Literatura
Poesía posterior a 1936
LA POESÍA POSTERIOR A 1936
Miguel Hernández: nació en Orihuela (1910), es un poeta que, como García Lorca, sabe conjugar la fuerza de la inspiración con el arte más riguroso, el arranque popular por las técnicas más sabias.
- Inicios y plenitud; después de los tanteos de sus poemas adolescentes, siente el poeta la necesidad de una rigurosa disciplina poética. Tal propósito coincide con la moda gongoriana. Surge así “Perito en lunas” (1934), compuesta por 42 octavas reales. La plenitud poética se alcanzará con un libro publicado en 1936, “El rayo que no cesa”. En él se ha consolidado su gran tríptico temático: la vida, el amor y la muerte. Pero en el centro, el amor: un anhelo vitalista que se estrella contra las barreras que se alzan a su paso. El libro se compone de sonetos. Pero, aparte de los sonetos, la gran composición del libro es la “Elegía de Ramón Sijé”: sus tercetos encadenados componen una de las más impresionantes elegías de la lírica española.
- Guerra y cárcel; llega la guerra, Miguel, como otros, somete su fuerza creadora a los fines inmediatos. Así aparece “Viento del pueblo” (1937), con el que se inicia una etapa de poesía comprometida. Destacan, en dicho libro, poemas como “Aceituneros” (Andaluces de Jaén…), “El niño muerto”…Finalmente en la cárcel compone la mayor parte del “Cancionero y romancero de ausencias” (1938-41). M. Hernández depura de nuevo su expresión, inspirándose en las formas de la lírica popular. Así alcanza una nueva cima poética. Ahora nos habla del amor a la esposa y al hijo. De esta misma época son otros poemas entre los que destacan las estremecedoras “Nanas de la cebolla”.
Poesía del exilio
La lista de poetas que salieron al destierro es muy larga. Habría que distinguir dos grupos:
Poetas de la “generación del 14” (posmodernistas, novecentistas), como León Felipe y J. Ramón Jiménez.
Poetas del “grupo del 27”. Lorca se había muerto; de los demás, todos menos tres se exiliaron. (Se puede escribir un poco de los poetas citados, teniendo en cuenta su producción en el exilio).
En su temática ocupa un lugar preeminente el tema de la patria perdida. Al principio, evocan la lucha, las ilusiones, la derrota; domina entonces un tono amargo, junto a imprecaciones contra los vencedores. Luego, tales rasgos ceden paso a la nostalgia, a los recuerdos, a la vocación de las lejanas tierras españolas.
En canto al estilo, la dispersión de sus vidas por Europa y América hace que reciban influjos muy diversos y que sigan caminos muy variados.
La poesía en España tras la Guerra. Los primeros años de posguerra.
Comencemos por examinar la etapa constituida por los años 40 y principios de los 50. En ella nos encontramos a poetas más o menos coetáneos de Miguel Hernández; se les suele agrupar bajo el rótulo de generación del 36. Dámaso Alonso agrupa a estos poetas en dos grupos: los pertenecientes a la poesía arraigada y poesía desarraigada, pero hay otras tendencias.
Poesía arraigada: así llamó Dámaso Alonso a la poesía de aquellos autores que se expresan <<con una luminosa y reglada creencia en la organización de la realidad>>. En su centro hablamos a un grupo de poetas que se autodenominan juventud creadora y se agrupan en torno a la revista Garcilaso(garcilasista). Han salido de la contienda con afán optimista. En puras formas clásicas, encierran una visión del mundo coherente, ordenada y serena. Uno de los temas dominantes es un firme sentimiento religioso.
A tales características responde la poesía que componen: Luis Rosales, Leopoldo Ponero, Dionisio Ridruejo, José García Nieto, …etc. algunos de ellos desbordarían más tarde los cauces de ese lirismo <<clásico>> (Ridruejo y Luis Rosales).
Poesía desarraigada: quedaría opuesta a la anterior por estas palabras de Dámaso Alonso: <<Para otros, el mundo nos es un caos y una angustia, y la poesía una frenética búsqueda de ordenación y de ancla. Sí, otros estamos muy lejos de toda armonía y de toda serenidad>>. A esta desazón dramática respondió su libro “Hijos de la ira” (1944). También en este caso hay una revista que acoge a los poetas de esta tendencia: Espadaña, fundada en 1944 por Victoriano Crémer y Eugenio de Nora.
Estamos, pues, ante una poesía arrebatada, en la que la religiosidad también está presente, con imprecaciones a Dios sobre el misterio del dolor humano. Este humanismo dramático, desgarrado, tiene un evidente entronque con la línea existencialista. A esta poesía corresponde un estilo barroco, directo, sencillo. En esta línea se incluyen, a parte de los poetas citados, otros como Carlos Bousoño, Gabriel Celaya y Blas de Otero.
Blas de Otero: en 1950 y 1951 aparecen dos libros suyos: “Ángel fieramente humano” y “Redoble de conciencia”. Años más tarde los fundiría en un solo volumen titulado “Ancia”. Dámaso Alonso situó a Blas de Otero de esta época <<dentro de la poesía desarraigada española, dentro de esta poesía en la que muchos buscamos angustiosamente nuestras amarras esenciales>>. Es una poesía que se interroga sobre el sentido de la existencia, del hombre, de su destino. Se trata a menudo de una poesía religiosa, dirigida a un Dios que se parece al Dios terrible del Antiguo Testamento. Un segundo sector de aquellos libros aparece integrado por poemas amorosos; el amor se representa como un desesperado anhelo de realización vital, como un camino para salvarse de su intensa angustia, en tercer lugar, encontramos ya en algunos poemas un acercamiento a lo social. El lenguaje de Blas de Otero en este ciclo se caracteriza por su dramatismo, por su violencia expresiva… Predominan en esta época las formas clásicas (sonetos) pero también encontramos poemas en versos libres.
Otras tendencias: surgen en aquellos años autores difícilmente encasillables en la dicotomía poesía arraigada poesía desarraigada; pensamos en dos poetas como José Hierro y José María Valverde. En una posición marginal con respecto a las tendencias señaladas, hay que laude el Postismo, fundado por C. Edmundo de Ory (postsurrealismo), enlazado con la poesía de vanguardia. Rechaza la angustia existencialista.
La poesía social
Hacia 1955 se consolida el llamado <<realismo social>>. De esa fecha son dos libros de poemas que marcan un hito: “Pido la paz y la palabra” de Blas de Otero y “Cantos íberos” de Gabriel Celaya. En ellos, ambos poetas superan su anterior etapa de angustia existencial, para situar los problemas humanos en un marco social. (También en esta dirección, los nuevos poetas se hallarán acompañados por una figura del <<grupo del 27>>: Vicente Aleixandre, que en 1954, daba un giro a su obra con “Historia del corazón”, centrado en la idea de sociedad).
Obras como las citadas muestran un nuevo concepto de la función de la poesía en el mundo. Partiendo de la <<poesía desarraigada>>, se ha pasado a la <<poesía social>>, abandonando los problemas íntimos o <<existenciales>>, rechazo de los lujos esteticistas, repulso de la neutralidad ante las injusticias. Junto a Celaya y Otero, cultivan la poesía social muchos poetas de la poesía desarraigada: Cremer, None…
En cuanto a la temática, hay que destacar la gran proporción que alcanza el tema de España. Proliferan títulos de libros o de poemas como: “Que trata de España” (Otero), “España presión de vida” (Nora), etc.
En cuanto al estilo, los poetas se dirigen a la mayoría, expresan su voluntad de llegar al pueblo con un lenguaje claro, intencionadamente prosaico muchas veces y con un tono coloquial.
De la poesía social a una nueva poética (los años 60)
Ya durante los años del realismo social, se observaban otras corrientes poéticas (J. Hierro, José Mª Valverde).
Aunque la poesía social se prolonga en los años 60, comienzan a aparecer poetas nuevos que representarán la superación del realismo: Ángel González, Jaime Gil de Viedma, José Ángel Valente, Fco Brines y Claudio Rodríguez. Su poesía marcará la década de los 60, en que tales autores alcanzarán su madurez. Presentan rasgos comunes, indicio de que la poesía se orienta por nuevos derroteros. Hay en ellos una preocupación por el hombre, que, en parte, enlaza con el <<humanismo existencial>>, pero huyen de todo tratamiento poético. Dan frecuentes muestras de informismo frente al mundo en que viven, pero cierto escepticismo los aleja de la poesía social. Fundamentalmente su poesía es de experiencia personal.
De acuerdo con ello, su temática se caracteriza por un retorno a lo íntimo: el fluir del tiempo, la evocación de la infancia, lo familiar, el amor, el erotismo, la amistad, la soledad…
En el estilo es muy visible un voluntario alejamiento del realismo social. Se rechazan el patetismo de la poesía desarraigada y el habitual prosaísmo de la poesía social. Estos poetas depuran y concentran la palabra y buscan una lengua personal, nueva, más sólida. Renace el interés por los valores estéticos y por las posibilidades del lenguaje.
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Enviado por: | Mayte |
Idioma: | castellano |
País: | España |