Psicología


Falsas memorias en el reconocimiento de rostros


INTRODUCCIÓN

Es posible que algunos de nuestros recuerdos puedan basarse, no en la experiencia de haber vivido un suceso, sino en fuentes externas como historias familiares, fotografías o películas.

Se pueden crear memorias de forma experimental, con los controles adecuados, eligiendo un suceso con ciertas características (que sea único, llamativo y fácil de discriminar) y sugerir a diferentes sujetos que ese suceso les ha ocurrido. Una evaluación de sus informes de memoria posteriores, de su seguridad, y la posibilidad de compararlos con otros recuerdos reales de características similares, de los mismos sujetos, puede llevarnos a conclusiones más firmes sobre las creaciones de recuerdos falsos.

Varios grupos de investigación han seguido esta vía metodológica y han empleado diversos sucesos que cumplían con los requisitos anteriores. La metodología básica que se sigue en estos experimentos consiste en pedir el recuerdo de episodios autobiográficos reales e inventados a cada sujeto en repetidas ocasiones a lo largo de varias semanas, con la colaboración de los familiares. A partir de estas respuestas se seleccionan entre dos y cuatro episodios autobiográficos reales y uno inventado por el experimentador, y todos ellos serán tratados de la misma manera desde ese momento.

Al sujeto experimental se le dice que debe intentar recordar con la mayor exactitud posible todos los episodios, de los que se le proporciona una descripción muy general que sirva de punto de partida para el recuerdo, esto se repite durante varias sesiones.

No todos los sujetos experimentales tienen un éxito total al tratar de recordar los episodios autobiográficos reales a pesar de los repetidos intentos de recuerdo, pero lo más interesante es que algunos terminan recordando el episodio falso inventado por el experimentador. Es más, en adultos, entre el 15% y el 25% de los sujetos en los distintos estudios han recordado el recuerdo implantado y en niños también consiguieron hacer creer a la mitad de sus sujetos que habían ido al hospital por alguna herida. Falsa memoria es casi un nombre inadecuado desde el punto de vista de los que la experimentan, pues para ellos es tan real como una memoria correcta.

Destacaremos la posición de Loftus que mantenía que la información sugerida, cuando tiene efecto, se integraba en una representación ya existente y por ello modificaba esa representación. De esta manera, cuando presenciamos un suceso se crea en nuestra memoria una representación de lo que hemos visto, y si posteriormente se nos sugiere, desde fuentes externas o internas, un detalle que realmente no estaba presente y lo aceptamos, ello tiene como consecuencia que la representación original se altera para acomodar ese detalle no real.

El estudio experimental de falsas memorias data de mucho tiempo atrás, sin embargo el trabajo de Roediger y McDeermott (1995) reactivó su interés, replicando un trabajo anterior, presentaron a los sujetos, en orden secuencial, listas de 12 a 15 palabras (durante 1,5 segundos cada una), las cuales estaban semánticamente relacionadas con otra palabra no explícitamente presentada en la lista (o “palabra crítica”), después de realizar las tareas de recuerdo y reconocimiento posteriores, observaron que al menos un 40% de los sujetos recuperaron de su memoria las “palabras críticas”, creando así falsas memorias.

Este paradigma experimental ha generado multitud de trabajos de investigación que han mostrado, entre otras cosas, cómo la probabilidad de elicitar falsas memorias aumenta proporcionalmente tanto con el número de palabras de las listas de aprendizaje, como con su grado de relación semántica, también se han estudiado las condiciones necesarias para su aparición y su persistencia temporal.

Nos parece interesante exponer una clasificación antigua sobre las ilusiones de la memoria, Sully (1881), un psicólogo del siglo XIX publicó un libro sobre ilusiones cognitivas e incluyó un capítulo sobre las ilusiones de la memoria. Según él habría tres tipos de ilusión, resumidamente:

La ilusión de perspectiva, que sería un fallo en la localización de un recuerdo determinado, este recuerdo no contiene errores, pero la persona que lo recuerda se equivoca al atribuirle una fecha, un momento temporal.

Las deformaciones del recuerdo, en este caso parte del suceso al que se refiere el recuerdo se ha modificado, ya contiene errores, puede ser que el sujeto se equivoque sobre los acontecimientos y circunstancias o que añada o se invente algo.

Las alucinaciones de la memoria, cuando se confunden imágenes mentales actuales con imágenes de la memoria y atribuimos a ésas el carácter de pasado cuando en realidad no provienen de nuestra memoria sino de los sueños y de la imaginación.

La investigación sobre falsas memorias tiene claras repercusiones en ámbitos de estudio como la memoria de testigos judiciales, la memoria autobiográfica, la memoria ilusoria, etc. y con todo lo que hemos expuesto aquí podemos llegar a la conclusión de que las memorias no permanecen inalterables en el “almacén”, sino que pueden ser modificadas por muchos motivos.

El objetivo de nuestra investigación es ver si el efecto de la información engañosa implicará un mayor número de errores de reconocimiento en los sujetos expuestos a esa información, estos sujetos tendrán más falsas alarmas en las pruebas de reconocimiento que los del grupo de control.

HIPÓTESIS

Los sujetos que vean como distractores el segundo día rostros que fueron distractores en el primer día, confundirán éstos con las caras a recordar (falsas alarmas).

MÉTODO

Sujetos

Participaron en el experimento 60 sujetos, 30 hombres y 30 mujeres, con una media de edad de 27.78 años, fueron repartidos aleatoriamente en 2 grupos (control y experimental), a cada grupo se le asignaron 15 hombres y 15 mujeres, todos ellos participaron voluntariamente en el experimento.

Materiales

Elaboramos una primera lista con 10 fotografías de caras que llamamos “caras a recordar”, constituida por 5 hombres y 5 mujeres; otra lista a la que llamamos “lista fallida 1” que contenía otras 10 caras diferentes a las anteriores, 5 de hombres y 5 de mujeres y una tercera a la que llamamos “lista fallida 2”, compuesta igualmente por el mismo número de mujeres que de hombres, 10 en total, también con rostros distintos a los anteriores.

Se hicieron otras 15 listas que compuestas por las “caras a recordar” y la “lista fallida 1” (20 caras en total), todas las caras se ordenaron al azar en cada una de las listas, con lo que aunque las 15 incluían las mismas caras, el orden de presentación era distinto.

Además elaboramos 5 listas más que incluían las “caras a recordar”, 5 caras de la “lista fallida 1” y otras 5 de la “lista fallida 2” tomadas aleatoriamente, siempre con el mismo número de caras femeninas que masculinas, así conseguimos 5 listas con distinto orden y caras tomadas de las dos listas fallidas al azar.

Todas las fotografías presentadas eran de personas de distintas edades (desde 18 a 50 años) y se distribuyeron en las 3 listas (“caras a recordar”, “lista fallida 1 y 2”) de forma que hubiera el mismo número de personas más jóvenes que de más mayores, estaban en blanco y negro, todas tenían un mismo fondo liso y el mismo tamaño.

Procedimiento

El experimento se llevó a cabo en dos días:

-En el primer día se les pidió a todos los sujetos que observaran la lista que contenía las 10 “caras a recordar” durante el tiempo que necesitaran para recordarlas todas, cuando cada sujeto terminaba se les facilitaba una segunda lista con las 10 “caras a recordar” y las otras 10 de la “lista fallida 1” y tenían que marcar las caras que recordaran haber visto en la primera hoja. En este día el procedimiento fue igual para todos los sujetos, la única diferencia era el orden de presentación de las caras de la segunda lista.

-En el segundo día se le volvió a pedir a los sujetos que marcaran las “caras a recordar”, esta vez sin presentarles la primera hoja de 10 caras, en una nueva lista que se les facilitó, ahora a la mitad de los sujetos (pertenecientes al grupo control) se les daba las mismas listas de caras que en el día 1 (con distinto orden), y a la otra mitad (pertenecientes al grupo experimental) una nueva formada por las 10 “caras a recordar”, 5 caras de la “lista fallida 1” (que ya habían visto el día anterior) y otras 5 de la “lista fallida 2” (que no habían visto).

Los participantes tenían que poner en los espacios destinados para ello de las 2 hojas (día 1 y día 2), su nombre y apellidos o su nombre y las 3 últimas cifras de su DNI, edad y sexo.

RESULTADOS

Únicamente registramos el número de falsas alarmas cometidas, que son las caras que se han dado por buenas y no lo eran, es decir; que seleccionaron una de las caras de las listas fallidas como si fuera una de las caras a recordar. En primer lugar hemos calculado las medias de las falsas alarmas tanto del día 1 como del día 2 en los dos grupos y las hemos representado gráficamente en el siguiente diagrama de barras:

Esto nos sirve para hacernos una idea previa de los resultados; podemos ver que la diferencia de falsas alarmas en el día 1 de los dos grupos es muy pequeña, como era de esperar ya que ambos grupos fueron sometidos a la misma prueba; mientras que en el día 2 es mayor; el grupo experimental ha dado por buenas más caras que no lo eran que el grupo control. Mientras que en el grupo control el número de falsas alarmas ha aumentado muy poco desde el primer día, en el grupo experimental casi se han duplicado.

Después analizamos si los dos tipos de listas distintas presentadas para los dos grupos en el día 2 produjeron efectos diferenciales sobre el número total de falsas alarmas mediante la ANOVA llevada acabo sobre la VD (falsas alarmas) con el programa R, dicha ANOVA determinó como significativos los efectos de nuestra manipulación, F(1,58)= 6.45, P= 0.013. Con el coeficiente de determinación determinamos en qué medida el número de falsas alarmas queda explicado por nuestra manipulación y lo que obtuvimos fue que lo explica en un 10 %.

Los resultados obtenidos son los esperados y consideramos que confirman nuestra hipótesis, es decir que el hecho de presentar las mismas caras en los dos días como distractoras influye en el recuerdo que tenían los sujetos de las que debían recordar, produciéndoles un mayor número de falsas alarmas, pero la significación obtenida es pequeña y la proporción que explica nuestro modelo también, por lo que aunque sabemos que influye debe haber otros factores que también intervengan.

DISCUSIÓN

Los resultados de este experimento muestran, básicamente, que los sujetos confunden los rostros “fallidos” con los “a recordar” si se les presentan en dos días diferentes, elicitando falsas memorias. Ahora bien que esto se deba mayormente al hecho de haberlas visto ya anteriormente no está claro, habría que tomar en cuenta una serie de factores que pueden estar interactuando.

El número de caras que han tenido que recordar es pequeño, lo que facilita el recuerdo, además algunos sujetos expresaron que algunas de ellas eran muy parecidas y difíciles de diferenciar, esto puede ser debido al hecho de presentarlas en blanco y negro. Las fotos se tomaron en color y posteriormente se pasaron a blanco y negro mediante un programa de ordenador, cambiando los contrastes para que todas tuvieran la misma luminosidad, en color todas se diferenciaban claramente pero no tomamos en cuenta que en dos colores se pudieran parecer y debíamos haber eliminado las que causaran confusión.

Algo que también nos sorprendió fue el hecho de que 3 sujetos cometieran más falsas alarmas en el día 1 que en el día 2, creemos que puede ser debido a que el primer día marcaran algún rostro erróneamente, que creyeran haber visto y que en el día 2 no se presentara, marcando otro al azar y acertando. Es importante decir que a los sujetos se les pidió que señalaran solo los rostros que recordaran, no obligatoriamente 10, pero la mayoría parecía tener mucho interés en marcarlos todos. Tampoco hemos registrado el tiempo que utilizaron para memorizar la primera lista y puede ser que los sujetos que emplearon más tiempo tengan menos falsas alarmas.

En resumen parece ser que la presentación de rostros que actúan como distractores crea falsos recuerdos, ya que se convierten en caras familiares para los sujetos que las confunden con las que tienen que recordar, pero habría que tener en cuenta, entre otros factores, el número de caras y que no sean demasiado parecidas entre sí, así como el tiempo que utilizan los sujetos para memorizarlas.

REFERENCIAS

Ibabe, I. (2000). Memoria de testigos: recuerdo de acciones e información descriptiva

de un suceso. Psiccothema, 12, 574-578.

Pitarque, A., Algarabel, S., Dasí, C. y Ruiz, J.C. (2003). Olvido dirigido a falsas

memorias: ¿Podemos olvidar intencionadamente una falsa memoria? Psicothema,

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Mira, J.J. y Diges, M. (1991). Teorías intuitivas sobre la memoria de testigos: un

examen de metamemoria. Psicología social, 6, 46-60.

Mira, J.J. y Diges, M. (1987). Aplicación de la psicología al estudio de los

procedimientos policiales de recuerdo de personas. Estudios de Psicología, 30, 211-

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Diges, M. (1997). Los falsos recuerdos. Paidós.

McGraw, K. Psychexperiments. Psichology Experiments on the Internet [Computer

Software]. Disponible en http://psyexps.olemiss.edu

Falsas memorias en el reconocimiento de rostros




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Enviado por:Himera
Idioma: castellano
País: España

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