Literatura
La colmena; Camilo José Cela
SÍNTESIS BIOGRÁFICA
Camilo José CELA nació en 1916 en Iria Flavia. En su libro de memorias La rosa (1959) evoca su infancia y adolescencia en tierras gallegas. En el Madrid de los años de la República (1931-1936) cursa estudios de Derecho, Medicina y Filosofía sin acabar ninguna de estas carreras.
Fue alumno de Pedro SALINAS y perteneció al círculo intelectual agrupado en torno a la figura de María ZAMBRANO. En 1931 aprovecha una convalecencia, aquejado de tuberculosis pulmonar para leer a los clásicos españoles, pero también a contemporáneos como BAROJA y ORTEGA Y GASSET.
Participó en la Guerra Civil y posteriormente desempeñó muy diversos trabajos. Pasó por algunas dependencias sindicales y llegó a ejercer de censor. En Palma de Mallorca fundó en 1956 la revista Papeles de san Armadans. Realizó viajes por varios países de Hispanoamérica y fruto de ello fue la publicación en 1955, de su novela La Catira, ambientada en tierras de Venezuela. Viajó también a Estados Unidos, donde pronunció diversas conferencias y en 1964 fue nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad de Siracusa. Con anterioridad, en 1957, Había sido designado miembro de la RAE.
En 1989 recibe el Premio Nóbel de Literatura y, posteriormente, se crea en Iria Flavia la Fundación Camilo José Cela, donde se guardan manuscritos y primeras ediciones de las novelas del escritor. En 1994 funda y dirige la revista El Extramundi. Entre distinciones y reconocimientos a su labor, que son incontables a partir de la concesión del Nóbel, CELA continuó escribiendo, mientras sus obras se seguían reeditando y traduciendo ininterrumpidamente.
Camilo José CELA fallecía en Madrid a las 8 h. Del 17 de enero como consecuencia de una patología cardiorrespiratoria crónica en fase terminal.
Los problemas respiratorios habían afectado al autor de La Colmena en los últimos meses, pero no por ello había dejado de trabajar.
Las primeras reacciones a la muerte de uno de los escritores más admirados y polémicos de la literatura en español, no se hicieron esperar. Para Francisco UMBRAL, el fallecimiento de CELA “supone la muerte del último de la Generación del 98”. El escritor vallisoletano Miguel DELIBES afirmó que “junto a Carmen LAFORET, también enferma, removió las aguas de la novela española tras la Guerra Civil”. Para DELIBES “los frutos más sazonados los dio en sus primeras narraciones, La familia de Pascual Duarte, Viaje a la Alcarria y La Colmena” aunque precisó que “siempre manejó una prosa de calidad y una gracia expresiva de forma muy personal”.
El entierro tuvo lugar en La Coruña, donde había nacido.
COMENTARIO A LA OBRA DE C.J.C.
CELA recuerda que empezó a escribir La Colmena en Madrid en1945 y la remató tres años después, tras no pocas enmiendas y correcciones. La versión definitiva (luego retocada) data de 1950, pero desde 1946 los problemas con la censura fueron interminables La actitud de la censura que no admitía diálogo, provocó que la novela se publicase en Argentina aunque no sin pasar antes por la censura Argentina ( en tiempos del general Perón) aunque esta permitió la publicación de una versión que se acercaba bastante a la actual.
La acogida de la crítica fue variable y no escasearon los reparos. La crítica habló de idealismo al revés, con exaltación de lo feo y deformación de la realidad; de trágico retablo de abyección y de dolor; de visibles huellas barojianas y retrato de sectores sociales empobrecidos. No faltó también la estimación de que se trataba de una novela conductista en la que los personajes se mueven por estímulos y carecen de vida interior, lo que indicaría el claro acercamiento a la visión cinematográfica. Se comentó negativamente lo tumultuoso de la construcción y las constantes rotaciones en el flujo de lo narrado, un material que era fruto de la observación del autor en la vida madrileña, en la pobre gente corriente: una parcela social, colectiva, en cuya elección se refleja la fidelidad del escritor a aquel tiempo. La vida real surge en sus dimensiones individual y comunitaria; su escenario, Madrid, se alza como un gran protagonista. Un tiempo opresor, sin horizonte de futuro, junto a las instintivas urgencias del hambre y del sexo, gravita sobre todos los personajes.
La primera edición española data de 1955: en la edición bonaerense aparecía un censo de personajes elaborado por el propio CELA, que en la edición española aparece ampliado, pero esta vez por el novelista CABALLERO BONALD. En 1963 se reedita con leves alteraciones, pero el primer texto íntegro no aparece hasta 1966. El novelista dio por fijado definitivamente el texto de su novela en la edición de 1983, a cargo de Darío VILLANUEVA.
La Colmena, ya en la década siguiente, significaba no sólo una radical variación del material narrativo, sino también la presencia de unos elementos técnicos muy diferentes y mucho más avanzados. Por otro lado, CELA, siempre pionero, abre camino a los novelistas del sociorealismo y neorrealismo que han de revelarse poco después: Ignacio ALDECOA, SÁNCHEZ FERLOSIO, Juan GOYTISOLO, FERNÁNDEZ SANTOS.
La Colmena es la convivencia, sin lazos fuertes, de una multitud mediocre, con ganas de vivir, que, perdido todo freno moral se lanza a la circunstancia más inmediata, con vagos escrúpulos. Desfile de gentes que corren en un cortísimo espacio de tiempo, a la gran aventura de resolver el problema más acuciante, en medio de un universal egoísmo. Una primera mirada a La Colmena despierta un mundo de vicios, de sentimientos oscuros en inconfesables, pero también de inesperdas, súbitas ternuras.
ESTRUCTURA
Estamos ante el conocido “tranche de vie “ naturalista aplicado a una colectividad humana y social. La estructura externa se ordena en seis capítulos más un final. Contra lo habitual, cada capítulo no ofrece un tramo de la historia, una parte de la acción narrativa, sino que acoge un conjunto de micro historias a través de un haz de viñetas o secuencias, subunidades de los capítulos que, aunque variable suelen ser de breve extensión. Se agrupan en el conjunto un total de 123 viñetas.
En la composición de La Colmena se pueden distinguir dos aspectos:
- El primero la macro-asociación, al modo de una armazón, que da coherencia a la sucesión de los distintos capítulos.
- El segundo esa relación interna, en la que los seres desaparecen o se unen unos a otros en el texto.
En La Colmena se narra la vida de una ciudad en tres días del invierno de 1942.
En el primer capítulo, primer día la atardecer, CELA describe un café, de clientela diversa, heterogénea, ejemplo y medida de la monótona variedad cotidiana.
En el segundo capítulo, primer día por la noche, los personajes antes retratados, en medio de una luz absolutamente gris, se retiran, unos definitivamente, mientras otros salen a la calle y en el deambular nocturno descubren caminos, otros seres, logrando dar un fluir repetidamente bifurcado y esencialmente descubridor: casas, escaparate, dormitorios,... espacios sucesivos se desencadenan y tienen sólo como común condición albergar almas diversas y múltiples posibilidades de vida.
El tercer capítulo, segundo día por la tarde, se sirve ya de espacios y seres conocidos. Estos que frecuentan aquellos, brindan al autor la posibilidad de presentar un nuevo abanico de casos, una nueva gama de retratos. Destaca en este tercer capítulo su insistencia en introducir a los personajes y según sea la condición en los espacios que les son propios, lugares que van desde los variados cafés de sobremesa, a lujosas cafeterías o el prostíbulo.
En el cuarto capítulo -segundo día- la noche prepara la explosión de sexo e hipocresía que caracterizan el capítulo quinto. En este, CELA, juega con mayor libertad temporal y sin avanzar cronológicamente, recupera escenas de los capítulos tercero y cuarto. A esa noche le sucede la mañana del capítulo sexto.
El final, breve epílogo que transcurre tres o cuatro días después, recoge a numerosos personajes que, frente a la dispersión inicial, coinciden por primera vez en un único motivo: Martín Marco.
MARCO TEMPORAL Y ESPACIAL
La época nos lleva a los primeros años de posguerra. Son tiempos de agobiante estrechez económica en los que se vive a salto de mata, se intenta subsistir, se negocia con el estraperlo. Son también los años de las cartillas de racionamiento, la falta de comida, menudean los apagones de luz, el frío y la escasez de albergue acucia a un sector de la población. No faltan alusiones a hechos y personajes históricos de la época como exponentes caracterizadores de la misma.
El escenario en general es un Madrid hambriento, triste, sombrío, el verdadero protagonista de la novela. Dentro de este marco general, los escenarios exteriores son escasos (calles, plazas, algún descampado) y predominan con mucho los interiores (pisos, fondas, cafés, tiendas, habitaciones y establecimientos diversos), de los cuales el eje fundamental es el café de doña Rosa.
PERSONAJES
La Colmena se ordena con una sucesión ordenada de viñetas que retratan un amplio grupo de personajes no representativos sólo de una clase o modo de vida. La novela, tienen un personaje múltiple. Entrelaza seres que aparecen, reaparecen o desaparecen y esto exige la presencia de un autor para hablar de las grandes concentraciones humanas. Presenta a los sucesivos personajes cada uno de los cuales aparece definido en una viñeta, conocido o desconocido delos que lo rodean. Los variados retratos se fijan en comportamientos, frases, gestos, diferenciando el esbozo individual y a la vez, incorporándolo en el protagonismo colectivo.
Los personajes recorrerán la ciudad y por medio de ellos se nos presenta su realidad en esta época de crisis. Martín el personaje guía tiene problemas, ya que la guerra lo ha dejado en una difícil situación de miseria y con miedo.
En La Colmena se da la contraposición rico-pobre. Los pudientes, como doña Rosa (partidarios del régimen, los ganadores dela guerra) y los pobres como Martín, que además es fugitivo de la justicia y se encuentra en un estado psicológico de escasa fuerza vital.
Desaparecidos los conceptos tradicionales de nudo, trama y desenlace, la presentación de los personajes es de diferentes maneras: Unos (como la mujer que vende lotería, el hijo de la castañera, el dependiente al que compra las gafas Seranee, el ciclista que está a punto de atropellar a Martín, los distintos camareros, el carabinero de la casa de l moneda, María Angustias, Florentino Mare Nostrum, el empleado del cementerio, etc.) aparecen sólo una vez y desaparecen definitivamente, otros, que tienen una función distinta, conocen un tratamiento dinámico y progresivo (como Doña Rosa, doña Celia, Victorita, Ventura Aguado, Petrita, etc.).
La caracterización de los personajes se logra mediante diversos recursos: el uso de la tercera persona objetiva, que informa al lector del discurrir de los seres, técnicas objetivistas, como la trascripción exacta de diálogos, reproducción de gestos, registro de actividades, presencia del autor omnisciente que revela sueños, miedos o frustraciones.
CELA caracterizará también ambientes, espacio y tiempo, lo que le permite mantener una doble visión de la uniformidad colectiva y la especificidad individual. Los hombres se mueven en un marco y éste les da pinceladas de implacable realidad: fusión siempre repetida y uno de los mayores logros de La Colmena. Los personajes, arrastrando penas o mezquindades, acuden a lugares comunes y en ellos se proyectan olores, colores, acentos hasta que confundidos crean por acumulación un espíritu propio, similar a un tiempo, a los hombres que lo motivan.
Es una gente que llena una ciudad, gente que vive a lo que salga, asombrándose un poco todavía de estar viva. Las capas sociales presentes en La Colmena son preferentemente las más bajas y humildes, desde algunas personas de la clase media baja empobrecida después de la guerra civil, hasta los sectores más humildes de la sociedad, representados en diversas profesiones, pasando por algunos personajes acomodados en sus negocios legales unas veces e ilícitos otros. El entramado social de la novela puede simplificarse hablando de dos grupos, el de los triunfadores más o menos enriquecidos y casi siempre explotadores de los demás y el de los sumidos en la pobreza, fracasados y siempre explotados y aporreaos por la miserable existencia diaria. Al grupo de los acomodados pertenecen figuras como Doña Rosa, la despreciable dueña del café y ardiente defensora del código moral y social tradicional.
El impresor don Mario de la Vega, cuya riqueza se exterioriza en los descomunales puros que fuma, en le gesto solemne que adopta al hablar con los más modestos y soltando violentas carcajadas que abochornan a los más humildes
A este mismo grupo pertenecen otros personajes enriquecidos y vividores: el prestamista don Trinidad García, el joven señoriíto Pablo Alonso, don Leonardo Meléndez, don Roque Moisés, José Sanz Madrid, doña Ramona Bragado, doña Celia Vecino, doña Jesusa,..., se incluyen también en este grupo otros dueños de negocios como Celestino Ortiz, dueño del bar Aurora y lector de Nietzsche1; el señor Ramón, afanoso trabajador, que ahora regenta una panadería; y profesionales como el capitán veterinario donTesifonte Ovejero, el médico de las enfermedades secretas de don Francisco Robles y algunos más.
Pero es mucho más abundante el número de los fracasados, de los aplastados por la existencia, que van desde los asalariados hasta los desempleados, parásitos y mendigos, pasando por un nutrido grupo de mujeres arrastradas a comerciar con su cuerpo para sobrevivir.
Los menos castigados, cuyo único privilegio no pasa de poder vivir al día con muchos apuros son los funcionarios de escalas baja, subalternos, policías, guardias civiles y algunos trabajadores pluriempleados como Roberto González2.
Aparece también en este ambiente algunos bachilleres y estudiantes, algunos pensionistas que matan su tiempo en los cafés. El mundo de la cultura y del arte aparece representado por unos seres arrastrados al fracaso, desempleados, parásitos y deambulantes sin rumbo fijo; Entre ellos sobresale la figura de Martín Marco que puede comer gracias a la bondad de su hermana, la Filo, esposa de don Roberto.
El escalón más bajo y más explotado del mundo del trabajo está representado por un abigarrado muestrario de camareros de bares y restaurantes, recaderos, empleados, dependientes, mozos de comercios y tiendas, el cerillero Padilla, el limpiabotas Segundo Segura, planchadoras, serenos, músicos de café, criadas, vendedoras de castañas, etc. Probablemente el ser más marginado sea el gitano de seis años que canta flamenco por las calles y duerme donde cae 3
Entre los más castigados por la vida sobresale el grupo de mujeres arrojadas por la existencia a comerciar con su cuerpo en la prostitución, destacando tanto por el abultado número como por la frecuencia de sus apariciones constantes; Josefa López fue manceba de don Roque Moisés, su hermana Lola ocupa ahora el lugar; Dorita arrastró su juventud en los prostíbulos y ahora es planchadora en el burdel de doña Jesusa; la señorita Elvira quedó huérfana a los 11 o 12 años, se escapó con un asturiano que le propinaba tremendas palizas y arrastró su juventud por los burdeles, de modo que se echó a la vida para no morirse de hambre, por lo menos, demasiado deprisa “y ahora” lleva una vida perra, una vida que ni merecería la pena vivirla. No hace nada pero por no hacer nada, ni comer siquiera”. Algunas no han tenido tanta suerte tan desgraciada, como la Pirula, amante de Javier, que le ha puesto un piso y “vive como una duquesa” o la misma Laurita, que, harta de pasar frío en la calle, es ahora la querida de Pablo Alonso. Pero lo usual entre estas mujeres son los apuros y la miseria: Purita es una chica del burdel de doña Jesusa, busca salida para sus hermanos y se entrega al chamaritero José Sanz bajo la promesa de una guardería para su hermana menor:
Petrita, la criada de la Filo, está destinada a caer en las garras “cualquier pescadero o cualquier guardia de seguridad” y de hecho se ofrece a Celestino Ortiz para que cobre en su cuerpo las veintidós pesetas de “los cafés del señoriíto Martín” 4. Victorita decide vender su cuerpo para poder comprar medicinas para su novio enfermo de tuberculosis. Seguramente el caso más espantoso sea el de aquella niña de trece años, Merceditas Olivar Vallejo, que, vendida por 500 pesetas, empezará a visitar la casa de citas de doña Celia Vecino 5.
TEMAS
La Colmena es un conglomerado de miseria, hambre, sexo suyo comercio viene propiciado por el revoltijo humano de unos seres aplastados por las circunstancias sociales que otros explotan en beneficio propio aparentando ser personas decentes y procurando que no se altere la hipócrita moralidad de su “decente” código social lleno de convencionalismo y falsedades.
-Guerra: Los personajes de La Colmena son gentes vulgares, relacionadas por las consecuencias del hambre y la miseria en la época del Madrid del racionamiento y del mercado negro, en un año, 1942, en que España no se había recobrado ni económica ni espiritualmente de la Guerra Civil. Por eso, en la prehistoria narrativa de los personajes hay frecuentes referencias y alusiones a la contienda prodigadas con absoluta frialdad, pues estos seres están demasiado familiarizados con la muerte.
Se oye algún comentario sobre la guerra mundial contemporánea y, sin decirlo, desean que no les salpique. Este es otro motivo de incertidumbre. Doña Rosa lee las noticias del diario Madrid en las que se habla de la derrota de los alemanes.
Encontramos algunos rasgos de la política sociolaboral de la época. Doña rosa, por ejemplo, se refiere a las Bases de Trabajo, el régimen franquista prohibió los sindicatos obreros y creó una organización no oficial que dictó las bases de trabajo, como normas generales. Se prohibieron la huelga y la libertad de asociación.
Algún personaje histórico relacionado con Franco y su dictadura lo hallamos en la mención a Gil Robles6
- Moral: La moral de los personajes parece depender de su situación económica. P ILIE señala que los personajes económicamente boyantes, como doña Rosa adoptan una rigidez moral basada en la intima satisfacción de haber merecido el éxito; defienden los valores tradicionales y el código social que protege su seguridad personal y la de sus bienes contra los trasgresores del orden establecido, las víctimas condenadas a la explotación laboral, al subempleo, al deambular errante y al comercio sexual como medio para sobrevivir a costa de los caprichos de algunos adinerados amantes veladores del orden social; y todo eso se da como algo normal. Todo queda ordenado en una apariencia hipócrita que encubre las conductas ignominiosas de personas “decentes” como doña Rosa, el impresor Vega y otros.
Dentro de los temas sociales hay que destacar con que se habla del dinero y de la comida, apuntando al hambre y a la penuria económica. Hay prestamista: para conseguir productos básicos tiene que echar mano del estraperlo (al mercado negro en el que se adquirían productos tan básicos ahora como el azúcar), también del “suministro”, con el que se racionaron los alimentos en la década de los 40. Las conversaciones de la gente son siempre sobre lo mismo, lo que se agrava por la falta de información sobre otras ideas no fascistas. La libertad de expresión estaba vedada en cuanto a otros ideales políticos distintos de los franquistas, como podemos deducir del hecho de que el Movimientos Nacional hiciese suya una cadena de periódicos en toda la geografía española. La censura y la represión llegaban, también, a los medios literarios. Se escondían libros de algunos pensadores por quienes los poseían todo para que no fuesen hallados por los guardias.
Tenemos ante nosotros una sociedad reprimida y perseguida de manera constante por la policía y por los “jefes de casa” a que se refiere uno de los personajes, don Antonio Pérez Valenzuela “¡Debemos abstenernos de opinar antes de tiempo! ¡Soy el jefe de casa y tengo el derecho de evitar toda posible coacción al poder judicial!”; durante los primeros años de la posguerra se escogía en casa al vecino más adicto a la causa franquista para encomendarle la vigilancia del resto de los habitantes del inmueble. Pero no queda aquí la represión policial, ya que también existía una practica de los servicios de orden público para tener constancia de los individuos que delinquen o sospechosos de hacerlo Eran las fichas policiales. También existió en la época de posguerra la Ley de vagos y maleante, que permitía vigilar las conductas sólo por sospechas, entre ellas las de los homosexuales.
Es esta una sociedad enferma unas veces por la escasez del dinero para poder comprar comida, por otro lado nos encontramos con la proliferación de enfermedades infecciosas (tuberculosis, meningitis).
Otro punto a destacar es la importancia del sexo, pero de una forma poco inocente. Por un lado, tenemos las prostitutas, deseosas de encontrar un hombre que “las apañe la vida” como por ejemplo Elvirita; otro caso es el de la niña de trece años vendida a un hombre o la que está dispuesta a vender su cuerpo para comprarle medicinas a su novio tuberculoso.
Las notas comunes a todo el mundo serían las de insolidaridad e impotencia. La impotencia vemos como nadie parece rebelarse. Siguiendo con el altercado de don José con el violinista, se sigue diciendo que Doña Rosa puso al violinista en la calle, “Los clientes, que antes daban la razón al violinista, empezaron a cambiar de opinión, y al final ya decían que doña Rosa había hecho muy bien”7. Se aprecia que sigue existiendo miedo a decir “no”.
Además hay una hipocresía y falta de solidaridad no sólo con aquellos que han quedado pero parados económicamente, sino también con los que sufren otras desgracias. Como por ejemplo cuando Doña Rosa se pone cariñosa con la mujer que ha perdido a su hijo, ya que “Hay personas a quienes les gusta estar atentas con los que van de luto (...) y lo pasan muy bien8.
ASPECTOS LINGÜÍSTICOS Y ESTILÍSTICOS DE LA
COLMENA
Todos los estudiosos de la obra de CELA coinciden en destacar el extraordinario conocimiento y manejo del idioma que patentizan sus libros. En La Colmena las novedades técnicas son fundamentales, no lo es menos la riqueza de su plano expresivo, la cálida estética de sus páginas y la intensa voluntad de estilo. En la obra de CELA nos podemos encontrar con numerosos recueros lingüísticos y estilísticos:
CELA es un gran estilista recordando las características del realismo social, movimiento literario en el cual está encuadrado La Colmena, los diálogos expresan el habla de cada estrato social. Así el discursista utilizará frases largas con muchas aposiciones y pocos contenido y significado.
Como primer recurso estilístico que caracteriza la obra nos encontramos con la ley del decoro poético:
“Doña Rosa dice con frecuencia, leñe, nos ha merengao” (lenguaje normal de una taberna) 9
Se presentan características de un lenguaje vulgar como el inadecuado uso del verbo “decir”, la utilización del verbo “ir” para reforzar la acción que se introduce, muletillas, locuciones exclamativas, refranes y frases proverbiales, laísmos, cacofonías, regionalismo,...
La técnica de descripción es variable. En ocasiones las descripciones son abundantes y detalladas, al contrario que en otras oraciones que las descripciones no son tan abundantes.
También es normal la presencia de un lenguaje cargado de intencionalidad fuente de ironía y sarcasmo que aplica constantemente al que se une el humor y la burla:
“... que nació de mala uva... pero, en fin, paciencia y barajar. Estas tías gordas medio bebidas suelen durar mucho” 10
Es constante la presencia de la estética de lo feo que es característica de la época de posguerra:
“...con sus dientecillos ennegrecidos llenos de basura” 11
Quizá lo que más destaca de la obra es el profundo realismo que exige y muestra para poder expresar la realidad de la vida de la posguerra, en este caso, la pobreza.
En ocasiones el autor se dirige al lector por medio de un “ya sabes”. Son abundantes las reflexiones sobre los personajes y su comportamiento.
Lo realmente salientable es la cantidad de localizaciones espaciales y temporales que nos da el autor acerca de la época “en” y “de” la que escribe. También hace referencia a diferentes realidades de la época, como serían la política o la población de España:
“Vino la guerra y con ella el final de su carrera política” 12
Usa la tercera persona narrativa que nos informa de miedos, sueños y frustraciones.
El diálogo es el recurso que sirve para presentar directamente a los personajes sin necesidad de que el autor se comprometa en su desarrollo. El diálogo revela la talla moral de los personajes que son presentados, nos presenta su cultura, vulgaridad, pobreza,...
La inclusión de vulgarismos, coloquialismos y diminutivos afectivos y despectivos, así como algún aumentativo propio del decoro poético son presentes en todo momento.
Utiliza también circunloquios, lítotes, antítesis, paralelismos, reiteraciones, comparaciones, polimorfismos, hipérbole y toda clase de géneros propios de un libro de sus características entre las que destacan las onomatopeyas que le dan a la obra un carácter realista:
“Ja, ja,...psche” 13
Además de los recursos literarios citados anteriormente, en La Colmena y en su obra en general, CELA; emplea frecuentemente el monólogo interior, con él describe y refleja con maestría el estado anímico de los personajes, o bien las reflexiones. Unas veces son groseros y malsonantes, pero no hacen más que reflejar el estado de enojo del personaje para que de esta manera podamos concebirlo más correctamente; otras veces son absurdos, abstractos, reflexiones sueltas, que a menudo carecen de sentido, como si desnudase la mente de ese personaje para nosotros; y también los hay profundo, existencialistas.
En el capítulo I podemos encontrar un monólogo interior de estilo indirecto libre:
“Un jovencito melenudo hace versos entre la barahúnda” 14
Está narrado en tercera persona, CELA reproduce el pensamiento perfectivo del joven sobre el título de una novela. En él existe la yuxtaposición entre oraciones (“[...] Además quedaba más sugeridor, [...] más impreciso, más poético [...]). Se puede apreciar que carece de verbo introductor, el narrador es omnisciente, claro está, pues todos los pensamientos que corrían por la mente del poeta nos los reproduce el narrador casi textualmente.
Este es un ejemplo de los monólogos que se suceden a lo largo de la novela.
BIBLIOGRAFÍA
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BASANTE, Ángel, La literatura de la posguerra. La narrativa, Madrid, Cincel, 1981.
-
CELA, C. J., La Colmena, Madrid, Austral, 1997
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CELA, C. J., La Colmena, Madrid, Castalia, 1987
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CELA, C. J., La Colmena, Madrid, Cátedra, 1995.
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CELA, C. J., La Colmena, Barcelona, Noguer, 1986
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GIL CASADO, Pablo, La novela social española (1942-1968), Barcelona, Seix Barral, 1968.
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ILIE, Paul, La novelística de C. J. Cela, Madrid, Gredos, 1963.
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RICO, Fco., Historia y crítica de la literatura española. Época contemporánea, Madrid, Crítica, 1980.
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VILANOVA, Antonio, Novela y sociedad en la España de la posguerra, Lumen
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ZAMORA VICENTE, Alonso, Camilo José Cela (Acercamiento a un escritor), Madrid, Gredos, 1962.
1 CELA, La Colmena. Cátedra, Madrid 1995, Pág. 111
2 CELA, La colmena. Cátedra, Madrid 1995, Pág. 104
3 CELA, La Colmena. Cátedra, Madrid 1995, Pág. 107
4 CELA, La Colmena. Madrid, 1995, Pág. 165.
5 CELA, La Colmena. Madrid, 1995, Pág. 307.
6 CELA, La Colmena. Madrid, 1995, Págs. 58-59
7 CELA, La Colmena, Madrid, Cátedra 1995 Pág. 53
8 CELA, La Colmena, Madrid, Cátedra, 1995, pág51
9 CELA, La Colmena, Madrid, Noguer, 1985, Pág. 21
10 ídem Pág. 120
11 ídem Pág. 23
12 ídem Pág. 31
13 ídem Pág. 29
14 CELA, La Colmena. Madrid 1995. Pág. 55
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