Literatura


Nada; Carmen Laforet


Análisis y crítica sobre Nada de Carmen Laforet.

Contexto histórico y espacio

La época en que se desarrolla la historia corresponde a la posguerra, probablemente alrededor de los años 40. Como en el inicio del Génesis, en los cuarenta no había nada. Dentro o fuera, los españoles sólo encontraban escasez, tristeza o devastación. Durante meses la victoria y la nada convivieron juntas sin reconocerse ni aceptarse, abriéndose paso en medio de la oscuridad. No había nada. Ni víveres suficientes ni perspectivas de futuro. Sólo algunas, pocas, esperanzas. Hasta 1952 no se recuperó el nivel de vida alcanzado en tiempos de la República.

La universidad no era ajena a la atmósfera de silencio que impregnaba la sociedad. Las chicas que acudían a la enseñanza superior aprendieron muy pronto a unir dos discursos: el del saber, todavía privilegio de unos pocos, y el de la sumisión femenina, que les afectaba de lleno por ser mujeres.

No sólo las universitarias eran proclives a la restricción mental. Las mujeres de clase media, de talante liberal o acostumbradas a viajar a otros países con sus maridos, no aceptaban en su fuero interno las consignas más extendidas, aunque convivieran con ellas. Mientras, la Sección Femenina de la Falange estaba dispuesta a hacer de la mujer más humilde la reina de su casa y al mismo tiempo la servidora de todos, el marido y los hijos.

En este contexto, Carmen Laforet plasma el desconcierto de una época y la inanición física y moral de una generación.

Con respecto al espacio cabe decir que se extiende la acción a lo largo de un año, desde su llegada a Barcelona hasta su marcha a Madrid. En este largo tiempo tres son los marcos espaciales en los que principalmente se desarrollan los hechos: Barcelona, en un plano más general; la casa de la calle Aribau desde una óptica más concreta, y en tercer lugar la Universidad, que carece de la relevancia de los dos primeros espacios.

Personalidad de Andrea

Andrea llega a Barcelona siendo una chica rebelde que tiene sueños e ideales que pretende hacer realidad en lo que sea posible. A su llegada se encuentra con una ciudad hecha jirones. El hecho de llegar a una casa que ha cambiado radicalmente desde la última vez que estuvo allí, donde todo el mundo ha perdido en bondad, alegría y normalidad la sume en una profunda tristeza. “Luego me pareció todo una pesadilla” (p.13). No comprende el comportamiento de toda esa gente, su violencia y desprecio mutuos, la hipocresía de su tía Angustias o el conformismo e incluso alegría de Gloria.

Andrea es una chica perdida, que desea una vida normal y acomodada, con medios más que suficientes para poder permitirse caprichos y obsequiar a sus amigos. No llega a adoptar claramente ninguna posición rebelde, siendo sus logros libertarios (como la marcha de tía Angustias) pura y arbitraria casualidad y fortuna de la circunstancia, no un mérito propio. Andrea, pese a su disconformidad, no manifiesta una intención de cambio más que el producido por el simple devenir de los acontecimientos. Su papel fundamental es mantenerse al margen para actuar a modo de cámara/espectadora. “Me parecía que de nada vale correr si siempre ha de irse por el mismo camino, cerrado, de nuestra personalidad. Unos seres nacen para vivir, otros para trabajar, otros para mirar la vida. Yo tenía un pequeño y ruin papel de espectadora. Imposible salirme de él. Imposible libertarme.” (p 208). Sus ojos nos muestran lo que ve, sus oídos nos hacen llegar las conversaciones, las palabras. No juzga, pero tampoco justifica ni absuelve a nadie. Testigo y narradora de una penumbra colectiva.

Resto de personajes e interrelaciones con Andrea

Personajes femeninos

Abuela: Es un personaje que resulta clave a la hora de apaciguar y equilibrar las muchas discusiones familiares. A veces se ve desbordada pero pese a ello no cesa en su defensa de “las causas perdidas”. “Nunca ha salido de su casa y, sin embargo entiende todas las locuras y las perdona” (p.99). Con respecto a Andrea se presenta de un modo bondadoso, tranquilo, sereno. Asimismo también deja entrever cierto grado de necesitada y comedida locura.

Tía Angustias: Ya su nombre nos indica la naturaleza del personaje. Querría “educar” a Andrea. Se presenta a sí misma como mártir y víctima y así en alguna ocasión la reconoce su sobrina Andrea, aunque mayormente se presenta como autoritaria, impulsiva y preocupada por el mundo de las apariencias. “A Angustias no le da Dios ninguna calidad de comprensión, y cuando reza en la iglesia no oye músicas del cielo sino que mira a los lados para ver quién ha entrado en el templo con mangas cortas y sin medias...” (p.100). Es un personaje que actúa como freno para la protagonista hasta su marcha al convento.

Gloria: Enemiga declarada de Angustias, quien la consideraba una mala influencia, y esposa de Juan. Es una mujer impulsiva, salvaje en cierto modo. No era inteligente. Con Román mantiene una extraña relación que deja entrever un misterioso pasado que apenas se vislumbra. Andrea muestra interés por Gloria pero a medida que la acción avanza también lo va dejando atrás.

Ena: Amiga de Andrea. Ena representa por su belleza, su soltura social, su familia y sus amigos, para Andrea un mundo contrario al suyo, lleno de oscuridad en la casa de la calle Aribau. “Me hizo sentirme todo lo que no era: rica y feliz” (p.67) Muy importante personaje que actúa como una ventana a un mundo diferente, ansiado por la protagonista. Es una figura egoísta y tremendamente egocéntrica que utiliza su entorno del modo que más le conviene en cada momento. “-No vengas esta tarde a casa, Andrea. Tendré que salir... Lo mejor es que no vengas estos días hasta que yo te avise. Yo te avisaré” (p.139). Pese a ello, al final de la novela será Ena un factor clave para la salida de Andrea de la casa de Aribau.

Antonia: La criada es un personaje un tanto lúgubre que muestra una fascinación plena por Román. Siempre se hace acompañar del perro. Goza de autoridad en la casa hasta el punto de erigirse en una dueña paralela. “Todo en aquella mujer parecía horrible y desastrado, hasta la verdosa dentadura que me sonreía. La seguía un perro, que bostezaba ruidosamente, negro también el animal, como una prolongación de su luto” (p.16)

Personajes masculinos

Juan: Tío de Andrea y hermano de Román. Actúa de forma violenta y se muestra como un personaje con odio y desconfianza. Incluso, a diferencia de su hermano, el comportamiento resulta a los ojos de Andrea un tanto infantil e irracional. Es un parásito, que vive de su madre y su mujer. Incluso en la pintura no pasa de la mediocridad.

Román: Despierta en la protagonista una seducción (“Yo me sentía a gusto allí, como en un remanso de la vida de abajo” p.38) que varía conforme avanza la novela hacia un rechazo. “Ni Román, con su falsa apariencia endiosada. Él, Román, más mezquino, más cogido que nadie en las minúsculas raíces de lo cotidiano” (p.74). Vivía del contrabando por lo que siempre tenía café, licor y cigarrillos. Se trata de un personaje mezquino y solitario que parece disfrutar con el dolor ajeno. Tiene un final trágico que pasa por el suicidio.

Pons, Guíxols e Iturdiaga: Son los amigos que conoce Andrea cuando está en crisis de amistad con Ena. Se reúnen con ella en su casa. Pasan ratos juntos. “Todos son artistas, escritores, pintores..., un mundo completamente bohemio” (p.143). Pons se supone que estaba enamorado de Andrea.

Conclusión:

Es una novela clave en la literatura de postguerra así como también dentro de la denominada literatura de la mujer. Carmen Laforet creó una trama siguiendo las directrices del tremendismo, lo que supuso una novedad en el panorama literario de la época y todavía a día de hoy. Nada, el título, define de algún modo la sensación que produce la novela y que también siente su protagonista, Andrea; La nada es un simulado vacío, un año de acciones que aparentemente no presentan ningún hecho reseñable pero que esconden gran cantidad de factores válidos para el análisis de la sociedad de la época, especialmente la sociedad burguesa. El estilo, al ser ameno y de léxico fácil y gramática fluida ayuda a que el lector pueda avanzar rápidamente sin necesidad de relecturas ni esfuerzos memorísticos. Estos factores y algunos otros como el fácil encuadre de los diferentes personajes, tanto masculinos como femeninos, hacen de la obra una gran novela que bien merecido tiene el premio Nadal que ostenta desde 1944.

Quizá algunos lectores se puedan sentir identificados con los personajes dados, especialmente el de Andrea. Esto, sin duda, ayuda a la fácil lectura de una obra que esconde mucho más entresijo del que se muestra en la aparente NADA.

“De la casa de la calle de Aribau no me llevaba nada” (p. 275).

Bibliografía consultada:

Nada, Carmen Laforet. Ediciones Destino.

Introducción de Rosa Navarro Durán. Clásicos contemporáneos comentados. Ediciones Destino. Volumen 3.

Enciclopedia Encarta 2005.




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Enviado por:Alejandro Tobar
Idioma: castellano
País: España

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