógica centrada en sustentación racional.
No se investiga cuando simplemente se realizan consultas bibliográficas con el propósito de informar o repetir. La acción de investigar supone actitud crítica, el despliegue de la contra argumentación. Y es refutando, con argumentos fuertes, reinterpretando, reinventando como sabremos si la acción investigativa, corresponde a los protocolos de una argumentación veraz.
El objetivo general: familiarizar a los estudiantes en las teorías clásicas y nuevas de la argumentación, establecer relaciones entre los actos lingüísticos y la filosofía, estudiar los diferentes tipos de argumentación, realizar aplicaciones en el ámbito jurídico y la producción de textos de estructura argumentativa.
6.0 TECNICAS Y ESTRATEGIAS
En síntesis, hemos esbozado una reflexión valorativa del acto de argumentar y su importancia como factor determinante en los procesos de la investigación formativa que se realiza durante los primeros semestres en la universidad. Para el logro de este propósito se realizó una exploración del término y de la teoría de la argumentación, precisamos el concepto y otros correlacionados, y se han entregado, algunas estrategias que permiten el desarrollo de la competencia argumentativa.
Hemos sostenido a lo largo de este artículo que a argumentación es una actividad social y necesaria en la vida de todo individuo. Tanto el profesional como el hombre de la calle necesita de los procesos argumentativos. Se argumenta para proponer o defender tesis. Ella es un principio de convivencia por cuanto permite dirimir conflictos personales y colectivos. La injusticia hace su aparición cuando se agota toda opción argumentativa y humanista.
El resumen de las técnicas y estrategias que se presentan a continuación, están estrechamente relacionadas con la tesis central que hemos defendido a lo largo de este escrito. Se trata divulgar que la argumentación es un factor determinante en los procesos de la investigación formativa y de hacer saber que si el alumno no despliega en forma simultanea las habilidades que apuntan a desarrollar la competencia argumentativa, como una de las propedéutica fundamental, todo intento por formar investigadores será vano y sólo contribuirá a privilegiar el currículo tradicional.
Se sugiere, por lo tanto, intentar la introducción paulatina de técnicas y estrategias de trabajo argumentativo en las cátedras, a fin de potenciar la competencia argumentativa: el pensamiento crítico y creativo.
Pensamiento critico es la capacidad de discernimiento, es un hábito de análisis que te lleva a discriminar lo que es verdad y el error con apariencia de verdad. La actitud crítica permite distinguir entre una afirmación bien fundamentada y la gratuita o no relevante; sin actitud crítica no es posible desarrollar la destreza del pensamiento.
Cosas que hay que evitar y como organizar los debates argumentativos para promover el pensamiento critico en el ámbito académico, sugeridas por Mathew Lipman.
Evite obligar a los alumno a seguir un solo orden de ideas, a partir solo, de su interés como docente. Privilegie el interés de los alumnos.
Evite la cátedra magistral, el uso de conceptos abstractos y, por el contrario, dele a sus alumnos la posibilidad de construir su razonamiento a partir del diálogo espontáneo o el debate abierto.
Evite dirigir el debate durante la clase y, por el contrario, provoque e incite a la discusión.
Estimule a sus alumnos para que justifiquen sus propias opiniones y creencias.
Evite monopolizar la conversación.
Evite manipular la conversación, de modo que sus ideas (las del profesor) parezcan las más justificables.
Evite resolver, solo, los problemas de orden afectivo, omitiendo los de orden cognoscitivos.
Evite que los estudiantes avancen en un solo ritmo, recuerde, que no todos, responden y aprenden del mismo modo.
Insista, en que los alumnos discutan sobre el problema, hasta que sólo ellos, encuentren una o varias “respuestas”.
Aliente a los alumnos a pensar con cabeza propia, a ser capaces de valerse de su propio entendimiento.
Cada que inicie una clase, pregunte a sus alumnos, ¿qué aspectos de la vida tiene significado para él?.
Siempre que enseñe, primero señale los aspectos más simples y por último los más complejos.
Recuerde que el gran propósito de la práctica de la argumentación, está dirigido hacia el desarrollo de la destreza del pensamiento crítico, es decir ayudar a los alumnos a construir ideas nuevas, a descubrir nuevas significaciones. “Si queremos adultos que piensen por sí mismos, debemos educar a los niños a que piensen por sí mismos”. Mathew Lipman.
7.0 CONCLUSIÓN
Creemos que no es posible desarrollar esta competencia de manera aislada, es preciso crear comunidades de indagación que de manera más precisa y exacta, estén comprometidas con la democracia, con el debate abierto, que admitan la diversidad crítica, que propicien la libertad de cátedra, la solidaridad y que tengan la suficiente madurez para juzgar con conocimientos y sobre todo ofrecer razones sus miembros cada que surjan desacuerdos. Esta experiencia supone:
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Tenga siempre un esquema cuando argumente, no pase de un punto a otro.
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Formule una introducción breve y a continuación, exponga sus argumentos uno a uno.
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Rebata las objeciones con argumentos.
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No afirme más de lo que no está en capacidad de probar.
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Distinga las premisas de las conclusiones.
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Evite el lenguaje emotivista y la sensiblería.
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Realice un estudio previo del tipo de auditorio y adecue, su lenguaje de tal forma que se logre el propósito: convencer.
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Determine los objetivos, la justificación y la metodología que va a seguir.
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Utilice esquemas coherentes y emplee, siempre que hable, un tono de voz grave con una velocidad media.
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Si tiene que leer, hágalo, pero sólo utilizando frases y párrafos cortos.
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Dedique la última parte de su intervención a cerrar, resaltando su tesis o hipótesis.
Cada que argumente:
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Despierte credibilidad en el auditorio.
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Escuchar las razones del otro.
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Muéstrese sensibilidad al contexto, especialmente cuando sea una discusión moral o política.
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Pida y de razones, cada que sea necesario.
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Discuta los temas con imparcialidad y pensamiento crítico.
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Pregunte por los criterios que se están utilizando en la toma de una decisión.
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Reconozca las falacias.
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Haga buenos aportes y apóyese en la opinión de personas con prestigio intelectual solo cuando sea necesario.
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Utilice buenos ejemplos, proverbios, refranes y anécdotas para ilustrar sus ideas.
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Haga analogías, establezca paralelo entre lo que se argumenta y otro hecho.
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Confronte, refute, contra argumente cada que sea necesario o exprese contra ejemplos.
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Docente Universidad Santiago de Cali- Colombia http://virtual.usc.edu.co
Replicas a almipaz@usc.edu.co
1 Investigando en diferentes fuentes los procedimientos a través de los cuales los hombres valoran la realidad, descubren la retórica como arte de persuadir y de convencer en el mundo antiguo. Hecho que los lleva a indagar sobre las concepciones clásicas de la retórica y la dialéctica en Platón y Aristóteles.
Perelman y Olbrechts. Tratado de la Argumentación, Madrid, Gredos.
3 Dialéctica es el proceso ontológico y lógico resultante de la contradicción. En la oratoria puede representar el conjunto de preguntas y respuestas que conducen a una verdad o una definición.
4 PERELAM. El mundo de la razón práctica, página 7. Editorial Univalle, 1991.
5 GÓMEZ, Adolfo León. Seis conferencias sobre Teoría de la Argumentación. Alego Editores. Cali. 2000.
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Enviado por: | Álvaro Mina Paz |
Idioma: | castellano |
País: | Colombia |