Filosofía y Ciencia
La democracia en América; Tocqueville
Resumen La democracia en América (Tocqueville)
Introducción
La igualdad de condiciones da al espíritu cierta dirección, determinado giro a las leyes; a los gobernantes máximas nuevas, y costumbres particulares a los gobernados.
Desde hace 700 años, todas las acciones que se llevan a cabo son para alcanzar la nivelación universal. Todas las nuevas ideas eran puestas al alcance del pueblo. En definitiva, los grandes acontecimientos de los últimos 700 años eran para alcanzar una mayor libertad y por ende la democracia.
El desarrollo gradual de la igualdad de condiciones tiene las siguientes características: universal, durable, escapa a la potestad humana y todos los acontecimientos, como todos los hombres, sirven para su desarrollo.
La evolución de la democracia debe seguir su curso natural; siempre ha estado abandonada a sus instintos salvajes. Intentar detenerla sería como luchar contra Dios.
Esta revolución social es más ágil en América que en Europa, pero aquí siempre ha caminado al azar.
La revolución democrática se hizo en el cuerpo de la sociedad, pero no en sus leyes, costumbres, etc; donde era necesario el cambio para que la revolución fuera útil, por lo tanto, la democracia no cuenta con los elementos que atenúan sus vicios y muestran sus ventajas, sino que sólo vamos sus males.
Antiguamente el siervo reconocía su inferioridad y el noble que sus beneficios eran legítimos, por lo tanto, había miseria y desigualdad, pero “las almas no estaban degradadas”. Cuando esta diferencia deja de considerarse legítima se crean los conceptos de usurpado y opresor.
Cuando estas clases se confunden, el Estado se vuelve democrático y las instituciones se afirman pacíficamente. Cuando cada clase social puede gozar y conservar cada uno de sus derechos, se crea la confianza entre éstas y se alejan del orgullo o de la bajeza. En esta sociedad habrá más vicios, pero menos crímenes.
Los hombres por separado, se sienten débiles y al actuar en conjunto se vuelve más fuerte, al punto de desplazar su interés particular por uno general.
Después del período de la aristocracia, las diferencias entre pobres y ricos disminuye, pero entre ellos surgen nuevos motivos para odiarse y por ende, ninguno quiere al otro en el poder. Los derechos no existen y la única garantía para el porvenir es la fuerza. La sociedad de vuelve pasiva, no porque esté segura de sí misma, sino porque se considera débil y tiene temor.
Pareciese que el antiguo-natural lazo que unía a la opinión con los gustos y a los actos con las creencias, se ha roto. Los hombres se han vuelto contradictorios, pregonan sobre la libertad, pero viven rodeados de esclavitud; los cristianas que parecieran ser los principales defensores de ésta, se encuentran unidos a poderes de la democracia y suelen olvidarla, etc.
Se está viviendo un período de grandes contradicciones: las iglesias atacan la libertad, los tontos gobiernan, los generosos están a favor de la esclavitud, etc. A pesar de todo esto, existe un lugar donde la gran revolución social si ha dado frutos: América y esto se debe a que los inmigrantes europeos trajeron estas nuevas ideas, que en su continente estaban siendo fuertemente discutidas y lograron ponerlas en práctica. Así se logró que la libertad creciera y que las leyes pudieran desarrollarse.
Es necesario estudiar el caso de Norteamérica para saber cuáles son las ventajas y desventajas de la democracia, además de proyectar la manera en que se podría desarrollar en Francia y el resto de los países europeos. Se pretende también, entender la influencia que ejercen la igualdad de condiciones y el gobierno democrático sobre la sociedad civil, sus hábitos, ideas y costumbres.
Volumen I; 2ª parte
Cap. 1: Es el pueblo de EE.UU. el que realmente gobierna, ya que es éste el que nombra a sus representantes y los cambia o reelige periódicamente por medio de nuevas elecciones. No sólo las instituciones son democráticas, su desarrollo también (ellos son jurado de los criminales). En definitiva, es la mayoría la que gobierna en nombre del pueblo y ésta está compuesta por ciudadanos interesados en el bienestar común.
Cap. 2: Existe una gran división entre los partidos. Cuando los actores discrepan entre sí sobre puntos que interesan igualmente a todos los sectores del país, entonces se ven nacer los partidos. El carácter de éstos va variando según el período, pero siempre se encuentran en movimiento, por sutil que éste sea.
Los grandes partidos son aquellos que están unidos a los principios más que a las consecuencias; a las generalidades más que a los casos particulares; a las ideas más que a los hombres. Los partidos pequeños no tienen fe política, su carácter está impregnado de egoísmo (son como chillones).
Norteamérica ha contado con grandes partidos que le han otorgado mucha felicidad, pero no así moralidad.
En el momento de la independencia, existían 2 opiniones: los que querían restringir el poder del pueblo (federalistas, minoría, pero muy cultos) y los que querían extenderlo indefinidamente (republicanos o democráticos). Los federalistas logran llegar al poder por el temor latente a la anarquía y logran llevar a cabo muchos de los principios que promulgaban. En 1801, y con Jefferson a la cabeza, los republicanos toman el poder: poco a poco este partido se apoderó de la sociedad entera. Los federalistas se dividen.
A pesar de la disolución de este partido, fueron ellos los que lograron la formación de la Unión norteamericana.
Actualmente (en la época del libro) no se perciben grandes partidos en EE.UU., por lo tanto, existen muchos “mini partidos” que hacen que la opinión pública se fraccione por cualquier motivo. Es necesario que la opinión logre crear partidos porque de otro modo es muy difícil derribar al que tiene el poder.
Un hombre político (norteamericano), considera sus propios intereses y busca otros intereses análogos que puedan agruparse en torno al suyo para, posteriormente presentarlos.
Cuando se estudia en profundidad a todos estos partidos pequeños, se puede leer que cada uno conserva influencias de los 2 principales partidos de antaño: unos quieren reducir el uso del poder público (tendencia aristocrática) y los otros extenderlo (tendencia democrática).
En el momento en que el partido aristocrático (federal) se disolvió, el democrático tomó la dirección de los negocios y comenzó a modelar las costumbres y las leyes según sus deseos. Debido a esto la gente de la riqueza se margina y crea una sociedad particular que tiene sus gustos y goces aparte. Se percibe un sentimiento de desprecio por parte de éstos hacia las instituciones democráticas del país.
Las 2 grandes armas que emplean los partidos para lograr sus fines son los periódicos y las asociaciones.
Cap. 3: La libertad de prensa no deja solamente sentir su poder sobre la opinión pública, sino también sobre todas las opiniones de los hombres. No modifica sólo las leyes, sino las costumbres. Una opinión dicha por un hombre poderoso tiene mayor poder que la de mil oradores.
Cuando un país está bajo un gobierno despiadado y lo único que se tiene es la libertad de prensa, ésta se debe considerar como LA garantía que queda de la libertad y de la seguridad de los ciudadanos. En un país donde rige del dogma de la soberanía popular, la censura no es solamente un peligro, sino también un absurdo.
La soberanía del pueblo va ligada a la libertad de prensa, en cambio la censura y el voto universal, no pueden encontrarse juntos, son contradictorios.
La prensa tiene instintos y pasiones propias de ella, independientes de las circunstancias entre las que actúa; debe criticar en su momento y aplaudir cuando corresponda.
En Norteamérica, la prensa tiene los mismos gustos destructores que en Francia, y la misma violencia sin las mismas causas de cólera.
La prensa norteamericana tiene menos influencia que la francesa, pero aún así, es temida y nadie se atreve a demandarla. Este poco poder se debe a: la falta de un ejemplo de prensa que le enseñe cómo se debe escribir o criticar; existen demasiados periódicos por lo que la fuerza se dispersa; el espíritu del periodista es atacar groseramente y poner al desnudo las debilidades de su interlocutor.
La gran cantidad de diarios se debe a la facilidad para crear este tipo de empresas: cualquier persona se puede ocupar de él. Otro problema de esta diseminación es que son económicamente muy poco solventes debido a la gran competencia, lo que provoca que para disminuir los costos se baje la calidad del periodismo y pierda aún más poder.
A pesar de todo, la prensa en su conjunto sí tiene mucho poder, puesto que al vigilar a los gobernantes los hace comparecer continuamente a los tribunales y se convierte así en la primera potencia después del pueblo.
El gobierno de EE.UU. varía constantemente con las elecciones, pero los principios fundamentales se conservan porque ya cuentan con el apoyo de la opinión pública y es muy difícil hacerlos cambiar de parecer. Los pueblos en que ya existe la libertad de prensa se apegan a sus opiniones más por orgullo que por convicción. El hombre cree firmemente porque acepta sin profundizar. Cuando la libertad de prensa es puesta en juego, es cuando más ésta se defenderá.
Es muy difícil decidir el saber quién gobierna mejor, si la democracia o la aristocracia, pero es claro que la democracia estorba a uno, y que la aristocracia oprime a otro.
Cap. 4: Norteamérica es el país donde se ha sacado mayor partido de la asociación, y donde se ha aplicado ese poderoso medio de acción a una mayor diversidad de objetos. Muchas de estas asociaciones deben su existencia a las voluntades individuales (no como las ciudades o poblados que son instituidas). En EE.UU. las asociaciones tienen fines de seguridad, comerciales, e industriales, morales y religión.
La libertad de asociación es más poderosa que la libertad de escribir. La de asociación reúne los esfuerzos de los espíritus divergentes, y los empuja con vigor hacia un solo fin claramente indicado por ella.
En Norteamérica, la libertad de asociarse con fines políticos es ilimitada, ésta ha llegado a ser una garantía necesaria contra la tiranía de la mayoría. No hay país donde las asociaciones sean más necesarias, para impedir el despotismo de los partidos que aquéllos cuyo estado social es democrático.
La libertad de asociación puede ser riesgosa (anarquía), pero ofrece, sin embargo una garantía esencial: no existen sociedades secretas o conspiradoras.
El derecho de asociación es casi tan inalienable como la libertad individual
Los europeos ven en esta libertad un arma de guerra; los norteamericanos la ven como la posibilidad de comprobar su número, desarrollar argumentos e intentar atraer la mayoría.
De todas las causas que concurren en los EE.UU. a moderar las violencias de la asociación política, la más poderosa es el voto universal.
En Europa, el fin principal de las asociaciones es actuar y no hablar, combatir y no convencer, se ven ellas mismas naturalmente inclinadas a darse una organización que no tiene nada de civil, y a introducir en su seno los hábitos y las máximas militares.
Cap. 5: La democracia norteamericana está entregada a sus propias fuerzas, su andar es natural y todos sus movimientos son libres. Éste es el punto que se le debe juzgar. EE.UU. ha admitido el voto universal y éste se observa en las poblaciones de diferentes escalas sociales.
Dicho voto, en Europa, se cree que producirá demasiados bienes, al igual que demasiados males, pero en Norteamérica no se han manifestado ninguno de los 2 extremos.
En Europa se cree que una de las principales ventajas del voto universal es la de poder elegir a hombres dignos de confianza para gobernar, pero es un hecho que esto no sucede así (en EE.UU. por lo menos). Existen varias causas de este fenómeno: la mayor o menor facilidad que encuentra el pueblo en vivir sin trabajar forma el límite necesario de sus progresos; la masa ciudadana quiere el bien del país, pero no sabe juzgar los medios para lograr su fin; los medios que lograrán la igualdad no alcanzan para todos por lo que conviene mantener alejado a los más poderosos de los negocios públicos (se crea cierta envidia).
Estas causas, no sólo hacen que los instintos naturales de la democracia lleven al pueblo a apartar a los hombres distinguidos del poder, sino que también, son éstos los que prefieren alejarse de la carrera política.
El voto universal no cuenta con la ventaja de la garantía universal.
Cuando el Estado se ve amenazado por grandes peligros, el pueblo olvida sus envidias y suele elegir a gobernantes sabios que los puedan salvar de la mala situación. Es por esto que en el período de independencia EE.UU. contó con líderes más sabios para que los guiaran.
En Washington existe una gran diferencia entre los miembros de la sala de diputados y los de la sala de senadores.: en la primera se encuentran hombres vulgares y sin mucha sabiduría ya son elegidos de manera directa por los ciudadanos; en la segunda, los ciudadanos eligen a la legislatura de cada Estado, las que se transforman en cuerpos electorales y eligen a los senadores. Por lo tanto, ambas cámaras responden a la elección por voto universal. Deberá llegar el momento en que ambas cámaras se elijan por medio de los dos grados (como los senadores).
Cuando las elecciones se realizan de manera muy distanciada, los partidos están más ansiosos de ganar para apoderarse la fortuna que tan raras veces está a su alcance, este sistema perjudica a la bondad del gobierno. Si por el contrario, las elecciones son muy frecuentes, la sociedad se vuelve muy inestable (tanto en lo económico como en lo legislativo) y su existencia es amenazada. Los norteamericanos han preferido esta segunda opción.
Los funcionarios públicos en EE.UU., se confunden con los ciudadanos, es decir, no se visten de manera aparatosa diferentes, ya que estas diferencias pueden herir a la ciudadanía. Los funcionarios conocen su importancia y no necesitan que un “disfraz” se los recuerde.
Estos funcionarios, todos reciben salario, de nos ser así, los servicios serían gratuitos y la política estaría reservada exclusivamente para los aristócratas. Esta es otra causa por la que hombres vulgares ocupen puestos políticos en la democracia.
La democracia y la monarquía absoluta son los 2 gobiernos donde se encuentra una gran arbitrariedad por parte de los magistrados. En el caso de la monarquía, el soberano tiene todo el poder en sus manos, les deja una gran libertad de acción a los magistrados porque está seguro que no abusarán de ésta (saben las consecuencias). Por su parte, en las democracias, la mayoría puede quitar el poder a quienes se los confió en un año, por lo que no temen que abusen de esa libertad. Este hecho es incluso peor en la democracia, porque en la monarquía el soberano puede castigar al magistrado.
Los cambios de gobiernos son tan frecuentes que casi no se escribe, se puede decir que todo se hace por tradición oral, los únicos documentos históricos son los periódicos. Esta inestabilidad administrativa ha penetrado las costumbres, la sociedad no se interesa por lo pasado y vive el día a día. Esta es un motivo que provoca que los diferentes administradores no aprendan nada unos de otros, por lo tanto, la democracia llevada a sus extremos daña el progreso del arte de gobernar.
Para saber si la democracia es un gobierno económico es necesario compararla con gobiernos libres. Para esto es debe hacer la distinción entre las 3 clases existentes: los ricos, los acomodados (sin ser ricos) y los pobres (los que tienen poca o ninguna propiedad). El gobierno de las clases medias debería ser el gobierno más económico.
Supuestamente, el voto universal debería dar el gobierno a los pobres, pero ya se ha comprobado el desastre en las finanzas cuando éstos asumen el poder económico. En un país donde la ciudadanía cuente con propiedades, las profusiones de la democracia son menos peligrosas.
Cuando los aristócratas gobiernan, se preocupan más de conservar que de perfeccionar, en cambio, cuando el poder está en manos del pueblo, éste intenta reivindicarse con los que no tienen y no son capaces de costear los gastos. Además por parte de los beneficiados, nacerán un sin fin de necesidades que antes ni siquiera se imaginaban.
Otro motivo que hace de la democracia un gobierno más caro que otros es el mal manejo de sus empresas producto de los constantes cambios de líderes.
En EE.UU., los salarios de los altos funcionarios son proporcionalmente menores que los de los cargos secundarios, esto se explica porque son los ciudadanos los que determinan el monto del sueldo y éstos no conocen el nivel de necesidades de los altos funcionarios, en cambio a los de segundo rango los ven como iguales. La democracia, a diferencia de la aristocracia, gasta poco en quiénes la gobiernan y mucho en los gobernados.
Existen diferentes tipos de sociedades: ahorrativas, despilfarradoras, productivas, artísticas, etc; y estas características particulares de cada una influirán en la dirección de las finanzas del Estado. Los hábitos de la vida privada se reflejan en los de la vida pública y es necesario saber distinguir entre las economías que dependen de las instituciones y las que derivan de los hábitos y las costumbres.
Para poder apreciar el tamaño de las cargas públicas de un pueblo, son necesarias 2 operaciones: saber cuál es la riqueza de ese pueblo y cuánto es su gasto. Sólo con esta relación se podrá conocer el monto de los gastos públicos. La riqueza de un pueblo está compuesta por: los capitales inmobiliarios y los bienes inmuebles; ambos, muy difíciles de determinar. No existen los datos suficientes para hacer una comparación entre Francia y EE.UU, pero se concluye que este último país no tiene un gobierno barato y si alguna vez estuviese en apuros, tendría que subir sus impuestos casi al nivel de una aristocracia.
Tanto la aristocracia como la democracia son reconocidas por facilitar la corrupción. En la primera los hombres son ricos y pueden comprar los puestos de poder y en las segundas todos compiten para hacerse ricos. No se le debe temer a la inmoralidad de los grandes, sino a la inmoralidad que conduce a la grandeza.
Una democracia se puede confundir con un gobierno tiránico, donde el soberano diga gobernar en nombre del pueblo, pero en definitiva actúe según a él le parezca. La única república democrática como tal que ha existido es la de EE.UU., la que se ha visto en riesgo sólo una vez durante la guerra de independencia.
El reclutamiento militar es voluntario, al igual que la participación en la marina. La democracia, es más apropiada para dirigir un país en paz que en conflicto.
La sociedad norteamericana no está dispuesta a ceder ciertos privilegios en miras del porvenir. Su legislación está hecha por el pueblo y para el pueblo así que si ellos consideran que una ley molesta, aunque sea beneficiosa a largo plazo, es rechazada o no obedecida. Pero la democracia no puede obtener la verdad más que de la experiencia, y muchos pueblos no podrían esperar, sin perecer, los resultados de sus errores.
Hubo 2 hombres que dieron la dirección de los negocios exteriores que debía tomar Norteamérica: Washington y Jefferson.
El primero señalaba la importancia de establecer lazos económicos con los otros países, pero no así políticos, para que de esta manera se pudiera conservar la neutralidad. Además decía que las alianzas deberían durar determinado tiempo y que los compromisos contraídos debían cumplirse. Jefferson agregó que los norteamericanos no debían pedir privilegios a las naciones europeos porque de alguna manera quedaban endeudados. (¡Me parece que Washington le tiene mala a Bush!).
Para el autor, la peor dirección de los intereses internacionales es la de un gobierno democrático, ya que éste sistema carece de las cualidades que dichas relaciones requieren. El mejor sistema para las relaciones internacionales es el aristocrático ya que es como un hombre firme e ilustrado que no muere.
Cap. 6: El autor aclara que la constitución política de EE.UU. es UNA de las formas que la democracia puede adoptar, sus instituciones no son las únicas ni necesariamente las mejores.
Los vicios o debilidades de la democracia se perciben a simple vista, en cambio sus ventajas y cualidades son casi invisibles y no se descubren sino a la larga. EE.UU. logra progresar por su bondad absoluta. Las leyes de la democracia tienden al bien de la mayoría la cual puede engañarse, pero no tener un interés contrario a ella misma.
La aristocracia es infinitamente más hábil que la democracia en el arte de legislar, puesto que la última suele hacer leyes defectuosas e intempestivas. La democracia norteamericana suele engañarse en la elección de los hombres que tendrán el poder, pero el Estado igual prospera en sus manos. La ventaja real de la democracia es servir al bienestar del mayo número.
En EE.UU. aunque los gobernantes sean malos, la marcha general es benéfica. En los gobiernos aristocráticos los funcionarios hacen el mal sin quererlo; en democracia hacen el bien sin haberlo pensado.
Existe un patriotismo que surge de un sentimiento irreflexivo que liga el corazón del hombre al lugar en que nació, este amor impulsa a éste a realizar grandes esfuerzos por su patria. Existe también un patriotismo racional, donde se reconoce que el bienestar del país es el bienestar individual.
Cuando la sensación de unión se ha perdido es necesario recurrir a la incorporación de los individuos de la sociedad al espectro político. El norteamericano tiene tal admiración por su propio país que no acepta críticas de los extranjeros.
La idea de los derechos no es otra cosa que la virtud en el mundo político, es decir, así como no existen grandes hombres sin virtud, tampoco hay sociedad sin respeto a los derechos. La manera de hacer que el hombre los respete es entregándole ciertos derechos, tales como el de propiedad o el de la tolerancia política.
El gobierno de la democracia hace llegar la idea de los derechos hasta el último de los ciudadanos. El momento en que se conceden derechos políticos a un pueblo que ha sido privado de ellos hasta entonces es un momento de crisis; necesaria, pero peligrosa.
No porque una ley se aprobada por el pueblo entero va a tener mayor autoridad. Los que quieren atacar dichas leyes deben intentar cambiar la opinión de la mayoría o pisotear su voluntad. Los habitantes de EE.UU no sólo se someten a la ley porque la reconocen como una obra propia, sino que también porque la consideran como un contrato, además de tener conciencia de que pueden cambiarla. Los únicos que desconfían de las leyes son los ricos, ya que éstas son elaboradas por la mayoría y ellos no pertenecen a este grupo.
En muchos países, la ciudadanía se molesta cuando se les pregunta sobre cuestiones políticas, ya que lo consideran una pérdida de tiempo, en cambio, si a un norteamericano se le prohibiese hablar de este tema, su vida quedaría reducida ala mitad de lo que es, ya que todo lo referente al círculo político del apasiona.
Una de las principales ventajas del gobierno democrático no es lo que hace, sino lo que hace hacer. El gobierno de uno solo (despotismo inteligente) pone más continuidad en sus empresas que el de la multitud (libertad democrática).
“La democracia no da al pueblo el gobierno más hábil, pero crea lo que el gobierno más hábil es a menudo incapaz de hacer: esparce por todo el cuerpo social una inquieta actividad, una fuerza abundante y una energía que no existe jamás sin ella, y que, por poco que las circunstancias sean favorables, pueden engendrar maravillas. Esas son sus verdaderas ventaja”.
“Pero, si os parece útil desviar la actividad intelectual y moral del hombre hacia las necesidades de la vida material, y emplearla en producir el bienestar; si la razón os parece más provechosa a los hombres que el genio; si vuestro objeto no es crear virtudes heroicas, sino hábitos pacíficos; si preferís mejor ver vicios que crímenes, y preferís menos grandes acciones, a condición de encontrar menos delitos; si, en lugar de actuar en el seno de una sociedad brillante, os basta vivir en medio de una sociedad próspera; si, en fin, el objeto principal de un gobierno no es, según vosotros, dar al cuerpo entero de la nación la mayor fuerza o la mayor gloria posible, sino procurar a cada uno de los individuos que la componen el mayor bienestar y evitarle lo más posible la miseria; entonces, igualad las condiciones y constituid el gobierno de la democracia”.
Cap. 7: Es esencial que en los gobiernos democráticos la mayoría sea absoluta, puesto que sin éstas, no hay democracia que resista. De todos los poderes políticos, el que más obedece a la mayoría es el de la legislatura, donde sus miembros son elegidos directamente y por poco tiempo. Esto provoca que el poder ejecutivo esté sometido a las leyes y todo el poder que creía tener sea anulado.
Frecuentemente, los electores, al elegir a un diputado, le entregan una lista de requisitos y de obligaciones que el legislador debe cumplir, lo que hace que el sistema legislativo se vuelva casi como el de los romanos, donde se discutía en la plaza pública. El imperio moral para esta acción es que se considera que los intereses del mayor número deben ser preferidos a los de la minoría. Cuando en EE.UU. la mayoría ha decidido sobre un tema no existe manera posible de hacer que la resolución se aplace, y menos que no se lleve a cabo; las consecuencias de esto serán peligrosas y funestas.
Todos los vicios de la democracia provienen del poder de la mayoría. Tales como:
-La inestabilidad legislativa; ya que la democracia lleva a hombres nuevos al gobierno, los que no logran ambientarse en política y rápidamente son reemplazados por medio de otra elección. Las leyes, por tanto, son de muy corta duración.
-En Norteamérica la acción del legislador no se aminora nunca.
-La omnipotencia de la mayoría, no sólo hace inestable la ley, sino que ejerce la misma influencia sobre la ejecución de ésta y sobre la acción de la administración pública.
-En Norteamérica se concede a ciertos tema mucha más atención que en otras partes, en cambio en Europa la fuerza que se le pone es menor, pero más continua.
El autor siente cierto temor al gran poder con el que cuenta la democracia, cree en el peligro de la tiranía de la mayoría.
El gobierno mixto no existe porque cada sociedad termina por descubrir que hay un principio de acción que domina a los demás; si un gobierno lograra ser mixto, es decir, igualmente repartido entre principios contrarios, la revolución sería inmediata. Sería necesario encontrar un poder superior-perfecto que se pueda poner por sobre los demás, pero esto es imposible por que tal omnipotencia no existe.
El problema que presenta Norteamérica referente a la tiranía de la mayoría, no es la extremada libertad con la que cuenta, sino más bien, la falta de garantías que eviten que ésta se instaure.
La distinción entre arbitrario y tiranía es que la tiranía puede ejercerse en nombre de la misma ley y no es arbitrario; y lo arbitrario puede ejercerse en interés de los gobernados, y entonces no es tiránico. En EE.UU., la omnipotencia de la mayoría, además de favorecer el despotismo del legislador, favorece el arbitrio del magistrado. La ley deja a los funcionarios excesivamente libres lo que provocará hábitos que algún día puedan ser funestos.
Cuando se está discutiendo sobre algún tema, todos los ciudadanos opinan, pero en el momento en que se ha llegado a una resolución, las voces opositoras se silencian, este se debe a que todos respetan el derecho de la mayoría de hacer las leyes. A pesar de esto, no existe país con mayor independencia de espíritu y libertad de discusión que EE. UU. En Norteamérica se traza un círculo en torno al pensamiento, algo así como “hasta aquí se puede hablar”, el que opina sobre temas que se salgan de dicho círculo es marginado socialmente. Todos son libres de pensar como quieren, pero el que se sale de la norma será marginado.
El poder que domina a Norteamérica no acepta que se rían de él. Por esto es que no existen grandes escritores de esta tierra (por lo menos hasta ese momento), ya que para ejercer esa profesión es necesaria la libertad de espíritu y aquí no existe.
La acción creciente del despotismo de la mayoría se debe a la falta de hombres notables en la política (¡por suerte ahora tenemos a Bush!). La ciudadanía, al estar tan cerca de sus soberano (son como colegas) comienzan a especular sobre sus debilidades y a vivir a expensas de sus pasiones, esto hace que sus almas se rebajen y es uno de los principales reproches que se le puede hacer a la democracia.
Los gobiernos perecen por impotencia, el poder se les escapa; o por tiranía, se lo arrebatan. La democracia no es que no tenga fuerzas para mantenerse, sino que lo que acaba con ella es el abuso de esas fuerzas y el mal empleo de los recursos. De hecho, no existe un poder más fuerte que el de las repúblicas democráticas.
“Si alguna vez la libertad se pierde en Norteamérica, será necesario achacarlo a la omnipotencia de la mayoría, que habrá llevado a las minorías a la desesperación, forzándolas a hacer un llamamiento a la fuerza material. Se precipitará entonces la anarquía, pero llegará como consecuencia del despotismo”.
Cap. 8: Existen 2 tipos de centralizaciones: la gubernamental y la administrativa (no existe en Norteamérica). En EE. UU. la mayoría, que tiene características de un déspota, carece aún de los instrumentos más perfeccionados de la tiranía. La mayoría se ha vuelto cada vez más absoluta y no ha aumentado las atribuciones del poder central; así el despotismo se vuelve muy pesado sobre un punto, pero no puede extenderse a todos, en definitiva, no da abasto. Es entonces cuando el gobierno necesita recurrir a cuerpos municipales o administraciones de condados, los que retardan o dividen la voluntad popular.
EE. UU. cuenta con un gran espíritu legista, éstos son la barrera más poderosa contra los extravíos de la democracia. Los conocimientos especiales con los que cuentan les aseguran un rango aparte en la sociedad y se vuelven una especie de clase privilegiada, por lo tanto, tienen escondido dentro de sí los gustos y hábitos de la aristocracia y su espíritu es eminentemente conservador y antidemocrático. A pesar de esto, son principalmente ellos los que dirigen las revoluciones en contra de los gobiernos establecidos.
Este grupo ansía la vida de orden y la mayor garantía para aquello es la autoridad. Los legistas aceptan la democracia porque cuentan con una doble causa: ser poderosos por ella y sobre ella. El legista pertenece al pueblo por su interés y por su nacimiento, y a la aristocracia por sus hábitos y gustos.
El legista norteamericano se basa en lo que ya se ha hecho sobre un tema en el pasado; el europeo intenta encontrar las razones de porqué se falló así. Las leyes de dicho país son incomprensibles para el vulgo porque se basan en precedentes.
Los legistas, en Norteamérica, son la clase política superior y los más intelectuales de la sociedad. Dicho grupo es el único capaz de neutralizar a la democracia; ésta por su parte, no desconfía de los legistas, por lo que están llamados a ocupar todos los cargos públicos.
El grupo de los legistas, apenas se percibe, es muy sutil en su actuar, pero son realmente los que dirigen a la democracia hacia donde es más conveniente.
En cuanto al tema del jurado, se deben distinguir 2 cosas: una institución jurídica y una política. Se tratará sólo el tema de la institución política. El jurado es un cierto número de ciudadanos elegidos al azar y revestidos, momentáneamente, del derecho de juzgar. Esta acción tiene un carácter completamente republicano, ya que se coloca la dirección real de la sociedad en manos de los gobernados y no en la de los gobernantes. Cada ciudadano es elector, elegible y jurado.
Este dogma de los ciudadanos como jurados y el del voto universal son 2 medios igual de poderosos de hacer reinar la mayoría. El jurado es la institución que velará porque las leyes elaboradas se ejecuten.
El ser elegido para jurado, reviste al hombre de cierta magistratura y le hace sentir que tiene deberes con la sociedad. Su mayor ventaja del jurado está en que aumenta las luces naturales del propio pueblo.
El jurado pronuncia el fallo que el juez ha expresado o ha dejado ver.
El jurado, además de ser el medio más enérgico de hacer reinar al pueblo, es también el más eficaz de enseñarlo a reinar.
Volumen II; 4ª parte.
Cap. 1: La igualdad que hace de los hombres seres independientes unos de otros, les da el hábito de no seguir sus intereses particulares, sino que el de su voluntad. Esta independencia los dispone a mirar de mala manera a cualquier autoridad y los inclina hacia la libertad política.
La igualdad producirá 2 tendencias: la primera conduce a los hombres directamente a la libertad al grado de llevarlos a la anarquía; la otra los lleva de manera lenta y secreta hacia la esclavitud.
Cap. 2: La idea de poderes secundarios (entre el soberano y el pueblo), no existe en las mentes de los demócratas, ésta sólo se puede introducir de manera artificial. Además, la inteligencia de los pueblos prefiere las ideas simples y generales, por lo tanto, debe haber un poder central con una legislación uniforme. Los intereses del individuo no son importantes; lo que es bueno para uno, lo es para todos.
Cap. 3: Cuando el sistema central se ha establecido, los hombres tienden a reconocer su poder y prestarle colaboración, pero la vida privada de un gobierno democrático es tan activa que los ciudadanos no tienen tiempo no energía para cooperar.
En los siglos de igualdad, nadie está obligado a auxiliar a sus semejantes, ni nadie tiene derecho a esperarlo, por lo tanto, todos son a la vez independientes y débiles. Es esto lo que provoca que se unan es torno a un estado central.
El estado central será proclive a la uniformidad porque le evitará conflictos con los ciudadanos (Por qué a él sí, y a mí no). Los pueblos democráticos odiarán a los depositarios del poder, pero amarán el poder mismo. La centralización será el gobierno natural.
Cap. 4: La manera en que cada país tiende a la centralización es diferente. En el caso de un país que no ha conocido nunca la libertad y la igualdad logra desarrollarse, entonces todos los poderes pareciera que se precipitasen hacia el centro y los particulares en un momento en el último grado de la debilidad.
En el caso de Norteamérica nunca han tenido la necesidad de un Estado como tutor, ya que siempre se han gobernado por sí mismos y no han tenido una revolución.
El poder social debe ser siempre más fuerte que el del individuo.
La extrema concentración del poder central termina debilitando a la sociedad y al gobierno mismo, pero al mismo tiempo, dicha centralización extrema permite una mejor organización para determinadas circunstancias como puede ser una guerra.
Uno de los motivos que pueden hacer que un soberano se vea obligado a abandonar su cargo son su origen y sus inclinaciones.
Por regla general, mientras más aristocrático sea el soberano, más centralizada la sociedad democrática.
La única razón que exista para centralizar una sociedad democrática es amar la igualdad, o hacerlo creer de aquello.
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