Literatura


Leyendas y mitos


LEYENDAS

Leyenda, narración tradicional o colección de narraciones relacionadas entre sí de hechos imaginarios pero que se consideran reales.

A veces se da una mezcla de hechos reales y de ficción, aunque se parte de situaciones históricamente verídicas. La palabra procede del latín medieval legenda y significa `lo que ha de ser leído'. La leyenda se sitúa en un lugar y en una época específicas y parte de hechos que fueron reales aunque están idealizados. Se diferencian de la historia propiamente dicha en el énfasis de la narración y en su finalidad, que siempre es de tipo didáctico o nacionalista, para dar confianza a un pueblo en sí mismo en momentos en que se necesita ardor y seguridad para enfrentarse a una situación nueva y peligrosa. Por otro lado, a diferencia del mito, que se ocupa de los dioses, la leyenda retrata en general a un héroe humano, como ocurre en el caso de la Iliada y la Odisea, la Eneida o el Cantar de mío Cid. Son legendarias también las historias que nutrieron muchas novelas de caballería durante la edad media y que han servido de fuente a escritores de épocas posteriores: así ocurre con la leyenda del rey Arturo, con Carlomagno y con el alquimista alemán Fausto.

La Leyenda de La Mulata de Córdoba

(Castillo de San Juan de Úlua)

Durante la época del Virreynato, medio siglo después que don Diego Fernández de Córdoba, Marquez de Guadalcazar decimotercer virrey de la Nueva España, por real cedula autorizó que fuera fundada allá por el año de gracia 16 a 18 sobre las fértiles tierras conocidas entonces como lomas de Huilango, la muy noble y leal villa a la que otorgó entre otros privilegios la de de llevar por nombre su regio apellido, cuenta que había en el lugar una hermosísima mujer cuya procedencía nadie conocía.

No se sabe el sitio exacto donde vivía, aunque los viejos relatos aseguran que tuvo su casa en la hacienda de la Trinidad Chica, que en aquellos años fuera propiedad de los marqueses de sierra nevada. Otras consejas cuentan que vivía en una vieja casona que tenía entrada sobre el antigüo callejón Pichocalco, rumbo al arroyo conocido como Río de San Antonio. A través de los años, su recuerdo quedó envuelto en el misterio y en la leyenda. Esta mujer llevó el romántico nombre de la Mulata de Córdoba.

Según datos, era tan hermosa que todos los hombres del lugar estaban prendados de su belleza. Mujer de sangre negra y española, pertenecia por su nacimiento a esa clase social tan despreciada durante la colonia, clase menospreciada y señalada como inferior por la ignorancia y la intransigencia de la época.

Sin embargo, dice la narración que la Mulata de córdoba era orgullosa y altiva, dotada de singular encanto, morena y esbelta, con la gracia que caracteriza a las mujeres africanas que habitaban las regiones del alto Nilo, quizá por el príncipe Yanga y la tribu Yag-Bara. De estirpe ibera, heredada por el linaje español, sus grandes ojos almendrados y llenos de misterio su piel dorada y cálida producto de dos razas que al mezclarse pudieron dar forma a una mujer bella y ajena a otro trato social, recorría a pie las calles de la villa, por cenderos y veredas buscando las cabañas de los esclavos a quienes socorría y curaba, pues era muy entendida en las artes de la medicina.

También curaba a los campesinos que la solicitaban por los rumbos de San Miguel Amatlán, el Zopilote y San José. Continuamente se le veía caminando bajo el ardiente sol del medio día y subiendo y bajando lomas, acompañada por algún enviado de las personas que solicitaban sus servicios, los que generalmente eran humildes campesinos. Pero habían algunas familias de alto rango que secretamente solicitaban sus servicios, para consultar los horóscopos. Y en esta forma con el correr de los días la fama de la bella Mulata se fue extendiendo poco a poco por el pueblo. Bajo un largo pesado chal donde ocultaba el rostro y la figura, no faltó quien adivinara al pasar, los hermosos ojos grandes y llenos de misterio, y la boca sensual y roja.

Pero en vano fue requerida de amores; las puertas de su casa permanecían siempre cerradas para los enamorados galanes y los caballeros mejor nacidos de la Villa de Córdoba que rechazados tenían que aceptar humillados su derrota.

En aquellos años de epidemias y calamidades, cuentan que valiéndose únicamente de las muchas hierbas que conocía, empezó a realizar curaciones que parecían maravillosas, a conjurar tormentas y a predecir eclipses, pronto la superstición se encargó de decir que la hermosa mulata tenía pacto con el diablo, y como la veían vestirse con finos vestidos se dió por aceptada que poseía mágicos poderes. Se contaba también que por las noches, en su casa se escuchaban extraños lamentos y que veían salir llamas de sus cerradas puertas, y cuando algunas personas la espiaban, las atacaba y después perdíase en la obscura noche sin dejar rastro. En varias ocasiones fue vista simultáneamente en distintos rumbos de la Villa, pues poseía también el don de la ubicuidad.

Todos estos consejos llegarón pronto a oídos del Tribunal de la Inquisición, muy severa en aquellos años con los individuos y en Salmitas a quienes castigaban durante con los famosos Autos de Fé, juzgándoseles como brujos o charlatanes. Aunque no se sabe si fue sorprendida practicando la magia, el caso es que los viejos relatos afirman que fue conducida al puerto de Veracruz, donde se le hizo encarcelar en el Castillo de San Juan de Ulúa para ser juzgada como hechicera.

Allí fué encerrada en una de las celdas donde pasaba las horas tras los, pesados barrotes a la vista del carcelero. Un día la hermosa joven quien a base de buenos tratos se había ganado la estimación de su guardián, le rogó amablemente que le consiguiera un pedazo de carbón. Extrañado el guardián por tan raro antojo, pero ansioso de servir a tan bella prisionera, el hombre llevó a la celda lo que aquella mujer pedía.

Dice la leyenda que la Mulata dibujó sobre las sombrías paredes, una ligera nave con blancas velas desplegadas que parecían mecerse sobre las olas. El carcelero, admirado, le preguntó que significaba aquel prodigio. Cuenta que la joven, con una encantadora sonrisa, le comentó que en ese hermoso velero iba a cruzar el mar, y dando un gracioso salto subió a cubierta diciendo adios al asombrado guardián que la vío esfumarse con la nave por una esquina del obscuro calabozo.

Al día siguiente se dieron cuenta los demás guardianes que su compañero se encontraba con las manos sobre los barrotes y que había perdido la razón; dieron parte al jefe del presidio que la jóven Mulata no se encontraba en el interior de la prisión.

Del fondo del recuerdo, a través de la bruma de los siglos, y envuelta en los ropajes de la fantasía, la romántica figura de la Mualta de Córdoba, pasó ante nosotros altiva y misteriosa, dejándose tras de sí un suave perfume de poesía y de leyenda.

La Leyenda de La Vainilla

(Papantla)

Los totonacas emigraron de Teotihuacan y se asentaron en las costas de Veracruz. Allí construyeron el reino de Totonacapan.

Los jefes de aquel señorío levantaron adoratorios a sus deidades, entre las que sobresalía Tonacayohua, que cuidaba la siembra, el pan, y los alimentos.

En la cumbre de una de las más altas sierras cercanas a Papantla, tenía su templo Tonacayohua de cuyo aderezo y ritos estaban encargadas seis jóvenes pobres que desde niñas eran dedicadas especialmente a ella y que hacían voto de castidad de por vida.

En tiempos del rey Tenitztli, nació de una de sus esposas, una niña bellísima a la que llamaron Tzacopontziza que significa Lucero del Alba. Su padre la consagró al culto de la diosa para que ningún mortal se le acercara.

Un joven príncipe llamado Zkatan-Oxga, el Joven Venado, se prendó de ella. Sabía que poner sus ojos en la doncella era sacrilegio penado con el degüello. Un día que Lucero del Alba salió del templo para recoger tortolitas y ofrendarlas a la diosa, su enamorado la raptó y huyó con ella a lo más abrupto de la montaña.

De pronto se les apareció un espantable monstruo que los envolvió con oleadas de fuego y los obligó a retroceder. Al llegar al camino, ya los sacerdotes los esperaban airados y, príncipe y princesa fueron degollados de un solo tajo. Sus cuerpos, aún calientes fueron llevados hasta el adoratorio. Allí, tras extraerles los corazones, fueron arrojados en el altar de la diosa.

En el lugar que se les sacrificó, la hierba menuda empezó a secarse, como si la sangre de las dos víctimans allí regada tuviera un maléfico influjo. Pocos meses después principió a brotar un arbusto, pero tan prodigiosamente, que en unos cuantos días se elevó varios palmos del suelo y se cubrío de espeso follaje.

Cuando alcanzó su crecimiento total, comenzó a nacer junto a su tallo una orquídea trepadora. Una mañana se cubrío de mínimas flores y todo aquel sitio se inundó de aromas.

Atraídos por tanto prodigio, los sacerdotes y el pueblo no dudaron ya de que la sangre de los dos príncipes se había transformado en un arbusto y orquídea. Y su pasmo subío de punto cuando las florecillas se convirtieron en largas y delgadas vainas, que al entrar en sazón, al madurarse, despedían un perfume todavía más penetrante, como si el alma inocente de Lucero del Alba se hubiera convertido en la fragancia más exquisita.

La orquídea fue objeto de reverencioso culto; se le declaró planta sagrada y se elevó como ofrenda divina hasta los adoratorios totonacas.

Así, de la sangre de una princesa, nacío la vainilla que en totonaco es llamada Caxixanat ( flor recóndita ) y en azteca Tlixóchitl ( flor negra ).

LEYENDA DEL ULTIMO REY GODO

El sol de la mañana brillaba sobre las torres de Toledo, cuando don Rodrigo, el último rey godo, salió fuera de la ciudad seguido por numerosos cortesanos y caballeros. La comitiva serpenteó por las vueltas del camino hasta divisar una singular torre cilíndrica, de gran altura y magnificencia, construida sobre una enorme roca.

Don Rodrigo y sus cortesanos llegaron al pie de la torre, cuya entrada estaba cerrada por una maciza puerta de hierro. El Rey se aproximó al portal y ordenó a los viejos guardianes abrir la puerta. Los ancianos retrocedieron espantados.

-¡Ay, Majestad! -exclamaron- ¿Deseáis acaso soltar los duendes de esta torre para que sacudan la tierra hasta sus cimientos?

- Pase lo que pase, estoy resuelto a descubrir el misterio de esta torre. Quitad esos cerrojos.

Los ancianos, aterrorizados, obedecieron. Pero antes de que el último cerrojo cediera del todo, recomendaron de nuevo al Rey que reflexionara:

- Cualquier cosa que esté en la torre es aún inofensiva y yace atada bajo un poderoso hechizo. No os arriesguéis a abrir una puerta que puede derramar un torrente de males sobre la Tierra.

Encolerizado, el Monarca tocó la puerta de hierro y esta se abrió balanceándose lentamente, como si girase de mala gana sobre sus goznes. El Rey ordenó que se encendieran antorchas y penetró en el interior de la torre. Aunque era de corazón intrépido, avanzaba con temor y vacilación.

Tras recorrer una corta distancia, entró en una espaciosa cámara en la que había una mesa de alabastro primorosamente labrada. Sobre la mesa encontró un cofrecillo de oro, en cuya tapa aparecía esta inscripción: <>.

Don Rodrigo abrió el cofre y sacó la tela de lino que contenía. Al desdoblarla, vió dibujadas en ella las figuras de varios jinetes de fiero aspecto, armados con sables y ballestas y tocados con turbantes y albornoces a la usanza árabe. Encima de estas figuras aparecía escrita la siguiente leyenda:

<<¡Imprudente monarca, contempla los hombres que te arrojarán del trono y subyugarán tu reino!>>.

El Rey se turbó y retrocedió espantado. Entonces, las figuras comenzaron a moverse y se levanto del lienzo un ruido semejante al de un tumulto marcial, con el estrépito de las trompetas, el relincho de los caballos y los gritos de un ejército. A continuación, el lienzo comenzó a agrandarse y extenderse como si fuera una enorme bandera, hasta ocupar todo el recinto. Las vagas e indefinidas figuras se agitaron aun más y el estrépito y el bullicio se hicieron cada vez más furiosos.

Apareció después un gran campo de batalla, donde cristianos y musulmanes iniciaron un mortal combate. En la sala retumbaban el trote de los corceles, el toque repentino de los clarines y el redoble de mil tambores, mezclados con el entrechocar de espadas, mazas y hachas. Los cristianos se acobardaron ante el enemigo y los infieles arremetieron contra ellos, derrotándolos completamente.

Don Rodrigo no quiso ver nada más y se precipitó fuera del fatal salón, seguido por sus aterrorizados acompañantes.

Sostienen los ancianos y los escritores de tiempos pasados que la violación del secreto de esta torre anunció la perdida del reino godo.

(En el año 711 en la batalla de Guadalete cae muerto Don Rodrigo, derrotados por los árabes, con lo que acaba el reino visigodo en Hispania, que pasará a llamarse Al-Andalus)

EL CALLEJÓN DEL BESO

Se cuenta que Doña Carmen era hija única de su padre intransigente y violento, pero como suele suceder, siempre triunfa el amor por infortunado que este sea. Doña Carmen era acortejada por su galán Don Luis, en un templo cercano al hogar de la doncella, primero ofreciendo de su mano a la de ella el agua bendita. Al ser descubierta sobrevivieron al encierro, la amenaza de enviarla a un convento, y lo peor de todo, casarla en España con un viejo y rico noble, con el que, además, acrecentaría el padre su mermada hacienda

La bella y sumisa criatura y su dama de compañía, Doña Brígida lloraron e imploraron juntas. Así, antes de someterse al sacrificio, resolvieron que Doña Brígida llevaría una carta a Don Luis con la nefasta nueva.

Mil conjeturas se hizo el joven enamorado, pero de ellas hubo una que le pareció la más acertada. Una ventana de la casa de Doña Carmen daba hacia un angosto callejón, tan estrecho, que era posible, asomado a la ventana, tocar con la mano la pared de enfrente.

Si lograra entrar a la casa frontera podría hablar con su amada, y entre los dos, encontrar una solución a su problema. Preguntó quién era el dueño de aquella casa y la adquirió a precio de oro.

Hay que imaginar cuál fue la sorpresa de Doña Carmen, cuando, asomada a su balcón, se encontró a tan corta distancia con el hombre de sus sueños. Unos cuantos instantes habían transcurrido de aquel inenerrable coloquio amoroso, y cuando más abstraidos se encontraban los amantes, del fondo de la pieza se escucharon frases violentas. Era el padre de Doña Carmen increpando a Brígida, quien se jugaba la misma vida por impedir que su amo entrara a la alcoba se su señora.

El padre arrojó a la protectora de Doña Carmen, como era natural, y con una daga en la mano, de un solo golpe la clavó en el pecho de su hija. Don Luis enmudeció de espanto...la mano de Doña Carmen seguía entre las suyas, pero cada vez más fría. Ante lo inevitable, Don Luis dejó un tierno beso sobre aquella mano tersa y pálida, ya sin vida.

Es por eso que en este lugar, sin duda uno de los más típicos de nuestra ciudad, se le llama El Callejón del Beso.

LA LEYENDA DE LOS VOLCANES

Leyendas y mitos
Iztaccihuatl, hace ya miles de años, fue la princesa más parecida a una flor, que de la tribu de los viejos caciques del Capitán más gentil se enamoró.

 
  El padre augustamente abrió los labios y dijole al Capitán seductor, que si tomaba un día la cabeza del cacique enemigo, en su vara y lanzón.

Encontraría preparados, a un mismo tiempo el festín de su triunfo y el lecho de su amor.

Y Popocatépetl fuese a la guerra con esta esperanza en el corazón
domo la rebeldía de las selvas obstinadas, el motín de los riscos contra su paso vencedor, La osadía despeñada de los torrentes, y la acechanza de los pantanos en traición; y contra cientos y cientos de soldados, años de años gallardamente combatió.

Al fin torno a la tribu, y la cabeza del Cacique enemigo sangraba en su lanzón. Hallo el festín del triunfo preparado, pero no así el lecho de su amor; en vez de lecho encontró el túmulo.

En que su novia, dormida bajo el sol esperaba en su frente el beso póstumo de la boca que nunca en vida la beso Y Popocatépetl quebró en sus rodillas el haz de las flechas; y, en una sorda voz conjuro las sombras de sus antepasados contra las crueldades de su impasible Dios.

Era la vida suya, muy suya, porque contra la muerte la gano; tenia la riqueza; el poderío; pero no tenia el amor... Entonces, hizo que veinte mil esclavos alzaran un gran túmulo ante el sol: amontono diez cumbres en una escalinata como de alucinación; Tomo en sus brazos a la mujer amada, y él mismo sobre el túmulo la coloco; luego, encendió una antorcha, Y, para siempre, quedo en pie Alumbrando el sarcófago de su dolor.

Duerme en paz, Iztaccihuatl; nunca los tiempos borraran los perfiles de tu casta expresión. Vela en paz, Popocatépetl; nunca los huracanes apagaran tu antorcha eterna de amor.

EL PEÑON DE LOS ENAMORADOS

Desde lo alto de la ciudad, e incluso desde el llano, llama poderosamente la atención una enorme roca caliza que domina la vega y recorta el cielo como perfil enigmático, dando la sensación de tratarse de un rostro yacente (simulando el rostro de un indio). Esta extraña forma geológica se conoce como Peña de los Enamorados, en torno al cual existen varias leyendas, siendo la más famosa y popularizada la que le da nombre.

La leyenda cuenta que en las faldas de la peña, junto a la orilla del río Guadalhorce que por allí discurre, reposan los cuerpos de dos infortunados amantes, mora ella y cristiano él.

Los dos enamorados huyeron de Archidona (Málaga), en busca de tierras de cristianos, perseguidos por el padre y hermanos de ella, de los que el mancebo era cautivo. En su huida, llegaron a lo alto de la roca, donde no hallaron refugio. Viéndose alcanzados, los desesperados amantes optaron por arrojarse por el lugar mas escarpado de la peña, lanzándose al vacío abrazados.

Esta historia esta muy arraigada en el pueblo y fue recogida en la crónica literaria que escribió el humanista italiano Lorenzo Valla en el siglo XVI por encargo de Alfonso V el Magnifico.

Leyendas y mitos

(Recopilada por un ángel guardian de leyendas)

CUENTA LA LEYENDA QUE... ...hace mucho tiempo, vivió en la zona un hombre llamado Ramón. Cierto día en que había dispuesto ir a la peluquería del pueblo, quedó en encontrarse con un amigo. De regreso a su casa vio a una persona en la otra punta del puente del Río Tunuyán, lugar donde se iba a efectuar aquel encuentro entre amigos. Empezó a hablar a la otra persona, creyendo que era la indicada, pero ésta no contestaba.

Siguió hablando pero no pasaba nada. Entonces decidió acercarse. Lo hizo lentamente. Prendió un fósforo frente a la cara del otro, y se encontró con la inesperada novedad de que aquella persona a la que creía su amigo no tenía cabeza. Tremendamente atemorizado comenzó a correr por la calle oscura. Cuando llegó después de semejante aventura, se acostó y se tapó la cabeza a modo de protección.

Al día siguiente le contó a su familia lo sucedido, ésta le comentó que esa persona a la que había visto era un hombre al que habían matado en el puente por cuestiones de partidismo político y lo habían arrojado al río y que desde ese entonces su alma salía todas las noches a llorar a la esquina del puente pidiendo clemencia

El Callejón del Diamante

(Leyendas de Xalapa)

Desde los tiempos de la colonia y hasta nuestros días, existe en Xalapa un callejón estrecho y largo como serpiente. Tan angosto, que casi se tocan sus costados. Todos lo llaman el Callejón del Diamante.

Cuenta la leyenda que en una de sus casonas vivía un matrimonio: ella, una criolla hermosa, esbelta, blanca, garbosa y joven, de cabellera como el azabache, labios rojos y mejillas sonrosadas. Sobresalían dos esmeraldas entre las largas pestañas y unas cejas gruesas y pobladas, pues en la época de Xalapa de la Feria, aún no se depilaban las jóvenes. Moralmente era un modelo de virtud y ejemplo de esposa enamorada de su marido. Éste era un caballero español, físicamente bien formado, que amaba a su dulce compañera con toda el alma. A esto hay que agregar que gozaban de una desahogada posición económica.

Cuando la pareja se prometió, él dio a su futura esposa un anillo con un hermoso diamante negro. Éste era de lo más extraño y en el blanquisimo anular derecho de la dama parecía un ojo diabólico. Esta piedra según cierta superstición, "tiene la rara virtud de aumentar el amor del matrimonio y descubrir la infidelidad de la esposa".

Cuando la dama recibió la joya juró a su galán jamás separarse de ella... pero los juramentos femeninos no siempre son muy firmes y durables.

El recio ibero tenía un amigo, a quien consideraba como hermano. Un día que el esposo salió de viaje ella fue a visitar al amigo y... sucedió lo inevitable. Por razones que se ignoran, ella se quitó el anillo y lo dejó en el buró, junto al lecho. Por motivos también desconocidos, el apresuramiento, la zozobra, la dama olvidó la alhaja. A su regresó a Xalapa el esposo no se dirigió a su casa, sino fue primero a la del amigo. Entró y lo encontró en su alcoba durmiendo la siesta y, ¡oh sorpresa!, lo primero que vio en la mesilla de noche fue el diamante negro de su esposa. Disimuladamente se apoderó de la joya y se dirigió a su casa.

Llamó a su bella compañera y al besarle la mano, comprobó que no lucía el anillo. Como el destello del relámpago salió a lucir la daga de empuñadura de oro, incrustada de rubíes, que se clavó en el pecho de la infiel. El caballero dejó sobre el cadáver de la esposa el anillo del diamante negro y desapareció para siempre.

La gente de los alrededores, exclamaba: ¡Vamos a ver "el cadáver del diamante"! Poco a poco la expresión cambió y solo decían ¡Vamos al Callejón del Diamante! Nombre que la tradición ha mantenido a través del tiempo.

LEYENDA DE SAN VALENTÌN

La historia del día de San Valentín comienza en el siglo tercero con un tirano emperador romano y un humilde mártir cristiano. El emperador era Claudio III. El cristiano era Valentino. Claudio había ordenado a todos los cristianos adorar a doce dioses, y había declarado que asociarse con cristianos era un crimen castigado con la pena de muerte. Valentino se había dedicado a los ideales de Cristo y ni siquiera las amenazas de muerte le detenían de practicar sus creencias. Valentino fue arrestado y enviado a prisión. Durante las últimas semanas de su vida, algo impresionante sucedió. El carcelero, habiendo visto que Valentino era un hombre de letras, pidió permiso para traer a su hija, Julia, a recibir lecciones de Valentino. Julia, quien había sido ciega desde su nacimiento, era una joven preciosa y de mente ágil. Valentino le leyó cuentos de la historia romana, le enseñó aritmética y le habló de Dios. Ella vio el mundo a través de los ojos de Valentino, confió en su sabiduría y encontró apoyo en su tranquila fortaleza.

    "¿Valentino, es verdad que Dios escucha nuestras oraciones?" Julia le preguntó un día. "Si, mi niña. El escucha todas y cada una de nuestra oraciones," le respondió Valentino. "¿Sabes lo que le pido a Dios cada noche y cada mañana? Yo rezo porque pueda ver. Tengo grandes deseos de ver todo lo que me has contado!" Valentino le contestó, "Dios siempre hace lo mejor para nosotros, si creemos en El." "Oh, Valentino, yo si creo en Dios", dijo Julia con mucha intensidad. "Yo creo." Ella se arrodilló y apretó la mano de Valentino. Se sentaron juntos, cada uno en oración. De pronto, una luz brillante iluminó la celda de la prisión. Radiante, Julia exclamó, "Valentino, puedo ver, puedo ver!" "Gloria a Dios!" exclamó Valentino.

    En la víspera de su muerte, Valentino le escribió una última carta a Julia pidiéndole que se mantuviera cerca de Dios y la firmó "De Tu Valentino". Valentino fue ejecutado el día siguiente, el 14 de febrero del año 270, cerca de una puerta que más tarde fuera nombrada Puerta de Valentino para honrar su memoria. Fue enterrado en la que es hoy la Iglesia de Praxedes en Roma. Cuenta la leyenda que Julia plantó un Almendro de flores rosadas junto a su tumba. Hoy, el árbol de almendras es un símbolo de amor y amistad duraderos. En cada 14 de febrero, el día de San Valentín, mensajes de afecto, amor y devoción son intercambiados alrededor del mundo.

Leyendas y mitos

CUENTA LA LEYENDA QUE... en la calle California del distrito de La Libertad, cierta vez un niño volvía muy tarde de un cumpleaños. Caminaba con mucho miedo por un callejón aledaño.

De repente sintió un fuerte escalofrío detrás de su espalda, asustado se dio vuelta y vio una extraña figura que mucho se parecía a una bruja. Desesperado por el inesperado suceso salió corriendo. En esa huida desenfrenada se tropezó con su abuela que lo contuvo afectuosamente durante algunos minutos. El niño quedó traumado después de ver a la bruja y cuando llegó a su casa, se dio cuenta que hasta se había orinado debido a semejante susto.

Pasaron los años pero él sigue presintiendo aquella aparición que supuestamente representa a una bruja. Hasta el día de hoy aquel niño hecho hombre no puede borrar el recuerdo de aquella presencia que desdibuja entre lo real y lo irreal. Algunos dicen que es un alma en pena, otros un esíritu con ansias de venganza. Sin embargo el único testigo de aquella aparición no comentaba nada sobre lo sucedido, sólo esperaba cada noche que se repitiera, como habitualmente lo hace el contacto con ese espíritu que por ahora no ha manifestado ningún intento de comunicación.

MITO

El mito es la narración que describe y retrata, en lenguaje simbólico, el origen de los elementos y supuestos básicos de una civilización; difieren de los cuentos de hadas y de los tradicionales en el tiempo narrativo, ya que se desarrollan en un tiempo anterior al nacimiento del mundo convencional. Por otro lado, como los mitos hablan de dioses y procesos sobrenaturales, se les relaciona con la religión, y dado que su naturaleza es la de explicar la cosmología, son elementos fundamentales para comprender la vida individual y cultural de un pueblo

PROMETEO

Prometeo, en la mitología griega, uno de los titanes, conocido como amigo y benefactor de la humanidad, hijo del titán Jápeto y la ninfa del mar Clímene o la titánide Temis. Prometeo y su hermano Epimeteo recibieron el encargo de crear la humanidad y de proveer a los seres humanos y a todos los animales de la tierra de los recursos necesarios para sobrevivir. Epimeteo (cuyo nombre significa `ocurrencia tardía'), procedió en consecuencia a conceder a los diferentes animales atributos como el valor, la fuerza, la rapidez, además de plumas, piel y otros elementos protectores. Cuando llegó el momento de crear un ser que fuera superior a todas las demás criaturas vivas, Epimeteo se dio cuenta de que había sido tan imprudente al distribuir los recursos que no le quedaba nada que conceder. Se vio forzado a pedir ayuda a su hermano, y Prometeo (cuyo nombre significa `prudencia') se hizo cargo de la tarea de la creación. Para hacer a los seres humanos superiores a los animales, les otorgó una forma más noble y les dio la facultad de caminar erguidos. Entonces se dirigió a los cielos y encendió una antorcha con fuego del sol. El don del fuego que Prometeo concedió a la humanidad era más valioso que cualquiera de los dones que habían recibido los animales.

Estas acciones de Prometeo provocaron la ira del dios Zeus. No sólo había robado el fuego para los seres humanos, sino que también engañó a los dioses haciendo que ellos recibieran las peores partes de cualquier animal sacrificado y los seres humanos la mejor. En una pila, Prometeo colocó las partes comestibles de un buey, la carne y las entrañas, y las recubrió con el vientre del animal. En otra puso los huesos y los cubrió con grasa. Al pedirle a Zeus que eligiese entre las dos, el dios optó por la grasa y se sintió muy disgustado al descubrir que ésta cubría una pila de huesos. A partir de ese momento, sólo la grasa y los huesos se entregaron a los dioses en sacrificio; la buena comida quedaba para los mortales. Por las transgresiones de Prometeo, Zeus lo hizo encadenar a una roca en el Cáucaso, donde era atacado constantemente por un águila. Finalmente lo liberó el héroe Hércules, que mató al ave rapaz.

HÉRCULES

En la mitología griega, héroe conocido por su fuerza y valor así como por sus muchas y legendarias hazañas. Hércules es el nombre romano del héroe griego Heracles. Era hijo del dios Zeus y de Alcmena, mujer del general tebano Anfitrión. Hera, la celosa esposa de Zeus, decidida a matar al hijo de su infiel marido, poco después del nacimiento de Hércules envió dos grandes serpientes para que acabaran con él. El niño era aún muy pequeño pero estranguló a las serpientes. Ya de joven, mató a un león con sus propias manos. Como trofeo de esta aventura, se puso la piel de su víctima como una capa y su cabeza como un yelmo. El héroe conquistó posteriormente a una tribu que exigía a Tebas el pago de un tributo. Como recompensa, se le concedió la mano de la princesa tebana Megara, con quien tuvo tres hijos. Hera, aún implacable en su odio hacia Hércules, le hizo pasar un acceso de locura durante el cual mató a su mujer y a sus hijos. Horrorizado y con remordimientos por este acto, Hércules se habría suicidado, pero el oráculo de Delfos le comunicó que podría purgar su delito convirtiéndose en sirviente de su primo Euristeo, rey de Micenas. Euristeo, compelido por Hera, le impuso el desafío de afrontar doce difíciles pruebas, los doce trabajos de Hércules.

La primera prueba fue matar al león de Nemea, un animal al que no podía herirle arma alguna. Hércules primero aturdió al león con su garrote y después lo estranguló. En su segunda prueba mató a la Hidra, que vivía en un pantano en Lerna. Este monstruo tenía nueve cabezas. Una cabeza era inmortal y, cuando le cortaban cualquiera de las otras, crecían dos en su lugar. Hércules quemó cada cuello mortal con una antorcha para impedir que crecieran las dos cabezas y sepultó la cabeza inmortal bajo una roca. Después mojó sus flechas en la sangre de la Hidra para envenenarlas. La siguiente prueba de Hércules fue capturar viva a una cierva con cuernos de oro y pezuñas de bronce que estaba consagrada a Ártemis, diosa de la caza, y la cuarta prueba consistió en cazar a un gran jabalí cuya guarida estaba en el monte Erimanto. A continuación, Hércules tuvo que limpiar en un día la suciedad acumulada durante treinta años por miles de rebaños en los establos de Augias. Desvió el cauce de dos ríos, haciendo que corrieran por los establos. En su siguiente trabajo apartó una enorme bandada de aves de picos, garras y alas de bronce que vivían junto al lago Estínfalo y atacaban a las gentes del lugar, y devastaban sus campos y cosechas. Para cumplir su séptimo trabajo, Hércules entregó a Euristeo un toro furioso que Poseidón, dios del mar, había enviado para aterrorizar a Creta. Para recuperar las yeguas de Diomedes, rey de Tracia, que se alimentaban de carne humana, Hércules capturó al rey, se lo ofreció como alimento a las yeguas y después las condujo hacia Micenas. Hipólita, reina de las amazonas, deseaba ayudar a Hércules en su noveno trabajo. Cuando Hipólita estaba a punto de dar a Hércules su cinturón, que Euristeo quería para su hija, Hera dijo a las amazonas que Hércules intentaba raptar a la reina y estas lo atacaron. Entonces el héroe mató a Hipólita, creyendo que era responsable del consiguiente ataque, y escapó llevándose el cinturón. En su camino a la isla de Eritia para capturar los bueyes de Gerión, el monstruo de tres cabezas, Hércules erigió dos grandes columnas (los peñones de Gibraltar y de Ceuta, que bordean ahora el estrecho de Gibraltar, y que se representan en el escudo de la ciudad de Cádiz) como monumentos conmemorativos de su hazaña. Después de que Hércules se llevara los bueyes, fue a buscar las manzanas de oro de las hespérides pero como no sabía dónde estaban esas manzanas, pidió ayuda a Atlas, padre de las hespérides. Atlas accedió a ayudarlo si Hércules, sostenía el mundo sobre sus hombros, mientras él conseguía las manzanas. El último y más difícil trabajo de Hércules fue capturar a Cerbero, el perro de los infiernos. Hades, dios de los muertos, dio permiso a Hércules para llevarse al animal siempre que no usara armas. Hércules capturó a Cerbero, lo llevó a Micenas y lo devolvió al Hades.

Después Hércules se casó con Deyanira, a la que obtuvo de Anteo, hijo de Poseidón, dios del mar. Cuando el centauro Neso atacó a Deyanira, Hércules lo hirió con una flecha de las que había envenenado con la sangre de Hidra. El centauro moribundo dijo a Deyanira que tomara un poco de su sangre que, según él, era un poderoso filtro de amor, pero era un veneno. Creyendo que Hércules se había enamorado de la princesa Yole, Deyanira le envió una túnica mojada con la sangre. Cuando se la puso, el dolor causado por el veneno fue tan grande que se mató arrojándose a una pira funeraria. Después de su muerte, los dioses lo llevaron al Olimpo y lo casaron con Hebe, diosa de la juventud.

EL MITO DE DÁNAE (DANAH)

   Los padres de Dánae son el rey de Argos Acrisio y Eurídice. Acrisio recibió un oráculo en el que se le anunciaba que el hijo de su hija lo mataría.

   Para evadir el oráculo, Acrisio decidió encerrar a su hija en una cámara subterránea de bronce con una guardia constante. Sin embargo, el oráculo debía cumplirse y Dánae quedó embarazada. Hay versiones que dicen que Zeus llegó a la cámara en forma de lluvia de oro y sedujo a Dánae. Otras versiones apuntan que fue el tío de la joven Preto.

   Cuando Acrisio supo lo que había ocurrido, se negó a creer la historia de origen divino, por lo que decidió encerrar a Dánae con el bebé en un cofre y lanzarlos al mar. Pero Zeus los protegió y llegaron a salvo a la isla de Séfiros.

   Dictis, el hermano del tirano Polidectes le dio refugio a la joven madre y a su hijo. Polidectes se enamoró de Dánae y por eso quizo alejar a Perseo, por lo que lo envió en busca de la cabeza de Medusa.

   Mientras Perseo andaba cumpliendo con sus hazañas, Polidectes intentó conquistar a Dánae. Como Dánae no aceptaba la amenazaba terriblemente y también maltrataba a Dictis, su propio hermano quien había cuidado de Perseo como si fuera su hijo y deseaba defender a Dánae de los deseos pasionales de Polidectes.

    Cuando Perseo regresó con la cabeza de la Medusa, encontró a su madre y a Dictis rogando por piedad ante Polidectes. Comprendió todolo que había ocurrido, y mediante la cabeza de Medusaconvirtió al tirano y a sus servidores en piedra.

    Después de que Dictis quedara como rey de la isla, Dánae y su hijo Perseo partieron para Argos, donde Dánae regresó a su madre Eurídice y Perseo fue en busca de Acrisio, a quien tal y como el oráculo lo había predicho, mató sin querer.

    En otra variante del mito, Dánae es presentada por Dictis ante Polidectes, quien se casa con ella y cría a Perseo como su propio hijo.

Las Danaides

    El dios del mar, Poseidón, tuvo con la ninfa Libia dos hijos. Uno fue Agenor, quien se trasladó a Siria. Su hermano Belo vivió en el país del Nilo, desde donde gobernó a los países africanos. Belo se unió a Anquínoe, hija del dios Nilo, y con ella tuvo a dos hijos gemelos, a quienes llamó Dánao y Egipto. 

    Egipto recibió el reino de Arabia y Dánao el de Libia. Sin embargo, Egipto reclamó el fértil valle del Nilo y le dió a este país su propio nombre. Egipto tuvo cincuenta hijos de diversas mujeres, mientras que Dánao tuvo cincuenta hijas, que fueron llamadas las Danaides.

    Hubo disputas entre los dos hermanos, y Dánao, temeroso del poder de Egipto y por consejo de Atenea, construyó un barco de cincuenta remos y huyó de África, refugiándose en Argos. Ahí, sus hijas edificaron un templo a Atenea. 

    En Argos reinaba Gelanor, a quien Dánao reclamó el trono. Gelanor se resistió, pero durante la discusión un lobo salió del bosque cercano y se arrojó contra un rebaño que pasaba frente a la ciudad. Atacó a un robusto toro y lo dominó, dándole muerte. Gelanor vió esto como un signo del fin de su reino, y cedió su corona a Dánao. 

    Se cuenta también que el país estaba devastado por la sequía, pues Poseidón estaba enfadado cuando Argos fue concedido a Hera, cuando él quería el país para sí. Una de las Danaides, Amimone, había sido enviada con sus hermanas para buscar agua. Fatigada por el viaje se tendió a descansar en el campo. De pronto surgió un sátiro que trató de forzarla. Amimone llamó en su ayuda a Poseidón, quien repelió al sátiro con un golpe de su tridente. El golpe dio en una roca, de la que surgió una triple fuente que proveyó de agua a Argos.

    Así reinó Dánao durante un tiempo, hasta que llegaron a Argos sus sobrinos, los hijos de Egipto. Éstos le pidieron que olvidara la rencilla con su padre, y anunciaron que su visita tenía la intención de casarse con las Danaides para sellar la paz. Dánao dió su consentimiento, pero desconfiaba de la reconciliación. 

    Así los cincuenta hijos de Egipto se casaron con la cincuenta hijas de Dánao. El rey celebró las bodas con un gran banquete, pero en secreto le dio a cada una de sus hijas una daga, haciéndoles prometer que darían muerte a sus esposos durante la noche.

    Todas las Danaides cumplieron su promesa, excepto la mayor, Hipermnestra, quien conservó la vida de su esposo Linceo por haberla respetado durante la noche de bodas. Todos los demás hijos de Egipto fueron decapitados, y mientras sus cuerpos recibían los ritos funerarios en Argos sus cabezas eran enterradas en Lerna. Egipto, lleno de pesar por la muerte de sus hijos y temeroso de Dánao, se retiró a Aroe, donde murió. 

    Por orden de Zeus y por mediación de Hermes y Atenea, las Danaides fueron purificadas de su delito. Pero Hipermnestra fue puesta bajo vigilancia por Dánao, por haber desobedecido su orden. Fue liberada durante su juicio, gracias a la intervención de la diosa Afrodita, a quien agradaba el amor que había nacido entre ella y Linceo.

    Pero luego de este suceso Dánao no pudo casar a sus hijas, pues cualquier pretendiente sentía el temor de ser asesinado como los anteriores. Por fin, Dánao celebró unos juegos poniendo como recompensa a sus propias hijas y liberando a los ganadores de los regalos que debían hacer a su suegro. Así las Danaides se casaron con jóvenes del país, con los que engendraron a la raza de los dánaos. Según unas versiones del mito, Linceo hizo las paces con su suegro Dánao. Según otras, le dió muerte a él y a las cuarenta y nueve danaides asesinas, vengando a sus hermanos.

    Tras su muerte, y rechazando la purificación ordenada por Zeus, los jueces del infierno encontraron a las Danaides culpables del asesinato de sus esposos. Fueron condenadas a llevar agua continuamente a un tonel sin fondo, por toda la eternidad.

EL MITO DE LA ESFINGE (SJIGX)

   Se creía que la Esfinge era un monstruo femenino al que se le atribuía rostro de mujer; pecho, patas, y cola de león; y además tenía alas como un ave de rapiña.

Leyendas y mitos
   Se supone, en ciertas versiones que es hija de Equidna (la víbora con cuerpo de mujer, pero con cola de serpiente en lugar de piernas) y Ortro (perro de varias cabezas, que pertenecía a Geriones, y que fue asesinado por Heracles). En otras variantes es hija de Tifón (hijo menor de Gea y Tártaro).

   Algunas tradiciones menores atribuían la paternidad de la Esfinge al rey de Tebas, Layo (padre de Edipo) o al beocio Ucalegonte.

   Hera envía a la Esfinge a Tebas, para castigar a la ciudad por el amor culpable que sentía Layo por Crisipo, hijo de Pélope (se cree que esta fue la primera relación homosexual). Así la Esfinge se estableció en una de las montañas al oeste de Tebas, y desde allí devoraba a todos los seres humanos que estuvieran a su alcanze y atormentaba al país.

   Antes de comerse a los viajeros, les imponía acertijos imposibles de resolver, con la condición de que si los respondían, no los devoraría. Todos fallaban en la difícil empresa, hasta que llegó Edipo.

   El enigma más común de la Esfinge era: ¿Cual es el ser que anda primero con cuatro, luego con dos, y después con tres patas y que se vuelve más débil según tenga más patas? Pero había otro que hacía también muy a menudo y era: Hay dos hermanas una de las cuales engendra a la otra, y  ésta a su vez engendra a la primera. La respuesta al primero es el Hombre, pues gatea cuando niño, camina de adulto y de viejo anda bastón. La respuesta al segundo son el día y la noche, pues el día en griego es femenino.

   Según cuenta la leyenda, Edipo sorpresivamente pudo resolver ambos enigmas. La Esfinge, entonces, despechada y vencida, se lanzó al vacío desde lo alto de una roca, y se suicidó. Ante esto, Tebas hace rey a Edipo y le piden que se case con su reina Yocasta, quien verdaderamente era la madre de Edipo.

   Otras interpretaciones narran que fue Edipo, quien una vez que respondió la adivinanza, atravezó al monstruo con su lanza, o lo empujó el mismo por el abismo.

MITO DE LAS LAS GORGONAS

    Las Gorgonas eran tres monstruos y se llamaban Esteno, Euríale y Medusa.  Las tres eran hijas de las divinidades marinas Forcis y Ceto. De las tres, sólo esta última era mortal, pero era considerada la Gorgona por excelencia.

    La cabeza de estos monstruos estaba rodeada de serpientes, tenían grandes colmillos, manos de bronce y alas de oro. Su mirada era tan penetrante que el que osaba mirarlas a los ojos quedaba convertido en piedra. Pertenecen a la generación preolímpica. Vivían en el Occidente extremo, no lejos del País de los Muertos. Todos les temían, y sólo Poseidón fue capaz de unirse a Medusa y darle dos hijos: el caballo alado, Pegaso y Crisaor.

    Las leyendas se centran en Medusa, pues aunque según una tradición fue siempre monstruo, hay otra según la cual, era una hermosa joven que se atrevió a rivalizar con Atenea en belleza, por lo que la diosa la convirtió en la Gorgona. Otra versión cuenta que como Poseidón se atrevió a violar a la joven en uno de los templos de Atenea, ésta castigó a Medusa.

    Perseo fue su asesino, por consejo de Atenea, o -según otras tradiciones- por orden del tirano Polidectes. Este héroe logró cortarle la cabeza elevándose en el aire gracias a las sandalias aladas de Hermes, y para no mirarla, usó como espejo su escudo brillante. En adelante, Atenea tuvo la cabeza de la Gorgona en su escudo y se volvió invencible. Además, Perseo se quedó con la sangre, a la cual se le atribuían cualidades mágicas: la que brotó de lado izquierdo era un veneno mortal y la del lado derecho curaba y resucitaba al que la bebiera. Por otro lado, su cabello hacía huir al ejército más numeroso.

    Para muchos mitólogos, Medusa simbolizaba el carácter maligno de la mujer que le dieran los griegos, y representaba a la mujer-demonio, a la madre que da la muerte, al lado oscuro de la femineidad

EL MITO DE LAS NINFAS

    Durante la época homérica, se cree que eran hijas de Zeus. Son consideradas divinidades secundarias a las que se les pueden hacer plegarias, pero que también pueden resultar temibles.

    Ellas son doncellas que habitan en la campiña, el bosque y las aguas. Normalmente se las encuentra en grutas donde se entretienen cantando y bailando. Es común que sean el séquito de algún dios o diosa más importante, como Artemisa en particular, o de otra ninfa de más alto nivel, como Calipso o Circe.

    Hay diferentes categorías de ninfas de acuerdo con el lugar donde viven. Así están las Ninfas de los Fresnos, o Melíades, que parecen ser las más antiguas. Son hijas de Urano. Las Náyades que viven en las fuentes y las corrientes de agua. Por su parte, las Nereidas son ninfas del mar en calma. También existen las Oréades, que viven en las montañas y en las florestas habitan las Alseides.

    Todas las ninfas tuvieron mucha importancia en diversas leyendas. Es común encontrarlas como esposas de algún héroe o semidiós, por ejemplo la Egina casada con Éaco, o la ninfa de Taigete. Además, es frecuente verlas intervenir en los mitos amorosos como en las leyendas de Calisto o Dafne, donde sus amantes más frecuentes eran los espíritus masculinos de la naturaleza como Pan, los Sátiros, o Príapo para mencionar algunos. Pero los grandes dioses no eran la excepción, y varias de ellas se unieron en diversas ocasiones con Zeus (dios de los dioses), Apolo (dios del sol y el arte), Hermes (mensajero de los dioses), y Dionisios (dios del delirio místico y el vino), entre otros. De igual forma, era normal que se enamoraran de un adolescente mortal y lo raptaran para compartir su cama con él.

El mito de Fedra (ðððδρð)

   Fedra es hija de Minos (rey de Creta) y Pacifae (hija de Helio, madre del minotauro), y hermana de Ariadna (ayuda a Teseo a matar el minotauro).

   Deucalión (hermano de Fedra y rey de Creta) decide que su hermana contraerá matrimonio con Teseo (rey de Atenas), quien según algunas versiones ya estaba casado con una amazona (Antíope, Hipólita), a quien aparentemente había raptado. El día de la boda entre Teseo y Fedra se produjo una guerra con las amazonas, y éstas perdieron.

   El motivo de la guerra varía según la versión, pues hay quienes creen que la guerra era producto del rescate que las amazonas iban a hacer de Hipolita, secuestrada vilmente por Teseo. Otros opinan que más bien ellas atacaban para resarcir a Hipólita, quien había sido repudiada por Teseo al casarse con Fedra.

   El ataque ocurre el mismo día de la boda entre Fedra y Teseo, y Hipólita muere. Según algunos lucha contra las amazonas y sólo al morir ella Teseo decide casarse con Fedra, y para otros, los atenienses logran defender a su rey y matar a Hipólita. Incluso, hay quienes siguen una tradición oscura que indica como Teseo mismo inmolaba a Hipólita para cumplir con un oráculo.

    Hipólita y Teseo habían tenido un hijo llamado Hipólito. El joven era hermoso y casto y Fedra sin poder vitarlo se enamoró de él perdidamente. Hipólito debido a su castidad y al respeto por su padre rechaza a Fedra, pues una relación entre ellos habría sido incestuosa, ya que ella era la esposa de su padre y él habría tenido que profanar el lecho paterno.

    Fedra entonces empieza a preocuparse porque Teseo, su esposo nunca se llegue a enterar de su secreto amor y cree que Hipólito es capaz de contarle en un acto de fidelidad y honestidad. Para evitarlo y así conservar su honra, Fedra hace creer a Teseo que Hipolito había tratado de ultrajarla.

    El padre llevado por la cólera, manda a desterrar a su hijo y pide a Poseidón su muerte. Hipólito cumple los designios de Poseidón y muere arrastrado por sus caballos.

    Entonces Fedra, abrumada por la culpa decide suicidarse y se ahorca. El gran trágico Eurípides se encargó de mostrar dos versiones de esta tragedia de la que se conserva una y es la fuente más conocida para el mito. De acuerdo con eata tragedia, Fedra se quita la vida antes de que Hipolito muera dejándo una carta que evidenciaba supuestamente la culpa de Hipolito, ante lo cual el padre xige castigo y luego el joven muere perdonandoa su padre, quien al final descubre la verdad.

Las Sirenas (ðððρðððð)

    Las sirenas a diferencia de la costumbre popular, dentro de la tradición griega eran genios marinos, mitad mujeres y mitad aves. Su ascendencia no está clara. Según las versiones más comunes del mito, son hijas de Melpómene (musa de la tragedia) y de Aqueloo (dios del río homónimo y primogénito de los dioses-ríos). Pero otras versiones las hacen hijas de Aqueloo y Estérope, o Terpsícore (musa de la poesía y la danza) o también del dios Forcis. Según la versión de Libanio, nacieron de la sangre de Aqueloo, que fue derramada por Heracles (Hércules).

    La primera mención que se conoce de las Sirenas es en La Odisea, cuando Odiseo se enfrenta a su canto en el mar. Aquí aparecen sólo dos, pero otras tradiciones hablan de tres: Pisínoe (Parténope), Agláope (Leucosia), y Telxiepia (Ligia) o incluso de cuatro: Teles, Redne, Molpe, y Telxíope.

    De las sirenas se sabe que su especialidad era la música. Se cree que una tocaba la lira, otra cantaba y la otra tocaba la flauta.

    Para el poeta y mitógrafo Ovidio, las sirenas no siempre tuvieron esa forma, sino que en un principio eran  mujeres muy hermosas compañeras de Perséfone (diosa del mundo subterráneo y compañera de Hades), antes de que fuera raptada por Hades. Cuando sucedió el secuestro, ellas le pidieron a los dioses que les dieran alas para poder ir en busca de su amiga. Otra versión dice que su transformación fue un castigo de Démeter por no defender a su hija de Hades e impedir el secuestro. También se dice que Afrodita les quitó su belleza, por que despreciaban las artes del amor.

    Hay una leyenda que cuenta que después de la metamorfosis, rivalizaron con las musas, y éstas muy ofendidas, las desplumaron y se coronaron con sus despojos.

    De acuerdo con el mito más difundido, vivían en una isla del Mediterráneo que tradicionalmente es ubicaba frente a la costa italiana meridional, más específicamente frente a la Isla de Sorrento y con la música que tocaban atraían a los marinos, que aturdidos por el sonido, perdían el control del barco que se estrellaba contra los arrecifes. Entonces las Sirenas devoraban a los imprudentes navegantes.

    Varios héroes pasaron por su isla incólumes, gracias a ardides o a la ayuda de algún dios. En el caso de los Argonautas, se cuenta que pasaron muy cerca de la isla de las sirenas, pero que Orfeo, que tenía fama de cantar maravillosamente (héroe griego) hizo uso de su talento con tanta armonía y tan melodiosamente, que no las escucharon por lo que se salvaron de su terrible destino. Butes (uno de los argonautas) no pudo soportar la tentación y se lanzó al mar, pero Afrodita lo rescató.

    De igual manera, Odiseo (Ulises), fecundo en ardides, cuando se iban acercando a la isla temida, por consejo de Circe, ordenó a sus hombres que se taparan los oídos con cera, y él que no podía con la curiosidad de escucharlas, se hizo amarrar al mástil, con orden de que pasara lo que pasara, no lo desataran. Al escuchar los cantos de las sirenas quizo soltarse pero sus compañeros no se lo permitieron. Cuenta la leyenda, que las sirenas devastadas por su fracaso, se lanzaron al mar y murieron ahogadas.

    Posteriormente, las sirenas pasaron a ser consideradas divinidades del más allá, y se suponía que cantaban para los bienaventurados en las Islas Afortunadas. Fue así como pasaron a representar las armonías celestiales y es así como las dibujan en los ataúdes y sarcófagos.

EL MITO DE LA FORMACIÓN DE LA VÍA LÁCTEA

   Se cree que fue Hera, la esposa de Zeus el dios de dioses, la que dio origen a la Vía Láctea, nuestra galaxia.

   Zeus era muy aventurero y le gustaba mucho tener diferentes mujeres, por lo que nunca le guardó fidelidad a su mujer. En una de estas aventuras, Zeus se unió con Alcmena en ausencia de su marido. El dios se hizo pasar por el ausente, y como la mujer le gustaba mucho decidió estar con ella en una noche que durara mucho, por lo que por orden de él, el sol no salió cuando tenía que haberlo hecho.

   Después el esposo de Alcmena, Anfitrión, regresó y se unió a ella. De ambas uniones Alcmena quedó embarazada. El hijo de Zeus fue Heracles (Hercules en la tradición latina) y el hijo de Anfitrión fue Ificles.

   Heracles fue desde su concepción, el favorito de Zeus a lo cual Hera respondió con ira y celos, pues no soportaba la idea de que el hijo de otra mujer fuera tan querido para su divino esposo.

   Así, la diosa decidió complicar el nacimineto de Heracles quien se quedó 10 meses dentro del vientre de su madre. Y además ella es la responsable de que el héroe tuviera que sufrir los Doce Trabajos y cuando era un bebé de ocho meses, Hera le envió dos terribles serpientes para asesinarlo, sin embrago el niño supo defenderse sin problemas.

   Ahora bien, existía la condición de que Heracles sólo sería inmortal si mamaba de Hera y esto no iba a ocurrir con el consentimineto de la diosa.

     Sobre esta historia existen dos versiones. Primero, se cree que Hermes, el mensajero de los dioses, llevó al niño a donde Hera mientras ella dormía y lo puso en su seno para que mamara la leche divina. Cuando Hera se despertó y descubrió a Heracles en su pecho lo retiró brucamente y la leche siguió manando, se esparció por el universo y formó la Vía Láctea.

   La otra versión indica que Hera iba con Atenea paseando por el campo cuando vieron al niño descansando en la hierba. Atenea convenció a la diosa de que lo amamantara, pues era muy hermoso. Hera accedió, pero pronto Heracles chupó la leche con tal violencia que hirió a la diosa. Hera lo apartó de su seno vigorosamente y la leche siguió fluyendo hasta que formó la Vía Láctea




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Enviado por:Carolina
Idioma: castellano
País: México

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