Historia


Datos arqueológicos


TEMA 02

LA ARQUEOLOGÍA PREHISTÓRICA: TÉCNICAS DE INVESTIGACIÓN I


1.- INTRODUCCIÓN

2.- LOS DATOS ARQUEOLÓGICOS

2.1- Yacimientos, definición y tipos

3.- LOCALIZACIÓN DE LOS DATOS: PROSPECCIONES

3.1.- Definicón

3.2.- Indicios previos

3.2.1.- Mapas topográficos

3.2.2.- Fotografía aérea

3.2.3.- La toponimia de la zona

3.2.4.- las descripciones escritas

3.3.- Tipos de prospecciones

3.4.- Prospecciones geofísicas y geoquímicas

3.4.1.- Eléctricas

3.4.2.- Magnéticas

3.4.3.- Electromagnéticas

3.4.4.- Análisis de fosfatos

4.- RECUPERACIÓN DE LOS DATOS: EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA

4.1.- Definición

4.2.- Sistemas de excavación

4.2.1.- Wheeler o de cuadrículas

4.2.2.- Sistema ðabiertoð o método Barker

4.2.3.- Van Grieffen o de cuadrantes

4.3.- Técnicas de excavación. Niveles naturales o artifiales

5.- EL REGISTRO DE LOS DATOS ARQUEOLÓGICOS

5.1.- Diario de excavación

5.2.- Inventario de materiales

5.3.- Dibujos

5.4.- Fotografías

5.5.- Informática

6.- ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA


1.- INTRODUCCIÓN

Tratado de lo antiguo. Este es el significado etimológico del término Arqueología. De ello podemos deducir que las interpretaciones sobre el contenido y límites de ésta, el sentido exacto de lo que definimos como Arqueología han sido, y aún lo son, objeto de discusión. Esta polémica se agudiza con el intento de delimitar y diferenciar claramente lo que consideramos Arqueología y Prehistoria.

Desde la opinión de que ambos son sinónimos, hasta aquella que los considera dos disciplinas diferentes, podemos resumir en cuatro las definiciones más generalizadas:

1.- La Arqueología es una ciencia auxiliar de la Historia, incluyendo en ésta la Prehistoria como una etapa concreta de la mísma. En este caso, mientras que para la Historia sería una fuente más, en el caso de la Prehistoria sería la única.

2.- La Prehistoria no debe ser considerada como un ciencia, sino como una especialización cronológica de la Arqueología. La problemática de la Prehistoria es la misma que la de la Historia y carece de métodos propios, usando lo de la Arqueología.

3.- La Prehistoria y la Arqueología son simplemente fases distintas de un proceso de investigación. Mientras que la segunda se ocuparía del trabajo de campo, la primera se dedicaría a la interpretación de los resultados de éste.

4.- La Arqueología y la Prehistoria son dos disciplinas independientes con el mismo objetivo, pero con finalidades diferentes y perspectivas distintas. Analizan un mismo objeto, pero mientras que la Prehistoria es una ciencia que establece las categorías histórico-culturales, la Arqueología tendría como campo de acción el registro arqueológico.

Estas dos últimas propuestas son prácticamente equiparables, pero varía el matiz de considerarlas dentro de un proceso investigador único, o bien como disciplinas independientes.

Sin embargo, debemos entender la Arqueología Prehistórica en el sentido de reconstrucción del pasado prehistórico a base de unos medios de recuperación, análisis e interpretación de los restos materiales.


Tanto la Arqueología prehistórica como la Historia tratan, en este sentido, de cumplir un mismo objetivo: hacer Historia, pero se tienen claras diferencais, especialmente cuanto más remota es la época a investigar. La razón es evidente, y no es otra que las dificultades de conservación de los restos materiales.

Y son precisamente los restos de la cultura material los que la Arqueología trata de recuperar para intentar reconstruir las diferentes etapas de nuestro pasado prehistórico. Cualquier objeto que contribuye a ilustrar o descifrar lo que fue, es un dato arqueológico. Estos datos comprenden desde los monumentales restos arquitectónicos que despiertan nuestra admiración, a cualquier humilde objeto o artefacto e, incluso, restos de polen, semillas, huesos de animales, etc. Todo indicio puede ser útil y, en consecuencia, es importante registrar y anotar todo dato posible, en la seguridad de que aún así perderemos algo.

Hay que plantear las preguntas previas y buscar la información que las responderá. No siempre obtendremos esas respuestas, pero también puede ocurrir lo contrario: obtendremos datos que no esperábamos.

2.- LOS DATOS ARQUEOLÓGICOS

2.1.- Yacimientos, definición y tipos

Estos datos, en forma de restos materiales, aparecen en los lugares que denominamos yacimientos arqueológicos. Con este término designamos el lugar en el que se han conservado los restos materiales fruto y testimonio de una actividad humana.

Es evidente que las diferencias entre estos yacimientos son de todo tipo, desde la diversa extensión del terreno, una ciudad romana o un hallazgo aislado, al tipo de función del mismo: yacimientos de habitación, funerarios, lugares de culto, talleres, depósitos, etc.

En cualquier caso, y con independencia de la calidad y cantidad de restos que conserven cada uno de los yacimientos arqueológicos, todo aquello que fue utilizado por el hombre de nuestro pasado nos ayudará, en mayor o menor grado, a reconstruir lo que pudo ser.

Este término es aplicable a yacimientos de etapas tan diversas como el Paleolítico Inferior, primer momento de la vida humana y el siglo XIX de nuestra era. Esto condiciona, en buena medida, las diferencias estructurales, de situación, etc., pues es evidente que de la época a la que pertenece un yacimiento dependerá la existencia de mayor o menor número de estructuras y restos materiales, el tipo de éstos, la ubicación, el grado de conservación e, incluso el hecho de que sean lugares con alto grado de destrucción in situ, como consecuencia de repetidas ocupaciones, labores agrícolas, construcciones e, incluso, violaciones a la ðbúsqueda del tesoroð.


Los yacimientos arqueológicos son, pues, lugares en que los hombres que nos precedieron desarrollaron cualquiera de las actividades de su vida cotidiana y que, posteriormente, fueron quedando cubiertos, enterrando así los datos que el arqueólogo busca, por medio de la excavación arqueólogica, para reconstuir el dónde, el cómo y, si es posible, el por qué, vivieron nuestros antepasados o, más concretamente, en que entorno ambiental se movieron; de qué se alimentaban; que instrumentos utilizaban y para qué; cómo se organizaron, si lo hicieron, socialmente y cómo evolucionaron en este sentido y, por último, cuáles fueron, si las tuvieron, sus creencias y manifestaciones 2espiritualesð. Actualmente, los arqueólogos se han dado cuenta de que existe una gran variedad de datos arqueológicos ðfuera de yacimientoð o que no constituyen yacimientos propiamente dichos, desde objetos diversos a estructuras, huellas de arado, límites de campos, etc., y que, sin embargo, proporcionan información valiosa relativa a la explotación humana del entorno.

En la localización o descubrimiento de estos yacimientos y datos han intervenido con frecuencia factores ajenos a la voluntad humana, tanto físicos, como es el caso de la erosión, como animales, constitución de madrigueras, o humanos, labores agrícolas y construcciones de todo tipo. Pero también ha habido y hay un búsqueda voluntaria y concreto de los mismos, que es lo que conocemos como prospección arqueológica.

3.- LOCALIZACIÓN DE LOS DATOS: PROSPECCIONES

3.1.- Definición

Denominamos con este nombre de prospección arqueológica al conjunto de trabajos que conducen a la localización de yacimientos, estudiando una zona concreta con el fin de descubrirlos. Pero no es exclusivamente eso. La prospección arqueológica se usa actualmente cada vez más, y no sólo como un medio de localización y trabajo previo de delimitación, sino también como una labor paralela complementaria o, incluso, sustitutoria de la propia excavación. Ya no es solamente una fase previa en el trabajo de campo, sino que se estudian paisajes enteros a través de prospecciones comarcales. El elevado coste y destructividad de la excavación hace que los arqueólogos realicen, cada vez con mayor frecuencia, prospecciones superficiales y geofísicas de yacimientos, que emplean mecanismo de teledetección que no son destructivos.

No hay un único método ideal de prospección, como se desprende del hecho de que no hay dos yacimientos iguales y, en consecuencia, hay que tener en cuenta las variables de cada caso en particular; pero sí una ciertas estrategias o normas de carácter general.


3.2.- Indicios previos

Lo primero que se nos plantea en este terreno es la interrogando de ðdónde? y ðcómo? Prospectar. Con respecto al dónde, un primer paso sería analizar toda la información de la zona, recogida en:

3.2.1- Mapas topográficos con datos geológicos, suelos agrícolas, vías de comunicación, fuentes de agua, salinas, etc.

3.2.2.- Fotografías aéreas, utilizadas con fines catastrales y bélicos desde la primera guerra mundial, ya que proporcionan datos tales como sombras que pueden testimoniar la presencia de estructuras enterradas, crecimiento diferencial de los cultivos o del color, que pueden proceder de la misma causa o, incluso, restos materiales en la superficie del terreno.

3.2.3.- La toponimia de la zona

3.2.4.- Las descripciones escritas

Tras este trabajo previo, comenzará el de campo, que consiste en buscar y describir los yacimientos. El primer paso será el de la selección del área a prospectar, en función de los recursos de que disponemos, la topografía, las dimensiones y los límites del área a examinar. El segundo paso consistiré en elegir el tipo de prospección, siendo las dos alternativas más frecuentes la prospección total y la de muestreo.

3.3.- Tipos de prospección: totales o intensivas o de muestreo.

En la actualidad se realizan muchas prospecciones totales o intensivas, buscando rellenar lagunas de investigación en zonas concretas. Con este sistema se descubren todos, o al menos casi todos, los yacimientos de la zona, lo que nos permite sacar conclusiones sobre la dispersión del poblamiento, o bien sobre la contemporaneidad o la diacronía, así como la evolución de los diferentes tipos de yacimientos y sus relaciones con el medio ambiente.

Sin embargo, debido a que este es un método lento, se recurre en ocasiones a las prospecciones de muestreo, realizadas en un área amplia. Lo más frecuente es un muestreo sistemático, realizado a intervalos regulares, en zonas denominadas transects, alargadas y estrechas, y un segundo muestreo aleatoria de cuadrículas simples. La intensidad de la prospección varía según el detalle con el que se desee explorar la superficie del área elegida.


Localizado ya el yacimiento, hay que describirlo de la manera más completa y detallada posible, recopilando el máximo de información, comenzando por su localización, croquis topográfico, el sistema o sistemas de acceso, el estado en que se encuentra, los restos superficiales y todas aquellos datos del yacimiento en sí mismos que podamos observar. También es fundamental la descripción den entorno: geología, relieve, clima, tipos de suelo, fauna, vegetación, visibilidad, vías cercanas de comunicación, etc.

En ocasiones, se realiza un muestreo bajo tierra con el fin de tratar de delimitar la posibilidad de áreas diferenciadas, tanto funcional como cronológicamente, dentro del yacimiento. Se trata de sondeos para intentar complementar los datos obtenidos de la observación superficial. Hasta mediados del siglo XX, se utilizaban barras de metal o barrenas, que se introducían en el subsuelo a explorar, con el fin de observar si tocaban estructuras o cuerpos sólidos enterrados. Posteriormente, se mejoró la técnica, introduciendo en el terreno un tubo con una minicámara que permitía ðverð lo enterrado. Evidentemente, alteraban el posible yacimiento.

3.4.- Prospecciones geofísicas y geoquímicas

Además de estas prospecciones sobre el terreno, tenemos otros métodos para examinar algunos aspectos del subsuelo sin excavar y que no son destructivos. Fundamentalmente son de dos tipos: las que denominamos prospecciones geofísicas y la geoquímicas. Las primeras se basa, generalmente hablando, en intruducir energía eléctica en el subsuelo y medir sus alteraciones y la intensidad del campo magnético terrestre.

Las prospecciones geofísicas se basan en trés métodos diferentes:

1ð- Resistividad eléctrica del subsuelo.

2ð- El campo magnético terrestre o Arqueomagnetismo

3ð- Una combinación de ambas.


3.4.1- La prospección geofísica basada en la conductividad eléctrica de la tierra y en el hecho de que algunos materiales ofrecen mayor resistencia que otros, consiste en medir estas posibles alteraciones de la curva. El grado de conductividad de la corteza terrestre varía y por ello es posible detectar irregularidades en la estructura del subsuelo. El problema que plantea es el de que dichas alteraciones pueden reflejar objetos enterrados, pero no siempre éstos serán arqueológicos. Por ello, es un método válido para lugares que son yacimientos arqueológicos seguros. El procedimiento es bastante simple: se introducen en el suelo cuatro electrodos a los que se acopla un contador de resistividad y se hace pasar por ellos una corriente eléctrica. Hay que añadir que, a mayor humedad del suelo, menor es la resistencia que presta a la corriente eléctrica, lo que es importante para detectar zonas con residuos orgánicos abundantes, por ejemplo.

3.4.2.- La medición de las variaciones locales del campo magnético terrestre o Arqueomagnetismo es la base de las prospecciones así denominadas. El arqueomagnetismo de un material es el conjunto de propiedades magnéticas de ese material, resultante de una transformación física que ha actuado en el pasado, fijando en los materiales considerados los parámetros del campo magnético del lugar donde se encuentran, en el instante de su transformación.

Como el campo magnético terrestre ha evolucionado en el transcurso de milenios en inclinaciones y declinaciones, se puede datar un material arqueomagnéticamente si no ha cambiado de sitio y si se conocen del lugar de aparición las curvas de variación del campo magnético o lo largo del tiempo. Esta transformación hace intervenir al calor, por ello el Arqueomagnetismo también es conocido con el nombre de Termorremanencia, manifestándose en tierras quemadas y rocas volcánicas (óxido de hierro), y también en hoyos y zanjas, estructuras que producen distorsiones del campo magnético terrestre, pero no en este caso por su contenido en hierro, sino porque la susceptibilidad magnética de su contenido es mayor que la del subsuelo circundante. Dichas variaciones pueden ser consecuencia, además, de la existencia de estructuras enterradas que, o fueron calentadas en su momento (cerámicas, hornos, hogares...), o bien alteradas y removidas.

Los aparatos utilizados son los llamados magnetómetros, que pueden ser de protones o de flujo, y los gradiómetros e, incluso, los detectores de metales. El magnetómetro es un simple sensor, rodeado de una bobina eléctrica, y conectado por un cable a un cuadro electrónico. Es muy fácil de usar, pero hay que tener en cuenta que le afectan interferencias producidas por líneas de alta tensión y vías férreas. El gradiómetro registra las diferencias de intensidad magnética en superficies de un metro, y su ventaja es que realiza lecturas continuas.

3.4.3.- Por último, la combinación de ambos métodos es lo que se conoce como prospección electromagnética. Su dificultad radica en que solamente detecta 1,5 metros de profundidad. El detector electromagnético fue ideado por los militares para descubrir las minas y es capz de detectar todo objeto magnético, no solamente metálico, sino también objetos cerámicos, tejas, ladrillos, piedras ferruginosas, etc.


3.4.4.- Por su parte, entre las prospecciones geoquímicas hay que citar el análisis de fosfatos, que sirve para localizar yacimientos en donde carecemos de restos superficiales y también para detectar, dentro de un yacimiento, diferentes áreas de actividad. Se basa en el ciclo del fósforo, similar al del carbono, que se produce entre el suelo, las plantas y los animales, y que mantiene constante este elemento en el subsuelo. Las actividades humanas rompen esa constancia, por ejemplo, incrementando la proporción de fosfatos en lugares con residuos orgánicos, ya que, aunque los componentes orgánicos de los yacimientos de ocupación desparecen con los años, si pueden analizarse los inorgánicos como magnesio y calcio, pero sobre todo los fosfatos, que son más fáciles de identificar y cuya concentración está claramente relacionada con la posible existencia de antiguos asentamientos.

Todavía hay otro sistema de prospección al que ya hemos hecho referencia: la fotografía aérea. Fueron los ingleses los iniciadores de este método, a partir de la primera guerra mundial. Permite comprender la estructura geográfica de una región, pues nada desaparece sin dejar huella. Así, cualquier alteración de subsuelo proporciona unas señales que no siempre son visibles desde el terreno, porque carecemos de perspectiva, pero sí lo son para la fotografía aérea.

Diferentes señales pueden producir los restos sepultados, además de la información puramente geográfica, o de accidentes geográficos que también son de interés: señales de vegetación, del subsuelo, y sombras provocadas por la luz rasante. El crecimiento diferencial de la vegetación en una misma zona, el distinto grado de porosidad de los suelos y los escombros, son las señales que nos ofrecen los dos primeros casos.

Las avanzadísimas técnicas de fotografía y también el uso de ésta, hacen que este método sea en la actualidad casi imprescindible para el estudio de cualquier región, siendo un auxiliar fundamental en Arqueología.

Cada vez en mayor medida, la prospección sistemática va sustituyendo al azar en los descubrimientos de yacimientos arqueológicos, siendo además un método de estudio previo y, en ocasiones paralelo, a la excavación.

4.- RECUPERACIÓN DE LOS DATOS: EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA

4.1.- En síntesis, podemos definir la excavación arqueológica como el medio que nos permite descubrir y poner a la vista aquellos restos enterrados en los yacimientos arqueológicos. Es el primero, aunque no el único, de los medios de arqueología y, sin ella, difícilmente podríamos reconstruir ese pasado del que no tenemos otras fuentes. De ahí que la consecución de una técnica rigurosa y los más exacta posible sean una constante entre los arqueólogos, constituyendo también la Historia y el objeto del perfeccionamiento gradual de la Arqueología.


Desgraciadamente, la excavación es un método destructivo y solamente se hace una vez. Por ello, la excavación ideal sería aquella que nos permitiera reconstruir en el laboratorio el yacimiento tal y como estaba antes de excavado. También, por esta causa, se han planteado muchas polémicas sobre la conveniencia o no de excavar, conservando los yacimientos para el futuro.

El hecho evidente de que se produzca una destrucción, ha llevado a algunos investigadores a la idea de que solamente deben hacerse excavaciones de urgencia, preservando, en lugar de excavando, los yacimientos arqueológicos. Hay posturas menos radicales que sugieren que se debe excavar, pero teniendo en cuenta algunas consideraciones tales como excavar yacimientos de un tipo abundante, que tengan datos de interés, etc. Pero el problema básico es que muchas veces esta información sólo se obtiene excavando.

Los investigadores americanos proponen excavar aquellos lugares que sirvan para contrastar hipótesis, o bien para llenar un vacío en la investigación, o buscar modelos explicativos de determinados grupos humanos. Si bien en cierto que ha habido tendencias y modas que han llevado a excavar repetidamente un tipo concreto de yacimiento, esto va ocurriendo cada vez menos, al haber este intento de racionalizar las verdaderas necesidades de la investigación arqueológica. Tradicionalmente, solía considerarse al trabajo de campo casi exclusivamente en función de la excavación de yacimientos individuales. Sin embargo, en la actualidad, aunque los yacimientos y su excavación siguen siendo de la mayor importancia, el enfoque se ha ampliado para incluir paisajes completos y la prospección superficial de yacimientos como complemento o, incluso, sustitución de la excavación.

Actualmente se usan, además, y debido en buena medida a los avances técnicos de que disponemos, todo tipo de análisis no destructivos para obtener la mayor parte de los datos posibles sin excavar: análisis de restos superficiales y su relación con el subsuelo, análisis geofísicos, de fosfatos, etc., así como las excavaciones localizadas o de sondeo. A pesar de la importancia cada vez mayor de la prospección, de la exactitud de las técnicas de teledetección, de la fiabilidad de los datos superficiales y de ver en realidad qué es lo que queda de un yacimiento, el único método para comprobar todo ello es la excavación. La excavación mantiene su papel protagonista en el trabajo de campo porque proporciona la evidencia más fiable para los dos tipos de información que en mayor medida interesan a los arqueológos: las actividades humanas en un determinado período del pasado y los cambios experimentadas por esas actividades de una época a otra.

Requisito previo para cualquier labor de excavación es obtener un permiso de la correspondiente Comunidad Autónoma en el que se especificará en dónde y cuándo se puede excavar y también a qué Museo hemos de enviar los materiales encontrados.


4.2.- Ya sobre el terreno, se decide la estrategia o modus operandi, teniendo en cuenta las condiciones del yacimiento a excavar, así como los medios de que disponemos para hacerlo. No hay un solo sistema de excavación, ni siquiera esquemas rígidos, ya que cada caso requiere un sistema propio. Pero aún dentro de estas variaciones, sí podemos citar algunos métodos generalemente aplicados.

4.2.- El más común y conocido es el desarrollado por Mortimer Wheeler y Katheleen Kenyon en 1954 y 1956 respectivamente. Este método nace en Inglaterra como la primera Arqueología estatigráfica y se exporta a todas partes. Se basa en un sisteme de ejes y cuadrículas. Consiste en subdividir el terreno, previamente delimitado y orientado, partiendo de unos ejes perpendiculares de referencia, en cuadrículas o rectángulos de un tamaño determinado y dejando entre ellos unos espacios o estrechos pasillos de tierra, denominados testigos, que sirven, además, para poder pasar por ellos.

Requiere que estas cuadrículas sean claras y convenientemente subdivisibles, capaces de ser ampliadas sin romper las líneas de referencia previas, ser accesibles y estar bien orientadas. Este sistema facilita un excelente control vertical del yacimiento. Sin embargo, hay quienes opinan que este sistema no proporciona una visión horizontal del mísmo y que impide determinar la distribución espacial en áreas grandes. Desde finales de los años 50 se empieza a superar, inventándose nuevos métodos que en la segunda mitad de los 70 y los 80 se establecen por todas partes.

4.2.2.- Actualmente se usa un sistema de excavación denominado abierto, en el que se va levantando nivel por nivel. Es un método especialmente válido para yacimientos superficiales y para aquellos en los que el enfoque horizontal es lo más importante, como es el caso de yacimientos paleolíticos o mesolíticos, donde los restos de estructuras son escasos.

Las ventajas y desventajas de cada uno de ellos deben evaluarse ante cada yacimiento. A menudo se utiliza un sistema intermedio que consiste en excavar una parte del yacimiento por un sistema abierto, y otra reservando los testigos, para reflejar la estatigrafía vertical.

Esto responde a que en una excavación descubrimos dos dimensiones: la horizontal, que nos muestra el estado del yacimiento en un momento puntual y concreto, y la vertical, que nos ofrece una secuencia temporal de los cambios producidos dentro del yacimiento, y la relación de un período con los que le precedieron y los que le siguen.

También en torno a la utilidad de los testigos se ha discutido bastante, ya que algunos investigadores los consideran innecesarios y anticuados. Sin embargo, y especialmente en yacimientos de estatigrafía vertical y estructuras, es conveniente dejarlos.


4.2.3.- Por último, se puede citar, dentro de la línea de que no hay un único sistema de excavación, sino que hemos de plantearnos en cada caso lo más adecuado, otro sistema muy particular que se ha usado para yacimientos de localización unitarios como tholoi o megalitos. Se conoce como sistema Van Gieffen o de cuadrantes, y consiste en subdividir el área a excavar en cuadrantes e ir excavando los opuestos, dejando entre ellos testigos que se levantan al final.

No se puede dejar de exponer la forma más antigua de excavación, en la actualidad solamente útil para estructuras lineales como muros, fosas, o calles. Son las denominadas trincheras, cuya ventaja radica en que se obtienen rápidamente datos, y cuyo inconveniente es la dificultad de generalizar tales datos.

Lo más recomendable es planear una estrategia flexible que permita al excavador combinar el rigor estatigráfico de los sondeos, con la visión amplia de los fenómenos indagados, que proporciona el sistema abierto.

4.3.- Las técnicas de excavación se refieren al modo de eliminar o retirar la tierra que cubre los restos arqueológicos, y son fundamentalmente dos: Una de ellas consiste en seguir la estatigrafía natural del terreno, y la otra, en sacar capas o niveles artificiales de un espesor determinado. No siempre es posible utilizar la primera, a causa de la dificultad para distinguir los estratos. Para hacerlo hay que tener en cuenta su color, composición, consistencia y contenido; y la segunda varía en cuanto al espesor, según las necesidades concretas de cada caso.


Es necesario aquí dar una breves nociones sobre el método estatigráfico, fundamental no sólo para la Arqueología, sino también para todas aquellas ciencias que tratan del ha Historia de la Tierra. De hecho, este es un método tomado de la geología y se basa en el principio de que cada acumulación de depósitos naturales o humanos, las capas más antiguas se depositan en primer lugar, acumulándose sobre ellas, de manera sucesiva, las más modernas. Son los denominados estratos, formados por procesos naturales y antrópicos, cuyas características son: poseen una superficie horizontal, inclinada o vertical, delimitada por un perímetro, que posee un relieve, un volumen y una posición estatigráfica, así como una cronología. En condiciones normales, la superposición de estratos, o estatigrafía, ofrece una secuencia cronológica vertical, de lo más antiguo a lo más moderno, y horizontal, coetaneidad de todo aquello que se encuentra en el mismo nivel. Puede haber, evidentemente, alteraciones ya sean mecánicas o antrópicas, pero, en general, se cumple este principio básico. Un ejemplo claro de las primeras es la erosión, o bien la solifluxión. Son unidades estatigráficas las diversas manifestaciones, muros, pavimentos, etc., y el contexto es el grupo de unidades estatigráficas que constituyen conjuntos de acciones y/o actividades, considerados una fase o período.

La ordenación estatigráfica y su cronología son, precisamente, el objeto de la Arqueología. Dentro de esta secuencia estatigráfica horizontal, hay estructuras verticales que rompen o alteran ésta. Nos referimos a fosas excavadas en el suelo que sirvieron de enterramientos, fosas para cocinar alimentos, semejantes a rudimentarios hornos, fosas de almacenamiento para conservar alimentos, basureros e, incluso, simples agujeros que corresponden a marcas de antiguas estacas, hoy desaparecidas, que pudieron sustentar las techumbres de posibles chozas, o bien rellenos de fosos, terraplenes, muros, empalizadas, etc.

5.- EL REGISTRO DE LOS DATOS ARQUEOLÓGICOS

Tras haber identificado y numerado las unidades estatigráficas es necesarios describirlas.

Ya hemos hecho referencia a la importancia y necesidad de conservar toda la información sobre el yacimiento que excavamos, pues esto es lo único que nos quedará de él, junto con las estructuras que, solamente en algunos casos, podemos dejar in situ.

Dos son los tipos fundamentales de datos a registrar en una excavación. Por una parte, el de esas estructuras que se conservan y que, en consecuencia, puede ser examinadas y revisadas una vez finalizada la excavación, aunque, eso sí, ya no en el contexto en el que han aparecido. Por otra, el registro de los objetos o cosas que han tenido que ser destruidas por el acto de excavar. En ambos casos, deber ser registradas con todo detalle en el momento y contexto en el que aparecen y, antes de que las retiremos de su ubicación original en el yacimiento.

El diaro de excavación, inventario de materiales, planos de cada una de las áreas excavadas, fotografías y dibujos de los materiales son algunos de los elementos indispensables para la consignación de los datos.

5.1.- En el diario de excavación se anotarán todos aquellos datos de interés que surgen cada día, como son las circunstancias de los hallazgos, las técnicas empleadas, los tipos de tierra, las posibles alteraciones, los objetos, estructuras y sus relaciones. Actualmente, en muchos casos este diario se ha sustituido por hojas de formato mecanizado en las que se refleja toda la información, tanto de las unidades estatigráficas como de sus materiales e, incluso, la topografía.


5.2.- Lo mismo ocurre con el inventario de materiales, previamente lavados, que deben incluir los datos de identificación o signatura: nombre del yacimiento (generalmente en abreviatura), año de la campaña, coordenadas, número de orden que lo identifica y contexto que, en general, figura en una nota aparte. La descripción de los objetos inventariados, una vez lavados, rotulados y dibujados, completa este registro de datos.

5.3.- El dibujo y las fotografías, tanto de niveles y estructuras como de objetos, son una parte importante del registro de datos. El primero, el dibujo, pude ser indirecto: se sirve de instrumentos ópticos, y directo: se sirve de medidas tomadas por el sistema de triangulación. Normalmente, uno y otro se combinan, el indirecto para el encuadramiento general y el directo para la documentación de detalle. Se ocupa de los diferentes planos, planimetrías y secciones, se realiza en papel milimetrado, con escalas diferentes según los datos concretos a reflejar. Lo más usual es la escala 1:20, aunque también se usa el 1:10 e incluso el 1:5 para detalles. Levantar un plano consiste en registrar el aspecto horizontal del yacimiento, ya sea en conjunto o detalle. En ellos se representan las plantas de los diferentes niveles con sus estructuras y objetos. Los dibujos de alzados y secciones recogen el aspecto vertical del yacimiento y los restos en él conservados, en otras palabra, la estatigrafía del yacimiento, reflejada en los testigos del mismo. Los diferentes materiales y tipos de tierra se representan por medio de signos convencionales. Hay que establecer un sistema de referencia para tomar las medidas, definiendo los puntos en el espacio por medio de coordenadas. Por lo que se refiere a las medidas verticales, se escoge un punto fijo, fuera del yacimiento generalmente, y se le considera la cota cero. A partir de ahí, se mide con un nivel óptico y una mira.

5.4.- La fotografía de estructuras y materiales es un buen complemento del dibujo y es imprescindible recordar algunos preceptos básicos como son el uso del trípode, la medición de la luz en el punto exacto del objeto a fotografiar, y la documentaciónnn de la mísma con una escala gráfica y una pizarra o etiqueta con los datos de indentificación y localización. Es más exacta y detallada que el dibujo, pero disminuye la capacidad de observación. Lo ideal es complementar ambos tipos de información.

Todos ellos servirán de base para el estudio posterior del yacimiento, basado en el análisis exhaustivo y la interpretación de estos datos.

5.5.- En la actualidad es ya muy frecuente utilizar un ordenador en la excavación para la documentación escrita: fichas, así como para la elaboración de gráficos, imágenes,etc., y archivo de éstas. La información sobre la excavación y sus materiales se publica, reservando para el archivo un parte de la misma. Los materiales, además del dibujo y la fotografía, deben de ser restaurados, al igual que las estructuras, cuando ello es posible. Este sería el trabajo de laboratorio, complementario del trabajo de campo.


6.- LA ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA

La Arqueología subacuática se desarrolla con la excavación científica de los pecios submarinos.

Desde el punto de vista prehistórico, resulta de gran interés, ya que la subida de los niveles marinos y lacustres del Holoceno originó que numerosos yacimientos prehistóricos estén actualmente sumergidos: pueblo palafíticos de las laderas de lagos, pueblos neolíticos de las costas del mar; grutas paleolíticas o embarcaciones hundidas. En interés excepcional de estos yacimientos es la buena conservación, consecuencia del hecho de la inmersión, de materiales orgánicos, tales como madera, cestería, cortezas, etc.

La Arqueología subacuática ha desarrollado sus propias técnicas: penetrador de lodos, magnetómetros de protones, detectores magnéticos y electromagnéticos, fotogrametría subacuática, televisión y vídeo subacuático, etc. Si bien las técnicas de trabajo bajo el agua pueden diferir de las que se utilizan en tierra, no sucede lo mismo con el método de trabajo, ya que el método arqueológico es igual en tierra firme o bajo el agua.

La dificultad y el coste que supone aplicar estos nuevos avances tecnológicos pone límite, desgraciadamente, a su práctica regular en Prehistoria y requieren instrumentos y aparatos, incluso personal especializado. De todos modos, en necesario señalar que se está poniendo a prueba en nuestros días, cuando ello es posible, aislar los yacimientos en campanas herméticas y practicar las excavaciones como si fueran terrestres. Pero indudablemente, los avances técnicos de los últimos años, algunos de los cuales hemos citado, así como los equipos autónomos de buceo e, incluso, submarinos miniatura, han hecho incrementar el número y mejora de las condiciones de las excavaciones subacuáticas.

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Enviado por:Melanipe
Idioma: castellano
País: España

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