Es un ser a medio hace, un puente entre bestia y el superhombre, un paso o tránsito de la pura animalidad a la superhumanidad. He aquí su destino.
Es un ser indeterminado, híbrido, mezcla de animalidad y humanidad. En su recorrido evolutivo poco ha sido lo alcanzado.
Es un animal fundamentalmente defectuoso; es como una enfermedad en el universo, pues es el único animal que todavía no ha llegado a consolidarse. El vivir humano comporta un grave riesgo: o se vence al hombre mediante la superación, o se vuelve a la animalidad primitiva.
Pero el hombre, a diferencia del animal, está vuelto al futuro. Concibe ideales, metas, destinos:
El ideal estético
El ideal científico
El superhombre
El superhombre
Es el amor a la vida, el sentido de la tierra. El hombre debe superarse para transformarse en superhombre a través de la voluntad de poder. Esta voluntad, al igual que la vida, tiende a la expansión, al dominio. El proceso evolutivo de la especie humana tiende a la producción de individuos fuertes y superiores.
El superhombre es un ser superior, libre de valores pasados, autónomo, agresivo, legislador. Él es su propia norma porque está más allá del bien y del mal. El superhombre es voluntad de dominio, voluntad creadora de valores nuevos. Por último, el superhombre representa el fin supremo de la humanidad; la vida que conduzca a él será ascendente y la que le aparte será antinatural, descendente, decadente y disgregadora.
El sentido de la superación del hombre para devenir en superhombre, viene dado por el hecho de que el hombre ha de expulsar de su interior a Dios
La patología de la cultura nihilista
La crítica que Nietzche hace a la cultura occidental, puede sintetizarse en una sola palabra: decadencia.
Cuando Nietzche habla de una cultura decadente se refiere a algo muy distinto. La decadencia cultural estriba precisamente en separase de la vida como fuente de valores, en abandonarla, en rechazar el fondo dionisiaco que la constituye. Si utilizamos como criterio para establecer la salud de una cultura dada el que promueva los valores vitales dionisiacos parece incuestionable afirmar que la cultura occidental está enferma, ya que en ella esos valores están oprimidos, se cotizan a la baja, se condenan a la destrucción y a la nada.
El síntoma más claro de la decadencia cultural de occidente estriba en que ha instalado como fuente de valores la racionalidad a cualquier precio, aún al alto precio de ahogar todo aquello que no se deja racionalizar: lo corpóreo, lo instintivo, lo pasional... Cuando una cultura privilegia en grado máximo la razón sobre los instintos, tiende a crear un mundo ascendente, que se separa de la realidad sensorial, de la vida, tiende a crear un mundo de ideas, un sistema ideológico de entes absolutos e incondicionales que constituyen un mundo aparte de valores desde el que se disuelve lo instintivo. Ese mundo separado rechaza toda relación con la vida, con lo dionisiaco de donde surge. Lo enfermizo de la cultura occidental está en que promueve valores hostiles a la vida.
En todo proceso vital y asimismo en todo proceso histórico, lo que se gasta tiene que caer para no impedir el despliegue del germen vital nuevo. Lo peligroso es mantener enquistado lo viejo caduco a costa de impedir nuevos modos de vida creadores. Pero lo propio de la cultura nihilista es resistirse con uñas y dientes a que desaparezcan sus propios valores, ya gastados, y busca la manera de cegar la fuente de nuevos valores. Quiere perpetuarse como es y garantiza su perpetuación aprisionando la vida y la creatividad con todo tipo de recursos, en especial con el recurso a la razón.
Nietzche señala diferentes hitos en la historia de dicha decadencia:
*Crítica a la filosofía:
Sócrates es el prototipo del griego decadente, el responsable máximo de la decadencia occidental, en la que nos ha metido a todos, empezando por su discípulo Platón. Las razones que Nietzche esgrime para aplicar ese calificativo a Sócrates son varias:
Era plebeyo y además feo (entre los griegos la fealdad era como una negación de la condición de griego puro), era un signo de decadencia.
Era un monstruo de la maldad, un criminal. “Su fealdad corporal era el signo de la maldad del alma”
Pero sobre todo era decadente por su gusto por la dialéctica. Para el griego noble era de mal gusto discutir. Si algo necesitaba ser probado es que no valía. Sócrates, en cambio utiliza la dialéctica no sólo para hacerse respetar sino que hace que los griegos se aficionen a ella. Y con la dialéctica se impone lo fanático a la razón en la cultura griega
*Crítica a la moral:
Los planteamientos platónicos suministran un marco perfecto para que dentro de él se desarrollaran las ideas judías y cristianas acerca de un Dios trascendente y único, de un más allá escatológico y de una moral ascética. Para Nietzche, entonces, tanto el judaísmo como el cristianismo son formas de culturas decadentes porque son hostiles a la vida, a lo pasional, a lo dionisiaco. En el fondo de sus teorías religiosas o de sus valores morales anida también el resentimiento, la envidia, el odio a los que quieren vivir la vida a rompe sin trabas ni ataduras. Por eso se invierten los valores de la moral presocrática, de la moral de los hombres nobles, fuertes y superiores. Los miserables son ahora los buenos. Así queda sustituida la moral heroica y aristocrática de los primeros griegos. Las almas plebeyas han conseguido dominar, gracias a los artilugios de la razón, a las almas de los nobles. Una vez más ha triunfado la dialéctica frente a la vida.