Alejandro III el Magno (el grande) vino al mundo en Pela (capital de Macedonia). Su padre fue el rey Filipo II de Macedonia y de Olimpia. Se cree que estuvo relacionado en la muerte de su padre y con su madre mantuvo una relación amor/odio muy intensa.
Fue educado como príncipe heredero y desde sus primeros años recibió una sólida formación atlética y militar. A los 14 años fue puesto bajo la tutela del sabio Aristóteles quien continuó con la educación griega que estaba recibiendo e impulsó su interés por diversos ámbitos del conocimiento como la geografía, la medicina, la poesía, la zoología y la botánica. Fue valiente y generoso pero también cruel y despiadado cuando la situación política, según su opinión, lo requería. Sus hazañas militares lo elevaron a la categoría de mito y, en algunos momentos, se le emparentó con las divinidades griegas.
Muy pronto, su padre lo asoció a tareas del gobierno nombrándolo sustituto. Hasta dirigió la caballería macedónica en la batalla de Querona. Con 18 años ganó su primera batalla importante.
Después de la muerte de Filipo II, Alejandro Magno heredó el reino de su padre cuando solo tenía 20 años. Toda la Grecia sometida por Filipo se alzó en armas, pero Alejandro dio pruebas de su fuerza militar: tomó y destruyó Tebas, y se hizo nombrar general de los griegos, título que ya había ostentado su padre.
Consolidado así el predominio macedónico, Alejandro quedaba libre para empezar la guerra contra Persia. Con 23 años, Alejandro; derrotó al Gran Rey de Persia (Darío III) . Su imperio se extendía hasta el valle del Indo por el este y hasta Egipto por el oeste donde fundó la famosa ciudad de Alejandría.
Cuando todo el imperio persa cayó en sus manos, Alejandro adoptó el tipo de corte y la condición de un príncipe oriental, factor que provocó una violenta oposición entre el grupo de sus generales macedonios, y una conjura contra él, resuelta con la ejecución de uno de sus generales, Parmenio.
Al sentirse halagado por la sumisión de los persas y por su elevación a personaje de rango divino como “gran rey”, prefirió la continuación de la política tradicional persa en lugar de continuar con su idea primitiva, y mientras su ejército y todos los griegos consideraban cumplido su deber de destruir al enemigo ancestral, Alejandro se decantó por llevar la conquista a territorios situados más al oriente.
Como político y dirigente tuvo el gran proyecto de unificar Oriente y Occidente en un imperio mundial. Hizo que unos 30000 jóvenes persas fueran educados en la lengua griega y en las técnicas militares macedónicas. Fundó unas 70 ciudades, por todo el imperio, destinadas no sólo al ejército, sino a ser centros de difusión de la cultura griega. El griego se convirtió, entonces, en lengua universal.
Con sus acciones extendió ampliamente la influencia de la civilización griega y preparó el camino para los reinos del periodo helenístico y la posterior expansión de Roma.
A Alejandro nunca le gustaron las mujeres, se casó con dos; pero por motivos políticos: conseguir un heredero para su inmenso imperio. La primero vez se casó con Roxana, una princesa sogdiana; y la segunda con Estateira, la hija de su enemigo el Gran Rey de Persia Darío III; a la vez que su gran amor Hefestión se casaba con la hermana de Estateira. Alejandro conoció a Hefestión (hijo de un príncipe macedonio) en la academia que Aristóteles creó cerca de Pella por orden del rey Filipo. Ambos tenías quince años, y parece ser que hubo un gran flechazo instantáneo entre ellos. Hefestión fue único y gran amor. Hefestión era alto, rubio, guapo, fuerte, un gran estratega, irresistible para las mujeres. La muerte de Hefestión en Ecbatana fue una tragedia para Alejandro. Pero apenas un año después murió él en Macedonia.
Alejandro Magno es recordado como bello, sabio, audaz, intrépido, afortunado, glorioso. Destinado a morir joven y a que todo el mundo hable bien de él para siempre. Era un hombre que en sus 32 años de vida cambió la faz de la tierra, difundió la lengua y la cultura griega por todo Oriente.