Filosofía
Marcuse
TEMA 7. LA ESCUELA DE FRANKFURT. MARCUSE.
CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA ESCUELA DE FRANKFURT
MARCUSE Y LA ESCUELA DE FRANKFURT
MARCUSE Y LA TEORÍA CRÍTICA
Un grupo de intelectuales alemanes con el fin de investigar en común aspectos importantes de la sociedad de su tiempo fundaron en 1923 en Frankfurt el Instituto de Investigación Social. Destacan entre dichos intelectuales Horkheimer, Adorno y Marcuse.
Al subir los nazis al poder el Instituto se traslada a la Universidad de Columbia en Nueva York iniciándose el periodo americano de la Escuela. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, parte de los miembros de esta Escuela regresan a Frankfurt pero otros se quedan en EE.UU. A partir de los años 60 surge otra generación cuyo máximo representante es Habernas.
Entre los rasgos que caracterizan el pensamiento de la escuela de Frankfurt destacan:
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Centran su investigación en la sociedad industrializada actual tanto liberal como socialista, para denunciar sus males. Critican los sistemas políticos que son democracias aparentes y los aspectos económicos que llevan a la explotación de los hombres y a la destrucción de la naturaleza.
Marcuse denunciará los problemas de la sociedad americana de su tiempo pero también rechazará el totalitarismo ruso, que es tan represivo como la sociedad capitalista pero más pobre.
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La mayoría de los miembros del grupo eran judíos y por tanto víctimas de la persecución nazi, de ahí su solidaridad con la humanidad que sufre silenciosamente y su deseo de salvarla.
Marcuse es también judío y se pone al lado de los proletarios, habla de liberación y señala los males de la sociedad para que tomemos conciencia y tratemos de transformar esa sociedad pero no hace un proyecto concreto de cambio.
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Recibe una fuerte influencia de Hegel y Heidegger, pero sobre todo de Marx y Freud. Rechaza sin embargo algunos aspectos esenciales de estos pensadores. Así rechaza de Marx la primacía de la infraestructura económica y la lucha de clases como motor de la historia, dos puntos esenciales del marxismo. De Freud rechazará que la represión de los instintos sexuales sea básica y necesaria para el funcionamiento de la sociedad. Conservan la filosofía de la cosificación del hombre y la necesidad de praxis liberadora.
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Marcuse el marxista heterodoxo, mantiene el trabajo como alienación ya que el capitalismo se basa en el robo al trabajador. Rechaza la propiedad privada de los medios de producción para poder implantar la libertad individual y un sistema de vida más humano. Acepta el socialismo y el eurocomunismo e incluso participó en la praxis revolucionaria.
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Aceptan el ideal de progreso guiado por la razón como los Ilustrados, pero proponen aprovechar los recursos naturales en beneficio del hombre e implantar un nuevo orden social en el que prevalezcan los ideales de libertad y justicia para que el hombre pueda ser feliz. Rechazan la razón instrumental o dominadora presente en la civilización occidental y que sólo buscan conocer la naturaleza para dominarla. Este afán dominador del hombre ha sido el auténtico motor de la historia y el causante de todos los males de la humanidad porque nos ha llevado a la cosificación total de la realidad y del hombre.
Marcuse buscará una sociedad más racional que permita el tiempo libre y que valore todos los fines de la vida humana y no sólo el bienestar económico.
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Llama a su forma de hacer análisis social, teoría crítica para distinguirla de la teoría tradicional que era contemplación desvinculada de la praxis y justificaba el orden social existente.
La teoría crítica nos dice:
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No existe imparcialidad, toda teoría está sustentada en intereses. La objetividad que pretende la teoría tradicional sólo sirvió para ocultar intereses ideológicos.
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Toda teoría está determinada por mediaciones históricas, sociales y económicas.
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Toda abstracción deforma la realidad. Hay que partir de la realidad como un todo.
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No se puede ser científicamente neutral en los juicios de la razón. Hay que estar al servicio de la emancipación del hombre y elaborar teorías que puedan derivar en praxis liberadora.
2. VIDA Y OBRA
Horbert Marcuse nació en Berlín en 1898 de familia judía. Ingresó en el Instituto de Investigación Social. Al subir Hitler al poder abandonó Alemania y vivió en Francia, Suiza y luego se marchó a Estados Unidos donde fue profesor de varias universidades. Se quedó definitivamente en América estudiando fenómenos sociales característicos de los países industrializados avanzados. Trabajó para la reconstrucción de Alemania. Murió en 1979 en la República Federal Alemana.
OBRAS
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Razón y Revolución
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El marxismo soviético
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El final de la utopía
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La dimensión estética
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Eros y civilización
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El hombre unidimensional
Estas dos últimas son las más importantes por su repercusión en la juventud y en las revueltas estudiantiles de los años 60.
3. LA TEORÍA DE LOS INSTINTOS
El punto de partida de Marcuse es la tesis de Freud de que el fundamento de la civilización es la represión de los instintos primarios del hombre.
Freud considera que existen dos instintos básicos en el hombre: Eros y Tánatos. Eros es el instinto de la vida, el deseo sexual en sentido amplio. Tánatos que en griego significa muerte es el complementario y contradictorio de Eros y supone las tendencias autodestructivas o destructivas sin más. Ambos van indisolublemente unidos.
Estos instintos forman el ello que se rige por el principio del placer. El mundo instintivo es un mundo de libertad y placer.
Toda vida social limita, reprime el instinto sexual. Para Freud esto es inevitable y necesario ya que la felicidad, ni siquiera la derivada de la satisfacción sexual, no es un valor último. La sexualidad debe subordinarse al trabajo, a la reproducción monogámica y a las leyes del orden social. Abandonados a sí mismos, los instintos lo destruirían todo.m
A partir de esto Freud explica el origen del arte y del trabajo creativo como sublimación de los instintos sexuales. A esto le llama Freud principio de realidad. El yo es la parte del psiquismo que permite adoptar el ello al mundo e impone el principio de realidad. De este modo no es posible según Freud una civilización no represiva. Cuanta más civilización más represión.
Marcuse acepta gran parte de las teorías de Freud respecto a la vida psíquica y a la sexualidad pero cree que Freud confundió lo biológico con lo histórico y presentó como necesario lo que sólo es necesario en una época histórica determinada.
Marcuse hace una crítica a las teorías de Freud introduciendo nuevos conceptos: sobrerrepresión y principio de rendimiento.
Para Marcuse existiría una represión fundamental inevitable para el mantenimiento de cualquier civilización. Pero a esta represión fundamental se añade con frecuencia especialmente en nuestra época un plus de represión a lo que Marcuse llama sobrerrepresión.
Esta sobrerrepresión tendría por finalidad encauzar la energía sexual hacia el trabajo siguiendo el principio de realidad. A esta forma que en nuestra época aplica el principio de realidad le llama Marcuse principio de rendimiento. En la época actual todo se orienta hacia la ganancia, hacia la competencia, hacia la expansión. Como consecuencia el instinto sexual se orienta hacia actividades sexualmente útiles.
En el ámbito de la sexualidad la organización represiva se expresa en la subordinación de los instintos eróticos parciales a la genitalidad procreadora. Todo lo que no apunta a la procreación se vuelve tabú con el nombre de perversión.
El principio de rendimiento en el que opera esta transformación y la represión es tanto mayor cuando el individuo no se da cuenta de ella al presentarse bajo la forma de una supuesta racionalidad.
El instinto de muerte no está sometido a control. La sociedad lo utiliza por medio de la desviación, y así desvía la agresividad hacia el mundo exterior que trata de dominar. De este modo la canalización de la destructividad es un factor del progreso tecnológico.
Para Marcuse esta canalización de la destructividad y el control del instinto sexual tienen sentido en tiempos de escasez pero no en las sociedades industriales desarrolladas, en las que se mantiene por motivos de dominio político. Las sociedades industriales desarrolladas tienden a controlar las conciencias a través de una serie de circunstancias.
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Desaparece la oposición interna: los partidos políticos tienen todos el mismo mensaje. Sólo discrepan en cuestiones marginales.
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Hay libertad de prensa, pero todos los periódicos destilan los mismo valores.
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Aumenta el nivel de vida pero también los controles de todo tipo.
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El sistema absorbe a todos los desidentes. Los individuos se vuelven estandarizados, intercambiables, piensan y actúan igual.
Al mismo tiempo, el individuo vive esta situación como algo puramente racional, se siente satisfecho en ella. De aquí nace la conciencia feliz en la que ya no existe sentimiento de culpa. La muerte por hambre de multitud de niños, los crímenes contra la humanidad, las guerras, los campos de concentración nos tienen sin cuidado. Es la felicidad derivada de la unidimensionalidad cultural y la anestesia general. La clase gobernante nos hace ver lo que ellos quieren como quieren (anestesia).
4. CRÍTICA A LA SOCIEDAD ACTUAL O INDUSTRIAL
En 1964 escribe Marcuse Hombre Unidimensional en la que hace una crítica muy completa de la sociedad industrial avanzada inspirándose en la norteamericana.
El rasgo característico de la sociedad industrializada actual es su carácter totalitario en el sentido de que los intereses económicos y políticos del sistema absorben de tal forma la totalidad de la vida colectiva que impiden cualquier tipo de oposición. Este tipo de sociedad es una sociedad cerrada cuyo objetivo es automantenerse y mantener un sistema de dominio clasista y una forma irracional de enfrentarse a la naturaleza destruyéndola.
El hombre que vive en esta sociedad es también unidimensional. Está plenamente integrado en el sistema, no tiene conciencia de su alienación, por tanto tampoco posibilidad de oposición.
A pesar de la apariencia de pluralidad, los individuos son cada vez más iguales, más uniformes. Se encuentran cada vez más integrados en el sistema que les ofrece un creciente aumento del nivel de vida, la posibilidad de satisfacer todas las necesidades generales por el sistema imprescindible para ser feliz.
Así a través del consumo y bienestar se perpetua la dominación y alienación del hombre en unas proporciones nunca vistas en la historia. El individuo al asumir como propias las necesidades y aspiraciones del sistema queda totalmente sometido a él y además no se da cuenta de esta situación. Así buscando el progreso material y mejorar el nivel de vida aumenta cada vez más la amenaza de aniquilación total ya que cuanta más capacidad productiva más capacidad destructiva (armas atómicas, químicas, adulteraciones de todo tipo...)
Bajo una apariencia de racionalidad que justifica el sistema (aumento de confort, avances científicos, democratización, tolerancia moral...) late la más absoluta irracionalidad (alienación, destrucción de la naturaleza, guerras, manipulación política...).
La actividad artística, el poder político, el lenguaje, la filosofía y la ciencia, todo se dirige para domesticar y anular la crítica, para borrar de la conciencia la posibilidad de una sociedad mejor. Se renuncia a lo posible, a lo utópico, a lo que debe ser para ceñirse a lo actual, a lo establecido, a lo que es. Aquí está el carácter unidimensional de la sociedad actual, frente al bidimensional de la sociedad preindustrial.
A. EL ARTE ES UNIDIMENSIONAL
El arte es unidimensional pues su dimensión estética ya no es rechazo y denuncia de la realidad social. Sus héroes ya no pertenecen a mundos imposibles ni expresan la represión del sistema (Romeo y Julieta), sino que son “rarezas” que se venderán a gran escala y con su consumo masivo pierden la fuerza de protesta y negación.
B. EL PODER POLÍTICO ES UNIDIMENSIONAL
El poder político es unidimensional también. En las democracias occidentales la vida política se organiza cada vez más en torno al bipartidismo, acallándose otras voces y entre los dos partidos mayoritarios las diferencias son cada vez menores. Todos aceptan el sistema establecido y no se lucha por un sistema mejor.
C. EL LENGUAJE ES UNIDIMENSIONAL
Los medios de comunicación utilizan e imponen un lenguaje anticrítico que se convierte en un instrumento de control. Las palabras se repiten machaconamente pero su significado se reduce e impone (paz, libertad, democracia, justicia...). Proliferan las siglas que cierran el significado y evitan preguntas embarazosas. Los significados opuestos se reconcilian (radiación inofensiva, operación bélica limpia, guerra justa...). Es un lenguaje hipnótico, sugerente, que impone imágenes. Así se pasa por alto la protesta y la mentira se disfraza con apariencia de verdad.
D. LA CIENCIA ES UNIDIMENSIONAL
La ciencia es unidimensional ya que toma a la naturaleza y al hombre como una cosa a dominar y la tecnología se emplea para manipular al individuo y mantener una sociedad jerárquica basada en la explotación.
E. LA FILOSOFÍA ES UNIDIMENSIONAL
La filosofía es unidimensional y contribuye a consolidar el sistema establecido. El positivismo, la filosofía analítica, al limitarse al análisis de lo que hay dejan todo como está y pierde su función transformadora. Permiten al hombre adaptarse al ambiente y sociedad en que vive, pero le incapacita para el pensamiento dialéctico. No le permite el “anticonformismo inteligente”. No le permite hacer un análisis crítico de la sociedad en que viven buscando su transformación, y ésta es precisamente la misión de la filosofía para la Escuela de Frankfurt.
5. LA PACIFICACIÓN DE LA EXISTENCIA
Ante el panorama de la sociedad, ciencia, arte y hombre unidimensional, Marcuse presenta un proyecto alternativo, una reconciliación de los hombres entre sí y con la naturaleza. Este proyecto es la pacificación de la existencia, que exige la negación total del sistema: “el gran rechazo”.
La utopía de Marcuse, una sociedad que permita el placer y la satisfacción de los instintos, el tiempo libre para actividades lúdicas..., no supone medios técnicos diferentes a los de la sociedad capitalista ni tampoco una forma política determinada sino sólo una transformación social que a partir de la educación prepare al hombre para vivir de otra manera y valorar otras cosas (las auténticas necesidades).
Las condiciones para que este cambio social se realice existen y parten del mismo desarrollo tecnológico orientado ahora hacia la liberación y no hacia la dominación.
El problema radica en quien será el agente del cambio, tras la rendición de la clase obrera que se ha integrado en el sistema y sólo se preocupa de su nivel de vida. Es necesario una agente que tenga voluntad y capacidad para llevar a cabo el cambio. La esperanza de Marcuse está en aquellos colectivos marginados que aún no han sido absorbidos por el sistema y no tienen nada que perder con su caída (feministas, ecologistas, homosexuales, negros, estudiantes, trabajadores del Tercer Mundo...). Ellos son los que pueden llevar a cabo la negación revolucionaria del sistema en la que la violencia estaría legitimada por el fin propuesto: la liberación.
6. MARCUSE, FILÓSOFO DE LA REVELIÓN JUVENIL
Marcuse se convirtió en líder de las juventudes europeas de los años 60. Los jóvenes alemanes le siguen. En Francia Marcuse fue promocionado por los medios de comunicación y pasó a ser el teórico de las generaciones del “mayo francés del 68” (minirrevolución montada por los estudiantes a los que sólo más tarde se unirían los sindicatos de filiación comunista). También se da el ejemplo para la “nueva izquierda norteamericana”.
En sus obras Tolerancia Represiva (1967) y Ensayo sobra la liberación (1969) habla de que la represión está generalizada y encarnada en el ejército y policía; la tolerancia sólo se aplica a algunos y así pronto peligrará la paz, la libertad y la felicidad. Insiste en que la sociedad es injusta, produce abundantes bienes para algunos y sólo lo necesario para otros.
Sin embargo, la vieja izquierda, así como otros filósofos critican la manera de ver la realidad y la sociedad de Marcuse y la juventud, los estudiantes, que tanto le habían aclamado buscaron pronto otros ídolos.
Por otra parte, los problemas y rupturas de los partidos comunistas a nivel internacional produjeron un cambio en los movimientos sociales europeos y el propio Marcuse, al final de su vida, aumentó su credibilidad en la izquierda socialista y eurocomunista.
FILOSOFÍA 1999/2000
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