Filosofía y Ciencia
San Agustín
San Agustín.
San Agustín nació el 13 de noviembre del año 354 en Tagaste una pequeña población del norte de África cerca de Numidia. Sus padres eran de cierta posición, pero no ricos -Patricio (un pagano que se bautizó antes de morir) y Mónica(cristiana)-; tenía varios hermanos; él mismo habla de Navigio, quien dejó varios hijos al morir y de una hermana que consagró su virginidad al Señor. Aunque Agustín ingresó en el catecumenado desde la infancia, no recibió por entonces el bautismo, de acuerdo con la costumbre de la época.
Agustín estudiaba con gusto el latín, que había aprendido en conversaciones con las sirvientas de su casa y con otras personas; no el latín "que enseñan los profesores de las clases inferiores, sino el que enseñan los gramáticos". Desde niño detestaba el griego y nunca llegó a gustar a Homero, porque jamás logró entenderlo bien; daba gracias a Dios porque, si bien las personas que le obligaban a aprender, sólo pensaban en las "riquezas que pasan y en la gloria perecedera", la Divina Providencia se valió de su error para hacerle aprender cosas que le serían muy útiles y provechosas en la vida... El santo se reprochaba por haber estudiado frecuentemente sólo por temor al castigo y por no haber escrito, leído y aprendido las lecciones como debía hacerlo, desobedeciendo así a sus padres y maestros.
A fines del año 370 Agustín fue a Cartago, cuando acababa de cumplir diecisiete años. Pronto se distinguió en la escuela de retórica y se entregó al estudio, aunque lo hacía sobre todo por vanidad y ambición. No tardó en entablar relaciones amorosas con una mujer y, aunque eran relaciones ilegales, supo permanecerle fiel hasta que la mandó a Milán, en 385. Con ella tuvo un hijo, llamado Adeodato, el año 372. para el 371 su padre había muerto.
Estudio gramática y literatura latinas y, posteriormente, hasta los veintinueve años de edad, enseñó retórica en Cartago.
Tras una juventud algo disipada, la lectura de un escrito de Cicerón le llevó al estudio de la filosofía y a la búsqueda de la verdad, que, en un principio, creyó encontrar en la doctrina de los maniqueos, que defendió durante diez años; hasta que tuvo una discusión con Fausto, el jefe de los maniqueos y se desilusionó de la secta. De ello habla largamente en sus "Confesiones", que comprenden la descripción de su conversión y la muerte de su madre Mónica. Dicha obra escrita para mostrar la misericordia que Dios tuvo de un pecador.
Durante nueve años dirigió su propia escuela de gramática y retórica en Tagaste y Cartago. Su madre trataba de “convertirlo” mediante la oración y la persuasión junto con un obispo; pero después en el año 383, partió a Roma temiendo que su madre lo retuviera en África. En la Roma abrió una escuela, pero descontento con la costumbre de los estudiantes, que cambiaban frecuente de maestro para no pagar sus servicios, decidió emigrar a Milán, donde obtuvo el puesto de profesor de retórica.
Ahí conoció al obispo de la ciudad, San Ambrosio y asistía frecuentemente a sus sermones; Agustín en esa misma época leía las obras de Platón y Plotino. "Platón me llevó al conocimiento del verdadero Dios y Jesucristo me mostró el camino". Santa Mónica, que le había seguido a Milán, quería que Agustín se casara; por otra parte, la madre de Adeodato retornó al África y dejó al niño con su padre. Sin embargo, Agustín no se caso y si vida espiritual e intelectual continuó sin cambios.
Su madre le había enseñado a orar desde niño y le había instruido en la fe, de modo que cuando Agustín cayó gravemente enfermo, pidió que le fuese conferido el bautismo y su madre hizo todos los preparativos para que lo recibiera; pero la salud del joven mejoró y el bautismo fue diferido. El santo condenó más tarde la costumbre de diferir el bautismo por miedo de pecar después de haberlo recibido. Y era como en nuestros días que vemos y lamentamos los pecados cometidos después del bautismo que son una verdadera profanación de ese sacramento.
Finalmente el santo renunció inmediatamente al profesorado y se trasladó a una casa de campo en Casiciaco, cerca de Milán, que le había prestado su amigo Verecundo. Santa Mónica, su hermano Navigio, su hijo Adeodato, San Alipio y algunos otros amigos, le siguieron a ese retiro, donde vivieron en una especie de comunidad. Agustín se consagró a la oración y el estudio y, aun éste era una forma de oración por la devoción que ponía en él. Entregado a la penitencia, a la vigilancia diligente de su corazón y sus sentidos, dedicado a orar con gran humildad, el santo se preparó a recibir la gracia del bautismo."Demasiado tarde, demasiado tarde empecé a amarte. ¡Hermosura siempre antigua y siempre nueva, demasiado tarde empecé a amarte! Tú estabas conmigo y yo no estaba contigo. Yo estaba lejos, corriendo detrás de la hermosura por Tí creada; las cosas que habían recibido de Tí el ser, me mantenían lejos de Tí. Pero tú me llamaste. me llamaste a gritos, y acabaste por vencer mi sordera. Tú me iluminaste y tu luz acabó por penetrar en mis tinieblas. Ahora que he gustado de tu suavidad estoy hambriento de Tí. Me has tocado y mi corazón desea ardientemente tus abrazos". Los tres diálogos "Contra los Académicos", "Sobre la vida feliz" y "Sobre el orden", se basan en las conversaciones que Agustín tuvo con sus amigos en esos siete meses.
La víspera de la Pascua del año 387, San Agustín recibió el bautismo, junto con Alipio y Adeodato, quien tenía entonces quince años y murió poco después. En el otoño de ese año, Agustín resolvió retornar a África y fue a embarcarse en Ostia con su madre y algunos amigos. Santa Mónica murió ahí en noviembre de 387. Agustín consagra seis conmovedores capítulos de las "Confesiones" a la vida de su madre. Viajó a Roma unos cuantos meses después y, en septiembre de 388, se embarcó para África. En Tagaste vivió casi tres años con sus amigos, olvidado del mundo y al servicio de Dios con el ayuno, la oración y las buenas obras. Además de meditar sobre la ley de Dios, Agustín instruía a sus prójimos con sus discursos y escritos. El santo y sus amigos habían puesto todas sus propiedades en común y cada uno las utilizaba según sus necesidades. Aunque Agustín no pensaba en el sacerdocio, fue ordenado el año 391 por el obispo de Hipona, Valerio, quien le tomó por asistente. Así pues, el santo se trasladó a dicha ciudad y estableció una especie de monasterio en una casa próxima a la iglesia, como lo había hecho en Tagaste. San Alipio, San Evodio, San Posidio y otros, formaban parte de la comunidad y vivían "según la regla de los santos Apóstoles". El obispo, que era griego y tenía además cierto impedimento de la lengua, nombró predicador a Agustín. En el oriente era muy común la costumbre de que los obispos tuviesen un predicador, a cuyos sermones asistían; pero en el occidente eso constituía una novedad. Más todavía, Agustín obtuvo permiso de predicar aun en ausencia del obispo, lo cual era inusitado. Desde entonces, el santo no dejó de predicar hasta el fin de su vida. Se conservan casi cuatrocientos sermones de San Agustín, la mayoría de los cuales no fueron escritos directamente por él, sino tomados por sus oyentes. En la primera época de su predicación, Agustín se dedicó a combatir el maniqueísmo y los comienzos del donatismo y consiguió extirpar la costumbre de efectuar festejos en las capillas de los mártires. El santo predicaba siempre en latín, a pesar de que los campesinos de ciertos distritos de la diócesis sólo hablaban el púnico y era difícil encontrar sacerdotes que les predicasen en su lengua.
El año 395, San Agustín fue consagrado obispo coadjutor de Valerio. Poco después murió este último y el santo le sucedió en la sede de Hipona. Procedió inmediatamente a establecer la vida común regular en su propia casa y exigió que todos los sacerdotes, diáconos y subdiáconos que vivían con él renunciasen a sus propiedades y se atuviesen a las reglas. Por otra parte, no admitía a las órdenes sino a aquellos que aceptaban esa forma de vida. San Posidio, su biógrafo, cuenta que los vestidos y los muebles eran modestos pero decentes y limpios. Los únicos objetos de plata que había en la casa eran las cucharas; los platos eran de barro o de madera. El santo era muy hospitalario. Durante las comidas, se leía algún libro para evitar las conversaciones ligeras. Todos los clérigos comían en común y se vestían del fondo común. Como lo dijo el Papa Pascual XI, "San Agustín adoptó con fervor y contribuyó a regularizar la forma de vida común que la primitiva Iglesia había aprobado como instituida por los Apóstoles". El santo fundó también una comunidad femenina. A la muerte de su hermana, que fue la primera "abadesa", escribió una carta sobre los primeros principios ascéticos de la vida religiosa. En esa epístola y en dos sermones se halla comprendida la llamada "Regla de San Agustín", que constituye la base de las constituciones de tantos canónigos y canonesas regulares. El santo obispo empleaba las rentas de su diócesis, como lo había hecho antes con su patrimonio, en el socorro de los pobres; y menciona en varias de sus cartas y sermones la costumbre que había impuesto a sus fieles de vestir una vez al año a los pobres de cada parroquia y, algunas veces, llegaba hasta a contraer deudas para ayudar a los necesitados. Su caridad y celo por el bien espiritual de sus prójimos era ilimitado.
Generalmente, la correspondencia de los grandes hombres es muy interesante por la luz que arroja sobre su vida y su pensamiento íntimos. Así sucede, particularmente con la correspondencia de San Agustín. En la carta quincuagésima cuarta, dirigida a Januario, alaba la comunión diría, con tal de que se la reciba dignamente, con la humildad con que Zaqueo recibió a Cristo en su casa; pero también alaba la costumbre de los que, siguiendo el ejemplo del humilde centurión, sólo comulgan los sábados, los domingos y los días de fiesta, para hacerlo con mayor devoción. En otras cartas, el santo habla del respeto, el afecto y la consideración que el marido debe a la mujer. La modestia y humildad de San Agustín se muestran en su discusión con San Jerónimo sobre la interpretación de la epístola a los Gálatas. A consecuencia de la pérdida de una carta, San Jerónimo, que no era muy paciente, se dio por ofendido. San Agustín le escribió: "Os ruego que no dejéis de corregirme con toda confianza siempre que creáis que lo necesito; porque, aunque la dignidad del episcopado supera a la del sacerdocio, Agustín es inferior en muchos aspectos a Jerónimo”.
En agosto del 430 San Agustín cayó presa de la fiebre y desde el primer momento, comprendió que se acercaba la hora de su muerte. El santo escribió entonces: "Quien ama a Cristo no puede tener miedo de encontrarse con El. Hermanos míos, si decimos que amamos a Cristo y tenemos miedo de encontrarnos con El, deberíamos cubrirnos de vergüenza". Durante su última enfermedad, pidió a sus discípulos que escribiesen los salmos penitenciales en las paredes de su habitación y los cantasen en su presencia y no se cansaba de leerlos con lágrimas de gozo. San Agustín conservó todas sus facultades hasta el último momento; el 28 de agosto falleció a sus setenta y dos años de edad, de los cuales había pasado casi cuarenta consagrado al servicio de Dios.
San Agustín es el primer gran talento filosófico desde la filosofía griega clásica. Con su obra y con su considerable influencia en la Iglesia y en el pensamiento cristiano, contribuyó en gran manera a afianzar la orientación platónica de la filosofía en los siglos siguientes, hasta el resurgir del aristotelismo en el siglo XIII.
Conclusión.
San Agustín es un santo muy conocido. Sus obras son la prueba de cómo todos tenemos oportunidades en la vida y Dios nos las da.
La vida de San Agustín como religioso nos enseña cómo se reciben los sacramentos y lo importantes que son; aunque él haya sido bautizado después de muchos años, cuando lo hizo fue porque estaba seguro de que quería entregarse a Dios y de que iba a respetar todas las cosas sagradas... sin importar que en su juventud haya sido hereje.
Todas las obras de san Agustín aportaron mucho a la iglesia de su época, a la literatura en sí, y por supuesto a la filosofía.
Éste santo tuvo siempre junto a él a su madre y creo que ella tenía el presentimiento de que su hijo cambiaría y serviría al Señor. Creo que también estaba muy influido por el obispo Ambrosio. Y lo más destacado de su vida de obispo, fue que siempre estaba dispuesto a ayudar a los más necesitados, aunque tuviera q sacrificarse él para los de más. Cuentan que invitaba a comer a quienes no seguían su doctrina, y que los prefería sobre aquellos que asistían a la iglesia, pero fuera de ella llevaban una vida escandalosa e inmoral.
Sin duda Agustín sintió un llamado para dejar atrás su vida pasada y sus amoríos, y dedicarse a Dios; ya después sirviéndole le agradecía por haberle tenido misericordia, por su perdón y por todo lo que la vida le había dado.
Bilbliografía.
http://www.antroposmoderno.com/biografias/SAgustin.html
http://www.corazones.org/santos/agustin.htm
BENITO, Constantino y Plaza. “Andares de Dios”.
2ª Edición. Colección Joya. Edic. Paulinas.
España, 1981. p.p. 69-95.
GARCÍA-PELAYO y Gross, Ramón“Pequeño Larousse ilustrado”
1ª edición. Ediciones Larousse.
Paris, 1994. p. 1128.
Descargar
Enviado por: | Nallely |
Idioma: | castellano |
País: | México |