Música
Renacimiento musical
MÚSICA EN EL RENACIMIENTO
Español. El término Renacimiento no es aplicable a la música como a otras artes, ya que la música de los siglos XV y XVI ni supuso una ruptura con la tradición musical anterior, ni significó un intento de hacer renacer formas procedentes de la antigüedad clásica. En ese tiempo se produjeron novedades importantes y el espíritu culto, e interesado por las artes, del Humanismo fomentó el desarrollo de la música, pero no puede hablarse de un Renacimiento musical propiamente dicho.
En términos generales puede decirse que los siglos XV y XVI supusieron el triunfo definitivo de la polifonía frente a la música monódica de la época medieval. En esta época desaparecieron algunos de los instrumentos del periodo gótico y pervivieron, sobre todo, aquellos que mejor se adaptaban a la polifonía. Predominaron los instrumentos de teclado y de cuerda, como el órgano, el clavecín, el laúd y la vihuela (de origen español) lo que facilitó la consagración de la música como acompañamiento de sus composiciones (los trovadores se acompañaban de instrumentos de cuerda).
Durante estos dos siglos, el auge alcanzado por la música profana fue otra de las innovaciones de la época. La música pasó a ser un arte no sólo cultivado por clérigos, como en la Edad Media, y las canciones de corte popular y sobre todo el madrigal (poema cantado de tema lírico-galante) fueron piezas por las que se sintieron atraídos casi todos los compositores.
Durante el siglo XV se impuso la polifonía a la flamenca, que logró una perfecta adecuación entre texto y música. Los maestros flamencos viajaron por toda Europa, llegando a imponerse en la propia Italia, a pesar de su fuerte tradición musical.
En esta época las formas musicales más difundidas fueron el motete, la misa, la canción polifónica y el villancico (como aportación española). Entre los compositores, la figura más destacada fue Joaquín des Pres (1440-1521), que cultivó tanto la música religiosa como la profana.
En el siglo XVI Italia recuperó la primacía musical, imponiendo composiciones como el madrigal de corte italiano y, sobre todo, gracias a un buen número de músicos de gran talla.
No obstante, la división religiosa que el cisma protestante había marcado, dejó también su huella en la música. Entre los reformadores alemanes y centroeuropeos se entendió que la música tenía una gran importancia para los actos religiosos de la nueva Iglesia; así y con la intención de crear un sentimiento comunitario entre los fieles, los protestantes tendieron hacia una música coral, no polifónica y de texto en lengua vulgar que podía ser cantada por el pueblo.
Tendieron, como puede verse, hacia formas dominadas por la sencillez, en las que lo importante es el texto y la falta de dificultades para que pueda ser asequible a las masas.
La respuesta católica a estos planteamientos musicales, se dio en el Concilio de Trento, que pretendió regular la música religiosa de los católicos con formas en las que predominaban la austeridad y la gravedad, renunciando, al menos en principio, a la polifonía. La música polifónica no pudo ser finalmente rechazada y las decisiones trentinas no fueron seguidas al pie de la letra. No obstante, algunas de las recomendaciones de los obispos católicos sí dejaron su huella en la música religiosa como, por ejemplo, las que insistían en la necesidad de que los textos cantados debían resultar reconocibles para los fieles.
El siglo XVI fue, por otro lado, el momento en el que la música instrumental despertó un verdadero interés entre los compositores. La música de instrumentos sin acompañamiento de voz se empleó, de manera especial, para el baile y su aparición estuvo muy unida al interés por la música de las refinadas y cultas minorías de las cortes y de las familias más ricas de Europa.
Los grandes maestros del siglo XVI
A lo largo del siglo XVI comenzaron a surgir los que podrían considerarse primeras grandes figuras de la tradición musical occidental que ha perdurado hasta nuestros días.
Juan del Encina vivió entre los siglos XV y XVI y en su producción destacaron las obras de corte popular, como los villancicos y las canciones (de tema pastoril) en los que demostró un gran dominio de los recursos dramáticos y literarios. Su capacidad como músico instrumental la desarrolló en madrigales cultos de tendencia italiana.
Cristóbal Morales (nació hacia 1500 y murió en 1553) fue director del coro de la catedral de Toledo y dominó la polifonía. Su obra fue conocidísima en toda Europa y hoy se le considera como uno de los grandes maestros del contrapunto.
Antonio Cabezón (1510-1566). Fue ciego desde muy joven, pero su arte le permitió llegar a ser músico de cámara de Carlos V y organista de Felipe II. Dedicó su obra al órgano y al clavicordio, logrando composiciones de gran belleza musical, en base a pequeñas variaciones que fueron un adelanto de lo que la variación melódica llegaría a ser. Su influencia en la música internacional posterior fue enorme y es, por ello, una figura de primer orden.
Pier Luigi de Palestrina (1525-1594). Fue, sin duda, el compositor de más influencia de su época. Protegido del papa Julio II dominó el contrapunto como ningún otro compositor de su tiempo. Su fama llegó hasta la corte de Viena a la que fue llamado, pero donde no cumplieron sus exigencias, por lo que regresó a Roma para trabajar, hasta su muerte, en la Basílica de San Pedro. Disfrutó de fama y honores y, de su obra destacan sus misas y sus motetes, marcados por la austeridad y una profunda religiosidad.
Tomás de Vitoria (1548-1611). Se educó musicalmente en Roma, con Palestrina, a quien igualaría como artista. Fue músico de Felipe II y creador de un estilo marcado por la austeridad y los valores expresivos, que encajó perfectamente con el espíritu contrarreformista del ambiente escurialense. Su obra polifónica la dedicó íntegramente a la música religiosa y es uno de los pocos compositores de su tiempo que no se sintió interesado por la música profana. Vitoria es, probablemente, uno de los músicos españoles más grandes de todos los tiempos.
Francisco Guerrero (1527-1599) Nació en Sevilla, en marzo de 1527, murió en la misma ciudad el 8 de noviembre de 1599. Parece ser que realizó sus estudios de música con Cristóbal Morales, "el divino Morales". A los 18 años obtuvo la plaza de Maestro de Capilla de la Catedral de Jaén. Poco después volvió a Sevilla, de donde no volverá a salir, excepto en 1588, cuando realiza una peregrinación a Jerusalén. Durante este viaje pasa por Venecia, donde imprime algunas de sus obras. Ocupará sucesivamente, en la Catedral de Sevilla, los puestos de Cantor y Maestro de Capilla: primero compartido con Pedro Fernández y más tarde en solitario. Está enterrado en la capilla de Nuestra Señora de la Antigua, en la Catedral Hispalense.
Francisco Guerrero está considerado uno de los más ilustres Polifonistas Españoles del Siglo de Oro. Muchos le colocan, en mérito y fecundidad, inmediatamente detrás de Tomás Luis de Victoria, del que fue contemporáneo. Mucho se ha escrito sobre la posible relación entre ambos, que no acaba de estar clara.
Entre la producción musical de Guerrero podemos destacar: los Motecta, Liber I (1570) y Liber II (1589), de 2 a 12 voces; varios libros Missarum (1559, 1566, 1582), de 2 a 8 voces y las Canciones y Villanescas Espirituales (1589), de 3 a 5 voces. De esta última obra hemos seleccionado la Villanesca "Niño Dios d'amor herido", a 4 voces mixtas, como un ejemplo de la música de Guerrero.
Aleman. En Alemania la reforma protestante impulsada por Lutero tuvo en lo musical una manifestación peculiar: El Coral. Se trata de un canto de varias voces acordadas (no contrapuntítico), en el que el ritmo es muy marcado y en la melodía destaca con claridad el texto (que se escribe en Alemán no en Latín). El propio Martín Lutero (1483-1546) compuso algunos himnos y fue el principal inspirador de la misa alemana que se utilizó por primera vez en 1524. Otros músicos destacables son: Joahnn Walter y Georg Rhan.
Heinrich Schütz: La vida de Schütz no fue un regazo de alegrías y placeres sino un cúmulo de tristezas y desgracias que sin duda modelaron la personalidad del maestro y condicionaron su creación musical. Nacido en Köstricht (Turingia) en 1585 y tras un inicio musical a la sombra de Morizt de Hesse, viajó a Venecia donde contactaría y trabajaría a la sombra de uno de los maestros más significativos de la cristiandad latina de la época: Giovanni Gabrieli, de quien fue su alumno favorito. Bajo la protección y enseñanza de Gabrieli y la majestuosidad de la música creada por este insigne italiano, Schütz vivió una parte de sus más intensos años desde la perspectiva musical (1609-1613). Posteriormente regresaría Italia una década después interesado por las tendencias musicales que estaba popularizando Claudio Monteverdi donde, además, contactó con Alessandro Grandi, vicemaestre de la capilla ducal.
Su vida musical se desarrollaría básicamente en Dresde, aunque se sabe de algunas estancias cortas en otros países como es el caso de Dinamarca. En dicha ciudad alemana pudo poner de manifiesto la impronta de la fastuosidad dejada por Gabrieli y el dramatismo monteverdiano. Ambas particularidades de la música de Schütz son fácilmente perceptibles en la música compuesta años después. Sin embargo, lo más interesante de la música de Schütz es la facilidad con la que conjuga retazos de los viejos estilos aprendidos en Venecia y las nuevas tendencias que se impondrán en la totalidad de la música europea del siglo XVII. En este sentido, fue uno de los últimos representantes de los viejos estilos dominantes durante el Renacimiento fusionados con las tendencias alemanas y un innovador en las formas musicales que comenzaban a imponerse por la totalidad de Europa.
Hans Leo Hassler: Nace en 1747 y muere en Moscú en 1822. Fue discípulo de Kittel y a los 14 años era organista de las Carmelitas descalzos de Erfurt, dando conciertos en casi toda Alemania con gran éxito. En 1780 fundó en Erfurt una sociedad de conciertos y 10 años más tarde recorrió Inglaterra y Rusia, siendo nombrado en 1792 maestro de la capilla imperial de San Pertesburgo, cargo que dejó en 1794 para establecerse en Moscú. Fue un notabilísimo compositor para piano, considerándose como el continuador directo de la célebre escuela de Manuhein. En Moscú se le hizo un monumento por iniciativa de uno de sus discípulos. Compuso sonatas, conciertos, fantasías y variaciones para piano, así como Lieder y obras para órgano, especialmente una Gran Giga en “re” menor de mucha originalidad y de gran efecto.
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