Filosofía y Ciencia


Ilustración


Filosofía de la Ilustración.

  • características generales de la Ilustración

  • La Ilustración.

    La Ilustración, cronológicamente, abarca el siglo XVIII, también llamado "siglo de las luces". Aunque las ideas no son las mismas en todas las naciones europeas, se puede admitir que el momento más álgido de la Ilustración, acontece con la publicación de "La Enciclopedia" a mediados de este siglo, y esta efervescencia cultural, es diseminada por Europa, a través del llamado Despotismo ilustrado. ("Todo por el pueblo pero sin el pueblo".)

    La Ilustración supone un cambio del centro cultural, si hasta ahora la vida cultural se había desarrollado en el Mediterráneo, a partir de ahora, se traslada al Canal de la Mancha.; así, mientras Inglaterra, es considerada como lugar de origen del movimiento ilustrado, con la Revolución de 1688, en Francia nos encontramos con la "disputa de los antiguos y los modernos", que culmina con la idea de progreso sobre cualquier época pasada y con una cruzada contra el absolutismo monárquico que va a culminar con la Revolución Francesa de 1789. Y en Alemania (Prusia), la Ilustración tendrá el nombre propio de Federico II "el rey ilustrado" que incorporará a la legislación los logros de la Ilustración y será profundamente admirado por Kant. Sin embargo, en España e Italia, el movimiento Ilustrado apenas si tuvo fuerza, y sólo podemos nombrar a Vico y Beccaria en Italia, y a Jovellanos, Feijóo y Capmany en España.

    La nueva epistemología.

    El conocimiento del mundo, va a sufrir una profunda modificación con la aparición del sistema newtoniano. Su visión del mundo, basada en la aplicación de las matemáticas al estudio del universo, hace que todos los fenómenos se expliquen por medio de materia y movimiento. Se llega así a una visión unitaria del mundo físico que trata de implantarse en todos los campos del saber, así, aparece en "El Hombre Máquina" de La Mattrie, la concepción mecanicista del hombre.

    De esta manera, los planteamientos de Locke, Newton y Hume sobre la epistemología parecen haber triunfado sobre los criterios cartesianos; pero eso no es exactamente así, sino que a lo que se llega es a una posibilidad de conjunción de ambos pensamientos. Al empirismo inglés, se le une el rigor del deductivismo cartesiano, que se ve obligado a abandonar la teoría de las ideas innatas. Ahí radica la raíz del espíritu crítico ilustrado, en esta sabia combinación empirismo-racionalismo. De esta asociación, se desprende una crítica dura a la metafísica tradicional y una defensa de la tolerancia, a la vez que una lucha contra el dogmatismo en cualquier faceta de la actividad humana puesto que perciben la provisionalidad de los frutos del pensamiento.

    Pensamiento ilustrado y religión.

    Si retrocedemos en el tiempo, diremos que en el siglo XVI se produce la gran crisis del cristianismo occidental, con La Reforma. Este ambiente de guerras religiosas, lleva al desprestigio de las mismas. En el siglo XVII, con los viajes que hace la humanidad, llegan noticias de otros pueblos, tales como el Chino, que aún careciendo de religión revelada, tienen una moral sólida. Todos estos condicionantes llevan a cuestionar la validez universal de la religión cristiana y de su moral. Surge así, la tolerancia religiosa, como una necesidad impuesta por la razón. Hasta este momento, la religión desataba intransigencias que desembocaban en conflictos bélicos.

    En una declamación que consta de catorce volúmenes, titulada Historia del Bajo Imperio, escrita por Le Beau, acabo de leer las siguientes palabras: «Los cristianos tenían una moral; los paganos no la tenían.» ¿Dónde habrá aprendido semejante disparate el citado autor? Acaso no es moral la de Sócrates, la de Zeleuco, la de Charondas, la de Cicerón, la de Epícteto y la de Marco Antonio? Moral sólo hay una, señor Le Beau, como no hay más que una geometría. A esto se me objetará que los hombres desconocen la geometría. De acuerdo, pero todos los que se aplican a estudiarla tienen una opinión unánime sobre ella. Los agricultores, artesanos, artistas no han estudiado ningún curso de moral, ni han leído el De Finibus de Cicerón, ni la Ética de Aristóteles, pero cuando reflexionan, sin saberlo, son discípulos de Cicerón. El tintorero hindú, el pastor tártaro y el harinero de Inglaterra, saben lo que es justo e injusto. Confucio no inventó sus reglas de moral como se inventa un sistema filosófico, sino que las encontró grabadas en el corazón de todos los hombres.

    La Ilustración, es una lucha por la tolerancia y el antidogmatismo. Así, en el "Tratado Teológico Político" de Spinoza, nos insta a que cada uno, en un ejercicio de libertad individual, imagine y honre a Dios según su propia naturaleza. Y a través de ese ejercicio, se puede conservar la paz y la piedad de un estado. Semejantes planteamientos se desprenden de Locke, con su "Carta sobre la Tolerancia". Y es que comienza a defenderse en toda Europa la idea de convivencia pacífica de todas las religiones.

    La religión es objeto de estudio por parte del conocimiento humano, la religión es sometida a la luz de la razón. Este ambiente, lleva al intento de alcanzar una religión natural, se pretende llegar a alcanzar los elementos esenciales de la religión anteriores a toda teología, para construir con ellos una religión que esté de acuerdo con la razón, a la vez que quede limpia de dogmas. Uno de los frutos de esta juicio a la religión es que la Biblia queda desautorizada como fuente de conocimiento científico definitivamente.

    Esta nueva consideración de la religión, supone una reducción de su estatus, que se va diluyendo en el papel de ser una ideología, o una fuerza más de las integradoras de la sociedad.

    Prejuicios religiosos. Si la nodriza os cuenta que Ceres proporciona una buena cosecha de trigo, o Visnú o Xaca se encarnaron varias veces, o Sammonocodom vino al mundo a talar su bosque, o que Mahoma o cualquier otro hizo algún viaje al cielo, y luego el preceptor viene a reforzar lo que la nodriza dijo, ya no se os borrará de vuestra imaginación en toda la vida. Vuestro raciocinio trata de rechazar tales prejuicios, pero si vuestros conciudadanos y sobre todo conciudadanas, os dicen a voz en grito que sois impío, os asustaréis; vuestro derviche, temeroso de que vais a disminuir sus ganancias, os denunciará ante el cadi; el cadi, si puede, mandará que os empalen porque desea mandar a tontainas que son los que obedecen mejor, y esta tragicomedia durará hasta que vuestros conciudadanos, el derviche y el cadi comprendan que la tontería es una cosa inútil y la persecución algo abominable. Voltaire

    Nuevos valores.

    La Ilustración, es un momento en que surgen nuevos valores y caen otros en el olvido. Si antes se escribían con mayúscula: Dios, Iglesia, Autoridad, Biblia, ahora ese estatus va a caer sobre: Hombre, Civilización, Naturaleza, Progreso. Así se presentan los grandes ideales que se localizan en el horizonte de la mentalidad ilustrada.

    Progreso. Tiene su origen en el desarrollo de la conciencia histórica. En la historia se observan una sucesión de etapas que presentan siempre una recurrencia a los mismos hechos, guerras, violencia; cuyas causas hay que buscarlas en factores irracionales, como la intolerancia. Frente a ello, el progreso de la historia lo interpretan como un proceso de racionalización constante; que de alguna manera es una respuesta a la "Disputa entre los antiguos y los modernos".

    El progreso es planteado como algo que compete a cada hombre que así puede liberarse de la superstición religiosa, y del gobierno irracional. Esta idea va unida a la de educación o iluminación en el terreno moral o social. El hombre ha de ser educado en libertad y tolerancia, así se construye un hombre y una sociedad acorde con la razón.

    La idea de progreso determina el sentido de la historia y muestra que el trabajo individual repercute en toda la humanidad.

    El concepto humanidad parece estar relacionado con el proceso de secularización que tiene lugar en el siglo XVIII. Es el concepto en el que culmina el antropocentrismo ilustrado que atraviesa este siglo. El hombre, rige y ordena el mundo, la humanidad se convierte en lugar de realización del hombre. Los logros del hombre, ya no son fruto de "un hombre", sino de "el hombre"; y repercuten en todos los hombres. Este concepto de humanidad parece reivindicar un nuevo humanismo, un devolver al hombre las riendas de sí mismo, que antes estaban en manos de Dios.

    La naturaleza parece ser definida en estos momentos como el reino de la necesidad, es decir un ámbito regido por leyes determinadas a las que el hombre sólo puede dominar conociéndolas y obedeciéndolas. Frente a la naturaleza, estará colocada la civilización como marco del desarrollo de la vida del hombre, escenario de los nuevos valores culturales y sociales.

    La razón.

    Toda lucha de la Ilustración, parece llevar la marca de la razón. Pero la razón es entendida de un modo distinto en esta época. La razón se hace autónoma, se deja a un lado la idea de que se encuentra sometida a una instancia superior de la cual era un mero reflejo (conocimiento de Dios). La razón, a partir de ahora se basta a sí misma. La concepción de razón como sustancialidad pasa a un segundo plano, ahora, lo fundamental de la razón es ella misma.

    Prejuicios. Prejuicio es admitir una opinión sin haberla antes juzgado. De esta forma, en todas las partes del mundo inspiramos a los niños las opiniones que queremos antes que puedan juzgarlas (...) Nuestros padres nos han dicho que debemos inclinarnos ante él y le respetamos antes de saber si merece nuestro respeto. Crecemos en edad y en conocimiento, nos percatamos de que ese hombre es un charlatán, interesado y orgulloso, y entonces despreciamos al que respetábamos ayer y el prejuicio sucumbe con nuestro juicio. Creíamos por prejuicio las leyendas que nos contaron meciéndonos en la cuna: que los titanes combatieron a los dioses y que Venus se enamoró de Adonis. A los doce años tomamos esas leyendas por verdades, pero cuando cumplimos veinte las consideramos como ingeniosas alegorías. Voltaire.

    La razón, así entendida como capacidad humana, ha de estar por un lado vinculada a la experiencia, que es quien le aporta los contenidos y por otro lado la razón se hace crítica, pretende analizar, clarificar cualquier dominio humano que afecte al hombre por medios puramente discursivos; es decir posibilitar el ejercicio del principio de la Ilustración. La tolerancia.

    Si un intolerante se explicara claramente sobre lo que él es, ¿qué rincón de la calle no se le cerraría? Diderot.

  • Historia y progreso en el pensamiento ilustrado

  • Progreso

    La idea de progreso, hemos dicho tiene su origen en el desarrollo de la conciencia histórica. En la historia se observan una sucesión de etapas que presentan siempre una recurrencia a los mismos hechos, guerras, violencia; cuyas causas hay que buscarlas en factores irracionales, como la intolerancia. Frente a ello, el progreso de la historia lo interpretan como un proceso de racionalización constante; que de alguna manera es una respuesta a la "Disputa entre los antiguos y los modernos".

    El progreso es planteado como algo que compete a cada hombre que así puede liberarse de la superstición religiosa, y del gobierno irracional. Esta idea va unida a la de educación o iluminación en el terreno moral o social. El hombre ha de ser educado en libertad y tolerancia, así se construye un hombre y una sociedad acorde con la razón.

    La idea de progreso determina el sentido de la historia y muestra que el trabajo individual repercute en toda la humanidad.

    Bury, es el primer historiador que analiza este nuevo concepto que aparece como eje de la historia en la Ilustración, y nos dice que la idea de progreso humano es una teoría que entraña una síntesis del pasado y una profecía del futuro. Síntesis de pasado, porque cada hombre es un resumen del esfuerzo de todos los hombres anteriores. Todo lo que han conseguido generaciones y generaciones de hombres aparece concentrado en todos y cada uno de los hombres del presente y es una profecía de futuro porque la historia entiende que los hombres avanzan lentamente en una dirección definida y deseable que es la felicidad general. Y esta aspiración es fruto de la propia naturaleza social del hombre, y no de una voluntad externa (Dios), providencialismo.

    Rousseau parece chocar contra esta idea, puesto que no cree en el progreso y afirma la degeneración del hombre. ("El hombre es bueno por naturaleza, la sociedad lo corrompe") Sin embargo, sí afirma que la educación es un medio para la mejora, para el progreso del hombre.

    Nueva concepción de la historia.

    Con los Ilustrados, una nueva concepción de la historia se abre paso. La preocupación primordial es la purificación de los hechos, liberarla de los mitos, de elementos providencialistas.

    A lo largo del siglo XVII el debate sobre la filosofía de la historia hay que localizarlo entre Descartes y Vico.

    Descartes

    Descartes arremete contra la historia como una disciplina incapaz de alcanzar la verdad y por tanto no podía pretender ser una rama del conocimiento, no podía ser una ciencia. Su crítica la descansa en las afirmaciones siguientes: Evasión histórica por parte del historiador que se convierte en un ser alejado de su propia época. Pirronismo histórico, o sea los relatos históricos no son narraciones fidedignas del pasado. Los historiadores tienen una tendencia a deformar el pasado y presentarlo más espléndido de lo que fue en realidad.

    Vico.

    Vico se propuso como tarea la de formular los principios del método histórico, en "Principios de una ciencia nueva en torno a la naturaleza común de las naciones", donde sostenía que el único criterio de verdad fiable, consiste en haber hecho el objeto que estudiamos. Ahí hay que buscar la rigurosidad de las matemáticas, en el hecho de que sus objetos son ficciones fabricadas por los hombres. De ahí su planteamiento de que la historia sea una ciencia y que entre dentro del campo del conocimiento en contra de lo expuesto por Descartes. La historia no es otra cosa que la obra humana.

    Vico piensa la historia como historia de la génesis y desarrollo de las sociedades humanas y de sus instituciones. Toma como punto de partida de la historia la situación primitiva del hombre, el hombre caído en la naturaleza y que tiende a salir para ascender al estado de civilización, en este camino encuentra Vico que el hombre ha pasado por tres edades:

  • Edad de los dioses. Los hombres que fundaron la sociedad humana eran bestias, necios, dotados de una sabiduría poética que les hizo imaginar tras las fuerzas naturales la acción de dioses terribles y castigadores bajo cuyo temor se fundaron los primeros ordenes civiles.

  • A esta sucederá la edad heroica caracterizada por la vida en las ciudades, regida por la aristocracia y donde se cultivan las virtudes heroicas como la piedad, la templanza, la prudencia y donde la fantasía aún imperaba sobre la razón.

  • Edad de los hombres. Sobre este contexto habrá un progresivo afianzamiento de la razón que se impone como reflexión. Esta es la última y más madura representación de aquella metafísica natural.

  • Voltaire.

    Voltaire quiere tratar la historia como filósofo y considera que la historia se ha desfigurado con fábulas, y que es tarea de la filosofía iluminar a los hombres, o sea ir más allá de un conjunto de hechos para buscar en ellos un significado permanente, dotando así de un significado a las acciones humanas.

    Prejuicios históricos. Damos crédito a la mayor parte de los historiadores sin juzgar lo que refieren, y esta creencia es un prejuicio. Fabio Pictor nos dice que muchos siglos antes de su época, una vestal de la ciudad de Alba yendo por agua con un cántaro bajo el brazo, fue violada y parió a Rómulo y Remo, que fueron amamantados por una loba. El pueblo romano creyó esta leyenda sin parar mientes si en aquella época había vestales en el Lacio, si era verosímil que la hija de un rey saliera de su templo y fuera por agua con un cántaro y si era probable que una loba amamantara dos niños, y el prejuicio quedó establecido. Voltaire.

    Es un empeño por dibujar la historia del espíritu humano, que no es sino el intento de la razón humana por liberarse de prejuicios y erigirse en guía de la vida social del hombre. El progreso de la historia no es sino el resultado cada vez más favorable de esos intentos. La filosofía es el espíritu crítico que se opone a la tradición y que separa lo verdadero de lo falso, es la mano ejecutora del iluminismo, herramienta de la fuerza libertadora de la razón.

    Un monje escribió que Clovis, encontrándose en peligro en la batalla de Tolbiac, juró abrazar el cristianismo si salía con vida. Pero, ¿es natural que en aquel trance pidiera protección a un dios extranjero?, ¿la religión que profesamos no es la que tiene en nosotros más fuerza?, ¿hay algún cristiano que luchando con los turcos no invoque preferentemente a la Santa Virgen que a Mahoma? En esta historieta se añade que una paloma llevó en su pico la ampolla de óleo santo para ungir a Clovis y un ángel trajo el estandarte para conducirle a la victoria; el prejuicio cree todas las paparruchas de esta clase. Quienes conocen la naturaleza humana están convencidos de que los usurpadores Clovis y Rolón abrazaron el cristianismo para gobernar mejor a los cristianos, como los usurpadores turcos se convirtieron a la religión musulmana para gobernar mejor a los musulmanes. Voltaire.

    Voltaire abogó por ocuparse más de la vida cotidiana, artes y adelantos científicos, desterrando la historia exclusivamente política, de guerras y regicidio. Al fin y al cabo, el resultado de una batalla dice bien poco de los pueblos que intervienen en ella.

    Kant, la historia universal

    Kant con un espíritu formado en la Ilustración nos sorprende por la combinación que hace en su planteamiento de las ideas de la Ilustración con las ideas del Romanticismo. Considera que la historia al narrar el curso de las acciones humanas las trata como fenómenos y por tanto como sujetos a leyes naturales. Encuentra que existe un paralelismo entre las leyes de la naturaleza en la ciencia y los planes de la naturaleza en la historia. Esto lo lleva a llamar al plan de la historia "plan de la naturaleza". El propósito de la naturaleza al crear al hombre es el desarrollo de la libertad moral y el curso de la historia humana puede concebirse como la consumación de este desarrollo.

    La esencia del hombre es su razón, lo que le permite aprovechar la experiencia de otros. Por tanto el hombre necesita un proceso histórico donde vivir, lo que convierte a la historia en un progreso hacia la racionalidad. Este planteamiento nos viene a mostrar por qué considera Kant con la Ilustración que la historia pasada es un espectáculo de irracionalidad y afirma una utopía futura de racionalidad.

    Si hasta el momento las distintas concepciones de la historia nos han dado como elemento motor de la historia: la sabiduría humana, el mérito humano, la virtud humana, el bien, el cuidado de Dios sobre el hombre, la providencial sabiduría. Kant abandonará estos dos postulados y buscará el motor de la historia en:

    1/ La maldad de la naturaleza humana, los elementos irracionales e inmorales. Estos hacen imposible la viabilidad de una sociedad estancada y pacífica. Y.

    2/ Un conflicto entre los dos motivos que impulsan la conducta de todo hombre: el motivo social, el deseo de una vida cordial. Y el motivo antisocial, el deseo de dominar al otro y de explotar a los vencidos.

    El descontento resultante de la propia posición en la vida es el resorte que impulsa al hombre a derrocar al sistema social en que vive y es el medio del que se vale la naturaleza para producir el mejoramiento de la vida humana.

    Este movimiento anticipa una época en que el hombre habrá llegado a ser racional, habrá entonces un reinado de paz mediante la creación de un sistema racional. La historia universal es un ideal factible que exige la unión del pensamiento histórico con el filosófico, donde se presupone un plan que viene progresivamente a ser, que se adivina, cuyo fin es la racionalidad y, paradójicamente, es la irracionalidad quien nos llevará inexorablemente a este fin.

    La historiografía de la Ilustración supone un avance importante y por primera vez se le da más importancia a las costumbres y a la cultura que a las batallas o conquistadores, si bien la firme condición progresista de la superioridad del siglo XVIII sobre todos los anteriores, vicia la perspectiva y resta objetividad a la consideración del pasado, cuyas ideas o logros se minimizan o se reducen a simple preparación del aventajado presente. En todo caso, según muchos autores, en este siglo nace la filosofía de la historia, que alcanzará su mayor relieve con Hegel.

  • La idea de contrato en la constitución del estado moderno

  • Locke: proteger los derechos naturales

    Locke, en sus "Tratado del gobierno civil" (1690) nos dice que los derechos naturales del hombre son el derecho a la vida, a la libertad, a la igualdad y a la propiedad privada de aquellos bienes que son el producto de su trabajo. Al igual que sus compañeros de era histórica, nos describe el estado de naturaleza del hombre, al que después compara con el estado social del hombre. El estado de naturaleza, sería:

    Un estado de libertad perfecta por el que pueden los hombres ordenar sus acciones y disponer de sus posesiones y personas como quieran dentro de los límites de la ley de la naturaleza, sin pedir permiso ni depender de la voluntad de otro hombre. Es también un estado de igualdad....

    El estado natural del hombre, no es el de la guerra de todos contra todos, sino la armonía el disfrute de los derechos de cada uno. Sin embargo, este estado de naturaleza, vestido por la paz y la armonía, no se escapa del hecho de que algunos hombres cometen violaciones a la ley natural. Para impedir en este momento que el individuo (o el grupo, familia) dañado, se tomen la justicia por su cuenta, es por lo que hay que pasar a una sociedad civil, y es para ello, para lo que es necesario un pacto.

    El estado nace de un acuerdo entre los hombres para proteger mejor el derecho a la propiedad.

    El paso del estado de naturaleza al civil sólo se puede realizar por consentimiento de los hombres, puesto que estos son primordialmente libres, iguales e independientes. Una vez establecido el contrato, el individuo debe obedecer los poderes de la sociedad políticamente constituida, acatar las leyes, que sumen a través del pacto legitimidad.

    Hobbes. El hombre, un lobo 1588,1679

    El elemento principal el proyecto filosófico de Hobbes es su concepción del estado. La obra emblemática es "El Leviatan".

    Plantea Hobbes que el estado es algo creado por el mismo hombre, algo artificial como una máquina.

    Comienza por hablar del hombre en estado de naturaleza.

    z Todos los hombres son iguales y no tienen necesidad alguna de estar juntos. Todos gozan del mismo derecho natural. Sin embargo, la naturaleza humana, es básicamente pasional, y está movida por dos deseos, un apetito natural y el deseo de autoconservación. Estos dos deseos, unidos a su capacidad de razonar, convierten al hombre en un ser insaciable, cuya finalidad es la búsqueda continua de bienestar, honores y poder. De esta manera, la competencia y la inseguridad rigen el mundo del hombre que vive en permanente situación de guerra de todos contra todos.

    "Homo homini lupus". (....) Con todo ello, es manifiesto que durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los atemorice a todos, se hallan en condición o estado que se denomina guerra: una guerra tal que es la de todos contra todos. (...) En la naturaleza humana encontramos tres causas de discordia: la disputa, la competición y la desconfianza.... Así todos viajan y viven armados.... y no hay condiciones para la industria, ni el comercio ni la convivencia.... por lo que la vida del hombre es solitaria, pobre, embrutecedora, sucia y corta.

    z En consecuencia no hay ni seguridad, ni industria, ni agricultura, ni posibilidad de abastecer las necesidades primarias (situación pre-cultural). No existe aún injusticia porque no hay ley. Si el poder está repartido por igual sobreviene el caos y la guerra.

    z Por todo ello, el pacto social se hace necesario para poner fin a ese caos. El hombre ha de renunciar al derecho natural, a la propia libertad, para garantizar mediante su adhesión a las leyes, su respeto a las mismas, una paz y seguridad social. La vida civilizada nace de la delegación de los derechos de los individuos en una persona soberana. La multitud unidos en una persona. La pluralidad de los hombres deberán transferir todos sus poderes y fuerzas a un sólo hombre o a una asamblea de hombres que pueda reducir todas sus facultades a una sola voluntad, realizándose este pacto por acuerdo de cada hombre con cada hombre.

    Autorizo y abandono el derecho a gobernarme a mí mismo a este hombre o a esta asamblea de hombres, con la condición de que tu (otro hombre) abandones tu derecho a ello y autorices todas tus acciones de manera semejante.

    Este es el origen del poder total del estado-rey, que él denomina "Leviatan". "Dios mortal", cuyo poder es la suma absoluta de todos los poderes individuales, aglutinando tanto el poder político como el poder religioso.

    Nadie puede servir a dos señores, papado y soberano. El papado es el fantasma del imperio romano. El soberano no es solamente el órgano del Estado, sino también de la Iglesia: ostenta en su mano derecha a espada y en la izquierda una cruz episcopal.

    Este es un punto de partida de la doctrina democrática que pretende eliminar el origen divino del poder, la justificación religiosa, ha desaparecido. Esto no significa que defienda la democracia, utilizó este argumento para justificar el absolutismo monárquico, puesto que el acuerdo, el pacto social solo afectaba a los súbditos. Este gobierno, no tiene como misión hacer a los hombres moralmente mejores sino tan sólo establecer las condiciones que permitan al hombre seguir con los mismos objetivos egoístas y competitivos, pero con un mayor grado de seguridad.

    Rousseau y el contrato social

    La doctrina del contrato social se asocia con gran facilidad con el nombre de Jean J. Rousseau. Toda la teoría de Rousseau está construida sobre el esquema del paso del buen salvaje, del estado natural al estado de sociedad.

    El hombre primitivo, vivía en aislamiento, no poseía una sociabilidad natural, era un buen salvaje. El buen salvaje, presenta la inocencia natural, la ausencia de moral, suplida con una bondad innata, con la igualdad. Es el hombre en el estado de naturaleza.

    Pero he aquí que un día a un "buen salvaje" se le ocurrió decir "¡Esto es mío!", y a partir de esta afirmación, aquella sociedad virginal se corrompió. L propiedad privada engendró la desigualdad y las ansias de dominio.

    El paso al estado de sociedad, hace al hombre menos feliz, menos libre y menos bueno. (Hay un ataque claro a la idea de progreso que barre toda la Ilustración.) Surge la sociedad lentamente, con ella se pierde la libertad y aparecen las desigualdades, unidas al derecho de propiedad y a la autoridad para salvaguardarla. Los hombres se unen creyendo defender a los padres, pero en realidad se defienden los intereses de los más ricos, surgen las diferencias amos esclavos. Sólo queda como reducto la conciencia, pero es casi ignorada, el hombre se convierte en un ser alienado, está fuera de sí.

    De este modo describe Rousseau el paso del estado de naturaleza al estado de sociedad como la consumación de la desigualdad y la aparición del estado de servidumbre entre los hombres. La instauración del gobierno y de las leyes, tuvieron como objetivo la protección de la propiedad privada de los ricos y la consolidación de una situación irracional.

    El hombre ha nacido libre y en todas partes está encadenado. Hay quien se cree amo de los demás, sin dejar de ser más esclavo de ellos. ¿Cómo ha ocurrido tal cambio?

    Se hace necesario superar esta situación, establecer una mejor organización social.

    Mientras un pueblo esté obligado a obedecer y obedece, hace bien; en cuanto puede sacudir el yugo, y lo sacude, hace mejor, pues recobra su libertad.

    Para poner fin a semejante forma de enajenación, si los miembros de la sociedad quieren vivir en justicia tienen que encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con toda la fuerza posible a la persona y a los bienes de cada asociado mediante la cual cada uno, al unirse a todos no obedezca sin embargo más que a sí mismo y quede tan libre como antes.

    Esta forma de asociación es el contrato social, que se puede expresar en los siguientes términos:

    Cada uno de nosotros, pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general; y recibimos, además, a cada miembro como parte indivisible del todo.

    Este contrato, no es como en los otros casos un pacto entre individuos, o entre individuo y soberano, sino que es un pacto con la comunidad de los hombres. Así aparece la comunidad como sujeto de derecho político, una comunidad que tiene una personalidad colectiva que se expresa según una "voluntad general", a la cual el individuo debe sentirse obligado.

    La voluntad general es siempre recta y tiende siempre a la utilidad pública.

    La participación en el contrato social, le garantiza desde ese momento que está "obligado a ser libre". La "voluntad general", no ha de considerarse la suma de las voluntades individuales, sino que hay una distinción entre la voluntad general y la voluntad de todos. Con el contrato, cada ciudadano contrata consigo mismo, y al obedecer la voluntad general, no obedece sino a sí mismo.

    La concepción de la voluntad general es uno de los puntos más criticados de la teoría contractual de Rousseau, puesto que supone la supresión de la voluntad individual, del libre arbitrio de los ciudadanos que él mismo propugnaba. Es uno de los fallos más graves de la construcción de Rousseau pero es también uno de los problemas más serios de la vida real del mundo contemporáneo que Rousseau ayudó a forjar.

    Kant

    Contexto histórico filosófico

    En cuestiones sociopolíticas, el siglo XVIII, supone la transformación de la sociedad europea, tanto en su estructura social como política. Ingleses y franceses se tornan en las grandes potencias de este siglo, a la vez que comienzan a despertar otras dos futuras potencias, Rusia y Prusia, que culminarán su desarrollo en el siglo siguiente. Las colonias, serán la fuerza que mueva la economía europea, el comercio de sus expropiadas riquezas.

    En otro plano la burguesía va arrebatando poder a la nobleza y al clero, y va a tener marcadas aspiraciones al poder político. Así va a ser la culpable de la irrupción de ideas nuevas en este terreno, como la separación de poderes, el parlamentarismo conviviendo con la monarquía. ("El rey reina pero no gobierna."). Estamos en pleno Despotismo Ilustrado, los ilustrados desean lo mejor para la masa, pero consideran, que el pueblo es incapaz de regirse, por lo que hay que gobernar sin contar con él. ("Todo por el pueblo, pero sin el pueblo.")

    La Ilustración le va a aportar a kant la idea de progreso como algo que compete a cada hombre que así puede liberarse de la superstición religiosa, y del gobierno irracional. Esta idea va unida a la de educación o iluminación en el terreno moral o social. El hombre ha de ser educado en libertad y tolerancia, sólo así se construye el hombre.

    Pero sobre todo, la idea que calará más hondo en él de todas las ilustradas, va a ser la idea de "razón". La razón es entendida de un modo distinto en esta época. La razón se hace autónoma, se deja a un lado la idea de que se encuentra sometida a una instancia superior de la cual era un mero reflejo.

    La razón se hace crítica, pretende analizar, clarificar cualquier dominio humano que afecte al hombre; es decir, posibilitar el ejercicio preferido de la Ilustración: la tolerancia.

    Esta función crítica de la razón, va a ser asumida por Kant, quien junto con otros autores ilustrados, va a someter a todos los campos del conocimiento al tribunal de la razón. Entre ellos la religión. La religión a la luz de la razón, se busca una religión natural, que esté de acuerdo con la razón, y por tanto quede limpia de dogmas.

    Un precedente de Kant en esta tarea va a ser el "Tratado Teológico Político" de Spinoza, donde nos insta a que cada uno, en un ejercicio de libertad individual, imagine y honre a Dios según su propia naturaleza. Y a través de ese ejercicio, se puede conservar la paz y la piedad de un estado.

    Kant, realiza esta tarea de la Ilustración. Kant practicaba el Pietismo, un movimiento religioso que pretendía la renovación cristiana, considerando que hay que comenzar por vivir como cristianos, valorando sobre todo la actitud y el sentimiento religioso, sin que sea necesario someterse a ninguna institución eclesiástica o mantener dogmas. Y hay que señalar aquí su obra: "Religión Dentro de los Límites de la Mera Razón".

    Pero la razón, además de su capacidad crítica, aparece en la Ilustración impregnada por el empirismo. La razón, así entendida como capacidad humana, está vinculada a la experiencia, que es quien le aporta los contenidos. Las teorías del conocimiento imperantes, son herederas de Locke, Newton o Hume; y sostienen que sólo podemos llegar a conocer aquello que nos llega a través de los sentidos.

    El conocimiento del mundo, está atravesado por el mecanicismo newtoniano. La naturaleza parece ser definida en estos momentos como el reino de la necesidad, es decir un ámbito regido y sometido a leyes determinadas. De la implantación de este sistema se deriva el abandono de las hipótesis, tanto metafísicas como teológicas.

    De un lado, la filosofía continental nos ofrece la razón, de otro, la filosofía británica nos ofrece la experiencia, los sentidos. Se impone una tarea, la de armonizar ambas teorías del conocimiento, y esa será la tarea que se autoencomendará Kant. Se llega a una posibilidad de conjunción de ambos pensamientos. Unir al empirismo inglés el rigor del deductivismo cartesiano y el espíritu crítico de la razón, para responder entonces a la cuestión que se planteaban los empiristas. La cuestión por los límites del conocimiento. A esta tarea asistiremos en las obras clave del período crítico.

    Kant (1724, 1804) nació en Königsberg, en una familia pietista. Estudió en un colegio de esa misma influencia. E. Heine, dice sobre él: "Difícil es escribir la historia de la vida de Kant, pues él no tuvo ni vida ni historia." Toda su existencia estuvo dedicada al pensamiento y a la docencia. A lo largo de su vida impartió clases de materias tan variadas como: matemáticas, física, lógica, metafísica, derecho natural, moral, estética, teología, geografía y antropología. Pero si algo caracterizó la pedagogía de Kant, es su planteamiento dentro del aula: "Aquí, no se aprende filosofía, se aprende a filosofar".

    Mención especial requiere la relación de Kant con el poder. Kant era un fiel admirador del "Rey ilustrado", de "Federico el Grande", Federico II, monarca metido en estudios literarios y filosóficos, amigo de Voltaire, que consigue llevar a Prusia a ser una gran potencia europea; monarca que encarna plenamente el modelo del despotismo ilustrado: el monarca debe proporcionar la felicidad al pueblo, aunque sin su participación. Más tarde, la relación con el poder se tornaría problemática. Su sucesor, Federico Guillermo II, y su ministro de educación le impiden hablar y enseñar cuestiones religiosas. Los elogios al monarca que podemos leer en el texto "¿Qué es la Ilustración?", son dedicados claro está a Federico II, el hijo del rey sargento.

    Su vasta obra, forma el sistema filosófico kantiano, conocido como "filosofía trascendental". Se clasifica tradicionalmente dividiendo su producción filosófica en dos períodos:

    z Período pre-crítico, que a su vez se vuelve a dividir en dos subperíodos en función del interés de Kant. Así tenemos un período inicial en el que hay un acercamiento especial a la física, donde destaca la publicación de "La Historia Natural del Universo y Teoría de los Cielos". Y un período pre-crítico propiamente dicho en el que la física, va compartiendo espacio escénico con un interés cada vez más creciente por la filosofía. La obra cumbre de este período es "Dissertatio", en la que establece la diferencia entre el conocimiento sensible, que tiene por objeto al "fenómeno" y el conocimiento intelectual que se dedica al "noúmeno". Esta obra es la antesala del período siguiente, en el que van a desarrollarse estos temas.

    z El período crítico, es el período en el que se construye la "filosofía trascendental" y se inicia con la publicación de la obra "Crítica de la Razón Pura", a la cual suceden "Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres" y "Crítica de la Razón Práctica". Estas tres obras, constituyen el corpus del pensamiento kantiano, y en ellas se dedica a analizar el funcionamiento de la razón en sus diferentes facetas. Dentro de este período crítico hay que introducir también la publicación del artículo "¿Qué es la Ilustración?", el 1784 y la obra: "Religión Dentro de los Límites de la Mera Razón".

    El objetivo general de la obra de Kant es plantear y resolver el problema del conocimiento, problema que está vinculado a la metafísica y a la noción de lo que es un verdadero conocimiento científico. Las soluciones que aportará estarán estrechamente vinculadas con la visión crítica que Kant hace a los movimientos que comparten su tiempo: racionalismo y empirismo.

  • los juicios sintéticos a priori

  • Entre racionalismo y empirismo, el conocimiento científico.

    Kant parte de la pregunta por la posibilidad de la existencia de la metafísica como ciencia. Dicha pregunta tiene su trascendencia, ya que si bien tradicionalmente venía siendo considerada como la reina de las ciencias, en esta época, se halla en desventaja ante el desarrollo de las matemáticas y la física. Si se quiere convertir a la metafísica en una ciencia, será necesario ver cuales son las condiciones que han hecho posible el conocimiento científico, y encuentra que la ciencia es un conocimiento universal y necesario.

    Encuentra que tanto desde la tradición empirista como desde la tradición racionalista, aparecen presupuestos filosóficos que hacen imposible la metafísica.

    Desde el racionalismo se desprende un dogmatismo, como es pretender avanzar con puros conocimientos conceptuales, con puras ideas, sin haber examinado el modo ni el derecho con el que se llega a ellos. Si procedemos de este modo, hemos de entender que el punto de partida está viciado.

    Desde el empirismo, se nos remite únicamente a la experiencia, "el límite de nuestro conocimiento es la experiencia". A todo lo más que se puede llegar es a una pluralidad de datos asociados por una imaginación subjetiva, pero es imposible alcanzar la universalidad que exige la ciencia. Además, desde el momento en que se coloca como límite del conocimiento la experiencia, se está negando la posibilidad de la metafísica.

    Frente a estos dos movimientos y sobre ellos va a construir Kant todo su sistema. Conservará algo de cada uno de ellos. Del empirismo el presupuesto de que todo conocimiento parte de la experiencia. Del racionalismo la convicción de que en la mente hay algún tipo de contenidos que tienen un carácter universal, algún tipo de estructuras previas a la experiencia.

    Kant en la "Introducción" a la "Crítica de la Razón Pura" establecerá que estas son dos convicciones necesarias para la ciencia:

    Toda ciencia ha de basarse en datos que parten de la experiencia, a los que llama condiciones empíricas y que son particulares de cada sujeto.

    Toda ciencia se apoya en unos contenidos anteriores a la experiencia y por lo tanto a priori, que llama trascendentales por ser generales y necesarios, comunes a todo sujeto.

    Tenemos por tanto, por un lado conocimientos que provienen de la experiencia, conocimientos a posteriori, y por otro lado conocimientos que son anteriores a ella, que derivan de las condiciones trascendentales y que son a priori. Lógicamente, en una ciencia, que es un encadenamiento de juicios, aparecerán juicios de carácter a priori y a posteriori.

    Entenderemos pues por conocimiento a priori el que es absolutamente independiente de toda experiencia......... A él se opone el conocimiento empírico, que sólo es posible a posteriori, es decir, mediante la experiencia.

    A partir de estos dos tipos de conocimiento, se establecen dos tipos de juicios en las ciencias, juicios basados en el origen de los conocimientos:

    Juicios a priori: aquellos que no derivan de la experiencia y que tienen carácter de necesidad y universalidad.

    Juicios a posteriori: aquellos que están relacionados con la experiencia y proceden por generalización de los datos recibidos de esta.

    Es por tanto, al menos, una de las primeras y más necesarias cuestiones, y que no puede resolverse a simple vista, la de saber si hay algún conocimiento independiente de la experiencia y también de toda impresión sensible. Llámese a este conocimiento a priori y distíngase del empírico en que las fuentes del último son a posteriori, es decir, que las tiene en la experiencia.

    Sin embargo, la expresión a priori no determina todo el sentido de la precedente cuestión; pues suele decirse que podemos tener a priori, o en parte al menos, muchos de nuestros conocimientos derivados de la experiencia, porque no los hemos tomado inmediatamente de ella, sino que proceden de reglas generales; sin advertir que esas reglas se derivan también de la misma experiencia. Así se dice que aquel que mina los cimientos de su casa, que debía saber a priori que ésta se derrumbaría, en otros términos, que no debía esperar a que la experiencia se lo demostrase; pero eso, no puede saberse sino a posteriori, pues, ¿quién sino la experiencia, nos lo enseña que los cuerpos son pesados y que aislados de todo apoyo caen?

    Entenderemos pues en lo sucesivo por conocimientos a priori, no aquellos que de un modo u otro dependen de la experiencia, sino los que son absolutamente independientes de ella; a estos conocimientos son opuestos los llamados empíricos, o que sólo son posibles a posteriori, es decir, por la experiencia.

    Otra clasificación de los juicios que baraja Kant es aquella que parte de la estructura misma del juicio, la relación entre sujeto y predicado.

    Juicio analítico: Es aquel en el que el predicado está comprendido en el sujeto, al menos implícitamente, y basta analizar el sujeto para comprender que el predicado le conviene necesariamente. Estos juicios, no nos proporcionan información, es decir son explicativos.

    Juicio sintético: es aquel en el que el predicado no está contenido en la noción o concepto de sujeto. Es un juicio extensivo, donde el predicado añade información al sujeto.

    En todos los juicios en los que se concibe la relación de un sujeto a un predicado, esta relación es posible de dos maneras: o el predicado B pertenece al sujeto A, como algo contenido en él o B es completamente extraño al concepto A, si bien se halla enlazado con él. En el primer caso llamo al juicio analítico, en el segundo sintético.

    Los juicios analíticos son pues aquellos en que el enlace del sujeto con el predicado se concibe por identidad; y aquellos al contrario, cuyo enlace es sin identidad, deben llamarse juicios sintéticos.. Podría llamar también a los primeros juicios explicativos y a los segundos juicios extensivos, por la razón de que aquellos no añaden nada al concepto del sujeto por el predicado, sino que solamente lo descomponen al sujeto en conceptos parciales comprendidos y concebidos (aunque tácitamente) en el mismo, mientras que por el contrario los últimos añaden al concepto del sujeto un predicado que no era en modo alguno pensado en aquel y que no se hubiera podido extraer por ninguna descomposición. Cuando digo por ejemplo: "todos los cuerpos son extensos", es un juicio analítico, porque no tengo que salir del concepto de cuerpo para hallar unida a él la extensión, y sólo tengo que descomponerlo, es decir, sólo necesito hacerme consciente de la diversidad que pensamos siempre en dicho concepto para encontrar el predicado; es por lo tanto un juicio analítico.

    Una vez hecha esta distinción, Kant da un paso más en su investigación al afirmar la existencia de juicios sintéticos a priori. Estos juicios son los que verdaderamente hacen trabajar las ciencias. Estos juicios se pueden definir como aquellos que amplían nuestro conocimiento, son universales y necesarios; y su verdad no procede de la experiencia. Ej. "La línea recta es la más corta entre dos puntos", "en todas las modificaciones del mundo permanece invariable la cantidad de materia".

    En esta existencia de los juicios sintéticos a priori, es donde Kant coloca el desarrollo de las ciencias. Son los juicios sintéticos a priori los que hacen avanzar las ciencias. El paso siguiente será aplicar estos criterios a la metafísica, para saber así si esta puede constituirse en ciencia o no. Este tema lo analiza Kant como hemos dicho antes, en la Estética y en la Analítica Trascendental.

  • los límites del conocimiento

  • Estructura de "Crítica de la razón pura".

    Si nos detenemos a analizar el título de la obra, encontraremos que aparecen los términos: "Crítica", "Razón" y "pura". El sentido que encontramos en este título, viene iniciado por el concepto de "crítica", se refiere al análisis al que se somete la razón, se va a estudiar la razón a fin de establecer cuáles son sus límites. Pero añade Kant una matización más, es la de "pura", es decir vamos a analizar críticamente los límites de la razón no contaminada por ningún elemento que provenga de la sensación. La razón pura es por tanto aquella que determina su objeto enteramente a priori.

    Someter a examen no los hechos de la razón, sino la razón misma, atendiendo a toda su capacidad y aptitud para los conocimientos a priori. Esto no constituye ya censura, sino crítica de la razón, una crítica en virtud de la cual se prueba no solamente que esa razón tiene límites, sino cuáles son esos límites.

    Esta tarea, la de analizar los límites de la razón en su estado puro, pretende un objetivo posterior y a la vez vertebrador de la obra: determinar de una vez la posibilidad o no de la metafísica como ciencia. Responder a la pregunta: ¿Es posible la metafísica como ciencia?.

    Antes de continuar, hay que señalar las partes de la "Crítica de la Razón Pura". Nos vamos a ceñir a los contenidos de la Introducción, Estética, Analítica y Dialéctica trascendentales.

    Ilustración

    “Introducción”: En esta parte se analizan los tipos de juicios existentes, para a partir de ellos alcanzar los que se emplean en la ciencia. A continuación se establece cuáles son los juicios científicos, los sintéticos a priori, para en las partes siguientes llegar a formalizar toda una teoría del conocimiento.

    “Estética trascendental”. Un acercamiento a la sensibilidad y a las condiciones que hacen posible que alcancemos el conocimiento sensible: espacio y tiempo.

    “Analítica trascendental”. Versa sobre el conocimiento intelectual, estudio del entendimiento y las categorías que posee la razón para aplicar al fruto de la sensibilidad.

    “Dialéctica trascendental”. Analiza el funcionamiento de la razón así como la posibilidad de la metafísica como ciencia. Es decir definir si en la metafísica son posibles los juicios sintéticos a priori, los juicios científicos.

    Nos vamos a ocupar aquí de los que nos muestra Kant en la Estética, Analítica y Dialéctica Trascendental.

    Llamo trascendental a todo conocimiento que se ocupa no tanto de los objetos, cuanto de nuestro modo de conocerlos, en cuanto que tal modo ha de ser posible a priori.

    El proceso del conocimiento

    Partamos de una distinción ya hecha: la que separa dentro del conocimiento dos tipos: sensible e intelectual. Hemos señalado ya que remiten a dos capacidades distintas: sensibilidad y entendimiento respectivamente. Kant dirá:

    La capacidad (receptividad) de recibir representaciones, al ser afectados por los objetos, se llama sensibilidad. Los objetos nos vienen dados pues por la sensibilidad y ella es la única que nos suministra intuiciones.

    Por medio del entendimiento los objetos son pensados y de él proceden los conceptos. Pero en definitiva, todo pensar tiene que hacer referencia directa o indirectamente a intuiciones y por consiguiente a la sensibilidad, ya que ningún objeto se nos puede dar de otra forma.

    Conocimiento sensible. Estética trascendental.

    Hemos dicho que nuestro conocimiento comienza por recibir algo que proviene del exterior a través de la sensibilidad. Este algo que nos afecta provoca en nosotros una sensación que da lugar a una intuición empírica (referencia de nuestro conocimiento a un objeto que se conoce por medio de la sensación, a un objeto empírico). Este objeto, recibe el nombre de "fenómeno".

    En el fenómeno, Kant distingue lo que llama materia, aquello que proviene de la sensación; y la forma, aquello que ordena lo diverso que hay en él. Este algo que ordena las sensaciones debe de ser a priori. ¿Cuáles son estas formas puras a priori de la sensibilidad que son capaces de organizar las sensaciones para constituir así el fenómeno?.

    Kant responde que hay dos formas puras a priori en la sensibilidad: espacio y tiempo.

    El espacio.

    El espacio en cuanto forma a priori, afecta a la sensibilidad externa. Todo objeto exterior nos lo representamos como estando en un espacio. El espacio es una forma pura, no es un concepto empírico que podamos extraer de la experiencia.

    El espacio no representa ninguna propiedad de las cosas. El espacio no es más que la forma que precede a todos los fenómenos de los sentidos externos. Es decir la condición subjetiva de la sensibilidad.

    El tiempo.

    El tiempo es la otra forma pura a priori, pertenece al dominio de la sensibilidad interna y externa, haciendo posible que captemos los fenómenos como sucesivos.

    Es una representación necesaria que sirve de base a todas las intuiciones, viene dado a priori y sólo en él es posible la realidad de los fenómenos. Por tanto, también precede a la experiencia.

    Espacio y tiempo no pueden ser extraídos de la experiencia, como lo pueden ser otros conceptos, (el concepto "hombre" es fruto de la abstracción de ciertos rasgos a partir de la observación empírica de varios individuos humanos) puesto que ambos son condiciones de toda experiencia, y por tanto anteriores a ella. Espacio y tiempo, preceden a la experiencia, pero no proceden de ella.

    Si valoramos y reflexionamos sobre lo que hasta ahora hemos dicho, tendremos que reconocer que hemos llegado a una renuncia, renunciamos a conocer los objetos tal y como son, es decir, no podemos conocer la cosa en sí, puesto que los fenómenos sólo existen en nosotros, no hay fenómenos fuera de los sujetos. (Giro copernicano). No hay fenómenos fuera del sujeto. En la Estética Trascendental podemos leer:

    Permanece para nosotros absolutamente desconocido qué sean los objetos en sí, independientemente de toda esa receptividad de nuestra sensibilidad.

    El límite del conocimiento sensible es entonces la constitución del fenómeno. Esta constitución del fenómeno, es el primer escalón de nuestro conocimiento.

    Conocimiento intelectual, Analítica trascendental.

    Hemos visto, que para Kant, además del conocimiento sensible, está el conocimiento intelectual, cuya función es la de pensar los objetos.

    Hasta ahora, tan sólo tenemos los datos de la sensibilidad, es decir, tenemos una pluralidad de fenómenos que no tienen unidad. Para darles unidad, es necesario que concurra el "pensar", única actividad capaz de unificar la pluralidad de datos provenientes de la sensibilidad. Esta actividad se realiza a través del entendimiento que atribuye determinados fenómenos a determinados conceptos.

    A este esquema del entendimiento cabe aplicar, el mismo esquema de materia y forma, la materia serían los datos provenientes de la sensibilidad y la forma sería aquello que el entendimiento mismo aporta: los conceptos. Pueden ser a su vez a priori y a posteriori.

    Los conceptos a posteriori, que derivarán de la experiencia, es decir de la observación de datos comunes a diversos objetos presentes en nuestra sensibilidad.

    Los conceptos a priori, espontáneos, producidos por el entendimiento por sí mismo y que aplica a los fenómenos.

    De esta doble distinción se accede a la siguiente entre conceptos puros y empíricos.

    El concepto puro no contiene por su parte sino la forma bajo la cual pensamos un objeto en general. Tanto las intuiciones puras como los conceptos puros sólo son posibles a priori.

    Los conceptos puros y por tanto a priori, son aquellos que sólo contienen la forma bajo la cual pensamos un objeto. Serán estos los que cobran verdadera importancia y a los cuales pretende llegar.

    Para llegar a ellos, el punto de partida es el análisis de la construcción de los juicios y de los diversos tipos de juicios. De tal manera que:

    Si hacemos completa abstracción del contenido de un juicio y atendemos tan sólo a su simple forma intelectual, descubrimos que la función del pensamiento, dentro del juicio puede reducirse a cuatro títulos, cada uno de los cuales incluye tres momentos

    El paso siguiente, por tanto, es abstraerse totalmente el contenido del juicio, y quedarnos con su simple forma intelectual. Es lo que llama Kant deducción lógica, es decir, de los diversos tipos de juicio deduce una tabla de categorías. Así descubrimos la auténtica función del pensamiento, que puede reducirse a cuatro títulos, cada uno de los cuales tiene tres momentos.

    A través de esta clasificación de los juicios, encuentra Kant los modos en los que se alcanza la unificación por medio del juicio, son la base de los conceptos puros del entendimiento.

    TABLA DE JUICIOS Y CATEGORÍAS

    Tipo de juicios

    tipos de categorías

    de cantidad2

    Universales 1

    de cantidad

    totalidad

    Singulares4

    unidad

    particulares 3

    pluralidad

    • El sujeto está tomado en toda su extensión. "Todos los hombres son mortales".

    • El criterio de distinción de este tipo de juicios es la extensión del sujeto.

    • El sujeto está tomado en parte de su extensión. "Algunos hombres son buenos."

    de cualidad2

    Afirmativos1

    de cualidad

    realidad

    negativos3

    negación

    Indefinidos4

    limitación

    • Se dice que realmente se da una cualidad en el sujeto. "El vidrio es trasparente".

    • El criterio de distinción de estos juicios es si una cualidad se da o no en el sujeto.

    • Se dice que una cualidad no se da en el sujeto. "El vidrio no es opaco".

    • Se deja indeterminada la cualidad en el sujeto. "El hombre es cualquier cosa, pero no inmortal"

    de relación2

    Categóricos1

    de relación

    sustancia accidente

    Hipotéticos3

    causa efecto

    Disyuntivos4

    reciprocidad

    • El predicado está en el sujeto. "La nieve es blanca".

    • El criterio de distinción es el modo en que se relacionan, se refieren el sujeto y el predicado.

    • El sujeto es el fundamento y el predicado es la consecuencia. "Si llueve, las calles se mojan."

    • La afirmación del sujeto, exige la negación del predicado. "O es de día o es de noche".

    de modalidad2

    Problemáticos1

    de modalidad

    posibilidad

    Asertóricos3

    existencia

    Apodícticos4

    necesidad

    • Se afirma la cópula sólo como posible. "Quizá llueva mañana".

    • El criterio de distinción está en el modo en que se afirma o niega la cópula.

    • La cópula sólo dice que de hecho algo se da. "El ambiente esta contaminado".

    • La cópula se afirma con necesariedad. "Si no te alimentas morirás".

    Son las categorías, los conceptos puros del entendimiento que posibilitan la unificación o síntesis, conceptos que nos permiten conocer un objeto. "Esquemas de la imaginación". Las categorías sin intuiciones que las llenen son vacías, del mismo modo que las intuiciones sin conceptos que las piensen (filtros). La aplicación correcta de estos conceptos, se realiza por medio de la imaginación, que produce determinados esquemas que restringen el uso de dichos conceptos a los límites de lo dado en la sensibilidad.

    Han de ser reconocidas como condiciones a priori de la posibilidad de la experiencia.

    Son conceptos que imponen leyes a priori a los fenómenos, y por consiguiente a la naturaleza como conjunto de todos los fenómenos. Sólo mediante ellas podemos tener una determinada experiencia, y por tanto tener conocimiento de los fenómenos, de aquello que nos es dado en la sensibilidad. Tiene la misma función para con los fenómenos que espacio y tiempo respecto a las sensaciones.

    Esta aplicación, sólo se lleva a cabo cuando existe un sujeto, un "yo trascendental", un sujeto cuyas capacidades, trascienden en el conocimiento de la realidad. Kant dice que es un "sujeto condición última y a priori que enlaza todas las representaciones". Su función consiste en unificar todos los datos que provienen de la sensibilidad y el entendimiento, y construir un mundo de los fenómenos.

    Tenemos aquí un límite para nuestro conocimiento, y es que las categorías no se pueden aplicar a nada que no tenga su origen en la sensibilidad, por lo que algo que no haya tenido su origen en la sensibilidad, escapa a nuestro conocimiento.

    Aquí está la base de la distinción entre fenómeno, (lo que aparece o se muestra al sujeto) objeto del que tenemos una intuición sensible y noúmeno, (cosa en sí, en la medida en que es algo sólo inteligible) una cosa que no sea objeto de esta intuición sensible. A los noúmenos, no es aplicable el uso de las categorías, ya que están fuera de su ámbito. Se encuentran fuera de nuestra capacidad cognoscitiva. De esta manera, nuestro conocimiento queda restringido al ámbito de nuestra experiencia.

    La razón, La dialéctica trascendental

    El ámbito del conocimiento intelectual, no se agota en el entendimiento, sino que la razón está en un escalón superior.

    No hay nada en nosotros superior a ésta para elaborar la materia de la intuición y someterla a la suprema unidad del pensar.

    Si el entendimiento es la facultad de la unidad de los fenómenos mediante reglas, la razón es la facultad de la unidad de las reglas del entendimiento bajo principios. La razón, nunca se refiere pues directamente a la experiencia o a algún objeto, sino al entendimiento, a fin de dar unidad a priori, mediante conceptos a los diversos conocimientos de este.

    La razón posee una función unificadora, que se manifiesta de un modo doble:

    Un uso lógico de la razón, busca la unificación a través del razonamiento, buscando lo más universal e incondicionado, esto lo hace a través de la inferencia.

    Al inferir, la razón intenta reducir la enorme variedad de los conocimientos del entendimiento al menor número de principios.... con el fin de producir la suprema unidad de la misma. CRP.

    Un uso puro de la razón, basado en unos conceptos a priori de la razón. "Estos conceptos sirven para concebir, del mismo modo que los del entendimiento sirven para entender". Sirven para encontrarse o expresarse lo incondicionado, es decir la unidad suprema que pretende alcanzar la razón.

    Si tales conceptos contienen lo incondicionado, se refieren a algo bajo lo cual está comprendida toda experiencia, pero sin ser nunca objeto de experiencia, algo hacia lo cual se dirige la razón en sus inferencias a partir de la experiencia y a la luz de lo cual evalúa y mide el grado de su uso empírico pero sin que ello constituya jamás un miembro de la síntesis empírica.

    Estos conceptos a priori de la razón, dirigen el uso de la razón en su proceso de unificación. Se les denomina ideas trascendentales.

    Todas las ideas trascendentales pueden reducirse a tres: la primera de ellas incluirá la unidad absoluta del sujeto pensante; la segunda la unidad absoluta de la serie de las condiciones del fenómeno; y la tercera la unidad absoluta de la condición de todos los objetos del pensamiento en general. CRP B391.

    Aquí nacen las tres ideas: alma, como la unidad absoluta del sujeto; mundo, unidad de todos los fenómenos y Dios, unidad de la condición de todos los objetos. De estas ideas no podemos tener ningún conocimiento objetivo, pues no son objeto de experiencia; hay que verlas sin embargo como principios supremos de unificación, nos referimos a ellas como metas que no podemos alcanzar por ir más allá de los límites de nuestro conocimiento.

    Todo nuestro conocimiento comienza por los sentidos, pasa de estos al entendimiento y termina en la razón. CRP A298.

    Posibilidad de la metafísica

    Una vez analizado el modelo del conocimiento que, según Kant, regula las funciones mentales del hombre, estamos en condiciones de responder a la pregunta por la posibilidad de la metafísica como ciencia.

    La metafísica, conocimiento especulativo de la razón, completamente aislado que se levanta enteramente por encima de lo que enseña la experiencia, con meros conceptos, no aplicándolos a la intuición.

    La metafísica no se puede constituir como ciencia, porque abandona el campo de lo empírico. Le falta la referencia a la experiencia.

    El resultado de todas las tentativas dialécticas de la razón pura, no sólo confirma lo que ya demostramos, en la analítica, que todas las referencias que pretenden rebasar el campo de la experiencia posible son falaces y carentes de fundamento, sino que enseña a la vez, lo siguiente: que la razón humana, posee una tendencia natural a sobrepasar ese campo; que las ideas trascendentales son tan naturales a la razón como las categorías al entendimiento, si bien con la diferencia de que, mientras las últimas nos conducen a la verdad, es decir, a la concordancia de nuestros conceptos con su objeto, las primeras producen una simple ilusión, pero una ilusión que es irresistible y apenas neutralizable por medio de la crítica más severa.

    La metafísica, por abandonar el terreno del conocimiento empírico y los límites del uso correcto de la razón, no puede constituirse como ciencia.

    Sin embargo, los objetos que son negados en la "Crítica de la Razón Pura", son recuperados en la "Crítica de la Razón Práctica", en base a una función práctica de la razón.

  • El formalismo moral

  • La "Crítica de la Razón Práctica", en ella analiza la razón en su uso práctico, es decir como fundamento de la acción humana. Analizar como se puede determinar la voluntad a obrar.

    Se pregunta en este sentido si existe algún principio a priori de la razón práctica pura que determine a la voluntad a obrar, o si por el contrario la voluntad es determinada a partir de principios exteriores.

    Llegado este punto, se hace necesario hacer una distinción entre:

    Éticas materiales, aquellas que justifican la acción moral en función de una idea previa y extraída de la experiencia (principios exteriores). Los principios de estas éticas materiales, están basados en lo empírico, son a posteriori, y por tanto carecen del carácter de universalidad. Subordinan la acción moral a la consecución de un fin, por lo tanto, no hay una autonomía de la voluntad.

    Las éticas materiales reducen la moral a la mera costumbre, lo moral, es lo bueno, o lo útil. En otros casos, colocan el fin de la vida humana en el logro de la felicidad, del bienestar.

    Frente a este tipo de éticas, Kant va a reivindicar una ética formal, Kant busca principios formales, a priori, que determinen a la voluntad desde sí misma. La base moral, ha de ser a priori, ahí va a radicar el carácter de universalidad e independiente de lo empírico, y a la vez formal, es decir, vacía de contenido, que sólo atiende a la forma de los principios. Sólo si encontramos aquello que sea capaz de determinar a la voluntad a obrar a partir de sí misma y en virtud de sus propios principios habremos encontrado el auténtico principio moral que busca Kant.

    Teorema III: Si un ser racional debe pensar sus máximas como leyes prácticas universales, puede sólo pensarlas como principios tales que contengan el fundamento de determinación de la voluntad, no según la materia, sino sólo según la forma. CRPr.

    Kant se inclina por la ética formal porque:

    { Para que podamos considerar una acción como moral, la voluntad ha de ser autónoma, es decir sometida a su propia ley. Nunca heterónoma, determinada por objetos o fines exteriores

    Teorema IV: La autonomía de la voluntad es el único principio de todas las leyes morales y de los deberes conforme a ellas; toda heteronomía del albedrío en cambio, no sólo no funda obligación alguna, sino que más bien es contraria al principio de la misma y de la moralidad de la voluntad. CRPr.

    { Y porque camina hacia la búsqueda de lo universal, es decir, busca los principios que dan lugar a una determinación universal de la voluntad. Estos, podrán ser subjetivos, máximas, o objetivos, leyes prácticas. Lo que Kant busca son los principios objetivos, válidos para toda voluntad racional.

    La máxima es un principio subjetivo que determina la acción, las máximas son subjetivas e individuales, y por eso no pueden expresar por sí mismas el valor moral de las acciones.

    La ley es un principio objetivo universalmente válido que determina a la voluntad. Si existen móviles verdaderamente objetivos de nuestra voluntad tendrían que ser universales y desinteresados, esta condición supone la aprioridad.

    Inversión de la moral tradicional.

    La voluntad, es pensada como voluntad pura, determinada por la mera forma de la ley. Esta determinación se realiza desde la razón en su uso práctico, en su tarea de legisladora, legisla sobre la capacidad apetitiva del hombre.

    El carácter legislativo de la razón, se concreta en una ley moral que debe dirigir la actuación de la voluntad:

    "La ley entonces determina inmediatamente a la voluntad, la acción conforme a la ley es buena en sí misma, una voluntad, cuya máxima es siempre conforme a esa ley, es absolutamente en todos los respectos buena y condición suprema de todo bien.

    En este párrafo podemos apreciar que lo que Kant hace es de nuevo una inversión, aquí concretamente la inversión de la moral tradicional, puesto que: "no es el concepto de bien el que determina y hace posible la ley moral, sino que es la ley moral la que determina y hace posible el concepto de bien."

    Sin embargo, además de que sea la razón, a través de la ley formal, la que determine a la voluntad, es necesario para establecer el valor moral de las acciones, especificar cómo se realiza el cumplimiento de esa ley moral para que podamos hablar de actos verdaderamente morales.

    Para que la voluntad realice actos verdaderamente morales, es necesario que obre no sólo de acuerdo con el deber, sino por deber; la voluntad, no puede ser buena cuando actúa movida por el temor al castigo, o por la esperanza de algún premio, sino que la voluntad es realmente buena, cuando actúa con la exclusiva finalidad de cumplir con lo que se debe hacer, actuar por convicción de que cumplir la ley formulada por la razón, es nuestro deber. Esto es lo que hace que la voluntad sea una voluntad buena.

    El deber, consiste en el respeto por la norma moral, cuya propiedad esencial es la universalidad. Esta norma, manda obrar siempre de tal modo que podamos querer en cada caso que la máxima que preside nuestra acción pueda convertirse en ley universal. Es lo que llama Kant imperativo categórico.

    La presencia de la ley y del deber en la voluntad, se traduce en el experiencia de la obligación, que se plasma en lo que Kant llama imperativos, es decir mandatos que expresan el deber ser, son constrictivos, impositivos para la voluntad, hay que obrar ateniéndose a ellos.

    Kant distingue dos tipos de imperativos:

    Hipotéticos, aquellos que presentan lo que se debe hacer para alcanzar una determinada meta.

    Categóricos, aquellos mandatos que se refieren a la actuación en sí misma, sin referencia a ningún fin.

    Sólo el imperativo categórico tiene valor moral. "El imperativo categórico es el único que se expresa en ley práctica". Tiene la universalidad que requiere la moralidad. "No contiene más que la necesidad de la máxima de conformarse con esa ley". Al no tener ningún contenido, es sólo la forma de la ley y es único, aunque pueda verse bajo varias formulaciones:

    1. Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal. F.M.C.. 72.

    Postulados de la razón práctica.

    Del mismo modo que en la CRPu. Kant planteaba la tendencia de la razón a unificar los conocimientos buscando lo absoluto incondicionado, llegando a atribuir existencia a tres ideas de la razón: alma, mundo y Dios. En la CRPr. hay un proceso de unificación cuya meta es el bien supremo, objeto absoluto de la razón práctica. El bien supremo aparece como culminación, pero no como determinante del proceso.

    Para alcanzar este objetivo, la razón práctica ha de postular tres principios que lo hacen posible: libertad, inmortalidad y Dios. Son los postulados de la razón práctica. No son demostrables.

    La necesidad de la autonomía de la voluntad, que se concreta en la ley moral, exige la existencia de la libertad. Mientras el mundo fenoménico reconoce Kant esta regido por la necesidad; el mundo de la razón práctica, el mundo inteligible, el mundo nouménico está regido por la libertad, ella es la que nos otorga, con la posibilidad de elección, dignidad a nuestras acciones. Esta libertad, no se puede conocer, solo podemos admitirla como un postulado de la razón práctica cuya necesidad deriva de la existencia de la misma voluntad y de la ley moral.

    "cuando nos pensamos como libres nos incluimos en el mundo inteligible, como miembros de él, y conocemos la autonomía de la voluntad con su consecuencia que es la moralidad; pero si nos pensamos como obligados nos consideramos como pertenecientes al mundo sensible y sin embargo al mismo tiempo al mundo inteligible también." "Fundamentación...".

    La inmortalidad del alma, fue declarado incognoscible en la "CRPu.", sin embargo, vuelve Kant a tocar el tema, desde el hecho moral. La ley moral, me ordena aspirar siempre a una concordancia perfecta entre la voluntad y la ley moral. Esta concordancia, sería el sumo bien. Llegar a él supone llegar a la santidad mediante un proceso hacia el infinito, y esto sólo es posible suponiendo la inmortalidad del alma, la vida humana es un intervalo de tiempo demasiado breve para alcanzar la santidad. Así la idea de inmortalidad es también un postulado de la razón práctica.

    La existencia de Dios, se manifiesta también y es exigida por la estructura de la moralidad humana. Y es que se ve claramente que Kant pretendía conservar la metafísica, más que destruirla. La razón práctica, nos abre la puerta a la trascendencia. El entendimiento, no puede llegar a Dios, ni traspasar el límite de lo fenoménico, pero la conciencia moral, pone de manifiesto, que Dios existe (nos dice Kant). El hombre vive siempre el trágico desgarramiento de una separación, de un abismo insalvable entre lo que debe ser y lo que es, entre los ideales y la realidad cotidiana del mundo fenoménico. Toda nuestra vida gira en torno a esa contradicción, que sin embargo, proclama que tras este mundo imperfecto de nuestras acciones, debe darse la plena realización del ideal, la plena conformidad entre el ser y el deber ser, la perfecta unidad de realidad e idealidad que llamamos Dios.

    Estos postulados de la razón práctica, hacen crecer el conocimiento, son ideas que no pueden desaparecer en nosotros, y las considera Kant realidades objetivas aunque no podamos mostrar cómo su concepto refiere a su objeto.

    Lo que niega la razón en su uso puro, nos lo devuelve la razón en su uso práctico.

    Kant: ¿Qué es la Ilustración?

    La Ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad. La minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no reside en la carencia de entendimiento, sino en la falta de decisión y valor para servirse por sí mismo de él sin la guía de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento!, he aquí el lema de la Ilustración.

    La pereza y la cobardía son las causas de que una gran parte de los hombres permanezca gustosamente, en minoría de edad a lo largo de la vida, a pesar de que hace ya tiempo la naturaleza los liberó de dirección ajena (naturaliter majorennes); y por eso es tan fácil para otros el erigirse en sus tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un director espiritual que reemplaza mi conciencia moral, un médico que me prescribe la dieta, etc., entonces no necesito esforzarme. Si puedo pagar, no tengo necesidad de pensar; otros asumirán por mí tan fastidiosa tarea. Aquellos tutores que tan bondadosamente han tomado sobre sí la tarea de supervisión, se encargan ya de que el paso hacia la mayoría de edad, además de ser difícil, sea considerado peligroso por la gran mayoría de los hombres (y entre ellos todo el bello sexo). Después de haber entontecido a su animales domésticos, y procurar cuidadosamente que estas pacificas criaturas no puedan atreverse a dar un paso sin las andaderas en que han sido encerrados, les muestran el peligro que les amenaza si intentan caminar solos. Lo cierto es que este peligro no es tan grande, pues ellos aprenderían a caminar solos después de unas cuantas caídas; sin embargo un ejemplo de tal naturaleza les asusta y, por lo general, les hace desistir de todo posterior intento.

    Por tanto es difícil para todo individuo salir de esa minoría de edad, casi convertida ya en naturaleza suya. Incluso le ha tomado afición y se siente realmente incapaz de valerse de su propio entendimiento, porque nunca se le ha dejado hacer dicho ensayo. Principios y fórmulas, instrumentos mecánicos de uso racional -o más bien abuso- de sus dotes naturales, son los grilletes de una permanente minoría de edad. Quien se desprendiera de ellos apenas daría un salto inseguro para salvar la más pequeña zanja, porque no está habituado a tales movimientos libres. Por eso, pocos son los que, por esfuerzo del propio espíritu, han conseguido salir de esa minoría de edad y proseguir, sin embargo, con paso seguro.

    Pero, en cambio, es posible que el público se ilustre a sí mismo, algo que es casi inevitable si se le deja en libertad. Ciertamente, siempre se encontrarán algunos hombres que piensen por sí mismos, incluso entre los establecidos tutores de la gran masa, los cuales, después de haberse autoliberado del yugo de la minoría de edad, difundirán a su alrededor el espíritu de una estimación racional del propio valor y de la vocación de todo hombre a pensar por sí mismo. Pero aquí se ha de señalar algo especial: aquel público que anteriormente había sido sometido a este yugo por ellos obliga, más tarde, a los propios tutores a someterse al mismo yugo; y esto es algo que sucede cuando el público es incitado a ello por algunos de sus tutores incapaces de cualquier ilustración. Por eso es tan perjudicial inculcar prejuicios, pues al final terminan vengándose de sus mismos predecesores y autores. De ahí que el público pueda alcanzar sólo lentamente la Ilustración. Quizá mediante una revolución sea posible derrocar el despotismo personal junto a la opresión ambiciosa y dominante, pero nunca se consigue la verdadera reforma del modo de pensar, sino que tanto los nuevos como los viejos prejuicios servirán de riendas para la mayor parte de la masa carente de pensamiento.

    Pero para esta Ilustración únicamente se requiere libertad, y, por cierto, la menos perjudicial entre todas las que llevan ese nombre, a saber, la libertad de hacer siempre y en todo lugar uso público de la propia razón. Mas escucho exclamar por doquier: ¡No razonéis! El oficial dice: ¡No razones, adiéstrate! El funcionario de Hacienda: ¡No razones, paga! El sacerdote: ¡No razones, ten fe! (Sólo un único señor en el mundo dice: razonad todo lo que queráis, pero obedeced.) Por todas partes encontramos limitaciones de la libertad. Pero ¿qué limitación impide la Ilustración? y, por el contrario, ¿Cual la fomenta? Mi respuesta es la siguiente: el uso público de la razón debe ser siempre libre; sólo este uso puede traer ilustración a los hombres. En cambio, el uso privado de la misma debe ser a menudo estrechamente limitado, sin que ello obstaculice, especialmente, el progreso de la Ilustración. Entiendo por uso público de la propia razón aquel que alguien hace de ella en cuanto docto ante el gran público del mundo de los lectores. Llamo uso privado de la razón a la utilización que le es permitido hacer en un determinado puesto civil o función pública. Ahora bien en algunos asuntos que transcurren en favor del interés público, se necesita un cierto mecanismo, léase unanimidad artificial, en virtud del cual algunos miembros del estado tienen que comportarse pasivamente para que el gobierno les guíe hacia fines públicos o al menos impida la destrucción de estos fines. . En tanto que esta parte de la máquina es considerada como miembro de la totalidad de un estado, incluso, de la sociedad cosmopolita y, al mismo tiempo, en calidad de docto que, mediante escritos, se dirige a un público usando verdaderamente su entendimiento, puede razonar, por supuesto, sin que por ello se vean afectados los asuntos en los que es utilizado, en parte, como miembro pasivo. Así, por ejemplo, sería muy perturbador si un oficial que recibe una orden de sus superiores quisiere argumentar en voz alta durante el servicio acerca de la pertinencia o utilidad de tal orden; él tiene que obedecer. Sin embargo, no se le puede prohibir con justicia hacer observaciones, en cuanto docto, acerca de los defectos del servicio militar y exponerlos ante el juicio de su público. El ciudadano no se puede negar a pagar los impuestos que le son asignados; incluso una mínima crítica a tal carga, en el momento en que debe pagarla, puede ser castigada como escándalo (pues podría dar lugar a desacatos generalizados). Por el contrario, él mismo, no actuará en contra del deber de un ciudadano si, como docto, manifiesta públicamente su pensamiento contra la inconveniencia o injusticia de tales impuestos. Del mismo modo, un sacerdote está obligado a enseñar a sus catecúmenos y a su comunidad según el símbolo de la Iglesia a la que sirve, puesto que ha sido admitido en ella bajo esa condición. Pero como docto, tiene plena libertad, incluso el deber de comunicar al público sus bienintencionados pensamientos, cuidadosamente examinados, acerca de los defectos de ese símbolo, así como hacer propuestas para el mejoramiento de las instituciones de la religión y de la Iglesia. Tampoco aquí hay nada que pudiera ser un cargo de conciencia, pues lo que enseña en virtud de su puesto como encargado de los asuntos de la iglesia lo presenta como algo que no puede enseñar según su propio juicio, sino que él está en su puesto para exponer según prescripciones y en nombre de otro. Dirá: nuestra iglesia enseña esto o aquello, éstas son las razones fundamentales de las que se vale. En tal caso, extraerá toda la utilidad práctica para su comodidad de principios que él mismo no aceptará con plena convicción; a cuya exposición del mismo modo, puede comprometerse pues no es imposible que en ellos se encuentre escondida alguna verdad que, al menos, en todos los casos no se halle nada contradictorio con la religión intima. Si él creyera encontrar esto último en la verdad, no podrá en conciencia ejercer su cargo tendría que renunciar. Así pues, el uso que un predicador hace de su razón ante su comunidad es meramente privado, puesto que esta comunidad, por amplia que sea, siempre es una reunión familiar. Y con respecto a la misma él, como sacerdote no es libre, ni tampoco le está permitido serlo, puesto que ejecuta un cargo ajeno. En cambio, como docto que habla mediante escritos al público propiamente dicho, es decir, al mundo; el sacerdote en el uso público de su razón gozará de una libertad ilimitada para servirse de ella y para hablar en nombre propio. En efecto, pretender que los tutores del pueblo (en asuntos espirituales) sean otra vez menores de edad constituye un despropósito que desemboca en la eternización de las insensateces. Pero, ¿no debería estar autorizada una sociedad de sacerdotes, por ejemplo, un sínodo de la iglesia o una honorable classis (como la llaman los holandeses) a comprometerse, bajo juramento, entre sí a un cierto símbolo inmutable para llevar a cabo una interminable y suprema tutela sobre cada uno de sus miembros y a través de estos, sobre el pueblo, eternizándola de este modo? Afirmo que esto es absolutamente imposible. Un contrato semejante, que excluiría para siempre toda ulterior Ilustración del género humano, es, sin más, nulo y sin efecto, aunque fuera confirmado por el poder supremo, el congreso y los más solemnes tratados de paz. Una época no puede obligarse ni juramentarse para colocar a la siguiente en una situación tal que le sea imposible ampliar sus conocimientos (sobre todo los muy urgentes), depurar de errores y, en general, avanzar en la Ilustración. Sería un crimen contra la naturaleza humana, cuyo destino primordial consiste, justamente, en ese progresar. Por tanto, la posteridad está plenamente justificada para rechazar aquellos acuerdos, aceptados de forma incompetente y ultrajante. La piedra de toque de todo lo que puede decirse como ley para un pueblo reside en la siguiente pregunta: ¿podría un pueblo imponerse a sí mismo semejante ley? Esto sería posible si tuviese la esperanza de alcanzar, en corto y determinado tiempo, una ley mejor para introducir un nuevo orden, que, al mismo tiempo, dejara libre a todo ciudadano, especialmente a los sacerdotes, para en cuanto doctos, hacer observaciones públicamente, es decir, por escrito, acerca de las deficiencias de dicho orden. Mientras tanto, el orden establecido tiene que perdurar, hasta que la comprensión de la cualidad de estos asuntos se hubiese extendido y confirmado públicamente, de modo que mediante un acuerdo logrado por votos (aunque no de todos) se pudiese elevar al trono una propuesta para proteger aquellas comunidades que se han unido para una reforma religiosa, conforme a los conceptos propios de una comprensión más ilustrada, sin impedir que los que quieran permanecer fieles a la antigua lo hagan así. Pero es absolutamente ilícito ponerse de acuerdo sobre una constitución religiosa inconmovible, que públicamente no debería ser puesta en duda por nadie, ni tan siquiera por el plazo de duración de una vida humana, ya que con ello se destruiría un período en la marcha de la humanidad hacia su mejoramiento y, con ello, lo haría estéril y nocivo. En lo que concierne a su propia persona, un hombre puede eludir la Ilustración, pero sólo por un cierto tiempo en aquellas materias que está obligado a saber, pues renunciar a ella, aunque sea en pro de su persona, y con mayor razón todavía para la posteridad, significa violar y pisotear los sagrados derechos de la humanidad. Pero, si a un pueblo no le está permitido decidir por y para sí mismo, menos aún lo podrá hacer un monarca en nombre de aquél, pues su autoridad legisladora descansa, precisamente, en que reúne la voluntad de todo el pueblo en la suya propia. Si no pretende otra cosa que no sea compatible con el orden ciudadano, no podrá menos que permitir a sus súbditos que actúen por sí mismos en lo que consideran necesario para la salvación de sus almas. Esto no le concierne al monarca; sí, en cambio, el evitar que unos y otros se entorpezcan violentamente en el trabajo para su promoción y destino según todas sus capacidades. El monarca agravia su propia majestad si se mezcla en estas cosas, en tanto que somete a su inspección gubernamental los escritos con que los súbditos intentan poner en claro sus opiniones, a no ser que lo hiciera convencido de que su opinión es superior, en cuyo caso se expone al reproche Caesar no est supra Grammaticos, o bien que rebaje su poder supremo hasta el punto de que ampare dentro de su Estado el despotismo espiritual de algunos tiranos contra el resto de sus súbditos.

    Si nos preguntamos si vivimos ahora en una época ilustrada, la respuesta es no, pero sí en una época de Ilustración. Todavía falta mucho para que los hombres, tal como están las cosas, considerados en su conjunto, puedan ser capaces o estén en situación de servirse bien y con seguridad de su propio entendimiento sin la guía de otro en materia de religión. Sin embargo, es ahora cuando se les ha abierto el espacio para trabajar libremente en este empeño, y percibimos inequívocas señales de que disminuyen continuamente los obstáculos para la Ilustración general, o para la salida de la autoculpable minoría de edad. Desde este punto de vista, nuestra época es el tiempo de la Ilustración o el siglo de Federico.

    Un príncipe que no encuentra indigno de sí mismo declarar que considera como un deber no prescribir nada a los hombres en materia de religión, sino que les deja en ello plena libertad y que incluso rechaza el pretencioso nombre de tolerancia, es un príncipe ilustrado, y merece que el mundo y la posteridad lo ensalcen con agradecimiento. Por lo menos, fue el primero que desde el gobierno sacó al género humano de la minoría de edad, dejando a cada uno en libertad de servirse de su propia razón en todas las cuestiones de conciencia moral. Bajo el gobierno del príncipe, dignísimos clérigos -sin perjuicio de sus deberes ministeriales- pueden someter al examen del mundo, en su calidad de docto, libre y públicamente aquellos juicios y opiniones que en ciertos puntos se desvían del símbolo aceptado; con mucha mayor razón esto lo pueden llevar a cabo los que no están limitados por algún deber profesional. Este espíritu de libertad se expande también exteriormente, incluso allí donde debe luchar contra los obstáculos externos de un gobierno que equivoca su misión. Este ejemplo nos aclara, cómo en régimen de libertad, no hay que temer lo más mínimo por la tranquilidad pública y la unidad de Estado. Los hombres salen gradualmente del estado de rusticidad por su propio trabajo, siempre que no se intente mantenerlos, adrede y de modo artificial, en esa condición. He situado el punto central de la Ilustración, a saber, la salida del hombre de su culpable minoría de edad, preferentemente, en cuestiones religiosas, porque en lo que atañe a las artes y las ciencias nuestros dominadores no tienen ningún interés en ejercer de tutores sobre sus súbditos. Además, la minoría de edad en cuestiones religiosas es, entre todas, la más perjudicial y humillante. Pero el modo de pensar de un jefe de Estado que favorece esta libertad va todavía más lejos y comprende que, incluso en lo que se refiere a su legislación, no es peligroso permitir que sus súbditos hagan uso público de su propia razón y expongan públicamente al mundo sus pensamientos sobre una mejor concepción de aquella, aunque contenga una franca crítica de la existente. También en esto disponemos de un brillante ejemplo, pues ningún monarca se anticipó al que nosotros honramos. Pero sólo quien por ilustrado no teme a las sombras y, al mismo tiempo, dispone de un numeroso y disciplinado ejército, que garantiza a los ciudadanos una tranquilidad pública, puede decir lo que ningún Estado libre se atreve a decir. !Razonad todo lo que queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced! Se muestra aquí un extraño e inesperado curso de las cosas humanas, pues sucede que, si lo consideramos con detenimiento y en general, entonces casi todo en él es paradójico. Un mayor grado de libertad ciudadana parece ser ventajosa para la libertad del espíritu del pueblo y, sin embargo, le fija barreras infranqueables. En cambio, un grado menor de libertad le procura el ámbito necesario para desarrollarse con arreglo a todas sus facultades. Una vez que la naturaleza, bajo esta dura cáscara, ha desarrollado la semilla que cuida con extrema ternura, es decir, la inclinación y vocación al libre pensar; este hecho repercute gradualmente sobre el sentir del pueblo (con lo cual éste se va haciendo cada vez más capaz de la libertad de actuar) y, finalmente, hasta llegar a invadir a los principios del gobierno, que encuentra ya posible tratar al hombre !que es algo más que una máquina!, conforme a su dignidad. Traducción: A Mestre y J. Romagosa. Tecnos, Madrid 1988

    Vocabulario

    Uso privado de la razón: Es en palabras de Kant, el que le está permitido hacer a un funcionario en el ejercicio de su cargo. Pero esas palabras podemos trasladarlas a la idea de que es el que le está permitido hacer al ciudadano en el ejercicio de su cargo como ciudadano. Es el que podemos hacer cada uno de nosotros en el ejercicio de nuestras funciones dentro de la sociedad.

    Un uso limitado de la razón no debe impedir en ningún momento la ilustración y viene dado por la necesidad de observancia de las leyes. Debe conseguir la conservación de las instituciones, el funcionamiento de la sociedad, la obediencia, la aceptación de los establecido.

    Este uso de la razón, debe estar siempre completado por el uso público de la razón. Es mediante la combinación de ambos usos de la razón como conseguimos avanzar en ese proceso de racionalización creciente que es la historia de la humanidad.

    Uso público de la razón: es el uso que hace alguien de la razón en cuanto docto, es decir conocedor de una materia, y ante el gran público de los lectores. Es la posibilidad de utilizar libremente la propia razón, por tanto para este uso público de la razón, únicamente se requiere libertad, tanto de pensamiento como de expresión, libertad política ("razonad todo lo que queráis y sobre lo que queráis"). No se puede limitar el uso público de la razón a un pueblo, pues ello iría contra la evolución hacia la racionalidad y hacia el perfeccionamiento de la humanidad.

    El uso público de la razón posibilita la ilustración de los hombres, la salida de estos de su autoculpable minoría de edad, a la vez que el progreso de las instituciones, pues, a través del ejercicio de la función crítica de la razón, se pueden hacer patentes las contradicciones que poseen las instituciones, las leyes, la moral, la religión, lo establecido. Y de este modo mejorarlas, superar tales incongruencias.

    El uso público de la razón, no es solo un derecho, sino que es considerado por Kant un deber de todos y cada uno de los ciudadanos que componen la humanidad, pues es este el que posibilita la ilustración y por tanto el proceso de racionalidad. Debe apoyarse en el uso privado de la razón, que es quien posibilita la conservación de lo hasta ahora alcanzado por la humanidad en su desarrollo.

    Minoría de edad: significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía de otro. Pero el objetivo del hombre es superar esta minoría de edad, y lo logra, cuando asume y hace suyo el lema de la Ilustración. "Sapere aude". "Atrévete a pensar por ti mismo", lema que invita a buscar la verdad a través del esfuerzo propio.

    Escapar a esta minoría de edad moral o intelectual, que no física, supone superar ciertos obstáculos: Obstáculos internos, propios del individuo, que hacen del hombre autoculpable de su minoría de edad, tales como: la propia pereza, la cobardía y la comodidad de que alguien piense por ti, de que alguien te prescriba una moral, una dieta o una meta. La minoría de edad se convierte paulatinamente en una segunda naturaleza con la costumbre, si nos habituamos a obedecer, no tendremos necesidad de pensar; el hábito, o la costumbre serán nuestros guías, no la razón. Y obstáculos externos como la opresión política, que negando libertad de expresión y de pensamiento a un pueblo impide su ilustración, o como la opresión religiosa que manteniendo los dogmas a una comunidad les condena a no ver más allá de lo que unos tutores espirituales permiten. (La minoría de edad en cuestiones religiosas es la más humillante y perjudicial)

    Superar estos obstáculos, es un paso más en ese "plan de la naturaleza", en el camino de la humanidad hacia la época ilustrada.

    Conciencia moral: Cuando Kant utiliza la expresión "conciencia moral", está hablando de aquellas cuestiones en las que el hombre es, o puede ser autónomo, es decir, si en cuestiones fenoménicas el hombre está sometido a las leyes de la naturaleza, en las cuestiones de conciencia moral, el hombre está libre de estas opresiones deterministas derivadas del mecanicismo newtoniano. No quiere esto decir que esté libre de todo tipo de opresión, pero es claro que ha de tender a estarlo en un momento dado, léase "época ilustrada". Por tanto, la conciencia moral recoge todo aquel tipo de aspectos humanos en los que este puede ser libre, puede actuar autónomamente, es decir en cuestiones religiosas y morales principalmente, si bien se pueden incluir también aquí todos aquellos ámbitos en los que se puede hacer un uso público de la razón, léase leyes, instituciones que afecten al desarrollo de la vida espiritual, moral, incluso social del hombre.

    deber. Para que la voluntad realice actos verdaderamente morales, es necesario que obre no sólo de acuerdo con el deber o conforme al deber, sino por deber; la voluntad, no puede ser buena cuando actúa movida por el temor al castigo, o por la esperanza de algún premio, sino que la voluntad es realmente buena, cuando actúa con la exclusiva finalidad de cumplir con lo que se debe hacer, actuar por convicción de que cumplir la ley formulada por la razón, es nuestro deber.

    El deber, es "la necesidad de una acción por respeto a una ley". Es decir, el sometimiento a una ley no por su utilidad o por la satisfacción que su cumplimiento pueda reportarnos, sino por puro respeto a la ley. Esta ley, manda obrar siempre de tal modo que podamos querer en cada caso que la máxima que preside nuestra acción pueda convertirse en ley universal.

    dignidad: el hombre en tanto que ser sometido al reino de la necesidad, es heterónomo, es decir, no sometido a leyes extrañas, foráneas, ajenas. Sin embargo en tanto que hombre libre, en tanto que ser moral, es autónomo, capaz de darse a sí mismo sus propias leyes. Y en tanto que libre posee dignidad y no precio. Las cosas, sometidas al determinismo heterónomo, tienen precio, el hombre sometido a sus propias leyes, tiene dignidad. La dignidad, se convierte de esta manera en una especie de categoría específicamente humana y que le viene otorgada por su capacidad de libertad, por el logro de la moralidad por la posibilidad que le brinda el uso libre de la razón y someterlo todo al criterio de la razón y no al de unos instintos deterministas desde el ámbito de la naturaleza. Es el sello que marca la responsabilidad del hombre sobre sus acciones. Cada hombre tiene dignidad en tanto asume la responsabilidad de sus acciones, estas son fruto de sus decisiones, de la determinación que la propia razón hace sobre la voluntad.

    Despotismo espiritual: Si el despotismo ilustrado lo podemos definir como "todo por el pueblo pero sin el pueblo", el despotismo espiritual, del mismo modo podemos entenderlo como la búsqueda de la salvación espiritual o religiosa del alma de los súbditos, pero sin contar con el deseo de estos. (Tras la paz de Westfalia, un príncipe, podía imponer a sus súbditos la religión que él practicaba.) A este despotismo espiritual pone fin Federico II que da plena libertad a sus ciudadanos para que salven su alma como buenamente les de a entender el uso público de la razón en esta materia.

    El despotismo espiritual encierra la posibilidad de manejar o manipular a un pueblo. Kant considera que la minoría de edad en cuestiones religiosas es, entre todas, la más perjudicial y

    humanidad hacia su mejoramiento: detrás de este término, lo que nos encontramos es la idea de humanidad y la idea de progreso dentro del marco de la realización del "plan de la naturaleza" que nos señala Kant en su concepción de la Historia Universal.

    En la Ilustración, no podemos hablar del hombre como elemento aislado, sino que aparece por primera vez la idea de humanidad. Los logros, los descubrimientos no los hace -un- hombre, sino que los hace -el- hombre, entendido este como colectividad, como género humano, que por otra parte se ha desprendido de toda imposición divina. La humanidad, surge tras un proceso de secularización y se convierte en el marco de realización del hombre, asumiendo las riendas de su propio destino.

    El destino de la humanidad, vendrá marcado por la idea de progreso, que está atravesada por la educación. El único modo de mejorar la humanidad, es a través de la educación individual. Lo que hace cada hombre consigo mismo, repercute en la totalidad de la humanidad. Esta educación, nos adentra en un proceso de racionalización constante e irrenunciable para el hombre que podemos ver dentro del marco

    época de ilustración: es la época en la que aparecen las condiciones para que el hombre salga de su autoculpable minoría de edad, tanto en cuanto libertad política, es decir posibilidad de libre pensamiento y libertad de expresión, así como libertad en materia religiosa, se acaba la tutela pública en materia religiosa. Hay que recordar, que uno de los puntos aprobados en la paz de Westfalia que pondría fin a la Guerra de los 30 años, es que un monarca podía imponer a sus súbditos la religión que él profesaba. La época de Ilustración, es un momento histórico en el que los obstáculos para que el hombre comience a pensar por sí mismo han desaparecido.

    La época de ilustración, es una época de tránsito, de paso, no una meta. Si la concepción historiográfica de Kant nos traía la idea de un progreso en la humanidad desde el sometimiento a las leyes de la naturaleza, al mecanicismo Newtoniano, la consideración de las acciones humanas como fenómenos, y por tanto determinables por leyes hasta el surgimiento del hombre moral, el hombre libre, capaz de darse a sí mismo sus propias leyes. Podemos decir entonces, que estamos cerca de la meta, pero no en la meta, estamos en el camino hacia la época ilustrada.

    época ilustrada: Es una época en la que todos los hombres serán capaces de pensar por sí mismos. será el triunfo de la racionalidad a nivel de la humanidad, la perfección para toda la naturaleza humana, la culminación del progreso, del proceso constante de racionalidad, del plan de la historia. Es la meta. La aparición del hombre libre, moral, capaz de darse a sí mismo sus propias leyes y consumar así su libertad frente a la necesidad de la naturaleza.

    La época ilustrada está marcada por una armonía entre los pueblos, así como por una paz perpetua brindada por un derecho justo y por la racionalidad.

    tolerancia: Etimológicamente, procede de la raíz del indoeuropeo -TL- que encontramos en palabras como Atlas, aquél personaje mitológico que -soportaba- el peso del mundo. Ese rasgo de soportar, es conservado aún en el vocablo tolerancia. Tolerar, es de alguna manera soportar. Este concepto, hay que verlo, como un logro de la Ilustración. A la necesidad de la tolerancia, sobre todo en materia religiosa, llega el hombre a través de dos caminos. Por un lado el uso crítico de la razón, que nos muestra la necesidad de combatir los dogmatismos, como único medio para mejorarlos. Es necesario criticarlos, analizarlos, someterlos al uso público de la razón, para así garantizarnos su mejora. Por otro lado, a través del empirismo, que nos muestra la inviabilidad de las verdades inmutables. Tan solo tenemos impresiones actuales, no tenemos impresiones de futuro, por tanto, todo puede cambiar, lo que hoy es cierto, y sirve a los hombres, puede variar y ser inservible con el tiempo. La tolerancia, sobre todo en materia religiosa, aparece como una necesidad para la viabilidad de los estados. Pero el Rey Ilustrado, Federico II, da un paso más, va más allá de la idea de tolerancia, dando a los hombres libertad plena, dejando a cada uno libertad de servirse de su propia razón en cuestiones de conciencia moral.

    La tarea de la Ilustración, se intenta plasmar en una obra que pretende ser la recopilación de los conocimientos que han alcanzado los hombres: "La Enciclopedia". Su redacción fue llevada a cabo por Diderot, d'Alembert, Voltaire, Rousseau.... . Supone la reivindicación de una mejor educación para el pueblo, la ilustración, la iluminación de un pueblo. Hay en este sentido una confianza plena en la razón como medio para educar al pueblo. Su difusión por Europa, tuvo el obstáculo de la censura, que erosionó muchas ideas de las allí expuestas.

    Plantearse si hoy ya estamos preparados para regirnos, Si hoy se puede contar con el pueblo para autogobernarse.

    Fue una revolución pacífica en la que el rey, se ve obligado a abandonar el poder, pretendido tras la muerte de Cronwell, y es sustituido por Guillermo de Orange, instaurándose una monarquía parlamentaria, y declarándose entre otras la libertad de imprenta. "El rey reina pero no gobierna".

    Discusión centrada en establecer si tanto a nivel social como de conocimientos, se está en un momento de degeneración, es decir "cualquier tiempo pasado fue mejor".

    Hay que recordar que Newton murió en 1727.

    Hume, en "Historia Natural de la Religión", nos dice siguiendo la línea de Epicúreo, que la religión nace para superar los temores del hombre.

    Hay que recordar aquí, que para Descartes, los razonamientos de nuestra mente, sólo eran ciertos si existía Dios. "Pues, en primer lugar, incluso lo que anteriormente he considerado como una regla (a saber: que lo concebido clara y distintamente es verdadero) no es válido más que si Dios existe, es un ser perfecto y todo lo que hay en nosotros procede de él."

    La metáfora kantiana del juicio de la razón ante el tribunal de la misma razón, delimita el mismo proceso de racionalidad..

    Hay que hacer una llamada de atención sobre la influencia kantiana en Marx, quien nos hablará del papel de los marginados como catalizadores de la revolución.

    No sociabilidad natural del hombre.

    T. Hobbes, es un defensor del absolutismo monárquico, que con el objetivo de buscar nuevas justificaciones científicas del poder real, termina por contribuir a su desmontaje ideológico.

    Es así como aparece la idea de que bajo condiciones de civilización, el hombre se haya enajenado, es decir que no se posee a sí mismo. La convicción de que en una sociedad corrompida el hombre está fuera de sí es el inicio germinal de una corriente revolucionaria de pensamiento que desembocará en la teoría marxista de la alienación

    Hay que recordar aquí, que para Descartes, los razonamientos de nuestra mente, sólo eran ciertos si existía Dios. "Pues, en primer lugar, incluso lo que anteriormente he considerado como una regla (a saber: que lo concebido clara y distintamente es verdadero) no es válido más que si Dios existe, es un ser perfecto y todo lo que hay en nosotros procede de él."

    La metáfora kantiana del juicio de la razón ante el tribunal de la misma razón, delimita el mismo proceso de racionalidad..

    Hume, en "Historia Natural de la Religión", nos dice siguiendo la línea de Epicúreo, que la religión nace para superar los temores del hombre.

    Hay que recordar que Newton murió en 1727.

    Ya no se recurre a la esencia de las cosas para explicar los fenómenos, ni al concepto sustancia, ni al principio de causalidad.

    Plantea una teoría del origen del universo a partir de una nebulosa, por medio de simples leyes mecánicas. La mima que defendería después Laplace.

    La obra "Crítica de la razón Pura" fue editada en dos ocasiones: la primera, conocida como "A", fue publicada en 1781, mientras la segunda edición en la cual aparecen varias e importantes correcciones sobre esta primera edición fue publicada en 1787, y es conocida como edición "B".

    Antonio Muñoz Molina. "Mi palabra favorita": "Ilustración es mi palabra preferida, por el tiempo histórico al que alude y por el concepto en sí al que se refiere. Me gusta la ilustración porque es el tiempo en el que por primera vez se definen los principios que han hecho algo más habitable el mundo, la época de la irreverencia intelectual frente a los poderes fósiles de la Iglesia, la monarquía y el feudalismo, cuando se empieza a afirmar que nada de lo establecido lo es por naturaleza, que las circunstancias y las ideas son construidas por la acción humana y pueden ser modificadas por ella. De este impulso procede lo mejor que tenemos ahora: las ideas de libertad, igualdad y fraternidad que fueron enunciadas por la revolución francesa y que constituyen todavía el mejor programa político.

    • Ilustración significa también una cierta actitud ante la vida y las cosas: la voluntad no de ser, sino de hacerse; la conciencia de que todo, hasta lo que parece más simple y trivial es el resultado del aprendizaje y del empeño de que el saber es la mejor defensa de la libertad y de que no hay ni debe haber fronteras entre los seres humanos. Está de moda decir que los principios de la Ilustración han sido superados: cuando uno ve que a la gente todavía la siguen matando en nombre de religiones o de razas, y que en gran parte del mundo los niños siguen trabajando como esclavos y las mujeres permanecen encerradas tras velos y prohibiciones, se ve claro que no hay mucha más esperanza que la Ilustración"

    Plantea pues Kant la necesidad de una reflexión crítica sobre la razón. Hay que determinar a partir de qué principios se puede establecer la validez de la deducción en la ciencia. Es decir es necesaria una crítica de la razón sin referencia a la experiencia. Esto es lo que a juicio de Kant falta al racionalismo.

    Dogmatismo: es un procedimiento de la razón pura sin previa crítica de su propia capacidad.

    Considerando sólo los juicios afirmativos, pues en los negativos es más fácil hacer después la aplicación.

    Puras viene a afirmar que no hay en ellas nada que proceda de la sensibilidad.

    Voluntad: entendida como facultad de desear.

    Analizar desde esta perspectiva la moral de Platón o la aristotélica.

    2. Obra como si la máxima de tu acción debiera tornarse, por tu voluntad, ley universal de la naturaleza. F.M.C. 73. 3. Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como medio. F.M.C.. 84. 4. Obra según máximas que puedan al mismo tiempo tornarse por objeto a sí mismas como leyes naturales universales. F. M. C. 96. 5. Obra por máximas de un miembro legislador universal en un posible reino de los fines. F.M.C. 99.

    Del latín, mayor de edad por naturaleza, físicamente, mientras que intelectualmente sigue siendo menor de edad.

    Comentario: 1. Define el significado de los términos "minoría de edad" y "conciencia moral". 2. ¿Porqué es necesario el esfuerzo personal y no confiar en la bondad de los tutores para salir de la minoría de edad? 3. C.H.-F.P. 4. Formalismo moral en Kant. 5. La idea de la historia y progreso en el pensamiento ilustrado.

    Por el contrario, el uso privado de la razón es el que alguien ejerce como titular de un cargo público; por ejemplo, el que lleva a cabo un funcionario o un oficial del ejercito.

    Comentario: 1. define el término: "uso público de la razón". 2. ¿Porqué es necesario el uso privado de la razón? 3. C.H.-F.P. 4. El formalismo moral en Kant. 5. Nihilismo y sus formas en Nietzsche.

    Comentario: 1. Define el término "humanidad hacia su mejoramiento". 2. ¿ Puede un hombre renunciar a su ilustración? 3. C.H.-F.P. 4. El formalismo moral en Kant. 5. El hombre como ser histórico en Ortega.

    Comentario: 1. Define la expresión "autoculpable minoría de edad". 2. ¡Qué diferencia existe entre una época ilustrada y una época de ilustración? 3. C.H.-F.P. 4. El formalismo moral en Kant. %. Transvaloración moral y el ideal del superhombre en Nietzsche.

    Hay que recordar que años antes, una de las directrices del Tratado de la Paz de Westfalia, otorgaba a los monarcas la potestad de imponer su religión a sus súbditos.

    Comentario: 1. Define el significado de los términos "deber" en el texto y en la teoría ética kantiana y " minoría de edad". 2. ¿Por qué para Kant, en las cuestiones de conciencia moral hay que servirse de la propia razón? 3. C.H.-F.P. 4. El formalismo moral en Kant. 5. El emotivismo moral en Hume.

    Alusión a O. de La Mattrie y su escrito L'homme-machine 1748

    1

    31

    • Aprovecha para mostrarnos el rostro de los tutores que tienen interés en conservarnos en la minoría de edad: el oficial, representante del ejercito, el funcionario de hacienda representante del estado y el sacerdote, representante de la Iglesia. Además señala la distinción entre uso público, que fomenta la Ilustración y uso privado que la impide y que debe ser limitado.

    • Nos pone Kant tres ejemplos de la necesidad de combinar el uso público y privado de la razón: el caso de un oficial que tiene que cumplir la orden, y después criticarla haciendo un uso público. El ciudadano pagando sus impuestos, pero a continuación haciendo, en cuanto docto, un uso público de la razón para mejorar el sistema tributario de un estado. Y por último un sacerdote, educando la doctrina de su Iglesia, y a renglón seguido, en tanto que docto, en tanto que experto en materia religiosa, ha de someter a crítica su propia doctrina, sin que por ello entre en menoscabo de la misma.

    • Reconoce Kant la necesidad de la actuación combinada de ambos usos de la razón para que se produzca el progreso.

    Ataca Kant desde el principio la definición que nos ocupa: “La Ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad” y el lema de la Ilustración es: “Ten valor de servirte de tu propio entendimiento.”

    • Se pregunta Kant, por la posibilidad de otorgar la potestad de hacer un uso público de la razón a una classis o sínodo de sacerdotes, para que así el pueblo quede liberado de tal tarea. La respuesta no se deja esperar: no, absolutamente no, eso sería hipotecar el desarrollo de la humanidad, sería ir contra el plan de la naturaleza, el plan de la historia, atentar contra el progreso del hombre.

    • Hace una salvedad. Esto, solamente sería posible, durante un breve plazo de tiempo y siempre con la condición de la inmediata introducción del hombre en un sistema de plena libertad.

    • Sigue profundizando Kant más en este tema. Y nos dice que ningún hombre puede eludir la ilustración. Renunciar a ella es violar los derechos de la humanidad.

    • La Ilustración es algo inevitable, es el desarrollo de un plan de la naturaleza para el hombre. Y puntualiza Kant la problemática que puede generar el conservar al hombre en minoría de edad, es decir, sometido a prejuicios e imposibilitado para utilizar por sí mismo la razón. En estas situaciones en las que el hombre ha sido educado en los prejuicios de unos tutores, se ha producido, que más tarde, estos mismos tutores se han visto sometidos al mismo yugo. (En un pueblo, sus gentes se manifiestan contra el cura y el ayuntamiento por haber quitado la fiesta del Día del Corpus.)

    • Un monarca, no puede elegir por un hombre o por un pueblo, ha de reconocer la libertad y permitir que sus súbditos, hagan lo que consideren necesario para la salvación de sus almas. La tarea del monarca es evitar que esta búsqueda de la salvación del alma de los ciudadanos genere enfrentamientos.

    • Kant da un giro a su discurso y pasa a distinguirnos época ilustrada de época de Ilustración. Aquí aparece reflejada la idea del desarrollo de la historia como si fuese una plan prefijado de la naturaleza.

    • Kant ahonda en la idea de que habiendo libertad, los hombres salen progresivamente de su estado de ignorancia, y no por ello se perturba la vida pública esta paz, se verá alterada sin embargo, cuando se pretenda a no ser que se pretenda mantener al hombre en el estado de minoría de edad y se le prive del uso público de la razón.

    • Matiza Kant esta salida del hombre de su culpable minoría de edad. El uso público de la razón debe hacerse preferentemente en cuestiones religiosas, puesto que puede ser utilizada como un instrumento de dominio.

    • Aprovecha esta situación para ensalzar aún más el perfil de Federico II el grande quien otorga a su pueblo la posibilidad de: Razonar todo lo que quiera y sobre lo que quiera pero que obedezca. (Queda aquí reflejada el Despotismo Ilustrado.)

    • “Sapere Aude”, aparece por primera vez con Horacio, en su “Ars Poética”. “Atrévete a pensar”, “Atrévete a conocer” fue adoptada por la “Sociedad de alethofilos” en 1736 que llevaba una medalla en la que por una cara aparecía Minerva, diosa de la razón, de la sabiduría y por la otra cara aparecía el mencionado lema.

    • Kant, nos muestra la dificultad para salir de la minoría de edad. Obstaculizada por tutores y por la propia pereza y cobardía convertida en segunda naturaleza. Sin embargo, nos dice que para alcanzar esa Ilustración que nos hace abandonar la minoría de edad, tan sólo es necesario que concurra la libertad.

    • “Una vez que la naturaleza, bajo esta dura cáscara, ha desarrollado la semilla que cuida con extrema ternura, es decir, la inclinación y vocación al libre pensar.” Es una metáfora que resume el plan de la naturaleza del que Kant habla en su concepción de a historia universal.

    • El hombre, está sometido a dos mundos: el mundo fenoménico, que lo introduce dentro de la necesidad y el mundo nouménico que permite al hombre darse a sí mismo sus propias leyes. Aquí localiza Kant la libertad del hombre, que le posibilita ser un animal ético, responsable de sus actos y por tanto capaz de dignidad.

    • Podemos relacionar esta idea con los intentos cartesianos de mostrar que el hombre, en tanto que res pensante, es libre, escapando así al mecanicismo que como ideología, comenzaba a extenderse por aquella época.




    Descargar
    Enviado por:Antonio Suarez
    Idioma: castellano
    País: España

    Te va a interesar