Serenidad para con las cosas y la apertura la misterio
Luego de leer el texto de Martín Heidegger, “Serenidad”, Traducido por Gelasseheit, he llegado a conclusiones que nunca pensé que las iba a llegar a tener.
Creo que en el contexto en que vivimos hoy, algo que nos a quitado la libertad de pensar es la denominada “huída ante el pensar”, que es en el fondo la carencia de meditación que hoy cargamos. Creo que lo único que hacemos hoy es pensar en la nota que me voy a sacar para salvar el ramo, o cuánto debo trabajar para tener unas buenas vacaciones, pero de repente también es bueno meditar cuánto me falta para pensar, o ¿estaré retribuyendo lo que he recibido?, o cosas así que, por lo menos yo, jamás me detengo a pensar. Me da la impresión de que esta huída la puedo representar o ejemplificar con la ida de casa. Cuando uno se va de la casa, parte a nuevos horizontes donde “predicar lo aprendido”, o más bien a “...florecer en el éter y dar frutos”
De aquí en adelante, bueno es plantearse el pensar calculador, pero mejor aún es ocupar nuestra meditación reflexiva. El pensar calculador, es precisamente ese pensar que ocupamos día a día, ese pensar que nos permite sólo calcular lo que debo hacer para ser mejor en mi empresa. Por otra parte está la reflexión meditativa, la cual nos ayudaría a entender cómo puedo calcular lo que es bueno para mi empresa. La reflexión meditativa está sobre el pensar calculador, ya que al reflexionar puedo calcular, pero por el contrario, el calcular todo tan fríamente me impide meditar. El hombre, como se a dicho antes, es un ser pensante y por ende meditante, por lo que la reflexión debería ser algo propio de nuestra conformación, pero lamentablemente este don, lo hemos ido perdiendo poco a poco.
De aquí nace entonces mi segunda conclusión: ¿Será que por esto es que nos hemos hecho esclavos de la tecnología?, y por lo mismo me hago esta segunda pregunta: ¿Será a lo mejor, que la tecnología está reflexionando por nosotros?.
Últimamente nos hemos hecho unos esclavos de la tecnología, la cual nos obliga a necesitarla, desearla, y admirarla. El computador, ya no es un objeto que sirve sólo para escribir e informarse, sino también para jugar, entretenerse, y en algunos casos hasta para masturbarse. El teléfono celular es imprescindible a la hora de salir de la casa. O me contradirán, que si se dan cuenta a dos cuadras de sus casas que olvidaron el celular, no se devuelven a buscarlo desesperados. Heidegger a esto le pone como nombre la serenidad para con las cosas, que es en el fondo, el poder prescindir de un objeto aunque pensemos que es absolutamente imprescindible. Lo mismo sucede con lo que leemos o escuchamos. No lo analizamos, simplemente lo damos por entendido y lo superamos.
Por esto mismo es que puedo rescatar del texto que “al que prescinde de todo, no le falta nada”. No me refiero con esto a que no necesitemos nada, sino que necesitemos todo pero que no dependamos de nada.