"La vorágine" refleja las condiciones infrahumanas en que viven los obreros de las caucherias del Amazonas
Arturo Cova, el protagonista de "La vorágine", viaja hacia el interior de la selva en la búsqueda de gloria, pero también en la búsqueda del padre, del mentor y guía; se siente perdido. En la novela se muestra el mundo interior y la particular percepción de los hechos narrados por parte de Cova, un ser excesivamente idealista y con una escala de valores desproporcionada, que en su búsqueda de gloria fracasa hasta ser «devorado por la selva». Cova no puede «leer» lo que éste mundo de lo instintivo ofrece, porque está atrapado en su particular mundo de lo ideal (para luego ir traspasando al mundo de la locura). Cae una y otra vez en las trampas del instinto, pero incluso en su relación con diversas mujeres idealiza sus experiencias, las deforma, las exagera, las desvirtúa.
En "La vorágine" se recurre a la oposición civilización y barbarie: la lucha entre razón y instinto; pero sobretodo se da una lucha entre el individuo y su ambiente, la naturaleza, la selva y su barbarie: lo que primero son dos cosas separadas y distintas, acabarán siendo la misma cosa: «¡Los devoró la selva!». El reino de lo instintivo en la naturaleza humana está muy cerca del mundo natural y esto es lo que atrae necesariamente a Arturo Cova hacia la selva. Pero Cova está inmerso en su mundo ideal y no puede entender los susurros de la jungla, ni conocer a las mujeres que ama. La violencia surge de la naturaleza, indomable y desbocada, que progresivamente va invadiéndolo todo, pero también se encuentra en Arturo Cova.
El primer párrafo del relato de Arturo Cova:
«Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la Violencia. Nada supe de los deliquios embriagadores, ni de la confidencia sentimental, ni de la zozobra de las miradas cobardes. Más que el enamorado, fui siempre el dominador cuyos labios no conocieron la súplica. Con todo, ambicionaba el don divino del amor ideal, que me encendiera espiritualmente, para que mi alma destellara en mi cuerpo como la llama sobre el leño que la alimenta.»
El personaje explica su dificultad de entrar en el mundo de los instintos pasionales, se define como autoritario y mezquino, y revela su sentimiento de superioridad. Y sigue confesando que a pesar de todo busca un «amor ideal» que alimente su alma, como «la llama sobre el leño que la alimenta»; ésta última imagen sugiere la idea del padre o mentor. Así pues, Cova confiesa que le falta algo, que va en busca de algo.
Es importante la primera frase: coloca al mismo nivel la pasión amorosa y la violencia; lo que debió ser amor y deseo sólo fue violencia. Arturo Cova atribuye el hecho al azar. Se debería suponer que Cova utiliza el término azar en el sentido tradicional y para dar alguna explicación a lo que no entiende. En Colombia se memoriza y se cita esta primera frase de la novela. Por lo tanto, se debe entender que ha pasado a formar parte de la cultura colectiva; ha pasado al reino del mito por su valor universal. Algún tipo de fuerza desconocida une pasión y violencia hacia la fatalidad. Sexo y violencia se encuentran en los instintos humanos, por lo tanto están vinculados. Lo que los une en un mismo destino fatal es cierta incapacidad masculina para comprender a la mujer. A partir de esta situación la mujer reacciona de diferentes maneras, pero fácilmente se desencadene la consabida lucha de sexos. Otra vez lucha de opuestos.
Las mujeres de "La vorágine" son colocadas en el lado de la selva en la lucha de Cova contra la naturaleza: así pues su papel es destructor. La fuerza y el misterio de la selva son paralelos a los de la sexualidad femenina. Ambas desencadenan en el protagonista una relación amor-odio; el hombre necesita de la jungla y de la mujer para llevar a cabo su introspección. La madona Zorayda será el elemento de fusión entre la selva y lo femenino; más que la selva, Zorayda será el opuesto a Cova. Ella tiene lo que el desea, poder y dinero, es independiente y su sexualidad es libre y plena. La lucha entre ambos se manifiesta en sus relaciones sexuales: ella lo absorbe y el se deja absorber.
La descripción de Cova de los hechos sigue ése patrón demagógico de la lucha entre el bien y el mal: en un bando está él y en el otro está la selva, y sus habitantes, las mujeres, Zorayda, Barrera. Sus opuestos son la selva y todo lo que se le relaciona, el mundo del instinto donde se enmarca la violencia que destruirá a Cova.