Sociología y Trabajo Social


Cannabis


ÉRASE UNA VEZ EL CANNABIS

Realizado por: Mauro Victor González.

Curso: 2º e

  • ASIA ANTIGUA

  • Las primeras trazas del cáñamo se encuentran en la China del periodo neolítico, alrededor del 3000 a.C. El legendario emperador chino Shen-Nung, en un libro de fármacos escrito hacia el 2737 a.C. prescribe la resina del cáñamo como remedio contra la “debilidad femenina, gota ,reuma, malaria, gripe y desmayos”. Otras noticias se encuentran en la obra más antigua de la literatura médica china, todavía utilizada, el Nei-Ching, cuyo autor sería el emperador Kwang-Ti. Las flores se utilizaban para curar heridas abiertas. La cáscara de la semilla y la resina adherida a ésta para estimular el sistema nervioso. Las semillas se usaban para combatir las inflamaciones de la piel y eran consideradas tónicas, reconstituyentes, laxantes, y muy apropiadas para extraer los gusanos a los recién nacidos y a los animales. El aceite se utilizaba como tónico para los cabellos y como antídoto al envenenamiento de azufre. El jugo fresco de las hojas servía para curar las heridas de escorpión y la fibra para fabricar cuerdas y tejidos.

    Numerosos textos antiguos mencionan el cáñamo: Salomón en la Biblia lo canta con el nombre de Kalamo. Bajo la denominación de Suama era bebido en la zona del Sinaí y fumado en las sinagogas.

    Según una tradición universalmente aceptada, los chinos fueron asimismo los primeros en producir papel, en el siglo I d.C. El inventor fue un tal Ts´ai Lun, de la provincia de Human. Los más antiguos documentos escritos sobre papel son los textos budistas de los siglos II y III d.C. conservados en el British Museum. El análisis del vienés doctor Wiener ha demostrado que este papel es “una mezcla de corteza y viejos retazos, principalmente de cáñamo”. El papel del primer libro impreso en grandes proporciones, el Dharani o libro de rezos, del año 770 d.C. está constituido en un 100% de cáñamo.

    El primer testimonio seguro de ebriedad provocada por el cáñamo se refiere a la población nómada de los escitas, caballeros que batían las estepas de Siberia entre los siglos V y III a.C. Según Heródoto, historiador contemporáneo a ellos, “los escitas, al morir sus parientes próximos, los llevan encima de un carro a casa de los amigos, y todos y cada uno de éstos, recibiéndolos, ofrece una comida el séquito, y asimismo da al muerto las mismas cosas que a los otros. El cadáver es transportado durante cuarenta días, y por último es sepultado. Una vez enterrado, los escitas se purifican del siguiente modo. Después de haberse untado y lavado la cabeza, al cuerpo le hacen lo siguiente: clavados tres palos en el suelo inclinados el uno hacia el otro, extienden encima y por los alrededores frazadas de lana y acoplándolas los mejor posible, ponen piedras al rojo vivo en un recipiente ubicado en el centro del espacio que forman los palos, bajo las frazadas...

    En aquella región crece, ya espontáneamente, ya cultivada, una planta de cáñamo... Los escitas, después de haber recogido las semillas de este cáñamo, se introducen en aquellas tiendas, y luego tiran las semillas sobre las piedras incandescentes. Las semillas tiradas producen humo y emanan un vapor tal que ningún baño griego podría superarlo. Los escitas, ebrios a causa del humo, dan gritos de alegría. Esto les sirve de baño, ya que de hecho, no se lavan nunca el cuerpo con agua”.

    EUROPA ARCAICA

    El hallazgo de restos de cáñamo en una urna funeraria de Wilmerdorf (Brandeburgo), ubicada en una tumba del siglo X a.C., atestigua la existencia del cáñamo en la Europa Septentrional incluso en los tiempos más prehistóricos. Y por si cupiera alguna duda, posteriores exámenes han excluido la hipótesis de que los fragmentos de cáñamo fueran introducidos en la urna en tiempos más recientes.

    Dos de las más antiguas culturas europeas en las que se fumaba cáñamo, fueron la de los celtas, que habitaban en la actual Francia y en parte del archipiélago británico, y la de los pitt, que floreció en la parte septentrional de Gran Bretaña, en los alrededores de Escocia.

    Las zonas del mundo donde las investigaciones arqueológicas han descubierto un mayor número de pipas prehistóricas son Irlanda y Escocia. Según un arqueólogo irlandés, “en Irlanda, el habito de fumar es mucho anterior a la introducción del tabaco en Europa. En nuestros túmulos irlandeses, monumentos sepulcrales de la más remota antigüedad, es frecuente encontrar pipas de bronce. Es muy presumible que los autores de estas pipas fueran los artistas, fumadores de cáñamo, que dieron vida al fabuloso arte celticoescita. El hecho de que las pipas se encuentren por lo general en las tumbas indica que también los antiguos irlandeses observaban la costumbre, común entre los escitas y los Mound Builders americanos, de dejar al difunto los efectos personales para gozar de ellos en el más allá”.

    EL MUNDO GRIEGO

    En la Grecia antigua, el cáñamo se usaba ya con toda probabilidad en los ritos dionisíacos, y todo hace sospechar que fuera usado también en las liturgias de Eleusis para revelar a los iniciados los arcanos del mito de Deméter. Los sacerdotes, que llevaban el nombre de eumólpidas (cantores de melodías benignas), se decían hijos de la luna, designados para hacer de mediadores entre el cielo y la tierra, “venidos de la esfera donde se encuentra el puente que une las dos regiones, a través del cual las almas suben y bajan. Desde el principio, su función consistía en cantar, en este abismo de miseria, las delicias de la mansión celeste, y enseñar los medios para encontrar el camino que condujera a ellos”.

    También es probable, aunque no cierta, la identificación con una bebida también cannabiana del nepente homérico. La Odisea narra la llegada de Telémaco a Esparta a la corte de Menelao. Durante el banquete ofrecido en su honor, Telémaco evoca el destino del padre Ulises y todos los comensales cayeron en la más profunda melancolía. Entonces, Helena ordena a los criados que echen nepente en las copas, “bebida que hace olvidar el dolor y la infelicidad”. Pronto la sonrisa vuelve a los labios de Menelao, de Telémaco y de su compañero Pisístrato, y los negros pensamientos desaparecen a medida que actúa el filtro maravilloso que “la hija de Zeus había recibido de manos de la egipcia Polydamna, mujer de Thonis, ya que, en Egipto, la tierra fecunda produce un gran número de plantas, unas saludables y otras mortales”.

    Diodoro Sículo, historiador de la época de César, escribe que las mujeres de Tebas preparaban mediante cáñamo una pócima que tenia el mismo efecto que el nepente de Homero.

    Dioscórides habla del cáñamo y de las visiones y alucinaciones placenteras que provoca, y dice que los indios ya comían sus hojas. Tanto como afrodisíaco como para estimular el apetito.

    ROMA Y CARTAGO

    Del cáñamo, en el mundo romano a principios de la Era Cristiana, se utilizaba principalmente la fibra para confeccionar vestidos y para las gúmenas y velas de las naves, como se extrae de algunas breves anotaciones de Lucilio, Plinio, Columela y Celso (siglo II d.C.). Sin embargo, narra que después de comer se acostumbraba a distribuir pequeñas hogazas que hacían venir sed, pero que, tomadas en dosis abundantes, provocaban síntomas estupefacientes.

    Los cartagineses, por el contrario, conocían muy bien el hachís. Y hay quien dice, sin más, que hicieron negocios vendiéndolo en Roma. En cualquier caso, lo cierto es que han sido halladas dos ánforas llenas de hachís en buen estado de conservación, ubicadas en una trirreme de guerra cartaginesa del siglo III a.C., que fue llevada de nuevo a superficie en 1969 en la Isla Larga. La señorita Frost, que guiaba la expedición arqueológica submarina, certificó que la trirreme fue hundida, muy posiblemente, en la primera guerra púnica, y que el hachís servia para mantener en alto la moral de los marineros en los momentos difíciles de la navegación y antes de las batallas.

    Hay, además, una historia inserta en la Metamorfosis de Ovidio, en donde se habla de un tal Glauco que tomaba una “hierba” de extraños efectos. “No soy ningún monstruo, oh virgen!, sino una deidad marina, tan pujante como Tritón y Proteo. Eso sí antes fui mortal, y porque lo mereces voy a contarte mi suceso. Estaba yo pescando en la ribera más hermosa que puedas figurarte, cuando noté el prodigio. Las hierbas empezaron a moverse como si fueran aguas del propio mar. Al pronto quedé atónito. Pero en seguida, deseando comprobar el prodigio, arranqué varias hierbas y me las eché a la boca. No había llegado su zumo a mi garganta cuando sintiendo un deseo irresistible, nunca experimentado, de cambiar de naturaleza, me arrojé al mar. Me recibieron encantados los dioses de las aguas y rogaron a Océano y a Tetis que transformaran mis atributos de hombre en los que son necesarios para vivir en el mar. Así lo hicieron gustosos. Y fui purificado. Y me crecieron esta cabellera y esta barba verdes como la esmeralda”.

    RELIGIONES DEL CÁÑAMO DE LA INDIA

    Parece ser que era precisamente del cáñamo de donde se extraía la amrita, bebida de la inmortalidad que en la mitología hindú corresponde más o menos a la ambrosía de los olímpicos. Antiguas fuentes sánscritas hablan de las “píldoras de la felicidad”, un compuesto a base de cáñamo y azúcar.

    En el siglo XVI, las noticias sobre este uso se hacen más numerosas. El cáñamo, denominado charas o bhang, tiene tal importancia que en algunas zonas de la India se utiliza como medio de intercambio, con las mismas funciones que la moneda.

    En la India, el cannabis era usado de tres maneras diferentes: con agua (el poust), con alcohol (el loutki) y con opio (la mourra).

    La más completa documentación acerca del cultivo de cáñamo en la India se halla en un informe oficial inglés efectuado en 1893-94, el “Indian Hemp Drugs Commission Report”. En el apéndice, se encuentra un ensayo de J.M. Campbell, titulado “La religión del cáñamo”, del que se pueden extraer varias ideas interesantes:

    “Una planta tan sagrada requiere un cultivo especial. Al plantar la semilla de cáñamo, se debe seguir repitiendo la fórmula “Bhangi, Bhangi”, evidentemente para que el sonido del nombre del guardián pueda expulsar las influencias malignas sembradoras de la cizaña (el nombre cizaña designa un grupo de hierbas nocivas, entre las cuales se encuentra el nabo, uno de los principales enemigos del cáñamo). Una vez plantada, debe continuar repitiéndose el mismo nombre sagrado, y asimismo en el transcurso del riego que cada día durante un año deben recibir las plantas. Cuando aparecen las flores, son cortadas junto con las hojas y se tienen un día en agua tibia. Al día siguiente, con cien repeticiones del sagrado nombre de Bhangi, las hojas y las flores son lavadas en un río y secadas bajo un cobertizo al aire libre. Una vez secas, algunas hojas son quemadas con la debida repetición del sagrado nombre en forma de jap o encantamiento murmurado. Luego, teniendo en la mente a Vagdevata, Diosa de la Lengua, y ofreciendo un rezo, las hojas secas se ponen en un lugar puro y sagrado. El bhang preparado de este modo, especialmente si se reza encima de él, gratificará los augurios y los deseos de su poseedor. Tomado este bhang de buena mañana, protege del pecado a quien lo usa, lo libera de los castigos de los carbones del pecado y le concede el derecho de recoger los frutos de mil sacrificios enormes. Tomado a la luz del día o a mediodía, combate las enfermedades.”

    Mucha de la santidad del bhang se debe a la virtud que posee para liberar la mente y estimular el cerebro para pensar.

    El musulmán de la India del norte se une a esta devoción al bhang con reverencia. Para el seguidor de la más reciente religión islámica, el santo espíritu del bhang no es el espíritu del omnipotente sino el del gran profeta Khizr, o Elijah. Es natural que el bhang deba ser sagrado para Khizr. Khizr es el santo patrón del agua. Además khizr significa “verde”. Es por ello que el poeta Urdú canta “Cuando yo bebo a grandes tragos el fresco bhang comparo su color a la luz brillante que desciende de tu joven barba”.

    Nasir, poeta urdu del norte de la India, canta a principios del siglo XX las alabanzas de su predilecto Sabzi, el verde: “Parangoneados con el bhang los espíritus nada son. Déjalo todo, necio y bebe bhang”. Para estimular su imaginación, el poeta musulmán honra al bhang con el nombre de Warak Al Khayal, “hoja de la fantasía”. Y el Makhzan, gran libro griego-árabe de drogas, registra muchos otros nombres apelativos entusiastas de la droga. El bhang es el suministrador de alegría, el volador en el cielo, el guía celeste, el paraíso del pobre, el sosegador del anhelo.

    MEDIEVO ISLÁMICO

    A partir del siglo V, el cáñamo entra cada vez con más frecuencia en las prescripciones de los médicos árabes y, en el siglo XII, empieza a ejercer influencias en algunas órdenes místicas de Persia. En particular en los sufís, que la utilizaban en sus complicadas danzas rituales para alcanzar el éxtasis.

    El cáñamo era llamado por los árabes hashish, que significa “hierba” y fue precisamente dicha hierba lo que le dio nombre a la secta musulmana de los ashshins, de la que deriva el término asesino. Este grupo, después de haber mantenido un notable poder en muchas regiones de Siria e Irán, fue expulsado. Los supervivientes se dispersaron hacia otras zonas de la propia Siria, de Persia, de Uman, Zanzibar o, sobre todo, de la India, donde aún hoy quedan algunos miembros.

    Pero el hashish no perdió el rol preeminente que había adquirido en el mundo musulmán. Fue adoptado por los fakires del Islam, que lo denominaron haschischat alfokora, “la hierba de los fakires.

    Según Takiy Eddin Makrizy, historiador árabe de la primera mitad del siglo XV, Haider -caudillo de los esceicas- que se había demorado en el Khurasan, salió un día a pasear por el campo y vio una “planta que se mecía elásticamente, con un movimiento dulce y ligero, como un hombre ebrio de vino”. Dicha planta es la denominada Kounab. El esceica, después de haber masticado alguna hoja, ordenó a sus discípulos que lo imitasen y que mantuvieran en secreto tal descubrimiento, de modo que sólo lo habían de revelar a los fakires. “El altísimo Dios os ha concedido, por un favor especial, el conocimiento de la virtud de esta hoja, para que mediante el uso que hagáis de ella disipe los pensamientos que enturbian vuestras almas y libere vuestros espíritus de todo lo que ofusca su esplendor. Conservad pues, el secreto que os acabo de confiar; y manteneos fieles en la protección del secreto del que os acabo de poner en guardia”.

    En 1378, el emir Sudun Sceikuni de Djoneima dictó un edicto en el que se ordenaba la extracción de los dientes a todos los que hubiesen continuado ingiriendo hashish.

    No obstante, la costumbre subsistió, y en la mil y una noches, compuestas entre el 100 y el 1600, se cita una sustancia denominada benji que, pese a no poder identificarse exactamente con el hashish, tiene los mismos efectos. El Makhzan- el- Adwiya, texto médico musulmán del siglo XVI, subraya las virtudes medicinales: “Las hojas reducidas a polvo y aspiradas purifican el cerebro. El jugo de las hojas aplicado en la cabeza elimina la caspa y los parásitos. Algunas gotas del jugo introducidas en las orejas alivian el dolor y destruyen los gusanos y los insectos. Es útil para la diarrea y la gonorrea, limita la emisión seminal y es diurética. El polvo es recomendable para aplicaciones externas sobre las heridas. Los empachos de raíces hervidas y hojas son optimas para las inflamaciones, las erisipelas y los dolores neurálgicos.

    ÁFRICA SEPTENTRIONAL

    Un buen ejemplo de imperialismo cultural por lo referente a la cultura cannábica nos lo da Napoleón, el cual, durante la campaña de Egipto, hizo publicar una proclama en la que se ordenaba que: 1. El uso de la bebida que algunos musulmanes preparan mediante cáñamo, y el fumar las flores del cáñamo quedan prohibidos en todo Egipto. Los que tienen esa costumbre pierden la razón y les cogen delirios violentos. 2. La preparación de la bebida a base de cáñamo queda prohibida en todo Egipto. Las puertas de los locales donde se distribuye serán clausurados y los propietarios encarcelados durante tres meses. 3. Los cargamentos de cáñamo que lleguen a la frontera serán confiscados y quemados públicamente.

    Pero esto no impidió que el cáñamo invadiese la Ruta de África, como se extrae también de algunos testimonios del periodo colonial C.S. Sonnini, un francés que viajó por Egipto en 1800, narra que “el preparado a base de cáñamo más usado se obtiene machacando los frutos junto con las cápsulas membranosas de estos: se cuece todo ello en un horno añadiéndole miel, pimienta y nuez moscada. Los pobres, que endulzan su miseria con el estupor que les produce el cáñamo, se contentan con comer la pasta resultante de las semillas trituradas y empastadas con agua. Hay también quien come las cápsulas tal y como están, y quien, por el contrario, las fuma mezcladas con tabaco. Otros sacan las, reducen a fino polvo tan sólo las cápsulas y los pistilos, mezclando dicho polvo con igual cantidad de tabaco. Luego fuman la mezcla en una especie de pipa, que parece una burda imitación de las persas, y que no es más que un cascarón de coco vaciado y lleno de agua. Esta manera de fumar constituye uno de los pasatiempos más comunes de las mujeres del Egipto meridional”.

    Un proverbio marroquí proclama que el kif es como el fuego: escalda poco y quema mucho.

    En la actualidad, el 56 por ciento de la población de Marruecos continua teniendo la costumbre de fumar la especialidad cannábica denominada kif. El kif se obtiene mezclando las hojas y las flores del cannabis, secadas y finamente trituradas, con una igual cantidad de tabaco negro.

    Dicha mezcla, vendida más o menos de una manera abierta incluso en algunos bares, se lleva encima en la cantidad suficiente para el consumo del día, en apropiadas bolsas de piel. Para fumar se utilizan características pipas (sebsi) constituidas por una sutil caña de madera de una longitud media de 20 a 40 centímetros, a menudo torneada y decorada, y por un minúsculo hornillo de terracota (chkaf) o muy raramente de mármol.

    Cuando son muchos fumadores, es decir, la mayoría de las veces, el consumo de kif sigue un ritual rígido y bastante complicado. El primer fumador llena la pipa y la enciende, con un movimiento de manos muy ágil y de una sola calada. A continuación basa la sebsi al vecino, que debe fumársela toda y sacar la ceniza, mediante un golpe seco dado con la mano derecha abierta sobre la mano izquierda que sostiene el extremo de la caña, golpe que produce un ruido característico, como si se tratara de un aplauso.

    Realizada esta operación, el segundo fumador restituye la sebsi vacía al primero, que la rellena , la vuelve a encender y la pasa al tercero, después al cuarto y así sucesivamente. Entretanto el segundo extrae el kif y la sebsi propios y empieza a hacerla girar del mismo modo. El concepto sería el de hacer probar a todos y cada uno el kif y la sebsi de cada uno, y, posiblemente, todo tipo de kif en todas las sebsi disponibles, pero si los fumadores son más de tres es prácticamente imposible llegar a probar todas las combinaciones.

    ÁFRICA NEGRA

    Los jefes zulúes ubican un puñado de cáñamo en el suelo, ponen encima un puñado de estiércol seco en llamas, cubren todo ello con tierra, practican dos agujeros con los dedos a los lados del montoncito y, poniéndose de bruces en tierra, uno tras otro hacen un par de caladas, manteniendo el humo en las vías respiratorias. Entonces, tosen y escupen en abundancia.

    El cáñamo está muy difundido en el Congo. Aquí, las hojas frescas se fuman en pipas rudimentarias a las que se añaden carbones ardiente. Las hojas y las semillas son embaladas en cartuchos grandes y largos, cubiertos con corteza de árbol.

    En Angola, los Tjivokve fuman las hojas en publico, mientras que los ngangela, que pertenecen al mismo grupo lo hacen en secreto.

    En 1870, el jefe Kalamba-Moukenge, para asegurar su poder sobre las distintas tribus recientemente sometidas, hizo quemar públicamente los diferentes ídolos tradicionales, sustituyéndolos por un ritual único basado en el consumo colectivo de riamba (cáñamo). Los seguidores del nuevo culto se llaman Bena-Riamba (hijos del cáñamo) y forman una gran secta regida socialmente por una suerte de comunismo agrícola. Cuando entran en los pueblos no tienen armas, por el contrario llevan siempre la pipa consigo. En los viajes y en la guerra, se dan hospitalidad entre sí y se saludan con la palabra moio (“vida”). Al atardecer, se reagrupan en la plaza principal del poblado, la riota, y aspiran por turnos algunas bocanadas de humo de una enorme pipa situada en el centro.

    Así inician manifestaciones extraordinariamente análogas a las orgías antiguas, y más tarde la quietud de la noche es interrumpida por los ataques de tos de los fumadores más apasionados. Eliseo Reclus lo describió en 1888. “Es un espectáculo que da miedo. Todos los hombres, completamente desnudos, después de haber respirado de un gran recipiente el humo del cáñamo, tosen de una manera espasmódica, gritan, se contorsionan, profetizan o permanecen postrados, estupefactos a causa de los efectos del narcótico”. Siendo de esta forma, se puede comprender que aquel que cometía una fechoría era condenado a fumar un determinado número de pipas hasta perder el conocimiento. Y se reintegraba en la comunidad después de haber sido marcado con arcilla blanca sobre la frente y el pecho.

    EDAD MEDIA EN EUROPA

    En la Europa medieval, el uso del cáñamo como droga fue introducido muy probablemente por los Cruzados al volver de Tierra Santa. Al parecer utilizaban derivados del cáñamo para tratar la locura, la histeria, el delirium tremens, la hidrofobia, el tétanos y el cólera, no se sabe con qué resultados. Lo cierto es que ya a principios del siglo XVI esta entraba en casi todas la fórmulas mágicas de las brujas y en las recetas de los médicos famosos.

    Incluso FranÇois Rabelais explica en Gargantua et Pantagruelion. “Por el poder de esta hierba, las sustancias invisibles se dejan ver, tocar y como aprisionar. Con su fuerza y empuje, las grandes y pesadas muelas giran ágilmente para insigne provecho de la vida humana. Y me asombro de que el invento de este uso haya quedado por tantos siglos oculto a los antiguos filósofos, vista la utilidad inapreciable que procura, visto el trabajo intolerable que sin ella, por la retención de las corrientes aéreas, las naves pueden zarpar de los muelles y ser llevados al arbitrio de sus gobernantes. Gracias a ella, las naciones, que la naturaleza parecía conservar escondidas, vienen a nosotros y nosotros a ellas”. Y continúa diciendo el mismo Rabelais que los dioses olímpicos contestaron: “ Pantagruel nos ha creado una preocupación nueva y molesta, más de los que hicieron los Alóides, con el uso y virtud de su hierba. Pronto estará casado, de su mujer tendrá hijos. Contra este destino nada podemos hacer, porque ha pasado por la manos y husos de las hermanas fatales, hijas de Necesidad. Es posible que sus hijos inventen una hierba de parecida energía, mediante la cual los humanos podrán visitar las fuentes de las heladas, los almacenes de lluvias y las fábricas de los rayos, podrán invadir las regiones de la Luna, entrar en el territorio de los signos celestes y habitarlos unos en el Águila de oro, otros en el Carnero, otros en el León de Plata, sentarse a la mesa con nosotros, y tomar a nuestras mujeres por esposas, que son los únicos modos de llegar a dioses”.

    LA EUROPA DEL SIGLO XIX

    Después de Rabelais, el interés por el cáñamo quedó adormecido durante siglos, hasta que la campaña de Napoleón en Egipto dio la oportunidad de iniciar los primeros estudios con métodos científicos, que conducirían al gran redescubrimiento de la planta hacia la mitad del siglo XIX.

    Los primeros estudios químicos se efectúan en los años 1838-39, por obra de Raleigh, Esdale y O´birest, y el cáñamo parece reacio a dejarse conocer: dos de los pioneros de este terreno, Easterfiel y Spirey, mueren a causa de explosiones ocurridas en los laboratorios de análisis. Aun así se progresa. W.B. O´Shaunessey, cirujano y profesor de química, descubre en 1839 las cualidades analgésicas y anticonvulsivas de la tintura de cáñamo y muere poco después, mientras se encontraba trebejando en una nueva fase de investigación sobre la resina.

    Cuando hacia la mitad del siglo XIX, aparecen en los salones parisinos el interés por Oriente, se empieza a mirar el cáñamo con otros ojos. Sin ir más lejos, los poetas Charles Baudelaire y Henri Michaux dejaron en su obra admirables descripciones de sus experiencias con el hachís.

    He aquí unos párrafos sacados del Poéme du hashish de Baudelaire: “¡Ea!, pues, ahora ya listos para iniciar un largo y singular viaje. La sirena del barco acaba de desgarrar el aire, las velas están desplegadas; gozáis -sobre los otros navegantes- del privilegio particular de no saber hacia que puerto os dirigís. ¿Qué importa? Vosotros lo habéis querido: ¡Viva la fatalidad!... Os imagino sentados fumando. Vuestra atención se parará un poco demasiado en los borbotones de humo azulino que exhalan de vuestra pipa. La idea de una evaporación, lenta, sucesiva, eterna, se adueñará de vuestro espíritu, y pronto aplicaréis dicha idea a todos cuantos pensamientos se os ocurran, a toda vuestra materia pensante. Por un singular equívoco, por una especie de transposición o de qui proquo intelectual, sentiréis que os evaporáis, y atribuiréis a vuestra pipa (en la que os sentís prensados y recogidos como el tabaco) la extraña facultad de fumaros. Por suerte, esta interminable imagen sólo dura un minuto”.

    Club de los Ashishins:

    En 1840, el alienista Jacques Joseph Moureau de Tours, al volver de Argelia, experimenta sobre sí mismo los efectos del dawamesc, describiéndolos en un informe científico que provoca inmediatamente entre los bohemios la moda del hachís. Uno de los primeros en mostrar interés es Théofile Gautier, quien funda el club de los Ashishins. A él se adhieren numerosos intelectuales, entre los que se encuentra Baudelaire, Daumier y Delacroix.

    En 1845, el pintor Fernand Boissard de Boisdenier escribió así al propio Gautier: “Querido Théofile, el próximo lunes, se toma hashish en mi casa bajo los auspicios de Moureau y de Aubert Roche. ¿Quieres venir? En caso afirmativo, llega entre las 5 y las 6, a más tardar. Tomarás una modesta cena, y esperarás la alucinación. Puedes también traer contigo al burgués que quieras introducir, dado que ya se traen desconocidos a mi casa, uno más no importa. Es preciso sin embargo, que me lo comuniques por anticipado, a fin de encargar el pasto oportuno. Costará de 3 a 5 francos por cabeza. Respóndeme sí o no. Si temes contactos impuros, pienso proveer el medio para aislarlos, el hotel Pimodan puede permitirlo.

    Tuyo, F. Boissard”.

    LA AMÉRICA PREHISTÓRICA

    Es probable que la primera llegada del cáñamo a tierras americanas se diera a través de alguna de las hordas de nómadas que en tiempos prehistóricos emigraron de Asia, pasando por el estrecho de Bering. Pero por otro lado, ya ha sido demostrado que navegantes fenicios y canaanitas alcanzaron las costas de América hacia el 531 a.C. Resulta difícil pensar que los fenicios, comerciantes de especies y de hierbas que vivían en el actual Líbano, no hubieran llevado semillas consigo. Ya sea con objetivo mercantil o para su uso particular.

    Pese a que la Enciclopedia Británica, y con ella muchos libros de historia, se obstinen en decir que el cáñamo fue introducido en América tan sólo después de Colón, el hallazgo de numerosas madejas, una saya, una capa y una bolsa de cáñamo en una tumba prehistórica en Morgan Country, Tennesse, demuestra la gran difusión de que gozaba el cáñamo entre las tribus indígenas en la época precolombina.

    Los indios de América fumaban cáñamo de una manera ritual, como por placer o digestivo. Sin embargo, lo utilizaban sobre todo para hacer tejidos, sandalias, redes de pesca, cuerdas, tapices y cestas.

    Por otro lado, se sospecha que los habitantes del Caribe fueron los inventores del cigarrillo de marihuana comúnmente llamado porro. Según un informe histórico que data de 1561, en una isla caribeña de la cual no se especifica el nombre, al llegar la época de la recolecta, cortaban las hojas del cannabis, las ataban en fajos y las ponían al lado del fuego hasta que estaban perfectamente secas. Y cuando deseaban utilizarlas tomaban una hoja del conjunto y poniendo dentro una de las otras, las envolvían juntas estrechamente. Luego prendían fuego en una de las extremidades e introduciéndose el otro extremo en la boca, aspiraban el humo.

    LOS USA

    El cáñamo, en tanto que droga voluntaria, se difunde de forma masiva en Estados Unidos a partir del siglo XIX, cuando los inmigrantes, obreros mexicanos y marineros de las Indias occidentales, empiezan a traspasar la frontera llevando encima la bolsita de mota. En seguida entra a formar parte de las costumbres de los marginados.

    En los años 30, coincidiendo con la expansión del uso del cannabis por todas las ciudades norteamericanas, precedidas por la capital del jazz, Nueva Orleans, empieza una campaña para que el cáñamo dejara de ser legal. Se perseguía un triple objetivo: 1. Justificar una mayor financiación para el Narcotics Bureau. 2. Reprimir a las minorías negras e inmigradas. 3. Expansionar el mercado de los opiáceos, en manos de la mafia, muy ligada a las altas esferas del FBI.

    En 1937, se aprueba la Marijuana Tax Stamp Act, que la prohibe por entero en todo el territorio nacional. A continuación, otros países también introdujeron una legislación anti-cannabis, incluida Italia en 1954.

    Pero a principios de la década de los cuarenta, las potencias del Eje habían cortado los suministros de cáñamo a los EE.UU. Por lo que la marina yanqui, dado que aun no existían las fibras sintéticas, tenia una terrible necesidad de cáñamo para cuerdas y cables. En 1943, el gobierno americano se vio obligado a implantar un programa de emergencia para relanzar el cáñamo, y el Ministerio de Agricultura proveyó de semillas, fertilizantes, maquinaria e incluso manual para aquellos que habían olvidado la manera de cultivarla. El resultado fue una recolecta de 62.000 toneladas.

    LOS AÑOS 60

    Pese a las prohibiciones, la marihuana siguió difundiéndose por el hilo musical. Con el be-hop, su influencia contribuye a la formación, en el umbral de los cincuenta, de la Beat Generation.

    Y a principios de los 60, la cultura underground americana invade Europa. Su expresión más inmediata, junto al rock&roll, es la costumbre de fumar marihuana.

    Los primeros países europeos sumergidos por la marea de la hierba son Inglaterra y Holanda. No es extraño que allí nazcan los primeros movimientos fantasiosos de la rebelión juvenil, los Provos y el Flower Power.

    En Inglaterra, suceden cosas de todo tipo: la bellísima Marianne Farthfull baila desnuda con los cuatro Rolling Stones en una orgía salvaje que dura toda la noche y culmina con el arresto de Mick Jagger por posesión de hierba. Durante el proceso, varios directores de periódicos, entre los cuales el del International Times, primer periódico undergraund inglés, peligran de ser incriminados por “desprecio de la corte”




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    Enviado por:Mauro Victor González
    Idioma: castellano
    País: España

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