Historia


Regencias de María Cristina y Espartero


TEMA 9: LAS REGENCIAS DE MARÍA CRISTINA (1833-40) Y DE ESPARTERO (1840-43)

9.1. Regencia de María Cristina (1833- 1840)

El 29 de septiembre muere Fernando VII, Mª Cristina ejerció la regencia de inmediato. La reina “gobernadora” comenzó a regir con perspicacia, trató de apaciguar las expectativas liberales.

Entre las primeras decisiones de la nueva regente destacan: reapertura de universidades, concesión de amnistía que permite el regreso de los liberales exiliados y la fundación del Ministerio de Fomento.

A los 3 meses del fallecimiento de su esposo, Mª Cristina se unió al guardia de corps Fernando Muñoz. Los liberales respetarían su secreto a cambio de su apoyo.

A finales de 1833 comienzan levantamientos en distintos puntos de España a favor de Carlos “V”, el cual reclama sus derechos como rey desde Portugal. Fueron dominadas. Pero fue consolidándose socialmente en Provincias Vascas, Navarra, Cataluña, Aragón y Levante. El principal cerebro de la rebelión carlista fue Zumalacárregui.

9.1.1. El reformismo desde arriba: Cea Bermúdez y Martínez de la Rosa

Desde septiembre de 1832 Cea Bermúdez realizó una transición interna, burocráticamente dirigida desde un estado formalmente absoluto; a base de reformas administrativas decretadas desde arriba. Javier de Burgos (Ministro de Fomento) dirigió la división provincial, modelo racional de gestión, adoptando una difusión del poder central. Serían 49 provincias, en cada una con un jefe político, que sería el precedente del clásico gobernador civil, y un intendente. También de establecen las redes judicial y administrativas.

Pero el liberalismo emergente pedía reformas políticas, no administrativas. La inestabilidad aumentó y la regente sustituye a Cea Bermúdez por Martínez de la Rosa, líder liberal recién llegado del exilio (el político “templado”, por su condición conciliadora).

A los 8 días en el poder emite un decreto sobre la disolución de la jurisdicción gremial. Y 2 decretos en relación a la Iglesia (medidas anticlericales):

  • Suprimir todo aquel monasterio del que hubiera salido al menos un fraile para unirse a las tropas carlistas

  • Junta eclesiástica (reforma del clero)

  • Martínez de la Rosa promulga en abril de 1834 el Estatuto Real. El nuevo texto evitaba decir a quien pertenecía la soberanía, al rey o al pueblo; lo que origina disputas entre la reina regente y las Cortes. La menor cantidad de parlamentarismo posible.

    En julio de 1834 el cólera morbo había subido hacia el interior de la Península, se hizo correr el bulo de que los frailes habían envenenado las aguas de la capital. De inmediato tuvieron lugar los asaltos a los conventos y fueron asesinados más de 80 religiosos indefensos. La falta de reacción del gobierno animó a que se repitieron en otros puntos de la Península.

    Todo esto hizo declinar el gobierno de Martínez de la Rosa, dimitió el 7 de junio de 1835.

    9.1.2. Ciclo exaltado del liberalismo e instauración del progresismo político

  • Juntismo y radicalismo liberal

  • Las mayores beligerancias contra la política gubernamental provenían de la calle y de la prensa.

    Forma gobierno José Mª Queijo de Llano, Conde de Toreno, duró 3 meses. Fueron incapaces de controlar la oleada de motines populares e insubordinación provincial, promovida por el movimiento de liberalismo exaltado (especialmente violento en Barcelona).

    Consolidado el levantamiento revolucionario provincial, se formaron juntas revolucionarias que consiguieron desplazar las autoridades provinciales. La milicia urbana se aglutinó en Madrid y envió un escrito de peticiones a la reina gobernadora en la Granja de San Ildefonso, pedían un nuevo gobierno:

    · Exclaustración de regulares

    · Restablecimiento de diputaciones provinciales

    · Alistamiento de 200.000 soldados (para combatir el ejército carlista)

    · Ampliación de la ley de la milicia urbana

    · Libertad de imprenta

    · Una nueva ley electoral

    · Una reunión de Cortes

    A Toreno le quedaban pocas posibilidades de maniobra política ante el “desorden de provincias”, dimite en septiembre de 1835. Le sucedió su ministro de Hacienda, el banquero Mendizábal.

  • La dictadura “liberal” de Mendizábal

  • Gobernó durante 8 meses, fue presidente y a la vez ministro de Hacienda y virtual dictador sobre las Cortes, a las que arrancó poderes extraordinarios. Contuvo y subordinó las juntas revolucionarias al poder central. En 4 meses consiguió apaciguar los ánimos y transformar a los amotinados en adeptos y a los desobedientes juntistas en fieles progresistas. Reconvirtió las propias juntas en diputaciones provinciales, así logró el control político.

    Las Cortes fueron amordazadas y se anularon las instituciones liberales, así que los liberales críticos (moderados o progresistas) crearon un foro para sus debates contra un poder cada vez más absorbente (Ateneo de Madrid). La nueva sociedad fue organizada por “Don Álvaro” (Ángel de Saavedra, Duque de Rivas). Contó con Larra y fue un punto ineludible para intelectuales románticos y políticos en desgracia.

    Reformas de Mendizábal:

  • Medidas “hacendísticas” y reestablecimiento del crédito del Estado

  • Medidas de disolución y desamortización eclesiásticas. Prohibió a los obispos ordenados más religiosos. Suprimió conventos y congregaciones religiosas. Calificó de “bienes nacionales” a las propiedades de conventos y comunidades suprimidas, o puestas a subasta pública. Expropiación de bienes del clero secular. Prohibió cualquier percepción de contribución directa por la Iglesia (diezmo).

  • Reforma de la movilización y gastos militares. Movilización militar de una quinta de 100.000 hombres para acelerar el fin de la guerra carlista. Hubo una resistencia popular a esta mediada y quedó en 50.000 hombres. Recurrió a exenciones de aislamiento mediante pagos (provocó discriminación social y no solucionó el problema militar). Mendizábal recurrió al empréstito (así contradecía sus propias medidas).

  • c) El motín de los sargentos de la Granja

    La reina gobernadora se negó a aceptar una amplia renovación de altos cargos militares propuestos por el ministro de Guerra de Mendizábal. Éste dimitió de su cargo presidencial, pero él y sus amigos progresistas fueron llamados de nuevo en las siguientes semanas. Fue secundado por Francisco J. de Istúriz. Se creó un ambiente enrarecido y de tensión. En este ambiente fueron configurándose, definitivamente, las 2 corrientes liberales: progresistas y moderados.

    Istúriz cierra Cortes y pide la convocatoria de otras nuevas, para reformar el estatuto real. El proceso electoral no tuvo lugar, porque se interpuso un levantamiento provincial, dominado por un motín de la guarnición de la Granja de San Ildefonso, aprovechando la estancia en el real sitio de la reina gobernadora. Esta urgió a Mª Cristina la ineludible rehabilitación de la Constitución de 1812.

    El nuevo periodo constituyente fue presidido por José Mª Calatrava, compartido con Mendizábal. Duró un año. Desplazaron y sustituyeron funcionarios. Tras convocar las Cortes, una mayoría progresista aprobó la nueva Constitución de 1837.

    Calatrava se vio desplazado por un nuevo forcejeo militar de oficiales, intromisión de los moderados para debilitar el gobierno progresista. Fue sustituido por Azara (de 61 años). La reina gobernadora tentó para el cargo Espartero, pero sin éxito.

    9.1.3. El ciclo conservador del liberalismo moderado

  • Gobiernos moderados

  • El nuevo gobierno de Azara duró 4 meses, en él tuvieron lugar el proceso electoral y la formación de nuevas cortes de mayoría moderada (Martínez de la Rosa, Toreno, Alcalá Galiano).

    D. Carlos nombró a jefe máximo del ejército carlista a Maroto, que en un año aceleraría el fin de la contienda civil al negociar el armisticio con Espartero.

    Tras la caída del gobierno de Bardexi Azara, Narváez (famoso por la guerra carlista) propuso como nuevo presidente del gobierno moderado a otro más anciano: Narciso de Heredia, conde de Ofelia. Realizó reformas en la educación. Le sucedió el conde de Frías, duró 3 meses.

    Le continuó el gobierno de Pérez de Castro. En 1839 liberó el subsuelo minero, para relanzar la explotación. Con la influencia de Espartero se firma el Convenio de Vergara el 31 de Agosto de 1839, el cual ponía fin a 7 años de guerra civil. Con esta hazaña, Espartero consigue el título de duque de la victoria.

    Los moderados ganan las elecciones. Se presentó a debate una ley de ayuntamientos que reforzaba la iniciativa y el control del poder central, suponía la destrucción de la independencia municipal. Para los moderados esto suponía la definitiva configuración de un estado moderno. También supuso una guerra declarada a la corriente progresista. María Cristina sancionó la ley, esta vez repercutió más su decisión, ya que se produjo el relevo de la propia regente por Espartero.

  • Partidos políticos y régimen de generales

  • Los militares, en abundancia e influencia creciente en la vida pública, se implicaron tanto en las cuestiones de armas como intervinieron el régimen constitucional, mientras que los partidos políticos se dejaron conducir por ellos.

    Flancos débiles del partido moderado: reducida cohesión ideológica, modesta solidez económica, aceptar la desamortización como un mal menor.

    Los moderados pretendían el ideal de aunar el progreso con la tradición. Para ellos el valor supremo social era el orden, compatible con la libertad, o expresión convencional en los códigos y leyes.

    Los progresistas defendían postulados como: defensa de la elección popular en los ayuntamientos, laicismo social, subordinación de la Iglesia al estado, defensa de seguridades y libertades personales y derechos.

    La reina gobernadora siempre prefirió el liberalismo “respetable” de los moderados, y sorteó como pudo las presiones de gobiernos duraderos de los progresistas.

    La más clara diferencia entre los partidos residía en las tácticas. Los progresistas elaboran una curiosa teoría sobre la “legitimidad” de la revolución. Los moderados no rechazaban el recurso de la misma.

    El grave problema final de la regencia de María Cristina fue la subordinación del poder civil al poder militar.

    9.1.4. La primera Guerra Carlista

  • Las dimensiones del conflicto

  • Cifras de 150.000 - 200.000 muertos. Los ejércitos fueron desiguales, aunque fueron reforzándose a lo largo del conflicto. El ejército cristino procedía del antiguo ejército de Fernando VII, contaba con 116.000 hombres, pero era insuficiente y pusieron en marcha el mecanismo de incorporación por quintas. En total unos 500.000 soldados.

    El ejército carlista era la unión de 3 diferentes: País Vasco- Navarra, Maestrazgo y Cataluña. Más cuadrillas dispersas (más o menos 72.000).

  • Fases del conflicto

  • 1.- Levantamiento inicial (1833): obedeciendo a una trama conspirativa, la muerte de Fernando VII supuso la aplicación de un plan de sublevación, proyectado por la Junta carlista de Madrid. Más fuerza en la zona norte. En otras zonas estaban bajo mando de signo liberal. Don Carlos se instaló en Vascongadas y Navarra para dirigir la sublevación desde julio de 1834.

    2.- Organización y encuadramiento militar (1833-35): Vascongadas y Navarra contó pronto con un ejército regular, gracias a la acción organizadora de Zumalacárregui. Victorias iniciales sobre el ejército cristino decidieron una expansión militar en aquellas provincias, excepto capitales. Pero a la muerte del caudillo carlista se quedó D. Carlos sin su cerebro militar.

    3.- Proyección expedicionaria (1836-37): la guerra en estos años rompió su escenario geográfico de enclaves regionales para asaltar el territorio nacional. Expedición real con el pretendiente a la cabeza (descendiente de D. Carlos). Estabilidad del curso bélico, éxitos y fracasos de ambos bandos.

    4.- División interna y momento transaccional (1838-39): tensión y lucha de facciones y corrientes en el bando carlista. Lucha abierta en el 39 de sectores carlistas, lanzado por el general Maroto sobre el sector rival de “apostólicos”, a partir de una supuesta conspiración de este sector contra su mando. Detenciones inesperadas y fusilamientos. Focos de resentimiento y temores entre sectores del carlismo. Descontento interno y desmotivación de las tropas. Esto facilitó los contactos entre Espartero y Maroto. Firman el Convenio de Vergara, el 31 de agosto de 1839.

    5.- Confinamiento nororiental y cesión final (1840): el general carlista Ramón Cabrera no aceptó el convenio y prolongó la resistencia en el Maestrazgo hasta el 30 de mayo de 1840, momento que Espartero entra en Morella.

    9.2. La regencia de Espartero

    Baldomero Espartero accede a la Regencia en 1840, había alcanzado mucho prestigio por la guerra carlista. Se propuso defender la Constitución de 1837, y tenía una clara preocupación por “mantener el orden”, como militar que era.

    9.2.1. Revolución de 1840 y traspaso de regencia

    El curso político del régimen liberal en 1840 estuvo ampliamente dominado por las expectativas contrapuestas de moderados y progresistas, acerca de cambios institucionales como el que promovería una ley de ayuntamientos.

    Los moderados estaban dispuestos a eliminar la fuerza electoral progresista y ampliar en su favor el poder central y las facultades de la regente.

    La oposición progresista vio en la reforma municipal, además de una derivación partidista de la ley propuesta, una elemento de revisión constitucional inadmisible (formaba parte de la Constitución de 1837). Para ellos los ayuntamientos representaban la voluntad popular. Iniciaron un movimiento re revoluciones urbanas provinciales. Y comenzaron a llegar peticiones de ayuntamientos progresistas a Espartero, manifestando sus temores y peticiones. Surgen insurrecciones contra la regente y aclamando a Espartero. La revolución provincial se extendió hasta implicar a Madrid, donde se formó una Junta Radical.

    María Cristina (un poco por miedo a que revelaran su matrimonio) planteó su renuncia al cargo de regente y se exilió a Paris. Espartero la sustituyó provisionalmente y los progresistas veían de nuevo abiertas las puertas al poder.

    9.2.2. La regencia provisional: unitarios y trinitarios

    La regencia provisional duró 7 meses, hasta mayo de 1841. En este momento se agrietó el partido progresista y surgieron 2 bloques: los “unitarios”, partidarios de encomendar la regencia a Espartero, y “trinitarios”, convencidos de la necesidad dela ponerla en manos de 3 personas.

    Los moderados optaron por respaldar la 1ª opción, para así avivar la tensión en sus oponentes políticos.

    La falta de tacto político de Espartero quedó en evidencia con los primeros nombramientos, en los que quedaba patente el reparto de favores y las prebendas. Pero aquellos que no recibieron favores no beneficios del gobierno de Espartero formaron, entre 1840 y 1843, una oposición de progresistas disidentes dentro de su propio partido, encabezado por el abogado Salustiago Olózaga.

    9.2.3. Una regencia que pierde base

    Dos problemas introdujeron inestabilidad a la regencia de Espartero: el golpe militar, como anticipación a la conspiración en marcha, y la cuestión algodonera, como irreparable choque con el mundo económico e industrial. La revuelta de Barcelona provocó un hundimiento interno del partido progresista.

    Se produce un nuevo levantamiento, pero esta vez dirigido por los moderados.

    9.2.4. La revolución de 1843 y la coalición antiesparteristas

    En 1843 se disuelven las Cortes y se realiza el proceso electoral, el gobierno pierde la mayoría. Espartero nombró un gabinete, pero los diputados se negaron a admitir a sus miembros en la cámara. El general hizo posible con esto que se unieran contra él moderados y progresistas. El día 20 de mayo, Olózaga pronunció el grito con que el que se ponía en marcha la revolución de 1843: ¡Dios salve al país! ¡Dios salve a la reina!

    Espartero partió al exilio. Narváez hace su triunfal en Madrid. El 30 de julio de 1843 un gobierno provisional desposeía a Espartero de todos sus títulos, honores y condecoraciones.

    Se empleó por primera en la historia de España los términos de “movimiento nacional”.

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