Filosofía y Ciencia


Hedonismo


HEDONISMO

La escuela dentro de la ética denominada hedonismo, afirma que la preocupación fundamental del juicio ético debe ser el placer. Mientras que el hedonismo tiene hoy en día connotaciones de búsqueda tanto del placer como de la emotividad totales, no siempre ha sido así. Por ejemplo, aunque el Epicureísmo era una de las teorías hedonísticas originales en la ética, era bien estricto en cuanto a qué significa en verdad el placer (siendo una clase de naturalismo). Mientras que el hedonismo es generalmente una especie dentro del individualismo, no es siempre el caso; por ejemplo, el fundamento ético del utilitarianismo, que es una forma de altruismo, es la búsqueda "del placer más grande para el número más grande" con lo que podría ser reinterpretado como un tipo de hedonismo universalizado, pero o

EPICURO bviamente no individualista

Nació en el año 341 AC y falleció entre el 271 AC y 270 AC. Natural de Samos. Hijo de Neocles, Ateniense, maestro de Gramática en Gargettos, que se estableció en Samos hacia el 352. Su madre, Querestraté, practicaba la magia. Es aclamado universalmente como el filósofo campeón del hedonismo Estudio en Samos con el platónico Pánfilo. Asistió dos años en Teos (327) a la escuela Nausifanes, que le inició en el sistema atomista, a quien más tarde criticara duramente, llamándolo “Medusa” por su torpeza. A los 16 años fue a Atenas para prepararse en al servicio militar. Regresó a Samos (Colofón) y nada sabemos de él hasta el 310 en que, a sus 30 años, abrió la escuela en Mitilene, que después trasladó a Lámpsaco, y finalmente a Atenas, cuando fue liberada por Demetrio. Compró una casa con un jardín, donde daba sus lecciones. De aquí proviene la denominación de “Filósofos del jardín”. Mas de una escuela filosófica, a la manera de la Academia o del Liceo, el jardín de Epicuro era un “Circulo de amigos, una especie de seminario o de congregación o más bien una casa de retiro y un sanatorio moral. Jóvenes inquietos o personas maduras, heridas por la vida, iban allí a buscar un asilo de paz y de amistad”. Hacían en común una vida austera, frugal y retirada. Menospreciaban al dinero y las dignidades. Su finalidad era lograr la paz y la tranquilidad de ánimo, en la cual hacían consistir la felicidad.

Epicuro tenía una salud muy delicada. Padecía una penosa enfermedad renal y quizá hidropesía. La dulzura y afabilidad de su carácter, su firmeza para sobrellevar sus sufrimientos, le conquistaron el aprecio de sus conciudadanos. Sus discípulos lo veneraban como un ser divino. Tal como dice Séneca “las grandes almas epicúreas no las hizo la doctrina, sino la asidua compañía de Epicuro”. Su éxito a parte de sus dotes personales, se debe a la claridad y sencillez de su enseñanza, acomodada a las tristes circunstancias de su tiempo. Enseñaba a vivir en paz, a conservar la serenidad del alma en medio de las turbulencias exteriores. Como afirma Eugenio Montes en “La tarde del mundo antiguo”: “Epicuro no esperaba nada, inventa un arte, imposible, de no desesperar sin esperar”. Murió a los 71 años, el 7 Gamelión, dejando sus bienes en herencia a sus discípulos con el encargo de continuar su obra.

Sólo han llegado a nosotros unos pocos fragmentos de sus escritos. Diógenes Laercio, a quien por la exposición favorable que hace dl epicureismo algunos han creído partidario suyo, indica mas de 300 títulos, el tiempo y la acción de sus enemigos hicieron que solo se conservara una mínima parte, la carta a Meneceo pertenece a esa pequeña parte. Eran famosos el Canon y el Banquete. Solo quedan unos pocos fragmentos de los 37 libros de su tratado Sobre la naturaleza. Se conservan 3 cartas auténticas: a Idomeneo, Herodoto y a Meneceo. Ésta última sobre los principios fundamentales de la moral.

CARTA A MENECEO

 Cuando se es joven, no hay que vacilar en filosofar, y cuando se es viejo, no hay que cansarse de filosofar. Porque nadie es demasiado joven o demasiado viejo para cuidar su alma. Aquel que dice que la hora de filosofar aún no ha llegado, o que ha pasado ya, se parece al que dijese que no ha llegado aún, el momento de ser feliz, o que ya ha pasado. Así pues, es necesario filosofar cuando se es joven y cuando se es viejo: en el segundo caso para rejuvenecerse con el recuerdo de los bienes pasados, y en el primer caso para ser, aún siendo joven, tan intrépido como un viejo ante el porvenir. Por tanto hay que estudiar los métodos de alcanzar la felicidad, porque, cuando la tenemos, lo tenemos todo, y cuando no la tenemos lo hacemos todo para conseguirla.

Por consiguiente, medita y practica las enseñanzas que constantemente te he dado, pensando que son los principios de una vida bella.

En primer lugar, debes saber que Dios es un ser viviente inmortal y bienaventurado, como indica la noción común de la divinidad, y no le atribuyas nunca ningún carácter opuesto a su inmortalidad y a su bienaventuranza. Al contrario, cree en todo lo que puede conservarle esta bienaventuranza y esta inmortalidad. Porque los dioses existen, tenemos de ellos un conocimiento evidente; pero no son como cree la mayoría de los hombres. No es impío el que niega los dioses del común de los hombres, sino al contrario, el que aplica a los dioses las opiniones de esa mayoría. Porque las afirmaciones de la mayoría no son anticipaciones, sino conjeturas engañosas. De ahí procede la opinión de que los dioses causan a los malvados los mayores males y a los buenos los más grandes bienes. La multitud, acostumbrada a sus propias virtudes, sólo acepta a los dioses conformes con esta virtud y encuentra extraño todo lo que es distinto de ella.

En segundo lugar, acostúmbrate a pensar que la muerte no es nada para nosotros, puesto que el bien y el mal no existen más que en la sensación, y la muerte es la privación de sensación. Un conocimiento exacto de este hecho, que la muerte no es nada para nosotros, permite gozar de esta vida mortal evitándonos añadirle la idea de una duración eterna y quitándonos el deseo de la inmortalidad. Pues en la vida nada hay temible para el que ha comprendido que no hay nada temible en el hecho de no vivir. Es necio quien dice que teme la muerte, no porque es temible una vez llegada, sino porque es temible el esperarla. Porque si una cosa no nos causa ningún daño con su presencia, es necio entristecerse por esperarla. Así pues, el más espantoso de todos los males, la muerte no es nada para nosotros porque, mientras vivimos, no existe la muerte, y cuando la muerte existe, nosotros ya no somos. Por tanto la muerte no existe ni para los vivos ni para los muertos porque para los unos no existe, y los otros ya no son. La mayoría de los hombres, unas veces teme la muerte como el peor de los males, y otras veces la desea como el término de los males de la vida. El sabio, por el contrario, ni desea ni teme la muerte, ya que la vida no le es una carga, y tampoco cree que sea un mal el no existir. Igual que no es la abundancia de los alimentos, sino su calidad lo que nos place, tampoco es la duración de la vida la que nos agrada, sino que sea grata. En cuanto a los que aconsejan al joven vivir bien y al viejo morir bien, son necios, no sólo porque la vida tiene su encanto, incluso para el viejo, sino porque el cuidado de vivir bien y el cuidado de morir bien son lo mismo. Y mucho más necio es aún aquel que pretende que lo mejor es no nacer, «y cuando se ha nacido, franquear lo antes posible las puertas del Hades. Porque, si habla con convicción, ¿por qué él no sale de la vida? Le sería fácil si está decidido a ello. Pero si lo dice en broma, se muestra frívolo en una cuestión que no lo es. Así pues, conviene recordar que el futuro ni está enteramente en nuestras manos, ni completamente fuera de nuestro alcance, de suerte que no debemos ni esperarlo como si tuviese que llegar con seguridad, ni desesperar como si no tuviese que llegar con certeza.

En tercer lugar, hay que comprender que entre los deseos, unos son naturales y los otros vanos, y que entre, los deseos naturales, unos son necesarios y los otros sólo naturales. Por último, entre los deseos necesarios, unos son necesarios para la felicidad, otros para la tranquilidad del cuerpo, y los otros para la vida misma. Una teoría verídica de los deseos refiere toda preferencia y toda aversión a la salud del cuerpo y a la ataraxia del alma, ya que en ello está la perfección de la vida feliz, y todas nuestras acciones tienen como fin evitar a la vez el sufrimiento y la inquietud. Y una vez lo hemos conseguido, se dispersan todas las tormentas del alma, porque el ser vivo ya no tiene que dirigirse hacia algo, que no tiene, ni buscar otra cosa que pueda completar la felicidad del alma y del cuerpo. Ya que buscamos el placer solamente cuando su ausencia nos causa un sufrimiento. Cuando no sufrimos no tenemos ya necesidad del placer.

Por ello decimos que el placer es el principio y el fin de la vida feliz. Lo hemos reconocido como el primero de los bienes y conforme a nuestra naturaleza, él es el que nos hace preferir o rechazar las cosas, y a él tendemos tomando la sensibilidad como criterio del bien. Y puesto que el placer es el primer bien natural, se sigue de ello que no buscamos cualquier placer, sino que en ciertos casos despreciamos muchos placeres cuando tienen como consecuencia un dolor mayor. Por otra parte, hay muchos sufrimientos que consideramos preferibles a los placeres, cuando nos producen un placer mayor después de haberlos soportado durante largo tiempo. Por consiguiente, todo placer, por su misma naturaleza, es un bien, pero todo placer no es deseable. Igualmente todo dolor es un mal, pero no debemos huir necesariamente de todo dolor. Y por tanto, todas las cosas deben ser apreciadas por una prudente consideración de las ventajas y molestias que proporcionan. En efecto, en algunos casos tratamos el bien como un mal, y en otros el mal como un bien.

A nuestro entender la autarquía es un gran bien. No es que debamos siempre contentarnos con poco, sino que, cuando nos falta la abundancia, debemos poder contentarnos con poco, estando persuadidos de que gozan más de la riqueza los que tienen menos necesidad de ella, y que todo lo que es natural se obtiene fácilmente, mientras que lo que no lo es se obtiene difícilmente. Los alimentos más sencillos producen tanto placer como la mesa más suntuosa, cuando está ausente el sufrimiento que causa la necesidad; y el pan y el agua proporcionan el más vivo placer cuando se toman después de una larga privación. El habituarse a una vida sencilla y modesta es pues un buen modo de cuidar la salud y además hace al hombre animoso para realizar las tareas que debe desempeñar necesariamente en la vida. Le permite también gozar mejor de una vida opulenta cuando la ocasión se presente, y lo fortalece contra los reveses de la fortuna. Por consiguiente, cuando decimos que el placer es el soberano bien, no hablamos de los placeres de los pervertidos, ni de los placeres sensuales, como pretenden algunos ignorantes que nos atacan y desfiguran nuestro pensamiento. Hablamos de la ausencia de sufrimiento para el cuerpo y de la ausencia de inquietud para el alma. Porque no son ni las borracheras ni los banquetes continuos, ni el goce de los jóvenes o de las mujeres, ni los pescados y las carnes con que se colman las mesas suntuosas, los que proporcionan una vida feliz, sino la razón, buscando sin cesar los motivos legítimos de elección o de aversión, y apartando las opiniones que pueden aportar al alma la mayor inquietud.

Por tanto, el principio de todo esto, y a la vez el mayor bien, es la sabiduría. Debemos considerarla superior a la misma filosofía, porque es la fuente de todas las virtudes y nos enseña que no puede llegarse a la vida feliz sin la sabiduría, la honestidad y la justicia, y que la sabiduría, la honestidad y la justicia no pueden obtenerse sin el placer. En efecto, las virtudes están unidas a la vida feliz, que a su vez es inseparable de las virtudes.

¿Existe alguien al que puedas poner por encima del sabio? El sabio tiene opiniones piadosas sobre los dioses, no teme nunca la muerte, comprende cuál es el fin de la naturaleza, sabe que es fácil alcanzar y poseer el supremo bien, y que el mal extremo tiene una duración o una gravedad limitadas.

En cuanto al destino, que algunos miran como un déspota, el sabio se ríe de él. Valdría más, en efecto, aceptar los relatos mitológicos sobre los dioses que hacerse esclavo de la fatalidad de los físicos: porque el mito deja la esperanza de que honrando a los dioses los haremos propicios mientras que la fatalidad es inexorable. En cuanto al azar (fortuna, suerte), el sabio no cree, como la mayoría, que sea un dios, porque un dios no puede obrar de un modo desordenado, ni como una causa inconstante. No cree que el azar distribuya a los hombres el bien y el mal, en lo referente a la vida feliz, sino que sabe que él aporta los principios de los grandes bienes o de los grandes males. Considera que vale más mala suerte razonando bien, que buena suerte razonando mal. Y lo mejor en las acciones es que la suerte dé el éxito a lo que ha sido bien calculado.

Por consiguiente, medita estas cosas y las que son del mismo género, medítalas día y noche, tú solo y con un amigo semejante a ti. Así nunca sentirás inquietud ni en tus sueños, ni en tus vigilias y vivirás entre los hombres como un dios. Porque el hombre que vive en medio de los bienes inmortales ya no tiene nada que se parezca a un mortal.

ANÁLISIS DE LA CARTA A MENECEO

“Cuando se es joven ... y cuando no lo tenemos hacemos todo para conseguirla”

Toma a la filosofía como el saber, para llegar a la felicidad. Aunque se sea viejo o joven igual se puede aprender a filosofar. No se justifica el no filosofar. La filosofía lleva a la felicidad, que es la puerta para llegar a la Ataraxia, la felicidad del alma(no tener dolor corporal). Reconoce que la edad no es obstáculo para ser feliz. La autarquía es no tener necesidad de otras cosas.

“Por consiguiente, tu medita ... y encuentra extraño todo lo que es discorde a ella.”

Los dioses están en su mundo y no intervienen en la vida de los seres humanos; en cambio el vulgo(pueblo), creen que los dioses están constantemente con ellos, castigándolos, etc.

“en segundo lugar, acostúmbrate a pensar ... como si no tuviera que llegar con certeza”

Si vivimos pensando en la muerte, no seríamos felices, o sea que no llegaríamos a la Ataraxia, que no es mas que la privación de lo que podemos , sentir, cuando morimos dejamos absolutamente todo, ni el alma nos queda porque esta también se desintegra junto con el cuerpo, a esto el lo explica por el concepto atomista de Epicuro. Al contrario con la muerte estamos alejados de todo, los dolores tristezas, pasiones y amarguras de la vida.

“A nuestro entender la autarquía ... lo que no lo es se obtiene difícilmente”.

En cuanto a la autarquía, la independencia, capacidad de bastarse con lo imprescindible de manera que si faltan los bienes difíciles de obtener no nos produzca sufrimiento. El acostumbrarse a vivir con poco, con lo necesario; si nosotros no nos acostumbramos a vivir con poco, lo que estamos formando es un hábito según Aristóteles( no lo dice implícitamente pero eso quiere decir)

“los alimentos mas sencillos ... que a su vez es inseparable de las virtudes”

Epicuro define al placer como el no sufrir dolor en el cuerpo, ni turbación ni intranquilidad en el alma. Su posición frente a los excesos y el cálculo en la razón, en la elección del placer es la prudencia. La razón ayuda pero la prudencia es mas apreciable que la filosofía(filosofía = saber racional). La prudencia lleva a la vida feliz, la vida sensata y la vida justa. La virtud está unida a la felicidad, igual que para Aristóteles y Platón. En este fragmento se rescata la autarquía personal, y la importancia de elegir racionalmente, pero mas importante es elegir prudentemente. En conclusión la prudencia es el principio fundamental de toda vida feliz

“¿Existe alguien al que puedas ... se parezca a un mortal”.

La opinión de Epicuro sobre el destino es que no existe sino que el hombre es libre. No rige al mundo el puro azar, todo no es fruto de la necesidad, no existe nada escrito por los dioses que se le llame destino. Sensato es para él aquel que piense de este mundo e insensatos lo son los estoicos, los antiguos materialistas(átomos). Aceptando esta idea que no existe el destino y que nuestra vida no es regida al azar sino que hay un equilibrio, esto es la base de la tranquilidad de la felicidad. Los valores mas grandes que fomenta son los de la amistad, ya que es la única relación humana que no nos lleva al exceso, sino que nos llevaría a la Ataraxia.

FILOSOFÍA

El fondo ontológico de la filosofía epicúrea, esencialmente materialista, sensista y empirista, procede del atomismo de Demócrito. Epicuro se desentiende de las cuestiones puramente especulativas. Rechaza las Matemáticas por no considerarlas de utilidad práctica. Se propone solamente conseguir la felicidad en cuanto es posible en esta vida. Su norma es la sencillez y la utilidad. “ No hay que inquietar a nadie porque no haya leído una línea de Homero o porque no sepa si Héctor era troyano o griego”.

Divide la filosofía en tres partes, subordinadas entre sí:

a) Canónica (lógica), que trata del conocimiento y de las normas y criterios para distinguir lo verdadero de lo falso. Esta se ordena a la: b) Física, cuyo objeto es dar un concepto de la realidad, no con la finalidad especulativa, sino para libertar al hombre del temor al destino, a los dioses y a la muerte, que son los tres grandes impedimentos para conseguir la paz del alma y la felicidad. A su vez esta se subordina a la: c) Ética que es la parte fundamental, en la cual se trata de los medios adecuados para alcanzar la felicidad.

a) Canónica La teoría epicúrea del conocimiento inspirada en el materialismo atomista, es sumamente sencilla. La única fuente de conocimiento es la sensación, producida por unos efluvios compuestos de átomos sutilísimos y sumamente veloces que se desprenden de las superficies de los cuerpos y que penetran por los poros en los órganos de los sentidos, produciendo en ellos impresiones a manera del sello sobre la cera. La emanación incesante de esos efluvios o imágenes no altera en lo más mínimo la constitución interna de los cuerpos ni disminuye su volumen. Se renuevan continuamente siendo reemplazados por otros átomos que afluyen del aire circundante, la emisión de estos es continua a manera de torrente, que corre desde los cuerpos hasta nuestros sentidos a través del espacio vacío, su rapidez es tal que producen impresión de continuidad. Pueden mezclarse entre sí y algunos ascienden hasta la bóveda que envuelve el mundo, rebotando y deformándose con el choque.

Cuando los efluvios provienen de cuerpos inmediatos o cercanos las impresiones son claras y se graban fuertemente, reproduciendo exactamente los objetos. Cuando proceden de objetos lejanos causan impresiones más débiles (simulacros) menos nítidas y distintas, pues pueden alterarse y deformarse por el choque con otras imágenes.

Epicuro señala tres criterios de verdad, que vienen a reducirse a la evidencia sensible:

Los sentidos, o la percepción sensible que versa sobre objetos actuales y presentes. Pueden ser claras, confusas, mezcladas, etc. , según el modo como son recibidos en los sentidos los efluvios desprendidos de los cuerpos. Tiene evidencia propia y siempre es verdadera, ya que responde a causas objetivas y reales. El error proviene de la opinión o juicio. Consiste en afirmar que tal sensación corresponde a un objeto distinto del que la causa. Pero puede corregirse por la misma experiencia, comprobando si una sensación es confirmada o no por otras sensaciones. Si lo es, es verdadera, sino falsa, o sea que a la verdad la conocemos a través de los sentidos, son la fuente principal del conocimiento, también debe existir una prenoción que produce la realidad en nosotros, pero el razonamiento y la memoria conducen muchas veces al error

La anticipación versa sobre objetos lejanos o invisibles que no podemos percibir directamente por los sentidos. Los conceptos se reducen a sensaciones que perduran en nuestra memoria. Estos recuerdos suministran un medio para prever lo que puede pasar en el futuro, por analogía con lo pasado, de suerte que no pueda tomarnos desprevenidos. Y también para inferir por medio de la analogía, las cosas lejanas e invisibles que caen fuera del alcance de nuestra percepción directa. En este procedimiento esta basada la física de Epicuro, pues con él se infiere la existencia de los átomos y del vacío, que no pueden ser percibidos por experiencia sensible directa.

Las pasiones versan sobre cosas presentes, en cuanto producen sensaciones de placer o de dolor. Este es el criterio del bien y del mal y de las cosas que se deben aceptar o rechazar

b) Física Ésta nos ayuda a librarnos de los temores delas supersticiones y falsas creencias acerca de los dioses y de la muerte. Se contiene en la carta de Herodoto. No es original, pues con ligeras modificaciones se reduce al sistema atomista de Demócrito. No se propone resolver especulativamente el problema de la naturaleza de las cosas. Su finalidad es esencialmente práctica, para suprimir en el hombre el temor al destino, a los dioses y a la muerte, que considera los tres mayores obstáculos para lograr la tranquilidad del alma,

Atomismo los elementos eternos, constitutivos de todas las cosas, son la materia (átomos), el vacío(espacio) y el movimiento. El universo es infinito, pues no tiene nada que lo limite. Fuera de él no existe nada. Infinito es el vacío-espacio-y los cuerpos que se hallan en él como dice en la carta de Epicuro a Herodoto “el todo fue siempre tal como es ahora, y será siempre así, pues no existe en él nada que pueda cambiarse”.

La materia esta compuesta por un número infinito de átomos invisibles cuya existencia se afirma porque así lo exige la razón (prolepsis), aunque no puedan ser percibido por los sentidos. Tienen distinta magnitud, peso y figura. Sus clases son muy numerosas, aunque no infinitas. Pero dentro de cada clase hay un numero infinito de átomos.

Además de los átomos existe el vacío, o espacio, que separa y distingue unos átomos de otros y contiene todas las cosas. El vacío es necesario para explicar la distinción de los átomos, su agrupación y su disgregación, y para ser posibles las mutaciones y el movimiento.

Los átomos están agitados en el vacío por un movimiento eterno en forma de torbellino. Su caída natural es vertical o rectilínea. Todos caen con la misma velocidad, pero al caer los más pequeños son oprimidos por los mayores y tienden a subir hacia arriba con un movimiento violento. Además de este movimiento general de gravedad los átomos poseen otros movimientos muy tenues de declinación (clinamen), por el cual pueden desviarse de la vertical. Con ello intentaba Epicuro salvar la libertad y evadirse de la ley de la necesidad o el destino. En el interior de cada átomo existe un movimiento de vibración, que es causa de su elasticidad en los choques.

Todas las cosas se originan de los choques fortuitos entre los átomos. Unos rebotan, pero otros se acoplan entre sí, conforme a su figura, constituyendo los diversos cuerpos. Nada sale de la nada, y nada vuelve al no - ser “ante todo, nada proviene de la nada, pues todo nacería de todo sin necesidad de semillas”. Todo cuanto se origina de nuevo procede de alguna semilla, tanto los seres vivientes como en los no vivientes. Los átomos vienen a ser como las semillas de todos los seres.

Dentro del torbellino general que arrastra todas las cosas se forman torbellinos parciales, cada uno de los cuales da origen a otros tantos mundos infinitos que nacen, cambian sin cesar y se destruyen. Los hay de muy diversas formas: esféricos, ovoidales, cónicos, etc. En ellos hay plantas y animales, unos semejantes a otros distintos de los de nuestro mundo.

Una consigna de la vida Epicúrea en búsqueda de la felicidad es combatir los fantasmas que engendran el miedo a la muerte y a las ideas asociadas a la vida de ultratumba.

2-Supresión de las cusas de intranquilidad

a-No hay que temer al destino, pues no existe. Solamente existe el azar. Todos se muda, se cambia y se destruye sin sujeción a ninguna ley, en virtud de las causas puramente mecánicas. Nada es necesario. Ni pude preverse ningún acontecimiento, pues en el Universo no existe ni orden ni finalidad.

b-El temor a la muerte, el alma humana se compone de átomos esféricos lisos, sutiles y sumamente móviles, extendidos por le cuerpo a manera de una red. De suyo no posee sensibilidad y solamente la adquiere al estar unida al cuerpo, separada del cual ni siente, ni sufre, ni goza. El alma del hombre tiene además la facultad de pensar, que esta localizada en medio del pecho.

Pero el alma no sobrevive al cuerpo. En el cual en el momento de la muerte sus átomos se disgregan, dejando de existir juntamente con el cuerpo, volviendo al torbellino del movimiento en el vacío. Epicuro admite una cierta libertad suficiente para que el sabio pueda dirigir su vida y gobernarse a sí mismo. Los átomos del alma tienen declinación para libertarse, hasta cierto punto, del destino ciego.

No hay que inquietarse por el temor a la muerte, pues es una liberación de todos los males y de todos los dolores, ya que nada existe después de esta vida, sino los átomos que volverán a unirse y separarse indefinidamente. “La muerte pues, el más horrendo de los males, en nada nos atañe. Pues mientras nosotros vivimos no ha venido ella, y cuando ella ha venido, ya no vivimos nosotros. Así la muerte no es contra los vivos ni contra los muertos, pues en aquellos todavía no está y en éstos ya no esta”.

c-El temor a los dioses. Epicuro creía evidente en la existencia de los dioses, pues la atestiguan las apariciones, la existencia de los sueños y el consentimiento universal de los hombres. “Cree que los dioses existen porque es necesario que exista una naturaleza excelente y de la cual no puede hallarse nada mejor”. Los dioses están compuestos de átomos aeriformes mas sutiles y perfectos que los de las almas, y su figura es semejante a la de los hombres, pero mucho mas hermosa. Residen en unos vergeles maravillosos, en los espacios que separan unos mundos de otros. Su número es incalculable. No tienen parte alguna en la formación de los mundos, ni los conocen, ni ejercen providencia, para bien ni para mal, en los asuntos humanos. La intervención en las cosas del mundo podría turbar su felicidad. Ni los bienes ni los males dependen de ellos. Si dependieran, los dioses, que son buenos suprimirían todos los males “Dios, o bien quiere impedir los males y no puede o puede y no quiere, o ni quiere ni puede, o quiere y puede. Si quiere y no puede es importante, lo cual es imposible en dios. Si puede y no quiere, es envidioso lo que del mismo modo es contrario a Dios. Si ni quiere ni puede, es envidioso e importante; por lo tanto, ni siquiera es Dios. Si puede y quiere que es lo único que conviene a Dios ¿De dónde proviene entonces la existencia de los males y porqué no los impide?.

Siendo esto así son inútiles las oraciones, los sacrificios y todos los actos de culpa. Pero los dioses, por su excelente naturaleza, son acreedores a nuestra veneración. En esto consiste la piedad y la única forma racional de religión como dice Epicuro en la carta a Pitocles “Es mejor seguir la mitología de los dioses que someterse a la inevitable necesidad de la Naturaleza, porque los dioses dan la esperanza de dejarse aplacar mediante el culto, mientras que la Naturaleza es implacable y ciega”

“ Si Dios prestara oídos a las suplica de los hombres, pronto todos los hombres perecerían porque de continuo piden muchos males los unos contra los otros” los dioses viven eternamente felices lejos de los hombres, sin preocuparse de premiarlos ni castigarlos, Epicuro no creía en la existencia de dioses que dirigieran misteriosamente el destino del mundo.

Por lo tanto, no hay que temer a los dioses. Con lo cual queda excluida la tercera causa principal de intranquilidad.

ÉTICA

a)-El placer- dado este concepto materialista de la realidad, el fin del hombre queda reducido a lograr la felicidad posible en este mundo y conseguir la mayor cantidad posible de placer, que es el único bien. Así lo atestigua la experiencia. Todos los seres vivientes buscan los placeres y huyen de los dolores. Este es el único criterio que debe presidir la conducta humana, o sea que la felicidad esta en la satisfacción del deseo, en la consagración del placer. “Yo no sé, como puedo concebir el bien, si prescindo de los placeres del gusto y los placeres del amor, y los del oído y la vista y elimino las emociones placenteras causadas por la visión de una hermosa forma”

No obstante, Epicuro no es un puro hedonista. Su doctrina sobre el placer es mucho mas elevada y hasta apuesta a los cirenaicos y Eudemo. El hombre es un compuesto de cuerpo y alma y cada uno de estos elementos corresponden sus propios placeres. Los del cuerpo son esencialmente carnales. Pero el alma tiene una clase de placer mas elevado, que Epicuro denomina goza. Además, en cuanto dotada de conocimiento y reflexión, le corresponde regir y regular la vida del sabio, refrenando las actividades propias del cuerpo mediante la prudencia, con la cual debe moderar los apetitos y señalar la norma de conducta, cuya finalidad es el equilibrio del hombre, su paz interior y su tranquilidad. Así mismo debe prever las consecuencias que pueden tener sus acciones. Dado que es posible satisfacer todos nuestros deseos, lo mejor es limitarlos. "Ningún placer es algo malo en sí", Epicuro continua diciéndonos en sus Doctrinas Principales, "pero los medios que producen algunos placeres conllevan alteraciones que muchas veces son mayores que los mismos placeres".

b)- La virtud consiste en el medio de evitar el dolor y de conseguir la mayor cantidad posible de placer. No todos los dolores son absolutamente malos, sino que a veces son preferibles a los placeres, pues pueden reportarnos un bien mayor. Ni todos los placeres son deseables, pues pueden ser causa de dolores. El sabio deberá moderar la satisfacción de sus apetitos mediante la virtud de la templanza, puesto que el abuso de los placeres puede ocasionar dolor. Debe saber calcular las sensaciones y distinguir su duración, su intensidad y sus consecuencias. No debe elegir a ciegas cualquier placer, y menos los del propio cuerpo, porque pueden ir mezclados con muchos males. Epicuro recomendaba una vida austera y refrenar los apetitos inmoderados, anejos a la satisfacción de las necesidades corporales. Distinguía entre necesidades naturales y necesarias o no naturales un deseo natural necesario sería comer, uno natural no necesario seria comer caviar uno no natural seria acumular riquezas, honores, etc. Al tratar con cada una de las clases de deseos, Epicuro recomienda las siguientes estrategias: [1] Deberíamos intentar satisfacer los deseos necesarios de la forma más económica posible. Así, una dieta predominantemente simple y nutritiva satisfará el hambre y la salud, una morada modesta puede adecuadamente proveer bienestar físico, y las buenas amistades mucho servirán para ayudarse mutuamente en tiempos de infortunio. El estudio de la naturaleza del universo, de forma tal que podamos confiadamente rechazar los absurdos de las supersticiones, es también esencial para mejorar nuestro sentido de seguridad. [2] Nuestra eficiencia al enfrentar lo anterior nos da más libertad y recursos para explorar la gran variedad de deseos "naturales e innecesarios". Podemos perseguir esto hasta la satisfacción de nuestro corazón, es decir, hasta el punto del placer máximo — pero no más allá, no sea que interfiramos con nuestros objetivos establecidos en [1]. Por ejemplo, nunca deberíamos arriesgar nuestra salud, nuestras amistades, nuestras finanzas o nuestra condición legal por perseguir un deseo innecesario. Ante tal coyuntura lo mejor es desviar nuestra atención hacia algún otro deseo en esta abundante categoría a fin de no admitir que nuestros placeres se mezclen con las perspectivas de un sufrimiento futuro. [3] Finalmente, llegamos a los deseos "innaturales e innecesarios", para los cuales el consejo de Epicuro es inequívoco: deberíamos evitarlos por completo. El placer producido por la satisfacción de deseos innaturales es demasiado efímero para ser digno de nuestra persecución cuando se les compara con el largo alcance de los respectivos costos. Podemos, por ejemplo, paladear los logros de la fama; sin embargo, en nuestro siglo ya lo sabemos, aunque duren sólo quince minutos luego puede que tengamos que soportar a los cazadores de noticias por un larguísimo tiempo. El poder político atrae a usurpadores y asesinos; la riqueza opulenta atrae a ladrones y políticos (o a los recolectores de impuestos). No es novedad alguna que una máxima epicúrea sentencie: "¡Vive en el anonimato!". El sabio debe excluir el lujo, contentándose con lo necesario para la vida. Con pan agua y un alimento frugal el sabio es mas feliz que con los festines. Epicuro dio el 0ejemplo con su conducta. Se contentaba con agua y pan moreno. En una carta a un amigo le escribe: “Envíame un poco de queso citrídeo para que yo pueda hacer una comida mas excelente”.

En el placer distinguía dos aspectos, uno negativo, que es el principal, logrando la ausencia del dolor, el reposo, el descanso y la imperturbabilidad, de donde proviene la paz interior del alma, libre de dolores, de temores y perturbaciones, que es el estado ideal al que se le llama ataraxia, como expresa en su carta a Meneceo “hay que estudiar los métodos de alcanzar la felicidad, porque, cuando la tenemos, lo tenemos todo, y cuando no la tenemos lo hacemos todo para conseguirla”, o sea Epicuro abogaba por una vida de continuo placer como clave para la felicidad—el objetivo de sus enseñanzas morales. Su gran perspicacia para satisfacer este fin consistía en identificar el límite de nuestra habilidad para experimentar el placer en cualquier momento. Él estipuló que a partir de un determinado nivel máximo no es posible que el placer tenga un incremento de intensidad, aunque es probable que las sensaciones que sostienen este dichoso pináculo del placer varíen continuamente, al que denomino ataraxia que en griego significa imperturbabilidad, que es lo característico del sabio. El sabio debe liberarse de los cuidados de la familia, de las riquezas, de los negocios y honores de todo cuanto pueda perturbar la paz de su espíritu y producirse la inquietud y el dolor. “Si quieres hacer rico a Pitocles no le agregues riquezas, sino disminúyele sus deseos”. En esta paz interior es en lo que consiste el placer mas intenso. Es una moral propia de un hombre enfermo, para quien la mayor felicidad es la cesación de sus dolores.

El aspecto positivo del placer va unido al movimiento y a la actividad propia del cuerpo y alma. Pero el sabio sabe sobreponerse a todo mediante una severa disciplina, limitando sus apetitos, moderando sus deseos y regulando sus pensamientos e imaginaciones. Debe ser siempre libre y conservar su paz interior. Su norma es bastante así mismo, contentándose con poco y logrando la autosuficiencia. Epicuro condenaba al suicidio como medio de liberación de los dolores físicos o morales.

Dentro de lo que cabe en una filosofía materialista, que niega la providencia de Dios, la inmortalidad del alma y las sensaciones mas allá de la vida, la moral de Epicuro permanece en un plano de dignidad humana. No consiste en un puro hedonismo ni es una moral de libertinaje. Aunque carece de una norma superior a la propia naturaleza humana, aconseja la austeridad de la vida, poniendo la felicidad, no en el desarreglo de las pasiones, ni los placeres inferiores del cuerpo, sino en la paz y en la tranquilidad del alma, en la “gracia”, en el buen humor y en la ecuanimidad del sabio, dueño de si mismo, sobreponiéndose al dolor y a la adversidad y superándolos temores y las perturbaciones exteriores. Así Epicuro sobrellevó sus enfermedades con grandeza de alma y hasta con alegría, por lo que sus discípulos lo tuvieron en su mas alta estimación. No obstante, éstos no supieron mantener la dignidad de conducta de su maestro, y, con mas lógica que él, dedujeron de sus principios otras tendencias inclinadas al hedonismo en su aspecto menos elevado.

EL JARDÍN

Fue fundado en el 306 AC., se estableció en Atenas, Grecia, sustentaba la idea de un hedonismo muy estricto

Fue una especie de voluntario retiro. Allí Epicuro ejerció un largo magisterio rodeado de familiares y amigos(mujeres, hombres, jóvenes, niños)

La filosofía bien podía ser considerada como un método para iniciar y desarrollar la búsqueda de la explicación que anhelaba el alma exploradora. Se trata de un sendero tortuoso, aunque ciertamente gratificante, para quien lo recorre; las averiguaciones que en él se alcancen son individuales, sin embargo en todas las áreas del quehacer humano, las claves para acceder a ellas solo se obtienen del intercambio de otros caminantes mas aventajados.

Este sitio se inicia dubitativamente pero esperanzadoramente con el fin de proveer de ayuda a quienes depositan en la filosofía la ilusión de alcanzar una vida mas equilibrada. Su nombre, El Jardín, ha sido sacado del lugar donde Epicuro, en la Atenas del siglo tercero anterior a nuestra era, estudió se ejercitó y enseñó su filosofía y contribuyo a la tranquilidad de la mente y a la indolencia del cuerpo. Así la dulzura del aire, el agrado de los olores, el verdor de las plantas, la limpieza y la liviandad de la comida, los ejercicios de trabajar o de caminar, y por sobre todo, el librarse de los cuidados y solicitudes, parecen por igual, favorecer y mejorar la contemplación y salud; el gozo de los sentidos y de la imaginación, y por su intermedio el sosiego y la serenidad tanto del cuerpo como de la mente.

OPINIÓN PERSONAL

La doctrina que Epicuro enseñó hace largo tiempo en su jardín en Atenas es igualmente inspiradora y convincente aún en nuestros días y, por tanto, digna de nuestra investigación.

Trasladándolo hacia la post- modernidad pensamos que existen algunas similitudes con su doctrina, y también muchas diferencias.

Por ejemplo, él podía abstenerse de ciertos placeres, pero actuaba así para ganar mas placer en el futuro, hoy sin embargo, vivimos pendientes en contemplar los placeres del día a día, sin tener en cuenta el futuro, esto se debe a las exigencias laborales, que muchas veces por la falta de tiempo no nos detenemos a pensar en el mañana y actuamos de acuerdo al momento.

Epicuro logró abrir la mente humana a ciertos temas. Luego, otras doctrinas se encargaron de eliminar el aspecto positivo de ellos, permaneciendo como tabúes por mucho tiempo, y ahora lentamente van desapareciendo los prejuicios, recuperando algunos aspectos de la doctrina epicúrea.

Por otro lado la diferencia de culturas debida al abismo temporal existente entre la antigüedad y la contemporaneidad, conduce a que aspectos que Epicuro sostenía que no eran necesarios, como las matemáticas, son parte de la vida cotidiana.

Su postura acerca de los dioses, de su intervención en la vida de las personas, ha evolucionado hasta llegar a un gran porcentaje de ateísmo. Y muchas veces por la existencia de diferencias religiosas, vivimos guerras por la defensa de las ideologías.

BIBLIOGRAFÍA

“Historia de la filosofía” Tomo I “Grecia y Roma”. Guillermo Fraile, O.P.

Noesis

Arjé

Material de Internet

Encarta 2001

Rivaud, Histoire de la philosophie, “Huye, OH feliz amigo de toda educación “

Epicuro en “metrodori epicurei fragmenta”

para Epicuro, es “el ejercicio que por la palabra y el discurso procura una vida feliz” (sexto empírico). “ si nada nos conturbase los recelos de las cosas de los meteoros y los de la muerte..., no tendríamos necesidad de la filosofía” (carta a Pitocles).




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Idioma: castellano
País: Uruguay

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