Los griegos y romanos tenían dos clases de dioses: el de los filósofos (monoteísta y se llegaba a él por medio de la razón) y el de los pueblos (politeísta).
El proceso de contingencia es lo relativo al concepto necesario. El ser necesario es Dios. La causa encausada es dios. Todo lo que se mueve lo hace en virtud de un impulso , lo que mueve y no es movido es Dios. Todos estos argumentos llegan a dios por medio de la naturaleza.
El dios filósofo estaba separado de la realidad práctica de su creación, y no tiene repercusión en nosotros, la relación entre el hombre y Dios era inexistente.
Los dioses del pueblo estaban plagados de defectos y humanizados.
Para los judíos Dios era omnipotente, vengativo, destructivo.
El cristianismo rompe con la concepción de Dios. Para los judíos el hombre renunció a la perfección (pecado original) y después surge una gran distancia entre Dios y los hombres. El hombre no puede reestablecer su amistad con Dios, un hombre la tiene que reestablecer pero tiene que ser un hombre muy bueno, así que Dios mismo se hizo hombre y dedica toda su vida a agradar a Dios, y así unir otra vez a Dios y al hombre.
Explica el camino a la perfección y a la felicidad, luego lo matan y despue´s cae gracia y amor del cielo (Pentecostés). Entonces el hombre que antes era parte de la naturaleza, ahora es algo más: es hijo de Dios, y no se explica sólo por la naturaleza, sino que está llamado a trascender , pues tiene además de una corporalidad material, un alma inmaterial, inmortal que se explica más allá de la naturaleza se explica por la espiritualidad y la fé.
San Agustín nace en Tagasta en el 354 d. C. Nace en la costa del Mediterráneo cerca de Cartago, de padre pagano y madre cristiana (Sta. Mónica). Se dedica a buscar la verdad que le explicara el mundo y su camino. Fue escéptico, neoplatónico etc. porque no le convencían los postilados cristianos. Luego se convierte al cristianismo y se hace sacerdote en 396 es nombrado obispo de Hipona hasta 430 cuando muere. Es de los primeros forjadores del mundo cristiano y de una gran cultura que perduraría a través de los siglos: la occidental.
Es romano orgulloso. Le toca vivir la peor crisis del Imperio Romano y en época de desarrollo del cristianismo (325 era oficial).
Su obra es titulada “Civitas Dei” (ciudad de Dios). Su pensamiento sigue la línea de los griegos en cuanto a su punto de partida, y los adapta al cristianismo. Decía que la política facilita a que la gente se vaya al cielo. San Agustín es teólogo no filósofo, pero argumenta de temas filosóficos.
Basó sus explicaciones en Platón. Tiene una concepción naturalista del hombre. Dice que el orden de la sociedad facilita las virtudes en los hombres para que sean santos. También señala que debe de haber justicia, porque de ella depende al unidad, la paz, la nobleza y el desarrollo. Pero a la salvación se llega por Dios.
La sociedad virtuosa la construyen los hombres y Dios, y el Estado sólo regula conductas externas. Para que un hombre sea bueno necesita la ayuda de Dios por medio de la gracia. Por lo tanto la sociedad perfecta sólo puede ser cristiana. San Agustín no estaba de acuerdo con la República ni con el Imperio romanos pues dominaban a otros pueblos, para él la ciudad ideal es la ciudad de Dios.
Hacía división entre dos ciudades la terrenal que era la real en la que se daban los vicios y la de Dios donde se daba la virtud.
Un hombre de cualquier sociedad o ciudad, tiene la obligación de vivir bien y conforme a la ciudad de Dios. Pero en una misma ciudad puede haber gente que viva bien o mal, con virtudes o vicios.
Para Platón lo real es el mundo de las ideas y debemos de ser como esa ciudad real. Para san Agustín, la ciudad de Dios es ideal y debemos de luchar por alcanzar o ser como esa ciudad, la ciudad terrena es el espacio en que los hombres se desarrollan para alcanzar la virtud o tener vicios. Por lo tanto no hay mejores ciudadanos que los cristianos porque si no lo son no se van al cielo, por esto Roma no cayó por causa de los cristianos, sino por los vicios de los romanos.
Para San Agustín los principios morales hacen a un hombre virtuoso, pero sólo muy pocos deben de ser regulados por el Estado. El estado y la Iglesia sólo promueven el bien. El fin de la política es el bien común.
El hombre después de Cristo, está llamado a vivir conforme a la gracia y después alcanzar la perfección divina o santidad. El modelo ideal es Dios, llegar a ser como él. El hombre es un hijo al cual Dios lo cuida.