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Arrow


Arrow

Por MARTA AILOUTI

Cuando en un partido de fútbol se dice aquello de que la idea era buena en realidad lo que se está diciendo es que no resultó. Y no lo fue porque a veces no es suficiente con tenerla. Tiene que sumar. Ocurre también con las series que a menudo la idea se nos queda corta. No basta con que el enfoque sea distinto o el argumento original. Es necesario además que ésta suba al marcador. Y aquí precisamente es donde falla Arrow, que lo tiene todo para ser una buena serie, pero se queda en el camino. 

Basada en el cómic que lleva su mismo nombre, Flecha verde en español, trata sobre la vida del joven multimillonario y mal criado Oliver Queen (Stephen Amell) que, tras naufragar en un isla durante cinco años, regresa a su ciudad natal, Starling City, con el propósito de terminar la tarea que su padre le encomendó justo antes de morir y restaurar el bien en la metrópoli, que ha caído bajo el control de un grupo de poderosos corruptos.

Ambientada con una estética oscura que a más de uno le recordará, salvando las distancias, al Batman de Christopher Nolan, lo cierto es que lo que más destaca de Arrow son sus escenas de acción, muy bien llevadas a cabo, y sus flashbacks en la isla donde el espectador será testigo de la evolución de esa especie de niñato ricachón en superhéroe. Un asustadizo Oliver Queen al que sí se le observa algún que otro registro diferente.  Y se agradece.

Porque el principal fallo de este héroe de cómic sin poderes que prefiere las flechas a las balas empieza mucho antes de él mismo, y ocurre durante la elección del casting. Bien hubiera valido un elenco algo más natural, menos obvio y más permeable al espectador, que estos actores y actrices, como las despampanantes Katie Cassidy y Willa Holland en el papel de ex novia y hermana de Queen, encorsetados en unos personajes planos y estereotipados a los que, seamos justos, tampoco ayuda el trabajo del guión, que no da cancha para averiguar si acaso no nos estaremos perdiendo a unos magníficos intérpretes. Démosles un voto de fe.

Pero no sólo no acierta el casting sino que tampoco lo hace el argumento, con todos esos villanos que desfilan, sin más, capítulo a capítulo, dando la sensación al espectador de que se desperdician demasiados perfiles, algunos muy interesantes, a los que se les podía haber sacado algo más de partido. Pasa en la vida, pero también en las series. Nada da más rabia que contemplar lo que pudo haber sido y no fue.

Así, a la espera de que el único que ha sabido plantar cara a nuestro héroe, Dark Arrow, gane algo más de protagonismo, más de un episodio transcurre sin más, ni suma ni resta a la historia general, y como mucho entretiene. Eso sí, se hace difícil contemplar a Oliver Queen, con toda la madurez que se le predispone de su experiencia en la isla o como vengador de la ciudad, lidiando con todas las historias familiares y amorosas, muy a los Smallville, que ocurren como telón de fondo. Todo ello aderezado por esos planos, primeros y primerísimos, de sus abdominales, con los que su director se obsesiona en regalarnos, cientos y miles de veces, en cada capítulo. Así, la idea general, la idea que era buena, acaba por convertirse en un producto poco serio y algo artificial. La razón se ve a distancia. Su ambición es llegar a cuantos más sectores del público mejor. Es un error de cara al futuro, aunque de momento le ha valido a la cadena americana, CW, para asegurarse una segunda temporada.

Al menos, mientras tanto, podemos seguir deleitándonos con este Green Arrow que se atreve a dar el paso y mata, tortura, chantajea, engaña y hace todo lo necesario por llevar a cabo su misión, libreta en mano, con esa consideración moral de fondo de si el fin justificará o no los medios. Y aquí precisamente radica su principal virtud. En los matices. Porque este superhéroe no es tan perfecto y asume el riesgo de perderse en el camino, traspasar el límite y volverse oscuro. Las posibilidades aquí son inmensas. Esperemos que sepan aprovecharlas.

Y es que, a pesar de todo, Arrow se defiende con algo de solvencia. Tiene la estética, la acción y al héroe. E incluso una isla con secretos para los nostálgicos de Lost. No será un diez, ni un notable, pero sí un seis muy decentemente llevado. Tal vez a veces no importe demasiado ser la mejor para ser una buena serie. Baste con cumplir uno de los fundamentos básicos de la televisión: entretener. Parece fácil, pero más de un director es especialista en hacer de lo sencillo lo complicado. Por eso, vaya por delante, que si algo tiene Arrow es precisamente que entretiene.

Y no es poca cosa.




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Enviado por:Marta Ailouti
Idioma: castellano
País: España

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