Historia


Nazismo alemán


HOLOCAUSTO

El Holocausto es el término que hacía referencia originalmente a un rito religioso en el que se incineraba una ofrenda, pero que en la actualidad remite a cualquier desastre humano de gran magnitud, y especialmente, cuando se emplea como nombre propio, se refiere a la política de exterminio de los judíos residentes en Europa llevada a cabo por la Alemania gobernada por el nacionalsocialismo.

A lo largo del siglo XIX la comunidad judía fue mejorando su situación y consiguió en gran medida equiparar sus derechos a los de los demás ciudadanos en la mayoría de los países europeos. Pese a ello, este pueblo era perseguido en ocasiones por grupos antisemitas y ultra nacionalistas. Lo cierto es que algunos de estos sectores consideraban que los judíos eran una raza extranjera que no podía integrarse dentro de la cultura europea, aunque nunca llegaron a emprender una campaña política organizada.

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La persecución de los judíos de Alemania en la época anterior a la II Guerra Mundial

Cuando el régimen nacionalsocialista (nazi) alcanzó el poder en Alemania en enero de 1933, adoptó de inmediato medidas sistemáticas contra los judíos, considerados ajenos a la raza aria. Uno de los primeros decretos promulgados fue una definición del término `judío'. La religión de los antepasados era un rasgo fundamental en esta caracterización. Todo el que tuviera tres o cuatro abuelos judíos era considerado como tal automáticamente, sin que se tuviera en cuenta ni si este individuo era miembro de la comunidad religiosa judía ni su lugar de nacimiento. A aquéllos que fueran descendientes de judíos por parte de uno de sus progenitores sólo se les consideraba totalmente judíos si ellos mismos pertenecían a esta religión o habían contraído matrimonio con un miembro que la profesara. Los que tenían algún pariente judío o un único abuelo de esta religión eran llamados mischlinge (`semiraza'). Este énfasis en el origen familiar se entendía como una afirmación de la `raza' según la doctrina nazi, pero el propósito principal de estas clasificaciones era delimitar claramente a quien afectaban las leyes discriminatorias.

La `arianización' de la vida económica

Desde 1933 hasta 1939, el partido nazi, los organismos gubernamentales, los bancos y los comercios aunaron sus esfuerzos para eliminar a los judíos de la vida económica. Aquéllos que no pertenecían a la raza aria no tenían derecho a ocupar cargos en la administración, y los abogados y médicos judíos perdieron a su clientela aria. Algunas empresas judías se disolvieron, otras fueron confiscadas por el Estado o vendidas a un precio inferior a su valor a otras compañías que no pertenecían a miembros de la comunidad judía ni eran dirigidas por ellos. La transferencia contractual de empresas judías a los nuevos propietarios alemanes recibía el nombre de `arianización'. Los ingresos procedentes de las ventas, así como los ahorros de los judíos estaban supeditados a impuestos especiales. Los empleados judíos de los negocios disueltos o arianizados perdían sus puestos de trabajo.

La Noche de los cristales rotos

El objetivo que se proponía el régimen nazi era la emigración de los judíos. En noviembre de 1938, después de que un joven judío asesinara a un diplomático alemán en París, todas las sinagogas de Alemania fueron incendiadas, se destrozaron los escaparates de los comercios judíos y se arrestó a miles de ellos. Este suceso, conocido como la Noche de los cristales rotos (Kristallnacht), fue la señal para que la población judía de Alemania y Austria abandonara estos países con la mayor rapidez posible. Varios cientos de miles de judíos encontraron refugio en otras naciones, otros muchos, con menos posibilidades económicas, permanecieron para hacer frente a un futuro incierto.

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La ocupación de Polonia

Cuando comenzó la II Guerra Mundial en septiembre de 1939, el Ejército alemán ocupó la mitad occidental de Polonia, con lo que casi dos millones de judíos polacos cayeron bajo la esfera de poder alemana. Las restricciones que se aplicaron a los judíos polacos fueron mucho más duras que las padecidas por los judíos alemanes. Se les obligó a trasladarse a guetos rodeados por muros y alambradas, con una administración propia muy limitada que recordaba a los campos de concentración. Cada gueto contaba con un consejo judío que se encargaba de organizar el alojamiento, la sanidad y la producción. Se les proporcionaba alimentos y carbón, y los productos manufacturados se enviaban fuera del recinto. Sin embargo, el suministro de comida que permitían los alemanes consistía principalmente en cereales y algunas verduras y hortalizas (nabos, zanahorias y remolacha principalmente). La ración oficial del gueto de Varsovia no alcanzaba las 1.200 calorías por persona. Surgió un mercado negro de alimentos introducidos de contrabando, pero los precios de las mercancías eran elevados y el desempleo y la pobreza estaban muy extendidos. En las casas llegaban a vivir de seis a siete personas en cada habitación, y el tifus era habitual entre la población.

La invasión de la URSS

Mientras la población polaca era internada en guetos, el Ejército emprendió una acción a gran escala en el frente oriental. En junio de 1941, los ejércitos alemanes invadieron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), a la vez que la Oficina Principal de Seguridad del Eric (un organismo dependiente de la policía y de la milicia del partido nazi, conocida como las SS) enviaba 3.000 hombres de las unidades especiales para eliminar a todos los judíos que se encontraran en el territorio recientemente ocupado. Estos destacamentos móviles, llamados Einsatzgruppen (`grupos de acción'), no tardaron en llevar a cabo ejecuciones en masa. Las matanzas solían realizarse en fosas o barrancos próximos a las ciudades o pueblos. En algunas ocasiones eran presenciadas por soldados o habitantes de la zona. Los rumores de estos asesinatos masivos habían llegado a varias capitales del mundo mucho antes de que hubiera testigos de las mismas.

La `solución final'

Un mes después de que comenzaran las acciones de los grupos móviles en el territorio ocupado de la URSS, el dirigente nazi y jefe de la Aviación alemana, Hermann Wilhelm Goering, envió un comunicado al jefe de la Oficina Principal de Seguridad del Reich, Reinhard Heydrich, encomendándole la organización de la “solución final para la cuestión judía” en toda la Europa dominada por los alemanes. Se obligó a los judíos residentes en Alemania a llevar distintivos o brazaletes con una estrella amarilla a partir de septiembre de 1941. Decenas de miles fueron deportados a los guetos de Polonia y a las ciudades conquistadas en la URSS a lo largo de los siguientes meses. Pero cuando esta medida ya se había puesto en marcha, se creó un nuevo método de exterminio: los campos de concentración.

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En Polonia se construyeron campos equipados con instalaciones de gases. La mayoría de las futuras víctimas eran deportadas a estos centros de muerte desde los guetos cercanos. Más de 300.000 judíos procedentes únicamente del gueto de Varsovia fueron eliminados. Los primeros transportes solían llevar a mujeres, niños o ancianos, y, en general, a la población que no podía trabajar. Los judíos que podían ser empleados como mano de obra permanecían en talleres o fábricas, pero acababan siendo ejecutados. Las deportaciones más numerosas se produjeron en el verano y otoño de 1942. El destino de estos traslados no era comunicado a los consejos judíos de los guetos, pero las noticias de los asesinatos en masa fueron llegando a oídos de los supervivientes y de los gobernantes de Estados Unidos y Gran Bretaña. En abril de 1943 los 65.000 judíos que aún permanecían en Varsovia se sublevaron contra la policía alemana, que había entrado en el gueto para realizar nuevos envíos. La lucha duró tres semanas.

Deportaciones

Las deportaciones que se llevaron a cabo en toda la Europa ocupada por los alemanes generaron multitud de conflictos políticos y administrativos. Dentro de la propia Alemania se produjo un fuerte debate sobre el destino de los mischlinge, a los que finalmente se respetó. Se emprendieron negociaciones diplomáticas para efectuar deportaciones en algunos de los países aliados con Alemania, como los estados satélite de Eslovaquia y Croacia. El gobierno francés de Vichy, que ya había puesto en vigor algunas leyes antisemitas, comenzó a encarcelar a los judíos incluso antes de que los alemanes lo solicitaran. El gobierno fascista italiano se negó a cooperar con los nazis hasta que Italia fue ocupada por fuerzas alemanas en septiembre de 1943; la misma actitud adoptó el gobierno húngaro, por lo que los alemanes invadieron el país en marzo de 1944. Rumania, pese a haber sido responsable de varias ejecuciones en masa de judíos en los territorios ocupados de la URSS, también se negó a entregar su población judía a Alemania. En la Dinamarca ocupada numerosos daneses colaboraron para salvar de una muerte segura a los judíos que se encontraban en el país y les enviaron a Suecia, que era un Estado neutral, en miles de pequeñas embarcaciones.

Los alemanes se apropiaban de todas las posesiones de los deportados siempre que les era posible. En Alemania se confiscaron las cuentas bancarias y propiedades de los judíos, y el mobiliario de los pisos de familias judías de la Francia ocupada, Bélgica y Países Bajos se envió a Alemania para ser distribuido entre las personas cuyas casas habían sido bombardeadas.

El transporte de víctimas a los campos de la muerte solía hacerse por ferrocarril, y la policía tenía que abonar al sistema ferroviario alemán el precio de un billete de ida de tercera clase por cada deportado. Cuando se había cargado a mil personas en un tren, se aplicaba una tarifa de grupo por la cual sólo era preciso pagar la mitad del importe. Los trenes, formados por vagones de mercancías, se desplazaban lentamente siguiendo horarios especiales. Los enfermos y los ancianos solían fallecer durante el trayecto.

Los campos de la muerte

Los puntos de destino en Polonia eran Kulmhof (Chelmno), Belzec, Sobibor, Treblinka, Lublin y Auschwitz. Kulmhof, situado al noroeste del gueto de Lodz, contaba con furgones de gas, y el número de personas que perdieron allí la vida fue de unas 150.000. Belzec disponía de cámaras de gas de monóxido de carbono en las que fueron asesinados 600.000 judíos aproximadamente, procedentes en su mayoría de la populosa zona de Galitzia. Las cámaras de gas de Sobibor pusieron fin a la vida de más de 250.000 personas, y las de Treblinka de 700.000 a 800.000. En Lublin murieron gaseados o fusilados unos 50.000 judíos. El número de víctimas de Auschwitz fue superior a un millón.

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Auschwitz, próximo a Cracovia, fue el mayor campo de exterminio. El gas empleado en este lugar, a diferencia del de otros campos, era ácido clorhídrico y producía una muerte rápida. Las víctimas de Auschwitz procedían de toda Europa: Noruega, Francia, Países Bajos, Italia, Alemania, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Yugoslavia, Grecia y España, en este último caso principalmente republicanos españoles exiliados tras la Guerra Civil (1936-1939). Una gran parte de los presos de estos países, incluso aquéllos que no eran judíos, fueron empleados como mano de obra en industrias; algunos prisioneros fueron sometidos a experimentos médicos, sobre todo a esterilizaciones. Aunque lo habitual era que sólo se gaseara a los judíos y los gitanos, varios cientos de miles de personas internadas en este campo murieron a causa del hambre, de las enfermedades o las ejecuciones. Se construyeron enormes crematorios para incinerar los cuerpos de las víctimas y borrar las huellas del exterminio. Auschwitz fue fotografiado por aviones de reconocimiento aliados que buscaban objetivos industriales, y en 1944 se destruyeron las fábricas pero no las cámaras de gas.

Las consecuencias del Holocausto

Cuando la guerra terminó millones de judíos, eslavos, gitanos, homosexuales, testigos de Jehová, comunistas y otros grupos habían fallecido en el Holocausto. Más de 5.000.000 de judíos fueron asesinados: unos 3.000.000 en centros de exterminio y en campos de trabajo, 1.400.000 en los fusilamientos masivos, y más de 600.000 en los guetos (se estima que el número de víctimas fue casi de 6.000.000). Las potencias victoriosas se vieron fuertemente presionadas para fundar en Palestina una patria permanente para los judíos supervivientes, y la creación del Estado de Israel, tres años después de la derrota alemana, resultó ser otra consecuencia del Holocausto. Como lo fue la acuñación del concepto `crímenes de guerra contra la humanidad' en el Derecho internacional, resultado de cuya aplicación numerosos dirigentes nazis responsables del Holocausto fueron condenados, y algunos ejecutados, al finalizar la contienda por un tribunal de guerra internacional celebrado en Nuremberg (Alemania), dentro de los juicios por crímenes de guerra tristemente más famosos de la historia reciente de la humanidad.

ANTISEMITISMO

El Antisemitismo es la agitación política, social y económica o de cualquier otro tipo en contra de los judíos. El término designa la forma de hablar y el comportamiento despectivo hacia el pueblo judío en general, independientemente de la religión.

El término semita, aplicado en un principio a todos los descendientes de Sem, hace referencia a un grupo de pueblos del Suroeste asiático que engloba a judíos y árabes. Posteriormente, este término se ha ido asociando específicamente al pueblo judío. El término antisemitismo se acuñó hacia 1879 para designar la hostilidad hacia los judíos. Ésta se justificaba supuestamente por la teoría racista (desarrollada por primera vez en Alemania a mediados del siglo XIX), por la cual la raza aria (en sánscrito noble) es superior tanto por su físico como por su carácter e inteligencia. Posteriormente los nazis utilizaron el término ario de una manera más concreta, oponiéndola a la raza judía, que se consideraba culpable de su supuesta corrupción. A pesar de que la teoría fue rechazada por todos los etnólogos responsables, se publicaron libros de amplia difusión que incorporaban doctrinas antisemitas y que estaban escritos por personas como el diplomático francés y filósofo social conde Joseph Arthur de Gobineau o del filósofo y economista alemán Karl Dühring. La teoría de la superioridad de ciertas razas se ha utilizado a lo largo de toda la historia para justificar la persecución civil y religiosa de los judíos.

El fenómeno antisemita se ha tratado de explicar de muchas maneras. Una de ellas, muy aceptada por los científicos sociales, sugiere que el antisemitismo y, en general, el racismo reaparece en periodos de inestabilidad y crisis social y económica, como lo que sucedió en Alemania hacia 1880 y antes de la II Guerra Mundial. En teoría, las pasiones y las frustraciones que se crean en estos periodos buscan una cabeza de turco, y a lo largo de la historia la comunidad judía, como minoría disponible y a menudo aislada, ha resultado ser con frecuencia la elegida.

Raíces históricas del antisemitismo

Persecución en Europa occidental

El sentimiento antijudío existe desde hace miles de años. En el Imperio romano, por ejemplo, la devoción de los judíos hacia su religión y hacia formas especiales de culto se utilizó como pretexto para su discriminación política y muy pocos judíos llegaron a adquirir la ciudadanía romana. A partir del siglo IV d.CC. (y posiblemente antes), los judíos fueron considerados por los cristianos responsables de la muerte de Jesucristo. Con la expansión del Cristianismo en el mundo occidental, la discriminación en base a pretextos religiosos contra los judíos se generalizó, lo que hizo surgir un antijudaísmo sistemático y generalizado. Los judíos fueron asesinados en gran número (especialmente durante las Cruzadas) aislados en zonas especiales, obligados a llevar marcas de identificación y arruinados imponiéndoles severas restricciones a sus actividades comerciales. En España, los judíos que no se convirtieron al cristianismo fueron expulsados por orden de los Reyes Católicos. En el siglo XVIII, (denominado el Siglo de las Luces) que vio la Revolución francesa y en especial durante el siglo XIX, al producirse una mayor separación entre Iglesia y Estado, y aparecer las naciones modernas con un mayor respeto a las diferencias étnicas y de religión, disminuyó la persecución religiosa y económica contra los judíos y éstos se volvieron a integrar gradualmente en el orden político y económico. Sin embargo, su aceptación por parte de una población mayoritariamente no judía era superficial y oscilaba según las condiciones económicas y sociales.

En Alemania, el proceso de la emancipación judía se completó con la formación del Imperio alemán en 1871. A pesar de que las reformas legales pusieron fin a la discriminación por razones religiosas, creció la hostilidad basada en el racismo. Después de la Guerra Franco-prusiana y de la crisis económica de 1873, las teorías racistas formuladas en décadas anteriores dieron pie a una nueva formación de partidos políticos antisemitas. El ambiente político alemán estuvo marcado por la presencia de al menos un partido abiertamente antisemita hasta que en 1933, bajo el nacionalsocialismo, se adoptó el antisemitismo como política oficial del gobierno.

El ejemplo del antisemitismo alemán fue seguido en otros países de Europa central y occidental. En Austria, por ejemplo, existía un partido socialcristiano que defendía programas antisemitas. En Francia, el antisemitismo se convirtió en uno de los puntos clave de la separación entre Iglesia y Estado. Las facciones eclesiásticas y monárquicas adoptaron, por lo general, principios antisemitas basados en las teorías racistas formuladas en Alemania y fomentadas en parte por numerosas publicaciones racistas, especialmente por el periódico La libre parole, creado en 1892 por el periodista francés antisemita Édouard Drumont. El antisemitismo en Francia culminó con el caso Dreyfus (1894-1906) al ser encarcelado un oficial judío del Ejército francés acusado de supuesta traición. Con la liberación de Dreyfus, el antisemitismo casi desapareció como tema político en Francia.

La persecución en Europa oriental y los pogromos

En Europa oriental nunca dejaron de existir las tradiciones medievales que aislaban a los judíos como una clase social y económica aparte, por lo que el proceso de la emancipación judía característico de Europa occidental no tuvo lugar en esta parte del continente europeo. De hecho, las trabas impuestas a los judíos en la edad media se hicieron más rigurosas. En Rusia se adoptaron medidas para impedir a los judíos la posesión de tierras y para limitar su admisión en las instituciones de educación superior hasta alcanzar como máximo del 3 al 10% del total de alumnos.

La persecución de los judíos en Europa oriental culminó en una serie de masacres organizadas, conocidas como pogromos, que comenzaron en 1881. Algunas de las actuaciones más sangrientas tuvieron lugar en Rusia, a raíz de la revolución de 1905. Durante los pogromos fueron asesinados miles de judíos en más de 600 pueblos y ciudades, y se saquearon y destruyeron sus propiedades. Los historiadores están de acuerdo en que los pogromos fueron producto de una política gubernamental deliberada que tenía como objetivo desviar el descontento social y político de los trabajadores y campesinos rusos hacia unas víctimas diferenciadas en lo que a religión se refiere. Estos disturbios fueron fomentados por un nuevo tipo de propaganda de masas, como la difusión del panfleto Protocolos de los hijos mayores de Sión, que pretendía revelar detalles de una conspiración judía internacional para dominar el mundo. Esta publicación, que apareció por primera vez en Rusia en 1905, contenía datos falsos ajenos a los judíos. Estas distorsiones deliberadas fueron utilizadas durante los pogromos a partir de la Revolución de 1917 y causaron la muerte de cientos de miles de personas.

El antisemitismo organizado como herramienta política

Durante el periodo entre las dos guerras mundiales se mantuvo la tendencia antisemita en el ámbito internacional. En Alemania, durante las décadas de 1930 y 1940, explotó el antisemitismo bajo el régimen nazi dirigido por Adolf Hitler.

El contenido de la propaganda nazi era variado: incluía una doctrina fascista, elementos de odio racista y una identificación de los judíos con los elementos capitalista y comunista en Alemania y en otros países. Además, la fuerte campaña antisemita dentro de Alemania se vio reforzada por movimientos en Europa y Estados Unidos organizados por agentes y simpatizantes nazis.

Pero más grave que esta campaña psicológica fue la persecución física de la comunidad judía. Esta persecución sistemática de judíos junto con homosexuales y personas física o mentalmente discapacitadas se debió a un resurgir del interés nazi por la teoría y la práctica de la eugenesia. Poco después de que los nacionalsocialistas accedieran al poder en Alemania en 1933, se aprobó una legislación especial que dejaba a los judíos fuera de la protección de la legislación alemana. Los judíos fueron detenidos legalmente y confinados en campos de concentración, en donde se les condenaba a trabajos forzados, se les torturaba y ejecutaba. Las masacres esporádicas y locales culminaron en un pogrom generalizado a toda Alemania en 1938, organizado oficialmente por el partido nacionalsocialista. A raíz de la declaración de la II Guerra Mundial, la frecuencia de las actividades antisemitas aumentó de forma alarmante. En toda Europa muchos gobiernos (como los de la Francia ocupada, Italia, Polonia y Ucrania) fueron convencidos por Alemania para que adoptaran programas antisemitas. En Alemania, Hitler anunció una “solución final al problema judío”: el exterminio de la comunidad judía, un tipo de crimen hoy tipificado por la legislación internacional como genocidio. Al final de la guerra 6 millones de judíos (es decir, las dos terceras partes de la población judía de Europa) habían sido exterminados. En los campos de concentración murieron asimismo gran número de homosexuales, gitanos y prisioneros políticos.

Después de la guerra, la fuerte reacción contra el horror de los campos de exterminio nazi dio lugar a la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) en 1948. En los juicios por crímenes de guerra, que se celebraron en Nuremberg (Alemania) a partir de 1945, muchos oficiales nazis fueron condenados por aplicar la legislación racial del partido y llevar a cabo el exterminio de judíos en los campos de concentración. El gobierno de la República Federal de Alemania continuó realizando detenciones de oficiales nazis hasta finales de la década de 1960 y devolvió en parte propiedades, pensiones y tierras arrebatadas a los judíos. En la antigua República Democrática de Alemania se celebraron algunos juicios por crímenes de guerra nazis, impulsados básicamente por los soviéticos, y se dictaron varias penas de muerte. Sin embargo, no se produjo la restitución de propiedades, dado que el Estado (a diferencia de la República Federal de Alemania) no se consideraba el heredero legal del III Reich.

A pesar de que la posición oficial de la Alemania actual es claramente en contra del antisemitismo, se han producido brotes esporádicos de violencia y hostilidad hacia los judíos. En las demás democracias occidentales el ejemplo del extremismo nazi acalló el antisemitismo en los años de la posguerra. Sin embargo, en la década de 1990 ha resurgido un prejuicio violento en partidos racistas de Gran Bretaña, Francia y otros países de Europa y América.

El antisemitismo después de la II Guerra Mundial

En estos años se han producido regularmente actos de vandalismo como pintadas o quema de sinagogas y profanación de tumbas de judíos. Pequeños grupos neonazis y extremistas blancos han sido los responsables de la propaganda y violencia antisemita. En Estados Unidos, desde finales de la década de 1960 hasta la de 1990 han tenido lugar varios brotes antisemitas. Por lo general, la política de las iglesias cristianas ha sido la de reaccionar contra el fenómeno nazi eliminando las bases religiosas del prejuicio. En los años de la posguerra se ha fortalecido la cooperación entre las organizaciones cristianas y judías, y en el Concilio Vaticano II (1962-1965) la Iglesia católica repudió formalmente la acusación de que los judíos eran responsables de la muerte de Cristo y condenó el genocidio y el racismo como prácticas no cristianas.

Semitas, término utilizado por primera vez hacia finales del siglo XVIII para denominar aquellos pueblos citados en la Biblia (Gén. 10,21-32) descendientes de Sem, hijo mayor del patriarca bíblico Noé. La palabra 'semita', desde entonces, hace referencia a los pueblos de lengua semítica, tales como los habitantes de Aram, Asiria, Babilonia, Canaán (incluidos los hebreos) y Fenicia. Los actuales hablantes semíticos son los árabes y los judíos, particularmente los ciudadanos de Israel.

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En Latinoamérica, refugio de muchos nazis después de la II Guerra Mundial, se han producido incidentes antisemitas. Algunas de las manifestaciones más graves tuvieron lugar con ocasión de la detención en Argentina de Adolf Eichmann por los servicios secretos israelíes en 1960. Eichmann fue juzgado en Jerusalén por crímenes contra los judíos y condenado a muerte.

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En Oriente Próximo, habitado por pueblos semitas, se generó una nueva forma de antisemitismo como resultado del aumento de la oposición al sionismo al crearse el Estado de Israel en 1948. El establecimiento de esta patria para los judíos, que invadía una tierra ocupada mayoritariamente por árabes, supuso el desplazamiento de la población y originó una fuerte oposición de la Liga Árabe. En el transcurso de los años siguientes tuvieron lugar numerosos enfrentamientos en la frontera entre Israel y sus vecinos árabes, alcanzando las hostilidades su máxima gravedad entre 1948 y 1949 y en 1956, 1967, 1973 y 1982. La Organización para la Liberación de Palestina (OLP), creada en mayo de 1964, mantuvo una guerra de guerrillas contra Israel tanto dentro de sus fronteras como en otros países. Las sanciones económicas impuestas por los países de la Liga Árabe a diferentes gobiernos y empresas que cooperaban con Israel fueron un tema de discusión importante después de la guerra de 1973. El enfrentamiento entre árabes e israelíes en este contexto no puede explicarse únicamente por móviles antisemitas, pues en la espiral de violencia jugaron una parte importante los intentos de expansión territorial del Estado de Israel, tras su creación en 1948.

En la antigua Unión Soviética (URSS) el legado imperial ruso de antisemitismo se mantuvo después de la posguerra. Para el comunismo soviético ortodoxo el judaísmo, lo mismo que el sionismo religioso o seglar, resultaba inaceptable como religión. Se suprimió la prensa judía, se silenció a los principales escritores en yiddish, se redujeron las oportunidades de educación para los jóvenes y se cerró prácticamente la emigración de judíos. Aunque los disturbios políticos en la URSS y en Europa oriental a finales de la década de 1980 permitieron la emigración masiva de judíos hacia Israel, el resurgir del nacionalismo que acompañó la caída de la URSS y el declive del comunismo ha sido relacionado con un aumento del antisemitismo a principios de la década de 1990.




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Enviado por:Yero
Idioma: castellano
País: España

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