Historia


La revolución soviética y la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas)


LA REVOLUCIÓN SOVIETICA Y LA URRS

Revolución Rusa

Conjunto de acontecimientos que tuvieron lugar en la Rusia imperial y culminaron en 1917 con la proclamación de un Estado soviético, denominado desde 1922 Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). El término Revolución Rusa hace referencia a las dos revoluciones que triunfaron en 1917. La primera, que comenzó con la rebelión ocurrida entre el 8 y el 12 de marzo de 1917 (del 23 al 27 de febrero del calendario juliano, empleado entonces en Rusia), derrocó a la monarquía autocrática imperial; suele ser denominada Revolución de febrero. La segunda, que se inició con una insurrección armada el 6 y 7 de noviembre (24 y 25 de octubre), fue organizada por el partido bolchevique en contra del Gobierno Provisional instaurado tras la primera fase revolucionaria y operó una transformación en las relaciones económicas, políticas y sociales de la sociedad rusa; se denomina Revolución Bolchevique o Revolución de Octubre. (El calendario gregoriano fue adoptado por el gobierno soviético el 31 de enero de 1918; todas las fechas que aparecen en el artículo corresponden al nuevo calendario).

Antecedentes

Las reformas emprendidas por el zar Alejandro II (1855-1881) habían generado una corriente en favor del cambio constitucional. Los gobiernos locales (zemstvo) eran considerados como el embrión de un gobierno parlamentario y la liberalización en materia legal estimuló la elaboración de una legislación también a escala nacional. La abolición de la servidumbre promovió el deseo y la necesidad de una reforma agraria de mayor alcance; con el nuevo plan de educación instituido por el zar, que permitió el acceso de los jóvenes que no pertenecían a la nobleza a la enseñanza secundaria y las universidades, surgió un gran colectivo de estudiantes que se convertirían en la vanguardia revolucionaria. El primer paso fue la organización de un partido que protagonizara el proceso de lucha; en 1898, en Minsk, quedó fundado el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR) que en su II Congreso (1903) ya contaba con dos facciones enfrentadas: mencheviques y bolcheviques.

La Revolución de marzo

El esfuerzo de la I Guerra Mundial —un conflicto para el que Rusia no estaba preparada—, la presión de los partidos de la oposición, que desprestigiaban constantemente a la familia imperial por el trato íntimo que ésta dispensaba al monje Grigori Yefimovich Rasputín y denunciaban la ineficacia del gobierno, así como la propia incompetencia de la dinastía gobernante se convirtieron en un lastre demasiado pesado para el régimen absolutista. En marzo de 1917 se celebró una manifestación en Petrogrado (en la actualidad, San Petersburgo), con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se convirtió en una protesta contra la escasez de alimentos a la que se unieron tropas amotinadas; el gobierno no consiguió restablecer el orden y el poder quedó en manos de un Gobierno Provisional formado por los miembros más destacados de la Duma estatal. El zar Nicolás II, que no contaba con el apoyo de ninguna fuerza, abdicó. Su hijo quedó excluido de la sucesión debido a su frágil salud, y el hermano del zar, el gran duque Miguel, declinó la corona salvo que ésta le fuera ofrecida por la Asamblea Constituyente recién reunida; dado que esto no fue posible, la dinastía de los Romanov, después de tres siglos de reinado en Rusia, fue derrocada.

El Gobierno Provisional y el Soviet de Petrogrado

El Gobierno Provisional aplicó inmediatamente diversas reformas liberales y abolió el cuerpo de policía, sustituyéndolo por una milicia popular. La libertad de expresión permitió a los socialistas proclamar finalmente su oposición a la guerra y reclamar una paz democrática sin reparaciones ni anexiones. Imperaba una atmósfera de júbilo y reconciliación que afectaba incluso al partido más beligerante, el bolchevique, cuyos líderes regresaron de su exilio en Siberia para dirigir la política de la organización en ausencia de su verdadero jefe, Lenin, que se encontraba aún en Suiza. Liev Kámenev y Iósiv Stalin, redactores del periódico bolchevique Pravda (La Verdad), siguieron la línea general mantenida por el Soviet de Diputados de Obreros y Soldados de Petrogrado, y reclamaron apoyo para el nuevo régimen siempre y cuando su política no entrara en conflicto con los fines de la revolución. A la formación del Soviet de Petrogrado siguió la de otros muchos en distintas ciudades rusas, con lo que en Rusia quedó establecido lo que la historiografía posterior definiría como `doble poder': el Gobierno Provisional y los Soviets.

El 16 de abril de 1917, Lenin consiguió llegar a Petrogrado. Su viaje había sido organizado por el Estado Mayor alemán, que sabía que Lenin era un elocuente orador que defendería la retirada rusa de la contienda que se venía desarrollando en Europa. Partió en un tren especial que cruzó Alemania con destino a Suecia, y desde allí se dirigió Rusia a través de Finlandia. Tras su llegada, Lenin expuso las llamadas Tesis de Abril, en las que declaró que los bolcheviques no apoyarían al Gobierno Provisional, y pidió la confraternización de los soldados de los diversos estados en el frente para poner fin a la guerra imperialista e iniciar la revolución a escala internacional. Su partido repudió estas tácticas inicialmente alegando que desembocarían en un aislacionismo suicida para los bolcheviques; sin embargo, al cabo de un mes, Lenin les había persuadido de que la única forma de que triunfara la revolución socialista era que Rusia abandonara la lucha en Europa y los bolcheviques se mantuvieran independientes, evitando alianzas con otros partidos, especialmente con la mayoría menchevique del Soviet de Petrogrado. Durante los meses siguientes, la propaganda de los bolcheviques, fortalecidos tras el regreso del exilio en Europa y Estados Unidos de Liev Trotski, promovió constantemente esta idea, por lo que fueron el Soviet de Petrogrado y el Gobierno Provisional los que quedaron aislados a mediados del verano, frente a las fuerzas que reclamaban el fin de la lucha en Europa.

Mientras el gobierno intentaba seguir fiel a su política de continuar la guerra hasta su conclusión satisfactoria y mantener sus pactos con las potencias aliadas —actitud que le supuso el desprecio del pueblo, que le consideraba el heredero político del zar— y los socialistas moderados del Soviet se afanaban en vano por perfilar un programa sencillo que las masas pudieran entender y respaldar, los bolcheviques continuaban su campaña derrotista en defensa de la fraternización. Hacia mediados de mayo, la desintegración del Ejército era tal que, cuando el ministro de Guerra y el ministro de Asuntos Exteriores dimitieron debido a que éste último hizo públicos los objetivos bélicos del gobierno, Alexandr Kerenski, un miembro del grupo socialista, decidió que podría desempeñar el cargo de ministro de Guerra para intentar frenar el deterioro de la situación. Recorrió el frente pronunciando discursos alentadores y pidió a las tropas que entregaran su vida por un país democrático, no que acudieran al campo de batalla obligados por los látigos y las armas de los superiores, como había sido su situación cuando combatía a las órdenes del zar. La moral de las tropas se restableció temporalmente.

En esos momentos, había cuatro ministros socialistas en el gobierno, lo cual sirvió únicamente para moderar las críticas y la oposición del Soviet. Sin embargo, Lenin continuó reclamando “todo el poder para los Soviets”, a la vez que atacaba a los socialistas que habían sido seducidos por el poder. En el Congreso de Soviets de toda Rusia, que se celebró el 16 de junio, un delegado menchevique afirmó enérgicamente que ningún partido podría gobernar en solitario ante tales circunstancias, a lo que Lenin replicó que los bolcheviques sí eran capaces de hacerlo. Sus palabras fueron recibidas con abucheos y burlas. En este I Congreso de Soviets, se creó un órgano central para la organización de los mismos: el Comité Ejecutivo Central de Soviets de toda Rusia (VTsIK).

El Gobierno Provisional, incapaz de solucionar los problemas internos y anhelando poner fin a sus compromisos con los aliados occidentales, lanzó una ofensiva a finales de julio que fracasó y provocó la desorganización del Ejército. Parecía que la propaganda bolchevique estaba justificada y los soldados, en palabras de Lenin, “votaron con los pies” cuando desertaron del frente. La situación en Petrogrado era tal que el Congreso de Soviets se vio obligado a reclamar la abolición de la Duma y la convocatoria de una asamblea constituyente para el 30 de septiembre. La gran influencia de los bolcheviques quedó demostrada en una manifestación organizada por el Soviet, a la que acudieron 400.000 trabajadores de Petrogrado, y a la que siguió una marcha armada de 500.000 trabajadores, soldados y tropas procedentes de la fortaleza insular de Kronstadt los días 16, 17 y 18 de julio. Las fuerzas de los bolcheviques se encontraban en el núcleo más beligerante de esta gran masa armada, formada por tropas de guarnición poco dispuestas a poner en práctica el plan del Gobierno Provisional; éste consistía en enviar a los soldados al frente siguiendo un sistema rotativo, mientras que los bolcheviques deseaban mantenerlos en la capital para hacerse con el poder.

El aumento del poder de los bolcheviques

Parecía que había llegado el momento de que los bolcheviques asumieran el mando, pero Lenin no confiaba aún en que su partido contara con suficiente apoyo fuera de la capital o en que el Gobierno Provisional hubiera perdido el respaldo del Ejército; por ello, trató de convencer al Soviet de que sus intenciones eran pacíficas. A su vez, el gobierno estaba preparando un proceso contra Lenin, al que se acusaba de ser un agente al servicio de Alemania. Sin embargo, Lenin fue puesto sobre aviso y pudo huir a Finlandia. En Petrogrado, los bolcheviques tuvieron que hacer frente a una prensa hostil, y a la opinión pública, que les acusaba de intentar traicionar al Ejército y de estar preparando un golpe de Estado.

Resulta paradójico que los bolcheviques acabaran salvándose gracias al propio gobierno. Mientras Lenin y su partido atacaban al gobierno por su lamentable administración en todos los campos, un ansia de revanchismo se había apoderado de los oficiales del Ejército, liderados por su comandante en jefe, el general Lavr Kornílov. El lema “democracia soviética” impedía a los oficiales cumplir con su deber militar tanto en el frente como en la retaguardia, y la ola de indignación se materializó en un plan de acción. Kornílov apremió a Kerenski, que se había convertido en primer ministro el 20 de julio, para que le permitiera dirigirse a la capital con una división de tropas leales, eliminar a la oposición e implantar una dictadura militar. Kerenski accedió en un principio, pero revocó la orden más tarde ante el temor de ser él mismo uno de los objetivos de Kornílov. Éste ignoró la anulación de la orden y avanzó hacia la capital. Kerenski mandó que fuera arrestado y solicitó al Soviet y los bolcheviques, a los que suministró armas, que defendieran Petrogrado. Mientras tanto, los soldados y trabajadores que habían de hacer frente a las tropas de Kornílov consiguieron convencerlas de que no avanzaran, con lo que concluyó el golpe de Estado.

Sin embargo, estos acontecimientos tuvieron dos importantes consecuencias: la acción del gobierno fue considerada como una traición por el cuerpo de oficiales, por lo que el gabinete de Kerenski perdió prácticamente todo el apoyo militar, mientras que sus más acérrimos enemigos, los bolcheviques, tenían a su disposición en esos momentos a 40.000 soldados disciplinados y armados, la Guardia Roja. Lenin comenzó a preparar la campaña para llevar a cabo una rebelión armada. Desde su refugio finés, envió numerosos artículos al diario Pravda y dirigió diversas cartas al comité del partido bolchevique; había llegado el momento de que el Soviet se hiciera con el poder. A pesar del fervor con el que había alentado a sus seguidores, Lenin no estaba seguro de que la revolución pudiera triunfar ni de que ésta fuera acogida favorablemente en todo el país. Fue Trotski, entonces presidente del Soviet de Petrogrado, quien encontró la solución; tras formar el Comité Militar Revolucionario, convenció a Lenin de que hiciera coincidir el alzamiento con el II Congreso de los Soviets, convocado para el 7 de noviembre, y declarara que el poder había sido transferido a los Soviets de Diputados de Obreros, Soldados y Campesinos, con lo que disminuiría el riesgo de que se le acusara de haber usurpado el poder en nombre de la clase trabajadora.

En la noche del 6 de noviembre, la Guardia Roja ocupó los emplazamientos claves de la capital y tomó el Palacio de Invierno, en donde fueron arrestados los ministros del Gobierno Provisional (Kerenski consiguió escapar). Al día siguiente, Trotski anunció, según lo previsto, el traspaso del poder a los Soviets.

El nuevo gobierno

El Congreso de Soviets de toda Rusia se reservó para sí el poder supremo en la nueva estructura gubernamental. El cumplimiento de las decisiones aprobadas en el Congreso se encargó al Soviet (Consejo) de Comisarios del Pueblo (o Sovnarkom), que constituía el primer Gobierno Obrero y Campesino, y tenía un carácter provisional hasta que fuese convocada una Asamblea Constituyente. Su autoridad estaba supeditada al Congreso de los Soviets y a su Comité Ejecutivo Central. Cada uno de los comisarios presidía una comisión, el equivalente de los ministerios de otros regímenes. Lenin fue elegido presidente del primer Sovnarkom, gabinete en el que también ingresaron Trotski (como comisario del pueblo —ministro— para las Relaciones Exteriores) y Stalin (comisario del pueblo para las Nacionalidades).

Los Decretos sobre la Paz (para iniciar rápidamente negociaciones que condujeran a la misma) y sobre la Tierra (nacionalización de ésta y abolición de los grandes latifundios sin indemnización), adoptados por el II Congreso de Soviets de toda Rusia antes de su disolución, recibieron un amplio apoyo por parte del nuevo gobierno, y fueron decisivas a la hora de garantizar la victoria de los bolcheviques en otras ciudades y provincias. El 15 de noviembre, el Consejo de Comisarios del Pueblo proclamó, mediante la Declaración de los Derechos de los Pueblos de Rusia, el derecho a la autodeterminación de éstos, sobre la base de la plena igualdad y soberanía, lo que abría la posibilidad de que las nacionalidades que habían sido integradas por la fuerza en el Imperio zarista pudieran separarse voluntariamente; no obstante, esta cámara expresó su confianza en que los trabajadores de distintos pueblos nacionales decidieran permanecer en Rusia. Se nacionalizaron los bancos y se concedió el control de la producción a los trabajadores. La industria se fue nacionalizando gradualmente. La Asamblea Constituyente, que se reunió en Petrogrado en enero de 1918, y en la que los bolcheviques eran únicamente una pequeña minoría, fue disuelta por el nuevo gobierno, alegándose que, en tanto que representaba la fase burguesa de la revolución por haber sido convocada por el Gobierno Provisional, debía ser sustituida por una auténtica institución revolucionaria, como sucedió de hecho cuando en su lugar fue reunido el III Congreso de Soviets de toda Rusia, que aprobó la Declaración de los Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado, como preámbulo de la Constitución por la que quedó proclamada la República Socialista Soviética Federada de Rusia.

La guerra civil

Una vez que los bolcheviques se hicieron con el control, el nuevo gobierno puso fin a la participación de Rusia en la I Guerra Mundial a través de la firma de la Paz de Brest-Litovsk el 3 de marzo de 1918. De acuerdo con lo establecido en este tratado, los rusos se vieron obligados a entregar los estados bálticos, Finlandia, Polonia y Ucrania. El pueblo se indignó por la pérdida de estos territorios, y la oposición al partido bolchevique provocó una guerra civil que se inició en 1918 y concluyó en 1920. El gobierno de Lenin, establecido en Moscú —la nueva capital—, adoptó medidas para eliminar a sus rivales políticos. Aunque el campesinado no era seguidor de los comunistas, decidió apoyarles ante el temor de que una victoria de los `blancos' acarreara la restauración de la monarquía. El Ejército Blanco, desorganizado y con escasos apoyos, fue derrotado en 1920 por el Ejército Rojo.

Lenin y el Partido Comunista Ruso (nombre que recibió en 1918 la formación política integrada por los bolcheviques del antiguo POSDR) se hicieron con el control del país. Las huelgas de los trabajadores, las revueltas campesinas y la rebelión de la guarnición de Kronstadt, que reclamaba un gobierno formado exclusivamente por socialistas, fueron reprimidos en poco tiempo. En 1921, Lenin estableció la Nueva Política Económica para fortalecer al nuevo Estado, empobrecido tras siete años de desórdenes y declive económico. El 30 de diciembre de 1922 se constituyó oficialmente la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en la que los territorios étnicos del antiguo Imperio Ruso se unieron a la República Socialista Soviética Federada de Rusia.

Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas o Unión Soviética

(en ruso, Soyuz Sovyetskikh Sotsialisticheskikh Respublik), Estado federal plurinacional, formado por pueblos europeos y asiáticos, creado como resultado de la Revolución Rusa de noviembre de 1917 en el territorio del antiguo Imperio Ruso, fundado con tal denominación en diciembre de 1922 y cuya disolución se produjo en diciembre de 1991. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) ha sido llamada generalmente Unión Soviética y también, erróneamente, Rusia Soviética o simplemente Rusia.

Tras la I Guerra Mundial

La historia de la URSS comienza cronológicamente el 7 de noviembre de 1917 (25 de octubre, según el calendario juliano por el que se rigió Rusia hasta 1918), cuando la Revolución Rusa culminó con la conquista del poder por el Congreso de los Soviets de toda Rusia, dirigido por el partido bolchevique. Tras autoproclamarse depositario de la autoridad gubernamental, el Congreso promulgó inmediatamente una serie de decretos por los que Rusia dejaba de combatir en la I Guerra Mundial, era nacionalizada toda la tierra y se constituía el Consejo de Comisarios del Pueblo (Sovnarkom) que actuaría como primer Gobierno Obrero y Campesino y estuvo presidido por Lenin. El 15 de noviembre de 1917 los soviets garantizaron el derecho a la igualdad y a la autodeterminación de todas las numerosas nacionalidades que habitaban el territorio del antiguo Imperio Ruso. La primera nación en sacar provecho de esta situación fue Finlandia, donde se estableció un gobierno nacional; además le fue reconocida la independencia del dominio ruso. En otro de sus primeros decretos, el gobierno soviético proclamó la separación Iglesia-Estado. Aunque se garantizaba la libertad religiosa individual, el Estado declaró su aconfesionalidad. Las ideas fundamentales de estos y otros decretos quedaron recogidas en la Constitución de 1918, que proclamó la República Socialista Soviética Federada de Rusia.

El tratado de paz

Las negociaciones de paz con Alemania se iniciaron en diciembre de 1917. Los términos de la paz presentados por los alemanes en la Paz de Brest-Litovsk eran inaceptables, por lo cual las negociaciones quedaron rotas en febrero de 1918. Sin embargo una nueva ofensiva alemana llevó a los dirigentes soviéticos a reanudar las conversaciones y a principios de marzo se concluyó el tratado. Según sus términos, la República Socialista Soviética Federada de Rusia tuvo que ceder Ucrania, Polonia y los estados bálticos. El gobierno soviético también fue obligado a pagar unas elevadas indemnizaciones a Alemania. Lenin consideraba esencial para la causa soviética la firma del tratado, a pesar de su dureza, porque daría el tiempo necesario para consolidar el régimen recién constituido. Además, el líder bolchevique creía inminente la extensión de la revolución soviética a otros países europeos. Aunque esas revoluciones estallaron posteriormente en algunos países, especialmente en Alemania y Hungría, fracasaron en su intento por hacerse con el poder, por lo que el gobierno soviético fue el único en proclamar como objetivo el establecimiento de un Estado socialista.

La firma de la Paz de Brest-Litovsk produjo una escisión en el seno del Gobierno soviético. El Partido Socialista Revolucionario, que había estado colaborando con los bolcheviques, declaró que el tratado constituía una traición a la causa de la Revolución y abandonó el gobierno. Confiando en sus tradicionales métodos de lucha política, miembros de dicho partido asesinaron al embajador alemán con la vana esperanza de provocar nuevamente el comienzo de las hostilidades. También llevaron a cabo atentados contra algunos líderes bolcheviques. Lenin fue seriamente herido por uno de estos actos terroristas, lo que provocaría su prematuro fallecimiento. Como respuesta, los bolcheviques iniciaron el llamado Terror Rojo, con la supresión del Partido Socialista Revolucionario y la ejecución de numerosos opositores políticos. Otros partidos y facciones minoritarias fueron igualmente eliminados por los bolcheviques. De este modo la República Socialista Soviética Federada de Rusia se convirtió en un Estado con régimen de partido único, el Partido Comunista Ruso (Bolchevique), nombre que adoptó el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR) en marzo de 1918.

La Guerra Civil

La política social y económica de los bolcheviques provocó el estallido de la Guerra Civil y la intervención de potencias extranjeras. En Siberia, un Ejército compuesto por 45.000 antiguos prisioneros de guerra checos, que habían sido armados por el gobierno zarista para combatir a los alemanes, inició una ofensiva contra las autoridades soviéticas. Múrmansk y Arjanguelsk, las principales ciudades del extremo septentrional de Rusia, fueron ocupadas por tropas aliadas. El Ejército japonés ocupó Vladivostok y una fuerza expedicionaria estadounidense desembarcó en esta ciudad. Los alemanes invadieron la Rusia Blanca (una región más o menos equivalente a la actual Bielorrusia), Ucrania y el Cáucaso. En el otoño de 1918 el almirante Alexandr Vasílievich Kolchak, al mando de un ejército contrarrevolucionario, se proclamó comandante supremo de Rusia y estableció su capital en Omsk (Siberia). A comienzos de 1919 el Ejército Blanco mandado por el general Antón Ivánovich Denikin lanzó desde Ucrania una ofensiva contra las tropas soviéticas, mientras que otro, dirigido por el general Nikolái N. Yudiénich avanzó hacia Petrogrado (ahora San Petersburgo). A pesar de los reveses iniciales, los bolcheviques lograron repeler estos ataques a comienzos de 1920. En abril de ese año, el Ejército polaco lanzó un nuevo ataque con ayuda de tropas bielorrusas bajo el mando de Piotr Wrangel. Dos meses más tarde las tropas soviéticas, reorganizadas por el comisario (ministro) de la Guerra Liev Trotski en 1918 con el nombre de Ejército Rojo, iniciaron la contraofensiva. La guerra con Polonia finalizó con la firma en 1921 del Tratado de Riga por el que determinadas áreas occidentales de la Rusia Blanca y de Ucrania pasaban al control de Polonia. Tras la expulsión de las tropas de ocupación japonesas de Siberia oriental a finales de 1922, la Guerra Civil llegó a su fin. El régimen soviético no estaría ya en peligro inmediato durante largo tiempo.

Los bolcheviques derrotaron a las tropas extranjeras y a las fuerzas contrarrevolucionarias rusas gracias a su determinación, organización y buen mando, en especial de Lenin y de Trotski, y a la desunión de sus rivales y a la renuncia de los países participantes en la guerra a seguir apoyándola.

El denominado Comunismo de Guerra, política aplicada por los bolcheviques durante el conflicto civil, supuso la rápida nacionalización de la industria y de los medios de transporte y la confiscación de todos los suministros y equipos necesarios para la actividad bélica, lo que arruinó por completo la economía del país. Cuando cesaron las hostilidades y quedó consolidado el régimen soviético, el gobierno tuvo que hacer frente a la necesidad de restaurar la economía. Trotski y otros dirigentes preferían mantener esta rígida política de guerra para continuar la evolución hacia el comunismo. Lenin optó por reducir la gravosa economía de guerra impuesta a los agricultores, con el objetivo de estimular la producción agraria, y por mitigar los controles sobre la industria y el comercio para permitir la creación de pequeñas empresas que lograran aumentar la producción. La denominada Nueva Política Económica (NEP) de Lenin fue adoptada en 1922 por el Partido Comunista Ruso.

La época de Stalin

La prematura muerte de Lenin en 1924 desencadenó una dura lucha por el poder. Los principales antagonistas fueron Trotski y Iósiv Stalin, entonces secretario general del partido, los cuales se proclamaban legítimos herederos de Lenin. Gracias al control sobre el aparato del partido Stalin logró obtener el apoyo de la mayoría del Partido Comunista y consolidar así su poder. En noviembre de 1927, tras un referéndum interno, el partido repudió por completo las ideas políticas de Trotski que fue expulsado de aquél y tuvo que exiliarse en Alma Atá. Dos años más tarde Trotski fue proscrito en la Unión Soviética y en 1940 asesinado en México, presumiblemente por un agente de Stalin.

En 1929 Stalin fue reconocido como máximo dirigente del partido y del país. A partir de ese momento inició la serie de purgas que caracterizarían sus 25 años de mandato, y que afectaron en primer lugar a sus antiguos aliados durante la pugna con Trotski. Esos dirigentes, especialmente Nikolái Ivánovich Bujarin y Alexéi Ivánovich Ríkov, fueron expulsados de los más altos órganos del partido.

Desde entonces, Stalin sólo confió en su control del partido y de la policía y en los compañeros que él había elevado al poder. Entre estos destacaron Viacheslav Molótov, Valerian Vladimírovich Kuibishev, Grigori K. Ordzhonikidze y Kliment Efrémovich Voroshílov.

Fundación de la URSS

Durante la década de 1920 se produjeron cambios radicales en la administración gubernamental y se lograron notables mejoras en la economía nacional y en las relaciones internacionales. En diciembre de 1922, y previa aprobación de sus respectivos Congresos de los Soviets, la República Socialista Soviética Federada de Rusia y las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Transcaucasia, Ucrania y Bielorrusia, formaron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, entidad que surgió como tal en este momento. La Constitución de 1924, presentada en enero de ese año, reorganizaba los territorios bajo control soviético en torno al nuevo estado. Aunque se garantizaba un cierto grado de autonomía a cada una de sus repúblicas integrantes, el gobierno soviético central mantenía un rígido control sobre relaciones exteriores, defensa y planificación económica. Durante los años siguientes, la República Transcaucásica quedó dividida en las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Georgia, Armenia y de Azerbaiyán. La creación de las repúblicas de Kazajstán y de Asia central fue resultado de su separación de la RSFSR. A su vez, la República de Asia central se dividió en las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán y de Kirguizistán.

En 1924 las grandes potencias mundiales, que intentaron en un principio aislar al régimen soviético, ya habían establecido relaciones diplomáticas con éste y la URSS empezó a participar en las conferencias internacionales. Estados Unidos fue, de todas las grandes potencias, la última en reconocer formalmente al gobierno soviético, lo que sucedió durante el mandato del presidente Franklin D. Roosevelt.

La transformación económica

Hacia 1927 la NEP trazada por Lenin, bajo la cual se permitió un cierto capitalismo, había generado la suficiente recuperación económica como para retomar el camino hacia el socialismo, de acuerdo con los objetivos a largo plazo de los soviéticos. Por ello, en 1928 se inició un periodo de economía planificada, dirigida desde el Comité de Planificación Estatal (GOSPLAN, creado en 1921) con la puesta en práctica del primero de los planes quinquenales aplicados por Stalin. Los objetivos básicos de estos planes eran transformar a la URSS de un país agrícola en una potencia industrializada, llevar a cabo la completa colectivización de la agricultura y transformar la naturaleza profunda de la sociedad.

La gran purga

A mediados de la década de 1930, la política soviética estuvo caracterizada por las drásticas purgas, tanto en el seno del Partido Comunista como en el del gobierno, de todos los elementos supuestamente opuestos a la política estalinista. Las purgas se iniciaron en 1929 y alcanzaron su punto más virulento en diciembre de 1934 tras el asesinato de Serguéi M. Kírov, un leal partidario de Stalin. Entre los años 1935 y 1939 Stalin ya había desplazado a todos sus opositores de los cargos de poder. Muchos fueron encarcelados, deportados a Siberia o ejecutados. De hecho, entre 1934 y 1938 dos tercios de los miembros que tenía el Comité Central del Partido Comunista en 1934, fueron sentenciados a muerte y ejecutados. De la misma forma, entre 1936 y 1938, más de la mitad de los oficiales superiores del ejército fueron purgados.

En una serie de espectaculares juicios celebrados en Moscú entre 1936 y 1938, varios altos dirigentes del partido, incluidos Grígori Zinóviev, Bujarin y Ríkov fueron acusados, condenados y ejecutados por su supuesta participación en una conspiración con Alemania y Japón para derribar al régimen soviético. Idénticos cargos se hicieron en otro juicio, de carácter secreto, contra algunos oficiales del Ejército Rojo, entre los que se encontraba el mariscal Mijaíl Nikoláievich Tujachevski, que también fueron ejecutados. Los denominados Procesos de Moscú suscitaron críticas en todo el mundo hacia el régimen soviético, que quedó seriamente debilitado por esas numerosas ejecuciones.

Política exterior

Desde el punto de vista soviético, los sucesos internacionales ocurridos durante la década de 1930 pusieron en creciente peligro la seguridad de la URSS. En el Extremo Oriente, Japón ocupó Manchuria en 1931 y las fricciones entre las tropas de ocupación japonesas y las soviéticas, estacionadas a lo largo de la frontera con dicho territorio, se hicieron cada vez más frecuentes. En 1938 los esporádicos choques armados derivaron en una seria guerra fronteriza. Al mismo tiempo, el ascenso de Hitler al poder en Alemania en 1933, y su política expansionista y anticomunista, supusieron una amenaza mayor para la seguridad soviética. Buscando establecer alianzas con otras potencias, especialmente con Francia y Gran Bretaña, la URSS ingresó en la Sociedad de Naciones en 1934. Durante los cinco años siguientes el comisario soviético de Asuntos Exteriores Maksim M. Litvinov solicitó repetidamente a los miembros de esta organización la adopción de medidas conjuntas contra las sucesivas agresiones de las potencias fascistas. La URSS intentó también obtener apoyo para la que llamó política de seguridad colectiva, consistente en promover la formación en países extranjeros de los llamados gobiernos de Frente Popular. Esta política exigía la colaboración de los grupos políticos comunistas, socialistas y centristas para hacer frente a los movimientos fascistas.

En el verano de 1938 se originó una grave crisis cuando el gobierno alemán exigió del gobierno de Checoslovaquia la cesión de los Sudetes, una zona fronteriza con una gran minoría de población alemana. La URSS anunció su intención de ayudar a los checoslovacos en su resistencia contra tales pretensiones y pidió que Francia y Gran Bretaña ofrecieran una ayuda similar. Los gobiernos francés y británico, por el contrario, aceptaron las garantías ofrecidas por Hitler en el sentido de que con esta demanda Alemania ponía punto final a sus reivindicaciones territoriales. El resultado de la tibia postura adoptada por Francia y Gran Bretaña fue el Pacto de Munich, firmado en septiembre de 1938, que aseguraba la cesión de los territorios en litigio a Alemania. La firma de este pacto significó el fracaso de la política de seguridad colectiva soviética. En marzo de 1939 tropas alemanas, a través de los Sudetes, penetraron en Checoslovaquia y tomaron rápidamente el pleno control del territorio.

La II Guerra Mundial

Ocupado en una guerra fronteriza contra Japón en el Extremo Oriente y alarmado ante los progresos alemanes en Occidente, el gobierno soviético inició negociaciones secretas con Alemania para establecer un pacto de no-agresión entre ambos estados, en tanto que continuaban las conversaciones iniciadas anteriormente con Francia y Gran Bretaña para firmar una alianza contra Alemania. En agosto de 1939 se anunció de forma repentina la firma del pacto de amistad y de no-agresión entre Alemania y la URSS. Este acuerdo (conocido como Pacto Germano-soviético, o también Pacto Ribbentrop-Molótov, por ser esos los nombres de sus dos principales negociadores) contenía una cláusula secreta que determinaba el reparto de Polonia y las esferas de influencia de ambos países en Europa oriental. El 1 de septiembre, la invasión alemana de Polonia llevó a Francia y Gran Bretaña a declarar la guerra a Alemania. Así comenzó la II Guerra Mundial. Dieciséis días más tarde el Ejército Rojo cruzaba la frontera polaca, ocupaba la parte oriental de Polonia y comenzaba la sovietización de los territorios ocupados. Cientos de miles de polacos fueron deportados a Siberia. El 29 de septiembre los gobiernos alemán y soviético firmaron un tratado por el que se delimitaban sus respectivas zonas de interés en Polonia. También reconocía la supremacía de ambas potencias en sus respectivas zonas de influencia y establecía una defensa común contra injerencias de terceros países.

El pacto con Adolf Hitler marcó el inicio de una nueva fase en la historia de la URSS. Durante los años inmediatamente anteriores a este acuerdo, el objetivo principal de la política soviética había sido la construcción del socialismo, esto es, la industrialización del país. La ocupación del este de Polonia fue la primera de una serie de anexiones territoriales que afectaron a Estonia, Letonia, Lituania, Carelia, Besarabia y la parte septentrional de Bucovina. Los pactos de no-agresión impuestos por la URSS a los países bálticos le dieron el derecho a estacionar tropas en dichos territorios.

La Guerra Ruso-finesa

A finales de 1939 el gobierno soviético exigió a Finlandia la cesión del istmo de Carelia, en la costa finesa del golfo de Finlandia y al noreste de Leningrado (ahora San Petersburgo), para poder establecer allí una base naval. El gobierno finlandés rechazó las exigencias soviéticas lo que originó la no declarada formalmente Guerra Ruso-finesa, iniciada el 30 de noviembre de 1939 al invadir la URSS el territorio finlandés. A pesar de una valerosa pero inútil resistencia, los finlandeses fueron vencidos por las tropas soviéticas, muy superiores en número. La guerra acabó el 12 de marzo de 1940. Según los acuerdos del tratado de paz, la URSS se hizo con los territorios del istmo de Carelia y el puerto de Víborg, además de con otros territorios estratégicos y compensaciones económicas.

Expansión en el Báltico y en los Balcanes

La expansión soviética continuó durante 1940. Entre el 15 y 16 de junio, la URSS exigió el establecimiento de gobiernos prosoviéticos en Lituania, Estonia y Letonia, y el libre paso de las tropas soviéticas por sus respectivos territorios. Sin esperar respuesta a tales exigencias, el Ejército Rojo ocupó dichos países. La URSS impuso gobiernos propicios y reprimió a todos los elementos antisoviéticos. Los tres estados quedaron anexionados a la URSS por decretos promulgados por el Soviet Supremo entre el 1 y el 8 de agosto de ese año.

Al mismo tiempo la URSS dirigió sus objetivos hacia los Balcanes. Exigió a Rumania la devolución de Besarabia, territorio que aquel país había anexionado a costa de la RSFSR en 1918, y la entrega del norte de Bucovina. Rumania accedió a finales de junio de 1940. Los territorios cedidos pasaron a formar parte, posteriormente, de la República Socialista Soviética de Moldavia. A finales de ese año los alemanes impusieron en Rumania un gobierno títere y garantizaron la frontera rumano-soviética.

La URSS, recelosa aún de las intenciones alemanas, tenía interés en poner fin a las hostilidades con Japón. El 13 de abril de 1941 los dos países firmaron un pacto de neutralidad valedero por cinco años.

La invasión alemana

El 22 de junio de 1941 Alemania invadió la URSS, sorprendiendo a Stalin, que se había negado a creer en la inminencia de una ofensiva alemana. Italia y Rumania declararon la guerra a la URSS ese mismo día. De forma instantánea se transformaron todas las alianzas políticas y militares mundiales y la guerra comenzó a adquirir dimensiones globales. Alemania se enfrentaba desde ese momento a sus enemigos en el este y en el oeste, como ocurrió durante la I Guerra Mundial. Como quiera que Finlandia, Hungría, Albania y otros estados satélites de las potencias del Eje declararon también la guerra a la URSS, Gran Bretaña y Estados Unidos se comprometieron a ampliar su ayuda a la URSS. El programa estadounidense, fundamentado en la Ley de Préstamos y Arriendos, proporcionó a la URSS unos 12 millones de dólares en pertrechos y alimentos. Tras la entrada de Estados Unidos en la guerra (diciembre de 1941) las tres potencias se aliaron militarmente. En enero de 1942, cuatro meses después de que se hubiera comprometido a aceptar los principios de la Carta del Atlántico, el gobierno soviético y otros 25 gobiernos de los países aliados firmaron una declaración por la que se adherían formalmente al programa y a los objetivos de la Carta del Atlántico y se comprometían a cooperar en la guerra contra las potencias del Eje.

El ataque del Eje contra la URSS se desplegó desde el océano Ártico hasta el mar Negro. Durante el resto del verano y hasta finales de 1941, las tropas alemanas avanzaron por el interior del país y llegaron a las puertas de Leningrado y Moscú y a Ucrania. Puesto que el Ejército Rojo se tambaleaba ante los ataques alemanes, Stalin inició el traslado de las plantas industriales y sus obreros, que estaban al alcance del enemigo, más allá de los montes Urales. Gran parte de lo que no pudo ser trasladado fue destruido, siguiendo una política de 'tierra quemada'.

Durante algún tiempo pareció que la blitzkrieg (guerra relámpago) alemana iba a triunfar, puesto que millones de soldados soviéticos fueron cercados y aniquilados o capturados. En los estados bálticos, Bielorrusia y Ucrania los invasores encontraron una amistosa recepción por parte de quienes habían sufrido las políticas estalinistas. Sin embargo, las atrocidades cometidas por los alemanes en su avance multiplicaron la resistencia soviética. El avance hacia Leningrado quedó detenido en septiembre de 1941, pero la ciudad estuvo sitiada hasta enero de 1944. Las bajas producidas durante el asedio superaron la cifra de 1.250.000 personas. En octubre de 1941 se detuvo el avance hacia Moscú.

La batalla de Stalingrado

En el sur los alemanes tuvieron más éxito. Conquistaron toda Ucrania y presionaron hacia el río Volga para separar Moscú y Leningrado del Cáucaso y del suroeste asiático, pero fueron finalmente detenidos y derrotados en la épica batalla de Stalingrado (ahora Volgogrado), que duró desde agosto de 1942 hasta enero de 1943 y cuyas consecuencias supusieron un punto de inflexión en el curso de la guerra. A partir de ese momento los alemanes fueron desplazados constantemente hacia el oeste. En la primavera y verano de 1944 Ucrania y los estados balcánicos habían sido liberados. A finales de agosto los ejércitos soviéticos ya combatían en los territorios polaco y rumano. El 22 de abril de 1945 el Ejército Rojo entró en la periferia de Berlín. Tres días después las tropas rusas y estadounidenses se encontraron en el río Elba. El 8 de mayo de 1945 acabó la guerra en Europa.

Tres meses más tarde, según un tratado secreto, la URSS declaró la guerra a Japón. Tras una serie de rápidos movimientos, el Ejército soviético, que no encontró más que una débil resistencia japonesa, ocupó gran parte de Manchuria, Corea del Norte, las islas Kuriles y la parte meridional de la isla de Sajalin, que habían estado hasta entonces en poder de los japoneses. Por estas acciones, la URSS reclamó su parte en la victoria sobre Japón.

Acuerdos de posguerra

Ya a finales de la guerra, la URSS era reconocida como una de las grandes potencias mundiales. Stalin participó junto a los jefes de Gobierno de Estados Unidos y Gran Bretaña en las conferencias de Teherán (1943), Yalta y Potsdam, para decidir la estrategia política y militar general de la guerra y establecer una política común sobre Europa en la posguerra. La URSS también desempeñó un importante papel en las conferencias internacionales previas a la creación, en 1955, de las Naciones Unidas.

En vez de establecer inmediatamente un tratado con una Alemania derrotada y desorganizada, las potencias vencedoras crearon temporalmente cuatro zonas de ocupación. La zona oriental fue asignada a la URSS. Berlín, que se encontraba dentro de la zona soviética, fue a su vez dividida en cuatro sectores, de los cuales el oriental fue también asignado a los soviéticos. Las zonas ocupadas fueron gobernadas como partes de un solo país, con un comercio libre entre cada una de ellas. El territorio alemán al este de una línea formada por los ríos Oder y Neisse fue asignado a Polonia en espera de alcanzar un acuerdo definitivo. La parte septentrional de Prusia Oriental fue entregada a la URSS. Los soviéticos establecieron, sin embargo, su propio régimen en las zonas que les fueron asignadas y en 1947 ya se había diseñado el llamado Telón de acero, a fin de separar Europa oriental y algunas zonas de Europa central de la Europa occidental. La URSS, por haber sufrido enormes pérdidas, exigió ingentes reparaciones bajo la forma de industrias alemanas desmanteladas e instaladas en la Unión Soviética, así como parte de la producción industrial alemana. También se benefició de los trabajos forzosos de millones de prisioneros de guerra alemanes.

El inicio de la Guerra fría

El gobierno soviético afrontó los problemas de la posguerra bajo el prisma de una política expansionista destinada a aumentar los territorios controlados por gobiernos comunistas leales a la URSS, a fortalecer su seguridad en previsión de futuras agresiones y a utilizar el movimiento comunista internacional como instrumento para incorporar a otros países a la órbita soviética.

La nueva política soviética pronto vulneró los acuerdos adoptados durante la guerra. En la Conferencia de Potsdam, celebrada tras la victoria en Europa, el gobierno soviético formuló unas demandas manifiestamente exageradas para sus auténticas necesidades de seguridad nacional. Dichas peticiones fueron rechazadas por Estados Unidos y Gran Bretaña con el fin de evitar la creación de una gran esfera de influencia soviética. A pesar de la creciente acritud entre los antiguos aliados, en Potsdam se alcanzaron diversos acuerdos sobre las directrices generales de la política de ocupación, sobre las indemnizaciones de guerra y sobre las provisionales fronteras germano-polacas y polaco-soviéticas.

Utilizando la amenaza de su poderío militar, la URSS intentó aplicar un progresivo control sobre las estructuras políticas, económicas y sociales de los territorios fronterizos ocupados por ella. La política exterior soviética generó un conflicto político, diplomático y económico de dimensión mundial con Estados Unidos conocido como Guerra fría.

Conquista del poder

En los países donde la influencia de la URSS era predominante (Polonia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Albania, Yugoslavia y Alemania Oriental) la estructura política y económica fue gradualmente reorganizada. Los grupos políticos opositores fueron aislados y eliminados; se expropiaron grandes posesiones de tierra y, con la excepción de Polonia, se impuso la colectivización agraria y la nacionalización de la industria.

Para lograr el dominio político, la URSS aplicó una estrategia consistente en la colaboración inicial con gobiernos de coalición en los que los comunistas, a pesar de ser minoritarios, controlaban los ministerios a cuyo cargo estaban la policía, las Fuerzas Armadas y la gestión de la política económica. A comienzos de 1947 comenzaron a implantarse en Europa bajo la influencia soviética los denominados regímenes calificados como democracias populares, bajo los cuales los comunistas ejercieron un control autoritario del Estado. En 1948 Checoslovaquia, país que no estaba situado directamente en la órbita soviética, cayó bajo el control de la URSS, debido a la labor de su gobierno de coalición. Yugoslavia, dirigida por el mariscal Tito, hizo frente ese mismo año a los intentos soviéticos de lograr el control del país, que sobrevivió a las enormes presiones sólo gracias a la actitud de rechazo de Tito al control soviético y a la ayuda de Occidente. Como consecuencia, Yugoslavia fue expulsada de la Oficina de Información Comunista (Kominform) y Tito se convirtió en el máximo portavoz del No-Alineamiento durante la Guerra fría. Esta situación general alarmó a Estados Unidos y a Europa occidental y condujo a la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1949. La URSS, por su parte, fundó en ese mismo año el Consejo de Ayuda Mutua Económica (COMECON) para coordinar la actividad económica de los estados bajo su control; sus miembros eran, además de la URSS, Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Rumania y la República Democrática de Alemania.

Relaciones con China

Las relaciones con China durante este periodo fueron conciliatorias. En agosto de 1945 los gobiernos chino y soviético firmaron un tratado de amistad y de alianza por el que la URSS concedía ayuda económica y militar, según lo convenido anteriormente con los aliados. Aunque la URSS se comprometió a respetar la soberanía china sobre Manchuria, las autoridades soviéticas despojaron a esta región de prácticamente toda su maquinaria industrial y resistieron activamente los intentos del gobierno chino de restaurar su autoridad. Mientras tanto, las armas requisadas a los soldados japoneses hechos prisioneros fueron entregadas a los comunistas chinos. Cuando el Ejército soviético se retiró, toda Manchuria cayó en manos de los comunistas chinos. El posterior triunfo de éstos en 1949 alteró todo el equilibrio de poder en Asia temporalmente en favor de la URSS.

Lucha por el liderazgo

Stalin mantuvo un control absoluto del partido Comunista y del Estado Soviético hasta su muerte (marzo de 1953), momento en el que una nueva generación de políticos pudo acceder al poder. Gueorgui Maximiliánovich Malenkov fue nombrado secretario general del partido y más tarde primer ministro; Lavrenti Beria, ministro del Interior; Kliment Voroshílov, presidente del Presidium del Soviet Supremo. Nikita Jruschov sucedió a Malenkov como secretario del PCUS ese mismo año. Estos hombres, junto con otros dos viceprimeros ministros, Nikolái Alexándrovich Bulganin y Lázar M. Kaganóvich se convirtieron en los auténticos líderes del país.

No obstante, de inmediato surgió la lucha por el poder. Beria fue pronto destituido por "actividades criminales y contra el partido". En diciembre de 1953 se anunció que había sido juzgado por conspiración, hallado culpable y fusilado. Otros destacados funcionarios, próximos a Beria, fueron ejecutados en 1954. En 1955 Malenkov fue obligado a dimitir y Bulganin le sucedió en el cargo de primer ministro.

Proceso de desestalinización

En una sorprendente maniobra realizada en el XX Congreso del PCUS (celebrado en Moscú entre el 14 y 25 de febrero de 1956) diversos líderes comunistas denunciaron la política de Stalin y repudiaron gran parte de lo que representó. Jruschov fue quien dirigió el más violento ataque a Stalin, al que condenó por haber sustituido un órgano colegiado de poder, propio del marxismo, por un culto a su personalidad que había acarreado unas consecuencias desastrosas para la URSS. Acusó a Stalin de ser culpable de "arrestos y deportaciones masivas de miles de personas y de ejecuciones sin juicios de honestos e inocentes comunistas". También le acusó de no haber preparado una defensa adecuada contra la invasión alemana en 1941 y de mala conducción de la guerra, que costó la muerte innecesaria de "cientos de miles de nuestros soldados"; de "sospechar de manera enfermiza" de sus colegas y de que "evidentemente tenía planes para eliminar a todos los antiguos miembros del Politburó"; de ser responsable de la ruptura con Yugoslavia y poner en peligro las "relaciones pacíficas con otras naciones".

Los ataques contra Stalin conmocionaron profundamente a muchos comunistas en la URSS y en todo el mundo. En la campaña de desestalinización, fueron retirados los retratos de Stalin y rebautizadas las localidades que tenían su nombre, reescribiéndose los libros de texto a fin de revisar su reputación.

El ascenso de Jruschov

La lucha por el poder concluyó finalmente con el triunfo de Jruschov en 1957. Logró expulsar de sus cargos a Molótov, Malenkov, Kaganóvich y otros dirigentes. Cuando Bulganin se vio obligado a dimitir en 1958, Jruschov obtuvo la presidencia del gobierno, se mantuvo al frente de la secretaría del partido y todo señalaba que el liderazgo colectivo había acabado. Durante el XXI Congreso del PCUS (1961) se manifestó un nuevo culto a su personalidad. Repitió algunas acciones de las que había acusado al anterior dictador; retiró del mausoleo el cuerpo de Stalin, que se encontraba detrás del de Lenin, y pidió la expulsión del partido de aquellos estalinistas que se le habían opuesto en 1957. En los años siguientes la campaña desestalinizadora se suavizó y fue reconocida la participación de Stalin en la creación del Partido Comunista y en la victoria en la II Guerra Mundial.

La caída de Jruschov

Leonid Brezhnev, que en 1960 había sustituido a Voroshílov como presidente, fue asignado en 1963 al secretariado del PCUS. En julio de 1964, a propuesta de Jruschov, se le relevó de la presidencia para que se dedicara por exclusivo al partido. Anastas Mikoyán, veterano funcionario del PCUS, fue designado presidente. En el otoño de ese año Jruschov se encontraba en el momento cumbre de su actividad política tras viajar extensamente por la URSS y por el extranjero; sin embargo, fue destituido en el mes de octubre, tanto de la jefatura del Gobierno como de la secretaría general del partido. Las posibles razones para su expulsión fueron el progreso insatisfactorio de la agricultura y de la industria y los desastres habidos en política exterior, como la crisis de Cuba de 1962 y el fracaso de los esfuerzos soviéticos (desde 1959) por apoderarse de Berlín. Se produjo cierta campaña de descrédito del líder depuesto y alguno de sus más estrechos colaboradores también fueron destituidos.

Brezhnev obtiene el poder

Siguiendo el precedente establecido tras la muerte de Stalin para la sucesión, se dividieron los cargos de poder. Brezhnev fue nombrado secretario general del PCUS y Alexéi Nikoláievich Kosiguin primer ministro. Durante los siguientes cinco años ambos personajes trabajaron aparentemente juntos, como un equipo. Nikolái Podgorny, desde su cargo de presidente del Presidium del Soviet Supremo, ostentó la jefatura del Estado desde 1965 hasta 1977. No obstante, desde la década de 1970 y a pesar de mantenerse la apariencia de un liderazgo compartido, Brezhnev destacaba por encima del resto de personalidades políticas. En 1976 fue reelegido secretario general del PCUS y también se convirtió en jefe del Estado el año 1977 en sustitución de Podgorny. En este mismo año se promulgó una nueva Constitución. Brezhnev murió a finales de 1982 y rápidamente fue sucedido en la secretaría general del partido por Yuri Andropov, antiguo jefe de la policía secreta soviética (KGB).

Desarrollo económico

El desarrollo económico soviético tras la II Guerra Mundial continuó basado en la planificación estatal, que se manifestó en sucesivos planes quinquenales y en un plan septenal (1959-1965), aunque en ciertas ocasiones éstos no se anunciaron en su totalidad hasta que llevaron uno o dos años en funcionamiento.

Agricultura

La agricultura colectivizada continuó ocupando la actividad económica de gran parte de la población. Jruschov desarrolló dos grandes planes para incrementar la producción de grano, poniendo en cultivo tierras marginales, especialmente en Kazajstán (Programa de Tierras Vírgenes e Improductivas) y cultivando maíz. Ninguno de los dos lograron un éxito completo. En 1958 gran parte del control de la producción agrícola pasó de organismos gubernamentales a 39 consejos de zona. Los agricultores introdujeron la maquinaria, que previamente habían alquilado, y el gobierno pagó a precios más elevados la cesión obligatoria de las cosechas. Las malas condiciones climatológicas fueron en gran medida responsables de las pobres cosechas de grano en los años 1963, 1965, 1969, 1972 y 1975. Otras causas fueron la aparente ineficacia de la agricultura colectivizada y la escasez de mano de obra, motivada por la migración de la población rural joven a las ciudades. La deficiente producción de grano hundió la tasa de crecimiento económico y aumentó considerablemente la deuda exterior, ya que para evitar una hambruna el gobierno soviético tuvo que importar grandes cantidades de trigo procedente de Estados Unidos y Canadá. Las autoridades soviéticas tomaron la iniciativa para combatir el problema; se decidió pagar un salario mensual a los agricultores; ofrecer nuevos incentivos por el aumento de productividad; adoptar nuevos métodos de gestión más eficaces y generalizar el uso de fertilizantes, de maquinaria y de sistemas de irrigación. Esta política a largo plazo supuso la reactivación de un plan ideado por Jruschov para trasladar a los habitantes de un gran número de pequeños pueblos y reubicarlos en grandes centros agrícolas. Todas estas medidas, acompañadas de unas idóneas condiciones climatológicas, dieron como resultado las mayores cosechas soviéticas de grano en los años 1973, 1974 y 1976. La irrigación y la reforestación hicieron que incluso las tierras marginales de Kazajstán fueran notablemente productivas.

Industria

La rápida industrialización lograda en la URSS gracias a los planes quinquenales de Stalin convirtió al país en la segunda potencia industrial y militar del mundo. Sin embargo, la producción de bienes de consumo había quedado rezagada. Se ha estimado que el total de la producción industrial de 1957 era 33 veces superior a la de 1913, pero el incremento de los productos de consumo fue sólo 13 veces mayor, dato que hay que comparar con el incremento de la producción de la industria pesada: 74 veces superior a la de 1913. El régimen de Jruschov prometió un aumento de los bienes de consumo, pero apenas lo logró. Las agrupaciones industriales se consolidaron en 1957 y de nuevo en 1962. También se fusionaron diversas empresas industriales. En torno a 1964 la atención se centró en las industrias de fertilizantes, de plásticos y de caucho.

Administración y gestión

Jvséi Liberman y otros economistas soviéticos propugnaron mediada la década de 1960 la introducción de ciertos elementos capitalistas dentro de la estructura económica marxista como medio para elevar el nivel de la producción industrial; en especial centraron sus teorías en la necesaria presencia del beneficio como estímulo para mejorar los rendimientos. Kosiguin y otros dirigentes aceptaron esas ideas, lo que suponía admitir el fracaso de los métodos de gestión vigentes hasta entonces y que habían reprimido la capacidad productiva. Los principios correctos del modelo económico socialista —señalaron estos economistas— debían consistir en asociar una dirección general centralizada con la contabilidad de costos de cada empresa, mantener una producción basada en encargos y establecer incentivos salariales y otras prácticas capitalistas. En un proyecto piloto aplicado desde julio de 1965, 400 empresas textiles y de calzado basaron su producción en encargos recibidos en vez de en las cuotas impuestas por el Gobierno. En octubre, el Soviet Supremo promulgó una legislación para aplicar el que pasó a ser conocido como Plan Liberman en otros sectores industriales, en la agricultura, en los transportes, en la construcción y en las comunicaciones. El capital humano sería asignado a cada empresa y el órgano de gestión determinaría su utilización. También se asignaría a cada empresa una nómina total, pero la administración podría pagar por tiempo trabajado o por trabajo a destajo y tendría la facultad de conceder primas según los beneficios. A mediados de 1969, las empresas que proporcionaron un tercio del total de la producción industrial estaban operando con este nuevo sistema. Sin embargo, los acontecimientos de la década de 1970 originaron el declive del Plan Liberman.

Construcción

Algunos sectores industriales quedaron considerablemente rezagados, especialmente el de la construcción. La migración de la población rural a las ciudades, pareja al proceso de industrialización acelerada, originó escasez de viviendas. Se imitaron los nuevos sistemas occidentales, no sólo de paredes prefabricadas sino de estructuras completas, pero las industrias necesarias para fabricar tales productos no se crearon con tanta rapidez como se había proyectado, y raramente se cumplieron los objetivos previstos para la construcción de viviendas. Además, las que se construyeron eran de mala calidad y se deterioraron rápidamente.

Minerales

La explotación de los recursos de Siberia utilizando mano de obra forzosa fue de gran importancia para el crecimiento de la economía soviética. La apertura de nuevos y extensos campos petrolíferos y la explotación de grandes yacimientos de gas natural en Tyumen (Siberia occidental) aumentaron los recursos energéticos de la Unión Soviética. Además se descubrieron minas de cobre y carbón en la zona oriental. En la actualidad está en construcción la línea ferroviaria Baikal-Amur (de 3.218 kilómetros) que discurre al norte del actual ferrocarril Transiberiano, a una distancia más segura con respecto a la frontera con China.

Desarrollo cultural

Desde mediados del siglo XX el gobierno soviético intentó, dentro de estrictos límites ideológicos, que todos los ciudadanos de las diversas nacionalidades de la URSS participaran en la cultura de una sociedad comunista homogénea, conservando al mismo tiempo las tradiciones específicas de cada pueblo o nacionalidad. Todos aquellos que siguieran la línea oficialista del PCUS tenían a su disposición una enseñanza libre bajo la forma de escuelas matutinas, de clases vespertinas, de universidades populares voluntarias y de cursos por correspondencia. Se hicieron especiales esfuerzos para llegar a zonas aisladas donde habían sido escasas las oportunidades de recibir algún tipo de educación. La enseñanza se impartía en lengua rusa o en alguna de las muchas otras habladas en la URSS. Se proporcionaron a los pueblos iletrados sus propios alfabetos, diccionarios y gramáticas. Como resultado de esta política, el analfabetismo (que afectaba al 70% de la población antes de la Revolución) fue erradicado.

Los avances en el campo de las ciencias naturales fueron sobresalientes. En algunas áreas de la Química y de la Física, por ejemplo, los soviéticos aventajaron al resto de los países. Se prestó gran atención a la energía nuclear y a la astronáutica. Los primeros satélites en la órbita terrestre, los Sputnik 1 y 2, fueron lanzados en 1957. El astronauta soviético Yuri Gagarin protagonizó el primer vuelo espacial sobre la Tierra. A inicios de la década de 1980 la tecnología soviética había producido más de 30 vehículos espaciales tripulados y la URSS había lanzado más de 1.100 satélites espaciales.

Las bellas artes no fueron menos relevantes. Se fundaron sindicatos para escritores, pintores y otros artistas. Se construyeron teatros y salas de conciertos. Las orquestas y compañías teatrales y de danza hicieron giras por todo el mundo. Los clubes locales y los palacios de la cultura popularizaron y generalizaron diversos aspectos culturales entre la población. El gobierno promovió grupos de aficionados. No obstante, los disidentes y sus familiares fueron perseguidos duramente y a veces deportados a Siberia o ingresados en hospitales psiquiátricos.

Control estatal

El gobierno insistió en que todos los aspectos de la cultura soviética debían fomentar la consecución de una sociedad comunista. Esta premisa no supuso un serio condicionante para la ciencia, aunque la actitud vacilante del gobierno hacia el biólogo y agrónomo Trofim Lysenko mostró cómo los valores políticos pueden afectar las concepciones científicas.

La influencia comunista tendió, en cambio, a obstaculizar el desarrollo de las ciencias sociales, puesto que éstas debían ceñirse y quedar limitadas en el ámbito creativo a la ortodoxia ideológica. La actitud soviética hacia la música fue más ambigua. Los compositores Serguéi Prokófiev y Dmitri Shostakóvich sólo en algunas ocasiones gozaron del favor oficial. A partir de la mitad de la década de 1960 el jazz y la música dodecafónica empezaron a ser consideradas. Las bellas artes y la literatura sufrieron graves limitaciones con el régimen soviético, al exigir éste la adhesión de dichas ramas artísticas al realismo socialista, exaltación optimista y secular del pueblo soviético, dentro de un estilo que satisficiera el gusto popular. Durante la década de 1920 el arte modernista ruso conoció una edad de oro, pero a instancias de Stalin fueron prohibidas la literatura de vanguardia y las obras pictóricas de Marc Chagall, Kazimir Maliévich y Wassily Kandinsky entre otros. El Estado garantizó en teoría la tolerancia religiosa pero en la práctica era ateo y rechazó la existencia de una religión organizada. Los servicios religiosos estaban restringidos y los creyentes, además de ser relegados en su promoción profesional y educativa, eran sometidos a propaganda antirreligiosa y, en ocasiones, detenidos.

Los disidentes

Una pequeña pero persistente corriente de intelectuales, artistas, creyentes y nacionalistas disidentes distribuyeron clandestinamente literatura prohibida por la censura a través de escritos o incluso microfilms, que recibió en conjunto la denominación de samizdat, y llevaron a cabo manifestaciones para conseguir una mayor libertad. Durante el proceso de desestalinización, entre los años 1955 y 1964, se produjo un proceso de deshielo del control gubernamental al que siguió una política mucho más represiva, especialmente tras los intentos de liberalización en Checoslovaquia durante la primavera de Praga, en 1968. En la URSS cientos de disidentes fueron cesados, detenidos, enviados a instituciones psiquiátricas o a campos de trabajos forzados, por acciones consideradas subversivas contra el régimen. Los más distinguidos entre estos abiertos opositores fueron el escritor Alexandr Isáievich Solzhenitsin y el físico nuclear Andréi Sajárov. Al primero se le prohibió la publicación de sus obras en la URSS en 1968, y en 1974 fue expulsado por la fuerza del país. El segundo, gracias a su notable reputación científica, pudo eludir durante bastante tiempo medidas represivas contra su persona pero, tras denunciar la intervención soviética en Afganistán en diciembre de 1979, fue aislado al mes siguiente con su deportación a Gorki, donde fue puesto bajo arresto domiciliario, situación en la que permaneció hasta diciembre de 1986, fecha en la que pudo regresar a Moscú. Muchos intelectuales disidentes eran judíos que quisieron emigrar a Israel pero que se veían impedidos a hacerlo por la indisposición de las autoridades soviéticas a perder ciudadanos formados a costa de fuertes inversiones. Sin embargo se permitió a otros miles de judíos abandonar el país. Entre los disidentes religiosos se encontraban los testigos de Jehová, los católicos lituanos y los baptistas. Entre los disidentes nacionalistas más destacados se encontraban los tártaros de Crimea y los alemanes trasladados a Siberia durante la II Guerra Mundial, que deseaban regresar a su país de origen.

Relaciones internacionales

Tras la II Guerra Mundial la URSS estableció estrechas relaciones con sus denominados 'países satélites' de Europa del Este. A partir de 1949 el COMECON intentó la integración económica de sus miembros en un bloque económico regional. Según esta planificación, cada país produciría aquello para lo que estuviera más preparado y obtendría productos de los que careciera de los demás países. Sin embargo, surgió resistencia a este sistema supranacional, especialmente por parte de Rumania, que rechazó la condición que se le asignó como país básicamente agrícola y productor de petróleo. A pesar de tales descontentos, se establecieron nuevos vínculos económicos, en los que se incluyó la creación de un Banco de Colaboración Económica. Los oleoductos y gasoductos que transportaban el petróleo y gas respectivamente desde la región de los montes Urales y del río Volga hasta Polonia, Checoslovaquia, Hungría y Alemania del Este reforzaron la dependencia económica de estos países con respecto a la URSS.

Relaciones con los países satélites

Yugoslavia, que inmediatamente después de finalizar la II Guerra Mundial parecía interesada en colaborar con la URSS, pronto rompió de forma brusca con ésta al negarse a aceptar la dirección impuesta desde Moscú. En los otros estados que conformaban el área de influencia soviética, el dominio de la URSS fue incrementándose hasta 1955: en 1952 el 80% del comercio exterior soviético era mantenido con estos países. En 1954 la URSS otorgó un cierto grado de independencia económica a Alemania del Este, que quedó exenta de continuar pagando indemnizaciones en concepto de reparaciones de guerra, pero mantuvo un gran contingente de tropas soviéticas en su territorio. La creación del Pacto de Varsovia en 1955 como alianza militar que integraba a la URSS y sus países satélites fue la respuesta a la fundación de la OTAN y sirvió para fortalecer el control soviético sobre Europa del Este. Tras la muerte de Stalin en 1953, las relaciones con Yugoslavia mejoraron, pero volvieron a deteriorarse tras la invasión de Checoslovaquia en 1968. Desde 1961 la URSS perdió completamente el control sobre Albania, país que hasta 1978 mantuvo estrechas relaciones con China.

Las crisis polaca y húngara

El control soviético sobre su bloque de influencia se vio seriamente amenazado en 1956 debido al proceso de desestalinización. El descontento popular y las manifestaciones que tuvieron lugar ese año en Polonia fueron seguidas por un cambio forzoso del Gobierno polaco, por la continuidad de la presencia "temporal" de las tropas soviéticas en el país, la cancelación de algunas deudas y la concesión de créditos adicionales.

La Revolución Húngara a finales de ese mismo año adquirió características más graves. Las manifestaciones de obreros y estudiantes en favor de la liberalización del régimen comunista provocaron la intervención de las tropas soviéticas, que aplastaron brutalmente el movimiento, mataron miles de personas, detuvieron a otras muchas e impusieron un gobierno títere presidido por János Kádár. La URSS fue condenada por numerosos países y por las Naciones Unidas (ONU), pero tras esta actuación mantuvo durante largo tiempo un gran control sobre Hungría.

La primavera de Praga

La crisis checoslovaca del verano de 1968 fue reflejo de la flexibilización del sistema soviético, revisionista desde 1960, y de la presión en el seno del Partido Comunista Checoslovaco para introducir cambios en la política económica. El partido, alarmado por el estancamiento económico, intentó establecer un socialismo de rostro humano. El descontento y el clamor en pro de reformas condujeron pacífica y gradualmente a la sustitución de Antonin Novotný como líder del partido y jefe del Estado por Alexander Dubcek y Ludvík Svoboda, ambos comunistas leales durante mucho tiempo a la URSS, cuyos dirigentes se alarmaron por la 'primavera de Praga', en especial por el fin de la censura y la posibilidad de que los checos entablaran relaciones comerciales más estrechas con los países occidentales. La URSS ejerció presiones de todo tipo y cuando todas esas medidas fracasaron, unos 600.000 soldados soviéticos y del Pacto de Varsovia (excepto de Rumania) invadieron y ocuparon Checoslovaquia en la noche del 20 de agosto de 1968. A pesar de la resistencia pasiva, unánime e impresionante, las fuerzas soviéticas se hicieron con el control del país. Dubcek fue destituido en abril de 1969 y todos los controles anteriores fueron restablecidos.

La represión del movimiento reformista en Checoslovaquia fue seguida por el reforzamiento de los controles en la propia URSS y sirvió para reafirmar su dominio sobre todos los países de la Europa del Este, excepto en Rumania, Yugoslavia y Albania. En cambio, debilitó a los partidos comunistas de los países no pertenecientes al bloque soviético, dividió al movimiento comunista internacional, alarmó a Occidente y retrasó todas las negociaciones internacionales sobre desarme. Desde el punto de vista soviético, mejoró su posición en el contexto europeo; al aceptar el statu quo territorial existente en Europa, la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), celebrada en Helsinki (Finlandia) en 1975, ratificó aparentemente el dominio soviético en Europa del Este. La URSS desempeñó un gran papel en la paralización, a comienzos de la década de 1980, del proceso que conducía en Polonia a la creación de sindicatos libres y hacia un régimen democrático.

Relaciones con China

En 1949 la URSS reconoció plenamente al Gobierno chino de Mao Zedong (Mao Tsé-tung), se alió con él y continuó exigiendo que sustituyera en la ONU al gobierno nacionalista de Jiang Jieshi (Chiang Kai-shek), establecido en Taiwan. Se firmó un tratado de 30 años de vigencia por el que se acordaba la concesión de créditos soviéticos a China al 1% de interés. Ambos países apoyaron a Corea del Norte durante la guerra de Corea. A finales de la década de 1950 las relaciones aún parecían estrechas y el comercio soviético con China alcanzó un volumen de 2.000 millones de dólares anuales. No obstante, en la década siguiente las relaciones entre ambos países se deterioraron gradualmente. Surgieron desacuerdos ideológicos sobre la interpretación del marxismo, especialmente en lo relativo a los movimientos revolucionarios en países en vías de desarrollo. En realidad, los motivos profundos eran la antigua rivalidad y el temor mutuo de los dos imperios, cuyos líderes continuaban siendo enormemente nacionalistas y celosos guardianes de cada pulgada de sus territorios. Además, luchaban por el iderazgo del resto del mundo comunista. Esta rivalidad salió a la superficie cuando la URSS negó en 1959 ayuda a China para el desarrollo del poderío nuclear de esta última. Esta pugna se reflejó además en el resentimiento chino, que se hizo patente al manifestar este país que la URSS aún poseía territorios que habían sido considerados chinos con anterioridad a una serie de tratados firmados en 1858 y 1860. También era debida a los quizá inevitables conflictos entre dos países que compartían una larga frontera común en Manchuria. Al crecer en intensidad, el conflicto amenazó incluso con acabar en guerra entre ambos países. Los enfrentamientos entre unidades militares situadas en la frontera arrojaron nuevas sombras sobre la política general soviética. La isita del presidente estadounidense Richard Nixon a China en 1972 alarmó aún más a laURSS sobre la posibilidad de un realineamiento de potencias. A pesar de los esfuerzos soviéticos llevados a cabo tras la muerte de Mao Zedong en 1976 para suavizar las relaciones, la rivalidad chino-soviética aumentó. China animó a los países de Europa del Este a que buscaran un mayor grado de libertad, a que reconocieran el Mercado Común (hoy Unión Europea) y a que giraran hacia Occidente para obtener ayuda militar y económica. Las negociaciones chino-soviéticas para mejorar sus relaciones comenzaron a finales de 1979, fueron rotas a principios de 1980 y se reanudaron en 1982.

Relaciones con otras naciones asiáticas

La URSS reconoció en 1950 a las fuerzas comunistas vietnamitas de Ho Chi Minh. En 1954 participó en el Acuerdo de Ginebra que dividió al país en Vietnam del Norte y Vietnam del Sur y continuó apoyando al primero. A lo largo de la guerra de Vietnam, durante la década de 1960, la URSS entró en conflicto con Estados Unidos. Tras la victoria norvietnamita, la URSS mantuvo su apoyo a Vietnam en su lucha contra China.

Las relaciones con otros países asiáticos fueron conciliatorias pero también agresivas. El primer ministro Kosiguin rindió un importante servicio a la paz mundial en 1966 al mediar en una nueva fase del enfrentamiento entre la India y Pakistán por la región de Cachemira. Durante el conflicto indo-paquistaní, que concluyó con la creación del Estado de Bangla Desh en 1971, la URSS apoyó a la India, mientras que China y Estados Unidos tomaron partido por Pakistán. A pesar de mantener relaciones normales con Japón, nunca llegó a firmar un tratado de paz tras la II Guerra Mundial, ya que la URSS se negó a devolver a Japón las estratégicas islas Kuriles, ocupadas en 1945.

En diciembre de 1979, en un intento de apuntalar un gobierno marxista tambaleante, la URSS envió numerosas tropas que cruzaron la frontera de Afganistán, ocupando el país. En medio de la condena del resto del mundo, las tropas soviéticas tuvieron que combatir para aplastar la resistencia nacionalista y tomaron posiciones aparentemente para una larga temporada. Aunque la lucha continuaba en 1982, parecía que un nuevo Estado 'satélite' asiático había entrado en la órbita soviética.

Penetración en África

Los intentos soviéticos por ejercer su influencia en África sufrieron dos notables contratiempos durante la década de 1960. El primer ministro, prosoviético, de la República Democrática del Congo (denominada Zaire desde 1971 hasta 1997) Patrice Lumumba fue asesinado en una revuelta en 1961. En Ghana, Kwame Nkrumah y su gobierno comunista fueron derrocados y los asesores soviéticos expulsados. Sin embargo, durante la década de 1970 la URSS con la ayuda de tropas cubanas logró colocar en el poder un gobierno prosoviético en Angola y ayudó a Etiopía a rechazar a los somalíes. Apoyó al antigubernamental Frente Patriótico de Rhodesia (ahora Zimbabwe) y grupos similares en África del Sur. Todo ello alarmó a Occidente por considerar estas acciones como una nueva forma de imperialismo soviético.

Las relaciones con Egipto fueron estrechas durante las décadas de 1950 y 1960. La URSS apoyó a Egipto cuando este país nacionalizó el canal de Suez en 1956, le ayudó en la construcción de la presa de Asuán y respaldó a los egipcios en la guerra de los Seis Días de 1967. En 1971 ambos países firmaron un tratado de amistad valedero durante quince años. Sin embargo, Egipto ordenó al año siguiente la salida de todos los asesores militares del país. Las críticas soviéticas a la visita del presidente egipcio Anwar al-Sadat a Jerusalén en 1977 para alcanzar la paz en el conflicto árabe-israelí, irritaron más aún a Egipto. En diciembre de 1977 Sadat ordenó a la URSS cerrar sus consulados y cesar todas sus actividades culturales. Los asesores soviéticos también fueron obligados a abandonar Sudán y Somalia.

Relaciones con Europa occidental

En 1955 la URSS aceptó la independencia y neutralidad de Austria. En ese mismo año se establecieron relaciones diplomáticas plenas con la República Federal de Alemania, pero el milagro económico alemán y la nueva Östpolitik del ministro de Asuntos Exteriores Willy Brandt incrementaron las dudas soviéticas sobre su posición en una Europa del Este tentada por el comercio, la tecnología y las ideas occidentales. El problema de Berlín occidental, en pleno territorio de la República Democrática de Alemania, era particularmente espinoso. La URSS intentó poner todo Berlín bajo control de Alemania Oriental y apoyó las peticiones de este país para la reunificación alemana. No obstante, las relaciones con Alemania Occidental mejoraron a finales de la década con la llegada al poder en ese país de los socialdemócratas. En agosto de 1970 los gobiernos de la URSS y Alemania Occidental firmaron un tratado por el que renunciaban al uso de la fuerza para zanjar las disputas y se aceptaban las fronteras europeas existentes en ese momento, incluida la frontera Oder-Neisse entre Alemania Oriental y Polonia. Las tensiones se redujeron aún más cuando en 1973 las dos Alemanias se reconocieron diplomáticamente.

Relaciones con Estados Unidos

Las relaciones soviéticas con Estados Unidos tras la II Guerra Mundial estuvieron caracterizadas por periodos alternativos de tensión y distensión en el marco general de la Guerra fría.

En 1962 la URSS y Estados Unidos sufrieron un grave deterioro de sus relaciones como consecuencia de la denominada crisis de los misiles de Cuba. La URSS había mantenido estrechas relaciones con el gobierno de Fidel Castro, al que prometió ayuda en caso de un ataque estadounidense. En 1962, cuando la URSS instaló rampas de lanzamiento de misiles y el presidente John Fitzgerald Kennedy exigió su retirada, el máximo dirigente soviético Jruschov cedió. La URSS continuó apoyando a la maltrecha economía cubana mediante el establecimiento de relaciones comerciales y la concesión de créditos y ayuda técnica, política que otorgó al Gobierno soviético una gran influencia en los asuntos cubanos. Esta influencia aumentó a partir de 1976 como resultado de la colaboración entre los asesores y militares soviéticos y cubanos en África y Asia.

Control armamentístico

El desarme internacional fue considerado cuestión de importancia primordial tanto dentro como fuera de las Naciones Unidas. En 1954 y más tarde en 1959, las propuestas soviéticas de desarme total fracasaron al negarse la URSS a adoptar las medidas de verificación de los acuerdos. En 1960 la URSS anunció la reducción de un tercio aproximado de su poderío militar, pero de nuevo los países occidentales optaron por no seguir el camino de la URSS sin unas medidas de inspección más rígidas que las aceptadas por ella misma.

En 1953 la URSS contaba ya en su arsenal con la bomba de hidrógeno. Durante los años siguientes las pruebas nucleares, de una potencia cada vez mayor, realizadas por todas las grandes potencias hacían imperativo un acuerdo sobre la limitación de dichas armas. No obstante, poco se había logrado hasta 1963, fecha en la que la URSS firmó un acuerdo con Estados Unidos y Gran Bretaña por el que quedaban prohibidas todas las pruebas nucleares excepto las subterráneas. Además se unió a Estados Unidos en el compromiso de mantener libre el espacio de todo tipo de armamento. Las negociaciones, iniciadas en 1969 sobre reducción de armas nucleares de largo alcance (conocidas como Conversaciones para la Limitación de Armas Estratégicas (SALT), concluyeron en acuerdos firmados en 1972, 1974 y 1979 que limitaban el número de misiles y silos nucleares.

La distensión

La URSS llevó a cabo una activa política internacional respaldada por un creciente poderío militar, pero también se inclinó hacia la distensión con Occidente y en especial con Estados Unidos. En mayo de 1972 el presidente Nixon visitó la URSS. Los acuerdos entre ambas potencias abarcaron diversos temas: la cooperación en investigación médica, la limitación de armamento, la protección del medioambiente, ciencia y tecnología, la exploración espacial y las medidas tendentes a evitar los incidentes marítimos. A estos programas de colaboración le siguieron la condonación por parte estadounidense de la deuda soviética por los préstamos y arriendos de la II Guerra Mundial, un pacto comercial de tres años y una serie de programas de intercambios culturales.

Los esfuerzos para lograr un nuevo tratado de limitación de armas estratégicas, después de 1975, fueron obstaculizados por la represión de los disidentes en la URSS y en Europa del Este, por la participación soviética en Angola y en otros estados africanos y por el continuo apoyo a la causa árabe contra Israel. A pesar de esos focos de tensión, los negociadores soviéticos y estadounidenses alcanzaron un acuerdo que se materializó en el nuevo tratado SALT en mayo de 1979. Un mes más tarde Brezhnev se reunía con el presidente de Estados Unidos Jimmy Carter en Viena para la firma formal. Sin embargo, la intervención del Ejército soviético en Afganistán en diciembre de ese año, hizo que el Congreso de Estados Unidos no ratificara dicho acuerdo.

Las relaciones entre Estados Unidos y la URSS empeoraron al iniciarse la década de 1980. Estados Unidos condenó el papel desempeñado por la URSS en la represión de la disidencia en Polonia y por el derribo, en septiembre de 1983, de un avión civil de las líneas aéreas coreanas en el espacio aéreo soviético.

La era de Gorbachov

Brezhnev murió en noviembre de 1982. Su sucesor en la jefatura del Estado y en la secretaría general del PCUS, Yuri Andropov, falleció tras una prolongada enfermedad en febrero de 1984. Konstantín Ustínovich Chernenko, que falleció a los trece meses de ser elegido para el cargo, fue a su vez sucedido en marzo de 1985 por Mijaíl Gorbachov.

Glasnost y perestroika

Tras consolidar su poder al modificar la composición del Politburó, Gorbachov inició una campaña con el objetivo de reformar la sociedad soviética. Sus planes exigían la perestroika (en ruso, reestructuración) de la economía nacional y una glasnost (en ruso, 'apertura') en la vida política y cultural. En el congreso del PCUS celebrado a finales de junio de 1988, Gorbachov propuso una serie de reformas constitucionales que trasladarían el poder del partido a una asamblea legislativa elegida por sufragio universal, reducirían el papel del partido en la gestión económica y aumentarían considerablemente los poderes presidenciales. Tres meses después, Andréi A. Gromiko abandonó su cargo de jefe del Estado (que desempeñaba desde 1985) y Gorbachov le sucedió en el puesto. En marzo de 1989 el pueblo soviético participó en las primeras elecciones libres celebradas desde 1917 y eligió un renovado Congreso de Diputados del Pueblo. Este Congreso, convocado en mayo, constituyó el Soviet Supremo y eligió a Gorbachov presidente para un mandato de cinco años. Dos trágicos sucesos, el grave accidente ocurrido en abril de 1986 en la central nuclear de Chernobil, que causó serios daños al medioambiente y reveló grandes deficiencias en el programa nuclear soviético, y el terremoto de Armenia en diciembre de 1988, que provocó más de 25.000 muertos y dejó al menos a 400.000 personas sin hogar, obstaculizaron el proceso de reforma de la economía nacional preconizado por Gorbachov.

Iniciativas en política exterior

En abril de 1988 se llegó a un acuerdo para la retirada de las tropas soviéticas que ocupaban Afganistán. Las estadísticas oficiales publicadas en mayo indicaban que habían muerto 13.310 soldados y 35.478 resultaron heridos durante la guerra. La retirada finalizó en febrero de 1989. En octubre los dirigentes soviéticos reconocieron que la intervención en ese país había "violado las normas de comportamiento correcto".

Entre 1985 y 1991 Gorbachov celebró diversas reuniones en la cumbre con los presidentes estadounidenses Ronald Reagan y George Bush. En el encuentro de Reykjavík (Islandia) con Reagan, en octubre de 1986, los dos líderes intercambiaron audaces propuestas de reducción de armas, pero las negociaciones se rompieron a causa de la demanda soviética de la limitación de las investigaciones y pruebas de la Iniciativa de Defensa Estratégica. Los dos presidentes firmaron un acuerdo en diciembre de 1987 por el que se eliminaban los misiles de alcance medio y algunos tipos de los de corto alcance. En mayo de 1990 Gorbachov y Bush firmaron un tratado que ponía fin a la producción de armas químicas y reducía los arsenales de este tipo de armas. En julio de 1991 ambos mandatarios volvieron a firmar otro acuerdo por el que se recortaban sustancialmente las armas nucleares estratégicas.

Las iniciativas de Gorbachov en otros aspectos de política internacional fueron igualmente sorprendentes. En diciembre de 1988 anunció en la Asamblea General de las Naciones Unidas la reducción unilateral de armas convencionales, en especial en Europa del Este y en la frontera chino-soviética. Durante su visita a Pekín en mayo de 1989, China y la URSS acordaron reanudar unas relaciones normales tras treinta años de conflicto. En un encuentro con el papa Juan Pablo II, celebrado en Roma, Gorbachov prometió garantizar la libertad religiosa en la URSS. La URSS y el Vaticano acordaron establecer relaciones diplomáticas. Las relaciones con Israel también mejoraron notablemente, al flexibilizar las restricciones de migración a los judíos rusos. Al crecer la tensión en el golfo Pérsico desde agosto de 1990, la URSS apoyó en general la política, encabezada por Estados Unidos, de utilizar la presión económica y militar para forzar la retirada iraquí de Kuwait.

El comunismo en crisis

Entre las más importantes novedades de la nueva política soviética, destacó la negativa de la URSS a intervenir, a diferencia de épocas pasadas, en Europa del Este entre 1989 y 1991 en el desarrollo de los movimientos reformistas que pusieron fin a los gobiernos comunistas de Polonia, Hungría y Checoslovaquia y que culminaron con la reunificación de Alemania. El COMECON y el Pacto de Varsovia, dos de las piedras angulares de la política exterior soviética, fueron disueltos. Tampoco el comunismo soviético era inmune a las fuerzas que habían hundido a los regímenes de los países del Este. En febrero de 1990 y en un proceso de deterioro cada vez mayor de la economía soviética, el Partido Comunista acordó ceder su monopolio político. En marzo, cuando Gorbachov era el presidente ejecutivo del país, grupos insurgentes lograron un significativo ascenso en las elecciones locales. Gorbachov había perdido considerable apoyo entre la población por su política interna. El 11 de marzo Lituania declaró su independencia, desafiando las sanciones impuestas por Moscú. Los grupos nacionalistas y los movimientos independentistas también actuaron en otras repúblicas y los estallidos de violencia étnica cada vez se hicieron más frecuentes. En noviembre, Gorbachov intentó de nuevo ampliar sus poderes presidenciales para ejecutar sus reformas políticas y económicas.

El sector duro comunista, en el que se encontraban muchos de los altos cargos del gobierno, dieron un golpe de Estado, mantuvieron a Gorbachov bajo arresto domiciliario e intentaron reinstaurar el control centralizado comunista. En tres días los reformistas encabezados por Borís Yeltsin detuvieron el golpe y comenzaron a desmantelar el aparato del partido. Con la URSS al borde del colapso, el Congreso de Diputados del Pueblo acordó el 5 de septiembre establecer un gobierno provisional en el que el Consejo de Estado, encabezado por Gorbachov y compuesto por los presidentes de las repúblicas participantes, ejercería poderes de emergencia. Al día siguiente el Consejo reconoció la independencia de Lituania, Estonia y Letonia. La creciente influencia de Yeltsin acabó con la de Gorbachov y el gobierno de la Federación Rusa asumió los poderes que había ejercido el desaparecido gobierno soviético. El 21 de diciembre de 1991 la URSS dejó formalmente de existir. Once de las doce repúblicas que quedaban, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguizistán, Moldavia, Rusia, Tayikistán, Ucrania y Uzbekistán acordaron crear la llamada, de forma imprecisa, Comunidad de Estados Independientes (CEI). Gorbachov dimitió el 25 de diciembre y el día siguiente el Parlamento soviético proclamó la disolución de la URSS.




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Enviado por:Beatriz Heras
Idioma: castellano
País: España

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