Humanidades


Cultura griega


LA CULTURA GRIEGA A TRAVÉS DE LOS TEXTOS II

T-0. La Democracia Ateniense. Panorama histórico del siglo V a.C.: las Guerras Médicas, el Imperialismo Ateniense, la Guerra del Peloponeso y sus consecuencias.

La Democracia Ateniense

La Democracia es un tema que va a condicionar toda la vida política de Atenas y Grecia.

A la caída de los pisistrátidas, en el 510 a.C., éstos fueron expulsados del Ática por tropas espartanas, instigadas por el oráculo de Delfos. Los espartanos pretenden abolir el Consejo de los Cuatrocientos (ðððð*). Los atenienses se niegan a perder las conquistas tenidas con Solón. Los encierran en la Acrópolis hasta que los espartanos se rinden.

El Consejo llama a Clístenes y a más de setecientas familia exiliadas por los oligarcas, porque se había erigido en jefe del bloque democrático. Vuelven, y Clístenes va a emprender unas reformas para socavar los cimientos de la oligarquía, comenzando una constitución mediante una reforma administrativa del Ática.

Hasta Clístenes, había cuatro tribus, con tres fratrías cada una, con treinta linajes o familias cada una; cada linaje tenía treinta hombres emparentados entre sí. Clístenes constituye diez tribus, y divide el Ática en tres regiones: la ciudad, la costa y la llanura. Cada una de las regiones tiene diez sectores, y Clístenes otorga por sorteo a cada una de las diez tribus un sector de cada región. Trata de evitar que funcionen los partidos clasistas apoyados en la posesión de tierra o por lazos de sangre. Solamente los antiguos linajes van a mantener funciones de tipo cultual y religioso.

Las nuevas tribus van a contribuir cada una con un regimiento de infantería (hoplitas) y un escuadrón de caballería al mando de un general (estratega) que va a ser elegido por votación. Es una institución novedosa. Los estrategos van a convertirse en magistrados supremos del Átrida.

Los estrategos se constituían en un órgano colegiado, presidido por un arconte polemarco. Éste perderá sus funciones militares y los estrategos dejarán de estar bajo su dirección.

Se puede presentar para ser elegido estratega las veces que se quiera. Al tratarse de un cargo por elección, las tribus pueden elegir una estratega, por lo que aprovechan esta magistratura para dirigir los asuntos políticos de la ciudad. Pericles lo utilizó para ser elegido repetidamente desde el 443 al 429 a.C.

Se constituyó un Consejo de Quinientos (frente a los Cuatrocientos de la constitución de Solón), elegidos por sorteo, cincuenta de cada tribu y de cualquier clase social. Ejercían una pritanía la décima parte del año, siendo la presidencia rotatoria.

La misión de la ðððð* era preparar los asuntos de la asamblea (ðððððσðð); hacía cumplir sus acuerdos, actuaba como delegada de ésta, tomaba decisiones urgentes. Comían en un edificio llamado ððððððððρððð.

La  aumentó sus competencias, con derecho de veto para determinadas decisiones, a expensas de un órgano del viejo régimen, que es el Consejo del Areópago, encargado de temas de justicia.

Finalmente, la ðððððσðð estaba constituida por todos los ciudadanos atenienses, para lo que había que ser varón, libre, mayor de edad, e hijo de padre y/o madre atenienses. Ejercía la suprema autoridad, que sometía a la ððððð y al Areópago. Trataba todos los asuntos importantes.

Para impedir la instauración de la tiranía, se instituyó el ostracismo. Consistía en que cada año, en la sexta pritanía, se convocaba una asamblea donde se sometía si había lugar o no al ostracismo, designando a personas con tentaciones de ejercer la tiranía sobre tejuelos de cerámica. Para que la votación fuera válida, tenía que contar con seis mil votos. Era una medida de tipo cautelar.

Son competencias de la asamblea la paz, la guerra y las finanzas. Debía ser notable, sin embargo, el absentismo. Primero se reunía en el ágora; después se reunió en la Pnix, y finalmente, a partir del siglo IV a.C., en el teatro de Dioniso al pie de la Acrópolis. Se reunía una vez en cada pritanía, con todo un ritual: sacrificio, lectura del orden del día por un heraldo...

En la asamblea ateniense había libertad de palabra. Las propuestas de ley las podía hacer cualquier ciudadano, y se discutían. Un movimiento como los sofistas va a educar en la palabra, en la capacidad de convencer por la palabra. La palabra iba a ser la areté. Había una responsabilidad por las leyes de quien las propone, pudiéndosele exigir responsabilidades. La votación solía ser a mano alzada.

Existe una costumbre que es la Heliea, un órgano judicial popular que con el tiempo va a arrebatar al tribunal del Areópago las competencias sobre todos los delitos, excepto los de incendio, homicidio voluntario y envenenamiento. La Heliea estaba compuesta por seis mil ciudadanos, elegidos por sorteo (seiscientos por tribu). Los ciudadanos van a percibir un salario para que puedan ser ejercidos por todos.

A pesar de todo, los destinos políticos de Atenas van a ser dirigidos por personajes importantes.

Las Guerras Médicas

Son los enfrentamientos entre los persas y atenienses a principios del siglo V a.C.

Va a aparecer en Asia un coloso que va a tener grandes consecuencias en el mundo griego: el imperio persa.

Las ciudades de Asia Menor sometidas a Lidia, gozaban de gran libertad en todos los sentidos.

El imperio persa hará caer en el 614 a.C. al imperio sirio; en el 547 a.C. somete a Creso y causará el pánico en las ciudades griegas de Asia Menor (los de Focea se embarcan hacia las islas de Italia; los de Teo hacia Abdera, al norte del mar Egeo).

El resto de las ciudades griegas intentaron resistir, excepto Mileto, que pactó con los persas. La anexión de Egipto al Imperio persa se hará en el 525 a.C., siendo rey de Persia Cambises, al que sucederá Darío.

Las ciudades griegas sometidas a los persas van a depender del sátrapa de Sardes. En ellas, van a ser instauradas tiranías, con un declive económico, porque los persas van a realizar el comercio por Tiro y Sidón, dos puertos importantes de Fenicia. Aumentan los impuestos e instauran guarniciones persas en las ciudades. Además, después de una campaña de Darío en Europa en el año 512 a.C. para asegurarse el paso de los estrechos entre Europa y Asia, los griegos continentales ven en peligro las fuentes de abastecimiento de cereales: Egipto y la zona correspondiente a la actual Ucrania. Todas estas razones van a hacer inevitable el enfrentamiento. La chispa saltará el 499 a.C. con el levantamiento de las ciudades jonias de Asia Menor, en que Aristágoras, el tirano de Mileto, aprovecha el descontento de los griegos y se levanta contra los persa, proclamando la libertad de las ciudades bajo tiranía, que fue abolida, y expulsando las tropas persas. Lo que ha habido son razones económicas y políticas. Los jonios piden ayuda al continente y sólo responden Atenas, enviando veinte naves, y Eretria, que envía cinco. Esparta se niega a intervenir, arrastrando así a ciudades de su influencia, como Corinto.

La represión persa no se hizo esperar y fue especialmente dura con Mileto, arrasada por completa, y sus habitantes fueron deportados a orillas del Tigris.

La diversidad de intereses y políticas entre Esparta y Atenas va a hacer que se produzca cierto enfrentamiento entre ellos.

La propaganda del oráculo de Delfos que el rey de Persia se ha atraído, rivalidades de Atenas con Tebas por la ciudad de Platea, la pugna en la propia Atenas entre alcmeónidas y partidarios de la tiranía que siguen teniendo fuerza, la atracción a la corte persa de personajes descontentos griegos, así como aristócratas de Asia Menor, ..... Todo esto, favoreció la decisión de Darío para intervenir en la Grecia continental. De este modo comienza la Primera Guerra Médica, con la expedición del 490 a.C. de los persas contra Grecia. Primero, destruyen Eretria, y se dirigen hacia Atenas al mando de dos generales, Datis y Artafernes. A instancias de Hipias, desembarcan en la llanura de Maratón, donde podría desplegarse la caballería persa. Los persas son derrotados por sólo los atenienses mandados por Milciades, porque los espartanos `llegaron tarde' con el pretexto de razones de religión. Según el historiador Heródoto, fueron seis mil las bajas persas y ciento sesenta y dos las atenienses. La flota persa, sin embargo, intentó ir al puerto de Atenas, pero tuvo que retirarse.

Muerto Milciades, queda como figura política clave Temístocles, que va a llevar a cabo una serie de reformas políticas. Va a ampliar el poder de los estrategos, que asumen funciones administrativas y financieras y dejan la de tipo militar en manos de los taxiarcos. Los nueve arcontes dejarán de ser electivos y saldrán a sorteo de entre las dos clases más adineradas a razón de cincuenta candidatos por tribu. Temístocles también va a decidir que los estrategos van a poder ser reelegidos, permitiendo una política de largo alcance. Además, va a adoptar una política de construcción de naves financiada por el estado con lo obtenido de la explotación de las minas de Laurión, con un proyecto de construir doscientas trirremes.

Se producen intentos de reconciliación entre los griegos que se habían negado a aceptar el dominio persa. El año 481 a.C., en Corinto, embajadores de treinta ciudades griegas acuerdan lo siguiente:

- Poner fin a sus querellas.

- El regreso de los desterrados.

- Amenazar con destruir las ciudades griegas que se entregan a los persas voluntariamente.

- Ofrecer un diezmo de los ingresos al santuario de Delfos.

En el año 483 a.C., el hijo de Darío, Jerjes, inició los preparativos de la Segunda Guerra Médica, realizando un canal. Para la preparación de la guerra, todos los sátrapas del Imperio ofrecerán personal y materiales.

El ejército persa sale de Sardes y cruza el Helesponto a través de un puente de barcazas. Su objetivo debió ser el sometimiento de toda Grecia.

Escenario importante de esta guerra es el paso de las Termópilas, que intentó resistir el rey espartano Leónidas con toda su guardia personal, hasta que fueron traicionados por un pastor que les confundió el camino, siendo atrapados y muertos por los persas. Sobre este episodio existen algunos escritos epigráficos.

Las tropas persas siguen avanzando tras su victoria de las Termópilas. Los griegos se plantean dos opciones: esperar a los persas en el istmo de Corinto o derrotarlos en el mar, según la propuesta de Temístocles. Así, atrayendo a los persas hacia los estrechos de las islas, los griegos destrozan con sus naves una de las dos zonas remeras, hundiendo las naves enemigas.

Teóricamente, al mando de las naves estaba un espartano, pero indudablemente la estrategia era de Temístocles.

Jerjes regresa a Asia. En Grecia queda el general Mardonio con su ejército. En el 479 tiene lugar la batalla de Platea, que se salda con una derrota de los persas, al igual que en la batalla de Micala, al norte de Mileto.

Los atenienses van a quedarse solos en la campaña de Asia Menor. Consiguen dominar el estrecho de Helesponto, proteger sus rutas marítimas de los territorios circundantes al mar Negro, y sentar las bases de su futuro imperio marítimo. Los atenienses se erigen en defensores de la libertad frente al régimen autoritario persa, consiguiendo un mayor prestigio de la democracia.

En el conflicto de las Guerras Médicas los griegos defenderán lo helénico, y los persas la integridad de su territorio. En definitiva, se salva la libertad política y cultural de los griegos. Hay un enorme renacer de la cultura, también al sur de Italia.

Van a formarse dos bloques antagónicos con una distinta concepción. La política va a buscar la liberación de las ciudades jonias que todavía están bajo el dominio persa. Frente a esta política, Esparta postula una terrestre, sin naves, sin salir mucho del territorio.

Atenas va a formar la Liga Ático-Délica, pues Delos será el lugar de la reunión. Así pues, van a existir dos concepciones políticas distintas: Atenas, la democracia; Esparta, la aristocracia.

La Liga es posible porque las ciudades jonias ofrecen la hegemonía a Atenas de una alianza con centro en Delos. La supremacía la tiene Atenas, y los asuntos se deciden por votación pública. La alianza contaba con una potente flota. Las ciudades podían aportar naves y tripulación; las pequeñas tenían que aportar un tributo, libres de aportar barcos. Las naves que se construían con este dinero pasaban a la flota ateniense. La distribución de los fondos lo hizo Arístides. La recaudación se realizaba por unos magistrados (helenotamias), que además pagaban los gastos. El plenario se reunía una vez al año. El tesoro permaneció en Delos hasta el 454, momento en que es trasladado a la Acrópolis.

La diferencia de peso entre Atenas y los demás, y el establecimiento de la alianza indefinidamente, como el hecho de la reducción de aportaciones de las ciudades, se vino a convertir en una política imperialista de Atenas.

Situación interna de Atenas

Temístocles logró que Atenas reconstruyera sus murallas y fortificara los puertos de Falerón y Muniquia. También siguió con su programa de construcción de naves. A Temístocles le va a suceder Cimón, hijo de Milcíades. Éste introducirá novedades en las naves (puentes de abordaje, alargamiento de los flancos de las trirremes para que puedan llevar hoplitas...). Va a contribuir al levantamiento de grandes muros de la Acrópolis. Dominará la escena hasta que los demócratas logren que sea desterrado, introduciendo una serie de reformas políticas, encabezados por Efialtes. Se despoja al Areópago de todos sus poderes, limitando su competencia a la persecución de homicidios y supervisión de los asuntos religiosos. Las decisiones políticas y las concesiones de derechos pasan a la bulé, al tribunal de la Heliea y a la Asamblea popular. Tras el asesinato de Efialtes, Pericles proseguirá la reforma.

Atenas aumenta sus rivalidades con Esparta, aliándose con Argos. A la vez, prosigue la campaña contra Persia, con éxitos y fracasos.

La Liga Ático-Délica se va a convertir en un imperio. Pericles va a llevar a cabo las grandes construcciones de la Acrópolis y de una larga muralla. Además, va a ser el artífice de el pensamiento de los sofistas en la política, pero atrayéndose también a personajes de otras tendencias. El círculo de Pericles fue objeto de crítica por diversos adversarios.

La progresiva influencia de Atenas, tanto en Oriente como en Occidente, sobre todo en lo económico, va a llevar a las Guerras del Peloponeso, sobre todo porque Corinto ve amenazada su situación económica con Occidente. Los espartanos no podían permitir que las ciudades se fueran uniendo a Atenas: se desencadena el enfrentamiento, la Guerra del Peloponeso.

T-1. La tragedia y el Estado democrático. Esquilo y la teoría religiosa del Estado. El dilema trágico en el teatro de Esquilo. La justicia en Esquilo.

La tragedia es la gran poesía del siglo V a.C., obra de Atenas. Los tres grandes trágicos son áticos. En la tragedia vamos a encontrar una fusión de épica y lírica que refleja un pensamiento nuevo, aunque fundado sobre elementos antiguos. Para entender su importancia cabe analizar tres factores: ser una poesía religiosa, proceder de un ambiente religioso popular, y que su representación tenga una finalidad educativa.

- Poesía religiosa: no sólo por estar vinculada a Dioniso, sino porque, además de ocuparse de mitos (y no precisamente de Dioniso), en la tragedia se refleja la vida humana en sus momentos decisivos, en conexión con la divinidad. Se trata del destino del hombre, vivido no como un dilema sino entendiendo a la divinidad como cómplice del destino del hombre.

La tragedia es poesía religiosa no por representar el triunfo del destino sobre la voluntad del hombre, porque se imposibilitaría ver la dignidad de la caída del héroe, sino que lo trágico debe significar la caída de un mundo ilusorio en un estado de miseria. Ese tránsito es propio de la tragedia; es un acontecimiento, no una descripción.

En la tragedia hay manifestaciones del poder de la divinidad, pero éste no anula la dignidad del hombre.

En la tragedia se produce el subrayado a la vez de la grandeza y la miseria, la audacia y los errores del hombre, y el poder de la divinidad. El heroísmo está impregnado de una religiosidad; el hombre tiene unos límites que no ha de traspasar.

- Procedencia religiosa popular: tiene que ver con el culto a Dioniso, dios popular, que adquiere su desarrollo con la llegada de Pisístrato. Sus fiestas eran las Grandes Dioníseas o Dioníseas urbanas. Es éstas, se dedicaban varios días a los concursos de tragedias. La fiesta se celebraba en el recinto sagrado del dios, donde se construyó el teatro de Dioniso.

También se introducen en las Leneas, en el mes de Gamelión (de las bodas), donde esto ocurre con posterioridad.

La tragedia va a desarrollarse en el clima de la democracia ateniense. Ésta ha de considerarse como un régimen de equilibrio fundado en la justicia, protegido por los dioses y que implica la libertad y la disciplina de los ciudadanos. Lo esencial va a ser el equilibrio del principio de igualdad con la capacidad de cada uno. Tanto los nobles como el pueblo colaboran en un espíritu de concordia por la ciudad. Esto va a durar hasta el 462 a.C., con la reforma de Fiantes.

El dionisismo es la liberación de la cordura, de la sensatez, de la mesura, de la norma y del equilibrio.

En la tragedia hay un aspecto fundamental, como es la representación del sufrimiento del héroe, revertiendo en el público como un elemento peculiar.

Según Aristóteles, “la tragedia es la representación imitadora de una acción seria, concreta, de cierta grandeza, representada y no narrada por actores, con lenguaje elegante, empleando un estilo diferente para cada una de las partes y que, por medio de la compasión y el horror, provoca la liberación de esos afectos”.

El nacimiento y desarrollo de la tragedia se convirtió, por parte del Estado en la Atenas predemocrática y democrática, en parte integrante del culto. Hay una serie de rasgos propios: el sufrimiento, miedo y angustia, y combinados con ellos, los rasgos heroicos, fundamentalmente el mito.

Los héroes de la tragedia encarnan un tipo de humanidad anterior y son seres que actúan siempre por nobleza y por un fin noble. En un momento de su vida vacilan; actúan de acuerdo consigo mismo.

- Finalidad educativa: con la tragedia, la democracia intentó crear un género para la educación de la ciudad. Se crean con este motivo grandes fiestas religiosas que culminaban con las representaciones trágicas, fundiéndose la tradición épica aristocrática con la lírica popular (el `ayer' ejemplar, con el `aquí y ahora' para guiar e influir al espectador). No es que exista un programa educativo, pero el poeta trata de comunicar lo que sabe acerca de dioses y hombres. En Grecia, el poeta es un maestro para su pueblo. En Atenas no existe la escuela pública, y los poetas aprovechan la festividad religiosa del teatro para plantear los problemas de la vida privada y la pública. El teatro va a resultar una escuela ciudadana (Los Persas: superioridad del sistema democrático; Las Euménides: aceptación de las reformas para la evolución de la democracia...).

Así está vinculado el fondo teórico, dinero dado en tiempos en Pericles a los que no tenían recursos para que pudieran entrar al teatro.

Esquilo

Esquilo nace en Eleusis, cerca de Atenas, en el 525-524 a.C. Murió en Sicilia en 456 a.C., en Gela. Su vida se enmarca en los últimos años de la tiranía pisistrátida, la reforma de Clístenes y las Guerras Médicas (él mismo combatió en Maratón y Salamina, de lo que se vanagloría en su epitafio). Vivió los principios de la Liga Ático-Délica y la caída de Cimón. Hoy muchos se preguntan sobre cuál fue el motivo de su marcha a Sicilia, donde ya había estado antes.

La importancia de Esquilo estriba en ser la única voz ateniense de la primera mitad del siglo V a.C. que no ha llegado. Escribió al menos ochenta dramas (la Suda nos llega a hablar de noventa), de los que tan sólo nos han llegado siete obras completas, un drama satírico (Los echadores de redes) y numerosos fragmentos. De las piezas conservadas, hoy sabemos que la primera es Los Persas, estrenada y ganadora en año 472 a.C. Formaba parte de una trilogía (Los Persas, Fineo y Glauco de Potnia). En Los Persas, el corego fue Pericles (la coregía es una contribución especial que ocasionaba un considerable desembolso y que pagaban ciudadanos ricos. Los coregos sufragaban los gastos del coro en los recitales, elegían a sus miembros, pagaban el vestuario y buscaban los lugares para ensayar.).

Los Persas se centra en la batalla de Salamina (se basa, pues, en un hecho histórico y no heroico) desde el punto de vista del perdedor. Consta de tres partes:

- La entrada del coro (con solemnidad, en anapestos) y su diálogo con la reina Atosa, madre de Jerjes y viuda de Darío. Ya se señala lo grandioso de la expedición que hace parecer razonable la victoria, pero aparece el temor por la trampa de la divinidad, por medio del `ate', la ceguera, que puede provocar la catástrofe. Hay un diálogo entre Atosa y el director de coro (corifeo) para informar sobre Atenas y exponer un presagio de un sueño: Jerjes quiere someter al yugo de su carro a dos doncellas, aceptando una y negándose otra, cayendo Jerjes en tierra.

- Sigue una narración de la batalla de Salamina por un mensajero. Se cierra con un canto fúnebre del coro para invocar la sombra de Darío, que pronostica nuevas derrotas y que aclara que la causa es de índole religiosa: la insolencia de Jerjes, su arrogancia (ha intentado encadenar el mar y separar la tierra).

- La tercera parte es la llegada de Jerjes y su séquito, con una atmósfera de lamento funerario en la escena. No hay éxodo o salida del coro.

Aspectos característicos de Los Persas

- Relato del mensajero: Esquilo configura su concepto religioso del mundo. La esencia de la obra no es el triunfo de la patriotería, sino la fe profunda en el poder divino. En esta obra lo individual pasa a segundo término. No se menciona ningún héroe griego; vencen el pueblo y el poder de los dioses. No se pronuncia ninguna palabra contra el vencido; se presentan a grandes rasgos la culpa trágica y el castigo divino. Desde el principio, el coro nos prepara el castigo debido a la insolencia, que luego nombrará la sombra de Darío. Según ella, `ate' atrae a los hombres a sus redes para que perezcan.

Para Esquilo, la existencia del hombre se halla dominada por la tentación de la insolencia, que aparece en forma de ceguera. Los dioses envían los males como consecuencia de la falta cometida. La culpa siempre sobreviene como destino, pero sin estar exento de culpabilidad el hombre. Divinidad y hombre actúan como cómplices en las calamidades humanas. El dolor por la ruina es el camino que lleva al hombre al reconocimiento de la validez de leyes divinas. La voluntad del hombre tropieza con el límite que señala el orden divino. Su caída es testimonio de ese orden.

Siete contra Tebas

Otra tragedia es Siete contra Tebas, del año 467 a.C., premiada también en concurso y tercera parte de una trilogía tebana junto con Layo y Edipo; el drama satírico sería La esfinge.

Etéocles aparece como gobernante ideal dedicado a la comunidad, aunque se halla bajo la maldición de su padre. El coro está formado por mujeres tebanas que piden ayuda a los dioses y a Etéocles. El diálogo con el rey se ven dos estados anímicos: el desequilibrio emocional del coro y la sofrosine humana del rey. Un nuevo canto narrará las venturas de una ciudad conquistada al asalto. La llegada de un mensajero anuncia que los argevos han designado siete capitanes; a continuación hay siete pares de discursos: ante un campeón arrogante de los argivos, Etéocles opone un tebano sereno y nada jactancioso; frente a Polinices, el séptimo atacante, el propio Etéocles se designa como antagonista. Aquí él, que antes estaba tan seguro de sí mismo, muestra su angustia, pensando que va a cumplirse la maldición de Edipo. El coro canta el horror que le produce que el ruido de las armas reparta la herencia de Edipo. El mensajero anuncia la muerte fratricida; el coro canta su horror, y llegan Antígona e Ismene acompañando los cadáveres y llorando su memoria.

La obra concluiría en el verso 1065; a finales del siglo V a.C., por influencias de la Antígona, se añadiría el decreto del rey Creonte oponiéndose al enterramiento de Polinices.

El conflicto expuesto por Esquilo es el de los deberes con la patria y los derechos de un hombre objeto de agravio. El final de la obra marca el destino opuesto de la ciudad y el linaje de Edipo. En toda la tragedia alienta la maldición que persigue a la familia de Layo, hasta llevarla a la ruina. Aparecen los dioses que castigan no inmediatamente, sino en la descendencia. En Esquilo, la maldición no pasa casualmente, sino que continuamente se manifiesta en acciones culpables que provocan la desgracia a modo de expiación.

Se ve claro en el último de los siete discursos de Etéocles: se queja del desgraciado destino de su linaje, pero interviene su voluntad, y desea el duelo fratricida. El hombre se ve ayudado por una divinidad para llevar a cabo su destino, incrementado por la conciencia de la maldición de Edipo.

Las Suplicantes

Esta obra es la primera pieza de una trilogía, junto con Egipcios y Danaides, posterior a Siete contra Tebas y anterior a la Orestea. El tema es la muerte de los maridos a manos de las hijas de Dánao, a excepción de Hipermestra.

Se inicia con el coro, compuesto por cincuenta danaides (aunque en realidad los coreutas son doce) refugiadas en Argos, que piden la ayuda de Zeus para escapar de la persecución de los hijos de Egipto. Deciden acogerse a la protección de un altar. Allí encuentran a Pelasgo, rey de Argos, que tras un diálogo con el corifeo se ve obligado a tomar una decisión. Decide que debe consultar con su pueblo, pues no es un tirano. Dánao y Pelasgo se marchan, y luego regresa Dánao con la noticia de que el pueblo se presta a ayudarlas y que los egipcios han desembarcado.

El rey rechaza las pretensiones y amenazas del heraldo egipcio. Se termina con un canto coral, alternado entre las danaides y sus doncellas.

Sabemos el tema de la trilogía: se llega a la boda, pero las danaides se comprometen a matar a sus maridos. Después, habría un juicio a Hipermestra por no haber matado a su marido, terminando, bien con el castigo de ésta, o con una nueva boda de las danaides.

En Esquilo, Zeus se ha convertido en la expresión más profunda de su fe, para convertirlo en el dios que da sentido general a mundo. Vemos cómo se plantea el dilema trágico de un personaje, el rey Pelasgo. Se observan algunos de los pensamientos políticos del poeta.

Prometeo encadenado

Es la primera pieza de una trilogía de la que no podemos precisar su fecha. Prometeo, hijo de un titán, es encadenado por Hefesto porque, tras ayudar a Zeus contra los titanes, roba el fuego sagrado y se lo entrega a los hombres. El coro de esta obra está formado por las oceánides, que le instan a ceder ante Zeus. Él se niega a revelar el secreto en que se funda el poder de Zeus. Prometeo se enorgullece de los beneficios que ha dado a los hombres. Al final de la tragedia, trata con desprecio a Hermes, que ha sido enviado por Zeus para que le revele el secreto. Se nos muestra aquí la figura de un Zeus tiránico.

Orestea

Constituye la gran creación de Esquilo, única trilogía que nos conserva completa. Trata sobre el destino de la casa de los atridas.

El Agamenón comienza con la noticia de la toma de Troya. La entrada del coro, en anapesto, presagia una serie de temores interpretados por el adivino Calcante. Entra Clitemnestra, que anuncia al coro la toma de Troya. Se entona un canto de victoria que incluye también la condena de la guerra.

Aparece un mensajero que no evita narrar la conducta inmoral de los atreos ni el castigo que hundió a una parte de su flota. El coro canta la conducta impía de Paris y trata el tema de la insolencia que engendra una nueva insolencia.

Llega Agamenón, en apariencia hombre moderado, que se niega a pisar la púrpura, pero al final cede ante los halagos mentirosos de su mujer. Sigue un diálogo del coro con Casandra, que canta toda la desgracia de la casa de Atreo, además del crimen que se está cometiendo en el interior del palacio. Sólo se oye el grito de Agamenón. Aparecen Clitemnestra y Egisto, que se vanaglorian del crimen.

Las coéforas estaría formado por un grupo de servidoras del palacio yendo a la tumba de Agamenón para hacer libaciones, enviadas por Clitemnestra para aplacar un mal sueño. Electra les convence para que pidan el castigo de los asesinos. Se produce también el reconocimiento de los hermanos, Electra y Orestes. Ambos piden la ayuda de Zeus, y se ponen de relieve las razones morales y personales para la venganza, al tiempo que invocan al muerto.

Orestes entra como extranjero en palacio, y narra su supuesta muerte. La nodriza busca a Egisto; éste llega, entra en palacio, y se oye un grito.

Se sigue con una escena entre Orestes y Clitemnestra. La lleva dentro y la mata; sale fuera y empieza a ver las sombras diosas de la venganza, las Erimias, que serán el coro de Las Euménides.

Las Euménides comienza con la escena en el templo de Apolo, con el prólogo de la pitia. Apolo ordena a Orestes que vaya a Atenas para ser juzgado como remedio de sus males. La sombra de Clitemnestra despierta a las Erimias para que persigan a Orestes. Orestes está ahora en la Acrópolis, junto a una estatua de Palas Atenea; se produce entonces un enfrentamiento de éste con las Erimias. Atenea se presta para juzgar, y elige el tribunal, que escucha al coro (acusado) y a Apolo (defensa). Acaba en empate, y Palas Atenea decide en favor de Orestes. Las Erimias pasan a ser protectoras de la ciudad de Atenas (Euménides). Atenea recuerda que el crimen debe ser perseguido y el tribunal del Areópago debe mantener su prestigio.

En la trilogía de la Orestea podemos destacar unos temas fundamentales:

- El conflicto trágico de Agamenón por el sacrificio de su hija Ifigenia: culpa trágica y voluntad personal van indisolublemente unidas.

- El himno a Zeus: la abundancia de una fe religiosa que expresa la enorme distancia que separa al Zeus de Esquilo del Zeus homérico; es un dios que rige todo el universo.

- La maldición que engendra una culpa a través de las siguientes generaciones: visión de Casandra y su entrada en el palacio.

- La divinidad, cómplice con el hombre.

- Las Erimias, figuras horribles que ve Orestes, relacionadas con el remordimiento.

- El compromiso del poeta con su tiempo en el tema del Areópago.

Esquilo y la teoría religiosa del Estado

El tema de preocupación en Esquilo es el conflicto de ideas. Esas ideas se refieren a la convivencia en el Estado o entre estados, al tema de la comunidad, al tema político. Así puede verse en Los Persas: se trata de un conflicto entre dos tipos de estado. Es de los pocos casos en que el carácter de los protagonistas está reflejado como bueno o malo. En los Siete contra Tebas también hay un conflicto político. En Las Suplicantes se desarrolla también el debate ante una situación de ayuda y los peligros que ésta amenaza. En el Prometeo encadenado se trata de una forma alegórica la relación entre el poder de Zeus y la desobediencia que representa Prometeo por haber ayudado a los hombres. Este mismo tema del poder y los subordinados aparece también en el Agamenón, aunque con ciertas reacciones antihoméricas: Agamenón aparece como un tirano, empeñado por todos los medios en ser superior ante los demás, pasando incluso por encima del cadáver de su propia hija.

En Las Euménides se busca una solución al conflicto que se halla en la Atenas ideal, identificada con la democracia de Clístenes. Aparece el Areópago, en que se barajan razón y castigo.

Todas estas ideas están presididas por la idea de la justicia, que se abre paso en la Orestea hasta conseguir la armonía de intereses que habían sido contrarios. Ese orden nuevo aparece muy claro en Los Persas (organización de Atenas). También se refleja en Las Suplicantes, donde Pelasgo representa el ideal de Esquilo, entre autoridad y libertad, poder que reside en la asamblea del pueblo.

El ideal de Esquilo es el sistema democrático que concilia libertad y respeto, basado en el buen gobierno. Ese sentimiento democrático va acompañado de otros: odio a la tiranía, a la guerra civil, a las luchas internas, rechazo de la insolencia que provoca ceguera, elogio de la moderación... Esto constituirá la clave ideológica de las tragedias de Esquilo.

Los prototipos políticos que representan los ideales democráticos aparecen en la figura del buen rey (Pelasgo, la sombra de Darío, Arístides). El ideal que defiende Esquilo es una democracia en que se armonizan los valores autocráticos con otros nuevos: persuasión, compasión, perdón. Se basa en el uso de las cualidades personales de cada cual, al servicio de toda la comunidad, presidido a su vez por la justicia, entendida como el respeto a un determinado orden, y respeto por los estamentos más débiles. Ese orden está protegido por los dioses; muchos hablan de la democracia religiosa de Esquilo; según Adrados, en su fe y esperanza dentro de un mundo cruel. En el mundo divino ese principio de reconciliación de los contrarios lo representa Zeus. E esta teología y de la experiencia política de su época sacó Esquilo su caudal de esperanzas.

El dilema trágico en el teatro de Esquilo

Con la excepción de Los Persas, los héroes de la tragedia no son de manera absoluta buenos o malos. Un héroe trágico que actúa por un motivo noble puede caer en la insolencia. Así, en los Siete contra Tebas, Etéocles defiende la ciudad y actúa justamente, y llega a identificar la ciudad con su propio destino, y Polinices exige el cumplimiento de la palabra. Este conflicto no puede tener solución en el plano humano; la solución la tiene la muerte de los dos hermanos.

Esa dualidad aparece también en Las Suplicantes: las danaides exigen el derecho a ser respetadas por los varones, pero violan la ley divina del amor. Esquilo nos presenta las carencias de la conducta humana. El panorama se complica porque la acción del hombre aparece, bien inspirada por un dios, o bien como responsabilidad propia del hombre.

En Esquilo se reconoce expresamente la responsabilidad del hombre, mientras que a los dioses les queda la coparticipación. Así, la tragedia culmina en el tema de la decisión del héroe. Las alternativas son todas funestas. Bruno Snell lo llama `la dura entraña de la decisión humana', insistiendo en la decisión en solitario en una situación poco clara. Los dioses, a su vez, actúan ciertas veces en direcciones contradictorias e incomprensibles.

En Esquilo aparece como novedad el tema de la insolencia en la acción justa. Pero eso es a la vez una visión más rica de la vida humana, mostrándose los límites entre el bien y el mal. Actúan todavía una fuerzas `premorales'. Así serían acciones malintencionadas de los dioses. Se utiliza el mito para recalcar este hecho; estamos lejos de ver un mundo donde el injusto es castigado, pues en la responsabilidad del hombre y el castigo divino, que arranca del poder de los dioses, está la ceguera humana.

Esquilo incorpora elementos nuevos: la mesura, tomada del pensamiento aristocrático (sofrosine), y valores de la democracia.

El dilema trágico va a encontrar su superación con el tema de la justicia en Esquilo.

La justicia en Esquilo

La justicia en Esquilo va a ser la superación del dilema trágico. La justicia mantiene los elementos fundamentales, pero va a adquirir unas características que representan un avance, fundamentales para interpretar el pensamiento del poeta. La justicia va a estar ligada a la piedad que se debe a los dioses; toda injusticia va a ser impiedad. La justicia incorpora la razón y la compasión por el hombre, la compasión por el débil.

En Las Suplicantes el gran tema es casi el horror religioso y el temor por la injusticia, y la justicia como respeto por el débil, en contra del viejo ideal aristocrático. El coro preconiza el arbitraje ante la guerra. Pero para ello tiene que haber una inteligencia que establezca los términos del arbitraje.

La justicia en Esquilo es un equilibrio entre el poder y otros derechos humanos, con base en la piedad, y no puramente racionales. El castigo divino no viene de la excesiva felicidad sino de la impiedad, injusticia del hombre.

T-2. La Ilustración: los exponentes del nuevo pensamiento. Su teoría: naturaleza humana, teoría del castigo, igualdad-autoridad, la areté, Estado e individuo, religión y conocimiento.

La teoría política continúa en la época de Pericles, pero con una innovación: una nueva fundamentación de la democracia en la propia naturaleza humana.

Según los nuevos pensadores, ésta contiene una serie de valores y cualidades que propician como mejor expresión el sistema democrático. Hay una confianza en que hombre tiene unas fuerzas que van a favorecer el progreso. Es éste un momento en que se van a potenciar los aspectos cooperadores del hombre, dejando de lado los aspectos egoístas.

Las fuentes de este tipo de pensamiento provienen de una serie de pensadores jonios del siglo VI a.C. que ya se movían por aquí. Será en la época de Pericles donde este pensamiento va a influir más en una serie de filósofos y pensadores que sin ser atenienses van a enseñar en Atenas. Este grupo de pensadores y sofistas son Anaxágoras de Clazomenas, Pródico de Ceos, Protágoras de Ábdera, Hipódamo de Mileto, Demócrito de Ábdera, Gorgias de Leontino, Hipias de Élide.

La única diferencia entre filósofos y sofistas es que estos últimos cobraban por enseñar. Los sofistas, aunque cobraran, también eran pensadores y maestros de retórica. Lo importante es que estos extranjeros van a proveer a Atenas de una teoría política que plantea los problemas y las soluciones desde un punto de vista estrictamente humano. Paradigma de esta idea podría resumirse en la frase de Protágoras: `El hombre es la medida de todas las cosas'. Al conjunto de todos estos pensadores le llamamos Ilustración. Partiendo de círculos minoritarios, va calando en la sociedad ateniense, llegando hasta el siglo V a.C., encontrando un reflejo de sus planteamientos en varios autores (Tucídides, Eurípides, Aristófanes...), y va a chocar con quienes representan el pensamiento fundamental (Heródoto y Sófocles).

Naturaleza humana

Para discutir sobre este tema, vamos a acudir al diálogo Protágoras de Platón, especialmente al mito de Prometeo expuesto por Protágoras.

Analizando el mito, gracias a la acción de Zeus el hombre tiene la virtud política (éste envía a Hermes con el respeto y la justicia para repartirla a todos los hombres por igual). Así puede constituirse la polis, el Estado, la comunidad, donde hay un orden y un sentimiento de comunidad y amistad.

Los aspectos insolidarios sólo aparecen el final del mito. Que las artes procedan de unos dioses y el respeto y la justicia de Zeus, es una concesión al método de exposición. En el mito encontramos una definición y una historia de la naturaleza humana. Heráclito ya calificaba al `logos' (razón, palabra razonada) como elemento común a todos los hombres.

La idea del progreso del hombre cuenta también con antecedentes en Jerófanes y Anaxágoras, creyendo en una evolución de los animales al hombre. En la historia del hombre se produce un progreso mediante inventos o hallazgos.

El mito nos sugiere que la necesidad es la responsable del desarrollo de las actividades técnicas y los comportamiento sociales, y que el hombre, carente de algunos aspectos de los animales, se ve forzado a una adaptación creadora. Demócrito y Anaxágoras ya afirmaban estas posturas, aunque de diverso modo. También aparece así en textos hipocráticos.

Son la necesidad y la conveniencia las razones de las invenciones humanas, y no las normas divinas, incluso las invenciones de tipo político.

Un aspecto esencial de la naturaleza humana es el `logos', que en el mito aparece reflejado tanto en Prometeo como en Zeus.

Según Protágoras, la virtud política consiste en el respeto mutuo y la observación de las leyes, y el origen está meramente en razones prácticas, porque sin respeto y sentido de justicia es imposible la vida en comunidad. El `logos' lo encarna en primer lugar el sabio, que lo enseña y extiende a la comunidad.

Lo que favorece a la comunidad es, pues, conveniente y justo, natural, correcto, agradable y verdadero. No hay enfrentamiento entre la naturaleza humana y la ley.

Los oradores hacen que a la ciudad le parezcan justas las cosas útiles y no las perjudiciales, y hacen que se adopten leyes justas. La misma coincidencia aparece en Demócrito; la naturaleza crea la norma, y ésta se convierte a la vez en naturaleza.

La justicia es hacer lo que es preciso, que se acomoda a la naturaleza; lo injusto es lo contrario a la naturaleza. La polis es lo principal, porque la vida de cada uno depende de ella. `Las leyes no impedirían a cada uno vivir como quisiera si no se causaran males unos a otros' (Demócrito). La vida en comunidad depende de la naturaleza del hombre. Eco de estas ideas de la primera época, como hemos dicho, aparecerán en Tucídides y Eurípides.

Teoría del castigo

El sofista Protágoras admite que puede haber hombres que participen muy poco de las cualidades de la naturaleza humana, pero eso es una anomalía, igual que la enfermedad, que es una perturbación de la naturaleza que la medicina intenta corregir.

También en la vida social, mediante la enseñanza se intentará paliar esa anomalía, aunque no siempre se tenga éxito.

El castigo debe interpretarse como una enseñanza a la comunidad, para que cada uno se dirija a la areté, y nunca como una venganza. De este modo, se supera la concepción de Esquilo; no es un automatismo entre la insolencia que produce ceguera. Es un proceso que se explica desde la naturaleza humana y para ayudar a la naturaleza humana y la sociedad. Estas ideas también aparecen en pensadores como Demócrito. Según él, quien sufre el infortunio no es el héroe, sino el no-inteligente, que lo es por no dejarse guiar por el logos.

Esta teoría del delito complementa a la teoría de la naturaleza humana. El delito atenta contra el orden racional de la sociedad; se impone restablecerlo aportando al delincuente y pretendiendo siempre mejorar.

Igualdad-Autoridad

La igualdad viene determinada en el mito de Protágoras por el reparto del respeto y la justicia. Este reparto a todos justifica la democracia. Pero esta igualdad no es absoluta, porque en la naturaleza hay grados que también pueden venir marcados por la educación. En esta primera sofística se marcan los rasgos comunes de los hombres, fundamentalmente los de cooperación.

Esta idea de reparto supone una negación absoluta de las tesis aristocráticas (`buenos' y `malos' por nacimiento). Se niega también el principio de la autoafirmación, sobresalir entre los demás, ser el mejor. Ahora, esta negación se hace desde el punto de vista humano sin necesidad de la intervención de la divinidad. Esta igualdad va a posibilitar la concordia, conciliación entre posiciones en principio contradictorias.

Desde el punto de vista social, la concordia va a ser elogiada por Demócrito porque `hace progresar a las ciudades, mientras que las luchas internas son malas para todos, igual catástrofe para vencedores y para vencidos'.

Demócrito casi identifica la concordia con la amistad. La expresión política de esa concordia que supone una asociación libre a costa de intereses personales es la democracia.

Sobre la base de la naturaleza humana, ésta puede mejorar mediante la enseñanza. Es conveniente que sean los mejores dotados los que ejerzan el gobierno de la ciudad. Para los sofistas, el mando depende de los méritos personales y la sabiduría, no de la riqueza o la pobreza. Ideas semejantes aparecen también en Demócrito, que aconseja aprender la ciencia política y cree posible perfeccionar la naturaleza humana mediante la enseñanza. Existen grados en la naturaleza, y los ciudadanos llegan a ser buenos más por el ejercicio que por la naturaleza. Éstos están llamados a ejercer el mando. Ahora todo es cuestión de inteligencia natural y enseñanza.

En la democracia, esto se concreta en los órganos de la asamblea ateniense. Este mismo sistema se basa en la aceptación de unas leyes comunes. Lo esencial del sistema es que los desacuerdos deben remediarse por medio del logos y la moderación.

La areté (virtud, excelencia)

Para tener la areté, lo fundamental es participar de respeto y justicia. La virtud tiene una base comunitaria y no individual. El panorama es algo complicado. En el Protágoras de Platón se defiende la tesis de que las virtudes no son totalmente independientes ni parten de una virtud general; se distingue entre falsas virtudes, que es difícil distinguir de la verdad. La virtud va a depender de la sabiduría; el hombre va a contar con la elección con su inteligencia y su confianza en el éxito.

El mejor preparado para elegir va a ser el sabio, con su conocimiento de la verdad y la mentira.

La virtud también tiene otros fundamentos: el ejercicio y la práctica. Además, van a aparecer gérmenes de determinada disolución, que marcarán la distancia entre la norma ideal y las leyes concretas que aparecen en la práctica.

Estado-individuo

El fundamento del Estado está en la ley, que debe responder a las condiciones y necesidades comunes de la naturaleza humana. La ley debe relacionarse con lo que conviene al hombre, y en determinados casos puede cambiarse para adecuarse a las necesidades del hombre. No hay, pues, leyes inmutables.

El Estado se justifica por la necesidad del hombre de vivir en comunidad de acuerdo con unas normas. Se trata, a su vez, de una conveniencia.

Existe el peligro de que al resaltar el Estado, los rasgos comunes y el interés general puedan invadir la esfera individual.

Uno de los aspectos de la libertad es la parresía, la libertad de palabra, de la que hoy en día gozan los parlamentarios. Esta idea de libertad es fundamental de la democracia. En la sofística se trata de ver la conciliación entre el Estado y el vivir cada cual a su manera.

Existe el derecho de lograr un nivel de vida digno, rompiendo la dicotomía aristocrática: los nobles detentadores del poder político y el pueblo pobre. Algunos autores elogian la pobreza como fuente de palabra.

El ideal democrático tiende a una redistribución de la riqueza, en una práctica concreta, como el salario que se pone para retribuir a quienes se dedican a la actividad pública. El problema surge cuando el ciudadano antepone sus intereses al bien común.

El placer, para no convertirse en dolor, debe tener sus limitaciones. Debe ajustarse a lo que conviene. Naturalmente, la exageración va a conducir al hedonismo, cuya máxima expresión reside en el epicureismo.

La democracia ateniense también presta atención al bienestar material de los ciudadanos, extendiendo los beneficios que antes gozaba la aristocracia a todos los ciudadanos.

Religión y conocimiento

Para los sofistas la religión es un hecho cultural. Esta actitud va a tener sus reflejos en diversos ámbitos. Son varios los autores los que rechazan las adivinaciones y los presagios, los sacrificios humanos, etc. Los elementos imprevisibles se vinculan, son calificadas de , azar.

Se genera una indiferencia religiosa o agnosticismo, y se va a tender a un tipo de religiosidad distinto (desarrollo de los cultos mistéricos: Eleusis, orfismo, pitagorismo...).

En la sofística, dado la dificultad del hombre para aprender la verdad, se sustituye ésta por la conveniencia, entendiéndola como justicia. La guía de la conducta será la razón. Se insiste en el papel importante de la necesidad de la enseñanza.

T-3. La praxis política de la Ilustración: la figura de Pericles. Los datos históricos. Pericles y los ideales de la democracia ilustrada.

Acerca del `Logos epitafios' (discurso fúnebre) de Pericles

Pericles contrapone el sistema político ateniense al sistema oligárquico de Esparta, mezclado con el elogio a los muertos en la guerra.

A lo largo del discurso, se deja ver que las virtudes del pueblo ateniense y las virtudes del sistema democrático van indisolublemente unidas.

Se transluce que es un discurso en rechazo a las críticas que se hacen por Esparta y los oligarcas. Dice Pericles que Atenas es modelo de toda Grecia; presenta como prueba su poder. Pericles se mueve, sin darse cuenta, en el terreno de la aristocracia.

El discurso se basa en las actitudes de los atenienses. Valor, libertad, prosperidad... son cualidades que llegan a afirmar que Atenas es la escuela de Grecia, unidas a los propios caracteres de los ciudadanos atenienses.

Todo el discurso obedece a la verdadera teoría política de Pericles. Es un equilibrio entre antiguos y nuevos valores.

El discurso se estructura en una serie de parejas de conceptos tradicionales y nuevos, y que el autor trata de hacer compatibles.

Igualdad-prestigio

Pericles propugna la igualdad, pero lo hace compatible con el prestigio. Atenas es una democracia porque es gobernada `por los más' (37).

Hay igualdad de derechos en los pleitos personales. Otra particularidad es que la igualdad se corresponde con la justicia (44). Es justa, también, la decisión de la ciudad que toma en cuenta a todos los ciudadanos. La igualdad se extiende ahora en todo el pueblo.

Se desvincula la areté de todo rasgo hereditario y de la riqueza. Sí se considera adecuado que el madon vaya vinculado a la posesión de un grado mayor de areté.

Pericles se preocupa de hablar del pobre diciendo que puede hacer el bien si tiene prestigio. La riqueza es considerada más como medio para la acción que como motivo de jactancia. La pobreza no se considera un motivo de deshonra, sino que lo sería el no poner remedio para huir de ella. Sin embargo, en la sociedad ateniense todavía subyace el ideal aristocrático.

Libertad-ley

Se preconiza libertad en la vida pública y la privada. Pero hay que respetar la ley, que sigue imperando; hay, eso sí, un margen de independencia. Es una novedad frente al régimen de Esparta. La primacía de la ley introduce aspectos novedosos; la ley tradicional está atenuada por las leyes que están dadas a favor de los tratados injustamente; hay leyes no escritas que pierden su carácter religioso para ser sustituidos por la vergüenza reconocida.

Trabajo privado-dedicación pública

No se concibe un ciudadano que no se ocupe de los asuntos de la ciudad (esto choca con la idea aristocrática); en la democracia, todo ciudadano debe ocuparse de los asuntos de la ciudad.

Se permite que los ciudadanos pobres cobren por ejercer en cargos públicos.

Nivel material y espiritual

Pericles se enorgullece de que el régimen procure placeres al ciudadano, frente a Esparta que ha empobrecido el ideal humano.

Comodidad de vida-valor personal

Disfrute de vida y valor personal no son incompatibles. Vida cómoda y libre más que libertad, igualdad... atacando así a Esparta.

El valor es necesario para el bienestar de la ciudad. La meta de Pericles es la felicidad del individuo; el Estado es sólo un medio, pero un medio necesario.

Razón-acción

Pericles dice que es importante el uso de la razón mediante el juicio. A la acción hay que llegar mediante la razón. El valor iluminado por la inteligencia es mucho mejor. El uso de la razón lleva consigo el peligro del relativismo moral.

Humanismo pacifista-Imperio

A pesar de que Pericles pretende justificar el imperio, su razonamiento es un tópico literario del momento. La realidad contradice esta afirmación de Pericles. Cuando chocan los ideales de democracia e imperio, este último se impone por beneficiar más a Atenas.

Mujer y religiosidad

Pericles se refiere a la mujer en términos tradicionales. Es significativo que de la religión, Pericles no hace ninguna concesión a la mentalidad tradicional; habla en términos sofistas.

T-4. Tradición y democracia: Heródoto y las causas del acontecer histórico. Justicia e igualdad en Heródoto. El teatro de Sófocles, temas fundamentales. El héroe sofocleo. Su ideal humano. El tema del Estado y la idea de democracia en Sófocles.

Heródoto

Heródoto representa, junto a Sófocles, la tendencia tradicional en la época de Pericles. Ofrecen una imagen religiosa de la realidad distinta y lejana de la humanista-laica que caracteriza a la sofística. Heródoto participa, por ejemplo, en la creación de la colonia de Turios, al sur de Italia, en el antiguo emplazamiento de Síbaris.

Heródoto nace en Halicarnaso entorno al 484 a.C. Tuvo que salir exiliado obligado por su enfrentamiento con el tirano Lígdamis. De allí pasó a la isla de Samos, y, tras regresar por breve tiempo a su ciudad natal una vez expulsado el tirano, estuvo en Atenas varias veces. Entre el 449 y el 446 debió realizar una serie de viajes que describe en su obra (visitó ciudades del delta del Nilo -hasta Tebas y Elefantina-, Fenicia, Mesopotamia, Babilonia, y probablemente alguna zona de Persia). Posteriormente haría algún viaje al norte de Grecia, llegando a la desembocadura del Danubio; visitó la península de Crimea y conoce perfectamente el mundo griego (las islas, Creta, Atenas, Esparta, Delfos, la Magna Grecia...) y el norte de África. Sin embargo, no conoce la zona occidental, que estaba en manos de Cartago.

Desde el año 447 a.C. aproximadamente permanece en Atenas, hasta que marcha a Turios. Murió probablemente después de la Guerra del Peloponeso, después del 430 a.C.

Su metodología histórica se basa en la propia observación, fuente primera de sus investigaciones; en fuentes escritas, que pueden ser bárbaras o griegas (listas oficiales, tratados, oráculos...); en tradiciones orales, aunque acaba alejándose de ellas.

Heródoto quiere dejar constancia de hechos relevantes para que perdure la fama de quienes participaron en esos acontecimientos. Heródoto procede con un sistema de narración llamado asociativo. En su narración procede siempre por tríadas: introducción, costumbres o anécdotas relacionadas con el episodio, y narración del episodio.

Causas del acontecer histórico en Heródoto

En la doctrina de Heródoto hay vacilaciones. Por un lado, las causas las encuentra en la divinidad, la voluntad divina que puede manifestarse en los celos del dios por el hombre que tiene éxito y que los dioses castigan para conseguir de nuevo el equilibrio.

Junto a los dioses, Heródoto habla del destino, designio de los dioses unas veces, y designio irracional otras veces, algo inevitable. Pero también está la propia determinación del hombre (herencia de los sofistas).

Justicia e igualdad en Heródoto

La justicia se vincula a dos conceptos: libertad y respeto a las leyes, fundamentalmente a las leyes tradicionales. La ley indica un orden que el hombre debe respetar. La libertad se entiende como igualdad ante la ley y libertad de palabra. Heródoto va a identificar la libertad como lo contrapuesto a la tiranía.

Sófocles

Sófocles es ateniense, de la aldea de Colono. Su vida se desarrolla a lo largo del siglo V a.C. (496-406 a.C.). Su vida está llena de éxitos; en lo político llegó a ser estratego y helenotamía, árbitro de la liga de Delos. Mientras sus personajes son seres dolientes y trágicos, él siempre tuvo éxito: dieciocho veces primer premio y nunca quedó clasificado en último lugar.

De su obra se nos conservan siete: Ayax, Las Tarquínias, Antígona, Edipo Rey, Electra, Filoctetes y Edipo en Colono. De la mayoría de sus obras no sabemos de qué año son; nos quedan numerosos títulos de sus obras y diversos fragmentos.

Sus temas fundamentales son la acción y el destino del hombre, en conexión con el orden inmutable del mundo. En su obra, Sófocles establece la esfera divina y la humana; el mundo divino se concibe como una unidad, y a él se debe todo. Ha de verse la controversia con las ideas de la sofística. El mundo de lo divino va a condicionar la acción del hombre; el orden debe respetarse sin rebelarse contra él, y que no se debe al azar. Hay una serie de principios tradicionales que el hombre debe respetar: leyes no escritas. Esas leyes nadie puede violarlas sin castigo. Muchas veces, se prescinde del concepto de culpa.

Sófocles no quiere crear una teodicea: es simplemente un hombre religioso que cree en un orden y en una serie de leyes que actúan a la larga o a la corta.

La víctima del sufrimiento y la muerte en muchas ocasiones de su tragedia es un héroe, por el que incluso el propio poeta siente admiración.

El nuevo ideal humano se nota incluso en el vocabulario (ðσðððs: de `valiente', pasa a significar `cabal', `bueno'; ððððs: de `cobarde', `mala persona').

Toda la obra de Sófocles está al servicio de la formulación de un nuevo ideal humano, que consistirá en eliminar los elementos del viejo ideal heroico y añadir los nuevos valores.

El Estado en Sófocles

Este tema está tratado en conexión con el gobernante. El tirano se caracteriza como un hombre violento, que abusa del poder, desconfiado, insolente, aunque mantenga algunos valores positivos. Dos son las figuras representativas en la obra de Sófocles: Creonte en la Antígona, y Edipo en Edipo Rey. Creonte odia a Polinices por intentar conquistar su ciudad; para él, por encima de todo está el bien de la ciudad. Pero el carácter tiránico aparece en la ley que prohíbe dar sepultura a Polinices, atentando contra el orden divino, incluso sin entender la conducta de Antígona. Creonte se nos dibuja falto de mesura, lo cual se ve en los tres intentos consecutivos para que cambie de actitud; sólo se da cuenta de su error cuando es demasiado tarde. La actitud de Creonte, que parte de unos principios justos, hace llevarle a posturas inadmisibles. Llega a identificarse él mismo con las leyes, sin ver los límites que le marca el orden divino y la ley tradicional. Eso es lo que Sófocles identifica con la tiranía.

Edipo se nos presenta como un rey que ama a su ciudad, un rey preocupado por sus ciudadanos. Intenta ante todo salvar a su ciudad. Este mismo Edipo, seguro de su sabiduría, cae en la insolencia, llegando a identificarse con la propia Tebas. Autoconfiado, exige obediencia a sus súbditos; Edipo tiene rasgos contrapuestos: es en realidad el prototipo de ignorancia, pues ha cometido de manera ignorante todo tipo de crímenes. Algunos han querido ver, de manera espúrea, en Edipo y Creonte una crítica a la figura de Pericles como gobernante racionalista.

Hay quien ha querido ven en Sófocles una identificación con el partido aristocrático. Analizando la tragedia de Sófocles, incluso su vida política, no hay ningún rasgo que refleje esa antidemocracia.




Descargar
Enviado por:David M
Idioma: castellano
País: España

Te va a interesar