Filosofía y Ciencia
Derechos humanos
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN.
DATOS BIOGRÁFICOS DE BARTOLOMÉ DE LAS CASAS.
DECLARACIÓN DE LA NATURALEZA DE LOS INDIOS DEL NUEVO MUNDO.
DESARROLLO DE LOS INDIOS AL LLEGAR ALLÁ GENTES DEL VIEJO MUNDO.
DERECHOS DEL INDIO EN SU MUNDO.
DERECHOS DE LOS EXTRAÑOS EN EL MUNDO INDIANO.
CONCLUSIONES.
BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN.- La idea de tratar el tema de los derechos humanos desde la perspectiva de Bartolomé de Las Casas, nació cuando oí por comentarios que este personaje se había convertido hacia un verdadero cristianismo (Es decir a fijar la mirada sobre el otro que está cerca y no contentarse simplemente con un “dios de bolsillo”) al haber escuchado el famoso sermón de Fray Antonio Montesinos frente a las altas autoridades de la isla La Española. Y aunque históricamente eso no es del todo cierto, pues Las Casas ni siquiera estuvo presente en dicho sermón, es digno de ser estudiado a profundidad la postura humanista de este precursor de los derechos humanos. En el presente trabajo se notará que fueron tomadas algunas fuentes como referencias troncales, y otras para contextualizar el ambiente Lascasiano y hacer algunas constataciones históricas.
RESEÑA BIOGRÁFICA DE BARTOLOMÉ DE LAS CASAS.- (1484-1566), fraile dominico español, cronista, teólogo, obispo de Chiapas (México) y gran defensor de los indios. Nació en Sevilla no en 1474, como se creyó mucho tiempo, sino diez años después como consta en la única declaración que sobre su edad nos dejó el propio Las Casas. Su padre, Pedro de Las Casas, mercader de profesión, era oriundo de Tarifa (Cádiz) y según se cree de familia conversa. Madre de Bartolomé fue Isabel de Sosa. Entre los parientes más cercanos de la familia estaba el capitán Francisco de Peñalosa, amigo de Cristóbal Colón.
La vida y obra de este religioso dominico español supusieron un punto de inflexión en la historia de la conquista de las Indias por los españoles, en tanto que consagró su actividad a denunciar los abusos que durante dicho proceso se estaban cometiendo, por parte de los colonizadores, sobre la población indígena. (Enciclopedia digital Microsoft Encarta 2004)
DECLARACIÓN DE LA NATURALEZA DE LOS INDIOS DEL NUEVO MUNDO.- Inicio Este punto con esta cuestionante: ¿Por qué tendrían unos humados dudar de la humanidad de otros humanos?, con la intención de aclarar la postura del autor tratado al respecto al respecto.
Bartolomé de Las Casas tomó rotunda postura humanista al declarar que “Los indios, como consta por su comportamiento a quienes han tratado largamente con ellos, son hombres, personas, y no bestias o infrahombres, como algunos han pensado y dicho” (PÉREZ FERNÁNDEZ, 1984: 82)
Desde el primer encuentro entre culturas distintas, los nativos americanos hicieron notar con toda espontaneidad muestras de humanidad en todos sus actos. Las Casas declara que a la llegada de Cristóbal Colón a la isla Marién (Una isla cercana a la isla “La Española” que hoy es Haití), Guacanagarí el rey del pueblo que habitaba la isla, salió a “visitar al Almirante; de donde parece claro de la gran bondad de la gente desta tierra, porque, cierto, cosa de notar y de admirar es, que un rey bárbaro… sin cognoscimiento de Dios y en tierras apartadas de conversación y de noticia, ni experiencia, ni historias de la policía y sutileza e humanidad de otras gentes… tuviese tanto cuidad y diligencia en consolar y hacer todo género de especie y clemencia y humanidad a gente tan poca” (LAS CASAS, 1992: 283). Más adelante, estos mismos españoles que con tanta diligencia fueron recibidos, asolarían la isla de Marién y el rey Guacanagarí murió huyendo de los cristianos.
Si revisamos el término “hombre”, encontramos que tiene los siguientes elementos: “Especie racional. Vive en sociedad, dotado de conciencia, de libertad, de sentido político, estético y religioso” (Diccionario Básico: 251), haciendo referencia este término a los géneros humanos masculino y femenino. Los nativos americanos encontrados por Colón, eran racionales, no tanto porque elaborasen abstractas teorías racionalistas como en Europa se comenzaba a hacer por entonces, sino porque todos los actos realizados por ellos eran hechos de manera conciente y no por simples impulsos e instintos que es característica del modo de actuar de los animales.
Entendiendo el término Sociedad como “Conjunto de personas que viven en un lugar o en una época y forman una comunidad” (Diccionario Básico: 486), los nativos americanos sí vivieron organizados en sociedades estructuradas en sus distintos aspectos: económico, legislativo, educativo y de vinculación entre componentes sociales. Sin embargo, el aspecto mejor rescatable de estas sociedades es que vivían en comunidad, en cuanto actuaban de acuerdo a intereses comunes a las personas, a la naturaleza y a los seres divino.
Los nativos americanos estuvieron dotados de conciencia en cuanto podían distinguir entre el bien y el mal. Sin embargo es pertinente notar que toda persona distingue el bien del mal de acuerdo al medio en que vive, no pudiendo establecerse así una moral universal que arrase con todas las culturas como lo hicieron los cristianos llegados a América cuando juzgaron a los nativos americanos desde una moral propuesta por una religión autodenominada “verdadera”, ”privilegiada”, ”renovadora”, que más bien utilizó sus títulos para pisotear al “no cristiano”.
En cuanto al sentido político, ya mencioné implícitamente que la convivencia de los humanos en sociedad proviene de una tendencia natural a la organización; y los nativos americanos sí poseían esta tendencia natural, sólo que no tuvieron la brillante idea de otorgarse títulos, impresos sobre pieles muertas, para hacer reconocer su capacidad de legislar.
El sentido estético en los pueblos americanos, iría a menudo ligado al sentido religioso: Dios, como tal, es uno solo y no existe mayor Ser que él, pero tanto humanos como pueblos, debido a nuestra finitud, sólo podemos tener una perspectiva limitada del Ser Supremo, así que las perspectivas que los americanos tuvieron sobre Dios, son tan legítimas como la propuesta judeo-cristiana pues ambos son perspectivas parciales de un mismo Ser Supremo. Como ser abierto a la trascendencia, el ser humano vincula a la trascendencia su mayor facultad productora: el sentido estético - artístico; y es así como los pueblos americanos edificaron templos, fabricaron utensilios, compusieron melodías, plasmaron íconos divinos en sus prendas y hasta hicieron de su trabajo un ofrecimiento para Dios.
Entonces profundizo mi cuestionante de inicio: ¿Por qué aún reuniendo los nativos americanos todas las características de seres humanos, fueron tratados como no - humanos? ¿Por qué fueron privados de su libertad, habiendo nacido más libres que cualquier humano de la vieja Europa?. Bartolomé de Las Casas se pronunció al respecto:
Los indios como dotados de entendimiento o razón, son, por naturaleza libres, es decir, capaces de decidir corresponsabilidad por propia cuenta sobre su comportamiento, a no ser que se trate de un anormal. No son, pues, por naturaleza siervos de otros hombres, como algunos han pensado y dicho. (PÉREZ FERNANDEZ, 1984: 82)
Aún los españoles mejores intencionados y buenos cristianos, como es el caso de muchos misioneros, vinieron a “orientar” por el “buen camino” a los nativos americanos. Un “buen camino” que había sido propuesto en tierras totalmente ajenas y extrañas a Las Américas y que además llegó como doctrina deformada a esta parte del orbe. Este buen camino aún en sus mejores expresiones (Como fueron las reducciones jesuitas y franciscanas) en el fondo pretendían la incapacidad de los nativos americanos para organizarse. Bartolomé de Las Casas pronunció su reacción frente a los camuflados tutelajes:
Los indios, como hombres libres que son, capaces de decidir con responsabilidad por propia cuenta, son quiénes para organizar su vida individual y de grupo para su propio bien; al cual como hombres que son, naturalmente tienden. Y esta capacidad la demuestran los hechos a quienes quieran verlos, pues están patentes. No necesitan por tanto la tutela social alguna para vivir políticamente, ni de protectorado alguno de parte de los hombres del viejo mundo para vivir su vida de hombres. (PÉREZ FERNÁNDEZ, 1984: 83).
DESARROLLO DE LOS INDIOS AL LLEGAR ALLÁ GENTES DEL VIEJO MUNDO.- Nada puede permanecer estático en el universo y menos aún un ser vivo tan cambiante y adaptable como es el ser humano. Los nativos americanos no fueron la excepción, y es así que al encontrarse con personas de otras tierras ya poseían ciertos grados de desarrollo:
Los indios, como es claro con sólo abrir los ojos e informarse, al llegar los españoles al Nuevo mundo, tenían de hecho - como no podía ser menos - sus propias convicciones y modos de pensar por los que orientaban y ordenaban su vida: sus convicciones morales, políticas y religiosas, según los distintos pueblos y regiones. (PÉREZ FERNÁNDEZ, 1984: 83)
Esta afirmación es sustentable por datos históricos, pues ya 1500 a.C. los Toltecas comenzaron a adoptar el estilo de vida sedentario en Centroamérica, y en Sudamérica los Chavín ya tenían desarrollado el arte de la cerámica hacia el año 1000 a.C.
Como ocurrió en los continentes: europeo, asiático y africano, y sin entrar en mayor detalle, en las tierras americanas también los pueblos tenían ya organizada su vida de una determinada manera en lo familiar, en lo político y en lo religioso, en nivel más o menos alto según las diversas regiones del vasto Nuevo Mundo. Esta situación fue pronunciada por Bartolomé de Las casas con toda justicia y el mejor grado de imparcialidad posible:
Las islas del Caribe y otras regiones de la costa caribeña (Paria, Venezuela, Darién, Panamá, Nicaragua), el nivel era muy próximo al tribal, auque había grandes reinos o cacicatos. En otras regiones, como la de los aztecas, mayas y quechuas o incas, el nivel de desarrollo civilizador no tenía no tenía nada que envidiar a las civilizaciones egipcia, griega y romana del Viejo Mundo. En resumen había en el Nuevo Mundo diferencias de nivel de cultura y civilización semejantes a las que podían encontrarse en el Viejo Mundo de entonces; y no digamos en el Viejo Mundo antiguo. (PÉREZ FERNÁNDEZ, 1984: 83).
Con lo anterior, es oportuno dejar claro que Las Casas no trató de idealizar al nativo americano. A su vez, está claro que un encuentro en tales condiciones de ambos mundos podría haber llegado a buenas consecuencias en distintos planos, y ambos pueblos pudieron haberse complementado el uno al otro, pero no fue así. No fue así porque los extranjeros del Viejo Mundo no venían sino con las intenciones de saquear todo lo que encontrasen sobre todo si se llegara a tratar de oro; pero lo inadmisible es que aún para saquear tierras ajenas no estaban dispuestos a otorgar sudor de sus poros, sino que por haber nacido de un linaje blanco pensaron que el resto del orbe tenía que subordinarse a ellos y prestarles servicio. Brutos fueron los españoles llegados a América al someter a inmensas poblaciones sin antes indagar siquiera los tipos de adelantos que existían en tan pluriforme población. Midieron a todos con la misma vara, desde una postura Hispano-céntrica: esto consistió en mirar estas tierras como simples lugares de explotación, y a sus habitante como simple mano de obra barata e instrumentos de carga. Sin embargo será en lo posterior de este trabajo cuando realice consideraciones más profundas sobre el tema.
DERECHOS DEL INDIO EN SU MUNDO.- Antes de ingresar a la numeración de los derechos de los nativos americanos, es necesario señalar que el accionar de Las Casas no se limitó sólo a la obra escrita, sino que fue sobre todo un cúmulo de acciones concretas, pues una vez consagrado obispo, se embarcó en julio de 1544 con rumbo a La Española de donde se dirigió a su diócesis en una travesía que lo llevó a desembarcar en Campeche. Establecido ya en Ciudad Real de Chiapas, quiso enterarse desde un principio acerca de la conducta de sus feligreses con los indígenas.
Redactó entonces su Confesionario que publicaría más tarde con el título de “Avisos y reglas de confesores”. Al percatarse de la situación imperante en Chiapas, dispuso que nadie pudiera absolver a quienes tuvieran indios esclavos; ello provocó reacciones adversas. Excomulgó a los encomenderos y a quienes se oponían a lo dispuesto por él. En la junta de prelados de Tezulutlán tuvo un enfrentamiento con el virrey Antonio de Mendoza que se oponía a dar entrada a la cuestión de la esclavitud de los indios.
Consecuencia de las gestiones que realizó fue que se convocara en julio de 1550, en Valladolid, a una junta de teólogos, expertos en Derecho canónico y miembros de los consejos de Castilla y de las Indias con el propósito de discutir las formas de cómo debía procederse en los descubrimientos, conquistas y población en las Indias. Participaron en la Junta, además de Las Casas, Juan Ginés de Sepúlveda, fray Domingo de Soto, fray Melchor Cano y fray Bartolomé Carranza. Tanto fray Bartolomé como Sepúlveda expusieron allí sus ideas: escritos muy diferentes se derivaron de esa Junta
Más adelante, Las Casas tendría en su contra inclusive a sus hermanos de comunidad, cuando éstos “en la Vera Paz en Guatemala reconocieran la necesidad de aceptar el uso de las armas para someter a los indios de la región Lacandona y de Puchutla. Tal forma de proceder, a la que siguió en 1559 la iniciación de hostilidades en la región de Tezulutlán, significó el fracaso de una idea que pudo haberse realizado y a la que tantos desvelos había consagrado” (Enciclopedia digital Microsoft Encarta 2004).
Haciendo un resumen, como humanos, los indios tenían los estos derechos:
Derecho a ser tratados como personas, donde quiera que se encuentren, por quienes se pusieran en comunicación y trato con ellos. Derecho a que el trato de quienes arriban a su mundo, al principio del encuentro con ellos, sea de entendimiento, amistad, razonado y pacífico, como entre gentes totalmente desconocidas, sin contactos previos, pues ese trato pide la naturaleza humana entre quienes no tienen porqué ser enemigos; y esto pide trato evangélico también a los cristianos (pues aquí tales eran los que llegaron allá), el cual, superando el mismo trato humano, exige no tener (por la parte que a ellos toca)enemigos, e incluso esforzarse en convertir en amigos a los que se enfrenten a ellos como enemigos. (PÉREZ FERNÁNDEZ, 1984: 84).
Las Casas es exigente con las personas en cuanto al derecho de otras personas, pero lo es mucho más con los cristianos, pues ellos no sólo tienen la ley humana para dirigir su respeto hacia el otro, sino también se deben a una ley divina dictada en la antigüedad y que en los tiempos de Las Casas y aún en nuestros día es a menudo pasada por alto por quienes nos consideramos buenos cristianos o por lo menos cristianos. Más sigamos con este recuento de derechos:
Derecho a estar alertas y precavidos ante quienes, siendo extraños, siendo extraños, irrumpen armados en sus tierras, pues este hecho ya infunde sospecha de que las armas pueden ser no sólo para defenderse sino para atacar. (PÉREZ FERNÁNDEZ, 1984: 84).
Las Casas no defiende el derecho de guerra como pareciera afirmar, pues en este punto, simplemente parte de la vivencia que tuvo presenciando a menudo ataques injustificados y sobre todo con mucha desventaja sobre los nativos americanos. Ya relata lo que había ocurrido en las islas de Sanjuán y Jamaica cuando los españoles “hicieron y cometieron los grandes pecados e insultos susodichos, y añidieron muchas señaladas y grandísimas crueldades más, matando y quemando y asando y echando a perros bravos,… hasta consumir y acabar todos aquellos infelices inocentes” (LAS CASAS, 1988: 23). A esto sumado, ya en la isla de La Española, los españoles, sin más razón que divertirse y probar su “valentía” y sus fuerzas, se daban a la tarea de estallar cabezas de niños sobre las rocas y de partir con la espada a los nativos por la mitad verticalmente. Con estos hechos que no merecen perdón por lo menos humano resultó necesario que alguien reaccionase por los nativos americanos y también que ellos mismos tomasen las precauciones que exige la situación. A estos hechos también puedo vincular los siguientes derechos:
Derecho a que quienes penetran en su mundo les respeten su vida personal y sus medios de vida.
Derecho a que quienes penetran en su mundo les respeten las convicciones en base de las cuales han organizado su vida personal y social (familiar y política).
Derecho a que quienes penetran en su mundo les respeten las instituciones resultantes de diversa índole ya establecidas, que integran el complejo de su vida ya organizada: Lengua, economía, autoridades, religión, etc. (PÉREZ FERNÁNDEZ, 1984: 85).
Hasta aquí los derechos en cuanto se trata del respeto que todo pueblo le debe a otros pueblos. Pero una propuesta de derechos no puede ir descontextualizada de los sucesos que están aconteciendo en una determinada época en algún lugar geográfico y es así que surgen los siguientes derechos:
Derecho a defender con la violencia de las armas su vida, sus propios medios de vida, sus convicciones y sus instituciones contra los extraños que, irrumpiendo entre ellos procedan a imponerse a la fuerza o a destruirlos con la violencia de las armas.
Derecho a intervenir con la fuerza de las armas en ayuda de sus amigos que se las pidan, para defender los mismos derechos de éstos cuando son injustamente lesionados. (PÉREZ FERNÁNDEZ, 1984: 83).
DERECHOS DE LOS EXTRAÑOS EN EL MUNDO INDIANO.- Bartolomé de Las Casas no se limitó a la defensa de los derechos de sólo los nativos americanos, pues ello sería una parcialización en cierto modo injusta por un solo lado de la balanza. Había que nivelar los papeles de ambos lados. Por ello a continuación presento loa derechos para los extraños en el mundo indiano:
Derecho, como hombres también que son, a que los indios los consideren como tales, una vez informados de que son efectivamente hombres y no seres raros dioses.
Derecho a defender su vida y sus propios medios de vida con la violencia de las armas, en el caso de que sean atacados injustamente por los indios. (PÉREZ FERNÁNDEZ, 1984: 85).
El primer derecho señalado, bien pudo haber sido violado por los nativos americanos cuando se dieron los primeros encuentros, puesto que llegando los extraños vestidos de una manera diferente a los nativos, y además llevando con ellos utensilios y adornos que resplandecían con la luz del sol resultó fácil que los nativos se engañasen pensando que esos otros hombres de distinto aspecto eran dioses. En cuanto al segundo derecho presentado, no es posible ya que los españoles fuesen injustamente atacados, porque después de tantas calamidades cometidas sobre los nativos no podía esperarse otra cosa que un justo contraataque. Pero aún sigamos con los otros derechos:
Derecho a ser socorridos por los indios si, estando en el Mundo Indiano, carecen de medios de supervivencia para volver a su país por habérseles agotado los propios o haberlos perdido debido a algún percance.
Derecho de comunicación y trato con los indios, como hombres que unos y otros son - y por ello intersociales -, siempre que sea trato realmente humano (no inhumano), es decir, comprensivo y pacífico, que no perjudique ningún derecho particular previo de los indios. (PÉREZ FERNÁNDEZ, 1984: 85).
En sobradas ocasiones, los españoles sí fueron socorridos por los nativos americanos, pues ya uno de sus primeros encuentros, Colón fue muy bien recibido por el rey Guacanagarí cuando éste último “vino a ver al Almirante, que estaba en la carabela Niña, lleno harta tristeza y cuasi llorando… le dijo que no tuviese pena, que él le daría todo cuanto tenía, y que había dado a los cristianos que estaban en tierra, dos muy grandes casas” (LAS CASAS, 1992: 278). Esto sucedió cuando la nave “La Pinta” había sido averiada. Continuando, queda claro en la “Historia de Las Indias” que los nativos, después de comprender que los españoles no eran dioses, aún trataron de establecer relaciones en calidad de un trato de persona a persona, pero ello no se concretó debido a la testaruda agresión por parte de los extraños. Puesta así la situación era ya difícil sino imposible establecer diálogo. Otros derechos son los siguientes:
Derecho de exponer de modo humano, es decir razonado, a los indios lo que aquéllos entienden ser la verdad y el bien; y de comunicarles lo que entienden ser errores y cosas mal hechas para que se corrijan.
Derecho de intervenir con la fuerza de las armas en defensa de los inocentes, víctimas de costumbres inhumanas de antropofagia o de leyes inicuas de sacrificios humano. (PÉREZ FERNÁNDEZ, 1984: 86).
Es fácil notar que en ambos derechos subsiste un inminente euro centrismo que trata de imponer su verdad sobre un pueblo que si bien era extraño, pero no por eso no tenía ya establecido lo que era el bien y lo que era el mal. Y en el segundo derecho, juzgan las costumbres propias de pueblos americanos desde una postura cristiana, sin quedarse a considerar por un momento que inclusive la religión cristiana propuso en varios momentos que alguna vez se tiene que otorgar la vida a favor de otro, sea éste una persona o sea la divinidad.
Finalmente tenemos el derecho de “intervenir con la fuerza de las armas en ayuda de sus amigos para defender los derechos de éstos cuando son injustamente lesionados” (PÉREZ FERNÁNDEZ, 1984: 86), que sólo puede ser válido cuando se trata de lesiones a civiles establecidos en tierras del Nuevo Mundo, pues en una batalla entre personas con intensiones de beligerancia no existen lesiones injustas, en cuanto el riesgo de lesión es asumido por el beligerante de forma voluntaria, por lo menos durante el proceso de conquista.
CONCLUSIONES.- Pudiera calificarse a Bartolomé de Las Casas como indigenista - entendiendo este término como un paternalismo hacia los indígenas - por las posturas que presenta en algunos lugares de su obra escrita. Pero, personalmente yo lo llamaría “indiófilo” porque amó tanto a sus prójimos del Nuevo Mundo, que incluso se opuso a cualquier tipo de proteccionismo hacia estos habitantes, y es en ello donde puede verificarse la plenitud del amor, porque simplemente defender sin razón y pretender hacerlo todo “para” el otro, a la larga significa someterlo con armas más peligrosas que los fusiles.
En cuanto a los derechos humanos, que es el tema tratado en este trabajo, las Casas asumió no una postura parcializada hacia uno u otro bando continental. Claro es que Las Casas pretendió universalidad en sus propuestas, al pretender derechos (aunque no siempre lograrlos) tanto para nativos americanos como para los extraños en el Nuevo Mundo, y más adelante su obra también incluiría al continente africano.
BIBLIOGHRAFÍA.
DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA “COMUNICARTE”
……. Santa Cruz. Editorial Comunicarte S.R.L.
APELLIDOS, Nombres
Año Título. Subtítulo. Editorial, Lugar de edición
FRIEDE, Juan.
1974 Bartolomé de las Casas: precursor del anticolonialismo. Siglo XXI editores, México D.F.
GALMÉS, Lorenzo.
1982 Bartolomé de las Casas: Defensor de los derechos humanos. BAC, Madrid.
LASSEGUE, J. B.
1974 La larga marcha de Las Casas. CEP, Lima.
LAS CASAS, Bartolomé de
1988 Brevísima relación de la destrucción de Las Indias. Dante, México DF.
LAS CASAS, Bartolomé de
1992 Del único modo de atraer a todos los pueblos a la verdadera religión. Fondo de Cultura Económica, México DF.
LAS CASAS, Bartolomé de.
1992 Historia de Las Indias, T. 1. Fondo de Cultura Económica, México DF.
LAS CASAS, Bartolomé de.
1992 Historia de Las Indias, T. 2. Fondo de Cultura Económica, México DF.
PÉREZ FERNÁNDEZ, Isacio.
1984 Fray Bartolomé de Las Casas. Editorial OPE, Caleruela.
VÁZQUES FIGUEROA, Alberto.
2000 Tiempo de Conquistadores. Círculo de Lectores, Barcelona.
1
Descargar
Enviado por: | Marcelo Borja |
Idioma: | castellano |
País: | Bolivia |