Religión y Creencias


San Juan Bosco


San Juan Bosco

Don Bosco

San Juan Bosco

Índice

  • Introducción Pág.: 3

  • Reseña “ 3

  • Vida de San Juan Bosco “ 4

    • El Primero de sus 159 sueños proféticos “ 4

    • Una gran cualidad: su interés por la salvación de la juventud “ 5

    • Sus tres grandes amores: "los Pilares de nuestra Fe" “ 5

    • La alegría de Don Bosco “ 6

    • Oratorios, escuelas, talleres... “ 6

    • Crece la familia “ 7

    • Dedicó su vida a la difusión de las buenas lecturas “ 7

    • En búsqueda de colaboradores “ 8

    • Resurrección “ 8

    • Curaciones “ 9

    • Nace la gran familia Salesiana “ 10

    • Nuestro Señor le inspiró un sabio método de enseñanza “ 11

    • La construcción de iglesias “ 11

    • Fin de Don Bosco “ 12

  • Citas “ 12

  • Curiosidades sobre Don Bosco “ 13

    • Mamá Margarita “ 13

    • Beato Miguel Rua “ 14

    • La formula segura para ganarse la lotería “ 14

    • Monedas conmemorativas “ 15

San Juan Bosco
Introducción

Giovanni Bosco, nació el día 16 de agosto de 1815, en Becchi, en una aldea del norte de Italia, Castelnuevo D'Asti.

Este original personaje era hijo de humildes obreros, cristianos, italianos y pobres. Solamente tenia dos años cuando murió su padre. Su madre "Mamá Margarita", se encontró sola con tres niños y en la mas profunda miseria. A consecuencia de ello, el pequeño Juan se dedicó desde muy joven a trabajos de jornalero. Fue sucesivamente pastor, aprendiz y saltimbanqui. Al mismo tiempo y siempre que podía ocupaba los pocos ratos de ocio estudiando.

A los veinte años entró en el seminario y el 5 de junio de 1841 fue ordenado sacerdote.

Don Bosco, apóstol de la juventud y hombre entregado al bien del prójimo, se dedicó con su amor e "ilusión" a la ayuda de los más necesitados. Creó patronatos y escuelas primarias y construyó basílicas. Fundó dos Congregaciones y una Orden Tercera - los Cooperadores Salesianos -, que cuenta actualmente con mas de quinientos mil miembros.

Según el P. Ramón Reguart S.I., cita que "debido a su fabulosa imaginación y extraordinaria capacidad intelectual, llegó a ser un excelente prestidigitador, con el único objetivo de ganar almas por medio de la práctica de este arte".

En 1886 Don Bosco visitó Barcelona (cuna de grandes magos), e hizo una profecía diciendo las siguientes palabras: "En el Tibidabo debería ser erigido un templo al Sagrado Corazón de Jesús". Dos años después, el día 31 de enero de 1888, fallecía en Turín, y sus restos mortales son visitados como sagrada reliquia en el Altar Mayor de la Basílica de nuestra Señora de la Ayuda.

En fecha 2 de junio de 1920, fue beatificado, y el día 1 de abril de 1934, fue canonizado por S.S. el Papa Pío XI.

En consecuencia y por tal motivo, como figura humana y artística ejemplar, los ilusionistas le eligieron como su santo Patrón celebrando dicha Festividad, el día de su fallecimiento 31 de enero, San Juan Bosco.

Este santo hombre consagró su vida a la religión y a la caridad, y encontró tiempo suficiente para poder desarrollar otro talento, que fue el de ilusionista. Desde su mas tierna infancia utilizó sus dones extraordinarios de prestidigitador para divertir a las gentes de su aldea. Y por toda recompensa, él pedía solamente... oraciones.

Reseña

Tuvo una niñez muy dura. Una vez ordenado sacerdote, empleó todas sus energías en la educación de los jóvenes. Sus grandes amores que fundamentan su espiritualidad: La Eucaristía, la Virgen María, la Iglesia, la fidelidad al Santo Padre, la juventud.

Su máxima siempre fue. “Disfruta cuanto quieras, siempre que no peques”.

Fundador de la Congregación de los Salesianos, comunidad religiosa con rama masculina y femenina, dedicados a la educación de los jóvenes, en especial los pobres. Les enseñaba la vida cristiana y diversos oficios. Atrajo y sigue atrayendo a multitudes de jóvenes a Cristo. La Congregación toma su nombre de San Francisco de Sales.

Famoso por sus sueños proféticos, ¡se conocen 159 de ellos! Quizás el mas famoso es el de la Nave de Pedro, que explicaremos mas adelante.

San Juan Bosco escribió también algunos opúsculos en defensa de la religión.

Gran constructor de iglesias, entre ellas la Basílica de San Juan Evangelista, la Basílica de María Auxiliadora y la Iglesia del Sagrado Corazón en Roma donde celebró su última misa.

Fue un predestinado, figura de primer plano de la historia de la Iglesia y de la humanidad. Supo realizar una obra religiosa social de gran envergadura y con visión de futuro y sigue creciendo como árbol gigantesco, cuyas ramas se extienden en 124 países de los 5 continentes.

Durante toda su vida soñó Oratorios, Colegios, Escuelas Primarias, Secundarias, Escuelas de capacitación laboral, Bachilleratos comerciales, Pedagógicos, Técnicos y Agrícolas, Industriales, Electrónicos, Residencias Universitarias, casas de Retiros Espirituales, Parroquias, Iglesias, Capellanías, Editoriales, Centros de Comunicación Social y misiones para los mas desheredados en todas las naciones del mundo.

“Primero, dile al diablo que vaya a descansar y entonces, descansaras también. Mientras tenga tiempo, debo trabajar”. Era la conclusión de su vida, que a la edad de setenta y dos años, entro al cielo, del cual estaba a solo un paso. Felizmente, vivió para ver como se difundía su nueva congregación a lo largo y a lo ancho del mundo.

Vida de San Juan Bosco

Juan Melchor Bosco nace el 6 de Agosto de 1815, junto a Castelnuovo d'Asti (ahora Castelnuovo Don Bosco), en la diócesis de Turín. Era el menor de los hijos de una humilde familia de campesinos. Su niñez fue muy dura. Su padre Francisco, un sencillo labriego, murió cuando Juan tenía apenas dos años y medio. La madre, Margarita, analfabeta y muy pobre, pero santa y laboriosa mujer, que debió luchar mucho para sacar adelante a sus hijos, se hizo cargo de su educación, educándolo en gracia como el niño Jesús, lleno de ansia de santidad y apostolado.

Así Juan Bosco experimenta no solo la pobreza, sino la orfandad del padre y pasa por miles de penurias y peripecias que providencialmente marcaran su vida y su misión: consagrar su existencia a los jóvenes.

Desde niño, rompió moldes en la santidad. Una verdadera personalidad que demuestra que la gracia de dios no disminuye ni obstruye la naturaleza, sino al contrario, la levanta y perfecciona.

De pequeño ejercía la tarea de catequista en medio de los compañeros, que reunía frente ala Iglesia transmitiéndoles lo que le enseñaba su madre o lo que aprendía en los sermones del Párroco.

El primero de sus 159 sueños proféticos

A los nueve años de edad, un sueño que el rapazuelo no olvidó nunca, le reveló su vocación. Más adelante, en todos los períodos críticos de su vida, una visión del cielo le indicó siempre el camino que debía seguir.

En aquel primer sueño, se vio rodeado de una multitud de chiquillos que se peleaban entre sí y blasfemaban; Juan Bosco trató de hacer la paz, primero con exhortaciones y después con los puños. Súbitamente apareció Nuestro Señor y le dijo: "¡No, no; tienes que ganártelos con la mansedumbre y el amor!" Le indicó también que su Maestra sería la Santísima Virgen, quien al instante apareció y le dijo: "Toma tu cayado de pastor y guía a tus ovejas". Cuando la Señora pronunció estas palabras los niños se convirtieron primero, en bestias feroces y luego en ovejas.

En otro de sus sueños, la Madre de Dios se le apareció, rodeada de un gran rebaño. “Te los confió a ti -le dijo- tienes que alimentarlos y hacerlos crecer, ¿quieres saber como? No tengas miedo. Yo vigilare y te ayudare.” Desde ese momento y hasta su muerte el 31 de enero de 1888, Don Bosco cumplió su misión de alimentar vestir, educar y hacer buenos cristianos de los niños pobres de Turín, y de Italia, Europa y del mundo. Empezó pobre y termino pobre, pero en su camino edifico dormitorios, escuelas, iglesias, basílicas y aconsejo a príncipes y reyes, y ayudo a varios Papas cada vez que ellos necesitaron su ayuda.

Una gran cualidad: su interés por la salvación de la juventud

El sueño terminó, pero desde aquel momento Juan Bosco comprendió que su vocación era ayudar a los niños pobres, y empezó inmediatamente a enseñar el catecismo y a llevar a la iglesia a los chicos de su pueblo. Para ganárselos, acostumbraba ejecutar ante ellos toda clase de acrobacias, en las que llegó a ser muy ducho. Un domingo por la mañana, un acróbata ambulante dio una función pública y los niños no acudieron a la iglesia; Juan Bosco desafió al acróbata en su propio terreno, obtuvo el triunfo, y se dirigió victoriosamente con los chicos a la misa.

Sus tres grandes amores: "los Pilares de nuestra Fe"

Sus tres grandes amores serán siempre Jesús Sacramentado, María Auxiliadora y el Sumo Pontífice, con quienes tuvo uno de sus más famosos sueños proféticos. En dicho sueño, Don Bosco vio que una gran barca (la Iglesia) navegaba en un mar tempestuoso piloteada por el Romano Pontífice, y a su alrededor muchísimas navecillas pequeñas (los cristianos). De pronto aparecieron un sinnúmero de naves enemigas armadas de cañones (el ateísmo, la corrupción, la incredulidad, el secularismo, etc., etc.) y empezó una tremenda batalla.

A los cañones enemigos se unen las olas violentas y el viento tempestuoso. Las naves enemigas cercan y rodean completamente a la Nave Grande de la Iglesia y a todas las navecillas pequeñas de los cristianos. Y cuando ya el ataque es tan pavoroso que todo parece perdido, emergen desde el fondo del mar dos inmensas y poderosas columnas (o pilares). Sobre la primera columna está la Sagrada Eucaristía, y sobre la otra la imagen de la Virgen Santísima.

La nave del Papa y las navecillas de los cristianos se acercan a los dos pilares y asegurándose de ellos ya no tienen peligro de hundirse. Luego, desde las dos columnas sale un viento fortísimo que aleja o hunde a las naves enemigas, y en cambio a las naves amigas les arregla todos sus daños.

Todo el ejército enemigo se retira derrotado, y los cristianos con el Santo Padre a la cabeza entonan un Himno de Acción de Gracias a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora. El sueño es más detallado e incluye también a varios papas...

Estimamos que la visión de los pilares es muy actual. Corresponde a la visión del S.S. Juan Pablo II para la Iglesia.  Nosotros debemos estar en sintonía espiritual con el Papa y cooperar con el de todo corazón para que la barca, la Iglesia, avance hacia los pilares.

La alegría de Don Bosco

Los muchachos de la calle lo llamaban: `Ese es el Padre que siempre está alegre. El Padre de los cuentos bonitos'. Su sonrisa era de siempre. Nadie lo encontraba jamás de mal humor y nunca se le escuchaba una palabra dura o humillante. Hablar con él la primera vez era quedar ya de amigo suyo para toda la vida. El Señor le concedió también el don de consejo: Un consejo suyo cambiaba a las personas. Y lo que decía eran cosas ordinarias.

Durante las semanas que vivió con una tía que prestaba servicios en casa de un sacerdote, Juan Bosco aprendió a leer. Tenía un gran deseo de ser sacerdote, pero hubo de vencer numerosas dificultades antes de poder empezar sus estudios. A los dieciséis años, ingresó finalmente en el seminario de Chieri y era tan pobre, que debía mendigar para reunir el dinero y los vestidos indispensables.

El alcalde del pueblo le regaló el sombrero, el párroco la chaqueta, uno de los parroquianos el abrigo y otro, un par de zapatos. Después de haber recibido el diaconado, Juan Bosco pasó al seminario mayor de Turín y ahí empezó, con la aprobación de sus superiores, a reunir los domingos a un grupo de chiquillos y mozuelos abandonados de la ciudad.

San José Cafasso, sacerdote de la parroquia anexa al seminario mayor de Turín, confirmó a Juan Bosco en su vocación, explicándole que Dios no quería que fuese a las misiones extranjeras: "Desempaca tus bártulos --le dijo--, y prosigue tu trabajo con los chicos abandonados. Eso y no otra cosa es lo que Dios quiere de ti".

El mismo Don Cafasso le puso en contacto con los ricos que podían ayudarle con limosnas para su obra, y le mostró las prisiones y los barrios bajos en los que encontraría suficientes clientes para aprovechar los donativos de los ricos.

El primer puesto que ocupó Don Bosco fue el de capellán auxiliar en una casa de refugio para muchachas, que había fundado la marquesa di Barola, la rica y caritativa mujer que socorrió a Silvio Pellico cuando éste salió de la prisión. Los domingos, Don Bosco no tenía trabajo de modo que podía ocuparse de sus chicos, a los que consagraba el día entero en una especie de escuela y centro de recreo, que él llamó "Oratorio Festivo".

Pero muy pronto, la marquesa le negó el permiso de reunir a los niños en sus terrenos, porque hacían ruido y destruían las flores. Durante un año, Don Bosco y sus chiquillos anduvieron de "Herodes a Pilatos", porque nadie quería aceptar ese pequeño ejército de más de un centenar de revoltosos muchachos.

Cuando Don Bosco consiguió, por fin, alquilar un viejo granero, y todo empezaba a arreglarse, la marquesa, que a pesar de su generosidad tenía algo de autócrata, le exigió que escogiera entre quedarse con su tropa o con su puesto en el refugio para muchachas. El santo escogió a sus chicos.

Oratorios, escuelas, talleres...

En esos momentos críticos, le sobrevino una pulmonía, cuyas complicaciones estuvieron a punto de costarle la vida. En cuanto se repuso, fue a vivir en unos cuartuchos miserables de su nuevo oratorio, en compañía de su madre, y ahí se entregó, con toda el alma, a consolidar y extender su obra. Dio forma acabada a una escuela nocturna, que había inaugurado el año precedente, y como el oratorio estaba lleno a reventar, abrió otros dos centros en otros tantos barrios de Turín.

Por la misma época, empezó a dar alojamiento a los niños abandonados. Al poco tiempo, había ya treinta o cuarenta chicos, la mayoría aprendices, que vivían con Don Bosco y su madre en el barrio de Valdocco. Los chicos llamaban a la madre de Don Bosco "Mamá Margarita".

Con todo, Don Bosco cayó pronto en la cuenta que todo el bien que hacía a sus chicos se perdía con las malas influencias del exterior, y decidió construir sus propios talleres de aprendizaje. Los dos primeros: el de los zapateros y el de los sastres, fueron inaugurados en 1853.

Crece la familia

El siguiente paso fue construir una iglesia, consagrada a San Francisco de Sales. Después vino la construcción de una casa para la enorme familia. El dinero no faltaba, a veces, por verdadero milagro. Don Bosco distinguía dos grupos entre sus chicos: el de los aprendices, y el de los que daban señales de una posible vocación sacerdotal. Al principio iban a las escuelas del pueblo; pero con el tiempo, cuando los fondos fueron suficientes, Don Bosco instituyó los cursos técnicos y los de primeras letras en el oratorio.

En 1856, había ya 150 internos, cuatro talleres, una imprenta, cuatro clases de latín y diez sacerdotes. Los externos eran quinientos. Con su extraordinario don de simpatía y de leer los corazones, Don Bosco ejercía una influencia ilimitada sobre sus chicos, de suerte que podía gobernarles con aparente indulgencia y sin castigos, para gran escándalo de los educadores de su tiempo.

Veía en sueños el estado exacto de la conciencia de sus discípulos y después los llamaba y les hacía una descripción tan completa de los pecados que ellos habían cometido, que muchos aclamaban emocionados: "Si hubiera venido un ángel a contarle toda mi vida no me habría hablado con mayor precisión" .

Se gana de tal manera el cariño de los jóvenes, que es difícil encontrar en toda la historia de la humanidad, después de Jesús, un educador que haya sido tan amado como Don Bosco. Los jóvenes llegaban hasta pelear unos contra otros afirmando cada uno que a él lo amaba el santo más que a los demás.

Dedicó su vida a la difusión de las buenas lecturas

Además de este trabajo, Don Bosco se veía asediado de peticiones para que predicara; la fama de su elocuencia se había extendido enormemente a causa de los milagros y curaciones obradas por la intercesión del santo. Otra forma de actividad, que ejerció durante muchos años, fue la de escribir libros para el gusto popular, pues estaba convencido de la influencia de la lectura.

Él decía que Dios lo había enviado al mundo para educar a los jóvenes pobres y para propagar buenos libros, los cuales, además eran sumamente sencillos y fáciles de entender. "Propagad buenos libros --decía Don Bosco-- sólo en el cielo sabréis el gran bien que produce una buena lectura". Unas veces se trataba de una obra de apologética, otras de un libro de historia, de educación o bien de una serie de lecturas católicas. Este trabajo le robaba gran parte de la noche y al fin, tuvo que abandonarlo, porque sus ojos empezaron a debilitarse.

En búsqueda de colaboradores

El mayor problema de Don Bosco, durante largo tiempo, fue el de encontrar colaboradores. Muchos jóvenes sacerdotes entusiastas, ofrecían sus servicios, pero acababan por cansarse, ya fuese porque no lograban dominar los métodos impuestos por Don Bosco, o porque carecían de su paciencia para sobrellevar las travesuras de aquel tropel de chicos mal educados y frecuentemente viciosos, o porque perdían la cabeza al ver que el santo se lanzaba a la construcción de escuelas y talleres, sin contar con un céntimo.

Aun hubo algunos que llevaron a mal que Don Bosco no convirtiera el oratorio en un club político para propagar la causa de "La Joven Italia". En 1850, no quedaba a Don Bosco más que un colaborador y esto le decidió a preparar, por sí mismo, a sus futuros colaboradores. Así fue como Santo Domingo Savio ingresó en el oratorio, en 1854.

Resurrección

Uno de los mas grandes milagros producidos por Jesús, fue la resurrección de Lázaro. Don Bosco produjo el mismo milagro en presencia de varios testigos. En 1849, un joven de 15 años, estudiante diurno del Oratorio, encontrándose asimismo cercano a la muerte pidió que viniera Don Bosco a escuchar su confesión. Don Bosco no estaba en Turín en ese momento.

Un día y medio mas tarde, el joven murió, todavía insistiendo que quería hablar con Don Bosco. Cando este regresó y escuchó el caso, fu inmediatamente a ver al muchacho. El padre era el dueño dl hotel. Cuando Don Bosco llegó, uno de los mozos le dijo.

  • Es demasiado tarde, Carlos falleció hace mas de doce horas.

  • Tonterías -dijo Don Bosco- él esta durmiendo y ustedes creen que esta muerto.

Así que miembros de la familia llegaban, confirmaban lagrimeando la perdida del querido muchacho y llevaron a Don Bosco al cuarto donde el cuerpo del joven descansaba. El cadáver había sido preparado para la tumba, amortajado en una sabana cosida ajustadamente, como era entonces a costumbre. La cara estaba cubierta con un velo. La madre y una tía lloraban calladamente. Viendo esto, Don Bosco fue agitado por una emoción sobrehumana, rezo y bendijo al muchacho, y entonces una voz imperiosa lo llamo:

  • Carlos, Carlos.

Esta voz poderosa, como el “Lázare, veni foras” de Jesús renovó el prodigio: la muerte retorno su presa.

Don Bosco quita el velo y rasga la sabana. Todo el mundo observa el rostro libido, la boca entreabierta, los ojos vidriosos que parecen contemplar un horrible misterio. Ahora el muchacho abre los ojos y sonríe, pero la sonrisa se disuelve cuando parece recordar un sueño terrible:

  • Oh, Don Bosco, si usted supiera.. La ultima vez que confesé no me atreví a contar un pecado que había cometido unas semanas antes... Tuve un sueño que me ha aterrorizado. Estaba al borde de un fuego inmenso y estaba tratando de escapar de una multitud de demonios, que trataban de tomarme y de ponerme preso. En el momento en que iban a arrojarme al fuego, una dama se interpuso y dijo: “Esperen, él no ha sido juzgado todavía”. Después de esta ansiedad escuche su voz llamándome, y ahora deseo confesar.

Cuando la familia regresó después de la confesión, el chico les dijo:

  • ¡Y Don Bosco me ha salvado del infierno!

Por casi dos horas, Carlos continuó consciente, pero cuando se movía, miraba alrededor y hablaba, su cuerpo permaneció frió como antes de volver a la vida. Don Bosco le pregunto:

  • Ahora que estas en la Gracia de Dios, el cielo esta abierto para ti. ¿Quieres ir allí, o quieres permanecer entre nosotros?

Carlos replicó:

  • Quiero irme al cielo.

Entonces, dijo San Juan Bosco:

  • Hasta que nos encontremos nuevamente en el Paraíso.

Carlos abandono su cabeza entre las almohadas, cerro sus ojos, y abandono este plano.

Curaciones

Cuando Don Bosco llega a Roma en 1869, el carruaje del Cardenal Beradi lo estaba esperando. El Cardenal le imploro que fuera a ver a su sobrino, un niño de once años, el único hijo de una familia noble y rica, que estaba enfermo. El niño tenia fiebre tifoidea, maligna y resistente, que parecía llevarse el chico a la tumba. “Don Bosco, cúrelo, cúrelo,” imploraba la familia. Mientras Don Bosco se aproximaba al lecho del niño enfermo, repetía a la familia: “Tengan fe. Recen a Santa Maria, y usted, Cardenal, ayude a la Sociedad Salesiana.” Entonces, como hablando consigo mismo, dijo: “Dejemos que la Virgen comience.” Después de orar, bendijo al niño, y este se sintió mejor inmediatamente.

Unos días después, el niño gozaba de perfecta salud.

Don Bosco había ido a Roma para obtener la aprobación de la Santa Sede para la Sociedad Salesiana. Existía una fuerte oposición, de manera que Don Bosco tuvo que hacer campaña visitando a los prelados mas influyentes de la Sagrada Congregación. Uno de los miembros mas poderosos era el Secretario de Estado de la Santa Sede, el Cardenal Antonelli. Cuado Don Bosco fue a verlo el Cardenal estaba inmóvil en un sofá.

  • ¡Entre, mi muy estimado Don Bosco, entre! - dijo el Cardenal.

  • Eminencia, ¿cómo esta de salud?

  • ¡Mire en que estado me encuentro! Estoy clavado así por varios días. Mi gota ha vuelto. ¿Qué es lo que usted quiere de mi?

  • He venido a pedirle que usted ayude a la Sociedad Salesiana

  • Pienso que es difícil. Sin embargo, le prometo que la recomendare al Santo Padre, no bien pueda ir a verlo.

  • Necesito que vaya pronto -replico Don Bosco.

  • Pero usted ve como estoy. No me puedo mover. El Papa habitualmente viene a verme aquí cuando no puedo ir a su cuarto. Tan pronto como venga, le hablare en su favor.

  • Tenga fe en Santa Maria y vaya pronto.

  • ¿Y cuando? -exclama el Cardenal Antonelli, mirando a Don Bosco.

  • ¡Mañana!

  • ¿Usted quiere decir que seré capaz de ir?

  • Tenga fe en la Virgen, porque de lo contrario nada podemos hacer.

  • Muy bien, iré mañana... ¿Pero si algo peor m sucede?

  • Yo soy el responsable, mañana se sentirá mejor. Deje todo a la Virgen. Ella sabrá como hacerlo.

  • Iré mañana, y si lo que usted dice realmente sucede, haré todo lo que este en mi poder por su Sociedad.

A la mañana todo el dolor había cesado. El Cardenal fue a la audiencia del Papa y le relató el dialogo con Don Bosco y como había sido curado.

Lo mismo sucedió con un fuerte oponente de la Sociedad, el poderoso secretario de la Sagrada Congregación, Monseñor Sbegliati. Cuando Don Bosco le expreso sus deseos, Sbegliati le dijo:

  • Su pedido es serio y difícil. Además, no se cuando podré ir, enfermo como estoy.

  • Sin embargo, necesito que usted vaya a ver al Santo Padre.

  • ¿Cómo cree usted que puedo hacerlo con esta violenta y persistente tos?

  • Tenga confianza en la Virgen Santa, ofrézcale que usted se interesara en la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, y yo le prometo que usted se curará.

  • Si usted me asegura , iré.

  • ¿Y cuando?

  • En tres días.

  • No, mañana.

  • Ah. Don Bosco, si pudiera ir a ver al Papa mañana, le puedo asegurar que le hablare de tal manera que todo saldrá perfectamente...

Y el Monseñor cumplió su palabra, puesto que su tos había desaparecido al día siguiente. Unos días después, el 1 de marzo de 1869, la Pía Sociedad Salesiana era aprobada definitivamente por la Santa Sede.

Nace la gran familia Salesiana

Por otra parte, Don Bosco había acariciado siempre la idea, más o menos vaga, de fundar una congregación religiosa. Después de algunos descalabros, consiguió por fin formar un pequeño núcleo. "En la noche del 26 de enero de 1854 --escribe uno de los testigos-- nos reunimos en el cuarto de Don Bosco. Se hallaban ahí además, Cagliero, Rocchetti, Artiglia y Rua. Llegamos a la conclusión de que, con la ayuda de Dios, íbamos a entrar en un período de trabajos prácticos de caridad para ayudar a nuestros prójimos.

Al fin de ese período, estaríamos en libertad de ligarnos con una promesa, que más tarde podría transformarse en voto. Desde aquella noche recibieron el nombre de Salesianos todos los que se consagraron a tal forma de apostolado. Naturalmente, el nombre provenía del gran obispo de Ginebra, San Francisco de Sales (el "Santo de la amabilidad"). El momento no parecía muy oportuno para fundar una nueva congregación, pues el Piamonte no había sido nunca más anticlerical que entonces.

Los jesuitas y las Damas del Sagrado Corazón habían sido expulsados; muchos conventos habían sido suprimidos y, cada día, se publicaban nuevas leyes que coartaban los derechos de las órdenes religiosas. Sin embargo, fue el ministro Rattazzi, uno de los que más parte había tenido en la legislación, quien urgió un día a Don Bosco a fundar una congregación para perpetuar su trabajo y le prometió su apoyo ante el rey".

En diciembre de 1859, Don Bosco y sus veintidós compañeros decidieron finalmente organizar la congregación, cuyas reglas habían sido aprobadas por Pío IX. Pero la aprobación definitiva no llegó sino hasta quince años después, junto con el permiso de ordenación para los candidatos del momento. La nueva congregación creció rápidamente: en 1863 había treinta y nueve salesianos; a la muerte del fundador, eran ya 768, y en la actualidad se cuentan por millares: Diecisiete mil en 105 países, con 1,300 colegios y 300 parroquias, y se hallan establecidos en todo el mundo.

Don Bosco realizó uno de sus sueños al enviar sus primeros misioneros a la Patagonia. Poco a poco, los Salesianos se extendieron por toda la América del Sur. Cuando San Juan Bosco murió, la congregación tenía veintiséis casas en el Nuevo Mundo y treinta y ocho en Europa. Las instituciones salesianas en la actualidad comprenden escuelas de primera y segunda enseñanza, seminarios, escuelas para adultos, escuelas técnicas y de agricultura, talleres de imprenta y librería, hospitales, etc., sin omitir las misiones extranjeras y el trabajo pastoral.

El siguiente paso de Don Bosco fue la fundación de una congregación femenina, encargada de hacer por las niñas lo que los Salesianos hacían por los niños. La congregación quedó inaugurada en 1872, con la toma de hábito de veintisiete jóvenes, entre ellas, Santa María Dominga Mazzarello, que fue la cofundadora, a las que el santo llamó Hijas de Nuestra Señora, Auxilio de los Cristianos (o Hijas de María Auxiliadora). La nueva comunidad se desarrolló casi tan rápidamente como la anterior y emprendió, además de otras actividades, la creación de escuelas de primera enseñanza en Italia, Brasil, Argentina y otros países. "Hoy en día son dieciséis mil, en setenta y cinco países".

Para completar su obra, Don Bosco organizó a sus numerosos colaboradores del exterior en una especie de tercera orden, a la que dio el título de Colaboradores Salesianos. Se trataba de hombres y mujeres de todas las clases sociales, que se obligaban a ayudar en alguna forma a los educadores salesianos.

Nuestro Señor le inspiró un sabio método de enseñanza

El sueño o visión que tuvo Don Bosco en su juventud marcó toda su actividad posterior con los niños. Todo el mundo sabe que para trabajar con los niños, hay que amarlos; pero lo importante es que ese amor se manifieste en forma comprensible para ellos. Ahora bien, en el caso de Don Bosco, el amor era evidente, y fue ese amor el que le ayudó a formar sus ideas sobre el castigo, en una época en que nadie ponía en tela de juicio las más burdas supersticiones acerca de ese punto.

Los métodos de Don Bosco consistían en desarrollar el sentido de responsabilidad, en suprimir las ocasiones de desobediencia, en saber apreciar los esfuerzos de los chicos, y en una gran amistad. En 1877 escribía: "No recuerdo haber empleado nunca un castigo propiamente dicho. Por la gracia de Dios, siempre he podido conseguir que los niños observen no sólo las reglas, sino aun mis menores deseos". Pero a esta cualidad se unía la perfecta conciencia del daño que puede hacer a los niños un amor demasiado indulgente, y así lo repetía constantemente Don Bosco a los padres.

Una de las imágenes más agradables que suscita el nombre de Don Bosco es la de sus excursiones domingueras al bosque, con una parvada de rapazuelos. El santo celebraba la misa en alguna iglesita de pueblo, comía y jugaba con los chicos en el campo, les daba una clase de catecismo, y todo terminaba al atardecer, con el canto de las vísperas, pues Don Bosco creía firmemente en los benéficos efectos de la buena música.

La construcción de iglesias

El relato de la vida de Don Bosco quedaría trunco, si no hiciéramos mención de su obra de constructor de iglesias. La primera que erigió era pequeña y resultó pronto insuficiente para la congregación. El santo emprendió entonces la construcción de otra mucho más grande, que quedó terminada en 1868. A ésta siguió una gran basílica en uno de los barrios pobres de Turín, consagrada a San Juan Evangelista.

El esfuerzo para reunir los fondos necesarios había sido inmenso; al terminar la basílica, el santo no tenía un céntimo y estaba muy fatigado, pero su trabajo no había acabado todavía. Durante los últimos años del pontificado de Pío IX, se había creado el proyecto de construir una iglesia del Sagrado Corazón en Roma, y el Papa había dado el dinero necesario para comprar el terreno. El sucesor de Pío IX se interesaba en la obra tanto como su predecesor, pero parecía imposible reunir los fondos para la construcción.

"Es una pena que no podamos avanzar" --dijo el Papa al terminar un consistorio--. "La gloria de Dios, el honor de la Santa Sede y el bien espiritual de muchos fieles están comprometidos en la empresa. Y no veo cómo podríamos llevarla adelante"

  • Yo puedo sugerir una manera de hacerlo -dijo el cardenal Alimonda.

  • ¿Cuál? -preguntó el Papa.

  • Confiar el asunto a Don Bosco.

  • Y Don Bosco estaría dispuesto a aceptar?

  • Yo le conozco bien -replicó el cardenal-; la simple manifestación del deseo de Vuestra Santidad será una orden para él.

La tarea fue propuesta a Don Bosco, quien la aceptó al punto.

Cuando ya no pudo obtener más fondos en Italia, se trasladó a Francia, el país en que había nacido la devoción al Sagrado Corazón. Las gentes le aclamaban en todas partes por su santidad y sus milagros y el dinero le llovía. El porvenir de la construcción de la nueva iglesia estaba ya asegurado; pero cuando se aproximaba la fecha de la consagración, Don Bosco repetía que, si se retardaba demasiado, no estaría en vida para asistir a ella. La consagración de la iglesia tuvo lugar el 14 de mayo de 1887, y San Juan Bosco celebró ahí la misa, poco después.

La Basílica de Maria Auxiliadora en Turín fue el monumento material de la gratitud de Don Bosco a la Virgen que “lo había hecho todo...” La construcción de ese maravilloso templo fue milagrosa. Cuando el constructor suspendió los trabajos por falta de pago, Don Bosco quiso pagarle: “Abra las manos...” ...Don Bosco arrojo en las manos todo el dinero del monedero (0,40 centavos de aquellos). El constructor se puso pálido... “Esto,” dijo el santo “es lo que puede pagar el pobre Don Bosco, pero pronto lo hará la Virgen y mandara dinero no solo para la construcción del templo, sino también mandara dinero para la construcción de un gran edificio, para niños pobres” ...y comenzaron los milagros.

Fin de Don Bosco

Pero sus días tocaban a su fin. Dos años antes, los médicos habían declarado que el santo estaba completamente agotado y que la única solución era el descanso; pero el reposo era desconocido para Don Bosco. A fines de 1887, sus fuerzas empezaron a decaer rápidamente; la muerte sobrevino el 31 de enero de 1888, cuando apenas comenzaba el día, de suerte que algunos autores escriben, sin razón, que Don Bosco murió al día siguiente de la fiesta de San Francisco de Sales.

Sus últimas recomendaciones fueron: "Propagad la devoción a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros. Ayudad mucho a los niños pobres, a los enfermos, a los ancianos y a la gente más necesitada, y conseguiréis enormes bendiciones y ayudas de Dios. Os espero en el Paraíso".

Cuarenta mil personas desfilaron ante su cadáver en la iglesia, y sus funerales fueron una especie de marcha triunfal, porque toda la ciudad de Turín salió a la calle durante tres días a honrar a Don Bosco por última vez.

Fueron tantos los milagros conseguidos al encomendarse a Don Bosco, que el Sumo Pontífice lo canonizó cuando apenas habían pasado cuarenta y seis años de su muerte (en 1934) y lo declaró Patrono de los que difunden buenas lecturas y "Padre y maestro de la juventud".

Citas

“Dotado de extraordinario talento y fina distinción, pudo ser un gran orador, un gran historiador, un gran estadista; ...pudo ser...lo que se hubiera propuesto. Pero se quedo en ser...lo que Dios quiso que fuera:...el hombre que supo amara a todos y hacerse amar por todos...”

(Mons. M. Olaechea s.d.b. - Arzobispo de Valencia)

“Don Bosco es un hombre providencial. En toda su obra se descubre la mano de Dios”

(Papa León XIII)

“...un gigante de enormes brazos que ha logrado abrazar al mundo entero...”

(Cardenal Nina a León XIII)

“Don Bosco es un gigante de santidad. Conviví algunos días con él en los ya lejanos días de mi juventud, desde entonces supe que era Santo...”

(Pío XI)

“Cuando pienso en la obra de Don Bosco, pienso en la multiplicación milagrosa de los panes y peces.”

(Mons. Fulton Scheen)

“¡San Juan Bosco, su nombre es todo un poema de gracia y apostolado! Desde una aldea de Piamonte ha llevado la gloria y los triunfos de la caridad de Cristo hasta los mas lejanos confines de la tierra...”

(Beato Juan XXIII)

“Don Bosco es un hombre de leyenda...”

(Víctor Hugo)

“¿Qué significa ser un gran educador? Significa, ante todo, ser un hombre que “comprende” a los jóvenes. Y, en efecto, sabemos que Don Bosco tenia una especial intuición del alma juvenil; siempre se hallaba dispuesto y atento para escuchar y comprender a los numerosos jóvenes que acudían a él en el centro juvenil de Valdocco y el Santuario de Maria Auxiliadora. Pero hay que añadir enseguida, que el motivo de esta peculiar profundidad en “comprender” a los jóvenes fue que los “amaba” no menos profundamente. Comprender y amar: he aquí la insuperable formula pedagógica de Don Bosco”.

(Juan Pablo II. Discurso a los jóvenes en Turín, Italia. 13 de Abril de 1980)

Curiosidades sobre Don Bosco

Mama Margarita

Mamá Margarita, madre de San Juan Bosco, dejó su casa y vida tranquila en Bechi, al lado de su hijo José y sus nietos, se marchó a Turín y se hizo cargo del Oratorio como 'ama de llaves', cocinera, lavandera, costurera ...

Su trabajo fue eficaz, los jóvenes le adoraban y el Oratorio marchaba bien con su trabajo.

Tenía dificultades, muchas dificultades: la edad, el cansancio, el alboroto de los niños y jóvenes que Don Bosco recogía, la mala conducta y malos hábitos de muchos de ellos... se quejó a Don Bosco y casi decidió marcharse a su casa tranquila.

Don Bosco no tuvo nada más que señalarle el Crucifijo; comprendió enseguida y siguió trabajando con Don Bosco.

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Cuando Don Bosco se estaba decidiendo a ser Sacerdote, su madre, Mamá Margarita, le dijo:

  • Más aún, te lo aseguro: si decides ser sacerdote secular y por desgracia llegaras a ser rico, no iré a verte ni una vez. ¡Recuérdalo bien!

A los setenta años y pico recordaba Don Bosco el aspecto severo que tomó su madre al pronunciar estas palabras, y aún resonaba en sus oídos el tono vibrante de su voz; y al repetir estas enérgicas expresiones, tan cristianas, se conmovía hasta saltarle las lágrimas.

Pero el Señor, que veía la sinceridad del corazón de Margarita, hizo que no tuviera que separarse de su hijo y que Juan contara con su ayuda generosa en la fundación del Oratorio de San Francisco de Sales.

Beato Miguel Rua

San Juan Bosco, en 1852, se encontró en la calle con unos jóvenes que le pedían alguna medalla. A cada uno le obsequió su medalla, menos a uno pálido y delgaducho, de noble mirada, al cual el santo le dijo: "A ti sólo te doy esto", al mismo tiempo el santo hacía un gesto con su mano derecha como si partiera su propio brazo izquierdo en la mitad. El joven no entendió ni se atrevió a preguntar, pero 30 años más tarde, le preguntará a Don Bosco: "¿Qué me quiso decir en mi niñez cuando me ofreció regalarme la mitad de su brazo?", y el santo le responderá: "Te quise decir que los dos obraríamos siempre ayudándonos el uno al otro y que tú serías mi mejor colaborador". San Juan Bosco una vez mas probó ser un gran profeta pues así fue en verdad.

Rúa fue el primer alumno de Don Bosco que, ordenado de sacerdote, se quedó a colaborarle en su obra. Fue también el primer director de colegio salesiano y el hombre de confianza que acompañó durante 37 años al gran apóstol en todas sus empresas apostólicas. En él depositaba San Juan Bosco toda su confianza y era en todo como su mano derecha.

La fórmula segura para ganarse la lotería

En el siglo pasado vivió uno de los hombres mas famosos por sus milagros y sus profecías: San Juan Bosco. Su fama se esparcía por todos lados. A unos les anunciaba cuantos años iban a vivir, a otros les decía lo que iban a ser en el futuro, y a muchos les leía los pecados ante que se los dijeran en el confesionario. En total hizo más de ochocientos milagros.

Un hombre pobre oyó hablar de las maravillas que hacía este humilde sacerdote y corrió en su busca para preguntarle algo muy importante: La fórmula para sacarse la lotería. Quería que el santo le dijera qué números debía escoger al comprar el billete.

San Juan Bosco meditó un rato y luego le contestó con plena seguridad: "los números mágicos para que Ud. Se saque la lotería son estos: 10 -7- 14. Puede conseguirlos en cualquier orden y se la sacará".

El hombre se llenó de alegría y ya se despedía para salir corriendo a comprar el billete, cuando el santo, tomándolo del brazo le dijo sonriente: "un momento, que todavía no le he explicado bien los números ni le he dicho de qué clase de lotería se trata. Mire: estos números significan lo siguiente: "10" significa que usted debe cumplir los Diez Mandamientos; "7" significa que usted debe recibir con frecuencia los sacramentos; "14" significa que usted debe practicar las 14 obras de misericordia, tanto las corporales como las espirituales. Si usted cumple estas tres condiciones: observar los mandamientos, recibir bien los sacramentos y practicar las obras de misericordia, se va a sacar la más estupenda de todas las loterías: la gloria eterna del cielo".

El hombre comprendió y en vez de irse a buscar al lotero, fue al asilo a llevar una limosna.

Invierte todo tu corazón en esos números y serás verdaderamente feliz aquí en la tierra y en el cielo.

Monedas conmemorativas

Cabe destacar como curiosidad que en 1988, el estado italiano emitió unas monedas de 500 liras con motivo del primer centenario de la muerte de San Juan Bosco.

Un reconocimiento original de un gobierno a un ciudadano por su estilo de santidad. Fue la primera vez, en dos mil quinientos años de numismática, que una moneda llevara la palabra "santo". Fue un educativos, que han caracterizado su vida.

En la cara de la moneda se puede ser el rostro del santo, del escultor Mauricio Soccorsi; en la cruz, el autor ha querido sintetizar, alegóricamente, el proyecto educativo del santo, según el cual, los jóvenes pueden formar su propia personalidad a través del estudio y del trabajo. En el borde se puede leer : San Juan Bosco 1888-1988.

La emisión de la moneda fue el resultado de muchos encuentros de trabajo y constituyo un suceso auténticamente histórico.

13/16

Rostro de San Juan Bosco
tal y como aparece en la moneda




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Enviado por:Nietovich
Idioma: castellano
País: España

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