Arte
Palacio de Villardompardo en Jaén
Baños árabes
Palacio de Villardompardo
Jaén
Introducción al arte islámico
El arte islámico evolucionó a partir de muchas fuentes, como las romanas, paleocristianas o bizantinas, que se entremezclaron en su primera arquitectura, el arte persa Sasánida y los estilos del centro de Asia, incorporados a través de las incursiones turcas y mongolas. El arte chino constituyó un ingrediente esencial de la pintura, la cerámica y las artes textiles.
El desarrollo del arte islámico desde el siglo VII al XVIII se divide en tres periodos. El periodo de formación, que coincide aproximadamente con el califato Omeya (661-750), bajo cuyo mandato el territorio islámico se extendió desde Damasco (Siria) hasta España; el periodo medio que abarca la época de los califas Abasíes (750-1258), establecidos en Bagdad (Irak), hasta la conquista mongola, y el periodo que transcurre entre esta conquista y el siglo XVIII.
El escaso ritual del culto islámico dio lugar a dos tipologías de carácter religioso: la mezquita (masjid), recinto donde la comunidad se reúne para orar, y la madrasa o escuela coránica. Dentro de la arquitectura civil destacan los palacios, los caravasares y las ciudades, en las que se consiguió un planeamiento racionalizado de acuerdo con las canalizaciones de agua y la protección frente al calor. Otro edificio importante en el Islam es el mausoleo, enterramiento de un gobernante y símbolo de su poder terrenal. Todos estos edificios religiosos y seculares tienen numerosos elementos estructurales y decorativos en común.
Sentido religioso y placentero de una arquitectura
La primera exigencia o cumplimiento de la oración, practicada cinco veces al día y en estado de pureza ritual (tahara) determinó el diseño de la ciudad islámica obligando a la instalación de fuentes o albercas en el patio de entrada a la mezquita y a la construcción de casa de baño (hammam), estas para las abluciones mayores y aquéllas para las menores. Tanto la mezquita como el baño, unido al mercadillo, son elementos esenciales en toda ciudad hispanomusulmana.
A esta práctica del baño como obligación religiosa hay que añadirle el resultado placentero y saludable del mismo. Así, el hammam termina por ser centro y lugar de encuentro con el mundo de los sentidos, puerta de entrada al mundo sensual. La riqueza y ornato de algunos baños, particularmente los privados, así lo avalan. “El baño es el paraíso terrestre, y la estancia en él la alegría de la vida humana”, se cita en uno de los cuentos de Las mil y una noches.
La asistencia a la casa de baños se hizo común en la población hispanomusulmana (muladíes) a partir del siglo XI. Los días y horas para su utilización estaban reglamentados rígidamente para las distintas comunidades étnicas, cristiana, musulmana y judía. Generalmente, los hombres asistían desde la noche hasta el mediodía, mientras que las mujeres lo hacían desde esta hora hasta el anochecer. Para la población judía estaban reservados los viernes y los domingos, limitación que a la larga determinará la construcción de baños en las juderías.
Dentro del hammam, la decencia y el buen comportamiento de la clientela y servidores (esclavos, bañeros, barberos, masajistas), así como la limpieza del propio establecimiento, estaban aseguradas por la vigilancia que en ellos se establecía por parte del almotacén, personaje de múltiples ocupaciones y de cometidos tan dispares como ser inspector del mercado, de la moralidad pública, declarar la ruina de los edificios, etc.
La práctica del baño se extendió a todas las capas sociales y esto hecha por tierra la estampa de una España sucia y maloliente.
Además de los baños públicos, existieron baños privados y reales. Por su lujo en las instalaciones fueron famosos los de la Alhambra, así cono los que tardíamente mandara construir Alfonso XI en el Alcázar de Sevilla y en el Palacio de Tordesillas, ambos para mantener la belleza de su amante doña Leonor Núñez de Guzmán. Resulta así extraño que fuera este monarca el primero en establecer la prohibición del baño público alrededor de 1350.
Después, las casas de baños fueron reutilizadas como cárceles temporales en el trasiego de galeotes, locales para rumbosas bodas o improvisados hospitales en epidemias de cólera, cuando no soporte estructural de otros edificios que se vienen a construir encima, quedando convertidos de esta manera los baños en vulgares sótanos de extraños parásitos arquitectónicos, cabalgando sobre sus estrelladas bóvedas.
El Hammam: una forma para una función
Es posible que, previa a la orientalización de la terma romana que da como resultado el hammam musulmán, restos de aquéllas conformaran los primeros baños en época califal, a juzgar por la naturaleza de sus muros.
Conocida es la planta de la terma romana, un conjunto de dependencias comunicadas entre sí en las que se encuentran numerosas pilas o alveos, bañeras e incluso piscina, conteniendo aguas calentadas a distinta temperatura desde un hornillo. Los humos y aire caliente producidos por el fuego de la caldera son obligados, antes de escapar al exterior por las chimeneas, a circular a través del hypocausi, red de conductos bajo el pavimento soportado encima, en aquellas salas que se precisan caldear. Las distintas estancias de la terma reciben el nombre de hapoditerium o vestíbulo de ingreso, frigidarium o sala fría, tepidarium o sala templada, calidarium o sala caliente y sudatarium, lacónico o sala templada. Son, pues, un conjunto de espacios jerarquizados a tenor de su temperatura interior, la que aumenta desde la puerta de ingreso hasta el hornillo.
El hammam responde al mismo esquema y funcionamiento que la terma, notoriamente simplificado ante la escasa afición en el Islam a la práctica de la natación. Como edificio al servicio de una purificación ritual religiosa, se levantaba en las cercanías de la mezquita a la que servía, emplazándose en zonas de gran afluencia, tales como puertas de entrada a la ciudad, plazuelas y mercadillos. Las rentas obtenidas por la explotación del baño iban destinadas al culto de la mezquita más cercana. Esta relación entre baño y mezquita constituye de por sí un binomio arquitectónico de gran valor a la hora de tratar de conocer el emplazamiento o existencia de uno de ellos, conocido el otro, entre los que parece existir la constante de una distancia. Los baños, construidos con el fin de mantener en su interior atmósferas cargadas de vapor, alta temperatura e incluso alimentar un foco de fuego casi constante, habían de ser planteados a partir de una gran solidez, y con materiales inactivos ante el agua y el fuego, desechando por estas causas todo material leñoso como elemento de cubrición, lo que obligaba al empleo de piedra ligera o toba, ladrillo y argamasa para la construcción de bóvedas y cúpulas. De esta manera, el resultado era siempre un sistema de cubrición tremendamente pesado, el cual a su vez precisaba de muros de gran espesor y columnas de grueso y corto fuste como soportes, dentro siempre de una cuadrícula en codos y cortos vanos o luces; un conjunto casi monolítico de cerrado perímetro y gran trabazón interior, capaz de resistir al paso del tiempo. Por otro lado, su escasa manifestación exterior, carente de fachadismo expresivo delator, lo fue protegiendo de la agresión humana. En definitiva, una arquitectura humilde y carente de lenguaje retórico las más de las veces, levantada con materiales resistentes y familiares a alarifes que desarrollaban lógicos y repetitivos esquemas de planta.
Sinopsis histórica
Los Baños Árabes de Jaén son un hammam hispanomusulman construido en la primera mitad del siglo XI, situado en la plaza de Santa Luisa de Marillac, en el barrio de la Magdalena en el casco antiguo de Jaén.
Don Fernando de Torres y Portugal, Conde de Villardompardo y Virrey del Perú, a fines del siglo XVI, construye su casa sobre los baños, quedando una parte de ellos enlazada con los sótanos del palacio y semidestruida la otra. En el siglo XVIII, la Beneficencia Provincial establece allí el Hospicio de Mujeres.
Enrique Romero de Torres los redescubre en 1913 componiendo el catálogo monumental de la ciudad. Se declaran Monumento en 1931 y se empiezan a excavar en 1936, siendo entre 1970 y 1984 cuando se lleva a cabo su restauración.
Los Baños Árabes en su proceso de recuperación.
En el año 1913 el Cronista Oficial de Jaén, don Alfredo Cazabán Laguna relata en la revista “Don Lope de Sosa” cómo don Enrique Romero de Torres, componiendo el catálogo Monumental de la ciudad, localiza el baño bajo el edificio del Hospicio de Mujeres, la casa de don Fernando, y toma datos para croquizar un primer plano de su planta.
Por decreto del 3 de junio de 1931 y con el número 342 del listado, los Baños Árabes fueron declarados Monumento Histórico-Artístico.
En el año 1936 los arquitectos Leopoldo Torres Balbás y Luis Berges Martínez llevan a cabo el desescombro y limpieza de alguna de sus estancias, quedando paralizados al iniciarse la guerra civil. En febrero de 1971 se dieron comienzo los trabajos de restauración de los Baños Árabes. En el estado inicial del baño se tenían dos estancias paralelas cubiertas por bóvedas de medio cañón corrido. A estas dos estancias se descendía desde el patio central del palacio por una estrecha escalera. En la primera etapa restauradora se trataba de averiguar a qué correspondían las distintas fábricas, ya que todo era un caos y un laberinto de muros y columnas, y cómo poder eliminar por demolición las ajenas a la obra islámica; el desenmascaramiento se pudo conseguir dibujando la planta baja del palacio y superponiéndola sobre la del baño. La eliminación de los primeros obstáculos se consiguió colocando vigas de acero sobre el extradós de las bóvedas para descargar sobre ellas 2 columnas del patio del palacio y parte del muro de cierre del mismo, ya que los baños estaban situados parcialmente entre el palacio y la plaza contigua. Así, se pudo restituir la organización de las 2 estancias, su unidad espacial y el hueco de paso entre ambas y descubrir 2 nichos profundos que flanqueaban la entrada al hammam y 2 pequeñas hornacinas que contendrían candiles de aceite para alumbrarla. Pero las 2 salas descubiertas no eran suficientes para completar un baño, con lo que se pensó que el resto de las estancias debían estar todavía ocultas, las prospecciones se dirigieron hacia el muro donde terminaba la escalera de acceso y se pudieron así encontrar las demás habitaciones. En mayo de 1971, la Dirección General de Bellas Artes aportaba 945.300 ptas. para la restauración, con las que se pudo desarrollar una 2ª etapa en la que se restituyeron los arcos de los atajos y se excavó desde el pavimento de la plaza frente al edificio, se extrajo la tierra de la estancia aneja a la sala templada. En abril de 1972, Bellas Artes aprueba un 3º proyecto por valor de 1.421.134 ptas. con los que se realizó parte de la estructura metálica y se terminaron de demoler los muros entre las estancias. En noviembre de 1974 se aprueba un 4º proyecto de 2.242.880 ptas. con las que se restituyen las bóvedas destruidas y se termina de excavar el suelo de la sala templada hallando un pequeño estanque en el centro y dos bañeras en los rincones. Esta etapa finaliza en 1975 y hay 5 años de paralización hasta que en mayo de 1980 el Ministerio de Cultura aprueba el 5º proyecto por valor de 4.560.410 ptas. y se pueden continuar las obras excavando desde el patio del palacio y vaciando desde arriba, lo que hizo posible la ejecución de la estructura que tendría que soportar sobre los Baños la pesada escalera principal del palacio y parte del coro de su capilla. En ese mismo mes de mayo, gracias a un convenio entre la Diputación Provincial y el Ministerio de Cultura, se aprueba el 6º proyecto, de 4.562.000 ptas., con las que se hizo, entre otras cosas, la pavimentación de las salas. En marzo de 1982 se aprueba el 7º y último proyecto y se termina de descubrir y organizar el acceso primitivo, hallar restos de letrinas y del patio que antecedía al hamman y conectarlo con el sótano del palacio para una cómoda entrada al monumento. Como la mayor parte del Baño está bajo el palacio, no existe forma de ser iluminado de forma natural, con lo que se montó una iluminación artificial en las propias luceras. Las obras acabaron en agosto de 1984, tras 14 años, con una inversión total de 17.500.000 ptas. y con 450 metros cuadrados de superficie descubierta.
Los arquitectos que llevaron a cabo el desescombro y limpieza en 1936 fueron Leopoldo Torres Balbás y Luis Berges Martínez. La iluminación artificial fue resuelta por la firma Manuel Rubio y Cía., siendo el Ingeniero Técnico, Manuel Crespo, quien resolvió el difícil problema estructural. En la dirección técnica de las obras colaboraron Miguel Ángel Berges y Leonardo Cruz, ambos Arquitectos técnicos, siendo el encargado general de las obras José Cárdenas. Las obras fueron llevadas a cabo por las empresas constructoras Cárdenas Villar y Agromán, S.A. El director técnico de todas las obras de recuperación entre 1970 y 1984 fue el arquitecto Luis Berges Roldán.
Los Baños Árabes de Jaén poseen el Premio Europa Nostra 1984 de restauración y son los más extensos de España.
Sinopsis arquitectónica.
Los baños árabes de Jaén constan de las siguientes estancias:
Vestíbulo de ingreso (al-bayt al-maslaj), con una longitud de 14 m por 3'75 m de anchura, cubierto con bóveda de medio cañón corrido con 4'25 m de altura máxima, mostrando 18 luceras (midwa) de planta de estrella de ocho puntas y 50 cms de diámetro, construida en ladrillo de dos pies de espesor. La puerta de ingreso al hammam, de 1 m de anchura bajo arco de medio punto, se abre en el centro de la sala, en el muro longitudinal NO-SE, flanqueada por sendas hornacinas abiertas en su espesor, la izquierda de arquillo de medio punto y de semiarquillo la derecha. Los dos extremos de la sala están atajados, en una profundidad de 2 m, mediante arco perpiaño de herradura construido en ladrillo, que se apea sobre cimacios y columnas entrego provistas de capitel y carentes de basa, labradas en piedra caliza, las cuales empotran el fuste cilíndrico en pilastras, también de ladrillo. En los zócalos del atajo derecho aún pueden observarse restos de una tardía decoración consistente en columnillas separadas 54 cms. a ejes de fustes, de 75 cms. de altura, y de cuyos cimacios surgen pares de arquillos lobulados que se enlazaban con los contiguos, para así crear una malla que debió cubrir todo el enlucido blanco de paredes y bóvedas con su trazado geométrico pintado en rojo almagra, como lo atestiguan otros restos que también se conservan. Inmediatos a ambos atajos se encuentran dos nichos profundos (taqas, para depositar la ropa) de planta cuadrada de 1 m de lado el izquierdo y ligeramente más ancho el otro (1'00 x 1'25). Sus desembocaduras se resuelven mediante arquillo de herradura, de ladrillos, apeado sobre columnas semiexentas. La excavación de un relleno de 60 cms. sobre el pavimento original dio como fruto el hallazgo del arranque de una de las pilastras del atajo derecho y de un fragmento del fuste correspondiente, así como los arranques de las columnillas de ambas taqas, testigos que permitieron completar estas y restituir los arcos perpiaños de ambos atajos, que había desaparecido. De la misma forma, el hallazgo de fragmentos del pavimento, formado por losas de mármol blanco de Macael, permitió la restitución del mismo en los niveles primitivos.
Sala fría (al-bayt al-barid). De menor longitud que la anterior (11'40 m) por quedar encajada en planta entre los muros perimetrales de la sala principal de los Baños, su anchura es de 3'50 m. Paralela y contigua al vestíbulo, con el que se comunica por un hueco de paso adintelado de 1'50 m de anchura, se cubre igualmente mediante bóveda de medio cañón corrido, en la cual 12 luceras permitían la iluminación y ventilación de la sala. En el extremo derecho se abre un atajo, análogo a los ya descritos en el vestíbulo, mientras que en el extremo opuesto existe una alcoba (alhamía) de planta cuadrada, que se cubre con bóveda vaída apoyada en dos arcos formeros de ladrillo y uno frontal o perpiaño, de herradura, análogo a los anteriores. En la restauración de esta estancia se restituyeron ambos arcos de herradura y los correspondientes elementos de apoyo, así como la pavimentación de la sala, de losas de mármol blanco. En la excavación del suelo se hallaron dos tinajas empotradas en él, muy fragmentadas.
Sala templada (al-bayt al-wastani). De planta cuadrada (11'30 x 11'30 m) cubre su espacio central mediante cúpula semiesférica con pechinas, apoyada en el cuadrado organizado por ocho arcos de herradura, soportados por otras tantas columnas exentas provistas de cimacios de perfil anacelado, de planta cruciforme los de los cuatro vértices. La distancia entre ejes de fustes es de 2'75 m. De los cimacios de planta cruciforme arrancan dos arcos más de herradura, los cuales descansan en otros tantos cimacios empotrados en los muros de cierre del espacio determinado por ellos. De esta forma, se crean cuatro rincones que se cubren por bóvedas vaídas. Los espacios intermedios así creados se cubren a su vez con bóvedas de medio cañón corrido. El resultado es un conjunto de elementos portantes (arcos y columnas) y de elementos de cubrición (bóvedas y cúpulas) en perfecto equilibrio. Las columnas, carentes de basa, como todas las restantes, poseen fuste cilíndrico de 30 cms. de diámetro, provisto de insinuado collarino, bajo capitel compuesto dotado de ábaco, pronunciado equino y una sola fila de pencas lisas dispuestas en número de ocho, bajo las cuatro volutas carentes de espiral. La separación, apenas insinuada, entre el tramo erecto de cada hoja, da lugar a un sólido capaz compacto y bellamente simplificado que no se alcanza a percibir en otros capiteles califales. Por otro lado, los pequeños nichos que la concavidad del ábaco determina bajo el aristado del cimacio, crea un sentido de ingravidez en el arranque de los arcos de herradura, lo cual enmascara de alguna forma la poca altura al suelo (1'60 m) de su plano de arranque y la del propio capitel, de 35 cms. de altura. La cúpula central, que se eleva a 5 metros sobre el fondo del pequeño estanque bajo ella, tiene 5 luceras, mientras que bajo las bóvedas de medio cañón, con 3 luceras en cada una, la altura se reduce a 4 metros. En cada bóveda vaída se abren 5 luceras. El estanque (alzihrich) de planta cuadrada, mide interiormente 1'60 x 1'60 m, estando sus muretes perimetrales de 50 cms. de altura, resueltos con bloques labrados de piedra caliza dotado de caño labrado de alimentación y dos desagües de fondo. En el rincón NE de la estancia se abren dos bañeras en el suelo con una profundidad de 0'90 m, dispuestas paralelamente entre sí, mediante un murete de separación de 50 cms. de espesor. El hermoso conjunto que es la sala templada se ve ampliado por su lado SE, ya que el muro se abre en el centro para dar paso, a través de dos arcos de herradura sobre columna central y dos de entrego, hacia otra sala de 2'75 m de anchura, en cuyos extremos se organizan sendas alcobas de planta cuadrada. En las cabezas del muro de separación de esta sala con la templada, quedan apilastradas dos columnas semiempotradas con los respectivos arcos de herradura, mientras que un tercero descansa sobre cimacio empotrado en el muro que, de 0'50 m de espesor tan sólo, recibe de forma equilibrada esfuerzos y cargas de los elementos de cubrición de ambas salas. Bajo el pavimento de estas dos salas descritas se extienden los conductos para el humo (hypocausi) que, constituyendo una red ortogonal, proceden del hornillo y conectan con 6 chimeneas verticales organizadas en el espesor de los muros mediante conductos de 35 cms. de lado, construidos con ladrillo. En las tareas de restauración de la sala templada, y a fin de poderse recuperar el volumen interno de este gran espacio, hubo necesidad de reconstruir las dos terceras partes de su sistema de cubrición, mientras que en la sala contigua, bajo el pavimento de la Plaza de Santa Luisa de Marillac, la reconstrucción abarcó la totalidad de las bóvedas. Todas las columnas de ambas salas son las originales del Baño, siendo preciso montar un capitel nuevo en la embocadura de una de las dos alcobas bajo la plaza. En relación con los cimacios, dada la cristianización que el arco de herradura suele sufrir mediante mutilación en su arranque y rotura de las nacelas, para quedar convertido en un arco peraltado de medio punto, algunos cimacios, 4 en total, y entre ellos uno de planta cruciforme, fueron necesarios ser repuestos. Aún puede ser contemplada sobre la cúpula central, restos de la decoración pintada, consistentes en una rosa inscrita en un círculo de 19'5 cms. de diámetro sobre una pechina y un tramo de decoración de lazo. El pavimento originario de estas dos salas fue también de mármol que, en época posterior, fue arrancado y sustituido por otro de baldosas de barro cocido de 30 x 20 cms., del cual se descubrieron dos pequeñas superficies que permitieron la pavimentación total de ambas estancias.
Sala caliente (al-bayt al-sajun). Con orientación NE - SO y abierto a la sala templada mediante un hueco de paso adintelado de un metro de anchura, la sala caliente se extiende al lado opuesto de la que la amplía, ya descrita anteriormente. Su longitud es de 15'90 m y 3'25 m su anchura. En ambos extremos se abren sendas alcobas, con un fondo de 2'75 m, cubiertas con bóvedas vaídas provistas de 5 luceras que se apoyan en el correspondiente arco perpiaño de herradura apeado sobre columnas entrego. El espacio central de la sala caliente se cubre con bóveda de medio cañón corrido, en la que se abren 15 luceras, siendo de 3'80 m la altura máxima sobre el pavimento. Enfrentado al hueco de entrada a esta sala, un arco de medio punto abocinado de 2 m de abertura mínima y 2'50 m de máxima, se abre en el muro opuesto, tras el cual se encuentra el hornillo (al-burma) en donde quedan restos del hogar, donde se asentaba la gran caldera de cobre, y donde se inicia la boca del hypocausi, resuelto éste mediante pilares de ladrillo troncopiramidales, con la base mayor bajo el pavimento. Es interesante la forma de disminuir la temperatura del suelo de ambas alcobas, construyendo el hypocausi bajo ellas mediante bovedillas de medio cañón corrido. A ambos lados del hornillo se encuentran dos camarillas de planta cuadrada cubiertas con bóveda vaída, la derecha conteniendo dos tinajas para agua fría y la izquierda con un baño de asiento, para agua caliente. En la primera existe un poyo corrido para dejar las toallas, así como todo su pavimento original. En el muro de separación entre la sala caliente y la templada existe un agujero circular pasante, posiblemente para comunicación oral. En la restauración de esta sala se completó la bóveda de medio cañón corrido y se les dotó de bóvedas vaídas a ambas camarillas y a la alcoba del lado derecho, en la cual también fue necesario restituir ambas columnas entrego. Respecto al pavimento, de grandes losas de piedra caliza para soportar grandes temperaturas y el enfriamiento rápido al verter agua fría sobre él para la producción del vapor de agua, se encontró una buena parte del original, el cual se completó con losas del mismo material.
Acceso a los Baños Árabes. Por excavación total del patio central del Palacio de Villardompardo fue posible conectar la entrada al hammam con la originaria vía de acceso al mismo, la cual puede contemplarse en los restos hallados de una escalera peldañeada descendente hasta un pequeño patio descubierto y pavimentado con losas de piedra caliza. Junto a él, los arranques de unos muros de ladrillo y un pavimento, también de losas de piedra, en perfecto estado de conservación, parecen indicar el emplazamiento del puesto del vigilante de las entradas y salidas al Baño. También fueron halladas dos pequeñas estancias, posiblemente letrinas.
Valoración del estado de conservación
Los Baños Árabes de Jaén están muy bien conservados y son uno de los más grandes y en mejores condiciones de Europa.
El visitante puede pasar sólo o, si va en grupos, con un guía. La entrada es gratuita para todos los residentes en países de la Unión Europea y sólo hay que presentar un documento que lo acredite, como el DNI. Antes de entrar al Palacio, que alberga los Baños Árabes, el Museo Internacional de Arte Naïf “Manuel Moral” y el Museo de Artes y Costumbres Populares, hay que dejar todas las bolsas, paraguas, objetos voluminosos y cámaras de foto y vídeo, que están prohibidas, en consigna, donde te entregan una serie de folletos orientativos.
El acceso a los Baños se realiza a través de una escalera de madera, muy estrecha y empinada, situada dentro del Palacio y que conduce en primer término a una sala que no pertenece a los Baños y que está dotada de un suelo de vidrio transparente para poder observar los restos arqueológicos que hay debajo, aquí hay también colocadas una serie de vitrinas con diferentes vasijas, platos, monedas, restos de cerámicas encontradas en las excavaciones de los baños. Desde aquí, bajando una escalera, ya se llega a los baños. La salida se sitúa por otro sitio diferente al de entrada y conduce hasta una de las salas del museo, en esta salida se pueden ver al descubierto 5 gruesos pilares de sujeción del palacio.
Los Baños Árabes de Jaén se encuentran en un perfecto estado de conservación, pero también hay que matizar que no todos los muros, columnas y arcos de los que se componen las estancias son los originales del siglo XI, de hecho, la mayor parte de las bóvedas de medio cañón corrido que cubren la sala templada son reconstrucciones, al igual que algunos trozos de los arcos, algún que otro capitel de columnas e incluso varios fragmentos de muro. A pesar de ello, a simple vista se ve con bastante unidad, puesto que se pretendió que no se notara demasiado la diferencia entre las partes antiguas y las reconstruidas y, para ello, se utilizaron materiales muy parecidos a los ladrillos y argamasa originales; sólo se hace patente en algunos detalles y los visitantes no lo sabrían de no ser porque el guía lo explica. El pavimento que recubre el suelo tampoco es en su totalidad el original. El de la sala caliente se completa con losas de piedra caliza muy parecidas a las originales que aún perduran, el de las salas fría y templada es reconstrucción casi en su totalidad y está formado por baldosas de barro cocido, y el del vestíbulo conserva más del antiguo y es de losas de mármol blanco.
La iluminación es casi toda artificial porque el hammam está bajo el palacio. Las luces eléctricas están colocadas en las propias luceras y tratan de reproducir el nivel lumínico que las distintas estancias del baño tendrían al recibir la luz solar a través de sus bóvedas. Sólo hay unas cuantas luceras en la sala caliente que reciben luz natural.
En todas las estancias hay colocadas una especie de estufas eléctricas que arrojan aire templado para airear y ventilar los baños, ya que no tienen ninguna ventilación natural.
Los baños no cuentan con cámaras de seguridad en su interior ni con sistema contra incendios, tampoco hay guardas en las estancias. Las cámaras de fotografías y los reportajes de vídeo están totalmente prohibidos para no estropear los restos arqueológicos.
Bibliografía
-
BERGES ROLDÁN, Luis: Baños Árabes del Palacio de Villardompardo, Jaén. Diputación Provincial de Jaén. Jaén 1989.
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CAZABÁN LAGUNA, Alfredo: “Los Baños Árabes de Jaén”, Revista Don Lope de Sosa, años 1913 (pag. 374) y 1927 (pag. 119).
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CHAMORRO LOZANO, J: Guía artística y monumental de la ciudad de Jaén. Jaén 1971.
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ANGULO ÍÑIGUEZ, Diego: Historia del Arte, tomo 1º. E.I.S.A. 1971.
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Historia del Arte en Andalucía. Tomo 2: “El Arte en el Sur de Al-Andalus” Junta de Andalucía: Consejería de Educación y Ciencia. Ediciones Gever. Sevilla 1988.
-
Andalucía Viva. Canal Sur Televisión. 2000.
-
Arte y Arquitectura islámicas. Enciclopedia Microsoft Encarta 99.
-
Diario Jaén.
Índice
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Introducción al arte islámico ..............................................................1
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Sentido religioso y placentero de una arquitectura .............................2
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El Hamman: una forma para una función ..........................................3
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Sinopsis histórica ..............................................................................4
-
Los Baños Árabes en el proceso de su recuperación ...........................4
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Sinopsis arquitectónica ..................................................................... 6
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Valoración del estado de conservación ..............................................10
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Documentos gráficos
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Bibliografía
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Índice
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