Introducción histórica: el arte Nouveau o Modernismo
Hacia mediados del siglo XIX aparece una corriente que critica la deshumanización que conlleva la difusión de la industria moderna y de sus métodos de trabajo. Se trata de una cierta utopía social que busca de nuevo encontrar los valores humanos del trabajo bien hecho y de la solidaridad entre los hombres.
El modernismo es un movimiento esencialmente esteticista e integrador de las artes. Se pretende que toda manifestación artística responda a un mismo espíritu de reacción formal: arquitectura, mobiliario y objetos de uso, ropa, joyas, etc. Además, se trata de superar la vieja antítesis entre las artes mayores y las menores: la cerámica o el mobiliario tienen ahora la misma importancia que el edificio porque forman parte de él.
Hay también un cierto cariz (aspecto) nacionalista, relacionado con la expresión artística de la nueva burguesía urbana, a pesar de la difusión internacional del este estilo.
En cuanto a los planteamientos arquitectónicos se trata de utilizar los nuevos materiales hasta las últimas consecuencias, no sólo por su utilidad estructural sino también por sus posibilidades expresivas. En lugar de copiar las formas clásicas (columnas, frontones) se busca la inspiración en los procesos y las formas de la naturaleza. Predominan las líneas curvas y una abundante decoración orgánica en muros, barandillas, muebles, etc. Esta admiración por la naturaleza no se limita a la decoración sino también a la planta y a la estructura del edificio, concebido como un organismo vivo y coherente en todas sus partes.
En Europa, dentro del movimiento modernista, pueden distinguirse dos tendencias: un Modernismo “ondulante” que busca referencias históricas (góticas sobretodo) y da énfasis en la emotividad de las creaciones (predomina en Bélgica, Francia y España); y un Modernismo “geométrico”, mayoritario en Inglaterra y Austria, donde predomina la línea recta.
El Modernismo nació en Bélgica y se fue extendiendo rápidamente a lo largo de la década de 1880 por el resto de la Europa occidental.
Víctor Horta
La figura clave en el nacimiento del Modernismo fue el belga Víctor Horta (Gante, 1861-Bruselas, 1947). Estudió en Gante y en Bruselas. Fue alumno y colaborador de A. Balat. Su primer trabajo independiente fue un grupo de tres inmuebles en Gante.
En 1892-1893 construyó la casa Tassel en Bruselas, el monumento más representativo del modernismo. No obstante, su estilo alcanzó la plena madurez con la casa Solvay, también en Bruselas (1895-1900). Con posterioridad, construyó, en la capital belga, la Casa del Pueblo (1896-1909) y los almacenes La Innovación (1901) utilizando como materiales básicos el hierro y el cristal. Tras una estancia en EEUU, su estilo se orientó hacia el clasicismo (palacio de Bellas Artes de Bruselas, 1922-1928).
Descripción de la obra
El edificio es una casa en hilera, levantada en un solar estrecho y alargado entre paredes mediadoras y, por tanto, poco apropiadas para la innovación espacial. A pesar de ello, el uso de soportes de hierro permite eliminar los muros de carga y, por tanto, disponer de un espacio claro que se pueda distribuir con libertad. Una de las principales novedades es que la estructura de hierro no se esconde con otros materiales más tradicionales, sino que se muestra con total sinceridad.
También es muy innovadora la decoración de formas sinuosas (ondulantes) de inspiración vegetal. Destaca el vestíbulo octogonal que da paso a la escalera, al pie de la cual se alza una columna de hierro exenta, con una serie de ramificaciones en la parte superior, como los tallos de una parra, que forman el soporte de las vigas de hierro.
También es de hierro la barandilla de la escalera, a base de líneas ondulantes entrelazadas que repiten los motivos de la decoración mural y del pavimento.
El hierro, la piedra y el vidrio se combinan en una fachada convexa que resalta el gran tramo central de ventanas.