El planteamiento político-social de Chaplin en Tiempos Modernos, lo indujo a realizar otra película: El gran Dictador. Aquí Chaplin aporta su voz de libertad contra los dictadores de la Segunda Guerra Mundial: "Creo en la libertad, esa es mi política, los dictadores actuales son fantoches manejados por los industriales y los financieros". Estas declaraciones fueron formuladas por Chaplin en el momento en que acontecía la guerra y Hitler invadía Austria.
Hay dos versiones de la película. En la primera, un prisionero judío (parecido a Hitler) logra huir de prisión y ocupa el lugar del Führer (un dictador). Una mujer lo intenta matar, pero se arrepiente y lo ayuda a instalarse en Suiza.
Este argumento irritó tanto a Hitler porque no toleraba que el Führer estuviese encarnado por un judío, que obligó a Chaplin a realizar otra versión donde se narra la persecución nazi contra los judíos. Charlot, el personaje, es llevado a un campo de concentración y, mientras esto sucede, aparece el dictador Adenoide Hynkel, en su inmensa cancillería, soñando con conquistar al mundo. Un barbero judío y otro joven, también judío, logran escapar del campo de concentración vestidos con uniformes nazis. Cerca se encuentra el dictador Hynkel y, tras una larga confusión, el dictador es llevado al campo de concentración y el joven judío, a la cancillería. Hynkel iba a dar un discurso antes de invadir Osterlinch, pero el joven judío (hecho pasar por Hynkel) muy hábilmente se aprovecha de la confusión y pronuncia una prédica en que proclama la paz, habla de la libertad y el entendimiento entre los hombres. El siguiente párrafo condensa lo más importante del discurso:
Si fuera posible, me gustaría ayudar a todo el mundo, a cristianos y judíos, negros y blancos. Todos deseamos ayudarnos mutuamente. Los seres humanos somos así. Queremos vivir para la felicidad mutua, no para la desdicha. No queremos el odio y el desprecio mutuos. En este mundo hay lugar para todos. El camino de la vida puede ser hermoso y libre, pero hemos perdido el camino. Los apetitos han envenenado el alma del hombre: tontamente nos han llevado a la miseria y a la matanza...
Chaplin concluye la película invocando a Hanah, una joven judía que se separó de su amado para huir de los nazis. La invocación, a manera de poesía, tiene un subtexto utópico: "Las nubes se alejan. El sol se abre camino. Salimos de las tinieblas a la luz. Salimos a un mundo nuevo, a un mundo bueno, donde los hombres se elevarán por encima de sus apetitos, sus odios y su brutalidad".
Estas fueron las últimas palabras que pronunció Chaplin como testamento de su carrera cinematográfica, porque después de esta película no volvería a llevar a la pantalla, tan atinadamente, a esa magnífica y singular presencia trágico-cómica-política-poética encarnada por Charlot.
El Gran Dictador
(The Great Dictator) / EE.UU. / 1940 / 122 min.
Ficha técnica
Escrita, producida y dirigida por:Charles Chaplin; Musica: Meredith Willson; Fotografía: Roland Totheroh y Karl Struss
Ficha artística
Charles Chaplin, Paulette Goddard, Jack Oakie, Reginald Gardiner, Maurice Moscovich, Billy Gilbert, Henry Daniell, Grace Hayle, Carter de Haven, Emma Dunn
Sinopsis
Un barbero judío sufre la persecución de los esbirros de Hynkel, un dictador que se ha apoderado del país y ha iniciado una campaña antisemita para distraer la atención del pueblo de sus problemas económicos. En una cacería, Hynkel sufre un accidente y es confundido con el barbero..., y el barbero es tomado por Hynkel.
El guión de "El gran dictador" es un modelo de coherencia y concisión. La costumbre de Chaplin de improvisar continuamente en sus películas desapareció durante el rodaje de esta parodia del nazismo, cuyo significado histórico supera al resto de los filmes gracias a una demoledora parodia de Hitler y Mussolini. La escena final, cuando se desprende de su máscara y habla al público en primera persona, ensalzando los valores más nobles del hombre, convirtió a esta película en un hermoso mensaje de paz y libertad.