Sociología y Trabajo Social
La cara desnuda de la mujer árabe; Nawal al-Sa'dawi
NAWAL AL-SA'DAWI Y EL FEMINISMO ÁRABE
El honor como una forma de represión
ABSTRACT
Nuestro trabajo se centra en la situación de la mujer en los países árabes a partir del reflejo que hace la escritora y psiquiatra Nawal al-Sa'dawi de la sociedad islámica en su libro La cara desnuda de la mujer árabe, que fue publicado en 1977 bajo el título The hidden face of Eve.
Su experiencia vital es un reflejo de la mutilación física y psíquica a que se ven expuestas las mujeres árabes. Éste ha sido el centro de su extensa obra y de su lucha social y política. Uno de los temas principales de la literatura de Al-Sa'dawi es el concepto del honor como forma de represión de la mujer, que es lo que justifica prácticas como la ablación y la rigurosidad con que se sanciona el adulterio de las mujeres y la permisividad hacia el de los hombres.
Al-Sa'dawi ve esta represión de la mujer como una forma de control de la sociedad patriarcal que se basa en la propiedad privada y la herencia. De ahí que haga una lectura marxista en clave de clases sociales. Pero la autora egipcia tiene presente que ninguna tesis será aceptada en la sociedad árabe si no tiene en cuenta el Islam, por eso en su argumentación siempre presenta referencias al Corán.
BIBLIOGRAFÍA
AL-SA'DAWI, Nawal (1991): La cara desnuda de la mujer árabe. Madrid, Editorial Las Femineras, mujeres de otras culturas.
ALBEROLA, Miquel: “Los padres que fuerzan a sus hijas a usar un velo desconocen lo que es el islam”. El País 21 de octubre 2002.
http://www.pangea.org/~ariadna/Saadawi-biblio.htm. Página web de AWSA, Asociación de Solidaridad de las Mujeres Árabes
http://www.nodo50.org/mujeresred/egipto-islamismo_y_feminismo.html. Colectivo Mujeres en Red. Feminismo e Islamismo en Egipto: en busca de paradigmas.
http://www.geocities.com/Athens/Oracle/3499/asr317_2.htm. AHMED, Leila. Women and Gender in Islam: Historical roots of a Modern Debate, Publicación de la Universidad de Yale University, New Haven, 1992, p. 127.
BIOGRAFIA Y CONTEXTO INTELECTUAL
Nawal al-Sa'dawi, novelista y psiquiatra, nace en 1931 en una aldea egipcia, en el seno de una familia ascendida a la clase media desde el campesinado gracias al empeño de su abuela paterna, que hizo todo lo posible por que sus hijos accedieran a la educación. A lo largo de su vida Nawal al-Sa'dawi se ha comprometido con la democracia, los derechos humanos y especialmente con Egipto y el mundo árabe.
En 1973 inicia unas investigaciones sobre agresiones sexuales a las mujeres, derribando siglos de silencio en torno al tabú del sexo. Médica, psiquiatra y escritora (es autora de un considerable número de ensayos, novelas y cuentos) es sobretodo conocida por sus obras sobre la condición de la mujer árabe y por su militancia feminista. Debido al recelo que inspiraban sus obras y a la campaña que desde las páginas de la revista al-Sahha dirigió en pro de la salud, que incluía la lucha contra la pobreza y la discriminación, sufrió tres meses de cárcel bajo el régimen de Sadat en 1981, que suspendió la revista y prohibió la publicación de sus libros en Egipto. Hasta entonces Nawal al-Sa'dawi había sido Directora General de Salud Pública.
Fue fundadora y directora de la Asociación de Solidaridad de las Mujeres Árabes (AWSA-1982), que llegó a tener 3000 afiliadas y fue elegida organización asesora del Consejo Económico y Social de la ONU como ONG árabe. Pero fue disuelta el 15 de junio de 1991 por las autoridades egipcias, que desviaron sus fondos a una asociación religiosa de mujeres. Fue también cofundadora de la Asociación Árabe de Derechos Humanos en 1983, fundadora y vice-presidenta de la Asociación Africana para la Investigación y el Desarrollo de las Mujeres (1977-1987), y secretaria general de la Asociación Médica en el Cairo (1972).
Su presencia en Europa y Estados Unidos (donde reside desde hace varios años) como profesora y conferenciante la han dado a conocer como maestra y embajadora de la cultura egipcia. Ha recibido premios y honores, y fue finalista en el Premio Internacional de Cataluña en 1999. La publicación de sus obras en Occidente parte de la revolución de Irán de 1979, que hizo que aumentase el interés occidental por lo que sucedía en los países musulmanes y favoreció la difusión de las obras de intelectuales de origen musulmán.
Nawal al-Sa'dawi está amenazada de muerte por el fanatismo islámico y sólo la presión internacional ha logrado atenuar un proceso contra ella por apostasía porque cuestionó la vigencia del Corán. En el proceso, aún abierto, los jueces pretenden aplicarle, por primera vez en Egipto, las arcaica ley de la Hisba para divorciarla de su esposo. Víctima de la mutilación sexual, dos veces divorciada y conocedora de la realidad de la mujer en los años en que ejerció como médico rural, la llamada Simone de Beauvoir árabe ha escrito unos cuarenta libros.
En La cara desnuda de la mujer árabe, libro en el que se basa este trabajo, la palabra de Nawal al-Sa'dawi recorre las diferentes etapas de la vida de la mujer árabe en su lado más desfavorecido: la niña sometida a la escisión del clítoris; la adolescente que sufre las sevicias sexuales de los varones de su propia familia; la joven recién casada en cuya virginidad reposa el honor de toda la familia y en quien la pérdida de esa "fina membrana llamada himen" puede tener consecuencias trágicas; la mujer, en fin, que sufre el doble rigor del sistema capitalista y patriarcal.
A pesar del tiempo transcurrido desde la primera edición en castellano de La cara desnuda de la mujer árabe en 1991, la situación de la mujer árabe sigue siendo desfavorable y las causas cada vez más complejas. Según Nawal al-Sa'dawi la opresión intelectual a la que está sometida la mujer en el mundo árabe es bastante más peligrosa que la imposición del velo. También afirma la escritora que la situación generada por el "nuevo orden mundial" refuerza las corrientes religiosas integristas interesadas en la vuelta de la mujer al sagrado recinto del hogar doméstico, la obediencia y la sumisión. Muchos de los países del Tercer Mundo están adscritos a la categoría de Tercer Mundo, donde los poderes locales con intereses creados han cooperado con las fuerzas neocolonialistas en una campaña continua que intenta, valiéndose de la religión y sus enseñanzas, confundir, desviar, y malinformar a la gente para mantener un status quo que sigue favoreciendo sólo a unos pocos.
Nawal al-Sa'dawi cree que la verdadera emancipación de las mujeres árabes únicamente se alcanzará cuando se liberen de todas las formas de explotación (económica, política, sexual, o cultural). El fin de estos objetivos es que todas y todos, mujeres y hombres, puedan ser verdaderamente libres.
"Las discusiones las fomenta Satán", escribió un periodista saudí, y continuó: "Colgad a Nawal al-Sa'dawi porque pide la liberación de la mujer".
EL HONOR DE LAS MUJERES ÁRABES
La mutilación educativa
En un país árabe, desde el momento en que una niña empieza a gatear o a sostenerse en pie, se le enseñará que sus órganos sexuales son algo sumamente delicado que deberá tratar con precaución. Aquí empieza la mutilación educativa.
La educación que una niña recibe en la sociedad árabe en una sucesión ilimitada de advertencias sobre lo que es dañino, vergonzoso o prohibido por la religión. La niña aprenderá a reprimir sus apetitos, sus gustos y sus instintos. Su educación consiste en un estrangulamiento gradual de su personalidad, que deja intacta solamente la cáscara externa: su cuerpo.
Una vez perdida la personalidad, la niña hará lo que los varones de la familia digan. En los institutos egipcios se enseña a los adolescentes que el único marco legal para mantener relaciones sexuales es el matrimonio. La masturbación está prohibida; la prostitución se ilegalizó; la homosexualidad y las relaciones sexuales extramatrimoniales son severamente condenadas por la sociedad. La única mujer a la que un chico tiene fácil acceso es su hermana pequeña. En los países árabes la mayoría de las niñas sufre abusos por parte de los varones de su familia.
El himen: esa fina membrana llamada honor
Para la sociedad árabe en general el himen sigue siendo la parte más importante y que más hay que cuidar del cuerpo de una chica, es más valioso que un ojo, un brazo o una pierna. Toda niña árabe debe poseer esa fina membrana llamada himen, que además debe sangrar profusamente en la noche de bodas y marchar las sábanas que el recién casado mostrará con orgullo al resto de familiares. Todavía muchos árabes están firmemente convencidos de que Dios ha dotado a las mujeres de un himen para que éstas puedan probar su virginidad. En realidad la constitución biológica de un ser humano no tiene nada que ver con los valores morales sino con el cumplimiento de funciones fisiológicas. Pero el himen ni siquiera tiene funciones fisiológicas que cumplir, es comparable al apéndice. Sólo el 41% de las niñas nace con un himen normal, en la mayoría de los casos su elasticidad o su grosor impide que se rompa, en otras ocasiones la membrana excesivamente frágil se rompe con un mal gesto.
Aquí es importante hablar de la daya, mujer muy solicitada en las noche de boda que se encarga de desgarrar el himen de las recién casadas en caso de no sangrar tras el acto sexual. Se encarga de introducir su uña larga en la vagina de la chica hasta que sangra. En algunas ocasiones esa sangre no es del himen sino de desgarros internos, las dayas no tienen estudios médicos y en muchas ocasiones ni siquiera trabajan con unas mínimas condiciones higiénicas. Otras veces, para lograr la mancha en las sábanas también se sirven de sangre de gallina o bien de haber acordado la fecha de la boda en día de menstruación.
El honor de un hombre en la sociedad árabe estará a salvo si los miembros femeninos de la familia tienen sus hímenes intactos.
La mutilación física: la ablación
La ablación es la extirpación o corte de parte o partes de los genitales externos de las mujeres. Es por tanto una agresión a la integridad física de las mujeres. Constituye o forma parte del ritual de iniciación que se realiza a las niñas originarias de algunos países africanos. Entre sus consecuencias están: pérdida del deseo y el placer sexual, dolor en el coito, infecciones pélvicas con esterilidad, mortalidad materno-fetal por dificultad en los partos y muerte por hemorragia al hacer la ablación sin medidas sanitarias.
La ablación se practica en algunos países africanos, bastantes de ellos de mayoría musulmana, como Egipto, Sudán, Somalia, Senegal, Gambia, Mali... Sin embargo la gran mayoría de pueblos musulmanes del mundo no la practican y en los países en que se realiza también la practican minorías no musulmanas (animistas, judías, cristianas coptas). Esto y otras razones hace suponer que es una costumbre preislámica que tras la islamización adquiere una nueva justificación.
La razón principal por la que se sigue practicando la escisión es la importancia que en estas sociedades se sigue concediendo a la virginidad y a la conservación del himen intacto. Amputando los órganos genitales externos de las niñas, disminuirá su deseo sexual. La edad a la que se realiza esta práctica son los siete u ocho años.
La escisión de la mujer, el cinturón de castidad y otras prácticas salvajes aplicadas a las mujeres son el resultado de los intereses económicos que dominan la sociedad. El que estas prácticas existan todavía en la sociedad actual significa que estos intereses económicos aun son operativos. Los cientos de dayas, enfermeras, personal paramédico y doctores, ganan bastante dinero con la escisión de la mujer, se resisten a cambiar estos valores y prácticas que constituyen para ellos una fuente de beneficios. En Sudán existe un verdadero ejército de dayas que se gana la vida operando a las mujeres.
MARXISMO Y REVISIÓN DEL CORÁN
Nawal Al-Sa'dawi, en su libro La cara desnuda de la mujer árabe trata de desenmascarar los mecanismos de opresión que se esconden bajo el concepto de honor de la mujer. En su discurso hay dos líneas, la crítica marxista al sistema de clases y la revisión del Corán.
Al-Sa'dawi concibe la sociedad egipcia como un sistema “patriarcal y de clases” y ve la Ley Islámica como una forma de legitimar la opresión de ese sistema que ya era anterior al Islam. Así lo cuenta en la interpretación que hace del cambio de la sociedad matriarcal a la patriarcal:
En el antiguo Egipto, las mujeres sólo desempeñaron un papel destacado durante el imperio antiguo, es decir, antes de que se instaurara la propiedad privada de la tierra. (...). Durante la V dinastía, los grandes terratenientes reforzaron su poder y su control sobre el Estado, los hombres fortalecieron el sistema de familia patriarcal, para asegurar que la herencia de la propiedad fuera a manos de sus hijos. Con el sistema patriarcal, se desarrolló la poligamia, que daría lugar más tarde al concubinato y terminaría con la aparición de los hijos ilegítimos y el deterioro de la situación de las mujeres, a las que se relegaría a los puestos más bajos de la sociedad.”
Para asegurar la herencia, se desplazó a la mujer. La necesidad de los hombres de estar seguros que sus descendientes eran legítimos les impulsó a crear mecanismos de control para regular la vida sexual de sus hijas y esposas. Ese espíritu, según Al-Sa'dawi, lo recoge también el Corán, que concibe el matrimonio como un trato en el que la esposa recibe una manutención por satisfacer las necesidades de su marido, pero, como explica el artículo 67 de la ley sobre el matrimonio, “la esposa no recibirá ninguna pensión alimenticia si rehúsa a entregarse a su marido—y no está entre sus derechos el hacerlo—”.
Un hombre puede repudiar a su mujer si tiene la sospecha que ésta le ha sido infiel, en cambio “un hombre puede mantener relaciones sexuales con cualquier mujer que no sea su esposa, sin que se considere que ha cometido adulterio”, la única condición que se le exige, explica Al-Sa'dawi, es que “en el momento de las relaciones él creyera que la mujer era realmente su esposa”. Aquí la escritora retoma la idea islámica de que la mujer es inferior en inteligencia al hombre y arguye “¿por qué a las mujeres no se les permite esto, si, como enseña la religión, precisamente ellas son menos inteligentes y devotas que los hombres?”.
El sexo: fin último de la vida de una mujer
El honor de una mujer soltera depende del estado de su himen, el de una mujer casada de si tiene relaciones extramatrimoniales. Siempre se la juzga bajo el prisma sexual, ya que, según el Corán, la finalidad de la mujer es el sexo y la conservación de la especie; mientras que la del hombre es alcanzar la sabiduría. Aunque, paradójicamente, la sexualidad de la mujer se considera impura, de ahí que se practique la ablación del clítoris, con el objetivo de disminuir el deseo sexual de la mujer así, cuando la niña llegue a la pubertad, podrá proteger su virginidad —su honor— con más facilidad.
La feminista egipcia despedaza otra vez esta teoría poniendo de manifiesto la contradicción inherente en la educación de la mujer. Por una parte, su cuerpo debe ser puro, por lo tanto debe taparse pero, como su única misión en la vida es casarse, debe cuidar de su aspecto para seducir a su futuro marido. Esta contradicción se esconde bajo el honor. Una mujer respetable debe ser ingenua y pasiva en los temas sexuales, pero sin olvidar que debe satisfacer las pasiones de su esposo.
La poligamia y las clases sociales
Según Al-Sa'dawi, los intereses económicos suelen ser el fundamento de la moral existente en un sistema económico que se basa en la propiedad privada, la explotación y la herencia. Aunque considera que, desde un punto de vista religioso, la moral se debería basar en valores humanos y se remite al Corán cuando se refiere a la salvación del alma: “Ni vuestra hacienda, ni vuestros hijos podrán acercaros a Nosotros. Alá estima a los más puros”(Al'Sa-dawi:196). Fruto de este punto de vista, es su explicación marxista sobre la opresión de la mujer, que se enmascara bajo el concepto de honor.
El fragmento siguiente es un ejemplo del análisis marxista:
“El islam fomentó, pues, la libertad sexual de los hombres y su derecho a tener varias mujeres, concubinas y esclavas. Pero, de hecho, una vez más, eran los grandes propietarios de esclavos, los jefes de tribus y los hombres ricos los que podían disfrutar de esa libertad, ya que sólo ellos tenían los medios para comprar y mantener a tantas mujeres”. (Al-Sa'dawi:168)
Por lo tanto, el poder económico es la base de la poligamia y es el que posibilita que los hombres tengan varias mujeres.
FEMINISMO E ISLAM
En el Corán aparecen dos conceptos que están relacionados con los impulsos subversivos y poderes destructivos de las mujeres: nushuz y qaid. Ambos se refieren a la tendencia de las mujeres de ser ciudadanas de la umma — la comunidad musulmana—poco fiables y pasivas. Nushuz se refiere específicamente a las tendencias rebeldes de la esposa con respecto al marido en un ámbito en el cual la obediencia femenina es vital: la sexualidad. El Corán considera nushuz la decisión de la esposa de no satisfacer el deseo del marido de tener relaciones sexuales. Qaid es la palabra clave de la Sura de José, en la cual el profeta es perseguido por su esposa, que por ese motivo se la considera adúltera y poco escrupulosa.
En el Islam, tal como explica el profesor Seyyed Hossein Nasr, el papel de los hombres y las mujeres se ve como algo complementario, más que competitivo. En el orden social, los deberes están divididos de tal forma que los hombres puedan realizar sus potencialidades como hombres y, del mismo modo, las mujeres deben tener “un papel en conformidad con el genio y la naturaleza de su sexo”.
Estamos ante una sociedad que se estructura a partir de la segregación de sexos y que concibe a la mujer como un elemento destructivo endógeno. Pero, aunque a nuestros ojos occidentales, esta situación parezca irreconciliable con el movimiento feminista, no es así, es más, hay tres tendencias feministas, con diferentes puntos de partida y comprensiones, que luchan para liberar a la mujer.
Las tres tendencias feministas del mundo árabe se diferencian por la importancia que le dan a la tradición. La tendencia Islámica considera que la liberación de la mujer llegará con el abandono de la vida moderna; en cambio, la tendencia Laicista aboga por una aplicación de los derechos humanos y la separación de la religión y la sociedad. En un punto medio de estas dos posturas se encuentra la tendencia Musulmana que propone una relectura del Corán ya que considera que la ética subyacente en el Islam da más libertad a la mujer, el problema es que la tradición islámica ha desvirtuado la esencia. La postura que Nawal Al-Sa'dawi muestra en el libro The hidden face of Eve, publicado en el 1977 es un híbrido entre el feminismo musulmán y el laico, aunque más adelante, con el libro Mujer en punto cero que publicó en el 1990 radicaliza su postura hacia una tendencia más laicista y universalizante. El punto de referencia de este discurso se basa en los tratados internacionales, de los cuales Egipto es uno de los países miembros —por ejemplo, la Declaración Universal de Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos—. A. Seif al Dawla, otra feminista egipcia, defiende esta postura al considerar que “los derechos de la mujer forman parte de los derechos humanos y que la lucha por ellos sólo deberá realizarse en el seno de un discurso laico. Pero un feminismo que no se justifique dentro del Islam está condenado al rechazo del resto de la sociedad y, colgará de él la etiqueta de occidentalizante. Al-Sa'dawi lo sabe, por eso en sus libros hace una relectura del Corán.
Leila Ahmed describe la sociedad Islámica como una combinación de “las peores características de la misoginia de las zona de Oriente Medio con un Islam interpretado de la peor manera posible”. Pero las críticas de las feministas musulmanas no se dirigen hacia el Corán, sino a la interpretación que han hecho las los teólogos.
Tanto las feministas islámicas como las musulmanas argumentan en favor de una forma de ijtihad —interpretación independiente basada en las exigencias modernas—, y muchos islamistas coinciden con las feministas islamistas en el sentido de que la mujer es capaz de asumir tareas que impliquen la interpretación de la jurisprudencia islámica y que la lleven a la intervención social y política. Ambos grupos de feministas —islámicas y musulmanas— estudian exhaustivamente los textos islámicos tradiciones para validar y justificar sus argumentos. Aunque hay una gran diferencia que las separa, la cuestión de lo occidental. Mientras que las islamistas aunan el Islam con los tratados internacionales de derechos humanos; para las islamistas, la opresión de la mujer viene precisamente porque trata de ser igual al hombre y, por lo tanto, se la sitúa en entornos no naturales y situaciones injustas que la denigran y la despojan de su integridad. Son las exigencias de una ideología occidental y culturalmente no auténtica.
PRECURSORES DE LA LIBERACIÓN DE LA MUJER ÁRABE
En la actualidad, los países árabes son un campo de batalla en el que el neocolonianismo libra una guerra económica, política, social y cultural sin tregua, y en las que utiliza todas las fuerzas que tiene a su disposición. Los recursos y las riquezas naturales de éstos países siguen siendo propiedad de las fuerzas imperialistas, y son las grandes corporaciones multinacionales las que explotan sus tierras y extraen todas sus riquezas. La vida de la gran mayoría de la población no ha cambiado mucho: continúan viviendo en la pobreza, sufren enfermedades y se ven sumidas en la ignorancia.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, creció la resistencia popular a la dominación extranjera y local. Fue también una época de renacimiento del pensamiento y de las ideologías políticas. Yamal al-Din al-Afgani, uno de los precursores de este renacimiento, desempeñó un papel primordial en la propagación de ciertas ideas progresistas relativas a aspectos de la vida social. Uno de sus discípulos, Ahmed Faris al-Shidyac, publicó en 1855 un libro titulado Las piernas cruzadas, una de las primeras publicaciones en apoyo de la emancipación de la mujer. Éstos y otros teóricos realizaron una campaña a favor de los movimientos populares árabes contra el imperialismo. Entre los líderes más destacados cabe mencionar a Mamad `Abdu, que criticó la situación de la mujer y atacó con dureza la poligamia y el divorcio indiscriminado.
A principios del siglo XX los periódicos Al-Manar, Al-Moktataf y Al-Hilala fueron una tribuna abierta desde la que muchas voces defendieron las ideas a favor de la liberación de la mujer. Las mujeres árabes participaron en la lucha por su emancipación. Entre las precursoras podemos citar a Aixa al-Taymuria y May Ziada, que lucharon infatigablemente por que las niñas tuvieran derecho a la educación.
Las mujeres árabes entraron por primera vez a trabajar en las fábricas tras la Primera Guerra Mundial. Las mártires de la Revolución Nacional de 1919 salieron de las filas de estas trabajadoras y campesinas. El movimiento de las mujeres, se convirtió en un instrumento al servicio de los intereses de la Corona y de los partidos reaccionarios. En 1923 Hosa Shaarawi fundó la Federación de Mujeres, que sólo logró elevar la edad de contraer matrimonio a los 16 años. Las mujeres árabes han conseguido ciertos derechos sociales y familiares, porque algunos dirigentes políticos y pensadores se han dado cuenta de las nuevas necesidades económicas y sociales. Pero estos cambios no han afectado a los millones de mujeres humildes, trabajadoras en su hogar y analfabetas. Los problemas de las árabes varían de una clase social a otra.
AL- SA' DAWI, Nawal. La Cara desnuda de la mujer árabe. 1991, pág. 154-155. Título original: The Hidden face of Eve, El Cairo: 1977.
NASR, Seyyed Hossein. Man and Nature: the Spiritual Crisis of Modern Man. Editorial Kazi. El Cairo: 1998, pág. 78. Es profesor de la Universidad de El Cairo y el director de la Fundación Nasr, que pretende impulsar los valores tradicionales de la sociedad islámica.
http://www.nodo50.org/mujeresred/egipto-islamismo_y_feminismo.html. Colectivo Mujeres en Red. Feminismo e Islamismo en Egipto: en busca de paradigmas.
http://www.geocities.com/Athens/Oracle/3499/asr317_2.htm. AHMED, Leila. Women and Gender in Islam: Historical roots of a Modern Debate, Publicación de la Universidad de Yale University, New Haven, 1992, p. 127.
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