Historia
Escultura en Sumer y la Grecia arcaica
Universidad de Chile
Facultad de Filosofía y Humanidades
Departamento de Ciencias Históricas
La Escultura Antigua: ¿Reflejo del Hombre Común?
Introducción
“El hombre es la medida de todas las cosas,
de las que son, medida de su ser, de las
que no son medida de su no ser…”
Protágoras
Cuando nos informaron que este curso finalizaba con la entrega de un paper, el cual debía considerar un tema transversal a dos de las tres culturas estudiadas, antes de escoger un tópico de nuestro interés, nos propusimos que éste fuese poco recurrente y a la vez develador sobre algún aspecto que nos lleve a una mejor comprensión del mundo antiguo.
Al barajar las distintas posibilidades que se nos ofrecieron, optamos por la red cultural artística, entendiendo red cultural según la noción de E.Cassirer (Cassirer E. 1971). Debido a la amplitud del tema, restringimos nuestro campo de investigación a la escultura en Mesopotamia, específicamente en la localidad de Súmer, al sur de los ríos Tigris y Éufrates, en un período que comprende entre el establecimiento de los primeros grupos humanos en la región, hasta aproximadamente el año 2.371 a. C, cuando comienza la dinastía Sargonida (comienzo de la dominación Akadia); y la escultura en Grecia, específicamente durante el período Arcaico, comprendido entre los siglos VIII y mediados del V a. C.
El problema escogido tiene relación con los aspectos del hombre antiguo que podemos ver reflejados en las obras escultóricas, específicamente la de tipo exenta (trabajada por igual en toda su extensión, puede verse desde todos los ángulos) Puntualmente si en ellas se representa al hombre común - entendiendo por común a toda persona no perteneciente a la nobleza -, o en el caso contrario, dar cuenta quiénes son representados por ella y con qué fines.
Consideramos como una respuesta tentativa al problema planteado el hecho de que, como ambas culturas se ubicaron en territorios relativamente cercanos, presentan un patrón semejante que rige su escultura. Este patrón, imbuido por la religión que en ambas regiones tiene un papel preponderante, no consideraría una representación del hombre común y corriente, pues, éste no tiene una relación tan estrecha con el mundo de las divinidades como la que tienen los monarcas y sacerdotes.
Objetivos
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Indicar el contexto histórico de la escultura sumeria y griega arcaica.
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Señalar las características esenciales de la escultura en ambas culturas.
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Comparar ambas concepciones distinguiendo las semejanzas y diferencias correspondientes.
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Inferir, basándonos en los datos recabados, cuál era el (los) ideal (es) de hombre sumerio y griego arcaico, los principales temas y el lugar que ocupa el hombre común (ordinario) en su escultura.
Método
El método que emplearemos en el siguiente informe es, a nuestro juicio, el más acorde con nuestros propósitos: el comparativo, con objeto de contrastar ambos estilos escultóricos para distinguir semejanzas y diferencias que facilitarán un análisis posterior.
Marco Teórico
Para indagar y posteriormente analizar conceptos y técnicas artísticas, en especial en lo referido a la escultura en Súmer y Grecia arcaica, debemos manejar ciertos conceptos que facilitarán una mejor comprensión del tema a tratar.
En primer lugar, vamos a referirnos a la noción de Arte, eje de nuestra investigación.
Si buscamos una primera definición de carácter general, según la Real Academia Española de la Lengua (Diccionario RAE, 2001), Arte: “Del latín `ars', 'artis', manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros...”. También consideramos pertinente la noción expuesta en clases de Medio Oriente Antiguo por nuestro profesor, Don Jaime Moreno, en base a ella podemos considerar arte como un producto de la creación humana, por lo tanto lo bello no es necesariamente arte, considerando que creaciones extrahumanas pueden también ser bellas. Las obras de arte están fuera de lo genéticamente heredable, por ello son únicas e irrepetibles. El arte está ligado al placer, que se puede considerar como la sensación o el sentimiento consiguiente a la satisfacción de una necesidad, que puede ser de lograr dar sentido al mundo circundante, de entender, conocer, o más ligada aún a satisfacer la necesidad estética placer artístico. Todo lo anterior se logra a través de la obra de arte, que es el punto de interacción entre el artista y el usuario. Por otra parte, podemos acogernos al punto de vista de E.Cassirer, quien nos presenta el arte como una “Intensificación de la realidad” (Cassirer E.1971), al sobredeterminar las cosas, manifestando aspectos ocultos e inéditos de la realidad.
Acercándonos más al tema que nos interesa, es conveniente además intentar definir Escultura, basándonos en la definición de J.Martin (Martin J.1976), como el “Arte de representar la figura en las tres dimensiones reales de los cuerpos”.
Ya estamos en condiciones de adentrarnos en la investigación propiamente tal.
Discusión Bibliográfica
Al estudiar la bibliografía seleccionada, nos encontramos con una serie de puntos de vista divergentes en algunos aspectos, no tanto en los contenidos tratados, sino más bien en el grado de valoración que le dan al arte antiguo como elemento de trascendencia para las futuras culturas. Es aquí donde la subjetividad juega un rol fundamental, pues depende de cada autor la relevancia que le otorga a cada cultura en la historia del arte y la evolución del pensamiento humano, íntimamente ligado con la creación artística.
Hay algunos autores que le conceden importancia a la influencia de Mesopotamia en las concepciones artísticas e intelectuales griegas, actuando los primeros como modelo a imitar en aspectos como la complejización del pensamiento y el desarrollo de técnicas artísticas. Como por ejemplo G. Bazin: “El arte mesopotámico repercute en las próximas formas de arte gracias a su abstracción, que le permite ser fuente de inspiración imaginativa. Mesopotamia es la cuna del arte occidental e incluso le da un impulso en los comienzos al arte egipcio y griego” (Bazin, G., 1968, Pág. 36)
Otros afirman que, si bien hubo una influencia Mesopotámica, no fue decisiva para la formación del arte y pensamiento griego, pues, sobre la base oriental, los griegos desarrollaron un pensamiento original cuyo elemento fundamental es el antropocentrismo. Tal es el caso de autores como S. Silva: “El arte griego es eterno porque respetó los cánones de la belleza natural, sin artificiosos acomodos, venciendo una a una todas las dificultades de la técnica, mientras que el arte oriental permaneció anquilosado en sus primitivas tradiciones porque desconocieron esa verdad”.(Silva, S. 1941, Pág. 149).
Por último, hay autores más tajantes que descartan cualquier influencia de Oriente en la escultura Griega, tal es el caso de J. Romero, al afirmar que :”Está lejos de haber sido resuelta la cuestión de los orígenes de la estatuaria helénica, pero por lo menos ha sido abandonada la tesis que la vinculaba con la escultura de los pueblos de Oriente” (Romero, J., 1946, Pág. 115).
Ahora bien, centrándonos en el problema expuesto en este paper, también encontramos autores con diferentes puntos de vista; la mayoría de los autores avalan nuestra hipótesis, ya que nos hablan de una escultura - y arte en general -, impulsado por la nobleza e inspirado principalmente en el tema religioso en ambas culturas; En palabras de J. Romero: “(en Gracia) Si se analizan las actitudes sobrias de los personajes, la `sonrisa arcaica' estereotipada, la dinámica contenida de las estatuas más antiguas, se comprende que traducen un ideal de vida aristocrático y artificial, en el que la vida ha sufrido una fuerte contención formal, a menudo formularia ”. (Romero, J., 1946, Pág. 119).
No encontramos autores que se opongan radicalmente a nuestra posición, pero si hay quienes no desarrollan exactamente nuestro problema, tratando otros aspectos más generales y descriptivos, que se refieren especialmente a las características visuales de las obras, debiendo inferir de ellas el sentido, para que sean útiles a la resolución del problema. Dentro de estos, Ellie Faure destaca por proponer que el arte Oriental, a pesar de su sencillez y carácter abstracto y hermético, logra transmitir lo esencial del ser humano.
Para terminar, consideramos innecesario referirnos a otros textos, pues sus opiniones son tan similares que resultaría redundante citarlos a todos.
El Arte en Súmer (3500- 2000 a.C)
Antigua Mesopotamia. El lugar elegido para el desarrollo de una de las primeras civilizaciones que poseyeron escritura, la de los sumerios (3.500- 2000 a.C) fue la tierra delimitada por los ríos Tigris y Éufrates. En las partes bajas donde estos ríos depositan sus sedimentos (en el moderno Irak), en el peligroso e inhóspito óvalo de pantanos y desiertos que hay entre Bagdad y el Estrecho de Shatt el-Arab, aquella sociedad primitiva superó formidables desafíos y consiguió arrancar riquezas de bien cultivados terrenos aluviales y establecer ahí comunidades urbanas. Aunque hablamos de Civilización Sumeria, de hecho nos referimos a una amalgama de varios pueblos. Hacia el 4 mil a. C ya se evidencian las características del arte sumerio en estatuillas de piedra y terracota, en los que alternan figuras de dioses y héroes con las de hombres y animales, todas de fuerte contenido mágico.
Antes de adentrarnos en la escultura propiamente tal, es conveniente aclarar las características generales del arte Sumerio.
En el arte sumerio encontramos una concepción ideativa, es decir, la reproducción de una idea o concepto total, que se contrapone a la visión occidental visual o perspectiva, propia del arte griego, la que será explicada en la segunda parte.
Según Germain Bazin “Los elementos que el artista mesopotámico toma de la naturaleza están imbuidos de toda una serie de matizaciones y metamorfosis que llegan a aparecer como formas puramente imaginarias” (Bazin G, 1968, Pág. 36). El autor propone que el artista toma la naturaleza y la metamorfiza, la esquematiza, la imagina; el arte tiene valor de signo y no de soporte real, estableciendo por primera vez una complejización en el pensamiento artístico universal, entregándole a éste un espíritu matemático, simbólico, de una abstracción que lo envuelve de un misterio que, empero, es lógico para el imaginario colectivo local, que siente y vive los motivos reflejados en su arte.
Desde sus comienzos, el arte estuvo al servicio de la religión, tal como lo sugiere Maurice Crouzet “ (el arte)…dominado a la vez por el hecho religioso y monárquico. El primero mucho más importante que el segundo, al cual informa y sostiene siempre; hasta el punto que la religión, que puede ser a veces la inspiradora única del arte, es siempre al menos su inspiradora parcial, pues la inquietud estética en si apenas parece tener importancia, la tiene mucho más el invocar los favores y la protección de los dioses…” (Crouzet M, 1963, Pág. 207, destacado nuestro). Se tiende más a la expresión que a la descripción y al carácter que a la forma, más a la espiritualidad que a la belleza. Hay una solidaridad entre religión y arte que se proporcionan mutuamente motivos de energía, entusiasmo y desarrollo, y casi siempre manifestando un único e idéntico sentimiento: el apego a las tradiciones.
No era un arte de carácter funerario, preocupado de reproducir más allá del tiempo y del espacio la vida cotidiana, si no que servía a la plegaria o a la valoración de la vida placentera. No tenía en su raíz pretensiones de inmortalidad. Se observa un afán de historiar, pero no para la posteridad, sino para ejemplo de los contemporáneos.
Ahora estamos en condiciones de conocer características particulares de la escultura sumeria, nuestro objeto de estudio.
La escultura es un buen ejemplo del factor religioso determinante del quehacer artístico sumerio. En ella se observan rasgos transversales al arte en general: el sentido religioso que el artista le da a sus obras. En palabras de Bazin: “Las figuras innumerables con que los mesopotámicos han cubierto sus monumentos, están todavía profundamente impregnadas de ese sentido mágico que guió la mano de los artistas...” (Bazin G, 1968, Pág.20).
La poca abundancia de la piedra fue una de las desventajas que sufrieron los escultores. Los sumerios no desarrollaron una escultura monumental, debido a la escasez de materias primas aptas para ello, debiendo recurrir a la importación de materiales desde lugares vecinos, por ello no podemos encontrar vestigios significativos, lo que dificulta establecer un canon o patrón definido para esta rama. Puede considerarse el menhir (monolito) como una de las obras de mayor volumen, el resto es estatuaria pequeña, que difícilmente alcanzaban el tamaño humano. Dada la ausencia de piedra, recurren a la arcilla y el barro como materiales principales, lo que determina el tamaño más bien reducido de las obras escultóricas sumerias.
Otra característica en la escultura es la denominada “Ley de Frontalidad”, la cual “Implica formas plásticas concebidas y realizadas según una visión unitaria, por ende para ser vistas desde frente, lo que excluye la profundidad y los escorzos” (Romero J, 1946, Pág.47). Esta ley confiere inmovilidad e inercia a la estatuaria. Llevada a la práctica, las figuras se representan preferentemente de perfil, con la nariz encorvada, que parece la prolongación de la estrecha frente; y un ojo que aunque visto de perfil parece mirar de frente, ocupa gran parte del rostro, las manos entrelazadas en actitud suplicante, etc. Estaría fuera de lugar afirmar que las estatuillas sumerias fueron concebidas para ser captadas en visión frontal, ya que no eran objetos realizados para ser admiradas por los humanos, sino, en todo caso, para procurarles la deseada comunicación con las divinidades. Algunas características nos muestran que por ningún motivo se trata de un arte primitivo, pues los detalles están muy bien logrados y cuidados, como los ojos, la forma de la comisura de los labios, etc., lo que ciertamente le da un aire de vida a la escultura. “Su problema central era crear un símbolo tridimensional basado en la forma del cuerpo humano, pero capaz de insertar su independiente realidad en el espacio” (Lloyd S, 1952, Pág.103).
Paradójicamente al caso anterior, “La anatomía del ser humano importaba relativamente poco, y el desnudo aún menos. Las figuras, tanto las de bulto redondo como los relieves, se modelaban a partir de una modelación geométrica de formas simples (especialmente el cilindro y el cono), que siguió principios constantes a lo largo del III y II milenios” (Milicua J. 1988, Pág. 318). Con respecto al desnudo, es bastante infrecuente, e incluso a medida que avanzan los siglos el cuerpo humano tiende cada vez más a ocultar su anatomía bajo vestidos que lo cubren del cuello a los pies, lo que es un reflejo del rechazo de los asiáticos hacia esa modalidad de las costumbres.
Desde un punto de vista plástico, había escasas diferencias entre el hombre y los dioses; la más fundamental residía en las dimensiones. Las divinidades llegaban a alcanzar una altura doble a la de los humanos; entre éstos se distinguía al sacerdote del simple orante, pues el primero era representado algo más alto que el segundo. La escala de los cuerpos no variaba en relación con principios ópticos, sino jerárquicos. El eje de la jerarquía hacía aumentar la altura, y con ello el volumen de los cuerpos.
Más que en la captación del cuerpo humano, la escultura sumeria se distingue desde las épocas prehistóricas por las representaciones animalísticas que simbolizan divinidades, genios protectores, seres infernales, animales domésticos o fieras. Abundan carneros, toros, leones, y en especial una figura híbrida: el hombre-toro, que actúa como protector de los animales y los hombres frente a las fieras salvajes. El principio de simetría, como ordenador de la figura humana, está presente en la escultura sumeria: convierte un elemento de la realidad en eje de simetría, principalmente árboles o el propio ser humano, el cual se constituye en eje vertical flanqueado por dos animales, dispuestos simétricamente uno a cada lado, que definen una estructura piramidal.
Con todas las características anteriormente señaladas, es evidente que la escultura sumeria por lo general no aspiraba a la representación del hombre común (entiéndase por comunes personas que no pertenecen ni a la nobleza ni al clero); ya que al tener fines religiosos, los motivos humanos utilizados no corresponden al hombre de niveles sociales inferiores; al contrario, según su concepción aristocrática, quienes están más cerca de las divinidades son el rey y el sacerdote, mediante los cuales se intenta conseguir el favor de las deidades -actuando como intermediarios-en el mundo terrenal, como un buen clima, éxito en las cosechas, y una vida lo más alejada de sufrimiento posible. Tal como sugiere J. Milicua: “...El hombre no puede transgredir su propia esencia, alcanzar la divinidad, y en el más allá se verá atormentado por los dioses infernales…” (Milicua J.1988.Pág. 314). El trozo indica el carácter pesimista propio del hombre sumerio respecto a la vida después de la muerte; para él era vital aprovechar la vida terrena al máximo, intensamente, gozar de todos los placeres y alegrías posibles, pues al morir lo único que queda es angustia, no existen placeres más grandes que los terrenales. “Aquí no existe para el hombre ninguna perspectiva esperanzadora sobre el más allá; por ello no puede sorprender que el único deseo sea la prolongación de la vida terrena, pues ninguna otra reserva alegrías al ser efímero…” (Crouzet M. 1963, Págs. 186-187). La prolongación de la vida terrena es una recompensa divina a quienes han llevado una vida piadosa y se han esmerado por complacer a las divinidades. Y la escultura es un reflejo de aquel esfuerzo; en Súmer se entiende que mientras más ofrendas (en este caso figuras) sean dedicadas a los dioses, más regocijo causarán en ellos, lo que desembocará en una benevolencia favorable a quienes las ofrecieron.
En suma, si queremos encontrar un reflejo exacto o lo más fiel a la realidad del hombre en su quehacer cotidiano, la escultura no es el medio más adecuado para obtener una visión panorámica sobre su situación; probablemente si interpretamos los vestigios encontrados podríamos aventurarnos y sacar algunas conclusiones, pero no lo suficientemente claras como para comprender la total dimensión humana en la época sumeria, y con mayor dificultad aún, dilucidar el rol del hombre común.
El Arte en Grecia Arcaica (s. VIII-VI a.C)
Antigua Grecia. Grecia es la extremidad meridional de la península de los Balcanes. Si se mira un mapa de Europa se podría observar que la patria del dios Apolo tiene la forma de una mano esquelética que extiende sus dedos, torcidos e irregulares, sobre el mar Mediterráneo. Al sur de ella se extiende la gran isla de Creta. Desde la que aquellos dedos codiciosos capturaron, en el segundo milenio antes de Cristo, los comienzos de una civilización y una cultura que inmortalizarían a la Grecia clásica.
Fue en la isla de Creta donde se desarrolló la civilización más avanzada, la cretense o minoica. Su época de mayor esplendor fue entre 1950 y 1550 a.C. Por otro lado, los aqueos o protohelenos se establecieron en la Argólide, de la que derivó el nombre micénica que se da a su elevada civilización, asimiladora de la cultura minoica. Hacia 1550 a.C comenzó un apogeo a ambos lados del Mar Egeo que culminó con la conquista de Creta y la expedición contra Troya. A comienzos del siglo XII a.C los Dorios irrumpieron en la Grecia continental, provocando la emigración de los aqueos al Peloponeso, los Jonios al Ática, Eubea y las Cícladas, y los Eolios a Tesalia y Beocia. Esa invasión incrementó la emigración de colonos griegos al litoral de Asia Menor y provocó la fragmentación de Grecia en ciudades-estado “polis”.
La cultura elaborada por los griegos se halla en la base de la cultura occidental. De ellos arranca la fijación de conceptos y principios que fundamentan el arte, la filosofía y el saber general posterior. Los griegos instituyeron el principio de la consideración racional del hombre y de la naturaleza en la que encuentran la razón que explica la experiencia sensorial de la estética en el arte griego. El período que nos interesa es el denominado Arcaico, comprendido entre los siglos VIII y VI a.C. Dos son los rasgos distintivos de la Grecia Arcaica, por un lado el definitivo triunfo de la polis como unidad organizativa de la vida política y social, y por otro, la gran expansión griega por el Mediterráneo, junto con ello la difusión de su pensamiento y estilo artístico.Comenzaremos con caracteres generales del arte griego arcaico.
Podemos definir este período como un estado de transición entre el arte de los tiempos primitivos, libre y resuelto, apegado al naturalismo; y el arte seguro y expresivo de la época clásica.
Se considera a los griegos como pioneros en su estilo artístico y fundadores de un patrón cultural que resulta transversal a los siglos y culturas, llegando su legado hasta nosotros. El arte griego marca un referente para la civilización occidental que perdurará hasta nuestros días. Los modelos griegos de la antigüedad son tenidos como clásicos y los cánones escultóricos y los estilos arquitectónicos han sido recreados una y otra vez a lo largo de la historia de Occidente.
Consta de cuatro etapas, que nacen a partir del período Geométrico (s. XII-VIII a.C.) y terminan en el período clásico (s. V a. C), puntualmente con las guerras médicas; se pueden sintetizar como:
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Siglo VIII, inicio de la transición del periodo geométrico al arcaico.
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Siglo VII, etapa crítica: caos provocado por una crisis de identidad. Pugna entre dos concepciones artísticas antagónicas: la geométrica y la arcaica. Logra imponerse la segunda.
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Siglo VI, prácticamente aquí encontramos las obras más importantes del período. Es el siglo de la gran producción artística.
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Primera mitad Siglo V, nuevamente un periodo de transición, del estilo arcaico al clásico.
El estilo artístico desarrollado por la cultura griega, se caracteriza por la búsqueda de la belleza. El conocimiento de las partes y su relación con el todo está en la raíz de la belleza natural y de la virtud para los helenos. La belleza se define intelectualmente como la armonía de las partes con el todo. Estas ideas se plasman en la arquitectura y en la escultura con la aplicación de los conceptos de orden arquitectónico y canon de belleza, en ambos casos la armonía, la belleza, se entiende como la proporción numérica entre las partes (de un edificio o del cuerpo) con el todo. Esto tiene relación con la búsqueda de la areté Homérica, es decir, el heroísmo como ideal de vida para el hombre.
En el arte sumerio, se observa una unión inquebrantable entre el hombre y el universo que se manifiesta y se mantiene desde el primitivo arte de las cavernas hasta el complejo arte egipcio. El arte griego rompe con esa tradición, es decir, el hombre deja de verse como un elemento más del universo para manifestar su independencia, dejando de ser una pieza cuyas acciones están predeterminadas por el cosmos para pasar a ser un elemento central de éste, en el cual todos las otras partes del juego dependen de él . “...La liberación de la violencia y las sujeciones que encadenaban al hombre a las fuerzas del universo, se revela ingenuamente en las estatuas arcaicas, al suscitar una expresión psicológica hasta ese minuto absolutamente ignorada por la humanidad: la sonrisa, símbolo de euforia...” (Bazin G. 1968, Pág.67). Es él la medida y en esta conciencia de sí se reflejará el arte, que cristalizará a través de los siglos la imagen que los propios griegos tenían de sí mismos, constituyendo una fuente directa desde el momento en que nuestros ojos actuales quieran aprehenderlos. Entre sus principios también encontramos que no respondía a un arte de tipo momentáneo, aspiraba a la inmortalidad; tampoco era individualista sino colectivista- tema que trataremos más adelante -,
También, como en la mayoría de las culturas a lo largo de la historia, en Grecia se evidencian rasgos de etnocentrismo. “A tal punto estaban dominados los griegos por la idea de ser los únicos detentadores del verdadero arte, que creían que cualquiera otra visión artística distinta de la suya, era falsa por estar fundada en un error de concepto o de técnica y en una defectuosa observación de la naturaleza”. (Silva S.1941, Pág.147).
Al contrario de Súmer, en Grecia predomina la concepción artística Visual o Perspectiva, es decir, reproducen todo lo que el ojo humano es capaz de abarcar; la profundidad y el escorzo constituyen elementos que parecen imprescindibles.”La ley que preside a esta escultura es que todas las partes del cuerpo han de ofrecerse al observador, de manera que los ojos no necesiten medir la profundidad, o la midan lo menos posible” (Von Salis A.1926 Pág.64). Recordemos que en Súmer la concepción predominante era la Ideativa.
En los comienzos de esta época, “No conocía el artista griego el mezquino amor propio que inspira el vanidoso deseo de una originalidad indisputada que lo hiciese célebre de la noche a la mañana, sino que buscaba, ante todo, el bien mismo del arte, procurando su no interrumpido progreso por medio de suaves transiciones” (Silva S. 1941, Pág. 150). El anhelo de originalidad es relativamente tenue. Rara vez ocurre que un artista se salga de las filas y presente ideas propias. Mas, durante el siglo VI, el artista sale de su anonimato para darse a conocer, firmando sus obras, lo que ayuda a comprender el lugar que ocupaban en la sociedad y el sentido que ellos mismos otorgaban a sus creaciones en punto a su originalidad.
Cada arte tiene un fondo determinado y un modo de representación artístico distinto a los demás. No obstante, el arte que tiene por objeto la forma del cuerpo humano como expresión del espíritu llega a expresarse idealmente a través de la escultura. La escultura es la forma de representación máxima del ser y el sentir griego, ya que rescata íntimamente su carácter humano, su libertad y su esencia universal.
Las estatuillas de ídolos son la producción escultórica más antigua y habrá que esperar hasta mediados del siglo VII a. C para encontrar las primeras obras conocidas de escultura mayor.
Un afán de seguridad y estabilidad se impone en el arte de la época. Primero, la escultura en lugar de servirse de formas simbólicas, emplea la forma humana, presentando al hombre como objetivo, en actitud serena o en comienzos de la acción que desencadenará movimiento. La obra escultórica sólo debe representar el elemento fijo, general, regular, invariable en la forma humana, por ello, le está prohibido al artista el intentar la representación, en lo que respecta a la fisonomía, del aire del rostro. “Este arte busca y ve siempre lo general en el tumulto de los temas individuales. En la representación del cuerpo humano, elimina todas las particularidades en beneficio del `tipo', aunque no excluye en modo alguno el concepto realista del retrato” (Von Salis A. 1926, Pág. 74). Se repiten los motivos artísticos, los tipos esquemáticos. Lo que ambiciona el artista es la forma excelente, el contenido es de interés escaso. Descubren la proporcionalidad del cuerpo y se rigen por ella escrupulosamente.
Al igual que en Súmer se rigen por la “Ley de Frontalidad”.
Se pueden distinguir 2 estilos artísticos puros, el dórico-Peloponeso-, que se caracteriza por una solidez casi arquitectónica del cuerpo y expresión de fuerza, uso de bronce por su rudeza; y el jónico-Asia Menor-, en el cual prevalece la gracia y la delicadeza, uso de mármol que le otorga elegancia a las obras. Los matices estilísticos locales resultan de una mezcla de ambos estilos.
La mayoría de las estatuas griegas arcaicas eran de carácter religioso, utilizadas para decoración, culto y en los monumentos votivos erigidos en los santuarios. “La escultura colabora con la arquitectura en la decoración del templo, que ofrecía al escultor muchas superficies para llenar…El templo griego no tuvo esculturas más que en lugares bien determinados por su propia estructura.” (Crouzet M. 1963, Libro 1.Pág.336). La estatuaria independiente del edificio también estaba relacionada con la religión; todos sus temas tenían un valor específicamente religioso y representaban divinidades, oferentes o animales simbólicos. La escultura conmemorativa representó también un papel importante. Una victoria decisiva podía celebrarse con la erección de una estatua o de un grupo, el triunfo en una competición atlética con una estatua del vencedor o la firma de un tratado entre dos ciudades con la erección de una estela. No obstante, las representaciones escultóricas serán siempre arquetípicas, universales y no denotarán individualidad.
Los tres tipos de escultura arcaica exenta (no esculpidas en la pared), atendiendo al tema de la misma, son el joven desnudo de pie (kouros), la doncella vestida de pie (kore), y la mujer sentada. Todos ellos demuestran un conocimiento profundo de anatomía humana. Los dos primeros comparten algunas características: están en posición frontal, hierática, con los brazos en distinta posición y los hombros elevados y muy horizontales; el pelo aparece en forma de melena de rizos o de trenzas; los ojos están ligeramente almendrados; y la boca sonríe ligeramente (sonrisa arcaica). Como particularidades, los kouros van siempre desnudos- probablemente debido a que las vestiduras ocultan la composición del cuerpo-, con los puños cerrados y con uno de los pies ligeramente adelantado, como en actitud de andar. Las kores, en cambio, van vestidas y los pies, apenas visibles, aparecen juntos. Representan a mujeres jóvenes ataviadas con largas túnicas.
Según los datos reunidos, en el caso de la escultura griega arcaica, tampoco encontramos representaciones del hombre común; el patrón humano corresponde a un hombre de estirpe aristocrática. “En el periodo arcaico, las normas aristocráticas imponen su rígido ideal de belleza. Representan el ideal de la educación aristocrática: un hombre que esta por encima de aflicciones humanas, que domina totalmente sus sentimientos, su alma, ajeno a vicios y pasiones” (Silva, S. 1941, Pág. 154). Esto está ligado al heroísmo propio de la areté Homérica. “El artista representa al hombre de su tiempo tal como debe ser, tal como se quiere que sea; no tal como es” (Von Salis, A., 1926, Pág. 76). También encontramos representaciones de los vencedores de los Juegos Olímpicos - que tiene relación con la desnudez propia de los kouros-. Por todo lo anterior, podemos inferir que en la escultura griega arcaica es muy difícil encontrar elementos que nos ayuden a conocer al hombre común, esto es similar a lo que pudimos apreciar en el arte de Súmer, pues en ambas culturas predomina una temática aristocrática en sus representaciones.
Conclusión
Súmer y Grecia Arcaica, si bien distan en tiempo, fueron culturas semejantes en lo que a sus representaciones artísticas se refiere, expresando así la influencia Sumeria en el arte griego que aún muchos autores se niegan a reconocer. Decimos esto debido a que, después de buscar y sintetizar toda la información encontrada sobre la escultura sumeria y griega arcaica, tenemos las suficientes semejanzas y diferencias como para emitir un juicio sobre los vínculos que vislumbramos entre ambas concepciones artísticas, tales como:
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Ley de Frontalidad: En ambas culturas, éste es el patrón principal de la estatuaria, sin embargo con el pasar del tiempo, la escultura griega lentamente va desprendiéndose de esta característica para dar paso a sus estatuas que insinúan movimiento.
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Importancia del tema religioso: Aunque en ambos casos es un factor importante en su temática, el enfoque no es el mismo, debido a sus distintas visiones cosmológicas. En Súmer ésta tiene mayor importancia y cabida dentro del arte, llegando incluso a regirlo; en cambio en Grecia, sin dejar de ser relevante, comparte su espacio con la escultura conmemorativa.
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Concepciones del Arte: El arte Sumerio tiene una concepción ideativa (formas abstractas que expresan el contenido de la esencia humana a través de signos), muy distinta a la concepción Visual o Perspectiva característica del Arte Griego (concepción que está basada en elementos externos y perceptibles de la realidad para explicar la esencia del hombre.)
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Desnudos: En Súmer no se encuentran desnudos, de hecho se tiende a ocultar el cuerpo cada vez más. No se aspira a representar el cuerpo humano en su composición orgánica. Los kouros griegos son la oposición a ello, pues los hombres en su totalidad van desnudos, con objeto de representar lo más fiel posible el cuerpo atlético y vigoroso de héroes y atletas. Esto nos permite saber que el sentido de lo estéticamente correcto en el arte arcaico, estaba íntimamente ligado al ideal del cuerpo humano masculino, explicado y exaltado por la areté Homérica. Sin embargo, ambos coinciden en la vestimenta femenina, larga y con poco que mostrar.
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Relación Hombre-Universo: La tradición sumeria unía al hombre con el universo como un todo. Esta pertenencia se manifiesta en la creación artística, donde el hombre plasma sus impresiones desde el mismo mundo en el que habita. En cambio, en Grecia el hombre se encuentra en medio del universo como un elemento central, se eleva por sobre él, con la facultad para extraer la esencia de la naturaleza, modificarla y plasmarla en su obra.
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Animalismo: Los dioses sumerios nunca fueron representados simplemente como humanos, sino que eran “especies híbridas” entre animales y hombres. Los animales en Grecia arcaica no tuvieron gran cabida: el hombre se impuso como principal motivo artístico. No se les encuentra en abundancia, ni en su forma natural o como representación de una divinidad.
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Heroísmo: Es una temática propiamente griega, pues la areté Homérica es lo que le da sentido. El héroe se convierte en una pieza fundamental de la sociedad arcaica, algo que no encontramos en la escultura sumeria todavía. Inspirados en las epopeyas de Homero, los hombres aspiran a la virtud máxima, al honor en la batalla…En Súmer este ideal no se considera como prioridad, encontrando desde la época Asiria en adelante representaciones de héroes.
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Materiales y escultura: En Súmer la escasez de materiales duros para el trabajo de la escultura -lo que obligó a los sumerios a buscar la manera más práctica de importarlos o trabajar en otros materiales más accesibles pero menos convenientes para su conservación a través del tiempo- impidió que podamos encontrar hoy en día obras monumentales y una evolución de la técnica y las temática escultóricas claras, al menos en comparación con la Grecia arcaica en la cual sí se trabajó en piedra y metales con mucha frecuencia, lo que permitió una mejor preservación de las obras. Este último factor es clave para el estudio del hombre griego a partir de la escultura ya que nos permite conocer de manera más completa e intensa el mensaje que nos dejó el artista griego a partir de sus obras.
En síntesis, ambas culturas nos presentan visiones artísticas en su mayoría divergentes, mas, comparten aspectos tales como los propósitos que tuvieron en un principio-culto y ofrenda a deidades- y el ideal aristocrático imperante. En el arte sumerio y el arte griego arcaico, encontramos representaciones idealizadas de la realidad. Todo es como el artista quiere que sea, basado en las profundas convicciones que son producto de una educación correcta y moralista .El hombre cotidiano casi no está representado, se encuentra escondido bajo las oscuras figuras de los hombres que los gobernaban. Es el deber del historiador encontrarlos, pues descifrar sus códigos nos ayudará a comprender un poco más a la sociedad presente en ambas culturas, sus costumbres, el rol que cada individuo ocupaba en la escala social.
Todavía queda mucho por hacer. No está dicha la última palabra sobre el tema, pues puede que algún día un hallazgo provoque que todos los paradigmas establecidos hasta la fecha sobre el arte antiguo se derrumben, y surjan nuevas teorías que reemplazarán a las existentes. Probablemente en unas décadas más este paper será obsoleto, pues, nada en historia es estático.
Damos por cumplidos nuestros objetivos propuestos y consideramos enriquecedora la experiencia de sumergirnos en el mundo de la investigación, nuestra primera investigación como futuros historiadores.
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Algunos autores como Walter Herwig, en “Historia del Arte Universal: Grecia”,, separan esta época en sólo dos etapas, una de caos y transición y otra de dominio arcaico, sin agregar más etapas transitivas al proceso evolutivo del arte griego.
La decoración tiene una unidad de estilo, por ángulos, rectas, puede haber hileras de pintura y sobretodo decoración estilizada. Usado principalmente en la cerámica durante los siglos XII-VII a.C.
Según lo aprendido en clases de Grecia Antigua, con la profesora Cecilia Inojosa, Areté significa excelencia, constituía lo esencial para alcanzar el ideal griego, por lo cual está íntimamente ligado con el concepto de educación, la areté homérica está muy bien representada en las obras de Homero y tiene que ver con el ideal del héroe. Para una mejor comprensión del término véase: Paideia: Los ideales del hombre griego. Jaeger,W 1934.
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Enviado por: | Triunvirato Vip UChile |
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