Geografía


Europa de las desigualdades sociales y desequilibrios territoriales


Tema 2

LA EUROPA DE LAS DESIGUALDADES SOCIALES Y LOS DESEQUILIBRIOS TERRITORIALES

La diversidad es un rasgo característico del territorio europeo. Los contrastes hacen de Europa un conjunto territorial muy desigual como respuesta a factores muy variados. En algunos casos, éstos tienen una filiación físico-ecológica aunque en muchos otros las razones de tanta diversidad descansan en otras causas o factores como la disponibilidad de infraestructuras, inversiones, desarrollo industrial, etc... que conducen a manifiestos desequilibrios interterritoriales.

Los indicadores que atestiguan dichos desequilibrios confirman la dimensión social, la productiva y los contrastes de desarrollo existentes entre unas regiones y otras si bien están realzadas por factores de tipo político e histórico. También cabe añadir otros factores como el desarrollo tecnológico o la atracción de inversiones. De todo ello se traduce la existencia de una Geografía Europea de las disparidades.

DESIGUALDADES TERRITORIALES EN EUROPA

Desequilibrios espaciales.

Europa es un conglomerado de estados con dimensiones muy dispares de forma que se pueden distinguir varios niveles aunque los dos primeros ocupan el 90% de la superficie continental. En primer lugar Rusia que con algo más de 17 millones de Km2 concentra el 71% del territorio europeo. En un segundo nivel están otros países de gran tamaño que alcanzan desde los 300.000 Km2 de Italia hasta los 80.000 Km2 de Turquía. En esta categoría se incluyen otros países como Francia, Alemania, Ucrania, España, Polonia y Noruega que contribuyen casi a una quinta parte de territorio europeo. En un tercer nivel se encuentran países con tamaños entre 100.000 y 300.000 Km2 y estarían: el Reino Unido, Rumanía, Bielorrusia, Grecia, Bulgaria, Islandia y la República Federal de Yugoslavia, etc... En un extremo muy diferente a este se encuentran los llamados estados de pequeño tamaño como Países Bálticos, Repúblicas Balcánicas, otros países de Europa Oriental, Europa Alpina y el Benelux, incluyéndose Portugal e Irlanda. En un nivel inferior estarían los microestados: el Vaticano, Luxemburgo, Andorra, San Marino... que apenas superan los 500 Km2.

Desventajas derivadas de la ubicación y fragmentación geográfica.

Algunos autores como Dreuet hablan del llamado Equilibrio de los Territorios que no depende únicamente de las diferencias de dimensión existentes entre los países europeos sino que también depende de su ubicación geográfica. Según la posición pueden incidir una serie de factores que explican diferentes grados de desarrollo de los países y regiones frente a la gestión del territorio y a la accesibilidad hacia los centros de decisión político y económico. De esta forma surgen espacios con diferentes niveles de situación respecto a esos centros de poder y se distinguen los siguientes:

  • Espacios centrales (los que mandan)

  • Los semiperiféricos.

  • Los que ocupan una posición marginal.

  • Hay una serie de elementos que explican estas desigualdades de forma que hay territorios situados en la periferia del continente, otros que padecen una gran compartimentación por efecto del relieve, otros espacios ultraperiféricos como los territorios insulares que en conjunto (todos ellos) están alejados de los centros de decisión. La distancia por tanto no es tan sólo una cuestión de percepción aunque hay situaciones y cambios, fundamentalmente de tipo político, que pueden acercar unos territorios a estos centros de decisión, como sucede con la desaparición del bloque del Este, de forma que hay ciudades que se han visto acercadas a grandes centros de decisión europeos como sucede con Praga o Budapest respecto a París, Viena o Frankfurt. También sucede con ciudades de los países Bálticos respecto a los ejes de desarrollo alemanes y escandinavos.

    La primera consecuencia de todos estos procesos sobre el espacio geográfico europeo es la imagen de una Europa en mutación aunque también de una Europa fragmentada porque en definitiva se está consolidando una estructura territorial con una Europa de los centros y una Europa de las fachadas, de las periferias. La fragmentación geográfica que motiva más desigualdades es la que responde a la configuración física. Así frente a la escasez de países y grandes áreas continentales dominadas por espacios abiertos en el continente europeo lo dominante es la insularidad o peninsularidad sumado a la compartimentación que deriva del relieve.

    Las repercusiones son decisivas ya que se crean situaciones de enclave con regiones marítimas que está alejadas del continente como sucede con los archipiélagos portugueses y españoles, con los griegos, con el alejamiento de Islandia o con la ubicación periférica de Irlanda.

    Por otro lado, la energía del relieve y su disposición provocan efectos barrera en las penínsulas meridionales de Europa y en las regiones que sirven de charnela entre estas últimas y las regiones del interior del continente como sucede con los Alpes, con los Pirineos, los Balcanes y el Cáucaso. También median importantes diferencias en relación con la estructura más o menos compacta de los países, así frente a estados compactos como Polonia, Francia, Alemania... existe una fragmentación, un desmembramiento de otros como Dinamarca, Reino Unido, Grecia...

    En definitiva estas desventajas proporcionan marcados contrastes interregionales. Las regiones insulares, las periféricas y las montañosas, tropiezan con bastantes limitaciones y se enfrentan a situaciones de desequilibrio. A estas zonas se sumarían los territorios ultraperiféricos (Canarias, Azores, Madeira). Cabría añadir otras regiones fronterizas como sucede con la frontera hispanolusa o la frontera septentrional de los países escandinavos que padecen situaciones de despoblamiento y profunda atonía.

    Diferencias territoriales debidas a elementos de estructuración espacial.

    Hay determinados elementos de articulación del espacio europeo como las infraestructuras de comunicación y el sistema de ciudades que tienen grandes repercusiones en las desigualdades espaciales que se producen en territorio europeo. Éstas dibujan unas asimetrías regionales que se constatan en la articulación territorial del continente, en la distribución de población, actividades productivas, sistema de ciudades, etc...

    Las empresas y las poblaciones, como señala Dézert, se agrupan en torno a grandes ejes de transportes, de los aeropuertos y puertos marítimos. En consecuencia hay territorios, hay regiones que se despueblan y mantienen una relación de desequilibrio respecto a las más favorecidas. El resultado geográfico de estas asimetrías demuestra la existencia de un amplio espacio central europeo en una doble dimensión: territorial y funcional. Este espacio se dibuja entre las ciudades de Londres y Roma que quedan unidas a través del túnel del canal de la Mancha y de un eje de comunicaciones que enlaza París y Lyon y se prolonga a través de un borde oriental que discurriría desde Milán pasando por Stugart, también quedaría unido Frankfurt, Colonia y Amsterdam.

    El interior de este territorio adverga elevadas intensidades de población, de actividades productivas, de infraestructuras de comunicaciones y de altísima accesibilidad. Aquí se encuentran las redes de transporte transeuropeas más importantes conectando un mosaico de regiones articuladas entre sí como son las conurvaciones del Oeste alemán alrededor del Rhin, del Main y del Neckar; destacando otras del Sureste inglés y las Midlands y la Randstad Holland, donde se concentra un importante porcentaje de población europea y los más importantes centros de decisión y de poder político y económico.

    Frente a este “corazón” de Europa se disponen otros conjuntos regionales en los cuales decrece la intensidad de los elementos de estructuración espacial, aunque durante las últimas décadas pueden haber experimentado procesos de desarrollo vinculados a nuevas centralidades funcionales intermedias. Por efecto de estos procesos se ha roto la monocentralidad de los modelos de desarrollo interiores surgiendo otros con una mayor diversificación productiva, sistemas de organización urbanos más diversos, más polinucleares, multifuncionales y complementarios. Ejemplos de estos procesos son el Norte y Centro de Italia, Baviera, Waden-Wüctemberg (Alemania), la región Ródano-Alpes (Lyon), el Sureste de Francia, el Randstad Holland y el sur de Suecia.

    En estos últimos quince años, las nuevas redes transeuropeas apuntan hacia el Sur hacia el Mediterráneo, hacia el llamado Sunbelt europeo y hacia el centro y Este de Europa. Así mismo se consolidan y refuerzan en esa posición central hegemónica en el desarrollo económico del continente, toda Alemania y las regiones próximas además de las ya apuntadas anteriormente conduciendo a una reintegración de ciudades y regiones de Europa Central y Danubiana.

    DIFERENCIAS SOCIOECONÓMICAS Y DESIGUALDADES EN EUROPA.

    Al denominado equilibrio de los territorios se opone un reto de gran importancia : el superar las desigualdades y los desequilibrios a diferentes escalas.

    Las desigualdades que reflejan los indicadores macroeconómicos.

    La capacidad productiva y de generación de riqueza tiene unos desiguales resultados espaciales en Europa. Por ejemplo, un 6% de su territorio, el constituido por Alemania, Francia, Reino Unido e Italia, concreta más de la mitad de todo el PIB del continente, Alemania con tan sólo el 1'5% del territorio acaparan el 20% del PIB. Hay grandes distancias entre el ámbito europeo occidental y el centro oriental. El espacio postcomunista está constituido por países con tasas de infracción muy elevadas aunque en la actualidad alguno de estos países están acometiendo refuerzos estructurales del FMI y de la Unión Europea. En general, en este territorio se encuentra casi la mitad de la población europea. Ocupa las tres cuartas partes del territorio y, sin embargo, tan sólo aporta aproximadamente una quinta parte del PIB.

    En el otro extremo está la Unión Europea que acapara alrededor del 81% del PIB y ocupa tan sólo el 13% de la extensión de Europa. Su capacidad productiva es seis veces aproximadamente superior a la capacidad media de todo el continente medida en PIB/Km2. En este caso se asiste también, sobre todo desde mediado de los 80 a la actualidad, a un acercamiento de las economías de los países comunitarios, llamada convergencia, a través del incremento del PIB de los países menos desarrollados.

    No obstante, los últimos informes de la comisión sobre las regiones comunitarias demuestran que las diferencias de desarrollo existentes entre las regiones más avanzadas de la unión y las menos desarrolladas permanecen, destacando ejemplos regionales entre las más desarrolladas como son Hamburgo, Bruselas, Bremen, Il de France... Frente a ellas se sitúan otras regiones como el Alentejo portugués, Islas Griegas, Extremadura, Andalucía, etc...

    Los desequilibrios también se evidencian en variables sociales. En el ámbito postcomunista ha tenido lugar un proceso de ajuste del gasto del PIB en materia social al alza de forma que hoy, estos países están invirtiendo más en materia de sanidad, educación, pensiones y sobre todo subsidios de desempleo, aunque en parte también algunos de estos países intentan paliar carencias anteriores y alcanzar niveles equiparables a las de Europa Occidental. Algunos de ellos dedican porcentajes del PIB que son similares o incluso mayores a países de la Unión Europea como sucede con las repúblicas Bálticas, grupo de Visegrado (Hungría, República Checa y Polonia) que son sólo superados en la Unión Europea por Dinamarca, Finlandia y Suecia.

    Estas diferencias en términos relativos se realzan todavía más cuando se valora el papel de la Europa Nórdica en este ámbito, ya que desde hace décadas han apostado por el llamado modelo del estado de bienestar lo que explica que en términos absolutos estos países lideren este capítulo de gastos. En el seno de la Unión Europea, Suecia y Finlandia son los que más porcentaje de PIB dedican a protección social, seguidos por Países Bajos y Dinamarca.

    Factores explicativos de los desequilibrios interterritoriales en Europa.

    Se pueden distinguir una serie de factores de tipo histórico, técnico, económico y político.

    Efectos de una historia económica desigual

    Cobra gran importancia el escenario histórico que ha permitido el desarrollo de las regiones litorales y de la gran dorsal europea, concretamente la consolidación desde época medieval de una red de puertos comerciales y de ciudades. Ésta fundamentalmente se concentro en las áreas más septentrionales del continente hacia las periferias atlánticas franco-británicas constituyendo lo que algunos autores han llamado el primer mercado común europeo (Drézert, 1998) aunque de carácter marítimo, abordando desde el mar del Norte al Báltico, configurando estructuras urbanas muy dinámicas que van desde Riga a Bristol o la Rochelle, abordando también el sur de Escandinavia y la llanura Germano-Polaca. Se conformó así un primer espacio central europeo económicamente muy activo basado en intereses y redes como la liga Hanseatica. Todo este ámbito fue cobrando paulatinamente ventaja sobre las regiones ribereñas del Mediterráneo. No obstante destacan algunas ciudades y entornos de este ámbito como sucedió durante los s.XV y s.XVI con Venecia, Génova, Barcelona y algunos puertos de la Provenza francesa, y también el este de Grecia en torno a Bizancio.

    Pese a todo, en Italia toda su zona Norte desde Lonvardia hasta la Toscana y en el Noreste de España se configuró también a partir del s.XIX una región industrial de gran dinamismo. En cambio, en la periferia de estas áreas tan sólo despuntaron algunos territorios como sucedió con algunos puertos españoles y portugueses gracias al comercio colonial. En suma, la actual dorsal europea que se extiende desde el sureste de Inglaterra y el Berelux hasta Lonvardia asienta su mayor dinamismo económico y su despegue en el aprovechamiento de una posición geográfica y unos recursos naturales de gran valor. Por ejemplo actuaba y actúa de charnela en las comunicaciones Norte-Sur. A su vez, todo este territorio se ha beneficiado de organización de ferias y mercados y de los intercambios comerciales realizados aprovechando los principales ríos como el Rhin, el Mosa, el Danubio y el Ródano; que constituyen todavía hoy auténticas autopistas fluviales.

    En segundo lugar también son notorias las desigualdades motivadas por la industrialización. Los desequilibrios que se han apuntado también han sido propiciados por las transformaciones técnicas vinculadas a la revolución industrial, así la Europa del Norte y del Noroeste, así como algunas regiones de Europa central que, con mayor intensidad protagonizaron estos procesos, han contado con una estructura económica mucho más consolidada que las regiones periféricas de la Europa Mediterránea, que gran parte de la Europa insular atlántica (ej. Irlanda), que gran parte de Francia, que Escandinavia y que gran parte de Europa Oriental y central.

    Causas recientes de las desigualdades en la Europa Post-industrial

    Hay un segundo grupo de factores que explican las disparidades interterritoriales más recientes que se han producido en Europa. En este sentido son básicas las consecuencias espaciales de la crisis energética y de la crisis de las industrias llamadas “maduras”. No obstante, no todas las regiones europeas se vieron alcanzadas por igual por los efectos de la Crisis del Petróleo de 1975 y 1991 debido entre otros motivos a las diferencias existentes en su estructura productiva y a la capacidad que tuvieron dichas regiones para superar dichas crisis.

    Las nuevas condiciones existentes en la Europa post-industrial de los años 90 han introducido algunos cambios en los desequilibrios heredados de la década de los 80, especialmente en países y regiones de la UE. En este sentido, entre 1981 y 1991 y también en el primer quinquenio de los 90, las estadísticas comunitarias revelan un incremento de la distancia en términos de desarrollo existente entre las regiones más ricas y las más pobres. Este proceso se acompaña de variaciones en el empleo y en las tasas de paro siendo las regiones industriales tradicionales, inmersas en procesos de ajuste y declive, las que más empleo pierden, exceptuando algunas zonas donde aumentan las tasas de actividad.

    De igual manera, las inversiones hacia nuevas industrias generan también desequilibrios. Así, a pesar del fuerte impacto que la crisis ha tenido en las regiones más industriales del Noroeste y del centro de Europa, éstas siguen conservando una serie de externalidades que las hacen muy adyacentes a las inversiones foráneas. Estas regiones cuentan con una gran densidad de infraestructuras productivas de comunicaciones, equipamientos, servicios, etc... que resultan determinantes como factores de localización. Si bien, ahora se buscan entornos menos congestionados, más diversificados y asentados sobre nuevos paisajes industriales en los cuales cobran creciente protagonismo los paisajes tecnológicos, centros de investigación, etc...

    También los territorios mejor preparados, mejor ubicados de Europa Central y Oriental en relación con las regiones industriales de Europa Occidental, se están viendo beneficiados del nuevo contexto post-industrial. Concretamente Hungría, Polonia, la República Checa y Eslovaquia, hacia las cuales se dirigen los flujos de las IDE más importantes. En 1996 Hungría recibió casi el 50% de las IDE, Polonia el 30%, etc...

    Los desequilibrios motivados por la fractura política del continente

    Es importante hacer notar las secuelas que ha tenido para el continente la imposición de dos modelos políticos diferenciados desde finales de la segunda Guerra Mundial hasta 1990, es decir, entre un modelo capitalista, liberal basado en la democracia en países de Europa Occidental, y un modelo comunista de planificación económica centralizada desde el estado impuesto en el bloque del Este.

    Frente al desarrollo de las estructuras capitalistas y de economía de mercado que han distinguido a Europa Occidental, se opone el modelo de la antigua Europa del Este cuya evolución se sustentaba sobre unos principios dirigidos por el Estado y por la llamada planificación centralizada. En ocasiones, de forma rígida, desconectando de realidades geográficas o históricas.

    A largo plazo, aunque se ha producido un cierto grado de descentralización y de reforma del sistema de planificación centralizada, todavía se evidencian las secuelas de la división interna del trabajo impuesta en el seno del COMECON, lo que contribuyó a aumentar las disparidades entre países y motivando graves desequilibrios productivos.

    Una geografía de las disparidades

    En la Europa de finales del s.XX se están produciendo una serie de procesos territoriales de gran interés que están estableciendo lo que podríamos denominar una geografía móvil de los desequilibrios. Algunas zonas empiezan a cobrar protagonismo como consecuencia de los factores enunciados anteriormente. son las llamadas regiones o espacios emergentes o las nuevas regiones y ejes de desarrollo de expansión. Incluyen territorios a diferentes escalas, desde corredores de transporte o de relación hasta regiones de dimensión variable que pueden abarcar incluso varios países en los cuales sus sistemas de ciudades se hayan muy cohesionados e integrados desarrollando actividades económicas y productivas diversificadas y dinámicas.

    Por otro lado, todo ello se refleja en organización territorial del continente con regiones marcadas por los contrastes y las desigualdades. Algunos autores como Foucher (1993) han distinguido ocho grandes conjuntos que responden a una serie de desequilibrios y de diferencias, tanto de organización y estructura territorial como de actividades productivas. Estas ocho regiones serían las siguientes:

    • Europa del Noroeste

    • Europa Perialpina

    • Europa Central (Visegrado + Eslovenia)

    • Europa del Norte

    • Conjunto Atlántico, desde Irlanda a Portugal

    • Mediterráneo Occidental

    • Europa del Sureste

    • Espacio Post-soviético

    La Europa del Noroeste tiene una estructura multipolar, muy densa, albergando las instituciones y centro de poder más importantes y las áreas productivas más centrales, es decir, las más dinámicas y expansivas. La Europa Perialpina, también llamada Europa intermedia, está más descentralizada política y económicamente aunque reúne un gran número de ciudades que, no siendo capitales de estado, tienen cada vez un mayor poder económico. En tercer lugar, y en situación muy próxima a los dos conjuntos anteriores, estaría el conjunto de Europa Central, que engloba el conjunto Visegrado más Eslovenia, que tienen serias aspiraciones de integrarse en la UE pese a las diferencias que hay en términos de desarrollo económico y equipamientos y servicios a la producción.

    Para conjuntos como los de Europa Occidental y concretamente para la UE, los procesos que explican la situación actual y los desequilibrios existentes entre regiones han dado lugar a nuevos conceptos como los siguientes: “El desarrollo de los sures del Norte y el desarrollo de los nortes del Sur”. Estas expresiones reflejan la prolongación espacial de los procesos de desarrollo, otorgando creciente protagonismo a las regiones septentrionales de los países del sur de Europa. Son procesos que están incrementando los desequilibrios internos al marginar a las regiones más alejadas, como sucede con zonas de interior de la península ibérica o del sur de Italia. No obstante, estas zonas albergan a su vez regiones que pueden presentar un cierto dinamismo económico. Ejemplo: el eje galaico-portugués, País Vasco-Navarra, Litoral de Aquitania, Etc...

    A partir de los procesos de desarrollo económico del continente se ha establecido un modelo de interpretación territorial de los equilibrios como es el de la λ griega, aunque en este caso se ha acuñado la expresión de “λ inclinada del desarrollo europeo”. Dentro de la misma se distingue un conjunto de áreas más dinámicas formado por dos zonas. En primer lugar la Europa del Noroeste, Norte y Centro que tiene como núcleo principal el triángulo financiero e industrial que forman Londres, París y Frankfurt, con Bruselas en medio, desarrollado a partir de la segunda Guerra Mundial y ampliado a las riberas del mar del Norte (Países Bajos y Dinamarca). Por otro lado se ha configurado la llamada Megalópolis o Gran Dorsal, también llamada “Banana Azul”. Tiene una forma semicircular Norte-Sur y abarcaría desde el Lancashire (Inglaterra) hasta el norte y Centro de Italia. Todo este ámbito de desarrollo se vincula con el llamado eje Lotaringio exhumado en referencia a la línea Rhin-Mosa y continuación hasta la zona de los Prealpes que limitaba el territorio de dominio Carolingio.

    Todo este ámbito ha sido conocido por Drevet como la Europa de los centros, donde el principal motor y eje de desarrollo lo constituye el núcleo Renano (del río Rhin) que va desde Rotterdam hasta Basiléa. Este motor recibe la denominación de Europa del Centro de las Capitales en el documento Europa 2000+. Las áreas regionales más dinámicas se completan con una segunda zona que responde a una proyección espacial hacia el sur de los procesos de innovación, de crecimiento y desarrollo de la zona anterior. Entrarían a formar parte de ella la fachada mediterránea del llamado arco tecnológico latino, en cuyo ámbito se ha desarrollado un modelo con una red urbana equilibrada con ciudades con dimensiones y funciones diversas, a veces complementarias. Comprende dos espacios destacados:

  • El llamado trípode Italiano (Milán, Génova y Turín) a partir del cual sin abandonar Italia se han establecido prolongaciones hacia el noreste, hacia Trentino-Véneto-Friuli y hacia el centro, hacia Toscana y la Emilia-Romagna.

  • Existe otro polo que es el constituido por Marsella, Tolouse y Barcelona.

  • Fuera de la λ, los desequilibrios han fragmentado Europa Occidental en una serie de fachadas, de regiones interiores, de territorios periféricos y regiones ultraperiféricas, por ejemplo, dentro de la Europa de las fachadas existen situaciones muy diversas. Hay un arco Atlántico que está marcado por un profundo declive industrial sobre todo dentro de las dos últimas décadas, a veces agudizado por la presencia de las actividades rurales. No obstante en los años 90 algunas de estas regiones han iniciado una recuperación económica invirtiendo las tendencias de atonía.

    El resto de la fachada mediterránea conoce evoluciones muy diferentes. Hay tendencias positivas de desarrollo en el Mediterráneo español, en cambio en Grecia las desigualdades se acrecientan por la fuerte polarización económico y territorial que ejerce el área metropolitana de Atenas-Pireo y de la zona de Tesalónica. En el Sur de Italia, lo que se conoce como Mezzogiorno (Mediodía), contrasta el desarrollo económico de la zona de Campania (Nápoles) y de algunos núcleos industriales como Tarento, apoyados en fuertes inversiones públicas.

    Las fachadas escandinavas con menos recesivas debido a la mayor integración funcional de sus ciudades y regiones en el seno de la cuenca Báltica, destacando el gran Copenhague y otras ciudades de la ribera sueca y del litoral finlandés como también sucede con gran parte de Noruega, especialmente de su fachada atlántica con una estructura productiva orientada al aprovechamiento de los recursos del mar (pesca, gas natural y petróleo).

    Las regiones interiores se extienden desde la antigua RDA hasta el Alentejo portugués, abarcando también zonas del interior ibérico y de Francia. Por ejemplo, en los Lander orientales de Alemania se ha producido un duro ajuste de las estructuras industriales con elevados niveles de paro y grandes gastos para la reunificación, estableciendo una serie de disparidades dentro de la propia Alemania entre los Wessies y los Ossies.

    Salvo determinados centros urbanos de carácter metropolitano o intermedio, como Orleans, Limoges, Zaragoza o Madrid; el resto del territorio suele padecer una fuerte atonía configurándose las llamadas “Bolsas de atraso”, en algunas regiones como el Alentejo y Extremadura.

    Finalmente, los desequilibrios territoriales también se plasman en las regiones periféricas y ultraperiféricas aunque hay una distribución a establecer entre las regiones insulares de los Estados Ibéricos (Madeira, Azores y Canarias), los departamentos de ultramar de Francia y la regiones más periféricas de Escandinavia. En todas ellas el principal inconveniente reside en la lejanía respecto de los centro de decisión europeos.

    Producto Interior Bruto

    Fondo Monetario Internacional

    Unión Europea

    Inversiones Directas Extrangeras

    En castellano CAME (Consejo de Asistencia Mutua Económica)

    República Democrática Alemana

    Geografía de la CEE. Tema 2. Página 1




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    Enviado por:Paco
    Idioma: castellano
    País: España

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